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en Educación Media
Superior y Superior.”
“SEMI – ESCOLARIZADA”
“PRIMER SEMESTRE”
ÍNDICE
PÁG.
I. PRESENTACIÓN…………………………………………………………………… 4
II. PLANEACIÓN Y CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES…………………..……… 9
I. PRESENTACIÓN
El principal propósito de esta Antología es orientar a los estudiantes de maestría en torno al
análisis y reflexión de los contenidos temáticos de la misma. Sirviendo sólo como una guía y sin
renunciar a la necesidad que los maestrandos investiguen por cuenta propia las definiciones
conceptuales que se enmarcan en su fundamentación teórica. En base a lo anterior, el estudiante
tendrá que comprometerse a cumplir con la asistencia a la institución para recibir las asesorías
que por acuerdo de la Secretaria de Educación se tienen que tomar bajo la tutoría de un
especialista en la materia que se denominara ASESOR. (A) continuación se presenta una tabla
en donde se podrán identificar los datos generales de la asignatura, tales como el nombre,
ubicación en el mapa curricular, la clave, las horas planeas para trabajo con acompañamiento
docente y las estimadas de trabajo autónomo, el valor de créditos correspondiente, así como el
objetivo general de la asignatura:
CARRERA :
1.- ASIGNATURA :
5.-
50 46 96 6 A
El diseño del programa tiene como principal premisa que el alumno adquiera la información
necesaria hacia un conocimiento claro sobre el reconocimiento de las barreras culturales para
ser
tomadas como base en los procesos de innovación y creatividad a fin de conservar y crear en el
ser humano habilidades que le permitan integrarse y desarrollarse en cualquier ambiente.
Se trabajará enfatizando la comprensión y relación entre los conceptos a fin de conformar nodos
interpretativos potentes, que permitan avanzar en la búsqueda de patrones durante el curso, se
evitará caer en la tentación de presentar muchos contenidos en los que no se podría profundizar
adecuadamente comprendiendo su complejidad temática y cultural.
Presentación de videos, análisis y relaciones hacia el diseño y la gestión, como en este sistema
el estudiante tiene la libertad de organizar sus estudios fuera de la Institución, en los tiempos y
lugares que más le convengan, se vuelve necesario un material que le ayude a lograr los objetivos
de aprendizaje y que le facilite el acceso a los materiales didácticos (libros, publicaciones,
audiovisuales, etcétera) que requiere para su formación académica. Es por ello que la
Universidad Contemporánea de las Américas diseñó la presente Antología con el objeto de
apoyar el proceso de enseñanza-aprendizaje en la presente Maestría. El orden de
presentación, así como los textos seleccionados se basan en el Programa Académico que la
UNICLA imparte en el primer semestre.
Es elemental señalar que para el logro de estos objetivos, la labor del Asesor es crucial, porque
en gran parte depende de él la motivación y la actitud adoptadas por el alumno hacia la materia.
En este sentido, la antología debe ser considerada tan solo como una herramienta de apoyo para
el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que es recomendable que el Asesor guíe al alumno
para optimizar su utilización.
La UNICLA cuenta con formadores profesionistas acordes al perfil de cada disciplina y materia,
colaboradores de apoyo académico y personal administrativo, conscientes del compromiso con
la educación y servicios integrales que una institución de calidad debe tener. Para la Universidad
Contemporánea de las Américas, la calidad es uno de los principales aspectos a cuidar en el
desarrollo de los procesos que se lleven a cabo dentro de la Institución, siendo el proceso
Enseñanza-Aprendizaje el que tenga mayor ponderación, ya que de éste dependerá la calidad
de los egresados.
Misión.
Formar estudiantes de posgrado con calidad académica, competente, creativa y emprendedora,
líderes y autodidactas en sus diferentes áreas de profesionalización que sean capaces de
comprender el entorno nacional e internacional, con un espíritu solidario y de amor a la
humanidad.
Visión.
Ser la mejor opción educativa en el Estado, en el país y, por qué no, fuera del mismo, innovando
de acuerdo a los avances científicos y tecnológicos para usarlos como herramienta indispensable
en el proceso de enseñanza-aprendizaje del maestrante.
Valores.
La Universidad Contemporánea de las Américas educa en un entorno solidario hacia la
comunidad, sin distinción social, religiosa y política. Siempre basándose en las leyes de
convivencia universal como: El respeto, la tolerancia, la disciplina y la libertad, sin perder de vista
la importancia de la ética profesional.
Esta Antología, fue preparada con la intención de favorecer la adquisición de métodos de estudio
que contribuyan a mejorar el aprovechamiento y rendimiento académico del estudiante de
posgrado, por lo tanto, es importante saber utilizarla porque será determinante para realmente
pueda influir positivamente en la formación académica, es por ello que se describirá a grandes
rasgos su estructura y conformación. A continuación, dará una breve explicación del contenido
de este material:
Después las actividades de aprendizaje, estas, son las acciones que se realizan por cuenta propia
ya sea de forma individual o en equipo (según se solicite) al recibir la asesoría del tema
correspondiente y desarrollar mediante ellas el proceso de aprendizaje, durante el
desenvolvimiento en dichas actividades, el asesor podrá valorar el desempeño y logro de
aprendizajes esperados, así como la comprensión de lo temas.
Estas fueron planeadas de forma sistematizada, ordenada y coherente con el propósito de facilitar
el proceso de aprendizaje y favorecerlo, para lograr resultados significativos que se reflejen en el
marco referencial de los conocimientos del estudiante y así adquirir métodos de estudio que
permitan aprovechar al máximo las investigaciones, lecturas o trabajos realizados en ésta y otras
asignaturas.
3. Evaluación
Este es un proceso de gran importancia durante la formación académica debido a que valora
diversas situaciones del aprendizaje para identificar en cuales se debe mejorar, tales como: el
compromiso, la colaboración, los aprendizajes, los saberes y de igual forma el desempeño del
estudiante durante el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje, ésta se realizará
considerado elementos cualitativos que al final serán convertidos por el asesor en resultados
cuantitativos, promediando lo anterior con las exposiciones y el portafolio de evidencias, y así
poder asentar la evaluación alcanzada por el doctorando, la cual deberá ser presentada a los
estudiantes en la última sesión, a fin de realizar las aclaraciones pertinentes o atender las
inconformidades que pudiesen surgir.
4. Temario
En la presente antología también se encontrará el material básico que contiene los temas a
desarrollar en cada una de las unidades, el cual es esencial para contestar las actividades de
aprendizaje, sin embargo, el contar con algunas lecturas no debe ser limitante, ni pretexto para
no indagar en otras fuentes de consulta, ya sean libros, artículos o páginas WEB con soporte
académico, que puedan complementar el aprendizaje. Para cualquier duda sobre este material
se puede acudir con el asesor o director de carrera quienes con mucho gusto atenderán las
inquietudes. Es tiempo de emprender la experiencia de la formación profesional, el resultado de
la misma depende del compromiso, empeño y disponibilidad que pongas en todas las sesiones
de asesoría del cuatrimestre, las satisfacciones y el éxito depende de ti.
¡Enhorabuena y bienvenido(a)!
ESTRATEGIA DIDÁCTICA
► Las sesiones serán sistematizadas de modo tal que al inicio se desarrolle una actividad de
inducción al tema, El responsable será el asesor.
► El desarrollo de los contenidos temáticos serán abordados en exposición por el asesor, con
la característica de que en cada exposición deberán preferentemente de utilizar técnicas y
dinámicas grupales sustentadas en el método colaborativo (conversatorios, lluvias de ideas,
mesas redondas, observación participante, discusión grupal dirigida, debates cronometrados,
registro analítico de fundamentaciones, exposición comparativa, etc.). Los responsables serán
el grupo con apoyo del asesor.
► Los participantes deberán generar el aprendizaje por cooperación y como resultado de cada
exposición se elaborarán productos individuales digitalizados, como resultado académico
(cuadros sinópticos, cuadros comparativos, resúmenes, análisis crítico de lecturas, ensayos,
mapas conceptuales, etc,). Cada equipo deberá compartir sus productos a través de la plataforma
de Classroom, (para el portafolio grupal que armará el asesor).
► Cada equipo deberá subir sus productos a la plataforma, pero cada maestrando deberá
integrarlos a su portafolio de evidencias (portafolio individual)
► Así mismo, antes de retirarse de la sesión, se llevará a cabo la evaluación cuantitativa y
cualitativa para la retroalimentación grupal.
Actividades de Introducción:
Rescatar conocimientos previos respecto a la temática.
Utilizar alguna dinámica que introduzca al tema.
Desarrollo:
Analizar los distintos aportes teóricos apoyándose en estrategias didácticas.
A partir de exposiciones individuales, generar procesos colaborativos de enseñanza-
aprendizaje.
Cierre:
Vincular la información teórica con algún tema que sea de su interés para realizar una
investigación.
Los maestrandos deberán investigar previamente los contenidos que tiene el módulo y que serán
abordados en cada una de las sesiones.
Se organizarán los productos que se vayan obteniendo de las exposiciones para integrar el
portafolio (Presentaciones, evidencias de aprendizaje, material de apoyo y consulta). Se entrega
de manera digital al finalizar el módulo.
EVALUACIÓN
La evaluación será en los sentidos cuantitativo y cualitativo, mencionando que en cada sesión se
realizará una evaluación cuantitativa y al final se sacará el promedio para obtener la
calificación final del módulo, a continuación, se presentan los siguientes criterios, rasgos y valores
a considerar:
NOMBRE DE LA ASIGNATURA
PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ
CICLO CLAVE DE LA ASIGNATURA
PRIMER SEMESTRE MEPEMS102
OBJETIVO(S) GENERAL(ES) DE LA ASIGNATURA
RECONOCER Y VALORAR LAS DIVERSAS CARACTERÍSTICAS SOCIALES, AFECTIVAS, COGNITIVAS Y
MOTORAS EN LAS ETAPAS DE DESARROLLO DEL ADOLESCENTE Y EL ADULTO, PARA QUE EL
ESTUDIANTE DURANTE SU TRABAJO POSEA EL NIVEL DE HABILITACIÓN QUE LE PERMITA
DETECTAR ALTERACIONES DE DESARROLLO Y SEA CAPAZ DE INTERVENIR EN CONFORMIDAD
CON LA EDAD DE LOS ALUMNOS.
TEMAS Y SUBTEMAS
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE.
Esta asignatura se llevará a cabo como seminario, mismo que tiene como eje de organización a los objetivos y al documento-
base; sin embargo, es importante subrayar que la experiencia del asesor y de los participantes es de gran relevancia, pues
ayuda a enriquecer el contenido temático y frecuentemente contribuye a la reorientación de las actividades académicas.
La asignatura será dirigida con base en la participación de sus integrantes; participación que habrá de sustentarse en
reportes de lectura previamente elaboradas por ellos. El abordaje y desarrollo de cada tema será precedido de una breve
intervención del responsable de la asignatura, con el propósito de delinear el encuadre de las discusiones, a partir de un
conjunto de preguntas-guía.
De acuerdo con los principios de la participación activa, se definirán tareas de grupo orientadas a la participación y al
desarrollo de exposiciones temáticas a través de sus documentos de síntesis, mismos que serán reproducidos y entregados
con anticipación a todos los participantes del grupo, a fin de que preparen las observaciones pertinentes para la discusión y el
comentario. Como parte del principio de disciplina profesional, es necesario tener siempre el cuidado de no dispersar las
reflexiones y la discusión hacia aspectos ajenos o colaterales al propósito de cada sesión de trabajo; de tal forma que los
tiempos definidos sean respetados por todos.
CRITERIOS Y PROCEDIMIENTOS DE EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN
La evaluación tendrá las siguientes características:
Cualitativa (mediante juicios de valor, críticas, reflexiones, sugerencias, recomendaciones sobre el trabajo realizado),
Cuantitativa (mediante indicadores y categorías que manifiesten los aprendizajes con números o letras y que
proporcionen la calificación administrativa de procesos y productos).
Ambas evaluaciones serán producto de la participación activa (la institucional del asesor, la autoevaluación y la evaluación
del equipo o del grupo), Continua (a través de todo el proceso), Sistemática (científica y registrable) y Sumativa (global que
promedie todas las evaluaciones parciales).
Para el caso de la presente asignatura, será necesario realizar algunos productos a partir de la reflexión como:
Respuesta a cuestionamientos como: ¿Qué aprendí hoy? ¿Qué sé?, ¿Qué quiero saber?, ¿Qué aprenderé?
Reporte de lectura como: Resúmenes, paráfrasis
Organizadores de la Información como: Cuadros comparativos, Cuadros sinópticos…
Construcción de Organizadores Gráficos como: Mapas conceptuales, mapas mentales…
Textos argumentativos como: artículos de opinión, ensayos…
SESIÓN
SÁBADO 09 DE NOVIEMBRE
DEL 2019
CONTENIDO TEMÁTICO RESPONSABLES OBJETIVOS TIEMPO
Dar a conocer la
propuesta
PRESENTACIÓN E INTRODUCCIÓN. ASESORA metodológica para 40 MIN.
el desarrollo de la
sesión.
TEMA 1: SURGIMIENTO DEL
CONCEPTO ADOLESCENCIA.
Analizar la
1.1 Surgimiento del estudio de la
interdisciplinariedad
adolescencia. MAESTRANDOS 50 MIN.
en torno del
1.2 Adolescencia como concepto
concepto del niño,
psicosocial.
adolescente y
1.3 Conceptualizaciones de
adulto.
adolescencia.
TEMA 2: DESARROLLO
ADOLESCENTE. Explicar las
2.1 Pubertad. ASESORA dimensiones del 40 MIN.
2.2 Desarrollo cognitivo. desarrollo
2.3 Desarrollo social. adolescente.
2.4 Desarrollo psicológico.
TEMA 3: ETAPAS DE LA
ADOLESCENCIA Y SUS
PROBLEMÁTICAS.
3.1 Pre adolescencia. Explicar las diversas
3.2 Adolescencia temprana. etapas de la
3.3 Adolescencia media. ASESORA adolescencia y las 40 MIN.
3.4 Adolescencia tardía. problemáticas
3.5 Pos adolescencia. específicas que
3.6 El logro de la identidad. cada una presenta.
3.7 Adicciones.
3.8 Violencia.
3.9 Imagen corporal.
TEMA 4: EDAD ADULTA TEMPRANA
4.1 Salud y condición física.
4.2 Temas sexuales y reproductivos. El maestrando
4.3 Perspectivas sobre la cognición explicará la
Adulta. importancia de la
4.4 Desarrollo moral. MAESTRANDOS vida adulta en el 50 MIN.
4.5 Educación y trabajo. proceso del
4.6 Desarrollo de la personalidad. desarrollo humano.
4.7 Bases de las relaciones íntimas.
4.8 Estilos de vida no matrimonial y
Matrimonial.
PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 14
MAESTRÍA EN PSICOPEDAGOGÍA Y DOCENCIA EN EMS Y S.
ELABORÓ
En el transcurso de estos períodos, el sujeto se prepara para cumplir determinados roles sociales
propios de la vida adulta, tanto en lo referido a la esfera profesional como en la de sus relaciones
con otras personas de la familia, con la pareja y los amigos. Además, adolescentes y jóvenes
deberán regular su comportamiento, de forma tal, que alcancen una competencia adecuada ante
las exigencias presentes en la sociedad en que se desenvuelven.
de la juventud, para algunos se sitúa en los 14-15 años y para otros en los 17-18 años. En este
sentido, quizás la solución consista en reconocer, como lo hace I. S. Kon, la existencia de una
juventud temprana de 14-15 a 17-18 años y de una juventud tardía de 17-18 a 25 años,
aproximadamente. Sin negar el valor de las anteriores consideraciones, creemos importante
enfatizar que, a nuestro juicio, la adolescencia y la juventud constituyen ante todo “edades
psicológicas”, ya que partimos de considerar el desarrollo como un proceso que no ocurre de
manera automática ni determinado fatalmente por la maduración del organismo, sino que tiene
ante todo una determinación histórico social, al decir de L.S. Vigotsky, creador del enfoque
histórico-cultural sobre el desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Sin embargo, como
veremos a continuación existen en la Psicología del Desarrollo distintos enfoques.
Las regularidades del desarrollo psíquico y de la personalidad que caracterizan a estas edades
han sido explicadas de diversos modos, atendiendo a la concepción teórica asumida por autores
pertenecientes a diferentes escuelas y corrientes en la Psicología. Esta caracterización se vincula
a cuestiones claves para la Psicología del Desarrollo como son el problema de la definición de
los factores considerados como determinantes del desarrollo psíquico y la periodización que se
deriva de la concepción asumida ante este problema. Estas variadas concepciones sobre la
adolescencia y la juventud comienzan a surgir a finales del siglo XIX, cuando estas etapas se
convierten en temas de interés para la ciencia psicológica. En este momento se produce un auge
en el desarrollo de las Ciencias Sociales, en base a los métodos de las Ciencias Naturales y una
prolongación del sistema de enseñanza, de acuerdo a los nuevos requerimientos impuestos por
los crecientes avances científico-técnicos, a la preparación profesional de los individuos.
I. S. Kon señala la existencia de tres posibles enfoques en los que quedan contenidas las
principales tendencias en la caracterización de estas etapas, con independencia de que dentro
de ellos podamos encontrar innumerables variantes. Estos enfoques son el biogenético, el
sociogenético y el psicogenético. Analicemos sus aspectos distintivos, a partir de las
consideraciones de algunos de sus más destacados representantes. El enfoque biogenético aúna
aquellas teorías (Stanley Hall, Sigmund Freud, E. Kretschmer y E. Haensch, entre otros) que
consideran la maduración de los procesos biológicos como base del análisis de los restantes
procesos del desarrollo.
Estos últimos, se conciben como derivados o en estrecha relación con los primeros. Para Freud
la adolescencia se corresponde con la etapa genital, que se extiende de los 12 a los 15 años
aproximadamente, período en que tras una etapa de latencia en la edad escolar, durante la cual
la sexualidad dejó de ejercer sus presiones momentáneamente, se renueva la lucha entre el ello
y el yo, ya que los cambios biológicos, reducidos en este caso fundamentalmente a la maduración
sexual, vuelven a poner en el centro de atención del individuo su sexualidad. La periodización del
desarrollo propuesta por este autor culmina en esta etapa, por lo que no se caracteriza la
juventud. Para los psicoanalistas la adolescencia es un momento de “sturm und drang”; es decir
de “ímpetu y borrasca”, cuya causa primordial es el conflicto sexual (Blum, citado por R. E.
Grinder).
Según Freud (citado por R. E. Grinder), el adolescente es más idealista, generoso, amante del
arte y altruista que lo que será jamás en lo adelante, pero a la vez es egocéntrico y calculador.
Por su parte, los representantes del enfoque sociogenético caracterizan estas etapas en función
de las regularidades que adopta el proceso de socialización del individuo, estrechamente
vinculado a las tareas que le plantea la sociedad a cada momento del desarrollo humano.
Lewin al igual que Freud no estableció diferencias entre adolescencia y juventud como etapas
del desarrollo de la personalidad, cada una de las cuales posee sus regularidades específicas.
Valoró la contribución de lo social en tanto entorno inmediato que rodea al sujeto, sin tener en
cuenta otras determinantes más generales de las peculiaridades propias de esta etapa, como
son el origen social, la situación económica y la época histórica, por sólo mencionar algunas. Otro
autor, que en nuestra opinión puede enmarcarse en el enfoque sociogenético, es el
norteamericano Robert E. Grinder. En su libro titulado “Adolescencia” (1990) parte del concepto
de socialización, entendido como ajuste que emprenden los individuos en sus interrelaciones
personales para distinguirse unos de otros y adaptarse a la estructura social.
La socialización para este autor es efectiva cuando el sujeto asimila las expectativas sociales,
desarrolla de forma habilidosa comportamientos apropiados al rol y hace un uso eficiente de los
recursos del sistema social, a fin de lograr las metas propuestas. Para Grinder en estas etapas
el sujeto desarrolla estilos de vida y a través del aprendizaje de roles adquiere las aptitudes
necesarias para su futura vida adulta. Este proceso resulta posible por el creciente número de
relaciones interpersonales que establecen los adolescentes y jóvenes, dentro de un ambiente
cada vez más amplio, con personas de determinada significación.
Al valorar los enfoques biogenético y sociogenético coincidimos con I.S. Kon cuando expresa que
a ambos les es común el concebir que las fuentes y fuerzas motrices del desarrollo tienen un
carácter extrapsíquico, haciéndose énfasis, en el primer caso, en los procesos biológicos y en el
segundo, en los sociales. Por último, el enfoque psicogenético sin negar la importancia de lo
biológico y lo social, sitúa el centro de atención en las funciones y procesos psíquicos que
En cada uno de los estadios o etapas por los que transcurre el desarrollo de la personalidad, el
“yo” debe resolver tareas específicas con repercusiones psicológicas universales. Además, en el
transcurso de cada estadio se presenta un momento crítico que conduce al sujeto a la necesidad
de enfrentarse y resolver una polaridad determinada. En este sentido, para Erikson el término de
“crisis” es entendido como una regularidad que favorece el desarrollo personal y no como conflicto
desorganizador, siempre y cuando la polaridad del “yo” se resuelva adecuadamente. En la
adolescencia la polaridad típica es “identidad vs confusión del yo” y en la juventud “intimidad vs
aislamiento”. Lo anterior significa que, en la adolescencia, la solución favorable de la polaridad
conduce al surgimiento de la identidad personal a través de un proceso de “moratoria de roles”,
ya que el adolescente asume distintos roles, como si los sometiera a prueba, sin que aún los
desempeñe definitivamente.
Cuando no se logra una solución efectiva de la polaridad se produce una “confusión del yo”,
proceso que resta posibilidades de autodeterminación al sujeto y que debe, alerta Erikson,
diferenciarse de la “difusión del yo”, que significa el logro de la consolidación de la identidad y la
ampliación del esquema autovalorativo. La juventud se caracteriza según Erikson por la
posibilidad de establecer intimidad psicológica y sexual con los otros. De no lograrse este
resultado, la otra alternativa es el sentimiento de aislamiento y soledad.
Estas interesantes elaboraciones, que tienen el mérito de llamar la atención hacia el mundo
interno del sujeto y hacia el desarrollo afectivo, a veces tan subvalorado en la literatura
psicológica, presentan en mi opinión, como principales limitaciones, el concebir estas
regularidades como universales, invariables e independientes del contexto social donde se
desarrolla el individuo. Otro autor que merece ser destacado cuando se analiza el desarrollo
psíquico es Jean Piaget, prestigioso psicólogo suizo de habla francesa, considerado el más
importante representante del enfoque cognitivista en la caracterización del desarrollo infantil. Sus
trabajos acerca del desarrollo intelectual en el niño ocupan aún, a nivel mundial, un lugar cimero,
contando con numerosos continuadores en Europa y América Latina.
Piaget establece tres etapas del desarrollo intelectual: el estadio de la inteligencia sensorio motriz
de 0 a 2 años, el de la inteligencia operatorio concreta, que abarca de 2 a 11 ó 12 años y que se
subdivide en dos importantes subestadios, de 2 a 7 años el denominado subestadio del
pensamiento preoperatorio y de 7 a 11 ó 12 años el subestadio del pensamiento operatorio, aún
concreto.
Este carácter operatorio del pensamiento se alcanza, según Piaget, alrededor de los 7 años, con
la aparición de la noción de conservación de sustancia, como acción mental interiorizada y
reversible, aun cuando no se haya logrado la coordinación de los distintos tipos de reversibilidad
en el pensamiento. Por último, encontramos el estadio de la inteligencia operatorio formal, que
abarca de 11 ó 12 a 14 ó 15 años, momento en el que el surgimiento de la estructura lógica
denominada grupo INRC, marca la posibilidad de operar en el plano mental y coordinar a este
nivel los distintos tipos de reversibilidades.
Siguiendo esa orientación afirma la existencia, en las edades tempranas, de un nivel “premoral”
donde las normas y juicios morales aún son algo externo, incomprensible o difícil de
conceptualizar por parte del niño. Posteriormente, y gracias a la aparición de la inteligencia
operatorio concreta, surge el nivel de la “moral convencional”, donde el juicio moral se vincula
con la búsqueda de la aprobación o evitación de la desaprobación y el castigo. Este nivel de
regulación moral es típico, en opinión de Kohlberg, de la adolescencia, mientras el nivel superior,
llamado el de los “principios autoaceptados” aparece en la juventud, período del desarrollo donde
gracias a la consolidación del pensamiento operatorio formal, surgido a finales de la adolescencia,
se logra la autodeterminación moral.
Estas teorías cognitivistas, aunque nos indican algunas características del desarrollo intelectual
en la adolescencia y la juventud o de otros procesos que se derivan de ellas, como es el caso de
la teoría Kohlberg en torno a los juicios morales, presentan, como principal limitación, al igual que
lo señalado anteriormente para la teoría psicodinámica de Erikson, el describir estos estadios o
niveles como universales e invariables y fuera de su determinación socio histórica.
Esta caracterización, por una parte, tiene como limitante que no todos los sujetos en estas edades
elaboran este tipo de documento y por otra, la descontextualización respecto a la época histórica
y a los determinantes sociales que matizan el proceso de desarrollo de la personalidad. Después
del análisis de estos enfoques I. Kon propone, apoyándose en la categoría propuesta por Vygotski
de “situación social del desarrollo”, tener en cuenta en la caracterización de estas etapas la “línea
natural del desarrollo”, referida fundamentalmente a los procesos de madurez física y la “línea
social del desarrollo”, que comprende las peculiaridades del proceso de socialización, incluida la
“posición social” que ocupan adolescentes y jóvenes como grupos evolutivos.
A estas consideraciones de Kon habría que agregar, en mi opinión, la necesidad de captar las
regularidades y tendencias psicológicas generales que resultan distintivas de cada etapa, lo que
en palabras de L. I. Bozhovich constituye la “posición interna” del sujeto, sin minimizar a mi juicio
el análisis de la expresión particular que adoptan dichas regularidades y tendencias en cada
adolescente y joven, como individuo único e irrepetible.
En muchos países del Tercer Mundo de la infancia se llega a la adultez, sin el intervalo
adolescente, puesto que de la infancia se va directamente al trabajo en los chicos y a la
maternidad en las chicas. En algunas culturas, el paso a la edad adulta se realiza través de ritos
iniciáticos que aseguran la inserción del niño en el mundo adulto, reduciéndose el tiempo de
transición al que dura el rito. La adolescencia está vinculada en los países occidentales a
determinantes sociales como la escolarización obligatoria hasta los 16 años, mayor tiempo de
formación profesional, lo que origina un mayor retraso para entrar en la vida laboral, dependencia
económica de las figuras parentales, retraso en el establecimiento de lazos de pareja,
segregación de los jóvenes, cambios en la estructura familiar, que contribuyen a la prolongación
de la adolescencia haciéndola cada vez más problemática.
Por lo dicho hasta ahora cabe mencionar que existe un problema de definición de esta etapa del
desarrollo. Esta dificultad es mayor si el observador (profesional de la salud, educadores) no se
introduce en la organización estructural de esta fase del desarrollo. En general, se entiende por
adolescencia una etapa que abarca desde los finales de la infancia hasta la futura adultez, pero
engloba todas las incertidumbres connotativas del crecimiento emocional y social del ser humano.
La adolescencia puede tener cualquier duración y la intensidad de los procesos que en ella
acontecen es variable en toda su duración, pudiendo alcanzar ésta hasta 10 años en nuestras
sociedades occidentales contemporáneas. Pero hay que señalar que se trata de un proceso
psicosocial vinculado a la pubertad; por ello se trata de un proceso que varía de persona a
persona, de familia a familia y de época histórica a época histórica, era, década o centuria en
relación con la siguiente. Es una etapa sujeta a cambios y modificaciones, llena de dinamismo,
mutable en sí misma. Una segunda característica es que la adolescencia se constituye en el
problema de los problemas.
Tanto el niño/a como el adulto se esfuerzan por someter la genitalidad emergente a las normas
sociales y al orden moral vigentes. La sexualidad y la moralidad maduran de una forma conjunta,
por lo que todo lo demás se desarrolla a su alrededor. Se aparta al sujeto del mundo teóricamente
asexuado de la infancia y se le inicia en la sexualidad y la responsabilidad moral adultas. La
autorización para funcionar sexualmente como un sujeto adulto se otorga con la única condición
de ser iniciado, simultáneamente, en el orden moral imperante.
Los adultos siempre intentamos adjetivar algo y a alguien, poner un juicio moral, por eso, frente
al temor que podría despertarle la adolescencia, que suele oscilar entre la negación lisa y llana
(por ejemplo, mirar a otro lado, trivializar lo que sucede) y la identificación con el agresor
adolescente (parecerse al objeto de temor, por ejemplo, asumir sus códigos de lenguaje, su forma
de vestir, su música). Frente a estos procesos, pensamos que se precisa fundamentar los puntos
de vista en «estudios profundos», aceptando que la adolescencia es un mero artefacto social que
interactúa con las relaciones existentes entre el «invento» y las necesidades económicas de
nuestras sociedades industriales y postindustriales, sobre todo occidentales. De esta suerte, los
adolescentes son dignos de elogio ya que evidencian las inquietantes discrepancias entre el
objetivo manifiesto de proteger a los niños y niñas y la forma solapada en que los adultos tienden
a imitar a Herodes. Desde un punto de vista de los indicadores sociales y de salud, este período
de la vida se caracteriza por:
1. Una situación demográfica expansiva, resultado de etapas, hace 20-30 años, con una
incorporación amplia de mujeres en edad fértil, aunque la fecundidad ya hubiese iniciado un
descenso, mantenido hasta la actualidad.
2. Unas condiciones socioeconómicas conducentes a limitar el desarrollo de la autonomía y de la
capacidad de elección y alargar la permanencia en el hogar de la infancia.
Para conocer mejor las necesidades y la atención a las mismas en la adolescencia, es preciso
conocer y delimitar los fenómenos y la dinámica de esta etapa, tanto desde un punto de vista
somático como psicosocial.
Psicológicamente: "La adolescencia es un período crucial del ciclo vital, en el cual los individuos
toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzando su madurez sexual, se apoyan en los
recursos psicológicos y sociales que obtuvieron en su crecimiento previo, recuperando para sí
las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un proyecto de vida propia."
(Krauskopf, 1982, en Montenegro & Guajardo, 1994).
propias decisiones y aceptar las consecuencias de ellas, tener una identidad clara de sí misma,
saber quién es, cómo pedir y aceptar ayuda de otros y posteriormente, ser capaz de tener un
trabajo y formar un hogar.
Tradicionalmente se define la adolescencia como los años que transcurren desde el inicio de la
pubertad (13 años) hasta los 17/18 años. En los últimos años se ha ampliado esta etapa desde
los 10 hasta los 22 años. Por otra parte, diferentes autores defienden una nueva etapa de
desarrollo denominada “Adultez emergente” que hace referencia a la 3ª década de la vida
(veintitantos), edad en la que se es ya adulto aunque no se adopten responsabilidades que
corresponden a dicha etapa. (Arnett)
Las etapas del desarrollo son paralelas a las que ha desarrollado la especie humana a lo largo
de su evolución desde las especies inferiores. La adolescencia sería un periodo ontogenético.
