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¿QUÉ ES LA ORACIÓN?)
15 JULIO, 2017 RAFAEL BELTRAN
La oración es el medio que Dios nos ha dado para comunicarnos con Él. Algunos cristianos
han dejado de rezar porque no ven que sus oraciones sean escuchadas, de forma que se
desalientan e incluso llegan hasta dejar de hacerlo por completo. En este artículo trataremos
de ayudarlos para que sus oraciones mejoren, al explicarles el propósito de la oración y
cómo rezar eficazmente.
¿Qué es la oración?
Rezar no tan sólo es una invitación, es un mandamiento. Jesús nos lo hace saber en Su
Palabra:
“Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles
que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.” — Lucas 18:1
(NTV)
“Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta
es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” —
1 Tesalonicenses 5:17-18 (NTV)
Cuando cumplimos la voluntad de Dios, Él nos recompensa abundantemente. Necesitamos
darnos cuenta que la oración es el privilegio más grande que tenemos como cristianos para
comunicarnos con Dios y es el medio en el que participamos en el trabajo de Su reino. La
oración es una de las formas que Dios utiliza para que las cosas ocurran en este mundo. Por
eso siempre debemos de orar. Hay cosas que no suceden hasta que el creyente reza. Por
ejemplo:
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo
que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho.” — Filipenses
4:6 (NTV)
La razón por la que rezamos es porque nos damos cuenta que Dios es soberano y sabemos
que Él tiene el poder de ordenar que se hagan las cosas de acuerdo a Su plan y propósito.
Pero, aunque nuestra oración no cambiara Sus planes, sí puede cambiar la forma en la que
se lleva a cabo Su plan.
“Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está
dispuesto, pero el cuerpo es débil».” — Marcos 14:38 (NTV)
“Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y
arrepiéntete de tu indiferencia.” — Apocalipsis 3:19 (NTV)
“Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su
naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola,
morirán. — Romanos 8:12-13 (NTV)
¿No le ha pasado que le cuesta trabajo rezar? Pues usted no es el único que se resiste a
rezar, y ésto se debe a nuestra naturaleza pecaminosa, a la cual no le gusta rezar. Adicional
a nuestra desidia, está el diablo, quien no quiere que oremos y se dedica a causar
interferencia y distracciones que evitan que recemos, por ejemplo: de repente suena el
teléfono; alguien viene a distraernos (familia, vecinos); nos da sueño; se nos olvida; o
nuestra mente simplemente divaga, tenemos diferentes pensamientos que no permiten que
nos mantengamos enfocados cuando queremos rezar. Satanás teme a nuestras oraciones
porque sabe que con ellas siempre lo venceremos.
“Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca
obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven
bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a
Dios.” — Romanos 8:7-8 (NTV)
¿Qué hacer para que nuestras oraciones sean escuchadas?
La principal razón por la cual nuestras oraciones no son respondidas es porque estamos en
enemistad con Dios. Cuando no estamos en armonía con Dios, tenemos pecados no
confesados, o de los cuales no nos hemos arrepentido, o peor aún, seguimos en una
situación de pecado a sabiendas que eso está mal, entonces nuestras oraciones simplemente
no son escuchadas.
“¡Escuchen! El brazo
del Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni Su oído demasiado
sordo para no oír su clamor. Son sus pecados los que los han separado de
Dios. A causa de esos pecados, Él se alejó y ya no los escuchará. Las
manos de ustedes son manos de asesinos, y tienen los dedos sucios de
pecado. Sus labios están llenos de mentiras y su boca vomita corrupción. A
nadie le importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se
basan en mentiras. Conciben malas acciones y después dan a luz el
pecado…Todo lo que hacen está lleno de pecado, y la violencia es su sello
característico. Sus pies corren para hacer lo malo y se apresuran a matar.
Solo piensan en pecar; siempre hay sufrimiento y destrucción en sus
caminos…No saben dónde encontrar paz o qué significa ser justo y
bueno… Sí, la verdad ha desaparecido y se ataca a todo el que abandona
la maldad. El Señor miró y le desagradó descubrir que no había justicia.
Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los
oprimidos.” — Isaías 59:1-7, 15,16a
A continuación, mencionaremos otras razones por las que nuestras oraciones no obtienen
los resultados esperados, por lo que debemos ser cuidadosos cuando rezamos. Nuestro
objetivo es tener oraciones contestadas y darle gloria a Dios en el proceso. Por tanto,
necesitamos:
“Pues Yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son
planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una
esperanza. En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo
corazón, podrán encontrarme.”— Jeremías 29:11-13 (NTV)
Evitar repeticiones
Como vimos la oración es una comunicación personal con Dios, así que no debemos de
recurrir a oraciones aprendidas y memorizadas, que hacen todo el proceso mecánico e
impersonal.
[Dice Jesús] “Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les
encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas
donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra
recompensa más que esa.”— Mateo 6:5 (NTV)
La oración debe ser dirigida únicamente a Dios
La oración debe ir dirigida a Dios, no a la Virgen, ni a los ángeles, ni a santos, como
algunos grupos sugieren. Dichos grupos le dicen que usted necesita a una mediatriz o a un
mediador y sugieren a diversos santos especializados en diferentes necesidades. La Biblia
es muy clara al respecto, el único mediador que existe es Jesús:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
que es Jesucristohombre.”— 1 Timoteo 2:5 (RVC)
Al dirigir las oraciones a personas o seres que no son Dios se comete el pecado que va
directamente en contra del Primer Mandamiento.
“No tengas ningún otro dios aparte de mí.” — Éxodo 20:3 (NTV)
“Pues el Señor es Dios; Él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas
en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un
lugar vacío y de caos. «Yo Soy el Señor —afirma—, y no hay otro.”—
Isaías 45:18 (NTV)
Adicionalmente, Dios nos advierte en contra la idolatría en Su Segundo Mandamiento:
“No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en
los cielos, en la tierra o en el mar. No te inclines ante ellos ni les rindas
culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que
entregues tu corazón a otros dioses.” — Éxodo 20:4-5a (NTV)
Rezar es rendir culto, por tanto, sea cuidadoso de dirigir su oración única y directamente
hacia Dios. Dios nunca está tan ocupado manteniendo a todo el universo que no tenga
tiempo para escuchar su oración. Recuerde, Él es el Todopoderoso.
