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Estilos interactivos, autoubicación espacial e identidades locales

Mabel Grillo

Las interacciones cotidianas son el ámbito en el que los actores sociales dan
cuenta del conocimiento que poseen del ambiente que los rodea y de las
normas que lo regulan. Este saber es puesto en práctica para actuar con
pertinencia de sentido en un contexto situacional determinado. No es
necesario asumir el supuesto del sujeto racional movido a fines para decir que
los actores sociales reconocen los contextos socioculturales y actúan
reflexivamente en ellos aún cuando el iniciar y mantener relaciones aparezca
como único objetivo de numerosas interacciones cotidianas. No nos
detendremos en este tema porque son suficientemente conocidos los aportes
sobre los rituales de la interacción de Goffman, sobre las estrategias y
prácticas de Bourdieu y los de la teoría de la re-estructuración y de la
reflexividad del yo de Giddens. Aún con sus diferencias de enfoques y matices
todos ellos recuperan la instancia de las interacciones como objeto de análisis
privilegiado para acceder al modo en que se expresa la dinámica social sin
caer en un subjetivismo voluntarista o en un objetivismo determinista.
Así, partimos de la idea de que son las interacciones cotidianas, los actos de
sociabilidad diarias, las situaciones de encuentro, los lugares donde se
expresa la cultura de una época en un lugar determinado y donde se explicitan
sus tensiones y conflictos. En los encuentros podemos escudriñar el modo
experiencial en el que los actores sociales resuelven en sus prácticas
dicotomías teóricas tales como acción y estructura, conflicto y orden,
elementos y sistema.
Desde estas ideas generales, en este trabajo expondremos una línea de
análisis que surge de la revisión del material empírico obtenido en una
investigación denominada: “Campo y ciudad : globalización, identidades y
medios de comunicación”. Intentaremos mostrar que algunos papeles que
juegan los medios de comunicación en la actualidad pueden verse en el marco
de su integración al resto de las interacciones cotidianas y que, en ese
sentido, deberían estudiarse teórica y metodológicamente desde nuevas
perspectivas. El estudio del contacto con los medios como parte de las

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relaciones cotidianas, como encuentros con otros, da indicios de estilos
interactivos que modalizan la generación de espacios y el establecimiento de
horizontes de alcance. El tipo y la intensidad de las relaciones interpersonales
y las mediadas se conjugan en la recreación de modalidades diferenciales de
percepción de lo local, como lugar, como espacio vivido y, al mismo tiempo,
constituyen las conexiones con un entorno cultural cuya consideración es
insoslayable en los estudios comunicacionales.

La tradición teórica. Relaciones cara a cara vs. el contacto con los medios

En la tradición de las ciencias sociales en general y de las disciplinas que


integran el campo de la comunicación en particular, el encuentro con otros
siempre se pensó en términos de relaciones cara a cara en un espacio
territorial compartido (Goffman, 1978; 1981). Así, las teorías de la
comunicación dicen que la diferencia sustancial entre la comunicación
interpersonal y la que se produce a través de los medios de comunicación es
que la primera es cara a cara. Esta particularidad ha llevado a la asunción de
los siguientes supuestos: la comunicación interpersonal es la verdadera
comunicación, de lo que se desprende que los medios están modificando algo
que representa el ideal del modelo comunicativo; que la comunicación
interpersonal es comunicación pura y pura comunicación; que la
retroalimentación sólo es posible en la comunicación interpersonal y que la
mera posibilidad de su existencia hará que la comunicación sea efectiva y los
mensajes se regulen recíprocamente hasta llegar al entendimiento; y, como
corolario, que el entendimiento y la puesta en común es el objetivo principal de
toda situación de comunicación. Bateson (1968), a quien le interesaba la
comunicación interpersonal, decía en cambio que era incomprensible que
todos se mostraran sorprendidos porque las personas no se entienden cuando
en realidad, dadas las dificultades objetivas que existen para el entendimiento,
debiera causar asombro cuando logran entenderse.
Pero más allá de que nos entendamos o no, el objetivo de muchas de nuestras
interacciones cotidianas es interactuar, es estar con otros, y éste es un
propósito común que en numerosas oportunidades va por carriles diferentes
de intereses prácticos referidos a logros o metas, por un lado, y, por otro, que

