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Universidad Peruana Unión

Unidad de Posgrado de Teología

APOCALIPSIS 7:2,3

Bosquejo de Exégesis
Presentado en cumplimiento parcial
de los requerimientos para el curso
Exégesis en Griego del Nuevo Testamento

Por
Rubén Montero Guerrero

Enero 2015
BOSQUEJO DE EXÉGESIS DE APOCALIPSIS 7: 2,3

Introducción
El propósito de la presente exégesis es precisar el significado de Apocalipsis 7: 2
y 3. Este capítulo está referido al sellamiento del pueblo de Dios y se ubica dentro de la
gran línea profética de los siete sellos, exactamente antes que el séptimo sello sea
abierto. Para el análisis de este pasaje seguiremos las pautas señaladas por Gordon Fee
en su libro “Exégesis del Nuevo Testamento”.
Desarrollo
El capítulo 7 de Apocalipsis empieza con una descripción de cuatro ángeles que
están ubicados en los cuatro puntos cardinales, y que detienen los cuatro vientos de la
tierra, con el propósito que estos vientos no soplasen sobre la tierra ni sobre el mar, ni
sobre ningún árbol. En ese contexto se presentan los versículos que serán sometidos a
nuestro estudio:
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios
vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el
poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni
al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de
nuestro Dios. (Apocalipsis 7:2,3)

Esta nítida descripción nos muestra que los ángeles están aparentemente en una
posición protectora sobre la humanidad, pero el mismo texto nos aclara que se trata de
una protección especial para un sector específico de la humanidad: los siervos de Dios.
Incluso una lectura superficial de estos versículos nos puede advertir la importancia que
tiene la mención del sello de Dios, por lo que esta expresión tendrá un lugar relevante
en el presente estudio. Veamos a continuación un análisis completo de este pasaje
teniendo en cuenta aspectos históricos, lingüísticos, consideraciones sobre textos
apocalípticos, perspectivas bíblicas y teológicas, y la aplicación para nuestro tiempo.

Análisis del contexto original

El contexto histórico en general


Hay un consenso muy amplio entre los cristianos que señalan a Juan el apóstol,
hermano de Santiago, como el autor del Apocalipsis. En realidad, todos los escritores
cristianos hasta mediados del siglo III, en cuyas obras existentes hoy se mencione este
tema, atribuyen el Apocalipsis a Juan el apóstol.1 Recién a partir del siglo III es que
aparecen cuestionamientos respecto a la autoría de Juan. En este estudio aceptamos la
posición que Juan el apóstol es el autor en base a evidencias externas e internas. Entre
las evidencias externas están los testimonios de cristianos de los primeros siglos, y entre
las evidencias internas, podemos señalar las mencionadas por Juan Carlos Cevallos,
referidas al uso de ciertas frases comunes en el evangelio de Juan y el Apocalipsis:
Únicamente en el Evangelio de Juan (1:1) y en el libro de Apocalipsis (19:13) se
presenta al Señor Jesucristo como el Verbo. También en Juan 1:29 y en
Apocalipsis 5:6 se denomina al Señor Jesús como Cordero. Se debe decir, sin
embargo, que en estos textos se emplean distintos términos griegos para
“cordero”. Otra característica similar entre el Evangelio de Juan y Apocalipsis es
que el Señor Jesús se denomina a sí mismo varias veces como el “yo soy”
(comp. Juan 6:35; 8:12; 10:7, 11; Apoc. 1:8, 17; 21:6; 22:13, 16).2

En relación con los destinatarios, el autor declara al inicio de su libro que está
dirigido a los “siervos” de Dios (Apocalipsis 1:1). En el versículo 4, Juan declara que
escribe específicamente a las iglesias que están en Asia. Esas iglesias quedan claramente
identificadas como aquéllas que se encuentran en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira,
Sardis, Filadelfia y Laodicea. Se trata de iglesias que se encontraban en el Asia Menor.
Hoy sabemos que esas ciudades estaban unidas por una red de comunicaciones, de
manera que fácilmente el mismo mensajero podría haber llevado el mensaje a las siete
iglesias.3
Es evidente que los destinatarios conocían quién era el autor. Siendo que Juan
había sido uno de los discípulos de Jesús, y el único apóstol que quedaba con vida, es
lógico suponer que la iglesia sabía quién era él. Esa es una razón por la que Juan no
entra en detalles para darse a conocer. No dice que es “apóstol de Jesucristo”, ni se
llama “hermano de Santiago”. Simplemente se presenta como “Juan”.