Dios tiene fuertes palabras contra quienes cometen idolatría, y lo describe como
prostitución y adulterio en Su contra.
“Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que
consultan los espíritus de los muertos … nos dirán qué debemos hacer».
Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los
vivos buscar orientación de los muertos?¡Busquen las instrucciones y las
enseñanzas de Dios! Quienes contradicen Su palabra están en completa
oscuridad.” — Isaías 8:19-20 (NTV)
En la continuación de este artículo hablaremos acerca de lo que significa del ¿Por que?
¿Cuándo? y ¿Dónde? debemos rezar y de la importancia y el propósito de la oración.
LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 2 — EL
PROPÓSITO DE LA ORACIÓN)
5 AGOSTO, 2017 RAFAEL BELTRAN
En el artículo anterior, vimos que la oración no solo es el mejor medio para comunicarnos
con Dios como si hiciéramos una llamada telefónica, sino que es un mandato que nos da
Dios para mostrarnos su grandísimo amor al proveer nuestras necesidades. Y aun cuando
tenemos este privilegio, nos resistimos a rezar. Ahora nos enfocaremos en el contestar el
¿por qué?, ¿cuándo?, y ¿dónde?, debemos de orar. Esto nos ayudara a entender y mejorar
nuestra vida de oración al hacerlo eficazmente.
¿Por qué rezar? — La importancia y el propósito de la oración
El propósito de la oración es misterioso, tal vez alguna vez se haya preguntado: ¿Por qué
quiere Dios que le digamos lo que Él ya sabe? ¿Por qué quiere Dios que le pidamos algo
que ya sabe que necesitamos? Y la respuesta es asombrosa, porque el Señor nos está dando
el privilegio de trabajar con Él en la regulación y administración del universo. ¿No se siente
maravillado de tener el gran privilegio de trabajar con Dios? Él puede hacerlo sin usted,
pero nosotros no podemos hacerlo sin Él. Es posible que la oración sea parte del
entrenamiento que tenemos en esta vida para prepararnos para cuando estemos con Él en la
eternidad.
“Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus
malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción con que
los había amenazado.” — Jonás 3:10 (NTV)
Y se preguntara ¿para qué sirve la oración?
Para acercarse a Dios. — La oración restablece sus relaciones. Cuando nosotros pecamos
afectamos nuestras relaciones con nuestra esposa/o, hijos, familia y sobre todo con Dios.
Nuestros pecados ponen una pared de separación entre usted y Dios.
Con la muerte
espiritual la persona se encuentra separada de Dios.
“El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni Él se
ha vuelto tan sordo como para no poder oír. Pero las maldades cometidas
por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios; sus pecados
han hecho que Él se cubra la cara y que no los quiera oír.” — Isaías 59:1-
2 (DHH)
“Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los
abandonan, recibirán misericordia.” — Proverbios 28:13 (NTV)
“Los oídos para oír y los ojos para ver; ambos son regalos del Señor.” —
Proverbios 20:12 (NTV)
Para mejorar nuestro corazón. — Uno de
los beneficios de la oración es el cambio que genera en la maldad y dureza de nuestros
corazones. Dios nos da un corazón nuevo y nos envía Su Espíritu cuando nos acercamos a
Él con sincero arrepentimiento.
[Dice el Señor]”Apártense de todas las maldades que han cometido contra
Mí, y háganse de un corazón y un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de
morir, pueblo de Israel” — Ezequiel 18:31 (DHH)
“Les daré un corazón nuevo y pondré un Espíritu nuevo dentro de ustedes.
Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y
receptivo.” — Ezequiel 36:26 (NTV)
Para no caer en tentaciones. — Podemos ver el ejemplo de Pedro cuando Jesús le dijo
que rezara para evitar las tentaciones en Lucas 22:39-62, pero él se quedó dormido. Y
después lo que pasa esa misma noche es que Pedro trató de pelear contra todos los soldados
romanos y del templo, con solo una espada, después negó a Jesucristo 3 veces, como
resultado de las tentaciones en las que cayó. Pero lo mismo nos pasa a nosotros cuando no
rezamos para no caer en tentaciones.
“Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir
verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” — Mateo
26:41 (RVC)
“En mi angustia oré al Señor, y el Señor me respondió y me liberó.” —
Salmos 118:5 (NTV)
“Cuando llegó a ese lugar, Jesús les dijo: «Oren para que no caigan en
tentación.»” — Lucas 22:40(RVC)
Para protección. — Satanás no tiene defensa contra nuestras oraciones.
“El Señor es mi Roca, mi Fortaleza y mi Salvador; mi Dios es mi Roca, en
quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi
lugar seguro.” — Salmos 18:2 (NTV)
“El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de
confianza; ¡Dios protege a cuantos en Él confían!”— Salmos 18:30 (DHH)
¿Dónde rezar?
Usted no tiene que ir a ningún lugar especial para orar, Dios está en todas partes y lo puede
escuchar en todo momento (ver Salmo 121:4). Recuerde que Jonás dijo su oración cuando
estaba adentro de un gran pez en el fondo del mar, desde ahí fue escuchado:
“Cuando la vida se me escapaba, recordé al Señor. Elevé mi oración
sincera hacia Ti en Tu santo Templo.” — Jonás 2:7 (NTV)
“Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.” —
Jonás 2:10 (NTV)
Una oración puede ocurrir
mientras usted va manejando rumbo a su trabajo, o bien mientras espera su cita en la
oficina del doctor, o bien mientras camina en por el parque. Imagine que usted va a pasar
un día con su mejor amigo, ¿de qué hablaría? ¿Cómo se sentiría su amigo si usted no habla
nada con él en todo el día? Dios habita en todos los creyentes, a quienes les ha enviado a Su
Espíritu, y la forma de comunicarse con Él es mediante la oración.
