Sunteți pe pagina 1din 6

La deforestación o tala de árboles es un proceso provocado generalmente por la acción

humana, en el que se destruye la superficie forestal. Está directamente causada por la


acción de las personas sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas
realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para la
agricultura, minería y ganadería.
La deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de forma masiva causando
un inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques todavía cubren alrededor del
30 % de las regiones del mundo.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida
de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de dióxido de
carbono (CO2). Las regiones deforestadas no tienden a una erosión del suelo y
frecuentemente degradan a las tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuenta: el descuido e
ignorancia medieval del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco
responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.
Los motivos de la tala indiscriminada no son muchos, pero la mayoría no están
relacionados con el dinero o la necesidad de los granjeros de mantener a sus familias. El
inductor subyacente de la deforestación es la agricultura. Los agricultores talan los
bosques con el fin de obtener más espacio para sus cultivos o para el pastoreo de ganado.
A menudo, ingentes cantidades de pequeños agricultores despejan hectáreas de terreno
arbolado, para alimentar a sus familias, mediante tala y fuego en un proceso denominado
«agricultura de roza y quema».
Las operaciones madereras comerciales, que proporcionan productos de pulpa de papel y
madera al mercado mundial, también participan en la tala de innumerables bosques cada
año. Los leñadores, incluso de forma furtiva, también construyen carreteras para acceder a
bosques cada vez más remotos, lo que conlleva un incremento de la deforestación. Los
bosques y selvas también caen víctimas del crecimiento urbano constante.
No toda la deforestación es consecuencia de la intencionalidad. Alguna es causa de
factores humanos y naturales como los incendios forestales y el pastoreo intensivo, que
puede inhibir el crecimiento de nuevos brotes de árboles.
La deforestación tiene muchos efectos negativos para el medio ambiente. El impacto más
dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. Setenta por ciento de los
animales y plantas habitan los bosques de la Tierra y muchos no pueden sobrevivir sin los
árboles ni las plantas, la deforestación que destruye su medio.
La deforestación es también un factor coadyuvante del cambio climático. Los suelos de los
bosques son húmedos, pero sin la protección de la cubierta arbórea, se secan
rápidamente. Los árboles también ayudan a perpetuar el ciclo hidrológico devolviendo el
vapor de agua a la atmósfera. Sin árboles que desempeñen ese papel, muchas selvas y
bosques pueden convertirse rápidamente en áridos desiertos de tierra yerma.
La eliminación de la capa vegetal arrebata a los bosques y selvas sus palios naturales, que
bloquean los rayos solares durante el día y mantienen el calor durante la noche. Este
trastorno contribuye a la aparición de cambios de temperatura más extremos, que pueden
ser nocivos para las plantas y animales.
Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero,
responsables del calentamiento global. Tener menos bosques significa emitir más cantidad
de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del
cambio climático.
En muchos países la deforestación causa extinción de especies, cambios en las
condiciones climáticas, desertificación, desplazamiento de poblaciones indígenas,
inundaciones o tormentas de arena.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 15 llama a detener la deforestación (es decir,
que el planeta pare la merma neta de superficie forestal, plantando más hectáreas de
bosque que las perdidas) para 2020.

Antigüedad[editar]
Hace unos ocho mil años, los seres humanos empezaron a talar bosques en cantidades
pequeñas pero significativas, aunque para ello sólo dispusieron de hachas de sílex.5
A medida que la agricultura se iba extendiendo, el ser humano limpiaba el terreno de
árboles y arbustos para permitir que la luz del sol llegara hasta el suelo. El desbroce se
hacía por el método de cortar y quemar. Al cabo de un año o dos, durante la estación seca
se quemaban los residuos caídos y los árboles muertos y se sembraba en el suelo
enriquecido con las cenizas.
En los seis mil años que van desde la prehistoria hasta el comienzo de la era histórica,
hace dos mil años, el hombre fue mejorando sus herramientas para trabajar la tierra
disponiendo de hachas y arados en la Edad del Bronce y luego en la Edad del Hierro, así
como de bueyes y caballos domesticados que tiraban de los arados. Estos avances
hicieron que la agricultura fuera ganando tierras al bosque, que fue talado allí donde ésta
se desarrolló.

