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Profesor Guía:
Claudia Gutiérrez
Dedico mi trabajo a todos los niños cuyo brillo de sus ojos fue opacado o aniquilado por
los héroes de la Historia, de esta cruel y desdichada prehistoria del hombre. También a
todas las mujeres y hombres que a lo largo de los años sufrieron la misma suerte que
estos pequeños. Me refiero a "los nadie", los que son y fueron afectados por esta heroica
Historia; todos para quienes las oportunidades no fueron más que consuelos y caridades
de los héroes. Esto es para ellos, los que el último resplandor que vieron sus ojos fue el
de la muerte común y silvestre.
Como se puede ver, estas reflexiones no se enfocan precisamente en los mártires, sino
en quienes padecen la Historia y sus vidas cambian con ella sin trascender en la misma
sino que completamente fuera de ella. Quienes vieron o supieron de la caída de los
mártires y morirán con la impotencia en sus almas. Aquellos a quienes les enseñan la
Historia desde los grandes acontecimientos y entienden sus vidas desde esa misma
óptica, inyectando en lo más profundo de sus corazones una predisposición a lo
grandioso, lo cual termina siendo la tierra para el sepulcro de lo real, de lo cotidiano, de
rostros y corazones.
Son todas esas toneladas de tierra que asfixian al otro y con ello al amor verdadero. Es
por todo lo anterior, que este proyecto filosófico no se inscribe en el prisma del amor a
la filosofía, sino que en el de una filosofía del amor.
Índice
Introducción ................................................................................................................ 1
Bibliografía.............................................................................................................. 148
Introducción
Esta investigación nace desde la fuerte afección que significó la lectura de El Capital de
Karl Marx y Totalidad e Infinito de Emmanuel Levinas. En un primer momento, ambas
obras provocaron que todas las concepciones que hasta ese momento tenía el autor de
esta investigación quedaran a lo menos en suspenso, cuestionadas y atravesadas por
estos dos interesantes filósofos con una cierta sensación de que algo en común había
entre ambos. En este sentido, El Capital dio cuenta de que el contenido ético de la obra
marxiana se jugaba en y más allá de los límites de la ontología del capital y la estructura
de la redención de la lucha de clases como la entiende el marxismo. Y luego, un par de
años después y durante los estudios de Magister en Axiología y Filosofía Política de la
Universidad de Chile, Totalidad e Infinito fue una obra que dio paso a la esperanza,
porque mostró en sus páginas la posibilidad de descubrir un camino posible, es más, un
camino real, por medio del cual esa exterioridad intuitiva e intempestiva que arrojaba la
crítica ética de El Capital tuviera cuerpo, un contenido y se alejara del silogismo con el
que siempre es explicado. Sin embargo, no todo fue simplemente complementariedad,
por el contrario, el registro levinasiano ahondaba en un lenguaje en el que Marx no se
centró y era tan radical en sus términos que obligaba a revisar nuevamente todos los
débiles presupuestos marxianos sobre la ética que este investigador poseía. Asimismo, y
en la profundización de la lectura del Marx filósofo, se encontraban aspectos que podían
robustecer la ética levinasiana con un sentido político muchas veces desechado por las
lecturas tradicionales de Levinas.
Fue así como pasado el tiempo y profundizando en las teorías marxiana y levinasiana, el
se llegó a la intuición de que las dos propuestas eran resistentes a la acción del
pensamiento especulativo-escolástico y a la generalización de realidades. De esta
manera y por medio de algunas ideas, se llegó a la intuición de que existía una
posibilidad de encadenar ambas propuestas y hacerlas complementarias ya de una
manera real que se podía plasmar en una investigación de posgrado, se pretendió en una
primera instancia hacer una lectura marxiana de los conceptos políticos de Levinas.
Sin embargo, y luego de ver que tamaña empresa requeriría un trabajo aún mayor al
imaginado, se dio un nuevo enfoque y este es la premisa de dicha complementariedad, a
1
2
saber: que la noción que posiciona a Karl Marx y Emmanuel Levinas dentro de la
misma trinchera (viendo esta coincidencia como una primera forma de acercamiento),
es precisamente que sus concepciones de infinito –y guardando todas las diferencias que
se puedan encontrar- guardan en su núcleo un pensamiento contra-tradicional y sobre
todo contra Hegel y esto tiene consecuencias sobre el método y la elaboración categorial
y conceptual que ambos autores desarrollaron en su filosofía política de manera que esta
se transformó en la hipótesis de esta investigación, la cual se sintetiza en el título de la
presente tesis: El infinito en Marx y Levinas como escape al silogismo de la Totalidad.
Pero como se puede constatar, esto último fue algo realmente problemático ya que era
necesario desembarazar a Marx de la dialéctica hegeliana sin desconocer el lenguaje
hegeliano utilizado por este autor. De manera que para demostrar que la noción de
infinito de Marx era compatible con la de Levinas, era necesario descubrir otro contexto
del lenguaje dialéctico hegeliano en la obra de Marx y por ello la primera parte de la
investigación intenta comprender de la manera más congruente posible los aspectos
claves del infinito verdadero hegeliano, debido a que lo que harán Marx y Levinas será
crear alternativas de infinito por medio de la crítica a este infinito ontológico hegeliano,
por tanto es una fuente directa de contraste racional.
Una vez identificado y descrito este antecedente teórico se prosiguió con la segunda
parte, la cual trata la cuestión del método marxiano en terreno propio –ya no como mera
crítica- y la concreción de una idea nueva de infinito, un infinito político. Sin duda,
desde el momento en que se quiere dar otro significado en la obra de Marx a la
dialéctica hegeliana, ya no es suficiente una ardua lectura de El Capital, sino que
también de los Grundrisse con los que Marx preparó por diez años la redacción de El
Capital y donde se muestran las transiciones y mutaciones que sufren las categorías y
conceptos hegelianos en un lenguaje propiamente marxiano, y además era imperioso
leer cuidadosamente los textos clave de su obra de juventud donde se pueden encontrar
crudas críticas a Hegel y a su infinito verdadero y al Estado no solo como organismo
sino como portador encarnado de la ética hegeliana. Cabe señalar que durante todo este
recorrido, se fueron aclarando aspectos metodológicos claves para comprender la
exterioridad del infinito marxiano y su distancia respecto al infinito verdadero
hegeliano, al mismo tiempo que se iban notando las similitudes metodológicas con
Levinas a este respecto y con ello se pudo constatar una concordancia más allá de la
3
En suma, el análisis transversal que se hizo sobre Hegel, Marx y Levinas en torno a la
idea de infinito, mostró que en Marx y Levinas, existen exigencias similares a la hora de
concebir este concepto, sobre todo a la hora de establecer los límites de lo que será
considerado como el acontecer real y el alcance del pensamiento en la reproducción de
esta realidad. Si se quiere resumir de algún modo el trayecto de esta investigación
podemos tener la siguiente estructura donde se identificaron cuatro tipos de infinito: 1)
Infinito ontológico (Hegel); 2) infinito antropológico (Feuerbach); 3) infinito político
(Marx) e 4) infinito sensible (Levinas).
El lector de esta investigación podrá encontrar a lo largo de esta lectura un intento por
robustecer y esclarecer la importancia que tiene la noción de infinito no solo como guía
metodológica sino también como punto de quiebre a la hora de establecer cánones y
exigencias al descubrimiento o elaboración de conceptos que intenten reproducir la
naturaleza de la sociedad global y moderna, donde los conceptos como Estado y
sociedad civil quedan anticuados e insuficientes para comprender y transformar la
realidad que se vive en la época moderna, en la época del ser como fenómeno total.
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una razón afectada de sensibilidad y que por ello tal filosofía se encaminaba
propiamente al conocimiento del hombre y no de Dios. En la lucha de ―la Ilustración
contra la superstición‖, a que se refiere la Fenomenología, la pura intelección descubre
que todos los predicados atribuidos al ser divino vienen a ser proyección en la
Divinidad de alguna cualidad finita. Por ello dicha Divinidad es despojada de toda
aquella riqueza con que era revestida en el mundo de la fe y queda reducida a la mera
condición de algún atributo de la finitud, o dicho de otro modo la idea de infinito queda
como fantasía, puesta como una prolongación de la mera imaginación que no tiene
correlato. En la descripción de la lucha de la Ilustración contra la superstición, la fe ha
sido expulsada de su reino, o bien este reino ha sido saqueado y todas sus riquezas han
sido devueltas y reivindicadas por la tierra. Sin embargo para Hegel esto no satisface al
espíritu, pues se queda situado frente a una realidad inesencial. De manera que tanto la
fe como la Ilustración vendrían a ser la misma cosa: la conciencia de la relación de lo
finito con un Absoluto carente de predicados, desconocido e incognoscible, no superan
la contradicción, sino que la manifiestan.
En consecuencia, la importancia que tiene el infinito para la investigación académica es
de primer orden, ya que a partir de nuestra idea sobre la relación infinito-finito,
obtendremos una serie de consecuencias para nuestras nociones posteriores, ya que el
infinito determinará la demarcación conceptual y real que se tenga del mundo, del algo,
de lo ente, de la existencia. En consecuencia –y esto es crucial para la filosofía política-
, no será lo mismo pensar una democracia con la marca de un infinito sometido a la
finitud y por ende en una totalidad, que una democracia cuyo éxtasis esté fuera de la
finitud. Asimismo, no será lo mismo pensar una libertad en el marco de la dialéctica del
amo y el esclavo, que una libertad que por la afección del infinito no sometido a la
finitud llame más bien a una responsabilidad, ya que pensarse en términos de libertad
dialéctica en la totalidad, necesariamente lleva a poner a Otro en posición de no-libertad
y así al infinito.
De esta manera y para comenzar con el desarrollo de esta investigación esta primera
parte constara de un repaso por el pensamiento griego en torno a la idea de infinito
introduciendo algunos comentarios de Hegel, con el fin de dar al lector la importancia
en la concepción de realidad que tiene el infinito en la filosofía. Posteriormente, se
pasará a la crítica de Hegel sobre las lecturas del infinito que para él deben ser
8
superadas, así como también una descripción del núcleo lógico que hace posible la
concreción del infinito verdadero y su estructura metodológica.
Con todo lo anterior el lector estará en posición de pasar a la segunda parte dedicada a
la crítica de Marx a Hegel y el método marxiano desembarazado del infinito verdadero
hegeliano.
Hechas estas aclaraciones preliminares, podemos comenzar con nuestra exposición del
infinito. Ahora bien, como hemos señalado, pese a que no es el objetivo de esta
investigación realizar una historia de la idea de infinito, en el caso de este apartado se
hace necesario exponer distintas ideas en torno a este tópico, las cuales nos ayudarán a
comprender la importancia de la idea de infinito en la filosofía política. Porque muchas
de las interpretaciones que surgen al lector común, nacen de las nociones de infinito
impresas por la teología (como Dios), la matemática (como lo infinitamente inmenso o
diminuto) y la física (donde prácticamente no hay infinito indeterminado, sino que solo
finitos monumentales) enseñadas en las escuelas, en consecuencia, un paso inevitable
para poder abarcar el problema de lo infinito es analizar los distintos subterfugios que la
racionalidad ha construido por medio de sus diversas disciplinas. Caminos racionales
que llevan tanto a separar el infinito del finito, o a someter el uno al otro, o a
conmensurar infinitos, etc. Y que pueden ser comprendidos como un modo que la
racionalidad posee para explicarse aquello que la rebasa, es decir, la realidad.
Cabe indicar entonces que en la antigüedad, los filósofos comenzaron con el estudio de
la naturaleza de manera que se plantearon encontrar lo más fundamental dentro de esta
(idea de naturaleza que considera al hombre como parte de ella y bajo las mismas
leyes). Entre ellos se puede enumerar a Tales de Mileto quien pensó que era el agua el
fundamento de todos los principios. Anaxímenes, sostuvo un argumento análogo
respecto al aire y Heráclito al fuego. Pero solo fue hasta Anaximandro que el infinito
apareció como fundamento no material de todo, a saber: el apeiron1.
1
Cabe señalar que ya para Platón y Pitágoras el infinito era apeiron, el caos, el infinito carecía de medida:
metron.
9
2
En una carta de Engels a Marx de Manchester en julio de 1858 este señala que ―La célula es el «ser-en
sí-mismo» de Hegel, y su desarrollo sigue exactamente el proceso hegeliano, acabando por terminar en la
«idea», esto es, en cada organismo completo. Otro resultado que habría agradado al viejo Hegel es, en
física, la correlación de la fuerzas, la ley de que, en determinadas condiciones, la fuerza mecánica
(producida, por ejemplo, por la fricción) se transforma en calor, el calor en luz, la luz en afinidad química,
la afinidad química (por ejemplo, en la pila voltaica) en electricidad, y ésta en magnetismo. Estas
transiciones también pueden tener lugar en forma diferente, hacia delante o hacia atrás (…) La estúpida
teoría del calor latente queda así superada. Pero, ¿no es ésta una espléndida prueba material de la manera
en que se resuelven las determinaciones-de-reflexión las unas en las o tras? ‖ (Marx E. , 1975, pág. 20).
Cabe indicar que las ―determinaciones de reflexión‖, según señalan los editores, corresponde al pasaje
Reflexionsbestimmungen: de Hegel, Lógica, libro II, sección 1.a [la esencia como reflexión], capítulo 2. °
[las esencialidades o las determinaciones-de-reflexión]. Es necesario señalar que más allá de las
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La idea de movimiento asume que algo está ahí y no está ahí en cierto tiempo y solo
puede darse esta ―contradicción‖ si es que los puntos están en relación, por ende la
contradicción misma es el fundamento del movimiento. Lo continuo y lo discontinuo
forman una unidad3.
Visto desde ese punto de vista matemático, el problema de la divisibilidad infinita
(paradoja de Zenón) tiene como respuesta que una magnitud infinitamente pequeña no
es algo acabado e igual a cero, sino una magnitud variable, que tiende a cero como a su
límite, pero sin alcanzarlo jamás. Por ello, la suma infinita de esas magnitudes no es
igual ni a cero ni a lo infinito, sino que es una magnitud finita, aunque claro, se le puede
dar distintos valores.
Es Demócrito quien introduce un nuevo análisis a la cuestión de la divisibilidad. Este
último plantea su tesis de la indivisibilidad física, la cual niega rotundamente que las
últimas partículas fueran inextensas, pues consideraba que con ellas no podía formarse
una magnitud extensa. Los elementos finales debían ser, indudablemente, extensos. En
este sentido, la indivisión física de los átomos no significa su indivisión geométrica, es
decir, que no se pueda atribuir mentalmente. Se entiende entonces que la existencia de
lados hace a un elemento extenso, pero según Demócrito, cabe imaginar una partícula
en la cual el concepto de lado sea inaplicable. Esta última será un elemento extenso,
pero no se le podrá dividir en elementos más pequeños por no existir éstos. Esos
elementos se califican de átomos matemáticos, los cuales son mucho más pequeños que
los átomos físicos y se encuentran en el interior de ellos. Aunque el átomo matemático
tiene dimensiones finitas, no posee forma alguna, ya que la existencia de forma
presupone la posibilidad de una división sucesiva en elementos todavía menores a los
átomos. En consecuencia, su suma no forma un cuerpo infinitamente grande, sino una
magnitud finita.
Podemos ver que tras el argumento de Demócrito está la noción de discontinuidad
expresada anteriormente por Zenón, ya que pese a la inclusión de la noción matemática
y no espacial del átomo, se mantiene la idea de que puede haber contenido material sin
forma, contraponiéndose a toda la noción continua donde se plantea que la extensión en
el espacio presupone la existencia de una cierta forma espacial sin la cual sería
imposible. La idea de discontinuidad se afirma en la proposición de que si el espacio es
un conjunto de átomos matemáticos indivisos, el tiempo es una multitud de momentos
indivisos. Por tanto, el movimiento está constituido por los saltos consecutivos de los
átomos matemáticos en el espacio y en el tiempo, y entre cada dos momentos indivisos
no hay tiempo, lo mismo que no hay espacio entre los intervalos de los átomos
matemáticos.
Respecto de esta esta noción contraria al movimiento, donde este último se representa
como la presencia de un cuerpo en un lugar determinado en un momento dado y en otro
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lugar en otro momento –mirada analítica del movimiento-, Lenin tenía claramente
definida su posición, la cual resulta ser muy hegeliana en cuanto a su concepción de las
determinaciones de reflexión4:
―Esta objeción es incorrecta: (1) describe el resultado del movimiento, pero no el
movimiento mismo; (2) no muestra, no contiene en sí la posibilidad del movimiento; (3)
describe el movimiento como una suma, como una concatenación de estados de reposo,
es decir, no se elimina con ello la contradicción (dialéctica), sino que sólo se la oculta,
se la desplaza, se la esconde, se la encubre‖ (Lenin, 1963, pág. 241).
5
―Platón ‗va a cometer un parricidio‘, al afirmar, en oposición a ‗su padre‘ Parménides que no-ser en
cierto sentido es. Todas las cosas, incluidas las ilimitadas, la materia, los lugares, con mayor o menor
grado de extensión, división y cualidad (más o menos calientes, más o menos frías), infinito e
indeterminación no son nadas puras‖. Traducción propia.
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Se puede ver como Levinas, identifica esa forma de comprensión como una suerte del
espíritu de la era moderna. El cosmos finito, será entonces el amo y piedra fundamental
de toda la comprensión del mundo subsiguiente. Si bien es cierto, que la concepción de
infinito tuvo muchas otras variables, nos centraremos en esta para no olvidar que se
debe armar el argumento en torno a la crítica que hace Hegel sobre los griegos y la
matemática, así como también la que realizan profundos críticos de Hegel como lo son
Feuerbach y Marx y como veremos más adelante, Levinas. A grueso modo, se puede
resumir de esa manera el itinerario de nuestra investigación.
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―Platón sitúa la cuestión más allá del ser, abriendo así, en un sentido diferente de la cuantitativa, la
dimensión de lo infinito en el que se colocará el infinito Uno de los neo-platónicos. En cuanto a
Aristóteles, en la admisión de la eternidad del mundo y su movimiento, que permite algo así como un
infinito actual en la causa de este movimiento eterno. El acto, purificado de todo el potencial, o forma,
purificados de toda la materia, el Primer Motor o el Dios de Aristóteles, basta a sí mismo como el
pensamiento de su pensamiento, es infinito en este nuevo sentido. Aunque Aristóteles no utiliza el
término, Santo Tomás identificará el infinito del Dios de la Biblia con la separación de la forma pura, y
Hegel reconocerá el infinito real del Absoluto en el pensamiento del pensamiento. Tan simple como eso
es contrastar la finitud del pensamiento clásico con la infinitud del pensamiento moderno. Sin embargo, la
"verdad" de este lugar común reside en esto: el espacio es para Aristóteles el límite de los cuerpos, el
cosmos aristotélico es finito, limitado por los cielos y las estrellas fijas. Esta es una vista del cielo que
tenía una influencia determinante en la cosmología hasta los albores de la Edad Moderna‖. Traducción
propia.
16
Pese a que el apartado anterior trató principalmente la cuestión del infinito en los
pensadores griegos, introducimos algunas reflexiones de Hegel al respecto. Sin
embargo, es necesario profundizar en la propuesta hegeliana. Para ello, comenzaremos
con uno de sus primeros grandes críticos, Ludwig Feuerbach ya que este autor es
también fuente primordial para comprender la revisión que hace Marx de ambos para
plantear su posición al respecto. Esta es la importancia que tiene dedicar una buena
parte de esta investigación a descripción del planteamiento de Hegel sobre la infinitud y
realizar contrastes con la crítica que realiza Feuerbach a Hegel al respecto, para
posteriormente poseer un mínimo de herramientas conceptuales que nos permitan
comprender la ligazón y la posibilidad de una lectura que muestra continuidades entre el
infinito marxiano y el levinasiano para demostrar nuestra hipótesis donde establecemos
que el infinito en Marx y Levinas son escapes al silogismo de la totalidad.
En términos históricos, se podría decir que es en la Ilustración cuando la relación
infinito-finito7, adopta un carácter particularmente a favor de lo finito como centro de
toda comprensión, ya que es un momento de la historia que consistió en una creciente
concentración, estudio y dominio de la realidad finita, mientras que el concepto
tradicional de lo infinito se convirtió cada vez más en una abstracción vacía de
contenido. Al respecto pareciera ser que para Hegel, este tipo de corriente filosófica era
una ―razón afectada de sensibilidad‖ y que por ello tal filosofía se encaminaba
propiamente al conocimiento del hombre y no de Dios.
7
Respecto a los precedentes de la relación finito-infinito, Ariel Ginzo comenta que ―Cabe observar
asimismo con JonasCohn que: ―En Spinoza se lleva a cabo la consumación de un proceso altamente
significativo en la historia de la filosofía. El concepto de lo infinito fue aplicado a Dios por los filósofos
místicos de la última etapa de Grecia para sustraer al Ser Supremo a la posibilidad de ser comprendido.
Pero desde el florecimiento de la escolástica el concepto de lo ―infinito‖ se convirtió precisamente en un
punto central desde el que Dios debía ser comprendido. Los escolásticos todavía se habían contentado con
considerar, en su forma racionalística, la infinitud como una más de las propiedades divinas. Más lejos va
ya Nicolás de Cusa al convertírsele la infinitud en medio de conocimiento. Bruno, aplicando la infinitud
de Dios al mundo, la concibe de una forma completa, como simple afirmación y la convierte en base de
su doctrina. Como rudimento inorgánico asoma en él la incomprensibilidad de Dios, de la que aquí y allí
se habla de nuevo. Descartes se inclina a ver en la infinitud de Dios su comprensibilidad, por mucho que
también parezca atenuar este punto de vista, por muy frecuentemente que también parezca asustarse ante
las consecuencias de su propio pensamiento. De todo ello saca Spinoza las consecuencias. Para él lo
infinito es lo más profundamente conocido, Dios como ser infinito es racionalizado completamente‖
(JonasCohn, Geschichte des Unendlichkeisproblem SimabendländischenDenken bis Kant, Hildesheim,
1960, reimp., págs. 158-59) (Ginzo, 1983, págs. 45-46)
17
En este camino Hegel se refiere a las reflexiones kantianas, las cuales crítica duramente,
aunque las considera en términos generales como un primer paso a encontrar la solución
al citado dualismo, debido a que a juicio de Hegel, en las reflexiones de Kant se
18
introduce la problemática de la contradicción interna del Yo, por medio de la cosa en sí,
sin embargo, aún no está considerada la fuerza relacional que Hegel considera
fundamental para comprender y superar dicha contradicción:
―Otro idealismo, como por ejemplo el kantiano y el fichteano, no sobrepasa el deber ser
o el progreso infinito, ni llega por esto a alcanzar el idealismo y el ser para sí. Dentro de
estos sistemas se introduce, es verdad, la cosa-en-sí o el choque inicial infinito
inmediatamente dentro del Yo, y viene a ser solamente una cosa para éste mismo, pero
el choque procede de un ser otro libre. Por consiguiente el Yo, como lo ideal, viene
ciertamente determinado por el lado del ser en sí como referencia infinita a sí; pero el
lado del ser-para-uno no está acabado-, por consiguiente, empero, tampoco lo está aquel
primero‖ (Hegel, 2011, pág. 272).
En este sentido, si bien la propuesta kantiana (así como la de Fichte), a juicio de Hegel,
representan un encierro en la finitud 8, podemos ver por otro lado, que el ―otro libre‖
determina al algo, es una especie de puente al algo, y al mismo tiempo es libre de esa
relación con el algo, precisamente porque es sí mismo. En este sentido la dialéctica del
mismo y el otro tiene impresa la noción del otro siempre en relación al mismo. De
hecho, bajo el esquema del mismo, la fuerza relacional hegeliana (que más adelante
explicaremos detalladamente) posiciona dos mismos enfrentados9. En consecuencia,
―Para Hegel lo real no es lo finito (tampoco el falso infinito), sino tan sólo ese
verdadero infinito, unidad dialéctica en que entran a formar parte los dos polos
anteriores en cuanto ―momentos‖ que carecen de subsistencia autónoma‖ (Ginzo, 1983,
pág. 53).
8
En la siguiente cita se puede constatar el lugar que Hegel le otorga a la propuesta kantiana del deber ser
dentro de la problemática de la relación de lo finito y lo infinito: ―La substancia es la Razón, a saber,
aquello por lo cual y en lo cual toda realidad tiene su ser y existir; es el infinito poder, no siendo la Razón
tan impotente como para llevar las cosas sólo hasta el ideal, hasta el deber, y como para existir
únicamente fuera de la realidad, quién sabe dónde, como algo especial en la cabeza de algunas personas.
El infinito contenido, toda esencialidad y verdad, son la Razón, para la cual constituyen la materia dada a
su actividad para elaboración, pues ella no necesita —como el finito hacer— de las condiciones de un
material externo de medios dados‖ (Hegel, Filosofia de la historia, 1970, pág. 38).
9
Si se piensa esto respecto al cambio, notaremos que hay una cierta tendencia a una visión de gradualidad
en el desenvolvimiento de la contradicción dialéctica, se hace difícil en este ―esquema‖ pensar en un
cambio radical extremo del mismo, al punto de transformarse en un algo completamente ajeno a él
mismo, una especie de salto cualitativo, substancial de golpe, sólo parece posible un cambio de este tipo,
dado bajo un proceso gradual continuo de sucesión de transformaciones del en sí.
19
de la realidad. Pareciera ser que para los posthegelianos la finitud aparece dentro de la
dialéctica como una novela, donde hay liberación y dramas que llevan la historia,
asimismo, la realidad finita experimenta una contradicción al disolverse su sentido en lo
Absoluto.
Posteriormente, sería el existencialismo, una corriente que retomaría el tema de la
finitud donde destaca Martín Heidegger, quien según algunos especialistas no duda en
señalar que la repercusión extraordinaria de SeinundZeit se debió ante todo al hecho de
que por primera vez la finitud de la existencia humana como ser-en-el-mundo es puesta
como fundamento de todo preguntar filosófico. De manera que ser finito significa
escogerse, realizando una posibilidad con exclusión de otras. Por ello, el acto de libertad
es la ―asunción y creación de la finitud‖. Se desarrolla entonces una ―filosofía de la
finitud‖10 que traspasa los muros de la filosofía y se transforma en el modo de
comprender de una época completa.
este campo de lo finito no se puede encontrar, desde luego, al infinito (…) Como
resultado último, lo universal vino a ser en este campo un conglomerado indeterminado
de lo finito exterior, la materia (…)Pero porque el saber mediado se ha de limitar
meramente a contenidos finitos, resulta que la razón es saber inmediato,fe‖ (Hegel,
2005, págs. 166-167)
Se puede ver como Hegel está claramente en contra de la razón de la ilustración, así
como también del Dios exiliado de la razón, considerando estas posturas como
dualistas, que terminan en el mismo vacío y que generan finalmente en la misma unidad
(saber inmediato = fe), dejando al hombre sin un pie firme en la tierra11. Es esta
posición la que Hegel desarrolla fuertemente en la Ciencia de la Lógica, libro que será
clave y fundamento de sus trabajos posteriores y por eso forma parte fundamental de
este apartado de la investigación, ya que la crítica de Feuerbach en la Esencia del
Cristianismonos sirve como mediación para llegar de alguna manera a la noción de
infinito marxiana.
