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La “persona jurídica”
La teoría de las “personas jurídicas” es del siglo XIX. El tema había sido tratado
por los romanistas medievales, pero Savigny abstrajo las reglas generales,
creando el concepto en sí y una tesis acerca de su naturaleza: la “teoría de la
ficción” que parte del romanticismo alemán, que creía en la voluntad como
verdadero componente de la persona y expresión de ésta. Se crea entonces
una voluntad imaginaria que corresponde a una persona ficticia. Como esa
ficción sería creada por el derecho, el ente sería una “persona jurídica”. Esta
ficción entrañaba un peligro, por eso se requería un rígido sistema de controles
y límites. La personalidad jurídica debía ser de concesión meditada, rara,
casuista, dada por el Estado sólo por obvia conveniencia pública. Savigny
atribuyó las bases de esta teoría a Roma, donde la veía usada para
instituciones como el municipio o la herencia vacante (no reclamada), pero en
realidad la doctrina es savigniana.
D) OBLIGACIONES
56. Noción
Las Instituciones dicen que “la obligación es el vínculo jurídico que por
necesidad nos constriñe a darle algo a otro según los iura de nuestra ciudad”.
Eran civiles o pretorianas. Surgen de un contrato o cuasicontrato o de un delito
o cuasidelito. Tal vez la teoría de las obligaciones sea el corazón del derecho
romano.
Las primeras obligaciones fueron las derivadas de los delitos. En esta etapa
temprana se respondía con el cuerpo, pero más adelante se introdujo una pena
pecuniaria. En el Principado la transformación se completa, al introducirse la
venta de los bienes. El objeto de la obligación era antiguamente sólo un
“hacer”. La prestación es lo que se garantiza.
58. Clases
“Delito” deriva del verbo delinquo, que significa “dejar de lado, abandonar con
descuido”. Los romanos antiguos preferían decir scelus, maleficio, crimen o
noxa. Nuestra idea actual del delito no es aplicable a Roma antes del
Dominado. Actualmente, no imaginamos un delito sin figura típica, sin que un
precepto concreto, con valor legal previo, defina y castigue la conducta de que
se trata y las penas deben ser bien definidas. Nada de eso aparece en el
derecho romano. Existía el delito público, que se veía como una afrenta contra
el Estado, pero los juristas latinos lo trataron poco y prefirieron dedicarse a los
delitos privados. Éstos generaban originalmente una pena personal, pero en el
Principado ya era sólo pecuniaria. Las Instituciones tratan cuatro delitos
privados: hurto, rapiña, daño e injuria, pero el delito privado y la pena privada
fueron desapareciendo.
Para los casos de cuasidelito existía una pena económica, según el daño
causado (como en los casos donde hay perjuicio de otro, donde se actúa como
si fuera culpable, siendo irrelevante el factor psicológico de la culpa). Quien
coloca una maceta suspendida de la ventana responde por el mero hecho de
que ésta al caer haya lastimado a alguien, aunque la haya sujetado con
cuidado.
E) LAS COSAS
Los derechos “reales” son los atinentes a las cosas y sus cambios. Los
romanos, en su tratamiento jurídico de las cosas, hicieron incidir dos variables:
la faceta económica, vinculada a su forma de organización y producción en los
tiempos arcaicos, y sus creencias religiosas. Los juristas del siglo XIX advertían
sobre la inadecuación de la clasificación entre muebles e inmuebles, que es del
Dominado.
Decía Gayo: “La principal división de las cosas se reduce a dos clases, porque
unas son de ius divino (no están entre los bienes de nadie) y otras humano
(pueden ser públicas o privadas)”. La primera división es religiosa y funcional
luego. La segunda clasificación de Gayo apunta a una idea de la filosofía
griega aristotélica: la sustancia, denominada por los romanos “cuerpo”. Son
corporales las cosas que pueden tocarse (un campo, el oro) e incorporales las
que no pueden tocarse, como las que consisten en un ius (herencia,
obligaciones). Se considera cosa a los derechos, tomando al derecho como el
medio y la cosa como un fin.
