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En atención a las instrucciones brindadas para este espacio, y una vez analizado a detalle el
documento “Liderazgo directivo: Claves para una mejor escuela”, respetuosamente me permito
compartir con ustedes lo siguiente:
2. Cambiar las prácticas: hace referencia a la descripción de la naturaleza del cambio; esto
representa la capacidad de reconocer que, sin un buen apoyo, compromiso, y tiempo
para perseverar, muchos abandonan las nuevas prácticas antes de superar esta fase, y
de llegar a incorporarlas en su repertorio de prácticas profesionales.
3. Apoyar el cambio: implica el necesario apoyo a los líderes potenciales del centro
escolar, mediante orientadas a influir en las motivaciones y habilidades de los docentes
y sus condiciones de trabajo.
Absolutamente, sí.
Para lograrlo, como director de plantel debo ser capaz de orientar el esfuerzo tanto en lo
personal como en lo colectivo, hacia los más altos preceptos de eficacia y eficiencia. En este
caso, el liderazgo debe ser orientado bajo una visión para mejorar la calidad y los resultados
del aprendizaje; un liderazgo con visión, capaz de implementar acciones tendientes al
mejoramiento de la calidad educativa, respecto a los estudiantes, el desarrollo de los
maestros y la asignación de recursos materiales y financieros.
Para adoptar con éxito estos preceptos, es necesario ejercer de manera responsable los
principios de autoridad y responsabilidad, aplicando un liderazgo escolar instruccional,
distribuido, participativo, donde el director se asume como principal responsable de la
gestión escolar, y, por ende, cumple un papel central al articular, conducir y facilitar una
serie de procesos al interior de la escuela.
En nuestro ejercicio profesional, una buena forma de adoptar con éxito los preceptos del
liderazgo, es el ser capaz de identificar las necesidades de los docentes, alumnos y de la
escuela. Esto involucra el ser capaz de motivar a nuestros docentes, de generar una cultura
colaborativa, donde la capacitación sea la constante del quehacer cotidiano. Un líder debe
ser capaz de estructurar una organización que facilite el trabajo, una cultura de evaluación
permanente, debe ser capaz de establecer vínculos con la comunidad de su entorno.
Otro aspecto importante es, sin lugar a dudas, el ser capaz de reconocer que nuestra escuela
se encuentra íntimamente vinculada a su contexto, el cual determina en buena medida el
entorno del sistema escolar. Dicho contexto, si bien conformado por agentes externos a la
institución, sigue siendo un espacio de aprendizaje para los estudiantes. El contexto está
definido por todos los actores fuera de la escuela, como lo son las familias, las otras escuelas,
las autoridades políticas o las empresas privadas. Para instrumentar un liderazgo efectivo,
debemos implementar acciones a fin de vincular satisfactoriamente con este conglomerado
externo, y por ende lograr involucrar a la comunidad, establecer alianzas, gestionar recursos
y tender canales de comunicación y colaboración con el entorno.
Por otra parte, a través de nuestra práctica profesional podemos implementar acciones
tendientes a favorecer la integración de agentes externos, los cuales pueden auxiliar la
profesionalización de nuestros docentes (a través de convenios con instituciones de nivel
superior, por ejemplo), o bien, el desarrollo integral de nuestros estudiantes (a través, por
ejemplo, de la firma de convenios para que los jóvenes puedan realizar su servicio social,
prácticas profesional o alguna visita guiada relacionada con su carrera).