En suma, la crítica de Feuerbach al infinito hegeliano es una reacción a una lectura
particular de la obra de Hegel, donde la finitud está sublimada al Absoluto. Será esta
crítica, la que sea punta pie inicial para buscar nuevas alternativas al infinito hegeliano
que marcó fuertemente una época y a una gran saga de discípulos.En este sentido, la
propuesta de Feuerbach es revitalizar la finitud al punto de considerar esta última como
el modo de alcanzar la autenticidad de la existencia.
Como punto de partida de la comprensión de la crítica de Feuerbach, es necesario
comprender que toda la reflexión de la finitud surge del ser determinado, el cual es
realidad afectada de negación. Visto así, el ser determinado es propiamente ―algo‖, en
definitiva eso es la determinación: el ser es una parte de lo real. Para Hegel el ―algo‖, a
la vez que es en sí, remite asimismo a lo ―otro‖ y ser otro ya está contenido en el algo,
pero a la vez se encuentra fuera de él, se da separación pero pareciera ser sólo una
11
Usualmente se lee esta crítica de Hegel y se relaciona inmediatamente con el panteísmo, sin embargo
Hegel al respecto apunta que ―A la proposición que afirma que el ser es el paso a la nada y la nada el paso
al ser, es decir, a la proposición del devenir, se le opone la proposición que dice que «de la nada, nada se
hace», o «algo se hace solamente a partir de algo», [es decir, que a la tesis del devenir] se le opone, por
tanto, el principio de la eternidad de la materia, del panteísmo. Los antiguos se hicieron la reflexión bien
sencilla de que la proposición «algo deviene de algo» o «de la nada, nada se hace» suprime de hecho el
devenir, ya que aquello de lo que parte el devenir como igualmente aquello que deviene son uno y lo
mismo; se trata solamente en realidad de la tesis de la identidad abstracta propia del entendimiento. Debe
sin embargo sorprender que las proposiciones «de la nada, nada se hace» o «algo sólo deviene de algo» se
presenten aún en nuestro tiempo como algo enteramente inocente, sin ver en ellas el fundamento del
panteísmo y sin darse cuenta de que los antiguos ya agotaron la meditación de tales tesis‖ (Hegel, 2005,
pág. 193)
21
separación analítica, ya que en el devenir, esta concatenación nos lleva a pensar que no
se puede concebir al otro fuera del algo.
Es por ello que la representación lógica de esta fórmula se podría realizar de la siguiente
manera: en primer lugar, si el ser determinado implica un no ser, vale decir, una
negación en su interior, también está relacionado con el ser otro, ahí se puede encontrar
que bajo esa relación es un ser para otro. En segundo lugar, este ser para otro se
sostiene sobre sí mismo frente a su negación y bajo esta característica se puede decir
que es un ser en sí. De modo que todo ser determinado es relación. Al respecto Hegel
acota que:
―(…) dado que el ser dentro de sí es el no ser del ser otro, el algo no es indiferente en
general, sino que el no ser del otro es momento esencial de su indiferencia: es el cesar
de otro en él‖ (Hegel, 2011, pág. 250).
En este sentido, Hegel describe su noción de límite y para ello el ―algo‖ es fundamental,
ya que:
―Algo contiene pues los tres momentos: o su no ser, el otro, está fuera de él: él mismo
es referencia a sí, igual a sí misma; 2) el otro no es otro en general o en uno reflexión
exterior, sino que cesa en el algo: algo es su no ser; 3) algo tiene por ello en él al no ser
mismo, pero como el cesar de su ser otro y, por tanto, como ser de sí mismo. Tiene un
límite. Por lo pronto, algo tiene un límite solamente en cuanto enfrentado a otro‖
(Hegel, 2011, pág. 250).
Pareciera ser que no es sino por medio de la relación que algo llega a ser. El algo es
para otro lo que es en sí y en su ser para otro no pierde la identidad consigo mismo. El
fundir estos aspectos dentro del algo, podría ser una concepción elemental de la
ontología hegeliana. En este sentido, lo Absoluto es concebido como un sistema de
relaciones. Además, cabe señalar que:
―Algo tiene su estar fuera de su límite-, así precisamente, empero, también lo otro -por
ser algo- está fuera del límite. Éste es el término medio de ambos, dentro del cual ellos
cesan [dejan de ser algo]. Ambos tienen el estar [o sea su existencia como entes] más
allá del uno y del otro, y más allá de su límite; el límite, como no ser de cada uno de
ellos, es lo otro; cada uno tiene así su estar fuera de su no ser. Además, el algo,
estando como está fuera del límite, es algo no delimitado: solamente estar en general.
Fuera del límite, algo no es diferente de su otro, sino que es solamente estar; tiene pues
con su otro la misma determinación: cada uno es solamente algo en general, o sea cada
uno es otro. Solamente dentro de su límite es algo aquello que él es‖ (Hegel, 2011, págs.
250 - 251).
Si se analiza la cita anterior, dentro de lo que más arriba comentamos sobre las
características del ser, en cuanto ser para sí y ser para otro, debemos destacar que para
22
que algo logre su ser es necesario que se cumpla primeramente el ser para otro, es decir,
que se ponga como relación. De esta manera, para ser en sí, no basta con simplemente
ser, sino que para llegar al sí mismo es necesario que esté en relación. Se convierte
entonces esta última en condición de posibilidad para la realización del ser.
Esta es sin duda una teoría del movimiento, explicada paso a paso. Dentro de estos
pasos, Hegel explicita claramente que los términos puestos en relación a un nivel
general, cesan de ser y adoptan una indeterminabilidad, son ―simplemente otro‖, sin
determinaciones de relación. Si se quisiera graficar, ese momento –ese vacío según
Hegel- expresa una evasión de la ontología hegeliana, pero una evasión provisoria, ya
que viene marcada por la fuerza de atracción del movimiento de la determinación
relacional. El algo posee este impulso a relacionarse con lo otro como momento suyo,
es una transición al sí mismo. Lo otro es parte de su tragedia.
Pero se debe desprender de estas reflexiones que para comprender el movimiento es
necesario superar la noción tradicional de límite, la cual no contiene movimiento y solo
se concentra en las delimitaciones de la cosa ―en reposo‖. Para plantear esta superación,
Hegel propone concentrarse en la contradicción interna del algo consigo mismo,
tensión que lo hace salir de sí. Y en esta concepción de límite aparece expresamente la
relación de lo finito e infinito malo en Hegel,
―La finitud no se da sino como un sobrepasarse; dentro de ella está pues contenida la
infinitud, lo otro de sí misma. De igual manera, la infinitud no se da sino como
sobrepasamiento de lo finito; sólo tiene significación como referencia negativa a lo
finito (…)Cada uno es en él mismo lo contrario de sí, y unidad con su otro. Su
determinidad de estar uno frente a otro ha desaparecido, pues. Con esto ha hecho su
entrada la verdadera infinitud, en la cual es asumida tanto la finitud como la mala
infinitud. Ella consiste en el sobrepasar el ser otro, sobrepasar como retorno a sí
misma; es la negación como refiriéndose a sí misma‖12 (Hegel, 2011, pág. 265).
13
En este sentido Ariel Ginzo indica que ―Cabe observar en Hegel la tendencia a mitigar la ―separación‖
tanto de la tradición metafísica como de la religiosa, como puede verse en la interpretación hegeliana de
Platón y del Cristianismo, respectivamente. Por lo que se refiere a Platón, es preciso consultar las
Lecciones sobre la historia de la filosofía donde señala, por ejemplo, que el mundo intelectual platónico
expuesto a través de las ideas no es algo ―más allá de la realidad, en el cielo, en otro lugar, sino que es el
mundo real; cf. Vorlesungenüber die Geschichte der Philosophie, II, Suhrkamp, Frankfurt a. Main, 1971,
pág. 39. Ver también Vorlesungen Über Platon (1925-26). Unveröffentlichter Text (edición e
introducción de J. L. ViellardBaron), Frankfurt a. Main, 1979. (Ginzo, 1983)
24
―En el caso de Hegel el problema de Dios y el problema del ser se interfieren en el seno
del mismo proceso de lo Absoluto, pues cada nueva determinación lógica viene a ser
una nueva definición de lo Absoluto‖ (Ginzo, 1983)14.
Hegel se cuida de no ser leído en etapas, como una estructura de funciones con cierta
jerarquía que se sincronizan y adoptan movimiento, sino más bien, aclara que el
contenido explicativo de su exposición de los ―momentos de la contradicción
26
El idealismo para Hegel no es lo que usualmente el marxismo hace creer, sino que todo
lo contrario. Es usual considerar lo finito como lo real mientras que lo infinito
equivaldría más bien a lo ideal. Pero para Hegel lo infinito verdadero es lo
verdaderamente real. Asimismo, lo finito malo, está inmerso en el infinito verdadero de
27
manera que pierde su autonomía –sin substancia como considera Hegel- y forma parte
del proceso cuyo resultado es el infinito verdadero, la realidad misma.
Es más, el plano del infinito malo autónomo, a juicio de Hegel, nos aleja de la realidad
y de la comprobación empírica 16, ya que como límite absoluto e inconexo, no existe. En
este sentido Hegel define a la Idea como siendo esencialmente proceso, que va
desplegando sus momentos a través de una dialéctica inmanente 17, ―La idea es
esencialmente proceso porque su identidad es la identidad absoluta‖. (Hegel, 2005, pág.
256)
―Porque la idea es a) proceso, la expresión que dice que lo absoluto es la unidad de lo
finito y lo infinito, del pensar y el ser, etc., es errónea como hemos recordado varias
veces, puesto que «unidad» expresa una identidad abstracta que persiste quietamente. Es
también errónea porque la idea es b) subjetividad, puesto que la unidad expresa el en-sí
o lo sustancial de la verdadera unidad. De este modo lo infinito aparece como
meramente neutralizado con lo finito, lo subjetivo con lo objetivo, el pensar con el ser.
Pero dentro de la unidad negativa de la idea, lo infinito abarca lo finito, el pensar abarca
el ser, la subjetividad abarca la objetividad. La unidad de la idea es subjetividad,
pensamiento, infinitud, y por ello debe distinguirse esencialmente de la idea en cuanto
sustancia, del mismo modo que esta abarcante subjetividad, pensamiento o infinitud,
debe distinguirse de la subjetividad unilateral, del pensamiento unilateral y de la
infinitud unilateral; [determinidades éstas] en las que la idea, juzgándose y
determinándose, se depone‖ (Hegel, 2005, págs. 256-257).
16
La cual corresponde al finito malo y también nos aleja d la experiencia en cuanto concepto que
incorpora la fuerza relacional.
17
Cfr. (Hegel, 2005, págs. 286-287).
28
Para nadie es una sorpresa que Hegel tenía un amplio conocimiento de todas las ciencias
y las matemáticas no fueron la excepción. El siguiente apartado tiene como objetivo dar
cuenta de lo que consideramos el seno argumentativo de lo que hemos denominado la
fuerza relacional hegeliana. Si bien a lo largo de la exposición hemos dado cuenta del
rol de dicha fuerza en la argumentación hegeliana del infinito verdadero, consideramos
necesario describir cómo Hegel encuentra en las relaciones matemáticas de los números
el núcleo de su infinito verdadero, el cual le da vida.
Como hemos venido señalando para Hegel: ―El infinito en su simple concepto puede
ante todo ser considerado como una nueva definición de lo absoluto‖ (Hegel, 1976, pág.
122). Sin embargo, para que el infinito llegue a tener dicho estatus, es necesario hacer la
distinción –ya ampliamente tratada- entre el infinito malo y el infinito verdadero. El
primero de ellos se refiere a que ―Algo deviene un otro, pero lo otro es también un algo
y deviene por consiguiente un otro, y así sucesivamente hacia lo infinito‖ (Hegel, 2005,
pág. 196). El segundo consiste en ponerse como un finito, es decir, como su otro
(negación de sí), para reflejarse en ese otro y desde ese otro volver a sí (negación de la
negación): ―Esta identidad consigo, que es la negación de la negación, es un ser
afirmativo, y de este modo es lo otro del finito, en cuanto es lo que debe tener la primera
negación como determinación suya; —aquel otro es el infinito‖ (Hegel, 1976, pág. 121).
En términos lógicos se comprende entonces que en el infinito malo posee una
característica exterior, es un infinito que tiende a la exterioridad, es completamente
extensivo. Sin embargo el verdadero infinito, toma este infinito y lo contiene, a su vez,
el despliegue de este infinito malo en el seno de la infinitud verdadera es indispensable
para el movimiento y realidad del infinito verdadero. Asimismo, en el caso de este
último se vuelve un infinito extensivo solo en cuanto también se despliega, pero es
intensivo en su última consideración ya que remite a sí mismo, en cambio el infinito
malo, no tiene fijación alguna con el otro, es mera extensión (a juicio de Hegel).
Cabe señalar que para Hegel, el único número determinado es el uno, mientras que los
otros números son indeterminados y van siendo deducidos a partir de las operaciones
aritméticas (la suma y resta). De esta manera, la suma no es más que un reunir y contar
unidades, mientras que la resta es el proceso contrario y negativo a la suma. Si tomamos
29
―(…) esta ciencia no ha logrado todavía alegar acerca del uso de este infinito una propia
justificación por medio del concepto (de un concepto tomado en su propio sentido). Las
justificaciones reposan en conclusión sobre la exactitud de los resultados que se han
logrado con la ayuda de aquella de-terminación, exactitud que se halla demostrada por
medio de otros fundamentos —pero no por vía de la claridad del objeto y de la
operación por cuyo medio se alcanzan los resultados, al punto que se concede más bien
que la operación en sí misma es inexacta. Esto es ya un inconveniente en sí y por sí; un
tal procedimiento es anticientífico‖ (Hegel, 1976, pág. 2011).
En suma, si bien los ―números quebrados‖, logran constatar un momento crucial para la
concepción hegeliana del infinito verdadero, es decir, la fuerza relacional interna de los
términos, sigue careciendo de sustento conceptual, puesto que al relacionar un número
racional con otro, esta relación termina siendo la misma arbitrariedad que la relación
entre números enteros citada anteriormente, la cual es de algún modo artificial e inerte.
Pese a lo anterior, Hegel considera que el infinito matemático logra fundamentar de
mejor manera el concepto de infinito que la metafísica con su infinito metafísico, el cual
es un infinito igualado a Dios, separado de lo real.
31
Por otra parte, y retrocediendo al nudo que representa para Hegel el número como tal,
comenta que ―El número constituye el último grado de la imperfección, que concibe lo
universal como afectado por lo sensible. Los antiguos han tenido la conciencia
determinada de que el número está en el medio entre lo sensible y el
pensamiento‖(Hegel, 1976, pág. 188). En este sentido, los números se quedan a un paso
entre la exterioridad sensible y el pensamiento que penetra en el interior de las cosas
(como antecedente de esta reflexión Hegel recuerda a Platón). Por lo mismo, el
pensamiento matemático es un pensamiento aún exterior. En cambio la propuesta
hegeliana versa sobre el pensamiento que es en-sí y para-sí, lleno de sí mismo. Tiene
que ser un pensamiento dinámico y vital en tanto su objeto es el movimiento y la vida
misma.
―La evidencia de este conocimiento deficiente, de la que la matemática está tan
orgullosa y de la que incluso se pavonea contra la filosofía, descansa solamente en la
pobreza de su fin y en la deficiencia de su propia materia, y es, por tanto, un
conocimiento de un tipo que la filosofía debe más bien desdeñar. - Pues el telos de ese
conocimiento y el concepto de ese conocimiento es la cantidad [o la magnitud, die
Grosse]. Y ello no es sino precisamente la relación inesencial, la relación carente de
concepto‖ (Hegel, 2009, pág. 146).
Es claro que Hegel está en este punto haciendo la relación entra la matemática con la
realidad, ya que pareciera que toda su crítica está atravesada por el poner a prueba el
pensamiento matemático en contraste con el movimiento expresado en las ciencias
naturales. Pero la matemática no versa sobre el tiempo y por lo mismo no se sitúa sobre
lo concretamente real, ya que:
―Lo real no es nada espacial en el sentido en que se considera lo espacial en la
matemática; de una irrealidad tal como la que tienen las cosas de la matemática no se
ocupan ni la intuición sensible concreta ni tampoco la filosofía. Y en tal elemento irreal
tampoco puede haber entonces sino verdades irreales, proposiciones consideradas fijas,
muertas; en cada una de ellas puede cesarse; la siguiente empieza de nuevo de por sí, sin
que la primera se moviese ella misma hasta trocarse en la segunda y sin que de esta
forma surja por la naturaleza misma de la cosa un contexto necesario [una relación
necesaria entre todas ellas]‖ (Hegel, 2009, pág. 146).
Asimismo se puede decir que para Hegel la filosofía, a diferencia de las matemáticas, no
puede considerar a lo real como algo meramente espacial, como mera presencia inerte,
sino que lo debe considerar como espacio lleno de vida, esto es, como tiempo y como
inquietud. Considerar la realidad en términos meramente espaciales es considerarla en
términos del mal infinito: como pura exterioridad, como infinitud extensiva 18.
Considerar la realidad como tiempo es considerarla en términos del buen infinito: como
un proceso de interiorización, una infinitud intensiva. La realidad no es una presencia
fija, sino un proceso vital de devenir.
Son este tipo de planteamientos los que abren el camino a los discípulos más críticos de
la filosofía hegeliana, los llamadosposthegelianos. Feuerbach, comparte con el resto de
los discípulos de Hegel la crítica que éste llevó a cabo de lo infinito malo como algo por
encima de lo finito.
Feuerbach también da por supuesto que lo infinito tiene que abarcar a la finitud, pues de
lo contrario resultaría algo contradictorio. Es una suerte de monismo que comenzó a ser
central y punto de partida de cualquier discusión filosófica del momento. Según algunos
especialistas, esta tendencia fue tan fuerte que si algún argumento poseía cierto
dualismo, era considerado automáticamente refutado. Esto muestra la fuerza de la
necesidad de la demostración cualitativa de los conceptos que vimos expuesta con los
números racionales.
En este contexto Feuerbach comienza a dudar del Absoluto hegeliano, debido a que el
estatus de la finitud es de subordinación al infinito verdadero, cuestión que este
discípulo considera una ―desnaturalización‖ del infinito y la pérdida de dinámica del
proceso dialéctico. Por otro lado, el infinito verdadero hegeliano en Feuerbach
comienza a perder el tono absoluto y a su vez comienza a desligarse de la realidad,
posición que toma el finito, aunque dicho sea de paso será una teoría marcada por la
teología, donde la finitud no es conceptualizada como horizonte ideológico del hombre,
sino más bien de un ―retorno‖ después de una larga ―alienación‖, a la realidad
18
Y esto podría considerarse fundamental en la crítica de Hegel a Kant, así como a toda la tradición
racionalista anterior a él.
33
originaria. Si antes el sí mismo retornó a sí, por medio del proceso del verdadero
infinito, en Feuerbach el retorno al sí mismo será por medio de la finitud. De esta
manera, Feuerbach toma justamente el camino que Hegel consideró necesario superar y
que la filosofía posterior se esmeró en desarrollar.
Dentro de esta nueva propuesta, los alcances de la razón universal serán distintos,
aparentemente hay un repliegue del concepto respecto a Hegel, ya que parece darse una
tendencia a interpretar la razón como esencia del hombre, mientras que Hegel va más
allá, ya que la razón constituía la naturaleza más profunda de lo Absoluto.
Asimismo, Feuerbach sigue dándole vueltas al repliegue de distintos conceptos. Da con
la idea de Dios; según Feuerbach este tiene que identificarse con la totalidad de lo
existente, pues de lo contrario, Dios sería ―algo‖, pero no el ‗Todo‖. De esta manera, un
Dios que se limita a ser ―algo‖ no es Dios, sino tan sólo un ídolo, puesto que el ídolo se
diferencia de Dios en que el ídolo es algo, pero Dios es todo.
Al respecto, Feuerbach comenta que si se quiere convertir a Dios en un ser separado,
abstraído del mundo, lejos de las cosas sensibles, tendríamos el resultado paradójico de
haber equiparado, de la peor manera, a Dios con las cosas finitas, puesto que mediante
tal separación se condenaría a Dios a la condición de un ser finito: ―Si tú rechazas como
panteísmo el que haya convertido el Todo en Dios, a ti, por el contrario, te afecta el
reproche del peor panteísmo, el particular-panteísmo‖19. Si se considera esta apreciación
de Feuerbach a la luz de lo expuesto anteriormente sobre el infinito verdadero
hegeliano, se podrá constatar que está en completa concordancia, básicamente porque se
basa en el argumento de la fuerza relacional hegeliana que funde los conceptos en el
movimiento y los superpone.
―quizá cuando Feuerbach revela más claramente su recepción del verdadero infinito sea
cuando exige que el concepto de Dios integre en sí mismo, el concepto de Naturaleza,
pues de lo contrario Dios no sería en definitiva sino el ―supremo ente finito‖ junto al
que habría que poner otro individuo supremo, a saber, la Naturaleza. El nuevo concepto
de Dios, que se identifica con lo Absoluto, viene a coincidir con la totalidad de lo real;
de lo contrario, lo mismo que en Hegel se trataría de un infinito finitizado‖ (Ginzo,
1983, pág. 63).
19
Respecto a este texto, estamos utilizando la versión que cita Arsenio Ginzo, a saber: la edición de Sass,
H. M., Jugendschriften von L. Feuerbach, Frommann, Stuttgart-BadCannstatt, 1962.
34
20
Jugendschriften, pag. 228.
35
21
Citada como: (VII, 287; infra, 43).
36
y el hombre, como pertenecientes a ámbitos distintos22, he ahí el por qué el hombre está
bajo el infinito verdadero: su comunidad es la relación, su abismo es su génesis. Cabría
pensar para Feuerbach que es en la relación misma y particular donde se asoma la
posibilidad de pensar una realidad distinta a la del Espíritu Absoluto.
―En consecuencia, Feuerbach obtiene todo contenido moral, precisamente, a partir de la
propia humanidad considerada ontológicamente; es decir, de sus facultades esenciales
entendidas éstas como fuerzas e impulsos que posibilitan su perfeccionamiento: la
razón, la voluntad y, por encima de todo, el amor‖(Gil, 2009, pág. 215).
Tal vez, dicha unión conceptual queda más clara en la siguiente aseveración de
Feuerbach: Es este núcleo antropológico del movimiento, el que lleva a concluir a
Feuerbach que ―el saber que el hombre tiene de Dios es el saber que el hombre tiene de
sí mismo, de su propia esencia. Sólo la unidad de la esencia y la conciencia es la
verdad‖(Feuerbach, 1998, pág. 275).
22
Al respecto Feuerbach acota que ―al no estar las cosas o el mundo fuera de Dios, no existe tampoco
Dios ninguno fuera del mundo‖ (Feuerbach, La esencia del cristianismo, 1998, pág. 26), citado en el texto
como: (II, 263).
23
Cfr. En Feuerbach: Werke, vol. 5, pág. 31. (Ginzo, 1983, pág. 71).
37
Cabe señalar, que Feuerbach no está pensando en un yo solitario, sino que la idea de
trascendencia comunitaria es crucial para la comprensión del aspecto social de su
propuesta. Esto da luces de la cuestión anteriormente citada de la relación del hombre
con la naturaleza, donde por un lado se resguarda el espacio de la libertad en el pleno
despliegue de la existencia y por otro se tiene como fundamento al ser humano como un
sujeto sometido a las mismas leyes de la naturaleza (con el sentido trágico de la muerte).
Además, Feuerbach puntualiza que es el contenido natural del hombre el que posibilita
el impulso de su propio perfeccionamiento.
Ahora bien, como este impulso es de una fuerza extremada, puede llegar a
«desnaturalizar» al hombre. Se desprende de lo anterior que el hombre debe vivir en los
márgenes de su naturaleza, ya que en él está la posibilidad de su propia
desnaturalización. Es este impulso desnaturalizador el que podría leerse como la
dimensión utópica de la existencia del ser humano y el motor de su propia historia.
Feuerbach considera entonces que ―vanidad es […] toda especulación que quiera ir más
allá de la naturaleza y del hombre‖ (Feuerbach, 1984, pág. 85).
Si se quisiera graficar el giro Feuerbachiano en la dialéctica de lo finito-infinito, se
puede decir que si bien el desenlace de la negación de la negación era para Hegel la
manera en que la finitud alcanzaba el despliegue hacia el Absoluto, hacia el verdadero
infinito; para Feuerbach, solo mantiene el hegelianismo en la primera etapa de
posibilidad de dicho proceso, es decir, en que el infinito debe determinarse para no
terminar siendo un infinito sin contenido. Sin embargo, el despliegue producido por la
finitud produciendo el infinito no se conduce hacia el Absoluto, sino más bien se abre
hacia el hombre mismo. Se produce entonces la imposibilidad de un infinito vacío, ni
como momento analítico (explicativo) ni como realidad última de la esencia de la
finitud. Es esta última, la que se transforma en horizonte último y regulador de toda
infinitud. Parafraseando un poco a Hegel -si se me permite-, Feuerbach prefirió, desde
el puno de vista de Hegel, un finito abandonado a sí mismo ―sin sustento‖, en el
hombre, quizá en contestación un feuerbachiano sostendría que el único sustento de
Hegel es Dios por encima el hombre.
38
"Los filósofos no tienen más que disolver su lenguaje en el lenguaje ordinario, de donde han abstraído el suyo, y así
reconocerían que su propio lenguaje no es otra cosa que la deformación del lenguaje del mundo real; comprenderían
entonces que ni el pensamiento ni la lengua integran en sí una esfera independiente; advertirían que no son sino
deformaciones de la vida real", Karl Marx.(Rubel, 1970, págs. 170-171).
de la realidad, ambas relaciones del infinito y lo finito. Sería la propuesta de Hegel una
forma más acabada de la teología en torno a esta relación y por otra parte la de
Feuerbach –tal como lo considerara Hegel- sería la divinización del hombre, o el
hombre egoísta como indica Marx ¿Será este un subtítulo que busca decididamente dar
un verdadero estatus al otro, comenzando por apartar al mismo de síoserá la mera
inversión de Hegel para seguir sosteniendo un para sí ―más materialista‖?
Se puede apreciar entonces que Marx critica el idealismo de Hegel desde el
materialismo de Feuerbach y critica lo antropológico de Feuerbach desde la dialéctica
de Hegel. De manera que el ser no es, para Marx, ni la idea de Hegel ni el amor ni el
género de Feuerbach, sino la vida humana como praxis subjetiva, el ser como
producción, el ser es producción, el ser es objetivación de la subjetividad. Si el ser es
producción, el modo de vida de los individuos es la reproducción de la existencia física
de los individuos25 y posee comprobación empírica 26. Tal y como manifiestan su vida
los individuos, así son, así es su Ser. Por ende, ―el ser depende de las condiciones
materiales de su producción‖ (Marx E. , 1974, pág. 20). La objetivación de la
subjetividad en el capital es materia ontológica para Marx27: el ser es ontológico, es un
modo de la subjetivación del ser humano.
