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Información Importante
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Créditos
Moderadoras
Axcia & Mona
Traductora
Axcia
Correctoras
Caronin84 Kath
Karen´s Maye
Lau_Sp_90 Fatima85
YaniM
Revisión final
Fatima85
Diseño
Lectora
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Índice
Sinopsis Diez
Uno Once
Dos Doce
Tres Trece
Cuatro Primer Epílogo
Cinco Segundo Epílogo
Seis Tercer Epílogo
Siete Adelanto de…
Ocho The Long Ball
Nueve Aria Cole
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Sinopsis
Conoce a Tobias Banger...
E
s el exigente, dominante, sexy-como-el-pecado director
ejecutivo de Industrias Banger, y está acostumbrado a
conseguir lo que quiere. Cada vez. Ha construido una empresa
Fortune 500 desde cero y lo último que necesita es una mujer hermosa
que lo distraiga de su imperio.
Pero la curvilínea, descarada secretaria Ellis Ford no es cualquier mujer
hermosa…
Recién salida de la universidad, es inteligente, centrada, un poco
sarcástica, y trata desesperadamente de contener el incendio que arrasa
su interior siempre que el señor Banger dice su nombre.
Una noche prohibida mientras están encerrados en un armario, y la
oficina nunca será la misma...
La química entre Ellis y Tobias chisporrotea hasta que la cruda
pasión explota en un frenesí de palabras sucias, lujuria frenética y
devorador instinto básico. Él está empeñado en reclamarla. Ella está
demasiado cegada por su encanto para ver los fantasmas que atormentan
sus oscuros ojos. ¿Una noche con Tobias será algo de lo que arrepentirse?
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Uno
Ellis
—M
ira cómo le abrazan el trasero esos pantalones.
Nunca he visto a un hombre llenar un traje así —
susurró mi mejor amiga, Victoria, cuando el director
ejecutivo de Banger Enterprises, y también nuestro jefe, caminaba delante
de nosotras por el largo pasillo.
Asentí, completamente de acuerdo con su evaluación. Como
secretaria personal de Tobias Banger, definitivamente podía asegurar que
llenaba ese traje aún mejor de cerca.
—Apuesto a que le cuelga —reflexionó Victoria, y el Frappuccino, que
había pasado a buscar después del almuerzo, casi salió por mi nariz.
—Oh, Dios mío, podía haberte oído. —Solo llevaba un mes en el
trabajo. No podía permitirme ser despedida porque Victoria no sabía
mantener sus pensamientos para sí misma.
—Bueno, apuesto a que es verdad.
—Buenas tardes, señoritas. —El señor Banger se volvió hacia
nosotras y sonrió profundamente, haciendo que casi me ahogara con mi
lengua.
—Señor Banger. —Asentí.
Sus ojos atraparon los míos y los sostuvieron por un latido extra-
largo. No tenía ni idea de qué estaba tratando de decir con esos
caprichosos ojos azul celeste, pero estaba bastante segura que podría
convencerme de hacer cualquier cosa cuando me miraba de esa manera
durante demasiado tiempo. Había algo en los ojos de ese hombre que me
hacía perder todo sentido de la razón. Hermosos ni siquiera era una
palabra adecuada para ellos; eran intrigantes, intensos, dominantes.
—¿Está teniendo una buena semana, señor Banger? —Victoria lo
miró fijamente, revoloteando sus falsas pestañas como loca.
Casi le pregunté si tenía algo en el ojo. Casi.
—Gran semana, Srta. Young, gracias por preguntar. —El señor
Banger mantuvo abierta la puerta de la oficina para nosotras.
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Entramos, y la mano del señor Banger rozó mi muslo mientras lo
pasaba. Su toque se sintió como un terremoto convulsionando a través de
mi cuerpo, ese pequeño roce de su mano bastó para hacerme enloquecer.
Durante el mes que había estado en este puesto, casi me convencí de
solicitar una transferencia, al menos media docena de veces. No porque el
Sr. Banger fuera injusto en lo más mínimo, sino porque la reacción de mi
cuerpo hacia él lo era. Simplemente estar en la misma habitación, hacía
que mi corazón latiera tan incontrolablemente que tenía problemas para
centrarme y mantener una conversación.
—¿Puedo hablar con usted, señorita Ford? —Las palabras del señor
Banger se deslizaron por mi piel y enviaron ardientes oleadas de fuego por
mis venas.
—Por supuesto —murmuré, incapaz de mirarlo a los ojos.
Cuando el señor Banger se dio la vuelta, Victoria me empujó,
lanzando sus ojos de él a mí, antes de guiñar uno.
—¿No tienes trabajo que hacer? —susurré.
Su sonrisa solo se profundizó más antes de salir zumbando por el
pasillo, dirigiéndose a su escritorio.
Seguí al señor Banger hacia su enorme oficina. Las ventanas de
cristal daban al centro de Chicago, su enorme escritorio de caoba estaba al
frente y en el centro, y sofás de cuero alineaban las paredes. Sin lugar a
dudas, el señor Banger vivía la gran vida. Nunca le faltaron las mejores
cosas. Sus demandas siempre fueron satisfechas, y chico, era exigente.
Me había tomado solo un día en el trabajo saber que el Sr. Banger
tenía altos estándares y esperaba que todos sus empleados superaran sus
expectativas. Esperaba la perfección, y lo entendía. Era la razón por la que
Banger Enterprises se había convertido en una compañía Fortune 500 en
menos de seis años. Tobias Banger era un magnate en los negocios. Con
poco menos de treinta y cinco años, era uno de los hombres más jóvenes
del país con los precios de las acciones más altos en el mercado.
Era un fenómeno.
Y yo era su secretaria personal.
—¿Tiene algún plan para esta noche, señorita Ford?
Me tragué el nudo en la garganta, cuestionándome por qué en el
mundo me hacía esa pregunta.
—Mmm no…
Asintió, arrastrando sus ojos por mi figura antes de girarse hacia su
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escritorio.
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—Estaba mirando los números que me envió ayer. —Levantó la
carpeta que había dejado en su escritorio ayer por la tarde, como pidió—.
Algo parece fuera de lugar. ¿Puede quedarse hasta tarde esta noche para
que podamos revisarlo? Me disculpo por siquiera preguntar.
Asentí al instante sin siquiera considerar el hecho de que le había
prometido a Victoria, y a unos cuantos amigos, que iría a cenar con ellos
esta noche. De todos modos, lo entenderían.
—Por supuesto.
—Bien. Sé que tiene talento con los números, pero si contabilidad
encuentra un error que podríamos haber captado, significará más dolores
de cabeza de los que quiero.
—Claro, señor Banger. —Me puse en modo trabajo, sacudiéndome la
reacción de mi cuerpo a él. Necesitaba este trabajo. No podía permitirme
emborracharme con su energía magnética—. ¿Necesita algo más?
Sus ojos subieron por mi cuerpo, mientras se pasaba una mano por
la barba oscura en su mandíbula. Dios, quería lamerla. Me pregunté cómo
se sentiría la dura extensión de su pecho bajo mis palmas. Sus labios…
—Eso es todo por ahora, señorita Ford. Gracias. —Sonrió
cortésmente, aunque un poco distraído, mientras mantenía la puerta
abierta para mí.
Asentí, respirando hondo mientras pasaba a su lado captando un
rastro de su colonia picante y embriagadora. Nunca había olido a nadie
como él en mi vida, y eso solo hacía mis pensamientos más inapropiados.
—Llame si necesita algo —dije, antes de salir a mi pequeña oficina y
escuchar su puerta cerrarse tras de mí. Tomé otra respiración para aclarar
mi cabeza.
Esperaba no haberme equivocado con esos números. La
perfeccionista en mí quería repasar las cifras nuevamente, aunque lo hice
dos veces ayer. Me dejé caer en la silla, sacando el teléfono de mi bolso, y
mandé un texto rápido a Victoria informándola que tendría que cancelar la
cena.
¡Pero vamos a celebrar tu cumpleaños!, respondió.
Gemí. Odiaba hacer de mi cumpleaños un gran asunto, y Victoria
prácticamente tuvo que suplicarme que fuera a tomar unas copas para
celebrar. Me gustaba estar en casa, en el sofá, acurrucada en pijama con
mi dulce gatito.
Lo siento, el Sr. Banger me necesita esta noche, le respondí en un
mensaje de texto.
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Página
Dos
Tobias
M
oví de un lado al otro los papeles sobre mi escritorio, mirando
mi Rolex para ver que eran justo después de las cinco. Ellis
estaría aquí en cualquier momento, esa dulce y pequeña
sonrisa boba diciéndome que estaba disponible para lo que necesitara.
Lo que necesitaba era hundirme dentro de ella y follarla hasta que no
pudiera pensar con claridad. Tal vez entonces podría concentrarme y
trabajar un poco.
Contratar a Ellis había sido una bendición y una maldición.
