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SAN AGUSTIN DE HIPONA: Existe una sola verdad, la revelada por la religión, y la razón

puede contribuir a conocerla mejor. "Cree para comprender". sin la creencia en los dogmas
de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios. el
hiponense reivindica la razón como única facultad capaz de alcanzar la verdad y superar el
escepticismo, verdadero obstáculo para abrazar la fe y lograr la felicidad.
El acceso a la verdad requiere que el hombre se desvincule del conocimiento sensible, mera
contingencia y apariencia de ser, y se vuelque hacia el interior de sí mismo. Si Platón
identificaba la verdad con el ser y a éste con el mundo inteligible de la ideas, Agustín hará lo
mismo desde un planteamiento cristiano, en el que la verdad se reconoce en el ser y éste es,
en última instancia, Dios (ipsum esse). En su búsqueda de la certeza, el hombre ha de
encontrar dentro de sí, en su alma, aquello que de permanente y necesario hay en las cosas:
su inteligibilidad misma. La verdad necesita interioridad y el yo se convierte en el lugar
propio de la certeza, anulando así todo posible escepticismo.

SANTO TOMAS DE AQUINO:el problema del conocimiento se suscita en relación a otros


problemas en el curso de los cuales es necesario aclarar en qué consiste conocer. En el caso
de santo Tomás esos problemas serán fundamentalmente teológicos y psicológicos. Al igual
que para Aristóteles, pues, el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo universal, y
no lo particular: de la sustancia concreta: conocemos la forma, no la materia, que en cuanto
materia prima resulta también incognoscible. Por lo demás, aunque el punto de partida del
conocimiento sea lo sensible, lo corpóreo, su objeto propio es la forma, lo inmaterial. ¿Qué
ocurre entonces con aquellas sustancias no materiales? Para Sto. Tomás está claro: no es
posible tener en esta vida un conocimiento directo de ellas (los ángeles y Dios). El
conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por analogía, en la medida en que
podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas del ser. Santo Tomás vuelve
a un planteamiento unitario del hombre (no dualista como el de Platón y San Agustín): el
hombre es una unidad de cuerpo y alma. Sin embargo, y a diferencia de Aristóteles, afirma
que cuando el cuerpo muere y se descompone el alma subsiste, ya que es inmortal. Para
Santo Tomás, como para Aristóteles, el conocimiento comienza con la experiencia sensible.
El entendimiento elabora los datos de los sentidos y obtiene conceptos universales, y el
proceso por el cual se obtienen conceptos universales se llama abstracción. su existencia en
sí mismo y no en otro, y ese ser es Dios. La Quinta Vía parte de la existencia de orden en el
mundo natural y de la necesidad de que exista siempre una inteligencia que dirija el
comportamiento de aquellos seres que tienen conducta final, conducta ordenada a un
propósito. “Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero que no hay posibilidad
de pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya
que ha sido confirmado por Dios. Luego como solamente lo falso es contrario a lo
verdadero, como claramente prueban sus mismas definiciones, no hay posibilidad de que
los principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe”. Tomás señala que de llegarse
a una contradicción real y no aparente entre una conclusión de fe y otra racional, la errónea
es la de razón puesto que Dios es infalible. La Primera Vía se deduce del movimiento de los
objetos. un mismo ente no puede mover y ser movido al momento, luego todo aquello que se
mueve lo hace en virtud de otro. Se inicia, pues, una serie de motores, y esta serie no puede
llevarse al infinito, porque no habría un primer motor, ni segundo (es decir, no habría
comunicación de movimiento) por lo tanto debe haber un Primer Motor Inmóvil que se
identifica con Dios, principio de todo.
La Segunda Vía se deduce de la causa eficiente (pues todo objeto sensible está limitado por
la forma, de ahí que no sea eterno y sí causado). La Tercera Vía se deduce a partir de lo
posible. Encontramos que las cosas pueden existir o no, que pueden pensarse como no
existentes y por lo tanto son contingentes. Es imposible que las cosas sometidas a la
posibilidad de no existir lleven existiendo eternamente pues en algún momento habrían de
no existir. Por lo tanto debe haber un Ser Necesario que se identifica con Dios, donde esencia
y existencia son una realidad. La Cuarta Vía se deduce de la jerarquía de valores de las cosas.
Encontramos que las cosas son más o menos bondadosas, nobles o veraces. La Quinta Vía se
deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Tomás recuerda cómo los cuerpos naturales,
siempre o a menudo, obran intencionadamente con el fin de lo mejor, muchos incluso sin
conocimiento.
GUILLERMO DE OCKHMAN: su estricta argumentación de que sólo los individuos existen,
más que los universales, esencias o formas supraindividuales, y que los universales son
producto de la abstracción de individuos por parte de la mente humana y no tienen existencia
fuera de ella. Según él, no se puede demostrar ni la existencia de Dios ni de lo divino.
NICOLAS MAQUIAVELO: Según Maquiavelo, la sociedad no se desarrolla por la voluntad
divina, sino en virtud de causas naturales. Las fuerzas motrices de la historia son el "interés
material" y la fuerza. Señaló la contradicción de intereses entre las masas populares y las