“Sin embargo, cuando Daniel oyó que se había firmado la ley, fue a su
casa y se arrodilló como de costumbre en la habitación de la planta alta,
con las ventanas abiertas que se orientaban hacia Jerusalén. Oraba tres
veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.”
— Daniel 6:10 (NTV)
¿Cuándo rezar?
En Su Palabra, Dios nos dice que estemos en oración continuamente, esto implica estar
consciente de Él todo el tiempo, de ver todo lo que sucede a nuestro alrededor en relación a
Él. Es el relacionar todo lo que sucede en nuestras vidas con Su presencia.
En el siguiente artículo, veremos ¿cómo orar eficazmente? Para concluir, les comparto la
alabanza del Salmo 95, que fácilmente puede incluirse en nuestras oraciones.
Ya vimos que hay ciertos requisitos que debemos de seguir cuando rezamos. Cuando
pedimos algo a Dios, lo que solicitamos debe de estar de acuerdo a la voluntad del Padre, y
obedeciendo lo que Él nos ha revelado. Y si todos los requisitos se cumplen, debemos de
tener la confianza de que nuestra oración será respondida. Tenga en cuenta que cuando
Dios contesta oración puede ser un “Sí”, “No”, o “Espera”. También a veces Él decide
responderle de alguna forma diferente a lo que usted esperaba, normalmente es porque Dios
tiene pensado algo mejor que lo que usted propuso.
[Dice Jesús] “Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un
pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? O si les piden un huevo, ¿les
dan un escorpión? ¡Claro que no! Así que si ustedes, gente pecadora,
saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el
Espíritu Santo a quienes lo pidan.” — Lucas 11:11-13 (NTV)
Cuando la respuesta de Dios es un “No”, no es porque Él no nos quiera, sino porque el
Señor nos ama y tiene algo mejor planeado para nosotros. A veces la respuesta es “No”
porque la petición va en contra de Su voluntad.
[Dice el Señor] “Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni ores
por ellos y no me supliques que los ayude, porque no te escucharé. ¿Acaso
no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de
Jerusalén?¡Con razón estoy tan enojado! Mira cómo los hijos juntan leña y
los padres preparan el fuego para el sacrificio [a ídolos]. Observa cómo
las mujeres preparan la masa para hacer pasteles y ofrecérselos a la reina
del cielo. ¡Y derraman ofrendas líquidas a sus otros dioses-ídolos! ¿Soy Yo
al que ellos perjudican? —pregunta el Señor—. Más que nada se
perjudican a sí mismos, para su propia vergüenza».” — Jeremías 7:16-19
(NTV)
¿Cómo rezar? — Como comunicarnos eficazmente con Dios
El poder de la oración no depende en qué tan hábiles seamos para orar, de lo elocuente que
seamos, o de utilizar el mejor libro de oraciones; sino quien es el que está escuchando su
oración. No oramos para impresionar a Dios, o para informarlo, ni mucho menos para
instruirlo. Dígale a su Padre que está en el cielo lo que piensa, la oración es así de sencilla,
sin complicaciones. Acérquese a Él como un niño pequeño a su Padre.
“Pues todas las cosas provienen de Él y existen por Su poder y son para Su
gloria. ¡A Él sea toda la gloria por siempre! Amén.” — Romanos 11:36
(NTV)
La oración no es la forma en la que el hombre logra su voluntad, sino el camino que Dios
elige para hacer Su voluntad en la tierra.
“Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de
Su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!»” — Gálatas 4:6 (RVC)
La oración es el medio que tenemos para obtener las cosas buenas que pedimos. Nuestra
responsabilidad es pedir y Dios nos da si lo que pedimos está de acuerdo a Su voluntad.
En nuestras oraciones
debemos honorar y alabar a Dios Padre como nuestro proveedor, en nombre de Su Hijo, por
quien podemos acercarnos a Dios, y por el poder y guía del Espíritu Santo.
“Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu
Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.” — Efesios 2:18 (NTV)
“Si ustedes permanecen en Mí y Mis palabras permanecen en ustedes,
pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido!” — Juan 15:7 (NTV)
¿Tiene una relación personal con Jesucristo? Si no lo invitamos a que visite nuestro
link Jesús. La oración debe de ser hecha bajo la fe de lo contrario Dios no la escuchara.
Nosotros tenemos fe por las promesas que Dios ha hecho.
“¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en Él?
¿Y cómo pueden creer en Él si nunca han oído de Él? ¿Y cómo pueden oír
de Él a menos que alguien se lo diga?” — Romanos 10:14 (NTV)
El apóstol Juan nos enseña que al orar en el nombre de Jesús estamos glorificando al Padre.
En el artículo anterior vimos lo que nos muestran las Escrituras acerca de cómo rezar, y
terminamos con la enseñanza del apóstol Juan: el rezar en el “Nombre de Jesús”. Ahora
veremos lo que significa orar en “Su Nombre”. También veremos la primera parte del
modelo de la oración que Jesús nos enseñó en el “Padre Nuestro”.
Rezar en Nombre de Jesús
Jesús, en el Sermón del
Monte, no solo nos dio la clave para el acceso al tesoro divino en Su Nombre, sino que
también nos enseñó el tipo de oración que llega al cielo. La oración no es entrar a nuestro
cuarto en privado y permitir que Dios lea nuestra mente y llamar a eso oración. La oración
es más rica que esto. La oración, como ya vimos, es nuestra oportunidad para adorar a Dios,
para alabarlo y agradecer por todo lo que Él ha hecho por nosotros, reconocer Su
misericordia y la gracia que nos ha dado en nuestras vidas. Podemos confesar nuestros
pecados y pedir perdón, eliminando de esta forma la culpa que sentimos. Entre más
entendamos acerca de Dios, nuestras oraciones estarán más enfocadas en agradecerle a
Dios que en pedirle a Dios.