25
Cabe hacer una aclaración en torno al significado de la palabra ―determinación‖, antes de comenzar las
contraposiciones de Marx con Hegel y Feuerbach, ya que será un concepto que ronda muchos de sus
textos (el más emblemático de ellos es la Introducción de laContribución a la crítica de la economía
política) y que se ha prestado principalmente para la lectura estructuralista de Marx. Por ejemplo, que el
ser dependa de las condiciones materiales de su producción, es una referencia a esta relación entre el
hombre y su creación ontológica (como el capital). Según Marx explicita en La Ideología Alemana,
determinación significa influencia, en ningún caso refiere a la clásica concepción de causa efecto, sino
que es ya una ―relativización‖ de esa relación entre causa-efecto (demostraremos esto más adelante). Es
más, ya dentro de esa relativización, Marx agrega las determinaciones indirectas, que cómo se ha dicho,
no es la determinación indirecta que emana de la relación directa de la cual Marx se quiere despegar, sino
que emana de la relativización. Se podría entender que es una relación aún más indirecta. Cfr. (Marx E. ,
1974, pág. 19).
26
Hay que tener en cuenta que en el texto –La Ideología Alemana- tanto las condiciones dadas como las
engendradas, están pensadas como hechos, como pretéritos, es por ello que son constatables. Es todavía
en este proceso, un método enfocado en la comprensión del presente por medio de la reproducción de la
realidad. Pese a eso la tendencia a utilizar las herramientas conceptuales de Marx en cuestiones
proyectivas es y ha sido una gran tendencia dentro de los lectores de Marx, en especial de los marxistas;
por eso es preciso hacer este comentario.
27
Cfr. (Marx K. , 2007, págs. 8-20).
40
Una vez hechas estas aclaraciones preliminares sobre la lectura de ciertos conceptos que
se resignifican en el método dialéctico de Marx, comencemos entonces con el parágrafo
261 de la Filosofía del Derecho28 de Hegel, el cual es el primer parágrafo comentado
por Marx en su Crítica a la filosofía del Estado de Hegel29 y que, según algunos
especialistas, es el primer paso con el que Marx sacude el edificio hegeliano pero
sucumbe al hegelianismo y rompe de manera radical con él y con los principios que
dominan, desde Grecia, la filosofía occidental30.
En la crítica a este parágrafo Marx invita a hacer un acercamiento en la relación y al
significado de necesidad externa por parte de Hegel. Marx interpreta que, frente a la
esfera de la familia y de la sociedad civil, el Estado es por una parte una ―necesidad
externa‖, un poder por el cual las ―leyes‖ y los ―intereses‖ le están ―subordinados y
dependen de él‖: ―¡Por ―necesidad externa‖ se puede entender únicamente que las
―leyes‖ y los ―intereses‖ de la familia y de la sociedad deben ceder en caso de colisión,
ante las ―leyes‖ y los ―intereses‖ del Estado‖ (Marx K. , 1968, pág. 12). Si se lee lo
anterior a la luz de la exposición del infinito verdadero hegeliano, se puede comprender
que lo que está haciendo Marx en este punto es precisamente cuestionar que la finitud –
representadas en la sociedad civil y la familia- a esta escala tenga necesariamente que
corresponder al Estado y acomodarse al mismo y sus fines. Sería esta la primera
arbitrariedad de la lógica del verdadero infinito en su ámbito concreto.
28
El parágrafo 261 tiene el siguiente contenido: ―Frente a las esferas del derecho y del bienestar privados,
de la familia y de la Sociedad Civil, por una parte, el Estado es una necesidad externa, el poder superior al
cual están subordinados y dependientes las leyes y los intereses de esas esferas; mas, por otra parte, es su
fin inmanente y radica su fuerza en la unidad de su fin último universal y de los intereses particulares de
los individuos, por el hecho de que ellos frente al Estado tienen deberes en cuanto tienen, a la vez,
derechos‖ (Hegel, 1968, pág. 216).
29
Este manuscrito es de suma importancia para quienes se introduzcan en la separación de Marx respecto
a su maestro Hegel, ya que las partes que se conservan contienen el análisis de los parágrafos 261 a 313
de la Filosofía del Derecho de Hegel. Marx, expone sus ideas comparándolas oración por oración con las
de Hegel.
30
Cfr. (Henry, 2011, págs. 31-32)
41
del interés particular de los individuos debe consistir en que sus deberes con respecto al
Estado y sus derechos sobre el Estado son idénticos (en que, por ejemplo, el deber de
respetar la propiedad coincide con el derecho a la propiedad)‖ (Marx K. , 1968, pág.
13). Asimismo comenta que esta problemática es una antinomia no resuelta en Hegel.
Sería su tendencia hacia el Estado lo que haría que las esferas finitas del mismo
pudieran llegar a tal coincidencia en el respeto de la propiedad. Para Marx, en la teoría
de Hegel el Estado parece ser fundamental para dicha conciliación:
―(…) la familia y la sociedad civil son concebidas como esferas ideales del Estado,
como las esferas de su finitud, como su finitud. El Estado es el que se divide en ellas,
quien las presupone y lo hace ―para surgir de su idealidad como espíritu real infinito
para sí‖. ―Se divide para...‖ ―Atribuye pues a estas esferas la materia de su realidad, de
modo que esta atribución, etc., aparece mediatizada‖ (Marx K. , 1968, pág. 14).
De manera que la realidad del Estado aparece invertida e innecesaria, es decir, en Hegel
el Estado es la mediación que logra conciliar las esferas, que las cuales surgen deél
mismo como su finitud: esta la eticidad hegeliana. Es entonces un Estado con una
predeterminación que hace que las esferas del mismo actúen determinadamente hacia su
conciliación con el Estado, un Estado centrípeto:
―La idea llamada ―idea real‖ (el espíritu en tanto que espíritu infinito, real) está
representada como si actuase de acuerdo a un principio determinado y en una intención
determinada. Ella se divide en esferas finitas ―para reintegrarlas en sí, para ser para sí‖;
lo hace ―para sí‖ y lo hace de tal manera que es precisamente como es realmente‖ (Marx
K. , 1968, pág. 14).
32
De hecho es una realidad interna al idealismo: ―El empirismo vulgar tiene como ley no su propio
espíritu, sino un espíritu extraño; por el contrario, la idea real tiene como existencia no una realidad
desarrollada en ella misma, sino el empirismo vulgar. La idea es subjetivada. La relación real de la
familia y de la sociedad civil con el Estado es concebida como su actividad interior imaginaria‖ (Marx K.
, 1968, pág. 14).
43
sustento propio –como habría denunciado Feuerbach- sino que se convierten en meras
determinaciones de la idea, son la materia del Estado 33, el elemento actuante, el cuerpo
de la infinitud verdadera, cuando en realidad deberían –por ejemplo en Feuerbach- ser
concebidas al revés: el Estado como materia o contenido de la familia y la sociedad
civil. ―Son determinaciones planteadas por un tercero y no son determinaciones propias;
y por esto están determinadas como ―finitud‖ como la finitud misma de la ―idea real‖
(Marx K. , 1968, pág. 16). Según parece Marx ha encontrado el límite existencial
(epistemológico) de la idea absoluta, precisamente la idea que no puede tener dicho
límite.
Y los individuos no están fuera de esta consideración, ya que para Hegel,
―(…) los individuos en tanto que multitud‖ (la materia del Estado es aquí ―los
individuos, la multitud‖, ―por ellos está compuesto el Estado‖, ésta su existencia es
expresada aquí como un hecho de la idea, como una ―repartición‖ que opera con su
propia materia (…) existe como miembros de la familia y de la sociedad civil; la
especulación enuncia el hecho como hecho de la idea, no como la idea de la multitud,
sino como hecho de una idea subjetiva, diferente del mismo hecho) (Marx K. , 1968,
pág. 16).
Es así como el hecho empírico es resignificado dentro del idealismo como resultado
místico. Aparentemente, perdió el escape propio del resultado empírico que remitía
siempre fuera de sí, sin una intensión predeterminada. La transición de la familia y la
sociedad civil al Estado político no es deducida del ser particular de la familia, etc., y
del ser particular del Estado, sino de la relación universal de necesidad y de libertad, a
partir de la idea o lo universal, que en este plano –en Hegel- vendrían a ser lo mismo en
la lectura de Marx. Es por ello que Hegel, descubre en el Estado un organismo, ya que
debe contener el despliegue, la conexión de las contradicciones en el interior de su
despliegue, el Estado es la semilla de la flor. La finitud hegeliana se vuelve tautológica
según Marx34.Sin embargo, la consideración del Estado político como organismo (como
33
Esto se puede constatar en el parágrafo 262 que tiene el siguiente contenido: "La idea real, el Espíritu,
que se divide a sí mismo en las dos esferas ideales de su noción, la familia y la sociedad civil,
consideradas como su finitud para surgir de su idealidad como espíritu real infinito para sí, atribuye, pues,
a esas esferas la materia de ésta su realidad finita, los individuos en tanto que multitud, de suerte que en el
individuo esta atribución aparece mediatizada por las circunstancias, por el arbitrio y la propia selección
de su determinación.‖ (Hegel, 1968, pág. 216).
34
―Es tautología pura decir que los aspectos diferenciados de un organismo están en conexión necesaria,
que se desprenden de la naturaleza del organismo. También es tautológico decir, una vez que la
constitución política ha sido determinada como organismo, que los aspectos diferenciados de la
constitución, los diversos poderes, se relacionan unos con otros como determinaciones orgánicas, de que
44
Todo esto sería producto de una transición formal35, la cual artificialmente establece las
relaciones –relaciones entre las esferas del Estado con el Estado mismo que Marx no
niega, pero que considera que la mediación hecha por Hegel no explica su ligazón y se
transforma en una mediación que pierde su razón de ser. Cuestión que tiene fuertes
consecuencias para toda la representación hegeliana de la realidad, ya que ―lo universal‖
(lo universal es aquí lo mismo que la idea) ―se produce continuamente y como son
determinadas por la naturaleza del concepto, lo universal se produce necesariamente y
se conserva, dado que también es presupuesta su producción‖ (Marx K. , 1968, pág. 21).
Vemos cómo para Marx es a todas luces incómodo el escenario presupuesto por Hegel,
donde los despliegues específicos de la finitud se difuminan pasando a ser un género
están en relación racional‖ (Marx K. , 1968, pág. 19). Esto según hemos visto en el capítulo anterior tiene
una profunda influencia feuerbachiana.
35
Ya que ―no existe un puente que permita pasar de la idea general del organismo a la idea determinada
del organismo del Estado o de la constitución política y nunca se podrá instalar semejante puente‖ (Marx
K. , 1968, pág. 22). El subrayado es nuestro.
45
Luego de dar cuenta de la mistificación por medio de una mediación formal de Hegel,
Marx cuestiona entonces lo que le ha incomodado durante toda la argumentación
hegeliana y que es el motivo que provoca que su fin inmanente (la coincidencia del
Estado con sus esferas y estas con sus poderes o más bien dicho, que el interés general
sea la existencia de intereses particulares) no pueda ser representado ni explicado de una
manera real y con transiciones reales, es decir, el plano teológico de toda la lógica de
Hegel, horizonte que a juicio de Marx devela todo el carácter místico de la lógica
hegeliana y está en completa consonancia con el mismo:
―Su suerte está predestinada más bien por la ―naturaleza del concepto‖ y fijada en los
registros sagrados de la Santa casa (la lógica). El alma de los objetos, aquí del Estado,
está completamente lista, predestinada por su cuerpo que, a decir verdad, no es más que
apariencia. El ―concepto‖ es el hijo en la ―idea‖, en Dios Padre; es el agens, el principio
determinante, diferenciado. La ―idea‖ y el ―concepto‖ son aquí abstracciones
personificadas‖ (Marx K. , 1968, pág. 23).
Detengámonos por un momento en dos aspectos. Podría leerse que lo que está
planteando Marx es aún una tesis hegeliana desde el punto de vista de que está
buscando la homogeneidad entre la sociedad civil y el Estado. Sin embargo, a nuestro
juicio hay dos cosas que impiden esta interpretación de Marx: 1)que para Marx el
Estado se funda en la idea de propiedad privada y que esta última es irreconciliable con
los intereses universales y 2) Que los aspectos finitos –desde el punto de vista de Hegel-
como lo son la sociedad civil y la familia, tengan que tener sentido por sí solos y
desplegarse activamente independientes de la mediación del Estado 36 (cuestión que no
36
Recordemos que en la lectura de Marx sobre Hegel, ―la sustancia aparece dividida en realidades o
actividades independientes, pero esencialmente determinadas‖ (Marx K. , 1968, pág. 24).
46
solo invierte la relación finito-infinito, sino que además las ―despega‖ de su relación
tautológica37).
Si bien es cierto, y pese a toda la crítica que Marx hace sobre Hegel, se puede
considerar que la coincidencia que Marx está identificando como válida entre el la
sociedad civil, la familia y el Estado, podría interpretarse como orgánica –como en el
caso de Hegel- cabe destacar que Marx hace énfasis en que una ―explicación natural‖ no
da cuenta de la especificidad de lo político, sino que esta solamente lo toma desde el
punto de vista general y por ende no llega a su realidad específica.
Esta nueva inversión de la concepción de las relaciones establecida por Marx, nos lleva
a pensar que, sumado a los dos puntos anteriores, la concepción de desarrollo de la
cuestión política no se corresponde con la noción de dialéctica de la naturaleza (o de la
vida) como la expone Hegel, sino que la concreción de estas relaciones políticas entre
los hombres carece de toda predeterminación esencial. No es la historia de la semilla
que germina y cuyos despliegues pueden ser explicados anticipadamente por el
contenido de su semilla (y corresponder siempre a la sustancia de la misma), sino por el
contrario, pareciera ser que son variables completamente libres que hacen colisión
originando un punto de coincidencia que puede llegar a ser comprendido, que tiende un
puente entre la razón y la realidad.
Esta colisión, forma parte de un enjambre que puede ser percibido como tal por la
conciencia y sería condición de posibilidad de la comprensión misma del mundo y del
fenómeno humano. En consecuencia, ya si es posible lo anterior, también sería posible
identificar el movimiento producido luego que se establecieran las relaciones entre las
variables mencionadas (su concreción ontológica). Marx descubrió que Hegel encontró
la caracterización general del movimiento, ―la forma‖ correcta de la dialéctica, pero no
desarrollada en la especificidad de la realidad, por ende, una suerte de dialéctica
general.
Al respecto Marx escribió: ―mi método de exposición no es el mismo de Hegel, pues yo
soy materialista y Hegel es idealista. La dialéctica de Hegel es la forma fundamental de
37
―Es evidente que cuando los asuntos y actividades particulares son calificados como asuntos y
actividades del Estado, asuntos del Estado y poder de Estado no son propiedad privada, sino propiedad
del Estado. Eso es una tautología‖ (Marx K. , 1968, pág. 30). A partir de esto podríamos decir al respecto
que la burguesía, en realidad no protege al individuo, sino que es una clase que demanda la necesidad de
la propiedad reconocida en el Estado. La burguesía vendría a ser el individuo para el Estado, es más la
burguesía vendría a reivindicarse como particularidad solo en el Estado.
47
38
Ya que según Marx en Hegel ―se ha tomado como punto de partida la ―idea‖ o la ―sustancia‖ como
sujeto, ser real, el sujeto real no aparece más que como el último predicado del predicado abstracto‖
(Marx K. , 1968, pág. 26).
39
Según Michel Henry, ―Marx reconoce el fondo de la filosofía alemana, la explicación ―última‖ de su
panteísmo, de la necesaria inclusión de la naturaleza en el espíritu para volverlo posible‖ (Henry, 2011,
pág. 33).
48
comienzan a mostrarle a Marx que tanto el individuo como sus mercancías superan la
forma estatal –de hecho chocan con el Estado- y pasan a difuminar sus barreras
generando un capital global.
Esta idea de superación del Estado y sociedad civil como horizontes del análisis de la
realidad se puede ver en la décima tesis sobre Feuerbach: ―El punto de vista del
materialismo antiguo es la sociedad civil; el del materialismo moderno, la sociedad
humana o la humanidad social‖ (Marx E. , 1974, pág. 668). La humanidad globalizada.
Sin embargo, aún en este punto puede decirse que el capitalismo global, es una forma de
estado superior que ha trascendido los límites del Estado tradicional, pero para Marx,
este nuevo estado (el global), es la demostración histórica y actual de que el despliegue
de la individualidad trasciende los límites del Espíritu Absoluto o del estado prusiano
como forma concreta de la Idea. Sin embargo, al ser el mundo y lo propiamente humano
comprendido por los individuos como un fenómeno de doble raíz, natural/espiritual
como en Hegel, su desenvolvimiento objetual dentro de la ontología del capital ha
terminado siendo su único desarrollo posible 40.
La necesidad del socialismo y su desarrollo hasta el comunismo –como lo exponen los
textos políticos del viejo Marx, no son más que el desarrollo de la idea de la
subjetivación del hombre en la objetivación de una ontología de doble raíz (muy
hegeliano en cuanto al fin inmanente del Estado), donde en la etapa final (el
comunismo), el hombre daría con la coincidencia consigo mismo en todos los planos
(individual, particular, general y universal).
Sin embargo, según el propio Marx, este es el escenario mínimo para que comience
recién la historia del hombre, una historia radicalmente distinta a la actual prehistoria,
que ni el propio Marx quiso decir mucho sobre la misma. Para llegar a esta
interpretación es necesario leer en Marx una suerte de resignación ante el desarrollo del
hombre en el mundo, es decir, que bajo la forma de comprensión que tiene la
humanidad de sí misma y con los experimentos históricos y sociales que surgen de ella,
todo indicaba para Marx que si no se intervenía con un método real a toda la
40
Es por ello que da la impresión a muchos hegelianos de que Hegel tenía razón en cuanto al
desenvolvimiento de la finitud en la Idea, ya que aunque no se quiera, el desenvolvimiento del hombre en
la ontología del capital ha resultado ser –en términos generales- una objetivación de la subjetividad.
Justamente lo que Marx indica como la parte alienada de la identidad desarrollada por Hegel. En defensa
de Hegel, se puede decir que este nunca quiso hacer una filosofía que apuntara a la justicia sobre la
realidad, sino que a constatar el movimiento de la realidad y según parece ha sido justamente un
despliegue general de la alienación.
49
humanidad, el desenvolvimiento general del ser en el mundo no iba a ser otra que el
eterno desarrollo ideal del hombre en el mundo, constreñido y condenado al mismo por
la bestia creada por el propio hombre, ahora convertida en su amo. Amo que pasó de ser
la violencia dada en la posesión, luego en la apropiación (propiedad privada),
posteriormente en la propiedad estatal y luego en la global del capitalismo con
propiedad privada generalizada (como una expresión bastante acabada de la violencia
del ser).
A juicio de Marx, en la filosofía de Hegel,
―El trabajo filosófico no consiste en que el pensamiento se encarne en determinaciones
políticas, sino en que las determinaciones políticas existentes se volatilicen en
pensamientos abstractos. El momento filosófico no es la lógica del objeto, es el objeto
de la lógica. La lógica no sirve para probar el Estado, sino que, por el contrario, el
Estado sirve para probar la lógica‖ (Marx K. , 1968, pág. 26).
Por tanto,
―La sustancia debe ‗dividirse en diferencias ideales que, por esa sustancialidad, son
también determinaciones reales fijas‘. Esta frase —la esencia— pertenece a la lógica y
es terminada antes de la filosofía del derecho‖ (Marx K. , 1968, pág. 27).
Esto podría ser una de las consideraciones más claras del idealismo hegeliano y su
contenido apriorístico. Ante lo anterior, Marx debate la modulación adecuada de la
individualidad en la ontología, representada bajo su óptica de manera real, aunque es
justo aclarar que más que establecer categorías propias está echando abajo el edificio
hegeliano. De manera que Marx se concentra en el rescate de la individualidad, del resto
de los integrantes del Estado, ya que Hegel solo veía esta determinación para el
soberano41:
―Los asuntos y actividades del Estado están ligados a individuos (el Estado no es activo
más que por medio de individuos); no el individuo físico, sino el individuo político,
tomado en su condición de miembros del Estado (…) Están ligados más bien por un
vinculumsubstantiale, por una cualidad esencial del individuo‖ (Marx K. , 1968, pág.
30).
Esta cualidad de la que habla Marx, puede ser considerada como el punto que posee el
individuo con su ser social, con su ascensión a la particularidad, sin embargo,
41
Cfr. ―El poder del soberano encierra en sí los tres momentos de la totalidad (§ 272); la universalidad de
la constitución y de las leyes; la deliberación como relación de lo particular con lo universal; y el
momento de la decisión final como autodeterminación a la cual retorna todo momento y de la cual se
toma la iniciación de la realidad.
Este absoluto autodeterminarse constituye el principio distintivo del poder del soberano como tal, que se
debe desarrollar como preferente‖ (Hegel, 1968, pág. 234).
50
Podría decirse que Marx está desarrollando su infinito político, considerando este –a
diferencia de Hegel- un despliegue del individuo que poco tiene que ver con el
encaminarse a una esencia determinada.Es por ello que Marx insiste en la idea de que
Hegel no puede dar solución a la contradicción entre lo particular y lo universal y
menos aún a lo individual. Lo anterior tanto en el plano de la totalidad, como en el del
hombre concreto, ya que en esta última dimensión se experimenta como un
desgarramiento entre lo que hay en él de ente particular(en el ciudadano) y como
individuo (hombre privado en Hegel, ya que su fundamento es la propiedad privada).
Hegel, bajo la interpretación de Marx, hace del individuo un ente particular, a su vida
colectiva en el Estado sin pesar críticamente que el fundamento mismo del individuo y
por ende un presupuesto de su colectividad es precisamente el de la propiedad privada,
la cual es el origen de las luchas de clase y las contradicciones de las cuales quiere
hacerse cargo Hegel con su teoría del Estado. La crítica a Hegel entonces, desborda la
mera inversión de la dialéctica hegeliana, ya que en definitiva lo que hace Marx, es: 1)
criticar al Estado como mediador válido y necesario, 2) critica el fin inmanente de todo
el sistema ontológico de Hegel que avanza hacia el Espíritu Absoluto porque según
Marx, Hegel no demuestra dicha relación entre las esferas y el Estado, 3) Marx sostiene
que dentro de los presupuestos hegelianos, el individuo y la sociedad son
irreconciliables, por tanto la conciliación de las esferas en el Estado y por ende la
realización del infinito verdadero hegeliano no son posibles ni menos reales, 4)
cuestiona firmemente que la realidad deba adecuarse a los conceptos y sus mediaciones,
sino que estas últimas solo son en la medida que se efectúan, por tanto, no es la Lógica
de Hegel la que debe tomar cuerpo en la comprensión de la realidad, sino que es la
realidad misma y la acción del infinito político los que hacen posible las concreciones
reales, y de ellas mismas debe emanar toda lógica.
Es en el cuarto punto donde se puede inferir que hay hegelianismo en Marx, porque
establece que una coincidencia entre Razón y Realidad. Sin embargo, la concreción
lógica que surge de dicha coincidencia, no es apriorística como en Hegel, sino por el
51
contrario, requiere que dichas variables colisionen y muestren en las relaciones que
establezcan entre ellas –producto de esta colisión- su verdadera naturaleza, la cual no
responde a ningún canon preestablecido. Podríamos decir que en esta colisión aparece la
fuerza relacional marxiana, la cual es una suma, expresada en el presente, cargada del
pretérito que es para Marx constatable, pero que bajo ningún motivo se explica su
naturaleza y su concreción por la consecución histórica de su acontecimiento, sino que
por las relaciones que establece en su propio accionar, en su propio devenir. Estas
relaciones forjan una Totalidad.
Coincidiremos entonces con la apreciación de C. Smith respecto a los manuscritos
matemáticos de Marx comparados con los de Hegel en torno a la idea de infinito (de su
ensayo Hegel, Marx and thecalculus), donde este concluye que:
―Where Hegel saw ‗Spirit‘ as the ‗infinite Idea‘, Marx grasped the infinite experience of
humanity as the highest form of the infinite movement of matter. The development of
human powers of production meant the continual penetration of this movement in all its
continually-changing forms and interconnections‖ 42 (Marx K. , 1983, pág. 263).
Para Marx la más moderna de las totalidades será el capitalismo, aunque cabe señalar
que su obra El Capital es un estudio del desarrollo del capitalismo en Europa
occidental43. Y podríamos agregar que estas abstracciones encarnan realidades y
totalidades que a juicio de Marx no permiten situar el proceso de intelección de la
realidad en la colisión misma y por ende no permiten la crítica despiadada de todo lo
existente44, ya que ―La humanidad, para hacerse perdonar sus culpas, no tiene más que
42
Donde Hegel vio "Espíritu" como la "Idea infinita ', Marx comprendió la experiencia infinita de la
humanidad como la forma más alta del movimiento infinito de la materia. El desarrollo de las fuerzas
humanas de producción significó la penetración continua de este movimiento en todas sus formas
continuas de cambio e interconexiones‖. Traducción propia.
43
Ante la consulta de los populistas rusos respecto a la aplicación de las proposiciones de El Capital a la
realidad rusa, Marx les contesta por medio de una carta a V. Zassoulitch el 8 de marzo de 1881, que toda
la fatalidad histórica que puede leerse en esos pasajes de su obra remiten solamente a Europa occidental.
Cfr. (Rubel, 1970, págs. 330-334).
44
Marx [25 años] en 1843 escribió a su amigo, Arnold Ruge, en respuesta a una carta que este último le
declarara que se reconocía ateo, que ―La filosofía se ha popularizado y la demostración más evidente de
ese fenómeno la constituye su implicación, no sólo exterior sino también interiormente, en el tormento
mismo de la lucha. Si la construcción del futuro y la invención de una fórmula perennemente actual no es
obligación nuestra, tanto más evidente resulta que tenemos que actuar sobre el presente, a través de la
crítica radical de todo lo existente, radical en el sentido de que la crítica no se asusta ni frente a los
resultados logrados ni frente al conflicto con las fuerzas existentes.
Esta es la razón por la que nosotros no tendríamos que alzar ninguna bandera dogmática; todo lo
contrario. Tenemos que intentar acudir en ayuda de los dogmáticos, a fin de que se aclaren a sí mismos
sus propios principios‖ (Marx R. , 1970, págs. 66-67). El subrayado es nuestro.
52
declararlas en cuanto tales.‖ (Marx R. , 1970, pág. 69). En este sentido C. Smith nos
entrega una nueva pista:
―The knowledge of each individual man or woman is limited, as is the knowledge of the
entire race at any particular time. But in the struggle against nature, each finite person
expresses in himself the unlimited potential of mankind to master nature, and through
this the all-sided movement of matter of which he is a part.
