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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Derecho

DERECHO COMERCIAL I - 2008

SEPARATA SOBRE EL MANDATO CIVIL

NOTA: Esta separata acerca del mandato civil tiene sólo por
objeto ser una referencia para los alumnos de Derecho
Comercial I en la Universidad Alberto Hurtado y no
pretende ni puede entenderse que reemplaza el estudio de
dicho contrato en el curso de Derecho Civil.

Profesores
Cristián Eyzaguirre C.
Nicolás Cabello E.

Ayudante
Raimundo Mira
SEPARATA SOBRE MANDATO CIVIL 1

EL MANDATO EN GENERAL Y EL MANDATO CIVIL

A. Introducción, definición y partes.


1. Conforme al artículo 1437 del Código Civil, el contrato o convención “es un acto por
el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa”. La
convención en doctrina se define como un acto jurídico que crea, modifica o extingue
un derecho o una obligación, y el contrato, en cambio, es una especie de convención,
que crea derechos y obligaciones.
2. Ahora bien, el mandato es un contrato que se encuentra regulado tanto en el Código
de Comercio (artículos 233 a 347) como en el Código Civil (artículos 2116 y
siguientes). La importancia de distinguir un mandato civil de uno mercantil radica
básicamente en la legislación de fondo aplicable, sin perjuicio del carácter supletorio
del derecho civil conforme al artículo 2 del Código de Comercio.
3. Previo al análisis del mandato mercantil, se realizará una breve reseña del mandato
civil.
4. Definición del mandato: El artículo 2116 del Código Civil prescribe que “el mandato
es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que
se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera”.
5. Las partes que intervienen en el mandato son:
i) mandante o comitente, es decir, la parte que confiere el encargo, y
ii) mandatario, apoderado o procurador, es decir, la parte que acepta el encargo.
iii) Este contrato supone el acuerdo de voluntades del mandante y del mandatario.

B. Características del mandato.


1. Atendido a la forma en que se perfecciona, es un contrato generalmente consensual,
es decir, se perfecciona por el solo consentimiento o acuerdo de voluntades de las
partes contratantes.
i) Por excepción, existen ciertos mandatos que deben sujetarse al cumplimiento de
ciertas formalidades especiales, por ejemplo, el mandato judicial (escritura
pública, acta suscrita ante el Juez de Letras o Arbitral por todos los otorgantes o
documento suscrito por las partes y autorizado por el secretario del tribunal) y
el mandato para contraer matrimonio (escritura pública). Sin perjuicio de lo
anterior se suele otorgar por escrito por vía de prueba.
ii) Para graficar lo anterior, el artículo 2123 y 2124 del Código Civil dispone que
“el encargo que es objeto del mandato puede hacerse por escritura pública o
privada, por cartas, verbalmente o de cualquier modo inteligible, y aún por la
aquiescencia tácita de una persona a la gestión de sus negocios por otra, pero no
se admitirá en juicio la prueba testimonial sino en conformidad a las reglas
generales, ni la escritura privada cuando las leyes requieran un instrumento
auténtico” y, continúa señalando que, “el contrato de mandato se reputa
perfecto por la aceptación del mandatario. La aceptación puede ser expresa o
tácita. Aceptación tácita es todo acto en ejecución del mandato”. La aceptación
tácita es la regla general en la práctica jurídica. ¿De quien proviene la oferta de

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mandato? A pesar de que la regla general consiste en que la oferta de mandato