Había obtenido constantemente las evaluaciones más altas en nuestro
programa de internos, y cuando mi secretaria se tomó una licencia
indefinida para ayudar a su marido, supe instantáneamente que Ellis
debía ocupar su lugar. Sabía que lo ideal sería haber contratado a una
secretaria con experiencia, pero quería a alguien inteligente y motivado.
Quería más una persona para organizar mi vida. Quería a alguien que
pudiera trabajar a mi lado con nuevas ideas y conocimiento práctico. Así
que decidí tirar de los internos y hacer de este puesto mucho más de lo
que un asistente administrativo podría llenar.
Ojalá hubiera visto una foto suya antes de contratarla.
No es que no la hubiera contratado. En papel, era una candidata
ideal, pero en persona, era tan cegadoramente hermosa que tenía
problemas para concentrarme en una maldita cosa aparte de ella. Nunca
en mi vida había visto a una mujer tan atractiva. Si hubiera sido hermosa,
habría estado bien, pero su inteligencia, su bondad natural y la
profundidad de su compasión me atrajo hacia ella.
Me levanté de mi silla y me volví para mirar la ciudad, el sol
deslizándose entre los edificios hasta donde podía ver. Estaba en la cima
del mundo aquí arriba. Mi reputación de frío y duro en los negocios me
precedía, pero mi vida se sentía vacía. Todo este éxito a mi alrededor, y,
sin embargo, siempre había sentido que faltaba algo. La verdad era que
había dedicado mi vida a mi negocio. Pasé cada hora despierto corriendo
sobre las cifras del mercado y la lluvia de ideas de nuevos conceptos. Ni
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siquiera había pensado dos veces en llegar a conocer mejor a una mujer…
Página
hasta ahora.
Un ligero toc-toc sonó en mi pesada puerta.
—¡Adelante! —gruñí, probablemente un poco demasiado fuerte. Ellis
entró, los ojos en mi rostro al instante—. Siéntate. —Sonaba áspero,
mucho más de lo que pensaba, pero ella me deshacía y era aterrador. Era
un idiota.
Se sentó en la silla frente a mi escritorio, cruzando una larga pierna
sobre la otra y haciendo que su falda lápiz se ajustara a sus muslos. Ellis
siempre se vestía apropiadamente, pero la forma en que su ropa abrazaba
sus suaves curvas hacía que me palpitaran las manos por tocarla.
—¿Tuvo un buen día, señor?
Las palabras de Ellis dispararon un relámpago de fuego directamente
a mis bolas. Me pasé una mano por el cabello. Esta mierda entre nosotros,
sea lo que fuese, estaba a punto de explotar. No podía pensar bien, y había
visto que sus ojos se posaban sobre los míos cuando entraba en una
habitación, como si estuviéramos atraídos por una carga magnética.
—Un gran día, gracias, Srta. Ford.
—Puede llamarme Ellis. —Una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
Asentí. Quería llamarla así por mucho tiempo. Lo que sea que había
entre nosotros, se sentía personal, como si nos conociéramos hace mucho
más tiempo de lo que realmente lo hacíamos. Nunca antes había sentido
una conexión sexual instantánea, pero con Ellis, era como un hombre de
las cavernas luchando contra sus instintos de tomar, marcar y devorar.
—Ellis —tarareé, su nombre rodando como la miel de mis labios.
Sabía qué otra cosa quería en mis labios—. He echado un vistazo a la
cuenta Gelman. ¿Puedes confirmar el total que tenías?
Quería poner los negocios fuera del camino. Desde que descubrí que
era el cumpleaños de la deslumbrante señorita Ford, había estado
circulando una idea en mi cabeza. Había dicho que no le gustaban las
sorpresas, pero le debía una. La había comprobado a menudo, mientras
estaba fuera, y sabía que trabajaba por encima y más allá de lo que se
requería de su puesto, siempre funcionando consecuentemente bien, por
lo que se merecía una noche libre para celebrar. Sabía que yo lo deseaba.
Puso su ordenador portátil sobre mi escritorio, y sus pequeños dedos
de uñas pintadas se pusieron a trabajar. Esperé pacientemente,
revoloteando sobre su hombro e inhalando el dulce olor a limón y lavanda
que parecía emanar de ella. Era como un postre delicioso que quería
desenvolver y saborear, bocado a bocado.
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miel.
Página
Esa boca.
Esos labios.
Ya me había envuelto alrededor de sus pequeños dedos bonitos.
Después de ocuparme de la cuenta, salimos del restaurante, y la brisa
fresca nos azotó antes de entrar en la parte trasera de mi auto. Se deslizó
a través de los asientos de cuero, y me metí detrás de ella. De repente, el
aire entre nosotros se sintió cargado con algún tipo de energía invisible.
Ellis le dio su dirección a mi chofer, y me sorprendió saber que vivía a
pocas cuadras de aquí y del trabajo. Lo suficientemente cerca para una
rápida pausa para el almuerzo en casa... o para pasarme cuando trotaba
por la mañana.
La imaginaba suave y dulce por la mañana, el cabello en un desorden
salvaje por toda la almohada y un camisón de seda subiendo por sus
muslos.
Maldición, quería poner mis manos sobre ella.
Pero se suponía que debía controlarme debido a nuestra política de
empresa. Cuando las relaciones terminaban, era casi imposible para los
amantes ser civiles y trabajar juntos. Pero había puesto esa norma en
vigor para otros empleados, no para mí. No soltaba las cosas que me
pertenecían, y si Ellis era mía, me aseguraría de que se quedara así.
Era un hombre confiado y capaz, con el don de lograr lo que quería.
Solo me había estado diciendo que Ellis estaba fuera de límites. Fuera de
los límites, hasta ahora. Estuvo callada durante el viaje. Seguí mirándola,
y cuanto más miraba, más la deseaba. Podría haber pasado toda una vida
analizando los contornos dulces de su rostro sin cansarme nunca. Si Da
Vinci hubiera visto a Ellis primero, habría sido su rostro el que estuviera
colgado en el Louvre, no el de la Mona Lisa. Cada ángulo era otra
explosión de irresistible resplandor. Ya estaba en un punto en el que
habría dejado todo el mundo atrás, solo por una muestra de ella.
El auto se estacionó fuera de su edificio. Abrí la puerta y salí,
sosteniéndola para ella. Cuando deslizó su palma en mi mano, casi caí de
rodillas y le supliqué que me dejara subir, pero era un hombre con planes,
y necesitaba que supiera que era mi fin de juego.
Hice un gesto para que el conductor esperara un minuto antes que
tomáramos los pocos escalones hasta su puerta.
Metió la llave en la cerradura y se volvió hacia mí.
—Gracias por una cena increíble.
Asentí, deseando estrecharla entre mis brazos bajo la suave luz de la
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Página
Tres
Ellis
M
iré en el espejo, enderezando el escote de mi blusa una vez
más. Tal vez era un poco demasiado revelador para usar en el
trabajo hoy. Después de la cena de cumpleaños sorpresa de
anoche con el señor Banger, Tobias, me sentí empujada hacia un mundo
completamente nuevo. Siempre me vestía bien para el trabajo, pero ahora
cada falda se sentía un poco demasiado corta, cada top un poco ajustado,
como si sus ojos vagaran constantemente por mi forma mientras esperaba
comerme como un animal salvaje.
La alarma de mi teléfono sonó, indicando que ya era hora de que
saliera por la puerta antes de llegar tarde. Tenía tendencia a perder la
noción del tiempo, así que prefería vivir una vida bastante programada. Si
no estaba fuera a las 7:52 a.m. como máximo, no podía llegar a mi oficina
a tiempo, aunque estaba a solo unas pocas cuadras de distancia.
Aceleré por la calle, la bolsa sobre mi hombro. Cuando doblé la
esquina, choqué contra alguien increíblemente alto, increíblemente fuerte
y con un aroma imposiblemente delicioso.
—Oh —dije cuando las cálidas palmas de Tobias me detuvieron.
—¿Tarde para el trabajo? —Sus hermosos ojos brillaron hacia mí, y
pensé que me había perdido en ellos por un momento.
—Puede que llegue tarde ahora. —Me alejé para poner distancia entre
nosotros. Admirarlo desde el otro lado de la habitación era una cosa, pero
con sus manos sobre mí, sensaciones de lujuria salvaje abrumaron mi
sistema hasta que pensé que podría desmayarme.
—Déjame tomar esto por ti. —Sonrió calurosamente mientras tomaba
mi bolsa de gran tamaño, que contenía mi ordenador portátil y archivos, y
lo alzó sobre su hombro antes de usar un brazo para hacer un gesto de
que fuera adelante—. ¿Pasó buena noche, señorita Ford?
Me volví, captando su mirada antes de contestar.
—Una gran noche, en realidad. Me acurruqué con mi gatito en el sofá
y vi una película.
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Página
Cuatro
Tobias
P
asé una mano por mi cabello mientras miraba la ciudad,
preguntándome, no por primera vez hoy, si me estaba
sobrepasado con Ellis.