That is why the positivist and the empiricist, who know only their own ‗experience‘,
face for them insoluble ‗problem of induction‘. Since they can never live long enough to
‗experience‘ the infinite — count it, or measure it, or classify it — they must deny its
actuality. Consequently, they can never grasp the essential universality of a law, and are
walled off from universal movement and all-sided interconnection‖45 (Marx K. , 1983,
pág. 263).
45
"El conocimiento de cada hombre o mujer es limitado, al igual que el conocimiento de la totalidad de la
raza sobre cualquier momento en particular. Pero en la lucha contra la naturaleza, cada persona finita
expresa en sí mismo el potencial ilimitado de la humanidad para dominar la naturaleza, y por medio de
esto, el movimiento de todas las caras de la materia de la que forma parte.
Es por eso que el positivista y el empirista, que sólo conocen su propia "experiencia", se enfrentan al
"problema de la inducción" para ellos insoluble. Ya que no pueden vivir el tiempo suficiente para
'experimentar' el infinito - contarlo, medirlo, o clasificarlo - deben negar su realidad. Por lo tanto, no
pueden comprender la universalidad esencial de una ley, y están fuera de los límites del movimiento
universal y la interconexión de todos los lados‖. Traducción propia.
46
"Toda la dificultad en la comprensión del operador diferencial (como en la negación de la negación en
general) consiste en ver cómo este último se diferencia de un simple procedimiento y por lo tanto conduce
a resultados reales‖. Traducción propia.
53
por ello, que en la tesis 1 sobre Feuerbach, Marx establece su diferencia respecto a la
búsqueda de Feuerbach y la de Hegel en cuanto a la concepción de la coincidencia:
―La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach)
reside en que sólo capta la cosa (Gegenstand), la realidad, lo sensible, bajo la forma del
objeto(Objekt) o de la contemplación(Anschauung), no como actividad humana
sensorial, como práctica; no de un modo subjetivo. De ahí que el lado activo fuese
desarrollado de un modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo,
el cual, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, en cuanto tal. Feuerbach
aspira a objetos sensibles, realmente distintos de los objetos conceptuales, pero no
concibe la actividad humana misma como una actividad objetiva(gegenständliche). Por
eso, en La esencia del cristianismo, sólo se considera como auténticamente humano el
comportamiento teórico, y en cambio la práctica sólo se capta y se plasma bajo su sucia
forma judía de manifestarse. De ahí que Feuerbach no comprenda la importancia de la
actividad ―revolucionaria‖, de la actividad ―crítico-práctica‖ (Marx E. , 1974, págs. 665-
666).
47
Para que no quepa duda, leer la siguiente carta de Marx a Feuerbach, ―Estoy contento de encontrar una
oportunidad de expresarle la gran admiración y —permítame la palabra— el amor que siento hacia usted.
Sus Principios de la filosofía del futuro y La esencia de la fe en sentido luterano son, en todo caso, y a
pesar de su limitada extensión, de más importancia que toda la literatura alemana actual junta. En estos
trabajos, ha dado usted —no sé si intencionalmente— una base filosófica al socialismo y los comunistas,
además, han comprendido inmediatamente estas obras en este sentido. La unidad del hombre con el
hombre, que está basada en la diferencia real entre los hombres, el concepto de una especie humana
descendida del cielo de la abstracción a la tierra real, ¿qué puede ser esto, más que el concepto de
sociedad?‖ citado como: K. MARX (1962): FrüheSchriften (eds. J. Lieber y P. Furth), Cotta-Verlag,
Stuttgart en (Gil, 2009, pág. 214).
54
Por eso para Marx, Feuerbach no es capaz de ver la actividad sensorial como una
actividad sensorial humana, porque no es capaz de comprenderla socialmente, en sus
relaciones actuales, como realidad 48, es un liberal; no es capaz de concebir que el ser
humano se desenvuelve en un ser, y que este ser es el tipo de sociedad a la que
pertenece:
―Feuerbach no ve, por tanto, que el ―sentimiento religioso‖ es, a su vez, un producto
social y que el individuo abstracto que él analiza pertenece a una determinada forma de
sociedad‖ (Marx E. , 1974, pág. 667).
Estas sociedades, -en esta esfera del despliegue de dicho ser- corresponden a los modos
en que el ser humano se establece con otros de un modo aún objetual (aunque a su vez
existencialmente). Es por ello, que para Marx es preciso rescatar la dialéctica hegeliana
para comprender los fenómenos sociales. Por ejemplo, la negación de la negación tendrá
otro lugar y un alcance más limitado que en Hegel. A saber: será fundamental para
comprender el movimiento del ser en tanto que ente -como en el caso de El Capital-,
pero pareciera que no dice mucho respecto a una supuesta verdadera naturaleza del ser
humano, la cual estaría más allá del comunismo (estadio último del ser como ente como
48
Tesis quinta sobre Feuerbach: ―Feuerbach no se da por satisfecho con el pensamiento abstracto y
recurre a la contemplación (Anschauung); pero no concibe lo sensorial como actividad sensorial-humana
práctica‖ (Marx E. , 1974, pág. 667).
55
Hemos llegado a un punto donde se hace necesario entonces comenzar a urdir poco a
poco las concepciones fundamentales por medio de las cuales Marx logra establecer el
vínculo entre la realidad y su representación. Es decir, si bien en el apartado anterior
queda expresa la crítica de Marx a la irrealidad del infinito verdadero hegeliano–una
abstracción formal en lenguaje marxiano-, será momento de conducir nuestra lectura al
Marx de los Grundrisse, para poder establecer el tipo de resignificación que este hace
de las categorías originalmente hegelianas pero desnaturalizadas y dentro de un nuevo
lenguaje que estará dotado de una noción de exterioridad y crítica a la ontología.
Recordemos entonces que para Marx el sentido de la crítica es que siente las bases para
reconocer la realidad y no el momento de establecer sentencias como dogmas: ―La
crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las
cadenas sin fantasía ni consuelo, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores
vivas‖ (Marx R. , 1970, pág. 102). Y para Marx esto es novedoso precisamente porque
49
Recordemos que así llamaba Marx a lo que nosotros comúnmente conocemos por Historia, la cual está
marcada por las comprensiones ideológicas del mundo producidas por la lucha de clases.
56
―La razón ha existido siempre, pero no siempre en forma racional‖ (Marx R. , 1970,
págs. 67-68).
Podremos apreciar en toda la resignificación realizada en losGrundrisse– aunque solo
profundizaremos en una parte- que conviven por un lado el lenguaje hegeliano
desnaturalizado –o fuera del contexto hegeliano- y por otro, al infinito marxiano de lo
práctico como lo ético,eticidad marxiana marcada por la exterioridad del proletariado,
en tanto que motor de la totalidad del capital (o trabajo muerto) y por su cualidad de
trascender las barreras de dicha totalidad a la cual pertenece, pero cabe señalar que la
ética marxiana no es idéntica a la del proletariado 50.
Porque recordemos que para Marx el objeto de su estudio es una sociedad determinada,
la moderna sociedad burguesa, por ende, la producción en general es el primer paso en
su objetivo de dar cuenta de aquella sociedad burguesa, pero este primer paso no es tal
por su supuesto origen histórico que puede caer en robinsonadas, tales como las de
Smith o Ricardo.
Para Marx es de suma importancia, la afección del pasado en el presente, pero un
pasado trazado desde la concreción real de las variables coexistiendo en el presente. En
efecto, nunca encontramos un hombre ―solo‖ en el que la producción significara un
primer acto anterior a toda distribución o intercambio; es decir, anterior a la sociedad,
sea la familia, el clan, la tribu. Esta condición social es la base para afirmar que una
determinada fase histórica y su economía están socialmente determinadas. Es necesario
en este punto precisar que Marx está utilizando el término <determinación> en dos
sentidos, cuando se refiere a determinada fase histórica se refiere a la forma en que
Hegel la utiliza en su Lógica. En cambio, al hablar de ―socialmente determinadas‖, se
refiere a la determinación como influencia, terminología que como hemos señalado
acuñó en la Ideología Alemana y que da mayor plasticidad a la relación lógico-real de
las variables que al relacionarse producen la realidad existente, profundizaremos sobre
este punto más adelante51.
50
Cabe señalar que losGrundrisse, bajo ningún punto de vista son una obra de Marx, sino que forma parte
de sus apuntes metodológicos sobre economía donde Marx da cuenta de su ―punto de partida
metodológico‖ para acceder a la realidad.
51
Según Marx explicita en La Ideología Alemana, determinación significa influencia, en ningún caso
refiere a la clásica concepción de causa efecto, sino que es ya una ―relativización‖ de esa relación entre
causa-efecto. Es más, ya dentro de esa relativización, Marx agrega las determinaciones indirectas, que
cómo se ha dicho, no es la determinación indirecta que emana de la relación directa de la cual Marx se
57
Cómo hemos visto en la Crítica a la Filosofía del Estado de Hegel, para Marx es crucial
resignificar lo que es considerado como real y concreto y por ello diferente de la
abstracción formal. De esta manera, ya en páginas tempranas critica que los
economistas comienzan su método de manera arbitraria, es decir, desde lo abstracto
(agregamos formal) y terminan topándose con una representación carente de realidad o
tergiversando la misma52:
―Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ej., en
la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción
en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela (como)
falso (…) Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del
conjunto (…) de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles
hasta alcanzar las determinaciones más simples (…) Los economistas del siglo XVII, p.
ej., comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el estado, varios
estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto
número de relaciones generales abstractas determinantes‖ (Marx K. , 2007, pág. 21).
quiere despegar, sino que emana de la relativización. Se podría entender que es una relación aún más
indirecta. Cfr., en (Marx E. , 1974, pág. 19)
52
Si se quiere leer directamente este pasaje sobre el método de la economía política; Cfr. (Marx K. ,
2007, págs. 21-30) y desde el alemán en (Marx K. , 1974, págs. 21-29).
53
En este punto, Marx ya hace ver que lo que él llama representación caótica, es ya una producción del
pensamiento sobre la realidad que posee una independencia sobre este, es arbitraria respecto al mismo.
58
lo concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de
concebir lo real como resultado del pensamiento54‖ (Marx K. , 2007, pág. 21).
Pero Marx aclara que este retorno no es de ningún modo el corazón mismo de lo real,
sigue siendo una reproducción espiritual de lo real: ―el método que consiste en elevarse
de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse lo
concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo
el proceso de formación de lo concreto mismo‖ (Marx K. , 2007, pág. 22). Se puede
apreciar cómo se diferencia claramente que ―lo concreto mismo‖ posee cierta
arbitrariedad respecto al pensamiento, incluso en el pensamiento que logra reproducir su
naturaleza como el que pretende Marx.
Por ejemplo, el valor de cambio –categoría analítica simple- se juega su existencia como
categoría bajo un contexto concreto, ―bajo la forma de relación unilateral y abstracta de
un todo concreto y viviente ya dado‖ (Marx K. , 2007, pág. 22). El valor de cambio no
es un modo en que la realidad se da, sino que un producto del desenvolvimiento de la
realidad, pero para ello debe contener múltiples determinaciones y no una mera
abstracción general dada por una lógica predeterminada que va acomodando las
determinaciones reales dadas a su aparato conceptual y categorial como en Hegel.
Ahora bien, según Marx, el momento de conexión de la totalidad concreta con la
totalidad del pensamiento radica en que esta última ―es un producto del trabajo de
elaboración que transforma intuiciones y representaciones en conceptos‖ (Marx K. ,
2007, pág. 22). Es de hecho, ―pensamiento abstracto, que se eleva de lo simple a lo
complejo‖ (Marx K. , 2007, pág. 23). Pero este trabajo de representación no es
suficiente incluso para ese mismo método y es por ello que:
―El sujeto real mantiene, antes como después, su autonomía fuera de la mente, por lo
menos durante el tiempo en que el cerebro se comporte únicamente de manera
especulativa, teórica. En consecuencia, también en el método teórico es necesario que el
sujeto, la sociedad, esté siempre presente en la representación como premisa‖ (Marx K.
, 2007, pág. 22). El subrayado es nuestro.
Si se toma en cuenta que Marx sintetiza en la necesidad del método (el correcto) de
situar como premisas tanto al sujeto como la sociedad, se puede notar que la
representación marxiana nose reduce–tal como apuntamos respecto al segundo punto de
la interpretación del retorno- la representación analítica inconexa de la totalidad, sino
54
―Este último es, manifiestamente, el método científico correcto‖ (Marx K. , 2007, pág. 21) .
59
55
―la cooperación, una división desarrollada del trabajo‖ (Marx K. , 2007, pág. 23)
60
los miembros en el interior de una misma y única comunidad‖ (Marx K. , 2007, pág.
24).
El dinero, debe circunscribirse de un modo social total, debe impregnar todas las
relaciones económicas, dominar en la totalidad de la esfera del trabajo, de lo contrario
es una particularidad que no constituye universalidad, un modo de individualidad social.
En esta misma línea Marx toma el concepto de trabajo, el cual considera que parece ser
una categoría simple, aunque a su juiciola luz de la economía es muy moderna.
Así,rescata la evolución de las interpretaciones que los pensadores hicieron de esta,
pasando por los fisiocráticos –quienes daban importancia al trabajo como trabajo de la
agricultura como generador de riqueza-, luego destaca a Smith por pasar de dicho
trabajo determinado al trabajo en general. De manera que:
―La indiferencia frente a un género determinado de trabajo supone una totalidad muy
desarrollada de géneros reales de trabajos, ninguno de los cuales predomina sobre los
demás (…) La indiferencia por un trabajo particular corresponde a una forma de
sociedad en la cual los individuos pueden pasar fácilmente de un trabajo a otro y en la
que el género determinado de trabajo es para ellos fortuito y, por lo tanto, indiferente‖
(Marx K. , 2007, pág. 25).
56
―La agricultura se transforma cada vez más en una simple rama de la industria y es dominada
completamente por el capital‖ (Marx K. , 2007, pág. 28).
61
Con todo lo anterior, podemos notar que si quisiéramos hablar de la fuerza relacional
marxiana sería justo decir que existe esa codependencia en Marx entre el infinito y la
finitud, ya que exige la conjunción de las determinaciones para reproducir el
57
Este apunte de Marx no permite y de hecho es contrario a la lectura histórico-determinista que se hace
del mismo Marx. Más adelante Marx se refiere al arte bajo este posible análisis estructuralista y plantea
todo lo contrario a un estructuralismo: ―En lo concerniente al arte, ya se sabe que ciertas épocas de
florecimiento artístico no están de ninguna manera en relación con el desarrollo general de la sociedad, ni,
por consiguiente, con la base material, con el esqueleto, por así decirlo, de su organización. Por ejemplo,
los griegos comparados con los modernos, o también Shakespeare‖ (Marx K. , 2007, pág. 31). Es más,
hace énfasis de que la belleza de ese arte tiene condiciones irrepetibles, cuestión que dificulta aún más el
generar una lectura determinista: (su encanto) ―en verdad está ligado indisolublemente al hecho de que las
condiciones sociales inmaduras en que ese arte surgió, y que eran las únicas en que podía surgir, no
pueden volver jamás‖ (Marx K. , 2007, pág. 33).
62
58
Cabe señalar que no nos consta que Marx se refiera derechamente al Otro como Levinas, sino que se
centra en el análisis del más importante punto de fuga de la ontología del capitalismo, el proletariado.
Sería esta categoría la que une las premisas sociales y al sujeto, dando cuenta de un núcleo exterior al
mismo capital que se constata en cada segundo de su desenvolvimiento desde sus variables más internas
hasta su observación general.
63
De todo este cuadro abstracto presentado por Marx, podemos ver dos puntos de fuga.
Por un lado, 1) que para Marx, el momento del trabajo asalariado -es decir de la
creación de valor- es precisamente el origen de la ontología y por ende su nivel
concreto. Por tanto, este nivel no es comprensible si se explica la economía como los
economistas clásicos, desde estructuras sociales como la nación. Sino por el contrario:
si se quiere comprender en su determinación histórica este proceso universal de valores
es necesario introducir en el mapa conceptual a quienes producen dicho capital, es decir
al proletariado como categoría central. Dicho de otro modo: si se quiere comprender la
64
59
Una discusión amplia sobre este tema se puede encontrar en la polémica contra Proudhon que Marx
realiza en Miseria de la filosofía.
65
Pero para identificar este punto de fuga crucial, introduciremos el primer esquema que
muestra de modo más fino de dónde surge la materia ontológica y con ello el capital.
Como se puede ver el sujeto de necesidad en Marx tiene dos caminos para satisfacerse:
uno de ellos es por medio de los frutos de la naturaleza (naturaleza 1 o Nathur). Bajo
dicha lógica –que se puede apreciar en la parte superior del esquema-, a esa materia o
contenido de la naturaleza aún sin sometimiento al proceso natural de desarrollo o
reproducción de la naturaleza le llamamos materia 1. Luego, dicha naturaleza en su
desarrollo produce frutos y condiciones que el hombre puede consumir (materia 2), lo
que podríamos decir que es una nueva objetivación de la naturaleza (naturaleza 2),
donde esta ya se transforma en un producto (producto 1 o materia 2), el cual sería la
realidad sintética del proceso natural, el resultado del proceso. Finalmente dicho
producto (que ya es naturaleza como materia en movimiento y desarrollo) es consumido
66
por el hombre (sujeto pasivo de este proceso), por lo que se puede hablar de materia 3 o
naturaleza 3 y la aparición del consumidor 1. En todo este proceso producción y
consumo son inmediatamente opuestos, ya que no hay mediaciones más abstractas
(reales por supuesto) como el mercado, etc. Por tanto, esta esfera del consumo es
completamente distinguible del consumo del capital.
Vamos entonces a la parte inferior del esquema, donde el sujeto de satisfacción entra en
relación con el sujeto productor. En este momento del proceso, la naturaleza 1 a nivel de
desarrollo sintético se encuentra al nivel de la naturaleza 2 del primer ejemplo, ya que es
una naturaleza que entra en relación con el trabajo, con el desarrollo de la naturaleza
humana. Asimismo, la materia 1.a. (Stoff), siendo materia para la producción, está
también al mismo nivel procesal. Por tanto, a nivel del desenvolvimiento de vida del
proceso, el hombre es el motor que reproduce el movimiento de su propia naturaleza,
motor que la naturaleza también posee independiente del hombre. De esta manera, el
proceso se sintetiza en un producto (llamado materia 2, pero que como hemos señalado
ya estaría en el nivel 3 respecto al ejemplo anterior) al cual representa el resultado de la
objetivación de la subjetividad humana. Y finalmente aparece un consumidor 2 que se
diferencia del consumidor 1 porque tiene relación con un productor humano, con trabajo
humano, porque el producto que consume es materia 3.a. y esta materia es, 1) es la
objetivación de otro hombre (o de sí mismo), es decir, la subjetivación que se objetivó
en el producto, retorna a otro y vuelve a experimentar subjetivación y 2) es naturaleza o
materia objetivada por el hombre en su proceso de subjetivación retornando nuevamente
a la subjetivación. En ambos casos se experimenta en una doble subjetivación
inmediatatanto del hombre como de la naturaleza, pero en este esquema y en ninguno
de los dos casos que se exponen Marx clava su mirada crítica, porque en ambos casos,
ni la materia 3 ni la materia 3.a. son materias ontológicas incluso si se les ha aplicado
trabajo humano.
De esta manera será necesario precisar en qué momento Marx comienza a desarrollar la
crítica al proceso de producción humana y sus consecuencias negativas sobre el ser
humano. Demostraremos que se da en el momento en que se separan –dado el mayor
grado de desarrollo de la producción y de la división del trabajo- las esferas de
producción y consumo, dando origen a la gran gama de mediaciones como lo son el
intercambio y la distribución, por nombrar algunas. Con esto no estamos sugiriendo que
67
Marx quisiera volver a épocas menos desarrolladas de la división del trabajo, sino por el
contrario, que el espíritu de las formas desarrolladas de la economía se emparenta con la
inmediatez de producción y consumo, y que ya un ser sumergido y volatilizado en el
capital tiene como gran responsabilidad desenvolver y desentrañar.
Para Marx entonces, todo capital es trabajo objetivado, pero no todo trabajo objetivado
es capital (y por ende ontológico). Para serlo tiene que constituirse en valor porque el
capital funciona bajo la función del valor:
―(…) si bien todo capital es trabajo objetivado que sirve como medio para una nueva
producción, no todo trabajo objetivado que sirve como medio para una nueva
68
Ahora bien, podría decirse que una producción simple como una herramienta de trabajo
es materia ontológica porque en dicha herramienta habita trabajo acumulado que
permite la reproducción de nuevas herramientas. Sin embargo para Marx, este tipo de
trabajo es determinado y no indeterminado desde el punto de vista social, ya que se
circunscribe en una época donde no había comercio global y la fuente de valor de dicho
trabajo se corresponde con un desarrollo de la división del trabajo anclado al hombre y
no al capital (porque hay inmediatez entre producción y consumo). En este sentido, sólo
sería capital si su único medio de producción, su esencia, consistiera en ser ―valor‖, el
cual es relación social general, que es valor pero uno valor lejano a la noción de
necesidad entendida como reproducción, siempre bajo condición de la acción del trabajo
vivo:
―Esto significa, en otras palabras, que el intercambio no se detuvo en la creación formal
de valores de cambio, sino que de manera necesaria evolucionó hasta someter la propia
producción al valor de cambio‖ (Marx K. , 1974, pág. 198)61.
60
En alemán: (Marx K. , 1974, pág. 169)
61
En Alemán (Marx K. , 1974, pág. 170)
69
sentido temporal, una totalidad que permanece en el tiempo y que es fruto del trabajo 62;
totalidad que incluye al trabajo humano en todas sus formas y que al constituirse como
totalidad global63―siempre es capital‖ (Marx K. , 2007, pág. 198)64.La existencia del
hombre moderno es el capital. De este modo en la circulación simple, al momento de la
compra y venta, el dinero desaparece para el consumidor y la mercancía es consumida.
Esas dos situaciones son dos negaciones. En cambio, bajo la forma de capital, el dinero
se le niega como mercancía pero permanece como valor, de manera que la esencia
última del capital es la totalidad y su universalidad es el valor:
―(…) esa es su diferencia con la circulación simple donde el consumo es inmediato con
la producción, ya que la circulación simple, de hecho sólo es circulación desde el punto
de vista del observador, o en sí, pero no está puesta como tal. No es el mismo valor de
cambio —precisamente porque su sustancia es una mercancía determinada— que
primero se convierte en dinero y luego nuevamente en mercancía‖ (Marx K. , 2007, pág.
200)
62
Dussel, ejemplifica con Husserl esta argumentación del ser del hombre como hombre de trabajo:‖ El
‗yo trabajo‘ (sujeto productivo) constituye a la naturaleza como ‗materia‘. Así como Husserl describió la
intención de la conciencia, subjetivamente como noesis (acto constituyente) y objetivamente como noema
(sentido constituido), de la misma manera un sujeto productor (poiesis) constituye a la naturaleza como
materia para un producto (poiémata)‖ (Dussel, 1991, pág. 36).
63
Es una totalidad, donde el valor de cambio mantiene en todos los momentos del proceso su identidad
consigo mismo: ―La primera determinación del capital consiste pues en que el valor de cambio salido de
la circulación y premisa de ésta, se conserva en ella y mediante ella; no se pierde al entrar en ella; la
circulación no es el movimiento en que desaparece el valor de cambio, sino, antes bien, el movimiento de
su propia presentación como valor de cambio (…) Es en el capital, por vez primera, donde el valor de
cambio se pone como tal, y de tal manera que se conserva en la circulación; vale decir, no pierde su
sustancia, sino que se transforma siempre en otras sustancias, se realiza en una totalidad de las mismas. Y
no pierde tampoco su determinación formal, sino que mantiene, en cada una de las diferentes sustancias,
su identidad consigo mismo‖ (Marx K. , 1974, págs. 199-200),
64
En alemán: (Marx K. , 1974, pág. 170)
65
Cfr. (Marx K. , 2007, pág. 206)
70
histórico. Claramente no estamos hablando aquí de la materia tal cual se presenta sin
mediación del hombre, sino ya del producto del trabajo del hombre que constituye el
estado de la materia cual resultado que contiene las contradicciones del hombre mismo
y su modo de vida. Y es en una tercera distinción de la producción del individuo, es
decir, cuando ya avanza a un sistema de producción mayor -como el capitalismo- es que
se produce la personificación de la mercancía, entonces la transformación de la
mercancía en objetivación en otro hombre (que fue la ―primera‖ esencia de la
producción) si bien sigue existiendo en un modo avanzado de generación de
mercancías, ahora su esencia cambia, ya que su despliegue tiene como mediación la
personificación de sí misma, cuestión que desarraiga al hombre con el hombre,
transformando con ello su proceso de producción en un despliegue del fetiche de la
mercancía y al mismo tiempo desapega al hombre consigo generando que el trabajo que
en una producción simple se expresa como de energía impreso en un producto para
satisfacer a otros hombres, ahora es un gasto de energía que funciona en pos de dar vida
al fetiche de la mercancía. Es la reproducción pura del trabajo muerto, cuyo origen es el
trabajo vivo.
Es por lo anterior que se debe tener claro que en el materialismo marxiano, se ocupa de
la relación misma del hombre con la naturaleza inmersos en el proceso del trabajo. La
materialidad misma posee una esencia relacional y es la evidencia de las relaciones
reales e innegables. Es posible apreciar dos cosas al respecto: 1) el énfasis relacional de
la materialidad marxiana no admite la abstracción hegeliana en cuanto lógica mística
que toma distancia de los procesos para explicarlos bajo mediaciones arbitrarias y
ajenas al mismo fenómeno 66 y 2) tampoco admite la lectura del marxismo ontológico, el
cual sitúa el discurso científico del hombre en sus condiciones materiales previas al
trabajo y resignifica estas últimas como superestructura de relaciones cuyo despliegue
remite a un infinito con la base finita de su contexto material (usualmente los medios de
producción o si se va a las posiciones más duras de ese marxismo es derechamente la
materia cosmológica, física, astronómica).Es decir, se trata de un infinito
pseudohegeliano o hegeliano invertido, donde el desenvolvimiento del hombre y su
trabajo tiene como fin último avanzar hacia la coincidencia armónica y carente de
contradicciones respecto de la infraestructura económica. De manera que lo que para los
66
Revisar a este respecto la crítica que realiza Marx sobre Hegel en la Crítica a la Filosofía del Derecho
de Hegel, donde acusa el rol arbitrario y forzado en la propuesta hegeliana.
