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BONNET, La hegemonía menemista

La dictadura se desploma con la crisis económica de 1981 y la derrota de Malvinas. La dictadura


había generado una terrible derrota de los trabajadores y una reestructuración de las relaciones
de fuerza entre capital y trabajo; sin embargo, su desplome generó una nueva ola de moviliza-
ción popular.

Para Bonnet, la victoria del radicalismo en el 83 se explica por la reestructuración de las relacio-
nes de fuerza que generó la dictadura. Tiene que ver con el debilitamiento de la clase obrera y
el desplazamiento de las demandas de clase por demandas democráticas. El triunfo del radica-
lismo es inconcebible sin una aplastante derrota previa de los trabajadores durante la dictadura.

Este es el factor de base, pero también hay que considerar los más inmediatos. ¿Cómo fue que
llegó a asociarse radicalismo con democracia y peronismo con autoritarismo? ¿Cómo se deshizo
el radicalismo de su pasado pro golpes de Estado? Se produce una renovación dentro del radi-
calismo. Balbín pretendía convencer a los militares de que sin una salida democrática los estu-
diantes y los trabajadores se radicalizarían de nuevo y hacía silencio sobre el genocidio. Alfonsín
aprovecha esto para diferenciarse de Balbín y rescatar los derechos humanos. La estrategia de
Balbín es desbordada por la participación de sectores más jóvenes del radicalismo que apoyan
a Alfonsín. Cuando Balbín muerte en el 81 ya había en marcha un fuerte proceso de cambio a su
estrategia. En las internas del 82, Alfonsín gana por afano.

En la estrategia electoral, Alfonsín polariza entre la democracia que él representa y la oscuridad


y la violencia de los 70 donde el peronismo tiene mucha responsabilidad. Por otro lado, la cúpula
del peronismo estaba dividida y no pudo hacer una campaña de unidad para las elecciones. La
muestra de fricciones entre los propios dirigentes ayudó a Alfonsín a capitalizar la imagen de
guardián de la democracia.

En las elecciones Alfonsín gana con el 52%. Si se analizan los votos se nota que la UCR consolidó
sus votos de clase media, pero también logró mayor inserción sobre los trabajadores, ganando
en la provincia de Buenos Aires. Las demandas democráticas fueron importantes también en la
clase obrera.

La victoria de la UCR trae dos consecuencias: la reestructuración del peronismo y su consolida-


ción como partido dominante luego del declive de la UCR.

La UCR gana las elecciones del 85, pero pierde las del 87 y 89. E. Angeloz, gobernador de Cór-
doba, perteneciente a la vieja guardia, desplazada por la victoria de Alfonsín en 1983, se con-
vierte en el hombre fuerte del partido y en candidato a presidente. Así, la renovación alfonsinista
se hundía al mismo tiempo que el viejo radicalismo ascendía. Paralelamente, el peronismo se
había renovado con Cafiero a la cabeza. Luego, Menem gana la interna. Por lo tanto, para 1989
lo que hay es un giro a la derecha de los dos partidos.

Para Bonnet, el radicalismo intentó implantar una nueva hegemonía política pero fracasa por la
lucha de clases, la relación de fuerzas de la década del 80 no se lo permite. Se pone de manifiesto
que ni las secuelas heredadas por la represión ni el consenso democratizante alcanzaban para
construir una nueva hegemonía política. Se requería la actualización de la coerción, mediante la
hiperinflación del 89, y el montaje de un nuevo consenso conservador, sustentado en una pro-
funda reestructuración de la acumulación y dominación capitalista, para modificar las relaciones
de fuerzas sociales vigentes en los 80 y sentar los cimientos para la constitución de una nueva
hegemonía política en los 90.
Luego pasa a tratar de definir democracia: dice que la definición de lo que es democracia va
mutando en el tiempo. Se mete a hablar de Laclau y el concepto de hegemonía y explica cómo
se da la disputa por el significado de democracia en los años 80. Con las elecciones se contrapone
la democracia de Alfonsín, referida más a la concepción jurídica de democracia, de derechos
liberales, con la democracia del peronismo, asociada a las luchas sociales. En este sentido, plan-
tea que democracia se convierte en un significante vacío, tomando las ideas de Laclau, porque
es entendido de diversas maneras y adoptado por un amplio y heterogéneo espectro político y
social. Después se mete con las críticas de Zizek a Laclau y no entendí nada.

Luego se pone a hablar de la administración del PJ. Menem lanza una de las gestiones más reac-
cionarias de la historia, pero contradiciendo todo el discurso popular que había enarbolado en
la campaña. Esto lo obliga a construir un nuevo consenso. Prácticamente la totalidad del PJ se
encolumna detrás de Menem y no rompe nunca en sus 10 años de gobierno. ¿Cómo se explica?
Parte de Basualdo. Basualdo toma la categoría gramsciana de transformismo y la aplica al PJ. El
partido se habría convertido en un aparato dedicado a su supervivencia que estaba dispuesto a
apoyar a Menem a cambio de recursos. Para Bonnet, es una explicación insuficiente, también
hay que explicar, por qué la clase dominante quería cooptar a los dirigentes. Las clases domi-
nantes tenían interés en cooptar al PJ porque no tenían estructura partidaria propia para llegar
al poder y reestructurar las condiciones de acumulación. Para Bonnet, esta cooptación se puede
dar porque el partido atravesaba una intensa crisis de identidad, ideológica y política; es esa
crisis la que permite el ascenso de Menem.

