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11/4/2019 La vida se nos acorta por no dormir la siesta | Ciencia | EL PAÍS

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La vida se nos acorta por no dormir la


siesta
Fragmento del libro 'Por qué dormimos', del neurocientífico Matthew Walker, que explica
cómo deberían dormir los humanos
MATTHEW WALKER

4 NOV 2019 - 00:00 CET

La siesta parece formar parte fundamental del ciclo de sueño humano. PABLODUKE

Los humanos no dormimos de la manera en que la naturaleza pretendía. El número de episodios de


sueño, su duración y los momentos en que deberíamos dormir se han visto comprensiblemente
distorsionados por la modernidad.

En las naciones desarrolladas, la mayoría de los adultos duermen actualmente según un patrón
monofásico, es decir, tratamos de completar un solo sueño prolongado durante la noche, cuyo promedio
de duración es de menos de siete horas. Si visitas culturas a las que no haya llegado la electricidad,
seguramente verás algo bastante diferente. Las tribus cazadoras-recolectoras, como los gabras en el
norte de Kenia o los san en el desierto de Kalahari, cuya forma de vida ha cambiado muy poco en los
últimos milenios, duermen siguiendo un patrón bifásico. Ambos grupos duermen un período bastante

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largo durante la noche (pasan de siete a ocho horas en la cama, durmiendo unas siete horas), y
después, por la tarde, hacen una siesta que dura entre 30 y 60 minutos.

También hay indicios de una combinación de los dos


Todos los humanos,
patrones de sueño en función de la época del año. Algunas independientemente de
tribus preindustriales como los hadzas, del norte de su cultura o de su
Tanzania, o los san, de Namibia, siguen un patrón bifásico ubicación geográfica,
en los meses más calurosos del verano, con una siesta de sufren a media tarde un
entre 30 y 40 minutos al principio de la tarde. Luego, declive genéticamente
durante los meses más fríos del invierno, cambian a un codificado de su estado
patrón de sueño en gran parte monofásico. de alerta

Incluso cuando siguen un patrón de sueño monofásico, el


tiempo de sueño observado en las culturas preindustriales
no es como el nuestro. Por lo general, los miembros de la tribu se irán a dormir dos o tres horas
después de la puesta de sol, sobre las nueve de la noche. Su episodio de sueño nocturno acabará
alrededor del amanecer. ¿Te has preguntado alguna vez sobre el significado del término "medianoche"?
Obviamente, significa la mitad de la noche, o, más técnicamente, el punto medio del ciclo solar. Y así es
para el ciclo de sueño de las culturas de cazadores-recolectores, y presumiblemente para todos los que
vivieron antes. Ahora piensa en las normas de sueño de nuestra cultura. La medianoche ya no es "la
mitad de la noche". Para muchos de nosotros, la medianoche suele ser el momento en que decidimos
consultar nuestro correo electrónico por última vez, y ya sabemos lo que a menudo pasa después. Para
agravar el problema, no dormimos más por la mañana para compensar estos inicios de sueño más
tardíos. No podemos. Nuestra biología circadiana y las insaciables demandas de la vida postindustrial a
primera hora de la mañana nos niegan el sueño que tanto necesitamos. Hubo un tiempo en que nos
íbamos a la cama al anochecer y nos despertábamos con las gallinas. Ahora muchos de nosotros
seguimos despertándonos a la hora de las gallinas, pero el anochecer es simplemente la hora en que
terminamos el trabajo en la oficina, quedándonos todavía por delante muchas horas de vigilia. Además,
muy pocos nos concedemos una siesta completa por la tarde, lo que contribuye todavía más a nuestro
estado de falta de sueño.

Sin embargo, el sueño bifásico no tiene un origen cultural.

'POR QUÉ DORMIMOS' Es profundamente biológico. Todos los humanos,


independientemente de su cultura o de su ubicación
geográfica, sufren a media tarde un declive genéticamente
codificado de su estado de alerta. Fíjate en cualquier
reunión después de la hora de comer alrededor de una
mesa de juntas y esto se te hará evidente. Como
marionetas cuyos hilos se sueltan y luego vuelven a
tensarse rápidamente, las cabezas comenzarán a caer y a
levantarse de golpe. Estoy seguro de que has
experimentado alguna vez uno de esos ataques de
somnolencia que parece apoderarse de ti, como si tu

Editorial: Capitán Swing


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Autor: Matthew Walker cerebro se fuera a dormir a una hora inusualmente

Traducción: Olga Begoña Merino, Pablo temprana.


Romero

Páginas: 416 Tanto tú como el resto de asistentes a la reunión estáis


siendo víctimas de una caída de la alerta evolutivamente
Precio: 22 euros
impresa que favorece una siesta vespertina, llamada
somnolencia postprandial (del latín prandium, comida). Este
breve descenso de la vigilia, desde un estado de alerta de
alto grado a otro de bajo nivel, refleja una necesidad innata de echarse una siesta por la tarde. Parece
ser una parte normal del ritmo diario de la vida. Si alguna vez tienes que hacer una presentación en el
trabajo, por tu propio bien (y por el del estado consciente de tu audiencia), si puedes, evita esas horas.