72
En esta esfera de producción social las variables que aparecen dan mayor complejidad
al proceso, de manera que la ontología del capital posee cierta estructura mínima, donde
el consumo termina siendo la última gota de agua de la promesa de la producción
fetichista y con ello Marx no tiene problema en utilizar lenguaje hegeliano para
describir las mediaciones y relaciones o encadenamientos al interior del sistema de
producción67:
―Producción, distribución, cambio y consumo forman así un silogismo 68 con todas las
reglas: la producción es el término universal; la distribución y el cambio son el término
67
También Marx se refiere a: una forma singular de valor, expresiones simples de valor y expresión
singular aislada de valor. ―El número de sus posibles expresiones de valor no queda limitado más que por
el número de clases de mercancías que difieren de ella. Su expresión singular aislada del valor se
transforma, por consiguiente, en la serie, siempre prolongable, de sus diversas expresiones simples de
valor‖ (Marx K. , 2008, pág. 76). Se puede ver como la expresión singular aislada de valor, que es la
forma preponderante en una forma de economía no muy desarrollada, permanece en el capitalismo y se
resignifica bajo una forma más de expresiones simples de valor que están de alguna manera al margen de
la expresión social-universal del valor.
68
Marx es claro al señalar que las determinaciones o influencias que tiene por ejemplo la producción
sobre el consumo son reciprocas y, según el fenómeno que se esté analizando en particular, la fuerza de
una sobre otra varia. En términos generales lo resume así: 1) en cuanto el producto se hace realmente
producto sólo en el consumo. Un vestido, p. ej., se convierte realmente en vestido a través del acto de
llevarlo puesto (…) y 2) en cuanto el consumo crea la necesidad de una nueva producción, y por lo tanto
el móvil ideal de la producción, su impulso interno, que es su supuesto. El consumo crea el impulso de la
producción y crea igualmente el objeto que actúa en la producción como determinante de la finalidad de
ésta (…) El hambre es hambre, pero el hambre que se satisface con carne guisada, comida con cuchillo y
tenedor, es un hambre muy distinta del que devora carne cruda con ayuda de manos, uñas y dientes. No es
únicamente el objeto del consumo, sino también el modo de consumo, lo que la producción produce no
73
particular; y el consumo es el término singular con el cual el todo se completa 69. En esto
hay sin duda un encadenamiento, pero no es superficial. La producción está determinada
por leyes generales de la naturaleza; la distribución resulta de la contingencia social y
por ello puede ejercer sobre la producción una acción más o menos estimulante; el
cambio se sitúa entre las dos como un movimiento formalmente social, y el acto final
del consumo, que es concebido no solamente como término, sino también como
objetivo final, se sitúa a decir verdad fuera de la economía, salvo cuando a su vez
reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevamente un proceso‖ (Marx E. , 1974,
págs. 9-10).
Pero, ¿a qué se refiere con que la producción está determinada por las leyes de la
naturaleza? ¿Será esta frase la clave para afirmar un materialismo ontológico? Para
responder a esta pregunta será necesario rastrear en La Ideología Alemana, ya que es en
este texto donde Marx declara su distancia con las doctrinas de las que se nutrió en el
pasado y da una importante pista respecto al rol que tiene la naturaleza externa al
trabajo dentro del proceso de desarrollo de lo humano en el mundo de la producción
mediatizada, donde en términos singulares, la producción es inmediata respecto al
consumo 70.
sólo objetiva sino también subjetivamente. La producción crea, pues, el consumidor. 3) La producción no
solamente provee un material a la necesidad, sino también una necesidad al material,‖ (Marx K. , 1974,
págs. 11-12).
69
Recordemos la importancia que tiene el consumo como pieza final de lo que puede constatarse como
realidad de una mercancía: ―Una vía férrea no transitada, que no se usa y que por lo tanto no se consume,
es solamente una vía férrea potencialmente y no en la realidad‖ (Marx K. , 2007, pág. 11)
70
Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, la mayor complejidad del proceso de producción
genera que la producción en general posea en sí la mediación entre producción y consumo, generando así
otras variaciones entre el mismo y el otro en la economía, pasando de ser meramente medios de
despliegue de las esencias del mismo gracias a otro, a ser parte fundamental de la metamorfosis del Otro
como Mismo y del Mismo como Otro. Esta mediación puede terminar siendo la encapsulación total del
otro en el mismo, pero también puede ser leída como la fuerza del otro irrumpiendo la concreción y
constitución del mismo, cuestión que tiene la consecuencia de ir en contra del Yo como un concepto
cerrado cuyo despliegue y esencia no pueden ser tocados por el Otro a no ser que sea de manera exterior.
Esto será retomado posteriormente en el apartado dedicado a Levinas. Pero por ahora sigamos con la
demostración del significado de determinación como influencia para Marx y cómo esto afecta a su noción
de materialidad (recordemos que esto nos sirve para afirmar que el infinito marxiano se distancia del
hegeliano, posicionando a Marx fuera de la tradición y agregaremos que Levinas también).
74
En este pasaje claramente establece una relación indirecta entre el modo de vida
producido por los individuos y su propia vida material. Si sumamos a esto la distinción
de real y potencial que Marx establece respecto a un producto en relación entre la
producción y el consumo, la materia (Stoff) es potencialmente materialidad humana,
existe entre ellas una distancia otorgada por el trabajo humano y su finish (como dice
Marx). Las condiciones materiales de la producción humana de manera esquemática son
entonces: 1) Las condiciones dadas (Stoff, condiciones físicas de los individuos, clima,
geológicas, etc.) Y 2) Las condiciones engendradas, las cuales son producto de años de
historia penando en las civilizaciones actuales. Claramente, se puede apreciar que en la
75
segunda acepción se produce una síntesis entre condiciones dadas y engendradas, dado
el nuevo estatus de la materialidad, donde Stoff se subjetiviza en otros hombres o se
fetichiza en el mercado, entre otras posibilidades.
El hombre entonces, al producir engendra su ser. La crítica de Marx al capitalismo es
una crítica a ese ser determinado del hombre. Del mismo modo, sostenemos que la
crítica de Levinas al ser se encuentra del mismo lado de la vereda, este será –al igual
que la crítica sobre el infinito hegeliano- puntos de encuentro entre las éticas
alternativas de Marx y Levinas pero que profundizaremos más adelante en la sección
dedicada a Levinas.
Con todo lo anterior, Marx establece que la lógica de la realidad no se juega en un
asunto de infraestructura y superestructura, sino más bien en la esencia relacional de la
totalidad del capital, en la esfera de la circulación (el intercambio como totalidad),
donde es importante notar que la expansión de la esfera del intercambio amplia a su vez
la de la producción. En conclusión, Marx sostiene que consumo, producción y
distribución no son idénticos, sino que constituyen partes de una totalidad 71.
Sostenemos que el método marxiano comienza con el presupuesto de la representación
caótica de la realidad, luego se eleva en la generación de conceptos y relaciones con
ayuda de un repaso crítico de la Lógica de Hegel y finalmente –en el momento del
descenso- Marx aterriza o inyecta a dicha representación el contraste con la realidad
misma. Sería entonces la arbitrariedad misma del devenir del proceso de desarrollo
ontológico del capital y del desenvolvimiento del ser humano la última gran barrera al
edificio lógico que pretenda reproducir la realidad (ese trataría siempre reproducción
de la realidad o de la naturaleza de los fenómenos, de sus relaciones y nunca de la
esencia misma del fenómeno)72.
Por tanto, se parte de una representación caótica, luego se eleva a conceptos y categorías
que constituyen un todo de manera analítica. Posteriormente se procede a la síntesis
71
Según apunta Dussel en su comentario alosGrundrisse de Marx, esta totalidad no se juega en una
estructura y superestructura –cuestión que compartimos-, sino que en un círculo donde los diferentes
puntos son determinados por los otros. A nuestro juicio la figura de un círculo no da cuenta
suficientemente de la complejidad del capitalismo como modo de producción y lo cierra en sus
determinaciones y desarrollo. Consideramos que para un despliegue como el del capitalismo, el círculo es
una figura que podría corresponder más a una esfera de producción donde productor y consumidor están
inmediatamente relacionados, ya que el sistema empieza y termina de manera inmediata con el productor
y el consumidor sin adquirir volumen.
72
En este sentido la propuesta marxiana tiene puntos de encuentro con la levinasiana, ya que para esta
última también hay una diferencia radical entre conciencia y realidad. Esto será abordado más adelante
en el capítulo dedicado a Levinas.
76
donde se podría decir que hay una nueva representación, esta vez sociológica de la
realidad, que provoca que estos conceptos adquieran vida en una totalidad sustanciada
por lo real visto como lógica relacional efectiva en funcionamiento. Estas
determinaciones pierden el carácter idéntico que tenían en el transcurso hegeliano donde
son determinaciones abstracto-concretas a determinaciones practico-concretas-
espirituales. Por tanto Hegel acierta en relacionarlas y ver su causalidad, (pero según
Marx el problema sigue siendo la mística de las mediaciones incluidas por Hegel en la
Lógica), sin embargo:
(El) ―rescate de las concatenaciones hegelianas‖, (las cuales) ―constituyen las
articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad‖ (Marx K. , 2007,
pág. 20). Y ―las categorías expresan por lo tanto formas de ser, determinaciones de
existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada‖ (Marx K. , 1968,
pág. 27).
73
―La primera ilusión fundamental de los bonos-horarios consiste en el hecho de que, al eliminar la
diversidad nominal entre valor real y valor -el mercado entre valor de cambio y precio -expresando el
valor no ya en una determinada objetivación del tiempo de trabajo, say oro y plata, sino directamente en
el tiempo de trabajo—, eliminan también la diferencia y contradicción real entre precio y valor (…)El
precio monetario de las mercancías = a su valor real; la demanda = a la oferta; la producción = al con -
sumo; el dinero, al mismo tiempo, abolido y conservado; bastaría solamente verificar el tiempo de
trabajo, cuyo producto es la mercancía, y que se materializa en la mercancía, para generar mi
correspondiente contrafigura en un signo de valor, en dinero, en bono-horario‖, (Marx K. , 2007, pág. 63).
74
―No es necesario un análisis circunstanciado para decir que la contradicción entre valor de cambio y
precio —entre el precio medio y los precios de los que aquél constituye el promedio—, la diferencia entre
las magnitudes y sus magnitudes medias no se elimina eliminando la mera diferencia nominal entre las
dos, de modo tal que en lugar de decir: 1 libra de pan cuesta 8 d., se dice: 1 libra de pan = 1/x horas de
trabajo. Al contrario, ni 8 d. = 1/x horas de trabajo, y si el tiempo de trabajo materializado en una libra de
pan es mayor o menor que 1/x horas de trabajo, como la medida de valor sería al mismo tiempo el
elemento en el que se expresa el precio, así y sólo así resaltaría con toda claridad la diferencia entre valor
y precio, esa diferencia que en el precio en oro o en plata queda oculta. De aquí derivaría una ecuación
infinita‖, (Marx K. , 2007, pág. 63).
78
Es más, también Engels, le muestra a Lange por medio de una carta en 1865 lo lejos que
está la teoría materialista de ser relación inmediata con la materia empírica:
―lo que tiene de menos glorioso el desarrollo burgués contemporáneo es que todavía no
haya superado el nivel de las formas económicas, del reino animal 76. En nuestra
75
Lange, Friedrich Albert (1828-1875): sociólogo y filósofo alemán. Miembro de la I Internacional y
autor en 1865 de Die Arbeiterfrage in ihrer Bedeutung für Gegenwart und Zukunft (El problema obrero y
su significado en el presente y en el futuro). Autor también de Geschichte
desMaterialismusundKritikseinerBedeutung in der Gegenwart(Historia del materialismo y crítica de su
significación actual) (1666) y de LogischeStudien (Estudios de lógica) (1877).
76
Se puede constatar esta misma idea sobre la comunión entre el capitalismo y las leyes de la naturaleza y
el rechazo de Engels a dicha realidad: ―Es curioso ver cómo Darwin descubre en las bestias y en los
vegetales su sociedad inglesa, con la división del trabajo, la concurrencia, la apertura de nuevos
mercados, las «invenciones» y la «lucha por la vida» de Malthus. Es el bellumomnium contra omnes [la
guerra de todos contra todos] de Hobbes y esto hace pensar en la Fenomenología de Hegel, en la que la
sociedad burguesa figura bajo el nombre de «reino animal intelectual» mientras que en Darwin es el reino
animal el que representa en la sociedad burguesa‖ carta de Marx a Engels, Londres, 18 de junio de 1862
(Marx E., 1975, pág. 24). Los editores sugieren confrontar con Hegel, Georg Wilhelm Friedrich:
79
opinión, lo que se denominan las «leyes económicas» no son unas leyes eternas de la
naturaleza, sino unas leyes históricas, que nacen y desaparecen‖ (Marx E. , 1975, pág.
36).
Así como la relación del hombre con la producción de su vida material es indirecta, ya
que su relación directa con el trabajo es bajo la forma de trabajo vivo, el cual es una
exterioridad respecto del trabajo ontológico vuelto capital, para resumir se puede ver
que a lo menos hay cinco tipos de trabajo: 1.Trabajo vivo, 2.trabajo objetivado,
3.trabajo como capital y 4.capital como trabajo (cuando la tecnología o los mismos
trabajadores aumentan el capital, enriqueciendo la producción).
Es importante notar que el trabajo vivo es el trabajo puesto como no capital y por tanto
puesto como trabajo no objetivado negativamente: trabajo como no productor de
riqueza privada particular, pero no vista como carencia, sino como exclusión, sino como
evasión de la riqueza que produce el trabajo objetivado. Es un no valor existente, con
una objetividad no separada de la persona, sin mediación que coincide con la
corporalidad inmediata de la persona. Esta objetividad es entonces una no objetividad
inmediata, que de ningún modo es exterior a la existencia inmediata de un individuo.
También se puede constatar como trabajo no objetivado positivamente: es la existencia
subjetiva del trabajo mismo. Es un no valor. Es el trabajo no como objeto sino como
actividad, como fuente viva de valor.
―El trabajo no como objeto, sino como actividad; no como auto valor, sino como la
fuente viva del valor. La riqueza universal, respecto al capital, en el cual existe
objetivamente, como realidad, como posibilidad universal del mismo, posibilidad que se
preserva en la acción en cuanto tal. No es en absoluto una contradicción afirmar, pues,
que el trabajo por un lado es la miseria absoluta como objeto, y por otro es la
posibilidad universal de la riqueza como sujeto y como actividad; o más bien, que
ambos lados de esta tesis absolutamente contradictoria se condicionan recíprocamente y
derivan de la naturaleza del trabajo, ya que éste, como antítesis, como existencia
contradictoria del capital, está presupuesto por el capital y, por otra parte, presupone a
su vez al capital‖ (Marx K. , 2007, pág. 236).
preciso momento, la otredad radical que viene a completar las piezas básicas en la
comprensión –desde la exterioridad- del método marxiano sobre el capital. En esta
dimensión de exterioridad se fundan todos los posibles mundos y totalidades. En este
sentido, si bien es cierto la crítica de Marx a la totalidad del capitalismo es cruda y
férrea, en todo momento es necesario tener claro que es una crítica a una totalidad
determinada a una ―sociedad determinada‖, por tanto la posibilidad de una
estructuración social distinta del capital está presente como posibilidad política de toda
la crítica marxiana, no es por tanto, una crítica que tiene dentro de sí, que está preñada
de una anti-totalidad dogmática, sino que da cuenta que las modulaciones actuales de
dichos conceptos a nivel teórico y su concreción práctica están del todo alejadas de un
mundo justo, racional y preferible, de un mundo responsable.
Porque para Marx, el hombre está en el capital en una existencia abstracta (como
hombre de trabajo), se precipita desde la nada (estar fuera), hasta la nada misma (estar
sumergido en el capital). Estaúltima es su real-inexistencia, su inexistencia social:
―Pero el trabajo no sólo se consume, sino que, al mismo tiempo, se fija, se materializa,
al pasar de la forma de la actividad a la del objeto; en cuanto transformación en objeto,
modifica su propia figura y se convierte, de actividad que era, en ser. El término del
proceso es el producto, en el cual la materia prima se presenta como ligada al trabajo, y
el instrumento de trabajo, de mera posibilidad, deviene realidad al convertirse en
verdadero mediador del trabajo, con lo cual, empero, por su relación mecánica o
química con el material de trabajo, es consumido él mismo incluso en su forma estática.
Los tres momentos del proceso, el material, el instrumento y el trabajo, convergen en un
resultado neutro: el producto‖(Marx K. , 2007, págs. 240-241). El subrayado es nuestro.
El producto es portador del ser del hombre y una vez conectado con el capital,
subsumido en este último su producto adquiere una neutralidad que se despega de la
parcialidad del individuo. Asociación similar realiza Levinas en Totalidad e Infinito
cuestión que veremos más adelante. Esto es esencial para comprender el sentido ético
del robo del producto (se roba vida humana), y la acumulación del valor del producto en
el capital como acumulación de vida humana (es el fetiche que vive de la muerte del
trabajador): la objetivación de la subjetividad en el proceso del trabajo no se consuma
como subjetivación igual de la objetividad en el salario. He allí la injusticia ética del
capitalismo: su perversidad desde el trabajador –y en su esencia ―el trabajo objetivado
en el valor de cambio pone al trabajo vivo como medio de la reproducción de ese valor,
mientras que originariamente el valor de cambio sólo aparecía como un producto del
trabajo‖, el subrayado es nuestro,(Marx K. , 2007, pág. 203). El capitalismo es entonces
81
77
Cfr. El apartado denominado “Materia como capital: materia ontológica” de la presente investigación.
78
Sin embargo, esta concepción política del método levinasiano necesita mayor desarrollo y por tanto
puede ser objeto de una futura investigación.
79
Traducción propia: “El infinito se considera una idea metodológica, un principio regulador de la ciencia
de lo finito, y asegurando su progreso. Una idea y nada más que una idea, sin contraparte en el ser”.
83
80
Este concepto lo hemos generado luego de la lectura que realizamos sobre Miguel Abensour, quien
hace ver que el aporte de Marx dentro de un análisis levinasiano se entiende en el marco de la utopía, ya
que por medio de este concepto se encuentran los límites del Marx de Abensour, donde Marx buscaría en
su crítica una salida de la situación actual impuesta por la modernidad: la esclavitud proletaria. Este gesto
de Marx –su utopía-, lo haría portador de una utopía relativa, un estado de excepción provisoria, ya que si
bien lograría hacer escapar al hombre de la esclavitud (gesto de excepción), lo mantendría en los límites
de la economía del ser (he ahí la provisoriedad). Sin embargo, este gesto significa dar en el clavo –según
Abensour-, en la matriz del problema de pensar una ética otra, ya que esta vocación por el futuro es de
alguna manera una vocación por el otro. Se podría decir entonces, bajo nuestra interpretación, que el
Marx de Abensour, al querer liberar al ser humano de la explotación del hombre por el hombre, funciona
84
El Marx dialéctico-hegeliano
Vamos a comenzar este apartado por quizá el comentario más general de Levinas sobre
Marx, el cual fue escrito en Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger en
1967 y puede servirnos como puerta de entrada al análisis.
Lo que encontramos es un sutil comentario que realiza sobre Marx en el marco de
aclaraciones sobre lo que Levinas llama la característica de abertura que tiene la
fenomenología como método dentro de su propuesta, la cual le permite ser un método
que puede ser aplicado en distintas disciplinas.Podríamos decir entonces quepara
Levinas la fenomenología significaría lo que para Marx fue la dialéctica, es decir, la el
método que contiene las consideraciones esenciales para cualquier propuesta que tenga
la intención de reproducir fielmente la realidad.
En el caso de Levinas, la fenomenología "Puede ser practicada en los dominios más
variados, un poco como ocurre con el método de la física matemática tras Galileo y
Descartes, como la dialéctica tras Hegel, y sobre todo Marx, o como el psicoanálisis tras
Freud" (Levinas E. , 2005, pág. 164).
Tras lo anterior, se puede apreciar que Marx -bajo la mirada de Levinas- tiene el mérito
de haber dado más elasticidad a la dialéctica, incluso mayor a la que concretó Hegel. Es
un Marx en la línea de los pensadores que desarrollaron la dialéctica y como se puede
ver tiene el mérito no menor (de hecho sorprendente) de superar a Hegel. Sin embargo,
más que esto no nos entrega esta referencia a Marx, es solo un comentario general, pero
que nos permite ya ver ciertos límites, a saber: Marx supera a Hegel, pero sigue estando
en la tradición dialéctica ontológica82.
Pese a lo escueto de la referencia es necesario tomar algunos apuntes respecto a sus
planteamientos, a los temas que hacen de la propuesta levinasiana distinta de sus
predecesoras. Levinas comenta que la fenomenología de Husserl tiene
un carácter abierto y que en el contexto de este escrito a él le interesa observar los
aspectos "técnicos", "metodológicos" que pueden encontrarse en los textos de los
distintos fenomenólogos. Dichos aspectos serán estudiados no precisamente para
82
Recordemos que Levinas leyó Hegel mientras fue víctima en los campos de concentración nazi. De
hecho, según el propio Levinas, uno de los libros más importantes en su vida fue la Fenomenología del
Espíritu de Hegel.
87
Cabría comprender que la posición trascendental a la que los filósofos han apostado
tiene cierta conexión con la propuesta levinasiana, solo quedentro de dicha propuesta,
83
Este comentario se condice con lo que se expondrá en los apartados posteriores sobre el gesto
levinasiano del método crítico como modo de acceder a la reproducción fiel de la realidad.
88
como antecedente84. Pareciera que Levinas ve en Husserl el último gran intento por dar
al método una salida de la formalidad. El gesto general husserliano sirve entonces como
modo de imitar su espíritu transgresor, pero no como herramienta, no como
―tecnología‖.
Solo para mostrar la complejidad de la propuesta metodológica levinasiana –y también
la dificultad de comprenderla-, basta con señalar que el proceder fenomenológico
levinasiano se despega de la deducción matemática tradicional85. Asimismo, los hechos
que abre la reducción fenomenológica no sugieren ni confirman hipótesis, no son
inductivos ni deductivos. En este sentido todas las razones que el proceder entregue solo
buscan mostrar la ―primacía‖ de un hecho respecto de otro:
―(…) jamás se elevan por encima del fenómeno. ‗Porque‘ la síntesis de la percepción
sensible no se acaba nunca, la existencia del mundo exterior es relativa e incierta. Pero
la relatividad y falta de certeza del mundo exterior sólo significan el carácter inacabado
de la síntesis o de la percepción de lo sensible. Las nociones abstractas que expresan los
términos ―relatividad‖ y ―falta de certeza‖ – no se separan ni de los fenómenos ni del
desarrollo que dichos términos resumen. Sin los fenómenos, estos términos se tornan
abstractos y equívocos‖ (Levinas E. , 2005, pág. 166).
84
Cabe indicar, en este sentido, que Levinas aclara que su exposición no tiene como objetivo juzgar
sistemas ni tampoco evaluar el sistema husserliano en particular, sino que pretende llamar la atención
sobre una serie de gestos que además presenta sin espíritu sistemático y de manera inconexa.
85
―En el modo de proceder fenomenológico ya no se deduce, en el sentido matemático o lógico del
término‖ (Levinas E. , 2005, pág. 166).
86
―La conclusión no conduce, como en las pruebas escolásticas o cartesianas, a una verdad superior a los
hechos que la sugieren‖ (Levinas E., 2005, pág. 166).
89
Hasta este punto podríamos decir que Levinas considera que Marx no está dentro de
esta clave de abertura, sino que en la dialéctica hegeliana. Es más, para Levinas, Marx
profundiza o más bien perfecciona aspectos oscuros de la teoría hegeliana. En su ensayo
Sin Identidad, publicado en 1970 Levinas ya había realizado una referencia a Marx y se
enmarca dentro de una reflexión sobre los acontecimientos mundiales. Sobre la
conciencia social que se desmoronó, o que al menos no siguió los caminos de síntesis
positiva que según la dialéctica de Hegel –a juicio de Levinas- se debería haber llegado,
sino todo lo contrario. Levinas indica que:
―(…) una ciencia, nacida para abarcar el mundo, lo lance a la desintegración; que una
política y una administración, guiadas por el ideal humanista, mantengan la explotación
del hombre por el hombre y la guerra —éstas son singulares inversiones de proyectos
90
capitalismos de Estado que tras los años terminan por demostrar que no logran superar
las contradicciones que prometieron. Más aún, con dicho fervor de cambiar los hábitos
de una sociedad de consumo a una sociedad socialista, no tienen el mismo efecto
―pacífico‖ del capitalismo, sino que terminan reproduciendo el terror. ―Se aliena la
desalienación‖, como si los portadores del mensaje socialista que llegaron al poder para
mejorar las condiciones, terminaron haciendo prácticamente lo mismo.Esto,
precisamente porque la utopía inscrita por Marx en esa exaltación del socialismo como
etapa siguiente del desarrollo, empeora la situación y crea el castillo que se debe
construir. Lo que significa en último término actuar en el presente con una moral
doctrinaria, una moral que debe confirmarse en el mundo del mismo modo que lo hace
la moral religiosa.
Con todo este escenario, Levinas pareciera ser un autor que considera que la filosofía
occidental está errada. No por las barbaridades que ha cometido ni por su mala
conciencia, sino porque en sus fundamentos posee una noción deficiente de la realidad,
en consecuencia del hombre mismo. Es como si la sociedad ha sido presa del infinito
verdadero hegeliano, de la redención y de la metodología apriorística tematizante.
Levinas, se pregunta entonces:
―Que el hombre no haya dejado de contar para el hombre, a pesar del matematismo
formal de las estructuras, la nueva lectura de Marx y la técnica psicoanalítica,
¿significaría que la vida es intrínsecamente estúpida y cerrada a la ciencia que engendra
y que la bestia humana, según la fórmula de una sabiduría sospechosa, es invariable?
(Levinas E. , 1974, pág. 135).
eterna llama del hombre para el hombre, en este sentido, aún se ve una esperanza para la
humanidad desde el punto de vista de Levinas y es una esperanza que nunca acaba.
Asimismo, Levinas reconoce en toda esta reflexión el fuerte humanismo presente en la
obra de Marx. Sin embargo, pese a esta motivación en susescritos, no logra dar con el
resultado esperado(siendo uno de los críticos más fuertes a la tradición e incluso a la
filosofía). Pareciera ser que en este punto Levinas tiene en mente que se hace necesario
emprender una búsqueda otra de aproximación a la realidad.
Es por esto necesaria una nueva concepción de subjetividad que supere a la tradición
filosófica que con Hegel se vuelve un concepto sublimado en el absoluto y que
específicamente Levinas emparentará a la noción de vigilancia del idealismo
trascendental:
―La noción de subjetividad, que proponemos aquí, no consiste ni en conjunción de
estructuras, ni en red de reflejos. No remite a la interioridad de la conciencia
trascendental precavida de antemano contra todo traumatismo y, desde el fondo de su
misma receptividad, asumiendo el dato. La subjetividad significa por una pasividad más
pasiva que toda pasividad, más pasiva que la materia, por su vulnerabilidad, por su
sensibilidad, por su desnudez más desnuda que la desnudez, por el desnudarse sincero
de esta desnudez que se convierte en decir, por el decir de la responsabilidad, por la
sustitución en la que la responsabilidad se dice hasta sus últimas consecuencias, por el
acusativo sin nominativo del sí, por la exposición al traumatismo de la acusación
gratuita, por la expiación por Otro‖ (Levinas E. , 1974, pág. 125).
