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La aplicación del método analítico en la intervención comunitaria

I. Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo entender la aplicación del método analítico en la

intervención comunitaria, veremos las técnicas posibles a usar y el alcance que podría tener la

aplicación del método.

Al terminar la segunda guerra mundial, en Europa surge la necesidad de resolver conflictos de

carácter mundial. Es allí donde aparecen los modelos y formas de intervención propias de la

psicología social. Luego estas metodologías llegan a Estados Unidos, en donde se intenta darle

a la teoría un enfoque más particular, es decir, que responda a las necesidades del entorno

americano, y finalmente aterriza en América Latina.

Para poder entender cómo se aplica el método analítico en la intervención comunitaria, primero

es pertinente entender lo que es el método analítico; tal como lo dice (Lopera, 2010a, p. 136)

el método analítico es definido como “la aplicación del método científico a un discurso”,

entendiendo que el discurso es “toda expresión de una estructura subjetiva” (Citado en

Manrique, H.; Lopera, I.; Pérez, J.; Ramírez, V. y Henao, C. 2016).

De lo anterior y en relación a nuestro objeto de estudio en este trabajo, decimos que más allá

de lo psicopatológico y la psicoterapia, nuestra prioridad es hacer un esfuerzo por entender

mejor al individuo mediante el estudio de lo singular o individual, sin dejar a un lado que el

sujeto se encuentra bajo un discurso social que posee sus propias leyes inscritas, sabemos que

la interacción del sujeto con el mundo está marcada por la presencia del otro, por la herencia

cultural transmitida, que se encuentra en un proceso permanente de construcción y

transformación (Congote, 1995).


Mediante una aproximación empírica, podemos intuir que a partir del análisis de un discurso

de diferentes sujetos que están bajo la misma cultura, bajo sus leyes, costumbres y lenguaje, es

posible inducir cómo está compuesta dicha comunidad, (entendiendo el concepto de

comunidad como un grupo de personas que están articulados por una ley, bien sea extrínseca o

intrínseca y una marcada influencia sugestiva entre sus miembros) estos son elementos

importantes que nos facilita y nos lleva a encontrar la manera más adecuada de intervención en

una comunidad. Ahora bien, respecto a la práctica psicológica y en relación a lo anteriormente

planteado:

La interacción entre lo individual y lo social toma pleno sentido en la intervención con

las ´´instancias intermedias´´ a través de la cuales el individuo se inserta en la sociedad.

A partir de estas se pueden crear espacios que promuevan el análisis discursivo y la

búsqueda de alternativas, ratificando así la psicología su carácter de ciencia social.

(Congote, 1995a, p. 108)

Es por esta razón que se da inicio a la psicología social, denominada así por Musitu (citado en

Gil Congote, 1995), “que tiene como objeto el estudio de factores psicosociales, que permiten

desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su

ambiente individual y social, para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en

esos ambientes y en la estructura social”. Entonces entendemos el concepto de

responsabilización, como el núcleo de la intervención comunitaria, es decir, busca que la

comunidad misma se reconozca como agente capaz de la transformación, sin esperar que

agentes externos lo hagan.

De ese modo abordamos la comunidad como un grupo humano, donde las relaciones

interpersonales son importantes y ocurren procesos en que el conocimiento de la personalidad

y lo que ella implica es fundamental para lograr cambios. Es necesario partir de los aspectos

del desarrollo psicológico y socio-psicológico en la intervención comunitaria para lograr la


verdadera participación.

Una vez entendido lo anteriormente planteado, podemos entrar en contexto con el análisis de

las actividades que tiene el psicólogo en la comunidad, y es que como Congote (1995) lo

expresa, aquel psicologo que es de orientacion analitica utiliza como método la intervención

mediante el análisis discursivo como facilitador de procesos que amplíen las posibilidades y

recursos de una comunidad.

Hablando del proceso de intervención comunitaria, este debe ser integral (ya que enfrenta

causas y efectos) y dinámico. La principal característica o condición debe darse en un espacio

físico-social concreto, en el que los sujetos participan activamente en la transformación de su

realidad, a partir de sus problemas concretos, actuando de acuerdo a las necesidades sociales

de la comunidad (Asun, 1993). Por lo tanto, pretende la capacitación y el fortalecimiento de la

comunidad, favoreciendo su autogestión para su propia transformación y la de su ambiente. De

ese modo, dando a la comunidad capacidad de decisión y de acción favoreciendo su

fortalecimiento como espacio preventivo (INDES, 2000).

