Sunteți pe pagina 1din 101

Página 1

Página 2
Información Importante

Está traducción llega a ustedes gracias al trabajo completamente


gratuito de un grupo de chicas amantes de la lectura, y que compartimos
con la inmensa comunidad hispano hablante, que no tiene la facilidad de
poder leer este libro en inglés.
Adicionalmente es una forma de que conozcan el trabajo de muchas
autoras que seguirían en el anonimato en razón del idioma.
Como siempre, las invitamos a comprar los libros en papel si en algún
momento llegan a sus países a través de las editoriales.

3
Página
Créditos
Moderadoras
Axcia & Mona

Traductora
Axcia

Correctoras
Caronin84 Kath
Karen´s Maye
Lau_Sp_90 Fatima85
YaniM

Revisión final
Fatima85

Diseño
Lectora
4
Página
Índice
Sinopsis Diez
Uno Once
Dos Doce
Tres Trece
Cuatro Primer Epílogo
Cinco Segundo Epílogo
Seis Tercer Epílogo
Siete Adelanto de…
Ocho The Long Ball
Nueve Aria Cole

5
Página
Sinopsis
Conoce a Tobias Banger...

E
s el exigente, dominante, sexy-como-el-pecado director
ejecutivo de Industrias Banger, y está acostumbrado a
conseguir lo que quiere. Cada vez. Ha construido una empresa
Fortune 500 desde cero y lo último que necesita es una mujer hermosa
que lo distraiga de su imperio.
Pero la curvilínea, descarada secretaria Ellis Ford no es cualquier mujer
hermosa…
Recién salida de la universidad, es inteligente, centrada, un poco
sarcástica, y trata desesperadamente de contener el incendio que arrasa
su interior siempre que el señor Banger dice su nombre.
Una noche prohibida mientras están encerrados en un armario, y la
oficina nunca será la misma...
La química entre Ellis y Tobias chisporrotea hasta que la cruda
pasión explota en un frenesí de palabras sucias, lujuria frenética y
devorador instinto básico. Él está empeñado en reclamarla. Ella está
demasiado cegada por su encanto para ver los fantasmas que atormentan
sus oscuros ojos. ¿Una noche con Tobias será algo de lo que arrepentirse?

Advertencia: Este no es el romance de oficina de tu abuela. Tobias


Banger tiene una boca sucia, y un encanto irresistible que baja las bragas.
Cuando encuentre a la mujer que quiere, nada impedirá que la reclame.
¡Sírvete una copa de vino, carga el Kindle, y prepararte para ser seducida
por el jefe!

6
Página
Uno
Ellis

—M
ira cómo le abrazan el trasero esos pantalones.
Nunca he visto a un hombre llenar un traje así —
susurró mi mejor amiga, Victoria, cuando el director
ejecutivo de Banger Enterprises, y también nuestro jefe, caminaba delante
de nosotras por el largo pasillo.
Asentí, completamente de acuerdo con su evaluación. Como
secretaria personal de Tobias Banger, definitivamente podía asegurar que
llenaba ese traje aún mejor de cerca.
—Apuesto a que le cuelga —reflexionó Victoria, y el Frappuccino, que
había pasado a buscar después del almuerzo, casi salió por mi nariz.
—Oh, Dios mío, podía haberte oído. —Solo llevaba un mes en el
trabajo. No podía permitirme ser despedida porque Victoria no sabía
mantener sus pensamientos para sí misma.
—Bueno, apuesto a que es verdad.
—Buenas tardes, señoritas. —El señor Banger se volvió hacia
nosotras y sonrió profundamente, haciendo que casi me ahogara con mi
lengua.
—Señor Banger. —Asentí.
Sus ojos atraparon los míos y los sostuvieron por un latido extra-
largo. No tenía ni idea de qué estaba tratando de decir con esos
caprichosos ojos azul celeste, pero estaba bastante segura que podría
convencerme de hacer cualquier cosa cuando me miraba de esa manera
durante demasiado tiempo. Había algo en los ojos de ese hombre que me
hacía perder todo sentido de la razón. Hermosos ni siquiera era una
palabra adecuada para ellos; eran intrigantes, intensos, dominantes.
—¿Está teniendo una buena semana, señor Banger? —Victoria lo
miró fijamente, revoloteando sus falsas pestañas como loca.
Casi le pregunté si tenía algo en el ojo. Casi.
—Gran semana, Srta. Young, gracias por preguntar. —El señor
Banger mantuvo abierta la puerta de la oficina para nosotras.
7
Página
Entramos, y la mano del señor Banger rozó mi muslo mientras lo
pasaba. Su toque se sintió como un terremoto convulsionando a través de
mi cuerpo, ese pequeño roce de su mano bastó para hacerme enloquecer.
Durante el mes que había estado en este puesto, casi me convencí de
solicitar una transferencia, al menos media docena de veces. No porque el
Sr. Banger fuera injusto en lo más mínimo, sino porque la reacción de mi
cuerpo hacia él lo era. Simplemente estar en la misma habitación, hacía
que mi corazón latiera tan incontrolablemente que tenía problemas para
centrarme y mantener una conversación.
—¿Puedo hablar con usted, señorita Ford? —Las palabras del señor
Banger se deslizaron por mi piel y enviaron ardientes oleadas de fuego por
mis venas.
—Por supuesto —murmuré, incapaz de mirarlo a los ojos.
Cuando el señor Banger se dio la vuelta, Victoria me empujó,
lanzando sus ojos de él a mí, antes de guiñar uno.
—¿No tienes trabajo que hacer? —susurré.
Su sonrisa solo se profundizó más antes de salir zumbando por el
pasillo, dirigiéndose a su escritorio.
Seguí al señor Banger hacia su enorme oficina. Las ventanas de
cristal daban al centro de Chicago, su enorme escritorio de caoba estaba al
frente y en el centro, y sofás de cuero alineaban las paredes. Sin lugar a
dudas, el señor Banger vivía la gran vida. Nunca le faltaron las mejores
cosas. Sus demandas siempre fueron satisfechas, y chico, era exigente.
Me había tomado solo un día en el trabajo saber que el Sr. Banger
tenía altos estándares y esperaba que todos sus empleados superaran sus
expectativas. Esperaba la perfección, y lo entendía. Era la razón por la que
Banger Enterprises se había convertido en una compañía Fortune 500 en
menos de seis años. Tobias Banger era un magnate en los negocios. Con
poco menos de treinta y cinco años, era uno de los hombres más jóvenes
del país con los precios de las acciones más altos en el mercado.
Era un fenómeno.
Y yo era su secretaria personal.
—¿Tiene algún plan para esta noche, señorita Ford?
Me tragué el nudo en la garganta, cuestionándome por qué en el
mundo me hacía esa pregunta.
—Mmm no…
Asintió, arrastrando sus ojos por mi figura antes de girarse hacia su
8

escritorio.
Página
—Estaba mirando los números que me envió ayer. —Levantó la
carpeta que había dejado en su escritorio ayer por la tarde, como pidió—.
Algo parece fuera de lugar. ¿Puede quedarse hasta tarde esta noche para
que podamos revisarlo? Me disculpo por siquiera preguntar.
Asentí al instante sin siquiera considerar el hecho de que le había
prometido a Victoria, y a unos cuantos amigos, que iría a cenar con ellos
esta noche. De todos modos, lo entenderían.
—Por supuesto.
—Bien. Sé que tiene talento con los números, pero si contabilidad
encuentra un error que podríamos haber captado, significará más dolores
de cabeza de los que quiero.
—Claro, señor Banger. —Me puse en modo trabajo, sacudiéndome la
reacción de mi cuerpo a él. Necesitaba este trabajo. No podía permitirme
emborracharme con su energía magnética—. ¿Necesita algo más?
Sus ojos subieron por mi cuerpo, mientras se pasaba una mano por
la barba oscura en su mandíbula. Dios, quería lamerla. Me pregunté cómo
se sentiría la dura extensión de su pecho bajo mis palmas. Sus labios…
—Eso es todo por ahora, señorita Ford. Gracias. —Sonrió
cortésmente, aunque un poco distraído, mientras mantenía la puerta
abierta para mí.
Asentí, respirando hondo mientras pasaba a su lado captando un
rastro de su colonia picante y embriagadora. Nunca había olido a nadie
como él en mi vida, y eso solo hacía mis pensamientos más inapropiados.
—Llame si necesita algo —dije, antes de salir a mi pequeña oficina y
escuchar su puerta cerrarse tras de mí. Tomé otra respiración para aclarar
mi cabeza.
Esperaba no haberme equivocado con esos números. La
perfeccionista en mí quería repasar las cifras nuevamente, aunque lo hice
dos veces ayer. Me dejé caer en la silla, sacando el teléfono de mi bolso, y
mandé un texto rápido a Victoria informándola que tendría que cancelar la
cena.
¡Pero vamos a celebrar tu cumpleaños!, respondió.
Gemí. Odiaba hacer de mi cumpleaños un gran asunto, y Victoria
prácticamente tuvo que suplicarme que fuera a tomar unas copas para
celebrar. Me gustaba estar en casa, en el sofá, acurrucada en pijama con
mi dulce gatito.
Lo siento, el Sr. Banger me necesita esta noche, le respondí en un
mensaje de texto.
9
Página

Ohh... tal vez tu cumpleaños tendrá un final feliz después de


todo. ;)
Una sonrisa apareció en mis labios justo cuando la puerta del señor
Banger se abría y aparecía el tema de conversación.
Tiré mi teléfono sobre el escritorio y me levanté.
—Hola, lo siento, solo estaba cancelando los planes de esta noche.
¿Necesita algo?
El señor Banger hizo una pausa, sus ojos quemaron el espacio entre
nosotros antes de separar sus labios increíblemente llenos.
—Pensé que habías dicho que no tenías planes para esta noche. Odio
hacerte cancelar...
—No, no, está bien. Victoria, quiero decir, la señorita Young, quería
celebrar mi cumpleaños, pero preferiría mucho más estar aquí con usted.
—Las palabras cayeron de mi boca en picada.
Sus espesas cejas se arquearon antes de decir:
—¿Es tu cumpleaños?
No había querido revelar eso.
—Sí, pero…
—Entonces deberíamos celebrar. Deberías haberlo mencionado
cuando te lo pregunté. —Su largo brazo se extendió entre ambos, y deslizó
su pulgar por mi sien, apartando un mechón de cabello oscuro.
Mi corazón tamborileó con su toque, pero tan pronto como estaba allí,
se había ido de nuevo. Un sentimiento irracional de pérdida me envolvió.
—No se preocupe. No me gusta hacer un alboroto en mi cumpleaños.
A decir verdad, preferiría olvidarlo. —Me retorcí las manos, sintiéndome
salvajemente incómoda bajo su mirada penetrante.
—¿Olvidarlo? El día de tu nacimiento definitivamente es digno de
celebrar. —Su boca se inclinó en una media sonrisa que casi pulverizó mis
bragas con su diablura.
No tenía respuesta. Mis labios se apretaron mientras pensaba en el
significado detrás de sus palabras.
—Tengo que ir corriendo a contabilidad, pero piensa sobre nuestra
reunión más tarde. Vamos a repasar los números y este asunto del
cumpleaños. —Sus ojos brillaron antes de alejarse, succionando el aire de
mis pulmones mientras se iba.
¿Cómo podía ser tan increíblemente sexy? ¿Cómo lograban las mujeres
de esta oficina terminar algo cuando él estaba cerca?
10

Nunca había sido el tipo de mujer que adulaba a un hombre. Mi


Página

enfoque en llegar a la universidad y encontrar un trabajo, había abrumado


todo lo demás. En realidad, había hecho las prácticas en este edificio
durante mi último semestre, pero cuando me ofrecieron un puesto a
tiempo completo, nunca esperé que fuera el de la secretaria personal del
propietario de la empresa.
Suspiré, volví a sentarme en la silla y abrí la agenda diaria del señor
Banger, sincronizada con mi ordenador portátil para mantenernos a
ambos al corriente de las reuniones y otras cosas que surgían. Tuvo una
semana sorprendentemente tranquila, aunque lo habíamos planeado así
cuando regresó de su viaje de negocios a Tokio la semana pasada. Había
estado trabajando como un loco para conseguir una nueva cuenta, así que
cuando lo consiguió, prometió no trabajar tantas horas y fines de semana.
Debido a eso, no habíamos pasado mucho tiempo juntos, pero al parecer
eso estaba a punto de cambiar.
A partir de esta noche.
Al parecer, iba a celebrar mi cumpleaños con mi jefe súper sexy.

11
Página
Dos
Tobias

M
oví de un lado al otro los papeles sobre mi escritorio, mirando
mi Rolex para ver que eran justo después de las cinco. Ellis
estaría aquí en cualquier momento, esa dulce y pequeña
sonrisa boba diciéndome que estaba disponible para lo que necesitara.
Lo que necesitaba era hundirme dentro de ella y follarla hasta que no
pudiera pensar con claridad. Tal vez entonces podría concentrarme y
trabajar un poco.
Contratar a Ellis había sido una bendición y una maldición.
Había obtenido constantemente las evaluaciones más altas en nuestro
programa de internos, y cuando mi secretaria se tomó una licencia
indefinida para ayudar a su marido, supe instantáneamente que Ellis
debía ocupar su lugar. Sabía que lo ideal sería haber contratado a una
secretaria con experiencia, pero quería a alguien inteligente y motivado.
Quería más una persona para organizar mi vida. Quería a alguien que
pudiera trabajar a mi lado con nuevas ideas y conocimiento práctico. Así
que decidí tirar de los internos y hacer de este puesto mucho más de lo
que un asistente administrativo podría llenar.
Ojalá hubiera visto una foto suya antes de contratarla.
No es que no la hubiera contratado. En papel, era una candidata
ideal, pero en persona, era tan cegadoramente hermosa que tenía
problemas para concentrarme en una maldita cosa aparte de ella. Nunca
en mi vida había visto a una mujer tan atractiva. Si hubiera sido hermosa,
habría estado bien, pero su inteligencia, su bondad natural y la
profundidad de su compasión me atrajo hacia ella.
Me levanté de mi silla y me volví para mirar la ciudad, el sol
deslizándose entre los edificios hasta donde podía ver. Estaba en la cima
del mundo aquí arriba. Mi reputación de frío y duro en los negocios me
precedía, pero mi vida se sentía vacía. Todo este éxito a mi alrededor, y,
sin embargo, siempre había sentido que faltaba algo. La verdad era que
había dedicado mi vida a mi negocio. Pasé cada hora despierto corriendo
sobre las cifras del mercado y la lluvia de ideas de nuevos conceptos. Ni
12

siquiera había pensado dos veces en llegar a conocer mejor a una mujer…
Página

hasta ahora.
Un ligero toc-toc sonó en mi pesada puerta.
—¡Adelante! —gruñí, probablemente un poco demasiado fuerte. Ellis
entró, los ojos en mi rostro al instante—. Siéntate. —Sonaba áspero,
mucho más de lo que pensaba, pero ella me deshacía y era aterrador. Era
un idiota.
Se sentó en la silla frente a mi escritorio, cruzando una larga pierna
sobre la otra y haciendo que su falda lápiz se ajustara a sus muslos. Ellis
siempre se vestía apropiadamente, pero la forma en que su ropa abrazaba
sus suaves curvas hacía que me palpitaran las manos por tocarla.
—¿Tuvo un buen día, señor?
Las palabras de Ellis dispararon un relámpago de fuego directamente
a mis bolas. Me pasé una mano por el cabello. Esta mierda entre nosotros,
sea lo que fuese, estaba a punto de explotar. No podía pensar bien, y había
visto que sus ojos se posaban sobre los míos cuando entraba en una
habitación, como si estuviéramos atraídos por una carga magnética.
—Un gran día, gracias, Srta. Ford.
—Puede llamarme Ellis. —Una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
Asentí. Quería llamarla así por mucho tiempo. Lo que sea que había
entre nosotros, se sentía personal, como si nos conociéramos hace mucho
más tiempo de lo que realmente lo hacíamos. Nunca antes había sentido
una conexión sexual instantánea, pero con Ellis, era como un hombre de
las cavernas luchando contra sus instintos de tomar, marcar y devorar.
—Ellis —tarareé, su nombre rodando como la miel de mis labios.
Sabía qué otra cosa quería en mis labios—. He echado un vistazo a la
cuenta Gelman. ¿Puedes confirmar el total que tenías?
Quería poner los negocios fuera del camino. Desde que descubrí que
era el cumpleaños de la deslumbrante señorita Ford, había estado
circulando una idea en mi cabeza. Había dicho que no le gustaban las
sorpresas, pero le debía una. La había comprobado a menudo, mientras
estaba fuera, y sabía que trabajaba por encima y más allá de lo que se
requería de su puesto, siempre funcionando consecuentemente bien, por
lo que se merecía una noche libre para celebrar. Sabía que yo lo deseaba.
Puso su ordenador portátil sobre mi escritorio, y sus pequeños dedos
de uñas pintadas se pusieron a trabajar. Esperé pacientemente,
revoloteando sobre su hombro e inhalando el dulce olor a limón y lavanda
que parecía emanar de ella. Era como un postre delicioso que quería
desenvolver y saborear, bocado a bocado.
13

—Aquí está. —Pasó el ratón sobre el total.


Página

Comparé el número en mi hoja y luego sonreí.


—Ese es el problema. Solo facturamos a Gelman 275,000 dólares. Lo
siento si no te puse al tanto. Le di un descuento para el primer proyecto.
Fue una dura negociación, por un minuto pensé que lo perderíamos, pero
recuperaremos el dinero en el próximo proyecto. —Escribí el nuevo
número en mi hoja y lo guardé en la carpeta—. ¿Estás lista para esa
celebración de cumpleaños?
Los ojos de Ellis se ampliaron y me miró, sus labios formaron una
pequeña y perfecta O, que quería cubrir con mi boca.
—No pensé que realmente…
—Todo lo que digo es en serio. Pensé que a estas alturas ya lo sabías.
—Tomé mi chaqueta del respaldo de mi silla y la tiré sobre un hombro—.
Deberíamos salir de aquí.
—Pero… ni siquiera me he cambiado ni nada...
La miré de arriba abajo. La forma en que la camisa a medida se
escondía en su cintura y la curva de sus caderas bajo esa falda lápiz, me
hizo querer correr mis manos por sus muslos y enterrar mi rostro entre
sus sedosas piernas.
—Te ves perfecta. —Puse una mano en la parte baja de su espalda y
sentí correr un escalofrío hasta la base de su columna vertebral.
—G-gracias. —Ellis puso su bolso sobre su hombro cuando salimos
de mi oficina, los tensos botones en su camisa jugando a las escondidillas
con un sujetador de encaje blanco.
Dios mío, era un milagro que todavía no me hubiera tirado por la
ventana del piso cuarenta y cinco.
Era la mujer más inteligente, más dulce y más sexy que había visto
jamás, y me sentí honrado de llevarla a una cena de cumpleaños a mi
restaurante favorito.
No sabía hacia dónde se dirigía esta cosa entre nosotros, las
campanas de alarma sobre los romances de oficina sonaban a pleno
volumen en mi cabeza, pero estaba harto de ignorar lo que estaba pasando
entre ambos.
Haría cualquier cosa para sacarla de mi cabeza y así poder
concentrarme en los negocios otra vez.
Pero, de nuevo, no quería que se fuera. Estaba demasiado intrigado.
Demasiado desafiado por ella. Demasiado excitado.
Ellis Ford era un misterio que quería descubrir a fondo.
14
Página
Después que nuestros platos fueron retirados y quedaba solo media
botella de vino entre ambos, pregunté:
—Entonces, ¿por qué no celebras tu cumpleaños?
Se encogió de hombros.
—Envejecer un año más no parece algo para celebrar. —Pero sus ojos
se iluminaron cuando el camarero puso un exquisito trozo de pastel de
doble chocolate entre nosotros.
—Estoy en desacuerdo. Es un momento para reflexionar sobre todas
las cosas que has hecho en el último año, y tal vez, algunas de las cosas
que no has hecho, pero te gustaría hacer. —Metí mi tenedor en el rico
postre, luego le ofrecí el bocado.
Sus ojos se alzaron por un minuto antes de recomponerse.
—Siempre soy un caballero, y celebrar un año más de tu nacimiento
me hace feliz.
Ellis tomó el mordisco de mi tenedor. Con los ojos cerrados y los
labios envueltos alrededor de ese pedacito de metal, mi polla palpitó como
si estuviera atrapada en una prensa. Deseaba a esta mujer. Quería
conocerla, estar con ella, hablar con ella, ser todo para ella.
—Esto está increíble —dijo finalmente.
—Lo haces parecer irresistible. —Me moví en mi silla, tratando
discretamente de cambiar de posición mi polla—. Hice una norma el evitar
el romance en la oficina, pero estás cambiando todas mis reglas. —Las
palabras salieron de mi boca antes que pudiera detenerlas.
—¿Qué? —Los ojos de Ellis se dirigieron a los míos.
—Desde el día en que empezaste en mi oficina, he estado luchando
conmigo mismo. Tantas cosas que he querido decir, tantas veces que he
querido tocar... —Tracé su muñeca con la yema de mi dedo.
—¿T-tocar qué? —preguntó Ellis, el pulso en su cuello revoloteaba
como un colibrí.
—Bueno, por ejemplo, ahora mismo quiero lamer el hueco de tu
cuello, donde puedo ver los latidos de tu corazón volverse locos.
Ellis se cubrió la garganta con una mano antes de dejarla caer en su
regazo y lamerse los labios. Sus ojos se alejaron.
—No creo que sea una buena idea...
—No puedo pensar una mejor. —Pasé la yema de mi pulgar sobre su
pómulo.
15
Página

Sus ojos se cerraron mientras se movía bajo mi toque.