“Padre Nuestro”
Jesús nos dio el enorme
privilegio de poder llamar a Dios, “Padre”. Imagine las caras de los apóstoles cuando en
aquella época no era permitido ni siquiera pronunciar el nombre de Dios en voz alta, y
mucho menos el llamarlo “Padre”, eso era inconcebible. Por esta razón, hoy en día nadie
sabe cómo se pronuncia el nombre de Dios en hebreo y se debate entre cual es el nombre
apropiado, si es YaHVeH o JeHoVáH. En el Antiguo Testamento, Dios es llamado “Padre”,
solo 14 veces; pero en el Nuevo Testamento, tan sólo Jesús lo llama “Padre” 70 veces.
Como cristianos hemos sido adoptados como hijos de Dios, y nos hemos ganado el
privilegio de poderlo llamar “Padre” o en hebreo “Abba”, en español tener la intimidad de
hablarle de “Tú” con gran respeto. Recuerde que este privilegio de adopción nos lo dio
Jesús, por lo que siempre debemos mantener la solemnidad en nuestras oraciones por
respeto al Padre y a Jesucristo. Como hijos de Dios, debemos escuchar Su voz y
obedecerla.
“Pero a todos los que creyeron en Él [Jesús] y lo recibieron, les dio el
derecho de llegar a ser hijos de Dios.” — Juan 1:12 (NTV)
El apóstol Pablo nos dice que el ser hijos de Dios no es algo en automático, o que lo
heredamos, o que está en nuestros genes, sino que es porque Jesús habita en nosotros y por
eso recibimos el privilegio de la paternidad de Dios al tener el Espíritu de Su Hijo en
nosotros, y lo podemos llamar “Padre”.
“Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios… recibieron el Espíritu de Dios cuando Él los adoptó como sus
propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a
nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.” — Romanos
8:14-16 (NTV)
Cuando llamamos Padre a Dios estamos implicando la obediencia y el amor que le
tenemos. Si Jesús nos dice que Él no está haciendo Su propia voluntad, sino que la voluntad
de Su Padre, nosotros como hijos adoptivos cuanto más debemos obedecerlo. La obediencia
es una de las características de Sus hijos.
[Dice Jesús] “Los que aceptan Mis mandamientos y los obedecen son los
que me aman. Y, porque me aman a Mí, Mi Padre los amará a ellos. Y Yo
los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.” — Juan 14:21 (NTV)
[Dice Jesús] “Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios
[Padre], quien me envió, no para hacer Mi propia voluntad.” — Juan 6:38
(NTV)
Hoy en día otras religiones como el islam o el hinduismo no se atreven a llamar a sus dioses
como padre. Pero por otro lado, Jesús nos revela la intimidad que tenemos cuando oramos a
Dios, llamándolo “Padre”. Imagine si tuviéramos que orar, “querido extraño
transcendente…”, o “distante, gran temido…”, tal vez no nos sentiríamos muy motivados o
consolados cuando llegamos a la parte de la petición. Pero así es como ven a sus dioses en
otras religiones.
“Dios le respondió a
Moisés: «YO SOY EL QUE SOY [YAHVEH].» … Él es el Dios de sus
padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Éste es
Mi nombre eterno. Con este nombre se me recordará por todos los siglos.”
— Éxodo 3:14-15b (RVC)
Yahveh o Jehová es el nombre favorito de Dios, es usado 6,823 veces en el Antiguo
Testamento. Pero también utiliza otros nombres de acuerdo a Su propósito
como: ELOHIM, el Creador; ADONAI, Mi Señor; Yahveh-Jireh (que significa «el Señor
proveerá», Génesis 22:14); El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”, Éxodo 6:3; Yahveh-
Nisi (que significa «el Señor es mi estandarte», Éxodo 17:15); Yahveh-Shalom (que
significa «el Señor es paz», Jueces 6:24); Yahveh-Mecadesh (que significa «el Señor que
los santifica», Levítico 20:8); Yahveh-Rafa (que significa « el Señor tu sanador», Éxodo
15:26); entre otros nombres.
“El Señor pasó por delante de Moisés proclamando: «¡Yahveh! ¡El Señor!
¡El Dios de compasión y misericordia! Soy lento para enojarme y estoy
lleno de amor inagotable y fidelidad. Yo derramo amor inagotable a mil
generaciones, y perdono la iniquidad, la rebelión y el pecado. Pero no
absuelvo al culpable.” — Éxodo 34:6-7a (NTV)
1) Entre creyentes, rezamos porque Dios extienda Su poder sobre cada una de las partes de
nuestra vida, emociones, deseos y pensamientos. Estamos pidiendo que reine sobre
nosotros completamente, que nosotros queremos crecer como cristianos y obedecerlo con
todo nuestro corazón. Su reino viene a nosotros a través del Espíritu Santo, quien corrige
nuestros deseos y por Su Palabra, que moldea nuestros pensamientos.
2) Entre incrédulos. El reino de Dios en la tierra es parcial por el momento, porque el
dominio de este mundo fue transferido de Adán a Satanás, quien tiene el control sobre los
incrédulos.
“Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no
creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No
entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen
exacta de Dios.” — 2 Corintios 4:4 (NTV)
“Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el maligno.”
— 1 Juan 5:19 (RVC)
[Jesús] “Él les respondió: «Debo predicar la Buena Noticia del reino de
Dios también en otras ciudades, porque para eso fui enviado».” — Lucas
4:43 (NTV)
[la parábola de la cizaña] “El campo es el mundo, la buena semilla son los
hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.” — Mateo
13:38 (RVC)
La parábola de la cizaña
debe motivarnos a que en nuestras oraciones las encaminemos a derrotar todas estas fuerzas
enemigas, para permitir que el reino avance y se expanda con la conversión de más almas
perdidas que alcanzan la salvación que nos ofrece Jesucristo. La más grande oposición del
Reino de Jesús, y de nuestra vida como cristiano, es el reino presente en el mundo en el que
vivimos, en donde Satanás reina. La esencia del reino del diablo es el de alejar a la gente de
Dios a través de su plataforma de engaños en todos los ámbitos.