clases gobernantes.
DESCARTES: La razón, la capacidad de distinguir el bien del mal. conocer cuál es el camino
que se puede seguir para llegar al conocimiento y a la verdad. No empieza, como otros
filósofos, preestableciendo verdades, ni definiendo qué es el mundo, qué es el ser humano,
qué es el alma, sino intentando buscar una ruta para llegar a conclusiones fiables. La clave
de su búsqueda es el método, que proviene de la palabra griega methodos, que quiere decir
camino, que es lo primero que busca Descartes. Un sendero que nos lleve a ideas que nos
resulten claras y distintas. No aquellas que están confusas, que más o menos aceptamos al
tuntún, sin verlas con precisión. ¿Cuál puede ser la seguridad, qué seguridad puedo tener yo
de algo? Puedo dudar de lo que me han dicho, puedo dudar de lo que veo y de lo que toco,
puesto que existen los espejismos y las alucinaciones. Si puedo dudar de todo, ¿de qué cosa
puedo estar seguro? De la única cosa que puedo estar seguro —concluye— es de mi duda
misma, de que yo estoy aquí dudando y si dudo, existo». Si dudo, tengo unas capacidades
intelectuales, pienso, y si pienso, entonces existo. De esa certeza paradójica, la certeza de la
duda, nace el pensamiento moderno. Descartes recurre a la “duda” como a un método de
razonamiento mediante el cual se puede evitar toda clase de conceptos preconcebidos y
rutinarios, y llegar a establecer verdades auténticas. Declara que duda tanto de la certeza de
nuestras representaciones como de la existencia del propio mundo. Pero al dudar de todo,
debe reconocer con ello una cosa: que él duda, o sea, que él está pensando. Y Descartes llega
a su conocida conclusión: “Pienso, luego existo”.
NICOLAS MALEBRANCHE: resolvió en una doctrina personal, el «ocasionalismo», según
el cual Dios constituiría la única causa verdadera, siendo todas las demás «causas
ocasionales». Por ello, el conocimiento no se debería a la interacción con los objetos, sino
que las cosas serían «vistas en Dios». "Si no viésemos a Dios de alguna manera, no veríamos
ninguna cosa". Malebranche va más lejos que Descartes en este punto; porque, después de
sentar que para conocer que Dios existe basta pensar en él, añade que el conocimiento que
tenemos de Dios es un conocimiento inmediato y directo, sin intervención de cosa alguna
creada. Dios es un ser infinito e ilimitado, el ser universal y absolutamente perfecto, no puede
ser representado por medio de cosa alguna finita.
BENITO ESPINOZA: alma y cuerpo no son entes separados, sino que se trata de una y la
misma cosa pero vista desde distintas perspectivas. Por hipótesis: si el alma no pudiera
pensar, el cuerpo estaría inerte y viceversa. Alma y cuerpo es entonces lo mismo. Refutaba a
dios como creador de la Naturaleza, considerando, que la propia Naturaleza es dios. Al llamar
a la Naturaleza dios, Spinoza quiso significar que la Naturaleza es la causa de sí misma, que
ella misma lleva implícita la causa de su propia existencia y de la de todos los objetos. según
la filosofía de Spinoza solamente los objetos individuales cambian, pero la Naturaleza en su
conjunto permanece siempre inmutable. En la teoría del conocimiento, Spinoza era el
continuador del racionalismo de Descartes, considerando, que el conocimiento auténtico se
logra por la propia razón, sin la ayuda de los sentidos.
GODOFREDO LEIBNIZ: El tiene la idea de que el universo todo se rige a partir de una
armonía preestablecida es decir que existe una ley universal que todo lo tiene predeterminado
(destinado) La teoría de la armonía preestablecida es completamente cerrada: el alma y el
cuerpo marchan a la par en una armonía estricta. "lo que es en sí se concibe por sí mismo y
no debe la existencia a ningún otro". Pero para él, la sustancia es un objeto de infinitas
propiedades, incluídas en éstas las relaciones con otros objetos. Por consiguiente, cualquier
proposición que afirme un predicado de un sujeto, es analítica aunque no podamos
descubrirlo, porque tendríamos que hacer un análisis infinito del sujeto.
GEORGE BERKELEY: propuso que no se puede saber si un objeto es, sólo puede saberse
un objeto siendo percibido por una mente. Declaró que los seres humanos no pueden conocer
los objetos reales o la materia que causa sus percepciones, sino que incluso las propiedades
matemáticas son ideas semejantes a las cualidades sensoriales. Por tanto, concluyó que todo
lo que puede conocerse de un objeto es su percepción del mismo. Cuando se habla de un
objeto real en realidad se habla de la percepción del objeto. Los cuerpos no son más que
haces de percepciones. Esto plantea la cuestión de si los objetos son objetivos en el sentido
de ser el mismo para diferentes personas, y, de hecho, si tiene sentido el concepto de
existencia de otros seres humanos más allá de la percepción de los mismos. Berkeley
argumenta que dado que experimentamos a otros humanos cuando nos hablan—algo que no
está originado por ninguna actividad que emprenda el individuo que percibe—y dado que sus
visiones del mundo son consistentes, se puede creer en su existencia y que el mundo es
idéntico o similar para todos. afirma la existencia de una realidad trascendente y la considera
objeto de conocimiento. La realidad de los cuerpos es su condición de ser percibidos y el que
las percibe debe por tanto de existir. Hay un espíritu que percibe y piensa, pero es la única
clase de sustancia, no hay una sustancia exterior al espíritu, como en la metafísica
tradicional.

