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Betanzos
Cerros, caminos, tambos,
haciendas y rebeliones
© Vincent Nicolas, 2018
© Gobierno Autónomo Municipal de Betanzos, 2018
DL: 4-1-1142-18
ISBN: 978-99954-1-842-7
Producción:
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. c. Rosendo Gutiérrez
Teléfono: 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia
e-mail: plural@plural.bo / www.plural.bo
Impreso en Bolivia
CAPÍTULO 2
Los yamparaes más que una etnia o nación eran también un conglome-
rado de distintos pueblos ubicados en lo que hoy es el departamento de
Chuquisaca y en los alrededores de la ciudad de Sucre teniendo como
centro principal Hatun Yampara ubicado a una legua del actual pueblo
de Yotala. No tuvieron una cabecera en la puna ni tierras en el altiplano,
siendo prácticamente totalmente un señorío de valle…1
[57]
58 BETANZOS
8 De los diez ayllus de Yotala y los nueve de Quilaquila, sólo uno parece ser clara-
mente aymara: Ilata (también escrito en otros documentos Ilahata), que significa
ayllu hermano. Entre los chichas se puede comprobar que los nombres de ayllus
cumplían también la función de topónimos: Chalavi, Pekajsi, etc.
9 T. Gisbert, S. Arze, M. Cajías, Arte textil y mundo andino, Plural, La Paz, 2006: 254
(3ra ed.).
10 Citado en C. Julien, “Oroncota entre dos mundos”, en A. M. Presta (ed.), Espacio,
etnias, frontera, Sucre, ASUR; 1995: 106. La referencia dada por A. M. Presta y M.
del Río es CGGV (Colección Gaspar García Viñas) 1558-1562, Biblioteca Nacio-
nal, Buenos Aires. Se trata, por lo tanto, de un documento del Archivo General de
Indias (Sevilla, España) transcrito por el bibliotecario de la Biblioteca Nacional de
Argentina, Gaspar García Viñas a principios del siglo XX.
EL TERRITORIO YAMPARA 61
16 Ana María Presta insiste, en varios de sus trabajos, sobre el carácter discontinuo
e incluso “salpicado” del territorio yampara, pero es necesario distinguir entre un
“panorama salpicado” y una “ocupación salpicada” del territorio; el primero tiene
que ver con la percepción necesariamente fragmentaria del historiador(a), y la se-
gunda con la forma de ocupación fragmentada o no del territorio. El puntillisimo
del pintor George Seurat o el impresionismo de Turner, al que acude Presta (2013:
54), son técnicas pictóricas que traducen una percepción pero no la naturaleza de
las cosas, por lo tanto, no pueden aplicarse al conocimiento geográfico.
17 Una síntesis de los trabajos arqueológicos sobre Yampara pude encontrarse en S.
Alconini (ed.), El inkario en los valles del Surandino boliviano: los yamparas entre la
arqueología y la etnohistoria, CONICET, Córdoba, 2013.
18 M. Rostworowski, Pachacutec, IEP, Lima, 2001 (1953).
EL TERRITORIO YAMPARA 63
19 Cobo, tomo II, Lib.2, p. 164-165, citado en M. Rostoworowski, 2001 (1953), p. 158,
y X. Medinacelli (coord.), Bolivia. Su historia, tomo I, Coordinadora de Historia,
La Paz, 2015, p.175.
20 M. Rostoworowski, Pachacutec, IEP, Lima, 2001 (1953): 245-246.
21 El término “chiriguanaes” es una denominación genérica que en la documenta-
ción colonial designa a aquellos grupos étnicos considerados “salvajes” que desde
las tierras bajas oponían resistencia y, a veces, asediaban a los incas y luego a los
españoles (T. Saignes, Historia del pueblo chiriguano, Plural, La Paz, 2007).
22 Retomo aquí la convención adoptada por Máximo Pacheco de llamar Francisco
Aymoro I al que fue gobernador en tiempos de la conquista y de la fundación de
Chuquisaca, y Francisco Aymoro II al que fue proveedor de campo de Francisco
de Toledo y murió en 1597.
