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Introducción

El presente informe tiene como finalidad dar cuenta de las lecturas propuestas
por la cátedra de Diagnóstico Psicopedagógico I. A partir del acercamiento a diversos
autores analizados en la primera unidad de la materia, se abarcarán temas como los
conceptos de diagnóstico psicopedagógico en el devenir histórico, el proceso
transformador de una mirada reeducativa a la clínica, los paradigmas de la simplicidad
y de la complejidad, patologización y medicalización, como así también las maneras
de pensar el diagnóstico psicopedagógico en el marco de diferentes ámbitos, entre
otros.
Siendo el fundamento del mismo realizar una exposición teórica y su respectivo
análisis enmarcando ciertos puntos de encuentro importantes en el ámbito del
diagnóstico psicopedagógico.
Los objetivos generales que se plantean para realizar el presente trabajo,
tienen relación con la exploración teórica del espacio y la definición de ciertos
conceptos que atraviesan la práctica.
Por último, se presentan las conclusiones en relación a las articulaciones
expuestas.
“El diagnóstico psicopedagógico: una mirada acerca de la subjetividad”

El concepto de diagnostico tiene su origen en el campo medico y supone el


estudio riguroso de la sintomatología que aparece en un sujeto enfermo, por lo que
cuyos resultados permiten emitir un juicio científico sobre el tipo de dolencia padecida
por aquel. En el plano psicopedagógico, la aplicación de este concepto presenta
mayores dificultades. Efectuar un diagnostico en psicopedagogía sobre problemas tan
complejos en los que intervienen el aprendizaje es una tarea compleja, ya que este
proceso ha sufrido transformaciones a lo largo de la historia. A continuación,
desarrollaré los dos principales paradigmas acerca del diagnostico, retomando sus
ejes más significativos.
En un primer momento, desde una mirada reeducativa, el diagnóstico que se
realizaba a través de un proceso cerrado, rotulante, basadas en tests y las técnicas,
analizando los síntomas desde un punto de vista monocausal. Se consideraba al
sujeto con problemas en el aprendizaje, anormal al que había que reeducar. Los
abordajes consistían en sesiones programadas, siendo el paciente un sujeto
estandarizado. Este modelo estuvo vigente hasta que profesionales comenzaron a
investigar en teorías de nuevas disciplinas, entre ellas el psicoanálisis.
Posteriormente, se dio lugar a un nuevo modelo, la psicopedagogía clínica, el
cual modifico la concepción de sujeto, considerando al mismo particular, único,
histórico, encontrándose inserto en una trama familiar. Así se brindo, una apertura a
diagnósticos abiertos y revisables, con la finalidad de localizar las problemáticas en lo
singular de cada sujeto en la relación terapeuta-paciente se conceptualizo a través de
la transferencia.
Pensar en estos modelos implica posicionarse en diferentes paradigmas.
Analizando este tema desde el pensamiento complejo, se plantea la necesidad de que
la salud sea abordada con sentido sociocultural, integral, para interpretar al ser
humano en su naturaleza, en su relación con ella y la sociedad. Debido a esto, la
simplicidad y el reduccionismo, deben dar paso a distinguir complejos de la realidad,
que vinculan el todo y lo uno y viceversa. Cuando se habla de complejidad, se hace
alusión a los cambios epocales que, desde hace unas pocas décadas, transformaron
nuestras sociedades a escala planetaria y exigen, un replanteo de significados en
todos los ámbitos culturales y políticos. En este sentido, la Modernidad proveyó de
dispositivos institucionales crueles, así como de herramientas teóricas y explicativas
incapaces de ir más allá de una realidad parcial, pero se corresponde con las
capacidades humanas de entendimiento de un mundo que nos supera. No obstante,
es cierto que las limitaciones de las ciencias modernas a la hora de estudiar la realidad
han promovido la idea de un sujeto abstracto, sin identidad, a veces siendo objeto de
otras ciencias o disciplinas y reducido a un dato, a una serie de variables. Pensar o
repensar al sujeto desde la complejidad nos obliga a verlo como una abstracción
multidimensional.
Desde una mirada reeducativa, el foco se centra en el paradigma de la
simplicidad, en este punto, las determinaciones de las problemáticas son a partir de
una concepción reduccionista, que anulan los procesos subjetivos, rotulando al ser
humano; lo cual nos conduce a una linealidad causa-efecto. En relación a lo anterior,
implica realizar un diagnóstico desubjetivante, dejando afuera la palabra, el decir, que
solamente interpela a lo sintomático siempre refractario a las practicas a eliminarlo.
Escuchar el malestar, leer el síntoma, es un detalle singular que permitiría reducir el
sufrimiento del sujeto. Como nos dice Baquero (2011), conduce a la patologización,
donde toda la dispersión que aparece es significada como desvío inquietante, como
retraso del ritmo, como incertidumbre sospechosa.
En la patologización no se tiene en cuenta los tiempos de cada sujeto, la
inmediatez de la época está presente, buscando que todos los conflictos se resuelvan
en el menor lapso posible, y que se mantienen los diagnósticos “de por vida”,
desapareciendo la palabra de contención. En relación a esto, se evidencia un aumento
de patologías caracterizadas por los déficits de simbolización que vuelven extrañas las
propias emociones y pensamientos, produciendo una angustia sin dirección que
necesita ser calmada rápidamente. Síntomas para los que existe un fármaco
apropiado. Época de sobrediagnósticos ; déficits atencionales , trastornos
generalizados del desarrollo ,trastorno de déficit de atención e hiperactividad ,
trastorno de espectro autista ,entre otros, a temprana edad, cuando aún prima un
psiquismo prematuro y en formación, siendo tratados como molestias desagradables
a resolver de forma inmediata, sin el análisis de las causas que los provocan,
acallando el mismo. Los rótulos desafían al cálculo, se piensa en términos de
síndrome en lugar de niños subjetivos. Un pensamiento reflexivo en cuanto a esto es
poder abandonar la idea relacional entre la sintomatología y la conducta; llevando
implícito el concepto de la complejidad (Filidoro, 2001)

