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All content following this page was uploaded by Angel De Juanas Oliva on 22 May 2014.
Resumen
1. INTRODUCCIÓN
El objeto del presente texto es ofrecer una panorámica general y actualizada que sirva
de soporte para conocer la labor de los agentes de intervención sociocomunitaria (ISC).
Finalmente, haremos un análisis más detallado sobre los principales agentes de ISC
haciendo especial hincapié en la colaboración entre profesionales y en las figuras del
educador social y del animador sociocultural.
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En la actualidad, la llamada sociedad del conocimiento está materializando la necesidad
constante que tiene el ser humano de adaptarse por medio del aprendizaje al mundo que
le rodea y, por ello, se constituyen mecanismos que ofrecen posibilidades educativas
para atender a los nuevos requerimientos sociales. En este sentido, se está produciendo
de modo progresivo una mayor interconexión entre el sistema educativo y otros
sistemas, en especial el productivo (Medina, 2005; Martín y Moreno, 2007; García
Aretio, Ruiz Corbella y García Blanco, 2008). Teniendo en cuenta este aspecto, no
debemos obviar que en definitiva el desarrollo económico ha sido uno de los factores
más determinantes del cambio global. A su vez, los avances científicos y tecnológicos
han posibilitado nuevas transformaciones y los medios de comunicación tradicionales se
han visto superados, dado que requieren nuevas reglas y procedimientos para ayudar a
los ciudadanos a desenvolverse dentro la denominada cultura de masas en la que se
generan tendencias sociales, valores, actitudes y políticas, se potencia la actividad
comercial y se promueve la universalización de la información.
Del mismo modo, cabría hacer alusión a los procesos de individualización que atañen a
las sociedades actuales. De tal forma que podemos afirmar que la vigente orientación
individual de la sociedad ha supuesto cambios drásticos en las relaciones
interpersonales y en las formas en las que se producen, llegando a provocar nuevas
situaciones de exclusión social dentro de una sociedad multicultural, rica y diversa.
“(…) se puede hablar de que una comunidad existe cuando hay personas que así lo sienten, así lo
manifiestan y así se consideran”.
Otro término afín, es acción comunitaria. Sobre el mismo, Llena et al. (op.cit.)
consideran que no existe unanimidad al respecto del concepto o la terminología más
apropiada para recoger este espectro. Tal y como apuntan los autores, esta expresión
surge de la simbiosis entre los conceptos acción y comunidad y vendría a interpretarse
como:
“Un marco conceptual amplio, polisémico y diversificado en el que caben disciplinas y prácticas
muy variadas. La acción comunitaria, (…) es el terreno de todos porque no es, en realidad, el
terreno exclusivo de nadie”.
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merece la pena hacer una reflexión más profunda del vocablo enraizando sus orígenes a
las aportaciones del sociocontructivismo. Como es sabido, el construccionismo social
evidencia una perspectiva dialógica de la educación por lo que se acentúa la dimensión
“comunicacional” entre los miembros de una comunidad.
Habida cuenta del contexto social en el que estamos inmersos, así como los nuevos
requerimientos educativos que se han indicado, nos aproximamos a la expresión
intervención sociocomunitaria (ISC) desde una dimensión pragmática e intersubjetiva
ya que se requiere saber las características concretas de los miembros de la comunidad
con la que se trabaja; si existe o no un sentimiento de pertenencia a la misma por parte
de ellos; y, las implicaciones que tienen para ser parte de una comunidad.
Desde esta perspectiva, consideramos que la ISC cobra pleno sentido en tanto que
pretende mejorar la situación social de un sujeto o colectivo para dar respuesta a una
serie de problemas comunitarios buscando en último término la transformación social.
Así pues, entendemos que la ISC asume dos tareas básicas, por un lado la difusión de
los beneficios de la práctica social democrática en comunidad, y por otro, asegurar que
cada individuo, grupo o pueblo pueda participar de manera autónoma y responsable en
la creación y deleite de los bienes sociales.
Por tanto, en este escenario resulta obvio que, en un sentido amplio, cualquier persona
podría ser susceptible de ser potencialmente agente de ISC y, en consecuencia, no
existiría exclusividad por parte de una o varias figuras profesionales. No obstante, bajo
nuestro punto de vista y sin entrar a valorar las consecuencias que se derivan de esto,
entendemos que la ISC debe ser planificada, ejecutada y evaluada, por lo que se
requieren una serie de competencias que únicamente se desarrollan a partir de procesos
formativos iniciales y permanentes.
