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Desarrollo humano e identidad cultural en México

Luis F. López Calva


UNDP México

Amartya Sen, premio Nobel de economía de 1998 y uno de los inspiradores del concepto
de desarrollo humano, ha propuesto recientemente una visión humanista del concepto de
identidad cultural.1 La pertenencia a un grupo, nuestra identidad, es parte del ejercicio de
nuestras libertades fundamentales; además, nuestra identidad no es unidimensional. Una
mujer oaxaqueña, empresaria, indígena, protestante, aficionada al béisbol y que gusta de
bailar, ha elegido ser parte de una comunidad amplia. Dependiendo del contexto, se
sentirá cercana a otros y otras. Se sentirá cercana a otras mujeres aunque éstas no sean
indígenas, ni gusten del béisbol, ni tengan la misma profesión, por el hecho de compartir
la condición de mujer. Se sentirá cercana a otros indígenas, aunque sean hombres y
carezcan de todo sentido del ritmo, por el hecho de compartir con ellos esa dimensión de
la identidad cultural, la condición étnica. Le preocupará el futuro de su estado al igual
que a sus coterráneos, sean estos católicos, burócratas o campesinos, hombres o mujeres.
Algunos de los más grandes errores en la historia de la humanidad se han cometido y se
siguen cometiendo por reducir la identidad a una sola dimensión, sea ésta la etnia, la
religión o el lugar de nacimiento.

La política pública debe garantizar la libertad cultural. Desde esta perspectiva, la libertad
cultural adquiere un contenido explícito determinado: las instituciones e intervenciones
públicas deben garantizar que la pertenencia a un grupo cultural determinado no implique
acceso desigual a las oportunidades de desarrollo personal y comunitario. Asimismo,
estas deben proteger el derecho a ostentar aquellas dimensiones de la identidad que
reflejen elecciones individuales legítimas, sin que ello implique la exclusión o el trato
desigual, ni en el ámbito económico ni en el de la interacción social.

1
Sen, A. Identity and Violence: The Illusion of Destiny, W. W. Norton and Co. New York, 2006.
La pertenencia a un grupo cultural específico implica diferenciarse de otros en alguna
dimensión concreta y llevar a cabo acciones que reafirmen dicha identidad.2 El contexto
institucional, nuestro contrato social, debe permitir que dichas acciones refuercen la
pertenencia al conglomerado social más amplio: la nación.

En México, los grupos indígenas han mostrado sistemáticamente indicadores sociales


rezagados con respecto al resto del país, lo cual llama a acciones concretas para entender
las causas de dichas brechas y a actuar mediante intervenciones públicas específicas. El
esfuerzo de investigación que se presenta en este volumen es una contribución
fundamental para identificar los rezagos y entender la heterogeneidad regional de las
condiciones de distintos pueblos indígenas en México.

Con el fin de diseñar políticas públicas exitosas, es importante avanzar en tres vías:
i) Reconocer la magnitud de los rezagos en desarrollo humano de los grupos
indígenas;
ii) Identificar y analizar la heterogeneidad en el patrón de dichos rezagos entre
grupos y regiones; y
iii) Aprovechar los instrumentos de evaluación de impacto de políticas públicas,
desarrollados recientemente en el país, para conocer la respuesta diferenciada
de grupos indígenas a programas específicos.
Este trabajo es una contribución central en términos de los primeros dos objetivos.

En términos del tercer aspecto, entender el impacto diferenciado de las intervenciones


puede convertirse en una herramienta muy importante de diseño de políticas. El caso de
Progresa-Oportunidades, por ejemplo, permite distinguir la importancia de factores
específicos a las poblaciones indígenas en la efectividad del programa.3

2
Ver, por ejemplo, Akerlof, G. Social Distance and Social Decisions , Econometrica, Vol. 65, No. 5,
1997 y Akerlof, G. and R. Kranton, Economics and Identity, Quarterly Journal of Economics 105: 3,
August 2000.
3
Bando, R., L.F. Lopez-Calva, and H. Patrinos, Child Labor, School Attendance, and Indigenous
Households: Evidence from Mexico , Policy Research Working paper No. 3487, The World Bank.
El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México ha llevado a cabo un
trabajo consistente de investigación y propuesta de políticas públicas a través de los
Informes Nacionales de Desarrollo Humano, desde el año 2002. Disparidades regionales,
desarrollo local y migración han sido los temas centrales, siempre teniendo como eje el
reto de la desigualdad, un fenómeno lamentablemente persistente y vigente en la agenda
nacional. Entre las facetas centrales de esta desigualdad se encuentra la desigualdad entre
grupos. Es aquí en donde las brechas en desarrollo humano entre grupos de distinto
origen étnico adquieren relevancia, interactuando y reforzando patrones generales de
inequidad en su carácter geográfico y de género, entre otros.

La eliminación de la desigualdad de oportunidades como objetivo fundamental de


política pública debe contemplar entre su prioridades a los millones de ciudadanos
mexicanos miembros de pueblos indígenas cuyas condiciones sociales son, hoy en día,
similares a las que tenía el mexicano promedio hace varias décadas. El ejercicio de la
libertad real, es decir, la ampliación de las opciones reales de vida y la capacidad para
evaluarlas y elegir entre ellas con responsabilidad, debe ser una garantía para todos los
miembros de nuestra comunidad, independientemente de su origen o elección de
identidad. Asimismo, esta libertad cultural debe trascender la mera preservación cultural.
Entender la diversidad cultural en México y sus implicaciones para el diseño institucional
y la política pública requiere un esfuerzo técnicamente complejo y políticamente
comprometido. Este trabajo es un ejemplo del tipo de análisis que puede alimentar esta
tarea desde una perspectiva objetiva y rigurosa. Es un ejemplo más del valor de la
colaboración del PNUD en México, ofreciendo espacios neutrales de discusión para
contribuir al debate sobre los temas torales del desarrollo del país.

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