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Acompañamiento Psicoterapéutico
Trabajo Practico
Fecha: 13/10/2017
Índice
8. Bibliografía……………………………………………………………...…………....... pág. 22
1.Introducción
El abuso sexual es definido como cualquier actividad sexual entre dos o más personas sin
consentimiento y puede producirse entre adultos, de un adulto a un menor (abuso sexual
infantil) o incluso entre menores.
Como actividad sexual se incluye:
Cualquier tipo de penetración de órganos genitales en contra de la voluntad, o aprovechando la
incapacidad de un menor para comprender ciertos actos. También se incluye el inducir u obligar
a tocar los órganos genitales del abusador.
Cualquier acción que incite al menor a escuchar o presenciar contenido sexual impropiado
como observar al adulto desnudo o mientras mantiene relaciones sexuales con otras personas,
ver material pornográfico o asistir a conversaciones de contenido sexual, entre otras.
El abuso sexual infantil o maltrato infantil, es la conducta en la que una niña o niño es utilizado
como objeto sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación asimétrica, de
desigualdad, con respecto a la edad, la madurez o el poder.
En la mayoría de los casos el abuso sexual es una experiencia traumática. La niña o niño lo vive
como un atentado contra su integridad física y psicológica. Puede afectar a su desarrollo
psicoemocional, así como su respuesta sexual en la vida adulta, por lo que se considera un tipo
de maltrato infantil. Las respuestas psicoemocionales y secuelas en niñas y niños pueden ser
similares a las que se observan en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc. La mayoría
de las víctimas requieren apoyo psicológico para evitar sufrir secuelas del abuso en su vida
adulta.
Es un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y
sociedades y constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores
individuales, familiares y sociales. Supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño
y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo.
Por otra parte, en 1999 la Reunión de Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de
Menores redactó la siguiente definición: “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las
formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o
explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del
niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad,
confianza o poder.” La definición dada anteriormente cubre una amplia gama de tipos de
maltrato. En particular, se investigan la prevalencia, las causas y las consecuencias de cuatro
tipos de maltrato de niños por los cuidadores, a saber:
– el maltrato físico;
– el abuso sexual;
– el maltrato emocional;
– el descuido.
MALTRATO FÍSICO
Se define el maltrato físico de un niño como los actos infligidos por un cuidador que causan un
daño físico real o tienen el potencial de provocarlo.
ABUSO SEXUAL
El abuso sexual se define como los actos en que una persona usa a un niño para su gratificación
sexual.
MALTRATO EMOCIONAL
El maltrato emocional se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas y
propicias e incluye actos que tienen efectos adversos sobre la salud emocional y el desarrollo
del niño. Tales actos incluyen la restricción de los movimientos del menor, la denigración, la
ridiculización, las amenazas e intimidación, la discriminación, el rechazo y otras formas no
físicas de tratamiento hostil.
DESCUIDO
El descuido se produce cuando uno de los padres no toma medidas para promover el desarrollo
del niño estando en condiciones de hacerlo en una o varias de las siguientes áreas: la salud, la
educación, el desarrollo emocional, la nutrición, el amparo y las condiciones de vida seguras.
Por lo tanto, el descuido se distingue de la situación de pobreza en que puede ocurrir solo en
los casos en que la familia u otras personas a cargo disponen de recursos razonables.
Por otra parte, es importante hacer una distinción entre abuso sexual y violación.
La violación implica el uso de fuerza y la expresión de violencia (desgarro vaginal, presencia
de esperma e infecciones, etc.). Por el contrario, el abuso sexual se da generalmente por
seducción o convencimiento (exhibición, manoseo, sexo oral, etc.).
La violación es ocasional, mientras que en el abuso es reiterado por la misma persona.
La violación casi siempre resulta un hecho policial, mientras que un abuso es un hecho familiar.
Abuso sexual es involucrar niños y adolescentes dependientes e inmaduros, en proceso de
desarrollo, en actividades sexuales que no alcanzan a comprender plenamente y a las cuales no
son capaces de dar su consentimiento, o que violan los tabúes sociales con respecto a los roles
de la familia.