provenga del mandante, nada obsta a que ella pueda en ciertos casos provenir
del mandatario. En efecto, conforme a la redacción del Código, ello se
desprende del concepto de aquiescencia tácita, es decir, el conocimiento sin
reclamación posterior o sin manifestar nada en contrario.
iii) Ahora bien, el mandato contiene una excepción al principio general de nuestra
legislación que señala que “todo contrato legalmente celebrado es una ley para
los contratantes y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o
por causas legales” (artículo 1545 Código Civil). En efecto, una vez perfecto
este contrato por haberse formado el consentimiento de las partes, puede el
mandatario retractarse sin responsabilidad, siempre que el mandante se halle en
aptitud de ejecutar el negocio por si mismo o de cometerlo a diversa persona.
De otra forma será responsable de los perjuicios que deriven de su retractación.
iv) Asimismo, contiene una segunda excepción a las reglas generales de nuestro
ordenamiento civil, debido a que, como habrán visto al estudiar la formación
del consentimiento, el silencio no importa, por regla general, manifestación de
voluntad alguna y por lo mismo no se le puede dar valor alguno. En este caso,
el artículo 2125 del Código Civil establece que las personas que por su
profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligados a declarar lo
más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace,
y, transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación.
Adicionalmente, establece que “aún cuando se excusen del encargo, deberán
tomar las providencias conservativas urgentes que requiera el negocio que se
les encomienda”.
2. Atendido a la utilidad o beneficio que reporta para quienes lo ejecutan es un contrato
naturalmente oneroso, es decir, tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno en beneficio del otro.
i) El beneficio o remuneración que percibe el mandatario se denomina
“honorario”, cuyo monto puede ser determinado por convención de las partes,
antes o después del contrato, por la ley, la costumbre o el juez (artículo 2117
Código Civil).
ii) Sin perjuicio de lo anterior, este contrato no se desnaturaliza si se estipula su
gratuidad. De esta forma, si nada se dice es remunerado, ya que la gratuidad no
se presume (debe establecerse en forma expresa). Esto distingue al mandato,
entre otros aspectos, de los contratos de depósito y comodato que son
esencialmente gratuitos.
3. Atendido al número de partes que interviene en su formación, es un contrato bilateral,
es decir, aquel en que las partes contratantes se obligan recíprocamente. El concepto
de parte puede diferir en número de las personas que intervienen. Por ello el Código
Civil dispone que “puede haber uno o varios mandantes y uno o más mandatarios”.
Algunos autores han afirmado erróneamente que el mandato es bilateral o unilateral
según exista o no obligación de pagar remuneración. Desde luego el mandato
remunerado es bilateral. Pero también lo es el mandato gratuito. El mandatario se
obliga a cumplir el encargo y a rendir cuentas de su gestión y el mandante, por su
parte, se obliga a proveer al mandatario de los medios necesarios para el desempeño
de su cometido, además, según corresponda, de su obligación de pagar remuneración.

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4. El mandato es un contrato de confianza. Lo dice expresamente la definición. De esta


forma, quien realiza un encargo lo hace precisamente por la fe o confianza que le
inspira la persona del mandatario, ya sea por sus cualidades profesionales, técnicas,
honestidad, diligencia etcétera. Es por ello que la doctrina lo señala como contrato
intuito personae. Lo anterior determina una serie de consecuencias, entre ellas que: (i)
el mandante tiene la facultad de revocar a su arbitrio el encargo; (ii) el mandato
termina por la muerte del mandatario; (iii) Por regla general también termina por la
muerte del mandante.
5. El mandatario debe actuar “por cuenta y riesgo del mandante”.
i) En efecto, el mandatario actúa para satisfacer las necesidades e intereses del
mandante, de manera que, los beneficios o pérdidas que reporte su gestión (de
buena fe) recaerán siempre, directa o indirectamente en el mandante. Lo
anterior es evidente cuando el mandatario representa al mandante, es decir,
cuando tiene poder de representación. Sin embargo, la representación no es de
la esencia del mandato sino de la naturaleza, y el ejemplo más claro es el
mandato a “nombre propio”.
ii) En efecto, no debemos confundir los conceptos de actuar “por cuenta y riesgo”
del mandante que actuar “en representación” del mandante. Como veremos en
el punto siguiente, el mandatario puede actuar de dos formas frente a los
terceros: en representación del mandante o a nombre propio. El mandatario sin
embargo en ambos casos actúa por cuenta y riesgo del mandante, ya que las
pérdidas y beneficios, en definitiva, se radicarán en éste, sea que el mandatario
haya actuado a nombre propio o en representación del mandante. En otras
palabras, el actuar “por cuenta y riesgo” del mandante es de la esencia del
mandato, no así en cambio la representación, como veremos a continuación.

C. Mandato a nombre propio y representación.


1. La regla general es que los efectos de un acto jurídico se radiquen directamente en las
personas que personalmente han concurrido a celebrar o concluir dicho acto (regulan
directamente sus intereses). Sin embargo, resulta perfectamente posible que una
persona que quiere regular sus propios intereses, no pueda en un momento dado
manifestar personalmente su voluntad, para lo cual, encargará a otra persona que
concluya el acto jurídico de que se trate a su nombre. Asimismo, puede suceder que
una persona se encuentre impedida de manifestar personalmente su voluntad, por
tener alguna incapacidad legal para ello, en cuyo caso se hace necesaria la persona del
representante.
2. La representación se define como “la institución jurídica en virtud de la cual los
efectos de un acto que celebra una persona (representante) que actúa a nombre o en
lugar de otra (representado), se radican en forma inmediata y directa en esta última,
como si ella personalmente lo hubiera celebrado”. Nuestro Código Civil se refiere a
ella únicamente en el artículo 1448. Para que opere correctamente la representación,
la persona del representante debe tener poder de representación, que puede definirse
como “la autorización que tiene una persona para concertar negocios por cuenta de
otra, obligando exclusiva y directamente al representado”.
3. El poder de representación podrá emanar de la ley (representación legal, ej. padre o
en subsidio la madre respecto del hijo de familia; tutor respecto del impúber; curador