—No soy el tipo de chica que tiene relaciones sexuales para llegar a la
cima, señor Banger.
Sus palabras me sorprendieron por su insinuación.
—Y yo no soy el tipo de hombre que espera favores sexuales como
pago. No me aprovecho de las mujeres, Ellis. Tengo el mayor respeto por ti
y por todas las otras mujeres de mi oficina. —Necesitaba que supiera que
era un hombre íntegro. Las mujeres no eran juguetes para mí, eran mis
iguales.
—Pero… —Se mordió el labio inferior antes de mirarme—. ¿Por qué
yo?
Sacudí la cabeza, entrelazando nuestros dedos y apretando su mano.
—Porque me seduces. Tu mente es una de las más brillantes que he
encontrado. Eres leal, fuerte y compasiva. Puedes aguantar mi mierda, y
sé que no es fácil. Admiro todos esos rasgos. Nunca me he encontrado con
otra persona tan increíble como tú. —Me incliné sobre la mesa y susurré—
: Y no puedo dejar de pensar en cómo se sentirían tus labios contra los
míos.
El camarero escogió ese momento para interrumpir.
—¿El postre está a su gusto, señor Banger?
—Sí, impecable, igual que mi compañera de cena. —Sonreí,
disfrutando del cálido rubor que subía por las mejillas de Ellis. Me
encantaba hacerla retorcerse, probablemente porque cada movimiento que
hacía me tenía en un estado constante de inquietud.
—Debería ir a casa. —Ellis apartó su mano de la mía y luego hurgó en
su bolso distraídamente.
—Me gusta que siempre estés tan dispuesta a complacerme.
Los ojos de Ellis se alzaron y se estrecharon.
—Escuche…
—Estoy bromeando. —Alcé mis manos en rendición mientras la risa
brotó de mis labios—. Me gusta la forma en que tus ojos hacen esa cosa
brillante cuando estás enojada.
Los ojos de Ellis sostuvieron los míos por un minuto antes de romper
en una sonrisa.
—Ahí está. —Le tendí una mano mientras se apartaba de la mesa.
—No recibí el memorándum de que era una persona tan divertida —
ronroneó tan dulcemente que su insulto pudo haber estado cubierto de
16

miel.
Página

Esa boca.
Esos labios.
Ya me había envuelto alrededor de sus pequeños dedos bonitos.
Después de ocuparme de la cuenta, salimos del restaurante, y la brisa
fresca nos azotó antes de entrar en la parte trasera de mi auto. Se deslizó
a través de los asientos de cuero, y me metí detrás de ella. De repente, el
aire entre nosotros se sintió cargado con algún tipo de energía invisible.
Ellis le dio su dirección a mi chofer, y me sorprendió saber que vivía a
pocas cuadras de aquí y del trabajo. Lo suficientemente cerca para una
rápida pausa para el almuerzo en casa... o para pasarme cuando trotaba
por la mañana.
La imaginaba suave y dulce por la mañana, el cabello en un desorden
salvaje por toda la almohada y un camisón de seda subiendo por sus
muslos.
Maldición, quería poner mis manos sobre ella.
Pero se suponía que debía controlarme debido a nuestra política de
empresa. Cuando las relaciones terminaban, era casi imposible para los
amantes ser civiles y trabajar juntos. Pero había puesto esa norma en
vigor para otros empleados, no para mí. No soltaba las cosas que me
pertenecían, y si Ellis era mía, me aseguraría de que se quedara así.
Era un hombre confiado y capaz, con el don de lograr lo que quería.
Solo me había estado diciendo que Ellis estaba fuera de límites. Fuera de
los límites, hasta ahora. Estuvo callada durante el viaje. Seguí mirándola,
y cuanto más miraba, más la deseaba. Podría haber pasado toda una vida
analizando los contornos dulces de su rostro sin cansarme nunca. Si Da
Vinci hubiera visto a Ellis primero, habría sido su rostro el que estuviera
colgado en el Louvre, no el de la Mona Lisa. Cada ángulo era otra
explosión de irresistible resplandor. Ya estaba en un punto en el que
habría dejado todo el mundo atrás, solo por una muestra de ella.
El auto se estacionó fuera de su edificio. Abrí la puerta y salí,
sosteniéndola para ella. Cuando deslizó su palma en mi mano, casi caí de
rodillas y le supliqué que me dejara subir, pero era un hombre con planes,
y necesitaba que supiera que era mi fin de juego.
Hice un gesto para que el conductor esperara un minuto antes que
tomáramos los pocos escalones hasta su puerta.
Metió la llave en la cerradura y se volvió hacia mí.
—Gracias por una cena increíble.
Asentí, deseando estrecharla entre mis brazos bajo la suave luz de la
17

farola y perderme en su cuerpo.


Página
—Feliz cumpleaños, Srta. Ford. —La besé en la frente, apenas
conteniendo el impulso de empujarla contra la pared y meter mi lengua
entre esos labios sensuales.
Con la mano en el pomo de la puerta, me miró.
—Gracias por un maravilloso cumpleaños... señor Banger.
—Tobias. Llámame Tobias. —Tomé su mano y pasé los dedos por ella
antes de colocar un delicado beso en la parte inferior de su muñeca—. Nos
vemos mañana por la mañana, hermosa.

18
Página
Tres
Ellis

M
iré en el espejo, enderezando el escote de mi blusa una vez
más. Tal vez era un poco demasiado revelador para usar en el
trabajo hoy. Después de la cena de cumpleaños sorpresa de
anoche con el señor Banger, Tobias, me sentí empujada hacia un mundo
completamente nuevo. Siempre me vestía bien para el trabajo, pero ahora
cada falda se sentía un poco demasiado corta, cada top un poco ajustado,
como si sus ojos vagaran constantemente por mi forma mientras esperaba
comerme como un animal salvaje.
La alarma de mi teléfono sonó, indicando que ya era hora de que
saliera por la puerta antes de llegar tarde. Tenía tendencia a perder la
noción del tiempo, así que prefería vivir una vida bastante programada. Si
no estaba fuera a las 7:52 a.m. como máximo, no podía llegar a mi oficina
a tiempo, aunque estaba a solo unas pocas cuadras de distancia.
Aceleré por la calle, la bolsa sobre mi hombro. Cuando doblé la
esquina, choqué contra alguien increíblemente alto, increíblemente fuerte
y con un aroma imposiblemente delicioso.
—Oh —dije cuando las cálidas palmas de Tobias me detuvieron.
—¿Tarde para el trabajo? —Sus hermosos ojos brillaron hacia mí, y
pensé que me había perdido en ellos por un momento.
—Puede que llegue tarde ahora. —Me alejé para poner distancia entre
nosotros. Admirarlo desde el otro lado de la habitación era una cosa, pero
con sus manos sobre mí, sensaciones de lujuria salvaje abrumaron mi
sistema hasta que pensé que podría desmayarme.
—Déjame tomar esto por ti. —Sonrió calurosamente mientras tomaba
mi bolsa de gran tamaño, que contenía mi ordenador portátil y archivos, y
lo alzó sobre su hombro antes de usar un brazo para hacer un gesto de
que fuera adelante—. ¿Pasó buena noche, señorita Ford?
Me volví, captando su mirada antes de contestar.
—Una gran noche, en realidad. Me acurruqué con mi gatito en el sofá
y vi una película.
19

La ceja de Tobias se arqueó justo como pensaba que haría.


Página

—Cuéntame más sobre ese gatito.


Me reí cuando entramos en el ascensor vacío y Tobias pulsó el botón
para el piso superior. El ascensor zumbó, dejándome mareada, ¿o era su
proximidad?
Cerré los ojos por un segundo, preguntándome cómo sería si este
ascensor se detuviera y estuviéramos atascados aquí todo el día. ¿Qué tipo
de problemas podríamos tener entonces? Pensé en abrir los botones de su
chaqueta, paseando mis palmas en la curva de ese abultamiento masivo...
—¿Su gatito, Srta. Ford? —Tobias se había inclinado y me susurraba
al oído.
Tomé un poco de aire.
—¿Pensé que estábamos de acuerdo con Ellis? Y a mi gatito no le
gustan los extraños.
La risa de Tobias llenó el pequeño ascensor, sus carcajadas llenas
llegaron directamente al centro de mi estómago. Estar atrapada en este
ascensor, o en cualquier lugar con él, sería un desastre.
La forma en que hizo bailar mi estómago, probablemente haría que
mis bragas desaparecieran mágicamente.
—Eres toda una comediante, Ellis. —Sus labios rozaron la curva de
mi oreja con su última palabra.
Las puertas del ascensor se abrieron y, como un ciervo congelado por
los faros, me detuve cuando vi a Victoria de pie, con un café en cada
mano.
Su boca cayó cuando vio a Tobias apoyado contra mí.
—Fue un gusto tener esta conversación contigo. —Tobias bromeó y
salió del ascensor, asintiendo a Victoria mientras pasaba a su lado
rozándola. Depositó la bolsa de mi portátil en mi escritorio antes de entrar
en su oficina y cerrar la puerta.
Había quitado el maldito aire de mis pulmones.
—Es hermoso por la mañana. —Los ojos de Victoria eran anchos y
brillantes. También había sido atrapada en su hechizo.
—Estás loca. Es malhumorado y grosero y…
—Y parece que se metió bajo tu piel. —Victoria arqueó una bonita
ceja.
Enganché una de las tazas de café que tenía. Nuestro lugar favorito
de café estaba en su camino al trabajo, así que traía nuestras bebidas en
la mañana y yo compraba el almuerzo abajo a cambio.
20

—¡Él no está bajo ninguna cosa! —Resoplé, yendo hacia mi escritorio.


Página

—Oh, pero apuesto a que quieres que…


—¡Ellis! —Tobias tomó ese momento para abrir la puerta, y pareció
sorprendido al ver a Victoria de pie junto a mí.
—¿Sí, señor Banger?
—¿Puedes hacer una copia de esto y entregarlo al equipo de diseño?
—Extendió un montón de papeles.
—Claro. —Tomé los papeles mientras Victoria sonreía y se alejaba.
Mi teléfono zumbó un momento después con un texto entrante.
Tuteándote, ¿eh? Para mí suena seguro que está bajo algo…
Sacudí la cabeza. Mejor amiga o no, Victoria estaba oficialmente en mi
lista de mierda.
—¿Oh, Ellis? —gritó Tobias—. ¿Podrías venir a verme cuando
termines?
Mi estómago cayó.
No sabía si podía pasar el resto del día escuchando su voz
dolorosamente dulce decir mi nombre así.
No sabía por qué me quería, pero me gustaba que lo hiciera.
Asentí a mi apuesto jefe antes de apretar los papeles contra mi pecho
mientras me alejaba.
Sin duda alguna, este trabajo era un desafío, y el más grande era alto,
oscuro, peligrosamente guapo, y mi jefe.

21
Página
Cuatro
Tobias

P
asé una mano por mi cabello mientras miraba la ciudad,
preguntándome, no por primera vez hoy, si me estaba
sobrepasado con Ellis.
Tacha eso. Sabía que lo estaba.
Desearla era probablemente la cosa más estúpida que haría alguna
vez, pero eso no me detuvo. No cuando había venido a consumir mis
pensamientos diarios y ahora mis pensamientos nocturnos también. Ellis
era un gran activo para mi compañía, y perderla sería un golpe a mi propio
programa diario. Pero incluso más que eso, atreverse a una relación con
alguien en la oficina que podría tan fácilmente alejarse... me asustaba.
Nunca me había asustado nada. La conquista de las altas esferas del
mundo empresarial de Chicago no me había perturbado, pero Ellis Ford lo
hacía. Había entrado en mi vida de la nada y ahora significaba el mundo
entero para mí. Había tocado una parte profunda de mi alma, despertando
deseos que había enterrado, y me hizo sentir una felicidad que ni siquiera
sabía que existía. No había estado realmente vivo hasta ella.
En ese momento, caminó a través de la puerta, y pareció que el sol
finalmente había salido.
—¿Está listo, señor Banger?
Asentí, levantándome de mi silla y gesticulando para que cerrara la
puerta.
—Gracias por venir.
—Claro, ¿qué puedo hacer por usted?
Inclinarte sobre mi escritorio para empezar.
Eso era lo que quería decir, pero en su lugar, actué profesional y le
ofrecí un asiento y luego una bebida.
—¿Cómo estás?
—Estoy bien, gracias. —Sonrió hacia mí, tan ansiosa por complacer.
Dios, me encantaba eso de ella.
22

—Quería hablar contigo sobre el programa de donaciones caritativas


Página

que quiero comenzar. Es algo que he estado considerando por un tiempo,


pero sé que no puedo llevarlo solo. Necesito a la persona adecuada, alguien
en quien pueda confiar para manejar todos los detalles. —La vi mirarme—.
Creo que eres la persona perfecta para el trabajo.
Ellis no parpadeó durante largos momentos que se sintieron como
flechas perforando mis entrañas. ¿Por qué diablos mi estómago se retorcía
cuando estaba a mi alrededor? Esto era más que estar cerca de una mujer
hermosa, había estado alrededor de un montón de mujeres hermosas y
nunca escatimé una mirada pasajera. Pero podría haber comenzado
incendios con la pasión que sentía correr a través de mis venas cuando
ella entraba en la habitación.
—Será mucho trabajo. —Me acerqué, sintiendo una picazón por
tocarla de cualquier manera—. Muchas tardes. Al menos al principio.
Ellis se movió, sus ojos fijos sobre mí antes de asentir.
—Me encantaría eso.
—Solo seremos los dos trabajando en ello, al menos hasta que se
haya concretado. Y quiero ser práctico. Cada decisión, la discutiremos
juntos.
Sus ojos de cierva revolotearon por un momento, sus rosados labios
se curvaron en la más pequeña de las sonrisas.
—Lo espero con mucha ilusión.
Sus palabras casi me desataron. Tuve que contenerme de empujarla
entre mis brazos y presionar mis labios contra los suyos, enredar mis
dedos a través de su salvaje y abundante cabello y ahondar en las
profundidades de su alma.
Ellis eligió ese momento para acercarse y recostarse sobre mi
escritorio, rozando mi cuerpo mientras buscaba un bloc de notas y una
pluma.
—¿Tal vez podríamos comenzar esta noche?
Mis ojos aterrizaron en los suyos, mi corazón martillando como un
maldito tren de carga en mis oídos antes de hacer lo que había estado
desesperado por hacer de nuevo.
La toqué.
Su cuerpo entero tembló, su aliento atascándose un poco cuando
extendí mi mano a través de su espalda. Como rayos disparando
directamente a mis bolas, la energía frenética pulsaba en ese punto donde
estábamos conectados. Visiones de ella en mi cama, debajo de mí, su
23

cabello a través de mi almohada mientras la besaba, la follaba, la amaba,


estrangulaban mis pensamientos.
Página
—Me encantaría comenzar esta noche. —Deslicé la palma de mi mano
por su espina dorsal, disfrutando de los escalofríos que azotaban su
cuerpo—. Eres muy receptiva.
Pasó su labio inferior entre sus dientes mirando los míos y
haciéndome perder el control. Antes de pensarlo dos veces, mis manos
estaban en su cabello y la tenía presionada contra mi cuerpo.
—No sé lo que me has hecho, pero no puedo pensar cuando estoy a tu
alrededor, y al mismo tiempo, cuando mi mente está fuera de control como
un tornado, pensar en ti parece traerme paz —murmuré antes de que nos
besáramos. Sus labios apretados contra los míos desataron ondas de
truenos que se estrellaban entre nosotros.
—No deberíamos estar haciendo esto. —Gimió y luego se aferró a mi
cabello antes de presionar sus labios contra los míos nuevamente.
La besé, nuestras lenguas retorciéndose juntas mientras trataba de
entender por qué todo esto se sentía tan bien.
—He estado buscando todas las excusas para alejarme de ti las
últimas semanas. —Deslicé una mano por su cuerpo, amando la sensación
de sus suaves curvas—. Pero ya no puedo controlarme contigo...
—¿Y si alguien nos encuentra así? —preguntó, sus palabras confusas
y tan jodidamente eróticas.
—Verte así, sabiendo que he puesto esa pequeña sonrisa en tu
rostro... —Pasé un pulgar por los labios—. Vale la pena el riesgo.
El teléfono de la oficina sonó en el escritorio a mi lado, y maldije el
hecho de que tenía una llamada telefónica con el departamento financiero
que atender.
—Esto... —Le acaricié las mejillas y rocé un beso más suave en sus
labios—. Debe continuar.
Los ojos oscuros de Ellis ardieron antes de asentir.
—Déjame saber si necesita algo, señor Banger.
Sonreí mientras el teléfono seguía sonando, y mi corazón se mantenía
tirándome de nuevo a Ellis.
—Tobias —corregí mientras retorcía un mechón de su cabello entre
mis dedos—. Estoy intentando convencerme de que no sería una buena
idea dejar el trabajo y llevarte a casa, a mi cama.
Miré el deseo atravesar su cuerpo, sus muslos cambiando de posición
y sus pequeños pezones brotando por atención debajo de la tela apretada
24

de su camisa.
Página

Pasé mis labios por el lóbulo de su oreja.


—Me encanta la sombra rosada que se arrastra por tu cuerpo cuando
estás excitada. —Ellis se movió, sus hermosas tetas rozando mi pecho—.
Tu olor me atrae. Me hace querer saborearte.
Reprimió un suspiro, con el pecho subiendo y bajando.
—Yo... debes... —Parecía sin palabras. Tal vez mis manos en su
cuerpo le hacían eso.
—¿Falta de palabras, cariño? —Deslicé mis dedos alrededor de su
cuello mientras mi polla presionaba la cremallera, ansiosa por salir y
entrar en ella.
—Voy a hacer una lista... —Tropezó cuando mi pulgar rozó la carne
sensible en su garganta—. Pondré algunas obras de caridad juntas... —
Cerró los ojos y tomó una respiración profunda antes de abrirlos de
nuevo—. Deberías contestar el teléfono.
Una sonrisa torcida tomó mi rostro antes de dejar caer mi mano de su
cuerpo y estirar un brazo detrás de mí.
—Banger.
Le guiñé un ojo mientras se dirigía a la puerta.
—Espera un momento —interrumpí al jefe del departamento
financiero y presioné el receptor en mi pecho—. Espero verte más tarde,
Ellis.
Su devastadora sonrisa se retorció, sus ojos se arrastraron por mi
cuerpo vestido de traje antes de suspirar.
—Hazme saber si hay algo que pueda hacer por ti.
Casi colgué y la arrastré de regreso donde pertenecía, a mis brazos y
contra mi cuerpo.
Una vez la tuviera, no la dejaría ir.

25
Página
Cinco
Ellis

D
ejé la oficina del señor Banger, el despacho de Tobias, y me
dirigí directamente hacia el final del pasillo. El calor
enturbiaba mi piel, y la excitación empapaba mis muslos.
¿Qué se siente al ser tocada por mi jefe? Tan bueno que estaba segura que
la evidencia coloreaba mi rostro.
Con la cabeza baja, caminé al cuarto de baño de damas y miré los
otros puestos para asegurarme de estar sola antes de dirigirme al espejo.
Allí, vi mis ojos anchos y dilatados, el rubor en mis mejillas, la forma en
que mi respiración todavía estaba atormentando mi pecho.
Estaba más excitada de lo que había estado en mi vida.
Me moví de nuevo, recordando la sensación de sus pesadas manos
calentando mi piel.
Cada puto pedazo de mí lo quería.
Esto estaba mal. Todo tan incorrecto. ¿Cómo podría esperar que esto
condujera a algo más que un desastre? El hombre que me hizo sentir estas
cosas, estos sentimientos, también tenía la capacidad de destruirme.
Había trabajado durante demasiados años para conseguir un puesto en
una empresa como esta, manteniendo mi enfoque solo en la universidad.
No podía dejar que me descarrilara. Quería un marido, una familia en
algún momento, pero no ahora. No con mi jefe. No con el hombre que
podía despedirme. ¿Y la política de no fraternización de la empresa? No
recuerdo haberlo visto específicamente cuando firmé mi contrato, pero
estaba segura que estaba allí. ¿No hacían eso todas las compañías en
estos días?
Pero Tobias Banger era el jefe. Él creó ese contrato. Podría destruirlo
fácilmente. Sabía que hombres como él no cumplían las reglas. Los
hombres como él, con más riqueza y privilegios de lo que incluso podría
empezar a imaginar, escribían las reglas. No sabía nada acerca de la
historia del Sr. Banger, y el personal de la oficina era sorprendentemente
mudo en el tema, así que me quedé con mis propias suposiciones. Pero
cavar en la vida personal del jefe no era en mi mayor interés.
26

Había trabajado mis dedos hasta el hueso para conseguir este


Página

trabajo.
De ninguna manera podría arriesgar eso ahora.
Humedecí una toalla de papel y limpié a través de mi pecho y cuello,
tratando de enfriar mi cuerpo después de mi abrumadora reacción a su
toque. Mantenerme alejada de él era imposible, especialmente desde que
había aceptado desarrollar un departamento totalmente nuevo con él.
Controlar la reacción de mi cuerpo ante él era igualmente imposible, y las
cosas imposibles me incomodaban. Me gustaba el control, el equilibrio, la
estabilidad.
Terminé en el cuarto de baño y me tomé mi tiempo caminando de
nuevo a mi escritorio, preguntándome si debía encontrar la manera de
decir al Sr. Banger que no podíamos hacer esto. No podía permitirme ser
conquistada por él. No sería bueno para ninguno de los dos. Visiones de
un romance de oficina yendo mal destellaban a través de mi mente.
Y en el fondo... no me sentía lo suficientemente buena para él. El
señor Banger me intimidaba. Una debutante de Park Avenue habría lucido
mejor en su brazo que una chica anticuada con caderas demasiado
grandes y un acento que indicaba su procedencia de clase trabajadora.
El señor Banger y yo éramos una terrible pareja. Entonces, ¿por qué
se sentía como si estuviera tratando de convencerme de eso?
Suspiré y me desplomé en mi silla, abriendo mi ordenador portátil
para empezar a investigar las obras de caridad a las que el señor Banger
podría querer donar.
Lanzarme al trabajo era mi único respiro de la abrumadora tensión
sexual que se mezclaba entre nosotros.
Pasé las siguientes horas investigando y tomando notas de docenas
de diferentes organizaciones benéficas para mostrar al Sr. Banger.
Alrededor de la una, mi teléfono sonó.
—¿Oficina de Tobias Banger?
—¿Has trabajado durante el almuerzo? —El gruñido del señor Banger
hizo que mi columna se estremeciera.
—Uh, sí. He estado investigando algunas obras de caridad…
—Ordénanos algo para comer. Estoy hambriento.
Nosotros. Había dicho nosotros.
—S-seguro. —Busqué la lista de sus lugares para llevar favoritos.
—Compra lo que te guste, Ellis.
27

La forma en que dijo mi nombre hizo que mis entrañas se derritieran.


¿Cómo me hizo eso solo con el poder de su voz? Me hizo pensar en cosas
Página
que realmente no debería, como nuestros cuerpos enredados en sus
sábanas.
Suspiré. El teléfono se quedó en silencio mientras me sentaba allí,
excitada y derrotada de nuevo.

Una hora más tarde estaba en su oficina con mis tacones fuera y las
piernas metidas debajo de mí en el sofá de cuero delgado que se situaba
contra una pared.
—Me gusta este. —El señor Banger tocó una de las páginas de
caridad que había impreso—. Me gustaría ayudar a los niños
desfavorecidos. Siempre he donado a algunas organizaciones benéficas
personalmente, pero me gustaría tomarlo a mayor escala. Realmente hacer
un impacto. Obtener centros comunitarios construidos en algunos de
estos barrios del interior de la ciudad, financiar programas después de la
escuela, actualizar la tecnología y obtener mejores suministros a las
escuelas de bajos ingresos. Incluso me gustaría patrocinar una clase
entera de niños de preescolar de la escuela pública a la que fui y pagar su
matrícula universitaria... ¿puedes investigar eso para mí?
—Eso suena... increíble. Todo el mundo dice que quiere ayudar a los
niños menos privilegiados, pero tú tiene ideas reales. Crecí en Evanston,
que no es exactamente un barrio duro, pero todavía trata un montón de
delitos menores. Estos niños necesitan un lugar donde ir —dije,
sintiéndome mucho más cómoda ahora en su oficina y en su presencia.
Desde que había tomado la decisión de que lo que fuera que había entre
nosotros no podía ir más allá, había liberado algo de mi ansiedad por estar
con él. Claro, era devastadoramente guapo y llenaba un traje mejor que
cualquier modelo de Armani, pero también era encantador, un gran
oyente, y tan interesado en la gente. Realmente se preocupaba por las
personas, y eso era algo que nos conectaba.
—Crecí en el lado este. —Sus ojos se elevaron antes de que volviesen
a su plato—. La parte de la ciudad en la que ningún niño debería tener que
crecer.
Mis ojos se agrandaron. Había asumido que había crecido con la
riqueza que llevaba tan bien. Su porte y sus modales eran dos de las
primeras cosas que había notado en él.
—Sé de primera mano lo mucho que esos niños necesitan un lugar
seguro para ir. —Se levantó y caminó a través de la habitación. La manera
en que la tela de sus pantalones de traje abrazaba su trasero, los
28

músculos tensos, flexionándose con cada movimiento medido, hizo mi


boca agua. Simplemente estaba caminando, pero se veía como un
Página

pecado…
Debo haber estado en el infierno.
Agarró un archivo de un cajón antes de arrojarlo sobre la mesa entre
nosotros.
—Esas son las obras de caridad a las que he estado donando
también. Me gustaría darles más.
Abrí el archivo y encontré una lista de por lo menos media docena de
organizaciones benéficas, incluyendo el Club de Niños y Niñas y otros
refugios en el centro de la ciudad.
—Estos son geniales.
Asintió, enrollando las mangas blancas de su camisa hasta los codos
y revelando tatuajes coloridos e intrincados que se arrastraban alrededor
de sus antebrazos y desaparecían bajo la tela.
La visión de ellos me sorprendió y solo se añadieron a su enigma.
¿Qué significaban? ¿Cuándo los había conseguido? Y dulce Jesús, ¿había
más?
Nunca había sido una fanática de los tatuajes, pero verlos en él, tan
inesperado, como si revelaran algo escondido sobre su vida, cambiaba mi
opinión. Tobias Banger no habría puesto tinta en su cuerpo sin una razón
para ello. Luché para darle sentido al diseño, pero no quería pasar
demasiado tiempo mirando.
—Los he tenido durante años —dijo, probablemente captando mis
miradas.
—¿Hay más? —pregunté antes de pensar dos veces.
Asintió, su mirada enfocada en la mía.
—Tengo unos cuantos.
—Son hermosos. —Me acerqué y arrastré un dedo hasta lo que
parecía la cola de un dragón enredado alrededor de su antebrazo—. Los
colores son increíbles.
—He pensado en quitarlos.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté, de repente triste por el pensamiento
de verlo sin ellos.
—No soy la misma persona que era cuando los conseguí. —Se encogió
de hombros como si no fuera gran cosa, pero parecía ser la cosa más
grande. Sonaba como si no estuviera orgulloso de la persona que había
sido.
29

—Creo que te agregan misterio —dije, sorprendida por mis propias


palabras.
Página

Una ceja fruncida se arqueó.