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muchas de esas interacciones incluso se llevan adelante de manera pautada y
orientada. Para no relegar a estos casos sólo a situaciones muy
excepcionales, pensemos en la mayoría de las interacciones familiares, en
muchas de las que se establecen en los sistemas burocráticos, en todas
aquellas en las que sólo damos cuenta de que llegamos o estamos y aquellas
numerosas en las que no sabemos para qué estamos pero estamos en ellas.
Como dice Maffessoli “En lo que respecta a la vida social, es muy evidente que
la anomalía, o lo que se llama así, constituye buena parte de lo cotidiano”
(1993:150).
En consecuencia, en las relaciones interpersonales muchas veces no es
necesario que nos entendamos o procuremos el acuerdo para interactuar, sólo
nos interesa interactuar. Es en este marco en el que procuramos ubicar una
parte del problema del encuentro con los medios de comunicación. La cantidad
de horas que las personas están en la actualidad en contacto con los medios y
la falta de definición que existe sobre el problema de los usos, nos deberían
llevar a pensar a la comunicación a través de los medios no como algo que se
hace para algo -para entretenerse, para informarse, para educarse- sino
también como algo que muchas veces, como en las relaciones
interpersonales, se hace “porque sí”, es puro contacto. Son anómalas en el
marco de la teoría consagrada.
Al estudiar la recepción, en numerosas entrevistas oímos que se consume lo
que no atrae. Qué es lo verdadero? que si se consume es porque atrae o que
hay “incoherencias” entre gusto y consumo. Desde nuestro punto de vista, ni
lo uno ni lo otro. Si acudimos a los estudios sobre comunicación interpersonal
hay repetidas consideraciones acerca de situaciones de interacción cotidianas
en las que el acuerdo no es posible y sin embargo los interactuantes persisten
en sus relaciones porque es la dimensión relacional la que prima. En toda
interacción humana el aspecto relacional es el que da cuenta del lugar que
ocupan los interactuantes, cada uno con respecto al otro, y, en este sentido,
tiene profundas relevancias en la conformación de las identidades personales
y grupales.
La separación entre la comunicación interpersonal y la masiva también es
responsable de la continuidad entre los primeros estudios sobre los efectos de
los medios de comunicación, en el marco del asombro producido por su
capacidad de relacionar a distancia, que les adjudicaban poderes enormes de

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manipulación y los enfoques actuales que otorgan a los medios la fuerza para
desterritorializar, para favorecer el viaje continuo, el desanclaje, etcétera.
Esto es así porque, por oposición, las relaciones personales anclan, localizan,
establecen; es el ámbito de la retroalimentación inmediata, del dominio de la
situación y la autenticidad . Ellas priman en las sociedades tradicionales
(desde la Geimenschaft de Tonnies hasta las premodernas de Redfield) y en
los grupos sociales de tipo comunitario.
Como dijimos, los medios de comunicación en general son vistos como
productores de desconexiones con el entorno y como instrumentos de
desterritorialización y desanclaje. Creemos que es momento de repensar la
temática y comenzar a insistir más en las semejanzas que en las diferencias
de los procesos de interacción cotidianos. Son estas simplificaciones
dicotómicas entre los encuentros cara a cara y los mediados los que muchas
veces nos impiden ver los sentidos comunes que invisten aún cuando se los
reconozca como prácticas diferenciadas.
Entonces, observando las interacciones cotidianas e incluyendo entre ellas a
nuestras relaciones con los medios, hay dos aspectos que retomaremos
como capacidad de todo acto comunicativo: la autoubicación y la generación
de espacios. Tener “conciencia de si” requiere en primera instancia el
autoreconocimiento temporal y espacial que no es una propiedad inmanente a
los sujetos sino que se construye históricamente en la relación con los otros.
Aquí y ahora implican significados sociales que coordinan, jerarquizan o
subordinan pero, al mismo tiempo, también ubican y permiten el
autoreconocimiento individual y grupal. Cuando Giddens se pregunta “¿Qué es
lo que crea un sentido de seguridad ontológica que el individuo mantendrá a
través de transiciones, crisis y circunstancias de alto riesgo?” inmediatamente
se contesta que la confianza básica para percibir ese sentido de continuidad
“está conectada esencialmente a la organización interpersonal de tiempo y
espacio” (1996:46).
El problema de los análisis de nuestras relaciones con los medios se deriva de
la vinculación de la interacción a un territorio físico determinado. Así, se da por
sentado una concepción de las relaciones sociales como prácticas de
ocupación de un territorio previamente delimitado. Preferimos pensar que en
toda interacción, -repitamos: más allá de las intenciones que siempre son un
problema en la comunicación- de hecho se crean espacios. Esto es, los

