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de Sai Baba
Sé Feliz
La Ley de la Evolución
El Vedanta nos enseña que todas las actividades del hombre son
guiadas por la ley de la evolución (niyati). El destino del hombre está
controlado irremediablemente por esta ley. Ni siquiera los dioses están
libres de ella. Si se nos ocurriera pensar, ya que todo a su alrededor ha
sido ordenado, que el hombre puede permanecer pasivo, entonces aún
esta actitud estaría predeterminada por esa ley de evolución.
El sabio Vasishta le dijo a Rama, "un hombre sabio no deja de
esforzarse, pero al mismo tiempo, siempre permanece conciente de
esta ley de evolución. Sabe que hasta las actividades que aparecen bajo
el disfraz de autoesfuerzo, están bajo el control de la ley de evolución
cósmica".
Swami ha dicho que él no hace ni un movimiento ni dice una sola
palabra que no hayan sido predeterminados y que no tengan una
función en la misión a la que ha venido.
Tomando en cuenta lo anterior, en nuestro caso ¿cómo deberíamos
actuar? Swami nos dice: Cumplan con su deber de una manera total, en
forma concentrada y hasta los límites de su capacidad. Pero, al mismo
tiempo deben permanecer desapegados, manteniendo una actitud
impersonal y siendo indiferentes a los resultados. Es decir, uno le ofrece
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todo al Señor sintiendo que está haciendo su trabajo y, por lo tanto, los
resultados no son de uno.
En esta etapa en la que la mayoría nos encontramos, somos
instrumentos o sirvientes o mensajeros de Dios, que hacemos su
trabajo y se lo ofrendamos a Él. Esta es una primera etapa en este
drama de la evolución cósmica. Pero Swami no desea que nos
estanquemos aquí para siempre porque en este nivel aún tenemos ego
y estamos envueltos en la dualidad. Decidimos ser servidores, devotos
o seguidores. La mente toma la decisión y crea la separación entre yo,
el adorador y Swami, lo adorado. Es una etapa en la que me encanta
sentirme amado y consolado por mi padre y madre divinos.
Sólo que debo crecer y convertirme en un verdadero devoto maduro;
dejar de ser el adorador de Dios para volverme Él, fundirme con Él.
Soham, Shivoham, "yo soy Él", "yo soy Shiva".
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cualquier cosa que me pidan. No obstante, no ansíen cosas materiales
de mí. Son transitorias como nubes pasajeras. Pidan aquello que eterno.
La Autoentrega Total
Arjuna buscó obtener de Krishna no la placentera gloria mundana del
poder, de la posición y de la riqueza, sino la gloria imperecedera de la
felicidad plena. Dijo: "La gloria mundana se obtiene con el esfuerzo
humano. ¿Por qué he de anhelar de ti lo que yo pueda ganar por mi
propio esfuerzo? No soy un torpe para pensar así. Otórgame la gloria
que está más allá del alcance de mi esfuerzo. Esa no es el fruto del
karma; ¡es el fruto de la gracia!". Así fue como Arjuna se elevó a la
altura de la entrega absoluta, a la rendición de la voluntad individual a
la voluntad suprema.
Mucho puede decirse de la autoentrega total. El hombre suele entregar
su dignidad y su posición a otros hombres, con diversos propósitos en la
vida: riqueza, fama, posesiones, lujo poder, etc. Pero rara vez tiene la
oportunidad de entregarse al Señor por el Señor mismo. ¿Cómo puede
llegar a tener ese anhelo mientras siga deseando, anhelando el objeto,
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y rechazando la base sobre la cual descansa el objeto? ¿Y cuánto
tiempo puede brindar satisfacción un objeto sin base? Él quiere al don,
¡no al dador!... ¡quiere lo creado, no al creador; las cosas de la mano de
Dios, pero no la mano misma! Anda persiguiendo algo que no existe.
¿Puede existir un objeto sin una causa preexistente? No. Y si lo hubiera,
no podría ser otro que Dios. Es, por lo tanto, mera ignorancia entregar
la individualidad a los transitorios efectos de la acción, el resultado en
lugar de la causa que lo origina. Mejor entréguense a la base, la causa,
al origen de todo, al Señor de todo. Esa es la auténtica entrega.
Hay tres clases de autoentrega: ¡Yo soy tuyo!, ¡Tú eres mío! Y ¡Tú eres
yo! La primera afirma que soy tuyo; la segunda asevera que Tú eres
mío, y la tercera declara que Tú y yo somos uno, el mismo. Cada una es
sólo un escalón de la serie ascendente, y la última es el escalón más
alto de todos.
En la primera etapa: ¡yo soy tuyo!, el Señor está completamente libre y
el devoto completamente atado. Es como la gata y el gatito; la gata
juguetea con el gatito de un lado para otro, a su capricho; el gatito tan
sólo maúlla y acepta lo que ocurre. Esta actitud es de docilidad y
fácilmente alcanzable por todos. En la segunda etapa: ¡Tú eres mío! El
devoto sujeta al Señor, quien hasta ese punto queda "¡atado!" Surdas
es un buen ejemplo de esta actitud: "¡Krishna! Tú podrías escapar de mi
abrazo, del abrazo de estos brazos; pero no puedes escapar de mi
corazón, donde yo te tengo atado". Así lo retaba Surdas. El Señor
simplemente sonrió y asintió, pues Él asevera: "Yo estoy atado por mis
devotos" sin merma alguna de su decoro. El devoto puede atar al Señor
con su amor, por la devoción que vence y domina su egoísmo. Cuando
el hombre está lleno de esta clase de devoción, el Señor mismo lo
bendice dándole todo lo que necesite. Su gracia satisfará todas sus
necesidades.