Tacha eso. Sabía que lo estaba.
Desearla era probablemente la cosa más estúpida que haría alguna
vez, pero eso no me detuvo. No cuando había venido a consumir mis
pensamientos diarios y ahora mis pensamientos nocturnos también. Ellis
era un gran activo para mi compañía, y perderla sería un golpe a mi propio
programa diario. Pero incluso más que eso, atreverse a una relación con
alguien en la oficina que podría tan fácilmente alejarse... me asustaba.
Nunca me había asustado nada. La conquista de las altas esferas del
mundo empresarial de Chicago no me había perturbado, pero Ellis Ford lo
hacía. Había entrado en mi vida de la nada y ahora significaba el mundo
entero para mí. Había tocado una parte profunda de mi alma, despertando
deseos que había enterrado, y me hizo sentir una felicidad que ni siquiera
sabía que existía. No había estado realmente vivo hasta ella.
En ese momento, caminó a través de la puerta, y pareció que el sol
finalmente había salido.
—¿Está listo, señor Banger?
Asentí, levantándome de mi silla y gesticulando para que cerrara la
puerta.
—Gracias por venir.
—Claro, ¿qué puedo hacer por usted?
Inclinarte sobre mi escritorio para empezar.
Eso era lo que quería decir, pero en su lugar, actué profesional y le
ofrecí un asiento y luego una bebida.
—¿Cómo estás?
—Estoy bien, gracias. —Sonrió hacia mí, tan ansiosa por complacer.
Dios, me encantaba eso de ella.
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de su camisa.
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Página
Cinco
Ellis
D
ejé la oficina del señor Banger, el despacho de Tobias, y me
dirigí directamente hacia el final del pasillo. El calor
enturbiaba mi piel, y la excitación empapaba mis muslos.
¿Qué se siente al ser tocada por mi jefe? Tan bueno que estaba segura que
la evidencia coloreaba mi rostro.
Con la cabeza baja, caminé al cuarto de baño de damas y miré los
otros puestos para asegurarme de estar sola antes de dirigirme al espejo.
Allí, vi mis ojos anchos y dilatados, el rubor en mis mejillas, la forma en
que mi respiración todavía estaba atormentando mi pecho.
Estaba más excitada de lo que había estado en mi vida.
Me moví de nuevo, recordando la sensación de sus pesadas manos
calentando mi piel.
Cada puto pedazo de mí lo quería.
Esto estaba mal. Todo tan incorrecto. ¿Cómo podría esperar que esto
condujera a algo más que un desastre? El hombre que me hizo sentir estas
cosas, estos sentimientos, también tenía la capacidad de destruirme.
Había trabajado durante demasiados años para conseguir un puesto en
una empresa como esta, manteniendo mi enfoque solo en la universidad.
No podía dejar que me descarrilara. Quería un marido, una familia en
algún momento, pero no ahora. No con mi jefe. No con el hombre que
podía despedirme. ¿Y la política de no fraternización de la empresa? No
recuerdo haberlo visto específicamente cuando firmé mi contrato, pero
estaba segura que estaba allí. ¿No hacían eso todas las compañías en
estos días?
Pero Tobias Banger era el jefe. Él creó ese contrato. Podría destruirlo
fácilmente. Sabía que hombres como él no cumplían las reglas. Los
hombres como él, con más riqueza y privilegios de lo que incluso podría
empezar a imaginar, escribían las reglas. No sabía nada acerca de la
historia del Sr. Banger, y el personal de la oficina era sorprendentemente
mudo en el tema, así que me quedé con mis propias suposiciones. Pero
cavar en la vida personal del jefe no era en mi mayor interés.
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trabajo.
De ninguna manera podría arriesgar eso ahora.
Humedecí una toalla de papel y limpié a través de mi pecho y cuello,
tratando de enfriar mi cuerpo después de mi abrumadora reacción a su
toque. Mantenerme alejada de él era imposible, especialmente desde que
había aceptado desarrollar un departamento totalmente nuevo con él.
Controlar la reacción de mi cuerpo ante él era igualmente imposible, y las
cosas imposibles me incomodaban. Me gustaba el control, el equilibrio, la
estabilidad.
Terminé en el cuarto de baño y me tomé mi tiempo caminando de
nuevo a mi escritorio, preguntándome si debía encontrar la manera de
decir al Sr. Banger que no podíamos hacer esto. No podía permitirme ser
conquistada por él. No sería bueno para ninguno de los dos. Visiones de
un romance de oficina yendo mal destellaban a través de mi mente.
Y en el fondo... no me sentía lo suficientemente buena para él. El
señor Banger me intimidaba. Una debutante de Park Avenue habría lucido
mejor en su brazo que una chica anticuada con caderas demasiado
grandes y un acento que indicaba su procedencia de clase trabajadora.
El señor Banger y yo éramos una terrible pareja. Entonces, ¿por qué
se sentía como si estuviera tratando de convencerme de eso?
Suspiré y me desplomé en mi silla, abriendo mi ordenador portátil
para empezar a investigar las obras de caridad a las que el señor Banger
podría querer donar.
Lanzarme al trabajo era mi único respiro de la abrumadora tensión
sexual que se mezclaba entre nosotros.
Pasé las siguientes horas investigando y tomando notas de docenas
de diferentes organizaciones benéficas para mostrar al Sr. Banger.
Alrededor de la una, mi teléfono sonó.
—¿Oficina de Tobias Banger?
—¿Has trabajado durante el almuerzo? —El gruñido del señor Banger
hizo que mi columna se estremeciera.
—Uh, sí. He estado investigando algunas obras de caridad…
—Ordénanos algo para comer. Estoy hambriento.
Nosotros. Había dicho nosotros.
—S-seguro. —Busqué la lista de sus lugares para llevar favoritos.
—Compra lo que te guste, Ellis.
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Una hora más tarde estaba en su oficina con mis tacones fuera y las
piernas metidas debajo de mí en el sofá de cuero delgado que se situaba
contra una pared.
—Me gusta este. —El señor Banger tocó una de las páginas de
caridad que había impreso—. Me gustaría ayudar a los niños
desfavorecidos. Siempre he donado a algunas organizaciones benéficas
personalmente, pero me gustaría tomarlo a mayor escala. Realmente hacer
un impacto. Obtener centros comunitarios construidos en algunos de
estos barrios del interior de la ciudad, financiar programas después de la
escuela, actualizar la tecnología y obtener mejores suministros a las
escuelas de bajos ingresos. Incluso me gustaría patrocinar una clase
entera de niños de preescolar de la escuela pública a la que fui y pagar su
matrícula universitaria... ¿puedes investigar eso para mí?
—Eso suena... increíble. Todo el mundo dice que quiere ayudar a los
niños menos privilegiados, pero tú tiene ideas reales. Crecí en Evanston,
que no es exactamente un barrio duro, pero todavía trata un montón de
delitos menores. Estos niños necesitan un lugar donde ir —dije,
sintiéndome mucho más cómoda ahora en su oficina y en su presencia.
Desde que había tomado la decisión de que lo que fuera que había entre
nosotros no podía ir más allá, había liberado algo de mi ansiedad por estar
con él. Claro, era devastadoramente guapo y llenaba un traje mejor que
cualquier modelo de Armani, pero también era encantador, un gran
oyente, y tan interesado en la gente. Realmente se preocupaba por las
personas, y eso era algo que nos conectaba.
—Crecí en el lado este. —Sus ojos se elevaron antes de que volviesen
a su plato—. La parte de la ciudad en la que ningún niño debería tener que
crecer.
Mis ojos se agrandaron. Había asumido que había crecido con la
riqueza que llevaba tan bien. Su porte y sus modales eran dos de las
primeras cosas que había notado en él.
—Sé de primera mano lo mucho que esos niños necesitan un lugar
seguro para ir. —Se levantó y caminó a través de la habitación. La manera
en que la tela de sus pantalones de traje abrazaba su trasero, los
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pecado…
Debo haber estado en el infierno.
Agarró un archivo de un cajón antes de arrojarlo sobre la mesa entre
nosotros.
—Esas son las obras de caridad a las que he estado donando
también. Me gustaría darles más.
Abrí el archivo y encontré una lista de por lo menos media docena de
organizaciones benéficas, incluyendo el Club de Niños y Niñas y otros
refugios en el centro de la ciudad.
—Estos son geniales.
Asintió, enrollando las mangas blancas de su camisa hasta los codos
y revelando tatuajes coloridos e intrincados que se arrastraban alrededor
de sus antebrazos y desaparecían bajo la tela.
La visión de ellos me sorprendió y solo se añadieron a su enigma.
¿Qué significaban? ¿Cuándo los había conseguido? Y dulce Jesús, ¿había
más?