El trasfondo histórico cultural

1
Estos escritores son Justino Mártir, en Roma (c. 100-c. 165 d. C., Diálogo con Trifón 81); Ireneo de
Lyon (c. 130-c. 202 d. C., Contra herejías iv. 20. 11); Tertuliano, en Cartago (c. 160-c. 240 c. d. C., Sobre
prescripciones contra los herejes 36); Hipólito, de Roma (m.c. 235 d. C., Tratado sobre Cristo y el
anticristo xxxvi), y Clemente de Alejandría (m. c. 220 d. C., ¿Quién es el rico que se salvará? xlii).
Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, 734.
2
Juan Carlos Cevallos, Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (El
Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2009), 108.
3
Cevallos sostiene: “Es posible que el mensajero que llevó el escrito comenzara su viaje en Éfeso,
continuó en dirección hacia el norte pasando por Esmirna y Pérgamo, girando luego hacia el este para
pasar por Tiatira, Sardis, Filadelfia, y terminó su recorrido en Laodicea.” Ibid, 112
Tomando en cuenta el testimonio de Ireneo4 podemos concluir que el
Apocalipsis fue escrito hacia el año 96 de nuestra era, en la época del emperador
Domiciano, cuando Juan se encontraba desterrado en la isla de Patmos.
Durante el reinado de Domiciano, la cuestión de la adoración al emperador llegó
a tener ribetes más dramáticos para los cristianos, especialmente entre quienes se
encontraban en el Asia, que fueron los destinatarios originales del mensaje de
Apocalipsis. La adoración al emperador no reemplazaba la adoración a los dioses
locales. Se trataba de una estratagema política para consolidar la unidad del imperio
romano en torno a la figura de su emperador. Después de Gayo Calígula (37-41 Dc),
Domiciano (81-96 Dc) fue el siguiente emperador en promover su propia adoración.5
En el imperio romano no se acostumbraba a perseguir a las personas por razones
religiosas a menos que desobedeciesen la ley de la adoración al emperador. Esto era
precisamente lo que hacían los cristianos, por lo que fueron perseguidos bajo la
acusación de ateísmo. Esta persecución constituye la razón del destierro de Juan y de las
condiciones difíciles que enfrentaban los cristianos.
El cristianismo estaba entrando en la segunda generación. Los apóstoles y
quienes habían conocido personalmente a Jesús estaban muriendo. La nueva generación
no conocía a Jesús, a no ser por el testimonio de los primeros cristianos. Esta situación
colocaba al cristianismo frente a uno de los mayores desafíos de su breve historia. En
esas circunstancias es que aparece la revelación de Jesucristo a través de Juan. Se trata
de un mensaje directamente del cielo para un pueblo que sufre y que se enfrenta a su
propia destrucción. Es un mensaje que lleva a la iglesia a contemplar anticipadamente el
glorioso e inexorable triunfo de la iglesia de Jesucristo.

Análisis lingüístico
En esta sección veremos la traducción más probable teniendo en cuenta el texto
griego de la edición 28 de la Nestle Aland:
καὶ εἶδον ἄλλον ἄγγελον ἀναβαίνοντα ἀπὸ ἀνατολῆς ἡλίου, ἔχοντα σφραγῖδα
Θεοῦ ζῶντος, καὶ ἔκραξεν φωνῇ μεγάλῃ τοῖς τέσσαρσιν ἀγγέλοις οἷς ἐδόθη
αὐτοῖς ἀδικῆσαι τὴν γῆν καὶ τὴν θάλασσαν, λέγων Μὴ ἀδικήσητε τὴν γῆν μήτε
τὴν θάλασσαν μήτε τὰ δένδρα, ἄχρι σφραγίσωμεν τοὺς δούλους τοῦ Θεοῦ ἡμῶν
ἐπὶ τῶν μετώπων αὐτῶν.

4
Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, 739.
5
Ibid, 738.
El siguiente cuadro corresponde al análisis morfológico de cada palabra, este
análisis consiste en determinar la forma, clase o categoría gramatical de cada palabra de
una oración.

CLASE O CATEGORÍA
GRIEGO ESPAÑOL
GRAMATICAL
CONJUNCIÓN
καὶ Y, también, Entonces, incluso.

VERBO
vió, sabéis, vi, ser conscientes,
observar, considerar, percibir. Aoristo Indicativo Activo
οἶδα 1ra persona singular

ADJETIVO
ἄλλον otro, otros, otra. Acusativo Masculino Singular

SUSTANTIVO
ángel, ángeles, mensajero, un
ἄγγελον mensajero. Acusativo Masculino Singular

VERBO
subió, subieron, subiendo, subir, Presente Participio Activo –
ascender. Acusativo
ἀναβαίνοντα Masculino Singular

SUSTANTIVO
oriente, nacimiento, la
ἀνατολῆς creciente. Genitivo Femenino Singular

SUSTANTIVO
ἡλίου sol, el sol. Genitivo Femenino Singular

VERBO
tiene, tenía, teniendo, tener, Presente Participio Activo –
mantener. Acusativo
ἔχοντα Masculino Singular

SUSTANTIVO
σφραγῖδα sello, sellos, señal, un sello. Acusativo Femenino Singular

SUSTANTIVO
Θεοῦ Dios, un dios. Genitivo Masculino Singular

VERBO
ζῶντος vivo, vive, vivirá, vivir. Presente Participio Activo –
Genitivo Masculino Singular

CONJUNCIÓN
καὶ y, también, Entonces, incluso.

VERBO
voces, clamó, clamando, gritar. Aoristo Indicativo Activo
ἔκραξεν 1ra. Persona Singular

ADJETIVO
μεγάλῃ grande, gran, grandes. Dativo Femenino Singular

SUSTANTIVO
voz, voces, ruido, una voz,
φωνῇ sonido. Dativo Femenino Singular

ARTÍCULO
τοῖς el, la, los. Dativo Masculino Plural

ADJETIVO
Τέσσαρσιν cuatro, veinticuatro, ochenta. Dativo Masculino Plural

SUSTANTIVO
ángel, ángeles, mensajero, un
ἀγγέλοις mensajero. Dativo Masculino Plural

ARTÍCULO
τὴν el, la, los. Acusativo Femenino Singular

PRONOMBRE PERSONAL
RELATIVO
οἷς que, cual, cuales, este. Dativo Masculino Plural

VERBO
dado, dió, dada, para dar. Aoristo Indicativo Pasivo -
3ra.
ἐδόθη Persona Singular

