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Carácter: electiva
No obstante para algunos teóricos, encargados de complicar inteligentemente las cosas, las
relaciones entre ambas formas de producción —cine y literatura— no siempre tienden al natural
reglón de las armonías. Cabe citar a innumerables eminencias, pero como esta justificación tiene
más bien el matiz de aperitivo podríamos recordar simplemente las divergencias entre
concepciones como las de Tolstoi quien veía en la naciente cinematografía al potencial enemigo
y trastocador de la tradición literaria; o por otro lado, revisar concepciones cercanas a una
perspectiva esperanzadora como la de don Alfonso Reyes para quien las películas ayudarían a
sortear escollos descriptivos que la palabra escrita no alcanza a trasmitir con tanta facilidad.
Existe una famosa novela del francés Pierre Choderlos de Laclos que alternativamente se
traduce al español como Amistades peligrosas o Relaciones peligrosas; en ese juego de títulos
que condiciona las expectativas, podríamos decir que este seminario tuvo que enfrentarse a un
inicial dilema para especificar su propósito: elegir entre enfocar las relaciones peligrosas del
cine con la literatura, o resaltar los vínculos de provecho en los duales modos de ficcionalidad.
Por contraste no se puede apreciar las ventajas de un producto sin mirar las limitaciones de los
demás; así resulta inexcusable, que en el proyecto de sacar a relucir los beneficios de
promocionar la literatura a través del cotizado milagro audiovisual, salten a la vista de la crítica
las contrariedades en los niveles de calidad. Las preguntas motivantes van en esta línea:
¿Cuándo determinado tratamiento fílmico supera al texto? O Por contrario, ¿Cuáles estilos de
textos quedan desajustados o empobrecidos en su paso a la pantalla?
Para no dejar de acentuar la pertinencia contemporánea de estos debates aun sin erigirnos en
tono puritano a favor de la estética, vale acotar cierta razón más mundana y comercial. La
industria cinematográfica es, después de la armamentista y automotriz, la válvula de oxigeno de
la economía norteamericana. La mejor opción, entonces, es irse formando con conciencia aguda
para desechar los malos espectáculos o exigirle al cine la altura que en el pasado sólo
proporcionaban los momentos de disfrute lector.
Estudiar los basamentos teóricos que distinguen el lenguaje fílmico del netamente
literario.
Nuño, Juan (1986) 200 horas en la oscuridad, Crónicas de cine. Dirección de Cultura
Universidad Central de Venezuela.
Paz, Octavio (1973) “El cine filosófico de Luis Buñuel” Páginas 113 a la 118. En Corriente
Alterna. Siglo veinte uno editores. México.
Rivera, Juan Antonio (2005) Lo que Sócrates le diría a Woody Allen; Cine y Filosofía. Editorial
Espasa. Colección Booket. España.
Cabrera Infante, Guillermo (1997) Arcadia todas las noches. Editorial Alfaguara. Barcelona
España.
Cayley, David (1997) Conversación con Northrop Frye. Traducción de Carlos Manzano.
Ediciones Península. Barcelona.
Frye, Northrop (1991) Anatomía de la crítica. Traducción Edison Simons. Monte Ávila.
Caracas.
Schneider, Steven Jay y otros (2007) 1001 Películas que hay que ver antes de morir.
Grijalbo. Impreso en China.
Rivera, Juan Antonio (2005) Lo que Sócrates le diría a Woody Allen; Cine y Filosofía.
Editorial Espasa. Colección Booket. España.
Nuño, Juan (1986) 200 horas en la oscuridad, Crónicas de cine. Dirección de Cultura
Universidad Central de Venezuela.
Paz, Octavio (1973) “El cine filosófico de Luis Buñuel” Páginas 113 a la 118. En
Corriente Alterna. Siglo veinte uno editores. México.
Fuentes, Carlos (2003) Cine. Páginas 43 a la 49. En En esto Creo. Seix Barral. España.
Cabrera Infante, Guillermo (1997) Arcadia todas las noches. Editorial Alfagura.
Barcelona España.
Referencias electrónicas
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Algunas consideraciones sobre una cuestión polémica. Artículo publicado en Espéculo.
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Massanet, A. (2011). La dependencia del cine hacia la literatura. Artículo publicado en Blog de
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hacia-a-la-literatura] Consultado en fecha 20-07-11.
Mendoza, F (2006). Didáctica de la Lengua y la Literatura para primaria. (1era ed.). Madrid:
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Pérez, L. (2001). Cine y literatura: Entre la realidad y la imaginación. Ediciones Abya- Yala.
Quito- Ecuador
Metz, Ch. (2002) Ensayos sobre la significación en el cine (1964-1968). Paidós, España.
Wellek, R y Warren, A (1993). Teoría Literaria. (4ta ed.). Madrid: EDITORIAL GREDOS.
“Ya verán como este pequeño y ruidoso artefacto provisto de un manubrio revolucionará nuestra
vida: la vida de los escritores. Es un ataque directo a los viejos métodos del arte literario. Serán
necesarias nuevas formas de escribir”.
León Tolstoi.
«Hay en el cine -comentaba Alfonso Reyes- elementos descriptivos que la
literatura sólo da de manera muy indirecta y equívoca y que la ejecución visual del cine
comunica a la perfección».
Decía Alfonso Reyes: «Una nueva literatura, una nueva crítica -la del cinematógrafo- son ya
indispensables».
Esta opinión es compartida entre otros por Gabriel García Márquez quien en más de una
ocasión a dicho “He visto muchas películas buenas hechas sobre malas novelas, pero nunca he
visto una buena película hecha sobre una buena novela” (1991, 251).