Teniendo en cuenta una sociedad tan compleja como en la que vivimos es necesario

fundamentar teórica y metodológicamente las hipótesis de intervención comunitaria y asegurar

la coherencia entre éstas y nuestras acciones. Además, la intervención comunitaria se plantea

como uno de los ámbitos para avanzar en el camino de una democracia más participativa y de

una sociedad más igualitaria.

Todo esto nos lleva a lo que decíamos en un principio: el sujeto de la intervención es la misma

comunidad. El trabajo social comunitario es solo un recurso para ello. La comunidad no es

destinataria de la intervención, sino el sujeto. De allí la importancia de la metodología

comunitaria que tiene en su centro la participación de todos los actores, aunque teniendo en

cuenta que en una sociedad democrática la participación de los actores dependerá

fundamentalmente del papel que juegan en la comunidad.


La intervención comunitaria y los métodos

A lo largo de muchos años de investigación, han sido utilizados diversos métodos de

intervención comunitaria, propuestos por diferentes autores.

Por ejemplo el libro: “Hacer para Transformar: el método de la psicología comunitaria”, escrito

por M. Montero. En el cual se habla del proceso de familiarización con la comunidad, la

identificación de las necesidades y las diversas prácticas que forman el quehacer de la

psicología comunitaria (Montero, M. 2003).

Con la familiarización nos referimos a la relación, en cierta parte con una actitud analítica, que

surge después de su propia incorporación del método analítico. Aplicar el método analítico

hasta sus últimas consecuencias, implica analizar los propios valores, prejuicios, ideas

adquiridas a lo largo de muchos años de vivir en una cultura determinada (Lopera et al., 2010).

Lo anterior da como resultado una actitud analítica, que se caracteriza por la precaución ante

los propios prejuicios a la hora de juzgar una situación, y una posición pluralista y libre de

dogmática.

En este proceso de familiarización se captan y se aprenden aspectos de la cultura de cada grupo,

se evalúan los intereses que mueven a cada grupo, se desarrollan formas de comunicación, se

descubren peculiaridades lingüísticas y se comienza a desarrollar un proyecto compartido hasta

llegar a la sensibilización e incorporación respecto a la comunidad constituyendo, así, un paso

necesario para garantizar la confianza en el proceso y dando como resultado una

transformación, transmitiendo valores como la tolerancia y la comprensión.

A continuación, explicaremos cómo los tres procesos: escuchar, analizar e intervenir, se

interrelacionan con el proceso transformador, que privilegia la escucha y el diálogo.


La escucha es fundamental en este proceso. La escucha analítica está definida como: “apertura

al discurso del otro, una actitud que permita captar distintas manifestaciones discursivas, así

como lo implícito y explícito que en ellas aparece” (Lopera et al., 2010). Una comunidad que

tenga una escucha analítica estará más abierta a captar las inquietudes y angustias propias.

El análisis es definido como: “la descomposición de un fenómeno en sus elementos

constitutivos” (Lopera et al., 2010). A la hora de comprender un fenómeno, el análisis se

convierte en una herramienta fundamental puesto que permite desentrañar las posibles causas

que lo originan.

Los resultados del análisis van a orientar los caminos que han de tomar las intervenciones; se

espera que un análisis minucioso ofrezca más probabilidades de intervenir correctamente. Por

esa razón, los tres procesos deben ser realizados de forma rigurosa: escuchar para analizar y

analizar para intervenir.

La intervención, desde la perspectiva analítica, es definida como “Todas aquellas acciones que

se realizan a partir de lo escuchado y que producen un efecto sobre el otro” (Lopera et al.,

2010). En el proceso de intervención comunitaria, el método debe ser problematizador, en el

sentido que conduzca a la reflexión y a la crítica, para problematizar hay que saber escuchar y

ser cuidadoso con el diálogo que se establece; hay que ser generativo, o sea, rechazar el

pensamiento único y excluyente; ser emancipador, buscar a través de la acción compartida y la

participación activa, la liberación y transformación de las personas y, por último, ser parte del

proceso, el cual conlleva a una apropiación con el fin de lograr transformar a una comunidad,

con unas necesidades que deben ser satisfechas, y por ello intentará manifestarlo de diferentes

formas, ya sea por medio del diálogo o con conductas que deberán ser interpretadas por los

mismo individuos.

