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SEGURIDAD, ECONOMÍA Y ESTABILIDAD

Apenas estábamos asimilando lo ocurrido en Culiacán hace unos días, y


estábamos en vías de replantear el camino, cuando somos testigos de nuevas
masacres, que de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española es “Matanza de personas, por lo general indefensas, producida por
ataque armado o causa parecida”. En menos de dos semanas han ocurrido al
menos cinco: en Michoacán, Guerrero, Culiacán, el CERESO de Morelos y el
ataque hacia familia Le Baron, quienes tenían la doble nacionalidad, México-
Americanos. Estos hechos han encendido los focos rojos en nuestro país en
materia de seguridad pública, al punto de que tenemos una solicitud de
congresistas Norteamericanos, Mark Green y Chip Roy, entre otros, para declarar
al Cartel de Jalisco Nueva Generación y al Cartel de Sinaloa como organizaciones
terroristas, para con ello justificar una intervención militar por parte de nuestro país
vecino y así vulnerar la soberanía nacional, lo que deja espacio para varias
reflexiones.
El propio presidente Trump con sus característicos mensajes en twitter
ofreció una “ayuda” que parece más bien la justificación de una intervención
norteamericana; pero, lo que la historia nos ha enseñado sobre las intervenciones
de Estados Unidos es que no han resuelto absolutamente nada, sino que han
desatado más violencia. Sin embargo, se trata de una violencia y unos cárteles
con técnicas paramilitares que nuestro mismo país vecino (que ahora se proclama
como el mesías) es quien provoca, pues es el principal consumidor de las drogas
producidas en México, y es, además, quien surte el sofisticado armamento con el
que cuentan las organizaciones delincuenciales; no obstante, el propio Wall Street
Journal como editorial y no como periodista justifica y pide la intervención militar
de USA en nuestro país.
Nuestro país vecino mantiene un doble discurso: por un lado, crea los
problemas y por otro exige resolverlos. Por un lado nos obliga a convertirnos en su
policía migratoria, destinando casi treinta mil elementos de la guardia nacional a
cuidar la frontera sur del país y atentar contra los derechos humanos de todos y
todas las inmigrantes que van en busca del sueño americano, mermando
considerablemente la capacidad de respuesta de las fuerzas armadas de nuestro
país dejando nuestros propios problemas de seguridad en franco estado de
vulneración; pero por otro lado se escandaliza por la insolvencia para mantener el
estado de derecho y la seguridad social. La consecuencia: este es el año más
violento desde que se mide la seguridad en México, con 25 890 homicidios en los
nueve meses que van de este 2019, de acuerdo con cifras del Secretariado
Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública.
En mi opinión, para resolver los problemas debemos atender las causas y
no solo a las consecuencias, en este sentido concuerdo con Andrés Oppenheimer,
quien en su obra Basta de Historias, nos muestra cómo los países que hace 30
años o menos estaban peor que nosotros y que hoy son potencia, como Finlandia
o Corea del Sur, lo han logrado haciendo una apuesta de largo plazo por la
educación; no es que hayan puesto más policías en las calles, o que hayan
promovido más programas sociales, que únicamente solucionan el día a día, pero
que perpetúan más las causas: la inmensa desigualdad entre la población y la
falta de oportunidades para salir adelante.
Durante años se criticó el paupérrimo crecimiento del 2% por año de
nuestro país, pero ese crecimiento parece hoy un sueño lejano, pues de acuerdo
con el Banco de México el tercer trimestre del año tiene crecimiento un nulo y no
hay una buena expectativa para el cuarto trimestre, con lo que sería uno de los
peores años en materia de desarrollo económico del país, esto ha llevado a que la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en palabras de Alejandro
Gaytán González, jefe de la Unidad de Planeación Económica de la dependencia,
contemple utilizar los recursos que se tienen en el Fondo de Estabilización de
Ingresos Presupuestarios (FEIP), un fondo creado para hacer frente a las crisis
económicas, ante la posibilidad de cerrar el 2019 con menores ingresos
presupuestarios.
Es claro que la estrategia de “Abrazos”, no ha funcionado: por primera vez
desde hace 25 años las inversiones públicas y privadas se han caído de forma
muy considerable en nuestro país, en buena medida porque los inversionistas no
tienen confianza en nuestro país, lo que provoca desempleos, estancamiento
económico y un caldo de cultivo perfecto para la delincuencia organizada, con
población vulnerables. que por cierto con la cancelación del seguro popular en
nuestro país, que de acuerdo a los últimos datos publicados por el CONEVAL,
donde en 2018 nos dice que 19.1 millones de mexicanos y mexicanas que no
tienen ningún sistema de seguridad social y el seguro popular hoy tiene más de 57
millones de afiliados que quedan en el limbo.
A todo ello sumamos planteamientos como el del general Gaytán, hablando
de estados de excepción, y a nuestro presidente hablando de golpes de estado, y
un malestar generalizado por el maltrato a las fuerzas militares, ponen alertas en
nuestro país.
El panorama no luce nada alentador, y más allá de las filias y las fobias,es
necesario replantear el rumbo de nuestro país porque parece que estamos
destruyendo lo que hemos construido durante muchos años, sin tener un destino
claro.

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