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“Psicopedagogía y Docencia

en Educación Media
Superior y Superior.”

“PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA


EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ”

DRA. ELIA IRMA ESPINOSA MARTÍNEZ

“SEMI – ESCOLARIZADA”

“PRIMER SEMESTRE”

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 2


MAESTRÍA EN PSICOPEDAGOGÍA Y DOCENCIA EN EMS Y S.

ÍNDICE
PÁG.

I. PRESENTACIÓN…………………………………………………………………… 4
II. PLANEACIÓN Y CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES…………………..……… 9

1. SURGIMIENTO DEL CONCEPTO ADOLESCENCIA………………………………. 16


2. DESARROLLO ADOLESCENTE……………………………………………………… 31
3. ETAPAS DE LA ADOLESCENCIA Y SUS PROBLEMÁTICAS…………………….. 55
4. EDAD ADULTA TEMPRANA………………………………………………………….. 77
5. EDAD ADULTA INTERMEDIA………………………………………………………… 110
6. EDAD ADULTA TARDÍA……………………………………………………………….. 140

FUENTES DE CONSULTA…………………………………………………………….. 190

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MAESTRÍA EN PSICOPEDAGOGÍA Y DOCENCIA EN EMS Y S.

I. PRESENTACIÓN
El principal propósito de esta Antología es orientar a los estudiantes de maestría en torno al
análisis y reflexión de los contenidos temáticos de la misma. Sirviendo sólo como una guía y sin
renunciar a la necesidad que los maestrandos investiguen por cuenta propia las definiciones
conceptuales que se enmarcan en su fundamentación teórica. En base a lo anterior, el estudiante
tendrá que comprometerse a cumplir con la asistencia a la institución para recibir las asesorías
que por acuerdo de la Secretaria de Educación se tienen que tomar bajo la tutoría de un
especialista en la materia que se denominara ASESOR. (A) continuación se presenta una tabla
en donde se podrán identificar los datos generales de la asignatura, tales como el nombre,
ubicación en el mapa curricular, la clave, las horas planeas para trabajo con acompañamiento
docente y las estimadas de trabajo autónomo, el valor de créditos correspondiente, así como el
objetivo general de la asignatura:

CARRERA :

MAESTRÍA EN PSICOPEDAGOGÍA Y DOCENCIA EN EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR

1.- ASIGNATURA :

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ

2.- CICLO 3.- CLAVE 4.-SERIACIÓN

PRIMERO MEPEMS102 ---------------------------------------------------

5.-

H.T.D H.T.I. T.H.C. CRÉDITOS 6.-INSTALACIONES

50 46 96 6 A

7.- OBJETIVO (S) GENERAL (ES) DE LA ASIGNATURA

RECONOCER Y VALORAR LAS DIVERSAS CARACTERÍSTICAS SOCIALES, AFECTIVAS, COGNITIVAS Y


MOTORAS EN LAS ETAPAS DE DESARROLLO DEL ADOLESCENTE Y EL ADULTO, PARA QUE EL
ESTUDIANTE DURANTE SU TRABAJO POSEA EL NIVEL DE HABILITACIÓN QUE LE PERMITA DETECTAR
ALTERACIONES DE DESARROLLO Y SEA CAPAZ DE INTERVENIR EN CONFORMIDAD CON LA EDAD DE
LOS ALUMNOS.

Vínculos con los objetivos generales del curriculum

El diseño del programa tiene como principal premisa que el alumno adquiera la información
necesaria hacia un conocimiento claro sobre el reconocimiento de las barreras culturales para
ser

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tomadas como base en los procesos de innovación y creatividad a fin de conservar y crear en el
ser humano habilidades que le permitan integrarse y desarrollarse en cualquier ambiente.
Se trabajará enfatizando la comprensión y relación entre los conceptos a fin de conformar nodos
interpretativos potentes, que permitan avanzar en la búsqueda de patrones durante el curso, se
evitará caer en la tentación de presentar muchos contenidos en los que no se podría profundizar
adecuadamente comprendiendo su complejidad temática y cultural.

Presentación de videos, análisis y relaciones hacia el diseño y la gestión, como en este sistema
el estudiante tiene la libertad de organizar sus estudios fuera de la Institución, en los tiempos y
lugares que más le convengan, se vuelve necesario un material que le ayude a lograr los objetivos
de aprendizaje y que le facilite el acceso a los materiales didácticos (libros, publicaciones,
audiovisuales, etcétera) que requiere para su formación académica. Es por ello que la
Universidad Contemporánea de las Américas diseñó la presente Antología con el objeto de
apoyar el proceso de enseñanza-aprendizaje en la presente Maestría. El orden de
presentación, así como los textos seleccionados se basan en el Programa Académico que la
UNICLA imparte en el primer semestre.

Es elemental señalar que para el logro de estos objetivos, la labor del Asesor es crucial, porque
en gran parte depende de él la motivación y la actitud adoptadas por el alumno hacia la materia.
En este sentido, la antología debe ser considerada tan solo como una herramienta de apoyo para
el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que es recomendable que el Asesor guíe al alumno
para optimizar su utilización.

Para la formación de la presente antología, se conservan valiosas aportaciones para el estudio


de Psicología del desarrollo y la socialización, Los artículos incluidos expresan los puntos de vista
de cada autor. Con base a la libertad de expresión se respetan las diversas opiniones,
considerando que los Asesores retomarán haciendo uso de su libertad de cátedra sin perder de
vista los Vínculos con los Objetivos Generales del Curriculum.

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Filosofía universitaria UNICLA


La Universidad Contemporánea de las Américas es una institución que prepara a sus estudiantes
para vivir en un mundo globalizado. En este sentido, se educa hacia la apertura, la
responsabilidad y el respeto; de igual manera se fomenta el dominio del idioma español y el logro
de un nivel alto de inglés. Para la UNICLA es indispensable promover y fomentar el
conocimiento de la cultura mexicana en sus estudiantes y también brindarles la oportunidad de
conocer y relacionarse con otras culturas, inculcándoles criterios de tolerancia universal, un
espíritu y vocación de paz y solidaridad internacional.

La UNICLA contribuye al desarrollo de sus estudiantes, proporcionando opciones de formación


acordes con sus capacidades e intereses. En este sentido se busca transmitir los conocimientos,
fomentar habilidades y desarrollar en los alumnos la capacidad de elaborar juicios propios,
además de propiciar el desarrollo de su personalidad profesional. Considera a la formación
escolar un medio fundamental para promover el desarrollo integral de los individuos, su
aportación al ambiente familiar, escolar y social, así como el fortalecimiento de actitudes y valores
adecuados para la conservación y el mejoramiento de su salud física y mental.

Parte de la tarea educativa de la UNICLA consta en inculcar en los alumnos el sentido de la


responsabilidad compartida, principalmente para que puedan colaborar (cada uno conforme a su
edad) en la realización de las clases y en la vida escolar. La formación y educación de la gente
UNICLA es tarea conjunta de padres y escuela. Ello implica, en primer lugar, que ambos
mantengan una estrecha comunicación y se pongan en contacto a tiempo cuando se trata de
prevenir dificultades que tiendan a afectar el desarrollo escolar de nuestros estudiantes.

La UNICLA cuenta con formadores profesionistas acordes al perfil de cada disciplina y materia,
colaboradores de apoyo académico y personal administrativo, conscientes del compromiso con
la educación y servicios integrales que una institución de calidad debe tener. Para la Universidad
Contemporánea de las Américas, la calidad es uno de los principales aspectos a cuidar en el
desarrollo de los procesos que se lleven a cabo dentro de la Institución, siendo el proceso
Enseñanza-Aprendizaje el que tenga mayor ponderación, ya que de éste dependerá la calidad
de los egresados.

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Misión.
Formar estudiantes de posgrado con calidad académica, competente, creativa y emprendedora,
líderes y autodidactas en sus diferentes áreas de profesionalización que sean capaces de
comprender el entorno nacional e internacional, con un espíritu solidario y de amor a la
humanidad.

Visión.
Ser la mejor opción educativa en el Estado, en el país y, por qué no, fuera del mismo, innovando
de acuerdo a los avances científicos y tecnológicos para usarlos como herramienta indispensable
en el proceso de enseñanza-aprendizaje del maestrante.

Valores.
La Universidad Contemporánea de las Américas educa en un entorno solidario hacia la
comunidad, sin distinción social, religiosa y política. Siempre basándose en las leyes de
convivencia universal como: El respeto, la tolerancia, la disciplina y la libertad, sin perder de vista
la importancia de la ética profesional.

Esta Antología, fue preparada con la intención de favorecer la adquisición de métodos de estudio
que contribuyan a mejorar el aprovechamiento y rendimiento académico del estudiante de
posgrado, por lo tanto, es importante saber utilizarla porque será determinante para realmente
pueda influir positivamente en la formación académica, es por ello que se describirá a grandes
rasgos su estructura y conformación. A continuación, dará una breve explicación del contenido
de este material:

1. Programa de estudios de la asignatura.


En el programa de estudios de la asignatura se podrá identificar en un esquema los temas que
se analizarán y desarrollarán durante el transcurso del semestre, así como el objetivo general del
programa de estudios y los objetivos de cada temática, al igual que la vinculación y relación
directa o transversal que tiene esta asignatura con el propósito general del mapa curricular de la
Maestría en Psicopedagogía y Docencia en Educación Media Superior y Superior, vigente para
tu generación.

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2. Planeación por Unidad o Tema.


En primera instancia se encuentra el objetivo particular de la unidad, el cual marca lo que se
pretende lograr durante el desarrollo de la temática, haciendo referencia al resultado esperado
del proceso de aprendizaje que se experimentará durante el primer semestre.

Después las actividades de aprendizaje, estas, son las acciones que se realizan por cuenta propia
ya sea de forma individual o en equipo (según se solicite) al recibir la asesoría del tema
correspondiente y desarrollar mediante ellas el proceso de aprendizaje, durante el
desenvolvimiento en dichas actividades, el asesor podrá valorar el desempeño y logro de
aprendizajes esperados, así como la comprensión de lo temas.

Estas fueron planeadas de forma sistematizada, ordenada y coherente con el propósito de facilitar
el proceso de aprendizaje y favorecerlo, para lograr resultados significativos que se reflejen en el
marco referencial de los conocimientos del estudiante y así adquirir métodos de estudio que
permitan aprovechar al máximo las investigaciones, lecturas o trabajos realizados en ésta y otras
asignaturas.

3. Evaluación
Este es un proceso de gran importancia durante la formación académica debido a que valora
diversas situaciones del aprendizaje para identificar en cuales se debe mejorar, tales como: el
compromiso, la colaboración, los aprendizajes, los saberes y de igual forma el desempeño del
estudiante durante el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje, ésta se realizará
considerado elementos cualitativos que al final serán convertidos por el asesor en resultados
cuantitativos, promediando lo anterior con las exposiciones y el portafolio de evidencias, y así
poder asentar la evaluación alcanzada por el doctorando, la cual deberá ser presentada a los
estudiantes en la última sesión, a fin de realizar las aclaraciones pertinentes o atender las
inconformidades que pudiesen surgir.

4. Temario
En la presente antología también se encontrará el material básico que contiene los temas a
desarrollar en cada una de las unidades, el cual es esencial para contestar las actividades de

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aprendizaje, sin embargo, el contar con algunas lecturas no debe ser limitante, ni pretexto para
no indagar en otras fuentes de consulta, ya sean libros, artículos o páginas WEB con soporte
académico, que puedan complementar el aprendizaje. Para cualquier duda sobre este material
se puede acudir con el asesor o director de carrera quienes con mucho gusto atenderán las
inquietudes. Es tiempo de emprender la experiencia de la formación profesional, el resultado de
la misma depende del compromiso, empeño y disponibilidad que pongas en todas las sesiones
de asesoría del cuatrimestre, las satisfacciones y el éxito depende de ti.

¡Enhorabuena y bienvenido(a)!

II. PLANEACIÓN Y CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES

ESTRATEGIA DIDÁCTICA

Se presenta al maestrando la metodología con que se ha de llevar a cabo el desarrollo del


trabajo durante el módulo. Apoyándose en el método colaborativo y buscando un aprendizaje
por cooperación, se implementarán la siguiente estrategia didáctica.

► Las sesiones serán sistematizadas de modo tal que al inicio se desarrolle una actividad de
inducción al tema, El responsable será el asesor.
► El desarrollo de los contenidos temáticos serán abordados en exposición por el asesor, con
la característica de que en cada exposición deberán preferentemente de utilizar técnicas y
dinámicas grupales sustentadas en el método colaborativo (conversatorios, lluvias de ideas,
mesas redondas, observación participante, discusión grupal dirigida, debates cronometrados,
registro analítico de fundamentaciones, exposición comparativa, etc.). Los responsables serán
el grupo con apoyo del asesor.
► Los participantes deberán generar el aprendizaje por cooperación y como resultado de cada
exposición se elaborarán productos individuales digitalizados, como resultado académico
(cuadros sinópticos, cuadros comparativos, resúmenes, análisis crítico de lecturas, ensayos,
mapas conceptuales, etc,). Cada equipo deberá compartir sus productos a través de la plataforma
de Classroom, (para el portafolio grupal que armará el asesor).

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► Cada equipo deberá subir sus productos a la plataforma, pero cada maestrando deberá
integrarlos a su portafolio de evidencias (portafolio individual)
► Así mismo, antes de retirarse de la sesión, se llevará a cabo la evaluación cuantitativa y
cualitativa para la retroalimentación grupal.

Estrategia de Trabajo.- Para el desarrollo de los contenidos que integran el módulo se


considerará las siguientes orientaciones generales:

Actividades de Introducción:
 Rescatar conocimientos previos respecto a la temática.
 Utilizar alguna dinámica que introduzca al tema.
Desarrollo:
 Analizar los distintos aportes teóricos apoyándose en estrategias didácticas.
 A partir de exposiciones individuales, generar procesos colaborativos de enseñanza-
aprendizaje.
Cierre:
 Vincular la información teórica con algún tema que sea de su interés para realizar una
investigación.

Los maestrandos deberán investigar previamente los contenidos que tiene el módulo y que serán
abordados en cada una de las sesiones.

Se organizarán los productos que se vayan obteniendo de las exposiciones para integrar el
portafolio (Presentaciones, evidencias de aprendizaje, material de apoyo y consulta). Se entrega
de manera digital al finalizar el módulo.

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EVALUACIÓN
La evaluación será en los sentidos cuantitativo y cualitativo, mencionando que en cada sesión se
realizará una evaluación cuantitativa y al final se sacará el promedio para obtener la
calificación final del módulo, a continuación, se presentan los siguientes criterios, rasgos y valores
a considerar:
NOMBRE DE LA ASIGNATURA
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CICLO CLAVE DE LA ASIGNATURA
PRIMER SEMESTRE MEPEMS102
OBJETIVO(S) GENERAL(ES) DE LA ASIGNATURA
 RECONOCER Y VALORAR LAS DIVERSAS CARACTERÍSTICAS SOCIALES, AFECTIVAS, COGNITIVAS Y
MOTORAS EN LAS ETAPAS DE DESARROLLO DEL ADOLESCENTE Y EL ADULTO, PARA QUE EL
ESTUDIANTE DURANTE SU TRABAJO POSEA EL NIVEL DE HABILITACIÓN QUE LE PERMITA
DETECTAR ALTERACIONES DE DESARROLLO Y SEA CAPAZ DE INTERVENIR EN CONFORMIDAD
CON LA EDAD DE LOS ALUMNOS.
TEMAS Y SUBTEMAS

1. Surgimiento del concepto Adolescencia


1.1. Surgimiento del estudio de la adolescencia.
1.2. Adolescencia como concepto psicosocial.
1.3. Conceptualizaciones de adolescencia.
2. Desarrollo Adolescente
2.1. Pubertad
2.2. Desarrollo cognitivo
2.3. Desarrollo social
2.4. Desarrollo psicológico
3. Etapa de la adolescencia y sus problemáticas
3.1. Pre adolescencia
3.2. Adolescencia temprana
3.3. Adolescencia media
3.4. Adolescencia tardía
3.5. El logro de la identidad
3.6. Adicciones
3.7. Imagen corporal
4. Edad adulta temprana
4.1. Salud y condición física.
4.2. Temas sexuales y reproductivos.
4.3. Perspectivas sobre la cognición adulta.
4.4. Desarrollo moral.
4.5. Educación y trabajo.
4.6. Desarrollo de la personalidad.
4.7. Bases de las relaciones íntimas.

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5. Edad adulta intermedia
5.1. Cambios físicos.
5.2. Salud.
5.3. Estados emocionales.
5.4. Educación y trabajo.
5.5. Desarrollo de la personalidad.
5.6. Creatividad e inteligencia.
6. Edad adulta tardía.
6.1. Longevidad y envejecimiento.
6.2. Cambios orgánicos y sistémicos.
6.3. Salud física y mental.
6.4. Estilos de vida y aspectos sociales relacionados con la vejez.
6.5. Envejecimiento.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE.
Esta asignatura se llevará a cabo como seminario, mismo que tiene como eje de organización a los objetivos y al documento-
base; sin embargo, es importante subrayar que la experiencia del asesor y de los participantes es de gran relevancia, pues
ayuda a enriquecer el contenido temático y frecuentemente contribuye a la reorientación de las actividades académicas.

La asignatura será dirigida con base en la participación de sus integrantes; participación que habrá de sustentarse en
reportes de lectura previamente elaboradas por ellos. El abordaje y desarrollo de cada tema será precedido de una breve
intervención del responsable de la asignatura, con el propósito de delinear el encuadre de las discusiones, a partir de un
conjunto de preguntas-guía.

De acuerdo con los principios de la participación activa, se definirán tareas de grupo orientadas a la participación y al
desarrollo de exposiciones temáticas a través de sus documentos de síntesis, mismos que serán reproducidos y entregados
con anticipación a todos los participantes del grupo, a fin de que preparen las observaciones pertinentes para la discusión y el
comentario. Como parte del principio de disciplina profesional, es necesario tener siempre el cuidado de no dispersar las
reflexiones y la discusión hacia aspectos ajenos o colaterales al propósito de cada sesión de trabajo; de tal forma que los
tiempos definidos sean respetados por todos.
CRITERIOS Y PROCEDIMIENTOS DE EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN
La evaluación tendrá las siguientes características:
 Cualitativa (mediante juicios de valor, críticas, reflexiones, sugerencias, recomendaciones sobre el trabajo realizado),
 Cuantitativa (mediante indicadores y categorías que manifiesten los aprendizajes con números o letras y que
proporcionen la calificación administrativa de procesos y productos).

Ambas evaluaciones serán producto de la participación activa (la institucional del asesor, la autoevaluación y la evaluación
del equipo o del grupo), Continua (a través de todo el proceso), Sistemática (científica y registrable) y Sumativa (global que
promedie todas las evaluaciones parciales).

Para el caso de la presente asignatura, será necesario realizar algunos productos a partir de la reflexión como:
 Respuesta a cuestionamientos como: ¿Qué aprendí hoy? ¿Qué sé?, ¿Qué quiero saber?, ¿Qué aprenderé?
 Reporte de lectura como: Resúmenes, paráfrasis
 Organizadores de la Información como: Cuadros comparativos, Cuadros sinópticos…
 Construcción de Organizadores Gráficos como: Mapas conceptuales, mapas mentales…
 Textos argumentativos como: artículos de opinión, ensayos…

 Asistencia al seminario ………………………………………………………… 10%


 Evidencias de proceso …………….………………………………………… 50%
 Trabajo final ……………………………………………………………………… 30%
 Autoevaluacióny coevaluación justificando los criterios……………………………. 10%

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SESIÓN
SÁBADO 09 DE NOVIEMBRE
DEL 2019
CONTENIDO TEMÁTICO RESPONSABLES OBJETIVOS TIEMPO
Dar a conocer la
propuesta
PRESENTACIÓN E INTRODUCCIÓN. ASESORA metodológica para 40 MIN.
el desarrollo de la
sesión.
TEMA 1: SURGIMIENTO DEL
CONCEPTO ADOLESCENCIA.
Analizar la
1.1 Surgimiento del estudio de la
interdisciplinariedad
adolescencia. MAESTRANDOS 50 MIN.
en torno del
1.2 Adolescencia como concepto
concepto del niño,
psicosocial.
adolescente y
1.3 Conceptualizaciones de
adulto.
adolescencia.
TEMA 2: DESARROLLO
ADOLESCENTE. Explicar las
2.1 Pubertad. ASESORA dimensiones del 40 MIN.
2.2 Desarrollo cognitivo. desarrollo
2.3 Desarrollo social. adolescente.
2.4 Desarrollo psicológico.
TEMA 3: ETAPAS DE LA
ADOLESCENCIA Y SUS
PROBLEMÁTICAS.
3.1 Pre adolescencia. Explicar las diversas
3.2 Adolescencia temprana. etapas de la
3.3 Adolescencia media. ASESORA adolescencia y las 40 MIN.
3.4 Adolescencia tardía. problemáticas
3.5 Pos adolescencia. específicas que
3.6 El logro de la identidad. cada una presenta.
3.7 Adicciones.
3.8 Violencia.
3.9 Imagen corporal.
TEMA 4: EDAD ADULTA TEMPRANA
4.1 Salud y condición física.
4.2 Temas sexuales y reproductivos. El maestrando
4.3 Perspectivas sobre la cognición explicará la
Adulta. importancia de la
4.4 Desarrollo moral. MAESTRANDOS vida adulta en el 50 MIN.
4.5 Educación y trabajo. proceso del
4.6 Desarrollo de la personalidad. desarrollo humano.
4.7 Bases de las relaciones íntimas.
4.8 Estilos de vida no matrimonial y
Matrimonial.
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TEMA 5. EDAD ADULTA


INTERMEDIA
El maestrando
5.1. Cambios físicos.
valorará el proceso
5.2. Salud.
de vida en la edad
5.3. Estados emocionales. MAESTRANDOS 50 MIN.
adulta de acuerdo a
5.4. Capacidades cognoscitivas en la
las características
edad madura.
en el momento
5.5. Creatividad e inteligencia.
actual de su propia
5.6. Trabajo y educación.
vida.
5.7. Cambios en las relaciones en la
madurez.
TEMA 6. EDAD ADULTA TARDÍA
6.1. Longevidad y envejecimiento. El maestrando
6.2. Cambios orgánicos y sistémicos. reconocerá los
6.3. Salud física y mental. rasgos
6.4. Inteligencia y habilidades de MAESTRANDOS característicos de la
procesamiento. edad adulta tardía 50 MIN.
6.5. Estilos de vida y aspectos sociales así como valorará
relacionados con el envejecimiento. su vivencia plena y
6.6. Perspectivas de diferentes culturas prevención
frente al envejecimiento. saludable.
6.7. Envejecimiento.
Generar
conclusiones del
contenido temático
CIERRE DE LA SESIÓN Y
ASESORA expuesto y 30 MIN.
ORGANIZACIÓN DE LA ENTREGA DE
organizar la entrega
PRODUCTOS
de productos para la
evaluación de la
asignatura.

ELABORÓ

DRA. ELIA IRMA ESPINOSA MARTÍNEZ

QUERÉTARO, QRO. NOVIEMBRE 2019

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 15


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1. SURGIMIENTO DEL CONCEPTO ADOLESCENCIA.

1.1 Surgimiento del estudio de la adolescencia.


La adolescencia y la juventud han sido definidas tradicionalmente como edades de tránsito entre
la niñez y la adultez. La adolescencia, en particular, ha sido llamada período de la “pubertad”,
término en castellano que aparece en el siglo XVIII, proveniente de la palabra en latín “pubertas”
y que se refiere a la edad en que aparece el vello viril o púbico. Con esta denominación se enfatiza
lo que distingue a la adolescencia, como etapa del ciclo vital, en lo referido a la presencia de un
conjunto de cambios biológicos que preparan al sujeto para la procreación. Sin embargo, en la
actualidad, existe consenso en cuanto a considerar la adolescencia y la juventud como momentos
claves en el proceso de socialización del individuo.

En el transcurso de estos períodos, el sujeto se prepara para cumplir determinados roles sociales
propios de la vida adulta, tanto en lo referido a la esfera profesional como en la de sus relaciones
con otras personas de la familia, con la pareja y los amigos. Además, adolescentes y jóvenes
deberán regular su comportamiento, de forma tal, que alcancen una competencia adecuada ante
las exigencias presentes en la sociedad en que se desenvuelven.

Aunque casi la totalidad de los autores, independientemente de la concepción teórica que


asumen, consideran que la determinación de estas etapas no responde, como criterio principal
para su delimitación, a la edad cronológica, la mayoría de los estudiosos de estas edades
proponen determinados límites etáreos para las mismas. Así, por ejemplo, mientras para L.I.
Bozhovich la adolescencia, que la autora denomina Edad Escolar Media, transcurre de 11-12
años a 13-14 y la juventud o Edad Escolar Superior de los 14 a los 18 años, para I.S. Kon, la
adolescencia se enmarca de 11-12 a 14-15 años y la juventud de 14-15 a 23- 25 años.

Por su parte, H. L. Bee y S. K. Mitchell establecen como límites de la adolescencia el período


comprendido entre 12 y 18 años y la juventud de 18 a 22 años o más, en función del logro de la
independencia y la culminación de los estudios. Como se observa, los inicios de la adolescencia
se conciben, en líneas generales, entre los 11-12 años, pero su culminación que marca el inicio

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 16


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de la juventud, para algunos se sitúa en los 14-15 años y para otros en los 17-18 años. En este
sentido, quizás la solución consista en reconocer, como lo hace I. S. Kon, la existencia de una
juventud temprana de 14-15 a 17-18 años y de una juventud tardía de 17-18 a 25 años,
aproximadamente. Sin negar el valor de las anteriores consideraciones, creemos importante
enfatizar que, a nuestro juicio, la adolescencia y la juventud constituyen ante todo “edades
psicológicas”, ya que partimos de considerar el desarrollo como un proceso que no ocurre de
manera automática ni determinado fatalmente por la maduración del organismo, sino que tiene
ante todo una determinación histórico social, al decir de L.S. Vigotsky, creador del enfoque
histórico-cultural sobre el desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Sin embargo, como
veremos a continuación existen en la Psicología del Desarrollo distintos enfoques.

Las regularidades del desarrollo psíquico y de la personalidad que caracterizan a estas edades
han sido explicadas de diversos modos, atendiendo a la concepción teórica asumida por autores
pertenecientes a diferentes escuelas y corrientes en la Psicología. Esta caracterización se vincula
a cuestiones claves para la Psicología del Desarrollo como son el problema de la definición de
los factores considerados como determinantes del desarrollo psíquico y la periodización que se
deriva de la concepción asumida ante este problema. Estas variadas concepciones sobre la
adolescencia y la juventud comienzan a surgir a finales del siglo XIX, cuando estas etapas se
convierten en temas de interés para la ciencia psicológica. En este momento se produce un auge
en el desarrollo de las Ciencias Sociales, en base a los métodos de las Ciencias Naturales y una
prolongación del sistema de enseñanza, de acuerdo a los nuevos requerimientos impuestos por
los crecientes avances científico-técnicos, a la preparación profesional de los individuos.

Estas concepciones aportan un conjunto de conocimientos, acerca de las edades mencionadas,


que conservan buena parte de su valor hasta nuestros días, pero padecen de la interpretación
dicotómica que ha caracterizado las principales elaboraciones a nuestra ciencia en toda la historia
de su desarrollo. De esta manera, unas enfatizan el papel de los factores biológicos en la
determinación de las principales regularidades que distinguen estos períodos, otras apuestan por
los condicionantes sociales como aquellos que resultan decisivos al actuar de forma lineal sobre
el proceso de desarrollo, mientras los autores pertenecientes a la llamada “tercera fuerza”
destacan el rol de lo psicológico como principal determinante.

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 17


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I. S. Kon señala la existencia de tres posibles enfoques en los que quedan contenidas las
principales tendencias en la caracterización de estas etapas, con independencia de que dentro
de ellos podamos encontrar innumerables variantes. Estos enfoques son el biogenético, el
sociogenético y el psicogenético. Analicemos sus aspectos distintivos, a partir de las
consideraciones de algunos de sus más destacados representantes. El enfoque biogenético aúna
aquellas teorías (Stanley Hall, Sigmund Freud, E. Kretschmer y E. Haensch, entre otros) que
consideran la maduración de los procesos biológicos como base del análisis de los restantes
procesos del desarrollo.

Estos últimos, se conciben como derivados o en estrecha relación con los primeros. Para Freud
la adolescencia se corresponde con la etapa genital, que se extiende de los 12 a los 15 años
aproximadamente, período en que tras una etapa de latencia en la edad escolar, durante la cual
la sexualidad dejó de ejercer sus presiones momentáneamente, se renueva la lucha entre el ello
y el yo, ya que los cambios biológicos, reducidos en este caso fundamentalmente a la maduración
sexual, vuelven a poner en el centro de atención del individuo su sexualidad. La periodización del
desarrollo propuesta por este autor culmina en esta etapa, por lo que no se caracteriza la
juventud. Para los psicoanalistas la adolescencia es un momento de “sturm und drang”; es decir
de “ímpetu y borrasca”, cuya causa primordial es el conflicto sexual (Blum, citado por R. E.
Grinder).

De esta causa se derivan características tales como: sentimientos de aislamiento, ansiedad y


confusión, unidas a una intensa exploración personal, que conduce paulatinamente a la definición
del sí mismo y al logro de la identidad; también la inconsistencia en la actuación, pues unas veces
luchan contra sus instintos, otras los aceptan; aman y aborrecen en la misma medida a sus
padres; se rebelan y se someten; tratan de imitar y a la vez, quieren ser independientes.

Según Freud (citado por R. E. Grinder), el adolescente es más idealista, generoso, amante del
arte y altruista que lo que será jamás en lo adelante, pero a la vez es egocéntrico y calculador.
Por su parte, los representantes del enfoque sociogenético caracterizan estas etapas en función
de las regularidades que adopta el proceso de socialización del individuo, estrechamente
vinculado a las tareas que le plantea la sociedad a cada momento del desarrollo humano.

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Este enfoque se encuentra muy vinculado al desarrollo de la psicología social norteamericana.


Para Kurt Lewin, importante psicólogo alemán, que pasó los últimos años de su vida en Estados
Unidos, la adolescencia está determinada por el carácter marginal o posición intermedia que
ocupa el sujeto en relación con quienes le rodean. Ya no pertenece al mundo infantil, pero
tampoco ha alcanzado el estatus de adulto. Esta situación genera contradicciones y conductas
extremas: el adolescente por momentos es tímido, otras agresivo, tiende a emitir juicios absolutos
y todas estas conductas son, en primer término, consecuencia de su marcada inseguridad.

Lewin al igual que Freud no estableció diferencias entre adolescencia y juventud como etapas
del desarrollo de la personalidad, cada una de las cuales posee sus regularidades específicas.
Valoró la contribución de lo social en tanto entorno inmediato que rodea al sujeto, sin tener en
cuenta otras determinantes más generales de las peculiaridades propias de esta etapa, como
son el origen social, la situación económica y la época histórica, por sólo mencionar algunas. Otro
autor, que en nuestra opinión puede enmarcarse en el enfoque sociogenético, es el
norteamericano Robert E. Grinder. En su libro titulado “Adolescencia” (1990) parte del concepto
de socialización, entendido como ajuste que emprenden los individuos en sus interrelaciones
personales para distinguirse unos de otros y adaptarse a la estructura social.

La socialización para este autor es efectiva cuando el sujeto asimila las expectativas sociales,
desarrolla de forma habilidosa comportamientos apropiados al rol y hace un uso eficiente de los
recursos del sistema social, a fin de lograr las metas propuestas. Para Grinder en estas etapas
el sujeto desarrolla estilos de vida y a través del aprendizaje de roles adquiere las aptitudes
necesarias para su futura vida adulta. Este proceso resulta posible por el creciente número de
relaciones interpersonales que establecen los adolescentes y jóvenes, dentro de un ambiente
cada vez más amplio, con personas de determinada significación.

Al valorar los enfoques biogenético y sociogenético coincidimos con I.S. Kon cuando expresa que
a ambos les es común el concebir que las fuentes y fuerzas motrices del desarrollo tienen un
carácter extrapsíquico, haciéndose énfasis, en el primer caso, en los procesos biológicos y en el
segundo, en los sociales. Por último, el enfoque psicogenético sin negar la importancia de lo
biológico y lo social, sitúa el centro de atención en las funciones y procesos psíquicos que

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caracterizan una etapa determinada, destacándose en el caso de algunos autores el desarrollo


afectivo (teorías psicodinámicas), en otros el desarrollo cognitivo (teorías cognitivistas) o en
opinión de los terceros, el desarrollo de la personalidad como proceso de autorrealización que
emana de la propia esencia humana (teorías personológicas).

Un importante representante dentro de las teorías psicodinámicas lo constituye Erik Erikson.


Nacido en Dinamarca, su infancia transcurrió en Alemania y su juventud en Austria. Después de
terminar sus estudios con Anna Freud viaja a Estados Unidos, donde desarrolla sus trabajos.
Discípulo de Freud e influido por la teoría de Heinz Hartmann, clásico de las indagaciones
psicoanalíticas sobre juventud e identidad, propuso un sistema de periodización del desarrollo
conformado por 8 estadios, de los cuales el 5to y el 6to corresponden a las etapas de la
adolescencia y la juventud. Erikson posee, al decir de Andrés Corzo, quien escribe la nota
introductoria a su libro “Sociedad y adolescencia”, publicado por primera vez en español en 1972
y en opinión del propio autor, una concepción “epigénica” del desarrollo psíquico, ya que de
acuerdo a su punto de vista el desarrollo psicológico se produce con una secuencia y
vulnerabilidad predeterminadas y se ve contrapunteado por la influencia ejercida por la realidad
social sobre el individuo.

En cada uno de los estadios o etapas por los que transcurre el desarrollo de la personalidad, el
“yo” debe resolver tareas específicas con repercusiones psicológicas universales. Además, en el
transcurso de cada estadio se presenta un momento crítico que conduce al sujeto a la necesidad
de enfrentarse y resolver una polaridad determinada. En este sentido, para Erikson el término de
“crisis” es entendido como una regularidad que favorece el desarrollo personal y no como conflicto
desorganizador, siempre y cuando la polaridad del “yo” se resuelva adecuadamente. En la
adolescencia la polaridad típica es “identidad vs confusión del yo” y en la juventud “intimidad vs
aislamiento”. Lo anterior significa que, en la adolescencia, la solución favorable de la polaridad
conduce al surgimiento de la identidad personal a través de un proceso de “moratoria de roles”,
ya que el adolescente asume distintos roles, como si los sometiera a prueba, sin que aún los
desempeñe definitivamente.

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Cuando no se logra una solución efectiva de la polaridad se produce una “confusión del yo”,
proceso que resta posibilidades de autodeterminación al sujeto y que debe, alerta Erikson,
diferenciarse de la “difusión del yo”, que significa el logro de la consolidación de la identidad y la
ampliación del esquema autovalorativo. La juventud se caracteriza según Erikson por la
posibilidad de establecer intimidad psicológica y sexual con los otros. De no lograrse este
resultado, la otra alternativa es el sentimiento de aislamiento y soledad.

Estas interesantes elaboraciones, que tienen el mérito de llamar la atención hacia el mundo
interno del sujeto y hacia el desarrollo afectivo, a veces tan subvalorado en la literatura
psicológica, presentan en mi opinión, como principales limitaciones, el concebir estas
regularidades como universales, invariables e independientes del contexto social donde se
desarrolla el individuo. Otro autor que merece ser destacado cuando se analiza el desarrollo
psíquico es Jean Piaget, prestigioso psicólogo suizo de habla francesa, considerado el más
importante representante del enfoque cognitivista en la caracterización del desarrollo infantil. Sus
trabajos acerca del desarrollo intelectual en el niño ocupan aún, a nivel mundial, un lugar cimero,
contando con numerosos continuadores en Europa y América Latina.

Piaget establece tres etapas del desarrollo intelectual: el estadio de la inteligencia sensorio motriz
de 0 a 2 años, el de la inteligencia operatorio concreta, que abarca de 2 a 11 ó 12 años y que se
subdivide en dos importantes subestadios, de 2 a 7 años el denominado subestadio del
pensamiento preoperatorio y de 7 a 11 ó 12 años el subestadio del pensamiento operatorio, aún
concreto.

Este carácter operatorio del pensamiento se alcanza, según Piaget, alrededor de los 7 años, con
la aparición de la noción de conservación de sustancia, como acción mental interiorizada y
reversible, aun cuando no se haya logrado la coordinación de los distintos tipos de reversibilidad
en el pensamiento. Por último, encontramos el estadio de la inteligencia operatorio formal, que
abarca de 11 ó 12 a 14 ó 15 años, momento en el que el surgimiento de la estructura lógica
denominada grupo INRC, marca la posibilidad de operar en el plano mental y coordinar a este
nivel los distintos tipos de reversibilidades.

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El nivel superior de desarrollo intelectual, según el autor surge en la adolescencia y se consolida


en la juventud. A partir de los 11 ó 12 años comienzan a producirse importantes transformaciones
en los procesos intelectuales y aparece el pensamiento operatorio formal, de carácter hipotético
deductivo, que se refleja en el interés del adolescente y del joven por las teorías generales y la
elaboración de juicios sobre la política, la filosofía y el sentido de la vida. Por su parte L. Kohlberg,
seguidor de Piaget, distinguió tres etapas del desarrollo moral desde una posición intelectualista,
ya que a juicio de este autor, el tránsito de un nivel de desarrollo de los juicios morales a otro,
depende del desarrollo intelectual alcanzado por el sujeto.

Siguiendo esa orientación afirma la existencia, en las edades tempranas, de un nivel “premoral”
donde las normas y juicios morales aún son algo externo, incomprensible o difícil de
conceptualizar por parte del niño. Posteriormente, y gracias a la aparición de la inteligencia
operatorio concreta, surge el nivel de la “moral convencional”, donde el juicio moral se vincula
con la búsqueda de la aprobación o evitación de la desaprobación y el castigo. Este nivel de
regulación moral es típico, en opinión de Kohlberg, de la adolescencia, mientras el nivel superior,
llamado el de los “principios autoaceptados” aparece en la juventud, período del desarrollo donde
gracias a la consolidación del pensamiento operatorio formal, surgido a finales de la adolescencia,
se logra la autodeterminación moral.

Estas teorías cognitivistas, aunque nos indican algunas características del desarrollo intelectual
en la adolescencia y la juventud o de otros procesos que se derivan de ellas, como es el caso de
la teoría Kohlberg en torno a los juicios morales, presentan, como principal limitación, al igual que
lo señalado anteriormente para la teoría psicodinámica de Erikson, el describir estos estadios o
niveles como universales e invariables y fuera de su determinación socio histórica.

Finalmente, tenemos las teorías personológicas. El centro de estas concepciones es la


identificación de aquellos contenidos de la personalidad propios y distinguibles de cada etapa del
desarrollo. En esta vertiente pueden enmarcarse los trabajos de E. Spranger y su continuadora
C. Bülher, quienes concibieron el desarrollo de la personalidad como un proceso que emana de
su propia esencia. Describieron fenómenos típicos de la adolescencia y la juventud como el
descubrimiento de la identidad personal, el sentimiento de aislamiento, la tendencia a la reflexión

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y la elaboración del sentido de la vida. Estos autores captan sentimientos y vivencias de


adolescentes y jóvenes, a partir del análisis de contenido de diarios personales, escritos por
sujetos pertenecientes a estas etapas.

Esta caracterización, por una parte, tiene como limitante que no todos los sujetos en estas edades
elaboran este tipo de documento y por otra, la descontextualización respecto a la época histórica
y a los determinantes sociales que matizan el proceso de desarrollo de la personalidad. Después
del análisis de estos enfoques I. Kon propone, apoyándose en la categoría propuesta por Vygotski
de “situación social del desarrollo”, tener en cuenta en la caracterización de estas etapas la “línea
natural del desarrollo”, referida fundamentalmente a los procesos de madurez física y la “línea
social del desarrollo”, que comprende las peculiaridades del proceso de socialización, incluida la
“posición social” que ocupan adolescentes y jóvenes como grupos evolutivos.

A estas consideraciones de Kon habría que agregar, en mi opinión, la necesidad de captar las
regularidades y tendencias psicológicas generales que resultan distintivas de cada etapa, lo que
en palabras de L. I. Bozhovich constituye la “posición interna” del sujeto, sin minimizar a mi juicio
el análisis de la expresión particular que adoptan dichas regularidades y tendencias en cada
adolescente y joven, como individuo único e irrepetible.

1.2 Adolescencia como concepto psicosocial.


La palabra adolescencia procede del latín «adolescens», es decir, el que adolece. En su
aplicación al desarrollo humano, se utiliza para un período evolutivo de transición entre la infancia
y la etapa adulta, durante el que se produce el desarrollo necesario para adaptarse a las
características de la vida en esta última etapa. En condiciones normales, el inicio de la
adolescencia coincide con el de la pubertad, pero si no ocurren simultáneamente, el adolescente
tiene que soportar ese desajuste como un estrés añadido. Mientras que la pubertad es un hecho
biológico, la adolescencia representa una etapa del hombre insertado en una cultura, siendo este
aspecto cultural el que determina gran parte de sus manifestaciones y su propia duración.

El inicio de la pubertad está marcado por la maduración del eje hipotálamo-pituitario


adrenogenital, que provoca la secreción de hormonas sexuales y las consiguientes

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modificaciones corporales, generales y genitales. La edad media de inicio de la pubertad suele


ser de 11 años para las chicas y de 13 para los chicos, y conduce a la capacidad reproductora
en ambos sexos al cabo de unos dos años posteriores a su inicio. La adolescencia es un
fenómeno con repercusiones biológicas, psicológicas y sexuales, de duración variable, donde se
afirman los rasgos de carácter y las consolidaciones afectivas y profesionales.

En muchos países del Tercer Mundo de la infancia se llega a la adultez, sin el intervalo
adolescente, puesto que de la infancia se va directamente al trabajo en los chicos y a la
maternidad en las chicas. En algunas culturas, el paso a la edad adulta se realiza través de ritos
iniciáticos que aseguran la inserción del niño en el mundo adulto, reduciéndose el tiempo de
transición al que dura el rito. La adolescencia está vinculada en los países occidentales a
determinantes sociales como la escolarización obligatoria hasta los 16 años, mayor tiempo de
formación profesional, lo que origina un mayor retraso para entrar en la vida laboral, dependencia
económica de las figuras parentales, retraso en el establecimiento de lazos de pareja,
segregación de los jóvenes, cambios en la estructura familiar, que contribuyen a la prolongación
de la adolescencia haciéndola cada vez más problemática.

Por lo dicho hasta ahora cabe mencionar que existe un problema de definición de esta etapa del
desarrollo. Esta dificultad es mayor si el observador (profesional de la salud, educadores) no se
introduce en la organización estructural de esta fase del desarrollo. En general, se entiende por
adolescencia una etapa que abarca desde los finales de la infancia hasta la futura adultez, pero
engloba todas las incertidumbres connotativas del crecimiento emocional y social del ser humano.

La adolescencia puede tener cualquier duración y la intensidad de los procesos que en ella
acontecen es variable en toda su duración, pudiendo alcanzar ésta hasta 10 años en nuestras
sociedades occidentales contemporáneas. Pero hay que señalar que se trata de un proceso
psicosocial vinculado a la pubertad; por ello se trata de un proceso que varía de persona a
persona, de familia a familia y de época histórica a época histórica, era, década o centuria en
relación con la siguiente. Es una etapa sujeta a cambios y modificaciones, llena de dinamismo,
mutable en sí misma. Una segunda característica es que la adolescencia se constituye en el
problema de los problemas.

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Si la diversidad es una característica previsible en los asuntos de la adolescencia, también


representa una invitación para explorarlos. En efecto, la niña empieza a menstruar y el niño a
eyacular, pero son cada niño y cada niña quienes asignan una significación psicológica a estos
acontecimientos, en cierta medida dramáticos, reaccionando los adultos/as que les rodean ante
esos cambios, por constituir meramente fenómenos físicos.

Tanto el niño/a como el adulto se esfuerzan por someter la genitalidad emergente a las normas
sociales y al orden moral vigentes. La sexualidad y la moralidad maduran de una forma conjunta,
por lo que todo lo demás se desarrolla a su alrededor. Se aparta al sujeto del mundo teóricamente
asexuado de la infancia y se le inicia en la sexualidad y la responsabilidad moral adultas. La
autorización para funcionar sexualmente como un sujeto adulto se otorga con la única condición
de ser iniciado, simultáneamente, en el orden moral imperante.

Los adultos siempre intentamos adjetivar algo y a alguien, poner un juicio moral, por eso, frente
al temor que podría despertarle la adolescencia, que suele oscilar entre la negación lisa y llana
(por ejemplo, mirar a otro lado, trivializar lo que sucede) y la identificación con el agresor
adolescente (parecerse al objeto de temor, por ejemplo, asumir sus códigos de lenguaje, su forma
de vestir, su música). Frente a estos procesos, pensamos que se precisa fundamentar los puntos
de vista en «estudios profundos», aceptando que la adolescencia es un mero artefacto social que
interactúa con las relaciones existentes entre el «invento» y las necesidades económicas de
nuestras sociedades industriales y postindustriales, sobre todo occidentales. De esta suerte, los
adolescentes son dignos de elogio ya que evidencian las inquietantes discrepancias entre el
objetivo manifiesto de proteger a los niños y niñas y la forma solapada en que los adultos tienden
a imitar a Herodes. Desde un punto de vista de los indicadores sociales y de salud, este período
de la vida se caracteriza por:

1. Una situación demográfica expansiva, resultado de etapas, hace 20-30 años, con una
incorporación amplia de mujeres en edad fértil, aunque la fecundidad ya hubiese iniciado un
descenso, mantenido hasta la actualidad.
2. Unas condiciones socioeconómicas conducentes a limitar el desarrollo de la autonomía y de la
capacidad de elección y alargar la permanencia en el hogar de la infancia.

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3. Un aumento de la morbimortalidad, por causas evitables y relacionadas con los accidentes y


la violencia. Situación ésta en claro contraste con las edades previas de la infancia, caracterizada
por ser las de menor vulnerabilidad en toda la vida de cualquier sujeto.

Para conocer mejor las necesidades y la atención a las mismas en la adolescencia, es preciso
conocer y delimitar los fenómenos y la dinámica de esta etapa, tanto desde un punto de vista
somático como psicosocial.

Existen diferentes enfoques y disciplinas que se encargan de definir este período:


Cronológicamente: De acuerdo al criterio utilizado por la Organización Mundial de la Salud, la
adolescencia se la define como el lapso de tiempo que comprende aproximadamente entre los
10 y los 19 años. Este período, a su vez, puede ser subdividido en tres fases: adolescencia
temprana, media y adolescencia tardía. La duración de estas etapas varía tanto individual como
culturalmente, aunque en términos generales se puede afirmar que la primera va desde los 10 a
los 13 años, la segunda desde los 14 a los 17 años y la tercera desde los 17 a los 19 años,
respectivamente.

Sociológicamente: Es el período de transición que media entre la niñez dependiente y la edad


adulta y autónoma, tanto en los aspectos económicos como sociales.

Psicológicamente: "La adolescencia es un período crucial del ciclo vital, en el cual los individuos
toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzando su madurez sexual, se apoyan en los
recursos psicológicos y sociales que obtuvieron en su crecimiento previo, recuperando para sí
las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un proyecto de vida propia."
(Krauskopf, 1982, en Montenegro & Guajardo, 1994).

El principal criterio para señalar el final de la adolescencia y el comienzo de la vida adulta es


romper con los lazos de dependencia infantil para poder lograr una identidad propia. Esta
identidad supone la independencia de los padres en cuanto a la adopción de un sistema de
valores propios, elección vocacional, autonomía económica y un buen ajuste psicosexual. Es
decir, que la persona llegue a ser autónoma, independiente, autodirigida, capaz de tomar sus

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propias decisiones y aceptar las consecuencias de ellas, tener una identidad clara de sí misma,
saber quién es, cómo pedir y aceptar ayuda de otros y posteriormente, ser capaz de tener un
trabajo y formar un hogar.