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del menor adulto, demente y pródigo interdicto; ventas forzadas por ministerio de la
ley será el juez en representación del deudor; deudor declarado en quiebra será el
síndico) o de la voluntad del interesado (representación voluntaria). Para este último
caso, se da la denominación de “apoderamiento” al acto jurídico unilateral por el cual
se atribuye a una persona el poder de representar a otra.
4. En la representación interviene el representante, esto es, aquel que tiene poder para
representar a otro, poder que emana de la ley o del apoderamiento; y representado,
esto es, aquella persona en que se van a radicar los efectos del acto realizado por el
representante. Los requisitos para que opere la representación son (i) Que el
representante manifieste su propia voluntad (claro en representación legal, asimismo
en la voluntaria por cuanto el representante siempre tiene un rango de autonomía y
libertad para concluir el negocio); (ii) Que dicha declaración la haga a nombre de otro
(esto se denomina contemplatio domini, que implica que el representante debe
manifestar de alguna manera que el negocio lo concluye en representación o a
nombre de otra persona, el representado. De lo contrario, quedará obligado
únicamente el representante), y (iii) que cuente con poder de representación (que
puede provenir de la ley o de la voluntad del interesado, es decir, del apoderamiento).
Cuando este último requisito falta, igual a veces obliga al representado. Ello ocurre en
la agencia oficiosa y la ratificación.
5. Algunas consideraciones para distinguir el mandato de la representación:
i) Existencia de representación legal. La representación legal, es decir aquella que
emana de la ley, supone la existencia de una persona que se encuentra en la
imposibilidad jurídica de ejercer por sí sola la autonomía privada, careciendo,
por lo mismo, de la aptitud para disponer de los intereses que se encuentran
dentro de su órbita jurídica. El representado es incapaz (generalmente absoluto),
y el representante será necesariamente aquel de señale la ley y deberá ser una
persona absolutamente capaz. En cambio, la representación voluntaria, surge
exclusivamente a consecuencia de un acto voluntario y unilateral del interesado,
que otorga poder a otra persona para que actúe a su nombre. De esta manera,
supone la más amplia libertad del interesado para decidir en primer término si
actúa o no personalmente, y en caso de optar por actuar representado, para
escoger la persona del representante que puede, inclusive, ser una persona
incapaz. Este tipo de representación nace a consecuencia del acto jurídico
unilateral denominado apoderamiento, no exigiendo la aceptación del
apoderado para existir. En este caso, el representado debe ser una persona
absolutamente capaz. (la capacidad legal de una persona consiste en poderse
obligar a si misma, sin el ministerio o autorización de otra; artículo 1445
Código Civil)
ii) El mandato por su parte, es un contrato que requiere del acuerdo de voluntades
de mandante y mandatario. De esta forma, es incorrecta la afirmación que
señala que “para que exista representación voluntaria debe existir un mandato”.
Sin perjuicio de lo anterior, simultáneamente al apoderamiento existirá, al
menos, una oferta de mandato.
6. Por otro lado, una segunda gran diferencia consiste en que la representación
voluntaria no es un elemento de la esencia (cosas necesarias y suficientes para que el
acto jurídico nazca a la vida del derecho) del mandato, sino una cosa de la naturaleza
(se entiende pertenecer al acto jurídico aunque las partes nada digan, pero puede ser