62. Mancipio
El mancipio es una relación jurídica de ciudadanos, con tierras que son también
parte de la ciudad, y genera diferencias jurídicas muy importantes en el período
clásico. Las cosas del mancipio requieren para ser enajenadas una ceremonia
solemne y pública. Sólo en el Dominado, con los profundos cambios, se
replanteó la noción. La nueva distinción que la reemplazó fue la de inmuebles
(urbanos o rústicos, edificios o terrenos) y muebles (todas las otras cosas,
aunque de hecho no se muevan).
63. Dominio
El dominio o propiedad era la potestad más amplia que se podía tener sobre
una cosa. Sus implicancias no podían enumerarse; el principio era la amplitud.
Es un señorío sobre la cosa al que los demás derechos reales están
subordinados, y del que surgen. En su forma antigua, era absoluto, exclusivo y
perpetuo. En el Dominado, Justiniano derogó la perpetuidad del dominio.
A) GÉNESIS
El fenómeno de identidad jurídica se da entre todos los países del mundo que comparten
la herencia del derecho romano, y es directamente proporcional a la magnitud de ese
legado. Sin embargo, dentro del mundo latinoamericano, la sensación de comunidad
jurídica es aún mayor. No existe ningún otro conjunto de Estados en el mundo, y menos de
la extensión de Latinoamérica, en que suceda esto. La razón principal es la historia
compartida.
Desde el Oregón hasta la Tierra del Fuego se respondía a un mismo gobernante -el Rey
de España- y poseía instituciones jurídicas de base idénticas, con modalidades locales.
Brasil respondía a una historia cultural y jurídica muy coincidente con la española. Ese
sistema jurídico común, riquísimo, notablemente longevo, suele ser conocido como
“derecho indiano” porque rigió en las tierras incorporadas a España que se denominaban
“Las Indias”.
Los fueros, que al principio eran todos distintos, y generalmente breves, desde el siglo XII
van unificándose y haciéndose códigos verdaderamente extensos. En la primera mitad del
siglo XIII, Fernando III el Santo inicia la redacción de cuerpos normativos inspirados en las
soluciones justinianeas, redactado por juristas de la escuela de Bolonia. El Fuero real fue
unificando las normas del reino. Junto con su hijo, Alfonso X el Sabio, se redactan las VII
Partidas, que rigen desde 1348, para la resolución de aquellas cuestiones no resueltas por
los fueros. Como la mayoría de las ciudades tienen fueron y éstos con completos y
extensos, la verdadera aplicación en la península es escasa. Pero en América las Partidas
serán de relevancia enorme.
Tanto el Fuero Real como las VII Partidas constituyen la gran base de las soluciones de
fondo de los códigos latinoamericanos de la época independiente. Los comentarios de
1555 de Gregorio López, que buscaban concordar las Partidas con la compilación
justinianea, intensificaron las características de derecho romano de éstas.
A fines del siglo XIV, la familia Trastámara buscaba aliarse con los kanes para juntos
vencer a los musulmanes. Cristobal Colón trae entonces el proyecto de viajar a las tierras
del kan por el océano Atlántico. En 1492, los Reyes Católicos celebran con Colón las
capitulaciones, contratos de derecho público que dan inicio a una realidad jurídica nueva,
que se complementa con las bulas papales y los tratados con Portugal. Como la
distribución de tierras y aguas se basa en las bulas emitidas entre 1455 y 1481, El Tratado
de Alcazovas entre Castilla y Portugal (1479), y las capitulaciones, el derecho indiano nace
antes del 12 de octubre. Es fuertemente cristiano, la presencia de la costumbre es enorme
y notablemente localista.
Muchas novedades del derecho indiano apuntan al derecho público, mientras que en el
derecho privado cobran una importancia sin precedentes las Partidas. El más importante
de los organismos indianos localizados en la Península Ibérica es el Consejo de Indias,
que en 1519 empieza a separarse del de Castilla. Tiene su hora de gloria en el siglo XVII.
70. Fuentes
Estos ordenamientos pasaron a formar parte del conjunto indiano. A menudo estaban
integrados no sólo por costumbres sino por leyes no escritas. El criterio fue sentado en una
real cédula que el emperador Carlos V remitiera a la Verapaz en 1555, por la sucesión de
un cacicazgo. La idea que trasunta el texto de Carlos V es compleja: por un lado, una
actitud base de respeto, al menos declamado, hacia los ordenamientos jurídicos indígenas.