Tradicionalmente se define la adolescencia como los años que transcurren desde el inicio de la
pubertad (13 años) hasta los 17/18 años. En los últimos años se ha ampliado esta etapa desde
los 10 hasta los 22 años. Por otra parte, diferentes autores defienden una nueva etapa de
desarrollo denominada “Adultez emergente” que hace referencia a la 3ª década de la vida
(veintitantos), edad en la que se es ya adulto aunque no se adopten responsabilidades que
corresponden a dicha etapa. (Arnett)

Sus características fundamentales son:


1- Retraso en el compromiso de pareja
2- Asunción de responsabilidades y estilo de vida adulto
3- Posibilidad de continuar explorando diferentes facetas de la vida
4- La inestabilidad
5- Estar centrado en uno mismo
6- Sensación de vivir entre la adolescencia y la adultez Algunos autores defienden que la etapa
de Arnette ( Adultez Emergente, responde a diferentes ritmos de adopción de responsabilidades
provocados por unas circunstancias sociales determinadas.

1.3 Conceptualizaciones de adolescencia.


Los antecedentes. Stanley Hall
Su obra “Adolescence” basada en hipótesis tuvo mucha influencia durante años. En ella defiende
la tradicional hipótesis de Haeckel sobre recapitulación: el desarrollo ontogenético recapitula el
filogenético.

Las etapas del desarrollo son paralelas a las que ha desarrollado la especie humana a lo largo
de su evolución desde las especies inferiores. La adolescencia sería un periodo ontogenético.

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Las aportaciones del psicoanálisis: Anna Freud, Peter Blos y Erik Erikson.
Freud: la adolescencia es una etapa secundaria del desarrollo de la personalidad teniendo que
solucionar el complejo de Edipo o de Electra. Anna Freud: aclara que existen dos tipos de
mecanismos de defensa: intelectualización o racionalización y ascetismo.

Intelectualización o racionalización: se minimiza la ansiedad no implicándose personalmente en


aquellas cuestiones que les afectan directamente. Ej: pensando y analizando en profundidad las
ideas, causas de algo o las cuestiones éticas.

Ascetismo: minimiza la ansiedad rechazando las tentaciones, renunciando a estar con sus
compañeros, no participando en actividades de tiempo libre y rechazando relaciones sexuales.

Peter Blos (Mr. Adolescente) realizó dos aportaciones:


1- La división de la adolescencia en etapas
2- El proceso de individuación

La división de la adolescencia en cinco etapas:


1ª Pre-adolescencia
2ª Adolescencia temprana: el chic@ vuelve a verse atraído por el progenitor del sexo contrario
intentando tener relaciones de amistad íntima con personas de su mismo sexo.
3ª Adolescencia propiamente dicha: relaciones de amistad relegadas por las relaciones amorosas
4ª Adolescencia tardía: consolidación de la identidad sexual del individuo como del yo
5ª Post-adolescencia

Individuación: implica desvinculación afectiva de los padres, del logro de la autonomía y la


confianza en sí mismos. El adolescente logrará la sensación de tener sus propias ideas sin
depender de los padres. Para conseguirlo el adolescente se rebela contra las ideas de los padres
poniéndolas entre paréntesis. Tras este paréntesis acepta las normas de los padres o por el
contrario, adopta normas y ética diferentes.

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Erikson: estudió el desarrollo global de las personas, convirtiéndose en uno de los grandes
precursores de las teorías del ciclo vital. En su concepción del desarrollo de la identidad durante
la adolescencia establece 8 etapas que suponen su evolución del YO. Cada uno de los estadios
está formado por dos polos: uno positivo y otro negativo. Estos polos los genera la sociedad y la
elección de un polo u otro depende de esta sociedad. El paso de un estadio a otro sucede cuando
el individuo supera una crisis o dialéctica entre distintos polos.

En la adolescencia los chicos y chicas deben enfrentarse a la dicotomía entre Identidad y


Confusión de roles.

Identidad: sentido integrado de continuidad y coherencia a lo largo de la vida. Confusión de roles:


no tener muy claro quién se es y qué papel se desempeña en la vida.

Moratoria: tiempo que necesita el adolescente para realizar la integración de los logros adquiridos
en etapas anteriores.

El siguiente periodo: Intimidad frente a Aislamiento se construirá sobre el primero. Estas etapas
son paralelas en el caso de las chicas.

Desarrollo de la teoría de la identidad adolescente: James Marcia

Desarrolla la teoría de Erikson bajo la premisa de que el logro de la identidad consiste en la


ambivalencia entre el polo de la confusión o la identidad resuelta y en el grado en que los chicos
y chicas han explorado el mundo y han logrado comprometerse en diferentes dominios de la vida:
política, religión, trabajo, relaciones íntimas, amistad y rol de género.

Marcia sugiere 4 estatus de identidad que surgen de la combinación de dos dimensiones: crisis
de identidad y compromiso vocacional, ideológico o personal.
Los cuatro niveles son:
Identidad de Logro: SÍ compromiso, SÍ crisis
Moratoria: NO compromiso, SÍ crisis

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Identidad hipotecada: SÍ compromiso, NO crisis


Identidad difusa: NO compromiso, NO crisis

Al inicio de la adolescencia el chico o chica se sitúa en el estatus de difusión de la identidad.


Posteriormente pasa a la moratoria y finalmente se logrará la identidad. Los que no pasan la
etapa de crisis o moratoria tendrían una identidad hipotecada.

Tareas evolutivas: Robert Havighurst


Elabora una teoría que abarca todo el ciclo vital. En las diferentes etapas del desarrollo se debe
hacer frente a una serie de tareas evolutivas provenientes de tres fuentes:
1- La maduración física
2- Las presiones culturales o expectativas de la sociedad sobre la persona
3- Los valores y las aspiraciones individuales
Algunas de estas tareas son paralelas a las que ya hemos descrito en autores anteriores
(independencia emocional de los padres o la formación de relaciones maduras.

ALGUNAS TAREAS DEL DESARROLLO PROPUESTAS POR HAVIGHURST


Primer año: Maduración de los sistemas sensoriales y motores. Desarrollo emocional y apego.
Inteligencia sensoriomotora y permanencia del objeto.

2-3 años: Lograr la independencia de movimientos. Conseguir autocontrol. Desarrollar fantasía,


el juego. Lograr comunicarse efectivamente.

3-6 años: Identificación de género. Desarrollo moral temprano. Jugar en grupo. Desarrollo de
autoestima.

6-12 años: Establecer relaciones de amistad con iguales. Lograr una imagen de sí mismo
compleja y estructurada. Lograr un pensamiento operatorio concreto. Aprender habilidades
académicas básicas. Jugar en equipo.

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12-18 años: Aceptar el propio cuerpo y aprender a usarlo. Formar relaciones más maduras con
iguales de ambos sexos. Adoptar un rol social masculino o femenino. Independizarse
emocionalmente de los padres. Prepararse para el mundo profesional. Prepararse para la vida
de pareja y la familia. Adquirir valores y sistema ético. Desear y lograr una conducta socialmente
responsable.

18-30 años: Integrarse en el mundo laboral. Selección de pareja. Aprender a vivir en pareja. Tener
familia propia. Criar a los hijos. Aprender a ser un ciudadano responsable. Encontrar un grupo
social estable.

30-60 años: Favorecer la asunción de responsabilidades y felicidad de los hijos. Alcanzar y


mantener cotas profesionales satisfactorias. Desarrollar actividades de ocio adultas.
Relacionarse con la pareja en tanto persona. Aceptar y ajustarse a los cambios fisiológicos de la
mediana edad. Aceptar y adaptarse al envejecimiento de los padres.

Más de 60: Adaptarse a fuerza física y salud en declive. Adaptarse a la jubilación y reducción de
ingresos. Adaptarse a la muerte de la pareja y viudedad. Adoptar y adaptarse a roles sociales de
manera flexible. Establecer un hábitat físico de vida satisfactoria.

La situación actual: J. C. Coleman, este autor dividió el estado de la situación de la adolescencia


en dos visiones:
1º- La idea de la adolescencia como tormenta y drama defendida por Hall y Anna Freud.
2º- Los estudios de tipo sociológico que se empeñaban en demostrar que la adolescencia pasaba
sin mayores problemas.

Acercándonos a la Teoría focal de Coleman vemos 3 cuestiones que hace que no esté conforme
con ninguna de las dos visiones anteriormente descritas:
1- La tormenta y drama es una teoría con poca base puesto que los psicoanalistas utilizaban
muestras sesgadas.
2- Las conductas delictivas, consumo de drogas…son noticia saliente para los medios

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3- Las investigaciones con grandes muestras sobreestiman las respuestas que los adolescentes
dan sobre su buen ajuste y sentimientos internos positivos, ya que alguien que lo esté pasando
mal no lo va a transmitir tan fácilmente.

Coleman si ve problemas con los padres, problemas cotidianos. Coleman realizó un estudio
empírico con chico y chicas de 11, 13, 15, 17 años en el que se incluían cuestiones referidas al
autoconcepto, relaciones con los padres, soledad, relaciones heterosexuales, amistades y
situaciones de grupo. Ratificó que las actitudes ante estas cuestiones evolucionaban con la edad
pero no al mismo tiempo.

A partir de esta investigación y evidencias empíricas acumuladas elaboró la Teoría focal, que
defiende:
1. La resolución de un aspecto no es requisito imprescindible para el paso al siguiente estadio.
2. No existen límites claros entre un estadio y el siguiente.
3. La secuencia de desarrollo no es única ni inmutable. En resumen, la Teoría focal defiende la
idea de que en su desarrollo, los adolescentes deben enfrentarse a diversos cambios, pero no
todos al mismo tiempo.

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2. DESARROLLO ADOLESCENTE.
2.1 Pubertad.
La adolescencia es el periodo de la vida en que el individuo deja de ser niño y se convierte en
adulto: entre los 10 y 20 años de edad.

La adolescencia es un periodo en el desarrollo biológico, psicológico, sexual y social


inmediatamente posterior a la niñez y comienza con la pubertad. Su rango de duración varía
según las diferentes fuentes y opiniones médicas, científicas y psicológicas, pero generalmente
se enmarca su inicio entre los 10 a 12 años, y su finalización a los 19 o 20. Para la Organización
Mundial de la Salud, la adolescencia es el período comprendido entre los 10 y 19 años y está
comprendida dentro del período de la juventud entre los 10 y los 24 años.

La pubertad o adolescencia inicial es la primera fase, comienza normalmente a los 10 años


en las niñas y a los 11 en los niños y llega hasta los 14-15 años.
La adolescencia media y tardía se extiende, hasta los 19 años.

A la adolescencia le sigue la juventud plena, desde los 20 hasta los 24 años. Algunos psicólogos
consideran que la adolescencia abarca hasta los 21 años e incluso algunos autores han extendido
en estudios recientes la adolescencia a los 25 años. Muchas culturas difieren respecto a cuál es
la edad en la que las personas llegan a ser adultas. En diversas regiones, el paso de la
adolescencia a la edad adulta va unido a ceremonias y/o fiestas, como por ejemplo en el Benei
Mitzvá, que se celebra a los doce años.

Aunque no existe un consenso sobre la edad en la que termina la adolescencia, psicólogos como
Erik Erikson consideran que la adolescencia abarca desde los doce o trece años hasta los veinte
o veintiún años. Según Erik Erikson, este período de los 13 a los 21 años es la búsqueda de la
identidad, define al individuo para toda su vida adulta quedando plenamente consolidada la
personalidad a partir de los 21 años. Sin embargo, no puede generalizarse, ya que el final de la
adolescencia depende del desarrollo psicológico, la edad exacta en que termina no es
homogénea y dependerá de cada individuo etc.

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco personas en el mundo
es adolescente, 85 por ciento de ellos viven en países pobres o de ingresos medios, y alrededor
de 1,7 millones de ellos mueren al año. La OMS define la adolescencia como la etapa
comprendida entre los 10 u 11 años hasta los 19 años, y considera dos fases: la adolescencia
temprana, de los 10 u 11 hasta los 14 o 15 años, y la adolescencia tardía, de los 15 a los 19 años.
Sin embargo, la condición de juventud no es uniforme y varía según el grupo social que se
considere apto.

La pubertad, adolescencia inicial o adolescencia temprana es la primera fase de la


adolescencia y de la juventud, normalmente se inicia entre los 12 y 13 años en las niñas y entre
13 y 14 años en los niños y finaliza entre los 15 y 17 años. En la pubertad se lleva a cabo el
proceso de cambios físicos en el cual el cuerpo del niño o niña se convierte en adolescente, capaz
de la reproducción sexual.

El crecimiento se acelera en la primera mitad de la pubertad, y alcanza su desarrollo al final. Las


diferencias corporales entre niños y niñas antes de la pubertad son casi únicamente sus genitales.
Durante la pubertad se notan diferencias más grandes en cuanto a tamaño, forma, composición
y desarrollo funcional en muchas estructuras y sistemas del cuerpo. Las más obvias son las
características sexuales secundarias. En sentido estricto, el término «pubertad» se refiere a los
cambios corporales en la maduración sexual más que a los cambios psicosociales y culturales
que esto conlleva.

2.2 Desarrollo cognitivo.


Las capacidades cognoscitivas de los adolescentes muestran una importante transición al
pensamiento de las operaciones formales, lo cual les permite manipular conceptos abstractos,
razonar en forma hipotética y reflexionar sobre sí mismos. A menudo estas capacidades mentales
los hacen sentirse demasiado seguros y creerse muy importantes. Elkind describe dos patrones
de pensamiento que caracterizan esta edad: la audiencia imaginaria, (creen que son
observados y juzgados constantemente) y la fábula personal, (que les da la sensación de ser
únicos e invulnerables, alentándolos a correr riesgos innecesarios).

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El grado cognoscitivo del adolescente se da debido a la llegada del pensamiento abstracto que
le permite desarrollar su capacidad para relativizar. La discriminación de afectos, a través del
establecimiento de diferencias en el tipo y la profundidad de sentimientos, le permite la
personalización de sus afectos. El adolescente está en un camino medio entre la edad adulta y
la infancia, en lo que hace referencia a la vivencia de sus emociones, estando presente una
mezcla singular de sus comportamientos. Todavía tiene una forma de manifestar sus deseos
mediante una emotividad exacerbada o con la espontaneidad propia de la infancia, pero ya
empieza a actuar de una manera sutil en las interacciones, o con una cierta represión relativa de
sus emociones, tal como hace el adulto. A continuación se describe el desarrollo cognoscitivo del
adolescente:

La adolescencia es el período durante el cual la capacidad de adquirir y utilizar conocimientos


llega a su máxima eficiencia, capacidad que se va acentuando progresivamente desde los 11 -
12 años. Según la teoría cognitiva de Piaget (1969) el joven pasa desde la etapa de las
operaciones concretas a las operaciones formales que permiten el pensamiento abstracto, donde
el grado de sutileza y complejidad de su razonamiento se hace mayor.

El adolescente logra desprenderse de la lógica concreta de los objetos en sí mismos y puede


funcionar en estados verbales o simbólicos sin la necesidad de otros soportes. Se constituye así
en un individuo capaz de construir o entender temas y conceptos ideales o abstractos. Esta
capacidad se supone que llegará a formar parte de la casi totalidad de los adolescentes entre los
17 -18 años.

Al aparecer las operaciones formales el adolescente adquiere varias capacidades nuevas


importantes:
Puede tomar como objeto a su propio pensamiento y razonar acerca de sí mismo.
Puede considerar no sólo una respuesta posible a un problema o explicación a una situación,
sino varias posibilidades a la vez.
Agota lógicamente todas las combinaciones posibles.
El pensamiento operativo formal le permite distinguir entre verdad y falsedad, es decir comparar
las hipótesis con los hechos.

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Puede tramitar la tensión a través del pensamiento y ya no sólo a través de la actuación. Puede
"pensar pensamientos".

Este tipo de pensamiento recientemente adquirido trae aparejada la capacidad del adolescente
para entenderse consigo mismo y el mundo que lo rodea. El adolescente es capaz no sólo de
captar el estado inmediato de las cosas, sino de entender los posibles estados que éstas podrían
asumir. La conciencia de la discrepancia entre lo real y lo posible, contribuye a convertir al
adolescente en un "rebelde". Constantemente compara lo posible con lo real y descubre en lo
real la multitud de las fallas latentes. Todo esto lo hace ser crítico y puede ser conflictivo ante los
adultos.

La aparición del pensamiento operativo formal (hipotético-deductivo) afecta también al


adolescente en la idea que se forma de sí mismo. Comienza a dirigir sus nuevas facultades de
pensamiento hacia adentro y se vuelve introspectivo, analítico y autocrítico. El adolescente toma
una actitud teorética-intelectualizadora, dominada por el pensamiento hipotético deductivo. Esto
supone que el adolescente está permanentemente en la ejercitación de esta nueva capacidad de
pensar acerca de los demás y de sí mismo, buscando y exigiendo explicaciones acerca de todo
lo que lo rodea.

Estas nuevas capacidades se tiñen de egocentrismo, especialmente en la etapa inicial de la


adolescencia. Existe una incapacidad para diferenciar los intereses y motivos propios de los
ajenos y como está preocupado de sí mismo, cree que todos los que lo rodean están pendientes
de su conducta y apariencia. También como consecuencia del egocentrismo se cree único y
especial, no sujeto a leyes naturales que afecten a los demás.

El joven tiende también a la ensoñación, a fantasear, pasando largas horas dedicadas a esto. El
fantasear constituye un espacio intermedio entre el jugar y el pensar racional simbólico. Aunque
supone experimentar con las nuevas posibilidades que le da la evolución en su pensamiento,
para el adolescente el "soñar despierto" ocupa un lugar distinto en su campo de conciencia que
el pensar racional. Existe, en la mayoría de los jóvenes, la clara diferenciación entre los
contenidos de las fantasías, la acción de fantasear y los contenidos del pensar racional y el

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contacto con la realidad externa que éste exige. Como el soñar, el fantasear tiene también una
connotación de realización de deseos que puede ser altamente placentera y exige reducción de
la sensorialidad dado el grado de invasión de imaginería visual-auditiva en el campo de la
conciencia. Es una mezcla entre sueño y vigilia, acción y simbolización, juego y pensamiento.

Un adolescente fantaseando es un sujeto que parece en estado de trance. Esta "acción dentro
de la mente" puede realizarse en un espacio privado y ser parte de la intimidad, por ejemplo,
encerrado en su pieza recostado en su cama, como también puede implicar una actitud "distraída"
en sus tareas cotidianas. El adquirir la capacidad de razonar sobre sí mismo y el mundo lo lleva
a uno de los principales problemas de esta etapa: el de construir su propia identidad. Comienza
a preguntarse ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Para dónde voy?.

Se espera que a medida en que se va avanzando en la adolescencia se irá adquiriendo mayor


objetividad para evaluar lo que se percibe, habrá una mayor complejidad cognitiva y tolerancia a
la ambigüedad.

Durante esta etapa se dan varias transformaciones en términos de


aprendizaje. Aparece el pensamiento formal y con él se hace
extensiva la lógica al dominio de las ideas, principios y proposiciones
abstractas para dar razón de los hechos y acontecimientos concretos
observables. El aprendizaje infantil prepara al niño y a la niña para
Adolescencia
afrontar los retos de la adolescencia; si durante la infancia ha
temprana
aprendido independencia, autonomía e iniciativa de expresión de sus
deseos y necesidades, de igual forma será su aprendizaje
adolescente. De esta manera, la adolescencia será solo el producto
de toda la historia evolutiva previa, sin romper con el pasado. Nadie
experimenta estos cambios de la misma forma ni en el mismo
momento.
Adolescencia media: Son más conscientes de sus propias ideas, lo que les posibilita dar
14 a 16 años opiniones más estructuradas y tomar decisiones. La profundización

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del pensamiento abstracto, idealista y lógico, los capacita para dar


soluciones alternativas a los problemas.
También aumenta la toma de perspectiva, lo que les permite
identificar más rápidamente el punto de vista del otro. Si bien estos
cambios tienen un efecto positivo a largo plazo sobre el desarrollo, en
el momento pueden llevarlos a discutir más vehementemente, a la vez
que a estar más indecisos. Esta conducta es muy frecuente y suele
acompañarse de una postura que pone en duda la moral y las
creencias familiares. Manifiestan un mejor análisis de los problemas
y siguen un pensamiento crítico. Estos procesos del pensamiento les
ayudan a ganar independencia y son fundamentales en el logro de su
identidad.
Las personas jóvenes pueden ser analíticas y críticas de sus madres,
padres y adultos con figura de autoridad, así como de la realidad
económica y social que les rodea. Desarrollan progresivamente su
Adolescencia final capacidad de pensar en abstracto, con lo cual aumentan el control
o tardía: que tienen de su propia vida, toman decisiones más reflexivas y
17 a 20 años analizan con más serenidad las consecuencias de cada acto. Una
persona adulta que orienta y establece una relación cercana, es un
factor de protección para los jóvenes. Esta relación puede darse con
al menos uno de sus padres o con otra persona adulta.
El desempeño intelectual está en un nivel alto, se ha desarrollado su
capacidad de pensar en abstracto, aumenta el control que tiene de su
propia vida, toma decisiones más reflexivas y analiza las
consecuencias de cada acto; comienza a consolidar la experiencia de
Juventud las etapas anteriores y la inteligencia se torna contextual o práctica.
La definición de un plan de vida laboral o de formación marca un
cambio en el intelecto y la personalidad. Las personas jóvenes
cuestionan valores y principios sostenidos por largo tiempo en la
cultura.

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2.3 Desarrollo social.


En la adolescencia uno de los cambios más significativos que supone esta etapa, es el paso
desde la vida familiar a la inserción en la vida social.

Se espera del adolescente una inserción autónoma en el medio social y que alcance el estatus
primario: asumir una independencia que lo exprese personalmente y dirigirse hacia roles y metas
que tengan consonancia con sus habilidades y que estén de acuerdo con las probabilidades
ambientales. El joven procura que sus sentimientos de adecuación y seguridad provengan de sus
propias realizaciones, las que confronta frecuentemente con su grupo de pares o compañeros de
edad similar.

En la adolescencia temprana se tiende a establecer una relación cercana de amistad con uno o
más amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho y el contacto con miembros del otro sexo
suele hacerse en grupo. Hay una fuerte desidealización de las figuras de autoridad, tendiendo al
distanciamiento, desobediencia y evitación de dichas figuras.

En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor relevancia. Es aquí
donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio, grupos deportivos, grupos de amigos,
etc. Estas pertenencias desempeñan variadas funciones, siendo las principales:
Proporcionarle al individuo la oportunidad de aprender a relacionarse con sus compañeros de
edad.
Aprender a controlar su conducta social.
Adquirir destrezas e intereses propios de la edad.
Compartir problemas y sentimientos comunes.

En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de pares, lo que aumenta la
distancia con los padres, existiendo una tendencia "anti-adulto". En la adolescencia tardía los
valores del grupo dejan de tener tanta importancia, siendo los propios valores acordes a la
identidad los que se privilegian. Respecto a las figuras de autoridad, se comienza a producir una
reconciliación y reparación.

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Estos vínculos tardíos suponen menos explotación y experimentación que en la adolescencia


media, ya no está todo centrado en la aceptación del grupo de pares sino que se puede compartir
con los amigos de un modo más íntimo y diferenciado. Lo óptimo es que se desarrolle una
independencia flexible, es decir que el joven concilie un rol definido, pero al mismo tiempo
autónomo, que le permita contrastar sus valores. Esto va a depender de la solidez previamente
lograda en el proceso de socialización. Si el adolescente fracasa en ser aceptado en un grupo,
pueden aparecer conductas de aislamiento o de extrema dependencia a los pares o a
determinados grupos a quienes imitará y a los cuales se someterá.

En general, las relaciones con iguales del mismo sexo y del sexo opuesto durante la
adolescencia, sirven de prototipo de las relaciones adultas en las interacciones con los miembros
del mismo sexo y del sexo opuesto. El adolescente que todavía no ha aprendido a entenderse
bien con sus pares en esta etapa, cuando llegue a la edad adulta se enfrentará con serios
obstáculos que le dificultarán su inserción social.

La mayor independencia que el adolescente va adquiriendo, y la mayor conciencia de realidad


que va desarrollando, le hacen percibir el mundo más descarnadamente y a expresar juicios y
pensamientos propios. Los padres tienden a enjuiciar al adolescente y comparan su
comportamiento anterior con el actual, atribuyendo los cambios a la influencia del grupo de
iguales. Así, es frecuente por ejemplo, la frase "a mi hijo me lo cambiaron los amigos", lo que
denota la falta de comprensión en dichos padres respecto a que muchos de los cambios
experimentados por su hijo son parte del desarrollo.

Es frecuente escuchar a algunas madres que dicen tener un hijo modelo, porque es tranquilo, no
sale a ninguna parte y no tiene amigos, ni "malas juntas". Es importante señalar que esta situación
no es necesariamente la ideal y que puede llegar a ser incluso bloqueadora de un desarrollo
social más sano del joven hacia la autonomía.

La adolescencia es una etapa de especial estrés. Un número de influencias físicas, psicológicas


y sociales son ejercidas sobre el individuo en esta etapa del desarrollo, así de esta manera se
presenta una lista de estresores típicos del adolescente: crecimiento puberal, cambios

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hormonales, vulnerabilidad genética a la enfermedad, sexualidad aumentada, cambios en la


independencia y dependencia en la relación con los padres, cambios en la relación de los padres
hacia los adolescentes, desarrollo de habilidades cognitivas nuevas, expectativas culturales y
sociales, roles de género, presiones de otros adolescentes, psicopatología de los padres,
cambios en la escuela, mudanzas familiares, poca armonía marital entre los padres y divorcio,
encuentros con la autoridades, maltrato sexual, hospitalización y enfermedad física.

El crecimiento puberal produce importantes cambios anatómicos y psicológicos en el cuerpo del


adolescente, psicológicamente el adolescente es o se enfrenta con nuevos retos. Junto con la
dificultad de la transición de la dependencia de la infancia a la independencia y la autonomía de
la adultez, el adolescente se enfrenta al reto de aprender a usar nuevamente habilidades
cognitivas desarrolladas.

En este proceso el adolescente desarrolla nuevas relaciones con su familia y con la cultura que
les rodea. Los adolescentes negocian los tipos de estrés con varios grados de manejo. Algunos
lo logran hacer. Otros que no han tenido o han desarrollado habilidades de afrontamiento exitosas
pueden sufrir el estrés relacionado con desórdenes. La expresión de estos desórdenes
frecuentemente relacionados con las presiones sociales puestas sobre el adolescente. La
depresión, los desórdenes en la alimentación y el abuso de sustancias son expresiones actuales
de estrés en países como México (Arnold,1990). De acuerdo con Arnold (1990) además del estrés
normal del desarrollo de la adolescencia, la gente joven enfrenta un número de estresores.

Psicosociales:
a) La presión social (los otros adolescentes) puede tener fuertes influencias sobre el
comportamiento saludable y no saludable. El estrés de resistir una presión no saludable del resto
de los adolescentes, puede ser equilibrado por buenas relaciones familiares, o por una alta
autoestima, y es frecuente que aquellos adolescentes que no tienen ninguno de estos elementos
son quienes sucumben a la presión no saludable de sus pares.

b) El estrés de los padres. La enfermedad mental de los padres, el desempleo de los padres, bajo
estatus socioeconómico y discordias maritales, son algunos de los importantes factores de estrés

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relacionados con los padres, y que es enfrentado por muchos adolescentes. El efecto de los
padres sobre los adolescentes es probablemente el que está relacionado con el involucramiento
de la persona joven en la psicopatología de los padres y los modos de interacción que el padre
ha tenido con el adolescente.

c) Los cambios en la escuela. Durante la adolescencia la gente joven (adolescentes) cambian de


escuela, por ejemplo, de la escuela primaria a la secundaria y a la preparatoria, y el cambio en
los programas de aprendizaje y expectativas. El cambio de escuela es un evento lleno de estrés
para muchos adolescentes y resulta en una más baja autoestima, teniendo en este sentido una
regla que se puede generalizar y que se refiere a que a mayor estrés corresponderá menor
autoestima, y a mayor autoestima menor estrés. Esto resultando en un incremento en el ajuste
específico de los problemas, especialmente cuando la transición de las escuela ocurre al mismo
tiempo que el pico del cambio puberal.

d) El estrés de las mudanzas, es decir de la movilidad geográfica es también conocida por afectar
la salud del adolescente. Los ajustes adversos manifestados por si mismos en una de tres formas:

1. El adolescente ha incrementado los desórdenes fisiológicos.


2. La comunicación padre hijo se deteriora.
3. Los desórdenes psicológicos se desarrollan más comúnmente asociados con el aislamiento y
la soledad. Los adolescentes que viven con una familia armoniosa y unida han sido notados que
se ajustan más rápidamente con los nuevos ambientes, sin
embargo, los adolescentes cuya familias no funciona bien o los adolescentes que han sufrido
disturbios antes de la mudanza, se ha encontrado que son más vulnerables al estrés que provoca
la mudanza.

e) El divorcio entre los padres, es aún otro factor de estrés entre los adolescentes. Más de 1.2
millones de niños que se encuentran por debajo de los 18 años de edad, atraviesan estas etapas
agudas de divorcio de los padres anualmente. En los adolescentes se ha encontrado que un
factor importante es su abandono real o percibido y su rechazo por la no custodia de los padres.

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El estrés de esta pérdida percibida resulta en pena, depresión y posible auto culpa. El factor más
importante para predecir el resultado pos divorció es la adaptación de la familia al pos divorcio.

El éxito de esta familia pos divorcio para adaptarse a sus nuevas circunstancias es un factor
importante, en cómo el adolescente puede resistir el estrés del divorcio. El mayor daño ocurre
cuando el divorcio ha fallado en resolver cualquiera de los problemas existentes de la familia y
además ha creado nuevos problemas, tales como: daños a las finanzas, cambios en la residencia
y pérdida de los miembros de la familia. Este estrés continuado puede, aplastar las habilidades
de afrontamiento del adolescente y de los padres.

f) El estrés legal. Con un incremento de la independencia y una disminución de la supervisión de


los padres, el adolescente tiene una mayor oportunidad de encontrar dificultades con las
autoridades. La mayoría de la gente joven obtiene su licencia de conducir, y muchos tienen
accidentes de automóviles y/o violan las leyes de tránsito durante la adolescencia. Otros tienen
encuentros con los oficiales de la ley y el sistema legal, y puede ocurrir que el adolescente
experimente con diferentes comportamientos más allá de los límites de la familia, o que la familia
y la propia sociedad aprueban. Cuando son atrapados los adolescentes pueden experimentar un
gran grado de estrés, que se incrementa con la probabilidad de los desórdenes relacionados con
el estrés, tales como, la depresión y el suicidio.

g) En los roles de género. Los adolescentes mujeres, han mostrado experimentar un mayor estrés
en general de lo que lo hacen los adolescentes hombres (Burke y Weir,1978). Encontraron que
las adolescentes son más libres y más abiertas con los problemas de expresión, y también
reciben significativamente mayor apoyo social de sus pares, sin embargo, las mujeres reportan
experimentar un mayor estrés en sus vidas diarias, particularmente en aquellas áreas como:
aceptación por la otras adolescentes, relaciones con el sexo opuesto, sentimientos de aislamiento
y soledad y desacuerdos con los padres. Estas mujeres jóvenes también experimentan afectos
más negativos en un número mayor de síntomas psicosomáticos, una posible explicación para
esto, es el cambio del rol de la mujer en la sociedad moderna, dejando a las mujeres adolescentes
con un sentido de confusión acerca de las deficiencias del control sobre sus vidas, como ellas
tratan de conformarlas en definiciones ambiguas de rol.

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h) El maltrato sexual. El esfuerzo en el desarrollo del adolescente, por su autonomía, sexualidad


y cambios corporales, es severamente dificultado cuando el abuso sexual ha ocurrido o está
ocurriendo en la familia. La familia no es una fuente de apoyo, y la adolescente debe esforzarse
y luchar con todo el estrés normal de la adolescencia más aquellos producidos por el abuso
sexual, sin apoyo con muy poco apoyo.

El factor más significativo en determinar cómo los adolescentes enfrentan el estrés es con la
efectividad de sus habilidades: habilidades cognitivas, persistencia, la habilidad de mantener una
amistad, las habilidades para resolver problemas, la fortaleza del ego, la extroversión y la forma
en la cual se evalúa un evento de estrés (Stiffman y otros, 1986: Arnold,1990).

Desórdenes de los adolescentes relacionados con el estrés.


Los desórdenes relacionados con estrés que prevalecen en los adolescentes, son la depresión,
el abuso de sustancias y los desórdenes de alimentación. Además de las variaciones en las
características biológicas, psicológicas y sociales que interactúan con los estresores ambientales
para crear desórdenes en el desarrollo de los adolescentes. Los factores de riesgo genéticos
claramente influencian el desarrollo de la depresión en los adolescentes. La evidencia de
cantidades anormales de neurotransmisores se ha encontrado en personas jóvenes con
depresión (Kashani y Cantwell,1983:Arnold, 1990).

Los niños de padres deprimidos tienen un mayor riesgo para desarrollar depresión, debido tanto
a su vulnerabilidad genética incrementada y debido a deficiencia de su disponibilidad y estabilidad
de sus padres enfermos. Estadísticas fidedignas, llaman la atención sobre un aparente y reciente
incremento de la depresión que no está disponible, sin embargo, las estadísticas disponibles para
el suicidio frecuentemente muestran una relación con la depresión. La incidencia del suicidio en
los adolescentes se ha triplicado cercanamente desde 1950. Al evaluar el potencial de suicidio
en los adolescentes, es importante evaluar el estrés ambiental y la habilidad de enfrentamiento
del adolescente. Parte de esta explicación del aumento del suicidio en los adolescentes, es que
el estrés de los adolescentes se ha incrementado, mientras que los apoyos ambientales han
disminuido, conduciendo al adolescente a mayor vulnerabilidad.

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Los estudios recientes también han reportado un efecto de contagio, que ocurre cuando hay un
rol que va modelando hacia el suicidio. (Gould y Shafer,1986: Arnold, 1990) tales como los medios
de publicidad.

En síntesis como se ha venido explicando el estudio del estrés es muy amplio, ya que este
presenta gran cantidad de manifestaciones poco perceptibles, pero que cuyos efectos son
devastadores para la salud de los adolescentes. Tal y como lo demuestran investigaciones
realizadas acerca de este padecimiento, donde se han encontrado evidencias contundentes de
su relación directa con muchas de las principales causas de muerte, alterando el funcionamiento
general del organismo favoreciendo la aparición de otras enfermedades tales como; cáncer,
enfermedades cardiacas, cirrosis del hígado, enfermedades pulmonares, accidentes y suicidio.
Estimulando en este sentido los comportamientos de los individuos poco saludables, como el
fumar, el consumo excesivo de alcohol, drogas, bulimia, etc., Convirtiéndose por tanto en el
problema de salud más común en muchos países del mundo.

La búsqueda de identidad resulta central durante los años de la adolescencia. El desarrollo


cognoscitivo de los adolescentes les permite construir una teoría del yo. Es una época de
oportunidades y riesgos. Los adolescentes se encuentran en el umbral del amor, de la vida laboral
y de la participación en la sociedad de los adultos. Sin embargo, la adolescencia también es un
tiempo en que algunos jóvenes se comprometen en conductas que cierran sus opciones y limitan
sus posibilidades.

Erikson (1968), citado por Meece (2000), decía que la tarea principal de la adolescencia es
resolver la crisis de la identidad frente a conflicto de identidad, para lograr convertirse en un adulto
único con un sentido coherente del yo y un papel que sea valorado en la sociedad. Esta crisis de
identidad rara vez se resuelve en la adolescencia; por lo tanto, a lo largo de la vida adulta afloran
una y otra vez los problemas concernientes a la identidad. La identidad se forma en la medida en
que los jóvenes resuelven tres problemas principales: la elección de una ocupación, la adopción
de valores en los cuales creer y por qué vivir, y el desarrollo de una identidad sexual satisfactoria.
James Marcia citado por Papalia, et. al. (2010), encontró cuatro tipos de estados de identidad:

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Logro de identidad, (crisis que conduce al compromiso)


Aceptación sin raciocinio (compromiso sin crisis)
Moratoria (crisis, no compromiso)
Difusión de identidad (sin compromiso, crisis incierta).

Las cuatro categorías difieren de acuerdo con la presencia o ausencia de crisis y compromiso,
los dos elementos que Erikson consideraba cruciales para la formación de la identidad. Marcia
define la crisis como un período de toma de decisiones conscientes y el compromiso, como una
inversión personal en una ocupación o sistema de creencias.

En esta etapa, donde ocurren tantos cambios significativos, también se da un aumento en las
actividades fuera del hogar, lo que posibilita que el joven logre un autoconcepto más complejo y
logre regular sus emociones. La autoestima en este período generalmente baja al no aceptarse
a sí mismos, aunque es el lapso en el que se intensifica la formación de la identidad. Tirado, et.
al. (2010).

Otro factor importante en esta etapa, es la sexualidad. Verse a uno mismo como un ser sexual,
reconocer la propia orientación sexual, lidiar con la excitación sexual y establecer vínculos
románticos o sexuales son parte de la adquisición de la identidad sexual. Aunque esté presente
en los niños menores, en la adolescencia es cuando la orientación sexual de una persona suele
convertirse en un asunto apremiante: si la persona se sentirá atraída sexual, romántica y
afectivamente hacia personas del sexo opuesto (heterosexual), del mismo sexo (homosexual) o
de ambos sexos (bisexual).

En alguna ocasión se consideró que la homosexualidad era una enfermedad mental, pero varias
décadas de investigación no han encontrado asociación entre la orientación sexual y los
problemas emocionales o sociales. Con el tiempo, esos hallazgos llevaron a que la profesión
psiquiátrica dejase de clasificar a la homosexualidad como un trastorno mental. Ahora bien,
Papalia, et. al. (2005), indican que la edad se convierte en un poderoso agente de vinculación en
la adolescencia. Los adolescentes pasan más tiempo con los pares y menos con la familia. Sin
embargo, los valores fundamentales de la mayoría de los adolescentes permanecen más

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cercanos a los de sus padres de lo que por lo general se piensa. Asimismo, señalan que los años
de la adolescencia han sido llamados “la época de la rebeldía adolescente”.

Una forma de evaluar los cambios en las relaciones de los adolescentes con la gente que es
importante en su vida es observar cómo pasan el tiempo libre. Las variaciones étnicas y culturales
en el uso del tiempo dicen mucho acerca de cómo afecta la cultura en el desarrollo psicosocial.
Por otro lado, así como los adolescentes sienten tensión entre la dependencia de sus padres y la
necesidad de desprenderse, a menudo los padres también sienten sentimientos encontrados.
Desean que sus hijos sean independientes, pero encuentran difícil dejarlos ir.

De manera fundamental, las amistades son diferentes de las relaciones familiares. Son más
igualitarias que las relaciones con los padres o hermanos. Las amistades se basan en la elección
y el compromiso. Por la misma razón, son más inestables que las relaciones familiares. Tanto los
adolescentes como los niños menores tienden a elegir amigos que son parecidos a ellos, a su
vez los amigos se influyen entre sí para volverse incluso más similares.

Las mismas autoras afirman que a los padres suele preocuparles que un adolescente caiga en el
grupo equivocado. Pero en realidad la crianza de los padres influye en la elección del grupo de
pares y de los amigos. En los primeros años los padres comienzan a moldear la conducta
prosocial o antisocial al satisfacer las necesidades emocionales básicas de sus hijos.

Existen dos factores de riesgo en la adolescencia: la delincuencia juvenil y el consumo de drogas.


Papalia, et. al. (2005), indica que el consumo de drogas a menudo empieza cuando los niños
pasan de la escuela primaria a la secundaria, donde conocen nuevos amigos y se vuelven más
vulnerables a la presión de los pares. Los niños de cuarto a sexto grado pueden empezar
consumiendo cigarrillos, cerveza e inhalantes y, conforme se hacen mayores, avanzan a la
marihuana y las drogas duras. Entre más temprano comiencen los jóvenes a consumir una droga,
más probable es que la consuman con frecuencia y mayor es la tendencia a que abusen de ella.
En contra de la impresión popular, a los adolescentes parece importarles lo que sus padres
piensan. Los adolescentes que creen que sus padres desaprueban el tabaquismo es menos

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probable que fumen. Las discusiones racionales con los padres pueden contrarrestar las
influencias nocivas de los medios y desalentar o limitar el consumo de alcohol.

Ahora bien, según las mismas autoras, dado que la delincuencia juvenil suele tener raíces en la
niñez temprana, también deberían tenerlas los esfuerzos preventivos. Además de reconocer las
características de los adolescentes con problemas, es importante encontrar maneras de reducir
la exposición de los jóvenes a escenarios de alto riesgo que fomenten la conducta antisocial. Una
vez más, la supervisión de los adultos es importante, en especial después de la escuela, en las
noches del fin de semana y en vacaciones, cuando es más probable que los adolescentes estén
ociosos y se metan en problemas.

Los adolescentes delincuentes y predelincuentes tienden a estancarse en la etapa 2 de Kohlberg;


al igual que los preescolares, sólo son disuadidos de la mala conducta con la amenaza de castigo
y el temor de ser descubiertos. Pero al avanzar a la etapa 3, donde están más interesados con el
cumplimiento de las normas y expectativas sociales, pueden desarrollar un “amortiguador
cognoscitivo” contra la tentación.

Por fortuna, la gran mayoría de los adolescentes no se meten en problemas serios. Los que
muestran conducta perturbada pueden y deben ser ayudados. Con amor, orientación y apoyo,
los adolescentes lograrán evitar los riesgos, aumentar sus fortalezas y explorar sus posibilidades
conforme se acercan a la vida adulta.

En una época, los científicos del desarrollo consideraban que los años comprendidos entre el
final de la adolescencia y el inicio de la vejez eran un periodo relativamente tranquilo, pero la
investigación indica que no es así. El crecimiento y el deterioro ocurren durante toda la vida en
un equilibrio que difiere para cada individuo. Las elecciones y acontecimientos de la edad adulta
temprana (entre los 20 y 40 años) tienen mucho que ver con la manera en que se alcanza el
equilibrio. Durante esas dos décadas los seres humanos construyen los cimientos de gran parte
de su desarrollo posterior. Por lo general, en esta época la gente abandona el hogar de sus
padres, inicia trabajos o actividades profesionales, se casa o establece otras relaciones íntimas,

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tiene hijos y los cría y hace contribuciones significativas a la comunidad. Asimismo, toma
decisiones que afectarán el resto de su vida, su salud, su felicidad y su éxito.

Un papel activo para los adolescentes en los procesos de toma de decisiones en las familias,
comunidades y sociedades. A medida que maduran y crecen, los adolescentes y los jóvenes
sienten el deseo de modelar de forma más activa su entorno, su sociedad y el mundo en el que
viven y que heredarán. Preparar a los adolescentes para la edad adulta, y en particular para su
responsabilidad como ciudadanos, es la labor fundamental de las familias, las comunidades y los
gobiernos durante esta etapa de su crecimiento. Para que los adolescentes participen de forma
activa en las comunidades y gobiernos durante esta fase de su desarrollo, es necesario que sean
conscientes de sus derechos y que se les brinde la oportunidad de participar en la vida ciudadana
a través de diversas instituciones que alienten valores cívicos fundamentales como la equidad, la
comprensión y el respeto mutuos, la justicia, la tolerancia y la responsabilidad de los propios
actos.

La Convención sobre los Derechos del Niño supuso un hito, ya que consagró el derecho de la
infancia a ser escuchada (artículo 12), brindando así a niños, niñas y adolescentes el derecho a
expresar su punto de vista libremente en relación a todas las cuestiones que les afectan –de
forma especial en el seno de la familia, la escuela y la comunidad– y a que esas opiniones se
tengan debidamente en cuenta. Éste y los restantes “derechos de participación” que se enumeran
en la Convención, hacen posible que los adolescentes ejerzan un control cada vez mayor sobre
decisiones que les conciernen, acorde con la evolución de sus capacidades. Así pues, la
participación se erige en uno de los pilares básicos, junto con los principios de la universalidad,
del interés superior del niño o niña, y de la supervivencia y el desarrollo de la infancia.

Además de ser un derecho fundamental, la participación estimula el desarrollo pleno de la


personalidad y las capacidades del niño o niña. Los jóvenes aprenden mejor cuando enfrentan
decisiones reales y participan de forma activa en abordar sus circunstancias. La participación
fomenta la confianza en sí mismos, les ayuda a adquirir habilidades, y promueve la capacidad de
los niños y niñas para proteger sus propios derechos. Permite a los adolescentes abandonar la
posición pasiva a la que se les relega desde que son pequeños, y les brinda la oportunidad de

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generar conocimiento, en lugar de limitarse a recibirlo. Capacita a los adolescentes para planificar
y poner en marcha sus propios proyectos, dirigirlos y, en consecuencia, ser responsables de sus
actos.

Existen cada vez más pruebas que demuestran que los adolescentes activos experimentan me-
nos problemas que sus compañeros, poseen más destrezas y tienden a tener un mayor sentido
de la responsabilidad social. La participación en organizaciones sociales les abre también la
puerta a oportunidades económicas, por lo que es especialmente valiosa para los adolescentes
de grupos previamente excluidos. Alentar la participación no sólo promueve la autonomía de los
adolescentes sino que comporta también numerosos beneficios para las sociedades en las que
viven. Invertir en ciudadanos bien informados y capaces puede derivar en poblaciones más
saludables, en un mayor crecimiento económico y en comunidades más cohesionadas.

Cuando las personas jóvenes participan en iniciativas comunitarias y entre compañeros, aportan
puntos de vista nuevos y un marcado sentido de la responsabilidad que permiten generar
soluciones innovadoras, en especial cuando se trata de crisis complejas. La participación de los
jóvenes puede mejorar la acción colectiva, aumentando la presión ejercida sobre los gobiernos
para proveer servicios públicos óptimos e impulsando el cambio social, económico y político. Por
último, los hechos apuntan a que la participación es uno de los medios más eficaces a la informar
a la infancia de sus derechos, en especial de su derecho a la protección frente a la violencia, el
daño y el maltrato. Este conocimiento es a su vez crucial para asegurar que se respeten estos
derechos. Permitir a los adolescentes acceder a un amplio espectro de información –referida a
cuestiones como la planificación familiar, la prevención de accidentes y la drogadicción–
constituye un medio muy eficaz para los estados de promover la salud y el desarrollo.

Pese a los beneficios que se derivan de permitir a los niños y niñas ejercer sus derechos a la
participación y pese al compromiso formal asumido por los gobiernos, este principio aún no se
está aplicando de forma efectiva ni continuada. Muchas prácticas y actitudes muy arraigadas, así
como barreras económicas y políticas, continúan dificultando el derecho de los adolescentes a
que se les escuche, sobre todo el de aquellos que tienen dificultades para expresarse como, por

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ejemplo, los adolescentes con discapacidad y los niños y niñas de grupos minoritarios, indígenas
y emigrantes.

A lo largo de las dos últimas décadas, y en particular durante los 10 últimos años, numerosos
países han adoptado iniciativas innovadoras y fructíferas para alentar la participación de los
adolescentes y los jóvenes. En muchos de estos países se ha procedido a formar consejos o
parlamentos de la juventud que promueven el diálogo sobre cuestiones importantes, al tiempo
que ofrecen a sus jóvenes dirigentes la oportunidad de entablar relaciones formales y de carácter
consultivo con el gobierno. Según una encuesta practicada en 22 consejos de la juventud de
países industrializados y en desarrollo, las tres principales prioridades para la mayoría de estos
organismos eran incrementar la participación de los jóvenes, fomentar la cooperación
internacional y lograr una mayor intervención en la dirección de las políticas orientadas a la
juventud.

Si bien los consejos de la juventud no tienen poder para formular las políticas juveniles de un
país, sí pueden influir con éxito en la toma de decisiones. En Lituania, por ejemplo, los jóvenes
integran la mitad del Consejo de Asuntos Juveniles, que se encarga de asesorar oficialmente al
Departamento de Asuntos Juveniles en la preparación y puesta en práctica de políticas para la
juventud. En Sudáfrica, los adolescentes participaron en la elaboración de una Carta de la
Infancia de Sudáfrica, e hicieron aportaciones importantes a la formulación de la Ley de la Infancia
de 2005, uno de cuyos principios básicos es la participación de la infancia.

