Sunteți pe pagina 1din 34

Vincent Nicolas

Betanzos
Cerros, caminos, tambos,
haciendas y rebeliones
© Vincent Nicolas, 2018
© Gobierno Autónomo Municipal de Betanzos, 2018

Primera edición: mayo de 2018

DL: 4-1-1142-18
ISBN: 978-99954-1-842-7

Producción:
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. c. Rosendo Gutiérrez
Teléfono: 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia
e-mail: plural@plural.bo / www.plural.bo

Impreso en Bolivia
CAPÍTULO 2

El territorio yampara (siglos XV-XVI)

Los estudios etnohistóricos y arqueológicos de las últimas cuatro décadas


han permitido acumular mucha información sobre el señorío yampara,
pero, por falta de una visión de conjunto, han contribuido a su vez a
difundir una imagen sesgada del mismo. En este capítulo, propondré
una reconstitución del territorio yampara prehispánico, sin embargo,
antes que nada, es necesario refutar algunos lugares comunes sobre los
yamparas que circulan en el imaginario colectivo como también entre
los especialistas. Un buen resumen de éstos puede encontrarse en el
libro Bolivia. Su historia, publicado recientemente por la Coordinadora
de Historia:

Los yamparaes más que una etnia o nación eran también un conglome-
rado de distintos pueblos ubicados en lo que hoy es el departamento de
Chuquisaca y en los alrededores de la ciudad de Sucre teniendo como
centro principal Hatun Yampara ubicado a una legua del actual pueblo
de Yotala. No tuvieron una cabecera en la puna ni tierras en el altiplano,
siendo prácticamente totalmente un señorío de valle…1

En contrapartida, el mismo texto describe a los qaraqaras como


“un grupo bastante homogéneo donde se hablaba solamente aymara”.

Al respecto, son necesarias dos observaciones breves.

1 X. Medinaceli (coord.), Bolivia. Su historia, tomo I, Coordinadora de Historia, La


Paz, 2015:148

[57]
58 BETANZOS

a. Sobre la supuesta heterogeneidad étnica de Yampara

Se ha deducido abusivamente una supuesta heterogeneidad étnica del


señorío yampara a partir de su situación lingüística en el siglo XVII con
hablantes pukina, aymara y quechua. Esta situación de multilingüismo
transitorio no puede ocultar el profundo fondo pukina de los ayllus yam-
para. Como bien lo ha recalcado Rossana Barragán,2 los nombres de los
ayllus yampara de Quila Quila y Yotala no son ni aymaras ni quechuas,
deben ser atribuidos a su origen pukina: Ques, Chororo, Lecopaya,
Capisu, etc. En cuanto a la supuesta homogeneidad del grupo Qaraqara,
ésta se verifica solamente en la mitad Norte del señorío (Macha, Pocoata
y Aymaya), estudiada por Tristan Platt. En la mitad Sur (o Chaquí), la
unidad lingüística podría ocultar una situación de heterogeneidad étnica
mucho más compleja.
Quedan varias interrogantes sobre la organización interna de Yam-
para en el periodo prehispánico, en particular sobre su estructura dual.
Thierry Saignes consideró que Yotala era el janansaya de los yampara
y Quila Quila su urinsaya, aspecto que Ana María Presta puso en duda
aseverando que estos pueblos aparecen sólo tardíamente en la docu-
mentación colonial como “cabeceras”.3 La reconstitución del territorio
precolonial que propongo aquí ayudará a mostrar que los yamparas
tuvieron, efectivamente, una organización dual y que la fundación del
pueblo de Yotala en sustitución de la antigua Jatun Yampara no modifi-
có fundamentalmente la distribución de las parcialidades. En cuanto a
Quila Quila, se trata a todas luces de una cabecera prehispánica; aunque
no haya muchas evidencias documentales de ello, existen las suficien-
tes evidencias arqueológicas (camino inca, pinturas rupestres, sitios
ceremoniales, etc.).4 Con todo, es posible afirmar que los yamparas ya
tenían, antes de los incas, una organización política sólida, estructurada,
conforme al dualismo andino, en dos parcialidades y con un sistema de

2 R. Barragán, ¿Indios de arco y flecha?, ASUR, Sucre, 1994:76


3 A. M. Presta, “Los valles mesotérmicos de Chuquisaca entre la fragmentación te-
rritorial yampara y la ocupación de los migrantes qaraqara y charka en la temprana
colonia”, en A. M. Presta (ed.), Aportes multidisciplinarios al estudio de los colectivos
étnicos surandinos, Plural, La Paz, 2013: 34-35.
4 Ver M. Lima, “La política imperial inka en el Norte de Chuquisaca: cambios y
reestructuraciones en la capital yampara de Quila-Quila”, en: S. Alconini et. al.,
El inkario en los valles del Surandino boliviano: los yamparas entre la etnohistoria y la
arqueología, CONICET, Córdoba, 2013.
EL TERRITORIO YAMPARA 59

autoridad étnica basado en linajes nobles. El linaje Aymoro aparece en


la documentación colonial como el de mayor relevancia antes y después
de la conquista española, aunque, probablemente, no fue el único.5 El
origen de los Aymoro está claramente ligado al ayllu Chororo y a la
parcialidad de Yotala, pero su mando, lejos de limitarse al ámbito local,
era de carácter regional. Francisco Aymoro padre fue gobernador de
toda la provincia inca de Yampara (incluidos sus mitimaes); Francisco
Aymoro hijo fue proveedor de campo del virrey Francisco de Toledo
en sus jornadas contra los chiriguanaes antes de asumir el cargo de
cacique principal de los yamparas de Yotala y Quila Quila; y su hijo,
Juan Aymoro, recibió el nombramiento perpetuo de “alcalde mayor
de todos los dichos caciques indios e principales de toda esta ciudad
[de la Plata] y su comarca”.6 En tiempos del Inca, se estableció una
capital administrativa con jurisdicción sobre las dos parcialidades en
el pueblo prehispánico de Hatun Yampara.7 Como recalca Ana María
Presta, ‘Hatun’ era un título honorífico dado por el Inca en señal del
establecimiento de un asiento incaico importante: Hatun Colla, Hatun
Quillacas, Hatun Yampara, etc.

Cuadro 2.1 Ayllus yampara de Quila Quila y Yotala

Ayllus de Quila Quila (1596) Ayllus de Yotala (1673)


Capisu Ylata
Picacholo Cori
Quilaquila Cororo
Habacaya Cachipoco
Yscota Chororo
Chacabuco (o Cacabuco)* Poco
Tapchi Cochioque
Lecopaya Apapaya
Capactala Saha
Ques
Fuente: ec 1787.52 y ec 1673.19
*Ambas grafías existen en el documento.

5 Sobre el linaje Aymoro, el lector encontrará muy buena información en M. Pache-


co, Entre la legalidad y la legitimidad. El posicionamiento político del cacique yampara
Francisco Aymoro II en Charcas 1570-1620, Sucre, ABNB FCBCB, 2012.
6 M. Pacheco, Ibíd., 2012: 97.
7 La ubicación exacta de Hatun Yampara sigue siendo incierta.
60 BETANZOS

En el sistema nominativo aymara, los nombres de ayllus indican


jerarquías internas (qullana, mayor, sulk’a, menor, jila, hermano, etc.) o
eventualmente linajes, pero no topónimos, a diferencia de los nombres de
markas. El sistema nominativo yampara (o sea pukina), en cambio, tiene
la particularidad de que los nombres de ayllus funcionan también como
topónimos, lo cual nos ayuda a rastrear su presencia en el territorio.8

b. Sobre la supuesta ubicación de Yampara dentro


del departamento de Chuquisaca

Según una idea muy difundida, el antiguo señorío yampara se encontraría


casi exclusivamente dentro del departamento de Chuquisaca, “dentro
de las provincias Oropeza, Yamparaes y Zudañez”, precisó Teresa Gis-
bert.9 Sin embargo, nada es más falso, el señorío se extendía de manera
continua (sin interrupción) desde Luje hasta Thumilki, tal como reza un
documento de 1562:

…al Sur de la Plata se hallan Yotala, Alcantari, Hatun Yampara, Escana;


hacia el poniente Quilaquila sobre el Pilcomayo, algunas casas sobre el río
Cachimayo; hacia el Noroeste, Moromoro de indios Charcas; al Norte
Luxe y dos pueblos de Incas, Oruro y Pacrane y hasta Potosí, llegan hasta
Mataca y el pueblo Quemado.10

Para entender las raíces de este equívoco es necesario remontarnos


a la publicación del mapa de los señoríos aymaras hecha por Thérèse
Bouysse-Casssagne, en un artículo de 1978, dedicado a mostrar la pre-
sencia de un dualismo Urcosuyo/Umasuyo a lo largo del eje acuático

8 De los diez ayllus de Yotala y los nueve de Quilaquila, sólo uno parece ser clara-
mente aymara: Ilata (también escrito en otros documentos Ilahata), que significa
ayllu hermano. Entre los chichas se puede comprobar que los nombres de ayllus
cumplían también la función de topónimos: Chalavi, Pekajsi, etc.
9 T. Gisbert, S. Arze, M. Cajías, Arte textil y mundo andino, Plural, La Paz, 2006: 254
(3ra ed.).
10 Citado en C. Julien, “Oroncota entre dos mundos”, en A. M. Presta (ed.), Espacio,
etnias, frontera, Sucre, ASUR; 1995: 106. La referencia dada por A. M. Presta y M.
del Río es CGGV (Colección Gaspar García Viñas) 1558-1562, Biblioteca Nacio-
nal, Buenos Aires. Se trata, por lo tanto, de un documento del Archivo General de
Indias (Sevilla, España) transcrito por el bibliotecario de la Biblioteca Nacional de
Argentina, Gaspar García Viñas a principios del siglo XX.
EL TERRITORIO YAMPARA 61