Otra definición sostiene que es cualquier acto de contacto sexual que sea por la fuerza, engaño
entre dos personas donde hay una desigualdad de edad, tamaño, poder o conocimiento.
3. Características del Abuso Sexual.
3.1 Perfil del Agresor Sexual.
La gente prefiere pensar que el agresor sexual o el abusador de niños son «viejos verdes»,
personas con algún tipo de debilidad mental, alcohólicos, drogadictos, o vagabundos, personas
en las que fácilmente se hallarían evidencias de su monstruosidad, pero esto no es así.
Esta imagen que el imaginario social suele tener del agresor sexual, tanto sea del violador de
mujeres adultas como del abusador sexual infantil dista mucho de la realidad. La gente se
imagina al violador o abusador sexual como un monstruo, alguien fácilmente detectable, de
aspecto peligroso y desagradable. La realidad es bastante diferente. El agresor sexual resulta
ser, la gran mayoría de las veces, un individuo como cualquier otro, que no se puede distinguir
del resto de las personas «normales».
Las violaciones sexuales contra adultos son cometidas exclusivamente por varones y la gran
mayoría de las víctimas son mujeres, aunque también existe la violación de varones.
Las mujeres también pueden atentar contra la libertad sexual de los niños y adolescentes y
participar, en mucho menor medida, en casos de abuso sexual infantil.
Una mujer tiene seis veces más probabilidades de ser atacada sexualmente o violada por un
familiar que por un desconocido.
La dificultad mayor con la prevención del abuso sexual infantil es que se les enseña a los niños
a desconfiar de los extraños cuando los agresores sexuales suelen ser conocidos cercanos de los
niños: padres, familiares, maestros, líderes religiosos, entrenadores, vecinos, etc.
Quién es el abusador
Mayoritariamente esa persona que, valiéndose de su cercanía, confianza, autoridad moral…
induce, normalmente con engaño, a realizar o dejarse realizar actividades dirigidas a su propia
satisfacción sexual. Utiliza la confusión, la seducción, el engaño. Otras veces, se vale de su
poder y fuerza sobre la víctima para dominarla y agredirla.
Puede ser:
- El padre, padrastro, hermano…. Que deja a la víctima sin figura de referencia, protección,
identificación… impotente; el enemigo está en casa. ¿Qué hacer y dónde ir?
- Ese tío para quien se sentía tan especial, distinguida entre el resto de sobrinos… y que se
valió de su necesidad de cariño y baja autoestima.
- Ese consejero espiritual, sacerdote, psicólogo, jefe de secta, que valiéndose de su autoridad
moral le aconseja “porque es bueno para su crecimiento o madurez personal” … con lo que la
propia identidad personal y la escala de valores queda muy rota.
- Son esos cuidadores de internados que dejan al niño indefenso, con un silencio pactado.
- Son esos niños que obligan y amenazan a otro niño/a produciéndole pánico, indefensión,
confusión.
- Es el jefe laboral sobre sus subordinados.
- Los jefes de bandas de adolescentes
- Los que aplican castigos ejemplarizantes por cuestiones de raza, condición social,
orientación sexual…
- Los médicos, fisioterapeutas, que van más allá de lo necesario.
- Y…
Digamos que el abusador sabe muy bien elegir su víctima valiéndose de la confianza previa en
él depositada, de su indefensión, o de ambos.
El abuso sexual de un menor es un proceso que consta generalmente de varias etapas o fases:
1. Fase de seducción: el futuro agresor manipula la dependencia y la confianza del menor,
y prepara el lugar y momento del abuso. Es en esta etapa donde se incita la participación
del niño o adolescente por medio de regalos o juegos.
2. Fase de interacción sexual abusiva: es un proceso gradual y progresivo, que puede
incluir comportamientos exhibicionistas, voyerismo, caricias con intenciones eróticas,
masturbación, etc. En este momento ya se puede hablar de «abusos sexuales».