Las aportaciones del psicoanálisis: Anna Freud, Peter Blos y Erik Erikson.
Freud: la adolescencia es una etapa secundaria del desarrollo de la personalidad teniendo que
solucionar el complejo de Edipo o de Electra. Anna Freud: aclara que existen dos tipos de
mecanismos de defensa: intelectualización o racionalización y ascetismo.
Ascetismo: minimiza la ansiedad rechazando las tentaciones, renunciando a estar con sus
compañeros, no participando en actividades de tiempo libre y rechazando relaciones sexuales.
Erikson: estudió el desarrollo global de las personas, convirtiéndose en uno de los grandes
precursores de las teorías del ciclo vital. En su concepción del desarrollo de la identidad durante
la adolescencia establece 8 etapas que suponen su evolución del YO. Cada uno de los estadios
está formado por dos polos: uno positivo y otro negativo. Estos polos los genera la sociedad y la
elección de un polo u otro depende de esta sociedad. El paso de un estadio a otro sucede cuando
el individuo supera una crisis o dialéctica entre distintos polos.
Moratoria: tiempo que necesita el adolescente para realizar la integración de los logros adquiridos
en etapas anteriores.
El siguiente periodo: Intimidad frente a Aislamiento se construirá sobre el primero. Estas etapas
son paralelas en el caso de las chicas.
Marcia sugiere 4 estatus de identidad que surgen de la combinación de dos dimensiones: crisis
de identidad y compromiso vocacional, ideológico o personal.
Los cuatro niveles son:
Identidad de Logro: SÍ compromiso, SÍ crisis
Moratoria: NO compromiso, SÍ crisis
3-6 años: Identificación de género. Desarrollo moral temprano. Jugar en grupo. Desarrollo de
autoestima.
6-12 años: Establecer relaciones de amistad con iguales. Lograr una imagen de sí mismo
compleja y estructurada. Lograr un pensamiento operatorio concreto. Aprender habilidades
académicas básicas. Jugar en equipo.
12-18 años: Aceptar el propio cuerpo y aprender a usarlo. Formar relaciones más maduras con
iguales de ambos sexos. Adoptar un rol social masculino o femenino. Independizarse
emocionalmente de los padres. Prepararse para el mundo profesional. Prepararse para la vida
de pareja y la familia. Adquirir valores y sistema ético. Desear y lograr una conducta socialmente
responsable.
18-30 años: Integrarse en el mundo laboral. Selección de pareja. Aprender a vivir en pareja. Tener
familia propia. Criar a los hijos. Aprender a ser un ciudadano responsable. Encontrar un grupo
social estable.
Más de 60: Adaptarse a fuerza física y salud en declive. Adaptarse a la jubilación y reducción de
ingresos. Adaptarse a la muerte de la pareja y viudedad. Adoptar y adaptarse a roles sociales de
manera flexible. Establecer un hábitat físico de vida satisfactoria.
Acercándonos a la Teoría focal de Coleman vemos 3 cuestiones que hace que no esté conforme
con ninguna de las dos visiones anteriormente descritas:
1- La tormenta y drama es una teoría con poca base puesto que los psicoanalistas utilizaban
muestras sesgadas.
2- Las conductas delictivas, consumo de drogas…son noticia saliente para los medios
3- Las investigaciones con grandes muestras sobreestiman las respuestas que los adolescentes
dan sobre su buen ajuste y sentimientos internos positivos, ya que alguien que lo esté pasando
mal no lo va a transmitir tan fácilmente.
Coleman si ve problemas con los padres, problemas cotidianos. Coleman realizó un estudio
empírico con chico y chicas de 11, 13, 15, 17 años en el que se incluían cuestiones referidas al
autoconcepto, relaciones con los padres, soledad, relaciones heterosexuales, amistades y
situaciones de grupo. Ratificó que las actitudes ante estas cuestiones evolucionaban con la edad
pero no al mismo tiempo.
A partir de esta investigación y evidencias empíricas acumuladas elaboró la Teoría focal, que
defiende:
1. La resolución de un aspecto no es requisito imprescindible para el paso al siguiente estadio.
2. No existen límites claros entre un estadio y el siguiente.
3. La secuencia de desarrollo no es única ni inmutable. En resumen, la Teoría focal defiende la
idea de que en su desarrollo, los adolescentes deben enfrentarse a diversos cambios, pero no
todos al mismo tiempo.
2. DESARROLLO ADOLESCENTE.
2.1 Pubertad.
La adolescencia es el periodo de la vida en que el individuo deja de ser niño y se convierte en
adulto: entre los 10 y 20 años de edad.
A la adolescencia le sigue la juventud plena, desde los 20 hasta los 24 años. Algunos psicólogos
consideran que la adolescencia abarca hasta los 21 años e incluso algunos autores han extendido
en estudios recientes la adolescencia a los 25 años. Muchas culturas difieren respecto a cuál es
la edad en la que las personas llegan a ser adultas. En diversas regiones, el paso de la
adolescencia a la edad adulta va unido a ceremonias y/o fiestas, como por ejemplo en el Benei
Mitzvá, que se celebra a los doce años.
Aunque no existe un consenso sobre la edad en la que termina la adolescencia, psicólogos como
Erik Erikson consideran que la adolescencia abarca desde los doce o trece años hasta los veinte
o veintiún años. Según Erik Erikson, este período de los 13 a los 21 años es la búsqueda de la
identidad, define al individuo para toda su vida adulta quedando plenamente consolidada la
personalidad a partir de los 21 años. Sin embargo, no puede generalizarse, ya que el final de la
adolescencia depende del desarrollo psicológico, la edad exacta en que termina no es
homogénea y dependerá de cada individuo etc.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco personas en el mundo
es adolescente, 85 por ciento de ellos viven en países pobres o de ingresos medios, y alrededor
de 1,7 millones de ellos mueren al año. La OMS define la adolescencia como la etapa
comprendida entre los 10 u 11 años hasta los 19 años, y considera dos fases: la adolescencia
temprana, de los 10 u 11 hasta los 14 o 15 años, y la adolescencia tardía, de los 15 a los 19 años.
Sin embargo, la condición de juventud no es uniforme y varía según el grupo social que se
considere apto.
El grado cognoscitivo del adolescente se da debido a la llegada del pensamiento abstracto que
le permite desarrollar su capacidad para relativizar. La discriminación de afectos, a través del
establecimiento de diferencias en el tipo y la profundidad de sentimientos, le permite la
personalización de sus afectos. El adolescente está en un camino medio entre la edad adulta y
la infancia, en lo que hace referencia a la vivencia de sus emociones, estando presente una
mezcla singular de sus comportamientos. Todavía tiene una forma de manifestar sus deseos
mediante una emotividad exacerbada o con la espontaneidad propia de la infancia, pero ya
empieza a actuar de una manera sutil en las interacciones, o con una cierta represión relativa de
sus emociones, tal como hace el adulto. A continuación se describe el desarrollo cognoscitivo del
adolescente:
Puede tramitar la tensión a través del pensamiento y ya no sólo a través de la actuación. Puede
"pensar pensamientos".
Este tipo de pensamiento recientemente adquirido trae aparejada la capacidad del adolescente
para entenderse consigo mismo y el mundo que lo rodea. El adolescente es capaz no sólo de
captar el estado inmediato de las cosas, sino de entender los posibles estados que éstas podrían
asumir. La conciencia de la discrepancia entre lo real y lo posible, contribuye a convertir al
adolescente en un "rebelde". Constantemente compara lo posible con lo real y descubre en lo
real la multitud de las fallas latentes. Todo esto lo hace ser crítico y puede ser conflictivo ante los
adultos.
El joven tiende también a la ensoñación, a fantasear, pasando largas horas dedicadas a esto. El
fantasear constituye un espacio intermedio entre el jugar y el pensar racional simbólico. Aunque
supone experimentar con las nuevas posibilidades que le da la evolución en su pensamiento,
para el adolescente el "soñar despierto" ocupa un lugar distinto en su campo de conciencia que
el pensar racional. Existe, en la mayoría de los jóvenes, la clara diferenciación entre los
contenidos de las fantasías, la acción de fantasear y los contenidos del pensar racional y el
contacto con la realidad externa que éste exige. Como el soñar, el fantasear tiene también una
connotación de realización de deseos que puede ser altamente placentera y exige reducción de
la sensorialidad dado el grado de invasión de imaginería visual-auditiva en el campo de la
conciencia. Es una mezcla entre sueño y vigilia, acción y simbolización, juego y pensamiento.
Un adolescente fantaseando es un sujeto que parece en estado de trance. Esta "acción dentro
de la mente" puede realizarse en un espacio privado y ser parte de la intimidad, por ejemplo,
encerrado en su pieza recostado en su cama, como también puede implicar una actitud "distraída"
en sus tareas cotidianas. El adquirir la capacidad de razonar sobre sí mismo y el mundo lo lleva
a uno de los principales problemas de esta etapa: el de construir su propia identidad. Comienza
a preguntarse ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Para dónde voy?.
Se espera del adolescente una inserción autónoma en el medio social y que alcance el estatus
primario: asumir una independencia que lo exprese personalmente y dirigirse hacia roles y metas
que tengan consonancia con sus habilidades y que estén de acuerdo con las probabilidades
ambientales. El joven procura que sus sentimientos de adecuación y seguridad provengan de sus
propias realizaciones, las que confronta frecuentemente con su grupo de pares o compañeros de
edad similar.
En la adolescencia temprana se tiende a establecer una relación cercana de amistad con uno o
más amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho y el contacto con miembros del otro sexo
suele hacerse en grupo. Hay una fuerte desidealización de las figuras de autoridad, tendiendo al
distanciamiento, desobediencia y evitación de dichas figuras.
En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor relevancia. Es aquí
donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio, grupos deportivos, grupos de amigos,
etc. Estas pertenencias desempeñan variadas funciones, siendo las principales:
Proporcionarle al individuo la oportunidad de aprender a relacionarse con sus compañeros de
edad.
Aprender a controlar su conducta social.
Adquirir destrezas e intereses propios de la edad.
Compartir problemas y sentimientos comunes.
En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de pares, lo que aumenta la
distancia con los padres, existiendo una tendencia "anti-adulto". En la adolescencia tardía los
valores del grupo dejan de tener tanta importancia, siendo los propios valores acordes a la
identidad los que se privilegian. Respecto a las figuras de autoridad, se comienza a producir una
reconciliación y reparación.
En general, las relaciones con iguales del mismo sexo y del sexo opuesto durante la
adolescencia, sirven de prototipo de las relaciones adultas en las interacciones con los miembros
del mismo sexo y del sexo opuesto. El adolescente que todavía no ha aprendido a entenderse
bien con sus pares en esta etapa, cuando llegue a la edad adulta se enfrentará con serios
obstáculos que le dificultarán su inserción social.
Es frecuente escuchar a algunas madres que dicen tener un hijo modelo, porque es tranquilo, no
sale a ninguna parte y no tiene amigos, ni "malas juntas". Es importante señalar que esta situación
no es necesariamente la ideal y que puede llegar a ser incluso bloqueadora de un desarrollo
social más sano del joven hacia la autonomía.
En este proceso el adolescente desarrolla nuevas relaciones con su familia y con la cultura que
les rodea. Los adolescentes negocian los tipos de estrés con varios grados de manejo. Algunos
lo logran hacer. Otros que no han tenido o han desarrollado habilidades de afrontamiento exitosas
pueden sufrir el estrés relacionado con desórdenes. La expresión de estos desórdenes
frecuentemente relacionados con las presiones sociales puestas sobre el adolescente. La
depresión, los desórdenes en la alimentación y el abuso de sustancias son expresiones actuales
de estrés en países como México (Arnold,1990). De acuerdo con Arnold (1990) además del estrés
normal del desarrollo de la adolescencia, la gente joven enfrenta un número de estresores.
Psicosociales:
a) La presión social (los otros adolescentes) puede tener fuertes influencias sobre el
comportamiento saludable y no saludable. El estrés de resistir una presión no saludable del resto
de los adolescentes, puede ser equilibrado por buenas relaciones familiares, o por una alta
autoestima, y es frecuente que aquellos adolescentes que no tienen ninguno de estos elementos
son quienes sucumben a la presión no saludable de sus pares.
b) El estrés de los padres. La enfermedad mental de los padres, el desempleo de los padres, bajo
estatus socioeconómico y discordias maritales, son algunos de los importantes factores de estrés
relacionados con los padres, y que es enfrentado por muchos adolescentes. El efecto de los
padres sobre los adolescentes es probablemente el que está relacionado con el involucramiento
de la persona joven en la psicopatología de los padres y los modos de interacción que el padre
ha tenido con el adolescente.
d) El estrés de las mudanzas, es decir de la movilidad geográfica es también conocida por afectar
la salud del adolescente. Los ajustes adversos manifestados por si mismos en una de tres formas:
e) El divorcio entre los padres, es aún otro factor de estrés entre los adolescentes. Más de 1.2
millones de niños que se encuentran por debajo de los 18 años de edad, atraviesan estas etapas
agudas de divorcio de los padres anualmente. En los adolescentes se ha encontrado que un
factor importante es su abandono real o percibido y su rechazo por la no custodia de los padres.
El estrés de esta pérdida percibida resulta en pena, depresión y posible auto culpa. El factor más
importante para predecir el resultado pos divorció es la adaptación de la familia al pos divorcio.
El éxito de esta familia pos divorcio para adaptarse a sus nuevas circunstancias es un factor
importante, en cómo el adolescente puede resistir el estrés del divorcio. El mayor daño ocurre
cuando el divorcio ha fallado en resolver cualquiera de los problemas existentes de la familia y
además ha creado nuevos problemas, tales como: daños a las finanzas, cambios en la residencia
y pérdida de los miembros de la familia. Este estrés continuado puede, aplastar las habilidades
de afrontamiento del adolescente y de los padres.
g) En los roles de género. Los adolescentes mujeres, han mostrado experimentar un mayor estrés
en general de lo que lo hacen los adolescentes hombres (Burke y Weir,1978). Encontraron que
las adolescentes son más libres y más abiertas con los problemas de expresión, y también
reciben significativamente mayor apoyo social de sus pares, sin embargo, las mujeres reportan
experimentar un mayor estrés en sus vidas diarias, particularmente en aquellas áreas como:
aceptación por la otras adolescentes, relaciones con el sexo opuesto, sentimientos de aislamiento
y soledad y desacuerdos con los padres. Estas mujeres jóvenes también experimentan afectos
más negativos en un número mayor de síntomas psicosomáticos, una posible explicación para
esto, es el cambio del rol de la mujer en la sociedad moderna, dejando a las mujeres adolescentes
con un sentido de confusión acerca de las deficiencias del control sobre sus vidas, como ellas
tratan de conformarlas en definiciones ambiguas de rol.
El factor más significativo en determinar cómo los adolescentes enfrentan el estrés es con la
efectividad de sus habilidades: habilidades cognitivas, persistencia, la habilidad de mantener una
amistad, las habilidades para resolver problemas, la fortaleza del ego, la extroversión y la forma
en la cual se evalúa un evento de estrés (Stiffman y otros, 1986: Arnold,1990).
Los niños de padres deprimidos tienen un mayor riesgo para desarrollar depresión, debido tanto
a su vulnerabilidad genética incrementada y debido a deficiencia de su disponibilidad y estabilidad
de sus padres enfermos. Estadísticas fidedignas, llaman la atención sobre un aparente y reciente
incremento de la depresión que no está disponible, sin embargo, las estadísticas disponibles para
el suicidio frecuentemente muestran una relación con la depresión. La incidencia del suicidio en
los adolescentes se ha triplicado cercanamente desde 1950. Al evaluar el potencial de suicidio
en los adolescentes, es importante evaluar el estrés ambiental y la habilidad de enfrentamiento
del adolescente. Parte de esta explicación del aumento del suicidio en los adolescentes, es que
el estrés de los adolescentes se ha incrementado, mientras que los apoyos ambientales han
disminuido, conduciendo al adolescente a mayor vulnerabilidad.
Los estudios recientes también han reportado un efecto de contagio, que ocurre cuando hay un
rol que va modelando hacia el suicidio. (Gould y Shafer,1986: Arnold, 1990) tales como los medios
de publicidad.
En síntesis como se ha venido explicando el estudio del estrés es muy amplio, ya que este
presenta gran cantidad de manifestaciones poco perceptibles, pero que cuyos efectos son
devastadores para la salud de los adolescentes. Tal y como lo demuestran investigaciones
realizadas acerca de este padecimiento, donde se han encontrado evidencias contundentes de
su relación directa con muchas de las principales causas de muerte, alterando el funcionamiento
general del organismo favoreciendo la aparición de otras enfermedades tales como; cáncer,
enfermedades cardiacas, cirrosis del hígado, enfermedades pulmonares, accidentes y suicidio.
Estimulando en este sentido los comportamientos de los individuos poco saludables, como el
fumar, el consumo excesivo de alcohol, drogas, bulimia, etc., Convirtiéndose por tanto en el
problema de salud más común en muchos países del mundo.
Erikson (1968), citado por Meece (2000), decía que la tarea principal de la adolescencia es
resolver la crisis de la identidad frente a conflicto de identidad, para lograr convertirse en un adulto
único con un sentido coherente del yo y un papel que sea valorado en la sociedad. Esta crisis de
identidad rara vez se resuelve en la adolescencia; por lo tanto, a lo largo de la vida adulta afloran
una y otra vez los problemas concernientes a la identidad. La identidad se forma en la medida en
que los jóvenes resuelven tres problemas principales: la elección de una ocupación, la adopción
de valores en los cuales creer y por qué vivir, y el desarrollo de una identidad sexual satisfactoria.
James Marcia citado por Papalia, et. al. (2010), encontró cuatro tipos de estados de identidad:
Las cuatro categorías difieren de acuerdo con la presencia o ausencia de crisis y compromiso,
los dos elementos que Erikson consideraba cruciales para la formación de la identidad. Marcia
define la crisis como un período de toma de decisiones conscientes y el compromiso, como una
inversión personal en una ocupación o sistema de creencias.
En esta etapa, donde ocurren tantos cambios significativos, también se da un aumento en las
actividades fuera del hogar, lo que posibilita que el joven logre un autoconcepto más complejo y
logre regular sus emociones. La autoestima en este período generalmente baja al no aceptarse
a sí mismos, aunque es el lapso en el que se intensifica la formación de la identidad. Tirado, et.
al. (2010).
Otro factor importante en esta etapa, es la sexualidad. Verse a uno mismo como un ser sexual,
reconocer la propia orientación sexual, lidiar con la excitación sexual y establecer vínculos
románticos o sexuales son parte de la adquisición de la identidad sexual. Aunque esté presente
en los niños menores, en la adolescencia es cuando la orientación sexual de una persona suele
convertirse en un asunto apremiante: si la persona se sentirá atraída sexual, romántica y
afectivamente hacia personas del sexo opuesto (heterosexual), del mismo sexo (homosexual) o
de ambos sexos (bisexual).
En alguna ocasión se consideró que la homosexualidad era una enfermedad mental, pero varias
décadas de investigación no han encontrado asociación entre la orientación sexual y los
problemas emocionales o sociales. Con el tiempo, esos hallazgos llevaron a que la profesión
psiquiátrica dejase de clasificar a la homosexualidad como un trastorno mental. Ahora bien,
Papalia, et. al. (2005), indican que la edad se convierte en un poderoso agente de vinculación en
la adolescencia. Los adolescentes pasan más tiempo con los pares y menos con la familia. Sin
embargo, los valores fundamentales de la mayoría de los adolescentes permanecen más
cercanos a los de sus padres de lo que por lo general se piensa. Asimismo, señalan que los años
de la adolescencia han sido llamados “la época de la rebeldía adolescente”.
Una forma de evaluar los cambios en las relaciones de los adolescentes con la gente que es
importante en su vida es observar cómo pasan el tiempo libre. Las variaciones étnicas y culturales
en el uso del tiempo dicen mucho acerca de cómo afecta la cultura en el desarrollo psicosocial.
Por otro lado, así como los adolescentes sienten tensión entre la dependencia de sus padres y la
necesidad de desprenderse, a menudo los padres también sienten sentimientos encontrados.
Desean que sus hijos sean independientes, pero encuentran difícil dejarlos ir.
De manera fundamental, las amistades son diferentes de las relaciones familiares. Son más
igualitarias que las relaciones con los padres o hermanos. Las amistades se basan en la elección
y el compromiso. Por la misma razón, son más inestables que las relaciones familiares. Tanto los
adolescentes como los niños menores tienden a elegir amigos que son parecidos a ellos, a su
vez los amigos se influyen entre sí para volverse incluso más similares.
Las mismas autoras afirman que a los padres suele preocuparles que un adolescente caiga en el
grupo equivocado. Pero en realidad la crianza de los padres influye en la elección del grupo de
pares y de los amigos. En los primeros años los padres comienzan a moldear la conducta
prosocial o antisocial al satisfacer las necesidades emocionales básicas de sus hijos.
probable que fumen. Las discusiones racionales con los padres pueden contrarrestar las
influencias nocivas de los medios y desalentar o limitar el consumo de alcohol.
Ahora bien, según las mismas autoras, dado que la delincuencia juvenil suele tener raíces en la
niñez temprana, también deberían tenerlas los esfuerzos preventivos. Además de reconocer las
características de los adolescentes con problemas, es importante encontrar maneras de reducir
la exposición de los jóvenes a escenarios de alto riesgo que fomenten la conducta antisocial. Una
vez más, la supervisión de los adultos es importante, en especial después de la escuela, en las
noches del fin de semana y en vacaciones, cuando es más probable que los adolescentes estén
ociosos y se metan en problemas.
Por fortuna, la gran mayoría de los adolescentes no se meten en problemas serios. Los que
muestran conducta perturbada pueden y deben ser ayudados. Con amor, orientación y apoyo,
los adolescentes lograrán evitar los riesgos, aumentar sus fortalezas y explorar sus posibilidades
conforme se acercan a la vida adulta.
En una época, los científicos del desarrollo consideraban que los años comprendidos entre el
final de la adolescencia y el inicio de la vejez eran un periodo relativamente tranquilo, pero la
investigación indica que no es así. El crecimiento y el deterioro ocurren durante toda la vida en
un equilibrio que difiere para cada individuo. Las elecciones y acontecimientos de la edad adulta
temprana (entre los 20 y 40 años) tienen mucho que ver con la manera en que se alcanza el
equilibrio. Durante esas dos décadas los seres humanos construyen los cimientos de gran parte
de su desarrollo posterior. Por lo general, en esta época la gente abandona el hogar de sus
padres, inicia trabajos o actividades profesionales, se casa o establece otras relaciones íntimas,
tiene hijos y los cría y hace contribuciones significativas a la comunidad. Asimismo, toma
decisiones que afectarán el resto de su vida, su salud, su felicidad y su éxito.
Un papel activo para los adolescentes en los procesos de toma de decisiones en las familias,
comunidades y sociedades. A medida que maduran y crecen, los adolescentes y los jóvenes
sienten el deseo de modelar de forma más activa su entorno, su sociedad y el mundo en el que
viven y que heredarán. Preparar a los adolescentes para la edad adulta, y en particular para su
responsabilidad como ciudadanos, es la labor fundamental de las familias, las comunidades y los
gobiernos durante esta etapa de su crecimiento. Para que los adolescentes participen de forma
activa en las comunidades y gobiernos durante esta fase de su desarrollo, es necesario que sean
conscientes de sus derechos y que se les brinde la oportunidad de participar en la vida ciudadana
a través de diversas instituciones que alienten valores cívicos fundamentales como la equidad, la
comprensión y el respeto mutuos, la justicia, la tolerancia y la responsabilidad de los propios
actos.
La Convención sobre los Derechos del Niño supuso un hito, ya que consagró el derecho de la
infancia a ser escuchada (artículo 12), brindando así a niños, niñas y adolescentes el derecho a
expresar su punto de vista libremente en relación a todas las cuestiones que les afectan –de
forma especial en el seno de la familia, la escuela y la comunidad– y a que esas opiniones se
tengan debidamente en cuenta. Éste y los restantes “derechos de participación” que se enumeran
en la Convención, hacen posible que los adolescentes ejerzan un control cada vez mayor sobre
decisiones que les conciernen, acorde con la evolución de sus capacidades. Así pues, la
participación se erige en uno de los pilares básicos, junto con los principios de la universalidad,
del interés superior del niño o niña, y de la supervivencia y el desarrollo de la infancia.
generar conocimiento, en lugar de limitarse a recibirlo. Capacita a los adolescentes para planificar
y poner en marcha sus propios proyectos, dirigirlos y, en consecuencia, ser responsables de sus
actos.
Existen cada vez más pruebas que demuestran que los adolescentes activos experimentan me-
nos problemas que sus compañeros, poseen más destrezas y tienden a tener un mayor sentido
de la responsabilidad social. La participación en organizaciones sociales les abre también la
puerta a oportunidades económicas, por lo que es especialmente valiosa para los adolescentes
de grupos previamente excluidos. Alentar la participación no sólo promueve la autonomía de los
adolescentes sino que comporta también numerosos beneficios para las sociedades en las que
viven. Invertir en ciudadanos bien informados y capaces puede derivar en poblaciones más
saludables, en un mayor crecimiento económico y en comunidades más cohesionadas.
Cuando las personas jóvenes participan en iniciativas comunitarias y entre compañeros, aportan
puntos de vista nuevos y un marcado sentido de la responsabilidad que permiten generar
soluciones innovadoras, en especial cuando se trata de crisis complejas. La participación de los
jóvenes puede mejorar la acción colectiva, aumentando la presión ejercida sobre los gobiernos
para proveer servicios públicos óptimos e impulsando el cambio social, económico y político. Por
último, los hechos apuntan a que la participación es uno de los medios más eficaces a la informar
a la infancia de sus derechos, en especial de su derecho a la protección frente a la violencia, el
daño y el maltrato. Este conocimiento es a su vez crucial para asegurar que se respeten estos
derechos. Permitir a los adolescentes acceder a un amplio espectro de información –referida a
cuestiones como la planificación familiar, la prevención de accidentes y la drogadicción–
constituye un medio muy eficaz para los estados de promover la salud y el desarrollo.
Pese a los beneficios que se derivan de permitir a los niños y niñas ejercer sus derechos a la
participación y pese al compromiso formal asumido por los gobiernos, este principio aún no se
está aplicando de forma efectiva ni continuada. Muchas prácticas y actitudes muy arraigadas, así
como barreras económicas y políticas, continúan dificultando el derecho de los adolescentes a
que se les escuche, sobre todo el de aquellos que tienen dificultades para expresarse como, por
ejemplo, los adolescentes con discapacidad y los niños y niñas de grupos minoritarios, indígenas
y emigrantes.
A lo largo de las dos últimas décadas, y en particular durante los 10 últimos años, numerosos
países han adoptado iniciativas innovadoras y fructíferas para alentar la participación de los
adolescentes y los jóvenes. En muchos de estos países se ha procedido a formar consejos o
parlamentos de la juventud que promueven el diálogo sobre cuestiones importantes, al tiempo
que ofrecen a sus jóvenes dirigentes la oportunidad de entablar relaciones formales y de carácter
consultivo con el gobierno. Según una encuesta practicada en 22 consejos de la juventud de
países industrializados y en desarrollo, las tres principales prioridades para la mayoría de estos
organismos eran incrementar la participación de los jóvenes, fomentar la cooperación
internacional y lograr una mayor intervención en la dirección de las políticas orientadas a la
juventud.
Si bien los consejos de la juventud no tienen poder para formular las políticas juveniles de un
país, sí pueden influir con éxito en la toma de decisiones. En Lituania, por ejemplo, los jóvenes
integran la mitad del Consejo de Asuntos Juveniles, que se encarga de asesorar oficialmente al
Departamento de Asuntos Juveniles en la preparación y puesta en práctica de políticas para la
juventud. En Sudáfrica, los adolescentes participaron en la elaboración de una Carta de la
Infancia de Sudáfrica, e hicieron aportaciones importantes a la formulación de la Ley de la Infancia
de 2005, uno de cuyos principios básicos es la participación de la infancia.
Debería animarse a los niños y niñas a crear sus propias organizaciones, encabezadas por ellos
mismos, a través de las cuales puedan generar un espacio para la participación y la
representación efectivas. Un excelente ejemplo de este tipo de organización lo constituye el
Movimiento Africano de Niños y Jóvenes Trabajadores, que en 2008 contaba con asociaciones
en 196 ciudades y aldeas de 22 países de África subsahariana, con un total de más de 260.000
niños y niñas trabajadores. Este movimiento, fortalecido por la participación activa de niños y
niñas que cuentan con experiencia en las cuestiones que se abordan, posee una capacidad única
para llegar a los niños y niñas más.
La participación de los adolescentes en la acción política ha recibido también un empuje por parte
de las tecnologías de la comunicación, que poseen un enorme potencial para impulsar el
activismo encabezado por la infancia y ampliar su alcance y su contexto geográfico. Con el
tiempo, más y más niños y niñas tendrán acceso a información, lo que derivará en un
conocimiento cada vez mejor de sus propios derechos y vinculará a los nuevos miembros con
redes y asociaciones existentes que representen sus puntos de vista. Permitir que todos los niños
y niñas expresen sus opiniones a través de una plataforma común, puede contribuir a solventar
las desigualdades y a superar la discriminación, sobre todo en el caso de los adolescentes con
discapacidades, las niñas, y aquellos que viven en zonas rurales donde tal vez no existan
asociaciones de jóvenes.
Por ejemplo, en 2005, UNICEF puso en marcha una plataforma rural de La Juventud Opina, que
conecta a jóvenes offline con sus compañeros online, brindándoles la oportunidad de participar
en un diálogo en torno a los derechos infantiles y cuestiones relativas a la participación.
Si se emplean adecuadamente, Internet, las redes sociales, y otras tecnologías afines pueden
ser potentes herramientas que permitan a los adolescentes expresarse acerca de cuestiones que
son importantes para ellos. Los jóvenes de este siglo no buscan tanto una participación de
carácter representativo en sus gobiernos locales, sino que cada vez recurren más al activismo en
línea o interactivo, dando lugar a la creación de redes modernas y ágiles en la web. El viejo
modelo de “ciudadanía responsable”, en el que las personas actúan en respuesta a los medios
de comunicación y se movilizan siguiendo iniciativas del gobierno o la ciudadanía, está siendo
sustituido por una forma de “ciudadanía autoactualizada”.
Son consideradas como una de las tareas evolutivas importantes de esta etapa el aprender a
percibir, modular y controlar la expresión de las emociones e impulsos. El desarrollo yoico
depende en gran parte de esta capacidad de postergación de las gratificaciones inmediatas. En
la adolescencia temprana tiende a haber mayor labilidad emocional y descontrol de impulsos, en
la adolescencia media es la etapa en la que los sentimientos experimentan su mayor intensidad
y en la etapa posterior el adolescente irá experimentando una mayor profundidad y duración de
sus sentimientos, así como irá desarrollando la responsabilidad, lo que implica pasar de sentirse
"víctima" de las circunstancias a sentir un mayor autocontrol.
