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University of Wyoming
AIH. Actas XI (1992). La conflagración romántica y la termodinámica realista: «El Niño de la ... KEVIN LARSEN.
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afirma DeCoster, "Alarcón may well be making fun of some of his own
juvenile excesses."6 Alarcón mismo reconoce que este personaje
exageradamente romántico, sirve como "entreacto" a la historia del
protagonista (659). Pero de acuerdo con su representación, siempre vierte
mucha luz en el fuego romantizado de la novela. Pepito está enamorado,
según el ritual romántico, de una mujer mayor que él de Madrid, quien
"comprendía que el amor genérico y la devoción poética fomentaban a
la par aquel incendio simultáneo de un cuerpo y de un alma. Gozaba
...muchísimo en el espectáculo de tan atroz combustión" (658). Pero a
diferencia de Manuel y su único amor a Soledad, el de Pepito no les
consume a ni a él ni a su amada. De todos modos, los significativos
paralelos entre los casos quedan patentes; otra vez más, Alarcón aisla,
estudia y matiza como control ciertos aspectos de la personalidad y porte
románticos antes de llevarlos del todo a cabo.
La metáfora científica del control bien puede acordar con el diseño
total de la novela: eso es, parece que el autor ha tenido en mente ciertos
conceptos de la ciencia, tanto la humoral tradicional como la romántica
y la más realista al escribir El Niño de la Bola. En su Historia de mis libros
(1881), explica que Manuel debe ser "medio loco" (26). En efecto, es un
colérico destapado (regresa al pueblo "colmado . . . de ira," 654) y
poseído de su temperamento caliente. Por fin, tal naturaleza humoral
consume su carácter, dejándolo del todo encendido y luego aniquilado.
Esta ciencia antigua se complementa o, más bien, se contrapesa por una
más moderna, la termodinámica. En Manuel, un compuesto de tantas
imágenes fulminantes, Alarcón representa la combustión no controlada.
El es el fuego primitivo en carne.
En el siglo XIX, la combustión controlada, dirigida hacia fines
rentables, eso es, el progreso industrial o al menos capitalista, llegó a
tener mucha importancia, tanto metafórica como concreta. La figura de
la máquina con una combustión interna que la impulsa gana relieve. El
fuego antes libre, se capta y efectivamente se enjaeza para el trabajo y la
civilización. Cobra bastante significado que el viejo Don Elias Pérez,
después de recuperarse de una enfermedad, se describe así: "siento en
mi máquina interna una energía nueva" (662). Tal comparación del
cuerpo a un motor llegó a ser casi un lugar común de la cultura de esta
época del "progreso." Pero en el contexto de la novela, cobra aun más
interés, principalmente por causa de quién lo dice. El antipático usurero,
quien encarna la economía desalmada del dinero, se caracteriza según la
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Notas
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7 The Education ofHenry Adams (Nueva York: Modern Library, 1931) 379-90. A
propósito de esto, escribe Germán Guitón que Alarcón "orill[a] . . . la
exploración de los referentes modernos, las interrelaciones del hombre con
el mundo concebidas desde los presupuestos científicos o tecnológicos . . .
Tampoco ocurre que Alarcón... desdig[a] a Newton o a Darwin, sucede que
se neg[ó], como muchos de sus contemporáneos, a rendir la religión, la
mitología, las ciencias ocultas, el romanticismo y su apreciación estética de
la realidad, al entendimiento materialista del mundo" ("La novela de Alarcón
y el envés de la narrativa decimonónica," ínsula 535 [julio, 1991] 32).
8 "El romanticismo en la historia," en El romanticismo, Ed. David T. Gies
(Madrid: Taurus, 1989) 170-71. Cf. Jacques Barzun. Classic, Romantic and
Modern (Boston/ Toronto: Little, Brown and Co., 1961) 62-65, trata del
verdadero interés de muchos escritores románticos por las ciencias,
contradiciendo así un lugar común en cuanto a ellos. Explica que "[t]his is the
point of the romanticist attack, not on science, but on materialism."
9 Véanse, entre otros: Jean-Pierre Richard, Etudes sur le Romantisme (París:
Editions du Seuil, 1970) 7-24; Michel Serres, Feux et signaux de brume (París:
Bernard Grasset, 1975); Eugenio Donato, "The Museum's Furnace: Notes
toward a Contextual Reading of Bouvard et Pécuchet," en Textual Strategies, Ed.
Josué V. Harari (Ithaca: Cornell U P, 1979) 231-38; David Baguley, Naturalist
Fiction: The Entropic Vision (Cambridge/Nueva York: Cambridge U P, 1990).
10 Véase Stephen G. Brush, The Temperature of History. Nueva York: Burt
Franklin, 1978) 15-27, 77-101 et passim.
11 The Contours of European Romantiásm (Lincoln: U Nebraska P, 1979) 53.
12 Véanse Erwin N. Hiebert, "The Uses and Abuses of Thermodynamics in
Religión," Daedalus 95 (1966): 1046-80; Brush. (1978): 61-76 et passim.; Greg
Myers, "Nineteenth-Century Popularizations of Thermodynamics and the
Rhetoric of Social Prophecy," Energy and Entropy, Ed. Patrick Brantlinger.
(Bloomington: U Indiana P, 1989) 307-38.
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