87
En la versión española del prólogo se tradujo como ―las guerras mundiales y locales, el
nacionalsocialismo, el estalinismo, e incluso la desestalinización, los campos de concentración, las
cámaras de gas, los arsenales nucleares, el terrorismo y el desempleo, todo eso es demasiado para una
sola generación, aunque dicha generación sólo hubiera sido testigo de ello‖ (Levinas E. , 2008, pág. 13)
95
símbolo. Este tipo de pensamientomantiene, ―Gare aux illusions que peut créer
leurexistence purement fantasmatique prise pour la signification du vrai‖ 88 (Levinas E. ,
Noms propres, 1976, pág. 96).
En este sentido:
―Marx, Nietzsche, Freud sont les maîtres de cettephilosophie que Ricœur appela
philosophie du soupçon, et où Jean Lacroixaperçoit l‘épreuve — sinon la crise —
religieuse contemporaine, par-delà tous les égarements de fait où tombèrent, s‘intégrant
dans l'ordre établi, les institutions religieuses, les doctrines, les méthodes, les
engagements‖89 (Levinas E. , 1976, pág. 96).
Sin duda, Levinas critica una suerte de determinismo estructuralista por parte de Marx.
Está crítica recuerda bastante a la clásica y eterna discusión de la estructura-
superestructura, que muchos lectores reconocen como una relación dialéctica clave a la
hora de entender el marxismo y que fue enunciada en los Manuscritos económicos y
filosóficos de 1844 por Marx90. Esta interpretación presenta la fórmula según la cual
todos los fenómenos de la conciencia, ya sea los ideales políticos, la religión, etc., son
expresiones del modo de producción imperante en las distintas etapas del desarrollo
económico. Por tanto, lo que podría considerarse como conciencia social, estará siempre
condicionada de manera directa con el grado de desarrollo del modo de producción.
En este sentido, si recordamos la clásica frase escrita en 1848 por Marx y Engels en el
Manifiesto Comunista ―un nuevo fantasma recorre Europa‖ y unimos a la referencia de
Levinas hacia lo ―fantasmático‖, podría perfectamente en ese tipo de marxismo, ser
interpretado como que un nuevo tipo de conciencia social recorre el territorio europeo y
amenaza con cambiar la forma de producción mundial. Ahora bien, dentro de esta
lectura, es preciso apuntar que esta nueva conciencia tiene como génesis un cambio
importante que el modo de producción capitalista está engendrando. Por tanto, es un
movimiento que es de manera esencial un reflejo de dichos cambios en la estructura
económica de la sociedad.
88
―Ojo con las ilusiones que puede crear su existencia puramente fantasmática tomada como la
significación de lo verdadero‖(Levinas E. , 2008, pág. 81)
89
La traducción castellana cita: ―Marx, Nietzsche, Freud son los maestros de esta filosofía que Ricoeur
llama filosofía de la sospecha, y donde Jean Lacroix percibe la prueba -si no la crisis- religiosa
contemporánea más allá de todos los errores de hecho en que cayeron las instituciones religiosas, las
doctrinas, los métodos, los compromisos al integrarse en el orden establecido‖(Levinas E. , 2008, pág. 81)
90
Sobre este mismo punto se basa Miguel Abensour para plantear que es por esta fecha donde Marx se la
juega por dicha fórmula y se puede hablar de un ―viejo Marx‖, distinto del ―joven Marx‖, para quién los
aspectos ―superestructurales‖ serían muy relevantes y no se someterían, ni serían síntoma de la
superestructura.
96
Como hemos señalado anteriormente, otro texto donde figura una referencia de Levinas
sobre Marx es enJean Wahl. Levinas hace aquí una alusión a Marx en dos sentidos:
primero, que en Marx como parte de la tradición los conceptos de libertad y satisfacción
forman una unidad y se necesitan para realizarse plenamente. Y segundo, que Marx
planteando esta cuestión -la perentoriedad de satisfacer las necesidades básicas para
conseguir la libertad- no es original, ya que dicha postura moral (materialista y real) se
encontraba ya en Aristóteles91:
―L'ascèse elle-même qui, originellement, forme des athlètes, s'exerce toujours en vue de
quelque triomphe et de quelque future gloire. Les contradictions et les déchirements
d'une vie de luxe valent, après tout, mieux que les déchéances de la misère. Le
minimum de biens matériels que réclame Aristote pour le bonheur de l‘homme libre
suppose une identification entre l‘homme libre et l‘homme satisfait. La pensée morale
de l'Occident était matérialiste et réaliste bien avant Marx‖ 92 (Levinas E. , 1976, pág.
134).
91
En favor de Marx se puede precisar que en el Tomo I de El Capital, al analizar la forma equivalencial
del valor –cuestión analizada en el apartado sobre el valor de uso y el trabajo en Levinas de la presente
tesis-, Marx cita a Aristóteles.
92
La traducción castellana traduce: ―La ascesis misma que, originalmente, forma atletas se ejerce siempre
con vistas a algún triunfo y a alguna futura gloria. Las contradicciones y los desgarramientos de una vida
de lujo valen después de todo más que las decadencias de la miseria. El mínimo de bienes materiales que
reclama Aristóteles para la felicidad del hombre libre supone una identificación entre el hombre libre y el
hombre satisfecho. El pensamiento moral de Occidente era materialista y realista mucho antes de
Marx‖(Levinas E. , 2008, pág. 107).
93
―la riqueza es amada por la riqueza, la codicia y la avaricia son posibles, se ama el dinero‖(Levinas E. ,
2008, pág. 107).
97
En este sentido, si la posesión descrita por Levinas no es materialismo del tipo de Marx,
y la esencia metafísica del deseo expresa por el contrario un distanciamiento de la
materialidad, entonces el materialismo de Marx es una derivación de las
interpretaciones de Platón sobre este asunto. Es por ello que según Levinas no aporta un
nuevo sentido, sino que se instala para reforzar un nuevo modo del sentido platónico de
ese materialismo. Vemos hasta este punto, que ya se notan ciertas diferencias entre el
Marx defendido en esta tesis, cuya concepción de la materialidad supera por lejos lo que
hemos llamado una noción de materialismo restringido o cosmológico95.
Luego Levinas enfatiza este desapego de la materialidad y valora el gesto de Wahl,
quien destaca la distancia entre el hombre y su obra y se rehúsa a pensar al hombre en
función de esta última96:
―L'homme n‘est pas ce qu'il a fait, il est distinct de l'héritage qu‘il laisse, et, dans ce
sens, plus proche de la nature que du social. Parenté autre que celle qui s'est inscrite
94
En realidad no se trata de materialismo. El hombre europeo busca para sí un fundamento en la
exterioridad. En el deseo se alimenta de ser pero, una vez satisfecho, inmediatamente se despega de él.
Necesita cimientos en el ser más profundos que la efímera satisfacción del deseo, una relación con la
exterioridad por la cual la exterioridad se incorpore a su evanescente sustancia por medios distintos a la
alimentación. Esta relación con el ser exterior, por la que éste se incorpora de una manera permanente a la
sustancia del sujeto, es la posesión. Hay que poseer más allá de lo que se tiene en mano, más allá de lo
que se consume y utiliza a cada instante.‖(Levinas E. , 2008, pág. 107).
95
Se puede revisar este concepto en el apartado denominado ―infinito marxiano como punto de fuga de la
totalidad del capital‖.
96
Al respecto Levinas indica que ―En substituant les sentimentsau concept, Wahl s‘oppose à toute la
métaphysique traditionnelle de Platon à la phénoménologie à travers Hegel et Marx.
Ilestpourl‘hommedégagé de la civilisation et du médiat. Comme l‘idéeplatonicienne, comme le concept
hégélien, l‘Être heideggérien suspend l‘être humain à une transcendance, tel le géant du
contepopulairerusse dont le cœur battait au loin.Existant par la civilisation, le moi devient concept. Le
cynisme se refuse à penserl‘homme en fonction de son œuvre, du produit de sesmains, des choses, des
ustensiles‖ (Levinas E., 1976, pág. 138). La traducción al español señala en este pasaje: ―Sustituyendo los
sentimientos por el concepto, Wahl se opone a toda la metafísica tradicional de Platón, a la
fenomenología a través de Hegel y de Marx. Es para el hombre desgajado de la civilización y de lo
mediato. Como la idea platónica, como el concepto hegeliano, el Ser heideggeriano suspende el ser
humano a una trascendencia, como el gigante del cuento popular ruso cuyo corazón latía en la lejanía.
Existiendo por la civilización, el yo se transforma en concepto. El cinismo rehúsa pensar al hombre en
función de su obra, del producto de sus manos, de las cosas, de los utensilios‖(Levinas E. , 2008, pág.
110).
98
Como podemos ver este desapego valorado por Levinas, se entiende más aún si se
piensa en el asunto del rol de la historia como escombro. Pareciera ser que la tradición
filosófica se ha centrado en el estudio de los vestigios de la acción humana, en su
carácter espectral en nuestro presente, relegando a un segundo o tercer plano el
acontecer o en términos marxianos, la colisión actual de las variables. Es una reflexión
muy parecida a la que señala Marx en las Grundrisse, donde no se trata del orden
histórico en que las variables se han dado, sino más bien de su concreción actual en el
orden capitalista. Cabe señalar que para un materialista histórico –como un trotskista-
esta reflexión es una locura, ya que pone a la obra del hombre entre paréntesis y
cuestiona la fuerza que la evidencia histórica posee en dicho materialismo.
97
El hombre no es lo que ha hecho, es distinto de la herencia que deja y, en ese sentido, más cercano a la
naturaleza que a lo social. Parentesco diferente al que se inscribe en las grandes tradiciones intelectuales y
económicas de nuestra civilización. ―La tradición de la philosophia perennis ha dejado quizá en segundo
plano algunos rasgos fundamentales de la naturaleza humana, ha destruido en cierta medida el
sentimiento de nuestro parentesco con el universo, que la poesía ha conservado mejor‖ (6), escribe Jean
Wahl en el umbral de su obra. Diógenes busca al hombre entre los escombros de las cosas. Su linterna
ilumina la escombrera de nuestros armarios y de nuestras bibliotecas, de nuestros graneros y de nuestros
museos‖(Levinas E. , 2008, pág. 110).
99
El Marx de la inseparabilidad
Como hemos podido exponer, para Levinas la propuesta filosófica de Hegel representa
la conclusión de la historia de Occidente y además la demostración de un pensamiento
penetrando la realidad y apareciendo en ella, donde una de las características principales
de este pensamiento es la inseparabilidad 98 entre lo universal y lo particular, ya que lo
universal separado ya no es universal, y es nuevamente algo particular. Por tanto para el
Levinas de Hegel y los judíos (1971):
―(…) es necesario que se separe de su separación, es necesario que lo universal,
identificado a partir de lo diferente, permanezca en lo diferente de lo cual ha surgido; es
necesario que sea, según algunas fórmulas célebres, identidad de la identidad y de la no-
identidad o universal concreto o Espíritu. ¡Terminología que asusta a las buenas gentes!
Pero que anuncia un saber que no se petrifica en la especialización, una Idea que no
permanece abstracta, sino que anima con su forma —con su entelequia— a lo Real
mismo‖ (Levinas E. , 2004, pág. 293).
primer lugar la crítica que establece Marx en ese texto, no apunta a describir la cuestión
sociológica de las masas judías, sino más bien a demostrar cómo el pensamiento de
Bruno Bauer entra en contradicción lógica consigo mismo. Es por ello que Marx toma
exactamente los mismos datos que Bauer utiliza para justificar su propuesta a favor de
que el Estado se libere del cristianismo para alcanzar la libertad del judío.
Sobre la Cuestión Judía, así como muchos otros escritos de Marx, tiene impresa la
metodología de Marx de hacer entrar en contradicción, de hacer explotar los textos
revisados por medio de su propia lógica argumentativa. El gesto crítico de Marx en este
plano, no es constatar una nueva realidad, sino mostrar que la forma en que se está
presentando y las conclusiones a las que llegan sus ―contendores‖ filosóficos, ―se pisan
la cola‖.
Para comprender lo anterior sintetizaremos la postura de Bauer para mostrar la crítica de
Marx. Bauer, sostiene que como la fe es el fundamento del Estado, aunque el Estado se
declare imparcial, seguirá impartiendo justicia como lo haría un cristiano a un judío, es
por ello que debe desembarazarse del cristianismo para que el judío pueda ser libre.
Marx sostiene en su refutación que puede haber un Estado libre sin que el hombre
mismo sea libre. La idea del Estado secular es la idea del Estado libre de la religión
pero que no libera al hombre. En consecuencia al liberarse el Estado de religión, termina
esta última impregnándose en los hombres porque el hombre no ha abandonado la
religión, sigue funcionando bajo sus lógicas. Esto último puede constatarse –según
Marx- en EEUU, el cual está más lleno de religión siendo un Estado libre. Por tanto, no
se trata del judío libre, sino que de lo que se trata es de liberarse del judaísmo y del
cristianismo y obviamente del Estado.
Cabe señalar que la libertad a la que Marx se está refiriendo no es la conocida como
libertad negativa anglosajona, es decir, elegir entre ―a‖, ―b‖ o ―c‖. Sino más bien el
concepto continental de libertad como autonomía fuera de la dominación, capacidad de
elegir que tiene como fundamento el desprenderse de las barreras o ‗rodeos‘ como le
llama Marx, donde el fenómeno social de la objetivación del otro esté superado,
abriendo paso o más bien reconociendo la responsabilidad, porque sin el otro en tanto
que libre no se puede hablar de libertad marxiana, a no ser que se le refiera al solo
hecho de poder elegir que tiene un individuo de manera unilateral.
101
Se desprende de lo anterior que la necesidad de Hegel de utilizar una mediación (en este
caso sería el Saber) entre conocimiento y ser, es una gesto similara lo que realiza
Heidegger y Marx, quienes toman dicha escisión entre ser y conciencia, estudiándola
102
99
Respecto a la ligazón del porvenir y la utopía, Levinas escribió: ―El porvenir es lo otro. La relación con
el porvenir es la relación misma con el otro‖(Levinas E. , 1993, pág. 117), o también, ―La relación con el
103
hacia el futuro aleja al ser de sí mismo y aunque no logra salirse del esquema de la
redención, sí es un gesto hacia el otro, que muestra una mayor amplitud hacia la una
noción más ligada a lo impredecible y desligada en cierta forma del sí mismo.
El alcance de esta relación con el otro tiene consecuencias sobre el tiempo, donde el
tiempo ya no se encarna en la historia sino en el otro, en lo humano: ―Esta utopía (de un
habitamiento absoluto) «cortocircuita» el tiempo, pero al mismo tiempo es un factor de
lo humano y del trabajo. Este cortocircuito del tiempo es una condición de la conciencia
revolucionaria»‖ (Levinas E. , 1994, pág. 118).Se puede ver cómo Levinas guía su
argumentación contra la noción de temporalidad incesante y lineal, siempre conectada y
causal, ya que sería esta la que deja las puertas abiertas para la inserción de la Historia
en el aquí.
Toda esta reflexión de Levinas nos lleva a pensar en la frase comunista y socialista ―que
la tierra sea el paraíso de toda la humanidad‖. En el fondo, que se resuelvan estas
contradicciones para que el paraíso se vuelva la existencia terrenal misma.
En este sentido, para Levinas el punto clave para una nueva inteligibilidad es entrar en
una relación de diacronía con el otro, en relación de responsabilidad hacia los demás. Es
en esta trama intersubjetiva, donde el sujeto es un rehén, donde se ―introduce la gloria
del infinito en la relación que habitualmente se denomina intersubjetiva. De esta
relación se eleva gloriosamente el infinito‖ (Levinas E. , 1994, pág. 194). Vemos
entonces cómo la idea de infinito levinasiana delimita el terreno de lo escolástico y lo
político. Lo político en el sentido de que es una noción que traza los límites de la
conceptualización, que está de alguna manera normando la relación con los demás. Así
como el infinito hegeliano reclama Estado, el levinasiano se le opone radicalmente.
Incluso, donde en Hegel se refuerza la idea del sí mismo -como para sí-, en Levinas se
habla de que el eje constitutivo de la relación intersubjetiva se desplaza al otro.
porvenir, la presencia del porvenir en el presente también parece cumplirse en el cara a cara con el otro‖
(Levinas E. , 1994, pág. 121).
104
se inscribe la política‖ (Levinas E. , 2006, págs. 261-262). Para Levinas pareciera ser
que estas abdicaciones tienen que ser justificadas para no ser meros oportunismos y que
se justifican dentro del aprendizaje producido dentro del Orden del desbordamiento
dentro de la relación con el Otro100. Asimismo, se puede entender que la acción política
se enmarca dentro de un orden autónomo y liberado de su finalidad original.
Sin embargo, Levinas aclara que ―Lo que importa es sobre todo la idea de que no sólo la
esencia del Estado no está en contradicción con el orden absoluto, sino que es exigida
por este‖ (Levinas E. , Más allá del versículo, lecturas y discursos talmúdicos, 2006,
pág. 263). Por tanto la vinculación entre el Estado y el orden absoluto es íntima, como
el rollo del rey que debe escribir por su propia cuenta y leerlo cada día de su vida. Esta
es la manera en que el mesías instaura una sociedad justa y libera a la humanidad. El
mesías es rey y su reinado –que es el reinado del día a día- debe emparentarse con el
orden ideal, ya que el Estado de David es la finalidad de la liberación. Este
‗emparentamiento‘ tiene como momento de excelencia el día, ya que por la noche los
hombres descansan y se le entrega el gobierno a la Ley, y este último es el contacto con
el Absoluto.
Sería entonces el mesianismo no apocalíptico el que permite tomar conciencia de la
importancia que reviste el Estado para el pensamiento judío, ―en tanto representa la
posibilidad de realizar el ideal en los hechos‖ (Levinas E. , 2006, pág. 265). La época
mesiánica es entonces el fin de la opresión ejercida por los grandes Estados, aunque por
medio del Estado.
100
Derrida tiene una interpretación similar a la que presento y la expresó en una entrevista dada en un
programa televisivo ―Digamos que para Levinas la paz es primera, lo mismo que la hospitalidad y la
amistad; es la estructura misma del lenguaje humano. Esto no excluye la guerra, y Levinas parece aceptar
que la guerra pueda tener lugar. Cuando opone el Estado de David al Estado de César, acepta dicha
eventualidad. Está en relación de contradicción o de quiasmo con la posición kantiana: para Kant el
estado originario de las relaciones entre los hombres, el estado natural, es una relación de guerra. Por eso,
la paz debe ser una institución, debe ser construida como un conjunto de artificios, de proyectos culturales
en cierto modo, propiamente políticos, para reducir esa hostilidad originaria.
En Lévinas ocurre en cierto modo lo contrario: se trata de dar gracias a una paz primera, de reconocer esa
paz primera para tratar, a veces a través de la guerra, de tender hacia una paz en cierto modo escatológica.
Es un gesto a la vez diferente del de Kant y, al mismo tiempo, análogo, ya que Kant también quiere, a
través de la institución -las instituciones de paz universal, los tratados de paz universal por ejemplo-,
recuperar una hospitalidad universal. Kant explica que, aunque haya un estado de guerra en la naturaleza,
el derecho natural implica la hospitalidad universal: los hombres no pueden dispersarse de forma infinita
sobre la superficie de la tierra y deben, por consiguiente, cohabitar. Y sobre la base de este derecho
natural es sobre el que deben construirse las constituciones.
En ambos casos hay, pues, en el horizonte de la historia, una paz universal y perpetua. En este punto Kant
y Lévinas, como ocurre a menudo, se vuelven a encontrar a través de los quiasmos‖(Castellano, 1997).
106
Esta tradición es contraria al Estado romano, a Babilonia, los partos y al imperio de los
seléucidas, que según ―la historiografía judía encarnan la alienación o la paganización
de la Historia, la opresión política o la de los imperios‖ (Levinas E. , 2006, pág. 267).
Es un Estado que encarna el totalitarismo, la conquista, es opresor, ligado al egoísmo
realista, es la idolatría misma. Sin embargo, el Estado de Cesar pese ―a participar de la
esencia pura del Estado, es también, por excelencia, un foco de corrupción e incluso,
quizás, el último refugio de la idolatría‖ (Levinas E. , 2006, pág. 268)
Es por ello que ―La sabiduría talmúdica no ignora la contradicción interna del Estado,
en tanto que este subordina los hombres a los hombres con el fin de liberarlos, sin
importar cuáles sean los principios encarnados por quienes detentan el poder‖ (Levinas
E. , 2006, pág. 268). Y según parece la solución no es abstenerse del poder, porque al
hacerlo se está siendo cómplice de las fuerzas oscuras del Estado represor.
Asimismo, Levinas considera que hay una contradicción entre monoteísmo y Estado,
que según parece la acción política no logra conciliar. Dicha contradicción radica en que
de haber ―espinas‖ en la humanidad, es contradictorio que uno de los hombres se
encargue de sacarlas, porque no es dueño de nada. He aquí un argumento fundamental
de Levinas: esta contradicción anuncia ―el más allá del Estado‖ (Levinas E. , 2006, pág.
269). Donde el Estado mesiánico tiene una duración finita 101. ―En ciertos textos, Israel
es pensado como sociedad humana que ha superado el mesianismo, fase aún política e
histórica. En otros textos es anunciado el mundo futuro, el mundo venidero, pero como
algo radicalmente distinto del mesianismo‖ (Levinas E. , 2006, pág. 269) y donde el
Estado mesiánico representaría una etapa de transición y el ―verdadero término de la
escatología sería el mundo futuro‖ (Levinas E. , 2006, pág. 270)
101
Levinas cita: Sanedrín 99 a-b.
107
Y en este contexto, Levinas se refiere a Marx en una notable nota al pie de página que
podría resumir una comprensión profunda y positiva de la crítica de Marx al Estado y a
los impactos de la revolución en la condición humana.
Aquí Levinas rescata a Marx, tal vez a un cierto Marx 102, ―<Ningún ojo lo ha visto>,
esta expresión recuerda aquellos pasajes extraños en los que Marx espera que la
sociedad socialista modifique la condición humana, desbaratando toda previsión,
consecuentemente con su esencia revolucionaria‖ (Levinas E. , 2006, pág. 270). Habría
en esta cita un reconocimiento a ciertos pasajes de la obra de Marx donde este
últimoescapa de la previsión morfológica103 a la que se refiere Abensour en su texto
Utopía: ¿Futuro y/o Alteridad? y que parece conectar con lo planteado como
‗desbaratamiento‘ por Levinas. Este último se refiere a un Marx desmarcado de aquella
noción y parado sobre la contradicción misma que impone el pensar su utopía. Habría
en esos extraños pasajes de Marx un gesto que se abre a cerrar las puertas al futuro y
con ello a la previsión, situando la utopía marxiana inmersa en la actualidad pura y dura:
una utopía del ahí. Gesto muy en consonancia con lo que se vio en los apartados
dedicados al gesto crítico marxiano expresado en su metodología donde la crítica se
establece en primera instancia para llevar más allá las argumentaciones más allá de sus
confines, para mostrarles sus contradicciones y contrasentidos. Es una crítica que se
encarga de lo actual sin inyectar proyecto en su contra argumentación.
Por otra parte, Levinas sugiere que si bien todos estos textos pueden ser leídos de una
manera religiosa, también cabe una interpretación que apunte a una otras posibilidades
para el espíritu humano, un nuevo sentido para la vida:
―Todos los profetas, sin excepción, sólo han profetizado para la época mesiánica. ¡El
mundo futuro, en cambio, ningún ojo lo ha visto fuera de Ti, oh Señor, que obrarás para
aquel que te espera!‖ Textos que pueden ser considerados como rigurosamente
religiosos, como separando la salvación de toda referencia terrestre; pero que pueden
también ser leídos como anunciando nuevas posibilidades para el espíritu humano, una
nueva distribución de sus centros, un nuevo sentido para la vida, nuevas relaciones con
el prójimo‖ (Levinas E. , 2006, pág. 270).
La lectura de Miguel Abensour a este respecto es muy importante para sacar mayor
rendimiento a este punto de la crítica levinasiana sobre Marx. En este sentido y en
términos generales, la lectura de Abensour, rescata que el pensamiento de Marx
102
Como se puede apreciar en la lectura de Miguel Abensour, que rescata al joven Marx, antes de 1844.
103
Para profundizar sobre este tema, consultar (Abensour, Utopía: ¿Futuro y/o Alteridad?, 2009, pág. 24)
108
104
Cfr. (Marx, 2001, págs. 117-120).
105
(Marx, 2001, pág. 119).
109
En este sentido, según Abensour, el joven Marx (hasta antes de 1844) escribe inmerso
dentro del cuestionamiento de sí ha podido llegar al corazón de la radicalidad socialista,
sin embargo, ya en 1844, el viejo Marx pareciera haber tomado las riendas de la
conocida fórmula estructura-superestructura de los Manuscritos de 1844, abandonado el
postulado de la independencia de la política y sometiéndola a las determinaciones
económicas, aunque a lo largo de su vida y de vez en cuando revive el joven Marx y su
idea de la verdadera democracia, la cual para Abensour es una idea que da cuerpo a la
crítica conceptual del joven Marx.
Se podría decir que la tesis de Abensour consiste en que durante 1843 bajo el nombre de
―verdadera democracia‖ en los textos de Marx relativos a la Comuna de París, se
aprecia el resurgimiento de una tendencia anti-estatal, que habría aparecido nuevamente
en los escritos de 1871:
―Dimensión latente, entonces, y de una relativa constancia, a pesar de sus eclipses en la
obra de Marx. Así, puede resumirse esta confrontación yuxtaponiendo dos fórmulas:
para los franceses modernos en la verdadera democracia, el Estado político
desaparecería; para estos otros franceses modernos que serían los communards, en la
constitución comunal, el poder del Estado está acabado‖ (Abensour, 1998, págs. 116-
117).
El punto anterior es crucial para Abensour lector de Marx, debido a que es un gesto
teórico que demuestra la inquietud de Marx por restituir lo humano, dando cuenta que el
Estado es contrario a este movimiento, a la verdad de lo humano y por el contrario,
funciona profanando dicha verdad y apropiándose de la misma, encubriéndose así los
lazos más elementales y que dan realidad al Estado mismo. A este gesto marxiano,
Abensour lo denomina, la reducción:
―La tesis marxiana se apoya en la excepción de la democracia que se manifiesta ante
todo en el empleo de la reducción. La democracia moderna es democracia contra el
Estado porque su especificidad consiste en practicar la reducción (…) la reducción
contiene un bloqueo de la objetivación política de tal manera que esta última no
evoluciona a su pesar, en alineación. Dicho de otro modo, en la democracia, gracias a
este bloqueo, la acción política permanece tal cual en la medida en que resiste a una
transformación organizativa, unificadora, en definitiva, en Estado. Mediante la
exposición de la reducción y sus consecuencias, Marx logra mostrar de forma diáfana
que la lucha contra el Estado, en tanto que es forma, está inscrita en el núcleo de la
lógica democrática. La democracia o es anti-Estado o no es democracia‖ (Abensour,
2012, pág. 34).