—Supongo que vale la pena conservarlos entonces.
Su sonrisa torcida y confiada me hizo arder.
—Señor Banger…
—Tobias.
Quise golpear la sonrisa de su boca. O besarlo. Realmente quería
sentir el calor de sus labios contra los míos otra vez.
—He estado pensando... —Luché por las palabras correctas—. No
debemos involucrarnos en nada... personal. Simplemente no creo que sea
inteligente para ninguno de los dos.
—No me importa lo que sea inteligente. Me preocupo por lo que es
correcto, y tú, en mis brazos, se sintió más correcto que cualquier cosa
que haya en mi vida. —Sus hermosos ojos sostuvieron los míos.
—Pero las cosas que me haces sentir, solo están destinadas a
terminar mal. Y realmente necesito este trabajo…
—Si alguna vez piensas que pondría tu trabajo en peligro…
—Lo dices ahora, pero qué pasa si…
—¿Qué pasa si qué, Ellis? Podemos especular todo el día, pero estoy
más preocupado por lo que sucede si no hago esto. Si no hago todo lo
posible para tener a la única mujer en el planeta que me ha hecho sentir
que no puedo respirar sin ella.
El aire entre nosotros se sentía embarazoso. Tenso, como si
estuviéramos unidos por hilos de seda invisibles.
—Señor Banger…
—Tobias.
—¡Para de interrumpirme! —herví, finalmente frustrada con todo su
atractivo encanto e insistencia en convertir mi mundo al revés.
—Pero eres tan hermosa cuando tus ojos se arrugan y tus labios se
ponen así. Me hace querer besarte hasta que estés sin aliento. —Un dedo
se arrastró por el interior de mi brazo, enviando sacudidas eléctricas a
través de mi sistema.
—Pero ¿qué pasa con la política de no fraternización? —dije, un poco
sin aliento.
—No hay. —Sonaba un poco arrogante.
—Entonces, qué pasa si…
30

—¿Qué pasa si meto los dedos entre tus muslos y te hago culminar
tan fuerte que grites?
Página
Me senté estupefacta, cada obstinado nervio en mi cuerpo rogaba que
lo hiciera.
Di que sí. Deja que te ponga las manos encima. Déjalo tomar todo lo
que tienes.
Tragué el nudo en mi garganta, mis pezones apretando dolorosamente
como si el relámpago hubiera reemplazado la sangre en mis venas.
—Deberíamos elegir algunas organizaciones benéficas y ponernos en
contacto con ellas.
Su sonrisa se profundizó cuando se dio cuenta que había llegado a
mí. Maldito sea.
Me alejé, rompiendo el hechizo entre nosotros y volviendo mi atención
a los papeles extendidos en frente de nosotros.
—Me gusta lo que piensas. —Sonrió, y supe que sus palabras
significaban mucho más de lo que había revelado.
Tobias Banger me estaba volviendo loca, una sonrisa lenta y sexy a la
vez.

31
Página
Seis
Tobias

—E
se color destaca la tonalidad cremosa de tu piel. —
Apoyé una cadera contra el escritorio y crucé los
brazos. Mis ojos siguieron la curva de sus caderas
hasta las mejillas de su trasero que estiraban esa falda lápiz apretada. El
dolor irradiaba a través de mis bolas. La necesidad de caer de rodillas,
levantar esa falda con mis manos y follarla con mi lengua era fuerte. ¿Qué
diría la dulce pequeña Ellis cuando deslizase un dedo por su ardiente coño?
Hice mi misión el averiguarlo.
Se volvió y me clavó su mirada.
—Estoy segura de que eso no es exactamente lo que pretendías decir.
—¿Te gustaría saber lo que quería decir? —Me acerqué a ella con
pasos cortos—. Quería decir que tu trasero se ve muy bien en esa falda
lápiz. Pero se ve genial cada día, y estoy empezando a pensar que llevas
estas faldas ajustadas, camisas metidas y abotonadas, para volverme loco.
Me hace querer enredar mis manos en tu cabello. —Pasé mis dedos a
través de sus oscuros rizos—. Y follarte con la lengua hasta que tus labios
estén magullados.
Los dedos de Ellis se aferraron a mis hombros antes de que sus ojos
revolotearan hasta cerrarse.
—Voy a hacer copias de estos.
Dejó caer los brazos y buscó el archivo sobre la mesa.
—Eres determinada cuando decides algo, ¿verdad? —comenté.
—No sabes cuánto.
—Bueno, cariño, quizá no sepa lo que te enciende, pero sé cómo
acariciar las llamas —tarareé la última palabra en su oído.
Pequeños trazos de piel de gallina aparecieron en su piel antes de que
apretara su mandíbula y se volviera hacia la puerta.
—¿Ellis?
—¿Hmm? —Se dio la vuelta, los ojos abiertos y el cabello flotando
32

alrededor de sus hombros.


Página
—¿Podrías parar en el armario de archivos y traerme la carpeta
marcada como “Donaciones” del año pasado? No deberías tener problemas
para encontrarla. Nadie nunca entra allí, así que probablemente está justo
en el estante superior, donde la dejé.
Su mano giró el pomo de la puerta antes de asentir y escabullirse.
Me senté en mi silla, disfrutando cada minuto de torturarla. Estar en
la misma habitación que ella era casi un maldito castigo para mí. Tendría
que continuar masturbándome en la ducha cada maldita mañana si iba a
trabajar con ella de esta manera.
Pero estaba ansioso por hacerlo. Tenía cabeza para los números, y
sabía que podía contar con ella más que con nadie en esta compañía para
dirigir mi negocio. Sabía exactamente cómo me gustaban las cosas. Desde
el primer día, de alguna manera, encajamos juntos como si hubiéramos
sido compañeros durante años, y caímos en una rutina familiar.
Pensé en la forma en que había respondido cuando la toqué, el sabor
de sus labios en los míos, la visión de ella en la agonía salvaje de la pasión
cuando estuviera debajo de mí. Me había abstenido de los placeres de la
carne durante muchos años. Encontré que era demasiado fácil perderse en
ellos, una adicción que era mejor dejar enterrada, pero Ellis trajo
sensaciones que nunca había sentido antes. Había tenido mi parte justa
de mujeres como un adolescente egoísta fuera de control, usándolas hasta
que no tenía una gota para dar antes de aburrirme y seguir adelante. Pero
eso fue entonces.
No tardé mucho en comprender que esas imprudentes decisiones eran
el resultado de mi infancia. Estaba arremetiendo. Estaba amargado y
pensé que tenía algo que demostrar. Pero la única persona a la que
necesitaba probar una maldita cosa, era a mí mismo. Me había llevado
años aprender eso, pero finalmente lo conseguí, y no creía que la mayoría
de la gente lo hiciera alguna vez. Fui uno de los afortunados.
Ahora era una persona totalmente nueva.
La vida cambia a un hombre, y yo había vivido más de lo que un niño
debería. Había llegado demasiado lejos para estar aquí, y estaba orgulloso
del hombre en el que me había convertido.
Comprobé la hora en mi Rolex, pensando que Ellis había estado fuera
por más de unos minutos. Me puse en pie, pensando que la encontraría en
el camino de regreso desde la habitación de copias, pero quería
comprobarla de todos modos. No era propio de ella tardar tanto. Desviarse
no era lo suyo, y parecía entusiasmada por trabajar en este proyecto.
33

Salí de mi oficina y caminé por el largo pasillo. Me encantaba el


Página

sonido de una oficina silenciosa. Podía hacer lo mejor de mi trabajo sin


teléfonos sonando o las interrupciones de los empleados con los plazos y
las investigaciones del proyecto. Me quedaba aquí algunas noches. Si era
demasiado tarde para que valiera la pena regresar a casa, tomaba algunas
horas de sueño en el sofá de mi oficina con la manta y la almohada de
repuesto que guardaba en el armario. Una ducha por la mañana en el
gimnasio de la empresa en la primera planta, y estaba como nuevo. Esta
empresa era mi mundo. La vivía y respiraba, así que encargar a Ellis
comenzar el departamento de donaciones caritativas no fue una decisión
que tomé a la ligera.
—¿Ellis? —llamé cuando doblé la esquina en la habitación de copias.
Nada.
Retrocedí, dirigiéndome por el pasillo al armario de archivos donde le
había pedido que recuperara la carpeta de donaciones. Giré la perilla y
abrí la puerta. La encontré acurrucada en el suelo, con una carpeta de
documentos extendida a sus pies y un tacón rojo en la mano.
—Jesús, ¿estás bien? —Entré en la habitación y me agaché a sus
pies, tomando su pie en mi mano.
—¡No! ¡La puerta! —gritó, tratando de subir y cogerla antes de que se
estrellara con un fuerte ruido sordo.
—¿Qué pasa? ¿Está tu tobillo bien? —Palpé la tierna carne de su pie
otra vez.
Respiró hondo antes de mirarme.
—La puerta se abre desde fuera.
—¿Qué? Acabo de hacerles cambiar las cerraduras porque la
antigua…
—No se bloqueaba en absoluto. Sí, lo recuerdo. Y ahora esta se
bloquea desde el exterior. —Ellis presionó las manos en su frente.
—¿Quieres decir que no podemos salir? —Me levanté y tiré del pomo
de la puerta.
Nada.
Ni un maldito movimiento.
—Mierda. —Me deslicé contra la puerta.
—Doble mierda. —Ellis estuvo de acuerdo.
—¿Tienes tu teléfono? —pregunté con esperanza.
Frunció el ceño, sacudiendo la cabeza mientras me miraba desde su
lugar en el suelo.
34

—¿Tú?
Página

—Lo dejé en mi escritorio. ¿Por qué no me dijiste que no cerrara la


puerta? —Si no podíamos salir de aquí, estaríamos ella y yo, solos, en este
armario toda la noche, juntos. De ninguna manera podría confiar en mí
mismo tan cerca, tan tentador, toda la maldita noche.
—¡No tuve la oportunidad de decir nada antes de que te asustaras y
entraras corriendo aquí, como si hubiera un loco suelto! —Las palabras de
Ellis resonaron en las cuatro paredes apretadas alrededor de nosotros.
—¡Te vi en el piso y pensé que estabas herida! No pude pensar bien.
—Me negué a disculparme por la forma en que mi corazón se había caído
al verla encogida en el suelo pareciendo tan desvalida.
—Rompí el tacón tratando de golpear la puerta. —Cuando la miré de
reojo, se encogió de hombros—. Estaba enojada. Dejé caer la carpeta
cuando me di cuenta de que la puerta estaba cerrada.
—¿Y pensaste que perforarla con el tacón era la mejor idea?
—Era más para el manejo de la ira que por lo práctico. —Deslizó el
otro zapato de su pie y lo puso junto a su compañero roto—. Quizá si
seguimos golpeando la puerta, Jenny finalmente nos oirá.
—Jenny acaba de marcharse.
—¿De verdad? —susurró, con expresión preocupada.
Quería traerla a mis brazos, acariciarle el cabello y calmar sus
miedos, pero no pensaba que fuera el momento.
—De verdad.
Decidí hacer exactamente lo que quería y la empujé a mis brazos.
Metió la mano en mi cintura y se acurrucó contra mi pecho.
—Realmente no vamos a estar aquí toda la noche, ¿verdad? Tiene que
haber una manera...
Intenté averiguar alguna manera de salir de aquí. Tenía una
compañía de seguridad de guardia, pero no había manera de alertarles de
que estábamos aquí arriba. El personal de limpieza estaría dentro en unas
horas, pero no tenían razón para entrar en este armario.
Ni siquiera tenía una sola persona en mi vida que se preocupara si no
regresaba a casa.
—¿Alguien te extrañará?
—¿Qué? —Ellis me miró, claramente confundida.
—Cuando no vayas a casa esta noche, ¿hay alguien que lo pueda
notar?
—¡No! Esto no tiene remedio. —Ellis apoyó la cabeza en mi pecho—.
35

Supongo que podríamos trabajar toda la noche.


Página

Jadeé.
—Eso no suena como mi idea de diversión.
—¿Qué clase de diversión podríamos tener encerrados en un armario
toda la noche? —Hizo una mueca.
Mis ojos se sumergieron en el indicio de escote visible desde este
ángulo.
—Puedo pensar en la cantidad suficiente.

36
Página
Siete
Ellis

—¿E dad cuando perdiste tu virginidad? —Reí, exponiendo


mis cartas entre nosotros.
El señor Banger entrecerró los ojos mientras reía.
—Muy joven.
Estábamos jugando al póquer con una vieja baraja de cartas que
habíamos encontrado en el fondo de una caja polvorienta. El que perdiera
la mano tenía que responder a una pregunta, nuestra propia mezcla de
veinte preguntas y póquer.
—¿Qué tan joven?
Su mirada se conectó con la mía antes de que colocara una mano
sobre su rostro y murmurara:
—Catorce.
—¡Catorce! —Me había preparado para un número bajo, pero no
estaba preparada para eso—. Eras todavía un niño.
—Síp. Pasé por mucho como un adolescente. Un niño que se queda
solo con mucho tiempo libre es una mala noticia. ¿Qué pasa contigo?
—Nuh-uh. —Negué—. No es así como funciona el juego. Perdiste
limpio y justo, amigo.
—Bueno, entonces tengo una nueva regla. —Sonrió, barajando las
cartas mientras me observaba—. Si el perdedor no responde a la pregunta,
tiene que quitarse la ropa.
Sacudí la cabeza.
—Eso suena como un juego terrible.
—Bueno, soy el repartidor, y el que reparte hace las reglas.
—Eso es una tontería. Voy a hablar con Recursos Humanos sobre ti
—bromeé.
—Bueno, estoy de suerte, porque RRHH responde ante mí. Vale la
pena ser el jefe. —Guiñó un ojo mientras repartía la siguiente mano.
37

—Entonces, no eres un gran seguidor de normas, ¿eh?


Página
—No cuando se trata de ti. —Su sonrisa calentó mis entrañas—. ¿Qué
tienes?
Arrastré las cartas a mis manos poniéndolas en el orden correcto, solo
para descubrir que no tenía nada. Fruncí el ceño antes de recordar que
tenía que mantener una cara de póquer.
—No es bueno, ¿eh? Supongo que voy a aprender mucho sobre ti esta
noche.
Le lancé una rápida mirada feroz.
—¿Cuáles son las reglas si doblo?
—Respondes a una pregunta.
Resollé, resignada a mi destino. Una mano de mierda y la noche
encerrada en el armario con él.
—Bien. Voy a patear tu culo en la siguiente ronda, sin embargo.
El señor Banger se echó a reír mientras echaba las cartas en el suelo
entre nosotros.
—Yo no tenía una mierda tampoco, solo para que lo sepas.
Arrastré las cartas, temiendo la pregunta que sabía que iba a salir de
su boca.
—Entonces, ¿a qué edad Ellis?
Me ocupé de las cartas, pensando qué decirle.
—Bien…
—¿Sí...? —Se inclinó un poco más cerca, elevando mi ansiedad otro
nivel.
—Yo soy... —Dios, odiaba estas palabras—. Nunca he estado con... —
Le miré, atrapando sus amplios ojos mientras esperaba mis últimas
palabras—. Soy virgen.
—¿Perdón? —preguntó, acercándose un poco más.
—Me escuchaste. —Le golpeé el hombro, tratando de aliviar el estado
de ánimo.
—Te oí. Simplemente no te creo.
Su ardiente mirada calentó mis entrañas.
—¿Qué? ¿Por qué no? Y estoy bastante segura que debería
encontrarme insultada por eso.
—No hay insulto. —Sacudió la cabeza—. Eres demasiado hermosa
38

para estar intacta. Quiero decir, me cuesta creer que nadie haya venido y
Página

te haya robado para sí mismo.


—No me gusta que me roben. —Alejé mis ojos, deseando que toda
esta conversación terminara.
—Estoy seguro que no. Eres un poco exigente, ¿verdad? —Su pulgar
acarició mi mejilla.
Dios, ¿por qué siempre que me tocaba, me hacía sentir las cosas fuera
de control, desenfrenada, imprudente?
Por primera vez me sentí deseable.
—Tengo que ser exigente si quiero tener éxito en este negocio —dije.
—Eso es cierto, pero hay algo más... hay algo en tu corazón. ¿Por qué
empujas a todo el mundo? —Sus palabras estaban en mi cuello, su aliento
bañando a través de mi piel en corrientes de placer.
—Yo… yo no empujo a la gente.
—Sandeces. —Se apartó.
Tragué, sabiendo que sus palabras eran verdaderas, me gustaran o
no. Odiaba que me leyera así, que pudiera ver en mi alma como si tuviera
una maldita lupa.
—Me vuelves loca.
—Tengo un secreto. Me gustas un poco loca. Ahora, ¿dónde están mis
cartas, repartidor? Tengo un juego que ganar.
Distribuí nuestras cartas, mi estómago inestable mientras pensaba en
otras preguntas personales que me podría hacer. Tal vez era cierto y no era
un libro abierto, pero, ¿quién dijo que tenía que serlo? Mantuve el corazón
protegido porque no me gustaba ser vulnerable, pero, ¿a quién le gustaba?
—¿Qué tal por ahí, cariño?
—Como si fuera a decírtelo. —Miré mis cartas para encontrar otra
mano pobre. Pero maldita sea si iba a decírselo—. ¿Las tuyas?
Arqueó una ceja, tomando este juego mucho más seriamente de lo
que jamás habría pensado. Era adorable cuando dejaba caer la apariencia
de hombre de negocios.
—Tengo algunas cosas buenas pasando por aquí. Sin embargo,
tomaré dos cartas.
Le entregué las cartas y vi sus ojos pasar sobre mi rostro.
Sonrió maliciosamente antes de asentir.
—¿Pasas?
39

—Mhmm. —Saqué tres cartas nuevas de la baraja, con la esperanza


de extraer algo mejor que la pila aleatoria de mierda que tenía.
Página

—¿Lista para mostrarlas? —preguntó.


Respiré profundamente, estrechando mis ojos en él.
—Seguro. —Coloqué mis cartas delante de mí.
Sus ojos revisaron mis cartas antes de que su sonrisa se profundizara
y extendiese su mano: un par de jotas y reinas. Maldita sea.
—Así que tengo una pregunta para ti.
Gemí internamente, pensando que no importaba lo que fuera, estaba
harta de este juego.
—Dispara.
—¿La última vez que fuiste a una cita?
Mi estómago se retorció, y me moví antes de tragar.
—No estoy respondiendo a eso.
—¿Qué? ¿No responderás a eso?
Sacudí la cabeza con ferocidad, evitando sus ojos, mientras recogía
las cartas y las colocaba en un montón ordenado.
—Espera, ¿nunca...?
—Te dije que no voy a contestar. —No necesitaba saber mi historia de
citas más reciente.
—Bueno, ya sabes lo que eso significa: una prenda de ropa...
Giré mi rostro en un gesto cómico antes de sonreír y hacer estallar los
botones de mi camisa, un movimiento lento a la vez.
—Yo sigo las reglas. Siempre.
Sus ojos se abrieron de nuevo cuando llegué al fondo de la camisa,
desabroché el último botón y la saqué de mi cintura. Sonreí brillantemente
cuando la deslicé por mis hombros revelando una delicada camisola de
encaje blanco cremoso, debajo de mi camisa con botones.
—Creo que vamos a necesitar un apéndice a las reglas sobre ropa
interior. —Su tono gutural hizo que me alegrara de haberme puesto la
camisola debajo. La lencería era una de mis cosas favoritas.
—Puedo ser virgen, Banger, pero no soy una puritana. —Sentí sus
ojos calentando el espacio entre nosotros, cuando se arrastraron por la
carne recién descubierta de mis hombros y mi pecho—. ¿Preparado para
otra mano?
—¿Cómo diablos se supone que me concentre ahora?
—Suena como un problema personal. —Me encogí de hombros,
40

pasando cartas entre nosotros.


Página
—Es un problema personal que está a punto de convertirse en algo
muy público. —Se movió, y lo vi ajustándose la erección que acampaba
sus pantalones.
Dulce Jesús. Si esa protuberancia era una indicación, estaba
bendecido en longitud y circunferencia, y nunca en mi vida había querido
confirmar eso más que ahora mismo.
—Tengo una reputación que defender, así que será mejor que traigas
tu juego A —dije.
—Traigo mi juego A todos los días. —Sus palabras guturales
golpearon mi mente mientras agarró su montón de cartas, acariciándome
la mano en el proceso.
Levanté mis propias cartas, mirándolo por encima mientras lo
observaba fruncir el ceño.
En realidad, tenía una mano bastante decente en esta ronda, pero
tendría que hacerle pensar que era incluso mejor de lo que era para
conseguir que se lo creyese.
—Eres pan comido, playboy.
La risa del señor Banger resonó en el pequeño espacio.
—Tengo una mierda. Ni siquiera voy a tratar de defender esta mano.
Creo que fue un mal negocio.
Lanzó sus cartas entre nosotros, boca arriba, mostrando su montón
de cartas de juego al azar.
—Mal trato o no, ya sabes las reglas... —Tiré mis cartas, sonriendo a
mi pareja de reyes y nada más.
—Hazme cualquier pregunta. —Levantó sus brazos—. Soy un libro
abierto.
Trabajé sobre las muchas preguntas que tenía en mi cabeza. Había
tanto que quería saber, tanto misterio a su alrededor. Los tatuajes, la
infancia, las mujeres, pero esas eran preguntas obvias. Quería saber algo
que no le contó a nadie más...
—¿Y bien? —Sonrió, descansando contra una estantería.
—Háblame de tus padres —dije.
Sus ojos se elevaron antes de que su mandíbula se apretara y
apartase la mirada. El aire colgó entre nosotros antes de responder.
—No.
41

—¿Eso es todo? Solo, ¿no? —¿No había dicho que era un libro abierto?
Página

Sus dedos trabajaron los botones de su camisa de vestir hasta que la


retiró de los hombros y la dejó en un montón en el suelo junto a nosotros.
—Uh... bien. —Me sentí horrible por arruinar la burbuja de bromas
que habíamos estado viviendo en las últimas horas—. Sabes, estar
encerrada contigo en este armario tampoco es fácil para mí.
—¿De verdad? —gruñó, y antes de que lo supiera, estaba deslizándose
sobre mí, sus amplios hombros y bíceps me enjaulaban contra el
archivador—. ¿Sientes miles de pequeños rayos corriendo a través de tu
torrente sanguíneo? ¿Sientes como si te estuvieras acercando demasiado?
¿Como que quieres explorar, pero algo dentro de ti simplemente no te
deja? ¿Sientes como si la única persona que has querido en toda tu vida,
no quisiera tener nada que ver contigo?
Su respiración pesada se extendió por mi rostro, sus labios flotando
sobre los míos mientras compartíamos el oxígeno entre nosotros. Me sentí
sofocada y locamente excitada e increíblemente emocionada. Él era mi
tormenta perfecta, una embriagadora mezcla de lujuria y encanto envuelto
en un paquete adictivo.
Su cabeza descendió, y su lengua se deslizó en un movimiento
decadente por mi garganta.
—Todo en ti me vuelve loco.