VERBO
daño, injuria, agravio, para
hacer el mal,
ἀδικῆσαι actuar malvadamente. Aoristo Infinitivo Activo

ARTÍCULO
τὴν el, la, los. Acusativo Femenino Singular
SUSTANTIVO
γῆν tierra, Egipto, terrenas, la tierra. Acusativo Femenino Singular

καὶ y, también, Entonces, incluso. CONJUNCIÓN

ARTÍCULO
ὁ, ἡ, τό el, la, los. Acusativo Femenino Singular

SUSTANTIVO
θάλασσαν mar, el mar. Acusativo Femenino Singular

El siguiente cuadro que nos ayudará a precisar una traducción del modo más
práctico posible. Ya no se trata de un estudio de las palabras por separado, sino que
usando elementos sintácticos, estableceremos la traducción más probable. El cuadro
tiene tres secciones, en la izquierda la versión griega, en el centro en español, y algunas
observaciones pertinentes en la columna de la derecha:

GRIEGO ESPAÑOL OBSERVACIONES


καὶ εἶδον ἄλλον ἄγγελον Y vi otro ángel El sujeto es el propio Juan,
el autor de Apocalipsis.
La palabra ἄλλον sugiere
otro ángel, no uno de los
cuatro mencionados en el
versículo uno.
ἀναβαίνοντα ἀπὸ ἀνατολῆς Que subía de donde sale el Se trata del lugar de donde
ἡλίου sol. sale el ángel. Usando el
lenguaje de la apariencia,
Juan describe a este ángel
saliendo de donde sale el
sol, es decir del oriente.
ἔχοντα σφραγῖδα Θεοῦ Teniendo el sello del Dios La palabra σφραγῖδα y sus
ζῶντος viviente. variantes aparecen 16 veces
en el Nuevo Testamento.
Aquí es un sustantivo
femenino, acusativo,
singular. En este caso alude
a un tipo de señal que
identificará a quienes
pertenecen al Dios viviente.
καὶ ἔκραξεν φωνῇ μεγάλῃ Y clamó a gran voz La frase φωνῇ μεγάλῃ (gran
voz) indica también un
sentido de urgencia. Se trata
de un clamor que parece dar
una orden de último minuto.
Como si los cuatro ángeles
estuviesen a punto de soltar
los vientos, y en el último
momento aparece este ángel
con un mensaje urgente.
τοῖς τέσσαρσιν ἀγγέλοις A los cuatro ángeles El mensaje es dirigido a los
cuatro ángeles.
οἷς ἐδόθη αὐτοῖς A quiénes se les había dado El verbo ἐδόθη está en
aoristo indicativo pasivo, en
tercera persona del singular.
Se entiende que tienen la
posibilidad, el poder de
dañar la tierra. La palabra
“poder” está implícita en el
texto.
ἀδικῆσαι τὴν γῆν καὶ τὴν De hacer daño a la tierra y El verbo ἀδικῆσαι está en
θάλασσαν al mar aoristo infinitivo y activo.
Implica hacer un daño
terrible al planeta, a la tierra
y al mar.
λέγων Diciendo
Μὴ ἀδικήσητε No dañéis El verbo ἀδικήσητε aparece
en aoristo subjuntivo,
activo, segunda persona
plural. Tiene una
connotación imperativa:
“No comenzar a dañar”.
τὴν γῆν μήτε τὴν θάλασσαν A la tierra, ni al mar, ni a
μήτε τὰ δένδρα los árboles
ἄχρι σφραγίσωμεν Hasta que hayamos sellado Aparece el verbo
σφραγίσωμεν que está en
aoristo subjuntivo, activo,
primera persona plural. El
aoristo subjuntivo hace la
función de futuro pero
enfatiza una acción puntual
que no se repite.
τοὺς δούλους τοῦ Θεοῦ A los siervos de nuestro La palabra δούλους se
Dios refiere a esclavos más que a
siervos. A diferencia de un
siervo, que era un
trabajador agrícola, el
esclavo está completamente
al servicio de su amo, no
tiene voluntad ni libre
elección, excepto aquello
que su amo le haya
determinado.
ἡμῶν ἐπὶ τῶν μετώπων En las frentes de ellos El sello aparecerá en la
αὐτῶν frente.
Teniendo en cuenta las consideraciones lingüísticas, estamos en condiciones de
traducir del siguiente modo el pasaje que estamos considerando:
Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios viviente; y
gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la
tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta
que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios.

Consideraciones
Un estudio basado en un texto del libro de Apocalipsis presenta desafíos
particulares debido a la naturaleza de este libro. Una de las primeras cosas a dilucidar es
el género al que pertenece el libro en general, y en particular el texto de nuestro estudio.

El carácter formal de Apocalipsis


Si bien es cierto que el libro de Apocalipsis es tiene cierta semejanza con el
género apocalíptico que floreció entre judíos y cristianos entre finales del siglo I y el
siglo II dC, debido en gran parte a la destrucción del templo de Jerusalén, podemos
decir que el Apocalipsis tiene más bien una impronta profética. Si consideramos el
Apocalipsis como perteneciente al género apocalíptico, podríamos limitarlo apenas a
una ficción literaria, semejante a libros que circularon en esa época y que son
considerados no inspirados. El testimonio del autor es que el contenido del libro es “La
revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que
deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”
(Ap 1:1). También el propio Juan asegura que ha descrito fielmente el mensaje que
recibió, de manera que ha sido apenas el instrumento por el cual Dios hace llegar un
mensaje a su pueblo. Juan declara “que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto” (Ap 1:2).

