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CLASE 03-11-2019 LOS ANGELES

El Ministerio de niños requiere de mucha dedicación, los niños son muy especiales para nuestra
iglesia. Debe saberse en nuestra iglesia que los niños no deben ser olvidados o colocados en un
lugar inferior, además ellos necesitan sentirse parte de la iglesia y para ello es recomendable
asignarles un tiempo para desarrollar algún programa.

Los ángeles de Dios nos ayudan

ALGUNAS personas dicen que solo creen en lo que ven, pero eso no tiene sentido. Hay muchas
cosas que nunca hemos visto y, sin embargo, existen. ¿Cuáles son algunas?...

¿Podemos sentir el aire que respiramos?... Levanta la mano y sopla sobre ella. ¿Sientes algo?... Sí,
el aire, pero ¿verdad que no podemos verlo?...

Un ángel es una criatura con capacidades y poderes sobrehumanos (2 Pedro 2:11). Los
ángeles habitan en un nivel de existencia más elevado que el universo físico, una región
espiritual que la Biblia llama cielo (1 Reyes 8:27; Juan 6:38). Por eso, en algunas ocasiones
también se les llama espíritus (1 Reyes 22:21; Salmo 18:10).

Además, sabemos que se comunican entre ellos, porque la Biblia menciona el ‘idioma de los
ángeles’ (1 Corintios 13:1).

Unos hombres malos hicieron que se arrojara a Daniel a un foso de leones. Daniel estaba solo ante
aquellas fieras hambrientas. ¿Qué le sucedió?

Él nos cuenta: “Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones”. ¡No le causaron
ningún daño! Los ángeles pueden hacer cosas maravillosas por los siervos del Señor (Daniel 6:18-
22).

¿Qué hizo Dios para salvar a Daniel Pedro?


En cierta ocasión se encarceló a Pedro, que, como recordarás, era amigo de Jesucristo. Algunos se
habían enfadado cuando Pedro dijo que Jesús era el Hijo de Dios. Por eso lo metieron en la cárcel y
pusieron soldados a vigilarlo para que no se escapara. ¿Podría ayudarle alguien?...

Pedro estaba durmiendo en medio de dos soldados y tenía las manos encadenadas. Pero la Biblia
dice: ‘¡Mira! Vino el ángel de Jehová, y una luz brilló en la celda de la prisión. El ángel tocó a Pedro
en el costado para despertarlo y le dijo: “¡Deprisa, levántate!”’.

¿Cómo ayudó el ángel a Pedro a salir de la cárcel?


En ese momento, a Pedro se le soltaron las cadenas de las manos, y el ángel le ordenó: ‘Vístete,
ponte las sandalias y sígueme’. Los soldados no pudieron detenerlos porque era un ángel quien
ayudaba a Pedro. Entonces llegaron ante una puerta de hierro y ocurrió algo extraño: la puerta se
abrió sola. El ángel había liberado a Pedro para que siguiera predicando (Hechos 12:3-11).
¿Pueden los ángeles de Dios ayudarnos también a nosotros?... Por supuesto. ¿Significa eso que
nunca permitirán que suframos daño?... No. Si actuamos de forma arriesgada, los ángeles
no impedirán que nos lastimemos. Sin embargo, habrá veces en que suframos aunque no hayamos
hecho nada arriesgado. Dios no ha ordenado a los ángeles que nos protejan todo el tiempo.

La Biblia habla de un ángel que está diciendo a la gente en todas partes que adore a Dios
(Revelación [Apocalipsis] 14:6, 7). ¿Cómo lo hace? ¿Acaso grita desde el cielo para que todo el
mundo lo oiga?... No. Son los seguidores de Jesús en la Tierra quienes se encargan de hablar a
otras personas de Dios, y los ángeles los guían en su predicación. Los ángeles se aseguran de que
las personas que realmente desean conocer a Dios tengan la oportunidad de escuchar. Nosotros
podemos participar en esta obra, y los ángeles nos ayudarán.