Debería animarse a los niños y niñas a crear sus propias organizaciones, encabezadas por ellos
mismos, a través de las cuales puedan generar un espacio para la participación y la
representación efectivas. Un excelente ejemplo de este tipo de organización lo constituye el
Movimiento Africano de Niños y Jóvenes Trabajadores, que en 2008 contaba con asociaciones
en 196 ciudades y aldeas de 22 países de África subsahariana, con un total de más de 260.000
niños y niñas trabajadores. Este movimiento, fortalecido por la participación activa de niños y
niñas que cuentan con experiencia en las cuestiones que se abordan, posee una capacidad única
para llegar a los niños y niñas más.

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El número creciente de organizaciones creadas y encabezadas por jóvenes da fe de su activismo,


así como del hecho de que las organizaciones existentes encabezadas por adultos se quedan
cortas a la hora de ocuparse de sus necesidades. El establecimiento de redes entre las
organizaciones encabezadas por jóvenes ofrece magníficas oportunidades para compartir
prácticas óptimas y para crear una plataforma común desde la que promover sus intereses.

La participación de los adolescentes en la acción política ha recibido también un empuje por parte
de las tecnologías de la comunicación, que poseen un enorme potencial para impulsar el
activismo encabezado por la infancia y ampliar su alcance y su contexto geográfico. Con el
tiempo, más y más niños y niñas tendrán acceso a información, lo que derivará en un
conocimiento cada vez mejor de sus propios derechos y vinculará a los nuevos miembros con
redes y asociaciones existentes que representen sus puntos de vista. Permitir que todos los niños
y niñas expresen sus opiniones a través de una plataforma común, puede contribuir a solventar
las desigualdades y a superar la discriminación, sobre todo en el caso de los adolescentes con
discapacidades, las niñas, y aquellos que viven en zonas rurales donde tal vez no existan
asociaciones de jóvenes.

Por ejemplo, en 2005, UNICEF puso en marcha una plataforma rural de La Juventud Opina, que
conecta a jóvenes offline con sus compañeros online, brindándoles la oportunidad de participar
en un diálogo en torno a los derechos infantiles y cuestiones relativas a la participación.

Si se emplean adecuadamente, Internet, las redes sociales, y otras tecnologías afines pueden
ser potentes herramientas que permitan a los adolescentes expresarse acerca de cuestiones que
son importantes para ellos. Los jóvenes de este siglo no buscan tanto una participación de
carácter representativo en sus gobiernos locales, sino que cada vez recurren más al activismo en
línea o interactivo, dando lugar a la creación de redes modernas y ágiles en la web. El viejo
modelo de “ciudadanía responsable”, en el que las personas actúan en respuesta a los medios
de comunicación y se movilizan siguiendo iniciativas del gobierno o la ciudadanía, está siendo
sustituido por una forma de “ciudadanía autoactualizada”.

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Políticos, responsables de la formulación de políticas y educadores deberían resistir la tentación


de excluir a los jóvenes porque los perciben como apáticos e indiferentes, y en su lugar centrarse
en fomentar el potencial de nuevas y distintas formas de participación que se expresan mediante
un lenguaje diferente.

Finalmente, una miríada de obstáculos legales, políticos, económicos, sociales y culturales


obstaculizan la participación de los adolescentes en la toma de decisiones que afectan a sus
vidas. Desmantelar estas barreras es un desafío que exige la voluntad de reexaminar los
prejuicios relativos al potencial de los adolescentes para crear entornos en los que realmente
puedan progresar, al tiempo que cultivan sus capacidades.

2.4 Desarrollo psicológico.


En esta etapa se producen grandes transformaciones psicológicas. La estabilidad emocional del
escolar sufre una desintegración, lo que permite una reconstrucción durante la adolescencia. El
desarrollo emocional estará vinculado a la evolución previa que trae el niño y al contexto social y
familiar en el que está inserto.

Es esperable en el adolescente una marcada labilidad emocional que se expresa en


comportamientos incoherentes e imprevisibles, explosiones afectivas intensas, pero
superficiales. El adolescente se caracteriza por tener hiperreactividad emocional (en el sentido
que la reacción emocional es desproporcionada al estímulo que la provoca) y comportamientos
impulsivos. Estas conductas se relacionan con la intensificación de los impulsos sexuales y
agresivos propios de la etapa, los cuales generan ansiedad y son difíciles de modular.

Son consideradas como una de las tareas evolutivas importantes de esta etapa el aprender a
percibir, modular y controlar la expresión de las emociones e impulsos. El desarrollo yoico
depende en gran parte de esta capacidad de postergación de las gratificaciones inmediatas. En
la adolescencia temprana tiende a haber mayor labilidad emocional y descontrol de impulsos, en
la adolescencia media es la etapa en la que los sentimientos experimentan su mayor intensidad
y en la etapa posterior el adolescente irá experimentando una mayor profundidad y duración de

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sus sentimientos, así como irá desarrollando la responsabilidad, lo que implica pasar de sentirse
"víctima" de las circunstancias a sentir un mayor autocontrol.

La adolescencia es una etapa de separación e individuación. Esto supone la configuración de


una identidad propia, la búsqueda del concepto de sí mismo, así como dejar los lazos de
dependencia infantil.

La identidad es la experiencia interna de mismidad, de ser nosotros mismos en forma coherente


y continua, a pesar de los cambios internos y externos que enfrentamos en nuestras vidas. El self
es todo aquello que sabemos, sentimos, vivenciamos y experimentamos como parte de nosotros.
Es todo aquello que nos conforma y compone. En esta etapa se produce lo que se ha denominado
Crisis de Identidad, que consiste en la necesidad del adolescente de ser él mismo, de tratar de
definir su self y sus objetos y de adquirir algo que lo diferencie del niño y del adulto, para lograr
el autoabastecimiento. Es un proceso que comenzó desde el nacimiento del individuo. En esta
etapa se reevalúan y se sintetizan todas las identificaciones logradas a lo largo de la historia
evolutiva del adolescente. Se reestructuran escalas de valores, ideales, metas y se decide una
vocación.

El concepto de sí mismo del adolescente fluctuará entre una enorme sobreestimación, con
deseos y fantasías de ser una persona extraordinaria y por otra parte de un intenso menosprecio
donde duda de sus aptitudes y habilidades al compararse con otros que toma como modelos a
los cuales aspira imitar.

El adolescente intenta progresivamente y en forma oscilante separarse de las figuras parentales,


lo cual se expresa en conductas cuestionadoras de los padres, oposicionismo y negativismo. Se
desidealizan las figuras de autoridad adultas y el adolescente pareciera que se fija
"especialmente" en los defectos, lo que suele ser un proceso difícil de aceptar para los padres.
Además, esta rebeldía oposicionista hacia los padres es contradictoria con un verdadero
sometimiento a las normas de su grupo de pares a las que el adolescente no se atreve a
oponerse.

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Cabe señalar que no todos los adolescentes desarrollan conductas oposicionistas, muchos logran
consolidar una adecuada individuación sin que medien conductas rebeldes o impulsivas, así
como también es importante diferenciar estas conductas cuando son propias de un desarrollo
normal, de las que corresponden a los trastornos conductuales en la adolescencia.

En el adolescente predomina un fuerte sentimiento de omnipotencia e inmortalidad, lo que junto


a la tendencia a actuar los impulsos, los puede llevar a conductas de riesgo donde no se detienen
a evaluar las consecuencias. La etapa de la adolescencia propiamente tal se caracteriza por una
gran riqueza y profundidad de la vida emocional. La fantasía y la creatividad están en la cúspide
en este período y es frecuente la aparición de aptitudes poéticas, como una forma de sublimar
los intensos afectos que se vivencian. Estas aptitudes artísticas tienden a desaparecer al final de
la adolescencia. Finalmente, el logro de la identidad significa la interpretación exitosa de la
imagen personal y su adecuación en la sociedad.

La sexualidad en la adolescencia se desarrolla en tres áreas:

FISICA: aparición de los caracteres sexuales secundarios que preparan al individuo para
participar en el acto sexual.

PSICOLÓGICA: Se manifiesta en el conocimiento, la curiosidad y las intenciones acerca de la


sexualidad. El pensamiento proposicional le permite al adolescente imaginarse como persona
sexual y elaborar planes. La mayoría de estas actividades ocurren en la imaginación del
adolescente.

SOCIAL: Comprende la involucración sexual efectiva con otras personas la que se refleja en
sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un reflejo de la experiencia contextual
del adolescente, donde la familia es su ámbito más inmediato.

Como ya se ha mencionado, una de las tareas más importantes del adolescente es consolidar su
identidad. Esta supone identificarse permanentemente con sus objetivos, con sus ambiciones
relativas a la sexualidad, con el tipo de relaciones que establece con los otros, etc.

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La identidad sexual es parte fundamental de la identidad del yo y normalmente es más conocida


como identidad del género (da cuenta del sexo psicológico). Durante la adolescencia, el joven se
identifica con su propio sexo (sexo identificado), es decir, asume los rasgos, actitudes, conducta
verbal, gestual y motivaciones propias de su género. Este sexo identificado necesita ser
reconfirmado por los otros (por ejemplo, relaciones con pares de su mismo sexo, relaciones
eróticas con el otro sexo, etc.) y por el propio adolescente, para asegurarse de su aceptación y
lograr la adaptación social. El rol sexual es el comportamiento de cada individuo como hombre o
mujer, y la orientación sexual se refiere al objeto hacia el cual se dirige el impulso sexual.

Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el rol sexual, éste viene
desde el nacimiento, imbuído en las actitudes y los valores de la familia, de la cultura en general
y de las subculturas específicas. Así como el significado atribuido a la sexualidad en la
adolescencia variará dependiendo de los mitos familiares y culturales respecto a este tema.

La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas groseras respecto
al sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o inesperadas con el otro, etc.
pueden afectar una sana identidad sexual. Incluso las experiencias traumáticas en esta etapa
pueden complicar la identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.

Es esperable que en la adolescencia temprana el impulso sexual sea relativamente indifereciado,


de hecho las fantasías o conductas homosexuales aisladas, realizadas como parte de la
exploración de la sexualidad, no conforman por sí mismas una identidad homosexual. Es en la
adolescencia tardía donde se espera que ya se haya consolidado una clara orientación
heterosexual que permita una adecuada formación de pareja.

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3. ETAPAS DE LA ADOLESCENCIA Y SUS PROBLEMÁTICAS.

3.1 Pre adolescencia.


Se conoce como preadolescencia a la etapa previa a la adolescencia. Dado que la
adolescencia (que procede del vocablo latino adolescentia) es el periodo de vida que llega
después de la niñez y que se inicia con la pubertad, la preadolescencia es la etapa intermedia
o de transición entre ambas edades.

No existe una definición exacta de la preadolescencia, ya que su desarrollo varía en cada


persona. Por lo general, se entiende que un preadolescente es un individuo que tiene entre 11
y 13 años.

En la actualidad, el acceso que los niños tienen a la información hace que dicha franja etaria sea
más difícil de identificar; dado que no puede acelerarse la llegada de la adolescencia a nivel
fisiológico, la interferencia de los medios masivos en el desarrollo y la ausencia de los padres
durante la infancia pueden provocar que la preadolescencia comience antes.

El cuerpo del preadolescente ya no es el mismo que el del niño, aunque tampoco evidencia el
grado de desarrollo que recién se acentuará en la adolescencia. Respecto al comportamiento,
la preadolescencia es una etapa de contradicciones: por un lado, el preadolescente mantiene
conductas infantiles pero, por otro, empieza a evidenciar un deseo de autonomía que se
acentuará en los años siguientes.

Esta etapa se caracteriza por una mayor percepción del entorno y de las posibilidades que
acarrea la libertad; así como los niños pequeños suelen hablar solos y viajar a mundos
imaginarios sin que parezca importarles que haya gente observándolos, los preadolescentes
comienzan a abandonar dicha falta de pudor en pos de la búsqueda de una identidad, del rol
que les gustaría ocupar en la sociedad.

En la preadolescencia suele iniciarse la identificación con el grupo de amigos. El niño que solía
estar apegado a sus padres deja paso al preadolescente que se siente identificado con sus

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amistades, experimentando un sentido de pertenencia. Esto suele manifestarse a través de los


gustos y las aficiones: comienza un intercambio cultural más intenso y efectivo, de manera que
la figura de los padres pierde fuerza como referente del mundo exterior, ya que aparecen nuevos,
más jóvenes, más entretenidos, más parecidos a uno.

De manera paralela, la influencia social comienza a ser más fuerte. En la niñez, las personas
desarrollan su personalidad a través de lo inculcado por la familia; a partir de la preadolescencia,
la influencia que ejercen ciertos líderes externos al grupo familiar (que pueden ser un amigo, un
maestro, etc.) se hace más notoria.

Son muchos los aspectos de nuestra personalidad que debemos moldear a medida que
crecemos: desde nuestra risa hasta nuestra manera de hablar, escribir, caminar y mirar, llega un
momento de nuestras vidas en el cual comenzamos a ser conscientes de que podemos decidir
cómo nos ve el mundo exterior y, por lo tanto, queremos hacerlo. Aunque no existe una edad
exacta en la cual las personas comienzan a sentirse atraídas sexualmente por otras, es común
que esto ocurra durante la preadolescencia, razón que suma importancia a la imagen que damos
de nosotros mismos. Como en toda etapa de crecimiento, la preadolescencia suele incluir ciertos
conflictos con los padres y otras figuras de autoridad. Es importante, por lo tanto, que los
adultos acompañen al preadolescente mientras le inculcan los valores que lo ayudarán en su
maduración.

En algunos países se habla de la edad del pavo para describir un período que suele coincidir
con la preadolescencia y que se caracteriza por una serie de actitudes difíciles de entender y
soportar por los padres, como ser la constante efusividad, momentos de risa demasiado
prolongados y torpeza provocada por una falta aparentemente voluntaria de atención al entorno.
Visto desde afuera, la edad del pavo parece consistir en querer comportarse como un idiota todo
el tiempo; desde adentro, se siente como una búsqueda feroz de disfrutar a pleno cada gota
restante de infancia.

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Cuáles son los rasgos que definen la preadolescencia


Mayor independencia de la familia. En un adelanto de lo que será la adolescencia, los niños
y las niñas en etapa preadolescete comienzan cierta separación de sus padres. Una separación
que se muestra en la práctica con intentos de rebeldía. Los niños y las niñas comienzan a usar
mucho más frecuentemente la palabra “no” con sus padres, a discutir aquello que se les dice, a
tratar de imponer sus propias decisiones. Una frase típica de preadolescente es “esto no es justo”.
Mayor capacidad de hacer amistades. En una clara muestra de que están abandonando la
infancia y se acercan a la adolescencia en la que el grupo de amigos cobra mucha importancia
para ellos, durante la preadolescencia, niñas y niños comienzan a formar lazos de amistad más
estrechos. En general, las niñas suelen hacerlo más con otras niñas y los niños, con otros niños.
Exigencia de mayor autonomía. Niñas y niños empiezan a pedir mayores cuotas de
autonomía. Es normal en esta etapa que discutan el momento en el que “tienen derecho” a tener
celular, a realizar algunas cosas solos, como ir al colegio, andar hasta el play ground o quedarse
en casa cuando no están los adultos.

3.2 Adolescencia temprana.


Adolescencia temprana. Inicia en la pubertad (entre los 10 y 12 años), se presentan los primeros
cambios físicos, e inicia el proceso de maduración psicológica, pasando del pensamiento
concreto al pensamiento abstracto, el adolescente trata de crear sus propios criterios,
socialmente quiere dejar de relacionarse y de ser relacionado con los niños, pero aún no es
aceptado por los adolescentes, desarrollando en él una desadaptación social, incluso dentro de
la familia, lo cual constituye un factor importante, ya que puede causar alteraciones emocionales
como depresión y ansiedad, que influyen en la conducta, contribuyendo al aislamiento.

Estos cambios se denominan “crisis de entrada en la adolescencia”; agregado a lo anterior se


presentan cambios en su medio: escuela, maestros, compañeros, sistema educativo,
responsabilidades. La familia (la presencia del padre, madre o tutor) se convierte en un factor
importante en como el adolescente vive esta etapa ya que el apoyo y la autoridad le ayudarán a
estructurar su personalidad y a superar la ansiedad que le provoca enfrentarse al cambio (Craig,
1997; Delval, 2000; Papalia et. al., 2001).

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Los cambios internos que tienen lugar en el individuo, aunque menos evidentes, son igualmente
profundos. Una reciente investigación neurocientífica muestra que, en estos años de la
adolescencia temprana, el cerebro experimenta un súbito desarrollo eléctrico y fisiológico. El
número de células cerebrales pueden casi llegar a duplicarse en el curso de un año, en tanto las
redes neuronales se reorganizan radicalmente, con las repercusiones consiguientes sobre la
capacidad emocional, física y mental.

El desarrollo físico y sexual, más precoz en las niñas –que entran en la pubertad unos 12 a 18
meses antes que los varones– se reflejan en tendencias semejantes en el desarrollo del cerebro.
El lóbulo frontal, la parte del cerebro que gobierna el razonamiento y la toma de decisiones,
empieza a desarrollarse durante la adolescencia temprana. Debido a que este desarrollo
comienza más tarde y toma más tiempo en los varones, la tendencia de éstos a actuar
impulsivamente y a pensar de una manera acrítica dura mucho más tiempo que en las niñas.
Este fenómeno contribuye a la percepción generalizada de que las niñas maduran mucho antes
que los varones.

Es durante la adolescencia temprana que tanto las niñas como los varones cobran mayor
conciencia de su género que cuando eran menores, y pueden ajustar su conducta o apariencia a
las normas que se observan. Pueden resultar víctimas de actos de intimidación o acoso, o
participar en ellos, y también sentirse confundidos acerca de su propia identidad personal y
sexual. La adolescencia temprana debería ser una etapa en la que niños y niñas cuenten con un
espacio claro y seguro para llegar a conciliarse con esta transformación cognitiva, emocional,
sexual y psicológica, libres de la carga que supone la realización de funciones propias de adultos
y con el pleno apoyo de adultos responsables en el hogar, la escuela y la comunidad.

Dados los tabúes sociales que con frecuencia rodean la pubertad, es de particular importancia
darles a los adolescentes en esta etapa toda la información que necesitan para protegerse del
VIH, de otras infecciones de transmisión sexual, del embarazo precoz y de la violencia y
explotación sexuales. Para muchos niños, esos conocimientos llegan demasiado tarde, si es que
llegan, cuando ya han afectado el curso de sus vidas y han arruinado su desarrollo y su bienestar.

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3.3 Adolescencia media.


Adolescencia intermedia. Inicia entre los 14 y 15 años. En este periodo se consigue un cierto
grado de adaptación y aceptación de sí mismo, se tiene un parcial conocimiento y percepción en
cuanto a su potencial, la integración de su grupo le da cierta seguridad y satisfacciones al
establecer amistades, empieza a adaptarse a otros adolescentes, integra grupos, lo que resuelve
parcialmente el posible rechazo de los padres, por lo que deja de lado la admiración al rol paterno
(Craig, 1997; Delval, 2000; Papalia et. al., 2001).

Para entonces, ya usualmente han tenido lugar los cambios físicos más importantes, aunque el
cuerpo sigue desarrollándose. El cerebro también continúa desarrollándose y reorganizándose,
y la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo aumenta notablemente. Las opiniones de
los miembros de su grupo aún tienden a ser importantes al comienzo de esta etapa, pero su
ascendiente disminuye en la medida en que los adolescentes adquieren mayor confianza y
claridad en su identidad y sus propias opiniones.

La temeridad –un rasgo común de la temprana y mediana adolescencia, cuando los individuos
experimentan con el “comportamiento adulto”– declina durante la adolescencia tardía, en la
medida en que se desarrolla la capacidad de evaluar riesgos y tomar decisiones conscientes. Sin
embargo, el fumar cigarrillos y la experimentación con drogas y alcohol frecuentemente se
adquiere en esta temprana fase temeraria para prolongarse durante la adolescencia tardía e
incluso en la edad adulta. Por ejemplo, se calcula que 1 de cada 5 adolescentes entre los 13 y
los 15 años fuma, y aproximadamente la mitad de los que empiezan a fumar en la adolescencia
lo siguen haciendo al menos durante 15 años.

El otro aspecto del explosivo desarrollo del cerebro que tiene lugar durante la adolescencia es
que puede resultar seria y permanentemente afectado por el uso excesivo de drogas y alcohol.
En la adolescencia tardía, las niñas suelen correr un mayor riesgo que los varones de sufrir
consecuencias negativas para la salud, incluida la depresión; y a menudo la discriminación y el
abuso basados en el género magnifican estos riesgos. Las muchachas tienen una particular
propensión a padecer trastornos alimentarios, tales como la anorexia y la bulimia; esta
vulnerabilidad se deriva en parte de profundas ansiedades sobre la imagen corporal alentadas

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por los estereotipos culturales y mediáticos de la belleza femenina. No obstante estos riesgos, la
adolescencia tardía es una etapa de oportunidades, idealismo y promesas. Es durante estos años
que los adolescentes ingresan en el mundo del trabajo o de la educación superior, establecen su
propia identidad y cosmovisión y comienzan a participar activamente en la configuración del
mundo que les rodea.

3.4 Adolescencia tardía.


Adolescencia tardía. Inicia entre los 17 y 18 años. En esta etapa se disminuye la velocidad de
crecimiento y empieza a recuperar la armonía en la proporción de los diferentes segmentos
corporales; estos cambios van dando seguridad y ayudan a superar su crisis de identidad, se
empieza a tener más control de las emociones, tiene más independencia y autonomía. Existe
también un cierto grado de ansiedad, al empezar a percibir las presiones de las
responsabilidades, presentes y/o futuras, por iniciativa propia o por el sistema social familiar, para
contribuir a la economía, aun cuando no alcanzan la plena madurez, ni tienen los elementos de
experiencia para desempeñarlas (Craig, 1997; Delval, 2000; Papalia et. al., 2001).

Este es el momento ansiadamente esperado por los padres ya pueden vislumbrar en sus hijos
un estado de equilibrio, mientras que para ellos significa el momento de las oportunidades, el
idealismo y las promesas.

Desarrollo social y emocional


Muestran mayor independencia.
Presentan una identidad más clara, ya han completado la pubertad y tienen un buen sentido
de su propio cuerpo y lo que son capaces de hacer.
Los cambios repentinos de humor disminuyen, ahora tienen mejor sentido del humor.
Son más pacientes y tolerantes.
Comienzan a tomar decisiones importantes como por ejemplo considerar sus posibilidades de
estudio y trabajo para el futuro.
Se desarrolla la capacidad de evaluar riesgos y tomar decisiones conscientes.
Emergen las preferencias recreacionales, vocacionales.
Se reconstruyen las relaciones con la familia.

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Empezará a desarrollar la capacidad de tener relaciones románticas más serias y saludables.


Comienzan a participar activamente en la configuración del mundo que les rodea.
Los propios valores prevalecen sobre los de su grupo de amigos.
Es capaz de conocer los límites del compromiso, y con unos objetivos prácticos y concretos.
Se concretan los valores éticos, religiosos, sexuales.

Desarrollo cognitivo
Aumenta notablemente la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo.
Ya tienen definidos sus hábitos de estudio, trabajo, descanso, pasatiempos.
Son capaces capaz de fijarse metas y trabajar para cumplirlas.
Presenta una conducta más equilibrada.
Tiende a concentrarse en sí mismo.

Desarrollo físico
Alcanza el 95% de su estatura adulta.
Crecimiento en vello facial y corporal en los varones; senos en las mujeres.
El cerebro sigue desarrollándose y reorganizándose.

3.5 Pos adolescencia.


Es la quinta y última fase de desarrollo emocional adolescente, es una fase de transición entre la
adolescencia y la adultez. Se logra la selección ocupacional, el establecimiento de metas, logro
de la personalidad moral (la confianza antes depositada en los padres ahora se une al Ser y todo
tipo de sacrificios son hechos con el fin de sostener el sentido de dignidad y autoestima), se
vuelven selectivos en función de su elección de pareja, se da el paso adecuado hacia la
paternidad o maternidad.

Tanto en mujeres como en hombres se busca integrar intereses y actitudes del padreó madre
respectivamente para alcanzar la paz con su imagen paterna ó materna y así llegar a la madurez.

Es una fase de transición entre la adolescencia y la adultez (“El Superyó es el heredero del
complejo de Edipo; el heredero de la adolescencia es el Ser”). Se da el logro de integración de

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las actitudes parentales hacia la persona (por ejemplo: “…soy bastante buen conciliador con las
personas, lo aprendí de mi padre y estoy orgulloso de él”).

En esta fase el yo, por así decirlo, elabora en su estructura una organización jerárquica en sus
funciones y en sus pautas defensivas. Se logra la anticipación del placer; es decir, se aprende a
tolerar los impulsos, aplazarlos, buscar canalizarlos asertivamente. Se adquiere hacia el final de
esta etapa una fijación irreversible llamadacarácter; esta estructura firme, que emerge de estas
fases adolescentes que en verdad está construida sobre los logros del periodo de latencia pero
que en la postadolescencia se define, soluciona e integra a la personalidad.

Esta etapa abarca desde los 18 hasta los 22 años aproximadamente. Es un período de tránsito
en el que el joven empieza a experimentar cosas que sólo acontecen en la edad adulta, votar,
conducir.

Este período se define principalmente por dos características:


Se accede a la independencia económica y social.
Se consolidan las relaciones de pareja.

3.6 El logro de la identidad.


La identidad, definida principalmente desde la Psicología, se comprende como aquel núcleo del
cual se conforma el yo. Se trata de un núcleo fijo y coherente que junto a la razón le permiten al
ser humano interactuar con otros individuos presentes en el medio. La formación de la identidad
es un proceso que comienza a configurarse a partir de ciertas condiciones propias de la persona,
presentes desde el momento de su nacimiento, junto a ciertos hechos y experiencias básicas. A
partir de lo anterior, la identidad se forma otorgándonos una imagen compleja sobre nosotros
mismos, la que nos permite actuar en forma coherente según lo que pensamos.

Según algunos autores, la identidad se comporta como algo relativo, como un núcleo plástico
capaz de modificarse a lo largo de la vida y el desarrollo, lo que permitiría al ser humano tener la
capacidad de comportante de formas diferentes según el contexto en el que deba actuar. Como
es posible de intuir, el contexto sociocultural en el que el individuo se encuentra inserto es

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fundamental y decisivo en la formación de su identidad. Sin embargo, no se trata del único factor
que la determina.

La identidad humana se configura a partir de la interacción con el medio y el funcionamiento


individual propio del sujeto, formándose entre ellos una tensión dinámica que guía la
configuración de la identidad hacia una dirección determinada. Gracias a esto es posible que el
ser humano sea capaz de notar, que más allá de lo que es, forma parte de un algo mayor fuera
de sí mismo.

Como vemos, la formación de la identidad sólo se realiza en función de la interacción con el medio
externo, ya que en una situación de aislamiento, las características individuales resultan
absolutamente irrelevantes y transparentes. Es sólo en relación a la interacción con los otros
significativos que las diferencias y características individuales adquieren valor y se comportan
como un aporte para la interacción social.

La imagen que a lo largo de la vida se forma el hombre de su persona ha sido objeto de análisis
en la investigación por parte de numerosos teóricos de la personalidad y la motivación. Este
interés no es casual, sino que se fundamenta por la enorme importancia que tiene esta formación
psicológica, en el proceso de regulación y autorregulación del comportamiento.

Entre los primeros estudiosos de este tema se encuentra William James, quien denominó “yo” a
dicha formación, concibiendo su organización en distintos niveles jerárquicos; es decir, el “yo
material”, el “yo social” y el “yo espiritual”. Este autor señaló el estrecho vínculo existente entre
personalidad y autoconciencia, y asumió una posición esencialmente funcionalista. El papel del
“yo” lo interpretó desde la perspectiva del proceso de adaptación del individuo al medio, obviando
el análisis de sus características internas, propiamente psicológicas.

También la escuela psicoanalítica abordó este problema. Para Sigmund Freud el “yo” constituye
un mediador entre las fuerzas contrapuestas del ello, el super-yo y la realidad. La principal función
de esta instancia continúa siendo entendida de manera adaptativa pues el “yo” debe “manejar”
las relaciones objetivos y estrategias orientadas a su auto perfeccionamiento. Quisiera abordar

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la identidad desde una etapa de la vida en la cual nos encontramos con la formación de nuestra
personalidad, estoy hablando de la adolescencia.

De acuerdo con Erik Erikson, el mayor obstáculo que debe enfrentar el desarrollo de los
adolescentes es el establecimiento de una identidad. Es un saber de quién es uno, hacia dónde
se dirige en la vida y en qué forma uno encaja en la sociedad. Se refiere a la estabilidad que
requiere una persona para lograr la transición de la dependencia de los demás a la dependencia
de sí mismo.

En otras palabras es la sensación de ser un individuo único, una especie de sentimiento de


singularidad individual que uno experimenta como alguien irrepetible. Integración y unificación de
los diferentes autos descripciones y su estabilidad en el transcurso temporal constituirían el
núcleo de la identidad. Al final de la adolescencia, la identidad comienza a actuar como una fuerza
moldeadora que orienta los planes y proyectos de vida.

El contenido de la identidad tiene que ver con los compromisos, las elecciones, la ocupación
laboral, los valores, las ideologías, la conciencia crítica, los roles, la sexualidad.

Cuatro puntos importantes a considerar sobre la identidad


1.- La identidad se construye en interacción con otros.
2.- La identidad es una definición socialmente construida del ser.
3.- La identidad es un fenómeno eminentemente subjetivo, con un fuerte componente emocional.
4.- La formación de la identidad implica un proceso de reconocimiento y valorización de la propia
individualidad Autoestima.

La teoría más completa sobre el desarrollo de la identidad es la de Erikson


Algunos expertos en desarrollo consideran que Erikson es la aproximación sobre el desarrollo
adolescente que más ha influido en su estudio, ¿Quién soy? ¿Qué hago en la vida? ¿Hacia dónde
voy? ¿Qué es lo que me hace diferente? Estas preguntas son muy comunes durante la
adolescencia. Los adolescentes buscan respuesta a estas preguntas que giran en torno al
concepto de identidad.

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Fue Erikson el primero en señalar lo importantes de estas preguntas para entender el desarrollo
adolescente. Por lo cual se considera que la identidad es un concepto clave para el desarrollo
adolescente y se lo debemos a las ideas de Erikson.

Identidad vs. Confusión de la identidad es el quinto estado psicosocial de Erikson. En este


estadio, la persona se enfrenta al descubrimiento de quien es, que hace en la vida y hacia dónde
va. Los adolescentes deben adoptar nuevos roles propios de los adultos como por ejemplo tener
una profesión.

La moría psicosocial es el termino propuesto por Erikson para definir la brecha existente entre la
seguridad propia de la infancia y la autonomía propia de la edad adulta. Se trata de una etapa
que los adolescentes experimentan como parte de la construcción de su identidad. A medida que
los adolescentes buscan su identidad experimentan con diferentes roles. Los jóvenes que
exploran las identidades contradictorias de forma saludable, emergen con un nuevo sentido del
yo, aceptable socialmente. Por el contrario, los adolescentes que no resuelven eficazmente esta
crisis de identidad experimentan lo que Erikson denomina confusión.

La confusión puede seguir uno de dos caminos posibles: El individuo se retira, aislándose, o se
sumerge en el mundo de los iguales, perdiendo su identidad. Las ideas de Erikson sobre el
desarrollo de la identidad durante la adolescencia revela un profundo conocimiento de la forma
de pensar y sentir de los adolescentes.

Dos ingredientes fundamentales de la teoría de Erikson son la personalidad y la experimentación


de roles. Se considera que los adolescentes se enfrentan a una gran cantidad de elecciones y en
algún momento de su juventud en el periodo de moratoria psicológica. Durante esta moratoria
psicológica experimentan con distintos roles y personalidades hasta que alcanzan un sentido del
yo estable. Conforme se van dando cuenta de que van hacer responsables de si mismos y de
sus vidas, los adolescentes se plantean en que se van a convertir sus vidas. Asimismo la mayoría
de los adolescentes acaba descartando roles indeseables.

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Literalmente hay cientos de roles diferentes que pueden experimentar los adolescentes y
probablemente también hay muchas formas distintas de explorarlos.

Cognoscitivas: Gracias al razonamiento lógico sobre cuestiones hipotéticas son capaces de


imaginar y considerar identidades futuras. En consecuencia tienen mayor probabilidad de
plantear y resolver cuestiones de identidad.

Estilos de crianza: Las relaciones que tienen los adolescentes con sus padres les da la
oportunidad de identificarse con alguno de ellos y tomar cualidades deseables. Asimismo, la
forma en la que sean educados será parte importante en el establecimiento de una identidad.

Escolares: Aquí hay controversia porque ayuda a forjar una identidad pero a la vez no, lo que se
ve es solamente la pertenencia a un grupo en la adolescencia temprana y una disgregación en la
tardía.

Socioculturales: Por último, la formación de la identidad es influida fuertemente por el contexto


social e histórico. El querer ser de alguna forma ha cambiado por generaciones. Uno de esos
cambios propició la extinción de los “punks”.

Una de las tareas fundamentales que debe hacer un adolescente es la de buscar su identidad.
Esto quiere decir buscar que tipo de persona quiere y puede ser. Si bien esta tarea puede llevar
toda la vida, la adolescencia es una etapa muy fuerte en este sentido y termina de fundar las
bases de su carácter y la forma de ser. De ahí la intensidad con la que se vive.

3.7 Adicciones.
Adicciones en la adolescencia constituye un problema de salud pública muy importante. Los
riesgos y danos asociados a adicciones en la adolescencia varían para cada sustancia y son
sumamente peligrosos; por esto, es necesario tener en cuenta las variables personales como el
grado de su motivación, conocimiento o experiencia del uso de adicciones en la adolescencia, y
las propiedades específicas de adicciones en la adolescencia así como la influencia de los
elementos adulterantes.

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Lo que hace que adicciones en la adolescencia sea una adicción nociva es que se vuelve en
contra de uno mismo y de los demás. Al principio de adicciones en la adolescencia se obtiene
cierta gratificación aparente, igual que con un hábito. Pero pronto su conducta empieza a tener
consecuencias negativas en su vida. Las conductas adictivas por adicciones en la adolescencia
producen placer, alivio y otras compensaciones a corto plazo, pero provocan dolor, desastre,
desolación y multitud de problemas a medio plazo.

Tipos de adicciones en la adolescencia


Adicciones en la adolescencia
Se utiliza para describir un patrón de uso de adicciones en la adolescencia que conduce a
problemas o preocupaciones graves como faltar a la trabajo, usar drogas en situaciones
peligrosas (manejar un carro), o el uso continuo de adicciones en la adolescencia que interfiere
con las relaciones familiares o con los amigos. Adicciones en la adolescencia, como trastorno, se
refiere al abuso de sustancias ilegales o al uso excesivo de sustancias legales (como el alcohol).

La dependencia de sustancias químicas


Es el uso continuo de adicciones en la adolescencia, aun cuando se hayan desarrollado
problemas importantes. Estos incluyen un aumento en la tolerancia o la necesidad de aumentar
las cantidades de adicciones en la adolescencia para obtener el efecto deseado, fracaso en el
intento de dejar adicciones en la adolescencia, y un debilitamiento de sus actividades sociales.

Dependencia química
Se utiliza para describir el uso compulsivo de sustancias químicas (o adicciones en la
adolescencia) y la incapacidad de dejar de utilizarlas a pesar de todos los problemas causados
por su uso. Las adicciones en la adolescencia son una enfermedad con efectos muy peligrosos
si no se le trata adecuadamente. Lo peor es que las personas con adicciones en la adolescencia
generalmente llegan a la dependencia química.

Qué causa las adicciones en la adolescencia, dependencia de sustancias químicas? Las normas
culturales ejercen influencia sobre las normas aceptables del uso de sustancias o adicciones en

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la adolescencia, mientras las leyes determinan el uso legal de las mismas. La duda de si hay un
patrón normativo de abuso adicciones en la adolescencia es aun objeto de grandes controversias.
Los trastornos relacionados con adicciones en la adolescencia son causados por múltiples
factores, incluyendo la vulnerabilidad genética, los factores ambientales, las presiones sociales,
las características individuales de la personalidad y problemas psiquiátricos. Sin embargo,
todavía no se ha determinado cuál de estos factores son determinantes en las personas con
adicciones en la adolescencia, pero se acepta que son todos combinados los que generan
adicciones en la adolescencia.

Consecuencias de adicciones en la adolescencia


Las consecuencias negativas asociadas a adicciones en la adolescencia afectan a muchos
aspectos diferentes de la vida de una persona. Estas consecuencias son muy diversas, pero
podemos dividirlas en dos grupos.

Salud
Adicciones en la adolescencia origina o interviene en la aparición de diversas enfermedades,
danos, perjuicios y problemas orgánicos y psicológicos. Hepatitis, cirrosis, depresión, psicosis,
paranoia son algunos de los trastornos que adicciones en la adolescencia produce y pueden
llegar a ser fatales.

Social
Cuando se comienza adicciones en la adolescencia, la persona ya no es capaz de mantener
relaciones estables y puede destruir las relaciones familiares y las amicales. Adicciones en la
adolescencia puede provocar que la persona deje de participar en el mundo, abandonando metas
y su vida gira en torno a adicciones en la adolescencia destruyendo lo que lo rodea. También se
ven afectadas las personas que rodean al adicto adicciones en la adolescencia, especialmente
las de su entorno más cercano, como familiares y amigos.

Bajo rendimiento en el trabajo o en el estudio


Se llega al grado de abandonar metas y planes, recurriendo a adicciones en la adolescencia
como única "solución".

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Consecuencias económicas
El uso de adicciones en la adolescencia puede llegar a ser muy caro, llevando al adicto a destinar
todos sus recursos para mantener el consumo, incluso a sustraer los bienes de su familia y
amigos. En la actualidad existen tratamientos capaces de superar el problema de adicciones en
la adolescencia.

3.8 Violencia.
La violencia en los adolescentes se refiere a acciones dañinas que comienzan temprano y
continúan hasta que la persona es un adulto joven. El o la joven puede ser la víctima, el agresor
o el testigo de un acto de violencia.

Los actos violentos pueden ser:


Intimidación
Peleas, incluyendo puñetazos, patadas, bofetadas o golpes
Uso de armas, como pistolas o cuchillos

Algunos actos violentos pueden causar más daño emocional que físico. Otros pueden causar
lesiones graves o incluso la muerte.

Un importante factor de riesgo para la violencia en los adolescentes es el comportamiento de sus


amigos y compañeros de clase. Usted debería de saber con quién se relacionan sus hijos y
fomentar un comportamiento y amistades saludables.

Con respecto a los escenarios en los que se produce violencia entre población adolescente,
encontramos que se suelen dar en:
– Violencia en casa
Es frecuente que las familias en las que hay uno o más hijos adolescentes se produzcan
situaciones conflictivas, debido a la modificación de normas, a las exigencias de los hijos, etc.
La situación se agrava si se producen peleas físicas entre dos o más miembros de la familia.

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– Violencia entre parejas adolescentes


Los datos recogidos de investigaciones sobre violencia entre parejas de novios adolescentes son
alarmantes.
Sorprendentemente, este tipo de violencia sigue aumentando, y lo llevan a cabo tanto los chicos
como las chicas.
Muchas de las conductas que no suelen percibirse son: control sobre el otro, gestos de
humillación, obligar a tener relaciones sexuales, etc.

– Violencia en el colegio
Desgraciadamente, los datos recogidos en nuestro país ponen de manifiesto que se producen
muchos casos de bullying entre jóvenes y adolescentes.
Estas conductas violentas han sido ampliamente estudiadas, y son muchas las causas de que se
siga produciendo, como por ejemplo: papel mantenedor de los compañeros que actúan como
espectadores, víctimas que no comunican su situación de acoso, las conductas violentas hacen
que el agresor consiga salirse con la suya.
Además, es necesario resaltar las manifestaciones de violencia que algunos alumnos llevan a
cabo sobre sus profesores. En este sentido, deberían tomarse más medidas para evitar que se
produzcan estos comportamientos violentos en el ámbito escolar.

– Violencia callejera
Algunos grupos de adolescentes se unen para formar pandillas o bandas callejeras, con el
propósito de agredir a personas o para cometer actos delictivos –como robos a personas aisladas
o en establecimientos-.
También es motivo de alarma que unos adolescentes disfruten y se diviertan haciendo daño a
animales callejeros.
No son pocos los vídeos que se han recogido de palizas a animales indefensos, llegando a
producir daños irreparables e, incluso, la muerte.
Este comportamiento con animales no debe percibirse en ningún momento como una conducta
normal, ligada a la etapa adolescente.
Se trata de una razón de peso para llevar a cabo un estudio psicológico del adolescente y, si es
necesario, realizar una intervención concreta.

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– Ciberbullying
Este es un problema al que deben enfrentarse los jóvenes actualmente, puesto que la acción de
sus agresores no termina cuando acaba el horario escolar.
Se puede producir acoso mediante mensajes amenazantes, publicación de fotos o vídeos
denigrantes, burlas e insultos públicos en las redes sociales, etc.
Además, en los últimos años se han producido casos en los que han salido a la luz vídeos de
chicas manteniendo relaciones sexuales. Esta es otra forma de violencia, puesto que se atenta
contra la privacidad e integridad de la adolescente en cuestión.

Formas de manifestar la violencia


A continuación, pasamos a diferenciar las distintas manifestaciones de violencia que se pueden
encontrar entre población adolescente –algunas de las cuales pueden pasar desapercibidas-.

Algunas de ellas son:


– Violencia verbal
La violencia verbal se está normalizando en nuestra sociedad, especialmente cuando se percibe
entre jóvenes que tienen enfrentamientos aparentemente sin importancia.
Algunos ejemplos de violencia verbal pueden ser insultos, gritos, etc., y pueden llegar a causar
tanto daño psicológico como la violencia física –especialmente cuando se produce de forma
frecuente-.

– Violencia física
La violencia física es más alarmante puesto que puede causar serios daños en el organismo.
Suelen conllevar mayores castigos y, a veces, los agresores tienen que rendir cuenta con la
justicia. Golpes, bofetadas y empujones constituyen algunos ejemplos de este tipo de violencia
entre población adolescente.

– Violencia/maltrato psicológico
Aunque se trate de un tipo de violencia más sutil, llega a provocar serios problemas en la víctima,
como baja autoestima, falta de autonomía, miedo a su pareja, etc.
Algunos ejemplos de violencia psicológica son los siguientes:

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Humillación. Esta forma de violencia es muy común. Se refiere al hecho de que algunas
personas ofenden a la otra persona, especialmente cuando lo hace públicamente.
Desprecios. Se refiere a la conducta de indiferencia que hace sentir mal a la persona víctima de
este maltrato.
Amenazas. Un adolescente puede llegar a coaccionar a otra persona, de forma que termine
consiguiendo lo que quiere. Esta actitud provocará sentimiento de triunfo en el agresor, que
optará por utilizar este método repetidamente.

Causas de violencia adolescente


Las causas de que se produzca violencia en la población joven son numerosas.
En los estudios sobre el tema, se ha centrado la atención en el tipo de familia de procedencia,
especialmente. Así, encontramos que los aspectos familiares que más promueven la violencia
adolescente son:

Ausencia parental –abandono del padre o de la madre- total o parcialmente.


Familia desestructurada.
Estilos educativos autoritarios –en el que el adolescente no puede negociar las normas- o
demasiado permisivo –en el que hay ausencia total de normas-.
Otros aspectos que potencian la manifestación de conductas agresivas son los siguientes:
Consumo de sustancias. El alcohol y drogas ilegales suelen provocar que se produzcan
conductas violentas, como enfrentamientos, peleas y agresiones.
Falta de atención individualizada en los colegios. A veces sucede que los profesores no alertan
sobre comportamientos inaceptables que se producen dentro del colegio, por lo que no puede
llevarse a cabo una intervención específica.
Deseos de aceptación del grupo de iguales. El reconocimiento social aporta ciertas ventajas
en el adolescente, como sentimiento de pertenencia a un grupo, aumento de su autoestima e
incremento de su satisfacción vital.

Por todo ello, muchos jóvenes no tienen reparos en llevar a cabo conductas violentas hacia los
más débiles, con el fin de buscar la aprobación de su grupo de iguales.

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Como se puede imaginar, todo lo comentado hasta ahora repercute de forma negativa entre los
adolescentes que sufren la violencia en primera persona. En relación a las víctimas, se han
observado numerosos indicadores de desajuste psicológico, como por ejemplo:
Aislamiento social.
Bajo rendimiento escolar.
Problemas de ansiedad.
Depresión.
Ideas o tentativas de suicidio.
Mayor insatisfacción con su vida.
Problemas dentro de su propia familia.

Las víctimas no suelen pedir ayuda a sus familiares ni conocidos, por lo que debes estar atento
si tienes sospechas de que tu hijo se encuentre en esta situación.

3.9 Imagen corporal.


La adolescencia es una tormenta de hormonas, pensamientos y sentimientos que nos forman
física y mentalmente. Como padres, es común escuchar expresiones como “los aborrecentes”
como hijos, si pensamos en retrospectiva, la duda puede ser el estado de ánimo predominante.
El detalle es que si dudamos de nuestra identidad es más fácil transitar por alteraciones de salud.
Para los adolescentes el aspecto físico es clave en la aceptación y muchos están dispuestos a lo
que sea con tal de lograr un “ideal”.

Más allá del espejo


La imagen corporal consiste en las opiniones, creencias y sentimientos de una persona acerca
de su propio cuerpo y de su aspecto físico. Tener una imagen corporal positiva significa sentirse
bastante satisfecho del propio aspecto físico, valorando el propio cuerpo por sus capacidades y
aceptando sus imperfecciones.

Es aquí cuando los valores y los ideales que tenga las persona a su alcance pueden afectar, por
ejemplo, si una persona está rodeada de gente que creen que las mujeres deben tener medidas
específicas para ser bella, sentirá que si no tiene esas medidas no será bella, pero si su entorno

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cree y ella confía en su entorno que la belleza es el buen uso de los atributos que tiene, buscará
utilizar bien sus recursos y se sentirá consigo satisfecha.

La imagen corporal forma parte de la auto-imagen global de una persona. Por lo tanto, la forma
en que una persona se siente con respecto a su cuerpo puede repercutir sobre la forma en que
se siente con respecto a sí mismo y viceversa, esto es clave en la adolescencia, donde la
identidad aún no está consolidada y la autoestima puede resentirse por la forma física.

Los cambios puberales influyen directamente en la imagen corporal, que es el esquema


psicológico que el sujeto tiene de su cuerpo como consecuencia de sus vivencias personales, la
forma de internalizarlas y el ambiente sociocultural en el que se desarrolla. La imagen corporal
es propia de cada persona y le permite expresarse y comunicarse con otras personas. La imagen
corporal está relacionada con la autoestima, que es la capacidad de tener confianza y respeto
por sí mismo. La autoestima comienza a construirse desde el momento del nacimiento, o antes,
ya que las expectativas y los sentimientos de los padres hacia el niño o la niña recién nacidos
producen la seguridad de ser querido(a) o de ser rechazado(a). Por lo tanto, es en el núcleo
familiar donde el niño y la niña adquieren las bases para construir una adecuada o inadecuada
autoestima.

Las actitudes de la madre y el padre son las que permitirán a los hijos el desarrollo de la confianza
en sí mismos, la capacidad de valorarse y valorar a los demás y, por lo tanto, una adecuada
autoestima. Los padres actúan como "espejos" que reflejan las cualidades y defectos de sus hijos.
Este mirarse en el espejo de los padres dará como resultado la seguridad personal; así, si los
padres reflejan sólo las cualidades o sólo los defectos, promoverán en sus hijos, una imagen
escindida, insegura y temerosa para dar y recibir. Durante la pubertad y la adolescencia, la
autoestima se debilita ya que el cuerpo cambia y, por lo tanto, los y las adolescentes tienden a
cuestionar su imagen corporal, lo que les permitirá construir su identidad.

En el inicio de la adolescencia, es común que exista preocupación por los cambios físicos e
incertidumbre acerca de la propia apariencia física. Así, los hombres pueden estar preocupados
por el tamaño del pene, la presencia del bello en el pecho y en el pubis, la aparición del bigote,

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la complexión del tórax, el cambio de la voz y la primera eyaculación, mientras que las mujeres
pueden sentir vergüenza por el tamaño de los senos o preocuparse por el tamaño de las piernas,
la acumulación de grasa en el cuerpo y el inicio temprano o tardío de la menstruación.