Cabe señalar que debe entenderse la reducción bajo dos sentidos, por una parte que la
constitución se reconoce como un momento de la existencia del pueblo, y por otra, que
se reconoce al demos como la actividad que se objetiva en la constitución. En este
sentido se puede entender que Marx intenta desligar al demos -al pueblo- de la
pasividad, restituyéndole lo más propio de sí: la acción. La práctica de la reducción
tiene como consecuencia que ―la democracia insurgente no equivale a una variante del
proyecto radical-liberal, el ciudadano contra los poderes, sino más bien a una fórmula
en plural, los ciudadanos contra el Estado‖ (Abensour, 2012, pág. 37).
111
106
Cfr. (Abensour, La democracia contra el Estado, 1998, pág. 86)
112
107
Crítica que también es una posición que Levinas tiene contra Heidegger, ya que considera que la
comprensión del ser en general no puede dominar la relación con el Otro: ―La ontología heideggeriana
que subordina la relación con el Otro a la relación con el ser en general‖ (Levinas E. , 2002, pág. 70).
113
Plantea así que la dialéctica hegeliana lleva consigo una ética que no logra dar cuenta de
la radicalidad del Otro108, de su impronta intempestiva contra ontológica y contra
dialéctica109. Es una dialéctica donde toda inmediatez está ya mediatizada, está ya
tematizada. A nuestro juicio –y en términos generales- gran parte de su crítica tiene
como objetivo nivelar al Otro respecto al Mismo dentro de la historia de la
comprensión de lo real y su movimiento. Esto tiene mucha importancia, debido a que el
otro irrumpe en la lógica sagrada del mismo divino (como en Hegel), obligando a que el
otro se transforme en realidad y con ello modifica el escenario de lo que se considerará
como realidad misma. En consecuencia, todo este gesto crítico determinará el lugar de
la ética, ya sea como subproducto o como fenómeno exterior, pero en relación con el
ser.
De esta manera, podemos decir que la ―hermandad‖ entre Marx y Levinas tiene cuatro
momentos: a)Ambas criticas pueden entenderse desde la crítica al infinito verdadero
hegeliano y plantean nuevas concepciones del infinito: b) Los dos autores consideran
que el infinito verdadero conceptualiza a los sujetos como mónadas y en consecuencia
lo social de los mismos termina siendo una suma de unidades abstracto-formales, por
tantositúa al Otro como mera afección exterior del Mismo monádico, c) Consideran que
el despliegue del infinito verdadero está predeterminado dentro de los márgenes del
Absoluto y la Totalidad subsumiendo con ello toda especificidad e imparcialidad del
sujeto por medio del Estado110 y d) Ambos consideran que existe una posibilidad -por
medio del método de la crítica- de encontrar una coincidencia entre método y realidad.
108
Ciertamente, Levinas va más lejos: ―La obra hegeliana, en la que acaban confluyendo todas las
corrientes del espíritu occidental y en la que se manifiestan todos sus niveles, es una filosofía del saber
absoluto y, a la par, del hombre satisfecho. El psiquismo del saber teorético constituye un pensamiento
que piensa a su medida y, en su adecuación con lo pensable, se iguala consigo mismo, llega a ser
autoconsciente. Es lo Mismo que se reencuentra en lo Otro‖(Levinas E. , 1995, pág. 226).
109
Se puede pensar en el rol de la lucha por la libertad dentro del esquema dialéctico y su constante lucha
por alcanzarla de manera incompleta y reanudar su conquista una y otra vez como una forma de reafirmar
al ser y no de superarlo. ―La libertad surge a partir de una obediencia al ser: no es el hombre el que
sostiene la libertad, es la libertad la que sostiene al hombre. Pero la dialéctica que concilia así la libertad y
la obediencia, en el concepto de verdad, supone la primacía del Mismo, a la que lleva toda la filosofía
occidental y por la cual se define‖ (Levinas E. , 2002, pág. 69).
110
Para Levinas la socialidad proviene de una raíz que no es el Estado (al igual que para Marx), sino que
de una relación anterior que es la del cara a cara. Esta última es una relación que carece de violencia y
que es condición del Estado y su moral. Será esta fuente el punto de partida de la crítica levinasiana al
sistema hegeliano, en el fondo a la totalidad. El Estado será un organismo que se proclama popular y real
estando al mismo tiempo divorciado –contradictoriamente- de sus esferas consagrando esta alienación en
el Derecho y las leyes. De manera que el individuo defendido por el liberalismo no es más que un modo
del Estado.
114
Es por ello que dada la ―poca importancia‖ 111 que tiene el Otro dentro del infinito
hegeliano112, se puede tomar atención a la propuesta de Levinas sobre el Otro como
exterioridad radical, trascendental y contra ontológica. Asimismo, en el caso de Marx,
el trabajo vivo como la exterioridad trascendental del capital cual ontología.
Cabe señalar que es posible que uno se tienda a preguntar si Levinas y Marx están
hablando desde el mismo plano, (es decir, que el gesto de Levinas de la salida de la
Totalidad, que por un lado Marx la establece como desapego de la comprensión de la
ontología del capital desde el trabajo vivo y Levinas por otro lado hace referencia crítica
a la dialéctica del Mismo y el Otro) sin embargo, son dos modos que puedan tener cierta
convergencia o al menos contenerse dentro de la misma base categorial. A nuestro
juicio, aun cuando el lenguaje sea distinto, tanto el Otro levinasiano como el sujeto
productor marxiano poseen la condición de que no pueden ser concebidos si no es ya
dentro de la esfera social, pero a diferencia de lo que ocurre en Hegel, esta condición no
hace que se difuminen o integren sus diferencias necesariamente en la ontología ni
tampoco esta última es condición para que sean reales ni mucho menos que dicha
especificidad sea producto de su objetivación en la ontología. Por el contrario, la
alteridad radical del otro, su trabajo vivo, es fuente de toda ontología, es condición de
la ontología113. Al igual que la ética es la filosofía primera.
Pese a nuestro esfuerzo por destacar las coincidencias, es preciso señalar que la esfera
del lenguaje y la propuesta ética levinasiana corresponde a un nivel no explorado por
Marx, al menos el Marx que esta investigación logró documentar. Por otra parte, da la
111
Sería más preciso decir que la importancia del Otro en la lógica hegeliana es distinta, pero utilizamos
el calificativo ―poca‖, debido a que se le está comparando con la preponderancia que tiene en la lógica
levinasiana.
112
Claramente muchas de las referencias de Levinas van contra la ontología heideggeriana, aunque en
términos elementales –o al menos desde la óptica que remarca Levinas- también cabe esta crítica a la
ontología hegeliana por dar la misma importancia al ser: ―El primado de la ontología heideggeriana no
reposa sobre el truismo: «para conocer el ente es necesario haber comprendido el ser del ente». Afirmar la
prioridad del ser con respecto al ente, es ya pronunciarse sobre la esencia de la filosofía, subordinar la
relación con alguno que es un ente (relación ética) a una relación con el ser del ente que, impersonal,
permite la aprehensión, la dominación del ente (en una relación de saber) subordina la justicia a la
libertad‖ (Levinas E. , 2002, pág. 69). Solo por citar un artículo que trata la crítica de Levinas contra
Heidegger, se puede revisar: (Peperzak, 2011)
113
Esta frase refuerza la idea del rescate de la especificidad a la cual se refiere Marx y Levinas, ya que
por su parte ―la obra de la ontología consiste en tomar al individuo (que existe sólo) no en su
individualidad, sino en su generalidad (la única de la cual hay ciencia). La relación con lo Otro sólo se
realiza aquí a través de un tercer término que encuentro en mí. El ideal de la verdad socrática reposa,
pues, en la suficiencia esencial del Mismo, en su identificación de ipsiedad, en su egoísmo. La filosofía es
una egología‖ (Levinas E. , 2002, pág. 68).
115
sensación de que toda la crítica marxiana al capital y su sustrato ético serían para
Levinas dadas por comprendidas en modo positivo dentro de su propuesta:
―Que una acción puede ser obstaculizada por la técnica destinada a volverla eficaz y
fácil; que una ciencia, nacida para abarcar el mundo, lo lance a la desintegración; que
una política y una administración, guiadas por el ideal humanista, mantengan la
explotación del hombre por el hombre y la guerra —éstas son singulares inversiones de
proyectos razonables, que descalifican la causalidad humana y, por eso mismo, la
subjetividad trascendental comprendida como espontaneidad y acto. Todo transcurre
como si el Yo, identidad por excelencia, al cual se remontaría toda identidad
identificable, fracasara consigo, no llegara a coincidir consigo mismo.
Desde hace tiempo, de hecho, los hombres eran sensibles a esta alienación. Pero desde
el siglo XIX se encontraba, con Hegel, un sentido a esta alienación, reconocida como
provisional y como debiendo aportar un aumento de conciencia y de claridad a la
conclusión de las cosas.‖ (Levinas E. , 1974, págs. 115-116). El subrayado es nuestro.
Se puede apreciar cómo está dada por sentada la explotación del hombre por el hombre.
Levinas entiende este fenómeno como un hecho ineludible de la realidad humana. Al
mismo tiempo Levinas desliza críticas al hegelianismo que considera que los distintos
estados de explotación son formas incompletas del Espíritu Absoluto y que por su
devenir terminarán por perfeccionarse y solucionarse por la acumulación positiva de la
conciencia o ―el aumento de la conciencia‖ 114. Estas apreciaciones las podremos
analizar más adelante cuando pasemos a revisar en detalle los comentarios que Levinas
realizó sobre Marx de manera directa.
Como hemos venido diciendo, la postura crítica a la doctrina del ser por parte de
Levinas también se convierte en una crítica a Hegel. Levinas entra en debate con la idea
según la cual la realidad se juegue su verdad en el contenido del movimiento del ser y la
nada. La realidad estaría atrapada en el ser y en su contenido y en el Yo como identidad
ineludible. Esta atmosfera total, encierra para Levinas uno de los más grandes signos de
la ontología y de nuestros tiempos.
La forma en que Hegel demuestra el contenido del movimiento y su afán por dar a esta
demostración un correlato humano que encumbre toda la eticidad del ser, resultan ser
ideas a las cuales Levinas dará una lucha incesante.
Pasemos a explicar someramente el planteamiento de Hegel. Para este último por
ejemplo, si se quiere reconocer intelectualmente el ser, el puro Ser, se debe vaciar su
contenido de manera absoluta, por ende carecerá de toda diferencia tanto en su interior
114
Quisiéramos recordar los pasajes tratados en esta investigación respecto al problema en la eticidad marxiana
entendida bajo el esquema de la redención.
116
como en su exterior. Este razonamiento llevará a pensar a Hegel que Ser es ni más ni
menos que nada:
―Ser, puro ser —sin ninguna otra determinación. En su inmediación indeterminada es
igual sólo a sí mismo, y tampoco es desigual frente a otro; no tiene ninguna diferencia,
ni en su interior ni hacia lo exterior. Por vía de alguna determinación o contenido, que
se diferenciara en él, o por cuyo medio fuese puesto como diferente de otro, no sería
conservado en su pureza. Es la pura indeterminación y el puro vacío—. No hay nada en
él que uno pueda intuir, si puede aquí hablarse de intuir; o bien él es sólo este puro,
vacío intuir en sí mismo. Tampoco hay nada en él que uno pueda pensar, o bien éste es
igualmente sólo un pensar vacío. El ser, lo inmediato indeterminado, es en realidad la
nada, ni más ni menos que la nada‖ (Hegel, 1976, pág. 77)115.
La esencia se deja ver dentro del movimiento entre el ser y la nada y atrapada ahí, está
articulada como carencia de ser atormentado por la nada. Solo podemos comprender un
movimiento en este ser y en esta nada puras por la inclusión levinasiana del contenido
de la razón que mencionamos anteriormente. Sería entonces esta ―audacia de la
abstracción‖ la que da sentido al movimiento y con ello a todo el contenido que se
115
Una edición más reciente, con la traducción de Felix Duque se cita este pasaje como: ―Ser, puro ser sin
ninguna determinación ulterior. Dentro de su inmediatez indeterminada, él es solamente iguala sí mismo,
sin ser tampoco desigual frente a otro-, no tiene ninguna diversidad en su interior, ni tampoco hacia fuera.
Por una determinación o contenido, cualquiera que fuere, puesto como diferente en él, o por el cual fuere
puesto como diferente de un otro, dejaría de estar firmemente mantenido en su pureza. Él es la
indeterminidad y vacuidad puras.- Dentro de él nada hay que intuir, si puede hablarse aquí de intuir-, o
bien, él es sólo este puro, vacío intuir mismo. Tampoco hay algo que pensar dentro de él, o bien, él es
justamente sólo este vacío pensar. El ser, lo inmediato indeterminado, es de hecho nada, ni más ni menos
que nada‖ (Hegel, 2011, pág. 225).
117
desencadene del mismo. De este modo: ―La nada, que la fatiga (a la esencia)
mortalmente, perpetúa la verdad del idealismo, el privilegio de la tematización y la
interpretación del ser del ente mediante la objetividad del objeto‖ (Levinas E. , 1987,
pág. 255). Una objetividad que está lejos de cumplir sus propios requisitos.
Como hemos podido apreciar, para Hegel lo primero es el pensamiento universal, en
consecuencia debe este comenzar por referirse al ser genérico universal, al ser del
pensamiento sin contenido ni determinación alguna, desembarazado de su finitud. Pero
el ser del pensamiento como sujeto sin predicado, del que nada se puede decir porque no
es esto o aquello, no es nada (equivale a la nada, al no ser). Si contuviera algo
determinado que le diferenciara de sí mismo o respecto de otro, dejaría de ser el puro
ser, o la pura identidad consigo mismo, algo que sólo es concebible en la total
indeterminación: en la pura forma vacía, sin contenido. Por tanto, no es un ser
determinado, es un ser ―en general‖, pero en la medida en que no se determina, que ―no
muestra‖ ningún atributo es nada. Pero para esta suerte de igualdad del ser y nada en
Hegel, será necesario incorporar el devenir, ya que de esta oposición entre contrarios
idénticos, como el ser indeterminado y el no ser nada del pensamiento, surge su devenir
donde se encuentra la esencia. De modo que esta dialéctica entre el ser y la nada no es la
génesis del pensamiento lógico sino que le acompaña estructuralmente a lo largo de
todo su desarrollo.
En toda cosa hay ser y no ser en permanente contradicción que le hace devenir. El ser
indeterminado es la indeterminación del pensamiento y de la sensibilidad: ―un ser
determinado, finito, es un ser tal que se refiere a otro; es un contenido que está en una
relación de necesidad con otro contenido, con el mundo entero‖ (Hegel, 1976, pág.
80)116.
Entonces, del no ser nada de la sensibilidad ni del pensamiento surge el devenir, como
proceso de satisfacción de la nada al ser, de este modo el devenir es el primer
pensamiento concreto y, por esto, el primer concepto mientras que el ser y la nada son
abstracciones vacías. De esta manera, una vez que el ser recién devenido aparece frente
al sujeto más primitivo, se presenta como un objeto de la sensibilidad, que es el primer
elemento de la comprensión (el entendimiento). En este marco el contenido racional del
116
En la traducción de Duque se expone así: ―Un ser determinado, un ser finito es un ser tal que se refiere
a otro-, es un contenido que está en relación de necesidad con otro contenido, con el mundo entero‖
(Hegel, 2011, pág. 228).
118
Hasta este punto podemos ver como Levinas insiste en su crítica, desde distintos modos
del ser, encontrando una constante: al otro como rehén de la totalidad del mismo, así
como la nada atrapada en la tematización del ser. Y al igual que en la crítica de Marx al
Estado en Hegel, el devenir se torna para Levinas una transición o una mediación
innecesaria y arbitraria para la comprensión de la realidad que conduce a una
interpretación errada del contenido de la realidad y de la ética en última instancia. El ser
y su ontología son como el Estado, el Dios de Hegel y el cierre de su filosofía.
―La no-ignorancia o el conocimiento de lo otro como dato, permite superar la finitud: el
saber del entendimiento elevándose a Razón, extiende el poder a lo infinito y, con la
filosofía de Hegel, pretende nada menos que no dejar nada diferente afuera‖ (Levinas E.
, 1995, pág. 87).
118
Levinas crítica este tipo de unión dando énfasis al momento de la separación, ya que el enfoque de la
carencia que surge de la estructura de la necesidad no está siendo en verdad ―precisamente porque no
posee enteramente su ser y por lo tanto, no está, propiamente hablando, separadamente‖ (Levinas E. ,
2002, págs. 124-125).
120
Incluso podemos apoyarnos en el mismo Hegel para afirmar que inclusive el carácter
más radical de las disposiciones de los sujetos expresado en el devenir, se transforma en
una proyección del mismo en consonancia con el Espíritu Absoluto:
―Para justificarse, el yo puede, ciertamente, optar por otra vía: puede buscar adherirse a
una totalidad. Tal nos parece la justificación de la libertad a la que aspira la filosofía
que, de Spinoza a Hegel, identifica voluntad y razón, que, contra Descartes, quita a la
verdad su carácter de obra libre, para situarla allí donde se desvanece la oposición del
yo y del no-yo, en el seno de una razón impersonal. La libertad no se encuentra
mantenida, sino que se remite al reflejo de un orden universal, que se sostiene y se
justifica solo, como el Dios del argumento ontológico‖ (Levinas E. , 2002, págs. 109-
110).
Tal es el caso de la dialéctica del amo y del esclavo, donde la posibilidad de salir de la
esclavitud radica precisamente en que hay una condición de un sujeto que el amo no
puede controlar o que ha dejado en manos del esclavo: el producir sus medios de vida
con sus propias manos, en efecto, ser el ejecutor de los aspectos más finos de la vida a
nivel particular y general. El esclavo así toma el tono de vanguardia, ya que es el sujeto
de la relación que adopta el privilegio de tener la posibilidad de conocer la relación en la
medida misma que ésta se efectúa. El acto de dominación tiene así su máxima tensión
dialéctica no en el ejercicio de quien está en la condición de amo, sino en quien efectúa
en último término el acto mismo de sumisión. Pero ahí donde radica su posibilidad
intrínseca de liberarse, está al mismo tiempo la posibilidad de su reabsorción al carácter
de amo119. Es así como se explicarían las distintas mutaciones de amos y esclavos que
ha tenido la Historia, que con su figura de espiral fija su movimiento hasta los confines
del Espíritu Absoluto, precisamente donde el existente levinasiano ha pasado al olvido.
119
La lectura marxista tradicional tomó así dos posturas respecto a este fenómeno. El primero de ellos es
que esta condición privilegiada del esclavo llevaría sí o sí a que éste tomara el poder, considerando
entonces el proceso de liberación como una linealidad histórica positiva. Por otro lado, estaban los que
consideraban que era necesario tomar conciencia del proceso y así transformarse en la vanguardia. Cabe
aclarar aquí, que la condición de esclavo moderno (proletario), en cualquiera de estas dos posturas, no es
un concepto ni una condición que dependa de la conciencia de quienes están en la condición de esclavos,
sino que como hemos visto ya en Hegel, es una condición que se realiza en la medida en que se efectúa,
es previa a la conciencia subjetiva y está sobre la misma. De considerar este concepto en Marx como
dependiente de la conciencia, se caería en el error de confundir los conceptos de ser vanguardia y
proletariado, teniendo como consecuencia caer en un idealismo donde el foco del concepto radicaría en lo
pensado y no en lo que produce la posibilidad de ese pensamiento de modo que ser proletario o no
dependería de lo consciente que soy de ese concepto, cuestión que no haría justicia a los planteamientos
de Marx. Si se tiene alguna duda al respecto, se puede consultar el capítulo de la jornada Laboral del
primer tomo de El Capital donde Marx se refiere a ‗niños proletarios‘ para estimar el cálculo de capital-
trabajo, de manera que si ser proletario dependiera de un acto de conciencia, estos niños trabajadores de la
industria de la seda, tienen que haber sido grandes ideólogos. Revisar específicamente en: (Marx K. ,
2008, pág. 353)
121
120
―Podemos preguntarnos si ello da la medida de la muerte. Si lo que hay de externo en la muerte, en la
muerte que conoce el hombre, encuentra su lugar adecuado en este absoluto‖ (Levinas E. , 1994, pág. 93).
121
―Infinito al que estoy consagrado por un pensamiento no intencional, cuya devoción no sabría traducir
ninguna proposición de nuestra lengua, ni siquiera a la que recurrimos. A-Diós, cuya cifra única —a la
vez, devoción y trascendencia— es el tiempo diacrónico. No es cierto que la noción hegeliana del
«infinito malo» no admita revisión alguna‖(Levinas E. , 1995, pág. 264).
123
El placer dispone de un dinamismo propio, de algo que podría devenir dentro de una
lógica interna. En tanto éxtasis, el dinamismo propio indica abandono, pérdida de uno
mismo, salida dentro de sí. Esta fenomenología como éxtasis aparece en correlato con el
dolor y el malestar. La promesa de evasión se comprende en la medida en que hay un
momento que de alguna manera clama la evasión, o que la llama. En la articulación de
124
Siendo esta una de las posibles entradas de la crítica al Ser y la ontología que hace
Levinas, se puede observar que para este autor se hace necesario un rescate de la
alteridad absoluta del Otro donde no se vea atrapado ni contenido dentro un Mismo
omnicomprensivo. Además, esta otredad radical tendría consigo otra constitución del
mismo, cuya ―realización‖ radicaría en el otro y no en sí mismo. Pero esto no sería
posible de hacer si no es por medio de la máxima cercanía con el existente, que dentro
de la cita anterior correspondería al ―conmigo‖. Levinas insistirá en este lenguaje
cercano al sujeto sintiente y apartado de la neutralidad del ser, con el fin de ligar esta
articulación con la responsabilidad entre personas, con la ética, defendiendo un infinito
que no está ‗finitizado‘ por las barreras de la totalidad y su devenir, por el Estado:
―La ontología, como filosofía primera, es una filosofía de la potencia. Converge en el
Estado y la no-violencia de la totalidad, sin precaverse contra la violencia de la que vive
esta no-violencia y que aparece en la tiranía del Estado (Levinas E. , 2002, pág. 70).
126
Para reforzar esta idea de Levinas (al igual que Marx, cuestión que profundizaremos
más adelante) contra el Estado y el dinero como agentes que difuminan al sujeto
existente y su especificidad, Levinas indica:
―Las obras tienen un destino independiente del yo, se integran en un conjunto de obras:
pueden ser cambiadas, es decir, están en el anonimato del dinero. La integración en un
mundo económico no compromete la interioridad de la que proceden las obras. Esta
vida interior no muere como un fuego de paja, pero no se reconoce en la existencia que
se le atribuye en la economía. Esto es evidente en la conciencia que tiene la persona de
la tiranía del Estado‖ (Levinas E. , 2002, pág. 193).
Será así que a partir del otro absuelto, se le restaría al ser su poder y su identidad en sí
mismo y se abriría un camino de lectura ética de la realidad, donde el ser y su ontología
no difuminen el carácter excepcional del otro, desterrándolo de la totalidad y de la
identidad indestructible que produce el ser en el otro, donde incluso la alteridad del yo
resultará siendo siempre el juego del mismo: ―Incluso el yo que rechaza el sí, vivido
como repugnancia (…) es un modo de la conciencia de sí 122 (…) la negación del yo por
el sí es precisamente uno de los modos de la identificación del yo‖ (Levinas E. , 2002,
pág. 61). Levinas insiste en que el otro no puede producirse como reflejo del yo. Se
puede ver cómo esta identidad de contrarios expresada entre el mismo y el otro, posee la
unilateralidad de ser siempre una representación del mismo, donde el otro camina por
los escenarios por el cual la conciencia intencional configura el espacio del otro, donde
este último pasaría a ser una especie de alter ego del mismo. El lenguaje en esta
construcción de sentido por parte del mismo, tiene un doble juego: por una parte
constituirse como teoría del mismo que fuerza al otro a representarse en su manera
objetual y por otra -al mismo tiempo-, mostrar una forma que tiene el Mismo y el Otro
de salir de sí y que opera bajo la forma de discurso. Sin embargo, esto es posible:
―si la relación es llevada a cabo por el pensamiento de uno de los términos de la
relación, como el movimiento mismo de la trascendencia, como el recorrido de esa
distancia y no como una retención o la invención psicológica de este movimiento. De
este modo el <<pensamiento>>, la <<interioridad>>, son la ruptura misma del saber y
la producción (no el reflejo) de la trascendencia. No conocemos esta relación –por eso
mismo notable- más que en la medida en que la efectuamos‖ (Levinas E. , 2002, pág.
63).
122
Es más Levinas destaca que es necesario comprender los modos de la conciencia de sí para entender la
radicalidad de su propuesta: ―el yo que piensa se escucha pensar o se espanta de sus profundidades y, para
sí, es otro. Descubre así la famosa ingenuidad de su pensamiento que piensa <<ante sí>>, como se
marcha <<ante sí>>. Él se escucha pensar y se sorprende dogmático, extraño para sí. Pero el Yo es el
Mismo ante esta alteridad, se confunde consigo.‖ Y sostiene que incluso ―el Yo es idéntico hasta en sus
alteraciones‖ (Levinas E. , 2002, pág. 60).
127
123
Porque para Levinas la separación no es bienvenida en el esquema hegeliano, porque para Hegel:
―Pensar que el ser procede de la nada y que habría allí un devenir absoluto, o pensar que el ser va hacia la
nada como nada separada y separable, es una idea insuficiente. No existe la nada separable‖(Levinas E. ,
1994, pág. 94).
124
La teoría aquí tiene un doble sentido. Por un lado significa un modo de aproximación de los seres (el
cognoscente y el conocido) que resiste el respeto de la alteridad del conocido y por otro significa
inteligencia, ―es decir un modo tal de abordar el ser conocido que su alteridad con respecto al ser
cognoscente se desvanece.‖ (Levinas E. , 2002, pág. 66). En el último sentido del término tomaría cuerpo
la ―negatividad‖ de la actitud ontológica, por considerar esta un modo de aprehensión del ser como una
realización de ―La posibilidad de poseer, es decir, de suspender la misma alteridad de lo que sólo es otro
en el primer momento y otro con relación a mí, es la modalidad de lo Mismo‖ (Levinas E. , 2002, pág.
61). Estas construcciones inteligentes, por tanto arbitrarias, privan al ser conocido de su alteridad.
128
con lo que se resiste a la misma y pone otro obstáculo al ser para atraparlo en su historia
y su política.
―El acceso a los seres, en la medida en que se refiere a la visión, domina estos seres,
ejerce sobre ellos un poder. La cosa es dato, se ofrece a mí‖ (Levinas E. , 2002, pág.
207). El hablar es una manera de solicitar al otro que se basa en parte, para un vidente,
en la visión. Así se tematiza al Otro, siendo el lenguaje el reflejo de lo que ya ocurrió en
la visión. Sin embargo, al mismo tiempo que la posee deja ver al otro como interlocutor
y es bajo esta condición en el que el Otro se afirma como radicalmente otro:
―En el Discurso, la diferencia que se acusa inevitablemente entre el Otro como mi tema
y el Otro mi interlocutor, eximido del tema que por un instante parecía poseerlo, pone
pronto en tela de juicio el sentido que le doy a mi interlocutor. Por ello la estructura
formal del lenguaje anuncia la inviolabilidad ética del Otro y, sin ningún resabio
<<luminoso>>, su <<santidad>>‖ (Levinas E. , 2002, pág. 209).