Hoy más que nunca las demandas económicas y socioculturales obligan a preservar
diferentes modos de vida a la par que se han de promover cambios. Esta situación, junto
a las clásicas premisas de los sistemas básicos de prevención, hace necesaria la
intervención de los agentes de ISC dentro de las comunidades en nuevos sectores:
empresa, turismo, hospitales, medio ambiente, tecnología, medios de comunicación,
informática y telemática, financias y comercio, salud, asistencia social, etc.
Desde un punto de vista educativo actual, los encargados de la ISC deben presentar
diversas funciones que pueden ser identificadas dependiendo de lo que los autores
denominan “medio externo”, “medio interno” y “gestión” (Románs, Petrus y Trilla,
2000). Las funciones en el medio externo son aquellas que se desarrollan desde una
institución hacia el medio exterior. Por tanto, se pueden realizar intervenciones dentro
de un plan individualizado y/o dirigido a título individual o con núcleos familiares.
Desde este prisma, las funciones principales serían: informar, orientar, asesorar;
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elaboración y seguimiento de un plan de trabajo educativo. Igualmente, se tendría que
tener presente el desarrollo de una propuesta de detección y prevención de situaciones
de riesgo. En cuanto a las actuaciones con otras instituciones se tendría en consideración
la realización de propuestas hacia otros servicios, conjunto a un plan de trabajo
educativo.
Por otro lado, nos encontramos con aquellas funciones relacionadas con el medio
interno que son aquellas que se realizan dentro de un centro o institución. Se trata de
actuaciones que, por ejemplo, se llevarían a cabo en centros de menores, geriátricos o
centros abiertos para la infancia y adolescencia. En cualquiera de los casos, dependerán
del estilo, orientación y filosofía de cada centro.
Finalmente, las funciones de gestión que tienen que ver con aquellas que se desarrollan
indistintamente en uno u otro medio y que guardan relación la gestión de recursos y
servicios de la propia institución en la que se deben establecer prioridades sobre la base
de los intereses comunes y la propia capacidad humana y administrativa-económica.
Desde esta perspectiva, se requiere la contribución de todo un equipo de profesionales
de ISC que busque alternativas a las necesidades planteadas, genere iniciativas y lidere
proyectos de intervención social. Del mismo modo, la asunción de estas funciones por
parte de una institución no debe entrar en contradicción con la derivación coherente y
responsable de aquellos casos que precisen de la intervención de otros profesionales o
instituciones especializadas.
Una vez presentadas las diferentes funciones de los agentes de ISC, podemos
cuestionarnos sobre el tipo de actuaciones que desarrollan y qué roles deben asumir los
diferentes agentes de intervención.
Los tipos de actuación en la ISC son muy variados, sin embargo creemos conveniente
señalar a título indicativo aquellas de carácter más decisivo para el campo objeto de
estudio.
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de familias, educación de adultos, animación de personas mayores, creación de escuelas
de padres, educación de personas con déficits o discapacidades, etc.
En cualquier caso, estas actuaciones se puede decir que en determinadas ocasiones están
claramente diferenciadas pero en otras circunstancias pueden parecerse mucho y no
resulta sencillo delimitarlas. No obstante, las actuaciones presentadas representan un
punto de encuentro interprofesional en el que la especialización debe dar paso a la
integración de diversas disciplinas que han de colaborar conjuntamente. Al respecto, en
un mismo equipo de ISC se pueden encontrar educadores sociales, animadores
socioculturales, trabajadores sociales, sociólogos, psicólogos, antropólogos,
profesionales sanitarios, etc. Todos ellos con una formación muy variada, con un
lenguaje profesional propio, con unas competencias y un estatus profesional diverso
pero con un nexo común: la búsqueda de respuestas a las necesidades detectadas en la
comunidad y para la comunidad.