A ambos sexos les puede incomodar la aparición de espinillas, la sudoración, la desproporción


de sus cuerpos y las diferencias corporales entre ellos. Tal vez se sientan menos por ser más
bajitos que sus compañeros o muy altos, o si son delegados o gordos, o sin tiene diferentes
tonalidades de piel. Conforme el adolescente se acostumbra a los cambios; empieza la
preocupación por su apariencia, el deseo de poseer un cuerpo más atractivo y la fascinación por
la moda.

Al finalizar la adolescencia deberá existir una aceptación del cuerpo y por lo tanto una imagen
corporal satisfactoria y una adecuada autoestima. Una adecuada autoestima permite a los
adolescentes crecer, sentirse orgullosos de sí mismos, reconocer sus cualidades y defectos e
internalizar una imagen corporal positiva y sin culpas. Los adolescentes necesitan el apoyo de
los adultos para entender los cambios físicos y emocionales que presentan durante esta etapa
de la vida, y valorar sus logros con el fin de fortalecer su posición personal y su identidad. Imagen
corporal y perspectiva de género.

La imagen corporal está ligada al género, que se refiere a las diferencias entre los hombres y las
mujeres en cuanto a ideas, valores y modos de actuar. Estas diferencias no tienen un origen
biológico, sino que son construcciones sociales que determinan lo que en cada sociedad significa
ser hombre o ser mujer.

En opinión de George Mead, tanto hombres como mujeres se definen como personas que tienen
un proceso de desarrollo propio que no está presente desde el nacimiento, sino que surge de la
experiencia personal y del aprendizaje sociocultural. A partir de la interacción que tiene el niño o
la niña, desde los primeros gestos y sonrisas con la madre o el padre, aprende las actitudes que
los provocan, y sabe cuándo reaccionar de tal o cual manera hacia los demás porque también ha
aprendido a identificar sus actitudes; pero, así mismo los otros han aprendido a entender las

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actitudes del pequeño y a reaccionar ante ellas; digamos que desde estos momentos comienza
el dinamismo y el proceso social de influir sobre otros y modificar sus actitudes.

Este proceso social puede ser una línea de análisis para comprender las diferentes influencias
que los niños y las niñas reciben de los demás. Incluso desde antes de nacer, el preparar la ropa
de color rosa o azul, o más tarde los juegos como las muñecas y los carritos, muestran las
expectativas de los padres respecto de lo que debe ser un niño o una niña. En este sentido, lo
que un niño o una niña perciban de la actitud de sus padres será generalmente lo que ellos
percibirán de sí mismos. Muchos papás y mamás piensan que las niñas valen menos por ser
mujeres y que tienen menos oportunidades en la vida, que sufren más, que no pueden trabajar
igual que los hombres, que tienen más peligros al salir a la calle, etc.

Asimismo, muchos consideran que los hombres son más fuertes, que pueden hacer lo que
quieran, trabajar, salir por las noches, ganar dinero, etc. Estas ideas provocan sentimientos de
seguridad diferentes para hombres y mujeres. Muchas veces a los niños se les promueve la
fortaleza, la seguridad y el apoyo para aprender tareas fuera de casa, y se les hace menos
expresivos y muy dependientes de las mujeres. A las niñas, en cambio, se les trata con cierta
delicadeza, lo cual puede ser positivo, pero cuando se confunde esa delicadeza con incapacidad
para moverse o defenderse y se les encamina exclusivamente a las labores del hogar, se limitan
sus oportunidades y se les hace más débiles. Estos papeles que la sociedad asigna a hombres
y mujeres se hacen más evidentes durante la adolescencia, a causa de las diferencias corporales
y los significados sociales del cuerpo.

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4. EDAD ADULTA TEMPRANA

4.1 Salud y condición física


La adultez temprana, como ya definimos, por lo general abarca el lapso entre los 20 y los 40
años, suele ser un período de posibilidades: muchas personas de esta edad por primera vez son
autosuficientes, se hacen cargo de la casa que habitan y se ponen a prueba en las actividades
que eligieron. Cada día toman decisiones que ayudan a determinar su salud, su profesión y su
estilo de vida.

Desarrollo Físico:
Salud y Condición Física
Casi toda la gente entre 20 y 40 años se encuentra en el pináculo de la salud, la fuerza, la energía,
la resistencia y el funcionamiento sensorial y motor.

La edad adulta temprana se caracteriza físicamente por:


Su cuerpo está plenamente vigoroso.
Gran resistencia y energía.
La estatura se estabiliza alrededor de los 30 años.
La fuerza muscular está en su apogeo sobre los 25.
El sujeto tiene una gran agilidad en los dedos y movimientos de sus manos.
Durante este período, se establece el cimiento del funcionamiento físico de por vida.
La salud puede ser influenciada por los genes.
Los factores conductuales (la alimentación de los adultos jóvenes, si duermen lo suficiente,
cuanta actividad física realizan, y si fuman o consumen alcohol o drogas) contribuyen de manera
importante a alcanzar un estado de salud y de bienestar.

Los problemas de salud en esos años son similares a los de la adolescencia; sin embargo, en
esta época alcanzan su punto más alto las tasas de lesiones, homicidios y consumo de drogas.
Además, muchos adultos tempranos tienen sobrepeso y hacen muy poco ejercicio.

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Factores Conductuales que Influyen en la Salud y la Condición Física:


La relación entre la conducta y la salud ilustra la interrelación entre los aspectos físicos,
cognoscitivos y emocionales del desarrollo. En el momento en que llegan a la adultez temprana,
una gran proporción de los jóvenes del mundo ya han empezado las prácticas inadecuadas que
contribuyen a las tres principales causas prevenibles de muerte: tabaquismo, obesidad y abuso
de alcohol.

Sueño:
La época entre los 20 y los 30 es de mucha actividad, por lo que no sorprende que muchos
jóvenes adultos a menudo no duerman lo suficiente. (Monk, 2000). La privación de sueño puede
ser fatal en la carretera; se estima que conductores somnolientos ocasionan uno de cada choque
fatal (Peters et al; 1994). La falta de sueño tiende a dañar el aprendizaje verbal (Horne, 2000),
algunos aspectos de la memoria (Harrison y Horne, 2000b), la toma de decisiones de alto nivel
(Harrison y Horne, 2000a), y la articulación del habla (Harrison y Horne, 1997), la privación crónica
de sueño (menos de seis horas de sueño cada noche durante tres o más noches) puede afectar
gravemente el desempeño cognoscitivo (Van Dongen, Maislin, Mullinggton y Dinges, 2003).

Tabaquismo:
Fumar, la principal causa evitable de muerte entre los adultos estadounidenses. Los adultos
jóvenes son los más propensos a fumar que cualquier otro grupo de edad.

¿Por qué fuma tanta gente?


En primer lugar, fumar es adictivo. La tendencia a la adicción puede ser genética y ciertos genes
pueden afectar la capacidad para dejar el hábito. Muchos fumadores adultos desarrollaron el
hábito antes de los 20 años y no pueden o no quieren dejarlo.

Consumo de Alcohol:
La sociedad estadounidense es una sociedad de bebedores. La publicidad asocia al licor, la
cerveza y el vino con la buena vida y con ser una persona mayor. Aunque el consumo frecuente
de alcohol es común a esta edad, los universitarios suelen beber con más frecuencia y en exceso
con sus coetáneos que no asisten a la universidad.

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El consumo de alcohol se asocia con otros riesgos característicos de la adultez temprana,


como: los accidentes automovilísticos, los delitos, la infección por VIH y el consumo de drogas
ilícitas y tabaco.

Problemas de Salud Mental:


Para la mayor parte de los adultos jóvenes, la salud mental y el bienestar mejoran y los problemas
de conducta disminuyen. Sin embargo, al mismo tiempo se incrementa la incidencia de
trastornos psicológicos como la depresión mayor, la esquizofrenia y los trastornos
bipolares.

Algunos de los trastornos específicos que pueden desarrollarse en la adultez temprana


son:
-Alcoholismo y consumo y abuso de drogas:
El consumo de drogas ilícitas alcanza su punto más alto entre los 18 y 20 años. A medida que
los adultos sientan cabeza, se cansan y asumen la responsabilidad de su futuro tienden a reducir
el consumo de drogas.
Las tazas de consumo disminuyen de manera marcada durante los 20, se estabilizan a finales de
los 30 y el inicio de los 40 y luego disminuye de nuevo en la vejez de nuevo.

-La conducta antisocial: la prevalencia general de la conducta antisocial, que aumenta durante
la adolescencia, disminuye de manera abrupta durante la adultez temprana. La conducta
antisocial de inicio temprano por lo general tiene raíces en la niñez temprana.

-Depresión: la adolescencia y la adultez temprana parecen ser períodos sensibles para el inicio
de los trastornos depresivos, cuya incidencia se incrementa de manera gradual entre las edades
de 15 y 22 años.

4.2 Temas sexuales y reproductivos


Los adultos jóvenes suelen tener más parejas sexuales que los que componen los grupos de
mayor edad pero tienen sexo con menos frecuencia. Las personas que inician la actividad sexual
durante la adultez joven suelen involucrarse en menos conductas de riesgo que los que

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empezaron en la adolescencia. El sexo casual es bastante común, en especial en los campos


universitarios.

Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS):


En Estados Unidos la tasa más elevada de enfermedades se dan entre los adultos jóvenes de 18
a 25 años, en especial entre los que consumen drogas ilícitas. Se estima que una de cada 4
personas sexualmente activas, pero casi la mitad de los nuevos casos de enfermedades
transmitidas sexualmente, se encuentran en ese grupo de edad, y muchas de ellas no reciben
diagnóstico ni tratamiento médico (Lefkowitz y Gillen, 2006).

Trastornos Menstruales:
El Síndrome Premenstrual (SPM). En la edad temprana aparece este síndrome, un trastorno
que produce malestar físico y tensión emocional por dos semanas antes del período menstrual.
Los síntomas pueden incluir: fatigas, jaquecas, hinchazón de manos y pies, inflamación
abdominal, nauseas, cólicos, estreñimientos, antojos de comida, aumento de peso, depresión,
ansiedad, irritabilidad, oscilaciones del estado de ánimo, tendencia al llanto y dificultad para
concentrarse y recordar.

Infertilidad:
Incapacidad para concebir un hijo después de intentarlo durante 12 meses. La fertilidad de las
mujeres empieza a declinar entre los 28 o 29 años, con decrementos considerables entre los 30
y 39 años. La fertilidad masculina es menos afectada por la edad, pero disminuye de manera
significativa entre los 38 y 39 años (Dunson, Colombo y Baird, 2002).

4.3 Perspectivas sobre la cognición adulta


En el sentido común indica que los adultos piensan de manera diferente a los niños o
adolescentes: Mantienen diferentes tipos de conversaciones, entienden materiales más
complicados y utilizan mayor experiencia para resolver problemas prácticos.

Piaget describió la etapa de las operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitiva,
algunos científicos del desarrollo sostienen que los cambios en la cognición se extienden más

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allá de esa etapa. De acuerdo con los criterios de Piaget, el razonamiento formal no es la única
y quizás ni siquiera la más importante capacidad del pensamiento maduro (Moshman, 1998). La
investigaciones y el trabajo teórico realizados desde la década de los setenta sugieren que el
pensamiento maduro es mucho más rico y más complejo que las manipulaciones intelectuales
abstractas que Piaget describió (Arlin, 1994; Labouvie-Vief,1985, 1990 ).

El pensamiento en la edad adulta a menudo parece ser flexible, abierto, adaptativo individualista.
Se basa en la intuición, la emoción y la lógica para ayudar a la gente a afrontar un mundo que
parece caótico. Aplica los frutos de la experiencia alas situaciones ambiguas. Se caracteriza por
la capacidad para manejarla incertidumbre, la inconsciencia, la contradicción, la imperfección y
el compromiso (como hizo Arthur Ashe cuando se enfrento a las limitaciones físicas a su
capacidad para continuar con su carrera de tenis). En esta etapa superior de la cognición adulta
en ocasiones se denomina pensamiento posformal.

El pensamiento posformal es relativista. El pensamiento inmaduro ve las cosas en blanco y negro


(correcto frente a equivocado, intelecto frente a sentimientos, mente frente al cuerpo); en tanto,
el pensamiento posformal ve tonos de gris. A menudo se desarrolla en respuesta a interacciones
y acontecimientos que abren formas inusuales de ver las cosas y desafían la visión simple y
polarizada del mundo. Permite a los adultos trascender un único sistema lógico (como una teoría
particular de desarrollo humano o un sistema político establecido)y reconcilia o elige entre las
ideas o exigencias conflictivas, cada una de las cuales puede ser cierta desde su perspectiva (
Labouvie-Vief, 1990, Sinnott1996, 1998).

Crecimiento cognitivo en la universidad, representa una época de descubrimiento intelectual y de


crecimiento personal. Los estudiantes cambian en respuesta a los programas de estudio, el cual
ofrece nuevas perspectivas y maneras de pensar, debido a otros estudiantes que cuestionan
opiniones y valores mantenidos por mucho tiempo a la cultura estudiantil que es diferente de la
cultura de la sociedad en su conjunto; y a los miembros del cuerpo docente, quienes proporcionan
nuevos modelos a imitar.

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La elección de una especialización representa la búsqueda de un interés apasionado o el preludio


de una carrera futura. También tienden afectar patrones de pensamiento. Las ocupaciones de
crecimiento más rápido y mejor remuneradas por lo general requieren al menos un grado de
licenciatura (Bureau of Labor Standars, 2000. 20001)

La complejidad cognoscitiva del trabajo, se refiere al grado en que el trabajo de una persona
requiere pensamiento y juicio independiente. Investigaciones reflejan que el desarrollo completo
de los lóbulos frontales durante la edad adulta temprana repara a la gente para manejar varias
tareas al mismo tiempo.

4.4 Desarrollo moral


El desarrollo moral del adulto se basa en las experiencias, lo que le permite por medio de las
emociones evaluar y definir lo que es correcto y justo. Estas experiencias hacen que pueda ver
mejor, moral y socialmente el punto de vista de los demás. Existen aspectos que facilitan el
desarrollo moral, por ejemplo el confrontar valores en conflicto fuera del hogar (universidad y
trabajo) y en el hogar respondiendo al bienestar de las personas a su cuidado. (Paternidad).
Kohlberg define moral como un sentido de justicia, el cual depende de un desarrollo cognitivo que
implica una superación del pensamiento egocéntrico y una capacidad creciente de pensar de una
manera abstracta. El adulto joven posee, según este autor, una moral Post-convencional, que
marca el logro de la verdadera moralidad, la persona conoce las posibilidades de conflicto entre
dos estándares socialmente aceptados y tratan de decidir entre ellos.

Se debe de destacar que en periodo post-convencional se presenta: la "Moral de contrato de los


derechos individuales y la ley aceptada democráticamente", es decir, el adulto piensa en términos
racionales, valorando la voluntad de las mayorías y el bienestar social, aceptando el
obedecimiento a la ley impuesta por la sociedad y la "Moral de principios éticos universales", en
la cual el adulto hace lo que considera correcto a pesar de las restricciones legales o de lo que
los demás opinen, actuando de acuerdo a estándares internos; en la adultez la persona puede
encontrarse en una de estas dos etapas.

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Para Piaget y Kohlberg, el desarrollo moral depende del desarrollo cognitivo, sería una especie
de superación del pensamiento egocéntrico una capacidad creciente para pensar de manera
abstracta. Kohlberg en su teoría del desarrollo moral, plantea que en las etapas quinta y sexta el
desarrollo moral es una esencia una función de la experiencia. Los individuos sólo podrían
alcanzar estos niveles (si es que los alcanzan) pasados los 20 años, ya que para que las personas
reevalúen y cambien sus criterios para juzgar lo que es correcto y justo requieren de experiencias,
sobre todo aquellas que tienen fuertes contenidos emocionales que llevan al individuo a volver a
pensar. Según Kohlberg, existen dos experiencias que facilitan el desarrollo moral: confrontar
valores en conflicto (como sucede en la universidad o el ejército) y responder por el bienestar de
otra persona (cuando un individuo se convierte en padre).

Los teóricos e investigadores del desarrollo han estudiado la cognición adulta desde varias
perspectivas:

Algunos tratan de identificar capacidades cognoscitivas distintivas que aparecen en la adultez o


formas características en que los adultos usan dichas capacidades en las etapas sucesivas de la
vida, que van más allá de las operaciones formales. Otros investigadores se concentran en los
aspectos de la inteligencia que están presentes toda la vida pero que se destacan en la adultez.
Una teoría actual, que puede aplicarse tanto a los niños como a los adultos, hace hincapié en el
papel de la emoción en la conducta inteligente.

Postulado de Piaget:
El describió la etapa de las operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitivo, algunos
científicos del desarrollo sostienen que los cambios en la cognición se extienden más allá de ella.
Una línea de teoría e investigación neopiagetana se concentra en los niveles superiores de
pensamiento reflexivo o razonamiento abstracto, otra se relaciona con el pensamiento posformal.

Al describir el desarrollo intelectual desde la infancia a través de la adolescencia, se presentó la


preocupación con la manera como las habilidades cognoscitivas se desarrollan y progresan a
través de los diferentes niveles cualitativos. Piaget atribuyó esos cambios a la combinación de la
maduración y la experiencia.

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¿Qué sucede entonces en un adulto?


Como es de esperar, la experiencia juega un papel especialmente importante en el
funcionamiento intelectual. Pero las experiencias de un adulto son diferentes y, generalmente,
mucho más amplias que las de un niño, cuyo mundo está definido grandemente por el hogar y la
escuela. Por la diversidad de las experiencias del adulto, hacer generalizaciones acerca del
conocimiento de los adultos es extremadamente difícil.

El pensamiento reflexivo es una forma compleja de cognición, definida por el filósofo y educador
estadounidense John Dewey (1910/1991), como el tipo de pensamiento lógico que puede
aparecer en la adultez e involucra una evaluación activa continua de la información y las creencias
a la luz de la evidencia y las consecuencias. La capacidad para practicar este tipo de
pensamiento parece surgir entre las edades de 20 y 25 años. Si bien casi todos los adultos
desarrollan la capacidad para convertirse en pensadores reflexivos, pocos alcanzan la capacidad
óptima en esta habilidad, menos aún pueden aplicarla de manera sistemática a diversos tipos de
problemas.

El pensamiento posformal es el tipo de pensamiento maduro que se basa en la experiencia


subjetiva, la intuición y la lógica; es útil para lidiar con la ambigüedad, la incertidumbre, la
inconsistencia, la contradicción, la imperfección y el compromiso. Este tipo de pensamiento es
relativista e, igual que el pensamiento reflexivo, permite a los adultos trascender un solo sistema
lógico.

Schaie: Un modelo del Ciclo de Vida del Desarrollo Cognoscitivo:


El modelo del ciclo de vida del desarrollo cognoscitivo propuesto por K. Warner Schaie (1977-
1978; Schaie y Willis, 2000), uno de los modelos para el estudio de los estadios cognitivos de la
edad adulta, examina el desarrollo de los usos del intelecto dentro de un contexto social. Sus
siete etapas giran en torno a metas motivacionales que aparecen en varias fases de la vida. No
todos pasan por esas etapas dentro de los marcos temporales sugeridos.

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En realidad, las etapas de la adultez de Schaie pueden tener una aplicación menos general en
una era de elecciones y trayectorias que varían y cambian con rapidez.

Sternberg: Insight y Conocimientos Prácticos:


De acuerdo con la teoría triárquica de la inteligencia de Sternberg (1985, 1987), los elementos
experiencial y contextual adquieren particular importancia durante la adultez. Esta es otra manera
de mirar lo que distingue el funcionamiento intelectual de los adultos y los niños, en términos de
ciertas clases de pensamiento, que llegan a ser más importantes y más completas en la vida
adulta.

Baltes:
Con su teoría del ciclo vital, considera que la práctica y familiaridad con las tareas son la base
del desarrollo y del funcionamiento cognitivo adulto.

El Papel de la Experiencia en los Juicios Morales:


El adagio “vive y aprende” resume el desarrollo moral del adulto. La experiencia, a menudo,
lleva a la gente a revaluar su criterio sobre lo que es correcto y justo.

4.5 Educación y trabajo


La incorporación a la vida adulta incluye también la incorporación a la vida laboral. La importancia
de la competencia en la infancia y de la preparación del adolescente en la búsqueda de la
identidad, se reemplaza en la adultez joven, por la actividad laboral (o de la preparación
profesional para iniciarse en el trabajo).

En la adultez es la actividad que aporta el sustento económico e influye decisivamente en la


autoestima, constituyéndose en una fuente de valoración individual. Corresponde a un momento
crucial, muy determinado por desarrollos, oportunidades y experiencias anteriores. El tener
trabajo y ser exitoso en lo laboral y asegurar un nivel de ingresos que permita proveer a las
necesidades de la familia se constituye en un eje central de las preocupaciones del adulto joven.

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El tema de la actividad laboral cruza todas las etapas de la adultez, constituyéndose en un tema
crítico en los inicios y en los finales de la etapa de la adultez, ya sea por dificultades para encontrar
trabajo, o por acercarse la etapa de la jubilación.

El trabajo está fuertemente ligado con todos los aspectos del desarrollo intelectual, físico social y
emocional. En general, las diferencias de edad en el desempeño parecen depender mucho de
cómo se mide el desempeño y de las demandas de una clase de trabajos específico. Un empleo
que requiere reflejos rápidos, por ejemplo, tiene más probabilidad de que sea desempeñado
mejor por una persona joven, uno que depende de la madurez de juicio puede ser mejor ejecutado
por una persona mayor.

A la larga, los trabajadores jóvenes (de menos de 35 años), quienes están en el proceso de labrar
su carrera, están menos satisfechos con sus trabajos, en general, de lo que estarán más tarde.
Son menos comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus empleadores y
tienen más probabilidad de cambiar empleo de la que tendrán más tarde en la vida. Con respecto
a la satisfacción y permanencia en el trabajo, no hay diferencias claras de edad en aspectos
específicos de la relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la promoción,
supervisión, compañeros de trabajo y el salario.

Es posible que la relación entre la edad y la satisfacción en general con el empleo puedan reflejar
la naturaleza del empleo en sí mismo. Cuanto más tiempo trabaja la gente en una ocupación
específica, más gratificante puede ser el trabajo y mientras más se conozcan las características
positivas de la institución empleadora, sus principios, políticas, estructura y alcances, más
probablemente se infiltra un compromiso del trabajador con ella. Para llegar a estos alcances el
joven adulto requiere de tiempo.

Las características propias del joven adulto puede llevarlo a mirar su empleo con ojo más crítico
de lo que lo hará cuando haga un compromiso más serio. Los trabajadores más jóvenes, por
ejemplo, están más preocupados por el nivel de interés de su trabajo, por las oportunidades de
desarrollar sus habilidades y por las oportunidades de progreso. Los trabajadores de más edad

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se preocupan más por supervisores y compañeros de trabajo amistosos y por recibir ayuda en su
trabajo.

Por otro lado, la mayoría de las personas, independientemente de si son hombres o mujeres,
manifiestan que lo más importante para sus vidas es su familia. Sin embargo, la realidad es bien
diferente ya que, en términos generales, se le dedica mayor tiempo y energía al ámbito laboral.
Esta situación de discrepancia entre los distintos intereses y energías dedicadas al trabajo o a la
familia hace que resulte fundamental entender cómo viven las personas la relación familia-trabajo
y en qué medida les afecta esta situación (lo que se ha venido a llamar el conflicto trabajo-familia).

En ese sentido, Greenhaus y Beutell (1985) establecieron el marco conceptual con el que trabaja
la mayoría de los investigadores de este área. Para ellos, el conflicto trabajo-familia es una fricción
que se produce entre las presiones ejercidas por el trabajo y por la familia, llegando a ser, en
algunos aspectos, incompatibles. Así, señalaron que cuanto más tiempo y energía se dedica a
un rol, menos dedicación se dirige al otro. De tal forma que esta relación genérica entre el trabajo
y la familia pasa a ser un conflicto que se convierte en fuente de estrés para los individuos. Por
ejemplo, en un estudio descriptivo realizado en España, se ha demostrado que el 40% de las
personas que trabajan sufren conflicto como padres, esposos y trabajadores (Chinchilla, Gallo,
León y Poelmans, 2003), lo que les lleva a experimentar estrés.

La bibliografía especializada ha señalado diferentes tipos de conflicto. Así, no se dan los mismos
problemas si el conflicto surge en el trabajo influyendo en la familia (conflicto trabajo-familia, CTF)
o, por el contrario, si es la familia la que está influyendo en el trabajo (conflicto familia-trabajo,
CFT).

4.6 Desarrollo de la personalidad


Adultez Temprana o Adulto Joven: Desde los 18 hasta los 30/40 años aproximadamente: Es
el comienzo de la mayoría de edad, muchos caracterizan la adultez temprana como el período
que va desde los 18 años (cuando se es legalmente adulto) hasta el momento en que el individuo
encuentra empleo y asume sus roles familiares: funda una familia, tiene hijos, entre otros.

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- En lo biológico, las funciones están en su máximo funcionamiento, están estables, lo que


se traduce en seguridad, poder y dominio, hay fortaleza, energía y resistencia física. Un
funcionamiento intelectual consolidado.

- A nivel psicológico, la sensación de dominio se manifiesta en un sentimiento de autonomía,


lo que permite utilizar las energías de forma más eficiente. Control de emociones y
encuentra intimidad.

Para la sociedad, estos años son los más importantes de toda la vida. Hay consolidación de la
identidad y comienzo de la realización del proyecto de vida. Adaptación a la vida social.

Una forma de pensamiento adulto es el que algunos teóricos han denominado pensamiento
dialéctico, que consiste en la capacidad de considerar puntos de vista opuestos en forma
simultánea, aceptando la existencia de contradicciones. Los adultos que alcanzan el pensamiento
dialéctico se caracterizan porque son más sensibles a las contradicciones, aprecian más las
opiniones contrarias y que han aprendido a vivir con ellas. (F. Phillips Rice, 1997, págs.533-534).
Otros teóricos se han referido a este mismo período, como el del pensamiento posformal, una
etapa que va más allá de las operaciones formales planteadas por Piaget.

El adulto que alcanza el pensamiento posformal es capaz de:


Sintetizar pensamientos contradictorios, emociones y experiencias dentro de un contexto más
amplio. No necesita elegir entre alternativas porque es capaz de integrarlas. (Hoffman, 1996. Pág.
123). En la etapa de la vida adulta, a los sujetos les interesa el conocimiento como forma de
resolver los problemas de la responsabilidad que ha adquirido, así el trabajo y la familia.

Se puede decir, que es el momento de mayor auge de la inteligencia práctica, y de cómo


resuelva y logre sus objetivos pasará a la edad adulta intermedia con la posibilidad de adquirir
nuevas responsabilidades sociales y laborales, así como saber asumir situaciones complejas
basándose en estrategias adecuadas.

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En el funcionamiento cognitivo del adulto no se producen siempre procesos cognitivos que se


ajusten al pensamiento hipotético deductivo. Esto es debido a que no siempre el sujeto adulto es
capaz de alcanzar el desarrollo de las operaciones formales. Es cierto que, según la teoría de
Piaget, sería así, pero la experiencia ha demostrado que debido a las características individuales
de los propios sujetos que inciden en la tarea, no son capaces de resolver determinados
problemas a alto nivel cognitivo. (Recopilación tomada de María del Pilar González Román.
Facultad de Educación: Centro de Formación del Profesorado. Departamento de Psicología
Evolutiva y de la Educación. Universidad Complutense de Madrid). (Arbeláez, J., octubre, 2009.
Psicólogo docente de cátedra. Universidad Católica de Oriente).

Hay muchas diferencias en la forma en que el adulto joven logra integrar los diferentes aspectos
de su personalidad y hay grados en la forma en que cada uno lo logra. Básicamente se trata
alcanzar la identidad del yo y la capacidad de alcanzar una intimidad verdadera. Para ello,
debe haber logrado independencia y límites con sus padres y reconocer que sus caminos y los
de sus padres son divergentes porque sus metas lo son. Puede verlos en forma más realista sin
la rebeldía que le ayudó antes a constituir su identidad. Los internaliza como padres y como
progenitores.

(Tomado de: Apunte Docente. Autora: Anneliese Dörr A. Universidad de Chile. Facultad de
Medicina. Campus Oriente. Departamento de Psiquiatría y Salud Mental). (Arbeláez, J., octubre,
2009. Psicólogo docente de cátedra. Universidad Católica de Oriente). Aunque existen diferentes
teorías que consideran la personalidad de una forma estática, se debe entender que el sujeto
adulto es el producto de las experiencias vividas a lo largo de su ciclo vital. En este sentido,
existen dos posturas fundamentales: las representadas por Erikson y Levinson, teniendo en
cuenta las dos etapas de la vida adulta.

Para Erikson, el problema de la edad adulta temprana es intimidad versus aislamiento. Los
sujetos adultos buscan la intimidad y el compromiso con otras personas, y si no lo consiguen o
temen hacerlo, se aíslan. Para conseguir una relación íntima es necesario compromiso y
sacrificio. Pero en primer lugar, un sentido de la identidad que se debe de haber fraguado a lo
largo de la adolescencia.

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Por su parte, Levinson considera que todo adulto tiene una estructura de la vida, en la que
incluye aspectos internos y externos: lugares, gentes, instituciones, casos, valores, causas,
sueños, emociones, y todo esto unido en torno al trabajo y la familia.
Pero además pueden existir acontecimientos que hagan cambiar sus estructuras de vida, como
son libros interesantes que lea, situaciones sociales, o cualquier acontecimiento de la vida que
pueda influir en su desarrollo personal.
En la edad adulta temprana, el sujeto entra en el mundo adulto:
Se establecen compromisos de matrimonio y de trabajo.
Se plantean metas y expectativas profesionales.
Cuando no se cumplen o el sujeto tiene una pérdida de afirmación, aparece una crisis
emocional.

Para este autor, el paso de la edad temprana a la intermedia supone un aprendizaje de reglas.
Asimismo, en este paso el individuo se plantea la dura realidad de la mortalidad.

Este tema le puede provocar una crisis; se siente perturbado e, incluso, llega a actuar de forma
irracional; sin embargo, esta reflexión puede ser saludable dado que puede plantearse la vida de
una forma más realista y adecuada a sus circunstancias.

4.7 Bases de las relaciones íntimas


Hoy día 1 de cada 3 economistas, 1 de cada 4 programadores de computación, 1 de cada 20
policías y 1 de cada 5 trabajadores de la limpieza de las calles pagados son mujeres. El sexo
tiene menos que ver hoy con las elecciones vocacionales o selección de un trabajo que hace 10
años, cuando la mayoría de las mujeres prescindiendo de sus intereses y talentos individuales
planeaban dedicar la mayoría del trabajo de su vida al trabajo de la casa y cuidado de los niños.
Al igual que los hombres, las mujeres trabajan para ganar dinero, para lograr reconocimiento y
para llevar necesidades personales.

Cerca de dos tercios de las mujeres que trabajan necesitan hacerlo porque son solteras y
necesitan sentirse - o ser- independientes, divorciadas, viudas, separadas o casadas con

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hombres que ganan un sueldo mínimo (o menos). El movimiento femenil ha inspirado a muchas
de ellas a buscar trabajos desafiantes y satisfactorios.

Las tendencias sociológicas hacia el matrimonio y la crianza más tarde y familias más pequeñas
ha hecho más fácil para muchas mujeres jóvenes perseguir objetivos educativos y de carrera más
ambiciosos. Y las mujeres que tienen una familia están tomando ventaja de los patrones de
trabajo alternativo tales como tiempo parcial, horarios flexibles y trabajo compartido. Las leyes
que otorgan igualdad de oportunidades de empleo hacen énfasis en los derechos de ambos sexos
para ser considerados para empleos en igualdad de oportunidades y ser pagos y promovidos en
pie de igualdad.

La realidad, sin embargo, todavía se queda corta en igualdad. Por cada peso que ganan los
hombres, las mujeres ganan -a lo más- cerca de 50 centavos. Aunque más mujeres están
consiguiendo mejores trabajos en estos días (especialmente en negocios y en las profesiones),
un gran número de ellas está todavía desempeñando trabajos como subempleadas, con sueldos
bajos. Cerca de la mitad de todas las empleadas son oficinistas, personas de ventas y gente por
el estilo, muy pocos son trabajos de construcción o de profesionista calificados.

En parte esto refleja discriminación en el mercado del trabajo; también puede reflejar los conflictos
reales que muchas mujeres encaran cuando tratan de hacer malabares con el trabajo y los
papeles que desempeñan en la familia. Y es esta desproporción de oportunidades reales y de
salarios minimizados hacia la mujer lo que convierte al trabajo en un factor influyente en el
desarrollo de la personalidad de esta pues sigue siendo - a pesar de lo expuesto- un campo de
acción e interacción social prioritario para el hombre. En este contexto se encuentran nuevos
modelos a retomar o contrastar para el fortalecimiento de las propias actitudes. Las mujeres,
aunque pueden hacerlo, se deben cuidar de la discriminación (y hasta del hostigamiento) de la
que son sujetas. Hasta aquí se ha revisado el desarrollo físico y el intelectual de los adultos
jóvenes.

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A continuación se abordarán características del desarrollo social y de la personalidad sin


deslindarse como en lo revisado anteriormente debido a su indisociabilidad, pero procurando
enfatizar en los momentos que sea necesario.

Es una etapa de la vida en la que la socialización es básica, ya que el sujeto pasa de una
existencia sin responsabilidades a formar una familia, con todo lo que ello supone, además de
unas exigencias de horario de trabajo debidas a su nueva actividad laboral.

Este es un cambio espectacular de obligaciones y deberes, tanto en la planificación de su futuro,


como en la estructura de una nueva vida. Todo esto implica un giro en su estatus social y, por
supuesto, en sus relaciones sociales y comportamientos. Todos los cambios que se producen en
la edad adulta indican que los aspectos sociales son la clave de la madurez. Lo que
especialmente marca el cambio de vida del sujeto, no es tanto la edad, sino la época y la sociedad
en la que le ha tocado vivir. El sujeto irá actuando en cada momento según las exigencias que
determinan los roles y estatus sobre los que va pasando. Además, cada momento socio-histórico
tiene sus normas y tareas.

Durante la edad adulta temprana, se van a producir en el sujeto cambios transcendentales:


Va a elegir un compañero con el que compartir su vida, lo que supone un aprendizaje en la
convivencia y un cambio en su estado social.
Suele ser el momento de su primer trabajo, con sus incertidumbres y su integración en un grupo
social determinado; con amistades nuevas.

Ahora bien, todo gira en torno a dos pilares fundamentales: la familia y el trabajo. Adquirir los
roles familiares puede venir determinado por búsqueda de intimidad y el miedo al aislamiento.
Algunos autores consideran que, entre la edad adulta temprana y la media, se da un período de
transición o crisis, en el cual el sujeto se replantea su vida. Esto coincide con un pequeño declive
físico, con la pérdida de los padres, la adolescencia de los hijos, la crisis matrimonial e, incluso,
posibles cambios de trabajo.

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Otros autores consideran que estas crisis se producen sólo en aquellos sujetos con inestabilidad
psicológica y con determinadas tendencias neuroticistas desde la adolescencia. El matrimonio
representa un hito en el ciclo vital. La relación de pareja abarca toda la edad adulta, es un proceso
a su vez con etapas en que se superpone la evolución personal, de la pareja y del ciclo vital
familiar. Es durante la edad temprana, cuando los sujetos toman la decisión de casarse, quedarse
solteros, dedicarse a su vocación, o bien, vivir formando pareja con otra persona. Esto implica
una gran determinación, ya que una relación íntima supone un compromiso que está siempre
fundamentado en el amor.

Hay un momento en que el joven adulto no puede permanecer en el hogar paterno: no requieren
cuidados parentales, no desean vivir como niños, pero todavía son miembros de la generación
filial. Tampoco aceptan la autoridad del padre como jefe de la familia, porque sus objetivos de
vida y sus necesidades son diferentes (incluso divergentes) a las del padre. El joven se transforma
en un miembro adulto del hogar, pero con escasas prerrogativas.

Sus afectos y motivaciones ya están fuera del hogar, su grupo de amigos es ahora una importante
fuente de gratificaciones. Se concibe el período de soltería como un momento de libertad y de
búsqueda antes de asumir responsabilidades y restricciones de la vida de pareja, que comienza
a acelerarse por la presión que experimenta ante el hecho de que su grupo de pares se casa y
comienza a sentirse desplazado.

El matrimonio existe y existirá, y la mayoría de los adultos se casan en la edad temprana.


El Desarrollar de un Modo de Vida:
La vida del adulto joven es la época en que la mayoría de la gente ingresa en sus primeros
trabajos de tiempo completo y labran así un aspecto importante de su identidad, al lograr la
independencia financiera y mostrar su habilidad para asumir responsabilidades de adulto.

Sigmund Freud y Erik Erikson - de quien retomaremos principalmente sus postulados-


propusieron cada uno una serie de etapas en las cuales la gente necesita resolver problemas
críticos en su desarrollo. Freud no llevó sus teorías de desarrollo más allá de la adolescencia,
pero Erikson continuó y propuso tres crisis en la edad adulta: una en la edad adulta temprana;

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una en la edad adulta intermedia y una en la última etapa de la edad adulta. La Crisis de la
intimidad versus aislamiento es la sexta de las 8 crisis de Erikson - y lo que él considera que es
el problema principal de la temprana edad adulta -. De acuerdo con esto, los adultos jóvenes
necesitan y desean intimidad; es decir, necesitan tener profundos compromisos personales con
otros. Si no son capaces, o temen hacerlo, pueden tornarse aislados y abstraídos.

La habilidad de lograr una relación íntima, la cual demanda sacrificio y compromiso, depende del
sentido de identidad, el cual tiene que haber sido adquirido en la adolescencia. Un adulto joven
que ha desarrollado una firme identidad está listo para fusionarla con la de otra persona. Hasta
que la persona no esté lista para la intimidad, la “verdadera genitalidad” no puede ocurrir. Hasta
este punto, las vidas sexuales de la gente han estado dominadas bien sea por la búsqueda de
su propia identidad o por “luchas fálicas o vaginales que hacen de la vida sexual una clase de
combate genital”, según Erikson. Sin embargo, la gente psicológicamente sana está dispuesta a
arriesgar la pérdida temporal del yo en el coito y el orgasmo, así como en amistades muy
estrechas y otras situaciones que requieran absoluta entrega.

El adulto joven, entonces, puede aspirar a una “utopía de genitalidad” -orgasmo mutuo en una
relación heterosexual amorosa, en la que se comparte la confianza y se regulan los ciclos de
trabajo, procreación y recreación -. La “virtud” que se desarrolla durante la edad adulta temprana
es la virtud del amor, o dependencia mutua de devoción entre parejas que han escogido compartir
sus vidas. La gente necesita también cierta cantidad de aislamiento temporal durante este
período para pensar en algunas elecciones importantes, por su cuenta. A medida que los adultos
jóvenes resuelven las demandas, a menudo conflictivas, de intimidad, competitividad y reserva,
desarrollan un sentido ético, el cual Erikson considera la marca del adulto. Como parte de esta
postura normativa, los psicoanalistas incluyeron los denominados Mecanismos de defensa del yo
y adaptación a la vida. Amén de los conocidos mecanismos como la introyección, el
desplazamiento, la intelectualización y la proyección - que se manifiestan abiertamente en la
adolescencia -, vale la pena considerar algunos mecanismos de defensa del yo identificados en
la vida adulta, o formas características de cómo la gente se adapta a las situaciones de la vida:
mecanismos maduros, por ejemplo, el uso de humor o ayudar a otros; mecanismos inmaduros,
por ejemplo, desarrollar dolores con bases no físicas, mecanismos psicópatas, en los cuales la

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gente distorsiona la realidad y mecanismos neuróticos, por ejemplo, represión de la ansiedad,


intelectualización o desarrollo de temores irracionales.

Al parecer, los hombres que utilizan los mecanismos maduros adaptables son más exitosos, se
consideran más felices, obtienen más satisfacción de su trabajo, disfrutan de amistades más
intensas, son mental y físicamente más saludables y aparentan mejor adaptación al medio. En
resumen, además de los factores ya mencionados Otra de las ideas manifestadas dentro de la
perspectiva normativa se refieren a cuatro periodos superpuestos de alrededor de 20 a 25 años
cada uno. Las épocas están conectadas por períodos de transición de aproximadamente cinco
años, cuando la gente valora las estructuras que ha establecido y explora posibilidades de
reestructurar sus vidas para la siguiente época (nótese que los cortes siguen siendo arbitrarios):

Edad pre-adulta (0 a 22 años), los años formativos desde la concepción hasta el final de la
adolescencia.

Edad adulta temprana (17 a 45 años), en la que la gente hace elecciones de vida significativas y
exhibe la mayor energía pero también experimenta el mayor estrés.

Edad adulta intermedia (40 a 65 años), en la cual la mayoría de la gente ha reducido en cierto
modo las capacidades biológicas, pero ha aumentado las responsabilidades sociales.

Última etapa de la edad adulta (60 años en adelante), la fase final de la vida. Estas no son etapas,
en el sentido de que una es menos avanzada que la otra, sino “ciclos estacionales” de desarrollo,
cada uno con sus propias funciones.

En cada periodo de la vida, una persona determinada puede tener grados de éxito variables al
construir una estructura de vida satisfactoria. Dentro de la composición superpuesta de estos
estadios se pueden notar etapas transitorias: Transición del adulto joven (17 a 22 años). Durante
la transición del adulto joven, la cual para cualquier individuo dado puede tomar de tres a cinco
años, una persona necesita pasarse de la edad preadulta a la adulta, mudarse de la casa de sus
padres y volverse más independiente tanto financiera como emocionalmente.

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El joven que va a la universidad ingresa en una situación institucional equidistante de ser un niño
en la familia y alcanzar una condición de adulto completo. Ingreso a la estructura de la vida para
la edad adulta temprana (22 a 28 años). Durante la etapa de principiante, la cual también es
llamada “Ingreso al mundo del adulto”, la persona joven se vuelve un adulto y establece el ingreso
a la estructura de la vida para la edad adulta temprana. Esto puede consistir en relaciones con el
otro sexo, que usualmente resultan en matrimonio e hijos; compromiso con el trabajo, que resulta
en la selección de una ocupación; escoger un hogar; relaciones con amigos y con la familia; y
compromiso con grupos cívicos y sociales.

En estos periodos críticos dos características importantes del ingreso a la estructura de la vida
son el “sueño” y el “consejero”. Los hombres a menudo ingresan en la edad adulta con un sueño
de su futuro, expresado en términos de una carrera. La visión de, por ejemplo, volverse un escritor
famoso o ganar un reconocimiento importante por su trabajo los estimula y vitaliza mucho de su
desarrollo adulto. Pero la comprensión común y frecuente, generalmente en la mitad de la vida;
de que el apreciado sueño no será cumplido puede precipitar una crisis emocional. La forma
como los hombres enfrentan la necesidad de revaluar sus metas y reemplazarlas por unas más
alcanzables determina qué tan bien se las arreglarán en la vida.

El éxito de un hombre está fuertemente influido durante estos años de aprendizaje por el hallazgo
de un consejero, es decir, alguien que sea alrededor de 8 a 15 años mayor que tome interés en
él, le ofrezca asesoría e inspiración y le transmita sabiduría, apoyo moral y ayuda práctica tanto
en la carrera como en asuntos personales. Transición de los 30 años. Alrededor de los 30 años,
los hombres les echan otra mirada a sus vidas. Se preguntan si los compromisos que han hecho
durante la década anterior han sido prematuros - o hacen compromisos firmes por primera vez.
Algunos hombres pasan a través de esta transición muy fácilmente, otros experimentan crisis de
desarrollo, en la cual encuentran intolerables las estructuras de su vida presente pareciendo, sin
embargo, incapaces de formar una mejor.

Los problemas, con el matrimonio son ahora frecuentes, y la tasa de divorcio lleva al máximo. El
papel del trabajo cambia a medida que el hombre cambia de trabajo, es ascendido o se formaliza
después de un período de incertidumbre. Si las elecciones hechas ahora son acertadas,

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proporcionan un fundamento firme para la siguiente estructura de vida. Si son inadecuadas,


pueden debilitarse peligrosamente. Culminación de la estructura de vida para la edad adulta
temprana (33 a 40 años). Los primeros treinta años anuncian lo que Levinson ha llamado
formalización, un esfuerzo combinado por realizar las aspiraciones juveniles de uno.

La fase de aprendizaje está terminada, y los hombres están listos para establecer la estructura
de vida culminante para la edad adulta temprana. Hacen compromisos de mayor profundidad en
el trabajo, la familia y otros aspectos importantes de su vida. Los hombres se fijan metas
específicas para sí mismos (ser profesores universitarios, un cierto nivel de ingresos, o hacer una
exposición individual de arte) con un horario establecido, siempre esperando que suceda un
acontecimiento importante alrededor de los 40 años. Se ocupan de establecer su posición
conveniente en la sociedad - de fijar y asegurar su vida firmemente en la familia, ocupación y
comunidad -. Al mismo tiempo, continúan ocupándose de progresar - de construir una vida mejor,
mejorar y utilizar sus habilidades, volverse más creativos y hacer más contribuciones a la
sociedad -. Estas dos tareas son contradictorias, puesto que la gente no puede avanzar si cumple
un compromiso muy fuerte para la estabilidad y, de esta manera, se necesita que tengan lugar
algún manejo y una constante evaluación de prioridades.

Entre los 35 y 40 años, hacia el final del período de formalización, viene uno llamado “dueño de
su vida”. Ahora, un hombre se irrita con la autoridad de los que tienen poder e influyen sobre él,
y desea escaparse y hablar con su propia voz; pero teme una pérdida de afirmación y respeto.
Durante este período, un hombre a menudo abandona a su consejero y está de malas con su
esposa, hijos, seres queridos, jefe, amigos o compañeros de trabajo. La forma como un hombre
resuelve o fracasa al resolver los problemas de esta fase afectará la forma de manejar la
transición de la mitad de la vida.

4.8 Estilos de vida no matrimonial y Matrimonial


Adultez temprana.
La Crisis Experiencial o Crisis de la Mitad de la Vida: Es la que se da entre la adultez joven
y la adultez media, la cual una vez superada da paso a la adultez media, en esta se contrastan
los valores con la vida laboral, la realidad y el practicismo. Es un periodo de reestructuración, con

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nuevas posibilidades de madurez y desarrollo. No es un acontecimiento inevitable, ya que la


existencia de buenos recursos para enfrentar las exigencias del medio y las de crecimiento
personal permitiría una buena adaptación a la edad madura.

Trabajo: El trabajo está fuertemente ligado con todos los aspectos del desarrollo intelectual,
físico social y emocional. En general, las diferencias de edad en el desempeño parecen depender
mucho de cómo se mide el desempeño y de las demandas de una clase de trabajos específico.
Un empleo que requiere reflejos rápidos, por ejemplo, tiene más probabilidad de que sea
desempeñado mejor por una persona joven, uno que depende de la madurez de juicio puede ser
mejor ejecutado por una persona mayor.

A la larga, los trabajadores jóvenes (de menos de 35 años), quienes están en el proceso de labrar
su carrera, están menos satisfechos con sus trabajos, en general, de lo que estarán más tarde.
Son menos comprometidos con sus empleos, menos comprometidos con sus empleadores y
tienen más probabilidad de cambiar empleo de la que tendrán más tarde en la vida. Con respecto
a la satisfacción y permanencia en el trabajo, no hay diferencias claras de edad en aspectos
específicos de la relación de trabajo, estos se encuentran asociados con la promoción,
supervisión, compañeros de trabajo y el salario.

Es posible que la relación entre la edad y la satisfacción en general con el empleo puedan reflejar
la naturaleza del empleo en sí mismo. Cuanto más tiempo trabaja la gente en una ocupación
específica, más gratificante puede ser el trabajo y mientras más se conozcan las características
positivas de la institución empleadora, sus principios, políticas, estructura y alcances, más
probablemente se infiltra un compromiso del trabajador con ella. Para llegar a estos alcances el
joven adulto requiere de tiempo. Las características propias del joven adulto puede llevarlo a
mirar su empleo con ojo más crítico de lo que lo hará cuando haga un compromiso más serio.
Los trabajadores más jóvenes, por ejemplo, están más preocupados por el nivel de interés de su
trabajo, por las oportunidades de desarrollar sus habilidades y por las oportunidades de progreso.
Los trabajadores de más edad se preocupan más por supervisores y compañeros de trabajo
amistosos y por recibir ayuda en su trabajo.