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eliminada por las partes sin alterar la esencia del acto de que se trate), conforme al
artículo 1444 del Código Civil. En efecto, en el mandato a nombre propio o “nomine
proprio”, no existe representación del mandante, transformándola en una muy
utilizada forma lícita de simulación. Este tipo de mandato se encuentra consagrado en
el artículo 2151 del Código Civil al disponer que “El mandatario puede, en el
ejercicio de su cargo, contratar a su propio nombre o al del mandante; si contrata a su
propio nombre, no obliga respecto de terceros al mandante”. De esta forma, en las
relaciones entre el mandatario y el tercero no existe mandato (mandatario se obliga
personalmente), no así en las relaciones entre las partes del mandato. De esta forma,
es posible la existencia de un mandato sin que el mandatario represente al mandante,
ya que, según explicamos cuando el mandatario actúa a nombre propio, los efectos de
los actos jurídicos que realiza se radican directamente en la persona del mandatario,
sin perjuicio de su deber de transferirlos al mandante al momento de rendir cuentas de
su gestión, ya que siempre actúa por cuenta o riesgo del mandante. En estos casos no
existe contemplatio domini.
7. En conclusión, la representación del mandante por parte del mandatario es una cosa
de la naturaleza del mandato, es decir, se entiende pertenecerle sin necesidad de
cláusula especial, sin embargo, puede faltar esta representación si el mandante ha
prohibido al mandatario actuar a su nombre, o cuando sin haberlo prohibido el
mandatario actúa a nombre propio. De esta forma es equívoca la frase que señala que
“No se concibe el ejercicio de un mandato sin que el mandatario represente al
mandante”.

D. El objeto del mandato.


1. El encargo que constituye el objeto del mandato debe consistir en la ejecución de
actos jurídicos (“manifestación de voluntad hecha con el propósito de crear,
modificar o extinguir derechos u obligaciones, y que produce los efectos queridos por
su autor o por las partes, porque el derecho sanciona dicha manifestación de
voluntad”). En primer lugar el mandatario tendrá las atribuciones o facultades que el
mandante le haya conferido expresamente, sin embargo, y corroborando lo anterior, si
se examinan las facultades que el mandato confiere naturalmente al mandatario,
especialmente importante cuando no se designan las facultades concretas que se
confieren al mandatario, veremos que éste poder confiere la facultad de ejecutar
“actos de administración” siempre que estos pertenezcan al “giro ordinario del
negocio”. Dispone el Código en forma ejemplar que el mandatario podrá pagar
deudas y cobrar créditos del mandante, perteneciendo unos y otros al giro
administrativo ordinario; perseguir en juicio a los deudores, intentar acciones
posesorias e interrumpir las prescripciones, en lo tocante a dicho giro; contratar las
reparaciones de las cosas que administra y comprar los materiales necesarios para el
cultivo o beneficio de las tierras, minas, fábricas u otros objetos de industria que se le
hayan encomendado (artículo 2132 del Código Civil). Para estos efectos, se entiende
por “administrar” el adoptar las medidas de carácter material o jurídico tendientes a
conservar los bienes, a incrementarlos y obtener las ventajas que pueden procurar.
Por último, dispone la norma que “para todos los actos que salgan de dichos límites,
necesitará de poder especial”.

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2. Ahora bien, en principio todos los actos jurídicos pueden ejecutarse por medio de
mandatarios. Esta regla general tiene, sin embargo, algunas excepciones, como por
ejemplo la facultad de testar, que es indelegable (artículo 1004 del Código Civil).
3. Normas especiales a facultades del mandatario. La facultad de transigir no comprende
la de comprometer, ni viceversa. (Art. 2141). El poder especial para vender
comprende la facultad de recibir el precio (artículo 2142) La facultad de hipotecar no
comprende la de vender, ni viceversa (artículo 2143).
4. Prohibiciones que afectan a los mandatarios. (i) No podrá el mandatario por sí ni por
interpósita persona comprar para sí las cosas que el mandante le ha ordenado vender,
ni vender de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, salvo que exista
aprobación expresa del mandante. (ii) Si el mandante ha encargado al mandatario
tomar dinero prestado, podrá prestarlo él mismo al interés designado por el mandante,
o a falta de esta designación, al interés corriente; Sin embargo, facultado el
mandatario para colocar dinero del mandante a interés, no podrá tomarlo prestado
para sí sin aprobación expresa del mandante; y (iii) El mandatario no podrá colocar
dineros del mandante a interés, sin su expresa autorización. Ahora bien, colocando
dichos dineros a mayor interés que el designado por el mandante, deberá abonárselo
íntegramente, salvo que se le haya autorizado para apropiarse el exceso.
5. De esta forma, debe tenerse presente como principio general que el mandatario podrá
aprovecharse de las circunstancias para realizar su encargo con mayor beneficio o
menor gravamen que los designados por el mandante, siempre que bajo otros
respectos no se aparte de los términos del mandato. Sin embargo le queda prohibido
apropiarse del mayor beneficio obtenido o de la diferencia que disminuya el
gravamen designado en el mandato. Ahora bien, si negociare con menos beneficio o
más gravamen que los designados en el mandato, le será imputable la diferencia (será
responsable).
6. Adicionalmente, debe tenerse presente que el negocio que interesa únicamente al
mandatario no constituye mandato sino un mero consejo que dado maliciosamente
obliga a indemnizar los perjuicios causados. Ahora, si el negocio interesa a ambas
partes, al mandante y a un tercero o únicamente a un tercero habrá mandato, pero si el
mandante obra sin autorización del tercero habrá un cuasicontrato de agencia
oficiosa. (Cuasicontrato: Hecho voluntario, lícito, no convencional que genera
obligaciones. Agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos es un cuasicontrato por el
cual el que administra sin mandato los negocios de alguna persona, se obliga para con
ésta y la obliga en ciertos casos (artículos 2119; 2120 y 2286 del Código Civil).