125
Recordemos que también hay una forma positiva del discurso, donde la idea de lo infinito en términos
levinasianos es la intransigencia misma del Otro, la relación de los términos, es decir, el Discurso como la
acogida inevitable.
129
Como veremos más adelante en el apartado dedicado a articular las nociones de trabajo
y valor de uso en Marx y Levinas, este mismo motivo se puede apreciar contra el ser y
el fenómeno del capitalismo en su procedimiento de colocar a los sujetos en una
igualdad que los neutraliza y les quita su especificidad y su responsabilidad, por medio
del desgarramiento de su valor de uso. Para Levinas y Marx, el Ser es el horizonte de la
Historia.
126
―(…) el amor busca lo que no tiene la estructura del ente, sino infinitamente futuro, lo que se ha de
engendrar‖ (Levinas E. , 2002, pág. 276).
130
Se podría decir que el infinito levinasiano es un infinito pre teórico y pre activo o pasivo
solo en cuanto que actividad del ser. Este infinito es entonces la quebrada por donde
toda la creación de sentido y el desenvolvimiento del sujeto se vierten y donde la crítica
tiene todo su sentido,es –como hemos venido defendiendo- una noción metodológica
que afecta a toda construcción de conceptos políticos:
―De modo que su intención crítica lo lleva más allá de la teoría y de la ontología: la
crítica no reduce lo Otro al mismo como la ontología, sino que cuestiona el ejercicio del
Mismo. Un cuestionamiento del Mismo -que no puede hacerse en la espontaneidad
egoísta del Mismo- se efectúa por el Otro. A este cuestionamiento de mi espontaneidad
por la presencia del Otro, se llama ética‖ (Levinas E. , 2002, pág. 67). El subrayado es
nuestro.
127
―La significación a la que, en esta obra, la deducción fenomenológica remite el pensamiento teórico
sobre el ser y la exposición panorámica del ser mismo, no es irracional‖ (Levinas E. , 2002, pág. 54).
131
En este sentido, y como hemos venido mostrando, uno de los gestos más importantes en
la propuesta levinasiana es la ruptura de la totalidad, aquello que da cuenta de que ―Lo
absolutamente Otro, es el Otro. No se enumera conmigo. La colectividad en la que digo
<<tú>> o <<nosotros>> no es un plural del <<yo>>‖ (Levinas E. , 2002, pág. 63). Con
este gesto Levinas busca situar a la ética como filosofía primera en contra de la
ontología al mismo tiempo que se desprende del subjetivismo kantiano que ‗desconoce‘
la violencia que se da en el esquema ontológico. De este modo y como hemos visto, el
Mismo no se identifica por una simple oposición al Otro -ya que de ser así sería una
relación englobada en una totalidad de tipo hegeliana o dialéctica-, sino que ―por lo
concreto del egoísmo‖. El egoísmo aquí viene a representar la soledad del Otro y del
Mismo que continuamente permanecen en el punto de partida. Este estado del Otro no
puede producirse como reflejo del Yo y ―es anterior a toda iniciativa a todo
imperialismo del Mismo‖ (Levinas E. , 2002, pág. 62).
Este énfasis tiene como consecuencia que la relación no sea una totalidad de egoísmos
divinos o humanos: ―nos proponemos, en cambio, describir en el desarrollo de la
existencia terrestre, de la existencia económica como la llamamos, una relación con el
Otro que no acaba en una totalidad divina o humana 128, una relación que no es una
totalización de la historia129, sino la idea de lo infinito. Tal relación es la metafísica
misma‖ (Levinas E. , 2002, pág. 76).
Habiendo quedado establecida la relevancia que tiene para Levinas intentar un gesto
teórico que de mayor importancia al Otro y se le reconozca como fuente primera de
todo sentido. Pasaremos entonces a analizar el ―motivo terrenal‖ de la crítica
levinasiana que queda expresado en la cita anterior, donde se reconoce un énfasis al
análisis de la vida económica que para Levinas se debe analizar en base a la idea de
128
Esta aclaración no deja de recordarnos al Marx crítico de Feuerbach y Hegel respecto al egoísmo
divino y el hombre egoísta (subtítulo de Las Tesis sobre Feuerbach).
129
Aquí el concepto de historia tiene un sentido ontológico, porque es la historia del ser, de las
reducciones del acontecer: ―La historia no sería el plano privilegiado en el que se manifiesta el ser
separado del particularismo de los puntos de vista cuya reflexión llevaría todavía la tara. Si ella pretende
integrar el Yo y el Otro en un espíritu impersonal, esta pretendida integración es crueldad e injusticia, es
decir, ignora el Otro. La historia, relación entre hombres, ignora una posición del Yo con respecto al Otro,
en la que el Otro permanece trascendente con relación al Yo. Si no soy exterior a la historia por mí
mismo, encuentro en el otro un punto, con respecto a la historia, absoluto; no al fusionarme con el otro,
sino al hablar con él. La historia es fermentada por las rupturas de la historia en las que se emite un juicio
sobre ella. Cuando el hombre aborda verdaderamente al Otro, es arrancado a la historia‖ (Levinas E. ,
2002, pág. 76).
132
infinito. Veremos pues cómo la idea de infinito toma cuerpo dentro del entramado
teórico levinasiano.
A raíz de ello surge la necesidad de adoptar la crítica, para que crezcan las flores –como
diría Marx- para que se reconozca el verdadero estatus de la ética como diría Levinas:
―De modo que su intención crítica lo lleva más allá de la teoría y de la ontología: la
crítica no reduce lo Otro al Mismo como la ontología, sino que cuestiona el ejercicio del
Mismo. Un cuestionamiento del Mismo —que no puede hacerse en la espontaneidad
egoísta del Mismo— se efectúa por el Otro. A este cuestionamiento de mi
espontaneidad por la presencia del Otro, se llama ética‖ (Levinas E. , 2002, pág. 67).
Sin embargo, cabe señalar que habría una modalidad del lenguaje donde se hace posible
la ética. Modalidad del lenguaje, donde lo táctil es un tanteo130(como el placer), es un
pensamiento y un lenguaje tangente si se quiere decir de algún modo, que no busca
apresar, sino que en el tanteo respeta la alteridad radical del Otro y admite a su vez su
condición de rehén. Este tipo de lenguaje viene a ser la propuesta de Levinas para poder
cuestionarse siquiera una posible entrada real y metodológica a la cuestión del infinito y
la ética como realidad.
La teoría aquí tiene un doble sentido, por un lado significa un modo de aproximación de
los seres (el cognoscente y el conocido) ligada al respeto de la alteridad del conocido, y
por otro significa inteligencia: ―es decir un modo tal de abordar el ser conocido que su
alteridad con respecto al ser cognoscente se desvanece.‖ (Levinas E. , 2002, pág. 66).
En el último sentido del término tomaría cuerpo la ―negatividad‖ de la actitud
ontológica, por considerar esta un modo de aprehensión del ser, como una realización
de la posibilidad de poseer. Asimismo, con el término ―espontaneidad‖ se refiere al
modo en que la aproximación teórica (como inteligencia) efectúa el proceso de posesión
dejando así lugar a la intención crítica como ética por excelencia que es lo que Levinas
quiere destacar. Así entonces:
―La metafísica, la trascendencia, el recibimiento del Otro por el Mismo, del Otro por
Mí, se produce concretamente como el cuestionamiento del Mismo por el Otro, es decir,
como la ética que realiza la esencia crítica del saber. Y como la crítica precede al
dogmatismo, la metafísica precede a la ontología‖ (Levinas E. , 2002, pág. 67).
130
―El tanteo no es una acción técnicamente imperfecta, sino la condición de toda técnica (…)El tanteo
revela esta posición del cuerpo que a la vez se integra en el ser y permanece en sus intersticios, siempre
invitado a franquear una distancia a la aventura, sosteniéndose en él completamente sólo: la posición de
un ser separado‖(Levinas E. , 2002, pág. 185).
133
Hay en Levinas una mudanza de lo propio hacia la otredad. De manera que lo infinito
pues no representa para el Deseo (metafísico) lo que lo satisface, que lo apacigua con
su posesión sino la deseabilidad de lo Infinito que no calma. La idea de lo infinito en la
relación por parte de los términos no representaría la relatividad de lo absoluto del
infinito, por tanto su posesión, sino que al ―Abordar el Otro en el discurso, es recibir su
expresión en la que desborda en todo momento la idea que implicaría un pensamiento
(...) Es pues, recibir del Otro más allá de la capacidad del Yo; lo que significa
exactamente; tener la idea de lo infinito‖ (Levinas E. , 2002, pág. 75).
Recordemos que el pensamiento llevado a cabo por una de los términos de la relación
representa la ruptura misma del saber y la producción, y son este junto con el Yo, los
factores que posibilitan que se produzca la alteridad en el ser. De este modo la idea de
131
Cfr. Nota al pie 92.
132
―La posesión es la forma por excelencia bajo la cual el Otro llega a ser el Mismo llegando a ser mío‖
(Levinas E. , 2002, pág. 70).
134
Esta idea de lo infinito que se desborda no se debe entender como el derrame del agua
de un vaso. Comprender así la relación de la idea de lo infinito sería comprenderla como
135
Como ya tenemos las nociones generales, tanto del infinito marxiano como del
levinasiano, y también hemos visto la importancia del gesto crítico en ambos autores, es
preciso comenzar con establecer en términos más finos y específicos laposibilidad de la
aplicación complementaria del método levinasiano y el marxiano, como métodos
volcados en la realidad.
Comenzaremos entonces directamente con la noción de trabajo y valor de uso en ambas
teorías, teniendo siempre por delante la levinasiana para ver el rendimiento y la
pertinencia del método marxiano.
Tenemos entonces que para Levinas:
―El porvenir incierto del elemento se suspende. El elemento queda fijo en las cuatro
paredes de la casa, se calma en la posesión. Allí aparece como cosa, la que tal vez se
pueda definir por la tranquilidad. Como en el caso de una <<naturaleza muerta>>. Esta
aprehensión operada sobre lo elemental, es el trabajo‖ (…) ―Esta aprehensión es la en-
ergía misma de la adquisición. No sería posible en un ser sin morada‖ (Levinas E. ,
2002, págs. 175-176).
de Hegel sobre este tema. En la Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx
enuncia esta contradicción presente en la noción de propiedad y da cuenta de un límite
de la teoría hegeliana del Estado, donde encuentra en ese punto de inflexión de los
intereses privados por sobre los individuales, la razón del ser del Estado orgánico
hegeliano. Levinas reconoce por sus propios medios este mismo fenómeno, donde la
propiedad funciona como el ingrediente preciso que detiene arbitrariamente la energía
del trabajo y lo suspende.
Como vimos en el caso de Marx, una vez que la materia se somete al proceso del trabajo
del hombre, esté último se subjetiviza en la materia. A esto Levinas apunta que la cosa
(el producto) toma sentido como ‗naturaleza muerta‘, vale decir, que mientras no sea
esa materia nuevamente subjetivada en un individuo no podrá concretarse como
naturaleza viva. Por tanto, mientras el producto del trabajo permanezca fuera del
consumo permanecerá como objetivación muerta. De manera que Levinas nos muestra
dos modos de naturaleza muerta y que también pueden verse en Marx, el más claro es el
producto de trabajo como capital y el segundo como producto del trabajo no social, el
cual no entra ni en la lógica alienante del capital ni tampoco en el círculo de productor-
consumo inmediato de la circulación simple.
En este sentido, el trabajo en función de la morada y su depósito en la misma, da cuenta
del rol del trabajo como energía suspendedora de la independencia del elemento que
aprehende: su ser (el del elemento); ―(…) la posesión neutraliza este ser: la cosa en
tanto que tener es un ente que ha perdido su ser‖ (Levinas E. , 2002, pág. 176). Este
trabajo se lleva a cabo por la mano, órgano que relaciona con fines egoístas las cosas
arrancadas al elemento. ―La cosa testimonia esta aprehensión o esta comprehensión:
esta ontología‖ (Levinas E. , 2002, pág. 176). Por tanto, en la modalidad en la que el
trabajo realiza productos que se resisten a una doble subjetivación queda inerte debido a
que se resiste a ser parte del movimiento que surge de la naturaleza misma del trabajo
como modo de unión trascendental entre los hombres y se sitúa en el terreno de la
posesión, de la quietud, Levinas lo llama la ‗tranquilidad‘.
Asimismo, sostiene que incluso en la modalidad del trabajo como subjetivación
posesiva o tranquila de la materia, la materia no pierde su independencia, sino que tan
solo ha sido apresada y cae en un estado de incomprehensión por parte del individuo.
Esta incomprehensibilidad es su relación con lo infinito (en el sentido levinasiano del
137
término) que opera y sigue preponderando en la noción ontológica y espontánea 133, que
sitúa a esta relación entre el individuo y el producto del trabajo en un nivel pre-teórico
(y no teórico-crítico), lo suspende como neutralidad:
― (…) el trabajo, la aprehensión de la materia, no es una visión ni un pensamiento en el
que la materia ya determinada definiría en relación con lo infinito; precisamente en la
aprehensión sigue siendo fundamentalmente indefinida y, en el sentido intelectual de
este término, incomprehensible‖(Levinas E. , 2002, pág. 177) (…) ―domina o suspende
sine die el porvenir indeterminado del elemento…la posesión pone el producto del
trabajo como lo que permanece en el tiempo, como sustancia‖ (Levinas E. , 2002, pág.
178) (…) ―la sustancialidad de la cosa está en su solidez, que se ofrece a la mano que
toma y lleva‖ (Levinas E. , 2002, pág. 179).
133
La espontaneidad egoísta del Mismo.
138
movimientos que van hacia la Altura y hacia la Humildad del Otro‖134 (Levinas E. ,
2002, pág. 213).
Así entonces, el valor de uso que adquiere la cosa es -desde su presentación como tal-
una adquisición: la cosa se da. Asimismo, solo es un valor de uso en tanto lo es para
Otro: ―(…) en su presentación las cosas se adquieren, se dan‖(Levinas E. , 2002, pág.
180).
Es en este punto donde quisiera recordar a Marx, ya que pareciera haber aquí una
similitud no menor entre el planteamiento del valor de uso en Levinas y este autor.
Para Marx, ―El valor de uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los
valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma
social de ésta‖(Marx K. , 2008, pág. 45). Es decir, en el grado de deseabilidad. Una vez
que estos valores de uso se asumen como igualdades respecto a otros valores de uso,
asumen entonces valor de cambio y es en este punto de la transformación donde se
anuncia el absurdo, la comprehensión pre-teórica sobre dichos valores. Al considerarlos
como igualdad se esconde tras de este cálculo proporcional una generalización donde se
difumina-y a la vez queda en evidencia- lo único común a todos los valores de uso: el
trabajo invertido en ellos, la actividad específica de los individuos, pasando a ser esta
una subjetivación privatizada de un movimiento originalmente social 135. De esta manera
desaparece lo realmente originario e identitario del valor de uso transformándose en una
arbitrariedad que se esconde en el cálculo para crear la ilusión de realidad humana viva.
Dicha generalización prescinde del valor de uso, tanto de los elementos materiales,
como de las formas que lo convierten en tal valor de uso, lo difumina 136. De esta
manera, desde el punto de vista del valor de cambio, no habrá distinción entre el trabajo
del carpintero, del tejedor o de otro trabajo productivo concreto cualquiera:
―Con el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los
trabajos representados en ellos y, por ende, se desvanecen también las diversas formas
134
Pese a todo, este doble movimiento da lugar a la bondad: ―El ser que se expresa se impone, pero
precisamente al llamarme desde su miseria y desde su desnudez –desde su hambre-, sin que pueda hacer
oídos sordos a su llamada. De suerte, que en la expresión, el ser que se impone no limita sino que
promueve mi libertad, al suscitar mi bondad‖ (Levinas E. , 2002, págs. 213-214).
135
Marx nombra a este fenómeno como la segunda forma equivalencial del trabajo como mercancía, la
cual consiste en igualar de igual modo ―5 lechos = una casa; que ‗no difiere‘ de cinco lechos = tanto o
cuánto dinero‖(Marx K. , 2008, pág. 73).
136
―En cuanto valores de uso, las mercancías son, ante todo, diferentes en cuanto a la cualidad; como
valores de cambio sólo pueden diferir por su cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo
de valor de uso‖ (Marx K. , 2008, pág. 46).
139
cómo este valor de uso -que solo es en cuanto es para Otro- firma en esta dependencia
su absoluta independencia e irreductibilidad. Con esto no queremos afirmar que debe
ser necesariamente dentro de esta ontología, sino que pese a esta ontología.
Es en esta cristalización de sí que se afirma, se sostiene, es la forma obligada por la cual
da cuenta de su alteridad. Da cuenta, en el sentido de que es esta la que produce dicho
momento y no este momento el que produce la alteridad, sino más bien da cuenta de ella
con el riesgo evidente de ser poseída.
Por tanto, ―Sercuerpo es, por un lado, mantenerse, ser dueño de sí, y por otro,
sostenerse sobre la tierra, estar en lo otro y, por ello, estar embarazado por un cuerpo.
Pero, insistamos, este embarazo no se muestra como pura dependencia. Hace la
felicidad de aquel que lo goza.‖ (Levinas E. , 2002, pág. 182). Y en esta felicidad radica
su libertad que paradójicamente –para el pensamiento posesivo- está en el Otro, he ahí
su condición de rehén por excelencia. De modo tal que la identificación de los términos
es un proceso donde la identidad es propia de cada quien en el sentido radical, pero a su
vez, se deja ver en la relación de los términos.Por tanto, no prescinde de la relación a
modo de una estructura formal cuya esencia es independiente de lo superficial a la
misma, sino que mantiene un lazo estrecho con ella, una ligazón embarazada.
En este sentido, ―La morada es sólo un aplazamiento, para las fuerzas del mundo
exterior. El ser con domicilio sólo contrasta con las cosas, porque proporciona una
demora, porque <<retarda el efecto>>, porque trabaja‖ (Levinas E. , 2002, pág. 183).
Como hemos señalado anteriormente, aquí se reafirma el sentido de propiedad de la
morada, la cualpor medio del trabajo permite el letargo que produce la sensación de
cristalización entre los términos; es el trabajo en su modalidad privativa y antisocial. Sin
embargo y pese a estar en esta modalidad, el trabajo por su naturaleza radicalmente
viva, produce letargo, porque afecta la tranquilidad de la morada con su indeterminación
viva.
Bajo este contexto, la concienciafunciona como el aplazamiento que da lugar al
tiempo138 donde el yo reacciona para mantener la tranquilidad de su morada.Pero
Levinas no quiere poner énfasis en la conciencia como fenómeno que aplaza al cuerpo
en relación al proyecto que anticipa el porvenir -ya que esa sería la conciencia criticada
por Levinas-, sino la que en cuyo aplazamiento se sitúa el porvenir indeterminado del
138
Ya que ―tener conciencia es precisamente tener tiempo‖ (Levinas E. , 2002, pág. 183).
141
El tiempo que trae consigo la muerte, es la noción de tiempo que impera en la filosofía
hegeliana y que resignifica la noción de trabajo en la forma que la analizamos
anteriormente. Sin embargo, y pese a todo este escenario, el carácter vivo del trabajo no
pierde su poder y logra dar letargo a este proceso de camino a la muerte, a esta amenaza
sobre el ser. El trabajo bajo este punto de vista, es visto como una esfera finita que se
desarrolla en lo absoluto de la vida humana, así como también se puede apreciar en la
sociedad civil en la Filosofía del Estado de Hegel. Se arma entonces nuevamente el
silogismo hegeliano donde se cae en la contradicción de pensar el trabajo vivo bajo el
142
zarpazo ineludible de la muerte. Cabe nuevamente preguntarse –al igual que Levinas- si
esta noción de trabajo (de trabajo ontológico), hace justicia al trabajo vivo y su evidente
socialidad y fuente de trascendencia más allá de la muerte. Tanto Marx como Levinas
sirven entonces para mostrar el agotamiento teórico que produce el silogismo hegeliano
del infinito verdadero sobre las esferas finitas. También existe una forma del valor del
trabajo que no tenga que ser bajo la estructura del Estado y el Mercado o más bien, que
no necesite de dichas edificaciones para concretarse y expresar de la forma más genuina
su naturaleza viva y transgresora.
143
Conclusiones
Como se pudo ver a lo largo de toda esta investigación, la determinación del infinito es
un momento crucial para Hegel, Marx y Levinas. Estos dos últimos notaron que si no se
enfrentaban de una manera distinta a como lo hizo Hegel al infinito no tendrían una
base sólida por medio de la cual comenzar su trayecto y propuesta filosófica, ya que la
idea de infinito determina los requisitos metodológicos que tendrá un concepto y una
categoría para ser consideradas pertinentes y reales. Por tanto, como se puede constatar
la noción de infinito dentro de la filosofía política fue sometida al más riguroso examen
y ante lo anterior la presente investigación demostró que la noción de infinito presente
tanto en Marx como en Levinas es un gesto metodológico de escape al silogismo de la
Totalidad, es decir al modo de demostración que establece a priori relaciones y
explicaciones tanto de las variables estudiadas como de sus relaciones. En este sentido,
ambos infinitos se resisten al infinito verdadero hegeliano como motor y portador del
sentido del devenir dentro del sistema de relaciones y por el contrario, se plantean como
infinitos contra hegelianos, toda vez que reconocen que tanto el Estado como portador
último de la eticidad y el infinito verdadero son mediadores forzados e insuficientes
para dar cuenta de la realidad de manera fidedigna.
En este sentido es preciso destacar que el enfrentarse de otra manera al infinito también
fue un gesto hegeliano, ya que el desarrollo de su infinito tuvo como fuente la lectura
crítica de toda la tradición anterior a Hegel. De esta manera, su nueva versión del
infinito le sirvió para explicar el sentido y dar vida a su lógica, para darle un contenido
humano al desenvolvimiento de la realidad.
Es por ello que en la segunda parte de esta investigación examinamos la importancia del
infinito en la teoría de Marx y concluimos que este último comprende la importancia del
infinito y elabora su crítica a Hegel a partir del cuestionamiento de las mediaciones
hegelianas introducidas en la lógica para conciliar los distintos aspectos que quedaban
oscuros en la explicación de su relación y sentido (tal es el caso del Estado por
ejemplo). Es así como Marx comienza a ―podar‖ el infinito hegeliano ya que a juicio de
Marx, si bien Hegel se sitúa sobre el problema del movimiento y la naturaleza, no logra
dar con conceptos ajustados a la realidad debido a que no renuncia a su posición
teológica. Cabe señalar, que la crítica de Marx en este sentido es clara, es decir, ataca el
144
Pero esta investigación consideró necesario entender que la masa es un concepto dentro
de la materia. Por cierto, los cambios de masa en la materia le dan a la misma su lugar
en la tabla periódica, transformando a la materia en distintos elementos, cada cual con
su masa. Ahora bien, Marx no utiliza el concepto de masa,este solo lo utiliza en El
Capital para referirse a las fluctuaciones del capital de acuerdo a sus aceleraciones en el
flujo de las mercancías.
En este sentido, la concepción de materia utilizada por Marx (y se puede constatar en las
Tesis sobre Feuerbach) invita a una concepción más amplia de la materia. Esto es, que
no sea concebida solamente como masa, donde la acción comunicativa, la economía, la
cultura, son constituyentes de materia (del capital) y viceversa. Donde el trabajo vivo, la
materia en su indeterminación existencial (su determinación) ha tenido una concreción
histórica en la lucha de clases y donde un cambio en la masa (utilizando la terminología
marxiana sobre Feuerbach, quien diría materia) no produciría necesariamente un cambio
radical, una revolución ni tampoco explicaría una. Lo anterior se puede constatar en los
apartados sobre materia como capital, y trabajo vivo como exterioridad y fuente del
capital.
Lo que introduce el concepto de materia en Marx es la inclusión de la totalidad en el
horizonte de la indeterminación del existente y no al existente como determinación de la
totalidad. Si bien en el capital la fórmula que determina incluso el cambio es ésta
última(la concepción de materia en Marx) supera esta contradicción para introducir la
exterioridad, la otredad radical. Para Marx, el "otro" implica un sí mismo, es una
pluralidad, sencillamente porque para él la socialidad es fundamental para no caer en el
solipsismo del individuo, en su idealismo. El "otro" explica no solo el afuera del todo en
el plano ontológico, sino que lo refundamenta o refuerza en el plano meramente
existencial. Si recordamos la crítica de Hegel a los taleros de Kant, reencontramos que
la lectura de Marx intenta incursionar, a su juicio, en una crítica doble, al individuo
abstracto y ahistórico de Kant y al sujeto histórico ontológico e idealista de Hegel.
Comprendido lo anterior se podría afirmar que si el capital es la materia, la masa es el
movimiento o cambio de ese capital. Y en consecuencia, el capital es un modo de la
existencia del ser humano, su movimiento. Es su condición histórica actual.
Por su parte, en el tercer y último capítulo dedicado a Levinas, este filósofo sigue un
camino que si bien tiene un lenguaje y una forma argumental diferente de Marx, está
146
Levinas con una crítica a la otredad hegeliana. Sin embargo, en el momento en que
avanzan estas críticas comienzan a aparecer puntos de encuentro temáticos entre ambos
autores, por ejemplo en el momento en que Marx luego de criticar al Estado y el sentido
de la sociedad civil y la comunión entre ambas da cuenta de que lo individual necesita
también ser resignificado. Asimismo, Levinas, al momento de notar que el otro se
transforma en un momento del mismo, necesita ponerse en contacto con nociones como
el trabajo social, el Estado y la teoría del valor por dar los ejemplos más importantes de
esta investigación. Es entonces en esta intersección en donde se vio el rendimiento y
sobre todo la diferencia que provoca elaborar una teoría y cuestionar otras con una
noción de infinito otra.
En suma, la presente investigación arroja que tanto Marx como Levinas toman partido
por tipos de infinito que parten de una reinterpretación del infinito malo hegeliano y una
crítica desgarradora al infinito verdadero. Justamente, donde Hegel veía la perdición y
el sin sentido, es decir, en una filosofía de la finitud, Marx y Levinas -contra el espíritu
especulativo de la filosofía alemana- anclan al hombre con el hombre y se centraron en
dicha relación, como relación primera, como relación contra-filosófica. Sin embargo, a
diferencia de lo que Hegel creía respecto a la filosofía de lo finito, ni Marx ni Levinas
pensaron la finitud pendiendo de la muerte (como lo hiciera Heidegger), sino que
plantearon que la concreción máxima de lo finito es precisamente esa ―materialidad‖ en
la que está la relación inter-humana, donde el otro tiene la importancia primera no solo
como variable para la comprensión de la realidad sino también en el acontecer mismo.
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