“Este gran dragón —la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que
engaña al mundo entero— fue lanzado a la tierra junto con todos sus
ángeles.” — Apocalipsis 12:9 (NTV)
3) El reino de Jesús en la Tierra. La palabra “reino” viene del griego βασιλεία – basileia,
pero no se refiere a un reino geográfico, o a un territorio; sino a la autoridad para gobernar
sobre un reino, el dominio, un poder real. Por lo que cuando rezamos, lo que le estamos
pidiendo a Dios es que gobierne sobre la tierra poniendo a Jesucristo en el trono, y que
empiece Su perfecto reinado del milenio. Por lo que nuestras oraciones serán respondidas
con la segunda venida de Jesucristo para que establezca Su reino y que acabe con el
pecado.
“El Señor [Yahveh] me dijo: “Tú eres Mi hijo. Hoy he llegado a ser Tu
Padre. Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra
como posesión tuya.” — Salmos 2:7-8 (NTV)
El reino de Jesús va a ser un reino perfecto de paz en la tierra, va a ser algo inimaginable,
donde no va haber sufrimiento, injusticia, pobreza, o tristeza, inclusive la muerte va a
desaparecer. Por supuesto, no va a ser un reino o gobierno como los que conocemos en este
mundo, que están llenos de corrupción y pecados por la naturaleza humana. Jesús le explicó
esto a Pilato.
“Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este
mundo, Mis servidores lucharían para que Yo no fuera entregado a los
judíos. Pero Mi reino no es de aquí.».” — Juan 18:36(RVC)
Como cristianos nuestro más grande deseo debe de ser ver a nuestro Señor Jesucristo
reinando en la tierra durante el milenio como el Rey de reyes y Señor de señores, en donde
veremos la mayor expansión del Reino de Dios en la historia de este mundo y el Príncipe
de Paz reinará en la tierra. ¡Que alegría tenemos en esta maravillosa promesa!
En Cristo encontramos
descanso.
Esta es la parte crucial que nos enseña Jesús en la oración, en donde los cristianos
buscamos que la voluntad del Señor se lleve a cabo para Su gloria. Y al decir: “hágase Tú
voluntad”, nosotros nos estamos alineando a Su voluntad y a Sus mandamientos para
honrarlo. Dios siempre va a hacer lo mejor para nosotros, por lo que le solicitamos que se
haga Su voluntad para que Sus planes se lleven a cabo y nosotros seamos beneficiados al
mismo tiempo.
“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los
que lo aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo a Su
propósito.” — Romanos 8:28 (RVC)
La verdadera adoración comienza glorificando a Dios y poniendo nuestros deseos en un
segundo plano. Lamentablemente, la mayoría de la gente piensa en la oración como un
esfuerzo para poner a Dios en línea con sus propios deseos y necesidades, y hoy esta es una
tendencia muy predominante en la iglesia. El tratar a Dios como si fuera el genio de la
lámpara maravillosa para que cumpla nuestros caprichos. Pero la lámpara no existe, es un
cuento pagano, y las enseñanzas de Jesús nos dicen lo contrario.
Cuando pedimos en oración que Su voluntad sea hecha, estamos pidiendo que la voluntad
de Dios sea nuestra voluntad en la tierra, que nos alineemos con Él y tomemos una posición
de dependencia total de nuestro Señor, al reconocer que sin Él no podemos hacer nada.
Cuando hacemos eso, estamos dejando que la mente de Dios, cuya sabiduría resuelve todas
las cosas de forma perfecta y de una forma infinitamente mejor que lo que nosotros lo
podríamos hacer, nos ayude a resolver nuestros problemas, ansiedades y conflictos.
Solamente tenemos que tener fe en Él. La oración es esencial para que la voluntad de Dios
trabaje apropiadamente en la tierra, llevando a cabo el plan lleno de la gracia de Dios.
“Yo Soy la Vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a Mí, y
Yo unido a él, da mucho fruto; pues sin Mí no pueden ustedes hacer nada.”
— Juan 15:5 (DHH)
Como vimos no debemos malinterpretar esta petición acerca de la voluntad de Dios como si
fuera la imposición de la voluntad de un dictador de este mundo. O rezar esta parte de la
oración con resentimiento solo porque es parte de la “receta”, o porque es una obligación.
Esta frase nos ayuda a crecer como cristianos, en nuestro rezo en el Espíritu, y al saber que
siempre vamos a ser beneficiados con las bendiciones de Dios por hacer Su voluntad.
El rey David nos dice cómo los ángeles hacen la voluntad de Dios en el cielo. Y nosotros
debemos de hacer nuestra parte en la tierra:
“Alaben al Señor, ustedes los ángeles, ustedes los poderosos que llevan a
cabo Sus planes, que están atentos a cada uno de Sus mandatos.” —
Salmos 103:20 (NTV)
Cuando rezamos por nuestros familiares, amistades, conocidos, por nuestra congregación,
los misionarios, por nuestros gobernantes, etc., debemos en cada caso orar porque se haga
la voluntad de Dios a través de los actos de estas personas. Que se avance el reino en ellos y
a través de ellos.
Como último punto, el rezar porque la voluntad de Dios se lleve a cabo, es orar porque la
voluntad de Satanás no ocurra, también que la maldad y el pecado no prosperen, y que sean
erradicados. Tal y como lo describe el rey David.
“Levántate, oh Dios, y dispersa a Tus enemigos; que todos los que odian a
Dios corran por sus vidas.” — Salmos 68:1 (NTV)
En nuestro siguiente artículo continuaremos con la segunda parte del “Padre Nuestro”, en
donde continuaremos aprendiendo del poder en este modelo de oración.
En nuestro artículo anterior vimos que la prioridad en el “Padre Nuestro” es adorar y alabar
al Padre en nuestras oraciones. Ahora veremos la segunda parte de este modelo de oración
en la que se cubren las necesidades del hombre provistas por Dios en las 3 dimensiones de
la vida: (1)“El pan diario” que representa el presente; (2) el pasado —“nuestras ofensas”; y
(3) el futuro — “no nos dejes caer en tentación”. También, Jesús vela por nuestras
necesidades físicas cubiertas con “el pan diario”; las mentales, al liberarnos de las angustias
de culpabilidad de nuestras “ofensas”; nuestras necesidades espirituales, al mantenernos
lejos del mal al ser “tentados”; y de protección al librarnos del mal.