E. Capacidad de las partes.


1. El Código Civil no señala norma especial en relación a la capacidad del mandante,
por lo que le serán aplicables las reglas generales, esto es, deberá tener la capacidad
necesaria para ejecutar personalmente el acto a que el mandato se refiere (capacidad
de goce y de ejercicio). Por el contrario, puede desempeñar las funciones de
mandatario una persona relativamente incapaz (artículo 2128 del Código Civil). En
efecto, si se constituye mandatario a un menor adulto, los actos ejecutados por éste
será válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a éstos y al mandante, pero las
obligaciones del mandatario, para con el mandante y terceros no podrán tener efecto
sino según las reglas relativas a los menores (causal de nulidad relativa, sólo
reembolsable o restituible en cuanto el menor se haya hecho más rico).

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2. Esta regla se justifica por cuanto es al mandante a quien afectan las consecuencias del
acto, es decir, la incapacidad del mandatario es indiferente porque este último no
compromete su patrimonio (actúa por cuenta y riesgo del mandante).

F. Clases de mandato.
1. Atendida la cantidad de negocios confiados al mandatario, el mandato puede ser
general o especial.
i) Será general si se da para todos los negocios del mandante o si se da para todos
los negocios, con una o más excepciones determinadas.
ii) Por el contrario, el mandato será especial cuando comprende uno o más
negocios especialmente determinados (artículo 2130 del Código Civil).
iii) Esta clasificación nos permite determinar en que negocios puede intervenir
legítimamente el mandatario. (Siempre se requiere mandato especial para
transigir y para poder ejercer las facultades comprendidas en el inciso 2° del
artículo 7 del Código de Procedimiento Civil).
2. Atendido a las facultades conferidas al mandatario, puede ser concebido en términos
definidos o indefinidos. Tratándose de los mandatos conferidos en términos generales
o indefinidos, las facultades que se confieren al mandatario consisten básicamente en
el poder de efectuar actos de administración (artículo 2132 y 2133 del Código Civil)
requiriendo de un poder especial la ejecución de aquellos actos que salgan de la
esfera de los actos que dicha norma establece. De esta forma, los actos de
administración, comprenden la ejecución de actos de conservación materiales o
jurídicos, destinados a impedir la pérdida o menoscabo de los bienes del mandante.

G. Delegación del mandato.


1. La delegación del mandato consiste en un mandato que otorga el mandatario a un
tercero para que ejecute total o parcialmente el encargo que se le confirió en calidad
de mandatario original. El mandato civil es naturalmente delegable salvo que el
mandante lo haya expresamente prohibido (artículos 2135 a 2138 del Código Civil).
2. A este respecto se puede realizar la siguiente clasificación:
i) Delegación prohibida. No obliga respecto de terceros al mandante, sino sólo
obliga al mandatario y al delegado. La excepción consiste en que el mandante
ratifique expresa o tácitamente lo obrado por el mandatario. La ratificación es
un “acto jurídico unilateral e irrevocable por el cual una persona acepta y hace
suyos los efectos de un acto jurídico celebrado por otra persona que no tenía
poder para representarlo, o teniéndolo, su poder era insuficiente o excedió sus
límites”.
ii) Delegación no prohibida ni autorizada. El mandatario se encuentra facultado
para delegar, sin embargo responderá de los hechos del delegado como de los
suyos propios.
iii) Delegación autorizada expresamente. Se distinguen dos situaciones.
Con designación de la persona del delegado. El mandatario se encuentra
facultado para delegar y no asume responsabilidad alguna en ello. Es más
el Código señala que en este evento “se constituye entre el mandante y el

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delegado un nuevo mandato que sólo puede ser revocado por el


mandante, y no se extingue por la muerte u otro accidente que sobrevenga
al anterior mandatario”.
Sin designación de la persona del delegado. El mandatario se encuentra
facultado para delegar, sin embargo será responsable si delega sus
funciones en un persona notoriamente incapaz o insolvente.