El contexto histórico en particular


El apóstol Juan, hacia el tiempo en que fue escrito el Apocalipsis, sin duda había
sido informado respecto de acontecimientos que, para algunos cristianos, podrían
colocar en entredicho la soberanía de Dios en el mundo. Al respecto, Ricardo Foulkes
menciona:
Juan, en las décadas recientes de su vida, ha sabido de muchos
acontecimientos difícilmente conciliables con la soberanía de Dios en el mundo,
y ciertos ecos de estos desastres se hallan en los septenarios. En el 60 ocurrieron
terremotos intensos, y en el 62 los partos derrotaron en forma humillante a los
ejércitos romanos en la frontera oriental del Imperio. Luego del incendio de
Roma, los cristianos de la ciudad sufrieron cruel persecución (64); y el sitio de
Jerusalén que duró cuatro años fue un horror que dejó la ciudad en ruinas (70).
El suicidio de Nerón en el 68 dejó un vacío de poder que causó mucho dolor
mientras luchaban cuatro pretendientes al trono; y durante todo un año, el
Imperio resonó al son de ejércitos que marchaban. La erupción del Vesubio en el
79 no sólo eliminó los lugares lujosos de veraneo de la Bahía de Nápoli sino que
creó un nubarrón oscuro tan extenso que muchos temieron la disolución
inminente de toda la naturaleza. Y ¿qué decir de la gran hambruna y escasez de
trigo en el 92? Parte del propósito que Juan tiene al describir en forma
apocalíptica las catástrofes de los capítulos 6–18 es afirmar: «Nada escapa al
plan que Dios traza. Quien transformó a Jesús de Nazaret crucificado en Cordero
objeto de alabanzas todo lo puede.»6

Los grandiosos eventos en el mundo político y el mundo natural, sin duda deben
haber consolidado en el anciano profeta la certeza del cumplimiento de la promesa de
Cristo, su segunda venida. Se trata de una época en que la iglesia se encontraba
perseguida en todo el imperio romano. El emperador que gobernaba en ese tiempo el
imperio romano era Domiciano, a quien se recuerda por su crueldad con los cristianos.
Fue en medio de la atroz persecución promovida por Domiciano que el apóstol Juan
había sido desterrado a la isla de Patmos7 entre los años 81 y 96. Entre los numerosos
cristianos martirizados durante esta persecución estaban Simeón, obispo de Jerusalén,
que fue crucificado. Flavia, hija de un senador romano, fue asimismo desterrada al
Ponto; y se dictó una ley diciendo: "Que ningún cristiano, una vez traído ante un
tribunal, quede exento de castigo sin que renuncie a su religión".8 Sin embargo, esa
persecución no había logrado apagar el entusiasmo y el fervor de la iglesia cristiana. Sin
duda un mensaje del cuidado amoroso de Dios, en los momentos dramáticos que vivía
la iglesia de finales del primer siglo, significaba un poderoso estímulo para confiar en el
cuidado de Dios y en la seguridad de su oportuno libramiento.
En relación con el contexto en particular del pasaje, se debe tener en cuenta que
la mirada de Juan se extiende, con una base historicista, hacia el futuro, al epílogo de la
historia de este mundo, justo antes de abrir el séptimo sello. Por lo que los

6
Ricardo Foulkes, El Apocalipsis de San Juan (Buenos Aires: Nueva Creación, 1989), 72–73.
7
Justo Gonzales, Historia del cristianismo, tomo 1. (Miami: Editorial Unilit, 1994), 54.
8
Ibid.
acontecimientos mencionados podrían ser interpretados como señales que la venida de
Cristo era inminente.