El concepto de sí mismo del adolescente fluctuará entre una enorme sobreestimación, con
deseos y fantasías de ser una persona extraordinaria y por otra parte de un intenso menosprecio
donde duda de sus aptitudes y habilidades al compararse con otros que toma como modelos a
los cuales aspira imitar.
Cabe señalar que no todos los adolescentes desarrollan conductas oposicionistas, muchos logran
consolidar una adecuada individuación sin que medien conductas rebeldes o impulsivas, así
como también es importante diferenciar estas conductas cuando son propias de un desarrollo
normal, de las que corresponden a los trastornos conductuales en la adolescencia.
FISICA: aparición de los caracteres sexuales secundarios que preparan al individuo para
participar en el acto sexual.
SOCIAL: Comprende la involucración sexual efectiva con otras personas la que se refleja en
sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un reflejo de la experiencia contextual
del adolescente, donde la familia es su ámbito más inmediato.
Como ya se ha mencionado, una de las tareas más importantes del adolescente es consolidar su
identidad. Esta supone identificarse permanentemente con sus objetivos, con sus ambiciones
relativas a la sexualidad, con el tipo de relaciones que establece con los otros, etc.
Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el rol sexual, éste viene
desde el nacimiento, imbuído en las actitudes y los valores de la familia, de la cultura en general
y de las subculturas específicas. Así como el significado atribuido a la sexualidad en la
adolescencia variará dependiendo de los mitos familiares y culturales respecto a este tema.
La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas groseras respecto
al sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o inesperadas con el otro, etc.
pueden afectar una sana identidad sexual. Incluso las experiencias traumáticas en esta etapa
pueden complicar la identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.
En la actualidad, el acceso que los niños tienen a la información hace que dicha franja etaria sea
más difícil de identificar; dado que no puede acelerarse la llegada de la adolescencia a nivel
fisiológico, la interferencia de los medios masivos en el desarrollo y la ausencia de los padres
durante la infancia pueden provocar que la preadolescencia comience antes.
El cuerpo del preadolescente ya no es el mismo que el del niño, aunque tampoco evidencia el
grado de desarrollo que recién se acentuará en la adolescencia. Respecto al comportamiento,
la preadolescencia es una etapa de contradicciones: por un lado, el preadolescente mantiene
conductas infantiles pero, por otro, empieza a evidenciar un deseo de autonomía que se
acentuará en los años siguientes.
Esta etapa se caracteriza por una mayor percepción del entorno y de las posibilidades que
acarrea la libertad; así como los niños pequeños suelen hablar solos y viajar a mundos
imaginarios sin que parezca importarles que haya gente observándolos, los preadolescentes
comienzan a abandonar dicha falta de pudor en pos de la búsqueda de una identidad, del rol
que les gustaría ocupar en la sociedad.
En la preadolescencia suele iniciarse la identificación con el grupo de amigos. El niño que solía
estar apegado a sus padres deja paso al preadolescente que se siente identificado con sus
De manera paralela, la influencia social comienza a ser más fuerte. En la niñez, las personas
desarrollan su personalidad a través de lo inculcado por la familia; a partir de la preadolescencia,
la influencia que ejercen ciertos líderes externos al grupo familiar (que pueden ser un amigo, un
maestro, etc.) se hace más notoria.
Son muchos los aspectos de nuestra personalidad que debemos moldear a medida que
crecemos: desde nuestra risa hasta nuestra manera de hablar, escribir, caminar y mirar, llega un
momento de nuestras vidas en el cual comenzamos a ser conscientes de que podemos decidir
cómo nos ve el mundo exterior y, por lo tanto, queremos hacerlo. Aunque no existe una edad
exacta en la cual las personas comienzan a sentirse atraídas sexualmente por otras, es común
que esto ocurra durante la preadolescencia, razón que suma importancia a la imagen que damos
de nosotros mismos. Como en toda etapa de crecimiento, la preadolescencia suele incluir ciertos
conflictos con los padres y otras figuras de autoridad. Es importante, por lo tanto, que los
adultos acompañen al preadolescente mientras le inculcan los valores que lo ayudarán en su
maduración.
En algunos países se habla de la edad del pavo para describir un período que suele coincidir
con la preadolescencia y que se caracteriza por una serie de actitudes difíciles de entender y
soportar por los padres, como ser la constante efusividad, momentos de risa demasiado
prolongados y torpeza provocada por una falta aparentemente voluntaria de atención al entorno.
Visto desde afuera, la edad del pavo parece consistir en querer comportarse como un idiota todo
el tiempo; desde adentro, se siente como una búsqueda feroz de disfrutar a pleno cada gota
restante de infancia.
Los cambios internos que tienen lugar en el individuo, aunque menos evidentes, son igualmente
profundos. Una reciente investigación neurocientífica muestra que, en estos años de la
adolescencia temprana, el cerebro experimenta un súbito desarrollo eléctrico y fisiológico. El
número de células cerebrales pueden casi llegar a duplicarse en el curso de un año, en tanto las
redes neuronales se reorganizan radicalmente, con las repercusiones consiguientes sobre la
capacidad emocional, física y mental.
El desarrollo físico y sexual, más precoz en las niñas –que entran en la pubertad unos 12 a 18
meses antes que los varones– se reflejan en tendencias semejantes en el desarrollo del cerebro.
El lóbulo frontal, la parte del cerebro que gobierna el razonamiento y la toma de decisiones,
empieza a desarrollarse durante la adolescencia temprana. Debido a que este desarrollo
comienza más tarde y toma más tiempo en los varones, la tendencia de éstos a actuar
impulsivamente y a pensar de una manera acrítica dura mucho más tiempo que en las niñas.
Este fenómeno contribuye a la percepción generalizada de que las niñas maduran mucho antes
que los varones.
Es durante la adolescencia temprana que tanto las niñas como los varones cobran mayor
conciencia de su género que cuando eran menores, y pueden ajustar su conducta o apariencia a
las normas que se observan. Pueden resultar víctimas de actos de intimidación o acoso, o
participar en ellos, y también sentirse confundidos acerca de su propia identidad personal y
sexual. La adolescencia temprana debería ser una etapa en la que niños y niñas cuenten con un
espacio claro y seguro para llegar a conciliarse con esta transformación cognitiva, emocional,
sexual y psicológica, libres de la carga que supone la realización de funciones propias de adultos
y con el pleno apoyo de adultos responsables en el hogar, la escuela y la comunidad.
Dados los tabúes sociales que con frecuencia rodean la pubertad, es de particular importancia
darles a los adolescentes en esta etapa toda la información que necesitan para protegerse del
VIH, de otras infecciones de transmisión sexual, del embarazo precoz y de la violencia y
explotación sexuales. Para muchos niños, esos conocimientos llegan demasiado tarde, si es que
llegan, cuando ya han afectado el curso de sus vidas y han arruinado su desarrollo y su bienestar.
Para entonces, ya usualmente han tenido lugar los cambios físicos más importantes, aunque el
cuerpo sigue desarrollándose. El cerebro también continúa desarrollándose y reorganizándose,
y la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo aumenta notablemente. Las opiniones de
los miembros de su grupo aún tienden a ser importantes al comienzo de esta etapa, pero su
ascendiente disminuye en la medida en que los adolescentes adquieren mayor confianza y
claridad en su identidad y sus propias opiniones.
La temeridad –un rasgo común de la temprana y mediana adolescencia, cuando los individuos
experimentan con el “comportamiento adulto”– declina durante la adolescencia tardía, en la
medida en que se desarrolla la capacidad de evaluar riesgos y tomar decisiones conscientes. Sin
embargo, el fumar cigarrillos y la experimentación con drogas y alcohol frecuentemente se
adquiere en esta temprana fase temeraria para prolongarse durante la adolescencia tardía e
incluso en la edad adulta. Por ejemplo, se calcula que 1 de cada 5 adolescentes entre los 13 y
los 15 años fuma, y aproximadamente la mitad de los que empiezan a fumar en la adolescencia
lo siguen haciendo al menos durante 15 años.
El otro aspecto del explosivo desarrollo del cerebro que tiene lugar durante la adolescencia es
que puede resultar seria y permanentemente afectado por el uso excesivo de drogas y alcohol.
En la adolescencia tardía, las niñas suelen correr un mayor riesgo que los varones de sufrir
consecuencias negativas para la salud, incluida la depresión; y a menudo la discriminación y el
abuso basados en el género magnifican estos riesgos. Las muchachas tienen una particular
propensión a padecer trastornos alimentarios, tales como la anorexia y la bulimia; esta
vulnerabilidad se deriva en parte de profundas ansiedades sobre la imagen corporal alentadas
por los estereotipos culturales y mediáticos de la belleza femenina. No obstante estos riesgos, la
adolescencia tardía es una etapa de oportunidades, idealismo y promesas. Es durante estos años
que los adolescentes ingresan en el mundo del trabajo o de la educación superior, establecen su
propia identidad y cosmovisión y comienzan a participar activamente en la configuración del
mundo que les rodea.
Este es el momento ansiadamente esperado por los padres ya pueden vislumbrar en sus hijos
un estado de equilibrio, mientras que para ellos significa el momento de las oportunidades, el
idealismo y las promesas.
Desarrollo cognitivo
Aumenta notablemente la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo.
Ya tienen definidos sus hábitos de estudio, trabajo, descanso, pasatiempos.
Son capaces capaz de fijarse metas y trabajar para cumplirlas.
Presenta una conducta más equilibrada.
Tiende a concentrarse en sí mismo.
Desarrollo físico
Alcanza el 95% de su estatura adulta.
Crecimiento en vello facial y corporal en los varones; senos en las mujeres.
El cerebro sigue desarrollándose y reorganizándose.
Tanto en mujeres como en hombres se busca integrar intereses y actitudes del padreó madre
respectivamente para alcanzar la paz con su imagen paterna ó materna y así llegar a la madurez.
Es una fase de transición entre la adolescencia y la adultez (“El Superyó es el heredero del
complejo de Edipo; el heredero de la adolescencia es el Ser”). Se da el logro de integración de
las actitudes parentales hacia la persona (por ejemplo: “…soy bastante buen conciliador con las
personas, lo aprendí de mi padre y estoy orgulloso de él”).
En esta fase el yo, por así decirlo, elabora en su estructura una organización jerárquica en sus
funciones y en sus pautas defensivas. Se logra la anticipación del placer; es decir, se aprende a
tolerar los impulsos, aplazarlos, buscar canalizarlos asertivamente. Se adquiere hacia el final de
esta etapa una fijación irreversible llamadacarácter; esta estructura firme, que emerge de estas
fases adolescentes que en verdad está construida sobre los logros del periodo de latencia pero
que en la postadolescencia se define, soluciona e integra a la personalidad.
Esta etapa abarca desde los 18 hasta los 22 años aproximadamente. Es un período de tránsito
en el que el joven empieza a experimentar cosas que sólo acontecen en la edad adulta, votar,
conducir.
Según algunos autores, la identidad se comporta como algo relativo, como un núcleo plástico
capaz de modificarse a lo largo de la vida y el desarrollo, lo que permitiría al ser humano tener la
capacidad de comportante de formas diferentes según el contexto en el que deba actuar. Como
es posible de intuir, el contexto sociocultural en el que el individuo se encuentra inserto es
fundamental y decisivo en la formación de su identidad. Sin embargo, no se trata del único factor
que la determina.
Como vemos, la formación de la identidad sólo se realiza en función de la interacción con el medio
externo, ya que en una situación de aislamiento, las características individuales resultan
absolutamente irrelevantes y transparentes. Es sólo en relación a la interacción con los otros
significativos que las diferencias y características individuales adquieren valor y se comportan
como un aporte para la interacción social.
La imagen que a lo largo de la vida se forma el hombre de su persona ha sido objeto de análisis
en la investigación por parte de numerosos teóricos de la personalidad y la motivación. Este
interés no es casual, sino que se fundamenta por la enorme importancia que tiene esta formación
psicológica, en el proceso de regulación y autorregulación del comportamiento.
Entre los primeros estudiosos de este tema se encuentra William James, quien denominó “yo” a
dicha formación, concibiendo su organización en distintos niveles jerárquicos; es decir, el “yo
material”, el “yo social” y el “yo espiritual”. Este autor señaló el estrecho vínculo existente entre
personalidad y autoconciencia, y asumió una posición esencialmente funcionalista. El papel del
“yo” lo interpretó desde la perspectiva del proceso de adaptación del individuo al medio, obviando
el análisis de sus características internas, propiamente psicológicas.
También la escuela psicoanalítica abordó este problema. Para Sigmund Freud el “yo” constituye
un mediador entre las fuerzas contrapuestas del ello, el super-yo y la realidad. La principal función
de esta instancia continúa siendo entendida de manera adaptativa pues el “yo” debe “manejar”
las relaciones objetivos y estrategias orientadas a su auto perfeccionamiento. Quisiera abordar
la identidad desde una etapa de la vida en la cual nos encontramos con la formación de nuestra
personalidad, estoy hablando de la adolescencia.
De acuerdo con Erik Erikson, el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los
adolescentes es el establecimiento de una identidad. Es un saber de quién es uno, hacia dónde
se dirige en la vida y en qué forma uno encaja en la sociedad. Se refiere a la estabilidad que
requiere una persona para lograr la transición de la dependencia de los demás a la dependencia
de sí mismo.
El contenido de la identidad tiene que ver con los compromisos, las elecciones, la ocupación
laboral, los valores, las ideologías, la conciencia crítica, los roles, la sexualidad.
Fue Erikson el primero en señalar lo importantes de estas preguntas para entender el desarrollo
adolescente. Por lo cual se considera que la identidad es un concepto clave para el desarrollo
adolescente y se lo debemos a las ideas de Erikson.
La moría psicosocial es el termino propuesto por Erikson para definir la brecha existente entre la
seguridad propia de la infancia y la autonomía propia de la edad adulta. Se trata de una etapa
que los adolescentes experimentan como parte de la construcción de su identidad. A medida que
los adolescentes buscan su identidad experimentan con diferentes roles. Los jóvenes que
exploran las identidades contradictorias de forma saludable, emergen con un nuevo sentido del
yo, aceptable socialmente. Por el contrario, los adolescentes que no resuelven eficazmente esta
crisis de identidad experimentan lo que Erikson denomina confusión.
La confusión puede seguir uno de dos caminos posibles: El individuo se retira, aislándose, o se
sumerge en el mundo de los iguales, perdiendo su identidad. Las ideas de Erikson sobre el
desarrollo de la identidad durante la adolescencia revela un profundo conocimiento de la forma
de pensar y sentir de los adolescentes.
Literalmente hay cientos de roles diferentes que pueden experimentar los adolescentes y
probablemente también hay muchas formas distintas de explorarlos.
Estilos de crianza: Las relaciones que tienen los adolescentes con sus padres les da la
oportunidad de identificarse con alguno de ellos y tomar cualidades deseables. Asimismo, la
forma en la que sean educados será parte importante en el establecimiento de una identidad.
Escolares: Aquí hay controversia porque ayuda a forjar una identidad pero a la vez no, lo que se
ve es solamente la pertenencia a un grupo en la adolescencia temprana y una disgregación en la
tardía.
Una de las tareas fundamentales que debe hacer un adolescente es la de buscar su identidad.
Esto quiere decir buscar que tipo de persona quiere y puede ser. Si bien esta tarea puede llevar
toda la vida, la adolescencia es una etapa muy fuerte en este sentido y termina de fundar las
bases de su carácter y la forma de ser. De ahí la intensidad con la que se vive.
3.7 Adicciones.
Adicciones en la adolescencia constituye un problema de salud pública muy importante. Los
riesgos y danos asociados a adicciones en la adolescencia varían para cada sustancia y son
sumamente peligrosos; por esto, es necesario tener en cuenta las variables personales como el
grado de su motivación, conocimiento o experiencia del uso de adicciones en la adolescencia, y
las propiedades específicas de adicciones en la adolescencia así como la influencia de los
elementos adulterantes.
Lo que hace que adicciones en la adolescencia sea una adicción nociva es que se vuelve en
contra de uno mismo y de los demás. Al principio de adicciones en la adolescencia se obtiene
cierta gratificación aparente, igual que con un hábito. Pero pronto su conducta empieza a tener
consecuencias negativas en su vida. Las conductas adictivas por adicciones en la adolescencia
producen placer, alivio y otras compensaciones a corto plazo, pero provocan dolor, desastre,
desolación y multitud de problemas a medio plazo.
Dependencia química
Se utiliza para describir el uso compulsivo de sustancias químicas (o adicciones en la
adolescencia) y la incapacidad de dejar de utilizarlas a pesar de todos los problemas causados
por su uso. Las adicciones en la adolescencia son una enfermedad con efectos muy peligrosos
si no se le trata adecuadamente. Lo peor es que las personas con adicciones en la adolescencia
generalmente llegan a la dependencia química.
Qué causa las adicciones en la adolescencia, dependencia de sustancias químicas? Las normas
culturales ejercen influencia sobre las normas aceptables del uso de sustancias o adicciones en
la adolescencia, mientras las leyes determinan el uso legal de las mismas. La duda de si hay un
patrón normativo de abuso adicciones en la adolescencia es aun objeto de grandes controversias.
Los trastornos relacionados con adicciones en la adolescencia son causados por múltiples
factores, incluyendo la vulnerabilidad genética, los factores ambientales, las presiones sociales,
las características individuales de la personalidad y problemas psiquiátricos. Sin embargo,
todavía no se ha determinado cuál de estos factores son determinantes en las personas con
adicciones en la adolescencia, pero se acepta que son todos combinados los que generan
adicciones en la adolescencia.
Salud
Adicciones en la adolescencia origina o interviene en la aparición de diversas enfermedades,
danos, perjuicios y problemas orgánicos y psicológicos. Hepatitis, cirrosis, depresión, psicosis,
paranoia son algunos de los trastornos que adicciones en la adolescencia produce y pueden
llegar a ser fatales.
Social
Cuando se comienza adicciones en la adolescencia, la persona ya no es capaz de mantener
relaciones estables y puede destruir las relaciones familiares y las amicales. Adicciones en la
adolescencia puede provocar que la persona deje de participar en el mundo, abandonando metas
y su vida gira en torno a adicciones en la adolescencia destruyendo lo que lo rodea. También se
ven afectadas las personas que rodean al adicto adicciones en la adolescencia, especialmente
las de su entorno más cercano, como familiares y amigos.
Consecuencias económicas
El uso de adicciones en la adolescencia puede llegar a ser muy caro, llevando al adicto a destinar
todos sus recursos para mantener el consumo, incluso a sustraer los bienes de su familia y
amigos. En la actualidad existen tratamientos capaces de superar el problema de adicciones en
la adolescencia.
3.8 Violencia.
La violencia en los adolescentes se refiere a acciones dañinas que comienzan temprano y
continúan hasta que la persona es un adulto joven. El o la joven puede ser la víctima, el agresor
o el testigo de un acto de violencia.
Algunos actos violentos pueden causar más daño emocional que físico. Otros pueden causar
lesiones graves o incluso la muerte.
Con respecto a los escenarios en los que se produce violencia entre población adolescente,
encontramos que se suelen dar en:
– Violencia en casa
Es frecuente que las familias en las que hay uno o más hijos adolescentes se produzcan
situaciones conflictivas, debido a la modificación de normas, a las exigencias de los hijos, etc.
La situación se agrava si se producen peleas físicas entre dos o más miembros de la familia.
– Violencia en el colegio
Desgraciadamente, los datos recogidos en nuestro país ponen de manifiesto que se producen
muchos casos de bullying entre jóvenes y adolescentes.
Estas conductas violentas han sido ampliamente estudiadas, y son muchas las causas de que se
siga produciendo, como por ejemplo: papel mantenedor de los compañeros que actúan como
espectadores, víctimas que no comunican su situación de acoso, las conductas violentas hacen
que el agresor consiga salirse con la suya.
Además, es necesario resaltar las manifestaciones de violencia que algunos alumnos llevan a
cabo sobre sus profesores. En este sentido, deberían tomarse más medidas para evitar que se
produzcan estos comportamientos violentos en el ámbito escolar.
– Violencia callejera
Algunos grupos de adolescentes se unen para formar pandillas o bandas callejeras, con el
propósito de agredir a personas o para cometer actos delictivos –como robos a personas aisladas
o en establecimientos-.
También es motivo de alarma que unos adolescentes disfruten y se diviertan haciendo daño a
animales callejeros.
No son pocos los vídeos que se han recogido de palizas a animales indefensos, llegando a
producir daños irreparables e, incluso, la muerte.
Este comportamiento con animales no debe percibirse en ningún momento como una conducta
normal, ligada a la etapa adolescente.
Se trata de una razón de peso para llevar a cabo un estudio psicológico del adolescente y, si es
necesario, realizar una intervención concreta.
– Ciberbullying
Este es un problema al que deben enfrentarse los jóvenes actualmente, puesto que la acción de
sus agresores no termina cuando acaba el horario escolar.
Se puede producir acoso mediante mensajes amenazantes, publicación de fotos o vídeos
denigrantes, burlas e insultos públicos en las redes sociales, etc.
Además, en los últimos años se han producido casos en los que han salido a la luz vídeos de
chicas manteniendo relaciones sexuales. Esta es otra forma de violencia, puesto que se atenta
contra la privacidad e integridad de la adolescente en cuestión.
– Violencia física
La violencia física es más alarmante puesto que puede causar serios daños en el organismo.
Suelen conllevar mayores castigos y, a veces, los agresores tienen que rendir cuenta con la
justicia. Golpes, bofetadas y empujones constituyen algunos ejemplos de este tipo de violencia
entre población adolescente.
– Violencia/maltrato psicológico
Aunque se trate de un tipo de violencia más sutil, llega a provocar serios problemas en la víctima,
como baja autoestima, falta de autonomía, miedo a su pareja, etc.
Algunos ejemplos de violencia psicológica son los siguientes:
Humillación. Esta forma de violencia es muy común. Se refiere al hecho de que algunas
personas ofenden a la otra persona, especialmente cuando lo hace públicamente.
Desprecios. Se refiere a la conducta de indiferencia que hace sentir mal a la persona víctima de
este maltrato.
Amenazas. Un adolescente puede llegar a coaccionar a otra persona, de forma que termine
consiguiendo lo que quiere. Esta actitud provocará sentimiento de triunfo en el agresor, que
optará por utilizar este método repetidamente.
Por todo ello, muchos jóvenes no tienen reparos en llevar a cabo conductas violentas hacia los
más débiles, con el fin de buscar la aprobación de su grupo de iguales.
Como se puede imaginar, todo lo comentado hasta ahora repercute de forma negativa entre los
adolescentes que sufren la violencia en primera persona. En relación a las víctimas, se han
observado numerosos indicadores de desajuste psicológico, como por ejemplo:
Aislamiento social.
Bajo rendimiento escolar.
Problemas de ansiedad.
Depresión.
Ideas o tentativas de suicidio.
Mayor insatisfacción con su vida.
Problemas dentro de su propia familia.
Las víctimas no suelen pedir ayuda a sus familiares ni conocidos, por lo que debes estar atento
si tienes sospechas de que tu hijo se encuentre en esta situación.
Es aquí cuando los valores y los ideales que tenga las persona a su alcance pueden afectar, por
ejemplo, si una persona está rodeada de gente que creen que las mujeres deben tener medidas
específicas para ser bella, sentirá que si no tiene esas medidas no será bella, pero si su entorno
cree y ella confía en su entorno que la belleza es el buen uso de los atributos que tiene, buscará
utilizar bien sus recursos y se sentirá consigo satisfecha.
La imagen corporal forma parte de la auto-imagen global de una persona. Por lo tanto, la forma
en que una persona se siente con respecto a su cuerpo puede repercutir sobre la forma en que
se siente con respecto a sí mismo y viceversa, esto es clave en la adolescencia, donde la
identidad aún no está consolidada y la autoestima puede resentirse por la forma física.
Las actitudes de la madre y el padre son las que permitirán a los hijos el desarrollo de la confianza
en sí mismos, la capacidad de valorarse y valorar a los demás y, por lo tanto, una adecuada
autoestima. Los padres actúan como "espejos" que reflejan las cualidades y defectos de sus hijos.
Este mirarse en el espejo de los padres dará como resultado la seguridad personal; así, si los
padres reflejan sólo las cualidades o sólo los defectos, promoverán en sus hijos, una imagen
escindida, insegura y temerosa para dar y recibir. Durante la pubertad y la adolescencia, la
autoestima se debilita ya que el cuerpo cambia y, por lo tanto, los y las adolescentes tienden a
cuestionar su imagen corporal, lo que les permitirá construir su identidad.
En el inicio de la adolescencia, es común que exista preocupación por los cambios físicos e
incertidumbre acerca de la propia apariencia física. Así, los hombres pueden estar preocupados
por el tamaño del pene, la presencia del bello en el pecho y en el pubis, la aparición del bigote,
la complexión del tórax, el cambio de la voz y la primera eyaculación, mientras que las mujeres
pueden sentir vergüenza por el tamaño de los senos o preocuparse por el tamaño de las piernas,
la acumulación de grasa en el cuerpo y el inicio temprano o tardío de la menstruación.
Al finalizar la adolescencia deberá existir una aceptación del cuerpo y por lo tanto una imagen
corporal satisfactoria y una adecuada autoestima. Una adecuada autoestima permite a los
adolescentes crecer, sentirse orgullosos de sí mismos, reconocer sus cualidades y defectos e
internalizar una imagen corporal positiva y sin culpas. Los adolescentes necesitan el apoyo de
los adultos para entender los cambios físicos y emocionales que presentan durante esta etapa
de la vida, y valorar sus logros con el fin de fortalecer su posición personal y su identidad. Imagen
corporal y perspectiva de género.
La imagen corporal está ligada al género, que se refiere a las diferencias entre los hombres y las
mujeres en cuanto a ideas, valores y modos de actuar. Estas diferencias no tienen un origen
biológico, sino que son construcciones sociales que determinan lo que en cada sociedad significa
ser hombre o ser mujer.
En opinión de George Mead, tanto hombres como mujeres se definen como personas que tienen
un proceso de desarrollo propio que no está presente desde el nacimiento, sino que surge de la
experiencia personal y del aprendizaje sociocultural. A partir de la interacción que tiene el niño o
la niña, desde los primeros gestos y sonrisas con la madre o el padre, aprende las actitudes que
los provocan, y sabe cuándo reaccionar de tal o cual manera hacia los demás porque también ha
aprendido a identificar sus actitudes; pero, así mismo los otros han aprendido a entender las
actitudes del pequeño y a reaccionar ante ellas; digamos que desde estos momentos comienza
el dinamismo y el proceso social de influir sobre otros y modificar sus actitudes.
Este proceso social puede ser una línea de análisis para comprender las diferentes influencias
que los niños y las niñas reciben de los demás. Incluso desde antes de nacer, el preparar la ropa
de color rosa o azul, o más tarde los juegos como las muñecas y los carritos, muestran las
expectativas de los padres respecto de lo que debe ser un niño o una niña. En este sentido, lo
que un niño o una niña perciban de la actitud de sus padres será generalmente lo que ellos
percibirán de sí mismos. Muchos papás y mamás piensan que las niñas valen menos por ser
mujeres y que tienen menos oportunidades en la vida, que sufren más, que no pueden trabajar
igual que los hombres, que tienen más peligros al salir a la calle, etc.
Asimismo, muchos consideran que los hombres son más fuertes, que pueden hacer lo que
quieran, trabajar, salir por las noches, ganar dinero, etc. Estas ideas provocan sentimientos de
seguridad diferentes para hombres y mujeres. Muchas veces a los niños se les promueve la
fortaleza, la seguridad y el apoyo para aprender tareas fuera de casa, y se les hace menos
expresivos y muy dependientes de las mujeres. A las niñas, en cambio, se les trata con cierta
delicadeza, lo cual puede ser positivo, pero cuando se confunde esa delicadeza con incapacidad
para moverse o defenderse y se les encamina exclusivamente a las labores del hogar, se limitan
sus oportunidades y se les hace más débiles. Estos papeles que la sociedad asigna a hombres
y mujeres se hacen más evidentes durante la adolescencia, a causa de las diferencias corporales
y los significados sociales del cuerpo.
Desarrollo Físico:
Salud y Condición Física
Casi toda la gente entre 20 y 40 años se encuentra en el pináculo de la salud, la fuerza, la energía,
la resistencia y el funcionamiento sensorial y motor.
Los problemas de salud en esos años son similares a los de la adolescencia; sin embargo, en
esta época alcanzan su punto más alto las tasas de lesiones, homicidios y consumo de drogas.
Además, muchos adultos tempranos tienen sobrepeso y hacen muy poco ejercicio.
Sueño:
La época entre los 20 y los 30 es de mucha actividad, por lo que no sorprende que muchos
jóvenes adultos a menudo no duerman lo suficiente. (Monk, 2000). La privación de sueño puede
ser fatal en la carretera; se estima que conductores somnolientos ocasionan uno de cada choque
fatal (Peters et al; 1994). La falta de sueño tiende a dañar el aprendizaje verbal (Horne, 2000),
algunos aspectos de la memoria (Harrison y Horne, 2000b), la toma de decisiones de alto nivel
(Harrison y Horne, 2000a), y la articulación del habla (Harrison y Horne, 1997), la privación crónica
de sueño (menos de seis horas de sueño cada noche durante tres o más noches) puede afectar
gravemente el desempeño cognoscitivo (Van Dongen, Maislin, Mullinggton y Dinges, 2003).
Tabaquismo:
Fumar, la principal causa evitable de muerte entre los adultos estadounidenses. Los adultos
jóvenes son los más propensos a fumar que cualquier otro grupo de edad.
Consumo de Alcohol:
La sociedad estadounidense es una sociedad de bebedores. La publicidad asocia al licor, la
cerveza y el vino con la buena vida y con ser una persona mayor. Aunque el consumo frecuente
de alcohol es común a esta edad, los universitarios suelen beber con más frecuencia y en exceso
con sus coetáneos que no asisten a la universidad.
-La conducta antisocial: la prevalencia general de la conducta antisocial, que aumenta durante
la adolescencia, disminuye de manera abrupta durante la adultez temprana. La conducta
antisocial de inicio temprano por lo general tiene raíces en la niñez temprana.
-Depresión: la adolescencia y la adultez temprana parecen ser períodos sensibles para el inicio
de los trastornos depresivos, cuya incidencia se incrementa de manera gradual entre las edades
de 15 y 22 años.
Trastornos Menstruales:
El Síndrome Premenstrual (SPM). En la edad temprana aparece este síndrome, un trastorno
que produce malestar físico y tensión emocional por dos semanas antes del período menstrual.
Los síntomas pueden incluir: fatigas, jaquecas, hinchazón de manos y pies, inflamación
abdominal, nauseas, cólicos, estreñimientos, antojos de comida, aumento de peso, depresión,
ansiedad, irritabilidad, oscilaciones del estado de ánimo, tendencia al llanto y dificultad para
concentrarse y recordar.