Pero ¿qué haremos si personas que no aman a Dios nos causan problemas? ¿Y si nos
encarcelan? ¿Nos liberarán los ángeles?... Podrían, pero no siempre lo hacen.

¿Qué le está diciendo el ángel a Pablo?


En una ocasión, Pablo, uno de los seguidores de Jesús, viajaba como prisionero en un barco durante
una terrible tormenta. Pero los ángeles no lo libraron enseguida, porque había otras personas que
necesitaban oír sobre Dios. Un ángel le dijo: “No temas, Pablo. Tienes que estar de pie ante César”.
Pablo fue llevado ante el emperador de Roma para que le predicara. Los ángeles siempre supieron
dónde estaba Pablo y le ayudaron. También nos ayudarán a nosotros si servimos a Dios lealmente
(Hechos 27:23-25).

A los ángeles les queda otra misión importantísima que cumplir, y lo harán pronto. Se acerca el
momento en que Dios destruirá a los malvados, a todos los que no lo adoran. Quienes dicen que
no creen en los ángeles porque no pueden verlos descubrirán lo equivocados que están
(2 Tesalonicenses 1:6-8).

¿Qué significará eso para nosotros?... Si nos ponemos del lado de los ángeles de Dios, nos
ayudarán. Pero ¿estamos de su lado?... Lo estaremos si servimos al Señor. Y si le servimos,
animaremos a otras personas a servirle también.

Aprenderemos más sobre cómo influyen los ángeles en la vida de la gente leyendo Salmo
34:7; Mateo 4:11; 18:10; Lucas 22:43, y Hechos 8:26-31.
Los elementos del Nacimiento

 El pesebre. La estructura del nacimiento simboliza la humildad y la riqueza de corazón. Se


dice que aunque Jesús era el rey de los judíos, él eligió nacer en un sitio humilde para
recordarnos que la felicidad no está en las cosas materiales, sino en nuestros valores y en el
amor que mostramos por los demás.
 La Virgen María. La figura de María representa la lealtad y la comprensión. Ella, siendo una
mujer humilde, aceptó ser la madre del Hijo De Dios y dio a luz en el sitio más pobre de todos.
Los niños pueden aprender de ella es que no importan las adversidades, siempre se puede
ser feliz y salir adelante con paciencia y cariño.
 José. El esposo de María representa la fortaleza y la obediencia. Él era un carpintero muy
humilde, que estuvo de acuerdo con cuidar a Jesús desde pequeño. También era muy
paciente y trabajador, recordándonos que el trabajo duro y el esfuerzo, son las mejores
herramientas que puede tener el ser humano.
 El Niño Jesús. El personaje de Jesús coincide con el amor y la esperanza. Se lo tiene como
un símbolo del amor incondicional que Dios le tiene a los hombres y como todos podemos ser
mejores expresando ese sentimiento hacia quienes nos rodean.
 Los Reyes Magos. Estos tres personajes son muy populares en el Nacimiento y nos sirven
para recordar las tres identidades del Niño Jesús, a través de los regalos que le llevaron.
Primero, está Melchor con el oro, que le entregó para reconocer su papel de rey. Luego viene
Gaspar, quien le dio incienso para honrar su naturaleza de Dios. Por último se encuentra
Baltasar, el cual le dio mirra por su identidad de hombre. Uno que sufriría y moriría para salvar
a la humanidad.
 Los pastores. La historia de Jesús nos dice que los pastores fueron los primeros en ir a
adorarlo, llevándole todo lo poco que tenían. Se los pone en el Nacimiento para representar la
sencillez y la generosidad, recordando lo importante que es dar sin esperar nada a cambio.
 El ángel. Representa la bondad y la misericordia. De acuerdo con la historia tradicional del
Nacimiento de Jesús, un ángel se encargó de velar por su familia y mantenerlos a salvo
mientras se encontraban en el pesebre. Lo más importante acerca de este personaje, es que
simboliza la generosidad y amabilidad que todos deberíamos mostrar por nuestros
semejantes, más allá de la época navideña.
 El burro. Entre los animalitos que podemos encontrar en el portal está el burro, el animal más
humilde de todos, elegido para llevar a María durante su viaje a Belén. Esta criatura nos
enseña que no importa de donde vengas o las imperfecciones que tengas, siempre puedes
lograr cosas grandes si las realizas con amor.
 Las ovejas. Representan la obediencia y la confianza. Al igual que ellas, los niños deben
aprender lo importante que es escuchar a sus padres, ya que al igual que el pastor de un
rebaño, ellos siempre saben que decisiones tomar para mantenerlos a salvo.
 El buey. Este animal era el encargado de mantener calientito al Niño Jesús, soplando sobre
su cuna. Se usa para simbolizar la seguridad y enseñarnos que pase lo que pase, debemos
mantener un ambiente cálido y comprensivo en nuestros hogares.
 La estrella de Navidad. También conocida como la estrella de Belén, fue la señal que
anunció el Nacimiento del Niño Dios y guió a los Reyes Magos hasta su pesebre. Es un
símbolo de la fe, de la luz en la que necesitamos creer para cumplir nuestros sueños y no
darnos por vencidos hasta llegar a la meta.

