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Autores:
Angie Leal
Elena Polo
Presentado a:
Ariel Enrique Castillo Mier
1. Resumen
Una veterana de nombre Aguedita Paz era una persona entregada a Dios, que no había
podido ser monja únicamente porque su espíritu monástico había resurgido tiempo después cuando
ya no cumplía los requisitos de la edad. Ella se la pasaba en la iglesia ayudando con los diferentes
compromisos que se necesitaran, y entre todos esos encuentros conoció a Damiancito Rada, un
monaguillo joven y devoto al que le cogió gran cariño, y el protagonista de esta historia. Aguedita
Paz vio en Damiancito todo un doctor de la iglesia, que oraba mucho, era recatado, dulce y sumiso.
Todos en el pueblo lo consideraban un joven mágico, con muchas virtudes e incluso cuando
Aguedita Paz armó un bazar en beneficio de él, el pueblo entero lo apoyó y se recogieron muchos
billetes. Tanta era la santidad que brotaba de Damiancito, que comenzaron a llamarlo “San
Antoñito”.
Tiempo después Aguedita le hizo al joven empacar todas sus cosas para ir a Medellín,
donde lo recomendó a las hermanas Del Pino, unas señoras ricas para que le dieran posada. Ellas
aceptaron e incluso recomendaron al seminario de Medellín que le dieran una beca a Damiancito
para formarse como sacerdote allí, sin embargo no lo consiguió. No obstante, este personaje siguió
viviendo con las señora Pacha y Fulgencita Del Pino, quienes le tomaron gran cariño después de
ver las actitudes de Damián en todo momento, lo respetuoso y sonriente que era, lo bien portado y
callado. Así mismo en dicha posada también vivían dos inquilinos más: Juan de Dios Barco, quien
le regaló ropas y zapatos a Damián y Candelaria, una jovencita bonita a quienes todos miraban.
Después de un tiempo, cuando doña Pacha se dio cuenta que San Antoñito era buen
franjista y tejedor lo puso a la obra, y luego varias mujeres que se dieron cuenta de eso le mandaron
a hacer cubiertas y antimacasares de muebles. Ella no podía creer porque San Antoñito no recibió
la beca, si sus manos eran como magia. Así mismo, Fulgencita la otra hermana, lo consentía con
el mejor chocolate, las mejores ropas, las mejores camas, entre otros lujos. San Antoñito terminó
así su año escolar, estudiando mucho y repasando los cursos vistos para prepararse a los nuevos.
Rezaba, meditaba y era juicioso, solo salía por algunas diligencias o paseos esporádicos a las
afueras de la ciudad.
La señora Pacha buscando que a Damián le dieran la beca del seminario (tema que no había
dejado pasar en los dos años), arma un plan en el que incluye a doña Débora Cordobés, una pariente
del rector del lugar y le pide que hable con este para darle la beca a Damián. Doña Débora lo hace,
y cuando vuelve donde las hermanas les cuenta que todo ha sido una mentira, que Damián hace
más de dos años no se presenta a las clases y que nadie más lo ha visto. Ellas esperan que él regrese
a casa, que almuerce y luego cuando van a su cuarto se dan cuenta que él ya se ha ido y Fulgencita
llora. Además llaman a Candelaria para orar y ella no responde, por lo que se intuye que se han
ido juntos.
La historia comienza con la familia de un niño llamado Simón, una familia con problemas
y muchas peleas; a los hermanos los castigaban con arañazos, encerrándolos en un cuarto. Mientras
que a Simón no lo castigaban por ser el menor de la familia y además de esto los padres lo
consideraban enclenque y enfermizo. A Simón lo cuidaba una mujer negra, gorda y jetona, más
conocida como la negra fruto. Esta mujer lo consentía con la comida, lo cuidaba, lo quería y le leía
cuentos como “Las aventuras” de Pedro Rímales, “No volverás” del mismo autor y “Sebastián de
las gracias”. Además de leerle estos cuentos la negra le narraba diferentes historias católicas, hasta
que un día le relata la historia de las brujas, unos seres que podían volar y eran mágicas. Tanta fue
la emoción de Simón con esta historia que se propuso volar igual que los seres magníficos de las
historias de Frutos.
Él quería eso para ir a Bogotá y hacerle mandados a la mamá, además de que imaginaba
que podía ir a donde quisiera y traer las cosas más asombrosas de todos los lugares del mundo.
