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Cultura y Conocimiento, un pensamiento de

Morin.
Edgar Morin, es un muy reconocido sociólogo y antropólogo francés, de gran
trayectoria. Nacido en 1921, Morin realizó estudios de geografía, historia, derecho,
sociología, economía y filosofía. Es uno de los pensadores más emblemáticos del siglo
XX y XXI. Dentro de los tantos aportes del Dr. Morin, según se hace referencia en su
biografía oficial, se encuentra su contribución a la conexión y coherencia
paradigmática entre la antigua filosofía y la cibernética.

Escribió su primer libro a la edad de 25 años, y hasta la fecha tiene por lo menos 50
obras de trascendencia, sin contar un sinfín de artículos que ha escrito para periódicos,
revistas y otros medios de circulación nacional e internacional.

Un de éstas obras, como se mencionó en un principio, es la que hoy da lugar a ésta


reflexión.

En el capítulo titulado Cultura-Conocimiento, Morin intenta explicar la relación


simbiótica que existe entre estos dos términos. De cómo el conocimiento a pesar de
tener sus bases neurológicas y psicológicas, por ser una función cognitiva, se
retroalimenta de alguna forma con la cultura, cuyas bases son sociales.

Esta relación es la que permite que ambos se formen, se transformen, conserven, y


transmitan, por medio de las interacciones cerebrales individuales, así como también
de la comunicación entre los individuos.

Nos describe cómo a través de los conocimientos adquiridos y del compartir de éstos,
las personas van creando “representaciones colectivas”, “conciencia colectiva”, y de
éste pensamiento colectivo se van instalando las normas que organizan la sociedad y
éstos a su vez controlan de una u otra forma los comportamientos individuales. Es así
como la cultura y el conocimiento se retroalimentan entre sí.

Si nos detenemos a pensar, es completamente lógico y racional, la postura de Morin.


El ser humano es un sistema abierto, y como tal se relaciona con su entorno, interactúa
con su entorno, lo transforma y este a su vez produce transformaciones en él. En tal
sentido, la interrelación e inter-transformación Cultura-Conocimiento sucede como
producto de ésta interacción del hombre como ser pensante, generador y receptor de
conocimiento, con su entorno físico y social.

Según afirma Morin, las interacciones relativas al conocimiento tienen sus orígenes
desde el período embrionario y se desarrollan y profundizan en la primera infancia.
Luego, con la educación impartida a través del lenguaje, se transmitirán los principios
y reglas del conocimiento. Así la cultura está presente a lo largo de todo el desarrollo
del hombre, retroalimentando el “espíritu-cerebro”, para modelar sus estructuras
cognitivas.
Morin señala que nuestro conocimiento intelectual está organizado por paradigmas
que construyen la subjetividad hacia la información que obtenemos del entorno, las
ideas, historias, etc., lo que viene a dar con “la construcción social de la realidad”. De
allí que la realidad de una persona, no sea la realidad de otra, o lo que también nos
lleva a afirmar que siempre habrá dos versiones distintas de una misma realidad,
hecho que va a estar sujeto a éstos paradigmas culturales-sociales-cognitivos, y de
cómo cada individuo percibe los acontecimientos a su alrededor.

Así podemos concluir:

“El conocimiento está en la cultura y la cultura está en el conocimiento”.


Edgar Morin.
Tres piezas de un todo:
Educación, Cultura y
Tecnología
Claudia Medina / 25/05/2015

De acuerdo a Morín (1986) la cultura genera una


visión del mundo, es decir, es productora de la realidad percibida y concebida, puesto
que contiene un saber colectivo acumulado como “Memoria Social”. De esto infiero que,
el conocimiento que tengamos sobre algo o sobre una situación, siempre va a depender
de las múltiples condiciones socioculturales que nos rodeen.

En una publicación anterior, señalé que resulta imposible que nuestros modos de
conocimiento no se vean influenciados por la realidad (Sociedad). Al respecto Morín (ob.
cit.): “Todo lo cual nos sugiere que existe un tronco común indistinto entre
conocimiento, cultura y sociedad.” (p.20). En otras palabras, hay una relación de
interdependencia entre estos tres aspectos, donde los saberes emergentes son
permeados por nuestra cultura, es decir, por la expresión de nuestra vida social o
actividad social. Por tal razón, los procesos cognitivos que manifestemos van en función
del contexto socio-cultural en el que participemos.

Por su parte el Prof. Rebillou señaló que “La cultura o civilización, en sentido
etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el
arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades
adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad”. (Tylor, 1871 en Cultura
Primitiva).
En otras palabras, cuando hablamos de cultura nos referimos a la construcción social de
lo humano. Desde esta perspectiva, la tecnología es una construcción humana y una
forma de cultura que se caracteriza por la capacidad de entender, predecir, y controlar
los fenómenos que rodean al ser humano. En ese sentido, la cultura es más general, en
cuanto a que abarca todas las relaciones sociales, así como los fines que la sociedad
establece.

Actualmente las herramientas tecnológicas se presentan como un vehículo que


trasciende el sistema tradicional de enseñanza, integrando varios factores culturales y
socializadores en el ámbito educativo. El uso de estas herramientas requiere de una
praxis docente más comprometida, en la búsqueda de transformar aptitudes y facilitar
conocimientos.

La incorporación de las TIC ha producido cambios en el modo de entender y desarrollar


la educación, pero considero que estos cambios no funcionarán por sí solos si el sistema
educativo no replantea sus objetivos, los métodos, los contenidos, se redefine la función
docente, y demande un ajuste curricular.

Ahora bien, ¿desde dónde hacer estos ajustes curriculares? pues pienso que desde la
revisión y evaluación constante entre la teoría y la práctica. En este sentido, el Prof.
Rebillou expresó que “no hay experiencia sin acción, ni acción sin experiencia”, en el
ámbito educativo teoría y práctica se complementan, ambos aspectos están
interconectados. La práctica permite la revisión constante de la teoría, en palabras
sencillas: la práctica transforma la teoría. Lo cual implica entonces, la revisión y
evaluación de: la teoría (diseño curricular) y la práctica (la acción, la puesta en marcha
del diseño), así como el análisis de sus fortalezas, debilidades, oportunidades, entre
otros aspectos, en vista de que la sociedad está en constante cambio y las necesidades
también van cambiando.

En este sentido, lo educativo no está apartado de la cultura, ni puede estarlo, de manera


que si buscamos transformar la praxis docente utilizando como apoyo las Tecnologías
de la Información y la Comunicación, primero debemos tener claro a qué modelo
pedagógico se pretende responder, y si lo que estamos aplicando manifiesta la
intencionalidad del diseño curricular, el cual aglutina buena parte de la interpretación
de los valores, creencias e intereses de nuestra sociedad, es decir, recoge vestigios de
nuestra cultura.

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