H. Obligaciones del mandatario.


1. Cumplir el encargo.
i) Para ello deberá (i) ceñirse rigurosamente a los términos del mandato salvo en
los casos en que la ley lo autoriza para actuar de otra manera (artículo 2131 del
Código Civil) y (ii) ejecutarlo rectamente lo que comprende no solo la sustancia
del negocio encomendado sino además, a través de los medios por los cuales el
mandante ha querido que se lleve a cabo la gestión encomendada. Sin embargo,
se pueden utilizar medios equivalentes si la necesidad obligare a ello y se
cumplieren de este modo completamente el objeto del mandato (artículo 2134
del Código Civil).
ii) Las excepciones a la rigidez de esta norma viene dada por los artículos 2148,
2149 y 2150 del Código Civil, en virtud de las cuales (i) las facultades
conferidas al mandatario se interpretarán con alguna más latitud, cuando no está
en situación de poder consultar al mandante; (ii) el mandatario deberá
abstenerse de cumplir el mandato cuya ejecución sería manifiestamente
perniciosa para el mandante y (iii) el mandatario que se halle en la
imposibilidad de obrar con arreglo a las instrucciones del mandante no es
obligado a constituirse en agente oficioso, bastándole tomar las medidas
conservativas que las circunstancias exijan. Sin embargo, si no fuere posible
dejar de obrar sin comprometer gravemente los intereses del mandante, el
mandatario deberá actuar en la forma que más se acerque a las instrucciones
recibidas y que más convenga al negocio. Por último, el mandatario deberá
probar la fuerza mayor o el caso fortuito (imprevisto imposible de resistir o
prever) que le imposibilitó llevar a efecto las órdenes del mandante. (principio
de prueba artículo 1698 Código Civil. Incumbe probar la existencia o extinción
de una obligación a quien alega éstas o aquellas)
2. Rendir cuentas al mandante de su gestión (artículo 2155 del Código Civil). Para ello,
el mandatario deberá documentar las partidas importantes de su gestión, salvo que el
mandante le hubiera relevado de esta obligación. Con todo, la relevación de rendir
cuentas no exonera al mandatario de los cargos que contra el justifique el mandante.
(no se puede condonar el dolo futuro).
3. Restituir al mandante cuanto hubiere recibido de terceros en el desempeño del
mandato, como lo que ha dejado de recibir por su culpa (artículo 2157 del Código
Civil).
4. Pagar intereses adeudados al mandante (artículo 2156 del Código Civil). El
mandatario deberá pagar (i) intereses corrientes por los dineros del mandante que ha
utilizado en su propia utilidad y (ii) intereses por el saldo que en las cuentas resulte en
su contra desde que se haya constituido en mora (retardo imputable al deudor en el
pago de una obligación una vez que ha sido requerido o interpelado por el acreedor).

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5. Responsabilidad del mandatario. En el cumplimiento del encargo, el mandatario


responderá siempre de culpa leve, es decir, por aquella falta de diligencia y cuidado
que los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios, interpretando (el
juez) de manera más estricta al mandatario remunerado y en forma más flexible al
mandatario que ha manifestado repugnancia al encargo y se ha visto en definitiva,
forzado a aceptar el encargo (artículo 2129 del Código Civil).