3. Instauración del secreto: el agresor, generalmente por medio de amenazas, impone el
silencio en el menor, a quien no le queda más remedio que adaptarse.
4. Fase de divulgación: esta fase puede o no llegar (muchos abusos quedan por siempre
en el silencio por cuestiones sociales), y, en el caso del incesto, implica una quiebra en
el sistema familiar, hasta ese momento en equilibrio. Puede ser accidental o
premeditada, esta última a causa del dolor causado a los niños pequeños o cuando llega
la adolescencia del abusado.
5. Fase represiva: generalmente, después de la divulgación, en el caso del incesto la
familia busca desesperadamente un reequilibrio para mantener a cualquier precio la
cohesión familiar, por lo que tiende a negar, a restarle importancia o a justificar el abuso,
en un intento por seguir como si nada hubiese sucedido.
3. Características del Abuso Sexual.
3.3 Efectos del Abuso Sexual.
Los efectos de la agresión sexual son múltiples, y se expresan en las áreas más importantes de
la persona. Es vivido como un suceso traumático, es decir, como algo que impresiona tanto que
no se puede elaborar, y por ello se intenta olvidar. Pero todo suceso traumático, “olvidado”,
tiende a expresarse y a salir a la luz, bien desde un impulso a la repetición, (incluso viéndose la
misma persona inmersa, sin saber cómo en situaciones en las que nuevamente es violentada); o
siendo ella misma, quien, de manera activa, violenta o abusa de otros. Al mismo tiempo,
también aparece una necesidad de evitar, de defenderse de la sexualidad consigo mismo, y de
las relaciones sexuales en general. Es una sexualidad herida, muy mal integrada, y vivida como
una amenaza, como algo que no se puede controlar, y que lógicamente afecta en las relaciones
y compromisos con el otro, con la pareja…
Las personas jóvenes y adultas que han sido abusadas sexualmente durante su niñez o
adolescencia arrastran problemas a lo largo de sus vidas y suelen necesitar un apoyo o terapia
psicológica especializada para superarlos. Los efectos más comunes como consecuencia de los
abusos sexuales son:
Odio al propio cuerpo, sentirse sucio.
Desvalorización personal, pobre autoestima.
Depresión, fobias, ansiedad y problemas psicosomáticos.
Problemas de relación con otras personas, social y sexualmente.
Miedo a la intimidad e incapacidad para poner límites y autoafirmarse.
Comportamientos auto agresivos, mutilándose con cortaduras, quemaduras o golpes y
realizando intentos de suicidio.
Establecer muchas relaciones de abuso, incluso de maltrato, los varones victimizados
tienden a ser abusadores y maltratadores, mientras que las mujeres victimizadas tienden
a ser maltratadas y nuevamente abusadas
Juegos más allá del típico mama-papa o doctor; introducir objetos por la vagina o ano.
Este tipo de conductas de abuso sexual tienden a mantenerse en secreto. Existen diferentes
factores que pueden explicar los motivos de esta ocultación: por parte de la víctima, el hecho
de obtener ciertas ventajas adicionales, como regalos, o el temor a no ser creída, junto con el
miedo a destrozar la familia o a las represalias del agresor; y por parte del abusador, la posible
ruptura de la pareja y de la familia y el rechazo social acompañado de posibles sanciones
legales.
A veces la madre tiene conocimiento de lo sucedido. Lo que le puede llevar al silencio, en
algunos casos, es el pánico a la pareja o el miedo a desestructurar la familia; en otros, el estigma
social negativo generado por el abuso sexual o el temor de no ser capaz de sacar adelante por
sí sola la familia.
De ahí que el abuso sexual pueda salir a la luz de una forma accidental cuando la víctima decide
revelar lo ocurrido -a veces a otros niños o a un profesor- o cuando se descubre una conducta
sexual casualmente por un familiar, vecino o amigo. El descubrimiento del abuso suele tener
lugar bastante tiempo después (meses o años) de los primeros incidentes.
