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Fisher, M. (2016), Realismo Capitalista: ¿No hay alternativa?

Buenos Aires, Argentina:


Caja Negra Editora.

A continuación, se hará una crítica a la obra Realismo Capitalista, escrita por Mark
Fisher, quien fue un escritor británico, crítico y teórico de la cultura, trabajó como profesor
en el Departamento de Culturas Visuales en el Goldsmiths College de la Universidad de
Londres. Esta obra se escribe contemporánea a la crisis bancaria de 2008, argumentada
mediante ejemplos como películas, música y hasta en su rol como maestro, como la
sociedad se encuentra inmersa en el capitalismo y se acomoda al mismo.

Inicialmente para Fisher, el realismo capitalista es “una atmosfera general que


condiciona no solo a la producción de cultura, sino también la regulación del trabajo y la
educación, y que actúa como una barrera invisible que impide el pensamiento y la acción
genuinos” (Fisher, 2016, p. 41). Uno de sus argumentos está fundamentado en la afectación
de la salud mental la cual es vista como consecuencia del mal manejo de los recursos que
disponen los humanos para su subsistir y otro argumento está basado en la burocracia
invisible pero aun existente en todos los campos de la vida.

Ya teniendo una premisa en el desarrollo del libro, el autor parte de que el


capitalismo es una relación netamente consumidor- espectador, donde su poder está basado
en asignar valor monetario a todos los objetos culturales y su ideología es ocultar el hecho
de que el capital se mueve según cualquier tipo de creencia. Siendo este último un “parásito
abstracto”, lo que recomienda Fisher es no volvernos objeto del parásito ya que somos
nosotros quienes damos el poder al volvernos consumidores no selectivos.

Ahora desde un punto de vista más amplio el realismo capitalista ha hecho que la
sociedad se administre como una empresa: la salud y la educación son punto blanco de
manipulación, donde la burocracia descentralizada domina. En cuanto a la salud, se admite:
“la noción de la enfermedad mental como un problema químico y biológico individual
posee ventajas enormes para el capitalismo” (Fisher, 2016, p. 69), dando un espaldarazo a
las consecuencias sociales y políticas que también son influyentes, para luego sacar
provecho las compañías farmacéuticas y tener el completo control sobre los pacientes y el
sistema.
En cuanto a la educación, no varía mucho la modalidad hace que el estudiante se
endeude, pagando por su propia explotación, vendiendo una idea de ser “alguien” y de que
el mundo laboral está esperando por un gran profesional, cuando la realidad ofrecida es
totalmente diferente y decepcionante al ver que es un mundo competido donde siempre
gana uno y pierden los demás.

Teniendo en cuenta lo anterior, no adentramos ahora en el mundo laboral donde lo


posmoderno prevalece y entran a ser protagonistas la burocracia y su fijación de objetivos o
metas y, los rangos bajos de la organización ya que se les da “poder” con el hecho de tener
control sobre sus propias actividades, de tal modo que se autosometen y se vuelven
auditores de su propio desempeño, es como una esclavitud invisible.

Como si fuera poco el capitalismo también se mete con la familia considerándola

como fundamental por un lado para su reproducción y mantener la fuerza de trabajo y por

el otro la convierte en esclava del sistema, ocupa a tal punto a los padres que cada vez se

hace más corto el tiempo compartido con los hijos. Es un mundo en el cual la vida y el

trabajo son inseparables e interdependientes para sobrevivir a las necesidades básicas.

Las consecuencias del capitalismo son tan reales que no solamente son culturales,

sino que también son ambientales y no se dimensiona que los recursos naturales no son

renovables. Actualmente “la catástrofe ambiental aparece en la cultura capitalista solo

como una forma de simulacro; sus implicaciones reales son demasiado traumáticas para que

el sistema pueda asimilarlas” (Fisher, 2016, p. 44). Se puede concluir que son dos campos

que no se pueden llevar de la mano debido a que el sistema no ofrece un medio sustentable

para que el ser humano habite.

En conclusión, es una obra que abarca problemáticas que no son fáciles de observar
a simple vista y es por esa indiferencia que no se ha podido combatir el sistema capitalista,
el autor nos invita, personalmente considero que más a los jóvenes, a no superar el sistema
sino a resistirlo, evitar el consumismo y a ir pensando en nuevo sujeto político colectivo
con el fin crear reglas que funcionen para un bien social.

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