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espacios personales se expanden y se comparten en las relaciones que se
generan.
Esto parece claro en las relaciones con fines prácticos; tan así es que en las
jergas institucionales son de uso común expresiones como “ocupar espacios”,
“generar espacios propios”, “disputar espacios”, especialmente cuando los
hablantes se refieren a tácticas políticas en ámbitos específicos. Pero más allá
de lo que se persiga, siempre las interacciones “abren surcos” y, al mismo
tiempo, amplían y cierran fronteras. Desde el punto de vista del actor social
todas sus interacciones cotidianas “tienden líneas”, dejan huellas y ayudan a
construir o transformar los hilos que van y vienen entre su yo-nosotros y los
nudos de las redes sociales. Agregamos, sólo brevemente, que se pueden
imaginar estos nudos como puntos de encuentros de varias líneas de
interacción en lo formal y en sus contenidos como condensaciones, tanto de
sentidos comunes como de conflictos de sentido. En estas redes interactivas
se observarían hasta los problemas del poder desigual por el peso de la marca
de las huellas, de la cantidad de participantes en las interacciones, de flujos y
reflujos de sentido, etcétera.
Para volver a nuestro tema, cuando se dice acá estamos, “estamos” es el
reconocimiento mutuo entre los interactuantes y “acá” es el espacio
generado. “Acá estamos”, en algunas circunstancias puede llegar a querer
decir “hasta acá llegamos”, que, además de espacio indica tiempo y dirección.
Reconocimiento y generación de espacios son los dos aspectos que
encuentro comunes y de gran importancia entre las comunicación
interpersonal y la mediada a partir del factor relacional que es común a todo
proceso comunicativo1. La definición de un espacio referido tanto al yo como
al nosotros integra el proceso de autoidentificación individual y grupal. Las
respuestas que el actor social encuentra para sus preguntas referidas tanto al
quién soy como a quiénes somos están impregnadas de significación espacial
y varían según el sistema de redes de relaciones que se invoque en ese
ejercicio de autoidentificación (y autoubicación).
La geografía actual 2 nos auxilia para desvincular el espacio del territorio, para
imaginarnos que las interacciones construyen los espacios y que numerosos
espacios actuales son generados por las interacciones (incluidos nuestros
encuentros con los medios). Pero, a nuestro entender, este proceso no
produce consecuencias de desanclaje sino, simplemente, dadas ciertas

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condiciones que estamos explorando, una ampliación del horizonte de alcance
y una redefinición de los espacios locales.

Los encuentros interpersonales: las instituciones intermedias

En la investigación que realizamos sobre globalización, identidades locales y


medios de comunicación entrevistamos a habitantes de la ciudad y el campo.
Encontramos una marcada diferencia en las construcciones discursivas de
quienes participan en asociaciones intermedias (por ejemplo: Cambio rural,
CREA, Sociedad Rural, entre los habitantes del campo y el Centro Comercial
e Industrial de Río Cuarto, en la ciudad) y quienes no lo hacen con respecto al
vínculo entre lo local y lo global y, también, con el uso que manifiestan hacer
de los medios.
No tenemos más argumentos para decir que la pertenencia a asociaciones
intermedias produce determinadas percepciones sobre el problema de la
globalización y los usos que hacen de los medios, que para pensar que las
percepciones que estas personas tienen sobre el mundo actual que las rodea
influye en el uso que hacen de los medios y en su decisión de integrar o no
asociaciones intermedias. No podemos hablar de causalidades. Estamos
siguiendo una metodología cualitativa, realizamos entrevistas en profundidad y
, en consecuencia, sólo podemos decir que en las entrevistas que hemos
analizado encontramos esas asociaciones típicas.
Obviamente, arriesgamos interpretaciones y podemos comenzar diciendo que
los encuentros con los medios de comunicación y las relaciones
interpersonales que nuestros entrevistados mantienen integran un mismo
sistema de redes construidas a partir de estilos interactivos diferentes. En un
caso presentan redes restringidas -familiares, amigos, vecinos- que afianzan
un aquí y ahora (pasado-presente local) colmado de certezas y normalizan
imágenes de previsibilidad. En el otro, son redes ampliadas -integradas por las
instituciones intermedias y otras instancias de información, entre ellas los
medios de comunicación- por donde circulan sentidos que identifican
referencias y procesos con orígenes distantes y construyen un aquí y ahora
generador de dudas y contradicciones. Representan las expresiones de los
integrantes de este último grupo los siguientes relatos :