Nunca había sido una fanática de los tatuajes, pero verlos en él, tan
inesperado, como si revelaran algo escondido sobre su vida, cambiaba mi
opinión. Tobias Banger no habría puesto tinta en su cuerpo sin una razón
para ello. Luché para darle sentido al diseño, pero no quería pasar
demasiado tiempo mirando.
—Los he tenido durante años —dijo, probablemente captando mis
miradas.
—¿Hay más? —pregunté antes de pensar dos veces.
Asintió, su mirada enfocada en la mía.
—Tengo unos cuantos.
—Son hermosos. —Me acerqué y arrastré un dedo hasta lo que
parecía la cola de un dragón enredado alrededor de su antebrazo—. Los
colores son increíbles.
—He pensado en quitarlos.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté, de repente triste por el pensamiento
de verlo sin ellos.
—No soy la misma persona que era cuando los conseguí. —Se encogió
de hombros como si no fuera gran cosa, pero parecía ser la cosa más
grande. Sonaba como si no estuviera orgulloso de la persona que había
sido.
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—¿Qué pasa si meto los dedos entre tus muslos y te hago culminar
tan fuerte que grites?
Página
Me senté estupefacta, cada obstinado nervio en mi cuerpo rogaba que
lo hiciera.
Di que sí. Deja que te ponga las manos encima. Déjalo tomar todo lo
que tienes.
Tragué el nudo en mi garganta, mis pezones apretando dolorosamente
como si el relámpago hubiera reemplazado la sangre en mis venas.
—Deberíamos elegir algunas organizaciones benéficas y ponernos en
contacto con ellas.
Su sonrisa se profundizó cuando se dio cuenta que había llegado a
mí. Maldito sea.
Me alejé, rompiendo el hechizo entre nosotros y volviendo mi atención
a los papeles extendidos en frente de nosotros.
—Me gusta lo que piensas. —Sonrió, y supe que sus palabras
significaban mucho más de lo que había revelado.
Tobias Banger me estaba volviendo loca, una sonrisa lenta y sexy a la
vez.
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Página
Seis
Tobias
—E
se color destaca la tonalidad cremosa de tu piel. —
Apoyé una cadera contra el escritorio y crucé los
brazos. Mis ojos siguieron la curva de sus caderas
hasta las mejillas de su trasero que estiraban esa falda lápiz apretada. El
dolor irradiaba a través de mis bolas. La necesidad de caer de rodillas,
levantar esa falda con mis manos y follarla con mi lengua era fuerte. ¿Qué
diría la dulce pequeña Ellis cuando deslizase un dedo por su ardiente coño?
Hice mi misión el averiguarlo.
Se volvió y me clavó su mirada.
—Estoy segura de que eso no es exactamente lo que pretendías decir.
—¿Te gustaría saber lo que quería decir? —Me acerqué a ella con
pasos cortos—. Quería decir que tu trasero se ve muy bien en esa falda
lápiz. Pero se ve genial cada día, y estoy empezando a pensar que llevas
estas faldas ajustadas, camisas metidas y abotonadas, para volverme loco.
Me hace querer enredar mis manos en tu cabello. —Pasé mis dedos a
través de sus oscuros rizos—. Y follarte con la lengua hasta que tus labios
estén magullados.
Los dedos de Ellis se aferraron a mis hombros antes de que sus ojos
revolotearan hasta cerrarse.
—Voy a hacer copias de estos.
Dejó caer los brazos y buscó el archivo sobre la mesa.
—Eres determinada cuando decides algo, ¿verdad? —comenté.
—No sabes cuánto.
—Bueno, cariño, quizá no sepa lo que te enciende, pero sé cómo
acariciar las llamas —tarareé la última palabra en su oído.
Pequeños trazos de piel de gallina aparecieron en su piel antes de que
apretara su mandíbula y se volviera hacia la puerta.
—¿Ellis?
—¿Hmm? —Se dio la vuelta, los ojos abiertos y el cabello flotando
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—¿Tú?
Página
Jadeé.
—Eso no suena como mi idea de diversión.
—¿Qué clase de diversión podríamos tener encerrados en un armario
toda la noche? —Hizo una mueca.
Mis ojos se sumergieron en el indicio de escote visible desde este
ángulo.
—Puedo pensar en la cantidad suficiente.
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Página
Siete
Ellis
para estar intacta. Quiero decir, me cuesta creer que nadie haya venido y
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—¿Eso es todo? Solo, ¿no? —¿No había dicho que era un libro abierto?
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Página
Ocho
Tobias
S
u cuerpo se estremeció bajo mi toque.
Su piel fue erizándose a lo largo de su cuerpo cuando
arrastré mi lengua por la delicada línea de su cuello. Un
pequeño gemido escapó de sus labios cuando cogí el lóbulo de
su oreja entre mis dientes.
—Eres la mujer más hermosa que he visto.
Los dedos de Ellis agarraron mi cabello, enviando afluentes de
necesidad corriendo por mi cuerpo. Por primera vez en mi vida, pude
sentir. Había pasado tantos años con una muralla alrededor de mi
corazón, pero después de una simple mirada de Ellis, de unas horas en
presencia de su generoso corazón y su radiante sonrisa, estaba
enganchado.
—Cierro los ojos por la noche, y veo tu sonrisa. Soy un maldito loco,
pensando en cómo te sentirías debajo de mis manos. —Coloqué mis
palmas a ambos lados de su cuerpo, resbalando las yemas de mis dedos
bajo las correas cremosas de esa delgada excusa de parte superior—. No
puedo dejar de preguntarme qué ruido harás cuando te pruebe.
Los ojos de Ellis se cerraron, sus dedos agarrando mi cabello antes de
aplastar sus labios con los míos.
Presioné mis labios contra los suyos en un beso que estaba destinado
a decir una sola cosa, la poseía.
Su cuerpo se suavizó, sus labios se separaron, y sumergí mi lengua
dentro de ella con fuerza y rapidez, saboreándola, totalmente desesperado
por mostrarle que era mía.
—Eres jodidamente mía, Ellis.
Jadeos suaves sacudieron su cuerpo, sus labios magullados pidiendo
más. Nuestras bocas se encontraron de nuevo, las lenguas retorciéndose
mientras lentamente tiraba de la cremallera de su falda. Ellis se alejó,
deslizando su falda por sus curvilíneos muslos y revelando su magnífico
cuerpo para mí por primera vez.
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Página
—Jesús, voy a explotar. —Palmeé mi polla dolorosamente apretada
contra mi cremallera, mientras ella se tendía en el suelo debajo de mí, solo
el trozo de una tanga separando su dulce coño de mi boca.
Separando sus muslos con las manos, situé mis caderas entre sus
piernas y deslicé mis manos por la suave caída de su estómago,
empujando su delgada parte superior por su piel y disfrutando del rubor
que le subía por el pecho y el cuello. Moví el pedazo de tela sobre su
cabeza y lo dejé caer, mis manos en su cuello mientras la besaba de
nuevo. No podía tener suficiente de su jodido gusto, su toque, toda ella.
Ellis me embriagaba.
—No puedo esperar para sentirte. —Su mano se deslizó entre
nosotros, palmeando la cresta de mi polla y volviéndome malditamente
loco.
—Voy a follarte tan profundamente que vas a sentirme mañana por la
mañana. —Pasé mi pulgar a través de su tierno pezón y lo vi endurecerse y
oscurecer, desesperado por más de mi atención—. ¿Estás lista para esto?
Sus deslumbrantes ojos se cerraron de golpe antes de atrapar su
labio inferior entre sus dientes y asentir.
Le cogí la barbilla con la mano.
—Mírame.
Sus ojos se abrieron, sosteniendo intensamente mi mirada.
—Ahora dime que quieres sentirme —ordené.
Sus ojos ardían con algo oscuro, sexy, incontrolable.
—Quiero sentirle, señor Banger.
Mi corazón martilleó cuando sus dedos asaltaron el botón de mis
pantalones y deslizaron la cremallera. Mi polla se flexionó ansiosamente.
El roce de sus nudillos me volvió loco.
—Dime, pequeña, ¿estás en control de natalidad?
El fuego ardía en sus ojos antes de que abriera su bonita boca.
—No, señor.
Un gruñido incontrolable atravesó mi garganta mientras mis manos
buscaban instintivamente su carne.
—Bueno. Quiero mi semen enterrado profundamente dentro de tu
muy pequeño coño. —Deslicé un dedo entre sus suaves pliegues—. ¿Estás
lista para correrte, gatita?
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mientras empujaba mis pantalones y boxers por mis caderas. Los pateé y
luego acomodé mi polla dolorida, gruesa y pesada, entre nosotros.
—Quiero probarte primero. —Sus ojos estaban abiertos mientras
observaba cómo sus palabras casi me mataron. Me senté sobre mis
rodillas, devorando cada movimiento suave que hizo mientras se inclinaba
hacia mí y envolvía sus pequeños dedos alrededor de mi polla, casi me hizo
correrme con sus suaves toques. Su lengua corrió hasta la base de mi
polla, y sonrió al llegar a la punta.