Indicadores físicos, comportamentales, y de tipo sexual en los menores que son víctimas
de abuso sexual.
Indicadores físicos.
Dolor, golpes, quemaduras o heridas en la zona genital o anal.
Cérvix o vulva hinchadas o rojas.
Semen en la boca, en los genitales o en la ropa.
Ropa interior rasgada, manchada y ensangrentada.
Enfermedades de transmisión sexual en genitales, ano, boca u ojos.
Dificultades para andar y sentarse.
Enuresis nocturna y diurna (mojar la cama durante las horas del sueño, o mojarse
durante el día) o encopresis (defecación involuntaria).
Indicadores comportamentales.
Pérdida del apetito.
Llantos frecuentes, sobre todo en referencia a situaciones afectivas o eróticas.
Miedo a estar sola, a los hombres o a un determinado miembro de la familia.
Rechazo al padre o a la madre de forma repentina.
Cambios bruscos de conducta.
Resistencia por desnudarse y bañarse.
Aislamiento y rechazo de las relaciones sociales.
Problemas escolares o rechazo a la escuela
Fantasías o conductas regresivas (chuparse el dedo, orinarse en la cama).
Tendencia al secretismo.
Agresividad, fugas o acciones delictivas.
Autolesiones o intentos de suicidio.
En el niño:
-A nivel general:
Lo fundamental es crear en la familia un clima de confianza y apertura para que el niño
pueda hablar de lo que le ocurre, le preocupa, le extraña.
Lo ideal sería una labor conjunta entre familia y escuela que permita al niño estar
informado y protegido.
Evitar por todos los medios el castigo físico (cachetes, guantazos), pues le hace vivir su
cuerpo como algo que puede ser agredido y sobre lo que él no tiene dominio; por tanto,
queda expuesto a las agresiones de cualquier otro. Si un niño es agredido en casa,
aprende que la agresión es normal y que, por tanto, cualquier otro le puede agredir.
-A nivel específico:
Enseñarle: “Mi cuerpo es mío. Nadie debe tocarlo sin mi permiso”.
Enseñarle a reconocer las partes íntimas, (las cubiertas por un bañador).
Que diferencie los tipos de caricias. Las caricias buenas te hacen sentir bien; las caricias
malas te hacen sentir mal, son raras. Si no te gustan, di NO.
Explicar que hay secretos buenos y secretos malos. Los buenos son de cosas buenas,
agradables, (regalos, sorpresas) y los secretos malos son de cosas que te hacen daño:
tocar el cuerpo a escondidas es un secreto malo, y hay que contarlo rápidamente.
Explicar qué es el Abuso Sexual: “un adulto o niños mayores quieren tocar o jugar con
las partes íntimas en secreto”.
Si a él o a otro niño le dicen que debe guardar un secreto malo, hay que buscar
rápidamente una persona adulta y de confianza a quien poder contárselo.
Asegurarse de que el niño sabe decir NO si alguien intenta tocarlo de manera que se
sienta incomodo, con caricias malas.
Explicarle que, aunque la mayoría de los adultos son buenos, no siempre es así; y a
veces, personas conocidas, o desconocidas, pueden querer hacer caricias malas. Decir
siempre NO, sea quien sea.
Explicarles que no se deben aceptar regalos ni favores de desconocidos; pueden ser
personas malas que dan cosas para engañarle.
Explicarles que no se deben abrir puertas a extraños, ni irse a sus casas ni a pasear con
ellos sin el permiso de los padres. Conocer a los amigos y personas con las que el niño
suele pasar tiempo.
Los factores que el profesional jurídico debe tener en cuenta al tratar los casos de abuso
sexual infantil y sus repercusiones en los ámbitos legales, es por una parte la intervención
del perito en psicología que está tremendamente ligada no solo al hecho en sí del abuso,
sino a las verdades jurídicas objetivas (pruebas) y a las verdades personales (subjetivas)
de los implicados en este tipo de delitos.