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“Fíjese que el capitalismo tiene su esencia en una competición
franca y de muchos para que entre todos siempre surjan los mejores
y los productos sean más baratos y sean de mejor calidad, pero
resultan que estos grandes monstruos van logrando lo contrario. Se
van transformando en monopolios u oligopolios, porque aparecen
cuatro o cinco cadenas, se juntan a tomar un café entre ellos y
regulan el mercado de los supermercados, se juntan las tres
automotrices y fijan el valor del auto ...”
(......)
“....yo estoy en Japón y tomamos relación con una empresa muy
grande. Habíamos ido con Angeloz y Angeloz les habla de hacer un
proyecto muy grande en Córdoba. Los japoneses se entusiasman y
Angeloz me presenta a mi como un empresario. Yo tenía tanta
vergüenza! porque si este japonés me decía cuántos ingenieros
tiene Ud... el tipo me había dicho que el capital de ellos eran 2.500
millones de dólares... yo le decía a Angeloz: yo no puedo hablar con
este hombre...”.
(J. C. , 56, empresario urbano de la construcción, CECIS)

“Por ahí como productor no sé para qué produzco, si va más allá


del hecho de tener una ganancia o no...o todo ese sentido tan
diversificado del gusto, te van a fabricar un auto de cada color. Pero
yo no creo en eso, no se tampoco si eso es el progreso.” (Ricardo,
39, ingeniero agrónomo, 1000 hectáreas, Grupos CREA)

Estos entrevistados manifiestan hacer un consumo intensivo de los medios de


comunicación, siguen la información internacional además de la local y buscan
información especializada en la prensa gráfica.
Con el mismo tipo de discurso, un habitante rural, propietario de un pequeño
campo e integrante de Cambio Rural, dice:

“El precio de los cerdos ha bajado muchísimo. Resulta que Brasil


está comprando ganado vacuno. Para mi, el negociado es el
siguiente : se vende lo que más tenemos que es vacas, y se acepta
comprar lo que tenemos menos, que son cerdos. Claro, pero los que
producen cerdos que se mueran de hambre....el Estado hace el
negocio, pero no regula nada...” [Se informa en el pueblo más
cercano vía internet de las fluctuaciones de los mercados, escucha
los noticieros radiales locales y la televisión no le interesa.]
(Pottino, 62 años, empresario rural, 200 hectáreas.)

Quienes no pertenecen a asociaciones intermedias, integran redes


restringidas de interacción, no perciben conflictos e inseguridades y algunos
de ellos manifiestan que el éxito depende de lo que la persona haga y decida.
Todos los lugares son malos o buenos, según cómo se actúe. Sus horizontes

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de alcances, en la mayoría de los casos, no sobrepasan el ámbito de las
regiones próximas; no obstante tienen una imagen de haberlos ampliado
intensamente para ubicarse donde hoy están y piensan que la situación
seguramente va a mejorar. El curso de sus historias personales es relatado de
manera que hubo siempre tiempos malos a los que finalmente le sucedieron
los buenos.

Río Cuarto tiene un movimiento extraordinario, por lo menos de


gente, vos te vas cualquier día al centro, un lunes, un martes y te
encontrás conque está lleno de gente...
(......)
Como ser ahora se va hacer un nuevo supermercado, yo vendo
materiales metalúrgicos.....yo le mando mi viajante...Gracias a eso
he tenido éxito y he podido vender. Yo he vendido hasta en La
Pampa...
(Donelli, empresario urbano, no agremiado)

Sancor que está acá, cerca, es impresionante, es una gran


empresa..tenemos acciones...en realidad es una multinacional.....Sí,
es muy poderosa. [Manifiesta que tuvo que dejar de entregar la
leche a Sancor porque no pudo comprar el termo que le exigen pero
piensa que pronto va a poder comprarlo y por eso no se quiere
desprender de las acciones que tiene en la empresa cooperativa]
(Vanlli, ampresaria rural, 200 hectáreas.)