—Jesús, Ellis. —Pasé las manos por su largo cabello, sosteniéndolo
suavemente mientras succionaba la longitud de mi polla, sus mejillas
ahuecadas, luego lamió y giró de nuevo—. Dios, no puedes hacer esto más.
Se congeló, mirándome como si hubiera hecho algo mal.
—¿Por qué?
—Porque si no te pruebo, voy a perder mi mente, cariño. —Agarré sus
caderas y la levanté, mis palmas cubriendo las curvas mejillas de su
trasero con las que tanto había soñado—. Eres irresistible. —Pasé un dedo
por el fino hilo de tela que corría entre sus nalgas—. Es una cosa muy
buena que no supiese que estabas usando estas pequeñas cosas debajo de
esas faldas. —Tiré de la tela dela tanga a través de los labios de su coño,
disfrutando de la forma en que su excitación empapó la tela—. Todo en tu
cuerpo me quiere. Puedo sentir el olor que me suplica que te tome.
—Oh Dios —gimió y movió sus caderas mientras mi pene palpitaba.
—¿Soy el primer hombre en probar este dulce coño, Ellis?
—Sííííí, Tobias—dijo una vez que había deslizado las bragas de sus
piernas.
Amasé la carne de su trasero con mis manos. Estaba desesperado por
reclamar cada centímetro de ella.
—Eres una buena chica —dije con las manos en sus nalgas, la punta
de mis dedos trabajando más cerca de su brote fruncido—. Entonces
supongo que voy a ser el primero en tener eso también. —Lo rocé con un
nudillo, disfrutando de la forma en que se estremeció y jadeó por la
sensación—. Quiero poseer cada pedazo de ti, Ellis. Sin excepciones.
Su cabeza giró, su cabello oscuro a través de sus hombros cremosos
antes de que sus ojos se encontraran con los míos.
—No puedo esperar a que seas dueño de cada centímetro.
—Joder —gruñí, incapaz de controlarme un segundo más.
Me agaché y deslicé mi lengua por la línea de su empapado coño,
disfrutando de la forma en que sus muslos temblaban y se sacudían
contra mí. Enrosqué mi lengua alrededor del brote de su clítoris y la moví
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Página
Nueve
Ellis
G
emí en su boca cuando me inclinó hacia atrás, su lengua
ahondando más profundo mientras su larga y ridículamente
gruesa polla empujó entre nosotros. Sus caderas danzaban
contra las mías mientras me aferraba a su espalda, preparándome para su
primera intrusión. Mi corazón martilleaba mientras pensaba en él, en
nosotros, aquí y ahora mismo. Él era cada fantasía andante y parlante que
había tenido y nunca soñé que existía. Estaba presionado contra mí,
queriéndome, y estaba desesperada por darle hasta el último pedazo.
—Relájate, cariño, vamos a hacer esto lento. —Su aliento bañó mi piel
y envió un hormigueo a través de mi cuerpo.
Intenté calmar mi respiración mientras trazaba su bíceps con una
mano, mis yemas siguiendo ese intrincado tatuaje de dragón. La tinta
había sido grabada con precisión, envolviéndose alrededor del codo y por el
antebrazo. Era tan hermoso, diferente a lo que esperaba y mucho mejor.
Casi me eché a reír cuando pensé en el hombre con el que me había
entrevistado, en su traje azul marino, camisa de seda y elegante corbata a
rayas. Era tan intimidante. La forma en que dominaba una habitación
enviaba mariposas alrededor de mi caja torácica, pero este hombre... este
hombre con la boca sucia, los tatuajes y la lengua que hacía... eso, era
crudo, como un animal salvaje, hambriento y desesperado por devórame.
—Te tomaré de cualquier manera que pueda conseguirte, pero
mañana por la noche te quiero en mi cama. —Sus palabras se sintieron
como miel en mi estómago, haciendo su trabajo para relajarme entre sus
brazos—. Y una vez que te tenga en mi cama, quizás nunca te deje ir.
Me estremecí cuando besó mi cuello, sus palmas amasando mis
muslos y relajándome justo cuando su polla pasó por mi entrada. Respiré
rápidamente, pero no tuve la oportunidad de reaccionar antes de que su
lengua estuviera más allá de mis labios, su beso lento y generoso mientras
entraba poco a poco en mi cuerpo. Pasó sus manos a través de mi cabello,
sosteniendo mi cabeza contra la suya mientras empujaba con movimientos
controlados. Mis músculos se ajustaron a su tamaño, mis nervios
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Diez
Ellis
M
e desperté la mañana siguiente enroscada sobre el cuerpo
duro y tibio de Tobias, su mano enredada en mi cabello
mientras sostenía mi cabeza cerca de él. Envuelta a su
alrededor como un pretzel, nunca me había sentido tan protegida, tan
entera, tan increíble y jodidamente feliz. Había estado esperando por este
momento, este en-lo-profundo-de-mis-entrañas momento de no-puedo-
vivir-sin-ti. Mirando a Tobias ahora... eso era él. Era ahora. Estaba Segura.
Tobias murmuraba en sueños, acercándome a su cuerpo,
presionando mi cabeza contra el constante palpitar de su corazón.
Suspiré, incapaz de impedir que una sonrisa cegadora se formara en mi
rostro. Me acomodé de nuevo, mi espalda entumecida por dormir en el
suelo del armario.
Tobias había hecho todo lo posible para hacer una especie de nido
con nuestra ropa desechada, pero había sido una noche bastante
incómoda, aunque tuviera al hombre más hermoso para alguna vez llenar
un traje acurrucado a mi lado.
—Buenos días —murmuró Tobias, sus labios acariciando mi oreja.
—Hola —susurré, mis ojos sosteniendo los suyos.
—Eres aún más hermosa a primera hora de la mañana. ¿Cómo lo
haces? —Deslizó su pulgar por mis labios y sonrió.
—Tal vez fue el ejercicio de anoche.
—Creo que es porque luzco bien sobre ti. —Acercó más su cabeza—.
O dentro de ti.
Serpenteó una mano sobre mi cuerpo, acariciando entre mis muslos y
deslizando dos dedos entre la carne húmeda de mi coño.
—Todo acerca de ti me llama.
—Tobias... —gruñí mientras introducía dos dedos en mi interior, su
pulgar formando frenéticas figuras de ochos alrededor de mi clítoris hasta
que un orgasmo se construyó con fuerza y rápido en mi núcleo—. Oh Dios
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mío…
Página
—¿Qué te detiene?
Su mano giró, y mis piernas se convirtieron en gelatina, mi
respiración se tornó desigual y desesperada.
—Mmm... —murmuró retirando sus dedos de mi cuerpo y
deslizándolos en su boca—. Deliciosa.
—Tobias... —gruñí, el orgasmo se desvaneció tan rápido como había
llegado.
—La paciencia prolonga el placer, hermosa muchacha.
—La paciencia es agónica.
Su risa llenó la habitación.
—Entonces significa que lo estoy haciendo bien.
Gruñí, girando en sus brazos, y lo besé con ferocidad en los labios,
arrastrando mis dientes a lo largo de su labio inferior y moliendo mi
cuerpo contra su sólida polla. La respiración de Tobias se volvió pesada, la
oscuridad de sus ojos ardía con un deseo sin filtro.
—Sabes exactamente qué hacer para volverme loco.
—Entonces supongo que lo estoy haciendo bien. —Escogí ese
momento para pasar por debajo de su cuerpo que me enjaulaba, y
atravesé la habitación corriendo para entrar en mi armario.
Un gruñido frustrado fue la única respuesta que recibí.
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Página
Once
Tobias
—L
uce muy comestible esta noche, señorita Ford. —Tomé
su mano y la escolté desde mi Porsche Spyder.
—Me alegra que lo apruebe. Mi increíblemente
exigente jefe eligió este atuendo —replicó ella, con los ojos brillando a la
luz del atardecer.
—Es un hombre con buen gusto. —Besé sus nudillos antes de cerrar
la puerta detrás de ella y entregar mis llaves al encargado del
estacionamiento.
—Bienvenido a casa, señor Banger.
Asentí, presionando una mano contra la espalda de Ellis mientras la
llevaba a través del opulento vestíbulo de mi edificio. Nunca había traído
una mujer a casa. De hecho, aparte de las cenas ocasionales de negocios
aquí y allá, no tenía citas periódicamente. Había aprendido temprano en la
vida que cosas como el amor y la lujuria podían joder tu cabeza,
descarrilar tus planes, y dejarte con el culo al aire.
El día que cumplí diecinueve años y me desperté, después de toda
una noche de juerga, con tres hermosas chicas universitarias que no
conocía de nada, salí de ese camino firme y rápidamente, desde entonces
no había estado con ninguna mujer. Habían transcurrido más de quince
años. Me había sumergido en la construcción de una de las empresas de
más rápido crecimiento en Chicago, y nunca había posado una segunda
mirada en una mujer. Hasta que Ellis Ford vino a trabajar para mí.