Menem no sólo realinea al PJ sino que integra actores externos en su coalición de gobierno. La
administración se nutre de los funcionarios más derechosos del peronismo y de otros extrapar-
tidarios de la clase dominante (ministros de economía de las firmas concentradas: Techint,
SOCMA, Bunge y Born, etc. Y tecnócratas tradicionales como Alsogaray como asesor de deuda
externa).

Las primeras medidas del gobierno antes de la convertibilidad buscaban ser un “shock” con el
objetivo de plantar algunos cimientos de la nueva estructura económica: fundamentalmente las
privatizaciones y la racionalización del Estado. Frente a estas medidas hubo fuerte resistencia
de los trabajadores, pero la convertibilidad marcó un antes y un después. La resistencia era más
feroz en un marco de crisis inflacionaria, pero la convertibilidad terminó con la inflación y la
resistencia comenzó a ceder. La CONVERTIBILIDAD es un punto de inflexión porque constituye
la formación de un NUEVO CONSENSO. Los años 1989-91 el gobierno de Menem se sostenía
sobre el consenso de resolver el tema de la hiperinflación que le dio espacio al gobierno para
llevar adelante las medidas de shock mencionadas; luego de la convertibilidad, se crea un nuevo
consenso basado en la estabilidad que se había alcanzado gracias a la convertibilidad. En este
sentido, Bonnet dice que el electorado fue víctima de un chantaje: la vivencia de la hiperinflación
llevaría a los votantes a preferir la reelección de Menem en el 95 para evitar volver a pasar por
eso. Fue el miedo al derrumbe económico en el 95 lo que consolidó el consenso de la converti-
bilidad.

Cuando analiza la composición del electorado peronista que votó a Menem, muestra que el pe-
ronismo perdió votantes por izquierda y de las clases bajas, y ganó por derecha y de las clases
medias y altas. Esto se explica por la construcción de un nuevo consenso.

Antes había dicho que con la victoria de la UCR en el 83 se auguraba la apertura de un sistema
bipartidista en Argentina. La victoria de Menem y la consolidación de su poder en las elecciones
legislativas del 91 y 93 probarían lo contrario. A esto hay que sumarle la crisis interna en la que
se sume el radicalismo. Después del 89, le va muy mal en todas las elecciones legislativas y se
dan fuertes discusiones internas en torno a la reforma de la CN. La ilusión de bipartidismo des-
aparece porque el PJ consolida su poder, mientras que la UCR se hunde. Paralelo a eso, aparece
el FREPASO como tercera fuerza que superó a las UCR en las elecciones del 93 y 95.

Luego de la reelección de Menem el consenso sobre la convertibilidad comenzaría a deterio-


rarse. Bonnet dice que se da una paradoja: en el 95, cuando los indicadores económicos son
malos, se refuerza el consenso de la convertibilidad, mientras que en los años siguientes, con
buenos indicadores de crecimiento e inversión, se comienza a resquebrajar el consenso. ¿Cómo
se explica? En el 95 el consenso se refuerza por el miedo a la vuelta a la hiperinflación. A partir
de ahí comienza a resquebrajarse por dos cosas: el increíble ajuste que hace el menemismo para
lograr que el crecimiento y la inversión suban, y la consolidación de la Alianza (FREPASO-UCR)
que mostró que existía una alternativa al menemismo.

Sin embargo, la Alianza profundizaría su camino a la derecha, sin cuestionar ninguno de los pi-
lares de la reestructuración que había hecho Menem. Para 1996, la UCR estaba conducida por
Alfonsín y realizaba una crítica a la política económica menemista. Sin embargo, al año siguiente,
Alfonsín ya modera su discurso y plantea realizar una gestión “hacia adelante”, sin mirar hacia
el pasado. Ésta es la línea que prevalece en la Alianza. Así, la Alianza se opone a discutir el
modelo económico de Menem. Para las elecciones del 99, Menem intentó usar la carta de la
hiperinflación para atacar a la Alianza, planteando que era la convertibilidad o el caos. Esta vez
no funcionó porque la Alianza ya no se oponía al plan económico.

Además, a partir de 1995 el peronismo empieza a tener problemas internos. Bonnet habla de
peleas entre Menem y Duhalde por la sucesión, y luchas entre Cavallo y otros dirigentes de pri-
mera línea del peronismo, como Ruckauf, entre otras cosas para hacer lobby por los negocios
que representaba cada uno. Frente a este panorama justicialista, la Alianza se presentaba como
alternativa.

La hegemonía menemista fue la hegemonía política neoconservadora articulada alrededor de


la convertibilidad, con independencia de la sucesión de administraciones menemistas y alian-
cistas a cargo del gobierno.

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