Esta interpretación se logra mediante la escucha y el análisis de la demanda junto con el

contexto de situación. Con la suposición de que detrás de cada demanda hay una motivación
que la subyace, para ello, se ha de dotar a la comunidad de las herramientas necesarias para

que pueda constituirse en parte activa del proceso.

El modelo de la Investigación Acción Participativa o IAP

La IAP es una metodología de intervención comunitaria fundamentada en la participación de

investigadores y miembros de la comunidad, para que a través de la reflexión, creen

conocimiento científico acerca de sí mismos y su comunidad.

En esta investigación hay acción la cual es entendida como acción que conduce al cambio social

estructural, proceso entre teoría y práctica, la cual es el que resultado de una reflexión -

investigación continua sobre la realidad abordada no solo para conocerla, sino para

transformarla. En la medida que haya mayor reflexión sobre la realidad, mayor calidad y

eficacia transformadora se tendrá en ella. La investigación y la acción se funden creadoramente

en la praxis. El requerimiento de cualquier investigación, que quiera ser práctica y

transformadora, es la acción. Es un proceso de “desarrollo de teoría, investigación, ciencia,

experimentación, refinación de conclusiones y construcción teórica desde la práctica, a través

de un proceso dialógico centros/actores sociales constituídos”. (CEPAL, 2002)

Esta construcción científica realizada en conjunto con los grupos organizados y ejecutada

mediante “el proceso más cercano a la desagregación, en sus diferentes componentes, del

concepto de praxis” (CEPAL, 2002), que produce logros científicos mucho más valiosos que

aquellos que resultan de una investigación sistemática alejada del campo como tal.

Es participativa : Es una investigación - acción realizada participativamente. Acá la

investigación no es solo realizada por los expertos, sino con la participación de la comunidad

involucrada en ella. La que quiere superar la investigación al servicio de unos pocos (una clase
privilegiada), y la investigación para las universidades - bibliotecas solamente. La

investigación y la ciencia deben estar al servicio de la colectividad, busca ayudarle a resolver

sus problemas y necesidades y ayudar a planificar su vida.

La IAP se realiza con una óptica desde dentro y desde abajo : desde dentro de la comunidad

estudiada ; desde abajo pues lleva a la participación incluso a quienes no han podido a estudiar

(los más pobres). Acá los problemas a investigar son definidos, analizados y resueltos por los

propios afectados. La participación acá no es una posibilidad que se da a la comunidad en

general, sino hacer realidad el derecho de todos a ser sujetos de historia, o sea sujetos de los

procesos específicos que cada grupo va llevando adelante. La meta es que la comunidad vaya

siendo la autogestora del proceso, apropiándose de él, y teniendo un control operativo (saber

hacer), lógico (entender) y crítico (juzgar) de él.

La IAP cuenta con tres elementos principales: “1) el ser una metodologiá para el cambio; 2) el

fomentar la participación y autodeterminación da las personas que la utilizan, y 3) ser la

expresión de la relación dialéctica entre conocimiento y acción. Estos elementos, en su

conjunto, la presentan como una herramienta útil de apropiación y de alteración de la realidad

para quienes no poseen esa facultad.” (CEPAL, 2002)

Esta herramienta de investigación, origina interacciones edificantes entre investigador y

comunidad, partiendo de una conversación que reconoce un saber propio de la comunidad, y

la sitúa como participante activo, fomentando su creación de un diagnóstico y de ideas para la

resolución de sus necesidades, poniendo fin a la imposición de lógicas externas que se apropian

de la evaluación local y cultural.

La reflexión podrá presentarse en espacios como reuniones comunitarias, en las cuales el

investigador esté presente fomentando la participación de todos, o conferencias, que aunque

podría pensarse que cumplen la función contraria al análisis, si son llevadas a cabo con la

intención de que la comunidad, escuche, debata y opine de manera crítica acerca de la


información, podrán ser muy útiles.