Río Azángaro-Titicaca-Desaguadero-Poopó. En el mapa, mucho más


difundido que el propio artículo, el señorío yampara no aparecía y, de
hecho, no faltaron motivos a la autora para excluirlo de la representación
gráfica. Su artículo se basaba esencialmente en la Relación general de la
villa imperial de Potosí escrita en 1585 por Luis Capoche, un documento
que hacía mención a las capitanías de mita clasificándolas en urcosuyo y
omasuyo. Pero los yamparas nunca fueron sometidos a la mita de Potosí
y su territorio no estaba situado sobre la cuenca endorreica del altiplano
(el eje acuático urco-uma, en términos de Bouysse-Cassagne), sino sobre
las dos mayores cuencas de Sudamérica: las de Pilcomayu y Amazonas.
Además, el señorío yampara no daba señales de ser aymara. Pero, si la
ausencia del señorío yampara en el mapa se justificaba plenamente, la
presencia, en cambio, de un desproporcionado territorio chichas era
problemática e introducía cierta confusión.
En Qaraqara Charka, los autores propusieron una versión remozada
del mismo mapa donde esta vez aparecía el señorío yampara aunque
limitado a su mínima expresión.11 En este caso, el objeto de estudio
estaba focalizado más al Sur en la provincia de Charcas, lo que explica,
en parte, esta modificación. Debieron haber influido también, en esta
última representación, las publicaciones de Teresa Gisbert,12 Rossana
Barragán13 y Ana María Presta.14
El mapa de Rossana Barragán del territorio yampara de Yotala y
Quila Quila, al basarse esencialmente en la repartición de tierras de
Pedro Osores de Ulloa de 1596, es una fiel representación del territorio
yampara postoledano, pero no da cuenta de las posesiones anteriores a
1573. La idea de un territorio yampara limitado al departamento de Chu-
quisaca salió reforzada con este mapa, pero esta visión sólo es correcta
si la situamos en el contexto posterior a las reducciones.15 Asimismo, la
imagen de un territorio fragmentado y salpicado, que propone Ana María
Presta, es también correcta si se refiere a la temprana colonia después

11 T. Platt, T. Bouysse-Cassagne, O. Harris, Qaraqara Charka, Plural, La Paz, 2006:


45.
12 T. Gisbert, S.Arze y M. Cajías, Arte textil y mundo andino, Plural, La Paz, 2006 (3ra
ed.)
13 R. Barragán, ¿Indios de arco y flecha?, ASUR, Sucre, 1994.
14 A. M. Presta (ed.), Espacio, etnias, fronteras, ASUR, Sucre, 1995.
15 El mapa consideró únicamente dos asentamientos yamparas al sur del Pilcomayu:
Poco Poco y Oroncota.
62 BETANZOS

de las múltiples fragmentaciones provocadas por las conquistas incas y


españolas, y antes de las reducciones.16
Los estudios arqueológicos, por su parte, aceptaron como premisa
que el territorio yampara se limitaba a Chuquisaca y Oroncota, por lo
que no incluyeron el territorio de Potosí en sus prospecciones.17
A continuación, propondré una reconstitución del territorio
prehispánico del señorío yampara a partir de sus sucesivas transfor-
maciones desde el incario hasta la consolidación de las reducciones.
Haré especial énfasis en los datos relativos a las posesiones yampa-
ras ubicadas en el departamento de Potosí sobre el margen opuesto
del Pilcomayu. Completando estos datos con aquellos ya conocidos
sobre Yampara en Chuquisaca, será posible proponer una visión de
conjunto del asunto. Veremos así que el señorío yampara gozó de un
amplio territorio, sin discontinuidades, sobre el que perdió poco a
poco el control.

La conquista inca del territorio yampara, siglo XV

La conquista inca del Collasuyu es atribuida al Inca Yupanqui (Pachaku-


tec) hacia mediados del siglo XV.18 Ésta fue la primera conquista mas no
la última ya que fueron necesarias varias campañas militares para acabar
con la resistencia de las naciones sureñas. El Inca supo aprovechar las
oposiciones y las guerras entre señoríos para avanzar en su conquista. Es
así que logró vencer la resistencia de los collas aliándose con sus enemigos
lupacas, y luego derrotar a los pacajes, que controlaban el puente sobre
el Desaguadero, contornando su posición mediante una alianza con los

16 Ana María Presta insiste, en varios de sus trabajos, sobre el carácter discontinuo
e incluso “salpicado” del territorio yampara, pero es necesario distinguir entre un
“panorama salpicado” y una “ocupación salpicada” del territorio; el primero tiene
que ver con la percepción necesariamente fragmentaria del historiador(a), y la se-
gunda con la forma de ocupación fragmentada o no del territorio. El puntillisimo
del pintor George Seurat o el impresionismo de Turner, al que acude Presta (2013:
54), son técnicas pictóricas que traducen una percepción pero no la naturaleza de
las cosas, por lo tanto, no pueden aplicarse al conocimiento geográfico.
17 Una síntesis de los trabajos arqueológicos sobre Yampara pude encontrarse en S.
Alconini (ed.), El inkario en los valles del Surandino boliviano: los yamparas entre la
arqueología y la etnohistoria, CONICET, Córdoba, 2013.
18 M. Rostworowski, Pachacutec, IEP, Lima, 2001 (1953).
EL TERRITORIO YAMPARA 63

señores carangas.19 Estando ya más viejo, el inca Pachacutec decidió


mandar a sus hijos Amaro Topa Inca y Paucar Usnu a retomar el control
del collao que se había sublevado. Paucar Usnu murió durante la campaña
militar al intentar saltar sobre una trinchera repleta de leña ardiente. Pa-
chakutec decidió entonces escoger como heredero a otro de sus hijos, uno
más joven, Tupac Yupanqui,20 que concluyó la obra de su padre al vencer
a varias naciones del Collasuyo congregadas en el pukara de Oroncota.
Tras su derrota en Oroncota, los yamparas se convirtieron en aliados
importantes de los incas, ya que vivían en la frontera con los chirigua-
naes21 y eran indios guerreros de arco y flecha, susceptibles de resistir
las embestidas de sus enemigos. Se trataba, por lo tanto, de una alianza
de conveniencia mutua: el inca contaba con un aliado muy aguerrido en
la frontera oriental de su imperio y los señores yamparas podían contar
con el poderoso ejército inca para defenderlos en caso necesario.
En una probanza del cacique yampara Francisco Aymoro II,22 fechada
de 1586, Francisco Rimache, natural de la ciudad del Cusco y residente
en Chuquisaca, de más de 100 años, sostenía haber conocido a Huayna
Capa Inca y afirmó, en relación a Francisco Aymoro, que: “Estando
usando el dicho cargo de tal gobernador de esta provincia y cacique de
los Yamparaes tenía unas fortalezas en Dilava e otra en Conima y otra
en Cuscotoro”.23

19 Cobo, tomo II, Lib.2, p. 164-165, citado en M. Rostoworowski, 2001 (1953), p. 158,
y X. Medinacelli (coord.), Bolivia. Su historia, tomo I, Coordinadora de Historia,
La Paz, 2015, p.175.
20 M. Rostoworowski, Pachacutec, IEP, Lima, 2001 (1953): 245-246.
21 El término “chiriguanaes” es una denominación genérica que en la documenta-
ción colonial designa a aquellos grupos étnicos considerados “salvajes” que desde
las tierras bajas oponían resistencia y, a veces, asediaban a los incas y luego a los
españoles (T. Saignes, Historia del pueblo chiriguano, Plural, La Paz, 2007).
22 Retomo aquí la convención adoptada por Máximo Pacheco de llamar Francisco
Aymoro I al que fue gobernador en tiempos de la conquista y de la fundación de
Chuquisaca, y Francisco Aymoro II al que fue proveedor de campo de Francisco
de Toledo y murió en 1597.
23 AGI, Charcas, 44, citado en R. Barragán, ¿Indios de arco y flecha?, 1994. El ar-
queólogo Martti Pärssinen ha argumentado, a partir de esta citación, que el pukara
de Oroncota no era un fuerte yampara, sino chicha, lo cual es contradictorio con
varias otras fuentes tanto arqueológicas como históricas. Él basó su aseveración en
el relato de Betanzos de la muerte de Paucar Usnu en manos de los chichas. Sin
embargo, el cronista no sitúa estos hechos en Oroncota sino en Nasavacollo, en
territorio chicha. La toma de Oroncota, en cambio, fue descrita detalladamente por
el jesuita Bernabé Cobo (1582-1657) que hizo referencia a unos cantos y bailes de
las mujeres como estrategia de guerra inca, pero no menciona ninguna trinchera
64 BETANZOS

En otra probanza fechada en 1593, el español Francisco de Cuantías


afirmaba que: “el aguelo del dicho don Francisco Aymoro que ahora
gobierna había sido señor de mucho valor e que había hecho mucha
resistencia a los chiriguanos en Oroncota y Tarabuco”.24
El cronista fray Martin de Murúa narra que, cuando el Inca Huayna
Capac (el hijo y heredero de Tupac Yupanqui) estaba metido en la guerra
con los Cayambis, los chiriguanos se entraron a Cuscotoro y masacraron
a toda la guarnición avanzando incluso hasta Chuquisaca.