Infertilidad:
Incapacidad para concebir un hijo después de intentarlo durante 12 meses. La fertilidad de las
mujeres empieza a declinar entre los 28 o 29 años, con decrementos considerables entre los 30
y 39 años. La fertilidad masculina es menos afectada por la edad, pero disminuye de manera
significativa entre los 38 y 39 años (Dunson, Colombo y Baird, 2002).
Piaget describió la etapa de las operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitiva,
algunos científicos del desarrollo sostienen que los cambios en la cognición se extienden más
allá de esa etapa. De acuerdo con los criterios de Piaget, el razonamiento formal no es la única
y quizás ni siquiera la más importante capacidad del pensamiento maduro (Moshman, 1998). La
investigaciones y el trabajo teórico realizados desde la década de los setenta sugieren que el
pensamiento maduro es mucho más rico y más complejo que las manipulaciones intelectuales
abstractas que Piaget describió (Arlin, 1994; Labouvie-Vief,1985, 1990 ).
El pensamiento en la edad adulta a menudo parece ser flexible, abierto, adaptativo individualista.
Se basa en la intuición, la emoción y la lógica para ayudar a la gente a afrontar un mundo que
parece caótico. Aplica los frutos de la experiencia alas situaciones ambiguas. Se caracteriza por
la capacidad para manejarla incertidumbre, la inconsciencia, la contradicción, la imperfección y
el compromiso (como hizo Arthur Ashe cuando se enfrento a las limitaciones físicas a su
capacidad para continuar con su carrera de tenis). En esta etapa superior de la cognición adulta
en ocasiones se denomina pensamiento posformal.
La complejidad cognoscitiva del trabajo, se refiere al grado en que el trabajo de una persona
requiere pensamiento y juicio independiente. Investigaciones reflejan que el desarrollo completo
de los lóbulos frontales durante la edad adulta temprana repara a la gente para manejar varias
tareas al mismo tiempo.
Para Piaget y Kohlberg, el desarrollo moral depende del desarrollo cognitivo, sería una especie
de superación del pensamiento egocéntrico una capacidad creciente para pensar de manera
abstracta. Kohlberg en su teoría del desarrollo moral, plantea que en las etapas quinta y sexta el
desarrollo moral es una esencia una función de la experiencia. Los individuos sólo podrían
alcanzar estos niveles (si es que los alcanzan) pasados los 20 años, ya que para que las personas
reevalúen y cambien sus criterios para juzgar lo que es correcto y justo requieren de experiencias,
sobre todo aquellas que tienen fuertes contenidos emocionales que llevan al individuo a volver a
pensar. Según Kohlberg, existen dos experiencias que facilitan el desarrollo moral: confrontar
valores en conflicto (como sucede en la universidad o el ejército) y responder por el bienestar de
otra persona (cuando un individuo se convierte en padre).
Los teóricos e investigadores del desarrollo han estudiado la cognición adulta desde varias
perspectivas:
Postulado de Piaget:
El describió la etapa de las operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitivo, algunos
científicos del desarrollo sostienen que los cambios en la cognición se extienden más allá de ella.
Una línea de teoría e investigación neopiagetana se concentra en los niveles superiores de
pensamiento reflexivo o razonamiento abstracto, otra se relaciona con el pensamiento posformal.
El pensamiento reflexivo es una forma compleja de cognición, definida por el filósofo y educador
estadounidense John Dewey (1910/1991), como el tipo de pensamiento lógico que puede
aparecer en la adultez e involucra una evaluación activa continua de la información y las creencias
a la luz de la evidencia y las consecuencias. La capacidad para practicar este tipo de
pensamiento parece surgir entre las edades de 20 y 25 años. Si bien casi todos los adultos
desarrollan la capacidad para convertirse en pensadores reflexivos, pocos alcanzan la capacidad
óptima en esta habilidad, menos aún pueden aplicarla de manera sistemática a diversos tipos de
problemas.
En realidad, las etapas de la adultez de Schaie pueden tener una aplicación menos general en
una era de elecciones y trayectorias que varían y cambian con rapidez.
Baltes:
Con su teoría del ciclo vital, considera que la práctica y familiaridad con las tareas son la base
del desarrollo y del funcionamiento cognitivo adulto.
El tema de la actividad laboral cruza todas las etapas de la adultez, constituyéndose en un tema
crítico en los inicios y en los finales de la etapa de la adultez, ya sea por dificultades para encontrar
trabajo, o por acercarse la etapa de la jubilación.
El trabajo está fuertemente ligado con todos los aspectos del desarrollo intelectual, físico social y
emocional. En general, las diferencias de edad en el desempeño parecen depender mucho de
cómo se mide el desempeño y de las demandas de una clase de trabajos específico. Un empleo
que requiere reflejos rápidos, por ejemplo, tiene más probabilidad de que sea desempeñado
mejor por una persona joven, uno que depende de la madurez de juicio puede ser mejor ejecutado
por una persona mayor.
A la larga, los trabajadores jóvenes (de menos de 35 años), quienes están en el proceso de labrar
su carrera, están menos satisfechos con sus trabajos, en general, de lo que estarán más tarde.
Son menos comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus empleadores y
tienen más probabilidad de cambiar empleo de la que tendrán más tarde en la vida. Con respecto
a la satisfacción y permanencia en el trabajo, no hay diferencias claras de edad en aspectos
específicos de la relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la promoción,
supervisión, compañeros de trabajo y el salario.
Es posible que la relación entre la edad y la satisfacción en general con el empleo puedan reflejar
la naturaleza del empleo en sí mismo. Cuanto más tiempo trabaja la gente en una ocupación
específica, más gratificante puede ser el trabajo y mientras más se conozcan las características
positivas de la institución empleadora, sus principios, políticas, estructura y alcances, más
probablemente se infiltra un compromiso del trabajador con ella. Para llegar a estos alcances el
joven adulto requiere de tiempo.
Las características propias del joven adulto puede llevarlo a mirar su empleo con ojo más crítico
de lo que lo hará cuando haga un compromiso más serio. Los trabajadores más jóvenes, por
ejemplo, están más preocupados por el nivel de interés de su trabajo, por las oportunidades de
desarrollar sus habilidades y por las oportunidades de progreso. Los trabajadores de más edad
se preocupan más por supervisores y compañeros de trabajo amistosos y por recibir ayuda en su
trabajo.
Por otro lado, la mayoría de las personas, independientemente de si son hombres o mujeres,
manifiestan que lo más importante para sus vidas es su familia. Sin embargo, la realidad es bien
diferente ya que, en términos generales, se le dedica mayor tiempo y energía al ámbito laboral.
Esta situación de discrepancia entre los distintos intereses y energías dedicadas al trabajo o a la
familia hace que resulte fundamental entender cómo viven las personas la relación familia-trabajo
y en qué medida les afecta esta situación (lo que se ha venido a llamar el conflicto trabajo-familia).
En ese sentido, Greenhaus y Beutell (1985) establecieron el marco conceptual con el que trabaja
la mayoría de los investigadores de este área. Para ellos, el conflicto trabajo-familia es una fricción
que se produce entre las presiones ejercidas por el trabajo y por la familia, llegando a ser, en
algunos aspectos, incompatibles. Así, señalaron que cuanto más tiempo y energía se dedica a
un rol, menos dedicación se dirige al otro. De tal forma que esta relación genérica entre el trabajo
y la familia pasa a ser un conflicto que se convierte en fuente de estrés para los individuos. Por
ejemplo, en un estudio descriptivo realizado en España, se ha demostrado que el 40% de las
personas que trabajan sufren conflicto como padres, esposos y trabajadores (Chinchilla, Gallo,
León y Poelmans, 2003), lo que les lleva a experimentar estrés.
La bibliografía especializada ha señalado diferentes tipos de conflicto. Así, no se dan los mismos
problemas si el conflicto surge en el trabajo influyendo en la familia (conflicto trabajo-familia, CTF)
o, por el contrario, si es la familia la que está influyendo en el trabajo (conflicto familia-trabajo,
CFT).
Para la sociedad, estos años son los más importantes de toda la vida. Hay consolidación de la
identidad y comienzo de la realización del proyecto de vida. Adaptación a la vida social.
Una forma de pensamiento adulto es el que algunos teóricos han denominado pensamiento
dialéctico, que consiste en la capacidad de considerar puntos de vista opuestos en forma
simultánea, aceptando la existencia de contradicciones. Los adultos que alcanzan el pensamiento
dialéctico se caracterizan porque son más sensibles a las contradicciones, aprecian más las
opiniones contrarias y que han aprendido a vivir con ellas. (F. Phillips Rice, 1997, págs.533-534).
Otros teóricos se han referido a este mismo período, como el del pensamiento posformal, una
etapa que va más allá de las operaciones formales planteadas por Piaget.
Hay muchas diferencias en la forma en que el adulto joven logra integrar los diferentes aspectos
de su personalidad y hay grados en la forma en que cada uno lo logra. Básicamente se trata
alcanzar la identidad del yo y la capacidad de alcanzar una intimidad verdadera. Para ello,
debe haber logrado independencia y límites con sus padres y reconocer que sus caminos y los
de sus padres son divergentes porque sus metas lo son. Puede verlos en forma más realista sin
la rebeldía que le ayudó antes a constituir su identidad. Los internaliza como padres y como
progenitores.
(Tomado de: Apunte Docente. Autora: Anneliese Dörr A. Universidad de Chile. Facultad de
Medicina. Campus Oriente. Departamento de Psiquiatría y Salud Mental). (Arbeláez, J., octubre,
2009. Psicólogo docente de cátedra. Universidad Católica de Oriente). Aunque existen diferentes
teorías que consideran la personalidad de una forma estática, se debe entender que el sujeto
adulto es el producto de las experiencias vividas a lo largo de su ciclo vital. En este sentido,
existen dos posturas fundamentales: las representadas por Erikson y Levinson, teniendo en
cuenta las dos etapas de la vida adulta.
Para Erikson, el problema de la edad adulta temprana es intimidad versus aislamiento. Los
sujetos adultos buscan la intimidad y el compromiso con otras personas, y si no lo consiguen o
temen hacerlo, se aíslan. Para conseguir una relación íntima es necesario compromiso y
sacrificio. Pero en primer lugar, un sentido de la identidad que se debe de haber fraguado a lo
largo de la adolescencia.
Por su parte, Levinson considera que todo adulto tiene una estructura de la vida, en la que
incluye aspectos internos y externos: lugares, gentes, instituciones, casos, valores, causas,
sueños, emociones, y todo esto unido en torno al trabajo y la familia.
Pero además pueden existir acontecimientos que hagan cambiar sus estructuras de vida, como
son libros interesantes que lea, situaciones sociales, o cualquier acontecimiento de la vida que
pueda influir en su desarrollo personal.
En la edad adulta temprana, el sujeto entra en el mundo adulto:
Se establecen compromisos de matrimonio y de trabajo.
Se plantean metas y expectativas profesionales.
Cuando no se cumplen o el sujeto tiene una pérdida de afirmación, aparece una crisis
emocional.
Para este autor, el paso de la edad temprana a la intermedia supone un aprendizaje de reglas.
Asimismo, en este paso el individuo se plantea la dura realidad de la mortalidad.
Este tema le puede provocar una crisis; se siente perturbado e, incluso, llega a actuar de forma
irracional; sin embargo, esta reflexión puede ser saludable dado que puede plantearse la vida de
una forma más realista y adecuada a sus circunstancias.
Cerca de dos tercios de las mujeres que trabajan necesitan hacerlo porque son solteras y
necesitan sentirse - o ser- independientes, divorciadas, viudas, separadas o casadas con
hombres que ganan un sueldo mínimo (o menos). El movimiento femenil ha inspirado a muchas
de ellas a buscar trabajos desafiantes y satisfactorios.
Las tendencias sociológicas hacia el matrimonio y la crianza más tarde y familias más pequeñas
ha hecho más fácil para muchas mujeres jóvenes perseguir objetivos educativos y de carrera más
ambiciosos. Y las mujeres que tienen una familia están tomando ventaja de los patrones de
trabajo alternativo tales como tiempo parcial, horarios flexibles y trabajo compartido. Las leyes
que otorgan igualdad de oportunidades de empleo hacen énfasis en los derechos de ambos sexos
para ser considerados para empleos en igualdad de oportunidades y ser pagos y promovidos en
pie de igualdad.
La realidad, sin embargo, todavía se queda corta en igualdad. Por cada peso que ganan los
hombres, las mujeres ganan -a lo más- cerca de 50 centavos. Aunque más mujeres están
consiguiendo mejores trabajos en estos días (especialmente en negocios y en las profesiones),
un gran número de ellas está todavía desempeñando trabajos como subempleadas, con sueldos
bajos. Cerca de la mitad de todas las empleadas son oficinistas, personas de ventas y gente por
el estilo, muy pocos son trabajos de construcción o de profesionista calificados.
En parte esto refleja discriminación en el mercado del trabajo; también puede reflejar los conflictos
reales que muchas mujeres encaran cuando tratan de hacer malabares con el trabajo y los
papeles que desempeñan en la familia. Y es esta desproporción de oportunidades reales y de
salarios minimizados hacia la mujer lo que convierte al trabajo en un factor influyente en el
desarrollo de la personalidad de esta pues sigue siendo - a pesar de lo expuesto- un campo de
acción e interacción social prioritario para el hombre. En este contexto se encuentran nuevos
modelos a retomar o contrastar para el fortalecimiento de las propias actitudes. Las mujeres,
aunque pueden hacerlo, se deben cuidar de la discriminación (y hasta del hostigamiento) de la
que son sujetas. Hasta aquí se ha revisado el desarrollo físico y el intelectual de los adultos
jóvenes.
Es una etapa de la vida en la que la socialización es básica, ya que el sujeto pasa de una
existencia sin responsabilidades a formar una familia, con todo lo que ello supone, además de
unas exigencias de horario de trabajo debidas a su nueva actividad laboral.
Ahora bien, todo gira en torno a dos pilares fundamentales: la familia y el trabajo. Adquirir los
roles familiares puede venir determinado por búsqueda de intimidad y el miedo al aislamiento.
Algunos autores consideran que, entre la edad adulta temprana y la media, se da un período de
transición o crisis, en el cual el sujeto se replantea su vida. Esto coincide con un pequeño declive
físico, con la pérdida de los padres, la adolescencia de los hijos, la crisis matrimonial e, incluso,
posibles cambios de trabajo.
Otros autores consideran que estas crisis se producen sólo en aquellos sujetos con inestabilidad
psicológica y con determinadas tendencias neuroticistas desde la adolescencia. El matrimonio
representa un hito en el ciclo vital. La relación de pareja abarca toda la edad adulta, es un proceso
a su vez con etapas en que se superpone la evolución personal, de la pareja y del ciclo vital
familiar. Es durante la edad temprana, cuando los sujetos toman la decisión de casarse, quedarse
solteros, dedicarse a su vocación, o bien, vivir formando pareja con otra persona. Esto implica
una gran determinación, ya que una relación íntima supone un compromiso que está siempre
fundamentado en el amor.
Hay un momento en que el joven adulto no puede permanecer en el hogar paterno: no requieren
cuidados parentales, no desean vivir como niños, pero todavía son miembros de la generación
filial. Tampoco aceptan la autoridad del padre como jefe de la familia, porque sus objetivos de
vida y sus necesidades son diferentes (incluso divergentes) a las del padre. El joven se transforma
en un miembro adulto del hogar, pero con escasas prerrogativas.
Sus afectos y motivaciones ya están fuera del hogar, su grupo de amigos es ahora una importante
fuente de gratificaciones. Se concibe el período de soltería como un momento de libertad y de
búsqueda antes de asumir responsabilidades y restricciones de la vida de pareja, que comienza
a acelerarse por la presión que experimenta ante el hecho de que su grupo de pares se casa y
comienza a sentirse desplazado.
una en la edad adulta intermedia y una en la última etapa de la edad adulta. La Crisis de la
intimidad versus aislamiento es la sexta de las 8 crisis de Erikson - y lo que él considera que es
el problema principal de la temprana edad adulta -. De acuerdo con esto, los adultos jóvenes
necesitan y desean intimidad; es decir, necesitan tener profundos compromisos personales con
otros. Si no son capaces, o temen hacerlo, pueden tornarse aislados y abstraídos.
La habilidad de lograr una relación íntima, la cual demanda sacrificio y compromiso, depende del
sentido de identidad, el cual tiene que haber sido adquirido en la adolescencia. Un adulto joven
que ha desarrollado una firme identidad está listo para fusionarla con la de otra persona. Hasta
que la persona no esté lista para la intimidad, la “verdadera genitalidad” no puede ocurrir. Hasta
este punto, las vidas sexuales de la gente han estado dominadas bien sea por la búsqueda de
su propia identidad o por “luchas fálicas o vaginales que hacen de la vida sexual una clase de
combate genital”, según Erikson. Sin embargo, la gente psicológicamente sana está dispuesta a
arriesgar la pérdida temporal del yo en el coito y el orgasmo, así como en amistades muy
estrechas y otras situaciones que requieran absoluta entrega.
El adulto joven, entonces, puede aspirar a una “utopía de genitalidad” -orgasmo mutuo en una
relación heterosexual amorosa, en la que se comparte la confianza y se regulan los ciclos de
trabajo, procreación y recreación -. La “virtud” que se desarrolla durante la edad adulta temprana
es la virtud del amor, o dependencia mutua de devoción entre parejas que han escogido compartir
sus vidas. La gente necesita también cierta cantidad de aislamiento temporal durante este
período para pensar en algunas elecciones importantes, por su cuenta. A medida que los adultos
jóvenes resuelven las demandas, a menudo conflictivas, de intimidad, competitividad y reserva,
desarrollan un sentido ético, el cual Erikson considera la marca del adulto. Como parte de esta
postura normativa, los psicoanalistas incluyeron los denominados Mecanismos de defensa del yo
y adaptación a la vida. Amén de los conocidos mecanismos como la introyección, el
desplazamiento, la intelectualización y la proyección - que se manifiestan abiertamente en la
adolescencia -, vale la pena considerar algunos mecanismos de defensa del yo identificados en
la vida adulta, o formas características de cómo la gente se adapta a las situaciones de la vida:
mecanismos maduros, por ejemplo, el uso de humor o ayudar a otros; mecanismos inmaduros,
por ejemplo, desarrollar dolores con bases no físicas, mecanismos psicópatas, en los cuales la
Al parecer, los hombres que utilizan los mecanismos maduros adaptables son más exitosos, se
consideran más felices, obtienen más satisfacción de su trabajo, disfrutan de amistades más
intensas, son mental y físicamente más saludables y aparentan mejor adaptación al medio. En
resumen, además de los factores ya mencionados Otra de las ideas manifestadas dentro de la
perspectiva normativa se refieren a cuatro periodos superpuestos de alrededor de 20 a 25 años
cada uno. Las épocas están conectadas por períodos de transición de aproximadamente cinco
años, cuando la gente valora las estructuras que ha establecido y explora posibilidades de
reestructurar sus vidas para la siguiente época (nótese que los cortes siguen siendo arbitrarios):
Edad pre-adulta (0 a 22 años), los años formativos desde la concepción hasta el final de la
adolescencia.
Edad adulta temprana (17 a 45 años), en la que la gente hace elecciones de vida significativas y
exhibe la mayor energía pero también experimenta el mayor estrés.
Edad adulta intermedia (40 a 65 años), en la cual la mayoría de la gente ha reducido en cierto
modo las capacidades biológicas, pero ha aumentado las responsabilidades sociales.
Última etapa de la edad adulta (60 años en adelante), la fase final de la vida. Estas no son etapas,
en el sentido de que una es menos avanzada que la otra, sino “ciclos estacionales” de desarrollo,
cada uno con sus propias funciones.
En cada periodo de la vida, una persona determinada puede tener grados de éxito variables al
construir una estructura de vida satisfactoria. Dentro de la composición superpuesta de estos
estadios se pueden notar etapas transitorias: Transición del adulto joven (17 a 22 años). Durante
la transición del adulto joven, la cual para cualquier individuo dado puede tomar de tres a cinco
años, una persona necesita pasarse de la edad preadulta a la adulta, mudarse de la casa de sus
padres y volverse más independiente tanto financiera como emocionalmente.
El joven que va a la universidad ingresa en una situación institucional equidistante de ser un niño
en la familia y alcanzar una condición de adulto completo. Ingreso a la estructura de la vida para
la edad adulta temprana (22 a 28 años). Durante la etapa de principiante, la cual también es
llamada “Ingreso al mundo del adulto”, la persona joven se vuelve un adulto y establece el ingreso
a la estructura de la vida para la edad adulta temprana. Esto puede consistir en relaciones con el
otro sexo, que usualmente resultan en matrimonio e hijos; compromiso con el trabajo, que resulta
en la selección de una ocupación; escoger un hogar; relaciones con amigos y con la familia; y
compromiso con grupos cívicos y sociales.
En estos periodos críticos dos características importantes del ingreso a la estructura de la vida
son el “sueño” y el “consejero”. Los hombres a menudo ingresan en la edad adulta con un sueño
de su futuro, expresado en términos de una carrera. La visión de, por ejemplo, volverse un escritor
famoso o ganar un reconocimiento importante por su trabajo los estimula y vitaliza mucho de su
desarrollo adulto. Pero la comprensión común y frecuente, generalmente en la mitad de la vida;
de que el apreciado sueño no será cumplido puede precipitar una crisis emocional. La forma
como los hombres enfrentan la necesidad de revaluar sus metas y reemplazarlas por unas más
alcanzables determina qué tan bien se las arreglarán en la vida.
El éxito de un hombre está fuertemente influido durante estos años de aprendizaje por el hallazgo
de un consejero, es decir, alguien que sea alrededor de 8 a 15 años mayor que tome interés en
él, le ofrezca asesoría e inspiración y le transmita sabiduría, apoyo moral y ayuda práctica tanto
en la carrera como en asuntos personales. Transición de los 30 años. Alrededor de los 30 años,
los hombres les echan otra mirada a sus vidas. Se preguntan si los compromisos que han hecho
durante la década anterior han sido prematuros - o hacen compromisos firmes por primera vez.
Algunos hombres pasan a través de esta transición muy fácilmente, otros experimentan crisis de
desarrollo, en la cual encuentran intolerables las estructuras de su vida presente pareciendo, sin
embargo, incapaces de formar una mejor.
Los problemas, con el matrimonio son ahora frecuentes, y la tasa de divorcio lleva al máximo. El
papel del trabajo cambia a medida que el hombre cambia de trabajo, es ascendido o se formaliza
después de un período de incertidumbre. Si las elecciones hechas ahora son acertadas,
La fase de aprendizaje está terminada, y los hombres están listos para establecer la estructura
de vida culminante para la edad adulta temprana. Hacen compromisos de mayor profundidad en
el trabajo, la familia y otros aspectos importantes de su vida. Los hombres se fijan metas
específicas para sí mismos (ser profesores universitarios, un cierto nivel de ingresos, o hacer una
exposición individual de arte) con un horario establecido, siempre esperando que suceda un
acontecimiento importante alrededor de los 40 años. Se ocupan de establecer su posición
conveniente en la sociedad - de fijar y asegurar su vida firmemente en la familia, ocupación y
comunidad -. Al mismo tiempo, continúan ocupándose de progresar - de construir una vida mejor,
mejorar y utilizar sus habilidades, volverse más creativos y hacer más contribuciones a la
sociedad -. Estas dos tareas son contradictorias, puesto que la gente no puede avanzar si cumple
un compromiso muy fuerte para la estabilidad y, de esta manera, se necesita que tengan lugar
algún manejo y una constante evaluación de prioridades.
Entre los 35 y 40 años, hacia el final del período de formalización, viene uno llamado “dueño de
su vida”. Ahora, un hombre se irrita con la autoridad de los que tienen poder e influyen sobre él,
y desea escaparse y hablar con su propia voz; pero teme una pérdida de afirmación y respeto.
Durante este período, un hombre a menudo abandona a su consejero y está de malas con su
esposa, hijos, seres queridos, jefe, amigos o compañeros de trabajo. La forma como un hombre
resuelve o fracasa al resolver los problemas de esta fase afectará la forma de manejar la
transición de la mitad de la vida.
Trabajo: El trabajo está fuertemente ligado con todos los aspectos del desarrollo intelectual,
físico social y emocional. En general, las diferencias de edad en el desempeño parecen depender
mucho de cómo se mide el desempeño y de las demandas de una clase de trabajos específico.
Un empleo que requiere reflejos rápidos, por ejemplo, tiene más probabilidad de que sea
desempeñado mejor por una persona joven, uno que depende de la madurez de juicio puede ser
mejor ejecutado por una persona mayor.
A la larga, los trabajadores jóvenes (de menos de 35 años), quienes están en el proceso de labrar
su carrera, están menos satisfechos con sus trabajos, en general, de lo que estarán más tarde.
Son menos comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus empleadores y
tienen más probabilidad de cambiar empleo de la que tendrán más tarde en la vida. Con respecto
a la satisfacción y permanencia en el trabajo, no hay diferencias claras de edad en aspectos
específicos de la relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la promoción,
supervisión, compañeros de trabajo y el salario.
Es posible que la relación entre la edad y la satisfacción en general con el empleo puedan reflejar
la naturaleza del empleo en sí mismo. Cuanto más tiempo trabaja la gente en una ocupación
específica, más gratificante puede ser el trabajo y mientras más se conozcan las características
positivas de la institución empleadora, sus principios, políticas, estructura y alcances, más
probablemente se infiltra un compromiso del trabajador con ella. Para llegar a estos alcances el
joven adulto requiere de tiempo. Las características propias del joven adulto puede llevarlo a
mirar su empleo con ojo más crítico de lo que lo hará cuando haga un compromiso más serio.
Los trabajadores más jóvenes, por ejemplo, están más preocupados por el nivel de interés de su
trabajo, por las oportunidades de desarrollar sus habilidades y por las oportunidades de progreso.
Los trabajadores de más edad se preocupan más por supervisores y compañeros de trabajo
amistosos y por recibir ayuda en su trabajo.
Constituir una pareja exige el establecimiento de un compromiso con el otro (se renuncia a otras
alternativas de pareja, también se renuncia a otras relaciones que compitan con la relación de
pareja); para hacer el proyecto hay que negociar; hay una construcción de la identidad de pareja
que pasa por el proyecto común, su realización; hay una fusión de identidades (no sólo para
satisfacer al otro, sino para lograr una identidad común). Para esto, deben predominar los
sentimientos amorosos por sobre los agresivos. La pareja se hace cargo de sus propios conflictos
y no los ventila con los demás.
Existe la capacidad de entablar relaciones duraderas, donde hay una apreciación de la pareja y
no hay una tendencia explotadora (dominado-dominador), sino cooperación. Se debe tener una
escala de valores compartida por ambos, asumiendo la responsabilidad ética del compromiso
que se establece con el otro. Se fortalece el vínculo amoroso, se reconoce y respeta al otro
conjuntamente y se busca la felicidad en la sexualidad.
Ser Padres: Los nuevos padres tienen una serie de expectativas acerca de cómo serán como
padres, las que se van modificando con la experiencia, para volverse más realistas estas
expectativas. Ser padre ofrece la posibilidad de ver, más íntimamente, cómo se desarrolla alguien
del sexo opuesto. Posibilita una mejor comprensión de la pareja al vivir juntos la experiencia de
la paternidad y maternidad. No obstante, el embarazo en la mujer puede generar ansiedad, pero
lograrlo da seguridad. Concebir un hijo otorga inseguridad sobre el cuidado del mismo y su
crianza, pero también proporciona mucha seguridad, ya que es un estímulo para la integración y
elaboración de la sexualidad.
Después de tener hijos se vive mejor la sexualidad, se vive sin culpa (“ya procreé”). Mayor
capacidad de goce, aceptación de la sexualidad como una cualidad, un espacio de entrega.
Aunque esto es relativo según la cultura familiar o las creencias religiosas, algunas parejas en
países más desarrollados toman la decisión de no tener hijos, y sencillamente disfrutan de la
relación en pareja. Al ser padre se amplían las relaciones sociales, en función de los hijos. Ofrece
la posibilidad de identificarse con los propios padres, prepararse para las etapas que vienen. La
paternidad es una fuente de gratificación muy grande. Los hijos van pasando por etapas que
requieren de actitudes especiales de parte de los padres. Lo que sirvió en una etapa no tiene por
qué servir en otra.
Estudios realizados en España, desde el período del inicio del embarazo hasta el final del primer
año del bebé, plantearon cuatro tipos de transición hacia la paternidad:
1. Transición con poca implicación: Poca participación del padre en el nuevo rol de padres.
2. Transición satisfactoria: Ambos cónyuges comparten y participan en sus roles paternos.
Implica alto grado de compromiso y satisfacción.
3. Transición a solas: Mujeres solas a cargo del nuevo rol; sin apoyo por parte del cónyuge.
4. Transición moderadamente satisfactoria: Representa un punto intermedio en todos los
aspectos
Durante esta etapa se viven procesos específicos, que son descritos a continuación:
Amor. El amor ha sido por mucho tiempo el tema favorito de los poetas. Novelistas y
compositores de canciones. ¿Se atraen los polos opuestos? O ¿tiende la mayoría de las personas
a enamorarse de alguien como ellas mismas? Algún elemento de egolatría debe involucrarse en
la selección del ser querido, ya que los amantes tienden a parecerse entre sí en muchos aspectos
apariencia física y cualidades atractivas, salud mental y física, inteligencia, popularidad,
cordialidad, felicidad marital e individual de sus propios padres y otros factores familiares como
la condición socioeconómica, raza, religión, educación e ingresos, de ahí la expresión “cada oveja
con su pareja”.
Por otro lado, muchos escogen a compañeros que les ofrezcan algo que ellos mismos no tienen.
Por ejemplo, una mujer joven muy inteligente que tiene dificultades para congeniar con la gente
puede valorar la cordialidad y la amistad en un hombre, aún si él es menos culto que ella. Cuanto
más equitativamente balanceada estén las contribuciones individuales de una pareja para su
relación, más feliz tiende a ser la pareja. Cuando un hombre y una mujer encuentran que su
relación tiende a favorecer a uno o al otro, usualmente tratan de hacer su relación más justa (la
persona que se siente engañada exige más, o el que no ha contribuido suficientemente da más)
o se inducen a sí mismos a creer que las cosas son más justas de lo que parecen, o terminan la
relación.
Matrimonio y salud. El matrimonio, en general, parece ser saludable. La gente casada tiene
menos impedimentos o situaciones crónicas que limiten sus actividades, y cuando necesita ir al
médico su permanencia es generalmente corta. La gente que nunca se ha casado es el siguiente
grupo más saludable, seguido por los viudos y después por los que están divorciados o
separados. Los datos no nos dicen si el matrimonio otorga salud. La gente saludable puede atraer
a compañeros más fácilmente, estar más interesada en casarse y ser compañera de matrimonio
más satisfactoria. O la gente casada puede llevar vidas más saludables y seguras que la gente
soltera. Y debido a que los esposos pueden cuidarse entre sí, es probable que requieran menos
hospitalización o ser internados en una institución que los adultos no casados.