Un buen modo de evocar rápidamente la tónica dominante del discurso de esto


dos grupos es recuperar los estilos narrativos de sus discursos. Con respecto
al tema de la globalización, el discurso del primer grupo tiene una trama
trágica, el del segundo se ajusta a la comedia (Grillo,1996) 3. La trama trágica
de un relato revela a un protagonista que se esfuerza y lucha en un mundo de
leyes que superan su voluntad pero su objetivo es seguir luchando aunque
perciba que en última instancia sólo la resignación es posible. El protagonista
de la trama cómica, en cambio, se siente parte de las transformaciones del
devenir histórico y su papel es el de dar cuenta de la posibilidad de las
reconciliaciones que al final siempre son festivas.
Quienes integran asociaciones intermedias ven a la globalización como un
proceso amenazante e irreversible y lo explican a partir de sus propias
experiencia cotidianas. El propio lugar se está transformando, las fuerzas
locales se debilitan, pero aunque “se desconfíe del futuro” se debe estar “al
tanto de lo que sucede en el mundo” para poder seguir actuando. Los
integrantes del otro grupo, aunque manifiesten que “las cosas”

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momentáneamente pueden funcionar mal, se ven en una situación favorable,
se sienten parte de un proceso de expansión de las posibilidades locales y del
propio lugar. Quienes tienen una visión trágica del proceso globalizador dicen
usar los medios fundamentalmente para informarse, “para ver lo que pasa en
el mundo”, aunque atribuyen un valor relativo a los contenidos estrictamente
informativos pues en general cuando la información llega (por ejemplo, con
respecto al ámbito financiero) ya es demasiado tarde para tomar decisiones.
Además, dicen tener una alta exposición a los medios. Quienes tienen una
mirada cómica de las actuales transformaciones, consideran irrelevante la
información sobre el mundo lejano (en general, aluden a la poca credibilidad
que le otorgan a los medios cuando muestran otros lugares o informan sobre
ellos), se informan preferencialmente sobre lo que ocurre en su lugar y, en
general, acuden a los medios en la búsqueda de entretenimiento. Expresan
exponerse poco a los medios y cuando ven televisión, lo hacen en forma
pautada, según horarios, programas, temas, etcétera.
Vemos así que las redes ampliadas, integradas por las relaciones
interpersonales y las mediadas, se asocian a una visión de debilidad frente al
entorno, en tanto, las redes restringidas van de la mano del dominio de la
situación y la seguridad. Podemos sospechar que en realidad estos factores
-la amplitud de las redes de relaciones y la percepción del control de la
situación- se conjugan interactivamente. Es nuestra intención dar cuenta de
esta asociación interactiva vinculando las redes ampliadas de interacciones
cotidianas con el discurso dominante de la cultura actual. Llegaremos a esa
instancia indagando, primeramente, las significaciones espaciales que
conllevan las redes ampliadas de interacción.

Interacciones cotidianas y espacios locales: algunos antecedentes teóricos

A los fines de poder integrar teóricamente las relaciones interpersonales con


aquellas que las personas mantienen con los medios en una red común,
debemos reconocer que el primer intento que incluye las relaciones
interpersonales en el análisis del papel de los medios seguramente es el
conocido trabajo de Lazarsfeld (1964) cuya primera edición conocida es de
1955, “Los medios de difusión y las masas”. Este autor estaba preocupado por

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el efecto de los medios y sumó las relaciones interpersonales como quinta
variable interviniente en el proceso de comunicación masiva. Las cuatro más
estudiadas hasta el momento en el que escribe ese artículo eran: la
exposición, el tipo de medio, el contenido y las predisposiciones psicológicas
de los integrantes de la audiencia. A partir de aquí surge el análisis de los
flujos de comunicación en dos pasos y el papel de los líderes de opinión. Pero
todos los estudios realizados entonces, incluido el de Lazarsfeld, ponen el
acento en lo que las personas “dicen” acerca de lo que reciben por los medios
y a quienes se lo dicen tratando de comprender mejor el proceso de influencia
de los contenidos de los medios y la circulación de los flujos informativos. Los
hallazgos de Lazarsfeld mantienen su relevancia hasta nuestros días, pero no
es en ese sentido que nos interesa integrar la relación con los medios y las
relaciones interpersonales. Atendemos especialmente a la relación, al vínculo
que las personas establecen con los medios como con las demás personas.
En este sentido, nos parece más pertinente relacionar nuestro interés con un
trabajo que el propio Lazarsfeld incluye como antecedente del suyo. Es un
estudio que Jhon y Matilde Ryle hicieron en el año 1951 en grupos de niños.
Estos autores encontraron que los niños que tenían relaciones sociales débiles
preferían programas radiales diferentes de aquellos que denominan bien
integrados socialmente. La diferencia radicaba en el uso que ambos grupos
hacían de los mensajes, los niños no integrados usaban los mensajes de los
medios para “emocionarse” y los integrados, para “encontrar ideas” que les
fueran útiles en sus juegos con los otros niños. Bien, si dejamos en suspenso
esta explicación y nos quedamos con la diferenciación entre integrados y no
integrados, nos estamos aproximando a lo que estamos explorando en este
trabajo. Es necesario aclarar que no pretendemos analogar la densidad
significativa del concepto de integración con el de redes ampliadas de
interacción que refiere en un nivel descriptivo a una multiplicidad de puntos de
encuentro y contacto con el entorno, con el ambiente.
Las personas con múltiples relaciones, y rescatamos las institucionalizadas
porque son las que podemos consignar con mayor fidelidad en las entrevistas,
dicen hacer un uso especialmente informativo de los medios. Esto confirmaría
los hallazgos primarios de los Ryle y de Lazarsfeld, pues este uso les
permitiría ampliar sus conocimientos, definir empíricamente realidades lejanas
y compartirlas con los demás. Pero lo que más nos interesa es que se