Llegando Huayna Capac a Tomebamba vinieron nuevas del Cusco, como


los chiriguanas habían salido en mucho número de sus tierras y entrando
en las del Inga, haciendo daños y destrozos increíbles, matando la gente que
estaba de guarnición en la fortaleza de Usco Turo y otra gran multitud de
la gente de la tierra, y con esta destrucción no habían parado hasta Chu-
quisaca que es la tierra adentro. Desto recibió grandísimo enojo Huaina
Capac y propuso vengarse dello, y mandó luego se aparejase un capitán
famoso y que tenía noticia de aquella tierra y gente, llamado Yasca, para
que en el Cuzco hiciese gente y soldados nuevos y, con el mayor ejército
que le fuese posible partiese a aquellas fronteras […]. Y habiendo reparado
las tierras destruidas y pobladas y fortificado los puestos necesarios para
prevenir lo que podía suceder en su ausencia, y dejando guarniciones en los
fuertes, como antes solía hacer, se volvió con el resto del ejército al Cuzco
con grande alegría de haber concluido aquella jornada dichosamente…25

En referencia visiblemente a este acontecimiento, Simón Lapaca,


testigo presentado por Francisco Aymoro II, dijo:

[Francisco Aymoro I] envió al inca Huaina Cava a que le enviase indios de


guerra para defenderse de los chiriguanaes. El cual le envió cantidad de indios
para ello… y repartió e dio todas las tierras de esta provincia de los charcas a
los indios mitimaes y advenedizos que el dicho Inga enviaba a esta provincia
y sabe que lo aprobó el dicho Inga e así se guarda hasta el día de hoy.26

de fuego. Sobre las interpretaciones de Pärssinen, ver M. Pärssinen y A. Siiriänen,


Andes orientales y amazonía occidental, UMSA-CIMA, La Paz, 2003: 193-195.
24 AGI, Charcas 79, f. 49. El testimonio de Francisco de Cuantías es importante
pero puede ser algo interesado: hay que recordar que él compró en remate ciertas
tierras situadas en el río Pilcomayu pertenecientes al cacique Aymoro y que éste
salió en defensa del comprador ante la oposición del cacique de Tinguipaya, Lope
de Mendoza, sobre las mismas (ABNB, EC 1587.9).
25 M. de Murúa, Historia general del Perú, Dastin, Madrid, 2001 (1613): 120-121.
26 AGI, Charcas 44 citado en M. Pacheco, Entre la legalidad y la legitimidad. El posicio-
namiento político del cacique Francisco Aymoro II, en Charcas 1570-1620, 2012: 38.
EL TERRITORIO YAMPARA 65

Este testimonio confirma, por lo tanto, que el ingreso masivo de mi-


timaes al territorio yampara y a la provincia Charcas remontaría al reino
de Huaina Capac. Murúa indica, por su parte, que ya había una guarnición
mandada por el inca en Cuscotoro, antes del ataque chiriguano, que fue
reemplazada y reforzada después. El Inca Huaina Capac, que ya había
experimentado una política de desplazamiento masivo de mitimaes en
Cochabamba,27 decidió emprender una política similar en el territorio
yampara. Producto de ésta son los asentamientos incas de Arabate, Paccha,
Presto, Huata y Tarabuco, a los que hay que añadir el Thumilki.
En contraparte, quizás por las muchas tierras cedidas al Inca, los
yamparas habrían recibido otras en el corazón mismo del Tawantinsuyu:
en Paucartambo y en Copacabana.28 La presencia de un ayllu Hatun
Yampara en Paucartambo podría interpretarse de dos maneras: podría ser
la señal de una relación privilegiada entre yamparas e incas, pero podría
deberse también a la necesidad de controlar de cerca a esta población
teniendo de rehén a una parte de ella en una región cercana al Cusco.
Según Máximo Pacheco, los incas establecieron en Choquechaca,
territorio yampara, “el más importante centro estatal de Charcas”.29 Apo-
yándose en la Nueva Crónica y buen gobierno de Guamán Poma de Ayala,
Pacheco sugiere que los españoles respetaron un orden ya establecido al
instalar en Chuquisaca el mayor centro de poder político, administrativo
y religioso de Charcas.

El dominio español

En julio de 1535, Aymoro salió de Hatun Yampara rumbo al tambo de


Aullagas, a orillas del lago Poopó, para reunirse con Diego de Almagro
que iba acompañado por el Inca Pawlu y el sumo sacerdote Willaq Uma,
a la conquista de Chile. Mediante cédula real del 21 de mayo de 1534,
el emperador Carlos V había nombrado a Francisco Pizarro gobernador
de un territorio de 200 leguas denominado Nueva Castilla, y a Diego de
Almagro gobernador de las siguientes 200 leguas hacia el Sur, que co-

27 Ver N. Wachtel, “La politique de colonisation de Huayna Capac”, en N. Wachtel,


Des archives aux terrains, EHESS Seuil Gallimard, Paris, 2014: 215-248.
28 A. M. Presta, “Los valles mesotérmicos…”, 2013:43. Thierry Saignes señala, ade-
más, tierras yampara en los valles de La Paz, de Combana y Ambaya (T. Saignes,
Los Andes orientales. Historia de un olvido, CERES, Cochabamba, 1985: 255, 258.
29 M. Pacheco, Entre la legalidad y la legitimidad…, 2012: 36.
66 BETANZOS

rresponderían a la Nueva Toledo. Animado, probablemente por Willaq


Uma y el propio Inca, Aymoro ofreció obediencia al conquistador y el
apoyo de sus valerosos guerreros flecheros para ir a la conquista de su
gobernación. Además, si damos crédito a la probanza de méritos de su
hijo, decidió bautizarse de inmediato. De todos los señores de la provincia
de los Charcas, fue probablemente el primero en bautizarse y en llevar un
nombre cristiano: desde entonces se llamó Francisco Aymoro. En toda la
campaña de Chile demostró mucha capacidad y voluntad al servicio del
adelantado Almagro: habilitó los caminos en el complicado paso de la
cordillera hacia Copiapó y llevó consigo sus guerreros y muchas vituallas.30
Las intenciones del Inca Pawlu son todavía un enigma. Hay quienes
sostienen que lo único que buscó fue dividir a las fuerzas enemigas llevan-
do al adelantado hacia el Sur, mientras su medio hermano, Manqu Inca,
preparaba una guerra de aniquilación contra los españoles del Cusco.
Otros afirman que hubo una genuina alianza entre Pawlu y Almagro en
contra de los hermanos Pizarro. Lo cierto es que las divisiones entre los
conquistadores, así como entre los incas, eran muy profundas, y cada uno
de los actores, a pesar de tener intereses divergentes, requería aliarse con
otros. Manqu Inca, otrora aliado de Pizarro, buscaba eliminar a todos los
españoles. Almagro quería eliminar a los Pizarro pero no a todos los espa-
ñoles. Pawlu quería eliminar a Pizarro y a Manqu Inca, su medio hermano,
aliándose circunstancialmente con Almagro. Pero, en esta compleja partida
de ajedrez, ninguno de los actores ponía todas sus fichas sobre la mesa.
Tristan Platt y Pablo Quisbert resaltaron, por ejemplo, que el Inca Pawlu,
a pesar de facilitar a Almagro el reconocimiento de su gobernación, le
mantuvo ocultas las riquísimas minas de su padre Huayna Capac en Porco.31
La guerra entre Manqu Inca y Pizarro duró tres años, de 1535 a
1538, y fue sangrienta. Hernando Pizarro, por intentar aflojar el cerco
que Manqu Inca mantenía sobre la ciudad de Cusco, mandó masacrar a
las mujeres sabiendo que en ellas descansaban la logística y la capacidad
de resistencia de los combatientes. El conquistador y el inca empezaron
a sostener una sangrienta correspondencia: Hernando devolvió a Manqu
200 de sus combatientes con la mano derecha cortada y éste respondió
mandándole las cabezas de los españoles caídos en combate.32

30 AGI, Charcas 79.


31 T. Platt y P. Quisbert, “Tras las huellas del silencio. Potosí, los incas y el virrey
Toledo”, en ABNB, Anuario 2007 Nº13, p. 389-428.
32 Anónimo, Relación del sitio del Cuzco y principio de las guerras civiles del Perú hasta la
muerte de Diego de Almagro 1535 a 1539, publicado por www.memoriachilena.cl.
EL TERRITORIO YAMPARA 67

Las noticias del cerco de Manqu al Cusco tardaron en llegar a


Almagro, probablemente porque el propio Inca Pawlu se encargó de
ocultárselas. El adelantado se enteró de los sucesos recién a su paso por
Atacama, cuando ya iba de regreso al Cusco. La probanza de Francisco
Aymoro II, indica que su padre acompañó a Diego de Almagro para
combatir a Manqu Inca y levantar el cerco del Cusco: “Yendo el dicho
don Francisco Aymoro con su gente contra el dicho inca como se le
mandaba por el dicho adelantado y por los españoles con mucho cuidado
que causaba espanto lo que hacía en el real servicio…”.33
Sin embargo, las actuaciones de Almagro fueron más complejas y
no se limitaron a liberar el Cusco; propuso a Manqu Inca unirse contra
Pizarro. Aunque, en un primer tiempo, el Inca pareció aceptar la alianza,
decidió finalmente rechazarla y Almagro tuvo que combatirlo con sus
tropas españolas e indias. El español logró levantar el cerco sobre el
Cusco e, inmediatamente después, hizo preso a Hernando y Gonzalo
Pizarro. Intentó luego tomar la ciudad de los reyes, donde se encontra-
ba Francisco Pizarro, el mayor de los hermanos, pero, finalmente, fue
vencido en la batalla de las Salinas, el 6 de abril de 1538, y decapitado
en el Cusco el 8 de julio del mismo año.
La probanza de méritos de Francisco Aymoro II guarda un prudente
silencio sobre las actuaciones de su padre entre el levantamiento del cerco
del Cusco y la fundación de la ciudad de la Plata, pero es de suponer que
combatió en el bando almagrista (que era, para él, el bando del Inca Pawlu)
hasta la debacle de las Salinas, cuando tuvo que huir con sus tropas hacia
el Qullasuyu. A pesar de su silencio, se sabe que Aymoro se sumó a la re-
sistencia de las naciones de Charcas en Cochabamba. Uno de los testigos
de probanza de los caciques Ayavire Coisara de Sacaca, un indio yampara
llamado Juan Tancoche, indicó haber ido al valle de Cochabamba “en
compañía de Aymoro que fue uno de los caciques que allí se juntaron”.34
Tras la derrota sufrida en el valle de Cochabamba hacia noviembre de
1538, el mallku Coysara dio obediencia a los españoles en Auquimarca.35
De allí, los conquistadores prosiguieron su ruta hasta Chuquisaca, donde
Francisco Aymoro les entregó las tierras de Wayapajcha para la creación
de un asentamiento español. Asimismo, contribuyó en 1540 con mucha
mano de obra a la edificación de la ciudad tras la repartición de solares