Aún en muchos matrimonios menos que ideales, los compañeros se proporcionan mutua
compañía, ofrecen apoyo emocional y hacen muchas cosas que facilitan la vida día a día. La
pérdida de estos apoyos a través de la muerte o separación pueden hacer a los viudos y los
divorciados más vulnerables a desórdenes físicos y mentales. Predicción del éxito en el
matrimonio Pregúntese... ¿Tengo éxito en mi matrimonio? - en su caso, podríamos preguntarnos
entonces ¿Cómo le hace el matrimonio “X” para ser feliz?- Algunos psicólogos y sociólogos toman
-como aún lo hacen algunas personas, por “sentido común y experiencia”- como parámetro de la
felicidad en el matrimonio a las evaluaciones de la gente de sus propios matrimonios, la ausencia
de asesoramiento matrimonial o el número de años que una pareja permanece junta.
Estos criterios son imperfectos; la gente es algunas veces menos que honesta consigo misma,
alguna gente encuentra más fácil reconocer los problemas y buscar ayuda, y algunas soportan la
infelicidad por más tiempo que otras. Aun así, éstos tres criterios son actualmente los mejores
que tenemos para evaluar los matrimonios. La edad para casarse es un predictor importante de
éxito. Los adolescentes tienen altas tasas de divorcios por muchas razones. El matrimonio
prematuro puede afectar la carrera o las aspiraciones educativas, restringir el potencial de
desarrollo de los dos compañeros y encerrar a una pareja en una relación que ninguno de los dos
tiene la madurez suficiente para manejar. La gente que espera hasta cerca de los 30 ó más años
para casarse tiene las mayores probabilidades de éxito.
El matrimonio tiene también una mejor probabilidad si la novia no está embarazada y no han dado
a luz antes del matrimonio. Es más probable que la gente que no ha completado su educación y
la gente cuyos padres no fueron felices en su matrimonio o que se divorciaron, fracase en el
matrimonio. El éxito de un matrimonio tiene mucho que ver con la forma como los compañeros
aprenden a comunicar y a tratar sobre la toma de decisiones y el conflicto. Los patrones que
establecieron durante la edad adulta temprana afectan la calidad del matrimonio en mitad de la
vida.
Violencia entre los esposos. Algunos cónyuges, más frecuentemente hombres, reaccionan a
sus problemas matrimoniales o personales tornándose violentos. La violencia es más común
entre las parejas jóvenes, pobres o desempleadas, bien sean casadas o que estén viviendo juntas
sin casarse. Los hombres que maltratan a las mujeres tienden a ser socialmente aislados, tener
una baja autoestima, ser sexualmente inapropiados, excesivamente celosos, a negar y minimizar
la frecuencia e intensidad de su violencia, culpando usualmente a la mujer. ¿Por qué las mujeres
permanecen con los hombres que las maltratan?. Algunas interpretan la violencia física como un
signo de amor o masculinidad. Algunas son financieramente dependientes; otras temen
marcharse por miedo de que serán sorprendidas y golpeadas de nuevo. A menudo, las mujeres
de esta posición creen que no tienen dónde encontrar refugio. En muchos países, una esposa no
pueden entablar demanda a sus maridos por agresión, y la policía llamada para disolver una
pelea entre marido y mujer rara vez arresta al marido.
En el pasado, algunas parejas permanecían juntas “por el bien de sus hijos”; hoy en día ese no
es siempre considerado el camino más sensato. Y puesto que actualmente una menor proporción
de parejas tienen hijos, puede ser más fácil retornar a un estado de soltero. También, las tasas
de divorcio son las más altas en épocas de prosperidad nacional; en épocas menos prósperas,
las parejas pueden estar más dispuestas a soportar los matrimonios infelices debido a las
ventajas económicas de mantener sólo una familia. Además, la gente espera más del matrimonio
ahora.
A medida que sus bases económicas y sociales se han vuelto menos significativas, su
importancia emocional si se ha vuelto tal. Más gente vive lejos de grandes familias - y desea que
los esposos sirvan de padres y mejores amigos, así como de amantes -. La gente de hoy, en día
Una persona divorciada enfrenta un sinnúmero de problemas prácticos así como emocionales:
cuidar de los niños, pagar las cuentas, hacer nuevos amigos, desarrollar nuevas relaciones
románticas y sexuales, adquirir fuentes de apoyo social y llegar a acuerdos sobre la importancia
psicológica del divorcio. Reincidencia matrimonial La mayoría de la gente divorciada no
permanece soltera, aproximadamente las tres cuartas partes de las mujeres divorciadas se casan
de nuevo, y los hombres son aún más propensos a volverse a casar que las mujeres de la misma
edad. Cuando más elevado sea el nivel socio cultural de una mujer, es menos probable que se
case nuevamente, no importa cuántos niños tenga - posiblemente debido a que tiene una mejor
oportunidad de mantenerse a sí misma y a su familia -.
Vida de soltero. El porcentaje de hombre y mujeres jóvenes que no se han casado todavía se
ha incrementado durante las últimas décadas. Muchos adultos jóvenes pueden posponer o evitar
el matrimonio debido a la probabilidad de que terminará en divorcio. Tal precaución pude ser
sensata, pues, como hemos visto, cuanto más joven se case la gente, menores son las
probabilidades de éxito. La gente que alguna vez pudo haber sentido presión para casarse, ahora
parece sentir más libertad para permanecer soltera por más tiempo. Algunos desean la libertad
de probar nuevas experiencias y no desean restringir esta libertad asumiendo las obligaciones
emocionales y financieras del matrimonio. Puesto que las personas solteras no necesitan
considerar cómo afectarán sus acciones a los esposos y a los hijos, son más libres para correr
riesgos sociales, económicos y físicos. Pueden decidir más fácilmente andar por el país o por el
mundo, correr riesgos en nuevas clases de trabajo, adelantar su educación o participar en
actividades creativas.
Algunas personas permanecen solteras porque les gusta estar solas (como contrariamente puede
suceder con quienes requieren estar casados para tener compañía). Los problemas de los
solteros, van desde los prácticos como encontrar trabajo, conseguir un lugar para vivir y ser
totalmente responsables de sí mismos hasta los intangibles como preguntarse dónde encajan en
el mundo social, que tan bien los aceptan los amigos y la familia, y cómo afecta su estado de
soltería su autoestima.
Mucha gente joven desea relaciones sexuales estrechas y aún no está lista para casarse. Vivir
con alguien les ayuda a muchos adultos jóvenes a conocerse mejor, a entender que están
involucradas en una relación íntima y a esclarecer qué desean en un matrimonio y en un
compañero. A menudo, este tipo de experiencias madura a la persona. Para mucha gente joven,
vivir junta es el equivalente moderno de “estar junta”. No es un ensayo de matrimonio, y tampoco
parece servir como práctica para el matrimonio. La gente que ha vivido junta no necesariamente
tiene mejores matrimonios que la que no lo ha hecho.
Sexualidad. Subyacente a todas estas decisiones de estilo de vida está la necesidad de los
adultos jóvenes de determinar cómo manifestarán su vigor sexual. A medida que la gente está
cercana a los 20 años, enfrenta la tarea de alcanzar la independencia, capacidad, responsabilidad
e igualdad, todo en relación con su sexualidad. Durante los siguientes años, la mayoría de la
gente toma decisiones importantes sobre sus estilos de vida sexual: si participará en un sexo
ocasional y recreativo o adoptará la monogamia y si manifestará su sexualidad en actividad
heterosexual, homosexual o bisexual. Algunos de los problemas comunes en los años 30 tienen
aspectos sexuales - la decisión de casarse después de una soltería prolongada, la de tener un
hijo, la incursión en el sexo extra matrimonial que a menudo viene con la “comezón de los cinco
o siete años” y los cambios en los patrones sexuales que siguen al divorcio -.
Actividad sexual entre la gente no casada. Más y más gente está teniendo experiencias
sexuales antes del matrimonio: cuando más tarde se case la gente, es menos probable que sea
virgen el día de la boda. Entre la gente más joven, la actividad sexual está generalmente ligada
a una relación afectiva, y hay poca promiscuidad. Hay más sexo ocasional entre la gente de más
edad y las personas separadas y divorciadas. Los adultos jóvenes que no participan en sexo
prematrimonial se abstienen, por una serie de razones, escrúpulos morales o religiosos, temor al
embarazo o enfermedades transmisibles sexualmente, miedo a la opinión pública o miedo a cómo
ello afectará sus matrimonios. Las mujeres manifiestan estos temores más que los hombres.
Actividad sexual en el matrimonio. La mayoría de las parejas tienen relaciones sexuales más
frecuentemente durante el primer año de matrimonio de lo que jamás tendrán nuevamente. La
probabilidad es que cuanto más frecuentemente tengan relaciones durante este primer año, más
frecuentemente lo harán en el futuro. Después de 10 años de matrimonio, más del 50% de las
parejas hacen el amor al menos una vez a la semana y cerca del 18%, 3 veces a la semana o
más. Los esposos y esposas tienen relaciones sexuales más frecuentes que las parejas de la
misma edad hace dos décadas. También practican actividades sexuales más variadas que antes
podían calificarse como insanas. Más importante, sin embargo, es que ahora la gente casada
parece derivar más placer del lado sexual del matrimonio.
Este cambio ha sucedido como resultado de una evolución social desde las actividades
victorianas sobre la “maldad” del sexo hasta una aceptación de la actividad sexual -
especialmente en el matrimonio- como normal, saludable y placentera. La mayor confiabilidad de
los anticonceptivos y la disponibilidad del aborto seguro y legal han contribuido también a este
cambio, liberando a los esposos y esposas de los temores de un embarazo no deseado. Y el
¿Se ha preguntado...por qué la gente tiene hijos?. El tener hijos ha sido tradicionalmente visto
como la “realización de un matrimonio, si no su razón principal”. En las sociedades
preindustriales, las familias necesitaban ser grandes: los niños ayudaban al trabajo de la familia
y, con el tiempo, cuidaban de sus envejecidos padres. Y debido a que la tasa de muerte en la
infancia era más alta de lo que es hoy en día, menos niños alcanzaban la madurez. Debido a que
las razones económicas y sociales para tener niños eran tan poderosas, la paternidad o la
maternidad - y especialmente la maternidad- tenían una única salida. Hoy en día, sin embargo,
las razones económicas y culturales para la paternidad o maternidad han disminuido o se han
invertido.
que los niños pueden tener efectos negativos como también positivos en el matrimonio. Sin
embargo, la mayoría de las parejas que tienen niños escogen hacerlo. Los teóricos
psicoanalíticos sostienen que las mujeres tienen un deseo instintivo profundo de dar a luz y criar
infantes, que de este modo reemplazan a sus propias madres; y que sus bebés son un sustituto
del pene que nunca tendrán o el recuerdo constante de que lograron tenerlo.
Los psicólogos del yo, como Erikson, definen la paternidad o maternidad desde el punto de vista
de crecimiento de fuentes de destrezas y personalidad: ven la generatriz o un interés en
establecer y guiar a la generación venidera como una necesidad de desarrollo básica. Los
psicólogos funcionalistas atribuyen la reproducción a la necesidad de inmortalidad de la gente, la
cual logran reemplazándose por sus propios hijos. Aún otra interpretación es que la paternidad o
la maternidad son una parte de la naturaleza, común a todo el mundo animal. Y hay todavía
presiones culturales para tener hijos, con la hipótesis de que toda la gente normal los desea.
La transición a la paternidad o maternidad. Tanto los hombres como las mujeres experimentan
muchos sentimientos conflictivos, a medida que se preparan para volverse padres. Los que han
planeado deliberadamente el embarazo están usualmente emocionados por el nacimiento
venidero pero, generalmente, todavía experimentan ambivalencia. El embarazo los fuerza a
pensar en la responsabilidad de cuidar de un niño totalmente dependiente e impone una
sensación ocasionalmente aterradora de estabilidad en el matrimonio.
El embarazo tiene también un impacto en la relación sexual de una pareja, intensifica algunas
veces la intimidad entre ellos, y otras crean barreras. Durante el primer embarazo, los dos padres
enfrentan tareas como desarrollar vínculos emocionales con los niños venideros, llegar a un
acuerdo en las relaciones con sus propios padres, resolver sus propias necesidades emocionales
de ser cuidados, evaluar el aspecto financiero y de alojamiento del cuidado de un niño, y otras
cuestiones prácticas.
Estas tareas les ayudan a los dos a desarrollar una apreciable de sí mismos como personas y
como padres. La paternidad o la maternidad como experiencia de desarrollo Así como puede ser
difícil asumir el papel de padre, el sostenerlo puede ser aún más exigente. A medida que los niños
se desarrollan, los padres también.
Una de las mejores cosas de la paternidad o la maternidad es que nunca es aburridora. Justo
cuando los padres se están ajustando a las necesidades de cuidar de un infante, el bebé se
vuelve un aventurado bebé que empieza a andar y que necesita ser observado; justo cuando los
padres se han acostumbrado a esta etapa, el niño que empieza a andar se vuelve un preescolar.
A medida que las necesidades de los niños continúan dándose a conocer, los padres pueden
recurrir a sus propias experiencias infantiles y solucionar problemas emocionales que nunca han
resuelto.
Los padres necesitan también salir adelante con los conflictos entre los papeles personales
(cónyuge versus cónyuge, cónyuge versus empleado). Al hacerlo, la mayoría de los padres
exitosos definen su situación positivamente. Tienen en claro que, en cualquier conflicto, sus
responsabilidades paternales finalmente van primero; son capaces de separar en categorías
(centrarse en un conjunto de responsabilidades a la vez); y están dispuestos a acomodar sus
estándares. Infortunadamente, algunos padres no pueden responder a los desafíos físicos,
psicológicos y financieros de la paternidad.
Pueden ultrajar, descuidar, maltratar o abandonar a sus hijos, o pueden volverse física o
emocionalmente enfermos. La mayoría de los padres, sin embargo, algunas veces se las arreglan
con la ayuda de la familia, amigos y vecinos, sobre crianza de los hijos, y opinión profesional. Los
padres adoptivos tienen que responder a desafíos especiales, los padrastros también.
Mientras que la biología determina en gran parte lo que hacemos en la infancia, durante la
edad adulta son la cultura y la personalidad individual quienes representan un papel
relevante. Cuantos más viejos seamos menos puede decir nuestra edad sobre nosotros.
Tradicionalmente el sentido del tiempo era determinado por las expectativas del ambiente, a
menudo bajo el influjo de la clase social. De esta manera muchos adultos planearon su vida al
pensar en la edad en que se casaron, compraron una casa, un auto, se establecieron en una
profesión tuvieron hijos y se jubilaron. El ciclo entero de la vida se desarrolla en un periodo más
corto en la clase trabajadora ya que ellos acostumbran acabar con los estudios antes que la
persona de clase media, inicia antes sus primeros trabajos, se casa más jóvenes, tiene hijos
antes y es también más pronto abuelos.
Con los avances en la medicina se ha alargado la vida y por lo tanto las expectativas basadas en
la edad se han vuelto más flexibles. Se acepta con más facilidad que las personas tengan su
primer hijo a los 40 años o sean abuelos a los 40 años, que se jubilen a los 50 o que sigan
trabajando hasta los 75, que a los 60 aún lleven jeans o que a los 30 años sean nombrados
director de una facultad universitaria. La sociedad actual está inclinándose más por ser irrelevante
respecto a la edad y se está considerando que la edad como la raza o el sexo está disminuyendo
en su importancia como reguladora del comportamiento.
Somos más flexibles en las tareas básicas, de esta manera es cada vez más frecuente que la
profesión que se eligió en la juventud la cambien en la edad adulta media o en la edad adulta
tardía. Se pasa a ser independiente de los padres ya sea a los 20 a los 40 o a los 60 años, al
igual pasa con el tener hijos y entablar una relación sentimental. Pero existe aún la limitación del
cuerpo y de la muerte que muchas veces se trata de negar a pesar de que es una realidad
universal.
Adultez Media: Desde los 30/40 hasta los 45/60 años aproximadamente: En esta etapa las
personas participan plenamente en las actividades sociales. Se ingresa en la vida profesional.
Las principales preocupaciones son encontrar un trabajo permanente y encontrar cónyuge para
formar un hogar. Se consolidan los roles sociales y profesionales.
5.2. Salud.
Esta etapa va de los 40-65 años. En esta edad sus vidas empiezan a sufrir cambios, la mayoría
realistas para aceptar las alteraciones en la apariencia, funcionamiento, sensorial, motoras y
En la sexualidad y en lo reproductivo
Se da la pérdida de capacidad reproductiva pero el disfrute sexual continuo.
La menopausia: Es cuando la mujer deja de Ovular y menstruar por lo que ya no puede concebir
hijos, sucede entre los 45-55.
En la actividad Sexual: Esta disminuye de forma ligera y gradual durante los 40-50 años, pero
se dice que su vida sexual aumenta por el motivo que ya no se preocupa por el simple hecho que
ocurra un embarazo y se le dedica más tiempo a su pareja.
Disfunción Sexual: Es una perturbación del deseo sexual. La más común la disfunción eréctil.
Salud: En esta etapa las personas están limitadas por enfermedades crónicas.
sexual, entablar amistades. Describen el desarrollo como una secuencia definida de cambios
sociales y emocionales con la edad" (Papalia, 1997, pág. 473).
Erik Erikson. Estadio 6: intimidad v/s aislamiento: Los jóvenes adultos deben lograr la intimidad
y establecer compromisos con los demás, si no lo logran permanecerán aislados y solos. Para
llegar a ella es necesario encontrar la identidad en la adolescencia (Papalia, 1997). Georges
Vaillant: Adaptación a la vida: Logró identificar 4 formas básicas de adaptación: madura,
inmadura, psicótica y neurótica. Vaillant distingue tres etapas dentro de la adultez joven:
1. Edad de establecimiento (20-30 años): desplazamiento de la dominación paterna, búsqueda
de esposo(a), crianza de los hijos y profundización de los amigos.
2. Edad de consolidación (25-35 años): se hace lo que se debe, consolidación de una carrera,
fortalecimiento del matrimonio y logro de metas no inquisitivas. Esta etapa constituye una adición
a la teoría de Erikson.
3. Edad de transición (alrededor de los 40 años): abandono de la obligación compulsiva del
aprendizaje ocupacional para volcarse a su mundo interior (Papalia; 1997, Pág.. 473-474).
Cuando tal enriquecimiento falta por completo, tiene lugar un sentimiento de estancamiento y
empobrecimiento personal, llevando a invalidez física o psicológica. Debido a esto, se produce
una reorganización o reestructuración de la identidad, redefinición de la imagen corporal (crisis,
canas, calvicie, entre otros), redefinición de las relaciones con los padres (si todavía están vivos),
los hijos y la pareja, evaluación de los planes que se proyectaron desde la adolescencia,
reconocimiento de que queda poco por vivir, lo que genera cuestionamientos acerca de lo que se
ha hecho y lo que queda por hacer.
Crisis de la Edad Media: La fase anterior a la crisis es un período muy estable, existe una alto
control de sí mismo, los impulsos no presionan por salir. Se debe lidiar con la sociedad y el mundo.
En esta etapa aparece el balance personal y un reajuste de expectativas y sueños, teniendo en
cuenta las posibilidades del contexto. Surge el dolor por lo no realizado, una preocupación por la
necesidad de sentirse joven, lo que puede llevar en algunos casos a la "crisis de la mitad de la
vida". Enfrentar la posibilidad de ser superado por los hijos. También se sufre al saber que ya no
se es fuente de identificación de los hijos; ellos reconocen defectos y critican abiertamente. Lo
más sano sería ser capaz de aceptar y sentirse gratificados por el proceso de autonomización de
los hijos. Además, se debe tolerar ser objeto de evaluación.
El Trabajo: Se perciben limitaciones de los proyectos personales hacia atrás y hacia el futuro
(“queda poco tiempo”). Se teme a la competencia de las generaciones nuevas. Es una fase de
consolidación de la carrera (3 etapas):
1. Al hacer la revisión, el adulto medio toma conciencia de cuáles son las metas.
2. Cuáles se realizaron y cuáles no.
3. Qué proyectos me gustaría realizar.
Adultez temprana.
Los humanos cambian y crecen en muy diversos aspectos durante el período de los 18 a los 40
años. Durante estas 2 décadas se toman muchas de las decisiones que han de afectar al resto
de la vida, con respecto a la salud, felicidad y el éxito del individuo. Se trata de una fase de
importantes cambios sociales en los ámbitos de la vida profesional y familiar, cambios que se
resumirían en la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de una serie de tareas
como la elección de un compañero/a, comienzo de una ocupación, aprendizaje en la convivencia
marital, paternidad y cuidado de los hijos, atención del hogar, adquisición de responsabilidades
cívicas, localización de un grupo de pertenencia, entre las principales.
Según Erickson, el adulto joven se mueve entre la intimidad y el aislamiento, es una etapa en que
la persona está dispuesta a fundar su identidad con la de otros. Está preparado para la intimidad,
se tiene la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas y de desarrollar la
fuerza necesaria para cumplir con tales compromisos, aun cuando impliquen sacrificios
significativos. La afiliación y el amor son las virtudes o fortalezas que se asocian a esta etapa.
Hay construcción y establecimiento de un estilo de vida, se organiza la vida de forma práctica, se
llevan a cabo propósitos. Por otra parte, también hay mucha exploración y aprendizaje (no todos
los roles que se asumen son definitivos).
Adultez media.
El logro de la estabilidad, más los cambios físicos propios de esta etapa, generan una fase de
introversión que se relaciona con el proceso de individuación (descrito por Jung). Al haber
dominado las presiones externas se pueden dedicar la energía al conocimiento de sí mismo.
Debido a esto, se espera que el adulto medio se conozca más, que el sí mismo se vuelva más
auténtico, en el sentido de que se tiene una visión más realista de la vida. Se viven procesos de
duelo (cómo era antes, cómo soy ahora, qué me queda por vivir). Las relaciones con el mundo
externo se hacen más selectivas.
Las personas adultas son más conscientes de sus limitaciones, tienen miedo al fracaso. En esto
juegan un papel muy importante la experiencia anterior, los éxitos y fracasos. Existe una mayor
tolerancia a la frustración. Valoración más alta de la paciencia. Las funciones del Yo se vuelven
más eficientes, pues se puede vivir estados emocionales sin desbordarse ni perjudicar a otros.
Los cambios ponen a prueba la madurez de la personalidad.
Pareja: Se requiere un reordenamiento de la vida matrimonial, por el fenómeno del nido vacío.
Ahora se pueden abordar temáticas que antes no se podía por dedicación a los hijos. Surgen
conflictos que estaban latentes a lo largo de la vida de la pareja que no se habían resuelto por
alguna razón. Pasar más tiempo juntos produce dificultades en la relación diaria, se requiere un
sistema diferente que permita un acomodo real.
Dentro de la revisión de la crisis se concluye que la pareja comparte todo un pasado común que
permite la proyección de la vejez en conjunto, lo que da tranquilidad a la pareja. Estos signos
cambian la perspectiva del tiempo, aparece la conciencia de la muerte personal. Se genera una
adaptación en la proyección de metas, haciendo un análisis de los proyectos pasados y futuros.
Esto se plantea como una crisis normativa. Se da una mejor comprensión en todos los ámbitos
por la inversión de roles. Esta crisis favorece la integración, pues la pareja constituye una fuente
de aceptación de los cambios corporales. Se plantea el segundo proceso de individuación donde
se aceptan mayores aspectos de la personalidad y, por otra parte, se prepara para la muerte.
De estas habilidades es importante mencionar dos tipos de inteligencia las cuales están ligadas
a ellas, que son:
Inteligencia fluida: es la capacidad para resolver problemas novedosos que requieren poco o
ningún conocimiento previo.
Inteligencia cristalizada: es la habilidad para recordar y usar las informaciones adquiridas a lo
largo del tiempo.
>Importante: las personas logran desarrollar el pensamiento integrador, el cual consiste en
interrelacionar lo que leen, ven y escuchan.
Surge, se desarrolla y se aplica en contextos más amplios y complejos de la vida adulta, en los
que los problemas con frecuencia no están claramente definidos, existen diversos puntos de vista
y los aspectos cognitivos y afectivos están estrechamente interrelacionados. El pensamiento
postformal sería capaz de admitir la existencia de contradicciones e incluso de integrarlas
dialécticamente en una nueva estructura.
Posteriormente se brinda una concepción sobre la importancia del desarrollo adulto iniciada y
defendida por Erikson:
El desarrollo no se completa al llegar la edad adulta sino que continúa a lo largo de toda la
vida. Durante todo el ciclo vital están presentes 4 procesos evolutivos básicos: o Adquisición o
Mantenimiento o Transformación o Desmoronamiento de las estructuras y funciones psicológicas.
La psicología del ciclo vital analiza la dinámica básica del desarrollo a partir de la consideración
del individuo en desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital.
Parece claro que existe un pensamiento adulto caracterizado como postformal que continúa
en la vejez, pero que no puede ser calificado de estadio por lo menos en términos piagetianos.
Teoría del ciclo vital: confirma la existencia de desarrollo durante la edad adulta y el
envejecimiento pero rechaza una concepción de estadios del desarrollo como la propuesta desde
los enfoques de origen piagetiano. • Schaie y Willis: Teoría de estadios en el desarrollo cognitivo
adulto Resalta las diferencias entre su modelo de estadios y la teoría piagetiana: o Teoría de
estadios de Piaget: está centrada en los procesos de adquisición de conocimientos, esto hace
imposible que se consideren etapas o estadios posteriores al pensamiento formal ya que no
parece posible superar los métodos y estrategias de la ciencia que se ponen de manifiesto en el
pensamiento formal. Modelo de estadios del desarrollo cognitivo: pone el acento en otros usos y
propósitos de la actividad intelectual: Estadio de logro (juventud): la cognición se aplica a la
consecución de metas personales de los individuos (conseguir un trabajo y establecer una
familia). Estadio de responsabilidad (madurez): aplicación de las habilidades intelectuales a la
vida familiar y laboral. Resolución de situaciones complejas y diferentes a las de adquisición de
conocimiento.
La memoria operativa
- Entre ancianos sanos no parece existir un deterioro significativo en las pruebas de memoria
primaria o inmediata que miden la capacidad de la MCP.
- El deterioro con la edad en la capacidad de la MCP ha sido utilizado como un primer índice de
una patología típica de la ancianidad: demencia senil.
- Para medir la MO se utilizan pruebas de Amplitud Lectora: recordar las últimas palabras de una
serie de frases que los individuos deben leer en voz alta. El individuo realiza una tarea compleja
que implica la manipulación consciente de la información. Los resultados muestran una
disminución en la edad adulta y en la vejez en las tareas de MO. Hipótesis explicativas:
adultos mayores y los ancianos suelen recordar mejor aquellos hechos y situaciones que les
ocurrieron antes de los 25 años, que los que les ocurrieron ya de adultos. Parece que esto es
debido a la implicación en estos recuerdos de: afecto, singularidad y relevancia. Estos recuerdos
están más cargados afectivamente, lo que facilita su permanencia. También, estos
acontecimientos, pueden haber sido muy importantes y que hayan tenido que ser recordados
más veces.
o interna. Por su parte, el requerimiento puede ser positivo o negativo. Según Clegg (2001), se
puede decir que no existe vida sin estrés.
El estrés constituye una condición a la que todos los seres humanos se ven expuestos en algún
momento o circunstancia de su vida. De acuerdo con Rout y Rout (2002):
Es un proceso complejo en el cual el individuo responde a demandas o situaciones
ambientales (estresores) con un patrón de respuestas por parte del organismo que pueden
ser fisiológicas, conductuales, cognitivas, emocionales o una combinación de ellas, en el
momento de ser interpretadas estas demandas o situaciones como amenazantes.
Para estos autores, los estresores pueden ser eventos vitales, como, por ejemplo, la pérdida de
la pareja o de algún familiar significativo, el cambio de trabajo, la jubilación, el fracaso laboral, el
casamiento o la muerte de un hijo o de alguno de los padres, entre otros, o hasta pequeños
incidentes de la vida cotidiana. Se entiende por evento vital cualquier circunstancia o experiencia
en la vida de una persona y/o familia que genera estrés o tensión y cambio. La inadaptación
origina cambios en la salud, aparición de enfermedades o agravamiento de las existentes.
Precisamente, el periodo del envejecimiento es un proceso irreversible de pérdidas paulatinas y
transformaciones a nivel biológico, psicológico y social.
En los momentos iniciales del estrés, tales cambios o trastornos son relativamente leves y
necesarios ya que permiten al organismo emitir señales que le hacen posible ponerse en guardia
y prevenir el desarrollo de problemas más importantes, pero cuando son muy frecuentes se agota
la energía, la resistencia y los mecanismos adaptativos de éste dejándolo más vulnerable ante
los problemas de salud. La exposición a situaciones de estrés no es en sí misma algo “malo” o
que necesariamente conlleve efectos negativos; sólo cuando las respuestas de estrés –como
consecuencia de innumerables estímulos o situaciones ambientales– son excesivamente
intensas, frecuentes y duraderas, pueden producir una variedad de trastornos fisiológicos en el
organismo y ejercer un efecto psicofisiológico perjudicial que desempeña un papel detonador,
regulador o exacerbador de diversos síntomas, así como estados emocionales perjudiciales.
El estrés puede aumentar cuando la persona es vulnerable, es decir, cuando carece de recursos
en una situación de cierta importancia personal. Estos recursos pueden ser físicos o sociales,
pero su importancia puede estar determinada por factores psicológicos, como la percepción o la
evaluación de la situación. Por ejemplo, la artritis en una rodilla puede producir vulnerabilidad
física en un joven atleta profesional, pero constituiría un problema común para una persona mayor
que no necesita probar sus méritos como deportista. Son numerosas las variables que intervienen
en la aparición del estrés, lo que hace que sus posibles manifestaciones no puedan explicarse
mediante un conjunto de relaciones lineales claramente establecidas, sino desde una perspectiva
más amplia y menos determinista y generalizable, en la que las variables personales
desempeñan un papel fundamental.
De acuerdo con el modelo desarrollado por Arnold y Lazarus 1980 existe una relación estrecha
entre satisfacción en la vida y estrés. Específicamente, se plantea que una persona que percibe
una demanda proveniente del medio evalúa si ella representa una oportunidad o una amenaza.
Si la evaluación es positiva, se produce satisfacción y el proceso se detiene. Si es negativa, se
produce insatisfacción, un estado de displacer del cual la persona quiere escapar.
El estrés puede aparecer en cualquier etapa de la vida de cualquier ser humano, aunque es de
hacer notar que debido al acelerado e imparable envejecimiento poblacional mundial, son cada
vez más las personas que arriban a la vejez, la cual, como una etapa más en la evolución del
hombre y la mujer, trae aparejados cambios de diversos tipos en el aspecto fisiológico, así como
en el orden social, laboral y psicológico, entre otros.