En las 3 primeras peticiones están representados el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. La
primera petición nos habla de Dios Padre (Padre nuestro… Santificado sea Tu Nombre);
[Dice Jesús] “Padre, glorifica Tu nombre. Entonces habló una voz del
cielo: «Ya he glorificado Mi Nombre y lo haré otra vez».” — Juan 12:28
(NTV)
“Señor, mostramos nuestra confianza en Ti al obedecer Tus leyes; el deseo
de nuestro corazón es glorificar Tu Nombre.” — Isaías 26:8 (NTV)
“¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará Tu Nombre? Pues solo Tú eres
santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque Tus
obras de justicia han sido reveladas».” — Apocalipsis 15:4 (NTV)
En la segunda, de Dios Hijo (Venga a nosotros Tu Reino);
[Dice Jesús] “Ciertamente, Yo Soy la vid; ustedes son las ramas. Los que
permanecen en Mí y Yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados
de Mí, no pueden hacer nada.” — Juan 15:5 (NTV)
“Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado
casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios
recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que
vendrá.” — Lucas 18:29-30 (NTV)
No podemos decir “danos el pan de cada día’ si por el otro lado estoy egoístamente
acaparando cosas para el futuro. La petición que hacemos es diaria, no le pedimos el
sustento por un mes, o un año, o de por vida. La oración es algo que tenemos que hacer
diariamente, varias veces al día, para estar en constante contacto con nuestro Padre, en
quien dependemos un día a la vez. Así le mostramos nuestra fe en Su proveeduría futura, al
no preocuparnos por nuestro bienestar y necesidades futuras, porque como creyentes
ponemos nuestras vidas en Sus manos, porque conocemos Sus promesas para nuestro
sustento eterno.
[El Señor dice] “Pero Yo, por ser tu Dios, borro tus crímenes y no me
acordaré más de tus pecados.” — Isaías 43:25 (DHH)
Dado que Dios es infinitamente santo, el principal problema con el pecado, es que separa al
hombre de Dios, convirtiéndose en nuestro mayor problema, así que cualquier pecado que
cometamos, por trivial que sea ante nuestros ojos, constituye una deuda infinita con Dios
que no podemos pagar. Ni siquiera con una obediencia perfecta, portándonos perfectamente
bien, y haciendo miles de buenas obras. Ya que todas estas “acciones” representan el
mínimo requerimiento que cualquier ciudadano del reino de Dios está obligado a hacer, es
lo que se espera que hagamos. Así que lo único que nos queda para pagar la deuda del
pecado es que diariamente nos postremos ante Dios y roguemos por el perdón de los
pecados que hemos cometido contra Él. Y mientras no lo hagamos, sentiremos los efectos
del pecado en nuestra vida, que nos traen miseria, insatisfacción, y un sentimiento de
culpabilidad.
[Dice Jesús] “Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan
cuenta de la necesidad que tienen de Él, porque el reino del cielo les
pertenece.”— Mateo 5:3 (NTV)
“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia,
a quienes se les cubre su pecado! Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes
el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total
transparencia!” — Salmos 32:1-2 (NTV)
Los incrédulos racionalizan y justifican sus pecados. No admiten que el pecar es parte de su
naturaleza, todos ellos se consideran buenas personas, mucho mejores que su prójimo. No
buscan hacer el bien porque aman la obscuridad (Juan 3:19).
“¿Acaso puede un etíope cambiar el color de su piel? ¿Puede un leopardo
quitarse sus manchas? Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien
porque siempre han hecho lo malo.” — Jeremías 13:23 (NTV)
Pero como creyentes debemos de confesar nuestros pecados a Dios para restablecer nuestra
comunión con Él, y poder entrar en Su presencia. Y nuestra recomendación es que confiese
su pecado inmediatamente después de haberlo cometido para suplicar por Su perdón y no
alejarse del Señor.
“Sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a
otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.” —
Efesios 4:32 (NTV)
Uno de los mayores beneficios de perdonar a otros es que libera a nuestra consciencia del
sentimiento de culpa.
“La paz en el corazón da salud al cuerpo; los celos son como cáncer en los
huesos.” — Proverbios 14:30 (NTV)
“No nos dejes caer en tentación” — Sexta petición
La palabra tentación viene
del griego πειρασμός – peirasmos, que significa probar, poner a prueba la integridad de
alguien, es un término neutro sin una connotación negativa. Dios nos puede poner a prueba
para que demostremos que lo obedecemos y hacemos el bien, de esta forma crecemos
espiritualmente, en humildad, amor y fe. Dado que el Señor es santo, Él nunca va a
llevarnos a una situación para que hagamos el mal, ni va a inducirnos a pecar. Dios nunca
nos va a tentar a hacer el mal.
“Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie.” — Santiago
1:13 (LBLA)
Las pruebas que Dios envía son una forma en que nos refina y purifica.
“A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los
refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro.
Invocarán Mi nombre y Yo les responderé. Les diré: “Este es Mi pueblo”, y
ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.”—Zacarías 13:9 (NTV)
¿Pero entonces qué es “caer en tentación”? “Caer en tentación” implica el aspecto de
entregarse al pecado. No podemos decir “no nos dejes caer en la tentación” si nos ponemos
deliberadamente en ese camino. Las tentaciones pueden ser riquezas, poder, fama, lo cual
nos puede llevar al pecado de pensar que no necesitamos a Dios. O de pobreza, desgracia,
desprecio, y aflicciones, que nos lleve a perder la esperanza y de estar enojados culpando a
Dios por nuestra situación. Pero tanto la prosperidad como la adversidad son pruebas,
tentaciones, que si no las superamos, nos llevan lejos de Dios y a centrarnos en nosotros
mismos.
“Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo
insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y
posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y
este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que
hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre.” — 1 Juan 2:16-17
(NTV)
“Yo formo la luz y creo las tinieblas, Yo envío los buenos tiempos y los
malos; Yo, el Señor, Soy el que hace estas cosas.” — Isaías 45:7 (NTV)
“Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros
atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo
que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrará una salida,
para que puedan resistir.” — 1 Corintios 10:13 (NTV)
Estamos pidiendo el evitar el peligro y los problemas que el pecado produce al solicitar que
se nos provea de un camino para escapar de la tentación, o mejor aún, de escapar de
cualquier situación en la que podamos caer en pecado. Suplicamos el no ser tentado con
escenarios que no podamos resistir, o yendo más allá: el evitar por completo el enfrentarnos
a las tentaciones para no tener que vencerlas. Pero al mismo tiempo, nuestra oración está
encaminada a que podamos seguir creciendo espiritualmente, moral y emocionalmente sin
ser puestos a prueba de nuestra fe. Buscamos el aprender por las buenas y no por las malas.
“El temor del Señor conduce a la vida, para dormir satisfecho sin ser
tocado por el mal.” — Proverbios 19:23 (LBLA)
[Dice Jesús]“Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en
tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es
débil.” — Mateo 26:41 (RVC)
Con las tentaciones debemos tener cuidado porque empiezan pequeñas, como una mirada,
tal como lo vemos en la historia del rey David que empezó con una mirada lujuriosa a
Betsabé, después la tentación lo llevó a cometer adulterio, escalando su pecado a un
asesinato. Así que debemos de rezar al Señor para que no nos deje caer en pequeñas
tentaciones, porque así empiezan todos los grandes males.
“He guardado Tu palabra en mi corazón, para no pecar contra Ti.” —
Salmos 119:11 (NTV)
Por lo tanto, esta petición es para ser rescatados del mal que tenemos internamente por
nuestra naturaleza pecaminosa.
[Jesús dice] “Y entonces agregó: «Es lo que sale de su interior lo que los
contamina. Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos
pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la
avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la
calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro;
esas son las que los contaminan».”— Marcos 7:20-23 (NTV)
La siguiente y última petición es para la protección del mal fuera de nosotros, las fuerzas
malignas que nos rodean en este mundo y que buscan causarnos daño.
[Dice Jesús] “Les he dicho todo lo anterior para que en Mí tengan paz.
Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense,
porque Yo he vencido al mundo.” — Juan 16:33 (NTV)
Espero que este estudio del “Padre Nuestro” les sirva para que nunca vuelvan a ver esta
oración de la misma manera, para que sus oraciones mejoren al alinearse a lo que es
realmente importante, que es la voluntad de Dios y que tengan oraciones respondidas para
dar gloria a Dios. Cerremos con la oración del rey Salomón:
“¡Viva el rey! Que se le entregue el oro de Saba. Que la gente siempre ore
por Él y lo bendiga todo el día. Que haya grano en abundancia por toda la
tierra, que brote aun en la cima de las colinas. Que los árboles frutales
florezcan como los del Líbano y los habitantes crezcan como la hierba en el
campo. Que el nombre del rey permanezca para siempre; que se perpetúe
mientras el sol brille. Que todas las naciones sean bendecidas por medio de
Él, y lo elogien. Alaben al Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace
semejantes maravillas. ¡Alaben Su glorioso nombre por siempre! Que toda
la tierra se llene de Su gloria. ¡Amén y amén!” — Salmos 72:15-19 (NTV)
Pero para que nuestra oración sea escuchada debemos de cumplir con ciertos
requisitos.
“Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en Tus
enseñanzas.” — Salmos 119:18 (NTV)
Martin Lutero escribió que cuando estamos en el ejercicio de reflexión de la
Palabra o inclusive cuando estamos rezando, el Espíritu Santo puede traernos una
abundancia de buenos pensamientos, y lo que recomienda Lutero, es que
dejemos de hacer lo que estamos haciendo para escuchar con atención Su
enseñanza en silencio, y sin obstruirlo. El sermón que nos dé va a ser mejor que
mil de nuestras oraciones. Todas nuestras oraciones ocurren por el trabajo del
Espíritu Santo, así que Él puede iluminar nuestra mente cuando lo necesitamos.
Cuando rezamos en el
Espíritu y nuestras oraciones son en el nombre de Jesús, y estamos “en Cristo”
(unidos a Él), Dios enfoca Su amor y atención hacia nosotros. La palabra “acceso”
en Efesios 2:18, es como cuando se nos concede audiencia con un rey. Pero por lo
que hizo Jesucristo en la cruz, los cristianos siempre tenemos acceso al Padre “a
través de Él”.
“Por medio de Él [Jesucristo], unos y otros tenemos acceso al Padre en un
mismo Espíritu.” Efesios 2:18 (RVC)
“Jesús le contestó:—Yo Soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir
al Padre si no es por medio de Mí.”— Juan 14:6 (NTV)
Si Dios no tiene nuestra lealtad absoluta, entonces es probable que tengamos una
oración egoísta cuyas peticiones no serán concedidas.
“Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que Su sudor caía a
tierra como grandes gotas de sangre.” — Lucas 22:44 (NTV)
“La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da
resultados maravillosos.” — Santiago 5:16b (NTV)
Adoración
“Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a
escuchar a los que lo adoran y hacen Su voluntad.” — Juan 9:31 (NTV)
Tristemente cuando oramos omitimos esta importante parte de la oración para ir
directamente a pedir por nuestras necesidades y deseos. Esto debido a que sólo
oramos cuando tenemos una necesidad o un problema o nos sentimos cortos de
tiempo, por lo que vamos “al grano”. Pero hacer esto elimina la parte más
importante de la oración, porque esta es la parte que nos prepara para rezar en el
Espíritu, eliminando la interferencia de nuestra naturaleza carnal. El alabar a Dios,
prepara nuestra mente a alinearnos con la voluntad de Dios, permite al Espíritu
Santo inspirarnos y prepararnos para rezar en el Espíritu. El buscar como alabar y
adorar a Nuestro Señor nos ayuda a crecer. Imagine que iniciemos nuestras
oraciones alabando al Señor como la siguiente oración que hizo el Rey David.