—Entonces, ¿por qué el vestido de lujo si vamos a tu casa? —Ellis me
sacó de mis pensamientos.
La atraje hacia mi cuerpo, llamando al ascensor antes de responder.
—Porque verte en este vestido me hace querer arrancártelo con los
dientes.
Elevó las cejas, sus mejillas ardieron en un sonrojado sexy. La puerta
del ascensor se abrió de golpe y la escolté hacia el interior junto a mí.
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—Tobias...—gimió.
Página
Manipulé el musculo apretado, probando la tierna carne, mientras su
coño se apretaba alrededor de mí.
—¿Te gusta la idea de montar mi polla, chica hermosa? Tu coño está
goteando. Creo que significa que te gusta. —Deslicé mi pulgar hacia su
clítoris y pellizqué suavemente antes de que su coño estallara en ondas
pulsantes, succionando y masajeando mi pene dentro de su cálido
cuerpo—.Joder, Ellis...
Un orgasmo ardiente me atravesó, estrellándose en torrentes
frenéticos y provocando que viera las estrellas. Me desplomé contra ella,
sosteniéndola con seguridad y apoyando mi frente húmeda contra el frío
espejo.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró, sus labios haciéndome cosquillas en el
cuello y provocando que más oleadas de placer me atravesaran—. Ese fue
el mejor sexo que he tenido.
Reí en silencio, incapaz de moverme, antes de retirarme lentamente
de su dulce y húmedo calor y permitir que se deslizara a sus pies.
—Siendo honesto, y teniendo en cuenta que solo es tu segunda vez,
no creo que el listón esté demasiado alto aún.
Ellis se rió, sus mejillas todavía sonrosadas a causa de la profanación
de mi polla en todas las hermosas maneras que había estado soñando.
—Entonces supongo que tendré que practicar mucho.
Me reí, cerrando la cremallera de mis pantalones justo cuando el
ascensor llegaba lentamente a su parada.
—He conseguido el trabajo perfecto para mí.
Acerqué a Ellis, besando la parte superior de su cabeza antes de que
las puertas se abrieran y el vecino con el que compartía el último piso
asintiera hacia nosotros.
Su mirada se detuvo en Ellis y mis manos se cerraron en puños antes
de que desviara su mirada.
—Buenas noches, Larry.
El anciano asintió rápidamente, esperando que pasáramos antes de
subir al ascensor y presionar el botón.
—¿Crees que podrá oler el sexo?
—¡Tobias! —gritó mi chica, golpeando mi brazo antes de estallar en
un ataque de risa cuando las puertas del ascensor se cerraron—. Eres tan
obsceno.
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—Sí. —Caminamos por el largo pasillo, con las manos otra vez
Página
labios.
—Me alegro tanto de que me hayas invitado. —Deslizó las palmas de
sus manos por mi pecho, deteniendo las puntas de sus dedos sobre la
cálida piel de mi cuello y dejando lo que parecía su propia marca
abrasadora. Anhelaría el toque de Ellis todos los días por el resto de mi
vida—.Nunca he sido muy buena en confiar en la gente. Mis padres eran
tan buenos, tan bondadosos y amables... Crecí al abrigo de las cosas
malas de este mundo. —Hizo una pausa, sus ardientes ojos fijos en mí—.
Confiaba demasiado cuando era joven. Sé que esto suena tonto, pero
estuve con mi novio de la escuela secundaria durante dos años antes de
que me dejara inesperadamente un día y comenzara a salir con la capitana
del equipo de animadoras. Todo el mundo dijo que se abría de piernas y
por eso quería salir con ella, pero no importaba. Dolió. Estoy tan contenta
de no haber cedido las veces que intentó presionarme para tener sexo.
Imagínate si le hubiera dado mi virginidad a un idiota así.
Ellis se detuvo, presionando los labios de esa manera adorable que
hacía, como si estuviera desesperada por evitar que otros secretos salieran
de la tumba.
—Oye. —Sostuve sus manos entre nosotros—. Nunca tomaré ventaja
de tu corazón. —Apoyé la palma de mi mano sobre su pecho, donde su
corazón palpitaba erráticamente. Su ritmo igualaba el mío—. Sé lo
precioso que es.
Los ojos de Ellis se iluminaron antes de presionar sus labios contra
los míos en un lento beso que venía desde el alma. Nuestros corazones
estaban igualados, y rompiendo el suyo, solo rompería el mío. Nunca
podría, y nunca querría darle ningún motivo para llorar.
Quería su felicidad.
Quería su risa y sus sonrisas.
Quería su corazón por siempre, cada día.
—Confío en ti, Tobias. —Respiró contra mis labios, haciendo que mi
corazón se hinchara un poco más grande de lo que ya era—. Confío en ti
con mi corazón.
Sus palabras drenaron el aire de mis pulmones. Había cerrado su
corazón, justo como yo había hecho con el mío hace mucho tiempo, y
ahora estaba aquí, permitiéndome entrar. No podría haberla amado
cuando era más joven, mientras luchaba por salir de las calles o por llevar
a mi compañía a la cima. Pero ahora podía. Podía amarla con cada fibra de
mi alma. En ese momento, supe que quería estar con ella hasta el fin.
Ellis quitó una tonta lágrima de su mejilla antes de inhalar.
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Doce
Ellis
E
l vino tinto calentó mi garganta mientras las manos de Tobias
prendieron fuego mi piel.
—Gracias por la cena. No esperaba que tus habilidades de
recalentamiento fueran tan buenas.
Tobias rió mientras sus manos se sumergían por debajo de mi cintura
y entraban en el agua cristalina de la piscina climatizada de su azotea.
Esta noche había sido un sueño, y ni siquiera estábamos cerca de
terminar.
—Este traje de baño te queda como si estuviera hecho para ti. —Metió
un dedo debajo de la correa en mi cadera que sujetaba la tela blanca
cremosa.
—Eres demasiado generoso. Podría haber traído el mío.
—Quería uno para guardarlo aquí. Detenerme en La Perla para ti fue
un placer. —Tiró del lazo de mi cintura—. También he recogido algunos
artículos más con tiras.
Mi coño zumbó cuando la tela cayó de mis caderas. El agua se elevó
entre mis muslos mientras Tobias se apretaba entre ellos.
—No sé por qué te has molestado en gastar el dinero. Tienes
tendencia a desnudarme tan pronto como me pongo la ropa —bromeé y
enganché mis piernas alrededor de su cintura, montado la cresta de su
pesada polla y estremeciéndome en un torrente de sensaciones.
—Me gusta desenvolverte. —Sus labios ardieron contra mi piel
mientras sus dedos empujaban entre mis pliegues resbaladizos y se
deslizaban dentro de mi cuerpo.
Respiré con dificultad y agarré su revuelto cabello.
—Me gusta hacerte ronronear. —Su pulgar giró, sus dedos
enganchándose dentro de mí y golpeando un profundo y delicioso brote
dentro de mi cuerpo—. Me gusta hacerte mía.
—Tobias. —Un lento orgasmo rodó a través de mí, mi cuerpo cálido y
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Trece
Tobias
D
esperté con la hermosa Ellis acurrucada a mi lado, las suaves
subidas y bajadas de su pecho mientras respiraba, eran un
bálsamo para mi alma.
Nunca me había sentido así. Durante mucho tiempo, pensé que
nunca podría hacerlo. La vida me había quemado demasiadas veces a lo
largo de mi niñez y adolescencia. Pero estaba aquí, me gustaba creer que
era por lo menos un poco más fuerte por mi pasado, y la había
encontrado.
Si ella era la recompensa, toda la lucha para llegar aquí valió la pena.
Suspiré, buscando el teléfono en mi mesita de noche y abriendo mis
correos electrónicos para confirmar que tenía la cita que pedí a Jenny que
hiciera ayer.
Seguramente la tomé por sorpresa, pero si la calma que se extendía
por mi cuerpo era una indicación, Ellis era la chica adecuada para mí, y
no tomaba amablemente la espera. Cuando me asentaba sobre algo, lo
quería ya. Y muy a menudo lo conseguía.
Pasé a través de los nuevos correos electrónicos en mi bandeja de
entrada, sorprendido por encontrar uno de Chicago Daily News titulado
“Conexiones turbias”.
Fruncí el ceño abriéndolo suspicazmente y leyendo las primeras
líneas.
Mi visión se hizo borrosa.
Mi cabeza palpitó.
¿Qué coño era esto?
¿Después de todos estos años?
Gruñí, mis dedos temblaron cuando dejé caer el teléfono en mi mesita
de noche y me deslicé fuera de la cama, tratando de no despertar a Ellis,
pero muy enfadado para contenerme un segundo más. Corrí a través de la
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Página
Catorce
Ellis
P
reocupada, mordí mi dedo mientras observaba a Tobias a través
de la puerta acristalada que se abría a su brillante oficina. Por
encima de las nubes, el hombre que me había robado el corazón
estaba al teléfono, el cabello salvaje tras haber pasado los dedos por él
todo el día, un ceño fruncido permanente grabado en su rostro.