Por el otro, una cantidad de límites a la vigencia de esos ordenamientos, que poco podría
ser lo que quedase vigente. Finalmente, una reserva abierta de hacer derogaciones y
modificaciones sobre ellos que el rey desee. En la medida en que los ordenamientos
indígenas pasasen el filtro establecido por las Recopilaciones, ocuparían el lugar de los
fueros. Con todo esto, la supervivencia de los ordenamientos indígenas no fue grande.
Según Alberdi, el fin de las constituciones de ese momento debía ser propender a
organizar y constituir los grandes medios prácticos de sacar a la América emancipada del
estado oscuro y subalterno en el que se encontraba. La Constitución (y esto sí es de cuño
racionalista) debe ser una herramienta al servicio de un proyecto. Según Alberdi, ellas
deben servirnos en la obra interminable de nuestro edificio político, para colocarlas hoy de
un modo y mañana de otro. Sin embargo, reconoce que hay constituciones de transición y
creación y otras definitivas y de conservación.
La postura más cercana al romanticismo es tomada por Alberdi en 1868, cuando critica al
Código Civil de Vélez Sarsfield. Alberdi sintió las modificaciones que éste le introdujo en
1860 a la constitución de 1853 como una afrenta personal y dijo: “Toda constitución que no
se basa en la vida o en la historia del pueblo que la recibe es un edificio sin cimientos”
porque decía que las modificaciones eran iguales a la constitución estadounidense, que se
hallaba sin embargo muy presente en la versión de 1853 (ver el preámbulo).
El Código Civil francés de 1804 (Código Napoleón) se convirtió en la primera mitad del
siglo XIX en el modelo que todos los países tomaban a la hora de codificar sus normas
civiles. Abarcó a naciones europeas de raíz jurídica latina pero fundamentalmente se
verificó en América. Este código traía el ideario racionalista de que los cuerpos normativos
bien hechos de acuerdo a la razón serían perfectos para cualquier país en cualquier
tiempo.
Esta noción no sólo llevó a la adopción voluntaria sino por la fuerza, como hizo Napoleón.
Derrotado su proyecto imperial, esa efímera uniformidad legislativa terminaría, lo que llevó
a algunos juristas como Antón Thibaut a decir en 1814 que era fundamental un derecho
civil común (en su caso, para toda Alemania). Thibaut no sólo avizora ventajas jurídicas de
esa integración sino también académicas. Su postura fue refutada por Savigny, quien no
creía llegado el momento de una codificación común. La obra principal de Savigny,
Sistema del derecho romano actual, se estructuró sobre un esquema nuevo, independiente
del Código Napoleón, que provenía de la tradición romana. Este sistema, más racional,
atrajo la atención del brasileño Freitas a la hora de componer su Esbozo para Brasil. Vélez
Sarsfield también lo tomó de Freitas para armar el Código Civil argentino, como así
también Bello en Chile. Pero esa incidencia se vio muy matizada por el Código Napoleón y
de otros códigos y proyectos (como el de García Goyena para España). En el siglo XX, el
Código alemán tuvo una influencia parecida al que había tenido el francés cien años antes.
74. Bello. Freitas. Vélez Sarsfield.
Augusto Teixeira de Freitas fue un jurista romanista y seguidor de Savigny, que luego de
consolidar las leyes civiles de su país realiza por encargo del Emperador un proyecto de
código civil, conocido como Esbozo y con siete volúmenes. Como la propuesta era muy
innovadora y adelantada a su tiempo, queda olvidada por el gobierno brasileño. En
Argentina, Vélez Sarsfield descubre los trabajos de Freitas y tiene una influencia sobre él,
ya que toma del Esbozo no sólo la organización del código sino artículos, notas y
soluciones como la atinente a las personas por nacer. Este Código poco después sería
adoptado por Paraguay.
El tercer gigante de la codificación civil latinoamericana fue Andrés Bello, venezolano, que
redactó el Código civil de Chile, verdadera obra maestra que conjuga el derecho romano
con las soluciones del Código Napoleón y otros de la época, adoptando criterios originales.