Periodo histórico[editar]
Hace dos mil años, en China, India, el sur y el oeste de Europa y el Magreb mediterráneo,
así como en las tierras bajas de Centroamérica y las tierras altas de Perú se empleaban
prácticas agrícolas sofisticadas (cultivos diversificados, plantaciones múltiples y cría de
ganado). Todas esas regiones son naturalmente boscosas, y la agricultura a gran escala
exigió talar esos árboles.6
En el año 1089, Guillermo el Conquistador ordenó realizar el estudio Domesday, un
estudio de sus nuevos dominios (Inglaterra). Este estudio demostró que se había
deforestado el 85 % de los campos, así como el 90 % de la tierra cultivable (de altitud
inferior a los mil metros).6 Siete siglos antes de la era industrial, Gran Bretaña estaba
totalmente deforestada y muchos de los bosques que quedaban estaban protegidos en
calidad de reservas de caza para la realeza y la nobleza.
El primer censo fiable de China data de la dinastía Han, hace cerca de dos mil años y por
entonces el país tenía 57 millones de habitantes, con una densidad que triplicaba la de
Inglaterra en el momento del estudio Domesday lo que implicaba que tanto China como
India e Indonesia, zonas densamente pobladas estaban deforestadas ya hace dos mil
años6

Siglos XV y XVI[editar]
Las islas del Caribe, como también partes de México y Centroamérica, contaban con una
gran riqueza forestal, la cual estaba compuesta de maderas como caoba y palo maría,
entre otras. Con la llegada de los españoles a América comenzó la explotación de estos
bosques, para la construcción y la extracción de productos químicos tintóreos, como
también su utilización como combustibles. Ante un peligroso incremento del consumo,
la Monarquía Española promulgó leyes para regular el aprovechamiento de los bosques y
no comprometer al ambiente.7
Ante el poderío británico en los mares, los
reyes Felipe V, Fernando VI y Carlos III incentivaron la creación de astilleros en algunas
ciudades americanas, como La Habana, Campeche, Guayaquil, El
Realejo, Nicoya, Panamá, El Callao y Coatzacoalcos, con el objetivo de recuperar el
poderío naval que se había perdido. Ante esta situación, se produjo una gran demanda de
madera para la construcción de estos barcos.7
Actualidad[editar]
En el presente, la deforestación ocurre principalmente, en América Latina, África
Occidental y algunas regiones de Asia. En Brasil la deforestación en 2017 aumentó en un
28 %, con más de 5 mil kilómetros cuadrados de árboles talados, en gran medida, por la
reforma del Código Forestal durante el gobierno de Michael Temer que achicó las áreas
verdes protegidas dando cabida a megaproyectos que destruyen la vegetación carioca.
Los estados de Mato Grosso, Roraima y Pará, registraron los mayores índices de
deforestación. En Paraguay, se incrementó un 34 % la deforestación a comparación del
2012, con más de 160 mil hectáreas de boques taladas, afectando gravemente la Reserva
Natural Cabrera Timane y el Parque Nacional Médanos del Chaco. En Perú, se deforestan
alrededor de 150 000 hectáreas al año, por la práctica de la minería ilegal, el país ha
perdido más del 50 % de la cubierta vegetal de la costa.9
Una tercera parte del total de la tierra está cubierta por bosques, lo que representa cerca
de 4 000 000 000 (cuatro mil millones) de hectáreas. Hay 10 países que concentran dos
tercios de este patrimonio forestal: Australia, Brasil, Canadá, China, la República
Democrática del Congo, India, Indonesia, Perú, la Federación Rusa y los EE. UU.10 Estos
han sido explotados desde hace años para la obtención de madera, frutos, sustancias
producidas por diferentes especies o para asentamientos de población humana, ganadería
y agricultura. Indonesia, Malasia, Paraguay, Bolivia, Zambia y Angola han sido los países
que más superficie forestal han perdido11
En los últimos 25 años la tasa de desaparición de los bosques se redujo a la mitad. Desde
1990 se han perdido 129 millones de hectáreas de bosque. La tasa anual de pérdida neta
de bosques (que tiene en cuenta los nuevos bosques que se plantan) pasó de 0,18 % en
los años 1990 a 0,08 % en los cinco últimos años.12 Más países están mejorando la
gestión forestal y existe una superficie cada vez mayor de áreas protegidas.13
Particularmente relevante es el caso de Europa cuya superficie boscosa aumentó
considerablemente, teniendo en 2016 un tercio más de bosques que un siglo atrás.14 El
mismo fenómeno se produce en Cuba con un aumento de la superficie boscosa del casi
30 % en las últimas décadas, como resultado de un ambicioso programa de
reforestación.15 Igual situación se da en Rusia, que posee el 20 % de todos los bosques
del planeta, cuyas áreas boscosas se están ampliando desde 1961.16
En los países más desarrollados la cubierta forestal sufre otras agresiones, como la lluvia
ácida, que comprometen la supervivencia de los bosques, situación que se pretende
controlar mediante la exigencia de requisitos de calidad para los combustibles, como la
limitación del contenido de azufre o la desulfuración de los humos de las centrales
térmicas y refinerías.
En los países menos desarrollados las masas boscosas se reducen año tras año, mientras
que en los países industrializados se están recuperando debido a las presiones sociales,
reconvirtiéndose los bosques en atractivos turísticos y lugares de esparcimiento.
Mientras que la tala de árboles de la pluviselva tropical ha atraído más atención, los
bosques secos tropicales se están perdiendo a un ritmo sustancialmente mayor, sobre
todo como resultado de las técnicas utilizadas de tala y quema para ser reemplazadas por
cultivos. La pérdida de biodiversidad se correlaciona generalmente con la tala de árboles.
La deforestación es un proceso antiguo que se ha incrementado en los últimos tres siglos.
Principalmente se produjo en el Hemisferio Norte, en los siglos XVIII y XIX, aunque en el
siglo XX comenzó a realizarse en el Hemisferio Sur, especialmente en las selvas tropicales
de la región amazónica. En 2019 se perdían anualmente 26,1 millones de hectáreas de
bosque, cuando de 1999 a 2019 solo se habían restaurado 26,7 millones de hectáreas.17
Es decir, el ritmo de deforestación era 10 veces más rápido que el de reforestación.