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Matrimonio: Principalmente se da la tarea de la intimidad. La gran mayoría, tanto hombres


como mujeres, se casa en este período (25-34 años). Implica, además, la posibilidad de ser
padres, el complementarse y completarse, diferentes tareas y necesidades psicológicas,
interdependencia, necesidad de amor. Lo que se construye entre ambos es un espacio
psicológico común (con proyectos de pareja).

Constituir una pareja exige el establecimiento de un compromiso con el otro (se renuncia a otras
alternativas de pareja, también se renuncia a otras relaciones que compitan con la relación de
pareja); para hacer el proyecto hay que negociar; hay una construcción de la identidad de pareja
que pasa por el proyecto común, su realización; hay una fusión de identidades (no sólo para
satisfacer al otro, sino para lograr una identidad común). Para esto, deben predominar los
sentimientos amorosos por sobre los agresivos. La pareja se hace cargo de sus propios conflictos
y no los ventila con los demás.

Existe la capacidad de entablar relaciones duraderas, donde hay una apreciación de la pareja y
no hay una tendencia explotadora (dominado-dominador), sino cooperación. Se debe tener una
escala de valores compartida por ambos, asumiendo la responsabilidad ética del compromiso
que se establece con el otro. Se fortalece el vínculo amoroso, se reconoce y respeta al otro
conjuntamente y se busca la felicidad en la sexualidad.

Ser Padres: Los nuevos padres tienen una serie de expectativas acerca de cómo serán como
padres, las que se van modificando con la experiencia, para volverse más realistas estas
expectativas. Ser padre ofrece la posibilidad de ver, más íntimamente, cómo se desarrolla alguien
del sexo opuesto. Posibilita una mejor comprensión de la pareja al vivir juntos la experiencia de
la paternidad y maternidad. No obstante, el embarazo en la mujer puede generar ansiedad, pero
lograrlo da seguridad. Concebir un hijo otorga inseguridad sobre el cuidado del mismo y su
crianza, pero también proporciona mucha seguridad, ya que es un estímulo para la integración y
elaboración de la sexualidad.

Después de tener hijos se vive mejor la sexualidad, se vive sin culpa (“ya procreé”). Mayor
capacidad de goce, aceptación de la sexualidad como una cualidad, un espacio de entrega.

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Aunque esto es relativo según la cultura familiar o las creencias religiosas, algunas parejas en
países más desarrollados toman la decisión de no tener hijos, y sencillamente disfrutan de la
relación en pareja. Al ser padre se amplían las relaciones sociales, en función de los hijos. Ofrece
la posibilidad de identificarse con los propios padres, prepararse para las etapas que vienen. La
paternidad es una fuente de gratificación muy grande. Los hijos van pasando por etapas que
requieren de actitudes especiales de parte de los padres. Lo que sirvió en una etapa no tiene por
qué servir en otra.

Estudios realizados en España, desde el período del inicio del embarazo hasta el final del primer
año del bebé, plantearon cuatro tipos de transición hacia la paternidad:
1. Transición con poca implicación: Poca participación del padre en el nuevo rol de padres.
2. Transición satisfactoria: Ambos cónyuges comparten y participan en sus roles paternos.
Implica alto grado de compromiso y satisfacción.
3. Transición a solas: Mujeres solas a cargo del nuevo rol; sin apoyo por parte del cónyuge.
4. Transición moderadamente satisfactoria: Representa un punto intermedio en todos los
aspectos

Durante esta etapa se viven procesos específicos, que son descritos a continuación:
Amor. El amor ha sido por mucho tiempo el tema favorito de los poetas. Novelistas y
compositores de canciones. ¿Se atraen los polos opuestos? O ¿tiende la mayoría de las personas
a enamorarse de alguien como ellas mismas? Algún elemento de egolatría debe involucrarse en
la selección del ser querido, ya que los amantes tienden a parecerse entre sí en muchos aspectos
apariencia física y cualidades atractivas, salud mental y física, inteligencia, popularidad,
cordialidad, felicidad marital e individual de sus propios padres y otros factores familiares como
la condición socioeconómica, raza, religión, educación e ingresos, de ahí la expresión “cada oveja
con su pareja”.

Por otro lado, muchos escogen a compañeros que les ofrezcan algo que ellos mismos no tienen.
Por ejemplo, una mujer joven muy inteligente que tiene dificultades para congeniar con la gente
puede valorar la cordialidad y la amistad en un hombre, aún si él es menos culto que ella. Cuanto
más equitativamente balanceada estén las contribuciones individuales de una pareja para su

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relación, más feliz tiende a ser la pareja. Cuando un hombre y una mujer encuentran que su
relación tiende a favorecer a uno o al otro, usualmente tratan de hacer su relación más justa (la
persona que se siente engañada exige más, o el que no ha contribuido suficientemente da más)
o se inducen a sí mismos a creer que las cosas son más justas de lo que parecen, o terminan la
relación.

Matrimonio. La ubicuidad del matrimonio a través de la historia y alrededor del mundo da


testimonio del hecho de que satisface una serie de necesidades fundamentales. El matrimonio
es usualmente considerado como la mejor manera de asegurar una crianza disciplinada de los
hijos y, de este modo, la continuación de la especie. En la mayoría de las sociedades, el
matrimonio tiene también beneficios económicos, al encargarse de una división ordenada de las
tareas y una unidad de consumo y trabajo viable. Le proporciona una salida asequible y regulada
a la actividad sexual.

En una sociedad altamente cambiante y fragmentada como la nuestra, el matrimonio proporciona


idealmente un recurso seguro de amistad, afecto y compañía. Ofrece la oportunidad de desarrollo
emocional a través de una relación recíproca que es más mutua que la relación con los padres y
más comprometida que las relaciones con hermanos, amigos o enamorados. Una posible razón
de esto es que algunos de los beneficios del matrimonio no se limitan al estado matrimonial. La
gente soltera puede ahora obtener tanto sexo como compañeros fuera del matrimonio, y el
matrimonio ya no es la única (o aun la más confiable) fuente de seguridad para las mujeres.
Además, puesto que ahora la mayoría de las mujeres continúan con su empleo, es probable que
el matrimonio para ellas traiga incremento en vez de disminución del estrés.

Matrimonio y salud. El matrimonio, en general, parece ser saludable. La gente casada tiene
menos impedimentos o situaciones crónicas que limiten sus actividades, y cuando necesita ir al
médico su permanencia es generalmente corta. La gente que nunca se ha casado es el siguiente
grupo más saludable, seguido por los viudos y después por los que están divorciados o
separados. Los datos no nos dicen si el matrimonio otorga salud. La gente saludable puede atraer
a compañeros más fácilmente, estar más interesada en casarse y ser compañera de matrimonio
más satisfactoria. O la gente casada puede llevar vidas más saludables y seguras que la gente

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soltera. Y debido a que los esposos pueden cuidarse entre sí, es probable que requieran menos
hospitalización o ser internados en una institución que los adultos no casados.

Aún en muchos matrimonios menos que ideales, los compañeros se proporcionan mutua
compañía, ofrecen apoyo emocional y hacen muchas cosas que facilitan la vida día a día. La
pérdida de estos apoyos a través de la muerte o separación pueden hacer a los viudos y los
divorciados más vulnerables a desórdenes físicos y mentales. Predicción del éxito en el
matrimonio Pregúntese... ¿Tengo éxito en mi matrimonio? - en su caso, podríamos preguntarnos
entonces ¿Cómo le hace el matrimonio “X” para ser feliz?- Algunos psicólogos y sociólogos toman
-como aún lo hacen algunas personas, por “sentido común y experiencia”- como parámetro de la
felicidad en el matrimonio a las evaluaciones de la gente de sus propios matrimonios, la ausencia
de asesoramiento matrimonial o el número de años que una pareja permanece junta.

Estos criterios son imperfectos; la gente es algunas veces menos que honesta consigo misma,
alguna gente encuentra más fácil reconocer los problemas y buscar ayuda, y algunas soportan la
infelicidad por más tiempo que otras. Aun así, éstos tres criterios son actualmente los mejores
que tenemos para evaluar los matrimonios. La edad para casarse es un predictor importante de
éxito. Los adolescentes tienen altas tasas de divorcios por muchas razones. El matrimonio
prematuro puede afectar la carrera o las aspiraciones educativas, restringir el potencial de
desarrollo de los dos compañeros y encerrar a una pareja en una relación que ninguno de los dos
tiene la madurez suficiente para manejar. La gente que espera hasta cerca de los 30 ó más años
para casarse tiene las mayores probabilidades de éxito.

El matrimonio tiene también una mejor probabilidad si la novia no está embarazada y no han dado
a luz antes del matrimonio. Es más probable que la gente que no ha completado su educación y
la gente cuyos padres no fueron felices en su matrimonio o que se divorciaron, fracase en el
matrimonio. El éxito de un matrimonio tiene mucho que ver con la forma como los compañeros
aprenden a comunicar y a tratar sobre la toma de decisiones y el conflicto. Los patrones que
establecieron durante la edad adulta temprana afectan la calidad del matrimonio en mitad de la
vida.

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Violencia entre los esposos. Algunos cónyuges, más frecuentemente hombres, reaccionan a
sus problemas matrimoniales o personales tornándose violentos. La violencia es más común
entre las parejas jóvenes, pobres o desempleadas, bien sean casadas o que estén viviendo juntas
sin casarse. Los hombres que maltratan a las mujeres tienden a ser socialmente aislados, tener
una baja autoestima, ser sexualmente inapropiados, excesivamente celosos, a negar y minimizar
la frecuencia e intensidad de su violencia, culpando usualmente a la mujer. ¿Por qué las mujeres
permanecen con los hombres que las maltratan?. Algunas interpretan la violencia física como un
signo de amor o masculinidad. Algunas son financieramente dependientes; otras temen
marcharse por miedo de que serán sorprendidas y golpeadas de nuevo. A menudo, las mujeres
de esta posición creen que no tienen dónde encontrar refugio. En muchos países, una esposa no
pueden entablar demanda a sus maridos por agresión, y la policía llamada para disolver una
pelea entre marido y mujer rara vez arresta al marido.

Divorcio. La disolución del matrimonio es mayormente un fenómeno de la edad adulta temprana.


La “comezón de los cinco o siete años” es más que folklore; ésta es una época cumbre para el
divorcio. El divorcio es más común hoy en día debido a los cambios socio culturales. Ahora las
mujeres son menos dependientes financieramente de sus maridos y, de este modo, es menos
probable que permanezcan en malos matrimonios. Hay menos obstáculos legales, menos
oposición religiosa y menos desdeño social asociado a él.

En el pasado, algunas parejas permanecían juntas “por el bien de sus hijos”; hoy en día ese no
es siempre considerado el camino más sensato. Y puesto que actualmente una menor proporción
de parejas tienen hijos, puede ser más fácil retornar a un estado de soltero. También, las tasas
de divorcio son las más altas en épocas de prosperidad nacional; en épocas menos prósperas,
las parejas pueden estar más dispuestas a soportar los matrimonios infelices debido a las
ventajas económicas de mantener sólo una familia. Además, la gente espera más del matrimonio
ahora.

A medida que sus bases económicas y sociales se han vuelto menos significativas, su
importancia emocional si se ha vuelto tal. Más gente vive lejos de grandes familias - y desea que
los esposos sirvan de padres y mejores amigos, así como de amantes -. La gente de hoy, en día

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espera que su compañero enriquezca su vida, le ayude a desarrollar su potencial y sea


compañero amoroso y sexualmente apasionado. Cuando un matrimonio no alcanza sus
expectativas, pocas personas consideran vergonzoso tratar de obtener divorcio. Reacciones ante
el divorcio. Aún si un matrimonio ha sido infeliz, terminarlo es siempre doloroso, especialmente
cuando los niños están involucrados. Un divorcio trae sentimientos de fracaso, culpa, hostilidad
y autor recriminación.

El divorcio tiene muchos aspectos: el emocional (deterioro de la relación matrimonial); el legal; el


económico; el común a los dos padres (cuidar de las necesidades de los niños); los comunales
(cambios en las relaciones con gente e instituciones externas a la familia); y el psicológico (la
necesidad del individuo de obtener de nuevo la autonomía personal). La gente divorciada tiende
a ser solitaria. Puede estar apartada de parientes políticos de los cuales ha sido muy cercana y
de amigos que continúan viendo sólo al anterior compañero o cónyuge.

Una persona divorciada enfrenta un sinnúmero de problemas prácticos así como emocionales:
cuidar de los niños, pagar las cuentas, hacer nuevos amigos, desarrollar nuevas relaciones
románticas y sexuales, adquirir fuentes de apoyo social y llegar a acuerdos sobre la importancia
psicológica del divorcio. Reincidencia matrimonial La mayoría de la gente divorciada no
permanece soltera, aproximadamente las tres cuartas partes de las mujeres divorciadas se casan
de nuevo, y los hombres son aún más propensos a volverse a casar que las mujeres de la misma
edad. Cuando más elevado sea el nivel socio cultural de una mujer, es menos probable que se
case nuevamente, no importa cuántos niños tenga - posiblemente debido a que tiene una mejor
oportunidad de mantenerse a sí misma y a su familia -.

Vida de soltero. El porcentaje de hombre y mujeres jóvenes que no se han casado todavía se
ha incrementado durante las últimas décadas. Muchos adultos jóvenes pueden posponer o evitar
el matrimonio debido a la probabilidad de que terminará en divorcio. Tal precaución pude ser
sensata, pues, como hemos visto, cuanto más joven se case la gente, menores son las
probabilidades de éxito. La gente que alguna vez pudo haber sentido presión para casarse, ahora
parece sentir más libertad para permanecer soltera por más tiempo. Algunos desean la libertad
de probar nuevas experiencias y no desean restringir esta libertad asumiendo las obligaciones

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emocionales y financieras del matrimonio. Puesto que las personas solteras no necesitan
considerar cómo afectarán sus acciones a los esposos y a los hijos, son más libres para correr
riesgos sociales, económicos y físicos. Pueden decidir más fácilmente andar por el país o por el
mundo, correr riesgos en nuevas clases de trabajo, adelantar su educación o participar en
actividades creativas.

Algunas personas permanecen solteras porque les gusta estar solas (como contrariamente puede
suceder con quienes requieren estar casados para tener compañía). Los problemas de los
solteros, van desde los prácticos como encontrar trabajo, conseguir un lugar para vivir y ser
totalmente responsables de sí mismos hasta los intangibles como preguntarse dónde encajan en
el mundo social, que tan bien los aceptan los amigos y la familia, y cómo afecta su estado de
soltería su autoestima.

Cohabitación o concubinato. Un desarrollo social, aceptado por la comunidad, relativamente


reciente es la cohabitación, en la cual un hombre y una mujer no relacionados viven juntos. ¿Por
qué deciden vivir juntas las parejas? Por un lado, la tendencia secular biológica hacia la madurez
más temprana, combinada con la tendencia social reciente hacia la educación extendida crea un
intervalo más largo entre la madurez fisiológica y la social.

Mucha gente joven desea relaciones sexuales estrechas y aún no está lista para casarse. Vivir
con alguien les ayuda a muchos adultos jóvenes a conocerse mejor, a entender que están
involucradas en una relación íntima y a esclarecer qué desean en un matrimonio y en un
compañero. A menudo, este tipo de experiencias madura a la persona. Para mucha gente joven,
vivir junta es el equivalente moderno de “estar junta”. No es un ensayo de matrimonio, y tampoco
parece servir como práctica para el matrimonio. La gente que ha vivido junta no necesariamente
tiene mejores matrimonios que la que no lo ha hecho.

Sexualidad. Subyacente a todas estas decisiones de estilo de vida está la necesidad de los
adultos jóvenes de determinar cómo manifestarán su vigor sexual. A medida que la gente está
cercana a los 20 años, enfrenta la tarea de alcanzar la independencia, capacidad, responsabilidad
e igualdad, todo en relación con su sexualidad. Durante los siguientes años, la mayoría de la

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gente toma decisiones importantes sobre sus estilos de vida sexual: si participará en un sexo
ocasional y recreativo o adoptará la monogamia y si manifestará su sexualidad en actividad
heterosexual, homosexual o bisexual. Algunos de los problemas comunes en los años 30 tienen
aspectos sexuales - la decisión de casarse después de una soltería prolongada, la de tener un
hijo, la incursión en el sexo extra matrimonial que a menudo viene con la “comezón de los cinco
o siete años” y los cambios en los patrones sexuales que siguen al divorcio -.

Actividad sexual entre la gente no casada. Más y más gente está teniendo experiencias
sexuales antes del matrimonio: cuando más tarde se case la gente, es menos probable que sea
virgen el día de la boda. Entre la gente más joven, la actividad sexual está generalmente ligada
a una relación afectiva, y hay poca promiscuidad. Hay más sexo ocasional entre la gente de más
edad y las personas separadas y divorciadas. Los adultos jóvenes que no participan en sexo
prematrimonial se abstienen, por una serie de razones, escrúpulos morales o religiosos, temor al
embarazo o enfermedades transmisibles sexualmente, miedo a la opinión pública o miedo a cómo
ello afectará sus matrimonios. Las mujeres manifiestan estos temores más que los hombres.

Actividad sexual en el matrimonio. La mayoría de las parejas tienen relaciones sexuales más
frecuentemente durante el primer año de matrimonio de lo que jamás tendrán nuevamente. La
probabilidad es que cuanto más frecuentemente tengan relaciones durante este primer año, más
frecuentemente lo harán en el futuro. Después de 10 años de matrimonio, más del 50% de las
parejas hacen el amor al menos una vez a la semana y cerca del 18%, 3 veces a la semana o
más. Los esposos y esposas tienen relaciones sexuales más frecuentes que las parejas de la
misma edad hace dos décadas. También practican actividades sexuales más variadas que antes
podían calificarse como insanas. Más importante, sin embargo, es que ahora la gente casada
parece derivar más placer del lado sexual del matrimonio.

Este cambio ha sucedido como resultado de una evolución social desde las actividades
victorianas sobre la “maldad” del sexo hasta una aceptación de la actividad sexual -
especialmente en el matrimonio- como normal, saludable y placentera. La mayor confiabilidad de
los anticonceptivos y la disponibilidad del aborto seguro y legal han contribuido también a este
cambio, liberando a los esposos y esposas de los temores de un embarazo no deseado. Y el

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movimiento de liberación femenina ha ayudado a muchas mujeres a confesar sus inquietudes


sexuales hacia su pareja.

Sexo extramarital. Algunas personas casadas se involucran en el sexo extramarital -


especialmente después de los primeros cinco o siete años de un matrimonio, cuando la emoción
y novedad del sexo con la esposa desaparece o surgen problemas en su relación -. Un
compañero o el otro, o los dos, pueden buscar a compañeros sexuales externos, por aburrimiento
o ira con el cónyuge, para recobrar un regocijo recordado o para buscar una relación más vital, o
por un deseo de emancipación sexual que el cónyuge puede compartir o no.

Paternidad o maternidad y no paternidad o maternidad. Decisión de convertirse en padres El


nacimiento de un bebé marca una gran transición en la vida de los padres. Pasar de una relación
íntima que involucra a dos personas, a una que involucra a una tercera - indefensa y totalmente
dependiente- cambia a la gente y los matrimonios. La paternidad o maternidad es una experiencia
de desarrollo, ya sea que los niños sean una consecuencia biológica, adoptados o los hijos de un
solo cónyuge.

¿Se ha preguntado...por qué la gente tiene hijos?. El tener hijos ha sido tradicionalmente visto
como la “realización de un matrimonio, si no su razón principal”. En las sociedades
preindustriales, las familias necesitaban ser grandes: los niños ayudaban al trabajo de la familia
y, con el tiempo, cuidaban de sus envejecidos padres. Y debido a que la tasa de muerte en la
infancia era más alta de lo que es hoy en día, menos niños alcanzaban la madurez. Debido a que
las razones económicas y sociales para tener niños eran tan poderosas, la paternidad o la
maternidad - y especialmente la maternidad- tenían una única salida. Hoy en día, sin embargo,
las razones económicas y culturales para la paternidad o maternidad han disminuido o se han
invertido.

En las sociedades avanzadas, el progreso tecnológico requiere menos trabajadores y la atención


médica mejorada asegura la supervivencia de la mayoría de los niños. La superpoblación es un
problema en algunas partes del mundo. En los países industriales, la seguridad social y otros
programas gubernamentales ayudan con atención a la vejez. A más de esto, se ha vuelto claro

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 107


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que los niños pueden tener efectos negativos como también positivos en el matrimonio. Sin
embargo, la mayoría de las parejas que tienen niños escogen hacerlo. Los teóricos
psicoanalíticos sostienen que las mujeres tienen un deseo instintivo profundo de dar a luz y criar
infantes, que de este modo reemplazan a sus propias madres; y que sus bebés son un sustituto
del pene que nunca tendrán o el recuerdo constante de que lograron tenerlo.

Los psicólogos del yo, como Erikson, definen la paternidad o maternidad desde el punto de vista
de crecimiento de fuentes de destrezas y personalidad: ven la generatriz o un interés en
establecer y guiar a la generación venidera como una necesidad de desarrollo básica. Los
psicólogos funcionalistas atribuyen la reproducción a la necesidad de inmortalidad de la gente, la
cual logran reemplazándose por sus propios hijos. Aún otra interpretación es que la paternidad o
la maternidad son una parte de la naturaleza, común a todo el mundo animal. Y hay todavía
presiones culturales para tener hijos, con la hipótesis de que toda la gente normal los desea.

La transición a la paternidad o maternidad. Tanto los hombres como las mujeres experimentan
muchos sentimientos conflictivos, a medida que se preparan para volverse padres. Los que han
planeado deliberadamente el embarazo están usualmente emocionados por el nacimiento
venidero pero, generalmente, todavía experimentan ambivalencia. El embarazo los fuerza a
pensar en la responsabilidad de cuidar de un niño totalmente dependiente e impone una
sensación ocasionalmente aterradora de estabilidad en el matrimonio.

El embarazo tiene también un impacto en la relación sexual de una pareja, intensifica algunas
veces la intimidad entre ellos, y otras crean barreras. Durante el primer embarazo, los dos padres
enfrentan tareas como desarrollar vínculos emocionales con los niños venideros, llegar a un
acuerdo en las relaciones con sus propios padres, resolver sus propias necesidades emocionales
de ser cuidados, evaluar el aspecto financiero y de alojamiento del cuidado de un niño, y otras
cuestiones prácticas.

Estas tareas les ayudan a los dos a desarrollar una apreciable de sí mismos como personas y
como padres. La paternidad o la maternidad como experiencia de desarrollo Así como puede ser

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 108


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difícil asumir el papel de padre, el sostenerlo puede ser aún más exigente. A medida que los niños
se desarrollan, los padres también.

Una de las mejores cosas de la paternidad o la maternidad es que nunca es aburridora. Justo
cuando los padres se están ajustando a las necesidades de cuidar de un infante, el bebé se
vuelve un aventurado bebé que empieza a andar y que necesita ser observado; justo cuando los
padres se han acostumbrado a esta etapa, el niño que empieza a andar se vuelve un preescolar.

A medida que las necesidades de los niños continúan dándose a conocer, los padres pueden
recurrir a sus propias experiencias infantiles y solucionar problemas emocionales que nunca han
resuelto.

Los padres necesitan también salir adelante con los conflictos entre los papeles personales
(cónyuge versus cónyuge, cónyuge versus empleado). Al hacerlo, la mayoría de los padres
exitosos definen su situación positivamente. Tienen en claro que, en cualquier conflicto, sus
responsabilidades paternales finalmente van primero; son capaces de separar en categorías
(centrarse en un conjunto de responsabilidades a la vez); y están dispuestos a acomodar sus
estándares. Infortunadamente, algunos padres no pueden responder a los desafíos físicos,
psicológicos y financieros de la paternidad.

Pueden ultrajar, descuidar, maltratar o abandonar a sus hijos, o pueden volverse física o
emocionalmente enfermos. La mayoría de los padres, sin embargo, algunas veces se las arreglan
con la ayuda de la familia, amigos y vecinos, sobre crianza de los hijos, y opinión profesional. Los
padres adoptivos tienen que responder a desafíos especiales, los padrastros también.

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5. EDAD ADULTA INTERMEDIA


5.1. Cambios físicos.
Hasta el siglo XX el concepto de desarrollo a lo largo de la vida fue ignorado por la mayoría de
los científicos. Actualmente los psicólogos evolutivos estudian con atención el desarrollo de los
adultos dividiendo la vida adulta en diversas etapas. Existen pocos criterios científicos para
señalar el cambio de un periodo a otro, los limites que señalan el inicio y final de cada etapa son
más arbitrarios que en la infancia. Para facilitar su estudio se divide la edad adulta en tres parte:
la temprana o juventud (de 20 a 45-45años) la edad media o madurez (40-45 hasta los 65 años),
la tardía o senectud (66-70 en adelante). Sin embargo debemos tomar en cuenta que la vida de
cada uno difiere tan drásticamente de las de los demás.

Mientras que la biología determina en gran parte lo que hacemos en la infancia, durante la
edad adulta son la cultura y la personalidad individual quienes representan un papel
relevante. Cuantos más viejos seamos menos puede decir nuestra edad sobre nosotros.

Tradicionalmente el sentido del tiempo era determinado por las expectativas del ambiente, a
menudo bajo el influjo de la clase social. De esta manera muchos adultos planearon su vida al
pensar en la edad en que se casaron, compraron una casa, un auto, se establecieron en una
profesión tuvieron hijos y se jubilaron. El ciclo entero de la vida se desarrolla en un periodo más
corto en la clase trabajadora ya que ellos acostumbran acabar con los estudios antes que la
persona de clase media, inicia antes sus primeros trabajos, se casa más jóvenes, tiene hijos
antes y es también más pronto abuelos.

Con los avances en la medicina se ha alargado la vida y por lo tanto las expectativas basadas en
la edad se han vuelto más flexibles. Se acepta con más facilidad que las personas tengan su
primer hijo a los 40 años o sean abuelos a los 40 años, que se jubilen a los 50 o que sigan
trabajando hasta los 75, que a los 60 aún lleven jeans o que a los 30 años sean nombrados
director de una facultad universitaria. La sociedad actual está inclinándose más por ser irrelevante
respecto a la edad y se está considerando que la edad como la raza o el sexo está disminuyendo
en su importancia como reguladora del comportamiento.

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Somos más flexibles en las tareas básicas, de esta manera es cada vez más frecuente que la
profesión que se eligió en la juventud la cambien en la edad adulta media o en la edad adulta
tardía. Se pasa a ser independiente de los padres ya sea a los 20 a los 40 o a los 60 años, al
igual pasa con el tener hijos y entablar una relación sentimental. Pero existe aún la limitación del
cuerpo y de la muerte que muchas veces se trata de negar a pesar de que es una realidad
universal.

Durante la vida se tienen cambios cuantitativos (estatura, peso, vocabulario) y cualitativos


(carácter estructural ú organizacional: inteligencia, memoria) que ocurren en el ser humano desde
su concepción hasta su muerte y permanecen en un tiempo razonable, lo que se conoce como
Desarrollo Humano. Este se caracteriza por ser: gradual, relativamente ordenado e implica
diferencias individuales. Se toman en cuenta aspectos como el: físico, intelectual, personal y
social; e influyen en el desarrollo los factores biológicos (herencia, maduración), ambientales
(aprendizaje, físico/natural, socio-culturales) y personales.

Adultez Media: Desde los 30/40 hasta los 45/60 años aproximadamente: En esta etapa las
personas participan plenamente en las actividades sociales. Se ingresa en la vida profesional.
Las principales preocupaciones son encontrar un trabajo permanente y encontrar cónyuge para
formar un hogar. Se consolidan los roles sociales y profesionales.

- Descenso de habilidades sensoriales y capacidad física. Periodo fructífero del trabajo


profesional y creativo. Tensiones del trabajo afectan bienestar físico y emocional. Se
encuentran atrapados entre cuidado de adolescentes y ser padres ancianos. Se da una
relativa estabilidad a nivel material y en el campo de las relaciones sociales. Con la
experiencia se logra una mayor integración del conocimiento. La eficiencia se relaciona
con la experiencia. Integración de la personalidad: se es menos vulnerable a las presiones
externas, se saben manejar mejor.

5.2. Salud.
Esta etapa va de los 40-65 años. En esta edad sus vidas empiezan a sufrir cambios, la mayoría
realistas para aceptar las alteraciones en la apariencia, funcionamiento, sensorial, motoras y

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sistemáticas así como en las capacidades reproductivas y sexuales. Se presentan problemas


visuales, declina las sensibilidades, la coordinación y fuerza decae y la destreza manual deja de
ser eficiente.

Cambios estructurales y sistemáticos


La piel pierde su firmeza, pues la capa de grasa se hace más delgada. También se tiende a subir
de peso debido a la grasa corporal acumulada, pues a partir de los 30 las personas experimentan
una perdida ósea neta, a medida que se utiliza el calcio y no se reemplaza.

En la sexualidad y en lo reproductivo
Se da la pérdida de capacidad reproductiva pero el disfrute sexual continuo.

La menopausia: Es cuando la mujer deja de Ovular y menstruar por lo que ya no puede concebir
hijos, sucede entre los 45-55.

En la sexualidad masculina: La testosterona tiende a disminuir después de los 65 años, el cual


es llamado Andropausia. El conteo espermático disminuye pero no sea del todo.

En la actividad Sexual: Esta disminuye de forma ligera y gradual durante los 40-50 años, pero
se dice que su vida sexual aumenta por el motivo que ya no se preocupa por el simple hecho que
ocurra un embarazo y se le dedica más tiempo a su pareja.

Disfunción Sexual: Es una perturbación del deseo sexual. La más común la disfunción eréctil.

Salud: En esta etapa las personas están limitadas por enfermedades crónicas.

Preocupaciones por la salud: Se preocupan por todas las señales de declinación. La


hipertensión es una de las preocupaciones.
Salud femenina: Después de la menopausia las mujeres tienden a padecer de enfermedades
cardiacas, osteoporosis y cáncer de mama.

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Influencia en los estados emocionales, la personalidad y el estrés: El estrés intenso debilita


el sistema inmunológico y se hace propenso a sufrir más enfermedades. La gente con estrés
duerme menos, fuma, bebe más, su alimentación es inadecuada y no se preocupa por su salud.
Manejo del estrés: En esta edad se es más realista y se afronta mejor el estrés, se tiene mejor
sentido de que se puede hacer para cambiar la circunstancia estresante, y se acepta lo que se
debe cambiar.

Estrés ocupacional: Este se relaciona con el trabajo.


Las enfermedades más comunes de la edad media son el asma, la bronquitis, la diabetes, los
desórdenes nerviosos y mentales (irritación o depresión), la artritis, el reumatismo, los deterioros
de la vista y el oído, y el mal funcionamiento o las enfermedades de los sistemas circulatorio,
digestivo y genito-urinario. Estas enfermedades, sin embargo, no necesariamente avanzan en la
edad intermedia, mientras tres quintas partes de personas de 45 a 64 años de edad tienen estas
condiciones crónicas, aunque dos quintas partes entre los 15 y 44 años ya las padecen.

Un importante problema de salud en la edad intermedia es la presión sanguínea alta, también


conocida como hipertensión. Este desorden, que es peligroso porque a menudo predispone a la
gente a los ataques del corazón, afecta a 1 entre 5 adultos. Causas de la muerte Actualmente,
cuando la gente tiende a vivir más, la muerte en la edad intermedia parece prematura pero no tan
inesperada como en la infancia o en la edad adulta temprana. Ahora es más probable que la
muerte provenga de causas naturales que de accidentes o violencia. Las tres principales causas
que conducen a la muerte entre los 35 y los 54 años son el cáncer, los ataques al corazón y los
accidentes; entre los 55 y 64 años, las causas son el cáncer y enfermedades del corazón.

5.3. Estados emocionales.


Erikson, de las etapas críticas, relacionadas con la normatividad acorde a la edad, que han
inspirado varios estudios intensivos sobre los adultos, y la teoría de la periodización de
acontecimientos que acentúa las experiencias de la vida más que la edad cronológica al explicar
por qué las personas sienten y actúan de determinada manera. Con un conocimiento de estas
dos teorías, es más fácil comprender los acontecimientos de la adultez joven - y de la adultez
tardía, se relacionan con: casarse o permanecer soltero, tener hijos o no, elegir una conducta

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sexual, entablar amistades. Describen el desarrollo como una secuencia definida de cambios
sociales y emocionales con la edad" (Papalia, 1997, pág. 473).

Erik Erikson. Estadio 6: intimidad v/s aislamiento: Los jóvenes adultos deben lograr la intimidad
y establecer compromisos con los demás, si no lo logran permanecerán aislados y solos. Para
llegar a ella es necesario encontrar la identidad en la adolescencia (Papalia, 1997). Georges
Vaillant: Adaptación a la vida: Logró identificar 4 formas básicas de adaptación: madura,
inmadura, psicótica y neurótica. Vaillant distingue tres etapas dentro de la adultez joven:
1. Edad de establecimiento (20-30 años): desplazamiento de la dominación paterna, búsqueda
de esposo(a), crianza de los hijos y profundización de los amigos.
2. Edad de consolidación (25-35 años): se hace lo que se debe, consolidación de una carrera,
fortalecimiento del matrimonio y logro de metas no inquisitivas. Esta etapa constituye una adición
a la teoría de Erikson.
3. Edad de transición (alrededor de los 40 años): abandono de la obligación compulsiva del
aprendizaje ocupacional para volcarse a su mundo interior (Papalia; 1997, Pág.. 473-474).

Cambios Emocionales y Personales: El cambio por el lado sexual conduce a


manifestaciones más afiliativas y afectivas en los hombres, incorporando características
femeninas a su personalidad, mientras que las mujeres aparecen como más agresivas y
asertivas. Erikson habla de que en esta etapa la persona atraviesa el conflicto entre generatividad
y estancamiento, donde la generatividad implica el dar lo más auténtico, lo propio, aquello que ha
pasado por la propia experiencia y se manifiesta en los hijos, valores, trabajo y la relación con los
demás.

Cuando tal enriquecimiento falta por completo, tiene lugar un sentimiento de estancamiento y
empobrecimiento personal, llevando a invalidez física o psicológica. Debido a esto, se produce
una reorganización o reestructuración de la identidad, redefinición de la imagen corporal (crisis,
canas, calvicie, entre otros), redefinición de las relaciones con los padres (si todavía están vivos),
los hijos y la pareja, evaluación de los planes que se proyectaron desde la adolescencia,
reconocimiento de que queda poco por vivir, lo que genera cuestionamientos acerca de lo que se
ha hecho y lo que queda por hacer.

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Crisis de la Edad Media: La fase anterior a la crisis es un período muy estable, existe una alto
control de sí mismo, los impulsos no presionan por salir. Se debe lidiar con la sociedad y el mundo.
En esta etapa aparece el balance personal y un reajuste de expectativas y sueños, teniendo en
cuenta las posibilidades del contexto. Surge el dolor por lo no realizado, una preocupación por la
necesidad de sentirse joven, lo que puede llevar en algunos casos a la "crisis de la mitad de la
vida". Enfrentar la posibilidad de ser superado por los hijos. También se sufre al saber que ya no
se es fuente de identificación de los hijos; ellos reconocen defectos y critican abiertamente. Lo
más sano sería ser capaz de aceptar y sentirse gratificados por el proceso de autonomización de
los hijos. Además, se debe tolerar ser objeto de evaluación.

El Trabajo: Se perciben limitaciones de los proyectos personales hacia atrás y hacia el futuro
(“queda poco tiempo”). Se teme a la competencia de las generaciones nuevas. Es una fase de
consolidación de la carrera (3 etapas):
1. Al hacer la revisión, el adulto medio toma conciencia de cuáles son las metas.
2. Cuáles se realizaron y cuáles no.
3. Qué proyectos me gustaría realizar.

Lleva a cabo planes y proyectos. Se trata de reorientar creativamente la energía. Se


desarrolla la sensación de continuidad del propio proyecto. Se asume el rol de tutor, más liderazgo
respecto a las generaciones nuevas. Posibilita desarrollar diferentes aspectos de sí mismo, tanto
al tutor como al tutoreado. Esto permite que el tutor se sienta valorado en lo profesional. Posibilita
la sublimación de aspectos agresivos frente a los más jóvenes. El rol de tutor supone la capacidad
de identificarse con los logros de las personas más jóvenes, fortalece sus habilidades, lo apoya,
guía y aconseja, facilitando el desarrollo general. Sirve como modelo en distintos ámbitos.
Relaciones Interpersonales

Adultez temprana.
Los humanos cambian y crecen en muy diversos aspectos durante el período de los 18 a los 40
años. Durante estas 2 décadas se toman muchas de las decisiones que han de afectar al resto
de la vida, con respecto a la salud, felicidad y el éxito del individuo. Se trata de una fase de
importantes cambios sociales en los ámbitos de la vida profesional y familiar, cambios que se

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resumirían en la apropiación de aquellos roles requeridos para la ejecución de una serie de tareas
como la elección de un compañero/a, comienzo de una ocupación, aprendizaje en la convivencia
marital, paternidad y cuidado de los hijos, atención del hogar, adquisición de responsabilidades
cívicas, localización de un grupo de pertenencia, entre las principales.

Según Erickson, el adulto joven se mueve entre la intimidad y el aislamiento, es una etapa en que
la persona está dispuesta a fundar su identidad con la de otros. Está preparado para la intimidad,
se tiene la capacidad de entregarse a afiliaciones y asociaciones concretas y de desarrollar la
fuerza necesaria para cumplir con tales compromisos, aun cuando impliquen sacrificios
significativos. La afiliación y el amor son las virtudes o fortalezas que se asocian a esta etapa.
Hay construcción y establecimiento de un estilo de vida, se organiza la vida de forma práctica, se
llevan a cabo propósitos. Por otra parte, también hay mucha exploración y aprendizaje (no todos
los roles que se asumen son definitivos).

Adultez media.
El logro de la estabilidad, más los cambios físicos propios de esta etapa, generan una fase de
introversión que se relaciona con el proceso de individuación (descrito por Jung). Al haber
dominado las presiones externas se pueden dedicar la energía al conocimiento de sí mismo.
Debido a esto, se espera que el adulto medio se conozca más, que el sí mismo se vuelva más
auténtico, en el sentido de que se tiene una visión más realista de la vida. Se viven procesos de
duelo (cómo era antes, cómo soy ahora, qué me queda por vivir). Las relaciones con el mundo
externo se hacen más selectivas.

Las personas adultas son más conscientes de sus limitaciones, tienen miedo al fracaso. En esto
juegan un papel muy importante la experiencia anterior, los éxitos y fracasos. Existe una mayor
tolerancia a la frustración. Valoración más alta de la paciencia. Las funciones del Yo se vuelven
más eficientes, pues se puede vivir estados emocionales sin desbordarse ni perjudicar a otros.
Los cambios ponen a prueba la madurez de la personalidad.

Pareja: Se requiere un reordenamiento de la vida matrimonial, por el fenómeno del nido vacío.
Ahora se pueden abordar temáticas que antes no se podía por dedicación a los hijos. Surgen

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conflictos que estaban latentes a lo largo de la vida de la pareja que no se habían resuelto por
alguna razón. Pasar más tiempo juntos produce dificultades en la relación diaria, se requiere un
sistema diferente que permita un acomodo real.

Dentro de la revisión de la crisis se concluye que la pareja comparte todo un pasado común que
permite la proyección de la vejez en conjunto, lo que da tranquilidad a la pareja. Estos signos
cambian la perspectiva del tiempo, aparece la conciencia de la muerte personal. Se genera una
adaptación en la proyección de metas, haciendo un análisis de los proyectos pasados y futuros.
Esto se plantea como una crisis normativa. Se da una mejor comprensión en todos los ámbitos
por la inversión de roles. Esta crisis favorece la integración, pues la pareja constituye una fuente
de aceptación de los cambios corporales. Se plantea el segundo proceso de individuación donde
se aceptan mayores aspectos de la personalidad y, por otra parte, se prepara para la muerte.

Tanto en la etapa de la adultez temprana como en la adultez media, la sociedad establece


algunos criterios, tomando como base lo que se demuestra durante estas etapas (cambios físicos,
las relaciones, el trabajo, factores psicosociales y otros), estos sirven de guía para categorizar no
solo por la edad, sino también por el comportamiento, esto permite definir si el adulto según su
edad cumple o no con lo que establece la sociedad. Entonces, si es aceptado y se adapta
representa un adulto maduro y cuando no lo logra es un adulto inmaduro.

5.4. Capacidades cognoscitivas en la edad madura.


En términos de cognición la gente de edad madura está en excelentes condiciones, se encuentran
en su máximo rendimiento intelectual. En la mitad del camino de la edad adulta intermedia se
produce el desarrollo máximo en seis áreas:
1. Razonamiento inductivo: identificación de patrones e inferencia de principios y reglas para
resolver problemas lógicos.
2. Relaciones espaciales: manipulación mental de objetos en un espacio bidimensional.
3. Vocabulario: reconocimiento y comprensión de palabras.
4. Memoria verbal: recuperación de palabras de la memoria de largo plazo.
5. Número: realizar cálculos.
6. Velocidad perceptual: hacer discriminaciones rápidas y precisas entre estímulos visuales.

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De estas habilidades es importante mencionar dos tipos de inteligencia las cuales están ligadas
a ellas, que son:
Inteligencia fluida: es la capacidad para resolver problemas novedosos que requieren poco o
ningún conocimiento previo.
Inteligencia cristalizada: es la habilidad para recordar y usar las informaciones adquiridas a lo
largo del tiempo.
>Importante: las personas logran desarrollar el pensamiento integrador, el cual consiste en
interrelacionar lo que leen, ven y escuchan.

De acuerdo con la perspectiva de Piaget, el estadio de las operaciones formales (pensamiento


formal) es el estadio final del desarrollo:
1. El desarrollo psicológico como tal “finaliza en la edad adulta” con el pensamiento formal,
aunque es posible todavía algún progreso.
2. Aunque el desarrollo biológico subyace al desarrollo psicológico, el deterioro físico del cerebro
no tiene por qué llevar necesariamente al deterioro mental en las funciones cognitivas.

Surge, se desarrolla y se aplica en contextos más amplios y complejos de la vida adulta, en los
que los problemas con frecuencia no están claramente definidos, existen diversos puntos de vista
y los aspectos cognitivos y afectivos están estrechamente interrelacionados. El pensamiento
postformal sería capaz de admitir la existencia de contradicciones e incluso de integrarlas
dialécticamente en una nueva estructura.

Dialéctica: Proceso de pensamiento mediante el cual se considera a la vez dos proposiciones o


ideas opuestas y se logra la unión o síntesis en una nueva idea. Las investigaciones realizadas
son escasas pero los resultados parecen indicar que no existen estadios en sentido estricto de
pensamientos de operaciones postformales o dialécticas, pero que sí existe un pensamiento más
allá del pensamiento formal que aunque no se da en todos los adultos o ancianos sí puede darse
en algunos de ellos.

Posteriormente se brinda una concepción sobre la importancia del desarrollo adulto iniciada y
defendida por Erikson:

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El desarrollo no se completa al llegar la edad adulta sino que continúa a lo largo de toda la
vida. Durante todo el ciclo vital están presentes 4 procesos evolutivos básicos: o Adquisición o
Mantenimiento o Transformación o Desmoronamiento de las estructuras y funciones psicológicas.

El desarrollo de la mente y la conducta tiene un carácter dinámico, multidimensional,


multifuncional y no lineal. Adopta un enfoque contextual-dialéctico en el estudio del desarrollo. El
desarrollo es fruto de la interacción de factores biológicos y culturales cuya influencia cambia y
se modifica con la edad:

a) Factores biológicos: tendencia a que los beneficios evolucionistas de la selección natural


disminuyan con la edad, ya que están orientados hacia la reproducción y ésta se produce en la
primera mitad de la vida.
b) Factores culturales: a. Necesidad de los recursos culturales (ej.: conocimientos educativos y
médicos): aumenta con la edad. b. Eficacia de la cultura: disminuye con la edad; la eficacia con
que los mayores son capaces de aprender y utilizar nuevas herramientas y recursos culturales
desciende con la edad.

El desarrollo ontogénico es considerado como un proceso de adaptación con tres propósitos


centrales: crecimiento, mantenimiento y regulación de las pérdidas, en las diversas funciones y
procesos psicológicos. Durante el desarrollo la asignación de los recursos psicológicos a estos 3
procesos adaptativos muestra un patrón evolutivo diferencial: o La asignación de recursos al
crecimiento de los diferentes procesos y funciones psicológicas es más relevante durante la
infancia y la adolescencia y disminuye con la edad. Los recursos psicológicos que el individuo
debe asignar al mantenimiento de los procesos psicológicos y la regulación de las pérdidas en
las diversas funciones se incrementan con el paso del tiempo.

La psicología del ciclo vital analiza la dinámica básica del desarrollo a partir de la consideración
del individuo en desarrollo a lo largo de todo el ciclo vital.
Parece claro que existe un pensamiento adulto caracterizado como postformal que continúa
en la vejez, pero que no puede ser calificado de estadio por lo menos en términos piagetianos.

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Teoría del ciclo vital: confirma la existencia de desarrollo durante la edad adulta y el
envejecimiento pero rechaza una concepción de estadios del desarrollo como la propuesta desde
los enfoques de origen piagetiano. • Schaie y Willis: Teoría de estadios en el desarrollo cognitivo
adulto Resalta las diferencias entre su modelo de estadios y la teoría piagetiana: o Teoría de
estadios de Piaget: está centrada en los procesos de adquisición de conocimientos, esto hace
imposible que se consideren etapas o estadios posteriores al pensamiento formal ya que no
parece posible superar los métodos y estrategias de la ciencia que se ponen de manifiesto en el
pensamiento formal. Modelo de estadios del desarrollo cognitivo: pone el acento en otros usos y
propósitos de la actividad intelectual: Estadio de logro (juventud): la cognición se aplica a la
consecución de metas personales de los individuos (conseguir un trabajo y establecer una
familia). Estadio de responsabilidad (madurez): aplicación de las habilidades intelectuales a la
vida familiar y laboral. Resolución de situaciones complejas y diferentes a las de adquisición de
conocimiento.

A partir de los 20 años, la velocidad de procesamiento disminuye claramente con la edad en


diversas tareas entre las que se incluye el reconocimiento y comparación entre patrones
perceptivos de letras, palabras y números. Esta disminución se debe principalmente a procesos
basados en el sistema nervios o central más que en los sistemas sensoriales periféricos. Se ha
propuesto la existencia de un factor general de velocidad del sistema nervioso central que se
vería afectado por la edad produciendo un enlentecimiento generalizado en las diversas tareas.
Estudios más recientes han matizado este factor general de enlentecimiento, analizando las
diferencias individuales entre sujetos, así como la existencia de un factor específico de cada tarea
de procesamiento. Estudios comparativos de la velocidad de procesamiento en tareas de
diferentes niveles de complejidad, sostienen que el enlentecimiento depende también de los
requerimientos de conocimiento que tienen cada una de las tareas. La dualidad entre velocidad
y conocimiento está relacionada con una distinción entre inteligencia fluida y cristalizada.

La velocidad de los procesos cognitivos y su progresivo enlentecimiento con la edad es un


candidato para explicar el posible deterioro o pérdida de eficacia que se produce en la edad adulta
y el envejecimiento.

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La memoria operativa
- Entre ancianos sanos no parece existir un deterioro significativo en las pruebas de memoria
primaria o inmediata que miden la capacidad de la MCP.
- El deterioro con la edad en la capacidad de la MCP ha sido utilizado como un primer índice de
una patología típica de la ancianidad: demencia senil.
- Para medir la MO se utilizan pruebas de Amplitud Lectora: recordar las últimas palabras de una
serie de frases que los individuos deben leer en voz alta. El individuo realiza una tarea compleja
que implica la manipulación consciente de la información. Los resultados muestran una
disminución en la edad adulta y en la vejez en las tareas de MO. Hipótesis explicativas:

1. Descenso en la capacidad de almacenamiento. Pero las tareas primarias discriminativas no


parecen mostrar ese deterioro.
2. Influencia de la velocidad de procesamiento debido al progresivo enlentencimiento de los
procesos cognitivos.
3. Los ancianos se encuentran con mayores dificultados en la parte de procesamiento de las
tareas de MO: el deterioro con la edad en las tareas de MO se incrementa a medida que éstas
se hacen más complejas y necesitan un mayor control ejecutivo.

