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La siesta parece formar parte fundamental del ciclo de sueño humano. PABLODUKE
En las naciones desarrolladas, la mayoría de los adultos duermen actualmente según un patrón
monofásico, es decir, tratamos de completar un solo sueño prolongado durante la noche, cuyo promedio
de duración es de menos de siete horas. Si visitas culturas a las que no haya llegado la electricidad,
seguramente verás algo bastante diferente. Las tribus cazadoras-recolectoras, como los gabras en el
norte de Kenia o los san en el desierto de Kalahari, cuya forma de vida ha cambiado muy poco en los
últimos milenios, duermen siguiendo un patrón bifásico. Ambos grupos duermen un período bastante
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11/4/2019 La vida se nos acorta por no dormir la siesta | Ciencia | EL PAÍS
largo durante la noche (pasan de siete a ocho horas en la cama, durmiendo unas siete horas), y
después, por la tarde, hacen una siesta que dura entre 30 y 60 minutos.
Lo que se hace muy evidente cuando reparas en estos detalles es que la sociedad moderna nos ha
apartado de lo que debería ser una organización preestablecida del sueño bifásico, el que nuestro
código genético trata de reavivar cada tarde. El abandono del sueño bifásico empezó cuando pasamos
de una existencia agrícola a otra industrial, o tal vez incluso antes.
Sin embargo, el hecho de que las culturas preindustriales estudiadas hasta la fecha no hayan mostrado
una forma de sueño similar, en dos tandas nocturnas, sugiere que esta no es la forma de sueño natural
programada evolutivamente. Más bien parece tratarse de un fenómeno cultural que se popularizó con la
migración a Europa occidental. Por otra parte, no existe ningún ritmo biológico —cerebral, neuroquímico
o metabólico— que apunte a una necesidad humana de estar despierto varias horas en mitad de la
noche. El verdadero patrón de sueño bifásico —para el cual existe evidencia antropológica, biológica y
genética, y sigue siendo medible en todos los seres humanos hasta la fecha— es el que consiste en un
episodio más largo de sueño continuado por la noche, seguido de una siesta corta a media tarde.
Aceptando que este es nuestro patrón natural de sueño, ¿llegaremos a saber con certeza alguna vez
qué tipo de consecuencias tiene para nuestra salud haber abandonado el sueño bifásico? Esta forma
de dormir que incorpora la siesta se practica en distintas culturas de todo el mundo, incluidas las
regiones de América del Sur y la Europa mediterránea. Cuando yo era un niño, en la década de 1980,
fui de vacaciones a Grecia con mi familia. Mientras caminábamos por las calles de las principales
ciudades griegas que visitamos, veía carteles colgados en los escaparates que eran muy diferentes de
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los que estaba acostumbrado a ver en Inglaterra. Decían: «Abierto de nueve de la mañana a una de la
tarde, cerrado de una a cinco, abierto de cinco a nueve».
Como en innumerables tragedias griegas, el resultado final fue desgarrador, pero aquí de la manera
más seria y literal. Ninguno de los pacientes tenía antecedentes de enfermedad coronaria o accidente
cerebrovascular al comienzo del estudio. Sin embargo, en ese período de seis años, aquellos que
abandonaron la siesta habitual vieron incrementado el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular
en un 37% en comparación con aquellos que mantuvieron las siestas regulares durante el día. El efecto
fue especialmente intenso en los trabajadores, donde el riesgo de mortalidad resultante de prescindir de
la siesta aumentó en más del 60%.
El anterior es un excepcional estudio que deja patente un hecho: cuando abandonamos la práctica
innata del sueño bifásico, nuestras vidas se acortan. Tal vez por eso no es sorprendente que en los
pequeños enclaves de Grecia donde la costumbre de la siesta permanece intacta, como en la isla de
Ikaria, los hombres tengan casi cuatro veces más probabilidades de llegar a los 90 años que los
hombres estadounidenses. Las sociedades que han incorporado la siesta a sus hábitos se han descrito
como "los lugares donde las personas se olvidan de morir". La práctica del sueño bifásico natural y una
dieta saludable parecen ser las claves para una larga vida.
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