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El libro “La fuerza espiritual de la Iglesia de los Pobres” fue publicado en 1987 años
de crisis y guerras en algunos países de Latinoamérica, según las estadísticas que
aporta el autor para el año 2,000 el 80% de la humanidad se concentrara en el
Tercer Mundo, además de esto encontramos que el banco mundial arroja que los
porcentajes de pobreza en Latinoamérica varían de acuerdo al país, Chile por
ejemplo es el que presenta los índices de pobrezas más bajo un 11.7%, y los índices
de pobreza más altos son encontrados en Centroamérica con un porcentaje de
41.8%.
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Las tesis que el autor propone son enunciadas en dos preguntas principales: ¿Es
posible una Iglesia de los Pobres? Y si es posible, ¿Dónde está nuestra fuerza? El
autor responde estas preguntas a lo largo de su libro y sobre todo se preguntará si
la Iglesia de hoy en día es realmente factible y pertinente; el mismo se responde y
menciona que: “Efectivamente la Iglesia de los Pobres tiene futuro y que es un
proyecto creíble y posible. Pero entonces si este proyecto es creíble se pregunta el
autor “donde está la fuerza para construirlo” Es importante esclarecer que el autor
considera que la Iglesia de los Pobres no se quiere imponer autoritariamente ante
el mundo, muy por el contrario, solo busca hacer creíble ese mensaje del evangelio
dentro de un ambiente lleno de opresión e injustica. Que esta Iglesia de los pobres
insiste en defender a la masa vulnerable de la sociedad, además de llevar un
mensaje de esperanza no trascendente, sino un mensaje de esperanza liberador
desde los valores del Reino.
¿Y porque la iglesia debe insertarse en el mundo de los pobres? Sin lugar a dudas
porque ellos representan la mayoría, y esta mayoría está siendo tratada
injustamente, sus derechos constitucionales se están violentando. Más penoso es
ver que incluso algunas Iglesia, y como iglesia en este sentido me referiré a la iglesia
protestante evangélica, deja de ser creíble por su afán de obtener de los más
necesitados los fondos suficientes que les permitan en algunos casos el lujo y la
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buena vida de sus líderes. También eso es un pecado que la iglesia comete ante
Dios. No hay duda se unen al pecado estructural que asfixia a los pobres.
La alternativa que nos propone la Comunidad Eclesial de Base nos permite ser
positivos y pensar que podemos mirar el cristal desde otra perspectiva, porque es
en esa comunidad donde se replantea la vida de sus fieles, las condiciones de esos
fieles partiendo de otra configuración y basada siempre en la lectura popular de la
Biblia, la cual sin duda les permite reflexionar desde opción de Dios por los pobres
desde el Antiguo Testamento. A mayor comunidad o comunidades mayor fuerza
para enfrentar el pecado estructural que les angustia. Y entre mayor sea el número
de personas que la conforman mayor y más abundante serán las participaciones
creativas que surjan desde el corazón de las CEB´S.
Es de tomar algunos aspectos dirá Pablo Richard y entre ellos está que la fuerza de
la iglesia recae en contar con una nueva estructura ministerial, y menciona
literalmente el autor “Creemos que el futuro de la Iglesia de los Pobres en gran
medida descansa en estos ministros locales; será el ministerio local lo que permitirá
un real enraizamiento o inculturación de la Iglesia en las mayorías populares”
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Aquellos que son marginados por no cumplir estereotipos sexuales “normales” o por
dudosa moral desde la perspectiva de la Iglesia.
En segundo lugar, afirma que esta acción ha de realizarse por medio de una
denuncia profética en favor de la comunidad, los pobres; sin importar si esta
denuncia trae complicaciones de orden político, social o incluso religioso. De no
cumplir estos dos aspectos la iglesia es una iglesia muerta, una iglesia que murió
en la cruz con Jesús, o una iglesia de la cristiandad. Serán un grupo de fieles que
no llevara a cabo su efecto de transformación y liberación del pueblo.
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la cual no solo católicos sino protestantes u otras confesiones religiosas puedan
encontrar un espacio que les permita abogar por los derechos de los más
necesitados.
Que la fraternidad no se limite solo entre los religiosos de las mismas líneas de
pensamiento o las mismas denominaciones eclesiásticas, sino que se realice entre
seres humanos seguidores de Jesús y como seguidores ser entes de cambio como
lo fue el Maestro. Es importante añadir además que según el autor “La Iglesia de
los Pobres no puede así apreciarse por un criterio puramente cuantitativo, sumando
simplemente cada CEB y los agentes de pastoral (curas, religiosos, laicos)
encargados de las CEB. Hay que utilizar un criterio cualitativo y apreciar el impacto
liberador y transformador de las CEB en la conciencia religiosa del pueblo y en la
totalidad social en general.”
