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I. Introducción…………………..……………………………………..…….………..…….1
1.3. Objetivo………………………………………………….….………………….…...….2
1.4. Hipótesis……………………………..……………….…….……...……….....……......2
III. Conclusiones……………………………………………………………………….…..5
VI. Bibliografía………………………………………………….……………...….………6
LA RESPONSABILIDAD MORAL, LA CONCIENCIA MORAL Y EL BIEN
MORAL
I. INTRODUCCION
1.1.SITUACION PROBLEMÁTICA
El principal problema de muchas personas son las circunstancias que facilitan la corrupción
y el fraude. El abuso de poder, la inversión de los valores sociales y personales, la
sensación de impunidad, el efecto contagio y la percepción de que se puede ganar dinero
fácil, son algunas de ellas. Todas estas y otras muchas, han propiciado una cierta sensación
de desaliento social cuyas razones deben ser analizadas, a fin de corregir sus efectos
devastadores. Este problema para cumplir con una de las funciones que tiene encomendada,
que no es otra que la crítica de la actuación de los poderes del Estado y del ordenamiento
jurídico, para tratar de evitar tanto su mala praxis como su ineficacia. Es por ello que todo
individuo tiene responsabilidad a poder actuar con conciencia y llegar a hacer el bien en
sociedad.
¿Por qué el hombre debe de tener responsabilidad, conciencia y actuar de manera moral
distinguiéndola de manera precisa?
1.4. HIPÓTESIS
El ser humano actuando de manera libre en sociedad, teniendo una buena conciencia social
y reconocer que por medio de las actitudes manifiesta a todo ser humano tiene derecho y
obligaciones, así como de la necesidad de desarrollar una «cultura cívica»
Según la cita de Dworkin concuerdo que el hombre actúa de manera individual, ya que por
más conciencia que tenga sólo dependerá de él su buen o mal actuar en sociedad. Esta idea
de libertad asocia, entiendo, la concurrencia de otros conceptos coadyuvantes como la
capacidad, la voluntariedad y la racionalidad. Conceptos que Dworkin desarrolla más
adelante, pero que a mí me ha parecido interesante señalar ahora unidos a la idea de libertad
y como posibilitadores de la misma. Desde esta perspectiva, la responsabilidad es el nudo
que enlaza el deber moral con el jurídico. Su función consiste en frenar la actuación
humana propiciando que los individuos se comporten de forma adecuada, bien por
convicción o conciencia, bien por obligatoriedad susceptible de coacción jurídica,
atendiendo a unos principios que no dañen los derechos de los demás sino que faciliten la
convivencia pacífica, en la certeza de que quien atente contra ella deberá responder por las
consecuencias de sus actos
Según Dworkin, la libertad del ser humano es esencial para entender el concepto de
responsabilidad y no interfiere en el deber de obedecer las leyes que tienen todos los
seres humanos… (P.6)
Desde este origen el concepto de deber aparece ligado a la ley, aunque ésta no deba
contentarse con enunciar simplemente lo que deben o no deben hacer los ciudadanos.
Dworkin opina que la ley tiene que ir más lejos. Tiene que prever lo que los ciudadanos
tienen el deber de hacer o el derecho de hacer.
Ferrater (1975) afirma que el término conciencia puede referirse, en primer lugar, al
reconocimiento de algo exterior o interior. Apunta al conocimiento del bien y del mal
y en este caso, se habla de conciencia moral… (P.2)
Etimológicamente, entonces, el término conciencia proviene del griego synéidesis, lit, uno
conociendo con (sun, con; oída, conocer), esto es, un conocimiento (con uno mismo), el
testimonio dado de la propia conducta por la conciencia aquella facultad mediante la cual
llegamos a saber la voluntad de Dios. A todo esto decimos que existen etapas para formar
una buena conciencia moral. Las razones que aduce Piaget de por qué no partió de
entrevistas a los niños sobre las reglas morales que ellos aprenden a respetar son las
siguientes:
• Estas reglas morales las recibe del adulto. Es decir que se las dan elaboradas no a medida
que las va necesitando y pensadas por él, sino de una vez por todas.