23 AGI, Charcas, 44, citado en R. Barragán, ¿Indios de arco y flecha?, 1994. El ar-
queólogo Martti Pärssinen ha argumentado, a partir de esta citación, que el pukara
de Oroncota no era un fuerte yampara, sino chicha, lo cual es contradictorio con
varias otras fuentes tanto arqueológicas como históricas. Él basó su aseveración en
el relato de Betanzos de la muerte de Paucar Usnu en manos de los chichas. Sin
embargo, el cronista no sitúa estos hechos en Oroncota sino en Nasavacollo, en
territorio chicha. La toma de Oroncota, en cambio, fue descrita detalladamente por
el jesuita Bernabé Cobo (1582-1657) que hizo referencia a unos cantos y bailes de
las mujeres como estrategia de guerra inca, pero no menciona ninguna trinchera
64 BETANZOS
El dominio español
para vender unas tierras situadas al este del Pukara, sobre la banda del
Pilcomayu. Se trata de las tierras de Churipaya y la mitad de Tayagata,
límite con Soroma.
Como es notorio, los dichos mis partes tienen en sus pueblos mucha can-
tidad de chacaras, tierras y sementeras para sí y sus indios que, aunque
fuesen muchos más, hay para todos ellos y ahora tienen concertados con
Francisco Hernández de le vender ciertos pedazos de tierras en los re-
partimientos de los dichos mis partes que son donde dicen Churipaya y
la mitad de Tayagayta y Ormo que están doce leguas y más de esta ciudad
por precio de dos yuntas de bueyes buenos y una yegua buena y cincuenta
pesos en plata y una reja y las dos yuntas de los dichos bueyes con todos
sus aparejos de coyundas y melenas y arados y de lo más necesario…48
50 Catherine Julien considera que la propiedad de Aymoro pudo abarcar hasta Molles
y Tambillos, pero también existe la posibilidad de que hayan sido adquisiciones
posteriores que se sumaron al predio de Huayruro, ya que la escritura de posesión
que menciona data de 1639 (C. Julien, 1995: 124-125).
74 BETANZOS
Leyenda
Asentamiento Yampara
Asentamiento Churumata
Pukara
Chusamarca
En 1567, los caciques yampara don Luis Guarimola, don Pedro Cayo,
don Diego Tocoro, don Pablo Taca y Melchor Mola intentaron vender
sus tierras en el valle de Esquiri (escrito Isquiri y Asquiri) por tratarse
de un “valle despoblado” ubicado a “diez leguas de Hatun Yampara”.51
Finalmente lograron concretar la venta de las tierras de Melena Terma,
Soroche Chusamarca y Ataspaya, situadas en el mencionado valle, el 15
de febrero de 1571. Las tierras fueron vendidas a Francisco Muñiz que
terminó de pagarlas cuatro años más tarde, en Potosí, el cinco de enero
de 1575. Para perfeccionar el derecho propietario del español, Melchor
Mola, único sobreviviente de los vendedores, tuvo que pedir en 1582
a la Real Audiencia la autorización de venta. El argumento presentado
Este testigo fue a las tierras de Saha y Esquiri muchos años con un gober-
nador del Inca que se llamaba Topa Atava el cual en nombre del Inga vino
a visitar todos los pastos de toda esta provincia y preguntando el dicho
Topa y tomando razón cuyas eran dichas tierras arriba dichas le dijeron
los indios que allí estaban que eran de los de Tarabuco que se los había
dado y repartido el Inga Casiri Capa […] y que estas dichas tierras les dio
el dicho Inga a los dichos indios pastores de Tarabuco para que guardasen
el ganado del dicho Inga…54
que su padre de este testigo anduvo en compañía del Inga Caina Capa
[sic] el cual dijo al testigo cómo las tierras de Calapaya y Mola Injuyo
y Saa, Tirma, Chussa las había dado a los indios de Tarabuco para que
guardaran sus ganados…55
para que trabajen unas minas57 y, hacia 1570, arrendaron los pastos de
Sapalcocha a unos indios carangas para que cuidaran unas 40 yeguas
pertenecientes a Melchor Mola. Se ve que los caciques trajeron gente
de distintas partes y las acomodaron de acuerdo a sus especialidades pro-
ductivas: los chichas cultivaban maíz en las partes bajas, los indios collas,
probablemente exmitayos traídos de Potosí, explotaban las minas de
Soroche, y los carangas cumplían funciones de ganaderos en Sapalcocha.