Enseguida, respecto a la tercera etapa: ¡Tú eres yo!, esta es la
inseparable devoción. El devoto lo ofrece todo al Señor, incluyéndose a
sí mismo, pues siente que no puede contenerse. Eso completa su
entrega.
El sentimiento de ¡Tú eres yo! Es la entrega sin dualidad, basada en la
concepción de que todo este mundo es Dios, nada menos, ningún otro.
En tanto persista la conciencia del cuerpo, el devoto es el sirviente y el
Señor es el amo. En tanto que el individuo sienta que él es algo
separado de otros individuos, el devoto es una parte y el Señor es el
Todo. Cuando avanza hasta el estado en que sobrepasa los límites del
cuerpo, así como del "yo" y lo "mío", entonces ya no hay distinción:
devoto y Dios son lo mismo.
¿Cuál es exactamente la causa de toda aflicción? Es el apego al cuerpo
lo que produce pesar, así como sus antecedentes inmediatos: el afecto
y el odio. Estos dos sentimientos son el resultado de que el intelecto
hace una diferenciación de cosas y condiciones como benéficas y
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perjudiciales. Es un error tener esta idea de bondad y maldad. Sin
embargo, uno se apega a los objetos que se consideran benéficos y
empieza a odiar a los otros. Pero desde el más elevado punto de vista,
no hay ni lo uno ni lo otro; la distinción no tiene sentido. No hay
dualidad, ¿cómo puede entonces haber algo bueno y malo? Ver dos
donde sólo hay uno es maya, o ilusión. La ignorancia que precipitó a
Arjuna a la pesadumbre era de esta naturaleza ver a muchos cuando
hay uno solo.
El Gita de Sai Baba, página 23.
Todo es Dios
Krishna dijo que aún la ira y la codicia, cuando no se opongan al deber,
son formas de expresión de lo divino. Por lo tanto, todos los
sentimientos, todas las formas, todas las cosas y todos los seres nacen
de las naturalezas superior e inferior que provienen de la misma esencia
divina. Pero para tener sentimientos y emociones más elevados, uno
debe acostumbrarse a ver a la forma de Dios en los sentimientos más
elevados. Sin embargo, no hay que quedarse con la idea de que
solamente lo más elevado es divino y lo inferior no. Eso no es correcto;
el mundo objetivo, con todas sus cosas, reacciones, impulsos sátvicos,
rajásicos, tamásicos... todos se originan en Dios, Esta convicción podrá
crecer y fijarse con firmeza en ustedes solamente si razonan y afirman
su verdad.
Krishna también declaró: "¡Arjuna! Todo esto se originó en mí, todo
esto existe en mí, pero yo no dependo de nada de esto; recuérdalo:
estoy desprendido de todo esto". Aquí hay dos puntos de vista: el punto
de vista del individuo, y el punto de vista del Señor. El individuo tiene la
doble experiencia de lo bueno y lo malo; el Señor no tiene dualidad
alguna. Puesto que todo es Dios, puesto que Dios es el Atma que está
en el interior de todos, ¿cómo podría haber dos, uno bueno y otro malo?
Ahora bien, la gente ordinaria podrá abrigar dudas sobre este punto. El
Señor dice que todas las cosas, tanto las buenas como las malas, se
originaron en él y que él es su causa primigenia; pero al mismo tiempo
declara que ¡Él no está ni ligado ni alterado por los efectos o defectos
de todo aquello que así se originó! Dice que no tiene relación con ellos y
que está por encima y más allá de todo aquello de lo cual él es la causa.
De esta declaración ustedes podrían inferir que el hombre tampoco es
responsable en lo más mínimo de lo bueno y lo malo hecho a través de
él por la divinidad, que su verdadera naturaleza está más allá de lo
bueno así como de lo malo, y que sus actos, por malos que sean, son
básicamente provocados por el Señor mismo, pues el hombre no tiene
nada que pueda reclamar como acto propio. Cierto; pero la fe en la
actitud de que "nada está hecho por ti", de que "todo es la voluntad de.
Dios obrando a través de ti", debe ser firme, sincera, profunda e
inamovible. No debe haber la menor traza de individualismo. Si ese
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fuera el caso, entonces un hombre así ciertamente habría alcanzado la
más alta meta en la vida. Estaría colmado de bendiciones. Esa realidad
tiene que conocerse y ese conocimiento tiene que estabilizarse. En
verdad, aquel que tiene la convicción de que todo es Dios, de que no
tiene ninguna clase de relación o parentesco con el mundo objetivo, de
que él está por encima y más allá de éste, es un sabio, un individuo
cuyo paso por aquí ha valido la pena.
El Gita de SSB, página 95