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El patio interior del Templo era rodeado por un muro formado por tres
capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En
este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de fieles,
pero el Dvir o Santuario del Templo solo era accesible a los sacerdotes
y el monarca de turno.
Las tropas del rey babilónico Nabucodonosor II lo destruyeron en 586 a. C., llevando además
cautiva a una gran parte de los habitantes del Reino de Judá a Mesopotamia, cosa que dio
lugar al exilio y cautiverio de los hebreos en Babilonia.12
Del Templo de Salomón solo sobrevivió un pequeño objeto de gran valor simbólico, tratáse de
una granada de marfil del tamaño de un pulgar (enlace roto disponible en Internet Archive; véase
el historial y la última versión)., sumamente estilizada y con inscripciones en caracteres
paleohebreos: iconográficamente, las granadas (rimonim en hebreo) se presentan en las
culturas de la Antigüedad como símbolos de fertilidad y esperanza,13 estando ellas ya
presentes en Jaquín y Boaz, las dos columnas externas emplazadas delante del Templo de
Salomón;14 la inscripción incisa en la granada de marfil (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial y la última versión). por otra parte indica claramente que se trata de un objeto
"[Perteneciente] al Templo of [Yahvé]h, consagrado a los sacerdotes".15
El Museo de Israel en 2011 retiró de la exhibición la granada, un objeto ciertamente de la
Edad de Bronce tardía, pero no así la inscripción, que se sospecha es una falsificación
reciente, aunque no haya pruebas de la culpabilidad de quien vendió la pieza al Museo. [1]
El Segundo Templo[editar]
Plano general del Templo de Jerusalén.
Reconstrucción de Zorobabel[editar]
Luego del retorno del cautiverio y con el liderazgo de Zorobabel se hicieron los arreglos
necesarios para reorganizar el desolado Reino de Judá y reconstruir su Templo, desaparecido
para ese entonces hacía ya siete décadas. El grupo recién llegado constaba de 42.360
personas judías, incluyendo niños, junto a sus 7.337 sirvientes y 200 músicos (Esdras 2:65).
Había completado el largo y lúgubre retorno a casa desde las riberas
del Éufrates hasta Jerusalén. Dicha gente estaba animada por un fuerte impulso religioso y
una de sus primeras preocupaciones fue restaurar su antigua casa de adoración,
reconstruyendo el Templo y restituyendo sus rituales.
Junto con la invitación de Zorobabel, el gobernador mostró un noble gesto al contribuir con
1.000 dáricos de oro y otros tantos regalos. La gente aportó además su parte al tesoro
sagrado y lo hizo con gran entusiasmo (Esdras 2). Primero se levantó y dedicó el altar de Dios
en el punto exacto donde se encontraba su predecesor. Luego se limpiaron los escombros
carbonizados que se hallaban en lo que había sido el sitio de Primer Templo. Finalmente, en
el segundo mes del segundo año (535 a. C.), y ante la emoción y el júbilo del público allí
congregado (Libro de los Salmos 116-118), se pusieron los cimientos del Segundo Templo.
Este acto tuvo importancia para el pueblo hebreo, dando además lugar a no pocos recuerdos
(Zacarías 4:10).
De la oferta samaritana a la culminación de los trabajos[editar]
Los samaritanos hicieron una propuesta de colaboración en los trabajos. Mas Zorobabel junto
con el consejo de ancianos declinaron a la oferta ya que entendían que Judea debía construir
el Templo sin ayuda externa. Como consecuencia de ello, informes malintencionados fueron
difundidos acerca de los judíos; de acuerdo con Esdras 4:5, los samaritanos buscaban frustrar
el propósito de construir el Templo y enviaron mensajeros a Ecbatana y Susa, lo que ocasionó
que los trabajos de reconstrucción fueran retardados y eventualmente suspendidos.
Siete años después de este episodio, Ciro el Grande, quien había permitido y ordenado la
reconstrucción del Templo, murió y fue sucedido por su hijo Cambises. Luego Esmerdis ocupó
el trono por cerca de siete u ocho meses. Por último ascendió Darío I (521 a. C.) y, en el
segundo año de su reinado, se retomaron los trabajos de reconstrucción del Templo y hasta
su finalización. Ello se desarrolló a partir del estímulo, los consejos y las premoniciones de los
profetas Hageo y Zacarías. En la primavera de 516 a .C., veinte años después del retorno
desde el cautiverio en Mesopotamia, el Templo estaba listo para su consagración. Según el
(Libro de Esdras (6:15), el Templo fue terminado por completo el tercer día del mes de Adar,
en el sexto año del reinado de Darío I.
Renovación de Herodes
Piedra del Segundo Templo de Jerusalén con inscripción en hebreo: "Hacia el lugar donde suenan las
trompetas".
El candelabro de los siete brazos figura entre los expolios del Templo de Jerusalén. Relieve del Arco de
Tito, Roma.
El Kotel es uno de los pocos vestigios arquitectónicos del Templo de Jerusalén. Los grandes bloques
visibles en esta fotografía se remontan a la Antigüedad.
Muro de las Lamentaciones, parte del muro de contención de la explanada del Templo venerado debido
a su relación con la presencia divina (Shejiná).
Alrededor del 19 a. C., el rey Herodes el Grande comenzó una masiva renovación y expansión
del Templo. Éste fue prácticamente demolido y se construyó uno nuevo en su lugar. La nueva
estructura es referida algunas veces como el Templo de Herodes, pero generalmente se lo
siguió llamando Segundo Templo. Los rituales de sacrificios fueron retomados en él. La
superficie ocupada por el nuevo edificio ocupaba una explanada de 500 metros de largo por
300 metros de ancho.
El 25 de septiembre de 2007, el arqueólogo Yuval Baruch, junto con la Autoridad de
Antigüedades de Israel, anunciaron el descubrimiento de una de las canteras que
proporcionaron a Herodes las piedras para el Templo. En dicha cantera fueron encontradas
monedas, piezas de alfarería y postes de hierro, los que son datados hacia 19 a. C.. Otro
arqueólogo, Ehud Nesher, confirmó que los contornos largos de las rocas evidencian que se
trató de un proyecto público masivo en el que probablemente trabajaron cientos de esclavos.
Pocos años después, en el año 70, el Templo fue destruido por los romanos bajo las órdenes
de Tito. Lo único que ha quedado son restos del muro de la explanada, no del templo en sí.
De todas formas sigue siendo desde entonces un "monumento símbolo" y el sitio de referencia
más sagrado para el judaísmo.19
La así llamada "Roca Fundacional" (hebreo: אבן השתייה, Even Hashetiá; árabe: صخرة, Sajrah),
preservada en el interior del Domo de la Roca.