Y por otro debe estar centrado en la importancia de identificar cuando se está frente a un
caso real y cuando nos vemos ante una victimización simulada por parte del niño y de la
familia en general, teniendo en cuenta que estas dos circunstancias son altamente
frecuentes en la intervención de estos casos.
La credibilidad ante una denuncia de abuso infantil tiene un enorme paralelismo con una
fábula clásica del conocimiento popular y es bajo este contexto que se planteara el
desarrollo de este trabajo:
Este primer punto, resulta importante en nuestro análisis puesto que cuando recibimos
una denuncia o una solicitud de dictamen ante un caso de abuso sexual infantil, por lo
regular ya se nos otorga un expediente, en donde hallamos declaraciones realizadas por
los denunciantes, que en la mayoría de las ocasiones suelen ser los padres y en particular,
la figura materna. Estas declaraciones como bien lo menciona la autora, están
relacionadas con supuestas verbalizaciones (Comentarios, sugerencias, palabras) dichas
espontáneamente por los niños o bien por las mismas hechas en una situación de cercanía
y confidencialidad del infante con la madre. Esta a su vez, siendo una figura tan cercana
e incluso creyendo ser el mismo yo del niño, tiende a creerse su misma declaración y a
cuestionar al perito cierto tipo de preguntas e incluso hasta un dictamen no favorable,
arguyendo: ¿Cómo me pone usted en duda, si yo soy la madre? Además, por su estatus
de madre y mujer, tienden a pensar que basta con su testimonio y a su vez no se dan
cuenta que inducir una declaración en contra del cónyuge por parte del niño/a, es un
maltrato más dañino que si ocurriera el abuso mismo.
2.- Las denuncias de abuso sexual infantil, se enmarcan en las disputas civiles de divorcio,
guardia y custodia o bien en el régimen pensional o de visitas.
Este punto resulta relevante, al intervenir pericialmente en una situación como las
mencionadas. ¿Cómo podemos tener un indicio de que una denuncia puede ser falsa? El
punto de opinión de un psicólogo en cualquiera de sus áreas pero particularmente en el
plano jurídico/forense no puede generarse de una percepción individualista o solo de la
teoría subyacente, sino que tiene que formarse de un conocimiento panorámico
contextual, una visión de todos los elementos implicados de manera tal que el contexto
nos permita ver aquellas situaciones que no se muestran en una verdad jurídica; hay que
recalcar que el entorno no debe ser determinante de nuestra perspectiva, tampoco una
situación de justificación de nuestra decisión, pero si es un gran indicador de ciertos
detalles que en el cúmulo de datos, pueden pasar desapercibidos.
Así pues, si una denuncia de abuso sexual infantil está enmarcada en una disputa civil de
guardia, pensiones o bienes; no hay que descartar y sí que tener en cuenta que la denuncia
puede ser inducida por parte del progenitor que desea ganar la querella.
3.- Con frecuencia, las denuncias de abuso sexual infantil pueden estar motivadas por
objetivos materiales, como lo mencionamos en el inciso anterior; sin embargo, en
ocasiones estas denuncias prefabricadas, pueden volverse una realidad para quien las hace
de tal guisa que termina creyendo que existió en realidad dicho abuso y lo defienden con
vehemencia ante los escenarios legales.
Aquí se presenta otro factor importante en la credibilidad de estas denuncias, el
demandante que prefabrica una acusación, y que induce al menor a declarar en contra del
otro progenitor, viendo que las cosas no van como esperaría, o que las pruebas no son
suficientes, tienden a creerse su propio discurso, a defenderlo a capa y espada en los
espacios de investigación e incluso a solicitar otro tipo de intervenciones legales para
constatar que su delación es verdadera.
Esta auto creencia de que el hecho denunciado ocurrió de verdad conduce a:
a): Una falsa interpretación de ciertas conductas del niño/a con el otro progenitor.
b): Una situación de maltrato al infante más dañina incluso que si el abuso hubiese
ocurrido.
c): El menoscabo y pérdida de la confianza hacia la figura paterna por parte del menor.
d): Un fenómeno de la falsa memoria que induce al menor a cristalizar la idea de que sí
fue abusado en la realidad.