Los procesos de control ejecutivo: la inhibición


Los adultos mayores y ancianos muestran un proceso específico de déficit en los procesos de
inhibición y resistencia a la interferencia. Son más vulnerables a la interferencia de la información
no pertinente. Existiría un proceso general de disminución en la eficacia de la focalización de la
atención en la resolución de tareas cognitivas, debido a la interferencia que produce la
información previamente procesada, almacenada en su MLP o a la información del contexto
ambiental. Éste déficit inhibitorio afectaría además al cambio de atención, que sería más costoso
y a la actualización de las representaciones de la MLP que se realizaría asimismo de forma menos
eficaz y pertinente para la resolución de la tarea emprendida.

La memoria a largo plazo


- Los estudios muestran que la memoria episódica desciende en forma significativa a partir de
los 30-40 años. No ocurre esto con la memoria autobiográfica sobre los primeros años. Los

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adultos mayores y los ancianos suelen recordar mejor aquellos hechos y situaciones que les
ocurrieron antes de los 25 años, que los que les ocurrieron ya de adultos. Parece que esto es
debido a la implicación en estos recuerdos de: afecto, singularidad y relevancia. Estos recuerdos
están más cargados afectivamente, lo que facilita su permanencia. También, estos
acontecimientos, pueden haber sido muy importantes y que hayan tenido que ser recordados
más veces.

- La memoria semántica no parece disminuir, al menos de una forma significativa. No pierden


vocabulario, e incluso continúan aprendiendo nuevos conceptos y palabras. Sí se producen
deterioros en el acceso léxico: la capacidad para encontrar las palabras que denominan un
proceso, objeto o persona (palabra “en la punta de la lengua”).
- La memoria explícita (consciente, de los conocimientos conceptuales) entre los mayores,
muestra deterioro en las tareas de recuerdo libre pero no muestran un deterioro significativo en
las pruebas de reconocimiento (tests de varias alternativas).
- La memoria implícita no muestra deterioro con la edad (o es mucho más ligero) en tareas de
memoria que implican el recuerdo no deliberado de un estímulo o un procedimiento previamente
aprendido.
- Parece entonces que la memoria de los mayores se basa más en procesos automáticos
(inconscientes y no deliberados), que en procesos controlados (conscientes y deliberados)
Recuerdan bien la esencia de las cosas, así como los estímulos y situaciones familiares pero
tienen tendencia a olvidar o confundir los detalles y la información que se incluye en tareas
complejas y situaciones novedosas. Explicación: o Deterioro en los procesos controlados
(necesarios en el aprendizaje complejo de conceptos y situaciones nuevas) o Menor motivación
o interés en la realización de las tareas experimentales.

El estrés en la actualidad es “una transacción entre la persona y el ambiente” (Rodríguez, 2001:


60), o una situación resultante de la interpretación y valoración de los acontecimientos que la
persona hace. Desde este punto de vista, el estrés “es la condición que resulta cuando las
transacciones entre una persona y su ambiente la conducen a percibir una discrepancia (real o
no) entre las demandas de la situación y sus recursos biológicos, psicológicos o sociales”. El
estrés es el efecto del requerimiento que se le hace a un ser humano. La fuente puede ser externa

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o interna. Por su parte, el requerimiento puede ser positivo o negativo. Según Clegg (2001), se
puede decir que no existe vida sin estrés.

Desde la antigüedad existe la creencia popular de que el estrés emocional es causa de


enfermedad. Hace sólo unas pocas décadas se convirtió en una idea respetable desde la
perspectiva científica, noción que compartían con el mismo entusiasmo tanto los médicos como
cualquier otra persona. Se realizaron una serie de estudios que influyeron en forma particular en
el convencimiento de una comunidad médica muy escéptica ante la idea de que la mente podía
afectar al estado físico (Belsky, 2001). Es más, el estrés crónico, que resulta de estar de manera
continua bajo circunstancias demandantes, puede llegar a ser emocional y físicamente
extenuante, con alto riesgo de desarrollar enfermedades y manifestaciones relacionadas con el
estrés.

El estrés constituye una condición a la que todos los seres humanos se ven expuestos en algún
momento o circunstancia de su vida. De acuerdo con Rout y Rout (2002):
Es un proceso complejo en el cual el individuo responde a demandas o situaciones
ambientales (estresores) con un patrón de respuestas por parte del organismo que pueden
ser fisiológicas, conductuales, cognitivas, emocionales o una combinación de ellas, en el
momento de ser interpretadas estas demandas o situaciones como amenazantes.

Para estos autores, los estresores pueden ser eventos vitales, como, por ejemplo, la pérdida de
la pareja o de algún familiar significativo, el cambio de trabajo, la jubilación, el fracaso laboral, el
casamiento o la muerte de un hijo o de alguno de los padres, entre otros, o hasta pequeños
incidentes de la vida cotidiana. Se entiende por evento vital cualquier circunstancia o experiencia
en la vida de una persona y/o familia que genera estrés o tensión y cambio. La inadaptación
origina cambios en la salud, aparición de enfermedades o agravamiento de las existentes.
Precisamente, el periodo del envejecimiento es un proceso irreversible de pérdidas paulatinas y
transformaciones a nivel biológico, psicológico y social.

En los momentos iniciales del estrés, tales cambios o trastornos son relativamente leves y
necesarios ya que permiten al organismo emitir señales que le hacen posible ponerse en guardia

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y prevenir el desarrollo de problemas más importantes, pero cuando son muy frecuentes se agota
la energía, la resistencia y los mecanismos adaptativos de éste dejándolo más vulnerable ante
los problemas de salud. La exposición a situaciones de estrés no es en sí misma algo “malo” o
que necesariamente conlleve efectos negativos; sólo cuando las respuestas de estrés –como
consecuencia de innumerables estímulos o situaciones ambientales– son excesivamente
intensas, frecuentes y duraderas, pueden producir una variedad de trastornos fisiológicos en el
organismo y ejercer un efecto psicofisiológico perjudicial que desempeña un papel detonador,
regulador o exacerbador de diversos síntomas, así como estados emocionales perjudiciales.

El estrés puede aumentar cuando la persona es vulnerable, es decir, cuando carece de recursos
en una situación de cierta importancia personal. Estos recursos pueden ser físicos o sociales,
pero su importancia puede estar determinada por factores psicológicos, como la percepción o la
evaluación de la situación. Por ejemplo, la artritis en una rodilla puede producir vulnerabilidad
física en un joven atleta profesional, pero constituiría un problema común para una persona mayor
que no necesita probar sus méritos como deportista. Son numerosas las variables que intervienen
en la aparición del estrés, lo que hace que sus posibles manifestaciones no puedan explicarse
mediante un conjunto de relaciones lineales claramente establecidas, sino desde una perspectiva
más amplia y menos determinista y generalizable, en la que las variables personales
desempeñan un papel fundamental.

De acuerdo con el modelo desarrollado por Arnold y Lazarus 1980 existe una relación estrecha
entre satisfacción en la vida y estrés. Específicamente, se plantea que una persona que percibe
una demanda proveniente del medio evalúa si ella representa una oportunidad o una amenaza.
Si la evaluación es positiva, se produce satisfacción y el proceso se detiene. Si es negativa, se
produce insatisfacción, un estado de displacer del cual la persona quiere escapar.

El estrés puede aparecer en cualquier etapa de la vida de cualquier ser humano, aunque es de
hacer notar que debido al acelerado e imparable envejecimiento poblacional mundial, son cada
vez más las personas que arriban a la vejez, la cual, como una etapa más en la evolución del
hombre y la mujer, trae aparejados cambios de diversos tipos en el aspecto fisiológico, así como
en el orden social, laboral y psicológico, entre otros.

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Por consiguiente el adulto joven debe lograr:


Independencia.
Competencia.
Responsabilidad e igualdad en relación con su sexualidad.
Determinar el estilo de vida que llevará, en esta tarea debe tomar decisiones relacionadas con:
Tipo de relación sexual (informal, formal, recreativa). Forma de expresión de su sexualidad
(heterosexual, homosexual, bisexual). Contraer o no matrimonio Tener o no un hijo. Mantener
relaciones extramatrimoniales

Pero cuando todo esto se ve empañado por el estrés surgen algunas disfunciones sexuales que
proceden de aspectos médicos y psicológicos, como son los siguientes:
Deseo sexual hipoactivo (disminución del deseo sexual): Consiste en una pérdida
persistente de las fantasías sexuales y del deseo de realizar actividades sexuales. Ocurre tanto
en hombres como en mujeres. Algunas personas tienen falta de interés o de deseo sexual durante
toda su vida. El trastorno puede estar relacionado con experiencias traumáticas de la niñez o de
la adolescencia, con la supresión de las fantasías sexuales u ocasionalmente con cifras
anormalmente bajas de la hormona testosterona (ya sea en hombres o en mujeres). Más
frecuentemente, el problema se desarrolla tras años de deseo sexual normal. Las causas incluyen
aburrimiento en una relación, depresión, alteración del equilibrio hormonal y el uso de sedantes,
fármacos ansiolíticos (tranquilizantes) y ciertos hipotensores. Cuando la causa es el aburrimiento,
la persona afectada puede tener poco deseo sexual de su pareja habitual, pero puede tener deseo
sexual normal o incluso intenso de otra.

Aversión al sexo: Es una aversión persistente y extrema hacia la actividad sexual con
evitación de todos (o prácticamente todos) los contactos sexuales genitales con una pareja
sexual. Puede darse en hombres, pero es mucho más frecuente en mujeres. La causa puede
residir en traumas sexuales como el incesto, el abuso sexual o la violación, una atmósfera
represiva familiar, probablemente unida a una práctica religiosa muy rígida o dolor durante los
primeros intentos de relación sexual. En este último caso, la actividad sexual puede recordar a la
persona ese dolor aun cuando las relaciones ya no son físicamente dolorosas.

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Trastorno de la excitación sexual en la mujer: Consiste en la incapacidad persistente o


recurrente para obtener o mantener la respuesta de excitación sexual y lubricación vaginal propia
de esta fase hasta la finalización de la actividad sexual. El problema puede durar toda la vida o,
más frecuentemente, suceder tras un período de funcionamiento normal. Los factores
psicológicos como los conflictos maritales, la depresión y las situaciones estresantes son las
causas predominantes. Una mujer puede asociar sexo con pecado y placer sexual con
sentimientos de culpabilidad. Puede también ser un componente del trastorno el miedo a la
intimidad. Algunas mujeres o sus compañeros no saben cómo funcionan los órganos genitales
femeninos, especialmente el clítoris, y puede que no conozcan técnicas de excitación sexual.

Trastorno de la erección en el hombre: Consiste en una incapacidad, persistente o


recurrente, para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual.
Se considera normal que ocurra de manera esporádica y sólo cobra importancia cuando ocurre
al menos en un 25 % de las ocasiones. La causa más frecuente es la ansiedad relacionada con
la relación sexual, como el miedo al fracaso. También puede deberse a experiencias sexuales
frustrantes o traumáticas, falta de estimulación adecuada, pasividad excesiva de la pareja,
aburrimiento y monotonía, estrés, culpa, depresión, el tabaco, el alcohol, etc.

Trastorno orgásmico femenino: Consiste en una ausencia o retraso persistente o recurrente


del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Las mujeres muestran una gran
variabilidad en el tipo do intensidad de estimulación que necesitan para desencadenar un
orgasmo, pero en el trastorno orgásmico femenino, la mujer tiene mucha dificultad para alcanzarlo
a pesar de recibir un estímulo apropiado.

El trastorno puede durar toda la vida, se puede desarrollar tras un período de funcionamiento
normal o puede ocurrir sólo en ciertas situaciones o con ciertas parejas. Cerca del 10 por ciento
de las mujeres no tiene nunca un orgasmo con ninguna clase de estimulación o en ninguna
situación. En general, las mujeres pueden tener un orgasmo con la estimulación del clítoris, pero
más de la mitad es a menudo incapaz de tener un orgasmo durante las relaciones sexuales con
penetración, a menos que el clítoris sea estimulado durante la penetración vaginal.

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Entre las posibles causan se encuentran el miedo a “dejarse llevar” en el curso del acto sexual,
sentimientos de culpabilidad tras una experiencia placentera, miedo a ser dependientes del
compañero o miedo a perder el control, entre otras.

Trastorno orgásmico masculino (eyaculación retardada): La erección se mantiene pero se


produce una ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo.

La eyaculación retardada es rara. Sin embargo, a medida que los hombres envejecen, tardan
más en alcanzar el orgasmo.

Eyaculación precoz: La eyaculación precoz es una eyaculación que ocurre demasiado pronto,
generalmente antes, durante o poco después de la penetración y antes de que la persona lo
desee. El problema es frecuente entre adolescentes y puede intensificarse si existe el sentimiento
de que la relación sexual es pecaminosa. El miedo a lo desconocido, a provocar un embarazo o
a contraer una enfermedad de transmisión sexual, así como la ansiedad acerca de su capacidad
para realizar la relación sexual pueden ser factores contribuyentes. Similares preocupaciones
pueden persistir durante la etapa adulta e incluso aumentar por problemas en una relación.

Dispareunia: Es el dolor genital o pélvico profundo experimentado durante la relación sexual


de manera recurrente o persistente, tanto en mujeres como en hombres, aunque es más
frecuente en mujeres. Las causas pueden ser físicas o psicológicas. En una mujer que nunca ha
tenido relaciones sexuales, un pliegue membranoso (el himen) puede cubrir de modo parcial o
por completo la entrada de la vagina. La penetración del pene durante el primer encuentro sexual
puede rasgar el himen y ocasionar dolor. La contusión del área genital puede también producir
dolor, así como una inadecuada lubricación vaginal, resultado generalmente de caricias
preliminares insuficientes. Un preservativo o un diafragma colocados inadecuadamente o una
reacción alérgica a las espumas o a los ungüentos contraceptivos pueden irritar la vagina o el
cérvix. Una mujer con dispareunia puede desarrollar ansiedad y miedo a la relación sexual. El
odio o la repulsión hacia la pareja sexual son otros problemas que deben ser tenidos en cuenta.

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Vaginismo: El vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos de la porción inferior


de la vagina que impide la introducción del pene. Es el resultado del deseo inconsciente de la
mujer de impedir la penetración. Una mujer puede desarrollar vaginismo si las relaciones
sexuales han sido dolorosas en el pasado, puede no querer comprometerse en el acto sexual por
miedo a quedarse embarazada, a ser controlada por el hombre, a perder el control o a ser herida
durante el acto.

Factores psicológicos relacionados con las disfunciones sexuales: Son factores que pueden
predisponer a una persona a padecer disfunciones sexuales:
Educación moral y religiosa restrictiva
Educación sexual inadecuada
Relaciones entre los padres deterioradas durante la infancia
Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia
Inseguridad en el rol psicosexual durante los primeros años

5.5. Creatividad e inteligencia.


En una investigación realizada se encontró que las habilidades mentales más elementales
alcanzan su máximo durante la madurez. La inteligencia fluida (se aplica a problemas nuevos y
es relativamente independiente de las influencias educativas y culturales) declina antes que la
inteligencia cristalizada (involucra la habilidad para recordar y usar a información aprendida). Los
avances en la experiencia, o conocimiento especializado, se atribuyen al encapsulamiento de las
habilidades fluidas para la solución experta de los problemas.

La capacidad creativa depende de atributos personales y de fuerzas ambientales, así como de


capacidades cognoscitivas. La inteligencia en general tiene poca relación con el desempeño
creativo, sin embargo, los tres aspectos de la inteligencia identificados por Stenberg juegan un
papel importante; entre ellos:
Elemento experiencial: aspecto de darse cuenta o creativo de la inteligencia, ayuda a definir
un problema o a verlo bajo una nueva luz.
Elemento componencial: aspecto analítico de la inteligencia evalúa una idea y decide si vale la
pena seguirla.

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Elemento contextual: aspecto práctico de la inteligencia, entra en juego al “vender” una idea,
lograr que sea aceptada.

La expresión “Loro viejo no aprende a hablar”, no se aplica a la gente de esta edad. La gente de
edad intermedia y mayor, puede y realmente continúa aprendiendo nuevos “trucos -”mañas”,
dicen algunos -”, y nuevas habilidades, y puede recordar los que ya conoce bien. De aquí que la
expresión más indicada sería “viejo zorro”. No hay una evidencia de descenso en muchas clases
de funcionamiento intelectual antes de los 60 años y hay, inclusive, incremento en algunas áreas
como el vocabulario, habilidades e información general – cultura-. La gente de edad intermedia
puede aprender esto, a menos que piense que no puede. Además, la gente de edad intermedia
muestra una marcada ventaja para solucionar los problemas de la vida cotidiana, la cual procede
de su capacidad de sintetizar su conocimiento y su experiencia.

El proceso intelectual
Inteligencia y cognición Mientras la inteligencia fluida (habilidad de manejar nuevo material o
situaciones) típicamente disminuye durante la edad adulta, la inteligencia cristalizada (habilidad
de solucionar problemas con base en el procesamiento automático de información almacenada)
a menudo se incrementa durante la edad intermedia. Por ejemplo, las habilidades verbales
ascienden, especialmente entre la gente que utiliza sus capacidades intelectuales regularmente,
bien sea en el trabajo o a través de la lectura u otro ejercicio mental.

Cambios de cognición en la edad adulta intermedia. Los adultos están usualmente más
preocupados en cómo utilizar el conocimiento para propósitos prácticos que en adquirir
conocimiento y habilidades para su propio bien, usan sus habilidades intelectuales para
solucionar problemas de la vida real asociados con la familia, negocios o responsabilidades
sociales. Este desarrollo cognoscitivo de la edad intermedia se relaciona con la creencia de
Erikson (que se tratará más adelante) de que la gente de edad intermedia se interesa en la labor
de la generatividad - responsabilidad de establecer y dirigir a la generación venidera -.

Características de los pensadores maduros Piaget caracterizaba el uso de la lógica formal como
el nivel de pensamiento más alto en la persona, pero el pensamiento maduro es más complejo y

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dirige una llamada de atención hacia otros aspectos. Cuando la gente centra sus energías
intelectuales en solucionar problemas reales, aprende a aceptar la contradicción, la imperfección
y la concesión como parte de la vida adulta.

El pensamiento maduro, contiene cierta cantidad de subjetividad y confianza en la intuición, antes


que en la lógica pura - característica del pensamiento operacional formal -. Los pensadores
maduros tienden a personalizar su razonamiento, utilizando los frutos de su experiencia cuando
se les dirige una llamada para encargarse de las situaciones ambiguas. De este modo, la
experiencia contribuye a la habilidad superior de los adultos maduros para solucionar problemas
prácticos, la cual algunas veces se llama “sabiduría”.

5.6. Trabajo y educación.


El estudiante adulto Normalmente, en esta época de la vida, la mayoría de las personas ya
cuentan con un nivel de estudios estable; es decir, quienes llegaron hasta la secundaria en la
adolescencia ya no ingresan al bachillerato. Quienes abandonaron los estudios de bachillerato o
los de licenciatura raras ocasiones prosiguen el siguiente nivel educativo. No obstante, cada día
es más probable encontrar en las aulas a personas de mayor edad de la esperada - de acuerdo
al nivel que corresponda -. Hoy en día se puede encontrar uno con estos casos: Una mujer se
casó a los 17 años, dio a luz y crio a 3 hijos, y fue a la universidad a los 40 para egresar como
profesionista cerca de los 45; Un mecánico automovilístico de 50 años toma un curso nocturno
de filosofía sin créditos estudiantiles sólo por el placer de conocer información que considera le
hace falta. Un profesionista de la física, de unos 49 años, se inscribe a un seminario sobre
recientes avances en la medicina endocrinológica.

Estos casos ejemplifican el auge en la educación continua, el aspecto creciente más rápido de la
educación norteamericana y europea en la actualidad, y una alternativa en desarrollo en nuestro
país. Por otro lado, podemos observar en nuestras comunidades que personas mayores de 35
años asisten a la escuela para aprender a leer y escribir. Como dato colateral, cabe mencionar
que más del 10% de los adultos mexicanos de 17 a 22 años, participan en cursos de educación
para adultos utilizando medio tiempo - aún en forma gratuita -.

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La mitad de estos estudiantes son de 35 años o más. ¿Por qué van los adultos a la escuela o
toman cursos?. Casi dos terceras partes de los que toman clases de tiempo parcial lo hacen por
razones relacionadas con sus trabajos pues buscan preparación que les ayudará a desempeñar
mejor su función; por ejemplo, los profesionales en los campos de rápido desarrollo como el
derecho, la medicina, la psicología y la ingeniería necesitan ir al paso de los nuevos adelantos de
la ciencia y la tecnología. Mucha gente estudia para prepararse en los que será su modus
vivendus o para prepararse para diferentes clases de trabajo.

Algunas mujeres que han dedicado los años de su edad adulta temprana a los trabajos caseros
y a la maternidad regresan a la escuela para ampliar su cultura - incluso para fortalecer su
ejecución como responsables de su hogar o su vida matrimonial -. La gente que ve aproximarse
la jubilación puede desear ampliar su cultura y sus habilidades para hacer un uso más productivo
e interesante de su nuevo tiempo libre. Y algunos adultos simplemente disfrutan del aprendizaje
y desean continuar haciéndolo.

En los casos de analfabetismo suele manifestarse la necesidad de pertenencia - de la que se


habló al principio de este documento, en la perspectiva humanística -, en otros casos lo hacen
para evitar comparaciones negativas por parte de sus nietos. Los aprendices maduros tienden a
estar más motivados que los aprendices de edad tradicional ya que se han dado cuenta que el
aprendizaje no está limitado al salón de clase sino que también ocurre en forma relativamente
informal - en casa, en el trabajo y en otra parte diferente a una escuela clásica -. Lo que les puede
faltar en habilidades académicas específicas lo compensan en la riqueza y variedad de las
lecciones de la vida, las cuales aplican el material que enfrentan cuando regresan a la escuela.
No obstante que la experiencia de la vida ayuda bastante a estos adultos, son a menudo más
ansiosos y menos confiados en sí mismos que sus compañeros de clase más jóvenes.

Así mismo, tienen una serie de problemas prácticos que la mayoría de los estudiantes más
jóvenes no tienen. Pueden tener dificultad para hacer las tareas escolares en sus ocupados
horarios y para manejar la marcha del curso, la paternidad y los trabajos. El transporte y la
atención de los niños pueden presentar dificultades, y los amigos y la familia no siempre los
apoyan. Incluso se puede notar una ambivalencia ¿comento que estoy asistiendo a la escuela o

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me quedo callado? La respuesta esperada puede ser del agrado del estudiante cuando se le
reconozca su “valor”; pero también se pueden escuchar sarcasmos que le hagan sentir incomodo:
¿Y a qué horas sales al recreo? ¿Te dejan tarea o prácticas cuando ves el tema de educación
sexual? ¡Tan grandecito! ¿Y tú uniforme? etc. Para ayudar a satisfacer las necesidades de los
estudiantes adultos, un creciente número de instituciones educativas, se están volviendo más
flexibles en la fijación de horarios, proporcionándoles oportunidades a para que se inscriban a
horarios en tiempo parcial y para que hagan una gran parte de su trabajo independiente. En
algunas instituciones los estudiantes pueden seguir un programa de estudio académico diseñado
a la medida, trabajar en la casa y registrarse de vez en cuando con consejeros supervisores,
también pueden registrarse en asignaturas que más convengan a sus intereses.

Esta opción está íntimamente relacionada con la educación abierta. Como parte colateral a esta
alternativa se encuentra la educación a distancia, situación que permite al adulto apropiarse de
conocimientos específicos de algún tema que se trate en otro lugar del mundo, al mismo tiempo
que se encuentre en su país, y con la posibilidad de hacer preguntas - y recibir respuestas- en el
momento. Esta alternativa se está desarrollando con excelentes resultados en instituciones
públicas (U.N.A.M. y el I.P.N.), así como en las privadas (ITSM). Las universidades no son los
únicos sitios que ofrecen cursos de educación para adultos. Las escuelas públicas, las
organizaciones comunales, las empresas comerciales, los sindicatos, las sociedades
profesionales y las agencias gubernamentales también lo hacen.

En México nos seguimos preocupando, personal e institucionalmente, por elevar nuestros niveles
educativos; convencidas están las comunidades que el conocer promueve mejores estilos de
vida. En la compleja sociedad de hoy, la educación nunca termina y a pesar de que no todo el
aprendizaje tiene lugar en la escuela, más y más gente está encontrando algún tipo de
aprendizaje formal importante para su marcha con los retos y oportunidades del mundo del
trabajo, así como para el desarrollo de su completa capacidad intelectual o el bienestar social.

Trabajo
Patrones de trabajo Durante la edad adulta intermedia, es probable que el trabajador típico se
ajuste a una de dos descripciones. Él o ella están en la cumbre de una carrera escogida durante

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la edad adulta temprana, ganando más dinero, ejerciendo más influencia en la comunidad laboral
y mereciendo más respeto que en cualquier otro período de la vida; o en el comienzo de una
nueva vocación, posiblemente estimulada por la revaluación de sí mismo, que tiene lugar durante
la mitad de la vida.

Una variación en este segundo patrón es la de algunas mujeres que ingresan o reingresan al
ámbito laboral que requiere de mano de obra o “aceptan” tomar un trabajo muy exigente en tiempo
o dedicación, debido al agotamiento de sus reservas económicas o la necesidad de continuar
apoyando a sus hijos - sea que estén estudiando o que tengan problemas en su propia familia -.
Las diferencias sexuales en el trabajo Las posiciones más altas en los negocios, el gobierno y las
profesiones están aún dominadas por los hombres, a pesar de que las mujeres han tenido un
progreso significativo en éste y otros campos.

En general, las mujeres ganan menos que los hombres y enfrentan barreras tanto en conseguir
empleos como en los ascensos. A pesar de que la mitad de las mujeres de edad intermedia ahora
si realizan trabajos remunerados, comparado con sólo cerca de 20% en los años 20, muchas de
estas mujeres apenas han ingresado al destacamento de trabajadores por primera vez en sus
vidas adultas o han reingresado a ella después de “haberse retirado” para concentrarse en criar
a sus hijos. Tales mujeres a menudo enfrentan no sólo la discriminación de edad y de sexo sino
la real desventaja de competir con gente que tiene una ventaja inicial de 20 años. Esta brecha de
sexo puede estrecharse a medida que la actual generación de adultos jóvenes, la mayoría de los
cuales han estado trabajando ininterrumpidamente durante los años de crianza de sus hijos,
lleguen a la edad intermedia.

La gente que sigue el segundo patrón de carrera está obteniendo más atención en estos tiempos
como parte de una tendencia hacia una vida con múltiples carreras. La discriminación sexual,
como se vio en la edad adulta temprana- sigue siendo un obstáculo para las mujeres de nuestra
sociedad. De hecho, no es extraño escuchar “Mejor búscate alguien que te mantenga”, cuando
una mujer adulta intermedia ingresa a trabajar. Tensiones de trabajo Cuando los trabajadores
están insatisfechos con sus trabajos, es a menudo debido a uno de una serie de factores
estresantes: Falta de ascensos o aumentos de sueldo. Baja paga. Trabajo monótono y repetitivo.

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No participación en la toma de decisiones Carga pesada u horas extras de trabajo. Problemas de


supervisión (sobre todo por gente joven). Descripciones no claras del trabajo. Un jefe que no
estimula. Incapacidad o renuencia a manifestar frustración o ira. Dificultad para manejar las
responsabilidades de hogar y trabajo. Insuficientes descansos (aumento de cansancio).
Hostigamiento sexual (para ambos sexos). Estos factores están relacionados con una serie de
enfermedades físicas y emocionales, a pesar de que los vínculos específicos son difíciles de
establecer. El estrés puede provocar agotamiento emocional y un sentimiento de que uno ya no
puede realizar nada en el trabajo.

Es especialmente común entre la gente de profesiones humanísticas como la medicina, la


enseñanza, el trabajo social o la psicología que el estrés ataca a esos profesionales que han sido
los más dedicados y que se sienten frustrados, ahora, por la inhabilidad de ayudar a la gente
tanto como quisiera o como lo hicieron antes. La sensación de impotencia física o mental y la
falta de control es usualmente una respuesta al estrés que se convierte en algo cotidiano Los
síntomas, que vienen gradualmente, pueden incluir fatiga, insomnio, dolores de cabeza, gripes
persistentes, problemas estomacales, abuso de alcohol o tabaco (incluso de medicamentos que
deben ser controlados por el médico) y dificultades para congeniar con la gente. El profesional
agotado puede dejar un trabajo repentinamente, alejarse de la familia y los amigos, y hundirse en
la depresión.

Algunas medidas que parecen ayudar a los trabajadores agotados incluyen la reducción de horas
de trabajo y la toma de descansos, incluyendo los fines de semana largos y las vacaciones; otras
alternativas más comunes pueden ser la práctica de ejercicio, escuchar música o hacer
meditación. Pero lo más importante es que los adultos, jóvenes o intermedios- comprendan que
esto (todo lo que se ha comentado en este material) es un proceso “normal” (cuando menos es
muy probable que le suceda a mucha gente) dentro del desarrollo del individuo y que la
aceptación de estas y otras etapas criticas del hombre se circunscriben a un contexto biopsico
social. Desempleo El factor estresante más grande de todos - motivo por el que se toca por
separado de la lista anterior- relacionado con trabajo, es la repentina o inesperada pérdida de un
trabajo. Los trabajadores que derivan su identidad de su trabajo (incluso su vida), los hombres
que definen la hombría como la manutención de una familia y la gente que define su valor desde

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el punto de vista del valor - en dinero - de su trabajo, pierden más que su salario cuando son
liquidados. Pierden un pedazo de sí mismos y con él su autoestima.

Las mujeres están tan propensas como los hombres a sentirse económica, psicológica y
físicamente afligidas por la pérdida de un trabajo. Debido a los estereotipos culturales, la pérdida
de empleo en el hombre puede llevar, junto con las demás características físicas, a estados
depresivos de alto riesgo para su equilibrio mental. Cambio de carreras en la mitad de la vida.

Las historias de cambios de vida profesional o modus vivendus en la mitad de la vida se


incrementan en estos tiempos. Con las expectativas de hoy en día de una vida más larga, mucha
gente de edad intermedia - al darse cuenta de que no desea continuar haciendo lo mismo los
próximos 20 años- se orientan en direcciones totalmente nuevas. Otros se ven forzados por el
desempleo - por causas tecnológicas o económicas- a buscar “nuevos mundos”.

Un trabajador de edad intermedia puede sentirse presionado por los trabajadores más jóvenes
que están ascendiendo en la escala de puestos y podría, más bien, cambiar por completo de
trabajo que tratar con la competencia.

Otra persona de edad intermedia puede pensar “estoy cuesta abajo” o “he llegado tan lejos como
he podido en esta compañía”, y puede buscar el reto de un trabajo que ofrezca más oportunidad
de progreso o desarrollo personal. Algunos eventos comunes de la edad intermedia afectan en
general la estructura de vida de las personas y, en particular, estilos de vida. El vacío del hogar,
cuando el hijo más joven se va de casa puede llevar a una re orientación que va desde los asuntos
familiares hasta las consideraciones sobre la carrera. El entusiasmo de una mujer por su primer
trabajo fuera de casa puede inspirar a su marido a buscar una nueva línea de trabajo que
proporcionará similar conmoción.

El divorcio o la viudez pueden forzar a una mujer a trabajar por necesidad más que por elección
y, posiblemente, a tratar de encontrar un trabajo mejor remunerado. La gente que después de
años de trabajo ha pagado la hipoteca o ha hecho profesional al último hijo, puede sentirse libre
para tomar empleo con cargas de trabajo más livianas, cambiarse a puestos que traigan menos

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dinero pero más satisfacción o a meterse en negocios aventurados, arriesgados pero


emocionantes. Otra gente repentinamente se da cuenta de que está mal preparada para la
jubilación y se centra en acumular una reserva mientras aún es hábil para las ganancias
substanciales. ¿Cómo les va a los que cambian de modo de vida? La respuesta puede depender
en parte de si el cambio es libre o forzado. La gente que escoge hacer un cambio libremente
puede apresurarse a un despido o a una jubilación forzada como una oportunidad de desarrollo
y probablemente disfrute más de su vida mientras contribuye con su valiosa experiencia a nuevas
organizaciones y negocios. A quienes se ven forzados a cambiar de modo de vida les puede
resultar positivo o indiferente después de haber afrontado con una posición más crítica a su
autovaloración.

5.7. Cambios en las relaciones en la madurez.


Freud, dice que a las personas de 50 años no se les debían aplicar psicoterapia ya que a su edad
la personalidad estaba formada. Costa y McCrae describen la edad madura como la estabilidad.
Teorías humanistas como la de Abraham Maslow y Carl Roger consideran que la madurez es
una oportunidad para un cambio positivo.

Modelos de etapa normativa


Individualización y trascendencia: El desarrollo saludable da la madurez requiere la
individualización el verdadero Yo.
Generatividad frente a estancamiento:La generatividad a través de la crianza de padres,
abuelos y por medio de la enseñanza. ¨Autogeneración¨ o ¨Auto desarrollo¨ (Kotre, 1984)
distinguió 4 formas de generatividad
Biologías: concebir dar a luz a los hijos
Paterna: cuidar y criar hijos
Técnicas: enseñar habilidades a los aprendices
Cultural: trasmitir valores

Dice que la generatividad se expresa de 2 formas La comunal, involucrando el cuido y la


educación de otros. De agente, contribuciones, a la sociedad, creativas y científicas. Reloj social:

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Se basa en edades que la sociedad a impuesto para que se realicen episodios de la vida tales
como el matrimonio si no se casa antes de los 30 se dice que se queda solterones.

Crisis en la edad madura: Se revisa y se revalora el pasado, es como una experiencia del
desarrollo.
Desarrollo de la identidad: La identidad está conformada por percepciones acumuladas del YO,
consientes e inconscientes.
Asimilación de la identidad: Intento por encajar a una nueva experiencia. Acomodo de
identidad: Es el ajuste para acomodar la experiencia existente. Generatividad, identidad y
edad: Generatividad formación de la identidad. Erickson escribió ¨Yo soy lo que me sobrevive¨
Psicología narrativa; identidad como historia de vida: Proceso continuo de construcción de
su propia historia de la vida.
Identidad de género: Tener bien claro cuál es su género para no tener algún cambio en el
pensamiento de su género, hombre y mujer.
Bienestar psicológico y mental: tener una buena salud mental positiva va de la mano de un
sentido saludable del Yo.
Teoría de la selectividad socioemocional: Elegir con quien pasar el tiempo Cambios en las
relaciones de madurez: Puede una persona a los 40 años estar feliz en su matrimonio o pasando
por un divorcio o criando a sus hijos. Relaciones consensuales:
Matrimonio: Surge una caída matrimonial durante la crianza de los hijos, cuando estos se van
aparece una mejoría de su matrimonio.
Divorcio en la edad adulta: Es muy amenazante para el bienestar en la edad adulta, por el
hecho de no saber qué hacer sin su pareja de muchos años.
Relaciones homosexuales: Mucha personas no salen del closet y provocan matrimonios los
cuales serán conflictivos y llegaran a la destrucción del mismo. La amistad: En la edad adulta se
tiene menos energía y no gasta tiempo en las amistades. Relaciones con los hijos que
maduran: Se da la pérdida de control de sus hijos; cuando se da el nido vació es muy liberante
para las mujeres ya que se da un reencuentro de sí misma y con su pareja.
Relaciones con los padres ancianos: Los adultos de edad madura y sus padres mantiene un
vínculo de afecto muy grande, en ese momento es cuando se puede devolver toda la ayuda que
ellos nos brindaron.

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Patologías El trastorno maniaco depresivo o bipolar: Trastorno caracterizado por episodios


reiterados más de 2 veces, en los que el estado de ánimo y los niveles de actividad del enfermo
están profundamente alterados de forma que altera y exalta el estado de ánimo. Estos episodios
comienzan de manera brusca y se prolonga durante unas semanas y de 4 a 5 meses. Algunos
síntomas:
Delirios de grandiosidad
Hiperactividad
Dificultad de concentración
Habla rápida
Incremento del deseo sexual.
En los episodios de los Hipomaniacos, los síntomas son similares durante la fase maniaca pero
con algunas diferencias:
No presenta un deterioro del funcionamiento en su vida diaria
Este no requiere hospitalización
Se habla de Bipolar 1, cuando presenta al menos un episodio maniaco, Bipolar 2 cuando solo
se ha tenido un episodio depresivo e hipomaniaco.
Los pacientes bipolares tratan de quitarse la vida
1 de cada 5 personas afectadas por el trastorno morirán por causa del suicidio

Violencia domestica La violencia familiar es aquella que tiene lugar dentro de la familia, puede
comprender violación, maltrato físico, psicológico y abuso sexual. La violencia domestica puede
ser un modelo familiar, de conductas aprendidas; Se pude generar por factores económicos,
conflictos de pareja y por la crianza de los hijos. La violencia familiar se produce por ciclos, no se
produce en forma continua este tiene 3 fases:
En la primera fase: Este se da principalmente por la acumulación te tensión, los incidentes
pueden ser muy leves o pocos.
En la segunda fase: Este es un episodio agudo de violencia
En la tercera fase: Esta es una etapa de arrepentimiento, de calma o de una luna de miel.

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Tipos de violencia Física: El maltrato, la violencia o abuso físico es la forma más obvia de
violencia. Psicológica: Conjunto de síntomas que producen daño o trastorno psicológico, no se
produce daños traumáticos en el momento sino que es un daño que crece con el tiempo.
Maltrato: Es un trato que degrada y ataca la dignidad de la persona, se presenta como una
Hostilidad verbal, como gritos, insultos, desprecios, burlas, críticas y amenazas.
Acoso: Ejerce con una estrategia, una metodología y un objetivo, la persona es perseguida con
críticas y amenazas.
Abuso económico: Se adecuando no se cubre las necesidades básicas de la familia.
Manipulación: Forma de maltrato psicológico donde el agresor desprecia el valor de la víctima
creando una autonomía y un derecho a tomar decisiones acerca de su propia vida y sus propios
valores .

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6. EDAD ADULTA TARDÍA


6.1. Longevidad y envejecimiento.
La expresión tercera edad es un término antrópico-social que hace referencia a la población de
personas mayores o ancianas. En esta etapa el cuerpo se va deteriorando y, por consiguiente,
es sinónimo de vejez y de ancianidad. Se trata de un grupo de la población que tiene 60 años de
edad o más. Hoy en día, el término va dejando de utilizarse por los profesionales y es más
utilizado el término personas mayores (en España y Argentina) y adulto mayor (en América
Latina). Es la séptima y última etapa de la vida (prenatal, infancia, niñez, adolescencia, juventud,
adultez y vejez o ancianidad) aconteciendo después de esta la muerte.

Este grupo de edad ha estado creciendo en la pirámide de población o distribución por edades
en la estructura de población, debido principalmente a la baja en la tasa de mortalidad por la
mejora de la calidad y esperanza de vida de muchos países. Las condiciones de vida para las
personas de la tercera edad son especialmente difíciles, pues pierden rápidamente oportunidades
de trabajo, actividad social y capacidad de socialización, y en muchos casos se sienten
postergados y excluidos. En países desarrollados, en su mayoría gozan de mejor nivel de vida,
son subsidiados por el Estado y tienen acceso a pensiones, garantías de salud y otros beneficios.
Incluso hay países desarrollados que otorgan trabajo sin discriminar por la edad y donde prima
la experiencia y capacidad. Las enfermedades asociadas a la vejez (Alzheimer, artrosis,
Diabetes, Cataratas, Osteoporosis etc.) son más recurrentes en los países en vías de desarrollo
que en los desarrollados. El Día Internacional de las Personas de Edad se celebra el 1 de octubre.
A diferencia de la niñez y de la adolescencia, la adultez no se caracteriza por hitos claros y
predecibles. Con todo, hay algunas experiencias y cambios por los que casi todos pasamos y
algunas necesidades que casi todos tratamos de satisfacer.

Amor, relaciones de pareja y paternidad. En algún momento de su vida, casi todos los adultos
establecen una relación afectiva a largo plazo por lo menos con otro adulto. Más de 90% de los
estadounidenses termina casándose, aunque hoy esperan más para hacerlo. La mayoría de la
gente escoge un cónyuge o compañero de cohabitación de raza, religión, educación y
antecedentes similares. El matrimonio heterosexual es la norma, pero entre otras relaciones se
incluyen la cohabitación y las relaciones homosexuales prolongadas.

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La paternidad y la maternidad entrañan nuevas responsabilidades y ajustes. A menudo se


intensifican los conflictos entre los intereses profesionales y los familiares. Una vez que los hijos
se independizan, los padres renuevan sus relaciones de pareja.

6.2. Cambios orgánicos y sistémicos.


En esta etapa de la vida sobresalen dos tipos de procesos: la evolución y la involución, que
corresponderían al crecimiento y al envejecimiento. A partir de los 35 años más o menos, aparece
la involución: el desempeño de varios órganos a causa una disminución paulatina, el corazón
bombea menos sangre; los pulmones absorben menos aire; la piel pierde elasticidad, el tono
muscular declina, se endurecen las coyunturas y los vasos sanguíneos, disminuye la secreción
hormonal de las glándulas endocrinas.

Con el pasar de los años los diferentes órganos y sistemas van a sufrir alteraciones, sin embargo
todas las personas no envejecemos igual: hay personas que a los 80-90 años se encuentran en
un estado saludable, sin mayores enfermedades crónicas, y con una capacidad funcional
adecuada, esto es lo que se denomina el envejecimiento exitoso; sin embargo, va a haber otro
grupo, portadores de múltiples enfermedades crónicas, muchas veces con gran discapacidad:
eso es lo que se denomina envejecimiento patológico, y el tercer grupo lo constituyen aquellas
personas que tienen alguna que otra enfermedad crónica con menor o mayor grado de
discapacidad, y esto es lo que se denomina el envejecimiento normal, en el cual están la mayoría
de las personas que envejecen. A partir de los 60 años el metabolismo es lento. Hay mucho de
fatalidad en el envejecimiento. Ningún hombre llega a los cien años en plenitud, pero también hay
mucho que depende de nosotros, por ejemplo:
a) La falta de uso, atrofia las funciones: personas de 60 años se mantienen más hábiles en ciertas
áreas que otros de 50 años.
b) Cada modo de vivir engendra su modo de enfermar, ahora se acepta que hasta el 36% de
todos los cánceres en el hombre están relacionados con su ocupación.
c) El moderado nivel de ingestión alimenticia (comer y beber) exige al organismo un esfuerzo
menor; poco generador de envejecimiento.
d) Algunos autores coinciden que un común denominador en pacientes de leucemia es: “un
estado emocional caracterizado por la desesperanza y el desamparo”. Esto equivale a decir que

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la vida viciosa, desordenada y los pensamientos destructivos llevan a envejecimiento prematuro


y viceversa.

Disminuyen las capacidades sensoriales:


Vista:
a) Opacidad del cristalino (cataratas).
b) Presbiopía (dificultad para ver de cerca).
c) Es frecuente el glaucoma (aumento de la presión intraocular).
d) Degeneración de la retina.

Oído: presbiacusia (disminuye la capacidad para escuchar los tonos agudos).


Olfato: en el viejo disminuye el sentido del olfato por atrofia de la mucosa nasal.
Gusto: disminuye la capacidad de la lengua para distinguir sabores y temperaturas.

Piel y tejidos conjuntivos:


a) Atrofia de las glándulas sudoríparas (resequedad)
b) El pelo y las uñas disminuyen su crecimiento, el pelo tiende a caerse.
c) Disminuye la grasa subcutánea.
d) Es frecuente el prurito senil (comezón).
e) Hay tendencia a la calcificación.

Muchos rasgos de la vejez tienen que ver con una deshidratación tisular progresiva. Basta
comparar la piel del niño con la del anciano. También hay evolución hacia la fibrosis, y se
presentan neoplasias en las células epiteliales, en los tejidos de sostén (huesos, venas, etc.) y
en algunas glándulas.

1. Sistema nervioso: desde la tercera década de la vida mueren diariamente por millares las
neuronas de un ser humano. No se nota porque tenemos un excedente como reserva. Es natural
que la muerte de tantas células corticales provoque disminución de los reflejos y torpeza general
de los movimientos. Disminuye la reserva de oxígeno y la circulación cerebral.

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2. Sistema músculo-esquelético: se encorva la columna. El deterioro de las funciones


musculares es tanto mayor cuanto menor haya sido la actividad física en las etapas anteriores.

3. Sistema cardiovascular: la primera causa de muerte en los ancianos está constituida por las
enfermedades cardiovasculares: crece el ventrículo izquierdo; aumentan las zonas de fibrosis, se
calcifican las válvulas, hay tendencia a la arteriosclerosis, excedentes de grasa y calcio se van
acumulando en el interior de los vasos sanguíneos, y con ello dificultan la circulación. Pero por
otra parte, los elementos de la sangre casi no se modifican con la edad, a menos que intervengan
factores patológicos específicos.

4. Sistema respiratorio: baja la elasticidad de los músculos y, por consiguiente, la capacidad


respiratoria.

5. Sistema gastrointestinal: boca ( pérdida de dientes y la saliva escasea), esófago (sus


movimientos peristálticos disminuyen, es decir existe dificultad para deglutir), e stómago
(disminuye su secreción de ácidos, se retrasa el vaciamiento hacia el intestino), intestino delgado
( la glucosa se absorbe lentamente, el calcio se absorbe pobremente y dificultad para que se
absorba el hierro (anemia), colon (aumenta la incidencia de divertículos, que son pequeñas
hernias en su pared, disminuye su tono muscular y se vuelve lento, lo que favorece el
estreñimiento), hígado ( reduce sus dimensiones,disminuye su poder de regenerase, se ve
expuesto a la litiasis biliar (piedras en la vesícula), sistema genitourinario (disminuye el tono
muscular de la vejiga y suele haber incontinencia urinaria e intestinal). Dentro de la plataforma
fisiológica, cualquier programa encaminado a alargar la vida y a mantenerla en niveles aceptables
de calidad, debe enfocarse hacia los métodos que reduzcan la muerte.

6.3. Salud física y mental.


La mayoría de las personas adultas mayores son emocionalmente saludables, pero a veces en
el plano psicológico ocurren ciertos cambios en la memoria, la atención, el aprendizaje, la
orientación y la agilidad mental.

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La cultura, la educación y la experiencia adquirida durante años atrás hacen parte de una base
sólida para reentrenar o reaprender las habilidades que con el pasar del tiempo irán
disminuyendo.

La vejez puede ser una etapa de realización, de disfrutar y de descansar, sin embargo en muchas
ocasiones nos podemos ver afectados emocionalmente debido a crisis y tensiones acumuladas,
las cuales pueden desarrollar algún problema de salud mental.

Algunos de los sucesos que pueden afectarnos son:


1. Enfermedad crónica-degenerativa que obligan a cambiar su forma de vida.
2. Perdida de un ser querido o pareja.
3. Soledad y aislamiento.
4. Problemas y estrés por situación económica.
5. Depresión.

Debemos tener mucho cuidado con nuestro adulto mayor en cuanto a la salud mental, ya que
las enfermedades mentales o emocionales suelen manifestarse de diferentes maneras y en
ocasiones son difícil reconocerlas, pueden incluso confundirse con dolencias o enfermedades
físicas, pueden ser negadas por la familia o llegar a ser tomadas como una parte normal del
envejecimiento. Tener presente cuales son las manifestaciones que pueden terminar en un
problema de salud mental en el adulto mayor es una parte muy importante, te las presentamos a
continuación:
- El adulto mayor se siente discriminado e inútil por estar pasando la etapa de la vejez.
- Autoestima baja.
- Depresión.
- Falta de apetito.
- Estrés.
- Llora muy seguido y con mucha facilidad.
- Alteración del sueño.
- Pensamientos suicidas.
- Desesperanzado.

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- Pesimista y temeroso.
- Malestar general o inquietud.
- Pérdida de peso.

El irreversible fenómeno del envejecimiento poblacional y los avances de la geriatría, han llevado
a la creación de un enfoque anticipatorio y preventivo, basado en la mantención de la
funcionalidad. Dicho de otra manera, antes que se instale el daño.