42
Página
Ocho
Tobias

S
u cuerpo se estremeció bajo mi toque.
Su piel fue erizándose a lo largo de su cuerpo cuando
arrastré mi lengua por la delicada línea de su cuello. Un
pequeño gemido escapó de sus labios cuando cogí el lóbulo de
su oreja entre mis dientes.
—Eres la mujer más hermosa que he visto.
Los dedos de Ellis agarraron mi cabello, enviando afluentes de
necesidad corriendo por mi cuerpo. Por primera vez en mi vida, pude
sentir. Había pasado tantos años con una muralla alrededor de mi
corazón, pero después de una simple mirada de Ellis, de unas horas en
presencia de su generoso corazón y su radiante sonrisa, estaba
enganchado.
—Cierro los ojos por la noche, y veo tu sonrisa. Soy un maldito loco,
pensando en cómo te sentirías debajo de mis manos. —Coloqué mis
palmas a ambos lados de su cuerpo, resbalando las yemas de mis dedos
bajo las correas cremosas de esa delgada excusa de parte superior—. No
puedo dejar de preguntarme qué ruido harás cuando te pruebe.
Los ojos de Ellis se cerraron, sus dedos agarrando mi cabello antes de
aplastar sus labios con los míos.
Presioné mis labios contra los suyos en un beso que estaba destinado
a decir una sola cosa, la poseía.
Su cuerpo se suavizó, sus labios se separaron, y sumergí mi lengua
dentro de ella con fuerza y rapidez, saboreándola, totalmente desesperado
por mostrarle que era mía.
—Eres jodidamente mía, Ellis.
Jadeos suaves sacudieron su cuerpo, sus labios magullados pidiendo
más. Nuestras bocas se encontraron de nuevo, las lenguas retorciéndose
mientras lentamente tiraba de la cremallera de su falda. Ellis se alejó,
deslizando su falda por sus curvilíneos muslos y revelando su magnífico
cuerpo para mí por primera vez.
43
Página
—Jesús, voy a explotar. —Palmeé mi polla dolorosamente apretada
contra mi cremallera, mientras ella se tendía en el suelo debajo de mí, solo
el trozo de una tanga separando su dulce coño de mi boca.
Separando sus muslos con las manos, situé mis caderas entre sus
piernas y deslicé mis manos por la suave caída de su estómago,
empujando su delgada parte superior por su piel y disfrutando del rubor
que le subía por el pecho y el cuello. Moví el pedazo de tela sobre su
cabeza y lo dejé caer, mis manos en su cuello mientras la besaba de
nuevo. No podía tener suficiente de su jodido gusto, su toque, toda ella.
Ellis me embriagaba.
—No puedo esperar para sentirte. —Su mano se deslizó entre
nosotros, palmeando la cresta de mi polla y volviéndome malditamente
loco.
—Voy a follarte tan profundamente que vas a sentirme mañana por la
mañana. —Pasé mi pulgar a través de su tierno pezón y lo vi endurecerse y
oscurecer, desesperado por más de mi atención—. ¿Estás lista para esto?
Sus deslumbrantes ojos se cerraron de golpe antes de atrapar su
labio inferior entre sus dientes y asentir.
Le cogí la barbilla con la mano.
—Mírame.
Sus ojos se abrieron, sosteniendo intensamente mi mirada.
—Ahora dime que quieres sentirme —ordené.
Sus ojos ardían con algo oscuro, sexy, incontrolable.
—Quiero sentirle, señor Banger.
Mi corazón martilleó cuando sus dedos asaltaron el botón de mis
pantalones y deslizaron la cremallera. Mi polla se flexionó ansiosamente.
El roce de sus nudillos me volvió loco.
—Dime, pequeña, ¿estás en control de natalidad?
El fuego ardía en sus ojos antes de que abriera su bonita boca.
—No, señor.
Un gruñido incontrolable atravesó mi garganta mientras mis manos
buscaban instintivamente su carne.
—Bueno. Quiero mi semen enterrado profundamente dentro de tu
muy pequeño coño. —Deslicé un dedo entre sus suaves pliegues—. ¿Estás
lista para correrte, gatita?
44

Sus ojos se movieron sobre mi cuerpo, su sonrisa se profundizó


Página

mientras empujaba mis pantalones y boxers por mis caderas. Los pateé y
luego acomodé mi polla dolorida, gruesa y pesada, entre nosotros.
—Quiero probarte primero. —Sus ojos estaban abiertos mientras
observaba cómo sus palabras casi me mataron. Me senté sobre mis
rodillas, devorando cada movimiento suave que hizo mientras se inclinaba
hacia mí y envolvía sus pequeños dedos alrededor de mi polla, casi me hizo
correrme con sus suaves toques. Su lengua corrió hasta la base de mi
polla, y sonrió al llegar a la punta.
—Jesús, Ellis. —Pasé las manos por su largo cabello, sosteniéndolo
suavemente mientras succionaba la longitud de mi polla, sus mejillas
ahuecadas, luego lamió y giró de nuevo—. Dios, no puedes hacer esto más.
Se congeló, mirándome como si hubiera hecho algo mal.
—¿Por qué?
—Porque si no te pruebo, voy a perder mi mente, cariño. —Agarré sus
caderas y la levanté, mis palmas cubriendo las curvas mejillas de su
trasero con las que tanto había soñado—. Eres irresistible. —Pasé un dedo
por el fino hilo de tela que corría entre sus nalgas—. Es una cosa muy
buena que no supiese que estabas usando estas pequeñas cosas debajo de
esas faldas. —Tiré de la tela dela tanga a través de los labios de su coño,
disfrutando de la forma en que su excitación empapó la tela—. Todo en tu
cuerpo me quiere. Puedo sentir el olor que me suplica que te tome.
—Oh Dios —gimió y movió sus caderas mientras mi pene palpitaba.
—¿Soy el primer hombre en probar este dulce coño, Ellis?
—Sííííí, Tobias—dijo una vez que había deslizado las bragas de sus
piernas.
Amasé la carne de su trasero con mis manos. Estaba desesperado por
reclamar cada centímetro de ella.
—Eres una buena chica —dije con las manos en sus nalgas, la punta
de mis dedos trabajando más cerca de su brote fruncido—. Entonces
supongo que voy a ser el primero en tener eso también. —Lo rocé con un
nudillo, disfrutando de la forma en que se estremeció y jadeó por la
sensación—. Quiero poseer cada pedazo de ti, Ellis. Sin excepciones.
Su cabeza giró, su cabello oscuro a través de sus hombros cremosos
antes de que sus ojos se encontraran con los míos.
—No puedo esperar a que seas dueño de cada centímetro.
—Joder —gruñí, incapaz de controlarme un segundo más.
Me agaché y deslicé mi lengua por la línea de su empapado coño,
disfrutando de la forma en que sus muslos temblaban y se sacudían
contra mí. Enrosqué mi lengua alrededor del brote de su clítoris y la moví
45

rápidamente, hasta que me inundó el rostro y mi lengua lamió su jugo


Página

como si me estuviera muriendo de sed por ella. Con placer, introduje un


largo dedo en su húmedo coño, sus tiernos músculos temblorosos
mientras me apretaba. Lentamente, con golpes delicados, la preparé,
permitiendo que mis dedos la abrieran para que mi polla no la provocara
dolor.
Sacando mi dedo de su cuerpo, lo deslicé sobre el capullo rosado de
su entrada trasera.
—No puedo esperar para sentirte aquí, pero guardaremos eso para
otra noche.
Situé mi polla entre sus muslos, y deslicé mi pulgar dentro de su
coño, empujando en movimientos lentos para tenerla lista para mí.
—He estado soñando con esto. —Cerró sus brazos alrededor de mi
cuello entonces, besando el hueco de mi garganta hasta que sus labios
estaban contra los míos, nuestras caderas moviéndose juntas en ritmo.
Saqué el pulgar de su cuerpo y lo arrastré contra sus rosados labios
hinchados antes de plantar un beso en ellos, sellándolos con los rastros de
su deseo.
—Tus sueños están a punto de convertirse en realidad.

46
Página
Nueve
Ellis

G
emí en su boca cuando me inclinó hacia atrás, su lengua
ahondando más profundo mientras su larga y ridículamente
gruesa polla empujó entre nosotros. Sus caderas danzaban
contra las mías mientras me aferraba a su espalda, preparándome para su
primera intrusión. Mi corazón martilleaba mientras pensaba en él, en
nosotros, aquí y ahora mismo. Él era cada fantasía andante y parlante que
había tenido y nunca soñé que existía. Estaba presionado contra mí,
queriéndome, y estaba desesperada por darle hasta el último pedazo.
—Relájate, cariño, vamos a hacer esto lento. —Su aliento bañó mi piel
y envió un hormigueo a través de mi cuerpo.
Intenté calmar mi respiración mientras trazaba su bíceps con una
mano, mis yemas siguiendo ese intrincado tatuaje de dragón. La tinta
había sido grabada con precisión, envolviéndose alrededor del codo y por el
antebrazo. Era tan hermoso, diferente a lo que esperaba y mucho mejor.
Casi me eché a reír cuando pensé en el hombre con el que me había
entrevistado, en su traje azul marino, camisa de seda y elegante corbata a
rayas. Era tan intimidante. La forma en que dominaba una habitación
enviaba mariposas alrededor de mi caja torácica, pero este hombre... este
hombre con la boca sucia, los tatuajes y la lengua que hacía... eso, era
crudo, como un animal salvaje, hambriento y desesperado por devórame.
—Te tomaré de cualquier manera que pueda conseguirte, pero
mañana por la noche te quiero en mi cama. —Sus palabras se sintieron
como miel en mi estómago, haciendo su trabajo para relajarme entre sus
brazos—. Y una vez que te tenga en mi cama, quizás nunca te deje ir.
Me estremecí cuando besó mi cuello, sus palmas amasando mis
muslos y relajándome justo cuando su polla pasó por mi entrada. Respiré
rápidamente, pero no tuve la oportunidad de reaccionar antes de que su
lengua estuviera más allá de mis labios, su beso lento y generoso mientras
entraba poco a poco en mi cuerpo. Pasó sus manos a través de mi cabello,
sosteniendo mi cabeza contra la suya mientras empujaba con movimientos
controlados. Mis músculos se ajustaron a su tamaño, mis nervios
47

cosquilleaban con lujuria y deseo una vez la punzada inicial desapareció.


Página

—Tobias, te sientes... —Luché por las palabras, tirando sus labios


contra los míos y trabajando mis caderas más frenéticamente.
—Dime, hermosa, dime cómo me siento dentro de ti —murmuró,
acelerando sus empujones.
—Llena, me siento tan llena. —Agarré sus bíceps, desesperada por
sentir más—. Es asombroso.
—Dios, te sientes mejor de lo que podría haber imaginado. Tan
caliente. —Jadeó mientras empujaba—. Tan sedosa. —Empujó de nuevo,
su pulgar girando en mi clítoris—. Tan jodidamente apretada.
Irregulares gemidos pasaron por mis labios, mientras otro orgasmo
me atravesaba.
—Soy dueño de tus orgasmos, chica hermosa. —Aceleró sus empujes,
su rostro se tensó cuando su propio orgasmo llegó—. Cada última gota es
mía.
El orgasmo atravesó mi cuerpo mientras me abrazaba, sus muslos
rígidos y temblorosos mientras se vaciaba en mí. Mis músculos se
relajaron, y mi respiración disminuyó mientras nuestros cuerpos se
entremezclaban en un momento abrumador de pura emoción.
—Cuido lo que es mío, Ellis. —Salió de mí, el arrastre lento de su
polla frotando cada nervio deliciosamente crudo que tenía. Me acurrucó
contra su pecho y nos colocó uno al lado del otro en nuestro nido de ropa,
en el suelo—. Y ahora, eres mía.
Su mano se deslizó bajo mi cintura y jugueteó con la humedad que
goteaba entre mis piernas, una mezcla de él y de mí, antes de frotarla a
través de mi vientre en movimientos lentos y tiernos.
—Te quiero embarazada de mis bebés.
Sus palabras golpearon mi estómago, haciéndolo retorcerse y girar
con una mezcla de emociones. Sorpresa, miedo, emoción. Increíble
emoción.
—¿Quieres hijos algún día, Ellis? —Su voz gutural se arrastró por mi
cuerpo, quemándome en el fuego.
—Sí —murmuré, entrelazando mis dedos entre los suyos. Amor. Esto
era como se sentía el amor. Cálido y reconfortante, seguro y satisfactorio
en el alma.
—Bien, entonces eso está resuelto. —Su imprudente sonrisa lanzó
cohetes a través de mis nervios antes de que llevara mis nudillos a sus
labios y los besara uno por uno—. Ahora un anillo.
—¡Tobias! —Me reí, tirando mi mano de su agarre—. Moviéndote un
48

poco rápido, ¿no crees?


—No cuando he estado esperando toda una vida por la forma en que
Página

me haces sentir. Desde el momento en que te vi, nunca has abandonado


mi mente. Quiero darme la vuelta en la cama a las dos de la mañana y
encontrar tus labios. No quiero que nadie más te tenga en sus brazos,
porque estarás demasiado ocupada estando envuelta en los míos. —Soltó
las palabras tan sencillamente, que me dejaron sin respiración.
—Creo que eres increíble, esto es increíble, pero...
—No hay peros entre nosotros. Te dije que eres mía, y lo sé más ahora
que nunca. Sé que eres nueva en esto...
—¿Nueva? ¡Era virgen cuando caí en este armario! —Me reí.
—Voy a pasar cada momento de cada día haciéndote feliz, Ellis. Y
puedo hacerte muy feliz. —La punta de uno de sus dedos danzo alrededor
de mi pezón mientras hablaba.
Sonreí, deseando desesperadamente luchar contra él, solo porque me
gustaba sacarlo de quicio también, pero no había nada que pudiera decir.
Podía ver a través de mí. Sabía que me gustaban las cosas que decía; el
rubor en mis mejillas y la sonrisa en mi rostro solo lo confirmaban. Quería
ser suya. Quería tener a sus bebés. Quería despertar con él todas las
mañanas y enroscarme en su cuerpo caliente cada noche.
De repente toda una vida junto a Tobias Banger era desplegada, el
miedo se derritió hasta convertirse en cegadora felicidad. Tracé la afilada V
de su músculo pélvico con la punta de mis dedos, viendo que su polla se
retorcía de placer.
—Eres un hombre confiado, Tobias Banger.
—Por una buena razón. —Me colocó sobre él, deslizando su polla
contra el calor de entre mis piernas, antes de arrastrarme en un beso que
trituró mi alma.
Quería a Tobias Banger más que nada, pero ¿qué pasaría mañana por
la mañana cuando el resto de la oficina lo descubriese?

49
Página
Diez
Ellis

M
e desperté la mañana siguiente enroscada sobre el cuerpo
duro y tibio de Tobias, su mano enredada en mi cabello
mientras sostenía mi cabeza cerca de él. Envuelta a su
alrededor como un pretzel, nunca me había sentido tan protegida, tan
entera, tan increíble y jodidamente feliz. Había estado esperando por este
momento, este en-lo-profundo-de-mis-entrañas momento de no-puedo-
vivir-sin-ti. Mirando a Tobias ahora... eso era él. Era ahora. Estaba Segura.
Tobias murmuraba en sueños, acercándome a su cuerpo,
presionando mi cabeza contra el constante palpitar de su corazón.
Suspiré, incapaz de impedir que una sonrisa cegadora se formara en mi
rostro. Me acomodé de nuevo, mi espalda entumecida por dormir en el
suelo del armario.
Tobias había hecho todo lo posible para hacer una especie de nido
con nuestra ropa desechada, pero había sido una noche bastante
incómoda, aunque tuviera al hombre más hermoso para alguna vez llenar
un traje acurrucado a mi lado.
—Buenos días —murmuró Tobias, sus labios acariciando mi oreja.
—Hola —susurré, mis ojos sosteniendo los suyos.
—Eres aún más hermosa a primera hora de la mañana. ¿Cómo lo
haces? —Deslizó su pulgar por mis labios y sonrió.
—Tal vez fue el ejercicio de anoche.
—Creo que es porque luzco bien sobre ti. —Acercó más su cabeza—.
O dentro de ti.
Serpenteó una mano sobre mi cuerpo, acariciando entre mis muslos y
deslizando dos dedos entre la carne húmeda de mi coño.
—Todo acerca de ti me llama.
—Tobias... —gruñí mientras introducía dos dedos en mi interior, su
pulgar formando frenéticas figuras de ochos alrededor de mi clítoris hasta
que un orgasmo se construyó con fuerza y rápido en mi núcleo—. Oh Dios
50

mío…
Página

Tobias aceleró el movimiento de su mano mientras yo mordía mi labio


observando su mirada fija devorando mi contorsionada forma. Mis
músculos se apretaron, y mil voltios atravesaron mi cuerpo en deliciosas
olas. Mi corazón tronó y se estrujó en mi pecho cuando presionó sus labios
contra los míos, enredó sus manos en mi cabello mientras follaba mi boca
con su lengua con tanta furia que supe que le pertenecía.
Tobias me jodió duro y rápido en todos los sentidos. Y cuando menos
lo esperaba, también me robó el alma.
—Me encanta hacerte ronronear a primera hora de la mañana. —Una
sonrisa maliciosa apareció en la esquina de su boca.
—Eres un cabrón arrogante. —Presioné mi pulgar contra sus labios
suaves antes de presionar mi boca, mostrándole todo lo que aún no podía
decirle.
De repente, el sonido de voces nos arrancó de nuestra burbuja.
—La gente está aquí —dije.
Tobias dejó su mirada fija en la mía. No pude identificar los
pensamientos detrás de sus ojos, pero la emoción que ardía en ellos era
intensa.
—Deberíamos vestirnos entonces.
Pero no se movió, nuestros cuerpos permanecieron enroscados.
—Sí.
—Gracias por la mejor noche de mi vida, Ellis.
—¿La mejor? —Esperaba una sonrisa libertina o un guiño arrogante.
Pero permaneció serio, con la mandíbula apretada, la mirada en sus ojos
tan hambrienta que sentí como si consumiera el oxígeno entre nosotros—.
También pasé un buen momento.
Tobias se alejó finalmente, dándome tiempo para recomponerme.
Deslizó las tiras de mi sujetador por mis brazos y la camisa sobre mis
hombros, con manos tiernas y atentas, como si estuviera saboreando cada
momento.
—Tómate libre la mañana, ¿de acuerdo? Ve a casa, descansa, come
algo, entonces te llamaré.
Asentí cuando abroché el último botón, entonces me levanté y deslicé
mi falda lápiz por mis piernas. Sus ojos permanecieron sobre mí todo el
tiempo.
—Me ducharé en la oficina y responderé unos cuantos correos
electrónicos, probablemente terminaré pronto. —Levantó mi tanga del
suelo y lo llevó a la nariz. Respiró profundo antes de meterlo en el bolsillo
51

de sus pantalones—. Esto es mío.


Página
—¿Siempre conservas un trofeo para conmemorar tus conquistas? —
pregunté.
—No hay conquista, Ellis. Eres el trofeo. Solo quiero el recuerdo de
cómo olías la noche que tomé tu virginidad. —Se puso de pie y colocó
sobre sus hombros su camisa blanca arrugada, sonrió rezumando encanto
y confianza—. Te llamaré más tarde.
Rodeó mi cuello con las manos, recorriendo mi mandíbula con los
pulgares mientras sostenía mi rostro y me besaba. Pasé mis manos por su
cabello, tan tranquila y en paz en su abrazo.
Tobias era todo para mí, y solo había bastado una noche para
demostrarlo.
—¿Deberíamos empezar a golpear esa puerta? —murmuré finalmente.
—Debo decir que realmente no quiero. —Volvió a besarme—. Quiero
quedarme aquí contigo todo el día, follar hasta que estemos exhaustos, y
luego hacerlo todo de nuevo. —Entrelazó nuestros dedos y depositó
delicados besos en cada muñeca.
—Tiene un don con las palabras, señor Banger —bromeé.
—Tienes un don con mi corazón.
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, llenándome y
emocionándome, prometiendo cosas como amor.
—Tienes que comer. —Inclinó mi barbilla y me besó suavemente en la
punta de mi nariz—. Necesitarás el sustento para lo que tengo pensado
hacer contigo después.
Mi corazón cayó a mis pies, y no pude evitar la sonrisa tonta que se
formó en mi rostro. Deseaba verme de nuevo. Esta noche.
—Deja el teléfono encendido. Me volveré loco si no puedo localizarte.
—Está bien. —Sonreí de nuevo antes de que besara mis labios una
última vez y luego se volvió hacia la puerta.
Con tres golpes resonantes, rompió la burbuja en la que nos
habíamos encontrado durante las últimas doce horas.
Un minuto después, el pomo de la puerta comenzó a chirriar,
entonces la luz brillante del día penetró en nuestro pequeño e inesperado
paraíso de ocho por ocho.
Jenny abrió los ojos conmocionada cuando salimos, la mano de
Tobias sosteniendo la mía. Sus ojos oscilaron de allí a nuestros rostros,
luego de vuelta otra vez.
52

—Hasta luego, cariño.


Página
Tobias me besó en los nudillos, haciéndome un guiño rápido antes de
soltarme y caminar por el pasillo hacia su oficina.
—Bueno... parece que tuviste una noche interesante —dijo Jenny,
elevando las cejas.
—Sí... —Suspiré—. Por no decir más.
Volví a mi escritorio, recogí mi cartera y mi teléfono, y me dirigí hacia
los ascensores y hacia casa.
Todo lo que sucedió anoche fue surrealista, desde su toque a sus
labios, hasta sus palabras. Bajo la luz brillante del día, lograr que esto
funcionara se sentía mil veces más imposible.
Pero al parecer no estaba dispuesto a esconder nada de lo que había
sucedido. Tobias estaba completamente en esto.

Después de una larga y caliente ducha que relajó mis músculos


doloridos y lavó el olor de Tobias de mi piel, me acosté en la cama,
comprobando Facebook y Twitter en mi teléfono e incapaz de obtener un
solo momento de paz. Mi mente corrió con pensamientos de Tobias,
recuerdos de nuestra noche juntos, obsesionada por lo que pudo haber
planeado para hoy. Paseé por la casa durante horas, sintiendo el dolor de
cada músculo de mi cuerpo como resultado del castigo infligido por sus
palmas en mi piel. Sus labios chupando mis pezones. Sus dientes... en
todas partes.
Tobias Banger me había atrapado y consumido, y nunca en mi vida
había sido la chica que caía fácilmente. Había hechizado mi corazón con
ese temerario brillo en sus profundos ojos y la forma en que sus labios se
retorcían con diversión cuando hacía un comentario atrevido. Evitar el
toque de Tobias sería casi imposible. Como si quisiera hacerlo.
Inquieta, finalmente me senté frente a mi ordenador portátil y
respondí unos cuantos correos electrónicos que había estado posponiendo.
Hice una copia a Tobias y envié una carta de consulta a una de las
organizaciones de caridad que habíamos elegido, ansiosa por poner en
marcha el programa de donaciones caritativas.
Mi teléfono sonó con un mensaje casi al instante.
Deberías estar descansando.
Tobias.
53

Sonreí mientras respondía.