El punto más sobre saliente de las falsas acusaciones de abuso sexual infantil, son las
declaraciones de los niños, el discurso inducido por parte de los progenitores que vuelven
al niño un instrumento de aseveración de los hechos denunciados; en la misma
investigación de la autora, acota como “Frecuentemente, estos niños exhiben actitudes
hipermedias, pierden espontaneidad y permanecen atentos a las demandas del adulto para
decir y hacer en cada momento lo que conviene”. En ocasiones, se puede constatar cómo
estos menores cambian y ajustan la versión de los presuntos hechos denunciados, sobre
todo, cuando se trata de un presunto maltrato sexual, físico o psíquico, a los intereses del
progenitor que los acompaña a la exploración pericial.
Esta situación de inducción del discurso, y su modificación y ajuste constante, está
estrechamente relacionado con otro fenómeno a tener en cuenta por el perito en
psicología, nos referimos al PAS. Apuntan que el PAS, se produce cuando un progenitor,
sistemática y conscientemente, programa a los hijos en la descalificación del otro
progenitor consiguiendo que le censuren, critiquen y rechacen de modo injustificado y/o
exagerado. Tales acusaciones son una derivación del PAS, y a menudo afloran cuando
otros esfuerzos de excluir al otro progenitor han fracasado.
Así pues, debemos tener en el ejercicio pericial un gran cuidado con el discurso que el
menor nos pueda otorgar, generalmente en la entrevista, ya que podemos identificar:
1.- Una hipermadurez discordante con la edad cronológica del niño.
2.- Un lenguaje repetitivo y desacorde con la edad cronológica del niño, caracterizado por
palabras propias de un adulto y que el niño no comprende.
3.- Un ajuste en el discurso del menor, congruente con la versión que el progenitor que
demanda quiere que el niño diga, caracterizado por frases como: “es que mi mamá dice,
mi mamá dijo que, es que era así, pero mi mamá…”
En este sentido recordamos el contexto de este ensayo basado en la fábula del pastor y el
lobo, ya que en ocasiones estos falsos discursos, las falsas acusaciones y la repetida
insistencia de una madre por ganar una demanda, nos conducen a la poca credibilidad de
estas personas, y cuando el abuso se llega a perpetrar por ejemplo por la nueva pareja etc.
El perito y las autoridades se ven en la disyuntiva de preguntarse si la persona está
diciendo la verdad.
En nuestros sistemas judiciales cada vez es más frecuente que existan este tipo de
demandas falseadas, lo que nos conduce a estar en guardia contra progenitores maliciosos
o interesados, y también en guardia contra cualquier declaración de un menor.
Con anterioridad el ejercicio pericial llevado a cabo en relación con la jurídica del menor
actuaba bajo la premisa de que un niño siempre dice la verdad; hoy día frente a fenómenos
como las falsas acusaciones o circunstancias como el PAS (Síndrome de Alienación
Parental), el perito debe conducirse bajo la premisa de que la verdad del niño puede ser
cuestionada y viable de poner en duda, puesto que con más frecuencia los menores son
aleccionados para hacer declaraciones legales.
Recuerdo en lo personal un caso donde dos menores demandan junto con su padre a una
joven invidente (madre de los menores) por abuso sexual; durante la entrevista el niño
más grande de unos 6 años verbalizaba: “Es que mi mamá me hacía el sexo oral”, cuando
se le preguntaba: ¿y qué es el sexo oral? Decía: “Pues yo no sé, así dice mi papá que tenía
que decir si me preguntaban, es creo, así como cuando chupas una paleta. Bueno así dice
mi papá”. Estos casos y muchos otros se manifiestan como ya lo mencionamos en las
disputas paternas y en la necesidad de poner en contra de la pareja a los menores.
5.El Síndrome de Alienación Parental.