DAVID HUME: Todo cuanto conocemos es una percepción. Las percepciones son los
contenidos de la mente en general y se dividen en impresiones, que son los datos inmediatos
de la experiencia, e ideas, que son representaciones o copias de las impresiones en el
pensamiento (imágenes debilitadas de las impresiones). Las ideas tienen su origen en las
impresiones. Ambas pueden ser también simples o complejas, según estén o no formadas
por partes y pueden ser también de reflexión o sensación. Cuando la mente ha recibido
impresiones, éstas pueden reaparecer de dos modos: memoria e imaginación. Las ideas de
la memoria son más fuertes que las de la imaginación pues la memoria preserva el orden y la
forma de las originales. La imaginación, sin embargo, es libre de alterar y trastocar las
ideas. hay dos tipos de conocimiento posibles: Las relaciones de ideas (que incluyen todas
las proposiciones de la matemática, geometría, etc. A esta proposiciones se llega por
razonamientos del entendimiento, sin necesidad de recurrir a la experiencia) y las relaciones
de hechos que dependen únicamente de la experiencia y no es posible llegar a él por medio
de razonamientos. Según Hume, una idea es verdadera si podemos señalar de qué impresión
se deriva ya que el límite de nuestro conocimiento son las impresiones. Sin embargo, damos
por seguros hechos futuros de los que no tenemos impresión. Según Hume, estas
anticipaciones se fundan en la relación causa-efecto. Nuestro conocimiento de hechos futuros
sólo tiene justificación si entre lo que llamamos causa y lo que llamamos efecto existe una
conexión necesaria.

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