Página

¡Deja de controlarme, pantalón autoritario!


Controlar es mi trabajo. Me encanta dominarte. Nos vemos en
diez.
¿Saliendo? ¡Tobias, son las tres de la tarde!
Y esperé. Nada. Empecé a preguntarme si había entendido mal su
significado. No tenía ninguna razón para venir a mi casa. Había sido una
tontería pensar que se refería a eso.
Justo cuando me estaba preparando para enviar otro correo
electrónico, sonó el timbre en mi puerta principal.
Oh Dios.
Me apresuré hacia la puerta, abrí la cerradura y esperé a que viniera
por el pasillo. Crucé los brazos y me apoyé contra el marco hasta que
estuvo a la vista.
—Tengo que dejar de subestimarte.
Llevaba un traje nuevo, una delgada corbata azul marino que
contrastaba con su camisa. Se veía lo suficientemente delicioso como para
devorarlo.
—El día que deje de sorprenderte, será el día que falle en ser todo lo
que mereces. —Besó mis labios—. Ahora prepárate. Saldremos.
Sonreí contra sus labios cuando golpeó mi trasero con una cálida
palmada.
—Sí, señor.
Un crudo gruñido fue su única respuesta. Me giré, riéndome cuando
Tobias deslizó la yema de su dedo por debajo de la cintura de mis
pantalones, amenazando otro asalto con esos hábiles dedos.
—Pensándolo mejor, me gustas más desnuda. —En un movimiento
rápido, bajó mis pantalones por mis caderas y muslos.
—¡Tobias! —grité, quitándomelos, luego retrocedí, disfrutando de la
forma hambrienta en que sus ojos inspeccionaban mi cuerpo, como un
depredador viendo a su presa.
Me gustaba mucho ser la presa de Tobias.
Sonreí cuando llegué a mi dormitorio, luego me apresuré a rodear la
esquina y caí sobre la montaña de mantas en mi cama. El pesado cuerpo
de Tobias me siguió. Subió sus manos por mi cintura, amasó mis pechos
debajo de mi camisa y deslizó sus dedos contra el calor de mi coño sobre la
delgada tela de mis bragas.
54

—Quiero hundirme en ti ahora —dijo en mi oído, su pecho presionado


contra mi espalda y una mano entre mis piernas.
Página

—¿Qué te detiene?
Su mano giró, y mis piernas se convirtieron en gelatina, mi
respiración se tornó desigual y desesperada.
—Mmm... —murmuró retirando sus dedos de mi cuerpo y
deslizándolos en su boca—. Deliciosa.
—Tobias... —gruñí, el orgasmo se desvaneció tan rápido como había
llegado.
—La paciencia prolonga el placer, hermosa muchacha.
—La paciencia es agónica.
Su risa llenó la habitación.
—Entonces significa que lo estoy haciendo bien.
Gruñí, girando en sus brazos, y lo besé con ferocidad en los labios,
arrastrando mis dientes a lo largo de su labio inferior y moliendo mi
cuerpo contra su sólida polla. La respiración de Tobias se volvió pesada, la
oscuridad de sus ojos ardía con un deseo sin filtro.
—Sabes exactamente qué hacer para volverme loco.
—Entonces supongo que lo estoy haciendo bien. —Escogí ese
momento para pasar por debajo de su cuerpo que me enjaulaba, y
atravesé la habitación corriendo para entrar en mi armario.
Un gruñido frustrado fue la única respuesta que recibí.

55
Página
Once
Tobias

—L
uce muy comestible esta noche, señorita Ford. —Tomé
su mano y la escolté desde mi Porsche Spyder.
—Me alegra que lo apruebe. Mi increíblemente
exigente jefe eligió este atuendo —replicó ella, con los ojos brillando a la
luz del atardecer.
—Es un hombre con buen gusto. —Besé sus nudillos antes de cerrar
la puerta detrás de ella y entregar mis llaves al encargado del
estacionamiento.
—Bienvenido a casa, señor Banger.
Asentí, presionando una mano contra la espalda de Ellis mientras la
llevaba a través del opulento vestíbulo de mi edificio. Nunca había traído
una mujer a casa. De hecho, aparte de las cenas ocasionales de negocios
aquí y allá, no tenía citas periódicamente. Había aprendido temprano en la
vida que cosas como el amor y la lujuria podían joder tu cabeza,
descarrilar tus planes, y dejarte con el culo al aire.
El día que cumplí diecinueve años y me desperté, después de toda
una noche de juerga, con tres hermosas chicas universitarias que no
conocía de nada, salí de ese camino firme y rápidamente, desde entonces
no había estado con ninguna mujer. Habían transcurrido más de quince
años. Me había sumergido en la construcción de una de las empresas de
más rápido crecimiento en Chicago, y nunca había posado una segunda
mirada en una mujer. Hasta que Ellis Ford vino a trabajar para mí.
—Entonces, ¿por qué el vestido de lujo si vamos a tu casa? —Ellis me
sacó de mis pensamientos.
La atraje hacia mi cuerpo, llamando al ascensor antes de responder.
—Porque verte en este vestido me hace querer arrancártelo con los
dientes.
Elevó las cejas, sus mejillas ardieron en un sonrojado sexy. La puerta
del ascensor se abrió de golpe y la escolté hacia el interior junto a mí.
56

—Eso es lo que me gusta ver. —Toqué el botón del piso superior


cuando se cerraron las puertas—. Pareces una mujer que tiene un secreto,
Página

y soy el único hombre que lo sabe. —Introduje la mano debajo del


dobladillo de su vestido. Su excitación ya se deslizaba por sus muslos, con
la yema de mi dedo encontré el apretado brote de su clítoris y lo acaricié
con hábil presión.
Sus manos se aferraron a mi chaqueta, pequeños gemidos saliendo de
sus labios mientras sus muslos se abrieron ligeramente.
—Quiero hundir mi polla en ti en este ascensor —gruñí, empujándola
contra el frío espejo en su espalda y empuñando su cabello.
—No te burles de mí —jadeó, rodeando mi cintura con un muslo, sus
dedos apretaron mis hombros como si estuviera desesperada por
montarme.
Eché un vistazo al panel de números dorados y registré que
estábamos en el cuarto piso, faltaban treinta y siete más por subir. Nunca
antes había estado tan malditamente agradecido por el lento ascensor.
—Soy un hombre de palabra, Ellis. —Bajé la cremallera de mis
pantalones, liberando la carne caliente de mi polla dura-como-una-roca.
Aspiró una bocanada de aire cuando la vio, palpitante y dura entre
nosotros.
—Nunca he estado tan jodidamente excitado. Esto es por ti, cariño.
Sujetando sus muslos, la levanté alrededor de mi cintura y, sin previo
aviso, deslicé mi polla en el húmedo calor de su hermoso coño.
—Eres tan jodidamente hermosa. Miro tus ojos, y lo veo todo.
Sus labios se encontraron con los míos en un beso aplastante, clavé
en ella mis caderas tan ferozmente que su cuerpo se deslizó por el frío
cristal de espejo, de piso a techo, que no rodeaba.
—Míranos. —La insté—. Mira tu hermosa expresión mientras estás
empalada en mi polla.
—Es... —Sus ojos se agrandaron, captando nuestro reflejo. Mis
pantalones oscuros se encontraban alrededor de mis rodillas, su vestido
amontonado alrededor de su cintura mientras la follaba en profundos y
temerarios golpes.
—Estamos algo jodidos. —Gruñí antes de tomar sus labios entre mis
dientes y follarla más rápido, apoyando una palma en su espalda y
deslizando mis dedos entre la celestial abertura de sus nalgas.
—Oh Dios. —Se estremeció cuando mis dedos masajearon el tierno
brote de su trasero.
—No puedo esperar a tener tu hermoso ano rodeando mi polla.
57

—Tobias...—gimió.
Página
Manipulé el musculo apretado, probando la tierna carne, mientras su
coño se apretaba alrededor de mí.
—¿Te gusta la idea de montar mi polla, chica hermosa? Tu coño está
goteando. Creo que significa que te gusta. —Deslicé mi pulgar hacia su
clítoris y pellizqué suavemente antes de que su coño estallara en ondas
pulsantes, succionando y masajeando mi pene dentro de su cálido
cuerpo—.Joder, Ellis...
Un orgasmo ardiente me atravesó, estrellándose en torrentes
frenéticos y provocando que viera las estrellas. Me desplomé contra ella,
sosteniéndola con seguridad y apoyando mi frente húmeda contra el frío
espejo.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró, sus labios haciéndome cosquillas en el
cuello y provocando que más oleadas de placer me atravesaran—. Ese fue
el mejor sexo que he tenido.
Reí en silencio, incapaz de moverme, antes de retirarme lentamente
de su dulce y húmedo calor y permitir que se deslizara a sus pies.
—Siendo honesto, y teniendo en cuenta que solo es tu segunda vez,
no creo que el listón esté demasiado alto aún.
Ellis se rió, sus mejillas todavía sonrosadas a causa de la profanación
de mi polla en todas las hermosas maneras que había estado soñando.
—Entonces supongo que tendré que practicar mucho.
Me reí, cerrando la cremallera de mis pantalones justo cuando el
ascensor llegaba lentamente a su parada.
—He conseguido el trabajo perfecto para mí.
Acerqué a Ellis, besando la parte superior de su cabeza antes de que
las puertas se abrieran y el vecino con el que compartía el último piso
asintiera hacia nosotros.
Su mirada se detuvo en Ellis y mis manos se cerraron en puños antes
de que desviara su mirada.
—Buenas noches, Larry.
El anciano asintió rápidamente, esperando que pasáramos antes de
subir al ascensor y presionar el botón.
—¿Crees que podrá oler el sexo?
—¡Tobias! —gritó mi chica, golpeando mi brazo antes de estallar en
un ataque de risa cuando las puertas del ascensor se cerraron—. Eres tan
obsceno.
58

—Sí. —Caminamos por el largo pasillo, con las manos otra vez
Página

entrelazadas—. Pero algo me dice que me quieres obsceno.


Su bello rostro se frunció en un adorable ceño.
—Me apego a la quinta enmienda.
—Lo harías. —Sonreí, deteniéndome en la puerta al final del pasillo y
agitando mi tarjeta frente a la cerradura.
—¿Qué significa eso? —contestó Ellis antes de que su boca se abriera
cuando entramos en mi suite del ático con vista al Río Chicago y todo el
centro de la ciudad—. ¿Vives aquí?
—He vivido aquí durante un año. Diseñé todo personalmente. Las
ventanas… —Hice un gesto hacia las ventanas del piso al techo que
bordeaban todo el espacio—. La cocina.
Atravesó el comedor y entró en la cocina de vanguardia.
—Es hermoso.
—Gracias. —Deseaba vehementemente decirle que esperaba que un
día viviera aquí conmigo. Encajaría perfectamente. Y si quería remodelar
todo el maldito lugar, también la dejaría.
—¿Cuántas habitaciones tiene? —Inclinó la cabeza, mirando hacia el
pasillo.
—Cuatro. Además de una biblioteca. Tres baños y medio. ¿Por qué de
repente esto suena como un negocio de bienes raíces? —Entrelacé
nuestros dedos y la acerqué contra mí—. Basta de hablar. Quiero
desnudarte.
La dulce sonrisa de Ellis se profundizó antes de apartarse.
—¿Tienes una biblioteca?
Me reí, asintiendo antes de encender la luz y señalar el vestíbulo.
—La primera puerta a la derecha. Voy a preparar la cena.
—¿Cocinarás la cena?
—Cocinarla, calentarla, algo así. —Me quité el abrigo, observándola
mirar mi casa. Me encantaba tenerla aquí.
—No puedo esperar para probar las habilidades culinarias que salen
de esta cocina.
—Confía en mí, apenas se usa. —Saqué una pesada bandeja de
comida preparada de la nevera y la llevé al horno. Luego me volví,
sorprendido al encontrar a Ellis cerniéndose justo detrás de mí, su cabello
sedoso caía en ondas sobre un hombro, su olor se deslizaba por mi piel y
me encendía en un puto fuego—.Me alegro tanto que estés aquí —
59

murmuré, acunando su cuello en mi palma y murmurando contra sus


Página

labios.
—Me alegro tanto de que me hayas invitado. —Deslizó las palmas de
sus manos por mi pecho, deteniendo las puntas de sus dedos sobre la
cálida piel de mi cuello y dejando lo que parecía su propia marca
abrasadora. Anhelaría el toque de Ellis todos los días por el resto de mi
vida—.Nunca he sido muy buena en confiar en la gente. Mis padres eran
tan buenos, tan bondadosos y amables... Crecí al abrigo de las cosas
malas de este mundo. —Hizo una pausa, sus ardientes ojos fijos en mí—.
Confiaba demasiado cuando era joven. Sé que esto suena tonto, pero
estuve con mi novio de la escuela secundaria durante dos años antes de
que me dejara inesperadamente un día y comenzara a salir con la capitana
del equipo de animadoras. Todo el mundo dijo que se abría de piernas y
por eso quería salir con ella, pero no importaba. Dolió. Estoy tan contenta
de no haber cedido las veces que intentó presionarme para tener sexo.
Imagínate si le hubiera dado mi virginidad a un idiota así.
Ellis se detuvo, presionando los labios de esa manera adorable que
hacía, como si estuviera desesperada por evitar que otros secretos salieran
de la tumba.
—Oye. —Sostuve sus manos entre nosotros—. Nunca tomaré ventaja
de tu corazón. —Apoyé la palma de mi mano sobre su pecho, donde su
corazón palpitaba erráticamente. Su ritmo igualaba el mío—. Sé lo
precioso que es.
Los ojos de Ellis se iluminaron antes de presionar sus labios contra
los míos en un lento beso que venía desde el alma. Nuestros corazones
estaban igualados, y rompiendo el suyo, solo rompería el mío. Nunca
podría, y nunca querría darle ningún motivo para llorar.
Quería su felicidad.
Quería su risa y sus sonrisas.
Quería su corazón por siempre, cada día.
—Confío en ti, Tobias. —Respiró contra mis labios, haciendo que mi
corazón se hinchara un poco más grande de lo que ya era—. Confío en ti
con mi corazón.
Sus palabras drenaron el aire de mis pulmones. Había cerrado su
corazón, justo como yo había hecho con el mío hace mucho tiempo, y
ahora estaba aquí, permitiéndome entrar. No podría haberla amado
cuando era más joven, mientras luchaba por salir de las calles o por llevar
a mi compañía a la cima. Pero ahora podía. Podía amarla con cada fibra de
mi alma. En ese momento, supe que quería estar con ella hasta el fin.
Ellis quitó una tonta lágrima de su mejilla antes de inhalar.
60

—Basta de cosas intensas. Me muero de hambre, y espero que tengas


Página

algo para beber en esta cocina grande y vacía.


Su radiante sonrisa se encontraba de vuelta, robando todos mis
latidos. Mis ojos habían visto muchas cosas invaluables en mi vida, pero
nada tan impresionante como ella.
—Veamos la biblioteca. Llevaré estas cosas al horno y nos serviré un
poco de vino.
Los ojos de Ellis pasaron de mí a las ventanas y luego a la cocina.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, algo genuino y contenido que
me llenó de calidez. Finalmente susurró:
—Eres increíble, ¿sabes?
Saqué una botella de Merlot de cosecha del armario, negando con un
gesto.
—Creo que eres la primera persona en decir eso.
—Bueno... —Ellis deslizó una mano por mi pecho, acariciando mi
cuello antes de pasar el pulgar por mis labios—. Lo estoy diciendo. Eres un
hombre increíble, Tobias Banger. Tus padres deben estar muy orgullosos.
Mi estómago se convirtió en cemento con sus últimas palabras.
Respiré hondo, agitando el vino. Odiaba recordar mi pasado. Como un
cáncer, me perseguía, y ahora que Banger Enterprises se unía al mercado
mundial, cada vez más reporteros que se inmiscuían en mi pasado surgían
de la nada. Tendría que enfrentarlos a todos con el tiempo, pero esta
noche, estaba decidido a darle a Ellis un buen momento.
Decidido a poseerla.
Decidido a liberarla.

61
Página
Doce
Ellis

E
l vino tinto calentó mi garganta mientras las manos de Tobias
prendieron fuego mi piel.
—Gracias por la cena. No esperaba que tus habilidades de
recalentamiento fueran tan buenas.
Tobias rió mientras sus manos se sumergían por debajo de mi cintura
y entraban en el agua cristalina de la piscina climatizada de su azotea.
Esta noche había sido un sueño, y ni siquiera estábamos cerca de
terminar.
—Este traje de baño te queda como si estuviera hecho para ti. —Metió
un dedo debajo de la correa en mi cadera que sujetaba la tela blanca
cremosa.
—Eres demasiado generoso. Podría haber traído el mío.
—Quería uno para guardarlo aquí. Detenerme en La Perla para ti fue
un placer. —Tiró del lazo de mi cintura—. También he recogido algunos
artículos más con tiras.
Mi coño zumbó cuando la tela cayó de mis caderas. El agua se elevó
entre mis muslos mientras Tobias se apretaba entre ellos.
—No sé por qué te has molestado en gastar el dinero. Tienes
tendencia a desnudarme tan pronto como me pongo la ropa —bromeé y
enganché mis piernas alrededor de su cintura, montado la cresta de su
pesada polla y estremeciéndome en un torrente de sensaciones.
—Me gusta desenvolverte. —Sus labios ardieron contra mi piel
mientras sus dedos empujaban entre mis pliegues resbaladizos y se
deslizaban dentro de mi cuerpo.
Respiré con dificultad y agarré su revuelto cabello.
—Me gusta hacerte ronronear. —Su pulgar giró, sus dedos
enganchándose dentro de mí y golpeando un profundo y delicioso brote
dentro de mi cuerpo—. Me gusta hacerte mía.
—Tobias. —Un lento orgasmo rodó a través de mí, mi cuerpo cálido y
62

relajado mientras chupaba el lóbulo de mi oreja y su polla me follaba a


Página

través de la tela de su bañador.


—Dime lo que quieres —susurró mientras desataba la otra correa de
mi bañador y lo lanzaba detrás de él en el agua. Sus manos estaban en
mis pechos, sacándolos de las copas de mi conjunto, y chupó un pezón
entre sus labios.
Gemí, arqueándome contra él, ansiosa por sentirlo enterrado
profundamente.
—Te quiero... en todas partes.
Mis palabras lo lanzaron a la acción. Sus manos tiraron de su
bañador, revelando su hermosa polla gruesa. Apretó la carne en la raíz y
alineó la punta, deslizándola entre los labios de mi coño antes de
adentrarse con dolorosa lentitud. Gemí cuando mi cuerpo se estiró
alrededor de él, los nervios quemando mi piel y tensando mis músculos
hasta que estaba asentado profundamente en mi vientre, su polla
retorciéndose y palpitando dentro de mí, mientras se mantenía firme.
—Fóllame, Tobias —susurré, suplicando.
—Mmm... —Sus manos sujetaron mis caderas, agarrando tan
fuertemente que esperaba que dejara magulladuras. Quería llevar su
marca en mi piel. Ya estaba impreso en mi corazón como un tatuaje, así
que ¿por qué no mostrar también su marca al mundo?—. Podría follarte
todos los días por el resto de nuestras vidas, y todavía no sería suficiente
tiempo contigo.
Los labios de Tobias chocaron contra los míos, chupando mi labio
inferior entre sus dientes antes de que me hiciera girar, envolvió su puño
en mi cabello y tiró de mi cabeza hacia él.
—Voy a tomar cada pedazo de ti esta noche. —Su lengua subió por el
arco de mi cuello antes de chupar el lóbulo de mi oreja con ternura—.
¿Estás lista para mí?
Asentí rápidamente, incapaz de formar palabras.
—Tienes que decírmelo, cariño. Di las palabras. —Arrastró una
pequeña botella oscura de donde había estado posada en la toalla y la
presionó entre nosotros.
—Yo... —Luché por las palabras—. Tómame. Tómame toda, Tobias.
Soy tuya.
Un bajo gemido retumbó en su amplio pecho.
—Eres justo lo que necesito. —Sus labios tomaron los míos en un
suave, minucioso beso antes de apartarse de nuevo—.Voy a lubricarte
primero, nena. Quiero que esto se sienta bien para los dos.
63

Abrió la botella y echó una cantidad generosa de líquido en la palma


Página

de su mano, antes de lanzarla de vuelta a la toalla y deslizar la mano


dentro del agua, con la mirada fija en la mía, oscura y atractiva.
Suspiré cuando sus lubricados dedos presionaron contra mi caliente
carne, probando mi entrada trasera y preparando mi cuerpo para tomarlo.
Con su otra mano apretando en mi cabello, giró mi cabeza y presionó sus
labios en los míos, golpeando su lengua en mi boca y follándome de la
manera que solo él podía.
—Eres mía para siempre, cariño. —Empujó su pene entre mis nalgas,
la punta rozando el apretado anillo de músculo. Su pesada erección
presionó contra mi trasero, mi cuerpo relajado, mientras el agua caliente
pulsaba y empujaba alrededor de nosotros, aliviando mis músculos y
aflojando mis nervios.
La mano de Tobias cayó entre nosotros. Un dedo largo presionó en el
brote antes de aplicar presión, giró y masajeó, luego aplicó más presión.
—Oh Dios. —Gemí y me arqueé contra él, desesperada por más de esa
deliciosa sensación.
—Despacio, nena. —Sus palabras eran como la miel—. Tenemos
tiempo.
Metió un dedo, enterrándolo en mi cuerpo hasta el primer nudillo
antes de hacer una pausa, esperando a que mi cuerpo se acostumbrara a
su intrusión.
Casi podía oír la sonrisa en su voz.
—Ansiosa, ¿eh?
Empujó el dedo un poco más lejos, tomándose tiempo para moverlo
lentamente y masajear mientras iba relajando mis músculos. Cuando la
pequeña punzada de dolor pasó, fui inundada por abrumador placer
alucinante.
—He estado esperando toda mi vida por ti. Estoy lista para todo lo
que tienes.
El dedo de Tobias se hundió más profundo, mis caderas retorciéndose
por instinto y mi ansia por él aumentando con cada respiración
entrecortada. Su ancho pecho rozó mi espalda mientras me enjaulaba bajo
su amplio cuerpo.
—Eso es lo que me gusta escuchar cuando estoy tomando este
hermoso trasero por primera vez.
La otra mano de Tobias serpenteaba bajo mi cuerpo. Sus dedos
amasaron en la carne de mi pecho con furiosos toques. Su pulgar rozó mis
pezones mientras añadía un segundo dedo a mi parte trasera, estirando
los músculos más allá de lo que pensé que podían ir jamás. Me arqueé y
64

jadeé, empujando contra su mano, amando la forma en que sus palmas


Página

poseían todas las partes sagradas de mi cuerpo.


