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Texto: “La Evaluación Educativa” de Miguel A. Santos. Edit. Magisterio del Rio
de la Plata (Argentina), 1996.
Desde un punto de vista subjetivo, retoma a (Santos Guerra, 1988)1 y refiere que
algunas cuestiones sobre la patología de la evaluación educativa, haciendo
patentes los problemas de las limitaciones, las desviaciones y las manipulaciones
de las que puede ser objeto la evaluación. Planteada de forma negativa, realizada
en malas condiciones y utilizada de forma jerárquica, igualmente expone que la
evaluación permite saber pocas cosas de cómo se produce el aprendizaje y,
pocas veces, sirven para mejorar la práctica de los profesores y, desde luego, el
contexto y el funcionamiento de las escuelas.
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1.-http://www.pangea.org/aecgit/boletines/boletin7_2a.htm La Evaluación: un proceso de diálogo, comprensión
y mejora. Página 2
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La educación tiene innumerables contextos y se desarrolla intencionalmente en
muchos ámbitos. La evaluación objeto de estudio se interroga por el valor
educativo de los programas y se plantea como hilo conductor de entenderlos y de
mejorarlos.
El evaluador debe ser imparcial, pero eso no significa que sea aséptico. Una
postura desinteresada, no comprometida, distanciada del mundo cotidiano y de
sus valores es «moralmente deficiente» (House, 1990)2.
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2.- En HOUSE, E. R.: New Directions in Educational Evaluation. The Falmer Press. London.1990.
Cualitativa y no meramente cuantificable. Porque los procesos que pretende
valorar, cuando se trata de programas educativos, son enormemente complejos y
la reducción a números suele simplificar y desvirtuar la parte más sustantiva de los
mismos. Práctica y no meramente especulativa. Porque la evaluación no tiene
por finalidad producir conocimiento académico, es un proceso de diálogo,
comprensión y mejoramiento.
Existen diversos modos de hacer inútil o perjudicial una evaluación. Incluso una
evaluación que ha sido solicitada por los protagonistas de un programa: a) Esperar
que los resultados de la evaluación sean elogiosos para los responsables de un
programa que demanda voluntariamente una evaluación. No es fácil que, sobre
todo en los momentos iniciales, el informe resulte asimilable en sus vertientes
críticas. Atribuir las informaciones y las explicaciones poco gratas a la subjetividad
del evaluador o a la naturaleza cualitativa de la evaluación.
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3.- STENHOUSE, L. (1984): Investigación y desarrollo del currículum. Ed. Morata. Madrid. La Evaluación: un proceso de
diálogo, comprensión y mejora Página 17
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La evaluación supone una plataforma de diálogo entre los evaluadores y los
evaluados, entre diversos estamentos de los evaluados, entre los evaluadores y
las diversas audiencias, entre éstas y los evaluados, etc. Pero el diálogo tiene una
doble finalidad: por una parte, trata de generar comprensión del programa y, por
otra, de mejorar la calidad del mismo. La conexión entre las tres dimensiones4,
que se realiza en diferentes direcciones y sentidos, potencia cada una de las
vertientes que aisladas para facilitar el análisis. . La evaluación como diálogo El
juicio de valor que la evaluación realiza se basa y se nutre del diálogo, la discusión
y la reflexión compartida de todos los que están implicados directa o
indirectamente en la actividad evaluada.
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4.- ANGULO RASCO, F.; CONTRERAS DOMINGO, J. y SANTOS GUERRA, M.A. (1991): Evaluación educativa y
participación democrática. En Cuadernos de Pedagogía, n.° 195.
5.- KEMMIS, S.: Seven principies for Programme Evaiuation in.1986.
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Como también, no todo cambio es, por el hecho de serlo, una mejora. Lo que
sucede con la evaluación es que permite descubrir, a través de la comprensión, en
qué consiste la auténtica mejora de los programas educativos.
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7.- EISNER, E. W. : The art of Educational Evaluation. The Falmer Press. London.1985.
8.- SAEZ BREZNES, M.J. y CARRETERO, A. (1990): Por una visión caleidoscópica de la realidad: Una aproximación al
estudio de caso. En SAEZ BREZNES, M.J.: Evaluación de programas, proyectos e instituciones en educación. ICE.
Universidad de Alcalá.
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Lo cual no significa que, hasta que no exista una verdadera profesionalización
docente, dedicados al ejercicio de la docencia con un excelente remuneración
económica y estímulo para su preparación científica en el campo de la pedagogía,
no habrá equidad y cualificación en los procesos de evaluación de programas
que mejoren la calidad de los docentes y estudiantes para su aprendizaje..
Los procesos de autoevaluación, aunque complejos porque hace que los propios
participantes se interroguen sobre sus ideas, valores y prácticas, tienen un
interesante papel en el cambio y la mejora: «Generalmente la puesta en marcha
del proceso de autoevaluación pone en evidencia las distintas perspectivas que
subyacen en las categorías usualmente consideradas unívocas y que subyacen en
la vida escolar... » (Martín Rodríguez, 1988).9
Difundir los informes, crear plataformas de discusión y debate sobre los mismos,
avivaría la preocupación, el diálogo y la comprensión de las realidades educativas.
Poner en marcha muchas iniciativas, seguir desarrollando las ya existentes sin
establecer unos procesos de reflexión rigurosa, sistemática y compartida sobre
ellos, encierra el peligro del empobrecimiento, la rutina y la esterilidad.
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9.- MARTÍN RODRÍGUEZ, E. (1988): Profesión docente y autoevaluación institucional. En Revista de Educación, n.° 285.
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