Influido por el romanticismo, adoptó la idea de Sarmiento de que las reglas de un idioma
debe fijarlas el pueblo que lo habla, por eso el Código original aparece escrito de una
forma muy extraña. Bello influenció a Vélez Sarsfield con varias soluciones propuestas por
su Código y Ecuador lo adoptó casi igual. Uno de los ejemplos más claros de cómo
funciona la transferencia de códigos se encuentra en el artículo de Bello sobre la nulidad
absoluta manifiesta (art. 1683), siendo casi igual en Chile, Ecuador y Argentina.
C) INTEGRACIÓN JURÍDICA
Tras el colapso de los imperios del Eje, la idea imperialista expresa, declarada, perdió
credibilidad y apoyo. Los proyectos de hegemonía de unos países sobre otros se llevaron
delante de manera soslayada, a veces bajo la forma de pactos internacionales. En los
últimos años del siglo XX, esta nueva forma de imperialismo solapado ha cobrado
características diferentes, evidenciándose el poder de megacorporaciones
transnacionales. Poco es lo que se puede hacer o se hace para restringirlas, frente a la
posibilidad de una alteración drástica y nociva de las condiciones de vida sobre la tierra.
Las organizaciones internacionales creadas después de la segunda guerra,
declaradamente para evitar nuevos conflictos armados entre países y en procura de un
desarrollo más equilibrado y justo de los pueblos, también se encuentran sometidas en
gran medida a este estado de cosas. Esta nueva situación requiere, para las empresas
multinacionales, de Estados débiles y permisivos, donde se rinda culto a las reglas de
“libertad” económica.
La globalización que se pregona como ideología (la aldea global donde se habla broken
english, se tengan costumbres estadounidenses y pensamiento acorde a las
multinacionales) no tiene nada que ver con la antigua idea romana, de la ciudad universal,
con personas iguales en derechos, respetuoso del individuo como ser humano, de la
familia como entidad base de la sociedad y de las peculiaridades culturales de cada grupo.
La deshumanización y la cosificación de las personas serían, entonces, escalones en el
camino hacia una sociedad globalizada, integrada por simples unidades de consumo.
Cuando Aldous Huxley escribió Un mundo feliz, imaginó a una sociedad donde la familia
ha desaparecido, el uso de drogas se ha vuelto general y oficial, el consumismo se ha
convertido en una regla social y todos los seres humanos son concebidos fuera del cuerpo,
en laboratorios. Se habría conseguido un equilibrio feliz, basado en la satisfacción que las
drogas dan, y en un permanente condicionamiento de la propaganda. El poder estatal se
ha diluido. La metáfora del “horror feliz” del autor refiere a una humanidad que pareciera
tener que perder lo que la hace humana para ser feliz.
Hay dos etapas bastante claras: la primera comienza con el triunfo del racionalismo
jurídico, donde la importación (unos Estados adoptan deliberadamente instituciones
jurídicas de otros) y exportación (un Estado impone sus soluciones normativas a otros,
generalmente valiéndose de la fuerza) de normas es la regla. En general, las
homogeneizaciones de la primera etapa se concretaron sobre ideas racionalistas. La única
reacción importante que se registró en este primer período surgió del romanticismo,
cuando Savigny articuló con contundencia su “doctrina histórica” del derecho. Décadas
más tarde, moderó su postura juvenil.
No existe región en el mundo más idónea que Latinoamérica para llevar adelante un
proceso de homogeneización legislativa, región que tuvo una base jurídica común hasta la
época de las guerras napoleónicas. La Recopilación de las leyes de los reinos de las
Indias publicada en 1680 hizo mucho en el sentido de generar una identidad jurídica
común. Brasil fue una colonia portuguesa, siendo que Portugal participó del vasto período
formativo del derecho castellano, antepasado directo del indiano. Tienen en común con el
castellano el legado romano. También tuvo su etapa de fueros (forais o foros). La
sensación de semejanza cultural es tanta o más, en la Edad Media, entre Portugal y
Castilla como entre ésta y los demás reinos peninsulares. Las Partidas regían en Portugal.
Esta similitud se incentiva mucho cuando Felipe II hereda la corona portuguesa en 1580,
pero ya este país posee una identidad propia y la reacción nacionalista hace separar las
coronas.
La historia del derecho muestra los factores comunes entre Hispanoamérica y Brasil.