—Eres todo para mí, Ellis —dijo suavemente antes de que sus dedos
desaparecieran y su resbaladiza polla empujase mi entrada trasera.
Una de sus manos se deslizó entre mis muslos y aterrizó en mi clítoris
mientras tres dedos se deslizaban en mi coño y la punta de su pene
presionaba más duro en mí. Envolvió una mano alrededor de mi cuello y
giró mi cabeza para encontrarse con sus labios de nuevo. Su lengua se
deslizó en mi boca justo cuando la punta de su polla abría los músculos
sensibles. Jadeé, su talentosa boca atrapando mi aliento y respirando la
vida en mí. Su polla avanzó lentamente, la mano en mi cuello cayó a mi
espalda y luego agarró la mejilla redondeada de mi culo, amasando los
músculos y relajando mi cuerpo a su acerada intrusión.
—Tobias... —La palabra salió de mi boca, mis ojos se cerraron
mientras disfrutaba de la completa sensación de su polla llenando mi culo.
Mis nervios zumbaban en oleadas de eufórico placer.
Sujeté el borde de la piscina, con las yemas de mis dedos presionadas
contra el áspero azulejo, mientras los labios de Tobias se unían a la base
de mi cuello. Derramó besos cariñosos hasta donde sus labios pudieron
alcanzar, antes de que su mano regresara a mi clítoris y su empuje se
acelerara. Sus caderas golpearon frenéticamente contra mi culo,
salpicando agua en ondas eróticas alrededor de nosotros que solo llevaron
estas increíbles sensaciones a un nuevo nivel de sublime.
—Mira hacia arriba, cariño. —Su mano levantó mi barbilla con
delicadeza.
Mis ojos se abrieron lentamente, como si estuviera drogada y
demasiado feliz para preocuparme, y me centré en el alboroto de la ciudad
iluminada debajo de nosotros. Mirando por encima de los tejados,
rascacielos oscuros, y el pulso de la ciudad, Tobias Banger reclamó cada
pedazo de mí.
—Todo es nuestro. Somos imparables juntos. —Su melosa voz se
deslizó a través de la neblina en mi mente, sus dedos fundiéndose
suavemente en mi clítoris, mientras ráfagas de luz explotaron detrás de
mis ojos.
Mis pulmones hambrientos de oxígeno jadeaban mientras mis
músculos se tensaban con espasmos, las ondas de placer se estrellaban
sobre mí, llevándome hacia abajo, alejándome.
Los labios de Tobias se encontraron con los míos, su boca follando mi
boca mientras sus manos aferraban mis caderas y sus músculos se
apretaban en violentos estremecimientos. Su pecho contra mí, nuestros
65

corazones batiendo en un ritmo frenético, mientras oleadas feroces de


sensaciones cegadoras nos alcanzaban.
Página
Mis músculos se aflojaron, mi cuerpo suave y lánguido debajo de él,
antes de que me rodeara con sus brazos acercándome más. Junto con la
deliciosa sensación de su polla todavía enterrada profundamente dentro de
mi cuerpo, el latido de su corazón alcanzó los lugares más profundos y
oscuros de mi alma.
—Gracias —dije.
Los labios de Tobias encontraron los míos suavemente antes de
apartarse.
—Quédate conmigo.
Una sonrisa perezosa asomó a mis mejillas.
—¿Esta noche?
—Para siempre.

66
Página
Trece
Tobias

D
esperté con la hermosa Ellis acurrucada a mi lado, las suaves
subidas y bajadas de su pecho mientras respiraba, eran un
bálsamo para mi alma.
Nunca me había sentido así. Durante mucho tiempo, pensé que
nunca podría hacerlo. La vida me había quemado demasiadas veces a lo
largo de mi niñez y adolescencia. Pero estaba aquí, me gustaba creer que
era por lo menos un poco más fuerte por mi pasado, y la había
encontrado.
Si ella era la recompensa, toda la lucha para llegar aquí valió la pena.
Suspiré, buscando el teléfono en mi mesita de noche y abriendo mis
correos electrónicos para confirmar que tenía la cita que pedí a Jenny que
hiciera ayer.
Seguramente la tomé por sorpresa, pero si la calma que se extendía
por mi cuerpo era una indicación, Ellis era la chica adecuada para mí, y
no tomaba amablemente la espera. Cuando me asentaba sobre algo, lo
quería ya. Y muy a menudo lo conseguía.
Pasé a través de los nuevos correos electrónicos en mi bandeja de
entrada, sorprendido por encontrar uno de Chicago Daily News titulado
“Conexiones turbias”.
Fruncí el ceño abriéndolo suspicazmente y leyendo las primeras
líneas.
Mi visión se hizo borrosa.
Mi cabeza palpitó.
¿Qué coño era esto?
¿Después de todos estos años?
Gruñí, mis dedos temblaron cuando dejé caer el teléfono en mi mesita
de noche y me deslicé fuera de la cama, tratando de no despertar a Ellis,
pero muy enfadado para contenerme un segundo más. Corrí a través de la
67

habitación, me lancé por el pasillo e irrumpí en mi despacho. Abrí con


Página

fuerza mi ordenador portátil y reenvíe ese email a cinco personas que


podrían averiguar quién, qué, dónde, cuándo, por qué y cómo.
Había enterrado esta historia, la dejé muerta en el suelo hace
décadas. Maldita sea si permitía todo esto volver, para llevarse lejos todo lo
que tenía ahora. Especialmente Ellis.
Dios, no Ellis. Si esto salía, ¿qué pensaría de mí?
Mis dedos se crisparon de ira, mi corazón tamborileaba violentamente
antes de oír sus suaves pasos detrás de mí.
—¿Estás bien? —preguntó, con las manos en mis hombros.
Miré hacia arriba. La vista de ella envuelta solo en mi sábana, con el
cabello cayendo es una cascada de ondas alrededor de sus hombros, hizo
doler mi pecho.
Era demasiado jodidamente hermosa, demasiado jodidamente buena
para mí.
Demasiado buena.
—¿Me dirás sobre este tatuaje? —preguntó dulcemente, con las
yemas de los dedos arrastrándose a través de las alas de águila grabadas a
través de mis omoplatos.
Sacudí la cabeza, ardiendo con demasiada jodida emoción para
manejar ahora mismo, antes de cerrar de golpe el ordenador portátil y
ponerme de pie.
—Será mejor que vayamos a la oficina.
Puse un beso en su frente antes de entrelazar sus dedos en los míos y
tirar de ella de vuelta por el pasillo.
Tenía que ocultarla de esta mierda.
Había estado demasiado cegado por el maldito deseo primitivo para
darme cuenta que su involucración conmigo podría causar problemas para
ambos. No era un don nadie ahora. Había trabajado hasta llegar a ser uno
de los hombres de negocios más importantes de la ciudad, y con el éxito,
llegaron los buitres.
Gente que busca derribarte y comerte.
—¿Estás bien? No tienes buen aspecto. —Apretó una palma contra mi
frente, los ojos fruncidos de preocupación.
—Sí, solo tengo una mierda inesperada con la que lidiar hoy. —Pasé
una mano por mi cabello, forzando una sonrisa para ella—. ¿Deberíamos
meternos en la ducha?
Asintió, sonriéndome como si estuviera completamente embelesada.
68

Romper su corazón estaba fuera de cuestión.


Página

Acababa de tomar su virginidad. Me había dado todo de sí misma, y


había caído un poco más profundo por ella.
No podría dejarla ahora, pero ¿me querría después de saber la
verdad?

69
Página
Catorce
Ellis

P
reocupada, mordí mi dedo mientras observaba a Tobias a través
de la puerta acristalada que se abría a su brillante oficina. Por
encima de las nubes, el hombre que me había robado el corazón
estaba al teléfono, el cabello salvaje tras haber pasado los dedos por él
todo el día, un ceño fruncido permanente grabado en su rostro.
Nunca lo había visto así.
Entré a la hora del almuerzo, preguntándole si quería que ordenara
algo, y solo sacudió la cabeza y tomó el teléfono de nuevo con expresión
irritada.
Mi corazón cayó un poco.
Nunca pensé que sería del tipo que te ignora después de...
especialmente después de que...
¡Le había dejado follar mi trasero! Me había encantado. Me había
encantado la forma en que me había tranquilizado, y fue tan suave, tan
amoroso, tan consciente de cada una de mis respuestas…
Pero se despertó agitado y apenas me miró en el baño. Tal vez había
sido una tontería esperar sexo de ducha, pero nunca se había apartado de
mi cuerpo desnudo. O mi cuerpo vestido. Nunca había perdido la
oportunidad de tener sus manos sobre mí, y prácticamente le rogué que lo
hiciera frotándome contra él en la ducha. Mis pezones habían estado
duros y doloridos por el remolino de su lengua, el pellizco de sus dedos, el
calor oscuro en su mirada que enviaba mis hormonas a un caos de lava
fundida.
Me levanté unos minutos más tarde, cuando Tobias se puso en pie, se
puso su chaqueta de traje y agarró su maletín y teléfono. Sus ojos
cruzaron la habitación y se encontraron con los míos a través del grueso
cristal. Me observó atentamente antes de tomar pasos medidos a través de
su oficina y la puerta.
—Hoy me voy temprano —murmuró—. Ha sido un día largo. Por
favor, toma el resto de la tarde libre, Ellis. —Se acercó un poco más a mí,
70

sus palabras extrañamente escasas, su rostro cansado por el estrés—. ¿Te


llamo más tarde?
Página
Asentí, incapaz de formar palabras e incapaz de entender por qué
tenía un bulto grueso en mi garganta.
—Buenas noches, señor Banger.
Tobias parpadeó, el dolor ardía sobre su iris antes de que me
acercara, plantó un beso en mis labios, luego apoyó su frente tiernamente
contra la mía.
—Te llamaré más tarde. Solo debo hacer algo antes.
Me tragué ese maldito bulto obstinado y luego asentí.
—Bien.
Forcé una sonrisa, pero mi corazón tronaba como si un desconocido
me sujetara. Se acabó su calor. La ternura parecía fingida, la atención era
ahora una ocurrencia.
—Buenas noches, cariño. —Me apretó el codo antes de apartarse,
asintiendo una vez antes de caminar hacia los ascensores.
Observé la amplia extensión de traje gris a través de sus hombros al
salir. Los músculos estaban tensos y tirando de la tela, y su cabello oscuro
estaba un poco desordenado en el cuello.
Era desgarradoramente hermoso.
Mi propio príncipe de América cobrando vida. Entonces, ¿por qué se
sentía como si algo le persiguiese?

Después de una cena rápida de fideos ramen y mantequilla de maní y


jalea, me acurruqué en el sofá, más triste que nunca, ya que todavía no
había oído de Tobias. La forma en que había salido de la oficina, tan
desanimado, dejó claro que algo estaba en su mente. Estaba preocupada.
Había pensado coger el teléfono media docena de veces, pero algo me decía
que no lo presionara. Las advertencias de mi madre atravesaron mi
cabeza. A los hombres como él no les gusta ser perseguidos. A los hombres
les gusta hacer la persecución.
Me dolía el estómago mientras pensaba en todas las cosas que
habíamos hecho juntos en los últimos días, en todas las formas en que me
había tomado, en todas las formas en que le había rogado que me tomara.
Esto no podía ser cosa de una sola noche, ¿verdad?¿Sus palabras
acerca de mí siendo especial eran solo una farsa?
Recogí mi lector electrónico y lo acuné en mi regazo mientras trataba
71

de concentrar mi cerebro en el jugador de béisbol con pasado


Página

problemático, y la chica nerd de al lado que lo amaba.


Mi intercomunicador sonó.
Me lancé del sofá, el lector electrónico estrellándose contra el suelo, y
salí corriendo hacia la puerta principal.
—¿Quién es?
—Yo. Necesito verte. —Tobias. Mariposas brotaron en mi estómago.
Abrí y esperé contra el marco de la puerta mientras subía por las
escaleras, el cabello desordenado y dolorosamente sexy.
—Intenté mantenerme alejado de ti. —Tomó mi mano y me atrajo
hacia él. Me alzó, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura
mientras estábamos en el pasillo, él en un traje y yo solo en bragas,
calcetines, y una camiseta sin mangas. Éramos un par poco probable, y
todo sobre él era inesperado y emocionante.
—Por favor, no te alejes más de mí. —Respiré su reconfortante y
picante aroma.
—Tengo que decirte algo. —Sus palabras estaban llenas de ansiedad
otra vez.
—Dios, escúpelo, Tobias. Me has estado volviendo loca todo el día con
tus miradas lúgubres.
Sus ojos se alzaron, brillando y haciendo esa cosa centelleante que
hacían justo antes de echarse a reír. Sacudió la cabeza, riendo mientras
me llevaba a mi apartamento. Cerró la puerta con el pie antes de
acomodarme en el sofá, en su regazo.
—Recibí un correo electrónico esta mañana.
Arqueé una ceja.
—De un reportero del Chicago Daily News.
El Chicago Daily News era una revista sensacionalista. Siempre
fueron los primeros en escribir suposiciones mordaces sobre los autores y
agitadores de la sociedad de Chicago.
—Desenterraron una historia sobre mí —continuó.
—Muy bien... —Uní mis manos con las suyas, instándolo.
—He tenido a mis abogados sobre ello todo el día. Están intentando
que el juez firme un desistimiento, pero...
—¿Pero…? —Mi estómago se estaba hundiendo rápidamente.
—La historia es verdadera. Todo sobre ella. No sé cómo consiguieron
los archivos, se suponía que los registros estaban sellados.
72

Me dolía el estómago.
Página

—¿Archivos? ¿Registros de la corte?


Los ojos de Tobias se dispararon a su regazo, su bello rostro se
convirtió en un devastador ceño.
—Tuve algunos problemas cuando era niño. —Su pulgar dibujó
pequeños círculos en mi muñeca, como si estuviera absorbiendo fuerza del
pequeño gesto—. Éramos solo mi madre y yo al crecer. Mi padre se fue
cuando tenía tres años. Apenas lo recuerdo, pero mi madre era mi mundo
entero. Trabajaba mucho, pero no importaba, siempre se aseguraba de
estar en casa para reunirse conmigo después de la escuela. Cenábamos
juntos y siempre me preguntaba cómo fue mi día. A ella le importaba. La
vida era dura. Hizo todo lo posible por mantenerme alejado de las
pandillas que poco a poco se hacían cargo de nuestro vecindario. Pero
luego enfermó.
Tobias hizo una pausa entonces, sus ojos brillaban con el recuerdo,
enviando un cuchillo a mi estómago. Esta era la parte dolorosa. Lo que
venía lo había cambiado para siempre.
—Luchó contra la leucemia durante dos años, poco a poco se
enfermó. Tenía tantas citas que fue despedida de su trabajo, pero no
importaba. A los pocos meses estuvo demasiado enferma para trabajar, de
todos modos. Pero yo tenía la edad suficiente para hacerlo. Sabía que
podría cuidar de nosotros. Así que salí a las calles, pero nadie está
dispuesto a contratar a un niño menor de edad. Solo había un lugar al que
ir. Hice muchas cosas malas, Ellis. Hice un montón de dinero, y le di todo
a mi madre para las facturas, para poner comida en la mesa, para cubrir
sus gastos médicos. Había tantos gastos médicos… Pero era la única forma
que conocía de ganar el dinero suficiente para mantenernos a flote. Fui
testigo de alguna mierda horrible. Nunca estuve involucrado con la
violencia, nunca, pero luego, una noche, todo salió mal. Los policías
aparecieron y fuimos todos arrestados...
El horror me inundó las venas.
—¿Qué pasó?
Sus ojos se cerraron y supe que ese era el lugar donde estaban sus
demonios. Lo que había sucedido le había marcado la vida.
—Alguien fue asesinado.
Las palabras rugían en mis oídos, mis manos temblaban y lágrimas
ardían en mis ojos.
—¿Tobias...? —Sacudí la cabeza, la realidad negándose a instalarse.
—Las alas en mi espalda son por él... el niño que perdió la vida esa
noche —murmuró, con los ojos vidriosos mientras caía de nuevo en un
73

recuerdo horrible—. Se supone que no tenía que pasar. Los muchachos


Página

dijeron que solo necesitaba un toque de atención, les había estafado en


algunos negocios que salieron mal. No sabía que tenían un bate, Ellis. Te
juro que no lo sabía. De saberlo, no habría ido... hubiera encontrado una
manera de detenerlos si hubiera sabido...
—Shhhh... —Estiré mis brazos alrededor de su cuello y lo atraje a mí,
acariciando su cabello mientras hablaba.
—Los chicos ya lo habían pateado tantas veces que estaba tosiendo, y
luego sacaron el bate. Grité cuando uno de ellos asestó el primer golpe. En
el segundo, las luces rojas y azules estaban parpadeando por todo el
parque. Alguien debió vernos y los llamó. Fuimos llevados todos a prisión.
Solo me dieron seis meses en detención juvenil, y el juez me prometió
sellar mis registros ya que era menor de edad, pero el chico perdió la vida.
Solo tenía quince años. —El dolor irradió a través de su voz mientras lo
envolvía en el abrazo más apretado que pude manejar—.Mi madre murió
mientras estaba en el centro de detención. Ya estaba en el hospital cuando
fui sentenciado, pero ni siquiera me dejaron verla antes... —Lágrimas
flotaron en sus pestañas oscuras—. Solo se me permitió ir a su funeral. Y
me pregunté si lo que había hecho, la violencia en grupo y entrar en el
sistema, fue demasiado, tal vez... la empujó sobre el borde. Estaba tan
jodido después de eso. Salí del centro de detención con algo que
demostrar. Me tomó cinco años reunir mi mierda junta y dejar de joderlo
todo.
Sus palabras, tan duras, tan insensibles, rompieron mi corazón.
—Tobias... ¿qué edad tenías cuando sucedió eso? —pregunté con
cautela.
Su mirada se dirigió hacia mí, y pude sentir el remordimiento, el
dolor, la agonía que cruzaba a través de sus ojos.
—Catorce.
—Dios... —Las lágrimas resquebrajaron mis mejillas mientras
envolvía mis brazos alrededor de él otra vez, desesperada por calmar su
dolor y sintiéndome desvalida por qué no hubiera nada en el mundo que
pudiera hacer.
Me sostuvo por un largo rato, con sus manos haciendo círculos en mi
espalda antes de volver a hablar.
—Cuando recibí ese correo electrónico esta mañana, perdí la cabeza.
Era solo un niño entonces. Hice cosa horrible, pero no quiero que me
persigan ahora. He trabajado tan duro para superar mis errores.
—Lo sé, cariño. —Empujé mis manos por su cabello—. Estoy segura
que los abogados los aplastarán. Nadie puede usar lo que pasó cuando
tenías catorce contra ti ahora.
74

—No conoces a esta gente, son un grupo despiadado. Es por eso que
Página

estas caridades significan tanto para mí. Los niños merecen saber que
importan. Necesitan un lugar al que ir, donde mantenerse ocupados y
aprendan que son inteligentes, dignos, y pueden lograr más que sus
sueños salvajes. Yo era ese chico, Ellis, y no quiero que ningún niño viva
la misma vida que yo. —Sus palabras ardían de desamparo—. Por eso te
necesito en mi vida más que nunca. Me mantienes sano, en la tierra y
totalmente centrado.
Me acurruqué en su cuello, respirando la embriagadora mezcla de
todas las cosas de Tobias Banger.
—¿Vienes a casa conmigo esta noche? —Presionó sus labios contra
mis nudillos.
—Cada noche —susurré antes de besarle los labios, agradecida de
que me hubiera confesado lo que había estado atormentándole. Me negué
a dejar que ese oscuro resplandor se apoderara de sus ojos durante más
tiempo. Tobias era demasiado bueno, demasiado amoroso, y demasiado
entregado, para ser perseguido por un demonio que ni siquiera era suyo.
—Durante muchos años, mi vida era oscura. Un niño criado en las
calles no tiene mucha esperanza, pero he trabajado duro para probarme,
para convertirme, en el hombre de éxito que soy. Pero hay una cosa que
nunca tuve.
—¿Cuál? —susurré.
—Tú. Te he necesitado siempre.

75
Página
Primer Epílogo
Tobias

—C
reo que necesitamos la segunda ronda en el armario.
—Mis manos resbalaron por sus curvilíneos muslos,
los pulgares rozando el calor entre sus piernas.
—Ya me has tenido una vez esta mañana. —Sus delicados dedos se
arrastraron por mis bíceps y enviaron punzantes escalofríos a través de
mis bolas.
—Y no fue suficiente. —Mis caderas presionaron contra ella, mi
palpitante polla entre nosotros—. Dame cinco minutos. —Deslicé una
mano entre sus muslos y enganché mi pulgar en sus bragas.
Se estremeció, sus dedos se aferraron a mi pecho mientras suspiraba.
—Nos están esperando.
—Deja que esperen. —Aparte a un lado sus bragas y hundí dos dedos
en ella, agradable y lento, observándola torcerse con placer.
—Oh, Jesús. —Su cuerpo se arqueó hacia mí como el de una
bailarina, sus tetas llenas presionándose contra mi pecho.
Mordisqueé el pequeño pico que estiraba la tela de su vestido,
disfrutando de los lloriqueos que caían de sus labios.
—Tobias, cariño...
—Solo sigue cantando mi nombre. Deja que te oigan. —La follé con la
palma de mi mano. Quería que cada maldito hombre de este edificio
supiera que había sido reclamada, pero también quería guardar sus dulces
sonidos para mí.
Era celoso, posesivo, me negaba a dejarla fuera de mi vista por un
segundo. Tenía miedo de que se diera cuenta que era demasiado buena
para mí y me dejara destrozado.
Solo había una manera de arreglarlo.
Reclamarla como mía, reclamarla para siempre.
Hundir mi semilla dentro de su precioso coño y poner a mi bebé en su
76

vientre. Soñaba con su vientre redondo, el rubor en sus mejillas mientras


cantaba a nuestro hijo o hija. Quería hacer de ella la mujer más feliz que
Página

jamás haya caminado por la faz de la tierra, y no tenía mucha paciencia.


