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Es sábado y el reloj en la torre de la Iglesia del pueblo, suena marcando las cinco de la
tarde. Francisco ha terminado las labores de ese día, disponiéndose a ir a su casa. De
pronto se detiene y piensa que no tiene deseos de ir allá, pues vive solo y la tarde se
antoja para caminar. Así que se encamina hacia el centro del lugar. Observa el colorido de
la tarde, los pájaros revolotean sobre los árboles y algunas personas caminan y sonríen
disfrutando el paseo.
La mesera responde: -Lo siento señor, pero eso no me está permitido pues me expongo a
perder mi trabajo. Quiero ayudarlo pero en mis horas de trabajo no puedo hacerlo. Voy a
servirle un café y si gusta, termino mi turno en media hora y puedo acompañarle después
de ese tiempo-
Excelente!! Contesta Francisco. Te esperare y juntos podremos caminar y conversar un
poco.
Transcurre el tiempo y Francisco se dispone a pagar la cuenta y a esperar a la mesera
fuera del Restaurante.
Con una sonrisa recibe a la mesera y le pregunta: ¿Te parece si caminamos un poco?
Mi nombre es Francisco y soy soltero. Dime: ¿Cuál es tu nombre? -Mi nombre es Laura y
también soy soltera. -Cuéntame: ¿En que trabajas?- Soy contador y administro la librería
de un amigo –¡Que interesante! Algunas ocasiones pienso que me gustaría trabajar en un
lugar como ese. Rodeada de libros con títulos interesantes-
¿Te gusta leer? –Muchísimo, pero mis actividades diarias están un poco complicadas y no
me permiten mucho tiempo para leer- Te pregunto, que haces durante el día? Por las
mañanas trabajo en la limpieza de mi casa y atiendo las necesidades de mis padres ya
ancianos y de mi pequeña hija de siete años. Preparo sus alimentos y me dirijo a mi
trabajo, donde laboro por ocho horas diarias ,regreso a casa para preparar mis actividades
del día siguiente y ayudo a mi hija revisando sus tareas. –Oh, entonces ¿tienes un marido?
-No, soy madre soltera, pues mi marido me abandono cuando supo que estaba
embarazada. No he vuelto a tener contacto con él desde entonces.
Francisco se detiene y piensa: Creo que estoy en el lugar y con la persona equivocada; y le
pregunta a Laura: ¿Cuál es la razón por la que aceptaste mi invitación? Tal parece que no
hay lugar en tu vida para iniciar una nueva relación. Laura se sonríe y le contesta: -La
razón es muy sencilla, me sentí identificada contigo cuando mencionaste que estabas solo
y necesitabas compañía y decidí compartirte algo que ha cambiado mi vida.
Desde que conocí a Jesucristo como mi Señor y Salvador aprendí que no estoy sola porque
Él ha prometido estar siempre conmigo, ocupándose de todas mis necesidades tanto
materiales como emocionales. También, Él me dice que me ha examinado y conocido, que
El conoce mi sentarme y mi levantarme y ha entendido desde lejos mis pensamientos.
Que ha escudriñado mi andar y mi reposo y todos mis caminos le son conocidos, pues aún
no está la palabra en mi lengua y Él ya la sabe toda, detrás y delante me rodeo y sobre mi
puso su mano. Y me dice que yo soy como la niña de sus ojos, que me tiene en el hueco
de su mano y no me dejara ni me desamparara y sobretodo me mostro su amor de tal
manera, que murió por mí, limpiando mi maldad, para que pueda tener comunicación
directa con su Padre y como regalo tenga vida eterna. ¿Conoces a alguien que pueda
amar en tal manera? Cuando hablabas de los libros, permíteme decirte que hay un Libro
que es el Libro de los Libros. Se llama La Biblia y fue escrita para todo el mundo, la gente
común. Le mencionamos como un libro, pero en realidad es una colección de 66 libros
escritos por aproximadamente cuarenta diferentes autores, que inspirados por el Espíritu
Santo, nos llevan a través de la historia de la humanidad desde el principio de la creación,
el Génesis y termina con un libro único, que está narrado en forma simbólica: el libro del
Apocalipsis, abarcando un largo periodo de mil seiscientos años.