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posicionan espacial y temporalmente en una escala más amplia. Dan cuenta
de un estado de cosas que se desprende de la experiencia personal próxima
pero que depende de un mundo exterior distante al que perciben opaco y
necesitan tornar transparente. Se produciría un espiral que da cuenta de un
aumento de las relaciones, de la opacidad y una mayor necesidad de
transparencia ; mayor cantidad de relaciones, mayor opacidad, mayor
necesidad de transparencia. Así, emergen redes de relaciones ampliadas que
pluralizan los vínculos y aumentan el espacio vital imaginado. Si el propio
lugar se torna objetivamente débil, por la visión trágica del proceso de
globalización, como contrapartida es ampliado a partir de la multiplicación de
las instancias de relaciones disponibles, sean estas personales o mediadas.
Como es en las experiencias de interacción donde se negocian y definen,
aunque sea precariamente, las condiciones contextuales de la acción,
aquellos interactuantes que perciben un mundo materialmente en contacto
son, al mismo tiempo, quienes se involucran en una mayor red de relaciones.
Si las interacciones construyen espacios, si esos espacios son lógicamente
compartidos por los interactuantes en las definiciones continuas de sus
relaciones, esos espacios se constituyen en locales. Así, lo local aparece
desterritorializado en el sentido de territorio físico claramente demarcado pero
territorializado en nuevos términos espaciales más amplios. Al estudiar de
manera conjunta las interacciones personales con las mediadas nos ponemos
hoy en un camino teórico más acertado para entender la comunicación como
el campo que expresa de mejor manera los procesos que hoy llamamos
desterritorialización y territorialización. Cabría recordar aquí que son las
relaciones primigenias con los otros las que producen nuestros primeros
procesos de desterritorialización y reterritorialización del yo. Así, la conjunción
dialéctica Yo y el Otro- el Otro y Yo es tan acertada para definir la ruptura
como la identificación y esto es común a todos los niveles interactivos, desde
los que producen la identidad personal como la grupal. El problema es cómo
se “territorializa” de manera renovada el espacio local en la actualidad.
Provisoriamente, y a partir de los análisis efectuados, podemos decir que este
horizonte de alcance producido por las interacciones cotidianas, esta
ampliación de la escala espacial explicitada por un grupo de nuestros
entrevistados no ubica los indicadores de la globalización fuera del espacio de
lo local sino en su interior -supemercados de grandes cadenas internacionales,

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shopping, filiales de multinacionales, tecnologías, etcétera- y los identifican
como producto de circuitos móviles de poderes políticos y capitales
financieros que se esparcen por el mundo de manera dinámica y avasallante
(Grillo, 1997). En este sentido y como producto de los contactos de las fuerzas
locales con este circuito global el espacio local se amplía pero, al mismo
tiempo, en sus percepciones, pierde poder, pierde capacidad de iniciativa y
realización autónoma. En síntesis lo local ya no es pequeño pero se ha
debilitado. Esta debilidad, es una orden relacional de los circuitos
comunicativos cotidianos cuyo contenido dominante en la modernidad es
información que debería permitir calcular la mejor efectividad de las acciones.
Pero esta información no son sólo datos sino datos y valores y esta cuestión
nos lleva directamente al problema de la cultura actual.