Me bajé los pantalones, sin importarme que toda la oficina estuviera
al final del pasillo en una fiesta, esperando para celebrar el
establecimiento de nuestra división de donaciones caritativas.
Mi co-fundadora estaba empapando mi mano en ese momento.
—Tobias, oh Dios mío.
Empujé mi polla profundamente dentro de ella justo cuando la
primera oleada de un orgasmo revoloteó a través de su cuerpo. Su coño se
apretó alrededor de mi pene, succionando y robando mi mente un poco
más.
—Esto es todo lo que necesito, tú y yo. —Atrapé sus labios en un beso
contundente, disfrutando de la forma en que su lápiz labial se esparcía.
Sus pesadas pestañas negras abanicaban sus mejillas con cada
erótica respiración. Acaricié la curva de su garganta con mi lengua,
amasando la carne de sus pechos y haciendo girar mi pulgar alrededor de
su pezón.
Chilló y suspiró cuando mis frenéticos empujes aumentaron y
nuestros cuerpos golpearon la puerta.
La que separaba nuestros espacios de trabajo.
Hice una nota mental para rectificar eso a primera hora de la
mañana. No sabía por qué no lo había pensado antes. Trasladaría el
escritorio de Ellis aquí, al lado del mío, contrataría una nueva secretaria, y
haría de Ellis la jefa de caridad a tiempo completo. Trabajaríamos lado a
lado todos los días. Podía atender todas sus necesidades personales,
asegurarme de que estaba comiendo lo suficiente, y besarla siempre que
quisiera.
—Voy a necesitar una semana libre solo para disfrutar de este cuerpo
de la manera que quiero. —Deslicé una mano por su espalda,
arrastrándola entre la curva redonda de sus nalgas, antes de que mis
dedos entraran en contacto con el capullo de su trasero—. Quiero cada
agujero apretado que tienes, esta noche. Y mañana por la noche. Quiero
follarte fuerte para que todos sepan que he estado aquí.
Su respiración se entrecortó, sus dientes se cerraron en su labio
inferior, y su coño palpitó con nuevas olas de liberación.
—Cristo, nena, la forma en que aprietas mi polla me hace perder la
cabeza. —Estabilicé mis muslos, apretando sus nalgas cuando el orgasmo
se disparó a través de mí. Largos chorros de semen cubrieron sus
entrañas, haciéndome el hombre más feliz del mundo—.Eso es, chica
77

hermosa.
Página
Saqué mi polla de su cuerpo y presioné una mano entre nosotros,
jugando con el jugo que cubría sus muslos. Los mezclé y deslicé mis dedos
de nuevo dentro de su coño.
—Quiero que todo el mundo sepa que estás fuera de los límites. —
Deslicé mis dedos empapados de nuestro sexo por el escote de su vestido y
por su cuello, dejando un sendero dulce y reluciente—. Espero que me
huelan en ti.
Sus ojos se cerraron cuando empujé mi dedo en su boca. Su lengua
se retorció alrededor de mis dedos y probó su sabor de mí.
—¿Te gusta el sabor de tu coño? —gruñí, reemplazando mis dedos
con mis labios. Mi lengua empujó más allá de la comisura de su boca y la
follé—. Es mi sabor favorito.
Su respiración se aceleró, y sus pezones se tensaron con mis
palabras.
—Una cosita tan traviesa. Nos vamos a divertir mucho. —Golpeé un
dedo contra sus labios y luego deslicé su falda de nuevo por sus piernas.
Metí las bragas en mi bolsillo, guardándolas para mi alijo, como el sucio
rudimental hijo de puta que era, luego le puse una mano en su espalda—
.¿Lista para la fiesta?
—Estoy lista para hacer muchas cosas, pero compartirte con
cualquier otra persona no es una de ellas. —Bufó, sus labios se
convirtieron en un adorable puchero.
—Aww. —Le cogí la barbilla con el pulgar—. Te ves linda cuando estás
desesperada por mi polla.
Sus ojos se estrecharon en mí antes de que frunciera sus labios y
plantara un beso en los míos. Me dolía el corazón, estaba tan lleno, y eso
era algo que nunca había sentido antes. Ellis solamente había sacado a
este hombre en mí, que ni siquiera sabía que existía.
Abrí la puerta de la oficina y, con una palma en la espalda de mi
chica, la acompañé por el pasillo hasta la sala de conferencias donde se
preparaban bebidas, aperitivos y dulces.
Jenny salió corriendo cuando nos acercamos, pero se detuvo
instantáneamente cuando nos miró.
Arqueó una ceja con una sonrisa.
—¿Otro rapidito en el armario?
La boca de Ellis se abrió en una dulce O, y mi risa debió haber
resonado en cada pared en la planta superior.
78

—Eres un pájaro sucio, Jenny —dije.


Página

Los ojos de Jenny centellearon.


—Lo llamo como lo veo, y el rubor en el rostro de esa chica lo dice
todo. Pude retenerlos por unos minutos, pero mucho más y se meterán en
el pastel que insististe que ordenara. —Jenny sonrió y giró, empujando las
puertas dobles hacia la sala de conferencias.
Cháchara se filtró fuera, y mi corazón saltó mientras tocaba la caja en
mi bolsillo del pantalón. No quería hacer la pregunta quemando en mi
mente delante de un centenar de otros empleados.
No sabía lo que había estado pensando cuando había organizado la
fiesta, aparte de que teníamos tanto que celebrar entre la apertura de la
división de caridad, una carta oficial de Forbes felicitándome por ser
seleccionado como uno de los 40 exitosos empresarios Americanos menor
de cuarenta, y mi abogado finalmente teniendo éxito con el cese y desistir
en el Chicago Daily News. La espera de aquello último, había significado
diez tortuosos días.
Y ahora ella. Nosotros.
Sin pensar dos veces, la empujé unos cuantos pasos hacia atrás,
hasta que la espalda descansó contra la puerta del armario en la que nos
habíamos reunido en primer lugar. Presioné una mano en su cuello,
disfrutando de los escalofríos que corrían por su cuerpo mientras mis
dedos trazaban la línea de su garganta hasta la clavícula.
—Te amo, Ellis —murmuré, mis ojos sosteniendo los de ella antes de
caer sobre una rodilla.
Cogí la pequeña caja de cuero de mi bolsillo y la abrí.
Cuatro quilates de diamantes cristalinos se curvaban alrededor de un
centro de corte de princesa que anunciaría a cada hombre, mujer y niño
que Ellis era mía.
—No sabía lo que era la felicidad hasta que te vi. No sabía qué era el
amor hasta que te toqué. No sabía cuánto te necesitaba hasta que
respiraste la vida en mí. Déjame ser tu marido, y pasaré todos los días de
la eternidad mostrándote lo feliz que me haces. Cásate conmigo, Ellis.
Parpadeó conteniendo las lágrimas, antes de que las muy obstinadas
finalmente cayeran en sus suaves mejillas. Asintió al instante, con una
mano en su garganta mientras su mano izquierda calentaba la mía.
Respiré profundamente y deslicé el anillo en su dedo, la alegría
atravesando todas las capas oscuras de mi corazón antes de que me
pusiera de pie, sostuve sus dos mejillas y la besé hasta que ninguno de los
dos pudo respirar, mucho menos pensar, en orden.
79

—Deberíamos meternos en este armario y celebrar un poco más —dije


entre besos, sin darle la oportunidad de contestar antes de hundir mi
Página

lengua más allá de sus labios otra vez.


—Tobias, eres desenfrenado y loco y tan inesperado. Eres todo lo que
no sabía que estaba soñando.
Dejé caer mi frente en la suya mientras las fuertes respiraciones
sacudían nuestros cuerpos.
—Te amo demasiado. Siento como si ya hubieras ido y vuelto del
infierno conmigo, y no puedo vivir otro día sin ti como mi esposa. —Pasé la
yema de mi dedo a lo largo de su mejilla, secando una lágrima antes de
apretar de nuevo mis labios contra ella, en un lento beso.
—¡Oh...! —La voz de Jenny nos sacó de nuestra burbuja. Miré hacia
arriba mientras abría la puerta de la sala de conferencias y aplaudía—
.¡Ella dijo sí!
—¡Tobias! —Ellis golpeó mi pecho—. ¿Lo sabían?
—Bueno, cuando le pedí a Jenny que ordenara un pastel de
compromiso, creo que le dio la pista.
—Un pastel de... —Ellis me miró dentro de la habitación—. ¿Estabas
tan seguro de que diría que sí?
Sonreí, deslizando nuestros dedos juntos, y caminamos por las
puertas dobles antes de sostener su mano izquierda en el aire. La
habitación entera aplaudía, el rubor de las mejillas de Ellis oscureciendo
cada segundo que pasaba.
Le besé los nudillos de nuevo.
—Soy un hombre valiente.
—O un loco. —Se echó a reír antes de sacar un pedazo de pastel de la
mesa al lado de ella y untar glaseado en mi nariz.
—Loco por ti, nena. Solo por ti.

80
Página
Segundo Epílogo
Tobias

—H
ola, papi. —La dulce voz de Ellis resonó contra mi
oído.
—Mmm... —Por instinto mis manos se
envolvieron alrededor de su cintura y tiré de su
suave y caliente cuerpo sobre el sofá conmigo—. No puedo esperar porun
poco de tiempo de tú y yo.
La suave risa de Ellis susurró a través de mi cuello mientras sus
manos se retorcían en mi cabello, un beso lento explorando más allá de
mis labios. Habíamos estado casados por cinco años, habíamos pasado por
tanto juntos, todo bueno. Y seguía mejorando.
—Todavía no estás fuera del horario de trabajo. —Se apartó y
susurró—. Alguien te quiere en la otra habitación.
Sonreí, sabiendo exactamente de qué estaba hablando, antes de
presionar un beso más contra sus labios, disfrutando cada momento que
podía robar con ella.
La mano de Ellis estuvo envuelta en la mía un momento más tarde,
mientras caminábamos por el largo pasillo y nos dirigimos a uno de los
dormitorios adicionales.
El dormitorio de mi apartamento, nuestro apartamento, ahora
convertido en un cuarto de niños.
Para los mellizos.
—¡Beso de buenas noches, papi! —El chillido alegre de mi hija resonó
por la habitación, su hermanito se volvió con los ojos llenos de sueño y
tarareó en acuerdo.
—Buenas noches, duerme bien, dulce Charlotte. —Envolví a mi hija
de trece meses en mis brazos, absorbiendo el olor de su cabello, los suaves
oscuros rizos que corrían en tirabuzones por su espalda—. Te quiero hasta
la luna y más allá.
—Te amo. —Charlotte se acurrucó más profundo en mi pecho, sus
81

pequeños brazos me dieron un apretón extra fuerte.


Página

—Bien, hora de dormir, cariño —susurró Ellis, apoyando una mano


en la cabeza de nuestra hija.
—¡Yo! ¡Yo! —Ethan se levantó, sus pequeñas manos regordetas
ondeando en el aire.
Rompí a reír antes de cruzar la habitación para envolverlo en mis
brazos, su cuerpecito caliente un alivio instantáneo para el mío.
Nos tomó años llegar aquí.
Ellis y yo nunca habíamos dejado de amarnos el uno al otro, todos los
días, muchas veces, varias veces al día. No podíamos mantener las manos
alejadas, y no habíamos usado protección ni una vez.
Después de seis meses, Ellis había comenzado a preocuparse. Al año,
habíamos visto al mejor especialista en fertilidad de la ciudad, y después
de un sinfín de exámenes y dos cirugías exploratorias, habíamos
descubierto que Ellis tenía una afección que hacía difícil para nosotros
tener hijos.
Ambos habíamos estado devastados. Especialmente mi dulce Ellis.
Al instante traté de animarla, le prometí que seguiríamos intentándolo
y uno de estos días pasaría para nosotros. Incluso habíamos decidido que,
si en algún momento aún no había sucedido, adoptaríamos a niños por el
sistema de acogida.
Resulta que, después de casi cinco años tratando, no habíamos
necesitado adoptar.
Pero en secreto aún esperaba que pudiéramos algún día. Quería una
generación entera de niños, y ver a Ellis como madre de nuestros mellizos
solo había confirmado eso.
Era todo lo que siempre supe que sería como una madre: paciente,
amorosa, amable, muchas de las cosas que más amaba de ella.
—Es hora de cerrar los ojos, cariño. —Ellis apoyó una palma en la
dulce y querúbica mejilla de Ethan.
—Haré panqueques por la mañana. ¿Cómo suena eso, muchachos?
—¡Mm! ¡Mm! —Mi muchacho gruñó, luego metió el pulgar entre sus
labios y cayó de nuevo sobre su almohada, girando y cerrando los ojos con
fuerza, fingiendo que estaba dormido.
—Tiene tu sentido del humor. —Ellis rió, entrelazando sus dedos en
los míos otra vez.
—Y gracias a Dios tuvieron tu buena apariencia —resoplé, sonriendo
profundamente mientras observábamos sus dulces rostros desde la
puerta.
82

—Oh, claro. —Ellis golpeó mi bíceps. Antes de que pudiera apartar su


Página

mano, la tomé, tirando su muñeca a mis labios en un suave beso.


—Gracias por darme la vida. La oscuridad era todo lo que conocía
antes de ti.
—Tobias... —Mi hermosa esposa suspiró, las lágrimas
instantáneamente cerniéndose en sus ojos—. Gracias por dármelos. No
sabía que mi corazón podía llenarse más. Sabía que seríamos felices si solo
fuéramos los dos para el resto de nuestras vidas, pero viéndolos... —Ellis
sacudió la cabeza, su sonrisa creciendo imposiblemente más ancha—. Son
mágicos.
—Nuestro amor es mágico —susurré en el lóbulo de su oreja.
—Nuestro amor los creó.
—Y son perfectos. Somos perfectos. La amo, señora Banger.
—Te amo más que nunca. La gente busca toda su vida para encontrar
una sola fracción de lo que tengo contigo. Amo a nuestra familia, pero tú,
mi amor, eres la chispa que alimenta el fuego. Gracias por dejar que el
hueco entre tus brazos sea mi hogar. —Ellis se puso de puntillas, las
manos cerrándose detrás de mí cuello mientras plantaba un beso en mis
labios.
Levantándola por los muslos, la aplasté contra mi cuerpo y
recorrimos los pocos pasos hasta nuestra suite principal, antes de
empujarla de vuelta a la cama y desprender su camisa.
—Ahora es el tiempo de papá y mamá.

83
Página
Tercer Epílogo
Ellis

—¿P uedes creer que lo hicimos? —canturreé, rodeando a


Tobias con mi brazo mientras nos acomodábamos en
los asientos del estadio.
—Sabes —hizo una pausa, las suaves arrugas alrededor de sus ojos
recordando todas las risas que habíamos compartido, todo el amor que
habíamos tenido—, no puedo creerlo.
Tomó mi mano en la suya y le dio un suave beso, como siempre lo
había hecho. Los cálidos ojos de mi esposo se volvieron hacia el centro del
estadio, filas y filas de sillas instaladas, esperando a que nuestros
graduados de la escuela secundaria los llenaran.
Ethan y Charlotte se graduaban hoy, y cada pieza de este día se
sentía surrealista.
A medida que pasaba el tiempo, me encontré mirando hacia atrás, a
todos los momentos que habíamos compartido. Nunca pude imaginar, el
día que entré en Banger Industrias como interna, que iba a salir con un
marido, una familia y el amor. Tanto amor.
Me acurruqué más cerca de Tobias, la fría brisa de mayo bañaba mi
rostro. Hoy, fuera, a la luz del sol, mis hijos comenzaban el siguiente paso
en sus vidas, y de alguna manera no se sintió como si hiciera tanto tiempo
que yo hice lo mismo. Charlotte se dirigía a Northwestern y planeaba
graduarse en periodismo. Estaba enamorada de los corresponsales
extranjeros que reportaban por todo el mundo, y a pesar de todo lo que
había dicho para disuadirla de meterse en situaciones peligrosas, su
búsqueda de información la impulsaba. Se parecía tanto a su padre de esa
manera; centrada, entregada, independiente.
Y entonces estaba mi dulce muchacho. Tenía un corazón tierno,
carecía del fuego que a menudo conducía a su hermana, pero su
compasión era tan profunda. Se estaba matriculando en pre-ley y esperaba
ser un defensor público algún día. Quería defender al individuo pequeño,
era algo que nos decía a menudo. Y cada vez que Ethan fijaba su mente en
84

algo, lo lograba, a menudo se aburría en la escuela, porque el plan de


Página

estudios no era lo suficientemente desafiante. Yo estaba abrumada de


orgullo por los dos.
E incluso más orgullosa por mi marido.
Un destello de sol atrapó una pizca de cabello cano en sus sienes,
algo que solo se agregaba al aura elegante y distinguida de hombre de
negocios que todavía emanaba. Tobias me había envuelto y me había
besado tan fuerte que dejó contusiones más veces de lo que podía contar.
Tenía esta manera increíble de hacer feliz mi corazón.
—Te amo —murmuré, apretando su mano en la mía.
Los ojos de Tobias atraparon los míos, una sonrisa lenta curvando
sus labios y torciendo mi estómago pecaminosamente. Seguía teniendo ese
encanto, sin duda.
—Ellis Banger, soy un chico al que le gusta jugar con fuego, y tú eres
mi pareja perfecta. Tú y nuestros hijos han sido la mayor alegría de mi
vida. Tú, mi amor, eres mi hoy y todos mis mañanas. No puedo esperar
por los próximos cincuenta años.
Su mano ahuecó mi mejilla, y ahí mismo en un mar de padres, nos
besamos como si fuéramos adolescentes.
Amaba a este hombre.
Cuanto más tiempo pasaba, más profundo nuestro amor crecía, hasta
que había florecido y tomado vida propia. No me había casado con un
hombre con el que podría vivir, sino el hombre sin el que no podría
hacerlo.
—Creo que ya vienen—murmuró Tobias. La música comenzó, y
dirigimos nuestra atención al desfile de graduados que entraban en el
estadio.
—¡Mira, ahí están! —Señalé a nuestros mellizos entre la multitud.
Tobias asintió, pasándose una mano por la mejilla antes de
murmurar.
—Ellos van a hacer cosas increíbles, Ellis.
—Definitivamente lo harán. —Hice una pausa, dejando que la
realidad de un nido vacío se hundiera.
—¿Puedes creer todo el tiempo de mamá-papá que vamos a tener
ahora?
Me reí, preguntándome qué haría sin Tobias Banger en mi vida.
—Estás loco, Tobias Banger.
Guiñó un ojo.
85

—Loco por ti.


Página
Fin

Página 86
The Long Ball

E
l jugador estrella con pasado problemático...
Cash Greenwood escapó de un pasado difícil convirtiéndose en
una estrella del béisbol. Ahora, gracias a su extraño doble
talento como lanzador y bateador, es uno de los jugadores más
preciados de la Liga Mayor, y todo su esfuerzo está dedicado al
deporte. Nunca ha tenido ningún interés en las mujeres, hasta que conoce
a una que no quiere tener nada que ver con él.

La hija de la realeza de béisbol...


La vida de Delilah Gray gira en torno a números, investigaciones y datos.
No tiene tiempo para nada complicado como las emociones o las
relaciones. Especialmente cuando vienen en forma de un sexy jugador de
87

béisbol. Ha visto de primera mano la devastación causada por salir con un


Página

hombre obsesionado con el deporte, y ese es un riesgo que no está


dispuesta a tomar.
Ella es la bola curva que nunca vio venir...
Pero este es un lanzamiento que Cash está decidido a sacar del campo. La
tensión sexual corre alta y los sentimientos comienzan a desarrollarse,
pero, ¿será capaz Delilah de ver que podrían tener un futuro juntos?
Decidido a hacerla suya, puede que este sea el juego más difícil de la vida
de Cash.

ADVERTENCIA: The Long Ball ofrece un obsesionado atleta con abdominales


six-pack totalmente determinado en conseguir a su chica. Si te gusta el
romance dulce meloso y las pasiones ardientes, agarra bien tu ropa interior,
porque podría ser bateada fuera del campo.

88
Página
Cash

—¡ Deja de ser una perra quejica, Greenwood! ¡Apura las


copas!
Mi mejor amigo, y perturbador residente del
equipo, me golpeó en la espalda. Su risa bulliciosa y
su enérgica voz acapararon todo el espacio que le rodeaba. Amaba muchas
cosas sobre el hombre, pero lo que más amaba era que en su presencia me
volvía invisible. Desde los dieciséis años he sido reconocible. Una vez te
conviertes en el atleta estrella con un futuro, y la esperanza de ganar un
campeonato, te transformas en una mercancía, algo brillante. Y ser
simultáneamente bateador y lanzador era una combinación tan rara que
aquellos con ella, como yo, no tenían precio.
No me tomó mucho tiempo aprender que ser invisible te mantiene a
salvo.
—Tenemos que conocer a esa chica de analítica en una hora. No
quiero apestar a alcohol. El entrenador nos pateará el culo. —No me
gustaba beber. La mayoría de los días ni siquiera podía soportar el olor de
ello, pero por el bien de mantener las apariencias, por lo general sostenía
un vaso en mi mano y siempre me ofrecía a ser el conductor designado,
por lo que nadie sospechaba nada. Rod era realmente bueno cubriéndome
cuando era necesario, tragándose las bebidas que la gente a menudo
compraba para mí, actuando como el mejor amigo arrogante que era.
—Técnicamente aún estamos fuera de temporada. Otra no va a doler.
—Otra siempre duele, sobre todo en forma de resaca a la mañana
siguiente —contesté.
—Suenas como una jodida vieja desagradable. ¿Dónde está el tipo que
solía ir de fiesta conmigo toda la noche? Lo quiero de vuelta.
Me reí, pensando en todas las veces que habíamos estado en
problemas. Me enorgullecí de lo bien que me mezclé con la multitud y le
dejé tomar la atención. Rodríguez y yo éramos amigos desde nuestro año
de novatos. Habíamos crecido juntos en este equipo, partimos nuestros
dientes en los entresijos de jugar profesionalmente, pero con el paso del
tiempo, encontré que fingir parecía agotarme más y más cada día. Estaba
cansado de todo, y lo único que todavía me hacía sentir algo, era el juego.
Todo lo demás era un ruido sin fin que pasaba sin verdadero significado ni
propósito. Sentí como si estuviera caminando en un desenfoque, solo
89

viendo el tiempo pasar.


