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Rolando Astarita Un dirigente sindical y socialista “desilusionado”

Un dirigente sindical y socialista “desilusionado”


Rubén “Pollo” Sobrero, dirigente ferroviario y de Izquierda Socialista, y del
FIT-U, afirmó en un reciente reportaje que se había desilusionado de Alberto
Fernández. “Ya me desilusionó. El gabinete que está formando no es bueno; son
todos menemistas”. También: “no puede ser que todos los días haya aumentos y
Alberto no diga ‘che, paren un poco la moto’ (​Clarín​, 5/11/19).

Es llamativo que alguien que se considera defensor de las ideas de Marx esté
“desilusionado” con un político burgués. Un político burgués que, para más
precisiones, va a asumir la conducción del Estado con el apoyo, entre otros, de
los gobernadores peronistas; de la burocracia sindical; la Iglesia; el aparato
tradicional del Justicialismo; el kirchnerismo; el stalinismo (en todas sus
variantes: PC, castrismo, maoísmo); y la inmensa mayoría de la intelectualidad
progre nacionalista. ¿Qué esperaba el Pollo Sobrero? Es que para desilusionarse,
en algún momento debió estar ilusionado. ¿Ilusionado con qué y por qué?
¿Ilusionado por el pasado menemista de AF? ¿Ilusionado porque AF prometió
–en las elecciones, por supuesto- salir de la crisis poniendo plata en el bolsillo
de la gente? ¿O por su propuesta de aumentar a los jubilados con el dinero que
se destina a las Leliq? Repito, ¿ilusionado con qué? ¿O es que se tragó el cuento
de “el peronismo es la variante progresista frente al ‘neoliberalismo’ y ‘el
capital financiero’”?

La cuestión, por supuesto, atañe a la crítica ​radical​ (de raíz) del marxismo a la
sociedad capitalista: nuestro punto de vista es materialista, ponemos el eje en las
relaciones sociales de producción. Por eso, en este respecto el análisis nos dice
que la política del Estado ante una crisis capitalista no puede dejar de responder,
en sus lineamientos más gruesos, a los intereses y reclamos del capital. Lo cual
implica asegurar las condiciones sociales y políticas sin las cuales los
capitalistas no invierten. En consecuencia, los problemas fundamentales de los
explotados no se deben a que tal o cual personaje de la política sea una mala o
buena persona; o a que no responda a las necesidades del pueblo “porque no
pasó hambre”. No se trata de un problema moral, como acostumbran a pensar
los amigos de la humanidad, ​sino social.​ Por eso es una tontería ilusionarse con
que un alza generalizada de precios, en medio de la actual crisis económica, se
modere siquiera un tanto con el llamado “del líder” a “parar la moto”. O que las
Rolando Astarita Un dirigente sindical y socialista “desilusionado”

cosas se arreglen porque en lugar de “menemistas” en un futuro gabinete haya


alguna otra variante burguesa, apenas distinguible del “menemismo modelo
2019”. A lo que podemos agregar la pregunta: ¿qué es un “buen” gabinete para
Sobrero? ¿Bueno para qué clase social? ¿O pretende que sea “bueno” flotando
por encima de las clases sociales?

En un enfoque más general, lo anterior se sintetiza en el consejo que daba


Marx: es necesario añadir a la explotación y opresión que sufren los
trabajadores y el pueblo, la conciencia de esa explotación y opresión. Y esto
implica no hacerse ilusiones con políticos, partidos o instituciones burguesas
(ilusión: “imagen formada en la mente de una cosa inexistente, que es tomada
como real; también se la define como la esperanza o creencia vana con que
alguien se siente contento”). Una concepción que es constitutiva de la lucha del
marxismo por la ruptura política e ideológica de los explotados con los
explotadores (ver​ ​aquí​).

Por esta razón, en la nota antes citada, señalaba que “la crítica de las ilusiones
subyace en el corazón de la obra del Marx maduro​. Es que la crítica marxiana
busca poner de manifiesto las conexiones reales, internas, del modo de
producción y de la sociedad capitalista, y por este mismo hecho, no deja espacio
para las ilusiones. De aquí resulta también un mensaje que puede considerarse
“pesimista”, ya que viene a decir que en tanto subsistan las relaciones de
propiedad capitalistas, los problemas de fondo de las masas trabajadoras van a
persistir”. Y más abajo: “En la medida en que se alimenten esperanzas vanas en
‘salvadores’, en el Estado capitalista o en sus gobiernos, o en aparatos
burocráticos, se preparará el camino para nuevas frustraciones y derrotas. (…)
Naturalmente, los ideólogos que en su momento alentaron la ilusión, jamás
hacen balance de lo que dijeron o hicieron; cuando sobreviene el derrumbe del
“proyecto”, disimulan, y se preparan para subirse al próximo tren del
ilusionismo pequeño burgués o burocrático “progresista”.

Es, en definitiva, todo el objetivo de la crítica marxista: mostrar la desnuda


realidad de las relaciones de explotación y opresión. Citándolo de nuevo, decía
Marx: “la crítica que lucha contra estas realidades no es una pasión de la cabeza,
sino la cabeza de la pasión. No es el bisturí del cirujano, sino el arma de lucha”.
Rolando Astarita Un dirigente sindical y socialista “desilusionado”

¿Qué lugar queda entonces para que un marxista se ilusione con un político
como AF? Respuesta: sencillamente, ninguno.

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