Pero cuando todo esto se ve empañado por el estrés surgen algunas disfunciones sexuales que
proceden de aspectos médicos y psicológicos, como son los siguientes:
Deseo sexual hipoactivo (disminución del deseo sexual): Consiste en una pérdida
persistente de las fantasías sexuales y del deseo de realizar actividades sexuales. Ocurre tanto
en hombres como en mujeres. Algunas personas tienen falta de interés o de deseo sexual durante
toda su vida. El trastorno puede estar relacionado con experiencias traumáticas de la niñez o de
la adolescencia, con la supresión de las fantasías sexuales u ocasionalmente con cifras
anormalmente bajas de la hormona testosterona (ya sea en hombres o en mujeres). Más
frecuentemente, el problema se desarrolla tras años de deseo sexual normal. Las causas incluyen
aburrimiento en una relación, depresión, alteración del equilibrio hormonal y el uso de sedantes,
fármacos ansiolíticos (tranquilizantes) y ciertos hipotensores. Cuando la causa es el aburrimiento,
la persona afectada puede tener poco deseo sexual de su pareja habitual, pero puede tener deseo
sexual normal o incluso intenso de otra.
Aversión al sexo: Es una aversión persistente y extrema hacia la actividad sexual con
evitación de todos (o prácticamente todos) los contactos sexuales genitales con una pareja
sexual. Puede darse en hombres, pero es mucho más frecuente en mujeres. La causa puede
residir en traumas sexuales como el incesto, el abuso sexual o la violación, una atmósfera
represiva familiar, probablemente unida a una práctica religiosa muy rígida o dolor durante los
primeros intentos de relación sexual. En este último caso, la actividad sexual puede recordar a la
persona ese dolor aun cuando las relaciones ya no son físicamente dolorosas.
El trastorno puede durar toda la vida, se puede desarrollar tras un período de funcionamiento
normal o puede ocurrir sólo en ciertas situaciones o con ciertas parejas. Cerca del 10 por ciento
de las mujeres no tiene nunca un orgasmo con ninguna clase de estimulación o en ninguna
situación. En general, las mujeres pueden tener un orgasmo con la estimulación del clítoris, pero
más de la mitad es a menudo incapaz de tener un orgasmo durante las relaciones sexuales con
penetración, a menos que el clítoris sea estimulado durante la penetración vaginal.
Entre las posibles causan se encuentran el miedo a “dejarse llevar” en el curso del acto sexual,
sentimientos de culpabilidad tras una experiencia placentera, miedo a ser dependientes del
compañero o miedo a perder el control, entre otras.
La eyaculación retardada es rara. Sin embargo, a medida que los hombres envejecen, tardan
más en alcanzar el orgasmo.
Eyaculación precoz: La eyaculación precoz es una eyaculación que ocurre demasiado pronto,
generalmente antes, durante o poco después de la penetración y antes de que la persona lo
desee. El problema es frecuente entre adolescentes y puede intensificarse si existe el sentimiento
de que la relación sexual es pecaminosa. El miedo a lo desconocido, a provocar un embarazo o
a contraer una enfermedad de transmisión sexual, así como la ansiedad acerca de su capacidad
para realizar la relación sexual pueden ser factores contribuyentes. Similares preocupaciones
pueden persistir durante la etapa adulta e incluso aumentar por problemas en una relación.
Factores psicológicos relacionados con las disfunciones sexuales: Son factores que pueden
predisponer a una persona a padecer disfunciones sexuales:
Educación moral y religiosa restrictiva
Educación sexual inadecuada
Relaciones entre los padres deterioradas durante la infancia
Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia
Inseguridad en el rol psicosexual durante los primeros años
Elemento contextual: aspecto práctico de la inteligencia, entra en juego al “vender” una idea,
lograr que sea aceptada.
La expresión “Loro viejo no aprende a hablar”, no se aplica a la gente de esta edad. La gente de
edad intermedia y mayor, puede y realmente continúa aprendiendo nuevos “trucos -”mañas”,
dicen algunos -”, y nuevas habilidades, y puede recordar los que ya conoce bien. De aquí que la
expresión más indicada sería “viejo zorro”. No hay una evidencia de descenso en muchas clases
de funcionamiento intelectual antes de los 60 años y hay, inclusive, incremento en algunas áreas
como el vocabulario, habilidades e información general – cultura-. La gente de edad intermedia
puede aprender esto, a menos que piense que no puede. Además, la gente de edad intermedia
muestra una marcada ventaja para solucionar los problemas de la vida cotidiana, la cual procede
de su capacidad de sintetizar su conocimiento y su experiencia.
El proceso intelectual
Inteligencia y cognición Mientras la inteligencia fluida (habilidad de manejar nuevo material o
situaciones) típicamente disminuye durante la edad adulta, la inteligencia cristalizada (habilidad
de solucionar problemas con base en el procesamiento automático de información almacenada)
a menudo se incrementa durante la edad intermedia. Por ejemplo, las habilidades verbales
ascienden, especialmente entre la gente que utiliza sus capacidades intelectuales regularmente,
bien sea en el trabajo o a través de la lectura u otro ejercicio mental.
Cambios de cognición en la edad adulta intermedia. Los adultos están usualmente más
preocupados en cómo utilizar el conocimiento para propósitos prácticos que en adquirir
conocimiento y habilidades para su propio bien, usan sus habilidades intelectuales para
solucionar problemas de la vida real asociados con la familia, negocios o responsabilidades
sociales. Este desarrollo cognoscitivo de la edad intermedia se relaciona con la creencia de
Erikson (que se tratará más adelante) de que la gente de edad intermedia se interesa en la labor
de la generatividad - responsabilidad de establecer y dirigir a la generación venidera -.
Características de los pensadores maduros Piaget caracterizaba el uso de la lógica formal como
el nivel de pensamiento más alto en la persona, pero el pensamiento maduro es más complejo y
dirige una llamada de atención hacia otros aspectos. Cuando la gente centra sus energías
intelectuales en solucionar problemas reales, aprende a aceptar la contradicción, la imperfección
y la concesión como parte de la vida adulta.
Estos casos ejemplifican el auge en la educación continua, el aspecto creciente más rápido de la
educación norteamericana y europea en la actualidad, y una alternativa en desarrollo en nuestro
país. Por otro lado, podemos observar en nuestras comunidades que personas mayores de 35
años asisten a la escuela para aprender a leer y escribir. Como dato colateral, cabe mencionar
que más del 10% de los adultos mexicanos de 17 a 22 años, participan en cursos de educación
para adultos utilizando medio tiempo - aún en forma gratuita -.
La mitad de estos estudiantes son de 35 años o más. ¿Por qué van los adultos a la escuela o
toman cursos?. Casi dos terceras partes de los que toman clases de tiempo parcial lo hacen por
razones relacionadas con sus trabajos pues buscan preparación que les ayudará a desempeñar
mejor su función; por ejemplo, los profesionales en los campos de rápido desarrollo como el
derecho, la medicina, la psicología y la ingeniería necesitan ir al paso de los nuevos adelantos de
la ciencia y la tecnología. Mucha gente estudia para prepararse en los que será su modus
vivendus o para prepararse para diferentes clases de trabajo.
Algunas mujeres que han dedicado los años de su edad adulta temprana a los trabajos caseros
y a la maternidad regresan a la escuela para ampliar su cultura - incluso para fortalecer su
ejecución como responsables de su hogar o su vida matrimonial -. La gente que ve aproximarse
la jubilación puede desear ampliar su cultura y sus habilidades para hacer un uso más productivo
e interesante de su nuevo tiempo libre. Y algunos adultos simplemente disfrutan del aprendizaje
y desean continuar haciéndolo.
Así mismo, tienen una serie de problemas prácticos que la mayoría de los estudiantes más
jóvenes no tienen. Pueden tener dificultad para hacer las tareas escolares en sus ocupados
horarios y para manejar la marcha del curso, la paternidad y los trabajos. El transporte y la
atención de los niños pueden presentar dificultades, y los amigos y la familia no siempre los
apoyan. Incluso se puede notar una ambivalencia ¿comento que estoy asistiendo a la escuela o
me quedo callado? La respuesta esperada puede ser del agrado del estudiante cuando se le
reconozca su “valor”; pero también se pueden escuchar sarcasmos que le hagan sentir incomodo:
¿Y a qué horas sales al recreo? ¿Te dejan tarea o prácticas cuando ves el tema de educación
sexual? ¡Tan grandecito! ¿Y tú uniforme? etc. Para ayudar a satisfacer las necesidades de los
estudiantes adultos, un creciente número de instituciones educativas, se están volviendo más
flexibles en la fijación de horarios, proporcionándoles oportunidades a para que se inscriban a
horarios en tiempo parcial y para que hagan una gran parte de su trabajo independiente. En
algunas instituciones los estudiantes pueden seguir un programa de estudio académico diseñado
a la medida, trabajar en la casa y registrarse de vez en cuando con consejeros supervisores,
también pueden registrarse en asignaturas que más convengan a sus intereses.
Esta opción está íntimamente relacionada con la educación abierta. Como parte colateral a esta
alternativa se encuentra la educación a distancia, situación que permite al adulto apropiarse de
conocimientos específicos de algún tema que se trate en otro lugar del mundo, al mismo tiempo
que se encuentre en su país, y con la posibilidad de hacer preguntas - y recibir respuestas- en el
momento. Esta alternativa se está desarrollando con excelentes resultados en instituciones
públicas (U.N.A.M. y el I.P.N.), así como en las privadas (ITSM). Las universidades no son los
únicos sitios que ofrecen cursos de educación para adultos. Las escuelas públicas, las
organizaciones comunales, las empresas comerciales, los sindicatos, las sociedades
profesionales y las agencias gubernamentales también lo hacen.
En México nos seguimos preocupando, personal e institucionalmente, por elevar nuestros niveles
educativos; convencidas están las comunidades que el conocer promueve mejores estilos de
vida. En la compleja sociedad de hoy, la educación nunca termina y a pesar de que no todo el
aprendizaje tiene lugar en la escuela, más y más gente está encontrando algún tipo de
aprendizaje formal importante para su marcha con los retos y oportunidades del mundo del
trabajo, así como para el desarrollo de su completa capacidad intelectual o el bienestar social.
Trabajo
Patrones de trabajo Durante la edad adulta intermedia, es probable que el trabajador típico se
ajuste a una de dos descripciones. Él o ella están en la cumbre de una carrera escogida durante
la edad adulta temprana, ganando más dinero, ejerciendo más influencia en la comunidad laboral
y mereciendo más respeto que en cualquier otro período de la vida; o en el comienzo de una
nueva vocación, posiblemente estimulada por la revaluación de sí mismo, que tiene lugar durante
la mitad de la vida.
Una variación en este segundo patrón es la de algunas mujeres que ingresan o reingresan al
ámbito laboral que requiere de mano de obra o “aceptan” tomar un trabajo muy exigente en tiempo
o dedicación, debido al agotamiento de sus reservas económicas o la necesidad de continuar
apoyando a sus hijos - sea que estén estudiando o que tengan problemas en su propia familia -.
Las diferencias sexuales en el trabajo Las posiciones más altas en los negocios, el gobierno y las
profesiones están aún dominadas por los hombres, a pesar de que las mujeres han tenido un
progreso significativo en éste y otros campos.
En general, las mujeres ganan menos que los hombres y enfrentan barreras tanto en conseguir
empleos como en los ascensos. A pesar de que la mitad de las mujeres de edad intermedia ahora
si realizan trabajos remunerados, comparado con sólo cerca de 20% en los años 20, muchas de
estas mujeres apenas han ingresado al destacamento de trabajadores por primera vez en sus
vidas adultas o han reingresado a ella después de “haberse retirado” para concentrarse en criar
a sus hijos. Tales mujeres a menudo enfrentan no sólo la discriminación de edad y de sexo sino
la real desventaja de competir con gente que tiene una ventaja inicial de 20 años. Esta brecha de
sexo puede estrecharse a medida que la actual generación de adultos jóvenes, la mayoría de los
cuales han estado trabajando ininterrumpidamente durante los años de crianza de sus hijos,
lleguen a la edad intermedia.
La gente que sigue el segundo patrón de carrera está obteniendo más atención en estos tiempos
como parte de una tendencia hacia una vida con múltiples carreras. La discriminación sexual,
como se vio en la edad adulta temprana- sigue siendo un obstáculo para las mujeres de nuestra
sociedad. De hecho, no es extraño escuchar “Mejor búscate alguien que te mantenga”, cuando
una mujer adulta intermedia ingresa a trabajar. Tensiones de trabajo Cuando los trabajadores
están insatisfechos con sus trabajos, es a menudo debido a uno de una serie de factores
estresantes: Falta de ascensos o aumentos de sueldo. Baja paga. Trabajo monótono y repetitivo.
Algunas medidas que parecen ayudar a los trabajadores agotados incluyen la reducción de horas
de trabajo y la toma de descansos, incluyendo los fines de semana largos y las vacaciones; otras
alternativas más comunes pueden ser la práctica de ejercicio, escuchar música o hacer
meditación. Pero lo más importante es que los adultos, jóvenes o intermedios- comprendan que
esto (todo lo que se ha comentado en este material) es un proceso “normal” (cuando menos es
muy probable que le suceda a mucha gente) dentro del desarrollo del individuo y que la
aceptación de estas y otras etapas criticas del hombre se circunscriben a un contexto biopsico
social. Desempleo El factor estresante más grande de todos - motivo por el que se toca por
separado de la lista anterior- relacionado con trabajo, es la repentina o inesperada pérdida de un
trabajo. Los trabajadores que derivan su identidad de su trabajo (incluso su vida), los hombres
que definen la hombría como la manutención de una familia y la gente que define su valor desde
el punto de vista del valor - en dinero - de su trabajo, pierden más que su salario cuando son
liquidados. Pierden un pedazo de sí mismos y con él su autoestima.
Las mujeres están tan propensas como los hombres a sentirse económica, psicológica y
físicamente afligidas por la pérdida de un trabajo. Debido a los estereotipos culturales, la pérdida
de empleo en el hombre puede llevar, junto con las demás características físicas, a estados
depresivos de alto riesgo para su equilibrio mental. Cambio de carreras en la mitad de la vida.
Un trabajador de edad intermedia puede sentirse presionado por los trabajadores más jóvenes
que están ascendiendo en la escala de puestos y podría, más bien, cambiar por completo de
trabajo que tratar con la competencia.
Otra persona de edad intermedia puede pensar “estoy cuesta abajo” o “he llegado tan lejos como
he podido en esta compañía”, y puede buscar el reto de un trabajo que ofrezca más oportunidad
de progreso o desarrollo personal. Algunos eventos comunes de la edad intermedia afectan en
general la estructura de vida de las personas y, en particular, estilos de vida. El vacío del hogar,
cuando el hijo más joven se va de casa puede llevar a una re orientación que va desde los asuntos
familiares hasta las consideraciones sobre la carrera. El entusiasmo de una mujer por su primer
trabajo fuera de casa puede inspirar a su marido a buscar una nueva línea de trabajo que
proporcionará similar conmoción.
El divorcio o la viudez pueden forzar a una mujer a trabajar por necesidad más que por elección
y, posiblemente, a tratar de encontrar un trabajo mejor remunerado. La gente que después de
años de trabajo ha pagado la hipoteca o ha hecho profesional al último hijo, puede sentirse libre
para tomar empleo con cargas de trabajo más livianas, cambiarse a puestos que traigan menos
Se basa en edades que la sociedad a impuesto para que se realicen episodios de la vida tales
como el matrimonio si no se casa antes de los 30 se dice que se queda solterones.
Crisis en la edad madura: Se revisa y se revalora el pasado, es como una experiencia del
desarrollo.
Desarrollo de la identidad: La identidad está conformada por percepciones acumuladas del YO,
consientes e inconscientes.
Asimilación de la identidad: Intento por encajar a una nueva experiencia. Acomodo de
identidad: Es el ajuste para acomodar la experiencia existente. Generatividad, identidad y
edad: Generatividad formación de la identidad. Erickson escribió ¨Yo soy lo que me sobrevive¨
Psicología narrativa; identidad como historia de vida: Proceso continuo de construcción de
su propia historia de la vida.
Identidad de género: Tener bien claro cuál es su género para no tener algún cambio en el
pensamiento de su género, hombre y mujer.
Bienestar psicológico y mental: tener una buena salud mental positiva va de la mano de un
sentido saludable del Yo.
Teoría de la selectividad socioemocional: Elegir con quien pasar el tiempo Cambios en las
relaciones de madurez: Puede una persona a los 40 años estar feliz en su matrimonio o pasando
por un divorcio o criando a sus hijos. Relaciones consensuales:
Matrimonio: Surge una caída matrimonial durante la crianza de los hijos, cuando estos se van
aparece una mejoría de su matrimonio.
Divorcio en la edad adulta: Es muy amenazante para el bienestar en la edad adulta, por el
hecho de no saber qué hacer sin su pareja de muchos años.
Relaciones homosexuales: Mucha personas no salen del closet y provocan matrimonios los
cuales serán conflictivos y llegaran a la destrucción del mismo. La amistad: En la edad adulta se
tiene menos energía y no gasta tiempo en las amistades. Relaciones con los hijos que
maduran: Se da la pérdida de control de sus hijos; cuando se da el nido vació es muy liberante
para las mujeres ya que se da un reencuentro de sí misma y con su pareja.
Relaciones con los padres ancianos: Los adultos de edad madura y sus padres mantiene un
vínculo de afecto muy grande, en ese momento es cuando se puede devolver toda la ayuda que
ellos nos brindaron.
Violencia domestica La violencia familiar es aquella que tiene lugar dentro de la familia, puede
comprender violación, maltrato físico, psicológico y abuso sexual. La violencia domestica puede
ser un modelo familiar, de conductas aprendidas; Se pude generar por factores económicos,
conflictos de pareja y por la crianza de los hijos. La violencia familiar se produce por ciclos, no se
produce en forma continua este tiene 3 fases:
En la primera fase: Este se da principalmente por la acumulación te tensión, los incidentes
pueden ser muy leves o pocos.
En la segunda fase: Este es un episodio agudo de violencia
En la tercera fase: Esta es una etapa de arrepentimiento, de calma o de una luna de miel.
Tipos de violencia Física: El maltrato, la violencia o abuso físico es la forma más obvia de
violencia. Psicológica: Conjunto de síntomas que producen daño o trastorno psicológico, no se
produce daños traumáticos en el momento sino que es un daño que crece con el tiempo.
Maltrato: Es un trato que degrada y ataca la dignidad de la persona, se presenta como una
Hostilidad verbal, como gritos, insultos, desprecios, burlas, críticas y amenazas.
Acoso: Ejerce con una estrategia, una metodología y un objetivo, la persona es perseguida con
críticas y amenazas.
Abuso económico: Se adecuando no se cubre las necesidades básicas de la familia.
Manipulación: Forma de maltrato psicológico donde el agresor desprecia el valor de la víctima
creando una autonomía y un derecho a tomar decisiones acerca de su propia vida y sus propios
valores .
Este grupo de edad ha estado creciendo en la pirámide de población o distribución por edades
en la estructura de población, debido principalmente a la baja en la tasa de mortalidad por la
mejora de la calidad y esperanza de vida de muchos países. Las condiciones de vida para las
personas de la tercera edad son especialmente difíciles, pues pierden rápidamente oportunidades
de trabajo, actividad social y capacidad de socialización, y en muchos casos se sienten
postergados y excluidos. En países desarrollados, en su mayoría gozan de mejor nivel de vida,
son subsidiados por el Estado y tienen acceso a pensiones, garantías de salud y otros beneficios.
Incluso hay países desarrollados que otorgan trabajo sin discriminar por la edad y donde prima
la experiencia y capacidad. Las enfermedades asociadas a la vejez (Alzheimer, artrosis,
Diabetes, Cataratas, Osteoporosis etc.) son más recurrentes en los países en vías de desarrollo
que en los desarrollados. El Día Internacional de las Personas de Edad se celebra el 1 de octubre.
A diferencia de la niñez y de la adolescencia, la adultez no se caracteriza por hitos claros y
predecibles. Con todo, hay algunas experiencias y cambios por los que casi todos pasamos y
algunas necesidades que casi todos tratamos de satisfacer.
Amor, relaciones de pareja y paternidad. En algún momento de su vida, casi todos los adultos
establecen una relación afectiva a largo plazo por lo menos con otro adulto. Más de 90% de los
estadounidenses termina casándose, aunque hoy esperan más para hacerlo. La mayoría de la
gente escoge un cónyuge o compañero de cohabitación de raza, religión, educación y
antecedentes similares. El matrimonio heterosexual es la norma, pero entre otras relaciones se
incluyen la cohabitación y las relaciones homosexuales prolongadas.
Con el pasar de los años los diferentes órganos y sistemas van a sufrir alteraciones, sin embargo
todas las personas no envejecemos igual: hay personas que a los 80-90 años se encuentran en
un estado saludable, sin mayores enfermedades crónicas, y con una capacidad funcional
adecuada, esto es lo que se denomina el envejecimiento exitoso; sin embargo, va a haber otro
grupo, portadores de múltiples enfermedades crónicas, muchas veces con gran discapacidad:
eso es lo que se denomina envejecimiento patológico, y el tercer grupo lo constituyen aquellas
personas que tienen alguna que otra enfermedad crónica con menor o mayor grado de
discapacidad, y esto es lo que se denomina el envejecimiento normal, en el cual están la mayoría
de las personas que envejecen. A partir de los 60 años el metabolismo es lento. Hay mucho de
fatalidad en el envejecimiento. Ningún hombre llega a los cien años en plenitud, pero también hay
mucho que depende de nosotros, por ejemplo:
a) La falta de uso, atrofia las funciones: personas de 60 años se mantienen más hábiles en ciertas
áreas que otros de 50 años.
b) Cada modo de vivir engendra su modo de enfermar, ahora se acepta que hasta el 36% de
todos los cánceres en el hombre están relacionados con su ocupación.
c) El moderado nivel de ingestión alimenticia (comer y beber) exige al organismo un esfuerzo
menor; poco generador de envejecimiento.
d) Algunos autores coinciden que un común denominador en pacientes de leucemia es: “un
estado emocional caracterizado por la desesperanza y el desamparo”. Esto equivale a decir que
Muchos rasgos de la vejez tienen que ver con una deshidratación tisular progresiva. Basta
comparar la piel del niño con la del anciano. También hay evolución hacia la fibrosis, y se
presentan neoplasias en las células epiteliales, en los tejidos de sostén (huesos, venas, etc.) y
en algunas glándulas.
1. Sistema nervioso: desde la tercera década de la vida mueren diariamente por millares las
neuronas de un ser humano. No se nota porque tenemos un excedente como reserva. Es natural
que la muerte de tantas células corticales provoque disminución de los reflejos y torpeza general
de los movimientos. Disminuye la reserva de oxígeno y la circulación cerebral.
3. Sistema cardiovascular: la primera causa de muerte en los ancianos está constituida por las
enfermedades cardiovasculares: crece el ventrículo izquierdo; aumentan las zonas de fibrosis, se
calcifican las válvulas, hay tendencia a la arteriosclerosis, excedentes de grasa y calcio se van
acumulando en el interior de los vasos sanguíneos, y con ello dificultan la circulación. Pero por
otra parte, los elementos de la sangre casi no se modifican con la edad, a menos que intervengan
factores patológicos específicos.
La cultura, la educación y la experiencia adquirida durante años atrás hacen parte de una base
sólida para reentrenar o reaprender las habilidades que con el pasar del tiempo irán
disminuyendo.
La vejez puede ser una etapa de realización, de disfrutar y de descansar, sin embargo en muchas
ocasiones nos podemos ver afectados emocionalmente debido a crisis y tensiones acumuladas,
las cuales pueden desarrollar algún problema de salud mental.
Debemos tener mucho cuidado con nuestro adulto mayor en cuanto a la salud mental, ya que
las enfermedades mentales o emocionales suelen manifestarse de diferentes maneras y en
ocasiones son difícil reconocerlas, pueden incluso confundirse con dolencias o enfermedades
físicas, pueden ser negadas por la familia o llegar a ser tomadas como una parte normal del
envejecimiento. Tener presente cuales son las manifestaciones que pueden terminar en un
problema de salud mental en el adulto mayor es una parte muy importante, te las presentamos a
continuación:
- El adulto mayor se siente discriminado e inútil por estar pasando la etapa de la vejez.
- Autoestima baja.
- Depresión.
- Falta de apetito.
- Estrés.
- Llora muy seguido y con mucha facilidad.
- Alteración del sueño.
- Pensamientos suicidas.
- Desesperanzado.
- Pesimista y temeroso.
- Malestar general o inquietud.
- Pérdida de peso.
El irreversible fenómeno del envejecimiento poblacional y los avances de la geriatría, han llevado
a la creación de un enfoque anticipatorio y preventivo, basado en la mantención de la
funcionalidad. Dicho de otra manera, antes que se instale el daño.
Esto ha llevado a que el Ministerio de Salud haya instalado, ya hace una década, la medición de
la funcionalidad como un examen universal: Examen de Medicina Preventiva del Adulto Mayor
(EMPAM), promoviendo el envejecimiento saludable. A partir de esta medición, donde cada
adulto mayor, es clasificado según riesgo de perder la funcionalidad, se implementan acciones,
netamente preventivas, de tratamiento o rehabilitadoras. Acciones que pueden referirse al riesgo
cardio vascular, a la salud mental o al ámbito osteo articular. Crucial para las personas mayores
es contar con buenas redes de apoyo. No siempre se da esto. Y aquí también es necesario
detectar los riesgos de una débil red de apoyo o simplemente la existencia de maltrato.
Por otro lado, es fundamental comprender que ninguna acción del Estado va a suplir a una familia
atenta y preocupada de su adulto mayor. Esta es la base para que nuestros adultos mayores
logren buena calidad de vida. Por supuesto que en esta tarea la familia debe ser apoyada por el
Estado con entrega oportuna de atención.
Es así como el Programa del Adulto Mayor tiene como visión que las personas mayores
permanezcan autónomas y autovalentes por el mayor tiempo posible y que sus problemas de
salud sean resueltos en forma oportuna con calidad en la atención, asegurando de este modo
una buena calidad de vida.
La mayoría de las personas adultas mayores son emocionalmente saludables, pero a veces en
el plano psicológico ocurren ciertos cambios en la memoria, la atención, el aprendizaje, la
orientación y la agilidad mental.
La cultura, la educación y la experiencia adquirida durante años atrás hacen parte de una base
sólida para reentrenar o reaprender las habilidades que con el pasar del tiempo irán
disminuyendo.
La vejez puede ser una etapa de realización, de disfrutar y de descansar, sin embargo en muchas
ocasiones nos podemos ver afectados emocionalmente debido a crisis y tensiones acumuladas,
las cuales pueden desarrollar algún problema de salud mental. Algunos de los sucesos que
pueden afectarnos son:
1. Enfermedad crónica-degenerativa que obligan a cambiar su forma de vida.
2. Perdida de un ser querido o pareja.
3. Soledad y aislamiento.
4. Problemas y estrés por situación económica.
5. Depresión.
Debemos tener mucho cuidado con nuestro adulto mayor en cuanto a la salud mental, ya que
las enfermedades mentales o emocionales suelen manifestarse de diferentes maneras y en
ocasiones son difícil reconocerlas, pueden incluso confundirse con dolencias o enfermedades
físicas, pueden ser negadas por la familia o llegar a ser tomadas como una parte normal del
envejecimiento.
Tener presente cuales son las manifestaciones que pueden terminar en un problema de salud
mental en el adulto mayor es una parte muy importante, te las presentamos a continuación:
- El adulto mayor se siente discriminado e inútil por estar pasando la etapa de la vejez.
- Autoestima baja.
- Depresión.
- Falta de apetito.
- Estrés.
- Llora muy seguido y con mucha facilidad.
- Alteración del sueño.
- Pensamientos suicidas.
- Desesperanzado.
- Pesimista y temeroso.
- Malestar general o inquietud.
- Pérdida de peso.
La principal tarea de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar
su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o pérdida. Las personas han de
adaptarse a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y aceptar lo inminente de
su propia muerte (Hoffman, 1996). A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones
pueden variar, de esta forma se presentan distintas teorías:
2. Teoría de la actividad: cuanto más activa permanezca una persona mayor, más
satisfactoriamente envejecerá, y los papeles que constituyen principalmente su satisfacción son:
trabajo, cónyuge, padre, madre y la máxima pérdida en los papeles debido a viudez, enfermedad
constituyen el punto más bajo según varios autores, existen tres tipos de actividad: a) Informal:
Interacción social con familiares, amistades y vecinos; b) Formal: Participación de organizaciones
voluntarias; c) Solitaria: Leer, ver televisión y mantener algunos pasatiempos.
1. Cambio social. Las personas mayores de hoy en día se están dando cuenta de que sus
compañeros de edad están cambian. Tienen aspecto más juvenil, se sienten mejor y actúan con
más vitalidad que sus padres y abuelos de la misma edad. Desde 1900, las formas de convivencia
de las personas mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con las anteriores,
es más probable que sean propietarios de sus casas, vivan por encima del nivel de pobreza y
tengan menos hijos adultos (Hoffman, 1996).
2. Estrés: un alto estrés o el que está por encima de la capacidad de la persona para afrontar los
acontecimientos, puede lastimar la autoestima, deteriorase física y mentalmente. La forma de
cómo se reciba el estrés varía según el género, raza, estado civil, nivel socioeconómico y
educación. Las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala salud, bajos
ingresos, muerte de un cónyuge, además del envejecimiento del sistema inmunológico, les hace
más vulnerables a los efectos del estrés y, por lo tanto, más propensos a responder desarrollando
una enfermedad. (Hoffman, 1996).
5. El divorcio y volver a casarse: cuando las parejas que han estado casadas durante 40 años
se divorcian, es más probable que den más muestras de estrés psicológico que los jóvenes que
se encuentran en situación similar. La pérdida de los papeles conyugales, al igual que el de los
profesionales, puede quebrantar su sentido de identidad. El número de personas mayores que
se divorcian va en aumento. Los hombres cuando se divorcian es porque han estado enfrascados
en su trabajo y coincide la ruptura con la jubilación y para casarse con otra mujer. La mujer, en
cambio, lo hace porque su marido es alcohólico, tirano o mujeriego. No obstante suele ser más
grave para la mujer, debido a que ella ha socializado su rol de esposa y basado su identidad en
ese rol, sintiendo que toda su vida había sido un fracaso. Los hombres mayores se casan con
más facilidad que las mujeres, puesto que hay 3.6 mujeres divorciadas, viudas o solteras por
cada hombre en ese grupo de edad.
