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Resumiendo alguno de los estudios más importantes que se han llevado a cabo en
los últimos tiempos acerca de cuidados no-parentales, McGuire y Earls sostienen:
“Estos estudios sugieren que en lugar de socializarse (los niños) en las
instituciones de cuidados diurnos lo probable, es que ocurra todo lo contrario”
(1991). Este capítulo resume los hallazgos de dos proyectos de investigación y
resultan un novedoso ejemplo de puesta en práctica de los resultados de una
investigación. Lamentablemente las principales recomendaciones hechas hace 20
años atrás, aún no se han implementado en la mayoría de las instituciones oficiales.
Resumen
Esta investigación-acción se realizó en el Instituto Tavistock de Relaciones
Humanas con una beca del DHSS (Department of Health and Social Security) en
1975/9. El director del proyecto fue Alistair Bain, la Licenciada en Ciencias Sociales
y psicoterapeuta de niños fue la autora (Lynn Barnett), y la asesora del proyecto
era Isabel Menzies Lyth, terapeuta didacta de niños e investigadora en Cs.
Sociales.
Hay un doble compromiso en un proyecto de investigación acción: el estudio de un
sistema (en este caso una institución dedicada al cuidado de niños) y,
conjuntamente, colaborar con los miembros de la institución en utilizar las
observaciones y el análisis para contribuir con la transformación, hacia lo que se
considera una dirección deseable.
El equipo de investigación observó en detalle el sistema social en el cual operaba el
Jardín (departamento de servicios sociales, médicos, trabajadores sociales, etc.);
al personal del Jardín (sus antecedentes, modelos de trabajo y cambios de
personal); a los niños y sus familias (se realizó un seguimiento de una muestra de
doce niños – y sus familias- en el Jardín y posteriormente en la escuela durante un
periodo de tres años. Y, un psicólogo educacional, un psicoterapeuta y
observadores independientes realizaron evaluaciones). Se investigaron las causas
de la tensión tanto en los niños como en el personal y también, las defensas
empleadas por el personal para evitar la tensión y la experiencia de intimidad con
los niños.
1
Barnet, Lynn: “What is good day care” en The emotional needs of young children and their families
editado por Judith Trowell and Marion Bower. Routledge, London and New York, 1995.
2
En el original en ingles se utiliza el término “Nursery”, en la traducción utilizaremos el término Jardín o
Jardín Maternal como equivalente.
La principal conclusión del estudio reveló que la exposición a cuidados
institucionales era la causante del incremento en la agresión y el retraso en el
desarrollo del lenguaje de los niños y que, en algunos casos, llegó a perturbar o
dañar severamente el desarrollo de la personalidad y su potencial de aprendizaje.
Por otra parte, el estudio también indicó que es posible que una institución logre un
funcionamiento saludable y desempeñe funciones educativas pero, para que esto
ocurra y se sostenga, deben realizarse cambios en la práctica y en las normativas
acerca del promedio de niños por adulto, la selección del personal, la formación y el
desempeño del rol de las cuidadoras 3 y, de la directora, también en la estructura y
organización de los cuidados en la institución, además, es necesario incrementar la
coordinación con otros profesionales. Se encontró que cuando la cultura
institucional dejó de poner el énfasis en los cuidados domésticos (higiene y control
del niño) y se orientó hacia el cuidado del niño (comprendiendo las conductas
infantiles y con una asignación individualizada de los cuidados), se redujo el cambio
de personal, la participación de los padres aumentó y los roles del personal,
maestras, directora, servicios sociales, se modificaron.
El encuadre
El estudio se realizó en lo que se consideraba uno de los mejores Jardines
Maternales dependientes de la autoridad local en un barrio londinense. Estas
instituciones se dedican al cuidado diurno de niños. Están dirigidas habitualmente
por el Departamento de Servicios Sociales con lineamientos establecidos por el
Departamento de Salud y Servicio Social (DHSS). Esto supone que no existe un
estatuto regulador sino tan sólo recomendaciones para su funcionamiento acerca de
condiciones, cantidad de personal, por ello, hay variaciones entre un municipio y
otro.