En coherencia con ello, la clínica interdisciplinaria se construye de manera


efectiva a partir del paradigma de la complejidad, analizando las dificultades
concebidas como sistemas interactuantes; apropiándose de todos los instrumentos
necesarios para escuchar al niño, a los padres, a las escuelas. Por esto, conlleva
implicita renuncia a respuestas instantáneas, metódicas y clasificadas. Esta práctica
nos ubica, en el lugar de un desencuentro, abriendo un vacío en el saber disciplinario
que nos conduce al diálogo integrador.
En el campo que nos compete, Las incumbencias profesionales del
psicopedagogo han transitado un camino de redefinición dentro de sus ámbitos de
acción y en la ampliación de sus intervenciones, desde el momento de su
institucionalización académica hasta la actualidad. La psicopedagogía es una
disciplina reciente, cuyo objeto de estudio es el sujeto en situación de aprendizaje y las
posibles dificultades que puedan presentarse, teniendo en cuenta que se aprende a lo
largo de toda la vida, en contextos educativos formales y no formales y que todas las
personas tienen derecho al acceso de un aprendizaje desde lo que cada sujeto puede
y es capaz, es aquí donde toma relevancia la función del psicopedagogo.
La psicopedagogía clínica se encuentra imbuida por un contexto
sociocultural que particulariza su producción. La contextualización de las condiciones
del ejercicio profesional nos ubica en relaciones que conforman modos de atención,
de revisión de diagnósticos, de intervención. También las intervenciones clínicas
producen subjetividad y están atravesadas por ella. El mundo simbólico que se
conforma en la red de relaciones mantiene una lógica discursiva, que debe ser
historizada para repensar los sentidos que produjeron cada época.
La tarea profesional convoca a un trabajo entre disciplinas,
un diálogo abierto donde no existan certezas, donde los interrogantes acerca del
motivo de consulta permitan un encuentro con otras profesiones para
acercarnos a interpretar los sentidos de “malestar” para ese sujeto.
La profesión requiere del desarrollo de un espíritu crítico en relación a los conceptos y
la reflexión de las prácticas; de la presencia de otros a través de las redes de
interacciones que deben incluirse en la búsqueda de nuevos conocimientos. La ética
de la profesión debe hacerle lugar a lo heterogéneo, a lo diverso, a lo complejo.
CONCLUSIÓN

