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LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 1 —

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?)
15 JULIO, 2017 RAFAEL BELTRAN

La oración es el medio que Dios nos ha dado para comunicarnos con Él. Algunos cristianos
han dejado de rezar porque no ven que sus oraciones sean escuchadas, de forma que se
desalientan e incluso llegan hasta dejar de hacerlo por completo. En este artículo trataremos
de ayudarlos para que sus oraciones mejoren, al explicarles el propósito de la oración y
cómo rezar eficazmente.
¿Qué es la oración?
Rezar no tan sólo es una invitación, es un mandamiento. Jesús nos lo hace saber en Su
Palabra:

“Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles
que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.” — Lucas 18:1
(NTV)
“Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta
es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” —
1 Tesalonicenses 5:17-18 (NTV)
Cuando cumplimos la voluntad de Dios, Él nos recompensa abundantemente. Necesitamos
darnos cuenta que la oración es el privilegio más grande que tenemos como cristianos para
comunicarnos con Dios y es el medio en el que participamos en el trabajo de Su reino. La
oración es una de las formas que Dios utiliza para que las cosas ocurran en este mundo. Por
eso siempre debemos de orar. Hay cosas que no suceden hasta que el creyente reza. Por
ejemplo:

“El Señor oyó la oración de Elías, ¡y la vida volvió al niño, y revivió!” — 1


Reyes 17:22 (NTV)
“Entonces dijo: «No tengas miedo, Daniel. Desde el primer día que
comenzaste a orar para recibir entendimiento y a humillarte delante de tu
Dios, tu petición fue escuchada en el cielo. He venido en respuesta a tu
oración.” — Daniel 10:12 (NTV)
Tenemos el gran privilegio
de tener acceso a Él tan fácil como si le marcáramos por teléfono al cielo, Su línea directa
la encontramos en: “Jeremías 33:3”. Él nos da Su promesa que si le llamamos, Él nos
responderá y nos mostrará más acerca de Su reino a través de nuestra oración:
“Llámame y te responderé. Te haré conocer cosas maravillosas y
misteriosas que nunca has conocido.” — Jeremías 33:3 (TLA)
La oración es entablar una conversación con Dios, Él quiere escucharlo, de hecho, está
tocando a su puerta y lo está llamando:

“¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes Mi voz y abres la puerta, Yo


entraré y cenaremos juntos como amigos.” — Apocalipsis 3:20 (NTV)
“Escúchame cuando oro, oh Señor; ¡ten misericordia y respóndeme! Mi
corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón
responde: «Aquí vengo, Señor».” — Salmos 27:7-8 (NTV)
Dios puede hacer todo lo que Él desea. No hay oración demasiado difícil que no pueda ser
respondida por Dios, no hay problema demasiado grande que Él no pueda solucionar, no
existe una persona tan perdida que Él no pueda salvar, no hay ninguna promesa que Él no
pueda mantener. Nada está fuera del alcance del poder de la oración con excepción de lo
que está fuera de la voluntad de Dios.

“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo
que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho.” — Filipenses
4:6 (NTV)
La razón por la que rezamos es porque nos damos cuenta que Dios es soberano y sabemos
que Él tiene el poder de ordenar que se hagan las cosas de acuerdo a Su plan y propósito.
Pero, aunque nuestra oración no cambiara Sus planes, sí puede cambiar la forma en la que
se lleva a cabo Su plan.

“Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios.” —


Santiago 4:2c (NTV)

Cuando Dios estaba enojado


con el pueblo de Israel porque cometieron el pecado de idolatría, Moisés por medio de su
oración hizo que el Señor cambiara de parecer, evitando así el terrible castigo:

“El Señor le dijo a Moisés: —¡Baja ya de la montaña! Tu pueblo, el que


sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido. ¡Qué pronto se apartaron
de la forma en que les ordené que vivieran! Fundieron oro y se hicieron un
becerro, y se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios…Ahora quítate
de en medio, para que Mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y
destruirlos…Pero Moisés trató de apaciguar al Señor su Dios.—¡Oh
Señor! —le dijo—, ¿por qué estás tan enojado con tu propio pueblo, el que
sacaste de la tierra de Egipto con tan gran poder y mano fuerte?¿Por qué
dejar que los egipcios digan: “Su Dios los rescató con la mala intención de
matarlos en los montes y borrarlos de la faz de la tierra”? Abandona Tu
ira feroz; ¡cambia de parecer en cuanto a ese terrible desastre con el que
amenazas a Tu pueblo! Acuérdate de Tus siervos Abraham, Isaac y
Jacob… Entonces el Señor cambió de parecer en cuanto al terrible
desastre con que había amenazado destruir a Su pueblo.”— Éxodo 32:7-14
(NTV)
El poder de la oración nos lleva a descubrir que cada falla en nuestras vidas es una
consecuencia por una deficiencia en nuestras oraciones. No hay pecado que, con la
apropiada oración, no se hubiera podido prevenir. Esta es la importancia que tiene la
oración en nuestras vidas, y no tiene sustituto; no existe necesidad que no pueda ser
cubierta mediante la oración.

“Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está
dispuesto, pero el cuerpo es débil».” — Marcos 14:38 (NTV)

La oración es tan vital en la


vida del cristiano como lo es el respirar. Sin embargo, la oración es también la más grande
deficiencia que tenemos los cristianos: es el arma secreta que no utilizamos. Quizás una de
las principales razones es que la oración no es algo natural para nosotros. Hay 3 posibles
causas: 1) La indiferencia que se tiene al no querer rezar; 2) la ignorancia al no saber cómo
rezar o que pedir; y 3) la interferencia de Satanás, quien sabe que la falta de oración es la
mayor causa del estancamiento en la vida del cristiano.

“Yo corrijo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé diligente y
arrepiéntete de tu indiferencia.” — Apocalipsis 3:19 (NTV)
“Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su
naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola,
morirán. — Romanos 8:12-13 (NTV)
¿No le ha pasado que le cuesta trabajo rezar? Pues usted no es el único que se resiste a
rezar, y ésto se debe a nuestra naturaleza pecaminosa, a la cual no le gusta rezar. Adicional
a nuestra desidia, está el diablo, quien no quiere que oremos y se dedica a causar
interferencia y distracciones que evitan que recemos, por ejemplo: de repente suena el
teléfono; alguien viene a distraernos (familia, vecinos); nos da sueño; se nos olvida; o
nuestra mente simplemente divaga, tenemos diferentes pensamientos que no permiten que
nos mantengamos enfocados cuando queremos rezar. Satanás teme a nuestras oraciones
porque sabe que con ellas siempre lo venceremos.
“Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca
obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven
bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a
Dios.” — Romanos 8:7-8 (NTV)
¿Qué hacer para que nuestras oraciones sean escuchadas?
La principal razón por la cual nuestras oraciones no son respondidas es porque estamos en
enemistad con Dios. Cuando no estamos en armonía con Dios, tenemos pecados no
confesados, o de los cuales no nos hemos arrepentido, o peor aún, seguimos en una
situación de pecado a sabiendas que eso está mal, entonces nuestras oraciones simplemente
no son escuchadas.

“Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría


escuchado.” — Salmos 66:18 (NTV)
“El Señor está lejos de los perversos, pero oye las oraciones de los justos.”
— Proverbios 15:29 (NTV)
Moisés pecó en el desierto cuando no siguió las instrucciones de

Dios y golpeó la roca en


lugar de hablarle, entonces luego Dios no escuchó la oración de Moisés con su petición de
permitirle entrar a la Tierra Prometida.

[Dice Moisés] “Pero por causa de ustedes el Señor se enojó conmigo y no


me escuchó, sino que me dijo: “¡Basta ya! No me hables más de este
asunto.”— Deuteronomio 3:26 (NVI)
Si nuestra actitud ante Dios no es la correcta, es difícil esperar respuesta del Señor a
nuestras oraciones. La falta de comunión de nuestra alma con Dios es la causa raíz de
nuestras oraciones no contestadas.
[Dice el Señor] “Cuando levanten las manos para orar, no miraré; aunque
hagan muchas oraciones, no escucharé, porque tienen las manos cubiertas
con la sangre de víctimas inocentes.” — Isaías 1:15 (NTV)
Usted podrá pensar, bueno, yo no soy un asesino, y me considero buena persona.
Recordemos que el estándar de los hombres es diferente al estándar de Dios. Al no cumplir
Sus Mandamientos estamos en rebeldía contra Él y eso impide que Él escuche nuestras
oraciones.