I. Obligaciones del mandante.


1. Cumplir las obligaciones contraídas por el mandatario, a su nombre, dentro de los
límites del mandato.
i) Asimismo, deberá cumplir las obligaciones contraídas por el mandatario fuera
de los límites de su mandato, cuando sean ratificadas por éste, ya sea en forma
expresa o tácita (artículo 2160 del Código Civil). De esta forma, el mandante
deberá cumplir con terceros las obligaciones contraídas por el mandatario en la
medida que (i) El mandatario obre a nombre del mandante (existencia de
representación y contemplatio domini) y (ii) El mandatario obre dentro de los
límites del mandato (es decir, con apoderamiento o poder suficiente).
ii) De esta forma, solamente los actos que el mandatario ejecute a nombre del
mandante dentro de los límites del mandato le son obligatorios, salvo
ratificación expresa o tácita (artículo 2160 del Código Civil). Tratándose del
mandato a nombre propio, el mandatario contrata con terceros obligándose para
con ellos personalmente (no existe mandato en las relaciones con terceros), por
lo que éstos no tendrán acciones en contra del mandante. Sin embargo, en las
relaciones entre mandante y mandatario si existe el mandato plenamente,
actuando el mandatario por cuenta o riesgo del mandante. De esta forma dicho
mandatario deberá traspasar los efectos y resultados de su gestión al mandante
al momento de la rendición de cuentas. Por último, podrá el mandante
compelerlo a que le ceda las acciones que tiene en contra de dichos terceros.
iii) Efectos de la extralimitación del mandato. Como hemos visto, el mandatario
que extralimita sus poderes no obliga al mandante frente a terceros, pero
¿resultará personalmente obligado el mandatario frente a los terceros? Por regla
general, el mandatario no se obliga personalmente frente a los terceros, salvo
que: (i) se haya obligado personalmente (Ej. Si el mandatario declara que si el
mandante no ratifica él se compromete a cumplir el contrato) y (ii) que no les
haya dado suficiente conocimiento de sus poderes (se induce a error a los
terceros al permitirles suponer que los poderes son suficientes, cuando en
realidad no lo son. Por el contrario, si se les pone en conocimiento cabal de sus
poderes, y estos son en realidad insuficientes, la responsabilidad recae en el
tercero y no responsabiliza al mandatario).
iv) Casos en que el mandatario se convierte en agente oficioso. Por regla general el
mandatario no es obligado a convertirse en agente oficioso. Sin embargo, las
excepciones a ello son: (i) Se convierte en agente oficioso que ejecuta de buena
fe un mandato nulo y (ii) Mandatario que excede los límites de su mandato por
imperiosa necesidad.

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2. Proveer al mandatario de lo necesario para cumplir el mandato. En caso contrario, el


mandatario podrá desistirse del cumplimiento del encargo (artículos 2158 N°1 y 2159
del Código Civil).
3. Reembolsarle los gastos razonables causados en la ejecución del mandato e
indemnizarle por los perjuicios sufridos, sin culpa, a causa del mandato (artículo 2158
N° 2 y 5 del Código Civil).
4. Pagar la remuneración convenida o usual (artículo 2158 N°3 del Código Civil).
5. Derecho legal de retención del mandatario. El Código Civil establece un mecanismo
de garantía en favor del mandatario para asegurar el reembolso o pago de los créditos
que tenga en contra del mandante. Al respecto el artículo 2162 establece que el
mandatario podrá retener los efectos que se le hayan entregado por cuenta del
mandante para la seguridad de las prestaciones a que éste fuere obligado por su parte.

J. Causales de terminación del mandato.


Conforme al artículo 2163, el mandato termina por las siguientes causales.
1. Por el desempeño del negocio para que fue constituido. Es la causa general de
término de los mandatos especiales, es decir, aquellos conferidos para un negocio
determinado;
2. Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la
terminación del mandato. (Mandato sujeto a modalidad);
3. Por la revocación del mandante (artículos 2164, 2165 y 2166 del Código Civil).
i) El mandante se encuentra facultado para poner término al mandato por medio
de un acto jurídico unilateral denominado revocación. Ello se justifica debido a
que el mandato es un contrato de confianza que generalmente cede en beneficio
del mandante (ver definición).
ii) En efecto, dispone el Código que el mandante puede revocar el mandato a su
arbitrio, y la revocación, expresa o tácita, total o parcial, que produce sus
efectos desde el día que el mandatario ha tenido conocimiento de ella (se
sugiere notificación judicial o por carta certificada), sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 2173, que se verá a continuación. Para estos efectos se
entiende por revocación tácita al encargo del mismo negocio a distinta persona.
(fácil determinarla en mandatos especiales).
iii) Ahora bien, el Código asimismo dispone, como norma de interpretación, que si
el primer mandato es general y el segundo especial, subsistirá el primer
mandato para los negocios no comprendidos en el segundo. Por último, el
mandante que revoca tendrá derecho a exigir del mandatario la restitución de
todos los instrumentos que haya puesto en sus manos para la ejecución del
mandato, sin embargo, de aquellas piezas que pueden servir al mandatario para
justificar sus actos, deberá darle copia firmada de su mano si el mandatario lo
exigiere.
4. Por la renuncia del mandatario (artículo 2167 del Código Civil). Si bien el
mandatario se encuentra facultado para renunciar, esta no pone fin a sus obligaciones
y responsabilidades, sino después de transcurrido un tiempo razonable para que el
mandante pueda proveer a los negocios encomendados. De lo contrario, el mandatario
será responsable de los perjuicios que su renuncia ocasione al mandante, salvo que se