33 AGI, Charcas 79, Nº 22, f. 11v.


34 T. Platt, T. Bouysse-Cassagne y O. Harris, Qaraqara Charka…, 2006: 900.
35 T. Platt, T. Bouysse-Cassagne y O. Harris, Ibíd., 2006: 119-120.
68 BETANZOS

por Pero Anzures “a un tiro de arcabuz” del primer asentamiento.36 La


fundación de la ciudad de Chuquisaca (posteriormente llamada la Plata)
implicó, asimismo, una pérdida territorial considerable para los yamparas.
Según habría indicado un testigo de Francisco Aymoro, “el sitio donde
ahora de presente está la dicha ciudad poblada eran sus chacaras las más
principales que tenían desde el tiempo del Inga y aún antes”.37 El propio
encomendero de los yampara, Pablo de Meneses, coincidió en este juicio:

Al tiempo que se pobló la dicha villa de Plata el capitán Pero Anzures


siendo teniente de nuestro gobernador que la pobló, quitó mucha canti-
dad de tierra a los indios yamparaes […] y las dio a los pobladores de la
dicha villa en daño y perjuicio de los dichos indios porque les quitaron las
más tierras que tenían.38

Todas las tierras del valle de Mojotoro y Chuquichuqui, asegura


Máximo Pacheco, quedaron en manos de chacareros españoles.39 Acaba-
das las guerras civiles entre pizarristas y realistas en 1548, el pacificador
La Gasca hizo una nueva distribución de las encomiendas entre aquellos
que permanecieron fieles a la corona. Sin embargo, no había manera de
contentar a todo el mundo y, para preservar la paz, era necesario convertir
a los muchos soldados españoles en chacareros. En 1559, el virrey Hurtado
de Mendoza autorizó al cabildo de la ciudad de la Plata entregar tierras
consideradas baldías a los españoles, para que las puedan trabajar. Entre las
primeras tierras afectadas por esta disposición estuvieron los pastizales de
Lagunillas (Betanzos), Llave (Tarabuco) y Chacabuco (Puna). Chacabuco
es uno de los ayllus de Quila Quila, cuyas tierras de pastoreo estaban en
las pampas de Lequesana40 justo antes de bajar a Qunapaya.
Sin embargo, el problema, para los caciques y principales yampa-
ras, no radicaba en las pérdidas territoriales sufridas durante el incario
y la conquista española, sino en su demografía. Más que cualquier otro
grupo étnico, los yamparas parecen haber padecido una merma demo-
gráfica considerable, que, más allá de los factores generales ya conocidos
(epidemias, etc.), pudo haberse debido a su participación activa, como

36 J. Mendoza, La duda fecunda. Historia, lógica y psicología en la fundación de la villa de


Plata, Plural, La Paz, 2001: 115.
37 R. Barragán, ¿Indios de arcos y flecha?, ASUR, Sucre, 1994: 57.
38 M. Pacheco, Entre la legalidad y la legitimidad…, 2012: 47.
39 M. Pacheco, ibíd.
40 La pampas hoy denominadas de Lequesana o de Chinoli eran mencionadas en los
documentos coloniales como la pampa de Chacabuco.
EL TERRITORIO YAMPARA 69

combatientes de arco y flecha, en las guerras incas y españolas contra


los chiriguanaes, en la conquista de Chile y en la guerra contra Manqu
Inca. En la década de 1560, los yampara tenían la mala suerte de tener
un territorio inmenso y poco poblado, ubicado exactamente entre las
dos ciudades más importantes de Charcas, Potosí y Chuquisaca, y por lo
tanto objeto de todas las codicias. Frente a esta situación no encontraron
otra solución que vender.

El valle de Oroncota y el río de Turuchipa

El cerro Pukara de Oroncota fue el último bastión de la resistencia del


Qullasuyu a la conquista inca. Con sus 900 metros de verticalidad (de
2.020 a 2.900 msnm), es una fortaleza natural rodeada de ríos. Existe
hasta la actualidad una sola senda que conduce penosamente hasta la
cima, tras una caminata de unas cuatro horas. Según el jesuita Bernabé
Cobo, que recogió esa versión probablemente de boca de su informante
principal Alonso Topa Atau, nieto de Huayna Capac, todo el poderío
militar del Inca quedó burlado al toparse con este cerro inexpugnable.
El Inca tuvo entonces que idear una artimaña para hacer bajar a los
combatientes: decidió organizar fiestas, cada noche, al pie del Pukara,
con la esperanza de tentar a los guardias que custodiaban el ingreso al
cerro. La estratagema funcionó y los soldados del Inca lograron tomar
el cerro y vencer a los enemigos.

Salido el Inca de Tiaguanaco, entró conquistando las provincias de los


Carangas, Paria, Cochabamba y Amparaes, con las demás que caen en los
términos de los Charcas, de las cuales se huyeron muchos indios, y bus-
cando lugares fuertes donde poderse guarecer y defenderse del Inca, se
entraron de común acuerdo por los valles de Oroncota, adonde hallaron
una fortaleza natural por la disposición del sitio; porque era un gran cerro
de muchas leguas de box,41 cercado por todas partes de muy alta peña
tajada, y en lo alto tenía muchas tierras de labor, agua y arboleda. Aquí se
acogieron más de veinte mil indios con sus mujeres y hijos, con ánimo de
pasar su vida sin bajar más de aquellos riscos.
Teniendo aviso el Inca desta retirada y que era imposible poder conquis-
tar aquellos indios, por la gran fortaleza del sitio y porque tenían dentro
del cuanto habían menester para pasar la vida, dijo que él daría traza cómo

41 “de Box”: a la redonda.


70 BETANZOS

en muy breve tiempo viniesen a su obediencia. Mandó que le dibujasen


la fortaleza con la disposición que tenía; hiciéronlo así, y echó de ver que
la peña que la ceñía hacía un resquicio o portillo; y considerando que
por allí se podría entrar, no embargante que en aquella parte tenían los
contrarios sus centinelas, ordenó que luego frente del portillo hiciesen
un pueblo y pusiesen en él alguna gente de guerra; lo cual concluido con
extraordinaria brevedad, mandó que hombres y mujeres se juntasen todas
las noches a cantar y bailar, y que cuantos entrasen en el baile pudiesen
libremente escoger las mujeres que quisiesen, y que también las mujeres
gozasen de la misma licencia en escoger hombres a su gusto; de manera
que con toda libertad pudiesen darse a sus deleites camales, sin que nadie
se lo estorbase. (Esta manera de baile inventó entonces el Inca, al cual
llamaban los indios Cáchuay42 y lo usaron después durante su gentilidad.)
En cumplimiento del mandato real, salían todas las noches hombres y
mujeres a hacer estos bailes á vista de los enemigos, y pasados en ellos no
muchos días, las mujeres, instruidas por el Inca, comenzaron a llamar a las
guardas y centinelas del fuerte con cantares y requiebros, convidándoles
a que bajasen y gozasen de aquel bien que para todos era común y permi-
tido. A pocos lances, los rindieron y obligaron a que bajasen de su atalaya
y entrasen en el baile; con que dieron lugar a que diez mil soldados del
Inca, que estaban en celada, entrasen al fuerte y lo ganasen con prisión de
cuantos en él se habían encastillado.
La fama del poder y Vitorias maravillosas del Inca había ya penetrado las
provincias más remotas y puesto tan gran terror y espanto a los caciques
y señores dellas, que los más le enviaban sus embajadores ofreciéndole
paz y pidiendo ser admitidos por vasallos suyos; y él recibía con blandura
y amor a los que voluntariamente se le sujetaban, y hacía cruda guerra
a los que le resistían. Andando pacificando la tierra de los Charcas, le
vinieron mensajeros de las remotas provincias de Tucumán, enviados de
los señores dellas, que en nombre dellos le dieron la obediencia; y el Inca
envió allá gobernadores y mitimaes que les enseñasen los usos y leyes de
su reino.43

El Pukara de Oroncota, después de haber servido contra el Inca,


fue integrado dentro del dispositivo de defensa del Tawantinsuyu como
una pieza clave para el control de la frontera chiriguana.

42 “Kachua, baile asidos de las manos”, Diego Gonzales Holguín, Vocabulario de la


lengua general de todo el Perú llamada lengua qqichua o del Inca, UNSM, Lima, 1989
(1608).
43 B. Cobo, Historia del Nuevo Mundo, Sociedad de Bibliófilos Andaluces, Sevilla,
1892: 171-172.
EL TERRITORIO YAMPARA 71

Tras la conquista de Charcas, Francisco Pizarro otorgó, en 1540, a


Alonso de Camargo, como parte de su encomienda, el “pueblo que se
llama Oroncota de mitimaes churumatas y yamparaes y moyomoyos”.44
En la tasa de Toledo, se reportó un número reducido de 22 tributarios
churumatas, probable reliquia de un antiguo contingente de mitimaes.
Los churumatas estaban dispersos en distintos puntos de la frontera
chiriguana: en Yampara, en Chichas y en Tarija. En cuanto a los moyos-
moyos, se trata de otro grupo de frontera, con un padrón de asentamiento
similar al primero.45 El religioso Reginaldo de Lizárraga los consideraba
uno de los pueblos más bárbaros de todo el Perú, más incluso, según
él, que los urus del lago Titicaca. Acerca de unos valles de la ciudad de
La Plata, dice:

A una parte dellos viven algunos indios llamados Moyos, barbarísimos


en extremo, y holgazanes más bárbaros que los de la laguna de Chucuito;
estos comen cuantas sabandijas hay; culebras, sapo, perros, aunque estén
hediendo, y si pueden haber a las manos los potranquillos, no los perdo-
nan, y como tengan un sapo para comer aquel día, luego se tienden de
barriga en el suelo. No creo se ha descubierto, ni hay en este Perú, gente
más bárbara.46

En la década de 1560, el valle de Oroncota estaba notoriamente


despoblado debido a la merma demográfica de los yamparas y a los ata-
ques recurrentes de los chiriguanos. Por todo ello, los caciques yamparas
empezaron a vender sus tierras, que, lejos de limitarse al Pukara y sus
alrededores, abarcaban toda la cuenca del río de Turuchipa. En su estudio
sobre Oroncota, Catherine Julien ha examinado una serie de escrituras
públicas que permiten tener una idea bastante precisa de lo que pasó
en este valle. Aquí resumo los aspectos más relevantes de su estudio.47
En 1562, Sancho Guarastaca y Rodrigo Echero, caciques yamparas
de Oroncota, pidieron autorización del cabildo de la ciudad de la Plata

44 C. Julien, “Oroncota entre dos mundos”, 1995.


45 Mario Barragán muestra la extrema dispersión del grupo étnico moyos moyos
desde Atacama hasta Cochabamba, pasando por Carangas, Tarija y Oroncota. Ver
M. Barragán, “Mitmaqkunas de Tarija en territorio yampara: churumatas y Moyos
Moyos”, en S. Alconini (ed.) 2013:112-125.
46 R. de Lizárraga, Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata
y Chile, Buenos Aires, Biblioteca Argentina, 1916 [1605], tomo I: 246.
47 C. Julien, “Oroncota entre dos mundos”, en A. M. Presta (ed.), Espacio, etnias,
frontera…, 1995: 97-160.
72 BETANZOS

para vender unas tierras situadas al este del Pukara, sobre la banda del
Pilcomayu. Se trata de las tierras de Churipaya y la mitad de Tayagata,
límite con Soroma.