¿Qué nos enseña el nacimiento de Jesús?


MILLONES de personas se sienten cautivadas por los acontecimientos que rodearon el nacimiento
de Jesús, como se percibe en la multitud de escenas navideñas y de obras de teatro que se
representan en Navidad por todo el mundo. Por muy atrayentes que parezcan, dichos
acontecimientos no quedaron registrados en la Biblia para entretenernos. Más bien, forman parte de
las Escrituras que Dios inspiró para enseñar y rectificar las cosas (2 Timoteo 3:16).
Si Dios hubiese querido que los cristianos celebraran el nacimiento de Jesús, ¿no habría indicado la
fecha exacta en la Biblia? Tras mencionar que Jesús nació en la temporada en que los pastores
pasaban la noche a la intemperie vigilando los rebaños, Albert Barnes, escriturario del siglo XIX,
concluyó: “De este hecho se desprende claramente que nuestro Salvador nació antes del 25 de
diciembre [...]. En esa época del año hace mucho frío, sobre todo en la montañosa y elevada región
de Belén. Dios ha mantenido oculta la fecha del nacimiento [de Jesús]. [...] No debía ser muy
importante conocer la fecha; si lo hubiera sido, habría dejado constancia de ella”.
En cambio, los cuatro escritores de los Evangelios indican con toda claridad en qué día murió Jesús.
Ocurrió el día de la Pascua, que se celebraba en la primavera, el 14 del mes judío de Nisán.
Además, Jesús dio a sus seguidores el mandato específico de que conmemoraran ese día en
memoria de él (Lucas 22:19). La Biblia no recoge ningún mandato similar acerca de celebrar ni el
cumpleaños de Jesús ni el de ninguna otra persona. Lamentablemente, la polémica sobre la fecha
de su nacimiento ha eclipsado sucesos mucho más relevantes acaecidos en aquel momento
histórico.
Los padres que Dios escogió
De los miles de familias que había en Israel, ¿qué tipo de padres escogió Dios para que criaran a su
Hijo? ¿Dio importancia a aspectos como la prominencia o la riqueza? No. Más bien, Jehová tuvo en
cuenta las cualidades piadosas de los padres. Fijémonos en la canción de alabanza que hallamos
en Lucas 1:46-55 y que María dirigió a Dios cuando supo que tendría el privilegio de ser la madre del
Mesías. Entre otras cosas dijo: “Mi alma engrandece a Jehová, [...] porque él ha mirado la posición
baja de su esclava”. Humildemente se veía en una “posición baja”, como una esclava joven de
Jehová. Más importante todavía: en las hermosas expresiones de alabanza de su canción, María se
revela como una persona espiritual que conocía las Escrituras. A pesar de ser descendiente
pecadora de Adán, era la persona ideal para ser la madre terrestre del Hijo de Dios.
¿Qué se puede decir del esposo de María, quien se convertiría en padre adoptivo de Jesús? José
era un hombre con conocimientos prácticos de carpintería. Su disposición a trabajar arduamente con
sus propias manos le permitió satisfacer las necesidades de una familia que llegó a contar con cinco
hijos y al menos dos hijas (Mateo 13:55, 56). José no era rico. Llegado el momento de que María
presentara a su primogénito en el templo de Dios, a José debió de dolerle no poder ofrecer el
sacrificio de una oveja. En su lugar, tuvo que acogerse a la concesión que se hacía a los pobres.
Con respecto a la madre de un hijo recién nacido, la ley de Dios especificaba: “Si no tiene lo
suficiente para una oveja, entonces tiene que tomar dos tórtolas o dos pichones, uno para una
ofrenda quemada y uno para una ofrenda por el pecado, y el sacerdote tiene que hacer expiación por
ella, y ella tiene que ser limpia” (Levítico 12:8; Lucas 2:22-24).
La Biblia dice que José “era justo” (Mateo 1:19). Una muestra de esto es que no tuvo coito con María
hasta después del nacimiento de Jesús, lo que evitó cualquier malentendido sobre quién era el
verdadero Padre del niño. No debió de ser fácil para una pareja de recién casados que vivía bajo el
mismo techo abstenerse de mantener relaciones íntimas, pero eso demostró que ambos estimaban
el privilegio de haber sido escogidos por Dios para criar a Su Hijo (Mateo 1:24, 25).
Al igual que María, José era una persona espiritual. Todos los años interrumpía su trabajo y recorría
con su familia un trayecto de tres días de Nazaret a Jerusalén para asistir a la festividad anual de la
Pascua (Lucas 2:41). Además, José debió de inculcar al joven Jesús la costumbre semanal de
participar en la adoración que se efectuaba en la sinagoga de su ciudad, donde se leía y explicaba la
Palabra de Dios (Lucas 2:51;4:16). No cabe ninguna duda, por tanto, de que Dios escogió con
acierto a la madre terrestre y al padre adoptivo de su Hijo.
Enorme bendición para unos humildes pastores