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SEPARATA SOBRE MANDATO CIVIL 11

halle en imposibilidad de administrar por enfermedad u otra causa, o sin grave


perjuicio de sus intereses propios (ver 2159, incumplimiento de obligaciones del
mandante de proveer los medios necesarios para cumplir el mandato).
5. Por la muerte del mandante o del mandatario (artículos 2169 y 2170 del Código
Civil y 396 del Código Orgánico de Tribunales).
i) Ello deriva por tratarse de un contrato de confianza (intuito personae, es decir
aquellos celebrados en consideración especial a las personas que interviene. Ej:
actos jurídicos de familia).
ii) La muerte del mandatario siempre pone término al mandato.
iii) Por regla general la muerte del mandante pone término al mandato, salvo las
siguientes excepciones:
No termina por la muerte del mandante el mandato llamado a ejecutarse
después de sus días (albacea testamentario);
De suspender el mandatario sus funciones resultare perjuicio a los herederos del
mandante, caso en que debe éste finalizar la gestión principiada (artículo
2168 Código Civil) y
El mandato judicial.
iv) En el evento de muerte del mandatario, la ley establece ciertas obligaciones a
sus herederos (en su calidad de continuadores de la personalidad del
mandatario) para evitar que los intereses del mandante queden abandonados.
Estas consisten en:
dar aviso de inmediato al mandante de la muerte del mandatario y
hacer a favor del mandante lo que puedan según y que las circunstancias se lo
exijan.
v) Las omisiones en que incurran los herederos a este respecto los hará
responsables de los perjuicios que sufran los intereses del mandante;
6. Por la quiebra o insolvencia del mandante o del mandatario.
i) Ello es lógico por que un mandatario insolvente o en quiebra no merece
confianza administrando negocios ajenos si no ha sabido administrar sus
negocios propios y
ii) En caso de la quiebra del mandante, la administración de sus bienes queda
entregada a un síndico de quiebras, que asume la representación del deudor
fallido y de la masa de acreedores.
7. Por la interdicción del mandante o del mandatario.
i) Ello es lógico por que un mandatario interdicto no puede administrar sus
propios bienes, menos los ajenos y
ii) En el caso del mandante interdicto, la administración de sus bienes queda
entregada a un curador de bienes.
8. Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en
ejercicio de ellas, y
9. Falta de uno de los mandatarios conjuntos. En efecto, conforme al artículo 2163, si
son dos o más los mandatarios y por la constitución del mandato están obligados a

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obrar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de las causas antedichas
pondrá fin al mandato.

K. Actos ejecutados por el mandatario después de expirado el mandato.


1. La regla general consiste en que los actos ejecutados por el mandatario una vez que el
mandato ha expirado, no obligan al mandante, es decir, le son inoponibles (sanción de
ineficacia jurídica, en virtud del cual los efectos de un acto no afectan o alcanzan a
terceras personas. Efecto relativo de los contratos). Sin embargo, esta regla general
tiene excepciones que vienen dadas por la buena fe de los terceros contratantes con el
mandatario (conflicto de intereses y de prueba, lo que en caso de conflicto, será
interpretado por el juez de la causa). Las excepciones concretas son:
i) Cuando el mandatario contrata con terceros ignorando que el mandato ha
expirado y esta situación es a su vez ignorada por los terceros que creen, de
buena fe, que contratan con el mandante. En este caso lo que el mandatario
haya hecho en ejecución del mandato es válido y da derecho o acción a los
terceros en contra del mandante, y
ii) Si el mandatario no ignoraba que el mandato había expirado, pero esta
circunstancia era desconocida por los terceros de buena fe con quienes contrató,
queda asimismo obligado el mandante, sin embargo, en este caso tendrá
derecho y acción para que el mandatario le indemnice.
2. Por último, el legislador para facilitar la prueba de la buena o mala fe de los terceros
que contratan con el mandatario, y de esta forma proteger al mandante diligente,
establece que cuando el hecho que originó la expiración del mandato hubiere sido
notificado al público por periódicos, y en todos los demás casos en que no pareciere
probable la ignorancia del tercero, podrá el juez, en su prudencia, absolver al
mandante del cumplimiento de las obligaciones frente a dichos terceros.

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