Como es notorio, los dichos mis partes tienen en sus pueblos mucha can-
tidad de chacaras, tierras y sementeras para sí y sus indios que, aunque
fuesen muchos más, hay para todos ellos y ahora tienen concertados con
Francisco Hernández de le vender ciertos pedazos de tierras en los re-
partimientos de los dichos mis partes que son donde dicen Churipaya y
la mitad de Tayagayta y Ormo que están doce leguas y más de esta ciudad
por precio de dos yuntas de bueyes buenos y una yegua buena y cincuenta
pesos en plata y una reja y las dos yuntas de los dichos bueyes con todos
sus aparejos de coyundas y melenas y arados y de lo más necesario…48

El mismo año, Hernando de León solicitó al cabildo de la ciudad


que le hiciera merced de unas tierras en el valle de Turuchipa,49 río arriba
de Oroncota, por considerarlas baldías. Tras verificar con Tomás de la
Barrera y fray Mateo de Velasco, residentes en Oroncota, que las tierras
no eran sembradas por nadie, el cabildo le concedió 15 fanegadas de
sembradura de maíz. Pero en 1582, León pidió nuevamente al cabildo ser
beneficiado con otras tierras en los altos de Chocarriba, llamadas Poco
y Quirula, para sembrar trigo. Hecha la averiguación, se encontró allí a
tres indios (uno dijo ser de Andamarca, otro de Carangas y el último de
Atun Cana), quienes afirmaron que las tierras eran de los yamparaes de
Yotala y de su cacique Rodrigo Echero. Preguntado sobre el particular,
Echero contestó que no tenía problema en ceder los altos de Poco, ya
que eran tierras improductivas, pero que se oponía con respecto a las
tierras de Quirula (que él llama Quiruoma). En 1587, la Real Audiencia
amparó a la parcialidad de Rodrigo Echero en las tierras de Quirula y
concedió a Hernando de León solamente la parte de Poco. Sin embar-
go, el español no parece haberse conformado con el fallo y, en 1590,
urdió una maniobra jurídica destinada a agrandar nuevamente su finca.
Hizo que Pedro Gonzales pidiera siete fanegadas de sembradura en una
parte colindante con su propiedad. Hernando de León, esta vez como
testigo, aseguró que nadie cultivaba estas tierras y que se las podía dar
al interesado. Pero, ni bien consiguió la confirmación de la merced,
Pedro Gonzales hizo redactar una escritura pública en la que declaraba

48 ABNB, EP 4, f.481 v. citado en C. Julien, Ibíd., 1995: 116.


49 En la parte más antigua del documento, Turuchipa está escrito como Torotipa.
EL TERRITORIO YAMPARA 73

haber adquirido las tierras en nombre de Hernando de León, verdadero


interesado. He aquí una muestra de los procedimientos capciosos a los
que solían recurrir los españoles para burlar la justicia del Rey.
En 1569, los mismos caciques Guarastaca y Hechero vendieron a
Gorbarán de Robles, abogado de la Audiencia de Charcas, unas tierras
colindantes con las chacaras de los churumatas (esto es al norte del
Pukara) y, diez años más tarde, las tierras de Checche y Soycochi, ubi-
cadas al otro extremo de la cuenca, a unos 30 kilómetros de Oroncota,
en una zona colindante con los ayllus killakas de San Lucas. Finalmente,
en 1586, Francisco Aymoro vendió a Diego de Ocampo la chacara de
Huayruro, que él decía poseer de sus antepasados y que corresponde a
la ladera oeste de la meseta de Oroncota con todas las nacientes del río
Huayruro hasta Huayllajara.50
Todas estas ventas y otras más, que señala Catherine Julien, bastan
para sostener que toda la cuenca del río Turuchipa, desde Chejchi hasta
el Pukara de Oroncota, era territorio de los yamparas de Yotala y que
sus caciques tuvieron que ceder poco a poco sus tierras ante la presión
de los chacareros españoles, la amenaza chiriguana y la falta de gente
para cultivarlas.
Dejando de lado la espinosa cuestión de la correspondencia entre
estilos cerámicos e identidad étnica, los datos etnohistóricos permiten
rechazar las afirmaciones de Martti Pärssinen en el sentido de que el valle
de Oroncota hubiese sido una área compartida entre Chicha y Chui, y
descartar la posibilidad, evocada también por el mismo Pärssinen, de
que los yamparas de Oroncota hubiesen sido mitimaes, dado que nadie
puede ser mitma dentro de su propio territorio.

50 Catherine Julien considera que la propiedad de Aymoro pudo abarcar hasta Molles
y Tambillos, pero también existe la posibilidad de que hayan sido adquisiciones
posteriores que se sumaron al predio de Huayruro, ya que la escritura de posesión
que menciona data de 1639 (C. Julien, 1995: 124-125).
74 BETANZOS

Leyenda
Asentamiento Yampara
Asentamiento Churumata
Pukara

Fig. 2.1 Mapa de Oroncota y el río de Turuchipa.

Chusamarca

En 1567, los caciques yampara don Luis Guarimola, don Pedro Cayo,
don Diego Tocoro, don Pablo Taca y Melchor Mola intentaron vender
sus tierras en el valle de Esquiri (escrito Isquiri y Asquiri) por tratarse
de un “valle despoblado” ubicado a “diez leguas de Hatun Yampara”.51
Finalmente lograron concretar la venta de las tierras de Melena Terma,
Soroche Chusamarca y Ataspaya, situadas en el mencionado valle, el 15
de febrero de 1571. Las tierras fueron vendidas a Francisco Muñiz que
terminó de pagarlas cuatro años más tarde, en Potosí, el cinco de enero
de 1575. Para perfeccionar el derecho propietario del español, Melchor
Mola, único sobreviviente de los vendedores, tuvo que pedir en 1582
a la Real Audiencia la autorización de venta. El argumento presentado

51 ABNB, EP 19, f. 589.


EL TERRITORIO YAMPARA 75

en 1582 era la lejanía de las tierras en relación a la reducción, pero se


trataba obviamente de un argumento a posteriori, ya que la venta se realizó
antes de la creación de las reducciones de Yotala y Quila Quila en 1573.
Don Juan Yuro, principal de Tarabuco, objetó la venta en 1582
arguyendo que sus indios habían recibido estas tierras del Inca Casiri
Capal (o Capac) para guardar allí los ganados del Inca. Melchor Mola no
negó tal situación, pero añadió que estos mitimaes estuvieron viviendo
en medio de los indios del ayllu Saha (uno de los ayllus de Yotala) “que
eran naturales de allí” hasta la conquista española, cuando se retiraron
definitivamente a Tarabuco. 52
Casiri Capac era un alto funcionario inca que actuó como amojona-
dor en varias otras provincias del incario.53 Ximena Medinaceli encontró,
en un documento de 1621, un testigo de 100 años que afirmaba haber
conocido todavía al Inca Casiri Capac. En el caso de Melena, ninguno de
los testigos presentados por las dos partes afirmó haber conocido de vista
a Casiri Capac. Eran probablemente demasiado jóvenes. Pero uno de
los testigos presentados por el principal de Tarabuco, de origen quillaca
de Condocondo, recordaba, en 1582, haber asistido a la visita del inca
Topa Atava. Como el testigo tenía tan sólo 50 años, es probable que el
hecho haya ocurrido muy poco tiempo antes de la conquista española.