6. Viudez: aunque la mayor parte de los hombres estén casados, el matrimonio de la tercera
edad tiene poca importancia para la mayoría de las mujeres de esa edad. Debido a que el ciclo
de vida de los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus esposas, los maridos
desaparecen con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser “normal” entre las mujeres
mayores. Cuando se vuelven a casar, el nuevo cónyuge suele ser alguien que ya conocían antes
de enviudar o alguien que han conocido a través de una amistad mutua o un pariente. Cuando
uno de los cónyuges fallece, el que queda atraviesa un largo periodo de shock, protesta,
desesperación y recuperación. El proceso de recuperación implica desarrollar una explicación
satisfactoria de la razón por la que ha muerto el otro, neutralizar los recuerdos y asociaciones, y
crear una nueva imagen de uno mismo.
Las mujeres parecen adaptarse a la vida en solitario mucho mejor que los hombres. En
comparación con las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos
vínculos más débiles con la familia y no es tan probable que tengan una persona de confianza.
Durante el primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta
tener reacciones fóbicas. Aún después de la recuperación continúa (Hoffman et al. 1996).
7. Vida familiar en la tercera edad: las elecciones de las formas de convivencia de las personas
mayores, reflejan un equilibrio entre las metas de autonomía y de seguridad, por lo que no es
sorprendente que la mayoría de las personas mayores vivan en casa normales, ya sea por su
cuenta, con parientes o con otras personas que no sean familia. Los mayores-jóvenes (68-84
años), viven solos o con el cónyuge.
La tendencia es “envejecer en el lugar”, permanecer en la casa donde educaron a sus hijos que
la mayoría poseen. La casa está llena de recuerdos, al conocerla bien les otorga un sentido de
competencia y el ser propietarios confiere estatus a la persona mayor. Son menos propensos a
traslados o emigraciones, pero cuando lo hacen es por diversión, son bastante sanos y suelen
tener suficientes ingresos, pero a medida que se acercan a edades mayores, la emigración es
para estar cerca de los hijos u otros parientes. Los mayores-ancianos (mayores de 85 años) se
ven obligados a depender de alguien, por lo que su traslado suele denominarse emigración de
ayuda. Generalmente, se van a vivir con lo hijos, a una residencia o a una institución que ofrecen
cuidados personales pero no médicos ni sanitarios a nivel profesional.
8. Ruptura de hábitos sociales. El mundo del adulto envejece al tiempo que él lo hace. Se
gastan las ideas que le rodean, la historia avanza ineludiblemente, la economía evoluciona. Todo
ello se acompaña además con el hundimiento global de su generación en la noche del tiempo.
La sociedad que camina a su lado. Lo hace en una dirección contraria, de espaldas, incluso en
contradicción con él. La sociedad es mucho más real que un ente abstracto. Bajo el punto de
vista de un anciano, es el entorno como él lo vive.
Tampoco es de despreciar el desapego social que implican las limitaciones de renta económica.
Muchas actividades, como clubs recreativos, viajes, escuelas especiales o actividades que los
mismos ancianos podrían inventarse como colectivo, pueden realizarse disponiendo de cierta
solvencia económica, y sobre todo, son fuente indirecta para crear nuevos contactos sociales.
La soledad: Ser uno mismo quiere decir, al mismo tiempo, no ser otro. Es distinguirse entre Yo y
Tú. Por consiguiente, nunca hubiéramos llegado a ser nosotros mismos sin los demás. Todo ello
resulta obvio si pensamos que debemos nuestra existencia a nuestros progenitores, y por
extensión, al conjunto de la sociedad. Nuestro mundo es de socios, mundo social, y en él estamos
rodeados de las posibilidades y realidades que nos envuelven. Nuestra vida se hace impensable
sin un entorno que la alimente y proporcione una razón de ser.
El sentido de nuestra vida, el placer y la satisfacción, depende el hilo de nuestras relaciones con
lo demás. De ese ir y volver de los otros a nuestros deseos y de estos a los otros. Claro está que
el camino de ida y de regreso, el constante intercambio con nuestro medio social, puede ser fácil
y exitoso, o bien conflictivo y frustrante. Cuando las relaciones con los demás fallan, sólo tenemos
el movimiento de retorno, de pliegue sobre nosotros mismos, y entonces, nuestro aislamiento es
triste, doloroso e incluso torturante.
Cuando las relaciones sociales se rasgan, se trunca a la par la ilusión de vivir, inundando a la
persona que no sale de sí misma, con una angustia que le corroe. El sujeto que no se vierte al
exterior, que no se manifiesta, guardándose su mundo íntimo, sus anhelos y preocupaciones para
sí, acaba teniendo para los demás una semi-existencia: se le puede responder con amabilidad y
cortesía, pero la relación con ella es hueca, evanescente, no deja huella ni conmociona, tampoco
a la persona le sirven en una situación así, tales conversaciones superficiales ni los formalismos
educados y tópicos. Se siente vacío, nostálgico, y en su fuero interno experimenta tristeza. Incluso
en ocasiones se pregunta a sí mismo si existe o es una marioneta sin la fuerza y la garra de las
personas auténticas y verdaderas.
A medida que pasa el tiempo, la soledad se acentúa en forma de actitud desaliento, el sujeto sólo
habla lo imprescindible. Contra más reconcentrado en sí mismo y hostil al mundo, se vuelve, más
lacerante es la nostalgia de relaciones humanas cálidas, pero mayor la parálisis que le embarga
para emprenderlas. La mirada del solitario pasa de la hostilidad a un mundo que parece haberle
abandonado a su suerte como una especie de castigo injusto por un delito que no se sabe cuál
es, hasta una mirada desolada que espera aún algún milagro. Estas últimas especies de llamadas
de socorro no suelen surtir ningún efecto, o peor, provocan la reacción contraria a la ansiada.
La gente no quiere hacerse cargo de sus dificultades y carencias, esperan que el solitario haga
el esfuerzo de superase y lugar por ser aceptado, “como hace todo el mundo”. Hay un profundo
desacuerdo entre lo que el solitario pide con la mirada, y lo que los otros estarían dispuestos a
hacer sólo si se cumplen los requisitos corrientes de reciprocidad de vínculos (en los que el que
más quiere, por ejemplo, es el primero que tiene que pedir e insistir que se le dé un extra). Desde
la perspectiva del solitario lo que ese le exige para ser aceptado y querido es abusivo, es una
crueldad, y ese sentimiento de injusticia basa su despecho, y centra allí el pretexto para no
intentarlo.
El problema, aparte del egoísmo, suele consistir en que el que el pide, más que pedir suele exigir,
ordenar o presionar con alguna suerte de rencoroso chantaje, con lo cual ataca la versión de
dignidad del posible donador, que para dar necesita sentirse libre, ser generoso a su aire. Las
relaciones amistosas nuca podrán tratarse con la obligatoriedad que conllevan las comerciales.
Mecanismos de adaptación.
Esta etapa no llega de improviso, la antecede la presenectud, y como todo proceso tiene altibajos,
ansias y temores, que pueden ser continuaciones de las etapas anteriores o ser matices nuevos
por los reajustes de esta misma etapa, y hay quienes demuestran que es una adultez en plenitud.
Hay procesos superficiales de comportamiento y otros vuelven a incidir como eco de lo que se
denomina fondo de la personalidad:
Adaptación al medio, a la vejez: el niño y el adulto joven buscan una adaptación al medio, no
la adaptación a ser niño o ser adulto joven, porque están en fase de crecimiento; en el caso del
adulto mayor, la alternativa es de morir prematuramente o envejecer... lo que supone doble
esfuerzo: adaptarse al medio más hostil y con menor número de posibilidades para sus
Cambios en la relación con los objetos anteriores: no se entiende por objeto lo inanimado,
también a las personas; la persona que llega a este nivel de madurez tiene que aceptar las
realidades deficitarias: disminución de la memoria reciente y aumento de la memoria de
evocación o nostalgia; reducción de la curiosidad intelectual, fatiga en el trabajo, disminución
sensorial, motriz; todo esto perturba la vida habitual, y ahora tiene que crear una nueva
comunicación y valoración para adaptarse a la nueva realidad; ha de dar a los objetos otro valor,
otra dimensión; ha de buscar la gratificación o salida a sus tensiones o encontrar otras formas o
renunciar a ello.
Sus reacciones y conductas pueden ser variadas, pueden regresar a épocas anteriores
(infantilismo) o superar lastres y lograr un nuevo equilibrio de fuerzas contrapuestas, cambió el
compás... el baile también. Esto es claro en los cambios de carácter, de conducta, en las
necesidades de dominio y auto-afirmación. En la etapa anterior daba plenitud a sus necesidades
afectivas, emocionales e instintivas; en la nueva etapa, las necesidades cambiaron y no le es
posible hacer un mundo adecuado a sus necesidades... y como los instintos y apetito siguen
vivos, sólo le queda buscar o elegir nuevas reacciones a nivel profundo, ya sea limitando sus
posibilidades o regresando a épocas infantiles.
Rasgos psicológicos: se manifiestan rasgos que habían estado ocultos tras los mecanismos
de una actividad creadora o de defensa, en ambos sexos, y la personalidad se vuelve frágil,
vulnerable por los agentes físicos y por el medio social; las resistencias son menos enérgicas y
los sentimientos pueden centrarse en el temor. El esfuerzo del organismo es mayor para
mantener el equilibrio, además internamente se puede sentir angustia de no ser capaz de realizar
los esfuerzos impuestos por la vida, de no poder soportarlos de no recuperar el equilibrio; en
consecuencia, los rasgos de conducta y carácter pueden manifestarse negativamente.
- Aislamiento: se adopta actitud de ausencia con todo lo que sucede alrededor, solamente se
adentra en la situación cuando algo afecta a sus intereses personales.
- Apegamiento a sus bienes: conserva todo, en la postura permanente de retener, ese
comportamiento en el fondo es una regresión a etapas infantiles, entrando así los mecanismos
emotivos de la autoridad, poder, dominio, sentir que se es; es tratar de mantener la propia
identidad; una explicación de por qué algunos padres no son capaces de compartir con sus hijos
aun cuando sea conveniente. La fuerza del deseo de poseer es más fuerte que la lógica.
- Refugio en el pasado: al disminuir el proceso fisiológico y ser menor la memoria de fijación y
aumentar la de evocación, la vida se llena de recuerdos; es forma de revalorizar el pasado en el
presente, el protagonista se siente joven al revisar hechos que le permiten acaparar la atención
de los demás.
- Reducción de sus intereses: la vida le enseñó a ser realista y esto unido a la dificultad de asumir
la complejidad de las nuevas opciones posibles, hacen que se limite el mundo al ámbito de lo que
puede controlar; al tiempo que disminuye la capacidad de agresión, conserva los intereses que
puede manejar y que suponen una fuente de satisfacción.
- Negarse al cambio: Al enfrentarse con los esfuerzos de adaptación, aparece un temor
consciente de rechazo al cambio y traslado a una nueva situación, lo que lleva a una depresión
profunda porque los mecanismos de defensa para sobreponerse son limitados, a la vez que así
limita aún más.
- Agresividad y hostilidad: Cuando se presenta la necesidad de reacomodar a las personas y
cosas, aparece como recurso y puede ser la única posibilidad de refugio para mantener intocable
y estable el “yo”.
Tres emociones presiden la vida del ser humano: el miedo, la cólera y la ternura; que en cada
etapa de la vida adquieren diferentes matices, que se modifican en función del objetivo de la
tendencia de cada una en el momento concreto. En la infancia es egocéntrica, en la adolescencia
es social y en la madurez es práctica. Lo importante para el equilibrio interno es armonizar la
fuerza de la emoción con la compensación de la tendencia para una canalización adecuada.
Y esto se complica en la etapa de la adultez mayor porque:
Miedo: como emoción es algo que se impone al adulto mayor, sin necesidad de planteamientos
racionales que den explicación lógica a lo que siente, miedo a todo lo que pueda dañar la
integridad física, tras años de lucha profesional para conseguir una estabilidad económica. Esto
explica la previsión, ahorra cuanto puede, para protegerse a sí mismo o a su descendencia;
además desea conservar el prestigio.
El adulto mayor teme que le quede poco tiempo: debe crear, debe proyectar realidades, ha
de trascender y dejar huella; suele aparecer el temor al daño físico, como hipocondría que le hace
estar atento a cualquier trastorno, teme excederse y no resistir un ritmo fatigante y reaparecen
los temores adolescentes de hacer el ridículo, se afecta en su narcisismo.
El daño emotivo que se acerca le agobia y su reacción resulta dramática, no-menos real. La
previsión en este terreno, sólo puede lograrse si otros contenidos más hondos le han dado
plenitud y conciencia del propio valor.
• Cólera: emoción básica, poco estudiada y muy mal tratada, adentra sus raíces en el conjunto
de las emociones que la filosofía tradicional ha denominado virtudes o pulsiones irascibles que
se vinculan a la agresividad.
En el adulto mayor la cólera aparece cuando el mundo “lógico y ordenado”, que se ha construido
tras años de lucha, se ve alterado por “algo” que no encaja; cólera difícil de controlar porque nace
en capas hondas del ser humano. Lo que la desata es aquello que le resulta ilógico, inesperado
y carente de sentido, no es el dato objetivo lo que le molesta, sino el torbellino emotivo que
remueve tal dato. La emotividad queda como desamparada, con peligro de desencadenar –otra
vez- la agresión física o la verbal, porque son los modos aprendidos.
Aparece un amor incondicional, que sabe dar, quiere dar, que sabe renunciar sin angustia ni ira,
éste es el carácter práctico; no es ternura sexualizada y erotizada, sino una ternura madura y
coherente, precedida por el principio de la realidad y no por el del placer y del interés. No es puro
egoísmo, tampoco altruismo total; no pocas veces buscará ser atendido, escuchado,
comprendido y en otras demostrará que sabe atender, escuchar y comprender; resulta que está
buscando, sin saber, un modo “práctico” de llenar su necesidad de ternura. La ternura está
implicada con el miedo, el adulto mayor ama y es tierno, aunque teme dominar y desea conquistar
con la misma ternura. Puede canalizar su afecto hacia quienes le aseguren corresponder a su
ternura.
La tensión por frustración se refiere a que todo ser humano está en crecimiento continuo y
cualquier interrupción en este proceso lleva a una tensión, o un desajuste; esta interrupción puede
ser por la presencia de un obstáculo físico, psíquico o social, o puede ser un conflicto derivado
de la presencia de varios deseos de incentivos que no se alcanzan al mismo tiempo; esa tensión
lleva a la frustración por no conseguir lo buscado. La presencia de obstáculos obliga a buscar
caminos de superación: el transitorio uso de mecanismos como defensas inconscientes, la
aceptación más o menos soportada o el más sano, el de la adaptación equilibrada y eficaz.
Aunque no de forma generalizada, durante la edad adulta existe un deterioro cognitivo que se
pone de manifiesto en:
• Enlentecimiento en la velocidad de procesamiento
• Reducción de la memoria operativa
• Menor eficacia en el control inhibitorio
• Disminución en determinadas capacidades de MLP.
El análisis de los resultados de la cognición medidos por los tests de inteligencia, muestra:
diferencias relevantes entre las aptitudes intelectuales pero no una disminución general en la
inteligencia hasta edades bastante más tardías, por encima de los 60-75 años, dependiendo del
tipo de la aptitud estudiada. Así algunas explicaciones del desacuerdo entre el desarrollo de los
mecanismos y el de los resultados de la cognición: Las nuevas técnicas de neuroimagen han
permitido encontrar diversos cambios cerebrales con la edad:
Los estudios con imágenes de resonancia magnética funcional han permitido constatar que existe
un incremento neuronal en los adultos que se manifiesta en una mayor activación bilateral de las
áreas prefrontales. Entonces, existe en los mayores un aumento la bilateralidad del cerebro en la
resolución de determinadas tares cognitivas. Esto podría explicar los datos sobre el incremento
durante la edad adulta en la resolución de las teas verbales incluidas en los tests de inteligencia.
Este incremento en la activación de la corteza prefrontal sugiere que durante la edad adulta
aparecen mecanismos de compensación mediante los cuales el cerebro se adapta a las pérdidas
del envejecimiento mediante una reorganización que conlleva un aumento en la activación y un
reclutamiento de áreas hasta entonces no implicadas en la resolución de determinadas tareas.
Estudios recientes sobre cerebro y envejecimiento resalta el carácter adaptativo del cerebro
humano y su plasticidad. La plasticidad cerebral no sería sólo un rasgo del cerebro en desarrollo,
sino que se extiende a la edad adulta y la vejez. El entrenamiento y ejercicio físico y mental
permiten seguir estableciendo nuevas conexiones y reclutar nuevas áreas cerebrales,
principalmente en el córtex prefrontal, que sirven de ayuda en la realización de diversas tareas
cognitivas. Esto podría explicar la variabilidad en el patrón de deterioro en diferentes tareas que
afectan a los mecanismos de la cognición y en particular en la memoria a largo plazo, así como
el desacuerdo entre el desarrollo con la edad entre los mecanismos y en los resultados de la
cognición.
Crisis: Estrés
Un alto estrés o el que está por encima de la capacidad de la persona para afrontar los
acontecimientos, puede lastimar la autoestima, deteriorar física y mentalmente. La forma de cómo
se perciba el estrés varía según el género, raza, estado civil, nivel socioeconómico y educación.
Las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala salud, bajos ingresos,
muerte de un cónyuge, además del envejecimiento del sistema inmunológico, les hace más
vulnerables a los efectos del estrés y, por tanto, más propensos a responder desarrollando una
enfermedad. (Hoffman et al.,1996).
Cambio social
Las personas mayores de hoy en día se están dando cuenta de que el ser mayor ha cambiado
completamente desde que sus padres llegaron a los 65 años, están más sanos y vigorosos que
sus homólogos de hace varias generaciones. Tienen aspecto más juvenil, se sienten mejor y
actúan con más vitalidad que sus padres y abuelos de la misma edad. Desde 1900, las formas
de convivencia de las personas mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con
las anteriores, es más probable que sean propietarios de sus casas, vivan por encima del nivel
de pobreza y tengan menos hijos adultos.(Hoffman et al.,1996).
hombres cuando se divorcian son porque han estado enfrascado en su trabajo y coincide la
ruptura con la jubilación y para casarse con otra mujer. La mujer, en cambio, lo hace porque su
marido es alcohólico, tirano o mujeriego. (Hoffman et al., 1996). No obstante suele ser más grave
para la mujer, debido a que ella ha socializado su rol de esposa y basado su identidad en ese rol,
sintiendo que toda su vida había sido un fracaso. (Hoffman et al., 1996).
Viudez
Aunque la mayor parte de los hombres estén casados, el matrimonio de la tercera edad tiene
poca importancia para la mayoría de las mujeres de esa edad. Debido a que el ciclo de la vida de
los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus esposas, los maridos desaparecen
con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser "normal" entre las mujeres mayores.
Cuando se vuelven a casar, el nuevo cónyuge suele ser alguien que ya conocían antes de
enviudar o alguien que han conocido a través de una amistad mutua o un pariente. Cuando uno
de los cónyuges fallece, el que queda atraviesa un largo periodo de shock, protesta,
desesperación y recuperación.
El proceso de recuperación implica desarrollar una explicación satisfactoria de la razón por la que
ha muerto el otro, neutralizar los recuerdos y asociaciones, y crear una nueva imagen de uno
mismo. Las mujeres parecen adaptarse a la vida en solitario mucho mejor que los hombres. En
comparación con las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos
vínculos más débiles con la familia y no es tan probable que tengan una persona de confianza.
Durante el primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta
tener reacciones fóbicas. Aún después de la recuperación el dolor continúa. (Hoffman et al.,1996).
La tendencia es "envejecer en el lugar", permanecer en las casas donde educaron a sus hijos
que la mayoría poseen. La casa está llena de recuerdos, al conocerla bien les otorga un sentido
de competencia y el ser propietarios confiere estatus a la persona mayor. Son menos propensos
a traslados o emigraciones, pero cuando lo hacen es por diversión, son bastante sanos y suelen
tener suficientes ingresos, pero a medida que se acercan a edades mayores, la emigración es
para estar cerca de los hijos u otros parientes. Los mayores-ancianos (mayores de 85 años) se
ven obligados a depender de alguien, por lo que su traslado suele denominarse emigración de
ayuda. Generalmente, se van a vivir con los hijos, a una residencia o a una institución que ofrecen
cuidados personales. (Hoffman et al., 1996).
Depresión
La depresión es una enfermedad que afecta a muchas personas en los países occidentales y es
el problema psiquiátrico más común en el anciano. Su presentación es muchas veces atípica, por
lo que se considera un reto ante el que se enfrenta todo médico que atiende a un paciente mayor.
La depresión y las enfermedades médicas suelen coincidir con frecuencia complicando los
cuidados del paciente mayor de 65 años. El solapamiento de los síntomas puede enmascarar la
depresión, haciéndola indistinguible de enfermedades coexistentes como el delirium o la
demencia. Además, cuando un anciano se deprime, a veces su depresión se considera
erróneamente un aspecto normal de la vejez. La depresión en los ancianos, si no se diagnostica,
ni se trata, causa un sufrimiento innecesario para el anciano y su familia.
La depresión podría provocar enfermedades físicas, pero también los pacientes con
enfermedades graves pueden desarrollar síntomas depresivos. Los principales predictores de
depresión en ancianos físicamente enfermos son una historia psiquiátrica positiva, y la gravedad
de la enfermedad médica en sí.
Las tasas de suicidio son más elevadas en el anciano (un 20% de los suicidios en Estados Unidos
se producen en mayores de 65 años) y la depresión es la enfermedad psiquiátrica más
relacionada con él. La relación entre tentativa de suicidio y suicidio consumado es mayor que en
cualquier otro grupo de edad.
Depresión y demencia
Es difícil realizar el diagnóstico diferencial entre ambas entidades. Un 20-30% de los pacientes
con demencia pueden ser etiquetados de un trastorno afectivo, bien como una reacción
psicológica ante la pérdida de capacidades o como una coincidencia causal como en los infartos
del lóbulo frontal izquierdo, o bien como 2 entidades distintas. Los pacientes con demencia que
sufren síntomas depresivos presentan más trastornos de conducta y mayor incapacidad
funcional.
Por otro lado, en el curso de la depresión pueden manifestarse trastornos cognitivos, aunque
menos de un 10% de los ancianos deprimidos tienen un deterioro cognitivo que pueda ser
confundido con una demencia. Los déficit cognitivos suelen ser trastornos de la atención y de la
concentración, y fallos en la memoria de fijación, mientras conservan el resto de funciones
mentales. Este cuadro se conoce como seudo demencia depresiva, término descriptivo que no
aparece en las clasificaciones clínicas actuales. Cuando mejoran los síntomas depresivos, suelen
hacerlo las alteraciones cognitivas, pero recientemente se ha comprobado que la depresión con
trastornos cognitivos es un predictor de aparición de demencia irreversible, aumentando 4 veces
la posibilidad de desarrollar dicho cuadro.
Lo que se pretende es explicar cómo la vejez puede vivirse de distintas maneras, según los
valores que imperan en cada sociedad, y para ello he visto la necesidad de echar una mirada al
pasado, y ver como la consideración de ser anciano, ha ido variando en nuestra propia sociedad
con el paso de la historia. Para ello es necesario analizarlo desde la prehistoria, los egipcios, la
Grecia antigua, los hebreos, Roma, la Edad Media, el Renacimiento, hasta llegar al Mundo
Moderno y Contemporáneo, puesto que han sentado las bases de nuestra sociedad de hoy en
día. Durante todas estas etapas hay que tener en cuenta unos factores, que son de gran
relevancia para entender el valor que cada sociedad le otorga al anciano:
Disponibilidad de recursos en la sociedad
Capacidad de transmisión de conocimiento (escrito, oral)
Adaptación de la sociedad en relación al cambio social
Proporción de individuos que componen el grupo
A lo largo de la historia, tampoco ha sido lo mismo envejecer para hombres que para mujeres,
ambos sexos no han gozado de la misma consideración durante la misma época, y hago alguna
mención de ello, sin olvidar que apenas existen referencias acerca de la mujer anciana a lo largo
de la historia en las distintas civilizaciones. La mujer y en especial la anciana han sido excluidas
y relegada a un segundo plano, asumiendo básicamente un papel destacado en el ámbito
doméstico y familiar.
Durante la prehistoria, el hombre tenía como principal objetivo la supervivencia. Somos seres
sociales y no podemos vivir de manera aislada, ya que supondría nuestra desaparición como
especie. Desde tiempos lejanos para la supervivencia, ha sido necesario vivir en grupo y durante
este período la forma de convivencia era la tribu. Estas sociedades antiguas se debían organizar
para sobrevivir, y su sistema productivo estaba basado en una economía de subsistencia básica,
dirigida a la recolección y a la caza. La caza pertenecía a los hombres, mientras que la recolección
era cosa de las mujeres. Recientes estudios han descubierto que la mujer también cazaba,
pescaba y hacia muchas otras cosas, que hasta hace poco eran obviadas. Durante esta época
las condiciones de vida era muy precarias, habían enfermedades, luchas tribales, etc.
La adaptación al medio era muy complicada y en pocas palabras no existía la vejez, puesto que
la esperanza de vida era muy corta. Las personas que llegaban a los 30, se relacionaba más bien
como algo que había sido gracias a lo divino y sobrenatural. Los que llegaban a esta edad, eran
considerados personas de gran sabiduría y transmisoras de su conocimiento, esencial para la
supervivencia del grupo. A estas personas afortunadas que habían sobrevivido a la dureza de la
prehistoria, se les asignaba funciones concretas, solían ser chamanes y brujos, y acostumbraban
a ocupar los lugares más altos en la jerarquía social, y eran referentes para los más jóvenes. Por
lo tanto se desprende que en esta época, el ser viejo gozaba de una consideración de prestigio
y gran poder e influencia.
Podemos encontrar más similitudes de lo que supone ser viejo hoy en día, si dejamos la
prehistoria y nos remontamos al tiempo de los egipcios, donde se pueden encontrar los primeros
textos que hacen referencia a la vejez, describiéndola como un período de debilidad con el paso
de los años, la disminución de la capacidad visual y auditiva, y el progresivo deterioro de las
capacidades cognitivas y físicas en general. Pese a esto, el papel de la persona de avanzada
edad, seguía gozando de un gran prestigio en la sociedad, y representaba la sabiduría y el
ejemplo de los más jóvenes. Por lo tanto se desprende que la consideración del anciano, sigue
siendo positiva como en el anterior período.
En cuanto a la mujer, se sabe que ésta cumplía un rol diferenciado dentro de la sociedad egipcia
y que no gozaba del mismo estatus que el hombre, pero sí que se consideraba un complemento
de él. Existen referencias a la mujer en la literatura Egipcia donde se la describe como frívola,
caprichosa y poco fiable, a pesar de esto, se desprende que si el concepto de ser viejo asociaba
una connotación positiva y la mujer era vista como parte de todo ello, se puede pensar que
ocupaban una buena posición en la sociedad.
En la Grecia antigua se sentó las bases de lo que es hoy en día nuestra sociedad Occidental, y
es aquí donde se empieza a deteriorar el concepto de vejez, aunque podemos encontrar distintas
valoraciones. Los griegos fueron los grandes impulsores de la perfección, del culto al cuerpo y la
belleza, el giro del mito al logo, la visión naturalista, la vejez y la muerte empieza a ser temida y
es un castigo que impone la vida. Con esta percepción del mundo, y la importancia de la juventud
y la perfección, no es difícil imaginar lo que suponía ser anciano, cuando el poder de decisión era
cosa de la juventud. Pese a esto las leyes de Atenas dejaban bien claro la importancia del respeto
a los padres. Durante el período del Rey Solon, se creó una institución aristocrática de ancianos,
con poder de decisión, pero al llegar los demócratas, éstos perdieron todas sus facultades
políticas y judiciales. Pese a esto, seguía existiendo un concepto positivo del anciano como
transmisor de sabiduría. Esparta tuvo Senado, compuesto por 28 miembros de más de 60 años,
a los cuales se respetaba y se admiraba por su sabiduría. Durante el período Helenístico, los
ancianos tuvieron más oportunidades al tratarse de una sociedad más abierta y que daba menor
importancia a la edad.
El papel de la mujer en esta época fue claramente más marcado como cuidadora doméstica de
niños, ancianos y enfermos, y quedaban excluidas de cualquier participación en la vida pública.
Se desprende de todo ello que la mujer de edad en la antigua Grecia, no gozaba de demasiado
prestigio y poder, tomando solo parte importante en la vida doméstica, al cuidado de los demás.
Los hebreos también nos han dejado un gran legado a nuestra sociedad occidental de hoy en
día, a través del nuevo testamento, donde los ancianos asumieron un papel fundamental,
dirigiendo al pueblo hebreo y constituyendo un Consejo de ancianos, con gran poder de decisión
en cuestiones religiosas y jurídicas. Luego tras la institucionalización política, el Consejo de
ancianos quedó relegado en un segundo plano, pero sin dejar de tener cierto poder al convertirse
meramente en consejeros y portadores de sabiduría y experiencia, pero sin poder de decisión.
Durante esta etapa, el ser viejo sufre distintos posicionamientos, en función delos
acontecimientos socio políticos, y por tanto existe un periodo de connotación positiva y luego
negativa, al otorgar el poder de decisión y posteriormente únicamente de consejeros, es decir
pérdida de poder y autoridad. Seguiría cayendo sobre las mujeres el peso del cuidado de los
ancianos y de la familia.
Llegados a Roma, encontramos por un lado una visión positiva del anciano; la sociedad romana
le otorgó una gran autoridad, especialmente en el papel que cumplía dentro de la familia y como
responsable de los esclavos, pero por otro lado también se produjeron distintos sucesos por los
cuales el anciano sufrió un gran desprestigio. Al gozar de un cierto poder, fue visto como una
autoridad amenazante y a veces hasta odiada y temida, conllevando a grandes conflictos.
Durante la República se delegó el poder político a los hombres de avanzada edad, pero en el S.I
a. C los valores tradicionales predominantes en la sociedad romana, sufrieron un gran cambio y
las personas de mayor edad que habían gozado de tanto poder de decisión, dentro y fuera de la
familia, sufrió un declive y las figuras con más autoridad, fueron menospreciadas. Aunque este
sentimiento no fue extendido en su conjunto, puesto que hablamos de una sociedad la romana,
Durante los primeros años del cristianismo, los ancianos continuaron gozando de cierto poder y
respeto, pero en el S.V otro cambio afectaría a la visión que se tenía sobre la vejez, y los ancianos
entran en declive y la vejez empieza a verse de nuevo de manera negativa y pasa a formar parte
de una etapa de la vida que la sociedad rechaza. El cristianismo no otorga un buen papel al
anciano, pero si que en cambio logra transmitir una gran preocupación por su cuidado. Sin
embargo la mujer vieja y además sola, era rechazada socialmente.
En cuanto a la Edad Media, si durante los romanos el papel del anciano sufrió un gran declive,
durante la Edad Media las cosas no mejoraron. Teniendo en cuenta de que se trataba de una
sociedad cuya principal característica, era la importancia que se le otorgaba a la fuerza física, y
de ello se desprende que el anciano no ocupara nunca una buena posición ni prestigio. El anciano
es básicamente considerado un débil, y por lo tanto la iglesia lo posicionó entre los enfermos y
desvalidos. Por otro lado, las personas de avanzada edad tenían la posibilidad de formar parte
del colectivo eclesiástico, y retirarse en un monasterio, ajeno a la brutalidad de la época. Este
período se caracteriza también por la protección de la familia a sus ancianos, que aseguraba su
supervivencia. También hay de decir que existía una marcada diferencia social, entre la persona
mayor perteneciente a la clase campesina, y el anciano noble protegido en el castillo o bien en el
monasterio si se lo podía costear.