Como cristianos es
nuestro deber adorar a Dios y debemos de llenar la tierra con Su gloria, somos la
sal y la luz en este mundo (Mateo 5:13-16). Somos Sus embajadores y todo lo que
hacemos debe magnificar al Señor al alabarlo con cada uno de nuestros respiros.
Somos los que proclamamos la Santidad de Dios, pese la persecución o la
hostilidad que enfrentemos.
“El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda Su
creación. Todas tus obras te agradecerán, Señor, y tus fieles seguidores te
darán alabanza.” — Salmos 145:9-10 (NTV)
El adorar al Señor nunca debe de ser una adulación que nos justifique para poder
pedir todo lo que deseemos, porque no podemos manipular a quién conoce
nuestros corazones. Sino que nos prepara para que confesemos nuestros
pecados, demos gracias, pidamos por nuestras necesidades, y hagamos nuestras
intercesiones y suplicaciones en nuestras oraciones. La adoración no tiene que
ser perfecta como la de un poeta, ni con la gramática de un premio Nobel en
Literatura, pero si debe de ser respetuosa y siempre honrando a Dios.
La solución de cualquier
reto es simplemente tener un espíritu agradecido. El reconocer, glorificar, y dar
gracias a Dios todos los días, cada vez que recibimos algo en nuestra vida.
Evitando así, el tener una actitud de soberbia, en la que pensamos que es por
esfuerzo propio que conseguimos las cosas.
“En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh Padre, Señor del
cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen
sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños.” —
Mateo 11:25 (NTV)
“¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión y se
consideran muy inteligentes!” — Isaías 5:21 (NTV)
Jesús nos dio varios ejemplos de un espíritu agradecido cuando ora en voz alta
para dar gracias al Padre, en los milagros de la multiplicación de los panes y
peces; en la resurrección de Lázaro.
“Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo:
«Padre, gracias por haberme oído.” — Juan 11:41 (NTV)
Peticiones
“Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles
que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.” — Lucas 18:1
(NTV)
Pero todo lo que pidamos tiene que estar de acuerdo a la voluntad de Dios. Uno
de los más grandes problemas que tenemos en la vida como cristiano es combatir
nuestros hábitos pecaminosos, nuestro egoísmo, el estar pensando sólo en
nosotros durante la oración. Recuerde el modelo del “Padre Nuestro” en donde
rezamos por los demás.
Pablo incluso nos exhorta a que recemos por nuestros gobernantes, quienes son
responsables por la paz y estabilidad del país, así que, aunque nosotros quizás no
tengamos el poder de cambiar las cosas, Dios si puede porque Él está en control
de todo el universo.
“En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a
Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de
ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que
podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción
a Dios y la dignidad.” — 1 Timoteo 2:1-2 (NTV)
Que maravilloso sería que nuestros gobernantes imitaran la oración del rey
Salomón suplicando por su pueblo. Bueno, pidamos a Dios por ellos.
Jesús siempre ayudó a todos a quienes le hacían peticiones a favor de otras personas,
recordemos cuando el centurión romano se le acercó a Jesús para pedirle que curara a su
sirviente:
[Jesús dijo] “Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado
autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre
serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. Pero no se
alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus
nombres están escritos en el cielo.” — Lucas 10:18-20 (NTV)
Por ello, cuando reconocemos el peligro al que estamos expuestos diariamente con la
existencia del enemigo, quien nos tentará e intentará causarnos daño, debemos de ponernos
toda la armadura de Dios todos los días y rezar para poder accesar los recursos espirituales
de Dios para nuestra defensa en contra del mal y de las tentaciones como vimos en el
“Padre Nuestro”.
4.
Tome su Biblia, cuaderno, lápiz, y materiales devocionales para inspirar su oración. Y
si Dios le dice algo escríbalo. La tinta más pálida es mejor que la mejor memoria.
5. Comience leyendo la Palabra de Dios. No ore y luego lea la Biblia. Es mejor leer la
Biblia y luego orar. Ya que lo que nos dice Dios es más importante que lo que usted le
diga a Dios. Siguiendo este orden beneficia su oración, la cual será más animada,
estructurada, e inspirada cuando la Palabra de Dios nos estimula mostrándonos la
voluntad de nuestro Señor.
6. Acontecimientos del día. Aprenda a orar sobre las cosas que le ocurren durante el día, y
hágalo durante todo el día. “Orando sin cesar.”
7. Diario de Oraciones Respondidas. Mantenga un registro de sus peticiones y oraciones
respondidas en un diario dedicado con este propósito. Un diario de oración le ayudará a
aumentar su fe, porque cuando lo lea le mostrará lo increíblemente bendecido que ha
sido al ver cuántas oraciones Dios le ha respondido.
8. Póngase toda la armadura de Dios. Vivimos en una constante batalla espiritual y la
oración es nuestra más poderosa arma en esta guerra. Por ello, la artillería del infierno
vendrá contra usted cada vez que rece, el timbre va a sonar, le va a dar sueño, su mente
divagará.
9. Concéntrese cuando ore. Si usted está solo, ore en voz alta cuando su mente quiera
divagar, ya que al vocalizar sus oraciones evitará que su mente se desvíe.
10. Ore hasta por las distracciones. Si tiene pensamientos que lo distraigan cuando está
orando probablemente son importantes, evidentemente por esta razón vienen a su mente,
así que ore por ellos. La distracción se convertirá en parte de su oración. Luego puede
volver a su oración original.
La oración es nuestro tiempo de conversación con Dios, y es un mandato el que debemos
orar constantemente, por lo que, que mejor si cuando rezamos lo hacemos de forma eficaz y
somos escuchados, mejor aún, si nuestras oraciones son contestadas, y nuestra fe crece
porque vamos conociendo más al Señor, como un circulo virtuoso que mejora nuestra vida
espiritual. Para cerrar esta serie de artículos los dejamos can las promesas de Dios para Sus
hijos.
“El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían
en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en
medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré
con una larga vida y les daré mi salvación».” — Salmos 91:14-16 (NTV)