Este testigo fue a las tierras de Saha y Esquiri muchos años con un gober-
nador del Inca que se llamaba Topa Atava el cual en nombre del Inga vino
a visitar todos los pastos de toda esta provincia y preguntando el dicho
Topa y tomando razón cuyas eran dichas tierras arriba dichas le dijeron
los indios que allí estaban que eran de los de Tarabuco que se los había
dado y repartido el Inga Casiri Capa […] y que estas dichas tierras les dio
el dicho Inga a los dichos indios pastores de Tarabuco para que guardasen
el ganado del dicho Inga…54

52 El pleito ha sido estudiado por Laura Escobari Querejazu en Caciques, yanaconas y


extravagantes (La Paz, 2015), sin embargo, sus conclusiones están falseadas ya que
ella sitúa erróneamente las tierras de Melena en Chuquisaca en lugar de Potosí,
y el interrogatorio en 1660 en lugar de 1582. El error se debe, probablemente, a
que el expediente de 268 fojas empieza con un pleito iniciado por los herederos
de Francisco Muñiz, presentado en 1655, pero además contiene traslados de do-
cumentos más antiguos.
53 Sobre sus actuaciones en la nación Sora, ver M. del Río, Etnicidad, territorialidad
y colonialismo en los Andes: tradición y cambio entre los Soras de los siglos XVI y XVII, La
Paz, IEB, 2005 y X. Medinaceli, “La marca de Oruro y el amojonador del Inka
Casiri Capac”, IEB, La Paz, 2006.
54 ABNB, EC 1660.5, f. 112.
76 BETANZOS

Otro testigo natural de Colquemarca y residente en Esquiri aseguró:

que su padre de este testigo anduvo en compañía del Inga Caina Capa
[sic] el cual dijo al testigo cómo las tierras de Calapaya y Mola Injuyo
y Saa, Tirma, Chussa las había dado a los indios de Tarabuco para que
guardaran sus ganados…55

Este último testimonio confirma que carangas e incas actuaban


de concierto en la región yampara, y corrobora también la cronología
propuesta por Medinaceli, situando las actuaciones de Casiri Capac en
tiempos de Huayna Capac.
Más allá de las objeciones planteadas, las declaraciones de los testi-
gos presentados por ambas partes permiten echar nuevas luces sobre las
estrategias tomadas por los caciques yampara para conservar el dominio
de sus tierras durante las décadas de 1540, 1550 y 1560.
Los yamparas, durante el gobierno de Francisco Pizarro, cosechaban,
a decir de Melchor Mola, mil cargas de maíz en el valle de Asquiri para
su encomendero Diego de Rojas. Muerto Pizarro, hicieron lo propio
para Pablo de Meneses, su nuevo encomendero. Sin embargo, a falta de
gente para poder cumplir con sus obligaciones, los curacas Pedro Cayo
y Diego Tocoro (padre de Melchor Mola) metieron en las tierras de
Melena y Chusamarca a unos indios chichas cuyo principal era llamado
Pedro Layco (o Llayco). Los principales de Tarabuco, al oponerse a la
venta, no dudaron en acusar a Melchor Mola de estar amancebado con
la hija de dicho principal y que, por ese motivo, acudía frecuentemente
al valle de Chusamarca. Más allá del chisme, es interesante notar que
los indios chichas se afincaron no solamente en el valle de Esquiri, con
la venia de los caciques yampara, sino también en Otuyo y Quivincha.
Efectivamente, el mismo Pedro Llayco aparece en 1595 como colindante
en el amojonamiento de la chacara y tambo de la quebrada, en su calidad
de alcalde de Otuyo.56
Luego, hacia 1560 aproximadamente, según los testigos, los mis-
mos caciques yampara pusieron a unos indios collas en Soroche Pampa

55 ABNB, EC 1660.5, f. 118.


56 ABNB, EC 1657.21, f. 111. El virrey Toledo asignó el servicio del tambo de la
quebrada de la leña a los indios yamparaes, lo cual sólo es comprensible si consi-
deramos que eran los colindantes más inmediatos del tambo en sus propiedades
de Quivincha (Fr. De Toledo, Memorial y ordenanzas, tomo I, Imprenta del Estado,
Lima, 1867: 232).
EL TERRITORIO YAMPARA 77

para que trabajen unas minas57 y, hacia 1570, arrendaron los pastos de
Sapalcocha a unos indios carangas para que cuidaran unas 40 yeguas
pertenecientes a Melchor Mola. Se ve que los caciques trajeron gente
de distintas partes y las acomodaron de acuerdo a sus especialidades pro-
ductivas: los chichas cultivaban maíz en las partes bajas, los indios collas,
probablemente exmitayos traídos de Potosí, explotaban las minas de
Soroche, y los carangas cumplían funciones de ganaderos en Sapalcocha.
Actualmente, los topónimos Melena, Terma, Soroche y Totora son
perfectamente conocidos y se ubican todos sobre la orilla sur del río
Mataca, frente al pueblo de Esquiri. En Soroche Pampa se encuentran,
tal como el documento lo dejaba suponer, unas minas abandonadas. En
cuanto a Sapalcocha, se trata de un vasto pastizal de altura que se conoce
actualmente como Sapalcochi. En cuanto a la tierras llamadas Saha en
el documento, no hay rastro de este topónimo en la actualidad, pero
por la ubicación presentada en el documento (“un pedazo de tierras
que está media legua poco más o menos del valle de Tirma que éstas
se llaman Saha”) podemos inferir que se trata del lugar hoy conocido
como Saya Marca.
Chusamarca es un nombre aymara que significa pueblo vacío o
abandonado, lo que refleja bien su situación en el siglo XVI, cuando los
caciques yamparas tuvieron que traer a unos indios chichas para intentar
repoblarlo. Hoy en día este topónimo no es muy usado, pero hay una
quebrada llamada Chusamarca encima de la cual se encuentra un caserío
conocido como Waka Wasi (corral de vacas), donde permanecen, según
comentan los lugareños, las ruinas de una antigua “iglesia”. En el lugar,
que aún no ha sido estudiado por arqueólogos, quedan muchísimos hue-
sos, mucha cerámica y varios enterramientos. Se encuentran, además,
los vestigios de una antigua construcción conocida como “iglesia” y una
muralla semicircular de grandes dimensiones (más de 100 metros de lon-
gitud). El sitio tiene la particularidad de mirar hacia el cerro Thumilki.
Las vasijas y tazones que pude fotografiar en mi visita a Chusamarca
(ver fotos 12d y 12f) son muy similares a aquellos estudiados por Claudia
Rivera en San Lucas y corresponden al estilo cerámico huruquilla.58 Se

57 El mismo topónimo, Soroche, hace referencia a la presencia del mineral del mismo
nombre en el lugar. Alonso Barba, en su Arte de los metales, menciona: “llaman co-
múnmente soroche a los metales que se cría el plomo” (Libro I, cap. XXXI, 1640: 58).
58 C. Rivera, “Estrategias de control imperial, movimientos poblacionales y dinámicas
regionales durante el período Tardío en la región de San Lucas, Chuquisaca”, en
C. Rivera (ed.) Ocupación inka y dinámicas regionales en los Andes, La Paz, Plural,
2014: 80-86.
78 BETANZOS

encontró también fragmentos de la tradición “estampada e incisa de


bordes doblados”, antes conocida en la literatura arqueológica boliviana
como “género gris” (foto 2.2g).59

Figura 2.2 El sitio de Chusamarca (Waka Wasi).

2.2a. La muralla de Chusamarca.

2.2b. La “iglesia”. 2.2c. Detalle de la “iglesia” con el


cerro Thumiki de fondo.

59 Claudia Rivera y Sonia Alconini destacan: 1) la amplia difusión geográfica de esta


tradición cerámica que se encuentra en los valles interandinos, subandinos y pie
de monte, lo que podría sugerir una influencia de las tierras bajas y el Chaco, y 2)
su larga permanencia histórica desde los desarrollos regionales tempranos hasta el
horizonte tardío e inca. Estas características permiten plantear que los contactos
con los pueblos chiriguanaes no fueron solamente belicosos, sino de intercambio
cultural. En la zona comprendida dentro del presente estudio, Alconini encontró
evidencias de esta tradición “estampada e incisa de bordes doblados” en Oroncota
y Quila Quila. Ver S. Alconini y C. Rivera, 2003: 153-177.
EL TERRITORIO YAMPARA 79

2.2d. Una vasija con borde evertido. 2.2e. Boleadoras líticas.

2.2f. Vaso pequeño campaniforme. 2.2g. Cerámica del “género gris”.

Tenemos, por lo tanto, un amplio territorio yampara que gravita en


torno a un asentamiento prehispánico, Chusamarca, cuya ubicación lo
relaciona con el cerro Thumilki.

Las reducciones de Yotala y Quila Quila

En 1570, Andrés Guarache y Miguel Choa, hijos legítimos de Gerónimo


Taquichire, “cacique principal que fue de los indios amparaes”, vendie-
ron unas tierras situadas en la quebrada de Cocta (o Socta) a Francisco
Pomaguanca. En este caso, la venta no se justificaba por la lejanía de
las tierras, ya que se encontraban a muy poca distancia de la ciudad de
Chuquisaca. La escritura de venta arroja un dato interesante: la chacra
de los dos hermanos colindaba con las tierras de Luis Barimola, entonces
cacique principal de Hatun Yampara.
80 BETANZOS

Tres años después, el licenciado Matienzo, visitador encargado por


el virrey de Toledo de reducir a los indios yampara, procedió a la fun-
dación de los pueblos de Todos los Santos de Yotala y San Sebastián de
Quilaquila.60 El inmenso territorio yampara que alcanzaba al menos 12
leguas de rayo alrededor de la ciudad de la Plata, según una fuente ya
mencionada de 1562, quedó limitado a apenas tres leguas alrededor de
sus reducciones. La tasa del virrey de Toledo da cuenta de una pérdida
territorial más drástica aún:

Todos los cuales dichos indios que son poblados en dos pueblos que el
uno se dice Yotala en que están reducidos doscientos sesenta y seis indios
de tasa que antes estaban poblados y divididos en treinta y un pueblos en
distancia de veinticinco leguas y el otro Quilaquila en que están reduci-
dos trescientos indios tributarios que estaban antes poblados y divididos
en veinte y siete pueblos en distancia de veinte leguas y los doctrinaban
dos sacerdotes y ahora los han de doctrinar otros dos en la forma que se
refiere.61

El título de tierras de Quila Quila otorgado por el juez de tierras


Pedro Osores de Ulloa, en 1596, permite comprobar que todas las
tierras de los yamparas de Quila Quila quedaron en un rayo no mayor
a tres leguas alrededor de su pueblo de reducción. Para muchos ayllus,
este abrupto reordenamiento territorial significó la pérdida definitiva de
muchísimas tierras. Por ello, los principales yamparas parecen haberse
resistido a la reducción. Según su probanza de méritos, fue necesaria la
intervención personal de Francisco Aymoro II, cuando éste aún no era
cacique principal y volvía de la guerra contra los chiriguanos en compañía
de Francisco de Toledo, para lograr concluir las reducciones de Yotala
y Quila Quila. He aquí el testimonio de Micael de la Torre Avendaño,
cura de Yotala:

Después de haber salido de la dicha jornada [contra los chiriguanos] vio


este testigo cómo estaba suspensa la reducción de los naturales de los
pueblos de Yotala y Quila Quila de la real corona para congregar y juntar
los indios y que fuesen doctrinados y enseñados en las cosas de nuestra
santa fe católica con más facilidad porque estaban poblados en diferentes
pueblos, guaicos y quebradas fueron sacados de ellos y traídos a el pueblo
principal donde ahora están reducidos todo lo cual se hizo y redució por

60 M. Pacheco, Entre la legitimidad y la legalidad…, 2012: 76.


61 AHCNM, CR 18, f. 119.
EL TERRITORIO YAMPARA 81

mano y orden del dicho don Francisco Aymoro […] y sabe este testigo
que respeto de la diligencia, solicitud y cuidado del dicho don Francisco
Aymoro están acabadas y hechas las reducciones y las iglesias de los pue-
blos de Yotala y Quila Quila de la real corona y muy buenas y populosas
y suntuosas cómo lo requieren.62

Según Joan de Illanes, vecino de la ciudad de la Plata, fue necesaria


toda la autoridad y la voluntad de Francisco Aymoro para cumplir una
tarea que ningún español hubiera podido lograr:

Y después que salió de la dicha jornada el dicho don francisco Aymoro halló
suspensas las reducciones y las prosiguió y continuó hasta que las acabó y
feneció. Ansimismo hizo y acabo las iglesias de los dichos pueblos de Yotala
y Quila Quila de la real corona de donde es cacique y gobernador que es
causa que los indios con facilidad sean doctrinados enseñados e industriados
en las cosas de nuestra santa fe católica lo cual hizo el dicho don Francisco
Aymoro sacando los indios de guaicos y quebradas donde estaban que si no
fuera por el dicho don Francisco no hubiera español que en mucho tiempo
lo hiciera y les quemó y deshizo las casas porque no volviesen a ellas, lo cual
hizo sin que los indios fuesen vejados ni molestados.63

No le tembló la mano a Francisco Aymoro al momento de imponer la


política de reducción; llegó incluso a quemar las casas de sus indios para
forzarlos a establecerse en sus reducciones y, por más que sus testigos
digan que usó la persuasión antes que la fuerza, sorprende lo drástico
de la medida.64
El virrey Toledo, consciente de los abusos que podía traer su políti-
ca, estableció en una ordenanza del 30 de agosto de 1575 que los indios
permanecían propietarios de todas las tierras que habían tenido que
abandonar fruto de la reducción y que quedaba prohibido venderlas, salvo
autorización de la Real Audiencia, en caso de tierras de particulares, y
del propio virrey, en caso de tierras de comunidad. Esta disposición no
impidió que los españoles quisieran aprovecharse de la situación para
apropiarse de nuevas tierras. Ante esta amenaza, los principales no tu-
vieron otra opción que acudir a la Real Audiencia y pedir autorización
para vender las tierras que quedaron fuera de sus repartimientos.

62 AGI, Charcas 79, Nº 22, f. 8 y 8 v.


63 AGI, Charcas 79, Nº 22, f. 12 v.
64 Vale aclarar que Francisco Aymoro no puede ser sospechoso de la quema del tambo
de Bartolo dado que, en 1562, ya era conocido como “pueblo quemado”.
82 BETANZOS

En 1573, los caciques yampara vendieron sus cocales de Pocona y,


el mismo año, el principal don Andrés Sili (o Sillo) vendió sus tierras de
Camali cerca de Poco Poco “por estar lejos del asiento de Yotala donde
le mandan reducir en el pueblo de indios yamparaes que al presente se
funda”.65 Francisco Aymoro II conservó para sí la chacara y viñas de Poco
Poco, pequeño remanente de su antiguo dominio sobre esta cuenca, y
la chacara de Escana, tal como mencionó en su probanza de méritos
de 1592. Conservó, además, otras cuatro propiedades: 1) la huerta de
Yotala, 2) la chacara de Arcaca, ubicada en Cachimayu, 3) la chacara de
Turipaya, ubicada frente a Poco Poco en la orilla opuesta del mismo río
y que, según reconoció en su testamento, pertenecía a los “indios del
ayllu Chororo”66 y 4) la Apacheta, una “tierra áspera” encerrada entre el
río Mataca, la quebrada de Casin y la quebrada de Soyco.67 La hacienda
de la Apacheta dio su nombre al cantón Llanta Apacheta (apacheta de
la leña) que, en 1912, llegó a denominarse cantón Millares.

Esquiri

En 1579, el principal de Quila Quila, Antonio Chamasti, vendió a censo


redimible (a crédito, diríamos hoy en día) las tierras de Esquiri a Domin-
go Santos y su mujer Ana de Gómez.68 La forma de pago es reveladora
del espíritu con el que la Real Audiencia autorizaba estas ventas: tenían
que contribuir a recaudar la tasa. Los compradores se obligaban a pagar
“para siempre jamás” a Antonio Chamasti y sus herederos la suma de 50
pesos corrientes cada año, a pagar en dos montos iguales a fines de junio
y fines de diciembre, épocas del cobro del tributo (San Juan, Navidad).
Y si querían redimir el censo, debían pagar en una sola cuota 700 pesos
corrientes, no al cacique, sino a la Real Audiencia.
Las tierras de Esquiri, cedidas por Chamasti, se situaban frente a
aquellas vendidas anteriormente por los principales de Yotala a Fran-
cisco Muñiz, sobre la orilla opuesta del río Mataca. Eran conocidas
como Orinacota y San Juan de Miraflores. Orinacota es un topónimo
ya desaparecido, pero el término Quta, en aymara, significa ‘laguna’ al

65 A. M. Presta, “Los valles mesotérmicos de Chuquisaca…”, 2013: 36


66 Citado en M. Pacheco, Entre la legalidad y la legitimidad…, 2012: 155.
67 ABNB, EC Ad. 1787.6.
68 AHCNM, EPL, 211.
EL TERRITORIO YAMPARA 83

igual que el topónimo quechua actual Ckochas (Quchas, lagunas).69 En


cuanto a San Juan de Miraflores, se cambió a San Jacinto de Miraflores,
hacienda que, por tener terrenos en la parte alta y en la orilla del río,
se convirtió rápidamente en una importante chacara “de viñas y de pan
llevar” (producía vino y trigo). Las colindancias mencionadas son el río
Mataca, la quebrada y laguna de Iscota, “las tierras de los indios yamparaez
del aillo de Chacabuco”, la quebrada de Ataspaya y el río de Chalquina.
O sea que el principal de Quila Quila vendió tierras propias (no se sabe
a ciencia cierta a qué ayllu pertenecían) colindantes con dos ayllus de su
misma parcialidad, Chacabuco e Iscota. Esta referencia nos deja entrever
que el territorio de los ayllus de Quila Quila se extendía desde Esquiri
hasta Chacabuco, lugar ubicado al otro extremo de las pampas, donde el
camino empieza a bajar a Conapaya (Qunapaya) y Mojotorillo.

Leyenda
Asentamientos de “los indios de Puna”
Asentamiento Qaraqara
Asentamiento Yampara
Thumiki

Fig. 2.3 El valle de Esquiri.

Colo Colo, Charco y Añavaya

En 1586, el cacique de Tinguipaya, Lope de Mendoza, reclamó para


él y sus indios tres pedazos de tierra llamados Allacti Pampa y situados

69 Si consideramos que Orinacota pertenecía a Quila Quila (Urinsaya de Yampara) y


Oroncota a Hatun Yampara (Aransaya de Yampara), podemos emitir la hipótesis
de que Oroncota deba entenderse como arancota (laguna de arriba) y Orinacota
como urincota (laguna de abajo).
84 BETANZOS

cerca del puente de Pilcomayu,70 que les pertenecían desde el tiempo del
Inca. Los terrenos colindaban, río arriba, con la propiedad del español
Pedro Portugal y, río abajo, con las tierras de Chintare, que, según los
testigos, pertenecían a los indios de Potobamba, pero que Francisco
Aymoro reclamaba como suyas. El pleito surgió a raíz de que otro es-
pañol de nombre Francisco Cuantías decía haber comprado los mismos
pedazos de tierra en remate público a Francisco Aymoro, quien defen-
dió su derecho como vendedor contra los “indios charcas de Chaquí,
Potobamba y Tinguipaya” y contra “los indios del ayllo Visisa”. En el
pleito, Francisco Aymoro dejó entrever ciertas rencillas entre las etnias
yampara y charcas. Efectivamente, se puede comprender que él, que
había aplicado a raja tabla las consignas de la reducción desalojando a
su gente de muchos lugares, veía de mal agrado a los indios “charcas” de
Tinguipaya y a los visisas de Chaquí disputarle tierras tan alejadas de sus
respectivas reducciones a nombre de un ordenamiento inca ya desapa-
recido. Según Francisco Aymoro, los tres terrenos en litigio, que él no
llama Allacti Pampa sino Colo Colo, Charco y Añabaya, iban desde “el
pie de la cuesta que suben al terrasgo” (El Terrado) hasta las tierras del
hospital de Potosí (ver capítulo 5) y, río arriba, hasta las tierras de Pedro
Portugal. Se sabe por otras fuentes que el nombre antiguo del tambo de
El Terrado era Apapaya,71 uno de los ayllus de Yotala, lo que confirma la
presencia de los ayllus yamparas en la vertiente sur del río Pilcomayu,
en la ruta que conduce de Chuquisaca al pueblo quemado de Bartolo.
Francisco Cuantías ganó el pleito y los indios de Tinguipaya tuvieron
que desalojar el lugar. A su vez, el juez de tierras Pedro Osores de Ulloa
atribuyó, en 1596, las tierras de Chintare al ayllu Tapchi de Quila Quila.
Pero los caciques de Chaquí no se dieron por vencidos y consiguieron,
posteriormente, que las tierras de Colo Colo, Anabaya y Vilcapujyo les
sean devueltas.72 Gracias a esta victoria legal, los visisas de Chaquí no
tuvieron que abandonar sus tierras y permanecieron por largo tiempo
en la doctrina de Potobamba.73