En los años posteriores la aparición de la peste, aunque parezca inverosímil, favoreció al anciano,
dado que aunque la peste afectó a todo el mundo, fue especialmente terrible para los niños y
adultos jóvenes. Hubo una disminución considerable de la población, pero en cambio contribuyó
al aumento del envejecimiento de la población, y los ancianos se convirtieron de nuevo en
cabezas de familia, tras faltar sus hijos, y por consiguiente volvieron a ganar estatus social,
político y económico.
Se encuentra en este período, una gran diferencia entre hombre anciano y mujer anciana,
podemos encontrar un ejemplo en la obra de Le Roy Ladurie, Montaillou: una aldea occitana, “
Por un lado, los ancianos de esta comunidad no tienen una buena situación. El jefe de la casa
familiar es el hijo y el trato que de él reciben sus ancianos padres es bastante tiránico y éstos no
osan realizar cosa alguna sin consultarle. Por otro lado, la vejez de las mujeres no es igual a la
de los hombres. La mujer montailonesa, oprimida como joven esposa, luego amada por sus hijos
al llegar a la vejez y respetada como matriarca”. (Le Roy Ladurie)
El Renacimiento puede considerarse la peor etapa para la vejez, debido a que Europa Occidental
se sintió atraída por el legado que nos dejó la Grecia Antigua, y esa influencia quedaba de patente
en el arte y en las letras, donde los valores que imperaban eran la juventud, la belleza y la
perfección, y por contra el rechazo a la fealdad, la imperfección y naturalmente a la vejez. A todo
esto hay que añadir una recuperación de la población tras la peste, y la juventud vuelve a relegar
a un último plano, al viejo. Unido a este fenómeno, por primera vez surge la imprenta y la memoria
oral perteneciente a los mayores, deja de ser imprescindible. La mujer vieja será representada
en el arte de la época, con exageradas expresiones de fealdad y arrugas.
El Mundo Moderno trajo la transformación del poder político donde fue delegado al pueblo. Surge
el funcionariado y lo que conocemos hoy en día como la jubilación. El trabajo pasa a ser la
característica más valorada entre la sociedad, y el estado pasa a ser el responsable de
compensar los servicios prestados a la sociedad. Es entonces cuando el cuidado de los ancianos
que hasta entonces correspondía exclusivamente a la familia, pasa también a ser responsabilidad
de los poderes públicos.
En Brasil, México, Ecuador, Paraguay, Bolivia y otros países de América Latina con tradición
artística-cultural, el anciano artesano desarrollo su actividad y creatividad con éxito, hasta que la
salud se lo permite, y no hasta que lo retire la sociedad.
En Suiza un estudio realizado muestran como los ancianos viven muy en contacto con su familia,
pero en cambio en zonas urbanas el anciano aparecía alejado y con rostro triste y preocupado.
En Francia se están realizando programas para que los ancianos enseñen oficios a los jóvenes.
En España en la actualidad, existe uno de los índices más elevados de esperanza de vida. Los
ancianos son tratados a menudo como niños y se usa calificativos tales como “chochear” al
referirnos a que sus facultades físicas y especialmente mentales, se han visto mermadas. Esto
hace plantear, que ese deterioro generalizado, ha sido más bien fruto por no usarlo, que por el
papel que nuestra sociedad le ha adjudicado. Tendemos a representar al anciano con su bastón
haciendo largos paseos para pasar el tiempo, a menudo acompañado de sus nietos o incluso
jugando al dominó o a cartas en casales y centros de ancianos en general. Actualmente se está
replanteando esta visión del anciano y se está intentando cambiar su rol, buscando alternativas
que no los excluya del conocimiento técnico, por ejemplo asistiendo a Centros de adultos para
desarrollar actividades de Internet o incluso actividades deportivas, académicas, técnicas e
intelectuales. Todo apunta a que la edad no debe de limitar, la única cosa que puede limitarnos
es la enfermedad. Desde una punto de vista económico, el anciano ya no es productivo ni útil, y
pasa a ser una carga económica para el sistema.
Los chukchis de Siberia, que eran nómadas, cuando sus mayores ya no podían aportar nada
los abandonaban en la nieve a petición del propio anciano, suponían una carga para el grupo.
Los bororos del Brasil, cuando el anciano siente que ya no es útil al grupo, le pide a su hijo
mayor que acabe con su vida. El hijo prepara una ceremonia, y el anciano, desnudo, es untado
con resina y se recubre con plumas de ave y se le introduce la cabeza dentro del agua de un rio.
Una vez muerto, se le deja dentro del agua hasta que se descompone. Se limpian los huesos y
se pintan y son introducidos en una vasija de barro y los entierran. A continuación hacen una
fiesta funeraria en su honor.
Los esquimales abandonan a la anciano o anciana, en medio del hielo cuando estaba
agonizando, esperaban que llegase un oso, luego el esquimal cazaba al oso y se lo comían.
Los fueguinos y onas de Tierra de Fuego, cuando la abuela ya no servía para el trabajo, la
sacrificaban y se la comían entre la familia, era alimento muy valorado.
Los Guayakis, cuando el anciano ya no era útil y ya no aportaba nada, lo llevaban a la selva y
lo mataban de un golpe. El anciano sabía cuál era su destino.
6.7. Envejecimiento.
Cuando se trata el tema de la vejez como una etapa de la vida particularmente estresante y
vulnerable. Ruth y Coleman (1996) indican la existencia de una posición negativa, positiva o
media, en lo que respecta a considerar a la vejez como un estadio de la vida extremadamente
estresante o no. Eric Pfeiffer (1979) hace hincapié en los altos niveles de estrés que experimentan
los adultos mayores por la pérdida de amigos y familiares, los cuales son acompañados por una
declinación del estatus social y el deterioro en el funcionamiento físico y mental. Hoffman (1996)
por su parte, plantea que las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala
salud, bajos ingresos, muerte de un cónyuge, y además el envejecimiento del sistema
inmunológico los hace más vulnerables a los efectos del estrés y, por lo tanto, más propensos a
responder, desarrollando una enfermedad. Encontramos en una posición opuesta a Markus y
Herzog (1991) y Costa y Mc Crae (1989), quienes plantean que muchos de los eventos más
difíciles y estresantes de la vida en la vejez pueden ser anticipados y esto permite afrontarlos con
más facilidad, si se comparan situaciones de pérdidas de similar magnitud que ocurran en la
juventud o en la adultez.
Todas ellas de acuerdo a la evaluación que realice la persona y a los recursos con los que cuente
para afrontarla, generaran más o menos estrés. De ahí que el estrés en relación con las
características sociodemográficas del adulto mayor indica que las mujeres parecen adaptarse a
la situación de no estar en pareja mejor que los hombres (Hoffman, 1996). En comparación con
las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos vínculos más
débiles con la familia y poca probabilidad de contar con una persona de confianza. Durante el
primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta tener
reacciones fóbicas.
Debido a que el ciclo de la vida de los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus
esposas, los maridos desaparecen con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser
“normal” entre las mujeres mayores; por otra parte los hombres viudos suelen volver a contraer
matrimonio, por tanto hay más viudas así como también hay más mujeres mayores solteras
(Martínez, Villar, 2000). Estadísticamente valoran más el matrimonio los hombres que las
mujeres, esto puede ser la razón que viudos mayores de 65 años vuelvan a casarse. Cuando las
parejas que han estado casadas durante 40 años se divorcian, es más probable que den más
muestras de estrés psicológico que los jóvenes que se encuentran en situación similar.
La pérdida de los roles conyugales, al igual que el de los profesionales, puede quebrantar su
sentido de identidad. Por su parte, Janet Askham (2000) indaga sobre la vida matrimonial en los
adultos mayores, concluyendo que el hecho de estar casados resulta beneficioso para las
personas mayores, en especial para los hombres, las personas casadas viven más, tienen más
satisfacción vital o ánimo, mejor salud mental y física; mayores recursos económicos, más apoyo
social, lo cual daría como resultado más recursos para afrontar situaciones estresantes.
El adulto mayor se enfrenta a cambios psicológicos que en su mayoría están relacionados con la
sexualidad y la aceptación de la vulnerabilidad de la vida y de la proximidad de la muerte. El
balance que realiza el anciano sobre lo que ha sido su vida influirá decisivamente en sus
expectativas. Si es concebido en términos de frustración, de metas incumplidas, etc., sentirá que
el tiempo que queda es corto para corregir o intentar algo nuevo; la vejez no será más que la
espera pasiva de la muerte. Cuando la visión es positiva y el sujeto se siente autorrealizado,
todavía quedarán cosas que hacer, descubrir y disfrutar y, ¿por qué no?, el placer sexual es una
de ellas (Erickson, 1980).
Los ancianos temen a la muerte menos que los jóvenes. Pero sí temen al dolor, la indignidad, la
despersonalización y la soledad que acompañan a la enfermedad terminal. También les preocupa
ser una carga financiera para sus familiares. Elizabeth Kübler-Ross describió una secuencia de
cinco etapas por las que pasa quien va a morir: negación, ira, negociación, depresión y
aceptación. La viudez es uno de los desafíos más severos que afrontan los ancianos. El
fallecimiento del cónyuge puede provocar depresión. Al parecer a los hombres les afecta más la
pérdida de su pareja, pero tienen mayores probabilidades de volver a casarse.
Negación de la muerte
Varios autores afirman que el mundo occidental, tecnológico y orientado a la juventud, tiene el
curioso hábito de negar y evitar la muerte al mismo tiempo que muestra una extraña preocupación
por ella —sobre todo en los medios de comunicación masiva, aunque en éstos podemos
desligarnos de ella y pocas veces pensamos que nos ocurrirá a nosotros. Creemos que los
asesinatos y los accidentes fatales sólo les suceden a los otros.
Solemos evadir el tema cuando convivimos con un moribundo. Para ejemplificar este aspecto, un
autor (Kalish, 1985) nos relata la historia de un hombre que fue invitado a una cena en casa de
un amigo. Al entrar en la sala se sorprendió al encontrar un caballo marrón sentado
tranquilamente a la mesa. Se volvió a ver las reacciones de los otros invitados y del anfitrión;
todos los rostros reflejan desconcierto y confusión. Pero nadie quería avergonzar al anfitrión
diciéndole lo que tanto los incomodaba. La cena prosiguió con largos silencios, sólo interrumpidos
de vez en cuando por una conversación inocua e intrascendente. ¿No es acaso esto, pregunta el
autor, semejante a lo que su- cede cuando alguien está muriendo y nadie quiere decírselo o
siquiera permitirle que hable de ello?
La negación es un mecanismo muy común para afrontar el estrés —simplemente nos negamos
a ver la realidad o a aceptarla—, pero puede resultar contraproducente. Afrontar de manera activa
la muerte significa tomar las precauciones realistas respecto de los peligros de la vida sin
limitarnos de manera innecesaria. Hemos de aceptar las limitaciones de la vida y nuestra
vulnerabilidad, aunque estemos rodeados por imágenes violentas e irreales. Algunos expertos
aseguran que, si nuestra cultura afrontara de modo más directo la muerte, posiblemente a
nuestros hijos les presentaríamos una imagen menos distorsionada de ella (Pattison, 1977). La
persona promedio de 21 años no ha presenciado una muerte auténtica, pero ha visto más de 13
000 en la televisión (DeSpelder y Strickland, 1983). Nos hallamos ante una imagen paradójica de
negación, ambigüedad y fascinación.
terminal, aunque lo preguntara. Se desalen- taba en los enfermos cualquier tipo de plática
relacionada con sus sentimientos acerca de la muerte.
Los fanáticos religiosos que se sacrifican por su causa (por ejemplo, en los atenta- dos suicidas)
constituyen un ejemplo extremo de esa “solución”. En cambio, posiblemente se sienta
aterrorizado ante la muerte un existencialista o un ateo, cuyo objetivo primario es la vida en sí,
aunque no siempre es el caso: es muy probable que quienes no creen en una vida futura acepten
la muerte como un estado natural, quizás hasta pacífico. En efecto, cuando no hay nada después
de esta vida tampoco puede haber estrés ni dolor; ni por qué preocuparse por la muerte.
En el caso de muchos individuos que se hallan entre ambos extremos, los investigadores señalan
que los significados personal y cultural de la muerte determinan en gran parte si la muerte
despierta temor o preocupación. En algunas investigaciones se ha descubierto que los ancianos
muestran menos ansiedad que los jóvenes (Kastenbaum, 1986), y que el temor a la muerte es
menor entre quienes persiguen una meta (Durlak, 1979). Asimismo, se ha puesto en evidencia
que, aunque algunos ancianos piensan a menudo en ella, la idea no los perturba.
Otro factor importante son las creencias religiosas: las investigaciones han revelado una y otra
vez que quienes poseen sólidas convicciones religiosas y creen con firmeza en la otra vida
sienten menos depresión y ansiedad (Alvarado y otros, 1995). Sin embargo, como señalan los
autores, lo importante es la convicción personal; tratar de atenuar la ansiedad mediante una
mayor participación religiosa y obligarse a creer “no es un remedio garantizado”.
Cuando a los jóvenes se les pregunta cómo les gustaría pasar los últimos seis meses de vida si
fueran a morir, mencionan actividades como viajar y tratar de realizar cosas que todavía no hacen.
Los ancianos tienen otras prioridades. Unas veces hablan de la contemplación o de la meditación
y de otras actividades orientadas a su interior; otras veces hablan de pasar el tiempo con su
familia y con los seres queridos (Kalish, 1987; Kalish y Reynolds, 1981). En efecto, en una serie
muy completa de entrevistas aplicadas a un grupo numeroso de longevos voluntarios, apenas 10
por ciento contestó afirmativamente a la pregunta “¿Le da miedo morir?” (Jeffers y Verwoerdt,
1977). Sin embargo, muchos participantes manifestaron que le temían a una muerte lenta y
dolorosa.
Aunque en general los ancianos mencionan bajos niveles de ansiedad ante la muerte, no todos
piensan así. Se observan notables diferencias individuales entre ellos respecto de este tipo de
ansiedad (Stillion, 1985). ¿Existe un patrón que identifique a quienes manifestarán mayor o menor
ansiedad? Es difícil con- ciliar los resultados de las investigaciones. En algunos estudios, quienes
muestran menos ansiedad son aquellos que cuentan con un buen ajuste psicológico y que
parecen haber logrado la integridad de la personalidad en términos de Erikson.
En otros estudios, los que gozan de buena salud física y mental y que consideran que controlan
su vida son los más ansiosos. La ansiedad tampoco es constante. Por ejemplo, a menudo la
gente experimenta un elevado grado de ansiedad cuando se le diagnostica una enfermedad
posiblemente mortal, pero la ansiedad va disminuyendo poco a poco al cabo de unas cuantas
semanas o después de unos meses (Belsky, 1984). La ansiedad ante la muerte parece ser sólo
Igual que en periodos anteriores del desarrollo, para encontrar el significado y el propósito de la
vida hay que reestructurar activamente los pensamientos y las creencias filosóficas, religiosas y
pragmáticas (Sherman, 1987). En 1974, cuando el autor Ernest Becker fue hospitalizado en las
últimas etapas de un cáncer ter- minal, fue entrevistado sobre lo que estaba experimentando.
Durante su vida había escrito de manera profusa sobre cómo encarar la muerte, así que sabía lo
que experimentaba en muchos niveles. Becker había atravesado por varias etapas de ajuste a la
muerte y en el momento de la entrevista había llegado a la etapa final de trascendencia. Sus
palabras reflejaron un tono religioso: “Lo que hace menos difícil la muerte es saber que [...] más
allá de lo que nos sucede aquí existen energías muy creativas del cosmos que nos utilizan para
propósitos que desconocemos” (citado en Keen, 1974). Otros adoptan una actitud por completo
diferente para aceptar su muerte; las creencias relacionadas con ella varían de modo
considerable entre las culturas y las religiones. Pero en todo caso el testimonio de Becker es un
argumento muy persuasivo que nos permite hallar nuestra respuesta personal y encarar la muerte
con dignidad y en paz.
Etapas de ajuste
Elisabeth Kübler-Ross (1969) fue una de las primeras en estudiar a fondo los temas de la muerte
y la fase terminal. Se concentró en la situación relativamente breve en que la muerte se convierte
en una posibilidad inmediata; por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica un cáncer terminal
u otra enfermedad que pronto será mortal. A través de entrevistas exhaustivas con estas
personas, identificó cinco etapas en el proceso de ajuste a la idea de la muerte: negación, ira,
negociación, depresión y, finalmente, aceptación.
Las etapas que describe Kübler-Ross no son universales, pese a que caracterizan las reacciones
comunes ante la inminencia de la muerte y, por lo mismo, nos ayudan a entender los sentimientos
de quienes están a punto de morir. No todos pasan por todas ellas y sólo unos cuantos lo hacen
en el orden señalado. Hay muchos factores que influyen en las reacciones de una persona: la
cultura, la personalidad, la religión, la filosofía personal, la duración y la naturaleza de la
enfermedad terminal. A algunos se les ve deprimidos y enojados hasta el final; otros acogen la
muerte como una liberación del dolor. Cada persona afronta la muerte a su manera y ésta no
debe encajonarse en un patrón de etapas fijo (Hudson, 1981).
Por el contrario, como observa Robert Kastenbaum (1979), hay que permitirles que sigan su
propia trayectoria. Si quieren, hay que dejarlos que hablen de sus sentimientos, sus inquietudes
y experiencias; que obtengan res- puesta a sus preguntas; que arreglen sus asuntos, que vean
a parientes y amigos, que perdonen a alguien o que le pidan perdón por pleitos o pequeñas faltas.
En opinión de Kastenbaum, estas acciones son más importantes para el individuo que
experimenta estados emocionales generales en un orden determinado. La figura 18-1 contiene
algunas recomendaciones prácticas para los cuidadores que tratan de brindar apoyo a los seres
queridos moribundos.
Los médicos y otros profesionales de la salud por lo menos son ahora más sinceros con los
pacientes en fase terminal acerca de su estado (Fixx, 1981). Se ha sugerido darles un poco de
autonomía en estos momentos finales (Birren y Birren, 1987). Por ejemplo, si pueden opinar sobre
la cantidad de analgésicos o de sedantes que reciben pensarán que aún controlan algunos
aspectos de su vida. Esto es muy importante para los que se sienten arrastrados por fuerzas
fuera de su control. De hecho, algunas investigaciones indican que casi cualquier animal —una
rata, un perro o una cucaracha— renuncia a vivir cuando parece haber perdido el control sobre
su existencia (Seligman, 1974).
En un experimento, en el cual se metió al agua a un grupo de ratas para ver por cuánto tiempo
podían nadar, algunas lo hicieron durante 60 horas y otras se sumergieron y se ahogaron al
instante. ¿A qué se debieron esas reacciones tan divergentes? A las ratas que murieron rápido
se les había restringido durante largos periodos antes de ponerlas en el agua, así adquirieron un
“desamparo aprendido” y simplemente desistieron. Las que siguieron luchando no habían sido
restringidas y, por tanto, luchaban por sobrevivir. Algo semejante ocurre cuando se interna a la
gente de manera prematura en hospitales u hospicios y siente que ya no tiene un control racional
sobre su vida. Su respuesta consiste en dejar de luchar. Por el contrario, quienes han pasado su
vida controlando el ambiente tratarán de controlar al personal del hospital. Estos pacientes suelen
vivir más tiempo, aunque tal vez no se muestren cooperativos ni sean personas de trato fácil
(Tobin. 1988).
Hemos visto que si bien son pocos los ancianos que afirman temer a la muerte (Jeffers y
Verwoerdt, 1970), muchos informan de otros temores relativos al proceso de morir. No desean
una agonía larga y dolorosa, ni quieren depender de los otros, y temen perder sus facultades y
su dignidad. Algunos hablan incluso de desear una “buena muerte” y no una agonía degradante.
La búsqueda de una buena muerte ha llevado a que se propongan varios cambios en los servicios
que ofrecemos a los moribundos. Tales modificaciones consisten en los hospicios y el derecho a
morir.
Duelo y luto
¿Y los dolientes? A menudo los miembros de la familia y los amigos cercanos deben realizar
ajustes importantes ante el fallecimiento de un ser querido comenzando con el proceso de la
muerte. Para ellos la vida debe continuar.
Unos y otros deben efectuar ajustes a corto y a largo plazos cuando muere un ser querido. Entre
los ajustes a corto plazo figuran las reacciones y emociones iniciales frente a la pérdida —el
trabajo de duelo, como se le llama a menudo, además de cosas tan prácticas como los arreglos
del funeral, los asuntos financie- ros y los trámites legales. Los ajustes a largo plazo, en especial
los relacionados con la viuda o el viudo, incluyen cambios en los patrones de vida, las rutinas, los
roles y las actividades que pueden necesitarse para llenar el vacío social dejado por la muerte,
como vimos en el capítulo anterior. Cada uno de esos ajustes exige más tiempo y participación
de lo que se había previsto. El proceso de duelo difiere de una cultura a otra, y a menudo lo
rodean costumbres y rituales también distintos. Como señalaremos, el duelo es especialmente
difícil cuando muere un niño.
El duelo
¿Es en verdad necesario el duelo? ¿Cumplen una función esencial el dolor y la angustia? ¿Qué
propósito cumple el trabajo de duelo? En la actualidad, se piensa que deben realizarse algunas
tareas psicológicas después de perder a un ser querido. El sobreviviente necesita aceptar la
realidad de la pérdida y su dolor concomitante. Además, tiene que reencauzar la energía
psicológica que invirtió antes en la relación con el finado (Wor- den, 1982).
Muchos expertos dudan en definir fases específicas del duelo, aduciendo que podría “presionar”
a la gente a adoptar en una secuencia establecida lo que en realidad son patrones muy variables
de duelo (Gallagher, 1987). Los expertos que examinan estos patrones señalan que las
reacciones iniciales son con- moción, confusión mental, negación e incredulidad. Puede haber ira
e intentos por culpar a alguien o a algo. La fase de conmoción dura varios días, a veces más
tiempo. Sobre todo cuando la muerte es repentina e imprevista, los allegados al finado participan
como autómatas en las ceremonias fúnebres y en el entierro, todavía sin creer la realidad de la
pérdida. En la segunda fase, sienten un dolor profundo y lo manifiestan con llanto u otras
expresiones de aflicción. Pueden extrañar o añorar al difunto.
Algunos manifiestan síntomas como sensación de debilidad o de vacío, lo mismo que inapetencia
y problemas de insomnio. A menudo pierden interés por las actividades normales y se ven
agobiados por recuerdos del ser querido que acaban de perder. Pueden mostrar muchos
síntomas relacionados con la depresión. Pero con el tiempo casi todos comienzan a recobrarse.
Se adaptan a las circunstancias de su nueva vida. Se desligan del ser amado, invierten tiempo y
energía en nuevas relaciones, re- construyendo una identidad distinta a la relación que los unía
al difunto. Sin embargo, esto no significa que “lo olviden” y dejen de pensar en él; más bien,
parece que el dolor asociado con los recuerdos del ser querido empieza a disminuir poco a poco.
Como ya dijimos, hay muchos patrones de duelo y éstos dependen de la personalidad, la edad,
el sexo y las tradiciones culturales, así como del tipo de relación con el difunto. Hay, además,
otros factores que facilitan el proceso de recuperación. Por ejemplo, si la muerte estuvo precedida
por una larga enfermedad o por la pérdida de funciones, en cierto modo los sobrevivientes se
preparan para el desenlace: sufren un duelo anticipado. Quizás hablen con el enfermo de los
sentimientos de pérdida, de culpa o de oportunidades desperdiciadas. Sin embargo, el duelo
anticipado no elimina el dolor después de la muerte. Tal vez ni siquiera aminore su intensidad
(Rando, 1986). No obstante, sí puede atenuar sus efectos porque pueden anticiparse planes y
ajustes, y por- que puede mejorar la forma de afrontar el duelo.
En cambio, cuando una enfermedad dura más de 18 meses, el desgaste emocional que causa
cuidar a la persona enferma tiende a superar cualquier compensación de esta índole. Más aún,
en el caso de una enfermedad prolongada, el superviviente puede convencerse de que el enfermo
terminal en realidad no va a morir, sino que ha logrado salir adelante, de ahí que cuando llega la
muerte pueda causar un impacto más fuerte que la muerte repentina (Rando, 1986).
El apoyo social también interviene en el duelo. Los modelos teóricos del estrés y del afrontamiento
consideran el valor de un sólido sistema de apoyo social para negociar con éxito las crisis de la
vida. Pero no todas las formas de apoyo social cumplen una función positiva (Bankoff, 1986;
Morgan, 1989). En un estudio realizado con viudas, 40 por ciento de sus comentarios sobre las
relaciones sociales después del duelo resultaron negativos (Morgan, 1989). El apoyo de las
personas de la misma edad, en especial de las que han sufrido la pérdida del cónyuge, parece
ser más útil que el de la familia. Los grupos de autoayuda de los viudos son de gran utilidad
(Morgan, 1989). De igual modo, a los progenitores que han perdido a un hijo les consuela
interactuar con otros cuyos hijos han fallecido (Edelstein, 1984).
Hay circunstancias en que el duelo resulta abrumador en extremo. Por ejemplo, los ancianos que
pierden a varios amigos o familiares en un lapso relativamente corto experimentarán una
sobrecarga de duelo. Esta sobrecarga afecta también a las comunidades de homosexuales y
minoritarias que son golpeadas por el SIDA. En esos casos la depresión representa un riesgo
serio durante el luto, sobre todo para los varones (Stroebe y Stroebe, 1987). Lo mismo sucede
con el abuso del alcohol y de otras sustancias, una vez más en especial para los varones. La
salud física puede verse afectada; los dolientes visitan a su médico con mayor frecuencia que
otros grupos (Mor y otros, 1986). Pero cabe la posibilidad de que las visitas se realicen para
recibir la atención de rutina que se descuidó mientras cuidaban al finado. Muchas de esas visitas
se de- ben a la depresión más que a una enfermedad física propiamente dicha (Mor y otros,
1986).
En Egipto, a los dolientes se les anima para que expresen el dolor en desahogos emocionales.
Ofrecemos una explicación detallada de la celebración tradicional del Día de Muertos en México
(véase el recuadro “Estudio de la diversidad”, página, 622).
Las ideas actuales del mundo occidental acerca del duelo hacen hincapié en una respuesta
racional para reanudar las actividades normales; en cambio, la concepción era totalmente
diferente durante el Romanticismo, en el siglo xix. Esto lo explica Stroebe en los términos
siguientes:
Dado que las relaciones estrechas reflejaban un vínculo muy profundo, la muerte de un ser
querido constituía un punto central de la definición de la vida. Vivir el duelo era una señal de la
importancia de la relación y de la profundidad del espíritu. La disolución de los vínculos con el
difunto no sólo definía las relaciones como superficiales, sino que además negaba el sentido de
profundidad y de valor personal. Avergonzaba el compromiso personal y aminoraba el sentido de
llevar una vida significativa. En contraste con la orientación del modernismo hacia la ruptura de
vínculos, en el romanticismo resultaba valioso mantener esos vínculos a pesar de “un corazón
des- trozado” (Stroebe y otros, 1993).
Stroebe y sus colegas señalaron que, a pesar de la importancia concedida por el mundo
occidental a la “ruptura de vínculos”, muchas viudas y viudos los conservan como los dolientes
de la época romántica. “Sienten” la presencia del cónyuge quizá durante años después de su
fallecimiento, y los difuntos siguen teniendo fuerte influjo psicológico en la vida del sobreviviente.
Otros teóricos (Wortman y Silver, 1989) ponen en tela de juicio las ideas contemporáneas del
duelo que se concentran en una intensa emocionalidad in- mediata. Rechazan la idea popular
que afirma que el dolor o la depresión son inevitables, que no sentir dolor es patológico, que es
importante “resolver” la pérdida, y que el doliente debe tener la esperanza de recobrarse. Por
ejemplo, citan algunos estudios en los que se demuestra que, pese a la creencia de que quienes
se deprimen tras una pérdida se adaptan de manera más eficaz que los que no se deprimen, los
que sufren o se deprimen más suelen seguir así por uno o dos años más. Identifican, además,
un duelo crónico, o la imposibilidad de recuperarse alguna vez de la pérdida, como un proceso
patológico de duelo que se observa en muchos dolientes.
Un extenso estudio longitudinal sobre la respuesta del duelo (Cleiren, 1993) se concentró en la
reacción ante la pérdida, en la salud y en el funcionamiento social de 309 miembros de familia
que eran parientes cercanos de personas que se habían suicidado, que habían fallecido en
accidentes de tránsito o tras una enfermedad prolongada. El estudio, conocido con el nombre de
Estudio del duelo de Leiden (Leiden Bereavement Study), en honor del pueblo holandés donde
se efectuó, reveló variantes en las respuestas de duelo atribuibles al significado de las relaciones
antes de la muerte, a la naturaleza de ésta, a si fue o no posible preverla y al apoyo práctico que
los dolientes recibían tras el fallecimiento.
En conclusión, las reacciones del duelo difieren mucho de una persona a otra y entre las culturas.
No existe una forma universal “correcta”, aunque las expectativas sociales influyen tan
poderosamente que dan la impresión de que la hay.
Rituales y costumbres
Las costumbres y los rituales de la muerte en Estados Unidos han cambiado mucho a lo largo de
la historia. Por ejemplo, antes un viudo o una viuda usaban ropa de color negro y durante un año
se abstenían de asistir a actividades socia- les. Esta conducta simbolizaba su dolor psicológico
supuesto y esperado. A otras personas se les asignaba la misión de ofrecerle consuelo y apoyo;
la cultura admitía un largo periodo de adaptación (Aries, 1981). En la actualidad, sucede lo
contrario en muchas de las culturas occidentales. En condiciones normales, se prevé que el
doliente reanude su vida normal en cuestión de unos cuantos días.
Los funerales y los servicios fúnebres dan la sensación de orden, decoro y continuidad. Reafirman
los valores y las creencias del individuo y de su comunidad, demostrando al mismo tiempo el
apoyo de los parientes y de los amigos. En algunas ceremonias fúnebres se reseña y se celebra
la vida del difunto en un foro público y con la participación de los presentes. Sin embargo, en
ocasiones las ceremonias públicas chocan con los valores y las experiencias de los dolientes,
dejándoles un sentido aún mayor de aislamiento. Algunas veces los rituales y las instituciones no
corresponden a la vida personal de los participantes. Con todo, nos resulta difícil pensar que la
muerte de uno de nuestros seres queridos no se acompañe de algún ritual en absoluto: los rituales
marcan el final en forma “oficial”.
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