3.2. ROLES
Lograr que una sociedad o una comunidad sea más fuerte y compleja en los tiempos
actuales supone un desafío que requiere del desarrollo múltiples cualidades humanas y
profesionales. Diversos autores han indicado ciertos rasgos que permiten esbozar un
perfil de los agentes de ISC (Quintana Cabanas, 1993; Ander-Egg, 2000; Pérez Serrano,
2004). A partir de las aportaciones de estos autores se presentan algunos roles a tener en
consideración:
En primer lugar, facilitador del discurso sociocomunitario. Este rol encajaría con un
nivel de actuación de ayuda puesto que se pretende promover todo tipo de discurso
sociocomunitario de manera eficaz y en adelante generar procesos de participación
abarcando el mayor espectro posible de población. De esta manera, se trataría de
promover la participación voluntaria en instituciones y asociaciones que tengan un
marcado carácter solidario y humanizador. En este sentido, algunas vías de actuación
pueden ser: divulgar información, favorecer la interrelación entre ciudadanos, promover
el asociacionismo, promoción de la cultura a partir de visitas a foros culturales, museos,
conferencias, conciertos, etc. Consecuentemente con este planteamiento, los agentes de
ISC deberán ser capaces de iniciar y mantener relaciones con instituciones, grupos y
personas diversas.
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En segundo lugar, educador. Este rol guardaría relación con la actuación preventiva y
de ayuda dado que se trataría de que los agentes de ISC adopten funciones relacionadas
con la educación y la docencia a fin de abordar las diferentes problemáticas
sociocomunitarias y tratar de abordarlas desde una perspectiva preventiva. Desde esta
óptica, se deberá hacer un análisis de la realidad, emplear metodologías educativas
acordes a la población objetivo y estructurar el diseño de aquella información que se
pretende enseñar a fin de consolidar aprendizajes. Para poder desarrollar este rol se
requiere de una formación y madurez intelectual que permita ser flexible, creativo,
tolerante y cognoscitivo.
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4. Á
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y capacidades simples bastaría con un nivel formativo elemental. Para aquellos
ambientes en los que se precise de actividades precisas y utilización de técnicas
puntuales se requeriría cierta formación profesional al margen de un nivel reglado de
formación elemental. De otro modo, para responsabilidades de coordinación y
programación, así como de dirección y gestión se requeriría una formación secundaria
profesional e incluso, en determinados casos, formación superior.
Una vez tomada en cuenta esta premisa, los ámbitos de actuación o escenarios
profesionales son muy diversos, así pues desde la perspectiva de la edad se puede hablar
de que se abarcan todos los sectores poblacionales a lo largo de la vida. Al respecto
Pérez Serrano (2004) indica tres grandes ámbitos que guardan relación con la propuesta
del Real Decreto 1420/1991 de 30 de agosto: animación sociocultural que guarda
relación con la pedagogía del tiempo libre y la educación complementaria a la escuela;
educación de adultos y mayores que atiende a la educación básica, a la formación socio-
laboral y otros campos formativos de carácter cívico, familiar, cultural, etc; y,
finalmente, la educación social especializada que comprende la inserción social de
personas inadaptadas y minusválidas.
A pesar de las múltiples categorías relacionadas con los ámbitos de actuación de los
agentes de ISC no resulta sencillo delimitar o poner fronteras a la acción de estos los
mismos en diferentes escenarios. Según Romans et al. (2000) la principal complicación
de marcar fronteras muy precisas en los distintos ámbitos es la interacción que se
produce en los distintos agentes y la complejidad de los problemas sociales. No
obstante, separar los campos de intervención tiene su interés dado que en determinadas
situaciones puede ser de utilidad para distinguir identidades profesionales y perfiles que
en el ejercicio profesional pueden no estar claramente diferenciados.
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5. FORMACIÓN DE LOS AGENTES DE INTERVENCIÓN SOCIAL Y
DESARROLLO COMUNITARIO
“(…) aquel que tiene capacidad de obrar, que realiza la acción del verbo y que
a primera vista parecería neutro”.
Por este motivo y dado que la realidad social es cambiante, la ISC requiere de
profesionales competentes acordes a los nuevos requerimientos. A tal efecto, es
importante resaltar la influencia que en la sociedad española han tenido las propuestas
adoptadas por la propia Unión Europea y su impacto en nuestro sistema educativo
superior y de modo similar en la formación profesional.