70 Sobre la ubicación del puente colonial sobre el Pilcomayu, ver capítulo 3.


71 ABNB EC 1652.2 y ABNB EC 1586.4.
72 El pleito entre Lope de Mendoza, Francisco Cuantías y Francisco Aymoro se
encuentra en el ABNB bajo la referencia EC 1587.9. En ese expediente no se en-
cuentra la sentencia de la Real Audiencia, pero encontramos eco de ella en un pleito
posterior entre Martín Puita, cacique de Chaquí, y Diego de Soliz sobre las tierras
de Colo Colo, Añabaya y Vilcapujyo, que se encuentra en ABNB EC 1604.17.
73 La tasa de Toledo correspondiente al repartimiento de Visisa y Caiza señaló a un
pequeño grupo de “catorce mitimaes sujetos a Chaquí” (AHCNM CR 18, f. 217).
EL TERRITORIO YAMPARA 85

Tanto los indios de Tinguipaya como los visisas de Chaquí afirmaban


estar en estos parajes del Pilcomayu por orden del Inca. Llama la atención
esta gran concentración multiétnica en un pequeño rincón con poca
tierra disponible. Esta distribución territorial obedecía a algo más que
a la simple voluntad de aprovechamiento de distintos pisos ecológicos.
La explicación más probable es que el Inca haya decidido confiar a los
qaraqaras de Pikachuri y Visisa el cuidado de su puente sobre el Pilco-
mayu. Él no confió esta responsabilidad ni a los ayllus de Tacobamba
ni a los de Quila Quila que vivían en el lugar y prefirió traer mitimaes
qaraqaras, otorgándoles tierras que Francisco Aymoro consideraba, aún
en 1586, como suyas (ver capítulo 3).

Cerrando la frontera étnica

Desde los valles del norte de Chuquisaca hasta el Pilcomayu, toda la fron-
tera occidental de Yampara era con los ayllus qaraqaras. Contrariamente
a su frontera oriental, que era bastante movediza y peleada debido a la
presencia chiriguana, la frontera occidental adquirió una mayor nitidez,
fruto de la pax incaica: comenzaba al norte con Moromoro y seguía, luego,
con Tacobamba. Cruzando el Pilcomayu, desde la cuesta de El Terrado
hasta el Thumilki, la frontera étnica seguía, grosso modo, el camino real. A
un lado del camino estaban los yamparas de Apapaya (El Terrado), Mojo
Poco, Otuyo y Quivincha, y por el otro estaban los qaraqaras en Vilcapujyo,
Potobamba, Yujani, Llauchuyoj, Quivi Quivi y Tecoya.
Acercándonos ya al enclave inca del Thumilki, se puede constatar
que, ahí también, los qaraqaras parecen haber gozado de un trato pri-
vilegiado por parte del Inca ya que sus asentamientos de Quivi Quivi y
Tecoya (correspondientes a los ayllus de Potobamba) fueron respetados
al mismo título que los de Coypasi, Huancarani, Jincha Pulo y Pignasi
(correspondientes a Chaquí), mientras que el territorio yampara fue

Estos mitimaes, aunque sujetos a Chaquí, estaban radicados en Vilcapujyo (doctrina


de Potobamba) con un principal llamado Diego Colque Chanpi (ABNB EC 1587.9,
f. 5). A pesar de ser un grupo poco numeroso, los visisas han perdurado mucho
tiempo en Potobamba sin diluirse en la estructura local. Es así que, a fines del siglo
XIX, había todavía originarios en Tecoya que se identificaban como pertenecientes
al ayllu Visisa. El documento (un pleito de tierras de 1877) dice: “Santos Flores
mayor de edad casado indígena tributario de Tecoya en el aillo Vicicsa”(AHCNM
EPL, 203).
86 BETANZOS

enteramente copado por mitimaes. La presencia de un ayllu Macsi en


Tecoya resulta un tanto misteriosa. Efectivamente, el nombre no es ni
aymara ni quechua y responde muy probablemente a una designación
pukina.74 Se trataría de un antiguo ayllu pukina que ha sobrevivido dentro
de una estructura política aymara.75
Traspasando el enclave inca, la frontera étnica entre Yampara y Qa-
raqara seguía el curso del río Mataca, hasta la comunidad denominada
significativamente Charcas. De ahí el río Mataca gira hacia el Este, y
por el margen sur del río ingresaba el territorio de los indios Sivaruyus
y Aracapis de Puna a la altura de Miculpaya. En una escritura de venta
de la hacienda de San Bartolomé de Ulti, de 1602, el vendedor señaló
como linderos de la chacara:

por una parte que es la de arriba con chacara de Pedro Martines de Xa-
rriesta por la parte de abajo con chacara que fue de Gaspar Contreras
que al presente es de Diego Hermoso Caro, el camino real que sube de
Mamahota a la pampa de Chacabuco de la otra parte del río con tierras de
los indios de Puna de Martin de Vergara.

La palca de Mamaota es mencionada también en el documento de


venta de las tierras de Melena y Chusamarca como su primer mojón.
Desde allí los yampara ocupaban ambas bandas del río Mataca: Quila
Quila por la banda izquierda, correspondiente a la pampa de Chacabu-
co, y Yotala por la banda derecha correspondiente a Melena.76 La palca
representaba probablemente un mojón prehispánico entre Yampara,
por una parte, y Sivaruyu Aracapi, por otra. Sin embargo, es importante
señalar que sobre este límite existía un asentamiento de mitimaes char-
cas, colocado ahí probablemente por el Inca. Efectivamente, el pueblo
de Calapaya, situado exactamente encima de Mamaota sobre el camino

74 Los topónimos Charujsi, en Chaquí, Pulacsi Tarcajsi y Pecacsi, en Vitichi, denotan


la misma raíz puquina. Los ayllus de Potobamba eran Collana, Sulcata, Hilave,
Caguayo y Maxsi (AHCNM CR 484).
75 Encontramos evidencia de otro Macsi en un documento de venta del ayllu Hilata
de Yotala. Las tierras denominadas Aramasi y Pasopaya fueron cedidas al español
Pedro López Manojo en 1590, por “estar metidas en frontera de Chiriguanos
donde no nos conviene labrar por el peligro”, reza la escritura de venta (citado en
M. Pacheco, 2012: 114). Ambas tierras están ubicadas al norte y noreste de Presto.
La pronunciación actual Aramaxi termina de confirmar que se trata del mismo
nombre.
76 Nótese que a orillas del río Mataca hay también una comunidad llamada Charcas.
EL TERRITORIO YAMPARA 87

de Oroncota, es mencionado, en la cédula de encomienda de Gonzalo


Pizarro, como una estancia de “setenta indios mitimaes Charca” sujetos
a Chaquí. Actualmente, la comunidad alberga un abundante material
arqueológico aún sin estudiar.
Se podría decir que, con estos elementos, el círculo está cerrado.
Sintetizando toda la información reunida hasta aquí, es posible proponer,
a partir de los despojos mencionados en los documentos coloniales, un
mapa del territorio yampara prehispánico. Además de la parte chuquisa-
queña del territorio ya detalladamente estudiada por Rossana Barragán,
destaca una amplia franja territorial en la vertiente opuesta del Pilcomayu,
establecida sobre las cuencas de los ríos Turuchipa, Poco Poco y Mataca.

Conclusión

A pesar del carácter inevitablemente fragmentario de las fuentes, se


puede vislumbrar un amplio territorio yampara sin discontinuidad
aunque con un padrón de asentamiento claramente diferenciado entre
la parcialidad de Yotala y la de Quila Quila, lo cual es un argumento a
favor de la existencia prehispánica de estas dos parcialidades. Todos los
señores y principales de Hatun Yampara que aparecen como tales en los
documentos resultaron ser de los ayllus de Yotala: Francisco Aymoro,
Luis Guarimola, Diego Tocoro, Melchor Mola, Rodrigo Hechero,
etc. Esto confirma, por lo tanto, que Yotala fue un pueblo fundado por
Matienzo para dar una nueva “cabecera” a una antigua parcialidad: la
de Hatun Yampara en un lugar que correspondía mejor a los criterios
españoles de asentamiento.
La parcialidad de Jatun Yampara (o Yotala) habría ocupado toda la
cuenca del río Turuchipa, incluido el valle de Oroncota, toda la cuenca
del río Poco Poco, la cuenca de Mataca la Baja, desde Otuyo hasta Pil-
comayu, y, en Mataca la Alta, habrían ocupado todo el margen oriental
desde Sorocche hasta el mojón de Mamaota. La parcialidad de Quila
Quila habría ocupado, en cambio, todas las pampas de Chacabuco (hoy
de Lequesana), desde Esquiri hasta Conapaya, donde empezaba el en-
clave inca del Thumilki.
La introducción de mitimaes en la época de Huayna Capac no fue
necesariamente percibida por los señores yamparas como una pérdida
territorial, ya que los mitimaes les ayudaban, más bien, a ejercer un
control efectivo sobre el territorio y a defenderlo de las incursiones
88 BETANZOS

chiriguanas. Las cosas fueron complicándose en la colonia, con la


aparición de chacareros españoles. La contratación de mitimaes era una
práctica que los señores yamparas mantuvieron durante la colonia, pero
que no fue suficiente para garantizar el dominio sobre su territorio. Por
ello, los caciques yamparas tuvieron que resignarse a vender muchas de
sus tierras, pero entonces surgieron conflictos de interpretación entre
ellos y los exmitimaes sobre lo que debía suceder, dentro del ordenamien-
to colonial, con las asignaciones de tierras establecidas por el Inca. La
imposición de la política de reducción, a la que se sumó militantemente
Francisco Aymoro, terminó de comprimir a su mínima expresión el antes
inmenso territorio yampara.
En vista de esta reconstitución histórica, se entiende la necesidad
de ampliar los estudios arqueológicos sobre Yampara al departamento
de Potosí, específicamente a las cuencas de los ríos Mataca, Poco Poco
y Turuchipa.

Leyenda
Asentamiento inca
Asentamiento Yampara
Asentamiento Qaraqara

Fig. 2.4 Mapa del territorio yampara, siglo XVI.

S-ar putea să vă placă și