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Fredis Mateo Aguilar Herrera

La identidad, significa ser igual a uno mismo y con características diferentes a los demás.
Quiere decir, que antes de hablar de identidad nacional, primero debemos tener identidad
personal, familiar, institucional y social. Generalmente se entiende que identidad
nacional, es referirnos nada más a símbolos patrios o signos distintivos como banderas,
escudos, himnos, héroes, próceres, selecciones deportivas, monedas, etc. No obstante el
concepto va más allá, porque la identidad nacional es un sentimiento de pertenencia a la
colectividad de un Estado-nación y construida sobre un conjunto de aspectos relacionados
con historia, cultura, lengua, nombres geográficos, economía, pueblos étnicos,
organización espacial, social y política del Estado, religión y tradiciones de una
comunidad. Por tanto nuestra identidad nacional, se sustenta históricamente con la
incorporación de nuestro Himno Nacional y el conflicto armado entre Honduras y El
Salvador el 14 de julio 1969 y debido a este suceso el Congreso Nacional de la República,
decreta oficialmente dicha fecha como Día de la Hondureñidad.

En la escuela tradicional, muy poco se enseña que la identidad nacional está asociada
a otros conceptos tales como la cultura, Estado-nación, nacionalidad y nacionalismo. Por
tal razón es importante explicar estos términos que muchas veces los vemos como
sinónimos, pero en la realidad no los son. Para el caso la cultura, es una especie de tejido
social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo
tanto, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y
las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura. Popularmente el
hondureño dice que una persona tiene o no cultura cuando manifiesta un determinado tipo
de conducta o cuando actúa de manera cortés o descortésmente.

Por consiguiente, la nación, es una comunidad de personas que comparten una lengua,
cultura, raza, historia y religión. Entre tanto la nacionalidad, es la nación en que ha
nacido o ha sido naturalizada una persona y mientras que el nacionalismo, es el apego
especial a su propia nación. Por otro lado el Estado, es un concepto jurídico que se
concibe como una forma de organización política, por la cual se cohesiona la población de
un territorio, bajo una autoridad y leyes comunes, que se caracteriza por ostentar un poder
soberano e independiente. Implica que para hablar y fortalecer la identidad nacional,
debemos estudiar, hacer y vivir la historia; conocer, amar y defender nuestro territorio por
medio de la enseñanza geográfica; saber valorar y practicar nuestra cultura, es hablar bien
nuestra lengua e idioma; consolidarnos como nación; fomentar el espíritu de ciudadanía
para lograr la unidad del Estado y sentirnos orgullosos de nuestra nación, nacionalidad y
espíritu nacionalismo.
La identidad nacional, se refleja al sentirnos orgullosos de ser catrachos, de nuestra gente
y de sus paisajes naturales: montañas, valles, picos, mesetas colinas, flora, fauna, clima y
fuentes de agua: Así mismo nuestra identidad nacional, se demuestra con la hermandad al
jugar la selección nacional de fútbol, satisfacción de la actividad
productiva, comercial, artesanal; valoración de nuestras bebidas como la chicha, té de
calaica, cachaza, chilate, wabul, gifity, cususa y platos típicos como el tapado olanchano,
arroz de maíz o carrus, tortas de pescado seco, frijoles pelados, chanfaina, tamal pisque,
totoposte y sancocho; contentos de sus modismos, regionalismos, refranes populares,
leyendas y perras; fervor en su religiosidad popular; afectividad en las remembranzas
del lugar de origen; valorando el folklor y raíces ancestrales de nuestros pueblos étnicos:
tolupanes, chortís, lencas, garífunas, pech, misquitos, tahwacas, caracoles y mestizos.

La identidad nacional, también se reconoce en sus nombres geográficos de origen


indígena: Osucarán, Guasucarán, Saracarán, Panasacarán, Guacerique, Guasitagua (antes
Chapalistagua), Guasculilie, Guatateca, Apalí, Apalipí, Soroguara, Sicaguara, Camaguara,
Lepaterique, Ajuterique, Jaitique, Erandique, Guisisire, entre otros; nombres
geográficos con sincretismo cultural: Santiago de Puringla y San Manuel de Colohete;
nombres de origen español con alusión religiosa: San Ignacio, Santa Lucía y San
Miguelito; nombres picarescos o con doble sentido: Punta Caliente, El Chupadero, La
Pusunka, Mame, El Polvo, El Trozo y Esquilinchunche; nombres curiosos; La Vuelta del
Cura, La Vuelta del Perro Ahorcado, Los Infiernitos y Cayo Port Royal y nombres de
origen inglés herencia del proceso de conquista: Coxen Hole, Oak Ridge, Pollytilly Bight,
Jonesville Point y Long The Shore. Pero además tenemos nombres de origen extranjero que
no aportan nada a la identidad nacional: Playas del Perú, Playas de Miami.

La identidad nacional, se puede construir y enriquecer aún más, mediante el respeto a las
leyes nacionales, generando credibilidad de nuestro sistema de justicia, fortaleciendo la
transparencia institucional, consolidando nuestra democracia y recontextualizando nuestro
modelo educativo acorde con la realidad nacional y respondiendo a los retos y desafíos
regionales e internacionales. Por tanto es indispensable que la escuela diseñe y
aplique un modelo educativo con identidad nacional en cuya formación
académica fortalezca el espíritu de hondureñidad que venga inculcado desde la familia.

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