Deforestación por regiones[editar]


África[editar]
En África, entre los años 2000 y 2005 se perdieron unos cuatro millones de hectáreas de
bosques al año, cerca de una tercera parte del área deforestada en todo el mundo. La
causa principal es la conversión a una agricultura permanente de las áreas deforestadas.18
Como medidas contra la deforestación en África se está adoptando un sistema de
certificación, dada la preocupación mundial por obtener madera a partir de bosques
gestionados de manera sostenible, aunque la aplicación de esta certificación sigue siendo
escasa todavía. De los 306 millones de hectáreas de bosques certificados del mundo
(junio de 2007), unos 3 millones (solo el 1 %) corresponde a África y la mayoría son
bosques plantados. Con unos 15 millones de hectáreas de bosques plantados en todo el
mundo (FAO, 2006), África solo representa el 5 % del total.
También se han llevado a cabo otras medidas a nivel regional contra la deforestación y
la desertificación como la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del Sahara (UNU, 2007), con
un enfoque integrado entre la agricultura, la ganadería y la actividad forestal.
Europa[editar]

Europa cuenta con una cuarta parte de los recursos forestales mundiales, aproximadamente
mil millones de hectáreas, el 81 % de las cuales se encuentran en la Federación Rusa.

Prácticamente todos los países europeos poseen leyes que dificultan notablemente la
deforestación y la reconversión a otros usos de la tierra. Además, se proporciona apoyo fiscal a
la actividad forestal en virtud del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural, lo que fomenta
de manera significativa la plantación de árboles. Por ello, es probable que la superficie forestal
aumente a medida que decrecen las tierras dedicadas a la agricultura.

Las principales amenazas a las que se enfrentan los recursos forestales en Europa son de
naturaleza ambiental, como incendios, brotes de plagas y tormentas, algunas de las cuales se
podrían incrementar con el cambio climático. Aunque se desconocen las repercusiones a largo
plazo del cambio climático en los bosques, se han atribuido a este fenómeno numerosos
acontecimientos catastróficos recientes. Se prevé un incremento considerable de la magnitud
y de la frecuencia de los incendios, por ejemplo en la península ibérica y en la Federación Rusa

América Latina y el Caribe[editar]

Esta región contiene el 22 % de la superficie forestal mundial. En ella se encuentra la mayor


masa continua de bosque pluvial tropical del mundo: la cuenca del Amazonas.