En la institución estudiada había 47 niños de 3 meses a 5 años y 10 adultos
(incluyendo la directora). Nueve eran personal estable y una era temporaria de una
agencia. La mayoría eran jóvenes y todas, excepto la directora, estaban en el cargo
desde hacía menos de un año. Había un elevado porcentaje de cambios en el
personal cuando nosotros llegamos. En los últimos seis meses veinticinco
miembros del personal habían tomado un cargo y luego lo habían dejado. Además,
cada miembro del equipo estable estaba, en promedio, perdiendo cincuenta y tres
días de trabajo por año. Tanto las inasistencias por enfermedad como la falta de
estabilidad del personal pueden indicar, entre otras cosas, tensión e insatisfacción
en la tarea. Ambas cuestiones se redujeron durante el proyecto.
Los niños son admitidos en las instituciones poco después del nacimiento y puestos
al cuidado institucional por un promedio de 10 horas diarias. En la institución
estudiada se admitían niños desde los 3 meses. El establecimiento estaba abierto
desde las 7.30 hs. hasta las 18hs. Habitualmente los niños permanecen en la
institución hasta los 5 años que es cuando comienzan la escuela. Es así, que los
niños en sus años más formativos, permanecen la mayor parte de las horas de
vigilia en el Jardín Maternal, más que en sus hogares. Además de las observaciones
generales realizadas en el Jardín, se observó, evaluó y se realizó un seguimiento
detallado con una muestra de 12 niños y sus familias.
La agresión
3
En el original en inglés dice “nursery nurses”. En la traducción utilizaremos “cuidadoras” o “maestras”
para referirnos a los adultos a cargo de los grupos de niños
i) Dinámica individual
Encontramos que existía un alto grado de agresividad en los niños del Jardín
Maternal, muchos tenían dificultades en este aspecto, por ejemplo:
En una observación realizada de Ricky en el jardín, cuando tenía 3.8
años, el se mostraba, alternadamente, agresivo y, luego seductor con
los otros niños. El observador notó al comienzo de la observación que
“Las madres no se despedían de los niños pero sí les decían adiós a las
cuidadoras y, que los niños no mostraban ninguna reacción cuando
ellas se marchaban.” La observación continua: “Ricky golpea la cabeza
de K y toma la mano de K para golpear su cabeza con ella
nuevamente”. Cinco minutos después “Ricky está ahora sentado y se
toma la leche de K”. Un minuto después “Ricky trata de pegarle en la
cara a K, canta una canción y luego sostiene la mano de K y la hace
aplaudir hacia arriba y hacia abajo”. Dice “Papá me empujó al agua”,
se vuelve hacia K y dice “y él te va a poner a vos en el agua”. Luego
continua con una escena de caricias afectivas entre él y la pequeña
niña. Unos poco minutos después, dice “Voy a ser tu amigo si me das
el autito”, tratando de persuadirla de jugar con él. Tres minutos
después, nuevamente utiliza su técnica compradora, mirando y
deseando el triciclo de un niño. “Te compro unos chicles me los das”.
Se muestra protector hacia su hermana y preocupación por ella y por
la tos de otra niña, diciendo que el puede conseguir unos caramelos
para la tos para ellas, pero unos minutos después le pega a otro niño
en la espalda y lo hace llorar intensamente cuando sospecha,
equivocadamente, que ese niño ha hecho llorar a su hermana. Luego,
toma el autito de otro niño ostentando un comportamiento dominante.
(Bain y Barnett 1980: Apéndice, 4)
Para otros trabajos relacionados se puede consultar McCartney et. al. (1985);
Melhuish et. al. (1990); Belsky (1988); Haskins (1985). Esta es sin duda una
afirmación polémica en la medida en que la agresión en los Jardines es una
cuestión que se vincula a la calidad de los cuidados provistos y a los instrumentos
metodológicos de los estudios realizados.
En la institución que estudiamos, las maestras, debido a su juventud, falta de
formación, su propia experiencia pasada, el énfasis puesto en el cuidado físico, el
gran número de niños con perturbación, la tensión que involucra la tarea y otros
factores; no estaban en condiciones de mantener un contacto sensible con los niños
y manejar adecuadamente la agresión de los mismos. No les resultaba fácil dejar
de tratar de aplacar la conducta agresiva o tampoco podían restablecer la
confianza, de tal modo que no lograban ayudar a bajar la omnipotencia de los
ataques agresivos, reales o fantaseados, y sus consecuentes miedos a la represalia.
