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Alejandro E. Parada*
Resumen
Abstract
Los primeros libros impresos en Europa que conocieron estas orillas fueron
traídos por el adelantado Pedro de Mendoza durante la conquista del Río de
la Plata (Furlong, 1944: 23). El papel relevante en la gestación de las
primeras bibliotecas, al igual que en toda la América española, estaba
reservado al poder evangelizador de la Iglesia Católica y a su brazo
ejecutor: las diversas órdenes religiosas. En primer término, pues, se ubican
las colecciones más destacadas del período colonial: "las bibliotecas de
instituciones o corporaciones religiosas". Muchas de sus "librerías"
(conventos, colegios, monasterios, misiones) fueron de gran importancia en
la historia de nuestra cultura bibliotecaria. A modo ilustrativo citaremos las
bibliotecas de los jesuitas, dominicos, mercedarios, agustinos y
franciscanos, cuyas colecciones, esparcidas en el espacio colonial
(Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Salta, Santiago del
Estero), llegaron a sumar una cantidad de libros nada desdeñable
(Sarmiento, 1930; Furlong, 1944 y 1969; Draghi Lucero, 1949; Lértora
Mendoza, 1991; Rípodas Ardanaz, 1999yMaeder, 2001).
3. El período 1852-1916
Luego de los años que median entre 1830 y 1869, donde los
emprendimientos bibliotecarios declinaron a consecuencia de las guerras
civiles, las iniciativas llevadas a cabo por Domingo Faustino Sarmiento a
partir de 1870 gestaron una nueva realidad: el "período de concienciación
bibliotecaria". Sarmiento centró sus actividades en tres dimensiones que
resultarían relevantes durante los últimos decenios del siglo XIX y parte del
XX: la necesidad de organizar la escolaridad, el paulatino proceso de
alfabetización, y el concepto de la biblioteca como instrumento educativo
de los ciudadanos. Tal como ya hemos comentado, su principal iniciativa
en pro de la lectura pública y domiciliaria, fue la creación, a partir del
compromiso ciudadano en conjunción con el Estado, de una gran cantidad
de bibliotecas populares a lo largo y ancho de nuestra geografía (1870). Es
importante señalar que este momento de concienciación bibliotecaria
también se fortaleció con el auge de la denominada "edad de oro de la
Bibliografía argentina", con bibliógrafos tan destacados como Antonio
Zinny, Bartolomé Mitre, Alberto y Enrique Navarro Viola, y el ya citado
Gutiérrez (Sabor, 1978: 194-210).
Los años que abarcan entre 1960 y 2010 estuvieron signados por
importantes progresos y por grandes cambios de la Bibliotecología en el
ámbito internacional y nacional (Suárez, 1990). Algunos de los
acontecimientos más importantes, sólo a modo de ejemplo ilustrativo,
fueron los siguientes: la aparición y el desarrollo de la Documentación,
tanto en su enseñanza como en la difusión de sus técnicas; la creación, en
1964, del actual Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica
(CAICYT); la aparición de numerosas redes y sistemas de información
agrupadas por áreas específicas; la renovación constante de los planes de
enseñanza de la Bibliotecología; el rápido incremento de los procesos de
reconversión informática de las bibliotecas ante el advenimiento de las
nuevas tecnologías de información y comunicación; y la implementación
en la actualidad de los catálogos en línea y de los repositorios
institucionales. Durante la década del noventa se hicieron denodados
esfuerzos para impulsar un Sistema Federal de Bibliotecas e Información y
para instrumentar un estatuto del Profesional en Bibliotecología y
Documentación, instancias que aún no se han concretado.
La tercera etapa, sin duda la más larga, se extiende desde 1910 hasta
mediados de la década del noventa del siglo pasado. En ese interregno se
editó una gran masa de trabajos de características fácticas y descriptivas.
Algunas de las contribuciones más importantes de este período fueron las
siguientes: Nuestras bibliotecas desde 1810 (1910), de Amador L. Lucero;
Historia del libro y de las bibliotecas argentinas (1930), de Nicanor
Sarmiento; La imprenta argentina: sus orígenes y desarrollo (1929), de
Félix de Ugarteche; Libros de derecho en bibliotecas particulares
cordobesas: 1573-1810 (1945), de Carlos A. Luque Colombres;
Bibliotecas privadas de Salta en la época colonial (1946), de Atilio
Cornejo; La biblioteca de los jesuitas de Mendoza durante la época
colonial (1949), de Juan Draghi Lucero; Historia y bibliografía de las
primeras imprentas rioplatenses (1953), de Guillermo Furlong; Bibliotecas
jurídicas en el Buenos Aires del siglo XVII (1955), de Vicente Osvaldo
Cutolo; Las bibliotecas en Catamarca en los siglos XVII, XVIIIy XIX
(1955), de Ramón Rosa Olmos; Bibliotecas cuyanas del siglo XVIII (1961),
de Jorge Comadrán Ruiz; Bibliotecas en el Buenos Aires antiguo (1965), de
José Torre Revello; Historia social y cultural del Río de la Plata: 1536-
1810 (1969), de Guillermo Furlong, etcétera. Sin embargo, el libro más
importante de esta etapa fue Contribución al estudio histórico del
desarrollo de los servicios bibliotecarios de la Argentina en el siglo XIX
(1974-75) de María Ángeles Sabor Riera, obra que, a pesar de los años
transcurridos, posee la cualidad de sintetizar el estado de las bibliotecas
argentinas desde la época hispánica hasta 1910.
Notas
Bibliografía
Comadrán Ruiz, J. 1961 Bibliotecas cuy anas del siglo XVIII. Mendoza:
Universidad Nacional de Cuyo, Biblioteca Central.