El contexto literario
Para ubicar nuestro texto en el gran telón de fondo del contexto mediato e
inmediato del libro de Apocalipsis, presentamos un bosquejo integral del libro,9 en el
cual ubicamos el texto de nuestro estudio en la sección titulada “El trono de Dios y el
libro de los siete sellos”, con la particularidad que la visión de los cuatro ángeles está
situada entre el sexto y el séptimo sellos, y un preámbulo a los juicios de Dios descritos
en las siete trompetas.
I. Prólogo, 1: 1-3.
II. Las cartas a las siete iglesias, 1: 4 a 3: 22.
A. Saludo, 1:4-8.
B. Introducción: la visión de Cristo, 1:9-20.
C. A Efeso, 2:1-7.
D. A Esmirna, 2:8-11.
E. A Pérgamo, 2:12-17.
F. A Tiatira, 2:18-29.
G. A Sardis, 3:1-6.
H. A Filadelfia, 3:7-13.
I. A Laodicea, 3:14-22.
III. El trono de Dios y el libro de los siete sellos, 4: 1 a 8: 1.
A. El trono celestial, 4: 1 -11.
B. El triunfo del Cordero, 5:1-14.
C. Los primeros seis sellos, 6:1-17.
1. El primer sello: el caballo blanco, 6:1-2.
2. El segundo sello: el caballo bermejo, 6:3-4.
3. El tercer sello: el caballo negro, 6:5-6.
4. El cuarto sello: el caballo amarillo (pálido), 6:7-8.
5. El quinto sello: el clamor de los mártires, 6:9-11. 744
6. El sexto sello: el día de la ira de Dios, 6:12-17.
D. El sellamiento de los 144.000, 7: 1-8.
E. La gran multitud, 7:9-11.
F. El séptimo sello: finaliza el conflicto, 8:1
IV. Los juicios de Dios: Las siete trompetas, 8:2 a 11: 19.
A. Introducción, 8:2-6.
B. Las primeras seis trompetas, 8:7 a 9:21.
1. La primera trompeta: fuego, granizo y sangre, 8:7.
2. La segunda trompeta: la montaña que arde, 8:8-9.
3. La tercera trompeta: la estrella que cae, 8:10-11.
4. La cuarta trompeta: son heridos el sol, la luna y las estrellas, 8: 12-
13.
5. La quinta trompeta: langosta, 9: 1-12.
9
Comentario Bíblico Adventista, ed. Francis D. Nichol, trad. Víctor Ampuero Matta (Boise:
Publicaciones Interamericanas, 1978), 7:744.
6. La sexta trompeta: los ángeles del Eufrates, 9: 13-21.
C. El ángel con el librillo, 10: 1-11.
D. Medición del templo, 11: 1-2.
E. Los dos testigos, 11:3-14.
F. La séptima trompeta: el triunfo de Dios, 11: 15-19.
V. La fase final del gran conflicto, 12:1 a 20:15.
A. Satanás hace guerra contra el pueblo remanente, 12:1 a 13:14.
1. Desarrollo del conflicto, 12:1-16.
2. Satanás declara la guerra, 12:17.
3. El papel de la bestia semejante a un leopardo, 13: 1-10.
4. El papel de la bestia de dos cuernos, 13:11-14.
B. Principios en juego en el último conflicto, 13: 15 a 14:20.
1. El ultimátum de Satanás al pueblo de Dios: la imagen y la marca de la
bestia, 13:15-18
2. El triunfo de los 144.000 sobre la bestia, su imagen y su marca, 14:1-
5.
3. El ultimátum de Dios a los habitantes de la tierra: los mensajes de los
tres ángeles, 14:6-12.
4. Derrota de los que rechazan la exhortación final de Dios, 14:13-20.
C. Las siete últimas plagas: castigos divinos sobre los impíos, 15:1 a 17: 18.
1. Una afirmación de la justicia divina, 15: 1-4.
2. Preparación para la ira de Dios, 15:5 a 16: 1.
3. Las siete últimas plagas, 16:2-21.
4. Enjuiciamiento de Babilonia la grande, 17: 1-18.
D. Exterminación del mal, 18: 1 a 20:15. 19:11-21.
E. 5. El milenio: exterminación del pecado y los pecadores, 20:1-15.
VI. La tierra nueva y sus moradores, 21:1 a 22:5.
A. La nueva Jerusalén, 21:1-27.
B. El río y el árbol de vida, 22:1-2.
C. El reino eterno de los santos, 22:3-5.
VII. Epílogo: Admonición e invitación, 22:6-21.
A. Recepción del libro y su mensaje, 22:6-10.
B. Una exhortación a estar listos para la venida de Cristo, 22:11-21.
1. Afirmación de la misericordia divina: una exhortación final a salir de
Babilonia, 18: 1-4.
2. El fin de la oposición religiosa organizada: la desolación de Babilonia,
18:5-24.
3. La coronación de Cristo como Rey de reyes, 19: 1-10.

Interpretación bíblica y teológica


Esta sección tiene el propósito de estudiar el pasaje en detalle y describir sus
principales implicaciones teológicas. Realizaremos comentarios a cada frase de nuestro
pasaje, siguiendo la secuencia tal y como se encuentra en el texto.
El contexto inmediato de la visión de los cuatro ángeles, motivo de nuestro
estudio, presenta la apertura del sexto sello que describe un gran terremoto, señales
cósmicas como el oscurecimiento del sol y la luna que se muestra roja como sangre,
además de la caída de las estrellas que es ocurre “como la higuera deja caer sus higos
cuando es sacudida por un fuerte viento” (Ap 6: 13). En este terrorífico escenario, de
fenomenales acontecimientos devastadores, los grandes y poderosos de la tierra se
igualan al resto de los mortales y todos, libres y esclavos, corren para salvación de sus
vidas. El grito unánime que sale de sus gargantas es: “Caed sobre nosotros, y
escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”. Es aquí
donde entra lo que podríamos llamar un intervalo, una pausa en la que se responde esta
pregunta. Foulkes comenta:
…cuatro ángeles habían recibido poder para hacer daño a la tierra y al mar y aun
a los árboles por medio del viento, pero tienen que desistir hasta que otro ángel,
que tiene el sello del Dios viviente, marque en la frente a un gran número de
creyentes. Es decir, a la pregunta de los terrícolas «¿quién podrá resistir?» —la
pregunta que ellos suponían retórica—Dios da una respuesta: «Efectivamente,
hay quienes aguantan todos los flagelos que llegan a la tierra; es más, aguantan
mi presencia escrutadora sin sufrir daño alguno, porque el sello mío los
protege.» 10

La visión de los cuatro ángeles, presentada en el primer versículo es el marco en


el que se da la respuesta a la pregunta de quienes huyen de la presencia de Dios. Los
eventos parecen situarse antes de los acontecimientos destructivos presentados en el
sexto sello, un tiempo cuando todavía los vientos no se han desatado con todo su
enorme poder destructivo sobre la humanidad. Los ángeles en los ángulos de la tierra
muestran el poder protector de Dios sobre su pueblo. Antes que los cataclismos
profetizados sacudan el planeta, Dios está sellando a sus hijos, que son aquéllos que se
sostendrán en pie y podrán resistir el mismo día que los hombres impíos creen que nadie
podrá hacerlo.

“Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol”


Esta sección empieza con una de las declaraciones que más frecuentemente
encontramos en el Apocalipsis: “Y vi”. Se trata del testimonio vívido de Juan que asiste
como privilegiado espectador de los acontecimientos que Dios tiene a bien mostrarle.
Lo resaltante es que Juan no es un espectador pasivo, él mira (Ap. 7:1), oye (Ap 7:4)
conversa con los uno de los ancianos de la visión (Ap 7:14), se postra para adorar (Ap
19:10), llora (Ap 5:4), dice: “amén, sí ven Señor Jesús” (Ap 22:20), etc. Se trata de un

10
Ricardo Foulkes, El Apocalipsis de San Juan (Buenos Aires: Nueva Creación, 1989), 90–91.
alguien que no pretende ser simplemente un cronista distante e imparcial, sino que
participa activamente, que no depone sus sentimientos y vive con gran intensidad la
visión que le está siendo mostrada por Dios.
Otro aspecto que podemos resaltar es la procedencia de este ángel: sube de
donde nace el sol, es decir del oriente. Varios autores coinciden en que esta referencia es
significativa, entre ellos Stefanovic quien declara:

Este ángel que viene desde el este está en el control último. El concepto del
"nacimiento del sol" que se encuentra en otras partes del Nuevo Testamento está
asociado con Cristo. El hecho de que este ángel ordena a los cuatro ángeles de
un rango superior, presumiblemente querubines, sugiere que él es el comandante
de los ejércitos celestiales; en el libro del Apocalipsis el comandante de los
ángeles celestiales es Miguel (12:7), y Miguel, evidentemente, es Cristo. No hay
dudas de que en la aparición de este ángel tenemos la presencia de Jesús
mismo.11

De manera que la evidencia bíblica apunta a Cristo como el poderoso ángel que
ordena que los vientos no sean soltados mientras no se haya completado la obra del
sellamiento a los siervos de Dios.

“y que tenía el sello del Dios viviente”


El ángel tiene el sello del Dios viviente, este es el sello que recibirán los hijos de
Dios en la frente. El propósito de este sello es darles seguridad de su salvación. Al
recibir a Cristo y entregarse a él, una persona recibe el sello de propiedad de Dios y es
sellado por el Espíritu Santo.12 El sellamiento es lo que distingue a la persona como
cristiano genuino. Sin embargo, en el contexto de los eventos finales, el sello tendrá una
connotación singular para los hijos de Dios. LaRondelle explica esta singularidad del
sello de Dios en el contexto de los eventos finales:

Los siervos de Dios ya están en posesión del sello espiritual del Espíritu Santo
recibido en su bautismo en Cristo. Por lo tanto, están “en Cristo”. Pero solo
después que los siervos de Dios del tiempo del fin hayan sido probados con
respecto a la marca de la bestia y se hayan encontrado leales hasta la muerte,
recibirán de sus ángeles el “sello” apocalíptico singular como la marca de la
aprobación divina y escudo contra las fuerzas de la muerte y la destrucción.13

11
Ranko Stefanovic. La revelación de Jesucristo: Comentario del libro de Apocalipsis (Berrien Springs:
Andrews University Press, 2013), 265.
12
Ibid.
13
Hans K. LaRondelle. Chariots of Salvation: The Biblical Drama of Armageddon (Washington DC:
Review and Herald, 1987), 171.
Podemos encontrar paralelos en varios pasajes de la Escritura con respecto al
concepto del sello de Dios. Los antiguos con frecuencia marcaban sus mercancías con
un sello para designar a quien pertenecían.14 Generalmente, el sello utilizado para
marcar la arcilla o la cera constaba de una pieza de metal o de una piedra preciosa (Ex
28:11; Es 8:8) que portaba el nombre grabado o el símbolo del propietario. En nuestro
pasaje, el sello marca la frente. Nos recuerda a Caín, que también recibió una marca en
la frente para su protección (Gn 4:15). Pero un pasaje de Ezequiel nos llega más de
cerca: “le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y
ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las
abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: “Matad a
viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo
aquel sobre el cual hubiere señal no os acercaréis” (Ez 9:4-6).15
Los que sirven la marca en su frente son los fieles, que reaccionan ante las
“abominaciones”, para hablar de la idolatría del sol (Ez 8:16,17). La marca en la frente,
por lo tanto, representa la adoración al Dios verdadero, al Dios viviente, al Creador. Los
Salmos alaban a Dios como el Dueño de todas las cosas porque es el Creador: “De
Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó
sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos” (Salmos 24:1,2).16
El sello de Dios alude a todo un modo de pensamiento. Ser sellado es mostrar
que le debemos todo a Dios, un tema que impregna toda la Biblia. Y le debemos todo a
Dios porque él es el Creador, y esto nos lleva al cuarto mandamiento de la ley de Dios,
él único que coloca en relieve la adoración a Dios por ser Creador de todas las cosas. El
sello en la frente representa la marca de Dios sobre la totalidad de la persona, la señal de
que le pertenecemos. La imagen de Dios, si se refleja en la criatura humana, constituye
su sello en cierto sentido. Pertenecer a Dios es vivir con él. A través de esta imagen, el
Apocalipsis designa a los que confiesan al Dios de la Creación en cada faceta de su
vida.17