Nunca lo había visto así.
Entré a la hora del almuerzo, preguntándole si quería que ordenara
algo, y solo sacudió la cabeza y tomó el teléfono de nuevo con expresión
irritada.
Mi corazón cayó un poco.
Nunca pensé que sería del tipo que te ignora después de...
especialmente después de que...
¡Le había dejado follar mi trasero! Me había encantado. Me había
encantado la forma en que me había tranquilizado, y fue tan suave, tan
amoroso, tan consciente de cada una de mis respuestas…
Pero se despertó agitado y apenas me miró en el baño. Tal vez había
sido una tontería esperar sexo de ducha, pero nunca se había apartado de
mi cuerpo desnudo. O mi cuerpo vestido. Nunca había perdido la
oportunidad de tener sus manos sobre mí, y prácticamente le rogué que lo
hiciera frotándome contra él en la ducha. Mis pezones habían estado
duros y doloridos por el remolino de su lengua, el pellizco de sus dedos, el
calor oscuro en su mirada que enviaba mis hormonas a un caos de lava
fundida.
Me levanté unos minutos más tarde, cuando Tobias se puso en pie, se
puso su chaqueta de traje y agarró su maletín y teléfono. Sus ojos
cruzaron la habitación y se encontraron con los míos a través del grueso
cristal. Me observó atentamente antes de tomar pasos medidos a través de
su oficina y la puerta.
—Hoy me voy temprano —murmuró—. Ha sido un día largo. Por
favor, toma el resto de la tarde libre, Ellis. —Se acercó un poco más a mí,
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Me dolía el estómago.
Página
—No conoces a esta gente, son un grupo despiadado. Es por eso que
Página
estas caridades significan tanto para mí. Los niños merecen saber que
importan. Necesitan un lugar al que ir, donde mantenerse ocupados y
aprendan que son inteligentes, dignos, y pueden lograr más que sus
sueños salvajes. Yo era ese chico, Ellis, y no quiero que ningún niño viva
la misma vida que yo. —Sus palabras ardían de desamparo—. Por eso te
necesito en mi vida más que nunca. Me mantienes sano, en la tierra y
totalmente centrado.
Me acurruqué en su cuello, respirando la embriagadora mezcla de
todas las cosas de Tobias Banger.
—¿Vienes a casa conmigo esta noche? —Presionó sus labios contra
mis nudillos.
—Cada noche —susurré antes de besarle los labios, agradecida de
que me hubiera confesado lo que había estado atormentándole. Me negué
a dejar que ese oscuro resplandor se apoderara de sus ojos durante más
tiempo. Tobias era demasiado bueno, demasiado amoroso, y demasiado
entregado, para ser perseguido por un demonio que ni siquiera era suyo.
—Durante muchos años, mi vida era oscura. Un niño criado en las
calles no tiene mucha esperanza, pero he trabajado duro para probarme,
para convertirme, en el hombre de éxito que soy. Pero hay una cosa que
nunca tuve.
—¿Cuál? —susurré.
—Tú. Te he necesitado siempre.
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Página
Primer Epílogo
Tobias
—C
reo que necesitamos la segunda ronda en el armario.
—Mis manos resbalaron por sus curvilíneos muslos,
los pulgares rozando el calor entre sus piernas.
—Ya me has tenido una vez esta mañana. —Sus delicados dedos se
arrastraron por mis bíceps y enviaron punzantes escalofríos a través de
mis bolas.
—Y no fue suficiente. —Mis caderas presionaron contra ella, mi
palpitante polla entre nosotros—. Dame cinco minutos. —Deslicé una
mano entre sus muslos y enganché mi pulgar en sus bragas.
Se estremeció, sus dedos se aferraron a mi pecho mientras suspiraba.
—Nos están esperando.
—Deja que esperen. —Aparte a un lado sus bragas y hundí dos dedos
en ella, agradable y lento, observándola torcerse con placer.
—Oh, Jesús. —Su cuerpo se arqueó hacia mí como el de una
bailarina, sus tetas llenas presionándose contra mi pecho.
Mordisqueé el pequeño pico que estiraba la tela de su vestido,
disfrutando de los lloriqueos que caían de sus labios.
—Tobias, cariño...
—Solo sigue cantando mi nombre. Deja que te oigan. —La follé con la
palma de mi mano. Quería que cada maldito hombre de este edificio
supiera que había sido reclamada, pero también quería guardar sus dulces
sonidos para mí.
Era celoso, posesivo, me negaba a dejarla fuera de mi vista por un
segundo. Tenía miedo de que se diera cuenta que era demasiado buena
para mí y me dejara destrozado.
Solo había una manera de arreglarlo.
Reclamarla como mía, reclamarla para siempre.
Hundir mi semilla dentro de su precioso coño y poner a mi bebé en su
76
hermosa.
Página
Saqué mi polla de su cuerpo y presioné una mano entre nosotros,
jugando con el jugo que cubría sus muslos. Los mezclé y deslicé mis dedos
de nuevo dentro de su coño.
—Quiero que todo el mundo sepa que estás fuera de los límites. —
Deslicé mis dedos empapados de nuestro sexo por el escote de su vestido y
por su cuello, dejando un sendero dulce y reluciente—. Espero que me
huelan en ti.
Sus ojos se cerraron cuando empujé mi dedo en su boca. Su lengua
se retorció alrededor de mis dedos y probó su sabor de mí.
—¿Te gusta el sabor de tu coño? —gruñí, reemplazando mis dedos
con mis labios. Mi lengua empujó más allá de la comisura de su boca y la
follé—. Es mi sabor favorito.
Su respiración se aceleró, y sus pezones se tensaron con mis
palabras.
—Una cosita tan traviesa. Nos vamos a divertir mucho. —Golpeé un
dedo contra sus labios y luego deslicé su falda de nuevo por sus piernas.
Metí las bragas en mi bolsillo, guardándolas para mi alijo, como el sucio
rudimental hijo de puta que era, luego le puse una mano en su espalda—
.¿Lista para la fiesta?
—Estoy lista para hacer muchas cosas, pero compartirte con
cualquier otra persona no es una de ellas. —Bufó, sus labios se
convirtieron en un adorable puchero.
—Aww. —Le cogí la barbilla con el pulgar—. Te ves linda cuando estás
desesperada por mi polla.
Sus ojos se estrecharon en mí antes de que frunciera sus labios y
plantara un beso en los míos. Me dolía el corazón, estaba tan lleno, y eso
era algo que nunca había sentido antes. Ellis solamente había sacado a
este hombre en mí, que ni siquiera sabía que existía.
Abrí la puerta de la oficina y, con una palma en la espalda de mi
chica, la acompañé por el pasillo hasta la sala de conferencias donde se
preparaban bebidas, aperitivos y dulces.
Jenny salió corriendo cuando nos acercamos, pero se detuvo
instantáneamente cuando nos miró.
Arqueó una ceja con una sonrisa.
—¿Otro rapidito en el armario?
La boca de Ellis se abrió en una dulce O, y mi risa debió haber
resonado en cada pared en la planta superior.
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Página
Segundo Epílogo
Tobias
—H
ola, papi. —La dulce voz de Ellis resonó contra mi
oído.
—Mmm... —Por instinto mis manos se
envolvieron alrededor de su cintura y tiré de su
suave y caliente cuerpo sobre el sofá conmigo—. No puedo esperar porun
poco de tiempo de tú y yo.
La suave risa de Ellis susurró a través de mi cuello mientras sus
manos se retorcían en mi cabello, un beso lento explorando más allá de
mis labios. Habíamos estado casados por cinco años, habíamos pasado por
tanto juntos, todo bueno. Y seguía mejorando.
—Todavía no estás fuera del horario de trabajo. —Se apartó y
susurró—. Alguien te quiere en la otra habitación.
Sonreí, sabiendo exactamente de qué estaba hablando, antes de
presionar un beso más contra sus labios, disfrutando cada momento que
podía robar con ella.
La mano de Ellis estuvo envuelta en la mía un momento más tarde,
mientras caminábamos por el largo pasillo y nos dirigimos a uno de los
dormitorios adicionales.
El dormitorio de mi apartamento, nuestro apartamento, ahora
convertido en un cuarto de niños.
Para los mellizos.
—¡Beso de buenas noches, papi! —El chillido alegre de mi hija resonó
por la habitación, su hermanito se volvió con los ojos llenos de sueño y
tarareó en acuerdo.
—Buenas noches, duerme bien, dulce Charlotte. —Envolví a mi hija
de trece meses en mis brazos, absorbiendo el olor de su cabello, los suaves
oscuros rizos que corrían en tirabuzones por su espalda—. Te quiero hasta
la luna y más allá.