Esto ha llevado a que el Ministerio de Salud haya instalado, ya hace una década, la medición de
la funcionalidad como un examen universal: Examen de Medicina Preventiva del Adulto Mayor
(EMPAM), promoviendo el envejecimiento saludable. A partir de esta medición, donde cada
adulto mayor, es clasificado según riesgo de perder la funcionalidad, se implementan acciones,
netamente preventivas, de tratamiento o rehabilitadoras. Acciones que pueden referirse al riesgo
cardio vascular, a la salud mental o al ámbito osteo articular. Crucial para las personas mayores
es contar con buenas redes de apoyo. No siempre se da esto. Y aquí también es necesario
detectar los riesgos de una débil red de apoyo o simplemente la existencia de maltrato.

Por otro lado, es fundamental comprender que ninguna acción del Estado va a suplir a una familia
atenta y preocupada de su adulto mayor. Esta es la base para que nuestros adultos mayores
logren buena calidad de vida. Por supuesto que en esta tarea la familia debe ser apoyada por el
Estado con entrega oportuna de atención.

Es así como el Programa del Adulto Mayor tiene como visión que las personas mayores
permanezcan autónomas y autovalentes por el mayor tiempo posible y que sus problemas de
salud sean resueltos en forma oportuna con calidad en la atención, asegurando de este modo
una buena calidad de vida.

La mayoría de las personas adultas mayores son emocionalmente saludables, pero a veces en
el plano psicológico ocurren ciertos cambios en la memoria, la atención, el aprendizaje, la
orientación y la agilidad mental.

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La cultura, la educación y la experiencia adquirida durante años atrás hacen parte de una base
sólida para reentrenar o reaprender las habilidades que con el pasar del tiempo irán
disminuyendo.

La vejez puede ser una etapa de realización, de disfrutar y de descansar, sin embargo en muchas
ocasiones nos podemos ver afectados emocionalmente debido a crisis y tensiones acumuladas,
las cuales pueden desarrollar algún problema de salud mental. Algunos de los sucesos que
pueden afectarnos son:
1. Enfermedad crónica-degenerativa que obligan a cambiar su forma de vida.
2. Perdida de un ser querido o pareja.
3. Soledad y aislamiento.
4. Problemas y estrés por situación económica.
5. Depresión.

Debemos tener mucho cuidado con nuestro adulto mayor en cuanto a la salud mental, ya que
las enfermedades mentales o emocionales suelen manifestarse de diferentes maneras y en
ocasiones son difícil reconocerlas, pueden incluso confundirse con dolencias o enfermedades
físicas, pueden ser negadas por la familia o llegar a ser tomadas como una parte normal del
envejecimiento.

Tener presente cuales son las manifestaciones que pueden terminar en un problema de salud
mental en el adulto mayor es una parte muy importante, te las presentamos a continuación:
- El adulto mayor se siente discriminado e inútil por estar pasando la etapa de la vejez.
- Autoestima baja.
- Depresión.
- Falta de apetito.
- Estrés.
- Llora muy seguido y con mucha facilidad.
- Alteración del sueño.
- Pensamientos suicidas.
- Desesperanzado.

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- Pesimista y temeroso.
- Malestar general o inquietud.
- Pérdida de peso.

6.4. Inteligencia y habilidades de procesamiento.


Después de los 65 años el individuo vive una etapa normal del desarrollo, los principales
problemas que enfrentan los adultos mayores, son los que le creamos a través de la política y la
economía, que afectan su status en mayor grado que el mismo envejecimiento. Debemos tener
claro que las personas claves en el problema de envejecimiento son los grupos de edad más
joven, porque ellos son los que determinan el status y la posición de tales personas en el orden
social (Papalia, 1990). Sin embargo, la vejez no tiene por qué ser el punto más bajo del ciclo de
vida ya que el envejecimiento satisfactorio es posible, siendo la sociedad quien debe descubrir
los componentes de ella, reorganizando nuestros pensamientos y estructuras sociales.

La principal tarea de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar
su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o pérdida. Las personas han de
adaptarse a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y aceptar lo inminente de
su propia muerte (Hoffman, 1996). A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones
pueden variar, de esta forma se presentan distintas teorías:

1. Último estadio de Erikson Integridad del yo Vs Desesperación: Constituye la culminación de


la resolución triunfante de las siete crisis previas, en el desarrollo a lo largo de la vida, lo que pudo
haber sido o por lo que debería haberse hecho en forma distinta. Implica la aceptación de los
propios progenitores como personas que hicieron lo mejor que pudieron, haciéndose
merecedores de nuestro amor, aun cuando no fueron perfectas. También consiste en la
aceptación de la cercanía de la propia muerte como fin inevitable de la existencia de la vida.
Quien ha fallado al tratar de resolver la crisis “teme desesperadamente a la muerte, expresado
en el sentimiento de que el tiempo es ahora corto para volver a comenzar otra vida y buscar
alternativos hacia la integridad”, (Papalia, 1990).

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2. Teoría de la actividad: cuanto más activa permanezca una persona mayor, más
satisfactoriamente envejecerá, y los papeles que constituyen principalmente su satisfacción son:
trabajo, cónyuge, padre, madre y la máxima pérdida en los papeles debido a viudez, enfermedad
constituyen el punto más bajo según varios autores, existen tres tipos de actividad: a) Informal:
Interacción social con familiares, amistades y vecinos; b) Formal: Participación de organizaciones
voluntarias; c) Solitaria: Leer, ver televisión y mantener algunos pasatiempos.

3. Teoría de la desvinculación: El envejecimiento se caracteriza por una mutua separación, por


parte de la persona mayor, la cual voluntariamente disminuyen sus actividades y compromisos,
lo cual ayudaría a las personas mayores a mantener su equilibrio siendo beneficiosos tanto para
la persona como para la sociedad (Papalia, 1990; Hoffman, 1996).

Cambios sociales en el adulto mayor


A) Las penas del adulto mayor
Aunque la prevalencia de depresión es igual en todos los grupos etáreos, un estudio
norteamericano determinó que en los adultos mayores puede ser mortal, se han detectado que
la depresión causa un notorio deterioro en las funciones físicas de los adultos mayores. Además
se determinó que el grado de deterioro físico asociado a la depresión tenía una relación directa
con la edad avanzada, con un menor nivel educacional, con no tener una pareja y con sufrir
enfermedades al corazón o pulmones (Revista Qué pasa, 1998). Teniendo en cuenta varios
aspectos que influyen de manera directa en el adulto mayor como son:

1. Cambio social. Las personas mayores de hoy en día se están dando cuenta de que sus
compañeros de edad están cambian. Tienen aspecto más juvenil, se sienten mejor y actúan con
más vitalidad que sus padres y abuelos de la misma edad. Desde 1900, las formas de convivencia
de las personas mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con las anteriores,
es más probable que sean propietarios de sus casas, vivan por encima del nivel de pobreza y
tengan menos hijos adultos (Hoffman, 1996).

2. Estrés: un alto estrés o el que está por encima de la capacidad de la persona para afrontar los
acontecimientos, puede lastimar la autoestima, deteriorase física y mentalmente. La forma de

PROCESOS DE DESARROLLO DE LA CULTURA EN LA ADOLESCENCIA Y LA ADULTEZ 148


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cómo se reciba el estrés varía según el género, raza, estado civil, nivel socioeconómico y
educación. Las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala salud, bajos
ingresos, muerte de un cónyuge, además del envejecimiento del sistema inmunológico, les hace
más vulnerables a los efectos del estrés y, por lo tanto, más propensos a responder desarrollando
una enfermedad. (Hoffman, 1996).

3. Trabajo y jubilación: la transición del trabajo a la jubilación es un cambio muy importante, el


adulto mayor puede sentir estrés, supone la pérdida de ingresos, la identidad profesional, el
estatus social, los compañeros y la estructura cotidiana del tiempo y las actividades. La jubilación
temprana (antes de 65 años) se puede deber a la mala salud, por no querer trabajar más o por la
fuerza (despido). la jubilación en su momento (65 años), generalmente implica mala salud. La
jubilación tardía (más de 65 años) la tienen aquellos que tienen sus propios negocios o quienes
no pueden vivir con recursos limitados. La jubilación es un periodo de progreso a través de fases
de prejubilación, luna de miel, desencanto, desorientación, estabilidad y finalización. Una clave
para superar los efectos de la jubilación en la satisfacción de la vida es si la experiencia aporta
algún elemento nuevo a la vida (Hoffman, 1996).

4. Matrimonio en la tercera edad: La esposa se ve invadida al tener a su pareja en su espacio,


ya que este se encuentra de repente sin su trabajo y apartado de sus amigos y/o compañeros de
trabajo y al no tener otra actividad el marido se queda todo el día en casa. Las que no trabajan
fuera de sus hogares, han de adaptarse a que sus maridos están en casa todo el día. En el caso
de la mujer que trabaja fuera de la casa, la idea de la jubilación implica pérdida de independencia,
más si inician en la edad media su profesión. Sin embargo, algunas parejas pueden adaptarse al
cambio de roles sin problemas cuando llega la etapa de jubilación del esposos. En general,
independiente del sexo, la jubilación conlleva nuevas exigencias: preocupaciones sobre el dinero,
desacuerdos sobre trasladarse a una casa o departamento más pequeño o problemas de salud.
Los principales conflictos sobre divisiones de responsabilidad y poder, sexo, dinero, hijos y
cuñados ya han sido solventados. La mayoría de las que no pudieron resolver estos problemas
se divorcian antes (Hoffman, 1996).

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5. El divorcio y volver a casarse: cuando las parejas que han estado casadas durante 40 años
se divorcian, es más probable que den más muestras de estrés psicológico que los jóvenes que
se encuentran en situación similar. La pérdida de los papeles conyugales, al igual que el de los
profesionales, puede quebrantar su sentido de identidad. El número de personas mayores que
se divorcian va en aumento. Los hombres cuando se divorcian es porque han estado enfrascados
en su trabajo y coincide la ruptura con la jubilación y para casarse con otra mujer. La mujer, en
cambio, lo hace porque su marido es alcohólico, tirano o mujeriego. No obstante suele ser más
grave para la mujer, debido a que ella ha socializado su rol de esposa y basado su identidad en
ese rol, sintiendo que toda su vida había sido un fracaso. Los hombres mayores se casan con
más facilidad que las mujeres, puesto que hay 3.6 mujeres divorciadas, viudas o solteras por
cada hombre en ese grupo de edad.

6. Viudez: aunque la mayor parte de los hombres estén casados, el matrimonio de la tercera
edad tiene poca importancia para la mayoría de las mujeres de esa edad. Debido a que el ciclo
de vida de los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus esposas, los maridos
desaparecen con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser “normal” entre las mujeres
mayores. Cuando se vuelven a casar, el nuevo cónyuge suele ser alguien que ya conocían antes
de enviudar o alguien que han conocido a través de una amistad mutua o un pariente. Cuando
uno de los cónyuges fallece, el que queda atraviesa un largo periodo de shock, protesta,
desesperación y recuperación. El proceso de recuperación implica desarrollar una explicación
satisfactoria de la razón por la que ha muerto el otro, neutralizar los recuerdos y asociaciones, y
crear una nueva imagen de uno mismo.

Las mujeres parecen adaptarse a la vida en solitario mucho mejor que los hombres. En
comparación con las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos
vínculos más débiles con la familia y no es tan probable que tengan una persona de confianza.
Durante el primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta
tener reacciones fóbicas. Aún después de la recuperación continúa (Hoffman et al. 1996).

7. Vida familiar en la tercera edad: las elecciones de las formas de convivencia de las personas
mayores, reflejan un equilibrio entre las metas de autonomía y de seguridad, por lo que no es

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sorprendente que la mayoría de las personas mayores vivan en casa normales, ya sea por su
cuenta, con parientes o con otras personas que no sean familia. Los mayores-jóvenes (68-84
años), viven solos o con el cónyuge.

La tendencia es “envejecer en el lugar”, permanecer en la casa donde educaron a sus hijos que
la mayoría poseen. La casa está llena de recuerdos, al conocerla bien les otorga un sentido de
competencia y el ser propietarios confiere estatus a la persona mayor. Son menos propensos a
traslados o emigraciones, pero cuando lo hacen es por diversión, son bastante sanos y suelen
tener suficientes ingresos, pero a medida que se acercan a edades mayores, la emigración es
para estar cerca de los hijos u otros parientes. Los mayores-ancianos (mayores de 85 años) se
ven obligados a depender de alguien, por lo que su traslado suele denominarse emigración de
ayuda. Generalmente, se van a vivir con lo hijos, a una residencia o a una institución que ofrecen
cuidados personales pero no médicos ni sanitarios a nivel profesional.

8. Ruptura de hábitos sociales. El mundo del adulto envejece al tiempo que él lo hace. Se
gastan las ideas que le rodean, la historia avanza ineludiblemente, la economía evoluciona. Todo
ello se acompaña además con el hundimiento global de su generación en la noche del tiempo.
La sociedad que camina a su lado. Lo hace en una dirección contraria, de espaldas, incluso en
contradicción con él. La sociedad es mucho más real que un ente abstracto. Bajo el punto de
vista de un anciano, es el entorno como él lo vive.

Por lo tanto, se trata de un hábitat urbanístico cambiado, de una transformación de modas,


técnicas, de la moral, y de la estética, de las concepciones sobre el trabajo y el tiempo libre.
Todavía se ve implicado más directamente cuando todo ello le afecta personalmente: cuando sus
amigos de 30 siempre, albaceas de su mundo, mueren, cuando los lugares donde vivió y
esperaba reconocerse han sido reconstruidos y son irreconocibles… Muchos ancianos tenían sus
amigos entre compañeros de trabajo que, al finalizar, acabó con esa red de amistades. Las de
carácter vecinal, sobre todo en las grandes ciudades, suelen ser muy pobres. En fin, no es raro
encontrar a un gran número de ancianos sin un solo amigo.

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Tampoco es de despreciar el desapego social que implican las limitaciones de renta económica.
Muchas actividades, como clubs recreativos, viajes, escuelas especiales o actividades que los
mismos ancianos podrían inventarse como colectivo, pueden realizarse disponiendo de cierta
solvencia económica, y sobre todo, son fuente indirecta para crear nuevos contactos sociales.

La soledad: Ser uno mismo quiere decir, al mismo tiempo, no ser otro. Es distinguirse entre Yo y
Tú. Por consiguiente, nunca hubiéramos llegado a ser nosotros mismos sin los demás. Todo ello
resulta obvio si pensamos que debemos nuestra existencia a nuestros progenitores, y por
extensión, al conjunto de la sociedad. Nuestro mundo es de socios, mundo social, y en él estamos
rodeados de las posibilidades y realidades que nos envuelven. Nuestra vida se hace impensable
sin un entorno que la alimente y proporcione una razón de ser.

El sentido de nuestra vida, el placer y la satisfacción, depende el hilo de nuestras relaciones con
lo demás. De ese ir y volver de los otros a nuestros deseos y de estos a los otros. Claro está que
el camino de ida y de regreso, el constante intercambio con nuestro medio social, puede ser fácil
y exitoso, o bien conflictivo y frustrante. Cuando las relaciones con los demás fallan, sólo tenemos
el movimiento de retorno, de pliegue sobre nosotros mismos, y entonces, nuestro aislamiento es
triste, doloroso e incluso torturante.

Cuando las relaciones sociales se rasgan, se trunca a la par la ilusión de vivir, inundando a la
persona que no sale de sí misma, con una angustia que le corroe. El sujeto que no se vierte al
exterior, que no se manifiesta, guardándose su mundo íntimo, sus anhelos y preocupaciones para
sí, acaba teniendo para los demás una semi-existencia: se le puede responder con amabilidad y
cortesía, pero la relación con ella es hueca, evanescente, no deja huella ni conmociona, tampoco
a la persona le sirven en una situación así, tales conversaciones superficiales ni los formalismos
educados y tópicos. Se siente vacío, nostálgico, y en su fuero interno experimenta tristeza. Incluso
en ocasiones se pregunta a sí mismo si existe o es una marioneta sin la fuerza y la garra de las
personas auténticas y verdaderas.

A medida que pasa el tiempo, la soledad se acentúa en forma de actitud desaliento, el sujeto sólo
habla lo imprescindible. Contra más reconcentrado en sí mismo y hostil al mundo, se vuelve, más

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lacerante es la nostalgia de relaciones humanas cálidas, pero mayor la parálisis que le embarga
para emprenderlas. La mirada del solitario pasa de la hostilidad a un mundo que parece haberle
abandonado a su suerte como una especie de castigo injusto por un delito que no se sabe cuál
es, hasta una mirada desolada que espera aún algún milagro. Estas últimas especies de llamadas
de socorro no suelen surtir ningún efecto, o peor, provocan la reacción contraria a la ansiada.

La gente no quiere hacerse cargo de sus dificultades y carencias, esperan que el solitario haga
el esfuerzo de superase y lugar por ser aceptado, “como hace todo el mundo”. Hay un profundo
desacuerdo entre lo que el solitario pide con la mirada, y lo que los otros estarían dispuestos a
hacer sólo si se cumplen los requisitos corrientes de reciprocidad de vínculos (en los que el que
más quiere, por ejemplo, es el primero que tiene que pedir e insistir que se le dé un extra). Desde
la perspectiva del solitario lo que ese le exige para ser aceptado y querido es abusivo, es una
crueldad, y ese sentimiento de injusticia basa su despecho, y centra allí el pretexto para no
intentarlo.

El problema, aparte del egoísmo, suele consistir en que el que el pide, más que pedir suele exigir,
ordenar o presionar con alguna suerte de rencoroso chantaje, con lo cual ataca la versión de
dignidad del posible donador, que para dar necesita sentirse libre, ser generoso a su aire. Las
relaciones amistosas nuca podrán tratarse con la obligatoriedad que conllevan las comerciales.

Mecanismos de adaptación.
Esta etapa no llega de improviso, la antecede la presenectud, y como todo proceso tiene altibajos,
ansias y temores, que pueden ser continuaciones de las etapas anteriores o ser matices nuevos
por los reajustes de esta misma etapa, y hay quienes demuestran que es una adultez en plenitud.
Hay procesos superficiales de comportamiento y otros vuelven a incidir como eco de lo que se
denomina fondo de la personalidad:

Adaptación al medio, a la vejez: el niño y el adulto joven buscan una adaptación al medio, no
la adaptación a ser niño o ser adulto joven, porque están en fase de crecimiento; en el caso del
adulto mayor, la alternativa es de morir prematuramente o envejecer... lo que supone doble
esfuerzo: adaptarse al medio más hostil y con menor número de posibilidades para sus

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capacidades personales y vitales; y, un esfuerzo para adaptarse a la vejez como situación


estable, con el cambio o desaparición del sentido de la vida propia.

Cambios en la relación con los objetos anteriores: no se entiende por objeto lo inanimado,
también a las personas; la persona que llega a este nivel de madurez tiene que aceptar las
realidades deficitarias: disminución de la memoria reciente y aumento de la memoria de
evocación o nostalgia; reducción de la curiosidad intelectual, fatiga en el trabajo, disminución
sensorial, motriz; todo esto perturba la vida habitual, y ahora tiene que crear una nueva
comunicación y valoración para adaptarse a la nueva realidad; ha de dar a los objetos otro valor,
otra dimensión; ha de buscar la gratificación o salida a sus tensiones o encontrar otras formas o
renunciar a ello.

Sus reacciones y conductas pueden ser variadas, pueden regresar a épocas anteriores
(infantilismo) o superar lastres y lograr un nuevo equilibrio de fuerzas contrapuestas, cambió el
compás... el baile también. Esto es claro en los cambios de carácter, de conducta, en las
necesidades de dominio y auto-afirmación. En la etapa anterior daba plenitud a sus necesidades
afectivas, emocionales e instintivas; en la nueva etapa, las necesidades cambiaron y no le es
posible hacer un mundo adecuado a sus necesidades... y como los instintos y apetito siguen
vivos, sólo le queda buscar o elegir nuevas reacciones a nivel profundo, ya sea limitando sus
posibilidades o regresando a épocas infantiles.

Rasgos psicológicos: se manifiestan rasgos que habían estado ocultos tras los mecanismos
de una actividad creadora o de defensa, en ambos sexos, y la personalidad se vuelve frágil,
vulnerable por los agentes físicos y por el medio social; las resistencias son menos enérgicas y
los sentimientos pueden centrarse en el temor. El esfuerzo del organismo es mayor para
mantener el equilibrio, además internamente se puede sentir angustia de no ser capaz de realizar
los esfuerzos impuestos por la vida, de no poder soportarlos de no recuperar el equilibrio; en
consecuencia, los rasgos de conducta y carácter pueden manifestarse negativamente.

Algunas manifestaciones negativas son:

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- Aislamiento: se adopta actitud de ausencia con todo lo que sucede alrededor, solamente se
adentra en la situación cuando algo afecta a sus intereses personales.
- Apegamiento a sus bienes: conserva todo, en la postura permanente de retener, ese
comportamiento en el fondo es una regresión a etapas infantiles, entrando así los mecanismos
emotivos de la autoridad, poder, dominio, sentir que se es; es tratar de mantener la propia
identidad; una explicación de por qué algunos padres no son capaces de compartir con sus hijos
aun cuando sea conveniente. La fuerza del deseo de poseer es más fuerte que la lógica.
- Refugio en el pasado: al disminuir el proceso fisiológico y ser menor la memoria de fijación y
aumentar la de evocación, la vida se llena de recuerdos; es forma de revalorizar el pasado en el
presente, el protagonista se siente joven al revisar hechos que le permiten acaparar la atención
de los demás.

- Reducción de sus intereses: la vida le enseñó a ser realista y esto unido a la dificultad de asumir
la complejidad de las nuevas opciones posibles, hacen que se limite el mundo al ámbito de lo que
puede controlar; al tiempo que disminuye la capacidad de agresión, conserva los intereses que
puede manejar y que suponen una fuente de satisfacción.
- Negarse al cambio: Al enfrentarse con los esfuerzos de adaptación, aparece un temor
consciente de rechazo al cambio y traslado a una nueva situación, lo que lleva a una depresión
profunda porque los mecanismos de defensa para sobreponerse son limitados, a la vez que así
limita aún más.
- Agresividad y hostilidad: Cuando se presenta la necesidad de reacomodar a las personas y
cosas, aparece como recurso y puede ser la única posibilidad de refugio para mantener intocable
y estable el “yo”.

Tres emociones presiden la vida del ser humano: el miedo, la cólera y la ternura; que en cada
etapa de la vida adquieren diferentes matices, que se modifican en función del objetivo de la
tendencia de cada una en el momento concreto. En la infancia es egocéntrica, en la adolescencia
es social y en la madurez es práctica. Lo importante para el equilibrio interno es armonizar la
fuerza de la emoción con la compensación de la tendencia para una canalización adecuada.
Y esto se complica en la etapa de la adultez mayor porque:

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Miedo: como emoción es algo que se impone al adulto mayor, sin necesidad de planteamientos
racionales que den explicación lógica a lo que siente, miedo a todo lo que pueda dañar la
integridad física, tras años de lucha profesional para conseguir una estabilidad económica. Esto
explica la previsión, ahorra cuanto puede, para protegerse a sí mismo o a su descendencia;
además desea conservar el prestigio.

El adulto mayor teme que le quede poco tiempo: debe crear, debe proyectar realidades, ha
de trascender y dejar huella; suele aparecer el temor al daño físico, como hipocondría que le hace
estar atento a cualquier trastorno, teme excederse y no resistir un ritmo fatigante y reaparecen
los temores adolescentes de hacer el ridículo, se afecta en su narcisismo.

El daño emotivo que se acerca le agobia y su reacción resulta dramática, no-menos real. La
previsión en este terreno, sólo puede lograrse si otros contenidos más hondos le han dado
plenitud y conciencia del propio valor.

• Cólera: emoción básica, poco estudiada y muy mal tratada, adentra sus raíces en el conjunto
de las emociones que la filosofía tradicional ha denominado virtudes o pulsiones irascibles que
se vinculan a la agresividad.

En el adulto mayor la cólera aparece cuando el mundo “lógico y ordenado”, que se ha construido
tras años de lucha, se ve alterado por “algo” que no encaja; cólera difícil de controlar porque nace
en capas hondas del ser humano. Lo que la desata es aquello que le resulta ilógico, inesperado
y carente de sentido, no es el dato objetivo lo que le molesta, sino el torbellino emotivo que
remueve tal dato. La emotividad queda como desamparada, con peligro de desencadenar –otra
vez- la agresión física o la verbal, porque son los modos aprendidos.

Es la explicación a conductas de crisis agresivas, protestas colectivas verbales, en una sociedad


afectivamente mediocre y emotivamente envejecida; la cólera del adulto mayor se acrecienta ante
su propio sentimiento de impotencia, frente a la gran máquina que impide sus sueños. No
encuentra la salida en la creatividad y la originalidad, entonces vivirá en permanente cólera.

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• Ternura: es la emoción más compleja y en la edad adulta de hace práctica, identificando lo


práctico con lo pragmático, lo rentable, que da beneficio o reporta una ventaja sin ser “interesada”,
es más sosegada, agridulce, como dar sin apenas esperar, lo que no le quita emotividad.

Aparece un amor incondicional, que sabe dar, quiere dar, que sabe renunciar sin angustia ni ira,
éste es el carácter práctico; no es ternura sexualizada y erotizada, sino una ternura madura y
coherente, precedida por el principio de la realidad y no por el del placer y del interés. No es puro
egoísmo, tampoco altruismo total; no pocas veces buscará ser atendido, escuchado,
comprendido y en otras demostrará que sabe atender, escuchar y comprender; resulta que está
buscando, sin saber, un modo “práctico” de llenar su necesidad de ternura. La ternura está
implicada con el miedo, el adulto mayor ama y es tierno, aunque teme dominar y desea conquistar
con la misma ternura. Puede canalizar su afecto hacia quienes le aseguren corresponder a su
ternura.

Es un juego misterioso y enigmático que puede plantear tensiones conflictivas en el interior de la


persona, al adentrarse en las zonas de identidad del “yo”. Y que si las supera, enriquecerá
enormemente a la personalidad de quien la vive, será encontrar una nueva adaptación, un
reajuste vital que logre un impulso más maduro, hondo y tierno. Es cierto que la madurez
proporciona estabilidad, como también aparecen tensiones al buscar una nueva forma de vida y
que tienen raíces profundas con tres manifestaciones psicológicas: tensión por frustración,
agresividad compensatoria y adaptación progresiva.

La tensión por frustración se refiere a que todo ser humano está en crecimiento continuo y
cualquier interrupción en este proceso lleva a una tensión, o un desajuste; esta interrupción puede
ser por la presencia de un obstáculo físico, psíquico o social, o puede ser un conflicto derivado
de la presencia de varios deseos de incentivos que no se alcanzan al mismo tiempo; esa tensión
lleva a la frustración por no conseguir lo buscado. La presencia de obstáculos obliga a buscar
caminos de superación: el transitorio uso de mecanismos como defensas inconscientes, la
aceptación más o menos soportada o el más sano, el de la adaptación equilibrada y eficaz.

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Aunque no de forma generalizada, durante la edad adulta existe un deterioro cognitivo que se
pone de manifiesto en:
• Enlentecimiento en la velocidad de procesamiento
• Reducción de la memoria operativa
• Menor eficacia en el control inhibitorio
• Disminución en determinadas capacidades de MLP.

El análisis de los resultados de la cognición medidos por los tests de inteligencia, muestra:
diferencias relevantes entre las aptitudes intelectuales pero no una disminución general en la
inteligencia hasta edades bastante más tardías, por encima de los 60-75 años, dependiendo del
tipo de la aptitud estudiada. Así algunas explicaciones del desacuerdo entre el desarrollo de los
mecanismos y el de los resultados de la cognición: Las nuevas técnicas de neuroimagen han
permitido encontrar diversos cambios cerebrales con la edad:

- Disminución del volumen de determinadas estructuras cerebrales (contracción en la


materia gris): explicaría la disminución en la visión y en las funciones cognitivas.
Disminución en la materia blanca: contracción de los haces de axones: explicaría el
enlentecimiento en el procesamiento característica de los ancianos.
- Disminución de los receptores de dopamina (función reguladora de la atención): explicaría
algunos cambios en los mecanismos de la cognición.

Los estudios con imágenes de resonancia magnética funcional han permitido constatar que existe
un incremento neuronal en los adultos que se manifiesta en una mayor activación bilateral de las
áreas prefrontales. Entonces, existe en los mayores un aumento la bilateralidad del cerebro en la
resolución de determinadas tares cognitivas. Esto podría explicar los datos sobre el incremento
durante la edad adulta en la resolución de las teas verbales incluidas en los tests de inteligencia.

Este incremento en la activación de la corteza prefrontal sugiere que durante la edad adulta
aparecen mecanismos de compensación mediante los cuales el cerebro se adapta a las pérdidas
del envejecimiento mediante una reorganización que conlleva un aumento en la activación y un
reclutamiento de áreas hasta entonces no implicadas en la resolución de determinadas tareas.

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Esta compensación se produce por un proceso de indiferenciación progresiva de las funciones


cerebrales. Se produce por la propia actividad cognitiva de los individuos y con el entrenamiento.

Estudios recientes sobre cerebro y envejecimiento resalta el carácter adaptativo del cerebro
humano y su plasticidad. La plasticidad cerebral no sería sólo un rasgo del cerebro en desarrollo,
sino que se extiende a la edad adulta y la vejez. El entrenamiento y ejercicio físico y mental
permiten seguir estableciendo nuevas conexiones y reclutar nuevas áreas cerebrales,
principalmente en el córtex prefrontal, que sirven de ayuda en la realización de diversas tareas
cognitivas. Esto podría explicar la variabilidad en el patrón de deterioro en diferentes tareas que
afectan a los mecanismos de la cognición y en particular en la memoria a largo plazo, así como
el desacuerdo entre el desarrollo con la edad entre los mecanismos y en los resultados de la
cognición.

6.5. Estilos de vida y aspectos sociales relacionados con el envejecimiento.


La transición del trabajo a la jubilación es un cambio muy importante en el que la persona puede
esperar sentir estrés. Puede suponer la pérdida de ingresos, la identidad profesional, el estatus
social, los compañeros y la estructura cotidiana del tiempo y las actividades. La jubilación
temprana (antes de 65 años) se puede deber a la mala salud, por no quiere trabajar más o por la
fuerza (despido). La jubilación en su momento (65 años), generalmente implica mala salud. La
jubilación tardía (más de 65 años) la tienen aquellos que tienen sus propios negocios o quienes
no pueden vivir con recursos limitados. La jubilación es un periodo de progreso a través de fases
de prejubilación, luna de miel, desencanto, desorientación, estabilidad y finalización. Una clave
para superar los efectos de la jubilación en la satisfacción de la vida es si la experiencia aporta
algún elemento nuevo a la vida.(Hoffman et al.,1996).

Crisis: Estrés
Un alto estrés o el que está por encima de la capacidad de la persona para afrontar los
acontecimientos, puede lastimar la autoestima, deteriorar física y mentalmente. La forma de cómo
se perciba el estrés varía según el género, raza, estado civil, nivel socioeconómico y educación.
Las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala salud, bajos ingresos,
muerte de un cónyuge, además del envejecimiento del sistema inmunológico, les hace más

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vulnerables a los efectos del estrés y, por tanto, más propensos a responder desarrollando una
enfermedad. (Hoffman et al.,1996).

Cambio social
Las personas mayores de hoy en día se están dando cuenta de que el ser mayor ha cambiado
completamente desde que sus padres llegaron a los 65 años, están más sanos y vigorosos que
sus homólogos de hace varias generaciones. Tienen aspecto más juvenil, se sienten mejor y
actúan con más vitalidad que sus padres y abuelos de la misma edad. Desde 1900, las formas
de convivencia de las personas mayores han cambiado de tal forma que nada tienen que ver con
las anteriores, es más probable que sean propietarios de sus casas, vivan por encima del nivel
de pobreza y tengan menos hijos adultos.(Hoffman et al.,1996).

Matrimonio en la tercera edad


El evento más significativo en muchos matrimonios de personas mayores es la jubilación del
hombre. Este se encuentra de repente sin su trabajo y apartado de sus contactos diarios con sus
compañeros. Sin embargo, ansían más la jubilación que sus esposas. Las que no trabajan fuera
de sus hogares, han de adaptarse a que sus maridos estén en casa todo el día. En el caso de la
mujer que trabaja fuera de la casa, la idea de la jubilación implica pérdida de independencia, más
si inician en la edad media su profesión. Sin embargo, algunas parejas pueden adaptarse al
cambio de roles sin problemas cuando llega la etapa de jubilación del esposo. En general,
independiente del sexo, la jubilación conlleva nuevas exigencias: preocupaciones sobre el dinero,
desacuerdos sobre trasladarse a una casa o departamento más pequeño o problemas de salud.
Los principales conflictos-sobre divisiones de responsabilidad y poder, sexo, dinero, hijos y
cuñados-ya han sido solventados. La mayoría de las que no pudieron resolver estos problemas
se divorcian antes.(Hoffman et al.,1996).

El divorcio y volver a casarse


Cuando las parejas que han estado casadas durante 40 años se divorcian, es más probable que
den más muestras de estrés psicológico que los jóvenes que se encuentran en situación similar.
La pérdida de los papeles conyugales, al igual que el de los profesionales, puede quebrantar su
sentido de identidad. El número de personas mayores que se divorcian va en aumento. Los

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hombres cuando se divorcian son porque han estado enfrascado en su trabajo y coincide la
ruptura con la jubilación y para casarse con otra mujer. La mujer, en cambio, lo hace porque su
marido es alcohólico, tirano o mujeriego. (Hoffman et al., 1996). No obstante suele ser más grave
para la mujer, debido a que ella ha socializado su rol de esposa y basado su identidad en ese rol,
sintiendo que toda su vida había sido un fracaso. (Hoffman et al., 1996).

Viudez
Aunque la mayor parte de los hombres estén casados, el matrimonio de la tercera edad tiene
poca importancia para la mayoría de las mujeres de esa edad. Debido a que el ciclo de la vida de
los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus esposas, los maridos desaparecen
con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser "normal" entre las mujeres mayores.
Cuando se vuelven a casar, el nuevo cónyuge suele ser alguien que ya conocían antes de
enviudar o alguien que han conocido a través de una amistad mutua o un pariente. Cuando uno
de los cónyuges fallece, el que queda atraviesa un largo periodo de shock, protesta,
desesperación y recuperación.

El proceso de recuperación implica desarrollar una explicación satisfactoria de la razón por la que
ha muerto el otro, neutralizar los recuerdos y asociaciones, y crear una nueva imagen de uno
mismo. Las mujeres parecen adaptarse a la vida en solitario mucho mejor que los hombres. En
comparación con las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos
vínculos más débiles con la familia y no es tan probable que tengan una persona de confianza.
Durante el primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta
tener reacciones fóbicas. Aún después de la recuperación el dolor continúa. (Hoffman et al.,1996).

Relaciones familiares en la tercera edad


Las elecciones de las formas de convivencia de las personas mayores, reflejan un equilibrio entre
las metas de autonomía y de seguridad, por lo que no es sorprendente que la mayoría de las
personas mayores vivan en casa normales, ya sea por su cuenta, con parientes o con otras
personas que no sean familia. Aunque algunos adultos mayores de entre 65-84 años, viven solos
o con el cónyuge.

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La tendencia es "envejecer en el lugar", permanecer en las casas donde educaron a sus hijos
que la mayoría poseen. La casa está llena de recuerdos, al conocerla bien les otorga un sentido
de competencia y el ser propietarios confiere estatus a la persona mayor. Son menos propensos
a traslados o emigraciones, pero cuando lo hacen es por diversión, son bastante sanos y suelen
tener suficientes ingresos, pero a medida que se acercan a edades mayores, la emigración es
para estar cerca de los hijos u otros parientes. Los mayores-ancianos (mayores de 85 años) se
ven obligados a depender de alguien, por lo que su traslado suele denominarse emigración de
ayuda. Generalmente, se van a vivir con los hijos, a una residencia o a una institución que ofrecen
cuidados personales. (Hoffman et al., 1996).

Depresión
La depresión es una enfermedad que afecta a muchas personas en los países occidentales y es
el problema psiquiátrico más común en el anciano. Su presentación es muchas veces atípica, por
lo que se considera un reto ante el que se enfrenta todo médico que atiende a un paciente mayor.
La depresión y las enfermedades médicas suelen coincidir con frecuencia complicando los
cuidados del paciente mayor de 65 años. El solapamiento de los síntomas puede enmascarar la
depresión, haciéndola indistinguible de enfermedades coexistentes como el delirium o la
demencia. Además, cuando un anciano se deprime, a veces su depresión se considera
erróneamente un aspecto normal de la vejez. La depresión en los ancianos, si no se diagnostica,
ni se trata, causa un sufrimiento innecesario para el anciano y su familia.

Características de la depresión en un anciano


Los pacientes ancianos presentan, en general, los mismos síntomas depresivos que las personas
jóvenes, pero puede haber rasgos característicos que hacen que el diagnóstico no sea sencillo.
Los síntomas depresivos pueden atribuirse al proceso de envejecimiento y a sus pérdidas
asociadas. Los ancianos informan de síntomas somáticos, sobre todo referentes a aparato
digestivo, astenia, insomnio, y conductas adictivas como el alcoholismo, con más frecuencia que
de ánimo deprimido, lo cual lleva a múltiples tratamientos médicos y quirúrgicos si no son
reconocidos. Refieren a menudo ansiedad generalizada o irritabilidad, y pérdida de peso en
relación directa con la intensidad de la depresión. Verbalizan menos sentimientos de inutilidad o

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de culpa y con frecuencia presentan alexitimia, que es la incapacidad de verbalizar experiencias


afectivas.

Es frecuente el allanamiento afectivo en ancianos severamente deprimidos (falta de expresividad


facial, disminución de movimientos espontáneos, pobre contacto ocular y poca reactividad
emocional), y encontramos conductas regresivas, que reflejan un retorno al funcionamiento
infantil (incontinencia doble, rechazo a la alimentación, «rabietas» para obtener atención), sobre
todo en personalidades dependientes con incapacidad física. Aunque una minoría importante
presenta recurrencias de episodios depresivos previos, es más frecuente en los ancianos la
depresión de inicio en la edad tardía. Los síntomas de la depresión son los mismos para las
personas hospitalizadas con problemas médicos que para los que viven en la comunidad. De
acuerdo con la clasificación del DSM IV, hay nueve síntomas para diagnosticar la depresión.

Criterios para el episodio depresivo mayor


A. Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2 semanas, que
representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser 1 estado de
ánimo depresivo o 2 pérdidas de interés o de la capacidad para el placer.
Nota: No se incluyen los síntomas que son claramente debidos a enfermedad médica o las ideas
delirantes o alucinaciones no congruentes con el estado de ánimo.
1. estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto
(p. ej., Se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y
adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable
2. Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las
actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los
demás)
3. Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más
del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En
niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables
4. Insomnio o hipersomnia casi cada día
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras
sensaciones de inquietud o de estar enlentecido)

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6. Fatiga o pérdida de energía casi cada día


7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes)
casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo)
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea
una atribución subjetiva o una observación ajena)
9. pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente
sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse

B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto.


Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la pérdida de
un ser querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o se caracterizan por una
acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida,
síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor.

La depresión podría provocar enfermedades físicas, pero también los pacientes con
enfermedades graves pueden desarrollar síntomas depresivos. Los principales predictores de
depresión en ancianos físicamente enfermos son una historia psiquiátrica positiva, y la gravedad
de la enfermedad médica en sí.

Suicidio en el paciente anciano


El suicidio ha constituido desde siempre uno de los grandes enigmas de la humanidad,
planteando cuestiones filosóficas, sociales, psicológicas, religiosas y morales. Es un tema que ha
deambulado entre las insuficientes explicaciones de la medicina y del psicoanálisis, que ha sido
escrutado incesantemente por la literatura y los medios audiovisuales, analizado por la ética y la
teología y constituye hoy un problema sanitario de proyección mundial.

Las tasas de suicidio son más elevadas en el anciano (un 20% de los suicidios en Estados Unidos
se producen en mayores de 65 años) y la depresión es la enfermedad psiquiátrica más
relacionada con él. La relación entre tentativa de suicidio y suicidio consumado es mayor que en
cualquier otro grupo de edad.

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Los estudios epidemiológicos ponen de manifiesto un incremento progresivo de la tasa de suicidio


con la edad en los varones. Así, la tasa de suicidio de los varones mayores de 70 años es de 2 a
5 veces superior a la de los adolescentes de 15 años. En las mujeres también se constata un
incremento de la tasa de suicidio con la edad, pero el pico se produce alrededor de los 55 años,
disminuyendo levemente en las décadas siguientes. Estas tendencias se repiten en diferentes
países, lo que cambia entre ellos son únicamente las tasas más o menos altas de suicidio.
Los factores de riesgo para suicidio en la persona mayor se reflejan en la tabla 3.

Varios estudios indican que el diagnóstico predominante en los suicidios consumados en


personas mayores de 60 años ha sido la depresión psicótica y más del 50% de los ancianos
suicidas padecen un trastorno depresivo mayor por primera vez, siendo menos frecuentes los
otros trastornos afectivos de inicio más precoz: depresiones recurrentes- trastorno bipolar-
trastorno distímico.

Depresión y demencia
Es difícil realizar el diagnóstico diferencial entre ambas entidades. Un 20-30% de los pacientes
con demencia pueden ser etiquetados de un trastorno afectivo, bien como una reacción
psicológica ante la pérdida de capacidades o como una coincidencia causal como en los infartos
del lóbulo frontal izquierdo, o bien como 2 entidades distintas. Los pacientes con demencia que
sufren síntomas depresivos presentan más trastornos de conducta y mayor incapacidad
funcional.

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Por otro lado, en el curso de la depresión pueden manifestarse trastornos cognitivos, aunque
menos de un 10% de los ancianos deprimidos tienen un deterioro cognitivo que pueda ser
confundido con una demencia. Los déficit cognitivos suelen ser trastornos de la atención y de la
concentración, y fallos en la memoria de fijación, mientras conservan el resto de funciones
mentales. Este cuadro se conoce como seudo demencia depresiva, término descriptivo que no
aparece en las clasificaciones clínicas actuales. Cuando mejoran los síntomas depresivos, suelen
hacerlo las alteraciones cognitivas, pero recientemente se ha comprobado que la depresión con
trastornos cognitivos es un predictor de aparición de demencia irreversible, aumentando 4 veces
la posibilidad de desarrollar dicho cuadro.

6.6. Perspectivas de diferentes culturas frente al envejecimiento.


Envejecer no ha recibido la misma consideración a lo largo de nuestra historia, cada momento
histórico ha marcado un antes y un después. En nuestra sociedad occidental, se han producido
grandes cambios, y la percepción de envejecer ha ido variando según cada época. Si a este
fenómeno le añadimos que no es lo mismo envejecer en una sociedad que en otra, su significado
se complica, dado que existen numerosas variables de tipo cultural, social, económico, político,
biológico, psicológico e institucional, que influyen en el concepto y en la consideración de lo que
supone ser anciano, y que puede otorgar una valoración más o menos positiva.

Lo que se pretende es explicar cómo la vejez puede vivirse de distintas maneras, según los
valores que imperan en cada sociedad, y para ello he visto la necesidad de echar una mirada al
pasado, y ver como la consideración de ser anciano, ha ido variando en nuestra propia sociedad
con el paso de la historia. Para ello es necesario analizarlo desde la prehistoria, los egipcios, la
Grecia antigua, los hebreos, Roma, la Edad Media, el Renacimiento, hasta llegar al Mundo
Moderno y Contemporáneo, puesto que han sentado las bases de nuestra sociedad de hoy en
día. Durante todas estas etapas hay que tener en cuenta unos factores, que son de gran
relevancia para entender el valor que cada sociedad le otorga al anciano:
Disponibilidad de recursos en la sociedad
Capacidad de transmisión de conocimiento (escrito, oral)
Adaptación de la sociedad en relación al cambio social
Proporción de individuos que componen el grupo

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A lo largo de la historia, tampoco ha sido lo mismo envejecer para hombres que para mujeres,
ambos sexos no han gozado de la misma consideración durante la misma época, y hago alguna
mención de ello, sin olvidar que apenas existen referencias acerca de la mujer anciana a lo largo
de la historia en las distintas civilizaciones. La mujer y en especial la anciana han sido excluidas
y relegada a un segundo plano, asumiendo básicamente un papel destacado en el ámbito
doméstico y familiar.

Durante la prehistoria, el hombre tenía como principal objetivo la supervivencia. Somos seres
sociales y no podemos vivir de manera aislada, ya que supondría nuestra desaparición como
especie. Desde tiempos lejanos para la supervivencia, ha sido necesario vivir en grupo y durante
este período la forma de convivencia era la tribu. Estas sociedades antiguas se debían organizar
para sobrevivir, y su sistema productivo estaba basado en una economía de subsistencia básica,
dirigida a la recolección y a la caza. La caza pertenecía a los hombres, mientras que la recolección
era cosa de las mujeres. Recientes estudios han descubierto que la mujer también cazaba,
pescaba y hacia muchas otras cosas, que hasta hace poco eran obviadas. Durante esta época
las condiciones de vida era muy precarias, habían enfermedades, luchas tribales, etc.

La adaptación al medio era muy complicada y en pocas palabras no existía la vejez, puesto que
la esperanza de vida era muy corta. Las personas que llegaban a los 30, se relacionaba más bien
como algo que había sido gracias a lo divino y sobrenatural. Los que llegaban a esta edad, eran
considerados personas de gran sabiduría y transmisoras de su conocimiento, esencial para la
supervivencia del grupo. A estas personas afortunadas que habían sobrevivido a la dureza de la
prehistoria, se les asignaba funciones concretas, solían ser chamanes y brujos, y acostumbraban
a ocupar los lugares más altos en la jerarquía social, y eran referentes para los más jóvenes. Por
lo tanto se desprende que en esta época, el ser viejo gozaba de una consideración de prestigio
y gran poder e influencia.

Se sabe que el papel de la mujer fue fundamental para la supervivencia y la continuidad de la


especie, así que mientras los hombres de mayor edad gozaban de prestigio y poder, lo mismo
ocurría con las mujeres de mayor edad, que poseían una gran influencia en la sociedad primitiva,

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por ser transmisoras de su sabiduría y experiencia, y haber sobrevivido a las dificultades de la


prehistoria. Por lo tanto el hombre prehistórico no hubiera sobrevivido sin la mujer, y viceversa.

Podemos encontrar más similitudes de lo que supone ser viejo hoy en día, si dejamos la
prehistoria y nos remontamos al tiempo de los egipcios, donde se pueden encontrar los primeros
textos que hacen referencia a la vejez, describiéndola como un período de debilidad con el paso
de los años, la disminución de la capacidad visual y auditiva, y el progresivo deterioro de las
capacidades cognitivas y físicas en general. Pese a esto, el papel de la persona de avanzada
edad, seguía gozando de un gran prestigio en la sociedad, y representaba la sabiduría y el
ejemplo de los más jóvenes. Por lo tanto se desprende que la consideración del anciano, sigue
siendo positiva como en el anterior período.

En cuanto a la mujer, se sabe que ésta cumplía un rol diferenciado dentro de la sociedad egipcia
y que no gozaba del mismo estatus que el hombre, pero sí que se consideraba un complemento
de él. Existen referencias a la mujer en la literatura Egipcia donde se la describe como frívola,
caprichosa y poco fiable, a pesar de esto, se desprende que si el concepto de ser viejo asociaba
una connotación positiva y la mujer era vista como parte de todo ello, se puede pensar que
ocupaban una buena posición en la sociedad.