“y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño
a la tierra y al mar”

14
Comentario Bíblico Adventista, ed. Francis D. Nichol, trad. Víctor Ampuero Matta (Boise:
Publicaciones Interamericanas, 1978), 7:798.
15
Jacques B. Doukhan. Secretos del Apocalipsis, un vistazo judío al Apocalipsis. (Bogotá: Asociación
Publicadora Interamericana GEMA Editores, 2008), 70.
16
Ibid.
17
Ibid.
Como fue mencionado anteriormente, la aparición de este ángel es con una
autoridad de tal naturaleza que podríamos señalar que se trata de un superior jerárquico
a los otros cuatro ángeles. En el Apocalipsis del comandante de las huestes angélicas es
llamado de Miguel, que no es otro que el propio Señor Jesucristo.18
Los ángeles mencionados en este versículo no tienen poder en sí mismos para
hacer daño a la tierra y al mar. Todo poder que detentan es recibido por parte de Dios, a
quien le pertenece el juicio y el destino de cada criatura sobre la tierra. La historia de
este mundo no está en las manos de algún ser creado, ni en las de los ángeles ni en las
de los seres humanos, por más poderosos que éstos parezcan. Tampoco son las fuerzas
ciegas de la naturaleza las que determinarán el destino de la humanidad. El principio
bíblico es claro: Dios tiene el control de los acontecimientos y él cumplirá sus
propósitos más allá de los deseos o la voluntad de los seres humanos.

“diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles”


El mensaje de este ángel contiene un urgente sentido imperativo. El lector puede
percibir que los cuatro ángeles, en los cuatro ángulos de la tierra, han estado a punto de
soltar los vientos que atraería toda clase de eventos destructivos sobre la humanidad. Y
en el último momento, antes de efectuarse el dramático desenlace, aparece el ángel que
exclama con una voz potente: “No hagáis daño, ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles”.
No es que hay un cambio definitivo en el curso de los acontecimientos, solo se trata de
una breve postergación. El tiempo suficiente para que sean sellados los siervos de Dios.
Se trata de un intervalo en el que el mundo es librado de terribles eventos destructivos a
causa de los hijos de Dios. Los santos a ser sellados proporcionan un tiempo mayor de
gracia para que los hombres puedan arrepentirse y reciban también el sello de Dios. Se
trata de una extensión final de la gracia divina, propiciada por la misericordia de Dios
para con la raza humana.
En relación con no hacer daño a los árboles, cuya mención resulta al menos
curiosa, al lado de palabras tan abarcantes como tierra y mar, Doukhan realiza el
siguiente comentario:

La estructura quiásmica (ABA´) del anuncio de los ángeles identifica a los


sobrevivientes. La primera sección (A) no hiere la tierra, el mar ni los árboles
(Apoc 7:1) La segunda acción (B) amenaza la tierra y el mar (vers. 2). Y la
tercera acción (A´) nuevamente nos hiere la tierra, el mar y los árboles. El centro
18
Elena de White. Historia de la Redención (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana,
1981), 213.
del quiasmo revela el elemento de la naturaleza evitado por los vientos. La orden
explícitamente limita la destrucción de la tierra y del mar, que representa toda la
tierra. Los árboles son los únicos sobrevivientes del desastre. El texto ya insinúa,
en el nivel sintáctico, su carácter excepcional. En la primera acción, que
introduce las otras dos, la palabra griega para “árbol” recibe una declinación
diferente de las otras dos palabras “tierra” y “mar”, aunque cada una está
precedida por la misma preposición griega, “Árbol” está en acusativo, en tanto
que las palabras “tierra” y “mar” están en genitivo. Esta diferencia sugiere que
los vientos se comportan diferente con la tierra y el mar que con los árboles.
Estas indicaciones estilísticas y sintácticas ayudan a distinguir los árboles de los
demás elementos, al ser apartados. Los árboles representan la persistencia. Sus
raíces, que se entierran profundamente, los protegen de los vientos. En la Biblia,
los árboles simbolizan a los justos (Sl. 1:3; Je. 17:8), en tanto que la paja, que es
fácilmente llevada por el viento, representa a los impíos (Sl 1:4; Jo 21:18).
Debemos entender el hecho de que el ángel salvaguarda los árboles como una
protección divina de los justos. Pero, curiosamente, los árboles/justos no le
deben la salvación a la fortaleza de sus raíces. Su supervivencia es un don de lo
Alto. Un ángel del este –la dirección simbólica del sol que trae vida y luz; el
jardín del Edén (Gn 2:8), el humano libertador, el rey Ciro (Isa. 41:2); y el
mismo Dios que salva (Eze. 43:2)- marca sus frentes con un sello.19

“Hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios”
En contraste con otros sellos del Apocalipsis que eran portadores de la muerte,
este es el sello de la vida (Ap 7:2). Los otros sellos anunciaban juicio y destrucción.
Este denota salvación y creación. Los otros sellos garantizaban la confidencialidad de
un documento, pero este indica propiedad. Así es también para los que llevan el sello.
Ellos constituyen una entidad espiritual.
El hecho que este sello sea colocado en la frente representa que está asociado
con las convicciones más profundas y tiene que ver con el carácter, con lo que la
persona es en realidad.20 Siendo que una de las más importantes dimensiones de la
persona humana tiene que ver con su relación con Dios, la adoración ocupa un lugar
fundamental en esa relación. El hombre se ve en la disyuntiva de adorar a Dios según su
propio parecer o los dictados de su propia conciencia, o de adorarlo conforme a las
exigencias de Dios, reveladas en su Palabra. Esto, por supuesto, incluye la observancia
del sábado como día del Señor. Goldstein lo enfatiza de la siguiente manera:
El remanente de hoy, por ejemplo, reposa el séptimo día, sábado. Pero ahora,
junto con reconocer que el sábado es un símbolo del Señor como Creador,
Redentor y Santificador, los adventistas saben que en la prueba fmal de lealtad a
Dios anterior a la segunda venida, el sábado constituirá, además, el sello de Dios
19
Doukhan, 69.
20
Comentario Bíblico Adventista, ed. Francis D. Nichol, trad. Víctor Ampuero Matta (Boise:
Publicaciones Interamericanas, 1978), 7:798.
en contraposición a la marca de la bestia. El sábado sigue siendo todo lo que ha
significado para el remanente en épocas anteriores, sólo que ahora lo es en
mayor grado. Al aferrarse al sábado, la iglesia remanente -lejos de haber
inventado algo nuevo- está, como Israel, adhiriéndose a la luz que se originó en
el Edén.21

La aplicación en el contexto actual


Nuestro estudio tiene aplicaciones para el contexto en el que vivimos. Entre las
principales tenemos las siguientes:
1. Dios está en el control de los eventos. La historia no es el resultado de las
decisiones del hombre, sino que claramente Dios está en el timón y llevará
los acontecimientos a la plena conformidad con su voluntad. Eso nos debe
llevar a confiar en su dirección para nuestra vida.
2. El hecho que Dios desea sellar a sus hijos como su pertenencia nos debe
llevar a la decisión de entregarle plenamente nuestra vida y no darle un
corazón dividido. La entrega debe ser total.
3. El ángel que clama para que los vientos no se desaten sobre la tierra es
nuestro Señor Jesús, quien es el protagonista central de los acontecimientos.
Debemos reconocerlo cada día como nuestro Creador, Redentor y también
sustentador.
4. El sello en las frentes indica una estrecha conexión con nuestro yo más
profundo, con nuestro carácter. La obediencia a Dios no debe ser únicamente
externa, sino que nuestro interior debe ir renovándose cada día para que
nuestro exterior, es decir nuestro testimonio cristiano, pueda fluir de modo
auténtico hacia quienes nos rodean.
5. La voluntad de Dios finalmente se hará realidad en la historia humana, lo
que nos debe hacer reflexionar en la realidad del gran conflicto y la certeza
que su desenlace final es favorable para Dios y sus hijos, lo que debe
llevarnos a vivir con esa esperanza real en el corazón.
6. Este sellamiento de personas en el Nuevo Testamento denota identificación
de quienes son pueblo fiel a Dios. El sellamiento es algo que sucede cuando
una persona va a Cristo. Debemos orar cada día para ser sellados por el
Espíritu Santo prometido por Dios.

21
Clifford Goldstein. El remanente ¿Realidad bíblica o ilusión sin base? (Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 1995), 91.
7. Estar sellado con el sello del Espíritu Santo es la señal de un cristiano
genuino que pertenece a Dios y la señal de certeza de la salvación.
Conclusión
El mensaje contenido en Apocalipsis 7:2,3 es de real importancia para la iglesia.
Nos muestra la realidad de un Dios que conduce los acontecimientos encaminándolos
hacia el momento glorioso de la venida de Cristo. También nos invita a reflexionar
acerca de los momentos solemnes en que estamos viviendo, en el cual Dios estará
identificando a quienes son realmente su pueblo, a través de un sello que será grabado
de modo indeleble en su carácter, y que significa una identificación total con la voluntad
de Dios, y el estar dispuestos a obedecerla, aun en las circunstancias más terribles que
uno pueda imaginar. Solo quienes reciban el sello de Dios en sus frentes, podrán estar
en pie cuando se desaten los acontecimientos descritos en el sexto sello.
Bibliografía
Carballosa, Evis L. Apocalipsis, la consumación del plan eterno de Dios. Michigan:
Editorial Portavoz, 1997.
Doukhan, Jacques B. Secretos del Apocalipsis, un vistazo judío al Apocalipsis. Bogotá:
Asociación Publicadora Interamericana GEMA Editores, 2008.
Goldstein, Clifford. El remanente ¿Realidad bíblica o ilusión sin base? Buenos Aires:
Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995.
LaRondelle, Hans K. Chariots of Salvation: The Biblical Drama of Armageddon
Washington DC: Review and Herald, 1987.
Maxwell, Mervyn C. Apocalipsis: sus revelaciones. Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 1991.
Nichol, Francis D, ed. Comentario Bíblico Adventista, trad. Víctor Ampuero Matta
Boise: Publicaciones Interamericanas, 1978.
Stefanovic, Ranko. La revelación de Jesucristo, comentario del libro de Apocalipsis.
Michigan: Andrews University Press, 2013.
Tucker, Mike. Jesús, el héroe del Apocalipsis para los jóvenes. Bogotá: Asociación
Publicadora Interamericana GEMA Editores, 2008.
Veloso, Mario. Apocalipsis y el fin del mundo, fe para enfrentar la crisis final. Buenos
Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1999.
Vicuña, Máximo. Interpretación histórica del libro de Apocalipsis, lo que todo cristiano
debe saber antes del fin. Lima: Ediciones y Producciones Unión, 2000.
White, Elena de. Historia de la Redención. Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1981.

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