A comienzos del siglo XVII se produce una importante diferenciación estilística.

Los
conceptos de prima pratica y seconda pratica, acuñados por Monteverdi, también
llamados stile antico y el stile moderno, responden a dos lenguajes compositivos que
conviven en el tiempo. Por un lado, la composición basada en las reglas de la polifonía
renacentista, conservadora y materializada en motetes y misas; por otro, un nuevo tipo
de lenguaje, más flexible armónicamente, consecuencia de un nuevo tipo de
pensamiento melódico armónico, y que se manifiesta en el madrigal y en la ópera.

Una de las principales conquistas del s.XVII fue la del bajo continuo. Ello facilitó el
pensamiento vertical, en acordes, lo que dio paso a la armonía moderna. La textura de
melodía acompañada, visible tanto en la ópera como en algunos madrigales de
comienzos de siglo, apoyada por un uso más libre de la disonancia, el cromatismo y la
estandarización de las fórmulas cadenciales, contribuyó al nacimiento de la tonalidad
funcional, en un lento proceso que hubo de esperar casi un siglo para completarse.