En la Grecia antigua se sentó las bases de lo que es hoy en día nuestra sociedad Occidental, y
es aquí donde se empieza a deteriorar el concepto de vejez, aunque podemos encontrar distintas
valoraciones. Los griegos fueron los grandes impulsores de la perfección, del culto al cuerpo y la
belleza, el giro del mito al logo, la visión naturalista, la vejez y la muerte empieza a ser temida y
es un castigo que impone la vida. Con esta percepción del mundo, y la importancia de la juventud
y la perfección, no es difícil imaginar lo que suponía ser anciano, cuando el poder de decisión era
cosa de la juventud. Pese a esto las leyes de Atenas dejaban bien claro la importancia del respeto
a los padres. Durante el período del Rey Solon, se creó una institución aristocrática de ancianos,
con poder de decisión, pero al llegar los demócratas, éstos perdieron todas sus facultades
políticas y judiciales. Pese a esto, seguía existiendo un concepto positivo del anciano como
transmisor de sabiduría. Esparta tuvo Senado, compuesto por 28 miembros de más de 60 años,
a los cuales se respetaba y se admiraba por su sabiduría. Durante el período Helenístico, los

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ancianos tuvieron más oportunidades al tratarse de una sociedad más abierta y que daba menor
importancia a la edad.

El papel de la mujer en esta época fue claramente más marcado como cuidadora doméstica de
niños, ancianos y enfermos, y quedaban excluidas de cualquier participación en la vida pública.
Se desprende de todo ello que la mujer de edad en la antigua Grecia, no gozaba de demasiado
prestigio y poder, tomando solo parte importante en la vida doméstica, al cuidado de los demás.

Los hebreos también nos han dejado un gran legado a nuestra sociedad occidental de hoy en
día, a través del nuevo testamento, donde los ancianos asumieron un papel fundamental,
dirigiendo al pueblo hebreo y constituyendo un Consejo de ancianos, con gran poder de decisión
en cuestiones religiosas y jurídicas. Luego tras la institucionalización política, el Consejo de
ancianos quedó relegado en un segundo plano, pero sin dejar de tener cierto poder al convertirse
meramente en consejeros y portadores de sabiduría y experiencia, pero sin poder de decisión.
Durante esta etapa, el ser viejo sufre distintos posicionamientos, en función delos
acontecimientos socio políticos, y por tanto existe un periodo de connotación positiva y luego
negativa, al otorgar el poder de decisión y posteriormente únicamente de consejeros, es decir
pérdida de poder y autoridad. Seguiría cayendo sobre las mujeres el peso del cuidado de los
ancianos y de la familia.

Llegados a Roma, encontramos por un lado una visión positiva del anciano; la sociedad romana
le otorgó una gran autoridad, especialmente en el papel que cumplía dentro de la familia y como
responsable de los esclavos, pero por otro lado también se produjeron distintos sucesos por los
cuales el anciano sufrió un gran desprestigio. Al gozar de un cierto poder, fue visto como una
autoridad amenazante y a veces hasta odiada y temida, conllevando a grandes conflictos.
Durante la República se delegó el poder político a los hombres de avanzada edad, pero en el S.I
a. C los valores tradicionales predominantes en la sociedad romana, sufrieron un gran cambio y
las personas de mayor edad que habían gozado de tanto poder de decisión, dentro y fuera de la
familia, sufrió un declive y las figuras con más autoridad, fueron menospreciadas. Aunque este
sentimiento no fue extendido en su conjunto, puesto que hablamos de una sociedad la romana,

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caracterizada por la tolerancia, su poder de adaptación y juzgaban a la persona en sí, y no al


colectivo en su totalidad.

Durante los primeros años del cristianismo, los ancianos continuaron gozando de cierto poder y
respeto, pero en el S.V otro cambio afectaría a la visión que se tenía sobre la vejez, y los ancianos
entran en declive y la vejez empieza a verse de nuevo de manera negativa y pasa a formar parte
de una etapa de la vida que la sociedad rechaza. El cristianismo no otorga un buen papel al
anciano, pero si que en cambio logra transmitir una gran preocupación por su cuidado. Sin
embargo la mujer vieja y además sola, era rechazada socialmente.

En cuanto a la Edad Media, si durante los romanos el papel del anciano sufrió un gran declive,
durante la Edad Media las cosas no mejoraron. Teniendo en cuenta de que se trataba de una
sociedad cuya principal característica, era la importancia que se le otorgaba a la fuerza física, y
de ello se desprende que el anciano no ocupara nunca una buena posición ni prestigio. El anciano
es básicamente considerado un débil, y por lo tanto la iglesia lo posicionó entre los enfermos y
desvalidos. Por otro lado, las personas de avanzada edad tenían la posibilidad de formar parte
del colectivo eclesiástico, y retirarse en un monasterio, ajeno a la brutalidad de la época. Este
período se caracteriza también por la protección de la familia a sus ancianos, que aseguraba su
supervivencia. También hay de decir que existía una marcada diferencia social, entre la persona
mayor perteneciente a la clase campesina, y el anciano noble protegido en el castillo o bien en el
monasterio si se lo podía costear.

En los años posteriores la aparición de la peste, aunque parezca inverosímil, favoreció al anciano,
dado que aunque la peste afectó a todo el mundo, fue especialmente terrible para los niños y
adultos jóvenes. Hubo una disminución considerable de la población, pero en cambio contribuyó
al aumento del envejecimiento de la población, y los ancianos se convirtieron de nuevo en
cabezas de familia, tras faltar sus hijos, y por consiguiente volvieron a ganar estatus social,
político y económico.

Se encuentra en este período, una gran diferencia entre hombre anciano y mujer anciana,
podemos encontrar un ejemplo en la obra de Le Roy Ladurie, Montaillou: una aldea occitana, “

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Por un lado, los ancianos de esta comunidad no tienen una buena situación. El jefe de la casa
familiar es el hijo y el trato que de él reciben sus ancianos padres es bastante tiránico y éstos no
osan realizar cosa alguna sin consultarle. Por otro lado, la vejez de las mujeres no es igual a la
de los hombres. La mujer montailonesa, oprimida como joven esposa, luego amada por sus hijos
al llegar a la vejez y respetada como matriarca”. (Le Roy Ladurie)

El Renacimiento puede considerarse la peor etapa para la vejez, debido a que Europa Occidental
se sintió atraída por el legado que nos dejó la Grecia Antigua, y esa influencia quedaba de patente
en el arte y en las letras, donde los valores que imperaban eran la juventud, la belleza y la
perfección, y por contra el rechazo a la fealdad, la imperfección y naturalmente a la vejez. A todo
esto hay que añadir una recuperación de la población tras la peste, y la juventud vuelve a relegar
a un último plano, al viejo. Unido a este fenómeno, por primera vez surge la imprenta y la memoria
oral perteneciente a los mayores, deja de ser imprescindible. La mujer vieja será representada
en el arte de la época, con exageradas expresiones de fealdad y arrugas.

El Mundo Moderno trajo la transformación del poder político donde fue delegado al pueblo. Surge
el funcionariado y lo que conocemos hoy en día como la jubilación. El trabajo pasa a ser la
característica más valorada entre la sociedad, y el estado pasa a ser el responsable de
compensar los servicios prestados a la sociedad. Es entonces cuando el cuidado de los ancianos
que hasta entonces correspondía exclusivamente a la familia, pasa también a ser responsabilidad
de los poderes públicos.

Llegados ya al Mundo Contemporáneo, donde el mayor valor pasa a ser el conocimiento


moderno y por lo tanto la experiencia y sabiduría de tiempos pasados sufre una gran
transformación, y el anciano ya no se adapta, y es incapaz de aprender y progresar, y el concepto
de vejez sufre por consiguiente una connotación negativa, además del gran valor que se le otorga
a la apariencia física y estética. A todo esto se le añade que debido al desarrollo de las ciencias
y entre ellas la médica, la esperanza de vida se alarga en las sociedades y el número de ancianos
crece. Esto conlleva a una mayor necesidad de asistencia médica, que a su vez conduce a un
empobrecimiento del Estado de bienestar.

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Este fenómeno es progresivamente agravado por la disminución de la natalidad, la liberación


femenina, su incorporación masiva al mercado laboral, y el control de su sexualidad a través de
la píldora anticonceptiva. La sexualidad deja de verse exclusivamente como un fin para procrear.

La familia sufre grandes transformaciones en su estructura y desaparece la familia extensa para


convertirse en la familia nuclear, y el anciano pasa a convertirse en un ser desprotegido. Empieza
a producirse el fenómeno de la soledad entre las personas mayores, especialmente los que viven
en zonas urbanas. Hoy en día la población está envejeciendo rápidamente, y este fenómeno solo
lo frena la natalidad y la inmigración. La familia nuclear se encuentra con grandes dificultades, a
la hora de cuidar a sus ancianos y con la incorporación de la mujer al trabajo, la familia no puede
dar respuesta a esta situación. Se hace necesario la creación de un sistema complejo,
denominado Servicios Sociales y Residencias, que actúan para substituir a lo que
tradicionalmente, era exclusivamente responsabilidad de la familia, pero especialmente de las
mujeres. Tal y como se ha visto desde tiempos remotos, el cuidado de nuestros ancianos está
suponiendo una gran preocupación, y un enorme gasto a los Estados.

La vejez en otras culturas


El aumento de la población anciana, es una preocupación en la mayoría de las sociedades:
En China, India, Japón, Corea, Irán, Iraq, Israel, y en casi todos los países del continente
asiático, existe un enorme respeto a los ancianos. En India existe un gran porcentaje de personas
mayores en las zonas rurales, que realizan actividades agrícolas y reciben todas las admiraciones
y respeto por parte de los familiares. En Japón existe una gran preocupación en integrarles en la
vida laboral, creando Agencias de empleo para jubilados y Centros educativos para niños y
mayores de manera simultánea.

En Brasil, México, Ecuador, Paraguay, Bolivia y otros países de América Latina con tradición
artística-cultural, el anciano artesano desarrollo su actividad y creatividad con éxito, hasta que la
salud se lo permite, y no hasta que lo retire la sociedad.

En Suiza un estudio realizado muestran como los ancianos viven muy en contacto con su familia,
pero en cambio en zonas urbanas el anciano aparecía alejado y con rostro triste y preocupado.

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En cambio el mismo estudio realizado en niños asiáticos y latinoamericanos, el abuelo aparecía


muy integrado.

En Francia se están realizando programas para que los ancianos enseñen oficios a los jóvenes.

En España en la actualidad, existe uno de los índices más elevados de esperanza de vida. Los
ancianos son tratados a menudo como niños y se usa calificativos tales como “chochear” al
referirnos a que sus facultades físicas y especialmente mentales, se han visto mermadas. Esto
hace plantear, que ese deterioro generalizado, ha sido más bien fruto por no usarlo, que por el
papel que nuestra sociedad le ha adjudicado. Tendemos a representar al anciano con su bastón
haciendo largos paseos para pasar el tiempo, a menudo acompañado de sus nietos o incluso
jugando al dominó o a cartas en casales y centros de ancianos en general. Actualmente se está
replanteando esta visión del anciano y se está intentando cambiar su rol, buscando alternativas
que no los excluya del conocimiento técnico, por ejemplo asistiendo a Centros de adultos para
desarrollar actividades de Internet o incluso actividades deportivas, académicas, técnicas e
intelectuales. Todo apunta a que la edad no debe de limitar, la única cosa que puede limitarnos
es la enfermedad. Desde una punto de vista económico, el anciano ya no es productivo ni útil, y
pasa a ser una carga económica para el sistema.

En otras culturas completamente divergentes a la nuestra, la subsistencia y la necesidad de


adaptación al medio ha conllevado a maneras de proceder, completamente inverosímiles para
nosotros, algunos ejemplos los encontramos a continuación:

Los chukchis de Siberia, que eran nómadas, cuando sus mayores ya no podían aportar nada
los abandonaban en la nieve a petición del propio anciano, suponían una carga para el grupo.
Los bororos del Brasil, cuando el anciano siente que ya no es útil al grupo, le pide a su hijo
mayor que acabe con su vida. El hijo prepara una ceremonia, y el anciano, desnudo, es untado
con resina y se recubre con plumas de ave y se le introduce la cabeza dentro del agua de un rio.
Una vez muerto, se le deja dentro del agua hasta que se descompone. Se limpian los huesos y
se pintan y son introducidos en una vasija de barro y los entierran. A continuación hacen una
fiesta funeraria en su honor.

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Los esquimales abandonan a la anciano o anciana, en medio del hielo cuando estaba
agonizando, esperaban que llegase un oso, luego el esquimal cazaba al oso y se lo comían.
Los fueguinos y onas de Tierra de Fuego, cuando la abuela ya no servía para el trabajo, la
sacrificaban y se la comían entre la familia, era alimento muy valorado.
Los Guayakis, cuando el anciano ya no era útil y ya no aportaba nada, lo llevaban a la selva y
lo mataban de un golpe. El anciano sabía cuál era su destino.

6.7. Envejecimiento.
Cuando se trata el tema de la vejez como una etapa de la vida particularmente estresante y
vulnerable. Ruth y Coleman (1996) indican la existencia de una posición negativa, positiva o
media, en lo que respecta a considerar a la vejez como un estadio de la vida extremadamente
estresante o no. Eric Pfeiffer (1979) hace hincapié en los altos niveles de estrés que experimentan
los adultos mayores por la pérdida de amigos y familiares, los cuales son acompañados por una
declinación del estatus social y el deterioro en el funcionamiento físico y mental. Hoffman (1996)
por su parte, plantea que las personas mayores no están exentas de situaciones negativas: mala
salud, bajos ingresos, muerte de un cónyuge, y además el envejecimiento del sistema
inmunológico los hace más vulnerables a los efectos del estrés y, por lo tanto, más propensos a
responder, desarrollando una enfermedad. Encontramos en una posición opuesta a Markus y
Herzog (1991) y Costa y Mc Crae (1989), quienes plantean que muchos de los eventos más
difíciles y estresantes de la vida en la vejez pueden ser anticipados y esto permite afrontarlos con
más facilidad, si se comparan situaciones de pérdidas de similar magnitud que ocurran en la
juventud o en la adultez.

Por último, Lehr (1993) en un análisis de comparaciones sistemáticas en distintos grupos de


edades en lo que respecta al conflicto y estrés experimentado, llegan a concluir que en realidad,
las posturas extremas no sirven para reflejar la realidad, indicando que es más valida una posición
intermedia con respecto al grado de estrés percibido. Finalmente, no puede adjudicarse al
envejecimiento en sí los cambios en el afrontamiento, sino a determinadas situaciones que
pueden generarse en algunos adultos mayores, donde las condiciones ambientales pueden verse
deterioradas, y sus recursos físicos y mentales disminuidos mostrando una regresión a períodos
más dependientes de la infancia y primera niñez (Lazaruz y Folkman, 1984).

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A partir de lo expuesto podemos indicar que el estrés experimentado en la vejez va a estar


condicionado por variables, personales, sociales y ambientales, las cuales juegan un papel
determinante al considerar ésta como una etapa de la vida particularmente estresante. En lo que
respecta a las fuentes de estrés podemos citar a Holstein y cols. (1992) y Suutama (1994),
quienes realizaron distintos estudios sobre las fuentes de estrés en los adultos mayores,
concluyendo que la muerte de otro significativo, la propia enfermedad, y el retiro de la actividad
laboral son experiencias muy frecuentes y estresantes en la vejez. Plantean también, que existen
problemáticas específicas de la vejez como ser:
• La modificación de los contactos sociales.
• La disminución de los contactos sociales.
• El aislamiento social.

Todas ellas de acuerdo a la evaluación que realice la persona y a los recursos con los que cuente
para afrontarla, generaran más o menos estrés. De ahí que el estrés en relación con las
características sociodemográficas del adulto mayor indica que las mujeres parecen adaptarse a
la situación de no estar en pareja mejor que los hombres (Hoffman, 1996). En comparación con
las mujeres, los hombres tienen peor salud, mayor aislamiento emocional, unos vínculos más
débiles con la familia y poca probabilidad de contar con una persona de confianza. Durante el
primer año de condolencia, el cónyuge puede estar deprimido, angustiado y hasta tener
reacciones fóbicas.

Debido a que el ciclo de la vida de los hombres es más corto y que suelen ser mayores que sus
esposas, los maridos desaparecen con tanta rapidez que la situación de viudez parece ser
“normal” entre las mujeres mayores; por otra parte los hombres viudos suelen volver a contraer
matrimonio, por tanto hay más viudas así como también hay más mujeres mayores solteras
(Martínez, Villar, 2000). Estadísticamente valoran más el matrimonio los hombres que las
mujeres, esto puede ser la razón que viudos mayores de 65 años vuelvan a casarse. Cuando las
parejas que han estado casadas durante 40 años se divorcian, es más probable que den más
muestras de estrés psicológico que los jóvenes que se encuentran en situación similar.

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La pérdida de los roles conyugales, al igual que el de los profesionales, puede quebrantar su
sentido de identidad. Por su parte, Janet Askham (2000) indaga sobre la vida matrimonial en los
adultos mayores, concluyendo que el hecho de estar casados resulta beneficioso para las
personas mayores, en especial para los hombres, las personas casadas viven más, tienen más
satisfacción vital o ánimo, mejor salud mental y física; mayores recursos económicos, más apoyo
social, lo cual daría como resultado más recursos para afrontar situaciones estresantes.

El evento más significativo en muchos matrimonios de personas mayores es la jubilación. La


transición del trabajo a la jubilación es un cambio muy importante en el que la persona puede
anticipar el sentir estrés. Puede suponer la pérdida de ingresos de identidad profesional, del
estatus social, de los compañeros y de la estructura cotidiana del tiempo y las actividades. Sin
embargo, algunas parejas pueden adaptarse al cambio de roles sin problemas cuando llega la
etapa de jubilación del esposo.

El adulto mayor se enfrenta a cambios psicológicos que en su mayoría están relacionados con la
sexualidad y la aceptación de la vulnerabilidad de la vida y de la proximidad de la muerte. El
balance que realiza el anciano sobre lo que ha sido su vida influirá decisivamente en sus
expectativas. Si es concebido en términos de frustración, de metas incumplidas, etc., sentirá que
el tiempo que queda es corto para corregir o intentar algo nuevo; la vejez no será más que la
espera pasiva de la muerte. Cuando la visión es positiva y el sujeto se siente autorrealizado,
todavía quedarán cosas que hacer, descubrir y disfrutar y, ¿por qué no?, el placer sexual es una
de ellas (Erickson, 1980).

Los ancianos temen a la muerte menos que los jóvenes. Pero sí temen al dolor, la indignidad, la
despersonalización y la soledad que acompañan a la enfermedad terminal. También les preocupa
ser una carga financiera para sus familiares. Elizabeth Kübler-Ross describió una secuencia de
cinco etapas por las que pasa quien va a morir: negación, ira, negociación, depresión y
aceptación. La viudez es uno de los desafíos más severos que afrontan los ancianos. El
fallecimiento del cónyuge puede provocar depresión. Al parecer a los hombres les afecta más la
pérdida de su pareja, pero tienen mayores probabilidades de volver a casarse.

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Pensamiento y temores relacionados con la muerte


El nacimiento y la muerte son dos procesos naturales, el comienzo y el final de la vida. Pero su
impacto psicológico y su significado personal varían sobremanera. El nacimiento se espera con
emoción y optimismo, pero casi siempre se evita la muerte, incluso cuando se cree en el más
allá. En ocasiones, llega a negarse la realidad de la muerte.

Negación de la muerte
Varios autores afirman que el mundo occidental, tecnológico y orientado a la juventud, tiene el
curioso hábito de negar y evitar la muerte al mismo tiempo que muestra una extraña preocupación
por ella —sobre todo en los medios de comunicación masiva, aunque en éstos podemos
desligarnos de ella y pocas veces pensamos que nos ocurrirá a nosotros. Creemos que los
asesinatos y los accidentes fatales sólo les suceden a los otros.

Solemos evadir el tema cuando convivimos con un moribundo. Para ejemplificar este aspecto, un
autor (Kalish, 1985) nos relata la historia de un hombre que fue invitado a una cena en casa de
un amigo. Al entrar en la sala se sorprendió al encontrar un caballo marrón sentado
tranquilamente a la mesa. Se volvió a ver las reacciones de los otros invitados y del anfitrión;
todos los rostros reflejan desconcierto y confusión. Pero nadie quería avergonzar al anfitrión
diciéndole lo que tanto los incomodaba. La cena prosiguió con largos silencios, sólo interrumpidos
de vez en cuando por una conversación inocua e intrascendente. ¿No es acaso esto, pregunta el
autor, semejante a lo que su- cede cuando alguien está muriendo y nadie quiere decírselo o
siquiera permitirle que hable de ello?

En periodos anteriores de la historia, la muerte era un acontecimiento familiar. En general, tenía


lugar en casa, en presencia de los parientes que cuidaban al moribundo hasta el final. Incluso
después del fallecimiento, los detalles de preparar el cadáver para el funeral y los rituales finales
eran un asunto familiar y comunitario. Los miembros de la familia y los amigos se encargaban de
abrir y llenar la fosa.

En cambio, en el siglo xx hemos convertido la muerte en una especie de maravilla tecnológica.


En Estados Unidos, la mayoría de la gente muere en el hospital: el personal médico atiende sus

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necesidades y los parientes se limitan a estar presentes. En muchos sectores de la sociedad


occidental, los empresarios de pompas fúnebres preparan el cadáver para los ritos finales y el
entierro; y el cuerpo se vela en una funeraria. En general, se limita mucho el contacto con el
moribundo antes y después del deceso, de ahí que algunos señalen que vivimos en la era de la
“muerte invisible”. ¿Nos hemos engañado a nosotros mismos y creemos que la muerte no es más
que otro problema que hay que resolver, como una enfermedad para la cual todavía no tenemos
una cura (Aris, 1981)?

La negación es un mecanismo muy común para afrontar el estrés —simplemente nos negamos
a ver la realidad o a aceptarla—, pero puede resultar contraproducente. Afrontar de manera activa
la muerte significa tomar las precauciones realistas respecto de los peligros de la vida sin
limitarnos de manera innecesaria. Hemos de aceptar las limitaciones de la vida y nuestra
vulnerabilidad, aunque estemos rodeados por imágenes violentas e irreales. Algunos expertos
aseguran que, si nuestra cultura afrontara de modo más directo la muerte, posiblemente a
nuestros hijos les presentaríamos una imagen menos distorsionada de ella (Pattison, 1977). La
persona promedio de 21 años no ha presenciado una muerte auténtica, pero ha visto más de 13
000 en la televisión (DeSpelder y Strickland, 1983). Nos hallamos ante una imagen paradójica de
negación, ambigüedad y fascinación.

Sin embargo, a juicio de algunos investigadores, empieza a debilitarse el tabú de la cultura


occidental contra la muerte. Hay muchos libros, artículos y clases de preparación para morir que
tal vez modifiquen la actitud de la gente. Incluso los miembros de la profesión médica que a diario
ven la muerte y la agonía necesitan programas y seminarios sobre cómo afrontar esta clase de
sentimientos. A mediados de la década de 1960, cuando Elisabeth Kübler-Ross comenzó su
estudio del proceso de la muerte (trabajo que comentaremos en la siguiente sección), encontró
mucha resistencia y negación entre los integrantes del personal hospitalario (Kübler-Ross, 1969).
Sus visitas a las salas la in- quietaban por la conducta de las enfermeras y de los médicos. Una
vez hecho el diagnóstico de una enfermedad terminal, unas y otros prestaban poca aten- ción al
paciente, evitando en lo posible todo contacto innecesario. Hablaban menos con él, le ofrecían
un cuidado rutinario menos esmerado y pocas veces le decían que se hallaba en la etapa

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terminal, aunque lo preguntara. Se desalen- taba en los enfermos cualquier tipo de plática
relacionada con sus sentimientos acerca de la muerte.

En la actualidad el tratamiento empieza a cambiar. Los programas de enfermería y los de


medicina incluyen seminarios de educación sobre la muerte que ponen el acento en el contacto
con el paciente y en el respeto a su “derecho a saber la verdad”. Se reconoce que si los
profesionales de la salud conocen el proceso de la muerte estarán en mejores condiciones de
establecer metas realistas para obtener “buenos” resultados que le permitan al paciente morir
con dignidad, expresar sus últimos sentimientos a la familia y a los amigos y enfrentar el paso
final en forma congruente con su estilo de vida (Haber, 1987).

Preocupación por la muerte y por lo que significa


¿A los ancianos les preocupa más la muerte o sienten más miedo que las personas más jóvenes?
¿Las personas jóvenes y quienes tienen mayor control de su vida sienten menos (o quizá) más
miedo ante la perspectiva de la muerte? La teoría psicoanalítica sostiene que la ansiedad o el
temor ante la propia muerte es normal y que puede o no ser universal. Además, quienes
experimentan ansiedad difieren en la forma en que la manejan. Algunos descubren el significado
y el propósito de la vida, incorporando la muerte en ese significado.

Los fanáticos religiosos que se sacrifican por su causa (por ejemplo, en los atenta- dos suicidas)
constituyen un ejemplo extremo de esa “solución”. En cambio, posiblemente se sienta
aterrorizado ante la muerte un existencialista o un ateo, cuyo objetivo primario es la vida en sí,
aunque no siempre es el caso: es muy probable que quienes no creen en una vida futura acepten
la muerte como un estado natural, quizás hasta pacífico. En efecto, cuando no hay nada después
de esta vida tampoco puede haber estrés ni dolor; ni por qué preocuparse por la muerte.

En el caso de muchos individuos que se hallan entre ambos extremos, los investigadores señalan
que los significados personal y cultural de la muerte determinan en gran parte si la muerte
despierta temor o preocupación. En algunas investigaciones se ha descubierto que los ancianos
muestran menos ansiedad que los jóvenes (Kastenbaum, 1986), y que el temor a la muerte es

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menor entre quienes persiguen una meta (Durlak, 1979). Asimismo, se ha puesto en evidencia
que, aunque algunos ancianos piensan a menudo en ella, la idea no los perturba.

Otro factor importante son las creencias religiosas: las investigaciones han revelado una y otra
vez que quienes poseen sólidas convicciones religiosas y creen con firmeza en la otra vida
sienten menos depresión y ansiedad (Alvarado y otros, 1995). Sin embargo, como señalan los
autores, lo importante es la convicción personal; tratar de atenuar la ansiedad mediante una
mayor participación religiosa y obligarse a creer “no es un remedio garantizado”.

Cuando a los jóvenes se les pregunta cómo les gustaría pasar los últimos seis meses de vida si
fueran a morir, mencionan actividades como viajar y tratar de realizar cosas que todavía no hacen.
Los ancianos tienen otras prioridades. Unas veces hablan de la contemplación o de la meditación
y de otras actividades orientadas a su interior; otras veces hablan de pasar el tiempo con su
familia y con los seres queridos (Kalish, 1987; Kalish y Reynolds, 1981). En efecto, en una serie
muy completa de entrevistas aplicadas a un grupo numeroso de longevos voluntarios, apenas 10
por ciento contestó afirmativamente a la pregunta “¿Le da miedo morir?” (Jeffers y Verwoerdt,
1977). Sin embargo, muchos participantes manifestaron que le temían a una muerte lenta y
dolorosa.

Aunque en general los ancianos mencionan bajos niveles de ansiedad ante la muerte, no todos
piensan así. Se observan notables diferencias individuales entre ellos respecto de este tipo de
ansiedad (Stillion, 1985). ¿Existe un patrón que identifique a quienes manifestarán mayor o menor
ansiedad? Es difícil con- ciliar los resultados de las investigaciones. En algunos estudios, quienes
muestran menos ansiedad son aquellos que cuentan con un buen ajuste psicológico y que
parecen haber logrado la integridad de la personalidad en términos de Erikson.

En otros estudios, los que gozan de buena salud física y mental y que consideran que controlan
su vida son los más ansiosos. La ansiedad tampoco es constante. Por ejemplo, a menudo la
gente experimenta un elevado grado de ansiedad cuando se le diagnostica una enfermedad
posiblemente mortal, pero la ansiedad va disminuyendo poco a poco al cabo de unas cuantas
semanas o después de unos meses (Belsky, 1984). La ansiedad ante la muerte parece ser sólo

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un síntoma de un proceso permanente de establecer y aceptar el significado de la muerte en el


contexto del significado de la vida.

Cómo enfrentar la propia muerte


A medida que envejecemos o nos enfermamos, nos damos cuenta de que la muerte no es un
hecho distante y su inminencia cruza nuestra mente cada vez con mayor frecuencia. Los jóvenes
pueden darse el lujo de desechar estos pensamientos, pero son inevitables en la enfermedad o
en la vejez. ¿Cómo reacciona la gente ante esta etapa final del desarrollo? Muchos pasan por
etapas ordenadas de ajuste que al final abarcan la aceptación. La muerte tiene trayectorias
alternas.

La muerte como etapa final del desarrollo


Los que no se hallan ante la perspectiva de una muerte inmediata pueden dedicar más tiempo a
hacerse a la idea. A menudo pasan sus últimos años volviendo la vista hacia atrás y reviviendo
los placeres y los dolores de otras épocas. De acuerdo con un teórico (Butler, 1968, 1971), esta
consideración retrospectiva es un paso importantísimo en el crecimiento del individuo a lo largo
de su existencia. En ninguna otra etapa de la vida como en la vejez sentimos un impulso tan
fuerte a la introspección.

El proceso a menudo favorece el crecimiento de la personalidad: se resuelven viejos conflictos,


se recupera el significado de la vida y hasta descubrimos nuevas cosas sobre nosotros. Sólo si
afrontamos la realidad de una muerte cercana podremos tomar las decisiones cruciales sobre lo
que es importante y sobre quiénes somos en realidad. La muerte nos ofrece la perspectiva
necesaria (Kübler-Ross, 1975). En conclusión, por paradójico que parezca, morir puede ser “un
proceso de un nuevo compromiso con la vida” (Imara, 1975).

Igual que en periodos anteriores del desarrollo, para encontrar el significado y el propósito de la
vida hay que reestructurar activamente los pensamientos y las creencias filosóficas, religiosas y
pragmáticas (Sherman, 1987). En 1974, cuando el autor Ernest Becker fue hospitalizado en las
últimas etapas de un cáncer ter- minal, fue entrevistado sobre lo que estaba experimentando.

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Durante su vida había escrito de manera profusa sobre cómo encarar la muerte, así que sabía lo
que experimentaba en muchos niveles. Becker había atravesado por varias etapas de ajuste a la
muerte y en el momento de la entrevista había llegado a la etapa final de trascendencia. Sus
palabras reflejaron un tono religioso: “Lo que hace menos difícil la muerte es saber que [...] más
allá de lo que nos sucede aquí existen energías muy creativas del cosmos que nos utilizan para
propósitos que desconocemos” (citado en Keen, 1974). Otros adoptan una actitud por completo
diferente para aceptar su muerte; las creencias relacionadas con ella varían de modo
considerable entre las culturas y las religiones. Pero en todo caso el testimonio de Becker es un
argumento muy persuasivo que nos permite hallar nuestra respuesta personal y encarar la muerte
con dignidad y en paz.

Etapas de ajuste
Elisabeth Kübler-Ross (1969) fue una de las primeras en estudiar a fondo los temas de la muerte
y la fase terminal. Se concentró en la situación relativamente breve en que la muerte se convierte
en una posibilidad inmediata; por ejemplo, cuando a alguien se le diagnostica un cáncer terminal
u otra enfermedad que pronto será mortal. A través de entrevistas exhaustivas con estas
personas, identificó cinco etapas en el proceso de ajuste a la idea de la muerte: negación, ira,
negociación, depresión y, finalmente, aceptación.

■ En la etapa de negación la persona rechaza la posibilidad de fallecer y busca otras opiniones y


diagnósticos más favorables.
■ Una vez que comprende que va a morir, siente cólera, resentimiento y envidia. Es la etapa de
ira. Siente la frustración de no poder realizar sus planes ni sus sueños.
■ En la etapa de negociación busca formas de ganar tiempo, haciendo promesas y negociando
con su Dios, con los médicos, las enfermeras u otras personas para alargar la vida, para aliviar
el dolor y el sufrimiento.
■ Pueden sobrevenir la impotencia o la desesperación cuando fracasa la negociación o se acaba
el tiempo. En la etapa de depresión el paciente llora las pérdidas que ya ocurrieron, la muerte y
la separación inminentes de su familia y de los amigos.
■ En la etapa final de aceptación se resigna y espera la muerte con serenidad.

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Las etapas que describe Kübler-Ross no son universales, pese a que caracterizan las reacciones
comunes ante la inminencia de la muerte y, por lo mismo, nos ayudan a entender los sentimientos
de quienes están a punto de morir. No todos pasan por todas ellas y sólo unos cuantos lo hacen
en el orden señalado. Hay muchos factores que influyen en las reacciones de una persona: la
cultura, la personalidad, la religión, la filosofía personal, la duración y la naturaleza de la
enfermedad terminal. A algunos se les ve deprimidos y enojados hasta el final; otros acogen la
muerte como una liberación del dolor. Cada persona afronta la muerte a su manera y ésta no
debe encajonarse en un patrón de etapas fijo (Hudson, 1981).

Por el contrario, como observa Robert Kastenbaum (1979), hay que permitirles que sigan su
propia trayectoria. Si quieren, hay que dejarlos que hablen de sus sentimientos, sus inquietudes
y experiencias; que obtengan res- puesta a sus preguntas; que arreglen sus asuntos, que vean
a parientes y amigos, que perdonen a alguien o que le pidan perdón por pleitos o pequeñas faltas.
En opinión de Kastenbaum, estas acciones son más importantes para el individuo que
experimenta estados emocionales generales en un orden determinado. La figura 18-1 contiene
algunas recomendaciones prácticas para los cuidadores que tratan de brindar apoyo a los seres
queridos moribundos.

La búsqueda de una muerte humana


Como hemos visto, se han dedicado muchos estudios a la experiencia de morir, y empiezan a
borrarse nuestra ignorancia y descuido del tema. No obstante, quizá pase mucho tiempo antes
que la actitud general de la sociedad corresponda al pensamiento progresista de algunos
teóricos. Si bien ofrecemos una excelente atención médica a los pacientes en fase terminal
mediante medicamentos y sistemas que los mantienen con vida, no sabemos ayudarles a
enfrentar sus inquietudes y sus pensamientos. Con frecuencia las personas a su alrededor los
tratan como si no fuesen del todo humanos. Se les aísla de sus seres queridos en un ambiente
estéril; más aún, se toman decisiones por ellos sin considerar sus deseos. A veces ni siquiera se
les dice para qué sirve el trata- miento, y se les seda cuando se rebelan o se molestan. En
comparación con la aterradora y fría atmósfera de un hospital, parece casi un lujo la muerte en
casa a la antigua usanza, rodeado de rostros y objetos familiares.

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Los médicos y otros profesionales de la salud por lo menos son ahora más sinceros con los
pacientes en fase terminal acerca de su estado (Fixx, 1981). Se ha sugerido darles un poco de
autonomía en estos momentos finales (Birren y Birren, 1987). Por ejemplo, si pueden opinar sobre
la cantidad de analgésicos o de sedantes que reciben pensarán que aún controlan algunos
aspectos de su vida. Esto es muy importante para los que se sienten arrastrados por fuerzas
fuera de su control. De hecho, algunas investigaciones indican que casi cualquier animal —una
rata, un perro o una cucaracha— renuncia a vivir cuando parece haber perdido el control sobre
su existencia (Seligman, 1974).

En un experimento, en el cual se metió al agua a un grupo de ratas para ver por cuánto tiempo
podían nadar, algunas lo hicieron durante 60 horas y otras se sumergieron y se ahogaron al
instante. ¿A qué se debieron esas reacciones tan divergentes? A las ratas que murieron rápido
se les había restringido durante largos periodos antes de ponerlas en el agua, así adquirieron un
“desamparo aprendido” y simplemente desistieron. Las que siguieron luchando no habían sido
restringidas y, por tanto, luchaban por sobrevivir. Algo semejante ocurre cuando se interna a la
gente de manera prematura en hospitales u hospicios y siente que ya no tiene un control racional
sobre su vida. Su respuesta consiste en dejar de luchar. Por el contrario, quienes han pasado su
vida controlando el ambiente tratarán de controlar al personal del hospital. Estos pacientes suelen
vivir más tiempo, aunque tal vez no se muestren cooperativos ni sean personas de trato fácil
(Tobin. 1988).

Hemos visto que si bien son pocos los ancianos que afirman temer a la muerte (Jeffers y
Verwoerdt, 1970), muchos informan de otros temores relativos al proceso de morir. No desean
una agonía larga y dolorosa, ni quieren depender de los otros, y temen perder sus facultades y
su dignidad. Algunos hablan incluso de desear una “buena muerte” y no una agonía degradante.
La búsqueda de una buena muerte ha llevado a que se propongan varios cambios en los servicios
que ofrecemos a los moribundos. Tales modificaciones consisten en los hospicios y el derecho a
morir.

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Duelo y luto
¿Y los dolientes? A menudo los miembros de la familia y los amigos cercanos deben realizar
ajustes importantes ante el fallecimiento de un ser querido comenzando con el proceso de la
muerte. Para ellos la vida debe continuar.

Unos y otros deben efectuar ajustes a corto y a largo plazos cuando muere un ser querido. Entre
los ajustes a corto plazo figuran las reacciones y emociones iniciales frente a la pérdida —el
trabajo de duelo, como se le llama a menudo, además de cosas tan prácticas como los arreglos
del funeral, los asuntos financie- ros y los trámites legales. Los ajustes a largo plazo, en especial
los relacionados con la viuda o el viudo, incluyen cambios en los patrones de vida, las rutinas, los
roles y las actividades que pueden necesitarse para llenar el vacío social dejado por la muerte,
como vimos en el capítulo anterior. Cada uno de esos ajustes exige más tiempo y participación
de lo que se había previsto. El proceso de duelo difiere de una cultura a otra, y a menudo lo
rodean costumbres y rituales también distintos. Como señalaremos, el duelo es especialmente
difícil cuando muere un niño.

El duelo
¿Es en verdad necesario el duelo? ¿Cumplen una función esencial el dolor y la angustia? ¿Qué
propósito cumple el trabajo de duelo? En la actualidad, se piensa que deben realizarse algunas
tareas psicológicas después de perder a un ser querido. El sobreviviente necesita aceptar la
realidad de la pérdida y su dolor concomitante. Además, tiene que reencauzar la energía
psicológica que invirtió antes en la relación con el finado (Wor- den, 1982).

Muchos expertos dudan en definir fases específicas del duelo, aduciendo que podría “presionar”
a la gente a adoptar en una secuencia establecida lo que en realidad son patrones muy variables
de duelo (Gallagher, 1987). Los expertos que examinan estos patrones señalan que las
reacciones iniciales son con- moción, confusión mental, negación e incredulidad. Puede haber ira
e intentos por culpar a alguien o a algo. La fase de conmoción dura varios días, a veces más
tiempo. Sobre todo cuando la muerte es repentina e imprevista, los allegados al finado participan
como autómatas en las ceremonias fúnebres y en el entierro, todavía sin creer la realidad de la

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pérdida. En la segunda fase, sienten un dolor profundo y lo manifiestan con llanto u otras
expresiones de aflicción. Pueden extrañar o añorar al difunto.

Algunos manifiestan síntomas como sensación de debilidad o de vacío, lo mismo que inapetencia
y problemas de insomnio. A menudo pierden interés por las actividades normales y se ven
agobiados por recuerdos del ser querido que acaban de perder. Pueden mostrar muchos
síntomas relacionados con la depresión. Pero con el tiempo casi todos comienzan a recobrarse.
Se adaptan a las circunstancias de su nueva vida. Se desligan del ser amado, invierten tiempo y
energía en nuevas relaciones, re- construyendo una identidad distinta a la relación que los unía
al difunto. Sin embargo, esto no significa que “lo olviden” y dejen de pensar en él; más bien,
parece que el dolor asociado con los recuerdos del ser querido empieza a disminuir poco a poco.

Como ya dijimos, hay muchos patrones de duelo y éstos dependen de la personalidad, la edad,
el sexo y las tradiciones culturales, así como del tipo de relación con el difunto. Hay, además,
otros factores que facilitan el proceso de recuperación. Por ejemplo, si la muerte estuvo precedida
por una larga enfermedad o por la pérdida de funciones, en cierto modo los sobrevivientes se
preparan para el desenlace: sufren un duelo anticipado. Quizás hablen con el enfermo de los
sentimientos de pérdida, de culpa o de oportunidades desperdiciadas. Sin embargo, el duelo
anticipado no elimina el dolor después de la muerte. Tal vez ni siquiera aminore su intensidad
(Rando, 1986). No obstante, sí puede atenuar sus efectos porque pueden anticiparse planes y
ajustes, y por- que puede mejorar la forma de afrontar el duelo.

En cambio, cuando una enfermedad dura más de 18 meses, el desgaste emocional que causa
cuidar a la persona enferma tiende a superar cualquier compensación de esta índole. Más aún,
en el caso de una enfermedad prolongada, el superviviente puede convencerse de que el enfermo
terminal en realidad no va a morir, sino que ha logrado salir adelante, de ahí que cuando llega la
muerte pueda causar un impacto más fuerte que la muerte repentina (Rando, 1986).

El apoyo social también interviene en el duelo. Los modelos teóricos del estrés y del afrontamiento
consideran el valor de un sólido sistema de apoyo social para negociar con éxito las crisis de la
vida. Pero no todas las formas de apoyo social cumplen una función positiva (Bankoff, 1986;

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Morgan, 1989). En un estudio realizado con viudas, 40 por ciento de sus comentarios sobre las
relaciones sociales después del duelo resultaron negativos (Morgan, 1989). El apoyo de las
personas de la misma edad, en especial de las que han sufrido la pérdida del cónyuge, parece
ser más útil que el de la familia. Los grupos de autoayuda de los viudos son de gran utilidad
(Morgan, 1989). De igual modo, a los progenitores que han perdido a un hijo les consuela
interactuar con otros cuyos hijos han fallecido (Edelstein, 1984).

Hay circunstancias en que el duelo resulta abrumador en extremo. Por ejemplo, los ancianos que
pierden a varios amigos o familiares en un lapso relativamente corto experimentarán una
sobrecarga de duelo. Esta sobrecarga afecta también a las comunidades de homosexuales y
minoritarias que son golpeadas por el SIDA. En esos casos la depresión representa un riesgo
serio durante el luto, sobre todo para los varones (Stroebe y Stroebe, 1987). Lo mismo sucede
con el abuso del alcohol y de otras sustancias, una vez más en especial para los varones. La
salud física puede verse afectada; los dolientes visitan a su médico con mayor frecuencia que
otros grupos (Mor y otros, 1986). Pero cabe la posibilidad de que las visitas se realicen para
recibir la atención de rutina que se descuidó mientras cuidaban al finado. Muchas de esas visitas
se de- ben a la depresión más que a una enfermedad física propiamente dicha (Mor y otros,
1986).

El luto desde una perspectiva transcultural


¿Se producen respuestas universales de duelo tras el fallecimiento de un ser querido? Las
investigaciones señalan que algunas respuestas tradicionalmente consideradas como norma 1)
tal vez no sean compartidas por la mayoría de los dolientes, 2) pueden estar ligadas a una cultura
y 3) acaso ni siquiera sean adaptaciones sanas. Cuando Margaret Stroebe y sus colegas (1992)
estudiaron la universalidad de las reacciones al duelo, descubrieron que tenían raíces históricas
y culturales. Muchas culturas no occidentales ponen de relieve un vínculo ininterrumpido con el
finado, a diferencia de la concepción occidental moderna que exige realizar un “duelo apropiado”,
recuperarse de él lo más pronto posible y reanudar las actividades normales. En Japón los
dolientes tienen en casa un altar dedicado a los antepasados, ponen ofrendas y hablan con ellos,
pues creen que es posible contactarlos.

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En Egipto, a los dolientes se les anima para que expresen el dolor en desahogos emocionales.
Ofrecemos una explicación detallada de la celebración tradicional del Día de Muertos en México
(véase el recuadro “Estudio de la diversidad”, página, 622).

Las ideas actuales del mundo occidental acerca del duelo hacen hincapié en una respuesta
racional para reanudar las actividades normales; en cambio, la concepción era totalmente
diferente durante el Romanticismo, en el siglo xix. Esto lo explica Stroebe en los términos
siguientes:

Dado que las relaciones estrechas reflejaban un vínculo muy profundo, la muerte de un ser
querido constituía un punto central de la definición de la vida. Vivir el duelo era una señal de la
importancia de la relación y de la profundidad del espíritu. La disolución de los vínculos con el
difunto no sólo definía las relaciones como superficiales, sino que además negaba el sentido de
profundidad y de valor personal. Avergonzaba el compromiso personal y aminoraba el sentido de
llevar una vida significativa. En contraste con la orientación del modernismo hacia la ruptura de
vínculos, en el romanticismo resultaba valioso mantener esos vínculos a pesar de “un corazón
des- trozado” (Stroebe y otros, 1993).

Stroebe y sus colegas señalaron que, a pesar de la importancia concedida por el mundo
occidental a la “ruptura de vínculos”, muchas viudas y viudos los conservan como los dolientes
de la época romántica. “Sienten” la presencia del cónyuge quizá durante años después de su
fallecimiento, y los difuntos siguen teniendo fuerte influjo psicológico en la vida del sobreviviente.
Otros teóricos (Wortman y Silver, 1989) ponen en tela de juicio las ideas contemporáneas del
duelo que se concentran en una intensa emocionalidad in- mediata. Rechazan la idea popular
que afirma que el dolor o la depresión son inevitables, que no sentir dolor es patológico, que es
importante “resolver” la pérdida, y que el doliente debe tener la esperanza de recobrarse. Por
ejemplo, citan algunos estudios en los que se demuestra que, pese a la creencia de que quienes
se deprimen tras una pérdida se adaptan de manera más eficaz que los que no se deprimen, los
que sufren o se deprimen más suelen seguir así por uno o dos años más. Identifican, además,
un duelo crónico, o la imposibilidad de recuperarse alguna vez de la pérdida, como un proceso
patológico de duelo que se observa en muchos dolientes.

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Un extenso estudio longitudinal sobre la respuesta del duelo (Cleiren, 1993) se concentró en la
reacción ante la pérdida, en la salud y en el funcionamiento social de 309 miembros de familia
que eran parientes cercanos de personas que se habían suicidado, que habían fallecido en
accidentes de tránsito o tras una enfermedad prolongada. El estudio, conocido con el nombre de
Estudio del duelo de Leiden (Leiden Bereavement Study), en honor del pueblo holandés donde
se efectuó, reveló variantes en las respuestas de duelo atribuibles al significado de las relaciones
antes de la muerte, a la naturaleza de ésta, a si fue o no posible preverla y al apoyo práctico que
los dolientes recibían tras el fallecimiento.

En conclusión, las reacciones del duelo difieren mucho de una persona a otra y entre las culturas.
No existe una forma universal “correcta”, aunque las expectativas sociales influyen tan
poderosamente que dan la impresión de que la hay.

Rituales y costumbres
Las costumbres y los rituales de la muerte en Estados Unidos han cambiado mucho a lo largo de
la historia. Por ejemplo, antes un viudo o una viuda usaban ropa de color negro y durante un año
se abstenían de asistir a actividades socia- les. Esta conducta simbolizaba su dolor psicológico
supuesto y esperado. A otras personas se les asignaba la misión de ofrecerle consuelo y apoyo;
la cultura admitía un largo periodo de adaptación (Aries, 1981). En la actualidad, sucede lo
contrario en muchas de las culturas occidentales. En condiciones normales, se prevé que el
doliente reanude su vida normal en cuestión de unos cuantos días.

Los funerales y los servicios fúnebres dan la sensación de orden, decoro y continuidad. Reafirman
los valores y las creencias del individuo y de su comunidad, demostrando al mismo tiempo el
apoyo de los parientes y de los amigos. En algunas ceremonias fúnebres se reseña y se celebra
la vida del difunto en un foro público y con la participación de los presentes. Sin embargo, en
ocasiones las ceremonias públicas chocan con los valores y las experiencias de los dolientes,
dejándoles un sentido aún mayor de aislamiento. Algunas veces los rituales y las instituciones no
corresponden a la vida personal de los participantes. Con todo, nos resulta difícil pensar que la
muerte de uno de nuestros seres queridos no se acompañe de algún ritual en absoluto: los rituales
marcan el final en forma “oficial”.

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Sandoval, M. Socorro Armida. Psicología del desarrollo humano I. DGEP, 2009.

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MAESTRÍA EN PSICOPEDAGOGÍA Y DOCENCIA EN EMS Y S.

Sandoval, M. Socorro Armida. Psicología del desarrollo humano II. DGEP, 2009.
Tortosa, Francisco y Civera Cristina. Historia de la Psicología. MacGraw-Hill, 2006

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Antología, son fotocopias parciales de los originales y se reproducen solo con propósitos
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