—Te amo. —Charlotte se acurrucó más profundo en mi pecho, sus
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Página
Tercer Epílogo
Ellis
Página 86
The Long Ball
E
l jugador estrella con pasado problemático...
Cash Greenwood escapó de un pasado difícil convirtiéndose en
una estrella del béisbol. Ahora, gracias a su extraño doble
talento como lanzador y bateador, es uno de los jugadores más
preciados de la Liga Mayor, y todo su esfuerzo está dedicado al
deporte. Nunca ha tenido ningún interés en las mujeres, hasta que conoce
a una que no quiere tener nada que ver con él.
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Página
Cash
nada por mí. Vivía y respiraba el juego, tanto que no podía imaginar qué
Página
más estaría haciendo si no fuera esto. Tenía un solo foco, y era ganar el
World Series. Había estado jugando al béisbol durante once años con la
MLB, y era lo único que se me resistía. Era conocido como el mejor jugador
en la liga y, sin embargo, no tenía ese título bajo mi cinturón. Mis años de
jugar se estaban acabando, un jugador profesional estaba alcanzando el
límite a los treinta, pero era el sueño que no había alcanzado todavía.
—Vamos, hombre. No quiero molestar al entrenador.
Rod dejó caer su vaso sobre el mostrador, con los ojos brillantes de
excitación.
—¿Quieres hacer apuestas sobre lo rápido que puedo levantar la falda
de la chica de analítica?
—Todavía no la has visto. —Salimos por las puertas del bar, la tarde
calentaba mi piel mientras caminábamos por el corto bloque hasta el
estadio. Hoy teníamos una reunión con la que sería la nueva firma oficial
de análisis de estrellas para el club, antes de la inauguración de mañana.
Había estado esperando meses para este día, el tiempo entre los playoffs y
la temporada de apertura siempre dejaba un pozo de pavor en mi
estómago. Si pudiera jugar los doce meses del año, lo haría.
Cruzamos las puertas del estadio caminamos al vestuario. Asentí al
entrenador cuando entramos y saludamos a algunos de los otros chicos
mientras todo el equipo se estableció en los bancos del centro de la
habitación.
—No quiero tomar mucho de su tiempo, por lo que iré al grano. —El
entrenador miró alrededor de la habitación—. Algunos de ustedes han
estado jodiendo, así que necesitamos concentrarnos si queremos tener una
buena temporada. No espero milagros, pero sí que presten atención. No
más payasadas. Manténganse enfocados. Espero que cada uno de ustedes
mejore sus promedios para el final de la temporada. Quieran o no, las
estadísticas están hacia abajo, chicos. Necesitamos a todos concentrados
en el juego si queremos mejorar y tener alguna ventaja este año. Delilah
Gray, de Lionsgate Analytics, está aquí para ayudarnos a hacer eso. Estará
con nosotros cada partido, cada día, toda la temporada. Me enviará las
estadísticas durante el juego, y quiero que sintonicen sus promedios.
Supérense cada noche. —Miró alrededor de la habitación, deteniéndose
por un momento en Rod—. Y por favor, traten a Delilah con respeto. Sabe
que necesitamos ayuda, pero no necesita saber que son un puñado de
animales. —Dios, me encantaba el entrenador. Tan estable y tranquilo. Él
era la razón de que este equipo fuera genial. Sin él, todos seríamos un
montón de animales en el campo.
El entrenador abrió la puerta del vestuario y caminó dentro una
jodida visión.
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espero que no nos lleve mucho tiempo obtener un promedio. ¿Alguien tiene
preguntas para mí?
—Sí, ¿tienes planes esta noche, cariño? —Ese fue Rod, y casi empujé
el puño en su estómago por eso. Observé que la mandíbula de Delilah se
marcaba. Era dura, me di cuenta. Me gusta eso. Me gustaba que no
tomase nada por sentado. Ya había tenido suficiente de las mujeres
tomando las cosas por sentadas, por lo que el luchador en mí, fue atraído
por el fuego en ella.
—Permíteme dejar otra cosa clara: si alguien me llama encanto,
muñeca, bebé, o cualquier otro término degradante cariñoso de nuevo, no
puedo prometer que no sientan mi elevado tacón en sus bolas. No trabajo
bien con hombres que actúan como animales. Estamos aquí por una cosa
y una sola cosa, conseguir este equipo en forma para ganar este año.
Apreciaría que no actuaran como idiotas en el proceso. ¿He sido clara?
El fuego ardía a través de mis venas cuando giró y salió por la misma
puerta por la que había entrado. Bien, maldición, después de treinta años
finalmente encontré a una mujer que podía hacerme tomar nota, darme
ganas de perseguir. Y no solo perseguirla, sino amarrarla y sostenerla
contra mí, atarla a mí en todas las formas posibles.
—Bueno, me alegro de que todo haya ido bien. —El entrenador pasó
una mano por su cabello gris—. Cash, tú primero.
La seguí fuera de la habitación hacia la suite más pequeña de al lado.
Cuando entré, ya estaba sentada en el pequeño escritorio, unos papeles
extendidos ante ella, los brazos cruzados sobre su pecho mientras
esperaba. Lamí mis labios cuando la vi. Dios, era algo más, toda dura y
nerviosa, pero tan suave y delicada al mismo tiempo… Llevaba una camisa
blanca y abotonada debajo de su chaqueta, y aunque no mostraba piel
alguna, supe que el bonito envase no era nada comparado con el delicioso
regalo de su carne. Tenía la camisa abrochada casi hasta el mentón, pero
eso solo me hacía querer estallar esos botones con mis dientes y pelar la
tela de su cuerpo, explorando cada centímetro con mi lengua mientras lo
hacía.
Sacudí la cabeza para borrar las imágenes de su cuerpo desnudo
desplegado ante mí, un país de las maravillas esperando por mí, y me
senté, bastante incómodo, en el asiento frente a ella.
—¿Cash Greenwood? —Sostuvo una hoja de papel, mi foto de equipo
en blanco y negro impresa en la parte superior.
—Ese soy yo. —Crucé mis brazos, relajándome en mi silla mientras la
miraba de forma interesada.
—¿Por qué crees que el entrenador me pidió que me sentara contigo?
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uso excesivo. Cómo no tienes una puta ETS está más allá de mí. Espero
que envuelvas esa polla antes de usarla.
—No esta polla, hombre. Tengo una gran resistencia. Y sí, imbécil,
siempre envuelvo a la pequeña Rod. Gran papaíto se encarga de su
pequeño hombre. —Rod agarró su polla, sonriendo como un idiota cuando
entramos en el ascensor.
—Jesús, ¿qué mierda ve Gina en ti? Eres un maldito idiota. Tienes
veintinueve años y acabas de darle a tu basura un apodo. Dile que digo
hola y que debería deshacerse de tu culo. —Toqué el botón del penthouse.
Hizo una pausa durante un minuto mientras el elevador zumbaba por
dieciocho pisos.
—Únete a nosotros si te aburres. Montones de pizza, y Gina dice que
eres dulce, no como los otros bufones del equipo, así que eres bienvenido
en cualquier momento. Pero no la toques, hombre. Está fuera de los
límites.
Me reí de la vehemencia en su voz, Rod pudo haber querido negarlo,
pero Gina lo tenía por las pelotas.
—Gracias, hombre. Pero creo que he terminado por esta noche, sin
embargo. Sobras y un juego de béisbol serán para mí.
—Sabes, realmente deberías encontrar una chica, Greenwood.
Alguien que vaya a tu casa por la noche en lugar de pasar todo ese tiempo
solo. O mejor aún, un pedazo de culo sexy que joda tu cerebro un rato.
Asentí, torneando sus palabras en mi cabeza. Yo quería eso. Quería
una buena mujer y niños corriendo alrededor de mis piernas. Pero no
quería lo que había tenido cuando era niño. De ninguna manera quería
eso para cualquier hijo mío.
—Gracias por el consejo, hombre de las cavernas.
Asintió, las puertas se abrieron una vez que nos detuvimos.
—Hasta luego, hermano.
—Hasta más tarde —dije cuando las puertas zumbaron cerradas.
Nunca había estado tan agradecido de estar solo en mi vida. Me di cuenta,
sin embargo, que anhelaba su compañía. Sería más que feliz de pasar
tiempo con Delilah Gray cualquier día de la semana. 99
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Aria Cole
A
ria Cole es una ama de casa de treinta y tantos años que una
vez se sintió mal por leer libros sucios a altas horas de la
noche, hasta que decidió escribir sus propias novelas. Los
hombres alfa posesivos y las heroínas descaradas que los aman son
frecuentes en ellas, junto con una saludable dosis de irresistible insta-love
y felices por siempre tan dulces, que sus dientes pueden doler.
Si quieres una buena historia HOT, con final feliz, y que no te tome
toda la vida leer, ¡piérdete en un libro de Aria Cole!
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continuación.
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