Más aún, muchos de los niños que venían con antecedentes de deprivación o
traumáticos, parecían replicar las relaciones quebradas con sus cuidadoras, no
exactamente igual a la deprivación anterior pero, también aparecían relaciones de
tipo persecutorias y con castigos. A medida que el proyecto avanzó las cuidadoras
mejoraron su capacidad para comprender a los niños y manejar la agresión de
manera más efectiva.
Otro factor vinculado al comportamiento agresivo eran sus dificultades en el
lenguaje. La verbalización de sentimientos lleva a un aumento del control. Ellos
tenían serias dificultades en el uso del lenguaje, particularmente el leguaje
expresivo. Con respecto a la comprensión del lenguaje, sólo tres de los ocho niños
de la muestra se encontraban por debajo del promedio, pero en la expresión del
lenguaje, seis de los ocho niños de la muestra se encontraban por debajo del
promedio. Esto significa que los sentimientos de enojo tendían a manifestarse a
modo de impulsos o ataques indiscriminados de agresión hacia otros niños o hacia
los adultos. Las dificultades del lenguaje también afectaban la lectura y el trabajo
escolar formal. En lo emocional e intelectual ninguno de los niños estaba
alcanzando su potencial y, algunos, estaban fracasando gravemente en la escuela a
pesar de que tenían un promedio de IQs (cociente intelectual) promedio o por
encima del promedio en todos los casos (Barnett 1983) 4. Otros investigadores
encontraron que los niños que reciben cuidados diurnos de cuidadoras más
sensibles, continentes y que responden a sus demandas tienen mejor nivel de
lenguaje y habilidades intelectuales (Carew 1980; McCartney 1984; Rubenstein and
Hobes 1983)
4
Barnett, L. (1983) “Languaje and intimacy: some comments arising from action research in a local
authority day nursery”, J. Ch. Psychother. 19 (1)..
Al comienzo del proyecto observamos cómo los niños eran llevados al jardín por
madres ocupadas en su camino al trabajo o, luego, más tarde, por las madres que
no trabajaban. En ambos casos la actitud de las madres hacía suponer que el
personal, visto como expertos, se harían cargo de sus niños. Si bien, el abordaje de
las relaciones con los padres era considerado como uno de los aspectos principales
de la tarea, las cuidadoras no habían sido formadas en esta área, a pesar, del
hecho de que eran ellas quienes tenían el conocimiento profundo que surge del
contacto cotidiano con los niños a quienes cuidan. Las cuidadoras podían negar la
responsabilidad sobre el comportamiento de un niño diciendo que era un problema
causado por los padres quienes, por su parte, culpabilizaban al personal. Este
sistema proyectivo fue disminuyendo a medida que avanzaba el proyecto y el
contacto entre padres y maestros fue aumentando a través de encuentros,
reuniones de padres y reuniones semanales de personal y de sala.
5
El texto original en inglés dice “Principal” para reemplazar el término Matron” utilizado antiguamente.
6
Tansitions que traducido como transiciones en este texto es el término que se utiliza para referirse a la
adaptación
del cuidado de niños superando la “atención” impersonal hacia un “cuidado” más
íntimo.
En la situación de Londres los investigadores actuaron como catalizadores o
agentes de cambio mientras que en el centro familiar de Devon el equipo de
orientadores de niños asistió y estimuló a la nueva directora para la
implementación de ideas compartidas, así como también, realizó consultas
periódicas al personal de cada sala.
De este modo, el vehículo del cambio se operó a través de la discusión: algunas,
más generales, se realizaron en las recién implementadas reuniones de personal y
otras, más específicas y personales, en el nuevo espacio de reuniones semanales.
Tiempo después, el personal logró construir una confianza suficiente como para
comenzar a explorar con su “consultor” sus sentimientos personales y ansiedades
acerca de su difícil tarea.
Estas discusiones, llevadas a cabo en los encuentros semanales con el personal de
7 diferentes Jardines en la Clinica Tavistock durante 6 meses, tomaron diferentes
formas. Fueron coordinadas por la psicoterapeuta Juliet Hopkins y Dilys Daws.