Información, relación y cultura actual

Cuando Gregory Bateson relaciona la cultura con la interacción humana


sostiene que para ello es necesario pensar esta relación “dentro de una teoría
de la comunicación más amplia y abstracta” (1968:141). Al mismo tiempo,
sostiene que sea cual fuere el nivel de análisis de la comunicación humana su
proceso central es la codificación, es decir la transformación de un tipo de
hechos por otro de manera tal que la codificación implica una traslación o
reflexión de los hechos del mundo exterior. Pero, lo fundamental es que esa
codificación va junto a una evaluación pues son dos aspectos del mismo
fenómeno central. El sistema valorativo actúa como una red por la cual se
dejan pasar algunos hechos y se seleccionan otros. Así, codificación y valor
son dos caras del mismo proceso por el cual adquiere sentido la información.
La información se intercambia en las interacciones y el conjunto de
interacciones nos hablan de los sistemas de redes de relaciones. Pero, es en
las interacciones donde construimos las redes de relaciones y, al mismo
tiempo, el sentido -codificación y valor- de lo percibido.
Uno de las principales tipos de codificación-evaluación que Bateson propone
es el referido a las diferencias entre el yo (nosotros) y el ambiente (lo exterior)
lo cual conduce a una conceptualización (una significación otorgada) del
control que existe entre ambos polos. Por ejemplo, se puede percibir al

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ambiente como coercitivo o como ámbito posible de coerción o intervención y
esa codificación se hace en términos de valores culturales particulares
Como dijimos, los entrevistados que participan de redes ampliadas de
interacción perciben lo local -el nosotros, aquí y ahora- en una escala de
mayor longitud, mayor horizonte de alcance, ven reducida su posibilidad de
iniciativa, consumen más medios con fines informativos y ven lo global y el
actual proceso de transformación que encierra como coercitivo y amenazante .
No obstante, al mismo tiempo, al presentarse como un grupo que amplía sus
redes, actúa como si su entorno fuera posible de ser modificado y doblegado.
El que tiene estrecho sistema de redes no ve modificado ( o ve ampliado) su
campo de acción, y se mueve en un topología de aceptable predecibilidad.
Conviven así, entre sujetos del mismo territorio, construcciones diferentes del
espacio vinculadas a la cantidad e intensidad de las interacciones cotidianas.
A la luz de los aportes de Bateson, en principio, aparecen algunas
contradicciones. Una primera interpretación nos diría que quienes avanzan
espacialmente sobre su entorno a partir de redes múltiples valoran sus
posibilidades de acción y, podríamos agregar, actúan sobre el medio
interviniendo en él, reduciéndolo, tornándolo familiar, esto es, ejerciendo
control. Sin embargo, en sus percepciones, esto no es así.
Consideramos que Bateson nos aclara las relaciones entre comunicación
(relación-codificación) y cultura (valores-significados) pero para avanzar en la
comprensión de lo que sucede hoy en un grupo con un estilo interactivo
ampliado debemos hacer algunas consideraciones sobre la cultura actual. La
mayoría de los analistas de lo que se ha dado en llamar la modernidad tardía
coinciden en afirmar que hoy todo conocimiento es provisorio, podríamos decir
precario; si nada es seguro todo es posible; las oportunidades aumentan junto
al riesgo. Como argumenta Giddens (recuperamos un párrafo que lo pone en
consonancia con nuestros entrevistados) hay “nuevos parámetros de riesgos
desconocidos totalmente, o en su mayor parte, en épocas anteriores. Estos
parámetros incluyen riesgos de elevadas consecuencias: riesgos derivados del
carácter globalizado de los sistemas sociales de la modernidad” (....) ” como el
colapso del mecanismo económico global” (1996: 46).
Orden del mundo y control del ambiente van de la mano. Para controlar el
ambiente es necesario otorgarle un orden, pero el orden y el control se
construyen recíprocamente en un marco adecuado de “certezas”. Un mundo