E incluso el reputado guionista francés Jean-Claude Carrière ha llegado a expresar opiniones tan
radicales como que: “Podría decirse que el mayor peligro para un guionista es la literatura (...)
Yo, la peor de todas/ Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe de Octavio Paz.
Límites imaginarios.
Literatura comparada y teoría de la percepción
Biagio D’Angelo
Universidad Católica Sedes Sapientiae
Lima, Perú
© Biagio D’Angelo 2006 Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad
Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero33/limites.html
Sin embargo, la historia de la poética nos informa que ya en el siglo VI a.C. Simonide de Ceos
decretaba que la pintura era una poesía silenciosa y la poesía una pintura hablante;
Entre el deseo unificador de las artes del siglo XVIII y el retorno de la conciencia
del profeta en medio de las batallas, característico del discurso poundiano, todo el
siglo XIX “lee la pintura” en una fuerte y amistosa relación de do ut des, con
materiales intercambiados y que “visualizan” ciertas escenas narrativas. Si en
definitiva el sujeto (y -se diría- también el objeto) de la literatura comparada es el
hombre productor de textos, como sugiere Cesare Segre, el cruce entre literatura y
pintura durante la época romántica ofrece un perfil particular que ha sido detallado
con maestría por Claudio Guillén. Para Guillén el centro del problema nos reenvía a
aquel matiz filosófico que la práctica comparada mantiene como perspectiva
antropológica: “¿Buscan los hombres, a través del paisaje, aquello que no son?”
La Weltliteratur de Goethe:
Una reflexión sobre Literatura Comparada
Damián Leandro Sarro
Facultad de Humanidades y Artes
Universidad Nacional de Rosario - Argentina
d_sarro@hotmail.com
El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del
pasado, como ha de modificar el futuro” [28].
Por un lado, si tomamos el capítulo ”La cicatriz de Ulises” [32] el desarrollo se circunscribe
especialmente en la comparación entre el texto homérico y el texto bíblico, es decir que ambos
se constituyen como los márgenes históricos y literarios desde donde se proyecta el análisis
crítico; por ende y considerando el corpus entero de la obra de Auerbach, notamos que cada
uno de los capítulos se relaciona directamente con una época histórica y social en la larga
trayectoria que arranca desde Homero y culmina con Virginia Woolf. Si bien el ideal del autor
es trazar una evolución de la representación de la realidad, es decir, una genealogía de la
mimesis, es viable que el lector se introduzca en la obra tomando al azar cualquier capítulo, y
podrá comprender las características del mismo sin recurrir al capítulo precedente, ya que
concebimos a los mismos como células independientes, que si bien conforman los
lineamientos del canon de Auerbach, son factible de leerse en forma aislada, lo que podríamos
concluir en la «autorreferencialidad» de cada capítulo de “Mímesis.
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En lo que respecta a la importancia de la Biblia en la literatura moderna, doy algunas
referencias no incluidas en la bibliografía. Aun con sus errores, el libro de Northrop
Frye, The Great Code: The Bible and Literature (New York: Harcourt Braée
Jovanovich, 1982) ha supuesto un avance considerable en estos estudios.
Hay que comenzar señalando cómo la propia etiqueta de “adaptación”, mantenida por
pura inercia, es cuestionada por muchos de los estudiosos del fenómeno, por la
inoperancia de la misma para designar la heterogénea variedad de productos que suelen
agruparse bajo ella. Existen, así, intentos de distinguir entre los diversos grados de
fidelidad que el filme guarda con relación al texto-fuente, que se traducen en tipologías
diversas que vienen a ser variantes más o menos matizadas de la tríada ilustración/
recreación/ creación, términos que han sido objeto de rectificaciones por parte de
quienes han intentado redefinirlos a partir de nuevos criterios clasificatorios. El intento
de acuñar una terminología más satisfactoria que sirva para dar cuenta de la variedad de
facetas que presenta el fenómeno —traducción, traslación, transposición, etc. —,
viene a ser un síntoma de la complejidad del mismo y de la dificultad de atraparlo
mediante esquemas reductores. Las opciones más recientes se inclinan por rechazar las
tipologías cuyas premisas están excesivamente vinculadas a criterios contenidistas y
sostienen que el problema de la adaptación ha de ser abordado desde niveles de mayor
complejidad, atendiendo primordialmente a las diferencias de lenguaje. Se defiende, así,
la etiqueta de recreación, por admitir que en la transformación fílmica de un texto
literario precedente no cabe hablar de la superioridad de éste con relación al producto
resultante sino de una igualdad entre lenguajes diversos, en tanto que el paso de una
estructura significante a otra implica también que se modifique la estructura de la
significación; aparte de que, asimismo, varía la situación comunicativa entre los
usuarios de ambos mensajes y su forma de consumo y de que el proceso transposicional
se orienta más al sistema de llegada que al de partida (Fernández, 2002: 13-14).
Ya los formalistas rusos, los primeros en abordar de manera rigurosa la relaciones entre
cine y literatura, introdujeron varios conceptos operativos comunes al análisis de ambos
medios artísticos (forma, función, organización narrativa) e insistieron en la necesidad
de distinguir entre dos lenguajes perfectamente diferenciados.; así Eikhenbaum, en
1926, al referirse a la necesidad que el cine tiene de argumentos procedentes de la
literatura, afirmaba que, pese a ello “de ningún modo se trata de someter el cine a la
literatura”, ya que en aquél, “incluso cuando la trama es adaptada, el argumento se
organiza de manera original, en la medida en que los medios, los elementos mismos del
discurso cinematográfico, son originales” (Eikhenbaum, 1998: 199-200).