Pero para ser un brujo, Frutos le comentó que debía tener ciertas condiciones que eran: tener el
pelo largo, bañarse con aceite de grillo, subir a una parte muy alta, conseguir un cinto y repetir
varias veces la frase: “no con Dios ni con santa María”. Para beneficio de Simón, su vecino Pepe
siempre lo alcahueteaba ante cualquier idea, y fue él quien le ayudó a Simón a conseguir el aceite
Simón comienza a practicar la embrujada fórmula y repetía: “no con Dios ni con santa
María”, muchas veces. En una de esas, la hermana lo escucha decir esas barbaridades y se lo cuenta
a la mamá. Simón escucha eso y se pone a estudiar, pero aun así lo regañan por decir esas
barbaridades. Frutos al darse cuenta de que lo regañaban decidió no contarle nada más durante tres
días, lo que ocasionó que anduviera aburrido y que decidiera aprender sobre los brujos por su
propia cuenta. Trascurrió el tiempo y el domingo era el día perfecto para hacer todo lo que querían,
así que se pusieron a buscar el lugar más alto: pensaron los techos de la casas, en los hornos donde
salía el humo, pero finalmente decidieron el chiquero de los puercos. Simón sube a lo más alto y
decide tirarse, cuando cae lo hace sobre la sangre de los puercos, la cual le cubría toda la cara y
pensó que el espíritu había caído en el mierdero del marrano. El papá al enterarse de esto cogió a
la negra fruto por el pelo y empezó a decir: todo por culpa de esta maldita negra, quítenmela que
la mato. Días después llega don Calixto el obispo, y le dice: si ve, esto le pasa a los que quieren
volar, ¡chupa!
2. Tema
costumbres y creencias de los personajes hacía un ser San Antoñito, que por ser religioso, se le
admiraba y se le consentía en cualquier cosa que deseara. Además del subtema implícito de como
dichas personas, por más santas que se les consideraran, terminaban siendo solo una farsa.
típicas de las familias antiguas padres bravos, empleadas negras alcahuetas, hijos con acciones que
campesino con frases como: (era tan de poco calzones). También se puede observar una burla hacía
3. Afinidades
3.1. Personajes
En ambos cuentos de Tomás Carrasquilla los personajes son chicos jóvenes que siempre
tienen en su compañía personas que los apoyan y que son religiosas. En “San Antoñito”
Damiancito que no pasaba los quince años, un monaguillo joven y al que siempre apoyaron tres
mujeres: Aguedita, Doña Pacha y Fulgencita. En “Simón, el mago” un niño que quería aprender a
volar, que era cuidado y querido por la negra Frutos. Los personajes secundarios también son
religiosos, aparecen en ambos relatos sacerdotes, seminaristas, monaguillos y monjas. Con sus
personajes Tomas Carrasquilla buscaba enmarcar todas aquellas costumbres de la época, y los
valores y creencias que sobresalían, además de un carácter persistente en cada uno de sus
personajes como Simón en querer volar o doña Pacha en querer conseguirle la beca a San Antoñito.
Así mismo, en ambas historias se maneja el tema de la farsa con los personajes: en el primer cuento
con Damián que al final no asistía a sus cursos seminaristas y estaba engañando a las hermanas De
Pila, y en el cuento 2 en Simón, el cual deseaba volar para fingir ser alguien más que no era: un
brujo. Sus personajes son pintorescos, exagerados, y están muy bien descritos.
3.2. Espacio
En “San Antoñito” la historia sucede a finales del siglo XIX. Y se divide en dos espacios
principales: uno al inicio de la historia en el pueblo donde los personajes eran clase baja, religiosos
y entregados a la iglesia. Y un segundo espacio en Medellín donde los personajes tenían una clase
social mucho más alta, hospedaban a Damián y le ayudaban con los estudios, alimentos y ropas.
En Simón, el mago el espacio también refleja la época pasada, es un lugar amplio en la mayoría
3.3. Lenguaje
conocer las intencionalidades de sus personajes y narrarlas describiendo los hechos de manera
completa. Además su lenguaje se caracteriza por una variedad de figuras literarias como la
hipérbole y el símil:
Hipérbole: Cuento 1 «Una figurilla que más parecía de feto que de muchacho…
Cuento 2 «había ido a querérsela comer viva por las cosas que me contaba y enseñaba.
Cuento 2: «después de angustiosa espera apareció por la noche Pepe con su madre y no
diálogos entre los personajes. Ambas historias destacadas por un espíritu religioso y ritmo
soporífero de la vida colombiana. El autor utiliza oraciones largas, con muchos adjetivos paralelos,
repite los vocablos en varias ocasiones, usa la aliteración. En el primer cuento usa varios
diminutivos como Antoñito, Damiancito, curita, santico, sonrisilla, entre otros. Tiene un tono
ameno.