En los últimos dos decenios, algunos países han concedido la propiedad legal de los bosques a
las comunidades indígenas, por ejemplo, Perú, 6400 millones de hectáreas; Bolivia, 1200
millones de hectáreas; Brasil, 10 300 millones de hectáreas; Colombia, 27 millones de
hectáreas; Ecuador, 4,5 millones de hectáreas y Guyana, 1,4 millones de hectáreas de tierra,
comprendidos los bosques. Si bien la propiedad confiere a las comunidades derechos firmes de
uso sostenible de los recursos forestales, los conflictos sobre la propiedad, en ocasiones
violentos, y la falta de aplicación de las normas y los reglamentos han permitido la ocupación y
la explotación maderera ilegales en extensas áreas de estos bosques.

Entre 2000 y 2010, esta región perdió casi 64 millones de hectáreas, un 7 %, de su superficie
forestal. Más de una tercera parte de la deforestación mundial entre 2000 y 2010 tuvo lugar
en esta región.

Todos los países de América del Sur registraron una pérdida neta en la superficie
forestal entre 2000 y 2005, excepto Chile y Uruguayque presentaban tendencias
positivas debido a programas de plantación industrial a gran escala. Los nuevos bosques
plantados para usos industriales, en particular en Argentina, Uruguay y,
posiblemente, Colombia, podrían contrarrestar, en lo que se refiere a hectáreas forestadas,
la desaparición de bosques naturales, pero no en términos ecológicos. En caso de los
países integrados en la Región Norte de América Latina como lo son Ecuador, Colombia y
Venezuela las políticas de protección de áreas forestales no son estrictas y la
deforestación de la zona persiste, lo que amenaza el equilibrio ecológico y climático
de América del Sur, y puede tener repercusiones mundiales (expuesto en el Acuerdo
Caracas FAO 2010).20
En contrapartida, en la mayoría de los países de América Central, la pérdida neta de
superficie forestal disminuyó entre 2000 y 2005 en comparación con la década anterior,
y Costa Rica logró un incremento neto de dicha superficie.
No obstante, en términos porcentuales, América Central presenta una de las mayores
tasas de desaparición forestal del mundo en relación con el resto de las regiones, más del
1 % anual en el período entre 2000 y 2005.18
En el Caribe se registró un reducido aumento de la superficie forestal entre 2000 y 2005,
principalmente en Cuba. La liberalización del comercio, que ha hecho que exportaciones
agrícolas tradicionales como el azúcar y los plátanos no sean competitivas, está
ocasionando el abandono de las tierras agrícolas y su conversión en bosque
secundario (Eckelmann, 2005). Además, se está dando mayor énfasis a la protección del
medio natural para apoyar la creciente industria del turismo. Por ello, se espera que la
superficie forestal permanezca estable o se incremente en la mayoría de los países
caribeños.

América del Norte[editar]


La región contiene el 17 % de la superficie forestal global (677 millones de hectáreas).
Aproximadamente una tercera parte del territorio regional está cubierto de bosques.
Debido a la gran variedad de condiciones climáticas hay una gran diversidad de
ecosistemas forestales, desde bosques húmedos tropicales a bosques boreales. Algunos
de los bosques más productivos del mundo se encuentran en esta región.
La cubierta forestal en la región se mantiene estable.
América del Norte contribuyó en un 2 % aproximadamente a la deforestación mundial
anual entre 2000 y 2005, aunque la tasa de desaparición de los bosques presenta una
tendencia a la baja. El cambio climático podría intensificar las amenazas al estado de los
bosques. La intensidad y la frecuencia de los incendios forestales han aumentado tanto en
el Canadá como en los Estados Unidos, impulsadas por prolongadas sequías (atribuidas al
cambio climático) y por programas de control de incendios que, aunque han tenido éxito,
han incrementado de manera inadvertida la cantidad de material combustible. De igual
manera, el cambio climático está fomentando las infestaciones de plagas: en el oeste del
Canadá y de los Estados Unidos, el escarabajo del pino de montaña está causando
mortalidad de árboles y daños de especial gravedad.