• Los juegos sociales más simples como el juego de las bolitas pueden parecer o no
“morales” a los adultos por su contenido. Lo que importa en esto no es el punto de vista de
la conciencia del adulto, sino el de la moral infantil.
• Los niños que empiezan a jugar son iniciados poco a poco por los mayores en el respeto a
la ley
Para Piaget el inicio de la etapa para tener conciencia moral es identificar entre el bien y el
mal una diferencia preestablecida. Ya que en el análisis de pensamiento en el niño está
formando desde 1 a 3 años en la cual tiene una conciencia vinculada a la presión de los
adultos. A todo esto los distintos elementos que componen la estructura de conciencia y de
establecer su capacidad de discernir y tomar decisiones de acuerdo con ello. Todo lo
anterior, entendiendo la naturaleza humana con limitaciones, condiciona su desarrollo a la
habilidad. Engloba dentro de su visión no solo un teórico de razón, sino también de
acciones concordantes, desprendiéndose que el actuar de la persona debe estar rectamente
guiado por la conciencia y sus juicios.
¿Qué es lo que mueve a aceptar que las palabras “bueno” y “malo”, bien y mal, tienen no
sólo un sentido absoluto, sino un significado universalmente válido?
Todo ser humano debe seguir la moral dominante en la sociedad en que vive (por
tanto, no existe una moral universal, sino que es cambiante de acuerdo a la cultura
que predomina)
Cada ser humano debe seguir su propio criterio moral (no está sujeto, por tanto, a
ninguna norma moral objetiva).
Los fines o bienes de cada actividad humana son diversos, cada uno representa el objetivo
de la actividad que en ese momento realizamos. Sin embargo, si deseamos tomar
decisiones oportunas, debemos articular esos fines o bienes en una totalidad, que será al
bien de la persona. Ese bien global de la persona es lo que entendemos por bien supremo o
bien último.
Para Fagothey citando a Aristóteles en su obra el bien como fin. Menciona que, “el
bien es aquello que todas las cosas persiguen” (P.4)
El hombre tiene también una naturaleza, el origen del dinamismo interno de su ser, que
hace que sea natural para el hombre buscar el bien como su fin. El hecho de que la
naturaleza de un ser lo estructure de tal modo que actúe siguiendo líneas definidas no
constituye un impedimento a su libertad. Algunos seres tienen una naturaleza libre, están
construidos para actuar libremente y es natural para ellos dirigirse ellos mismos a su fin por
elección libre. Otros, en cambio, carecen de libertad y siguen automática- mente las pistas
que su naturaleza les ha trazado. En ambos casos tienden hacia sus respectivos fines. Todo
fin es un bien y todo bien es un fin. Un fin no se perseguiría a menos que fuera algo bueno
para el que lo persigue, y el bien, al ser perse- guido, es el fin o propósito del afán de quien
lo busca. Ninguna actividad es posible, como no sea para la consecución de algún fin, por
amor de algún bien. Lo que debemos hacer como seres humanos es actuar con libertad y
hacer el bien a nuestro prójimo, ya que somos libres de elegir el camino entre el bien y el
mal.
2.4.CONCLUSIÓN
Hemos considerado el bien bajo tres aspectos, esto es: como valor, como deber ser, y como
fin. Una forma más sabia de expresarlo es decir que hemos considerado las éticas
axiológica, ontológica y teleológica. El bien como valor destaca el bien intrínseco, el bien
perfecto, aquello que es bueno en sí mismo independientemente de la bondad que pueda
tener para cualquiera otra cosa. Este ha de ser el aspecto más fundamental del bien. El bien
como deber ser destaca el hecho de que cada cosa debería ser tan perfecta como puede ser;
que el ideal no es simplemente algo para ser contemplado, sino que debe ponerse en acto, y
que esta exigencia le es impuesta al ser libre en forma de obligación moral. El bien en
cuanto fin pone de manifiesto la obligación de todo ser, aunque no sea perfecto, en el
sentido de esforzarse hacia la perfección como su meta y de buscar los otros bienes como
medios para dicho fin.
VI. BIBLIOGRAFIA