Cuando Vélez Sarsfield descubre los trabajos de Freitas, lo que lo identifica con él es el
ferviente romanismo de ambos. Éste lo acaba conduciendo hacia Savigny. En ese
momento, se expandió el modelo universitario de Salamanca por Hispanoamérica. Desde
la segunda mitad del siglo XIX se fueron adoptando los criterios franceses. En los últimos
lustros arreció el ingreso de los parámetros estadounidenses. Académicamente, sólo
últimamente la cuestión de la integración latinoamericana se considera pero los factores
que ayudaron a eso no entraron por la vía académica sino por otros lados y son el derecho
romano y la historia jurídica. Cuando hemos traído las ideas extranjeras lo hicimos con
Estados donde la integración no era un problema a considerar. En el caso de Estados
Unidos, el derecho romano no podría tener lugar porque es universal, de la humanidad,
siempre formulado más allá de las fronteras y las soberanías.
84. Problemas
85. El Mercosur
En 1948 la ONU crea la CEPAL, siendo una de las cinco comisiones regionales de la
organización. Su finalidad es contribuir al bienestar económico-social de la región. Con la
idea de que la integración regional evitaría la dependencia de bloques o Estados
poderosos ajenos al sector, en la década de 1950 promueve la institución de la Asociación
Latinoamericana de Libre Comercio, con finalidad comercial, que se concreta en 1960 por
el Tratado de Montevideo y posteriores adhesiones de países. La idea era que para 1972
se hubiesen eliminado todos los recargos aduaneros de la región. Al fracasar esto, se la
reemplaza por la Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración), que se concreta en
1980 por otro Tratado de Montevideo. Ahora se destacan los aspectos no económicos,
siendo más abierta que la Alalc y permitiendo la participación de países no miembros.
En el marco de la Alalc se firmó en 1969, en Bogotá, el Pacto Andino. Sobre esta base, en
1996 se firmó en Trujillo el Acuerdo de Cartagena, entre Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú
y Venezuela. En 1998 en Oporto se firmó el Compromiso por la Democracia, excediendo el
terreno económico. Establecida desde 1997, tiene al igual que el Mercosur tribunales para
la resolución de conflictos supranacionales.
Uno de los temas más graves y problemáticos que pesan sobre Latinoamérica como
región y sobre varios países que la integran, en forma individual, es el de la deuda externa.
Muchos países se han endeudado, pidiendo dinero a otros Estados o a entidades
supranacionales más allá de sus posibilidades reales de devolución. Estas deudas son
normalmente “renegociadas”, por medio de acuerdos en los que los plazos de devolución
se extienden y los intereses se alzan y se capitalizan. Otro efecto característico de las
renegociaciones es que implican el reconocimiento jurídico de la valide de la deuda
renegociada, por lo que el país pierde el derecho de atacar su validez después. A veces,
como sucedió en la Argentina, deudas de las empresas privadas del país son asumidas
por el Estado encubriendo negociados.
Es muy difícil llevar adelante un proyecto social mientras se mantiene una pesada deuda
externa. Si ésta ha sido contraída de forma legítima, por un gobierno constitucional y de
acuerdo con los principios generales del derecho, por pesada y gravosa que sea todo
indica que ella debe honrarse. Sin embargo, jamás en ningún nivel es exigible una suma
de dinero cuando su pago implica la enfermedad o muerte del deudor. Los contratos, en
principio, deben ser obedecidos, pero existen muchas situaciones en las que pueden no
serlo. El derecho romano desarrolló límites a la exigibilidad de las deudas. Si alguien se
aprovechaba de la extrema necesidad de otro para imponerle condiciones abrumadoras,
se decía que el acreedor había “lesionado” al deudor. Otro principio prohibía el
anatocismo, es decir, que los intereses generen intereses. Por todo esto, desde hace
varios años una cantidad de pensadores de diversas especialidades vienen planteando la
necesidad de llevar el asunto de la legitimidad de la deuda externa al Tribunal de La Haya,
un tribunal de la ONU que falla las controversias según los criterios del sistema de
convivencia internacional (de base romana). En el caso argentino, los contratos base de la
deuda firmados por el gobierno inconstitucional de 1976 adolecen de numerosas causales
de nulidad insalvable.