Podría señalarse que, el método analítico como camino, es un proceso de descomposición en

sus partes más simples, de aquellas prácticas, conocimientos, problemáticas, creencias, y

demás representaciones de los miembros de la comunidad y de esta como un todo. La

separación de elementos permite a la comunidad entender, criticar y contrastar si realmente las

preconcepciones que tienen acerca de si, son ciertas o no, útiles o no, y finalmente incorporar

una nueva manera de conocer y concebir las realidades sociales en las que habitan, generando

a su vez cambios en el proceder, desde una ética propia obtenida por la comunidad durante la

intervención y no exportada de otros. “El proceso deriva en el empoderamiento, debido a la

capacidad que adquieren los grupos para avanzar su análisis y para definir sus propuestas y

acciones.”(CEPAL, 2002)

Asimismo, es fundamental mencionar que los miembros de la comunidad, al ser invitados a la

participación a través de la verbalización de sus opiniones y vivencias, son entendidos como

fractales de un todo, donde se refleja la identidad estructural de la comunidad, y por lo tanto,

las consecuencias personales de esa verbalización, repercutirán en el todo que es la comunidad.

La devolución que realiza el investigador durante la labor de intervención, es vital en estos

procesos, puesto que, no se trata de la entrega de un saber ya elaborado sino de la

sistematización de los conocimientos que la misma comunidad genera durante el análisis. Es

la prolongación de la discusión grupal previa, en la cual la comunidad aportó los datos, los

analizó, se contradijo, discutió etc. Consta de cuatro objetivos: a. Chequeo de la validez, e

incluso confiabilidad, de los datos; b. Afinar las interpretación de los datos con los actores

sociales; c. Responsabilidad moral de retribuir con el miń imo: entregar lo que se descubrió;

d.Empoderar al l(os) sujeto(s) estudiado(s) subrayando caminos de su desarrollo que se

desprenden del estudio e incluso transfiriendo tecnologiá s de análisis de datos para su uso

posterior al estudio por parte del sujeto social.” (CEPAL, 2002)


Dicha devolución podría hacer referencia a la etapa de síntesis necesaria posterior al análisis,

en la cual se reúnen los elementos para formar un todo nuevo. En el método no basta sólo con

el análisis, pues, aunque éste posibilite ir de lo complejo a lo simple y de la multiplicidad a la

identidad y a la unidad, no es suficiente. “La síntesis completa al análisis y forma con él una

unidad indisoluble. Son dos fases complementarias de un mismo proceso, que expresan la

unidad del método” (Lopera et al., 2010).

Conclusión

Luego de un análisis investigativo sobre el tema, llegamos a la conclusión, que la intervención

de un psicólogo comunitario con orientación analítica se da por medio del análisis discursivo.

Este análisis se realiza inicialmente mediante la investigación, que se da no sólo por parte del

investigador al escuchar el discurso de la comunidad, sino cuando ésta se escucha a sí misma

y somete lo descubierto a un proceso de crítica y contrastación, empleando así los pasos del

método analítico, que desembocan finalmente en la incorporación, resultante de la transmisión

del método por parte del investigador a los miembros del grupo.

Respecto a lo anterior, consideramos que el método analítico en general y el análisis del

discurso son herramientas facilitadoras de la intervención comunitaria. Considerando la

intervención comunitaria como aquel primer momento que genera inercia en una comunidad

(desde adentro), los momentos posteriores también se ven beneficiados del uso, y la

incorporación del método. Considerando lo anterior, podemos razonar que cada uno de los

participantes activos de la intervención harán una incorporación aún más profunda del método,

y podrán aplicarla, no solo en el trabajo en la comunidad, sino en su vida diaria. Concluimos,

entonces, que el método trae beneficios para el psicólogo social, la comunidad y los individuos.
La intervención comunitaria puede llevarse a cabo sin el método, no por esto siendo menos

profunda o beneficiosa. Esto se debe, a que las cualidades mencionadas anteriormente

(compasión, escucha, empatía) pueden desarrollarse no solo con este método.

Hay otros métodos que pueden ser más o menos apropiados dependiendo de la comunidad, el

contexto y los investigadores, otros métodos que no son mencionados en el presente trabajo,

pero que se deberían estudiar a profundidad para poder tomar decisiones informadas acerca de

la forma de llevar a cabo una intervención comunitaria en una comunidad determinada.


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