Actualmente, los topónimos Melena, Terma, Soroche y Totora son
perfectamente conocidos y se ubican todos sobre la orilla sur del río
Mataca, frente al pueblo de Esquiri. En Soroche Pampa se encuentran,
tal como el documento lo dejaba suponer, unas minas abandonadas. En
cuanto a Sapalcocha, se trata de un vasto pastizal de altura que se conoce
actualmente como Sapalcochi. En cuanto a la tierras llamadas Saha en
el documento, no hay rastro de este topónimo en la actualidad, pero
por la ubicación presentada en el documento (“un pedazo de tierras
que está media legua poco más o menos del valle de Tirma que éstas
se llaman Saha”) podemos inferir que se trata del lugar hoy conocido
como Saya Marca.
Chusamarca es un nombre aymara que significa pueblo vacío o
abandonado, lo que refleja bien su situación en el siglo XVI, cuando los
caciques yamparas tuvieron que traer a unos indios chichas para intentar
repoblarlo. Hoy en día este topónimo no es muy usado, pero hay una
quebrada llamada Chusamarca encima de la cual se encuentra un caserío
conocido como Waka Wasi (corral de vacas), donde permanecen, según
comentan los lugareños, las ruinas de una antigua “iglesia”. En el lugar,
que aún no ha sido estudiado por arqueólogos, quedan muchísimos hue-
sos, mucha cerámica y varios enterramientos. Se encuentran, además,
los vestigios de una antigua construcción conocida como “iglesia” y una
muralla semicircular de grandes dimensiones (más de 100 metros de lon-
gitud). El sitio tiene la particularidad de mirar hacia el cerro Thumilki.
Las vasijas y tazones que pude fotografiar en mi visita a Chusamarca
(ver fotos 12d y 12f) son muy similares a aquellos estudiados por Claudia
Rivera en San Lucas y corresponden al estilo cerámico huruquilla.58 Se
57 El mismo topónimo, Soroche, hace referencia a la presencia del mineral del mismo
nombre en el lugar. Alonso Barba, en su Arte de los metales, menciona: “llaman co-
múnmente soroche a los metales que se cría el plomo” (Libro I, cap. XXXI, 1640: 58).
58 C. Rivera, “Estrategias de control imperial, movimientos poblacionales y dinámicas
regionales durante el período Tardío en la región de San Lucas, Chuquisaca”, en
C. Rivera (ed.) Ocupación inka y dinámicas regionales en los Andes, La Paz, Plural,
2014: 80-86.
78 BETANZOS
Todos los cuales dichos indios que son poblados en dos pueblos que el
uno se dice Yotala en que están reducidos doscientos sesenta y seis indios
de tasa que antes estaban poblados y divididos en treinta y un pueblos en
distancia de veinticinco leguas y el otro Quilaquila en que están reduci-
dos trescientos indios tributarios que estaban antes poblados y divididos
en veinte y siete pueblos en distancia de veinte leguas y los doctrinaban
dos sacerdotes y ahora los han de doctrinar otros dos en la forma que se
refiere.61
mano y orden del dicho don Francisco Aymoro […] y sabe este testigo
que respeto de la diligencia, solicitud y cuidado del dicho don Francisco
Aymoro están acabadas y hechas las reducciones y las iglesias de los pue-
blos de Yotala y Quila Quila de la real corona y muy buenas y populosas
y suntuosas cómo lo requieren.62
Y después que salió de la dicha jornada el dicho don francisco Aymoro halló
suspensas las reducciones y las prosiguió y continuó hasta que las acabó y
feneció. Ansimismo hizo y acabo las iglesias de los dichos pueblos de Yotala
y Quila Quila de la real corona de donde es cacique y gobernador que es
causa que los indios con facilidad sean doctrinados enseñados e industriados
en las cosas de nuestra santa fe católica lo cual hizo el dicho don Francisco
Aymoro sacando los indios de guaicos y quebradas donde estaban que si no
fuera por el dicho don Francisco no hubiera español que en mucho tiempo
lo hiciera y les quemó y deshizo las casas porque no volviesen a ellas, lo cual