En otro sentido, nos encontramos con la reforma de los ciclos formativos de formación
profesional de la familia de servicios socioculturales y a la comunidad. Estos estudios
comprenden los ciclos formativos de grado medio: técnico en atención sociosanitaria; y
los ciclos formativos de grado superior: técnico superior en Animación sociocultural
(TASOC), técnico superior en Educación Infantil, técnico superior en Integración social
y técnico superior en Interpretación de Lengua de Signos. Estos títulos se encuentran en
constante estado de revisión y transformación por parte del Instituto Nacional de las
Cualificaciones (INCUAL) dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia. Por otro
lado, se debe tener en consideración que los técnicos de estas especialidades han de
trabajar bajo la supervisión general de licenciados, diplomados o graduados.
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6. COMPETENCIAS DE LOS AGENTES DE ISC
Teniendo en cuenta esta propuesta, los agentes de ISC deben estar preparados para
adquirir conocimientos que les proporcionen el suficiente bagaje científico, legal,
administrativo, etc. Es decir, deben tener conocimientos: saber.
Del mismo modo, deben ser capaces de desempeñar su función educativa dese un punto
de vista técnico y estratégico. En definitiva, han de ser capaces de saber hacer.
Finalmente, los agentes de ISC deben ser capaces de relacionarse dentro del conjunto de
relaciones interactivas que se establecen durante los procesos de intervención
sociocomunitaria. Por lo tanto, deben saber relacionarse o saber ser.
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utilización adecuada del ocio y el tiempo libre, así como al desarrollo comunitario.
Asimismo, potencian la colaboración de los miembros de la comunidad fomentando la
participación, la solidaridad y la ayuda mutua.
En cuanto a los educadores sociales, durante años se han ocupado de incorporar a los
sujetos a la diversidad de las redes sociales y la promoción socio-cultural (Vallés,
2009).
La figura del educador social surge, en España, a mediados del siglo pasado para apoyar
en la resolución de problemas carenciales de ese momento histórico. Desde su aparición
hasta la fecha, la historia de la Educación Social constituye todo un ejemplo de progreso
en relación a los reconocimientos a su labor profesional. Durante décadas las reformas
educativas han ido dejando paso a estos profesionales hasta alcanzar el nivel
universitario. No obstante, se ha de tomar en consideración que desde 1951, los
educadores sociales han estado representados por la Asociación Internacional de
Educadores Sociales (AEJI). Precisamente, la Oficina Europea de la AEJI considera que
la educación social es: “(…) una profesión constituida por una combinación de
conocimientos teóricos, habilidades prácticas y compromiso (…) Para trabajar por la
integración de grupos marginados e individuos están obligados a identificar y a
oponerse a los mecanismos de exclusión de la sociedad”.
8. CONCLUSIONES
Los agentes de ISC vienen realizando funciones polivalentes que junto a los cambios
sociales han promovido el desarrollo de nuevos roles que caracterizan su perfil
profesional. A su vez, estos cambios han traído consigo diversos retos y dificultades que
han de ser considerados. Así por ejemplo, la polivalencia ha derivado en la indefinición
del campo de trabajo y el solapamiento de tareas entre profesionales. Del mismo modo,
como señalan Román et al. (2000), la falta de concreción en el escenario de intervención
ha generado tensiones entre aquellos que poseen una gran experiencia pero escasa
formación y aquellos que poseen estudios pero carecen de experiencia. Junto a estas
dificultades, conviene tener presentes las irregularidades laborales y económicas, la
inestabilidad laboral, los problemas institucionales y la complejidad que surge de tratar
de rentabilizar los esfuerzos realizados cuando los mismos objetivos socioeducativos
provienen de distintas administraciones y orientaciones diversas.
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Asimismo, no debemos olvidar la falta de sistematización y frecuencia en la formación
continua de los agentes de ISC que supone una grave limitación en el desarrollo de sus
funciones. Tal y como señala Melendro (2010):
“Máxime cuando también se reconoce que el educador, con su bagaje personal, su experiencia y
formación, es la principal herramienta de trabajo, muchas veces la única (…)”.
REFERENCIAS
García Areteio, L., Ruiz Corbella, M., García Blanco, M. (2008). Claves para la
educación. Actores, agentes y escenarios en la sociedad actual (Madrid, Editorial
Narcea).
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Pachón Iglesias, C. (1988): Manual de Pedagogía de la inadaptación social (Barcelona,
Ediciones Dulac).
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