Lo que se hace muy evidente cuando reparas en estos detalles es que la sociedad moderna nos ha
apartado de lo que debería ser una organización preestablecida del sueño bifásico, el que nuestro
código genético trata de reavivar cada tarde. El abandono del sueño bifásico empezó cuando pasamos
de una existencia agrícola a otra industrial, o tal vez incluso antes.

Los estudios antropológicos de los cazadores-recolectores


En Grecia, aquellos que
de la época preindustrial también han disipado un mito abandonaron la siesta
popular acerca de cómo los seres humanos deberíamos habitual vieron
dormir. Alrededor del final de la era moderna temprana (a incrementado el riesgo
finales del siglo XVII y principios del XVIII), los textos de muerte por
históricos sugieren que los europeos occidentales dormían enfermedad
dos largos períodos por la noche, separados por varias cardiovascular en un
horas de vigilia. Entre estos dos períodos de sueño 37%
gemelos, a veces llamados primer sueño y segundo sueño,
leían, escribían, rezaban, hacían el amor e incluso hacían
vida social.

Sin embargo, el hecho de que las culturas preindustriales estudiadas hasta la fecha no hayan mostrado
una forma de sueño similar, en dos tandas nocturnas, sugiere que esta no es la forma de sueño natural
programada evolutivamente. Más bien parece tratarse de un fenómeno cultural que se popularizó con la
migración a Europa occidental. Por otra parte, no existe ningún ritmo biológico —cerebral, neuroquímico
o metabólico— que apunte a una necesidad humana de estar despierto varias horas en mitad de la
noche. El verdadero patrón de sueño bifásico —para el cual existe evidencia antropológica, biológica y
genética, y sigue siendo medible en todos los seres humanos hasta la fecha— es el que consiste en un
episodio más largo de sueño continuado por la noche, seguido de una siesta corta a media tarde.

Aceptando que este es nuestro patrón natural de sueño, ¿llegaremos a saber con certeza alguna vez
qué tipo de consecuencias tiene para nuestra salud haber abandonado el sueño bifásico? Esta forma
de dormir que incorpora la siesta se practica en distintas culturas de todo el mundo, incluidas las
regiones de América del Sur y la Europa mediterránea. Cuando yo era un niño, en la década de 1980,
fui de vacaciones a Grecia con mi familia. Mientras caminábamos por las calles de las principales
ciudades griegas que visitamos, veía carteles colgados en los escaparates que eran muy diferentes de

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los que estaba acostumbrado a ver en Inglaterra. Decían: «Abierto de nueve de la mañana a una de la
tarde, cerrado de una a cinco, abierto de cinco a nueve».

En la actualidad, quedan pocos de esos carteles en las


Las sociedades que han
tiendas de Grecia. Antes del cambio de milenio, se vivió una incorporado la siesta a
presión cada vez mayor para abandonar la práctica de la sus hábitos se han
siesta en Grecia. Un equipo de investigadores de la Escuela descrito como "los
de Salud Pública de la Universidad de Harvard decidió lugares donde las
cuantificar las consecuencias para la salud de este cambio personas se olvidan de
radical estudiando a más de 23.000 adultos griegos, morir"
hombres y mujeres de 20 a 80 años de edad. Los
investigadores se centraron en los efectos cardiovasculares,
haciendo un seguimiento del grupo durante un período de
seis años, a lo largo de los cuales muchos de ellos dejaron de dormir la siesta.

Como en innumerables tragedias griegas, el resultado final fue desgarrador, pero aquí de la manera
más seria y literal. Ninguno de los pacientes tenía antecedentes de enfermedad coronaria o accidente
cerebrovascular al comienzo del estudio. Sin embargo, en ese período de seis años, aquellos que
abandonaron la siesta habitual vieron incrementado el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular
en un 37% en comparación con aquellos que mantuvieron las siestas regulares durante el día. El efecto
fue especialmente intenso en los trabajadores, donde el riesgo de mortalidad resultante de prescindir de
la siesta aumentó en más del 60%.

El anterior es un excepcional estudio que deja patente un hecho: cuando abandonamos la práctica
innata del sueño bifásico, nuestras vidas se acortan. Tal vez por eso no es sorprendente que en los
pequeños enclaves de Grecia donde la costumbre de la siesta permanece intacta, como en la isla de
Ikaria, los hombres tengan casi cuatro veces más probabilidades de llegar a los 90 años que los
hombres estadounidenses. Las sociedades que han incorporado la siesta a sus hábitos se han descrito
como "los lugares donde las personas se olvidan de morir". La práctica del sueño bifásico natural y una
dieta saludable parecen ser las claves para una larga vida.

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