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ordenado es aquél en el que uno sabe cómo conducirse, cómo informarse para
asegurar el curso de acción más efectivo, es “un mundo en el que la
vinculación entre ciertas situaciones y la efectividad de ciertas acciones se
mantiene constante, de modo y manera que se puede confiar en los sucesos
pretéritos como referentes orientativos para el futuro” (Bauman, 1996:74).
Este es el mundo relatado en trama cómica por un grupo de nuestros
entrevistados que comparten un estilo interactivo de redes reducidas.
Quienes integran redes ampliadas de interacción participan de la construcción
del nuevo escenario cultural. Sus interacciones van cargadas con un doble
mensaje : ampliación del espacio vivido e imposibilidad del control debido a la
entropía que el ambiente devuelve. Si nos preguntamos qué otorgan los
medios de comunicación en estos casos, de acuerdo a lo que venimos
sosteniendo, podemos contestarnos : poca información y bastante
reciprocidad. Igual que muchas de nuestras interacciones cara a cara.
También, son parte de las rutinas diarias, entendidas como “trayectorias
espacio temporales en los contextos de cotidianeidad” que tornan “la vida
algo normal y predecible” y dan “un sentido claro de continuidad en la
autoidentidad” (Giddens, Ibid.:53-57).
Así, integrar las relaciones interpersonales con las mediadas en un marco
común de las interacciones cotidianas nos exige elevar el nivel de abstracción
de la mayoría de los modelos comunicativos pensados para las situaciones
cara a cara y ponerlos en el marco de nuestra cultura contemporánea. Una
cultura signada por la ambivalencia, la incertidumbre y el riesgo, por la
multiplicidad de expertos y sistemas abstractos que demandan confianza
(Giddens, 1994 a-b) y por una alta exposición a tecnologías de la información
de alcances globales que multiplican infinitamente las posibilidades y
alternativas de opciones para la acción.
En este escenario los medios de comunicación, a su vez sistemas abstractos y
vehículos de información, también integran las instituciones que dotan de
relativa seguridad para el mantenimiento de la vida cotidiana, tanto en lo que
refiere a las rutinas del hogar o familiares vinculadas a las prácticas de
consumo como en lo atinente a la continuidad de un espacio mayor que ha
sido incorporado y debe dar cuenta de su permanencia y relación. En este
sentido, adquiere importancia el componente relacional, el contacto y la

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continuidad, y el referencial, aquél que nos habla sobre el mundo, deja de
tener relevancia práctica para la acción.
Para finalizar, cabe la pregunta que guiará nuestras próximas preocupaciones :
qué clase de “información” es aquella que pierde su capacidad de organizar,
de reducir la entropía. En el marco de la teoría de la información no es
información ; en términos de un problema de interacción social se parece a un
juego. Cuando un mensaje lleva implícita la orden “esto es juego” se niega en
un metanivel lo que en el nivel explícito se refiere (Bateson, 1991). Vale la
pena preguntarnos si grandes sectores de las audiencias y los medios no
estarán hoy, acaso, jugando al juego de la información mientras sólo hacen
contacto y dan cuenta de la continuidad de la entropía, de la imposibilidad del
conocimiento, la certeza y el control necesario del entorno espacial que han
definido.

Notas

1- El aspecto relacional es metacomunicacional, ingresa al sistema interactivo


la información referida a como se definen entre sí los interactuantes. Los
autores de la denominada Escuela de Palo Alto, Watzlawick, Goffman y
Birdwistell, entre otros, siguiendo a Gregory Bateson, dan cuenta de su
importancia en el análisis de las relaciones interpersonales.

2- Ver, por ejemplo, Massey, 1993.

3- En este artículo se recuperan las categorías de Northrop Frye (1957) para


analizar los relatos sobre la globalización, de manera similar al modo seguido
por Hayden White (1982 , 1992) en sus análisis de las narraciones históricas

Referencias
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Aires.
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White, H. (1992) Metahistoria. Fondo de Cultura Económica. México.

Resumen

En el artículo se argumenta que algunas de las deficiencias que se observan

en el análisis del papel y de los efectos de los medios de comunicación en la

sociedad se originan en la diferenciación radical que los planteos teóricos

hicieron desde sus inicios entre la comunicación interpersonal y la mediada.

A partir de los resultados de un trabajo de investigación empírico, se propone

tratar de seguir una línea de interpretación que privilegie las semejanzas entre

estos tipos de comunicación en el marco más amplio de los procesos de

interacción social. De esa manera se intenta comprender de forma más

fructífera la relación entre el papel de los medios y el ambiente cultural en el

que ellos actúan.

Síntesis del currículum : Mabel Grillo

Licenciada en Comunicación, Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina.

Doctora en Antropología, Universidad de Brasilia. Profesora Asociada en el

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Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de

Río Cuarto en las cátedras Metodología de la investigación social y Teoría de

la Comunicación. Directora del Centro de Investigaciones en Comunicación de

la U.N.R.C. Directora de proyectos de Investigación en el área de

Comunicación y Culturas locales. Últimas publicaciones : Discursos locales,

1999 y Las convenciones de una metodología anticonvencional, 1999.

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