Asia occidental y central[editar]


Es la región con menos bosques del mundo, con tan sólo un 4 % de cubierta forestal (el
1,1 % de la superficie forestal mundial). La mayor parte de la superficie forestal
corresponde a unos pocos países, mientras que en 19 países se encuentra menos del
10 % de la cubierta forestal. Cerca del 75 % de la región es árida, con una baja
productividad de biomasa. La vegetación varía desde matorrales desérticos en Asia
Central y la península arábiga hasta pequeñas áreas de manglares en la costa del golfo
Pérsico y praderas de altura en Asia central. Debido a esta reducida cubierta forestal, los
árboles fuera del bosque, especialmente en granjas y en otras tierras arboladas,
desempeñan importantes funciones productivas y protectoras.
El establecimiento de cortavientos es una parte integral de las prácticas agrícolas en la
mayoría de los países. El cultivo de palma datilera en diversos países de Asia occidental
ha convertido los desiertos en oasis. En los Emiratos Árabes Unidos, las extensas
plantaciones de palmas datileras han mejorado el paisaje a la vez que producen ingresos
sustanciales.

Métodos agrícolas que no exigen despejar bosques[editar]


Talar el bosque y plantar con métodos agrícolas tradicionales rinde poco. Algunos métodos
agrícolas nuevos que ofrecen mucho mayor rendimiento por hectárea (y por tanto permiten
talar menos bosque, o no talarlo en absoluto, si se aplican al terreno donde se usaban
métodos tradicionales)4 son: plantas hibridadas, invernaderos, huertos
urbanos o hidroponía. Estos nuevos métodos dependen a menudo de insumos químicos
(abonos, pesticidas) para mantener alto su rendimiento. En la agricultura cíclica85 (llamada
así por oposición a la agricultura itinerante, en que una tribu tala una zona de bosque, la
cultiva y, cuando la tierra se agota, la abandona para talar una nueva zona) el ganado
pasta sobre tierra dejada en barbecho, fertilizándola y preparándola para una próxima
siembra. La rotación de cultivos es una forma de agricultura cíclica. Por otra parte
la agricultura biointensiva obtiene rendimientos muy altos en terrenos muy reducidos sin
emplear sustancias químicas. La agricultura intensiva, en cambio, puede disminuir los
nutrientes del suelo86 a un ritmo acelerado. El enfoque más prometedor, sin embargo, es
la jardinería forestal (traducción habitual, pero poco afortunada del término forest
gardening; poco afortunada porque, en español, la jardinería es ornamental,87 no
nutricional; la traducción francesa, bosque nutritivo da una mejor idea del significado)
en permacultura, que consiste en sistemas agroforestales, cuidadosamente diseñados
para imitar a los bosques naturales, que favorecen las especies animales y vegetales de
interes nutricional, maderero y otros usos. Estos sistemas tienen baja dependencia de
combustibles fósiles y sustancias químicas, necesitan poco mantenimiento, son altamente
productivos y causan poco impacto en el suelo, la calidad del agua y la biodiversidad.

Seguimiento de la deforestación[editar]
Hay múltiples métodos adecuados y fiables para seguir la deforestación. Uno de ellos es la
interpretación visual de fotos aéreas o imágenes por satélite. Es intensivo en mano de
obra, pero no requiere formación de alto nivel en procesamiento automatizado de
imágenes ni una fuerte inversión en ordenadores.88 Otro método es el análisis de los
puntos calientes (hotspots, zonas de rápido cambio) empleando la opinión de expertos o
imágenes de satélite de baja resolución para identificar estas zonas, y entonces realizar
análisis digitales detallados sobre imágenes satelitales de alta resolución.88 Normalmente
se valora la deforestación cuantificando la cantidad de área deforestada, medida en el
momento actual.
Desde un punto de vista medioambiental, cuantificar el daño y sus posibles consecuencias
es una tarea más importante, mientras que los esfuerzos de conservación se centran en
proteger los bosques y desarrollar usos de la tierra alternativos para evitar que la
deforestación continúe.88 El ritmo de deforestación y el área total deforestada se han
utilizado ampliamente para el seguimiento de la deforestación en muchas regiones, entre
ellas la Amazonia brasileña por el INPEN(Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais).42Está
disponible una vista satelital de la Tierra.8990

S-ar putea să vă placă și