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“La aurora” poema de Federico García Lorca

El poema desde un inicio sitúa al lector en la ciudad de Nueva York. El yo lirico describe la
ciudad de una forma grotesca. Ya no desde esa perspectiva de maravilla, progreso y
tecnología, sino desde ese lado oscuro que conlleva la modernidad. Es verdad que el progreso
de la tecnología es abrumador y luminoso, puesto que, con todos esos avances, facilitan y
alargan la vida del ser humano. Sin embargo, Lorca lo ve desde esa perspectiva que nadie
voltea a ver: la miseria que experimentan ciertos grupos, la automatización de las vidas en
donde siempre se hace lo mismo, la gente parece una maquina que se dedica a producir y
consumir, sin repararse a vivir plenamente sus vidas. Estas imágenes que el autor se
encuentran le provocan repugnancia y un sentimiento desolador ante tan monstruo que
representa la ciudad.

En el poema “La aurora”, Lorca describe imágenes que se contraponen a la perfección


de la gran ciudad: “/y un huracán de negras palomas/ que chapotean las aguas podridas”
(168). En la cita anterior se muestra esta imagen que puede ser desagradable. Un conjunto de
palomas reunidas en aguas negras, aguas que es común ver después de las lluvias y que están
contaminadas por todos los químicos que exhala la ciudad. El agua estancada que representa
a modo de metáfora la forma estancada en la que vive la ciudad, a pesar de su progreso
moderno. Las palomas que buscan estar cerca siempre de la ciudad, según Chevalier, estas
buscan a la sociedad. Existen otros versos que comunican esa idea tan desoladora de la
modernidad que Lorca retrata en varios de sus poemas.

En los versos: “/ La aurora llega y nadie la recibe en su boca/ porque allí no hay
mañana ni esperanza posible” (168), está clara esa idea de la gente que vive en la ciudad, sin
sorprenderse por el fenómeno natural que se les presenta. No es raro ver en estos días de la
modernidad a la gente que no despega ni un segundo su vista de los móviles, quizá en la
época que Lorca visitó Nueva York, pudo ver escenas como la que plantea, claro en otro
contexto, pero que causan la misma sensación de vacío e incertidumbre sobre el rumbo de la
vida humana con todos los progresos. En cuanto a la ausencia de esperanza, tal vez se refiera
a que la gente no encuentra, ni quiere encontrar, una salida de esa monotonía que los mantiene
encadenados a esa falsa idea de vida perfecta que se ha creado en torno a la gran ciudad. La
vida automatizada, casi como si se tratara de un producto que se hace en serie, no permite
que estas personas se percaten de esos pequeños momentos valiosos, no disfrutan los
fenómenos que se les presenta, su mirada esta totalmente cegada por la luz de la ciudad.

Los versos que siguen con este poema pintan un panorama mas oscuro e incierto. La
gente que solo en su día a día ve números y leyes a los que están sujetas sus vidas, trabajan
tan duro y eso no les rinden frutos, la perdida de diversión y, sobre todo, vivir en un lugar
donde la luz se pierde ante estructuras de acero, ante cadenas, ante escaleras y personas que
hacen lo mismo siempre. Lorca pone en la mesa una perspectiva que se deja mucho de lado,
ya que la gran ciudad deslumbra a cualquiera que la vea, incluso en estos días sigue teniendo
ese mismo efecto sobre las personas, pero casi nadie es capaz de fijarse en todo lo que
conlleva un lugar como lo es Nueva York.

Bibliografía

Antologiá poética de la generación del 27. (2005). México, D.F.: Suma de Letras.

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