hizo sin que los indios fuesen vejados ni molestados.63
Esquiri
Leyenda
Asentamientos de “los indios de Puna”
Asentamiento Qaraqara
Asentamiento Yampara
Thumiki
cerca del puente de Pilcomayu,70 que les pertenecían desde el tiempo del
Inca. Los terrenos colindaban, río arriba, con la propiedad del español
Pedro Portugal y, río abajo, con las tierras de Chintare, que, según los
testigos, pertenecían a los indios de Potobamba, pero que Francisco
Aymoro reclamaba como suyas. El pleito surgió a raíz de que otro es-
pañol de nombre Francisco Cuantías decía haber comprado los mismos
pedazos de tierra en remate público a Francisco Aymoro, quien defen-
dió su derecho como vendedor contra los “indios charcas de Chaquí,
Potobamba y Tinguipaya” y contra “los indios del ayllo Visisa”. En el
pleito, Francisco Aymoro dejó entrever ciertas rencillas entre las etnias
yampara y charcas. Efectivamente, se puede comprender que él, que
había aplicado a raja tabla las consignas de la reducción desalojando a
su gente de muchos lugares, veía de mal agrado a los indios “charcas” de
Tinguipaya y a los visisas de Chaquí disputarle tierras tan alejadas de sus
respectivas reducciones a nombre de un ordenamiento inca ya desapa-
recido. Según Francisco Aymoro, los tres terrenos en litigio, que él no
llama Allacti Pampa sino Colo Colo, Charco y Añabaya, iban desde “el
pie de la cuesta que suben al terrasgo” (El Terrado) hasta las tierras del
hospital de Potosí (ver capítulo 5) y, río arriba, hasta las tierras de Pedro
Portugal. Se sabe por otras fuentes que el nombre antiguo del tambo de
El Terrado era Apapaya,71 uno de los ayllus de Yotala, lo que confirma la
presencia de los ayllus yamparas en la vertiente sur del río Pilcomayu,
en la ruta que conduce de Chuquisaca al pueblo quemado de Bartolo.
Francisco Cuantías ganó el pleito y los indios de Tinguipaya tuvieron
que desalojar el lugar. A su vez, el juez de tierras Pedro Osores de Ulloa
atribuyó, en 1596, las tierras de Chintare al ayllu Tapchi de Quila Quila.
Pero los caciques de Chaquí no se dieron por vencidos y consiguieron,
posteriormente, que las tierras de Colo Colo, Anabaya y Vilcapujyo les
sean devueltas.72 Gracias a esta victoria legal, los visisas de Chaquí no
tuvieron que abandonar sus tierras y permanecieron por largo tiempo
en la doctrina de Potobamba.73
Desde los valles del norte de Chuquisaca hasta el Pilcomayu, toda la fron-
tera occidental de Yampara era con los ayllus qaraqaras. Contrariamente
a su frontera oriental, que era bastante movediza y peleada debido a la
presencia chiriguana, la frontera occidental adquirió una mayor nitidez,
fruto de la pax incaica: comenzaba al norte con Moromoro y seguía, luego,
con Tacobamba. Cruzando el Pilcomayu, desde la cuesta de El Terrado
hasta el Thumilki, la frontera étnica seguía, grosso modo, el camino real. A
un lado del camino estaban los yamparas de Apapaya (El Terrado), Mojo
Poco, Otuyo y Quivincha, y por el otro estaban los qaraqaras en Vilcapujyo,
Potobamba, Yujani, Llauchuyoj, Quivi Quivi y Tecoya.
Acercándonos ya al enclave inca del Thumilki, se puede constatar
que, ahí también, los qaraqaras parecen haber gozado de un trato pri-
vilegiado por parte del Inca ya que sus asentamientos de Quivi Quivi y
Tecoya (correspondientes a los ayllus de Potobamba) fueron respetados
al mismo título que los de Coypasi, Huancarani, Jincha Pulo y Pignasi
(correspondientes a Chaquí), mientras que el territorio yampara fue
por una parte que es la de arriba con chacara de Pedro Martines de Xa-
rriesta por la parte de abajo con chacara que fue de Gaspar Contreras
que al presente es de Diego Hermoso Caro, el camino real que sube de
Mamahota a la pampa de Chacabuco de la otra parte del río con tierras de
los indios de Puna de Martin de Vergara.
Conclusión
Leyenda
Asentamiento inca
Asentamiento Yampara
Asentamiento Qaraqara