Podemos observar claramente tres aspectos que a través de la historia se han ido
gestando dentro del cristianismo: primeramente, el movimiento de Jesús entre los
pobres y marginados, desligado del poder estatal, seguidamente la Cristiandad en
alianza con las estructuras de poder, no siendo su prioridad el pobre, y finalmente
vemos el regreso a los principios de las primeras comunidades, con el surgimiento
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de la Iglesia de los Pobres, se limita la relación con el poder estatal, su interacción
es única y exclusivamente para efectos de negociar los derechos del segmento de
los pobres. Esto nos hace reflexionar que la Iglesia de los Pobres no nace en la
Cristiandad propiamente dicho, sino que resurge a partir del movimiento de Jesús
directamente.
En este sentido Pablo Richard menciona que “La Iglesia de los Pobres debe
apoyarse únicamente en el poder del evangelio, en el poder de su fe, esperanza y
caridad. Esto podría aparecer como una debilidad de la Iglesia de los Pobres, pero
justamente en esa debilidad esta su fuerza. La iglesia debe crecer como Iglesia en
el movimiento popular únicamente por su fuerza en Jesús y por la fuerza profética,
sacerdotal y pastoral” esta aseveración nos indica que la sola Iglesia de los Pobres
cuenta con su propia fuerza, una fuerza obtenida por su propio desarrollo lo que le
permite una identidad propia. No necesita ni estar bajo la sombra de la Iglesia
Institucional y menos en alianza con los poderes del estado porque esto la alejaría
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de su verdadero propósito “la opción por los pobres”, convirtiéndose paulatinamente
en un sistema similar a la cristiandad.
No obstante, también observamos una flexibilidad del autor ante los graves
desastres históricos de la Cristiandad, me pregunto ¿en algún momento ha pedido
perdón la iglesia de la Cristiandad por sus efectos colaterales en el ejercicio de la
imposición de la religión en el mundo? Y es que para hacer creíble el evangelio en
el mundo, específicamente de los pobres es necesario por lo menos pedir perdón
ante hechos que fueron sangrientos o injustos, no se puede creer en una institución
que pasa por alto este tipo de acontecimientos porque entonces se asemejaría a un
partido político, a un grupo de militares, a un grupo de mercenarios que ejecutaron
acciones de este tipo y que no sintieron ni la más pizca de arrepentimiento, y aun
arrepintiéndose siempre queda la duda de su credibilidad.
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Dirá Richard que “La iglesia de los pobres no es una Iglesia paralela, clandestina,
anti-institucional o anti-jerárquica; que esta es únicamente un nuevo modelo de
Iglesia, cuyo objetivo es la renovación de la Iglesia, realizada al interior de la unidad
de la Iglesia y en comunión con nuestros obispos. “Es un modelo de Iglesia que
nace como respuesta de fe de los pobres y oprimidos a la acción evangelizadora de
la Iglesia”. Reiteramos que es incomprensible que la Iglesia de los Pobres siendo
tan incompatible con la Iglesia Institucional se mantenga unida a ella, ¿Será que
existe una idea utópica de transformar la Iglesia Institucional a una Iglesia de los
Pobres? Porque existe un abismo entre la Iglesia de los pobres y la Iglesia
Institucional rica.
Otro punto que me parece muy importante abordar es la mención que Pablo Richard
hace en su libro sobre la dimensión pastoral de la Iglesia de los pobres, según él la
pastoral es primordial en medio de situaciones de “miseria, opresión,
enfrentamientos y guerras”, y sin duda es en estas situaciones es que las personas
se ven movidas a acercarse a la iglesia por considerar que en ella se está más cerca
de Dios, la gente se siente respaldada, aceptada, querida y protegida por la misma,
ve una iglesia que se identifica con ellos, una iglesia cercana, una iglesia sin
jerarquías, y sobre todo una iglesia comprometida con sus necesidades físicas,
sociales y espirituales. Sin embargo, es de aclarar que la iglesia idónea para este
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accionar, es aquella que está unida al pueblo pobre, aquella que predica el mensaje
del Reino, un Reino que incluye a los marginados y despreciados de este mundo.
Posteriormente menciona Richard que en el libro del Éxodo Dios aparece con tres
cualidades: “es el Dios que escucha el clamor de su pueblo; es el Dios que ha
decidido liberar a su pueblo y es un Dios que jamás retrocede cuando la liberación
encuentra obstáculos. Esta revelación de Dios en el Éxodo permite a las CEB
discernir al Dios liberador como un Dios que conoce todos los sufrimientos del
pueblo”. La iglesia institucional oyendo el clamor del pueblo, sabiendo que el pueblo
necesita liberación, y aun conociendo el sufrimiento del pueblo es poco o nada lo
que hace. El Papa Francisco ha retomado estas premisas en su ministerio, pero
solo como imagen, realmente la Iglesia Católica difícilmente se entregará
íntegramente a su pueblo en sus bienes y en su servicio.
En este sentido y después de este recorrido entre las ideas de Pablo Richard, nos
preguntamos ¿Si este modelo de Iglesia llamado Iglesia de los Pobres es realmente
posible y factible; si tiene razonablemente un futuro? Nuestra respuesta es positiva:
La Iglesia de los Pobres tiene futuro y es un proyecto creíble y posible; pero,
entonces, surge otra inquietud: ¿dónde está nuestra fuerza para construirlo?
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