Página

—Ya no tengo veintiún años. El entrenador dijo que otra payasada


más, como la que lanzaste en los calentamientos, y ambos seremos
retirados del juego. Y tú, hijo de puta, no estás consiguiendo que me retire.
—La idea de estar sentado en un partido era insoportable. Rod y yo éramos
densos como ladrones, y el entrenador sabía que, si alguien podía hacerse
cargo de él, sería yo. Pero lo que el entrenador no sabía era que la idea de
perder el béisbol de alguna manera, era como un lazo alrededor de mi
cuello, apretando hasta que todo el oxígeno me era arrancado.
—Tú eres mi compañero, amigo, y tienes que admitirlo, clavar el
enfriador de agua fue bastante genial.
—Y nos trajo una carga de mierda de problemas. Francamente, ya
estoy demasiado viejo para esta mierda. Deja que los novatos continúen.
Tuvimos nuestra diversión.
—Haces sonar los treinta como una sentencia de muerte. No para mí.
Cuando gire al gran 3-0 el próximo año, voy a ir a lo grande. Quiero mis
pies en la arena con una bebida en la mano y un coño en cada brazo.
Joder, una limusina llena de coños. Voy a conseguir más nalgas esa noche
que un asiento de inodoro.
—Sí, apuesto a que lo harás. —Nunca me había gustado cómo
Rodríguez adoptaba el personaje de jugador cliché. Jugaba fuerte, en el
campo era una bestia. Pero festejaba aún más fuerte, una puerta giratoria
de chicas después de cada partido. Yo siempre estaba dispuesto a tomar
unas copas, pero los seguidores que rodeaban a Rodríguez siempre hacían
a mi estómago retorcerse. Era demasiado obvio que lo querían por su
estatus y su dinero, su asombroso salario era muy atractivo para las
conejitas. Yo tenía absolutamente cero interés en ellas.
Todas las mujeres alrededor de los jugadores de béisbol, no tenían
mucho que ofrecer, y mi vida estaba tan desordenada que dudo que
alguna mujer quisiera tener algo que ver con ella cuando lo descubriese.
La única clase que se quedaría, sería una que esperaría por un asombroso
día de pago al final. Tenía suficiente gente con la mano estirada a mi
alrededor, así que no estaba interesado en una mujer que quería aquello
también. Además, solo tenía unos cuantos años más para jugar este
deporte, y no iba a desperdiciarlos por una chica. A estas mujeres no les
importaban los hombres. Ellas se preocupaban por las limusinas, los
artículos grandes que los jugadores pagaban, y las cenas de mil dólares.
Rodríguez hizo cientos de millones, al igual que muchos de mis
compañeros, y al igual que el resto, no tenía ningún problema en vivir
como un rey. Pero ese estilo de vida no me interesaba en lo más mínimo.
Esta vida no era para todos, ni siquiera estaba seguro de que fuera
para mí a veces. Raramente me gustaba salir, y las mujeres no hacían
90

nada por mí. Vivía y respiraba el juego, tanto que no podía imaginar qué
Página

más estaría haciendo si no fuera esto. Tenía un solo foco, y era ganar el
World Series. Había estado jugando al béisbol durante once años con la
MLB, y era lo único que se me resistía. Era conocido como el mejor jugador
en la liga y, sin embargo, no tenía ese título bajo mi cinturón. Mis años de
jugar se estaban acabando, un jugador profesional estaba alcanzando el
límite a los treinta, pero era el sueño que no había alcanzado todavía.
—Vamos, hombre. No quiero molestar al entrenador.
Rod dejó caer su vaso sobre el mostrador, con los ojos brillantes de
excitación.
—¿Quieres hacer apuestas sobre lo rápido que puedo levantar la falda
de la chica de analítica?
—Todavía no la has visto. —Salimos por las puertas del bar, la tarde
calentaba mi piel mientras caminábamos por el corto bloque hasta el
estadio. Hoy teníamos una reunión con la que sería la nueva firma oficial
de análisis de estrellas para el club, antes de la inauguración de mañana.
Había estado esperando meses para este día, el tiempo entre los playoffs y
la temporada de apertura siempre dejaba un pozo de pavor en mi
estómago. Si pudiera jugar los doce meses del año, lo haría.
Cruzamos las puertas del estadio caminamos al vestuario. Asentí al
entrenador cuando entramos y saludamos a algunos de los otros chicos
mientras todo el equipo se estableció en los bancos del centro de la
habitación.
—No quiero tomar mucho de su tiempo, por lo que iré al grano. —El
entrenador miró alrededor de la habitación—. Algunos de ustedes han
estado jodiendo, así que necesitamos concentrarnos si queremos tener una
buena temporada. No espero milagros, pero sí que presten atención. No
más payasadas. Manténganse enfocados. Espero que cada uno de ustedes
mejore sus promedios para el final de la temporada. Quieran o no, las
estadísticas están hacia abajo, chicos. Necesitamos a todos concentrados
en el juego si queremos mejorar y tener alguna ventaja este año. Delilah
Gray, de Lionsgate Analytics, está aquí para ayudarnos a hacer eso. Estará
con nosotros cada partido, cada día, toda la temporada. Me enviará las
estadísticas durante el juego, y quiero que sintonicen sus promedios.
Supérense cada noche. —Miró alrededor de la habitación, deteniéndose
por un momento en Rod—. Y por favor, traten a Delilah con respeto. Sabe
que necesitamos ayuda, pero no necesita saber que son un puñado de
animales. —Dios, me encantaba el entrenador. Tan estable y tranquilo. Él
era la razón de que este equipo fuera genial. Sin él, todos seríamos un
montón de animales en el campo.
El entrenador abrió la puerta del vestuario y caminó dentro una
jodida visión.
91

Me di cuenta de los tacones primero. Atractivos stilettos con recortes


Página

de cuero que me hicieron querer ponerme de rodillas y deslizarlos de sus


pies uno a la vez. Mis ojos devoraron sus cremosas, entonadas
pantorrillas, y ni siquiera la conservadora falda lápiz podría ocultar las
curvas llenas de sus caderas.
—Jesús —dijo Rod en voz baja.
Le di un codazo, por primera vez en mi vida, irritado por su
reconocimiento explícito de una mujer. Mirando a Delilah, los vellos de mis
brazos estaban levantados en atención. Al igual que otra cosa. Maldita sea,
era impresionante, nunca había visto una mujer tan radiante en toda mi
vida. Tenía el cabello sedoso y oscuro cayendo en una cascada en rizos
flojos por la espalda, tan malditamente mullidos que mi mano picaba por
recogerlos. Yo, Cash Greenwood, por primera vez en mi vida, tenía un
anhelo por cepillar el cabello de una mujer.
—Hola, chicos, soy Delilah Grey. —Asintió, su espina dorsal rígida
mientras hojeaba un puñado de papeles en sus brazos—. Si pudieran
pasar estos alrededor, les contaré un poco sobre mí, entonces podremos
charlar individualmente.
—¿Individualmente? —Rod repicó, su sexy sonrisa enviando ira a
través de mi estómago.
—Sí, así es como prefiero trabajar. Tratar con los problemas
específicos de cada jugador antes de reunir a todo el equipo.
—Solo tengo un problema. —Rod se movió en su asiento, su mano
rozando su entrepierna. Mis fosas nasales se expandieron. ¿Por qué era tan
idiota? En ese momento odiaba a mi mejor amigo tanto que quería golpear
su rostro en el suelo. El pensamiento me hizo sentir avergonzado e idiota.
Sabía que Rod era un bromista, más charla que acción la mayoría de los
días, pero el hecho de que estuviera siendo grosero con esta mujer, me
molestaba más allá de la razón. No tenía una explicación, pero no me
gustaba la idea de Rod mirándola como si fuera un pedazo de carne.
Ni un poco.
Los profundos ojos chocolate de Delilah se estrecharon con una
llamarada de rabia por un momento, antes de volver a sus papeles. Si uno
le prestaba mucha atención, mientras lo hacía, se podía ver el parche de
rojo que se formaba en la parte posterior de su cuello.
—Empecé en Lionsgate Analytics hace casi tres años. Quiero que sean
los mejores jugadores, dentro y fuera del campo, y sobresalir en este
mundo no es solo homeruns y lanzar pelotas. También se trata de la
medición, la distancia, la velocidad, y las tasas de giro. —Sus ojos
voltearon sobre el equipo de nuevo—. Voy a estar visualizando todos los
92

juegos, portátil abierto y observando lo coherente que es todo el mundo, y


Página

espero que no nos lleve mucho tiempo obtener un promedio. ¿Alguien tiene
preguntas para mí?
—Sí, ¿tienes planes esta noche, cariño? —Ese fue Rod, y casi empujé
el puño en su estómago por eso. Observé que la mandíbula de Delilah se
marcaba. Era dura, me di cuenta. Me gusta eso. Me gustaba que no
tomase nada por sentado. Ya había tenido suficiente de las mujeres
tomando las cosas por sentadas, por lo que el luchador en mí, fue atraído
por el fuego en ella.
—Permíteme dejar otra cosa clara: si alguien me llama encanto,
muñeca, bebé, o cualquier otro término degradante cariñoso de nuevo, no
puedo prometer que no sientan mi elevado tacón en sus bolas. No trabajo
bien con hombres que actúan como animales. Estamos aquí por una cosa
y una sola cosa, conseguir este equipo en forma para ganar este año.
Apreciaría que no actuaran como idiotas en el proceso. ¿He sido clara?
El fuego ardía a través de mis venas cuando giró y salió por la misma
puerta por la que había entrado. Bien, maldición, después de treinta años
finalmente encontré a una mujer que podía hacerme tomar nota, darme
ganas de perseguir. Y no solo perseguirla, sino amarrarla y sostenerla
contra mí, atarla a mí en todas las formas posibles.
—Bueno, me alegro de que todo haya ido bien. —El entrenador pasó
una mano por su cabello gris—. Cash, tú primero.
La seguí fuera de la habitación hacia la suite más pequeña de al lado.
Cuando entré, ya estaba sentada en el pequeño escritorio, unos papeles
extendidos ante ella, los brazos cruzados sobre su pecho mientras
esperaba. Lamí mis labios cuando la vi. Dios, era algo más, toda dura y
nerviosa, pero tan suave y delicada al mismo tiempo… Llevaba una camisa
blanca y abotonada debajo de su chaqueta, y aunque no mostraba piel
alguna, supe que el bonito envase no era nada comparado con el delicioso
regalo de su carne. Tenía la camisa abrochada casi hasta el mentón, pero
eso solo me hacía querer estallar esos botones con mis dientes y pelar la
tela de su cuerpo, explorando cada centímetro con mi lengua mientras lo
hacía.
Sacudí la cabeza para borrar las imágenes de su cuerpo desnudo
desplegado ante mí, un país de las maravillas esperando por mí, y me
senté, bastante incómodo, en el asiento frente a ella.
—¿Cash Greenwood? —Sostuvo una hoja de papel, mi foto de equipo
en blanco y negro impresa en la parte superior.
—Ese soy yo. —Crucé mis brazos, relajándome en mi silla mientras la
miraba de forma interesada.
—¿Por qué crees que el entrenador me pidió que me sentara contigo?
93

—¿Porque pidió a todos que lo hicieran?


Página

Sus ojos parpadearon ante mi inteligente respuesta. Respiró hondo,


su pecho se elevó con el movimiento y extendió la tela a través de sus
redondeadas, sexys tetas. Me preguntaba si estaba usando un sujetador
push-up, pero luego pensé que de ninguna manera esas hermosas tetas
podría ser un truco.
—Porque eres el lanzador. El lanzador tiende a ser el líder natural, y
de acuerdo con estas estadísticas... —Miró hacia abajo a la hoja de papel—
. También eres el bateador estrella. ¿Tienes idea de lo raro que es tu
talento? —Arqueó una ceja—. Entonces, ¿hay algo con lo que quieras
empezar, más allá de un comentario inteligente?
Una profunda sonrisa tiró de mis mejillas mientras sostenía sus ojos,
dejando que el silencio se extendiera entre nosotros hasta que comenzó a
retorcerse en su silla. La hice sentir nerviosa. Mordí mi labio inferior
mientras mis ojos se movían arriba y abajo de su cuerpo antes de
finalmente hablar.
—Tal vez esperaba que pudieras enseñarme una o dos cosas.
¿Por qué carajos dije eso?
Quería patearme el culo. Sonaba como un deportista estúpido basura
del espacio, quien piensa que puede hacer lo que sea y actuar de cualquier
manera solo porque juega al béisbol. Como algún instinto interno, quería
protegerme, y actuar como un estúpido significaba que nadie intentaría
penetrar el caparazón que había construido hace tanto tiempo.
Las mejillas de Delilah se inflamaron, el carmesí se arrastró hasta su
cuello y me hizo desear ver cómo era el resto de ella cuando se sonrojaba.
Me gustó la idea de que se ruborizara ante algo que había dicho. Me
pregunté si sus pezones eran del mismo tono que sus labios rosa-pétalo, y
cómo sentiría el peso de sus pesadas tetas en mis manos. Jesús, sonaba
como Rod, porque este tipo de pensamiento seguro como el infierno no era
yo.
—Puedes estar acostumbrado a que las chicas te adulen por todas
partes, levantando sus faldas ante una sonrisa arrogante, pero guarda tu
aliento, celebridad. No soy esa chica, y nunca lo seré. Ahora, si has
terminado con la folla-mirada ¿podemos pasar a la cuestión?
Su respuesta sacó el aire de mis pulmones. Ciertamente no era esa
chica, y eso es exactamente por lo que había captado mi interés. No estaba
impresionada por ninguno de los talentos de este equipo, incluido el mío,
pero soy un hombre al que le gusta un reto. Y Delilah Gray era un desafío.
—Para responder a tu pregunta, no, no hay nada que quiera decirte.
No soy el tipo que debería estar en este asiento.
—¿Y quién crees que es?
94

—El entrenador me llamó después de que Rodríguez la jodiera. Mira,


Página

es mi mejor amigo, no te voy a engañar. No es un tipo malo. Tiene buena


voluntad. Solo le gusta divertirse. Cada equipo necesita alguien así, y
Rodes ese tipo. Mantiene el ánimo. Sé que estás aquí porque el entrenador
piensa que la fiesta nos ha frenado, y creo que es una gran idea. Conseguir
a los chicos centrándose en sus estadísticas, desafiándose y mejorando su
juego. Creo que es un buen plan, pero no seas demasiado dura con Rod.
Su corazón está en el juego. Esa es la parte que cuenta. —A veces bebe
demasiado, y eso afecta su juego. No quería compartir eso con ella, pero
era obvio que era lo que estaba pasando. El beber de Rod estaba fuera de
control, pero al menos se presentaba para practicar y nunca perdió la
paciencia. No era un borracho enojado, y eso por lo menos era algo en mi
libro.
Delilah se recostó en su silla, con sus ojos quemando el espacio entre
nosotros antes de barrer su largo cabello oscuro sobre un hombro. Cayó
más allá de la hinchazón amplia de su pecho y lo único que podía pensar
fue en echar un vistazo a esos rizos oscuros contra la carne cremosa de su
cuerpo desnudo.
—Así que, si no crees necesitarme, ¿por qué estás aquí entonces?
—Porque me interesas. —No pude mantener la amplia sonrisa en mi
rostro.
Una sonrisa torcida recorrió sus labios. Joder, quería morder esos
labios. Quería trazar sus curvas bajo mis palmas y empujar mis manos en
su cabello, besarla tan jodidamente duro que cuando hubiéramos
terminado ambos estaríamos jadeando por aire.
—Bueno, tengo noticias para ti, Cash Greenwood. Odio a los
jugadores de béisbol. No podrías pagarme para ir a una cita. Son todos
iguales, y no tengo ningún deseo de ser arrastrada en sus mierdas. Estoy
aquí para ayudar al equipo, y te garantizo que me iré tan pronto como
termine mi trabajo. Solo entre tú y yo, rechacé este trabajo tres veces, pero
tu entrenador me rogó, así que aquí estoy.
—Cristo, eres hermosa cuando estás enojada. —No podía creer que
acabara de decir eso. Quería decir algo ingenioso, pero todo lo que podía
pensar era cómo su belleza me quitaba el aliento, así que lo había dicho.
La había llamado hermosa.
Su boca se abrió y cerró varias veces, conmoción retorciendo los
rasgos de su bello rostro.
—¿Disculpa?
—Dije que eres hermosa cuando estás enojada. No pensaba que una
persona lo podía ser, por lo general solo imagino caras apretadas y mejillas
95

rubicundas, pero la forma en que tu nariz se arruga…


Página

—Está bien, para. —Se levantó de su silla, deslizándola por el suelo


detrás de ella. Sus ojos eran salvajes, el fuego ardía detrás de su iris, su
pecho se alzaba con jadeos exasperados antes de poner una mano en una
cadera y señalar la puerta con su otra mano—. Ha sido un placer,
Greenwood. Envía al siguiente hombre de las cavernas, si puedes.
—¿Hombre de las cavernas? —Me levanté, las manos plantadas en el
escritorio frente a mí mientras me inclinaba sobre la mesa, acortando la
distancia entre nosotros—. No puedo hablar por el resto de los chicos, pero
definitivamente no soy un hombre de las cavernas. Dame un poco de
tiempo y tal vez encuentres que te sorprendo. —El hecho de que me
englobara con todos los hombres me molestó. No quería que pensara que
era uno de esos idiotas que usaban a las mujeres como si no fueran nada
y después las ignoraban.
—Lo dudo.
—Yo no. —Hice una pausa, con la mirada clavada en sus hermosos
ojos marrones. El aire colgaba pesado, con una embriagadora mezcla de
excitación e irritación.
—Te veré mañana, Greenwood.
—Estoy deseando que llegue.
—Yo no.
—Ya sabes, para una chica que odia tanto a los jugadores de béisbol,
me parece extraño que pases los próximos meses viviéndolos y
respirándolos.
Su mandíbula se movió de un lado a otro con mis palabras, sus ojos
cayendo a mi sonrisa arrogante, luego de nuevo a mis ojos.
—Sí, bueno, es complicado.
Esperé, deseando que explicase los detalles. Estaba desesperado por
descubrir por qué tenía semejante peso en sus hombros. Demonios, estaba
desesperado por pasar más tiempo con ella, punto.
—Disfrute el resto de su noche, Sra. Grey. —Le guiñé un ojo cuando
me empujé fuera de la mesa, su ceño se profundizó mientras sus muslos
cambiaban de un lado a otro bajo ese sexy traje de autoridad. Salí de la
habitación con dos pensamientos corriendo por mi cabeza: Cómo sería si
no llevara nada más que esos tacones, y cómo se sentirían cavados en mi
espalda.

—Hombre, Gray tiene un palo en el culo —comentó Rod cuando


salíamos del club casi tres horas más tarde. Al parecer, Dalilah se había
96

cebado con él, no porque no lo mereciera.


Página
—Creo que es sexy. —Y lo pensaba. Estaba acostumbrado a estas
mujeres que harían cualquier cosa que yo dijera cada vez que lo dijera.
Esta, sin embargo, era un culo duro. Me gustaban las brasas que ardían
en ella, el infierno bajo su actitud de bibliotecaria y la postura fría.
Esta chica era una luchadora.
—¡¿Qué?! Mierda, no me gusta trabajar por mi banquete.
Sacudí la cabeza, metiendo las manos en los bolsillos y pescando mis
llaves. Rod y yo habíamos venido juntos porque vivíamos en el mismo
edificio.
—¿Desde cuándo te ha gustado la idea de cualquier mujer?—Se burló
cuando nos acercamos a mi coche.
—El hecho de que no coma los pollitos que caen por todas partes no
me hace ciego. Me hace selectivo. No quiero un Big Mac cuando podría
tener un filete mignon.
—El coño es coño. Nadie mira la envoltura cuando están atizando tu
fuego. Eres un Timberwolf, hombre. Disfruta el botín. —Realzó el puño al
aire en un gesto juvenil. Algunos días me sorprendía que fuese mi mejor
amigo.
—Delilah no estaba equivocada cuando te llamó hombre de las
cavernas. —Sacudí la cabeza.
—¿Hombre de las cavernas? Joder, es una barracuda. ¡Soy un gran
tipo! ¿Conoces a alguien que no crea que sea el alma de la fiesta?
—¿Aparte de todas las mujeres que has conocido?
—No, gente que realmente me conoce.
—La gente realmente no te conoce, hombre. Te pones ruidoso ahí
fuera.
—Oye, ¿de qué lado estás? —Rod me cortó con una mirada irritada.
—No estoy tomando partido. Simplemente no me emociona la gente
joven, borracha, lerda, y llena de semen. —Esta declaración no era justa.
Rod había estado allí para mí cada vez que lo necesitaba, sin hacer
preguntas. Tenía sus faltas, pero el hombre era leal, y sabía que, si lo
necesitaba para algo, podía contar con él. Pero como todos los demás,
tenía sus propios demonios.
—Oh, mira tú culo santurrón. Ahórratelo, Cash. Apártate de mí.
Sacudí mi cabeza mientras salíamos del garaje de estacionamiento
dirigiéndonos hacia nuestro edificio, donde podía dejar su trasero y
97

disfrutar de mi última noche solo durante mucho tiempo. Después de esto,


Página

era todo encuentros consecutivos y noches tardías para mí.


—¿Quieres pedir pizza esta noche?
—No, voy a descansar un poco. —Empujé una mano por mi cabello,
mis pensamientos todavía sobre Delilah Gray y su cabello largo y oscuro.
¿Sería inapropiado invitarla a mi casa para una sesión de uno-a-uno?
Porque realmente quería. No sabía lo que había metido en mí, pero tan
pronto como la vi, tuvo mis bolas en su bolso. Ahora solo tenía que
averiguar cómo conseguir que me diera la hora del día.
Nadie me había hecho las cosas que me hizo sentir profundamente en
mi estómago cuando entró en la habitación. Quería ponerla encima de mi
hombro y arrastrarla a mi casa. Claro, yo tenía tendencias de hombre de
las cavernas, pero hice un buen trabajo en mantenerlas para mí. Hasta
ahora. Hasta ella.
—Tal vez Gina esté por aquí esta noche. —Rod sacó su teléfono y
tecleó un mensaje a su antigua amiga-de-follar-de-ida-y-vuelta. Gina era
una buena chica. Realmente le gustaba él, me di cuenta, y a Rod le
gustaba ella también. Tal vez quiera negarlo, pero Rod había encontrado la
adecuada. Solo esperaba que pudiera reunir su mierda antes de que ella
se fuera.
—Deberías ser bueno con ella, hombre. Llévala por ahí o algo.
—Nah. —Negó con firmeza—. Gina es demasiado buena para mí.
Nunca la ataría con mis tonterías. —Los demonios de Rod lo mantuvieron
en su lugar. Estaba asustado de permitir a una mujer entrar, de modo que
solo empujaba lejos a todas las chicas en las que probablemente podía
interesarse. No creía merecer a alguien amable o decente. Si no tenía
cuidado, iba a empujar a la única chica que se preocupaba por él por la
puerta.
—Déjate de rollos. Le gustas. No sé por qué, pero lo haces.
—Estoy demasiado ocupado para estar atado. —Estaba escribiendo
de nuevo. El tonto necio quería ser atado, pero su pasado solo lo mantenía
huyendo lejos, en lugar de hacia algo. Tuvimos un pasado similar, excepto
que el mío lo mantuve cerrado, y el suyo lo mantuvo demasiado abierto—.
Dulce, Gina vendrá en una hora. Si escuchas gritos, no te alarmes.
Sacudí la cabeza, encontrando a mi mejor amigo completamente
irremediable, y, aun así, logró hacerme sonreír.
—Y por eso eres un hombre de las cavernas.
Rod rodó los ojos mientras estacionaba el auto en mi reservado.
—Al menos este hombre de las cavernas folla de vez en cuando.
98

—¿De vez en cuando? Me sorprende que tu pene no se haya caído del


Página

uso excesivo. Cómo no tienes una puta ETS está más allá de mí. Espero
que envuelvas esa polla antes de usarla.
—No esta polla, hombre. Tengo una gran resistencia. Y sí, imbécil,
siempre envuelvo a la pequeña Rod. Gran papaíto se encarga de su
pequeño hombre. —Rod agarró su polla, sonriendo como un idiota cuando
entramos en el ascensor.
—Jesús, ¿qué mierda ve Gina en ti? Eres un maldito idiota. Tienes
veintinueve años y acabas de darle a tu basura un apodo. Dile que digo
hola y que debería deshacerse de tu culo. —Toqué el botón del penthouse.
Hizo una pausa durante un minuto mientras el elevador zumbaba por
dieciocho pisos.
—Únete a nosotros si te aburres. Montones de pizza, y Gina dice que
eres dulce, no como los otros bufones del equipo, así que eres bienvenido
en cualquier momento. Pero no la toques, hombre. Está fuera de los
límites.
Me reí de la vehemencia en su voz, Rod pudo haber querido negarlo,
pero Gina lo tenía por las pelotas.
—Gracias, hombre. Pero creo que he terminado por esta noche, sin
embargo. Sobras y un juego de béisbol serán para mí.
—Sabes, realmente deberías encontrar una chica, Greenwood.
Alguien que vaya a tu casa por la noche en lugar de pasar todo ese tiempo
solo. O mejor aún, un pedazo de culo sexy que joda tu cerebro un rato.
Asentí, torneando sus palabras en mi cabeza. Yo quería eso. Quería
una buena mujer y niños corriendo alrededor de mis piernas. Pero no
quería lo que había tenido cuando era niño. De ninguna manera quería
eso para cualquier hijo mío.
—Gracias por el consejo, hombre de las cavernas.
Asintió, las puertas se abrieron una vez que nos detuvimos.
—Hasta luego, hermano.
—Hasta más tarde —dije cuando las puertas zumbaron cerradas.
Nunca había estado tan agradecido de estar solo en mi vida. Me di cuenta,
sin embargo, que anhelaba su compañía. Sería más que feliz de pasar
tiempo con Delilah Gray cualquier día de la semana. 99
Página
Aria Cole
A
ria Cole es una ama de casa de treinta y tantos años que una
vez se sintió mal por leer libros sucios a altas horas de la
noche, hasta que decidió escribir sus propias novelas. Los
hombres alfa posesivos y las heroínas descaradas que los aman son
frecuentes en ellas, junto con una saludable dosis de irresistible insta-love
y felices por siempre tan dulces, que sus dientes pueden doler.
Si quieres una buena historia HOT, con final feliz, y que no te tome
toda la vida leer, ¡piérdete en un libro de Aria Cole!
Sigue a Aria en Amazon para las actualizaciones de nuevas versiones,
o acéchala en Facebook y Twitter para ver qué libro que está escribiendo a
continuación.

100
Página
Página 101

S-ar putea să vă placă și