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La democracia es definida como una forma de gobierno donde el poder es ejercido por
el pueblo, mediante mecanismos legítimos de participación en la toma de decisiones
políticas. Entre muchas de sus características se puede mencionar el respeto por los
derechos humanos, la libertad individual, distribución del poder en diferentes actores
sociales, la representatividad, libertad de prensa y opinión, igualdad ante la ley y la
limitación del poder de los gobernantes.
Una de las necesidades primordiales que tiene Colombia es alcanzar la paz. Paz,
violencia, conflicto, son conceptos muy cotidianos, que utilizamos muy a menudo. Esto
hace que nos sean muy familiares, pero también que sean muy equívocos: no todo el
mundo entiende cada concepto de la misma manera. Al contrario, estos términos
pueden tener significados muy diferentes según quién las utilice: es fácil pensar que la
idea de paz de una persona pacifista no coincida con la de una militar.
La convergencia de la educación para la paz y la educación para la democracia conlleva
la firme convicción de que ambas, son cimientos sociales encaminadas a la edificación
de una sociedad fuerte y madura que logre el desarrollo humano de los ciudadanos y de
garantía de los derechos humanos; procesos importantes que pueden y deben ser
amparados por el trabajo formativo de la educación como una política social.
Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Fundación Cultura de Paz sostiene que: “La
educación debe proporcionar herramientas para que los ciudadanos entiendan el
complejo mundo en el que viven, lo gestionen democráticamente, usen
equilibradamente los recursos naturales y construyan y defiendan un sistema de valores
en el que estén integrados la tolerancia, la justicia, el respeto a las diferencias”