Pese a la incomodidad que suponía para su esposa, quien en ese momento estaba embarazada de
nueve meses, José viajó a la ciudad de sus antepasados para inscribirse de acuerdo con el decreto
del César. Al llegar a Belén, el matrimonio no encontró alojamiento, pues la ciudad estaba
abarrotada de gente. Así que las circunstancias los obligaron a acomodarse en un establo, donde
Jesús nació y fue acostado en un pesebre. A fin de fortalecer su fe, Jehová proporcionó a los
modestos padres una confirmación de que aquel nacimiento realmente había cumplido la voluntad
divina. ¿Envió una delegación de ancianos prominentes de Belén para alentar a la pareja? No. Por el
contrario, Jehová Dios reveló el acontecimiento a unos pastores laboriosos que pasaban la noche a
la intemperie vigilando sus rebaños.

El ángel de Dios se les apareció y les dijo que fueran a Belén, donde encontrarían al Mesías recién
nacido “acostado en un pesebre”. ¿Les sorprendió o incomodó a estos humildes hombres oír que el
Mesías recién nacido estaba en un establo? ¡Desde luego que no! Sin tardanza dejaron sus rebaños
y partieron hacia Belén. Cuando hallaron a Jesús, contaron a José y María lo que el ángel de Dios
les había dicho. Sin lugar a dudas, su relato reforzó la fe de la pareja en que todas las cosas se
estaban realizando tal y como Jehová se había propuesto. Por su parte, “los pastores se volvieron,
glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto” (Lucas 2:8-20).
En efecto, al revelar lo sucedido a aquellos pastores temerosos de Dios, Jehová había tomado la
mejor decisión.

De todo lo que hemos visto, aprendemos qué clase de personas debemos ser para disfrutar del favor
de Jehová. No es preciso que busquemos prominencia ni riqueza. Más bien, al igual que José, María
y los pastores, tenemos que obedecer a Dios y demostrarle nuestro amor anteponiendo los asuntos
espirituales a las cosas materiales. Lo cierto es que podemos aprender magníficas lecciones al
reflexionar sobre el relato de los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Jesús.

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