Sunteți pe pagina 1din 1

Había un país donde imperaban el miedo y la inseguridad, pues un lobo salía de su madriguera

para convertirse en el terror del lugar. En sus acometidas, la fiera acabó con rebaños, pastores y
cazadores. Su furia era indetenible, pero apareció el santo Francisco. De Asís, y con la frase: ¡paz
hermano lobo!, el animal se amansó, y dijo: está bien hermano Francisco. El santo recriminó a la
fiera por los daños causados, él explicó sus motivos: el hambre que pasaba en el bosque. Otro
motivo fue que había visto a los hombres matar a los animales, y que no era por hambre que lo
hacían. Luego de esto, se hace la paz. El lobo se torna en manso, y humilde, y se le aseguró que
tendría de comer. El lobo entraba en las casas y comía solo si le daban de comer. Al verlo tan
cambiado, la gente comenzó, a darle malos tratos. Un día en ausencia del santo el lobo volvió a
sus viejas andanzas y reinó de nuevo el miedo y la alarma. Cuando Francisco de Asís regresa y va a
pedirle cuentas al lobo, este le dice que en sus entrañas revivió la fiera, pues todas las criaturas
eran mis hermanos, pero la gente cuando le vieron humilde le cayeron a palos y le echaron fuera,
además, que él vio cómo los humanos hacían la guerra, ganaban los ricos y perdían los pobres. En
todas las casas estaban la envidia, la saña, la lujuria, la infamia, el odio y la mentira. El santo
escuchó los motivos del lobo, y entonces guardó silencio, y con lágrimas en los ojos elevó hacia
Dios la oración del Padre Nuestro, y partió.

S-ar putea să vă placă și