Me permito concluir que el diagnóstico busca recuperar un caudal de


conocimientos psicopedagógicos, disponer a la escucha de un sujeto, analizando qué
sucede durante el proceso de aprendizaje, inferir de esta manera qué conduce a las
interrupciones y permitiendo interpretar los sufrimientos.
Realizar un diagnóstico posibilita un punto de partida y una guía, pero no
determina un cierre, sino una apertura a posibilidades de comprensión del sujeto y a la
subjetividad implicada, de variables que pueden determinar ese diagnostico o no en un
futuro. Teniendo como desafío llegar a la subjetividad, donde el mundo global en el
que nos encontramos inmersos es determinante en la constitución de un sujeto, por lo
que quedan involucrados distintos actores sociales, lo cual nos conduce a la
imposibilidad de pensar por separado, sino más bien de manera integral, ya que se
considera que el todo es más que la suma de las partes. Asimismo, lleva a la
consideración de que el arte dialógico entre los miembros de la sociedad resulta
esencial para el desarrollo de nuevas perspectivas y prácticas de salud, que van
mucho más allá del simple saber hacer médico. En síntesis, el tratamiento inmediatista
de la salud, comúnmente de corte pragmático y positivista, debe dar lugar a enfoques
culturales integradores y holísticos.
La psicopedagogía implica introducir nuevos aspectos en la observación,
revisar las significaciones otorgadas a las mismas, rever las conceptualizaciones que
la sostienen. Hay que producir rupturas en el comportamiento “clásico” que vinculó al
conocimiento científico con la certidumbre y generar una práctica integrada capaz de
abordar las múltiples relaciones que se generan en el sujeto aprendiente.
A modo de cierre, el diagnostico psicopedagógico desde esta perspectiva,
brinda la posibilidad de repensar abordajes y estrategias más acordes a la singularidad
de cada sujeto.
Bibliografía:
- Baquero, R. “Las infancias y la época”. Ensayos y experiencias. Tomo 80.
Capítulo 10. ¿Niños o síndromes?
- Cambursano, M. (2011). En foco: miradas psicopedagógicas. Argentina.
- Filidoro, N. “Aportes desde la psicopedagogía, cuando las etiquetas se tornan
invisibles”. Ensayos y experiencias. Tomo 80. Capítulo 18. ¿Niños o
síndromes?
- Filidoro, N. (2005). Diagnóstico Psicopedagógico. Una caracterización de la
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- González, L. (2001) “De la escuela de reeducación a la psicopedagogía
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Ediciones del Boulevard.
- Janin, B. (2005) “¿Se puede encuadrar el sufrimiento? Diagnósticos en la
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- Janin, B. “La construcción de la subjetividad: entre la violencia y la esperanza”.
Ensayos y experiencias. Tomo 80. Capítulo 1. ¿Niños o síndromes?
- Najmanovich, D. (2001) “Pasos hacia un pensamiento complejo en salud”.
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- Najmanovich, D. (2005) “¿La constitución de la inteligencia? Un debate desde
la complejidad” Diagnósticos en la infancia. En busca de la subjetividad
perdida. Ensayos y Experiencias. Buenos Aires: Nov. Educativas.
- Untoiglich, G. coord. (2005) “¿Nuevos diagnósticos? En busca de la
subjetividad perdida”. Diagnósticos en la infancia. En busca de la subjetividad
perdida. Ensayos y Experiencias. Buenos Aires: Nov. Educativas.
- Volnovich, J. C. “Escuelas a la intemperie”. Ensayos y experiencias. Tomo 80.
Capítulo 9. ¿Niños o síndromes?

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