“¡Escuchen! El brazo
del Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni Su oído demasiado
sordo para no oír su clamor. Son sus pecados los que los han separado de
Dios. A causa de esos pecados, Él se alejó y ya no los escuchará. Las
manos de ustedes son manos de asesinos, y tienen los dedos sucios de
pecado. Sus labios están llenos de mentiras y su boca vomita corrupción. A
nadie le importa ser justo y honrado; las demandas legales de la gente se
basan en mentiras. Conciben malas acciones y después dan a luz el
pecado…Todo lo que hacen está lleno de pecado, y la violencia es su sello
característico. Sus pies corren para hacer lo malo y se apresuran a matar.
Solo piensan en pecar; siempre hay sufrimiento y destrucción en sus
caminos…No saben dónde encontrar paz o qué significa ser justo y
bueno… Sí, la verdad ha desaparecido y se ataca a todo el que abandona
la maldad. El Señor miró y le desagradó descubrir que no había justicia.
Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los
oprimidos.” — Isaías 59:1-7, 15,16a
A continuación, mencionaremos otras razones por las que nuestras oraciones no obtienen
los resultados esperados, por lo que debemos ser cuidadosos cuando rezamos. Nuestro
objetivo es tener oraciones contestadas y darle gloria a Dios en el proceso. Por tanto,
necesitamos:

Evitar pedir por cosas que no estén de acuerdo a la voluntad de Dios


Al comunicarse con Dios a través de la oración, no significa que usted pueda (o deba)
obtener lo que quiera. Todas sus peticiones deberán estar alineadas con los propósitos de
Dios. La oración le da una oportunidad para que usted descubra el plan perfecto que Él
tiene para usted. Además, no es buena idea el querer cambiar el plan que Dios tiene para
usted, el rey Ezequías en su oración quería que Dios que le prolongara su vida, y Dios le
concedió 15 años extras (2 Reyes 20), sin embargo, ese “tiempo extra” desencadenó una
serie de eventos con terribles consecuencias para el pueblo de Judá (2 Reyes 21) cuando su
hijo Manasés heredó el trono. La lección es que no es buena idea querer cambiar los planes
que Dios tiene para su vida.

“Pues Yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son
planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una
esperanza. En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo
corazón, podrán encontrarme.”— Jeremías 29:11-13 (NTV)

Nuestras oraciones son


ineficaces y no son respondidas cuando solamente estamos interesados en nuestra propia
gratificación, cuando pedimos cosas para satisfacer nuestros deseos personales y que no son
para la gloria de Dios. Es como pedir por 3 vehículos Ferrari estacionados a la puerta de la
casa, esto es un deseo personal, y no una necesidad con el objetivo de crecer el reino de
Dios, o para que se cumpla con Su voluntad. Dios tampoco nos va a dar cosas que
podríamos darles un mal uso.
“Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas
intenciones: desean solamente lo que les dará placer.” — Santiago 4:3
(NTV)
[Dice Jesús] “Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y
lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesiten.”— Mateo 6:33
(NTV)
“Disfruta de la presencia del Señor, y Él te dará lo que de corazón le
pidas.” — Salmos 37:4 (RVC)
Evitar oraciones con generalidades
Cuando nuestras oraciones tienen un alcance global y vago, hacen difícil el identificar si la
oración fue respondida. Como cuando pedimos a Dios que “bendiga a todo el mundo”, “que
se acabe la criminalidad en el país”. La petición tiene que ser lo más específica posible.

Evitar repeticiones
Como vimos la oración es una comunicación personal con Dios, así que no debemos de
recurrir a oraciones aprendidas y memorizadas, que hacen todo el proceso mecánico e
impersonal.

“Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los


seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán
respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez.” — Mateo
6:7 (NTV)
Evitar orar para ser visto

Hay personas quienes


frecuentan iglesias, templos, o sinagogas como una forma de crecer su círculo social, para
acrecentar su estatus socioeconómico. O bien rezan en público para que se diga que son
religiosos, o que tienen buenos valores. Cuide que su objetivo al rezar sea el de
comunicarse con Dios, no el de quedar bien con otras personas.

[Dice Jesús] “Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les
encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas
donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra
recompensa más que esa.”— Mateo 6:5 (NTV)
La oración debe ser dirigida únicamente a Dios
La oración debe ir dirigida a Dios, no a la Virgen, ni a los ángeles, ni a santos, como
algunos grupos sugieren. Dichos grupos le dicen que usted necesita a una mediatriz o a un
mediador y sugieren a diversos santos especializados en diferentes necesidades. La Biblia
es muy clara al respecto, el único mediador que existe es Jesús:

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
que es Jesucristohombre.”— 1 Timoteo 2:5 (RVC)
Al dirigir las oraciones a personas o seres que no son Dios se comete el pecado que va
directamente en contra del Primer Mandamiento.

“No tengas ningún otro dios aparte de mí.” — Éxodo 20:3 (NTV)
“Pues el Señor es Dios; Él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas
en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un
lugar vacío y de caos. «Yo Soy el Señor —afirma—, y no hay otro.”—
Isaías 45:18 (NTV)
Adicionalmente, Dios nos advierte en contra la idolatría en Su Segundo Mandamiento:

“No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en
los cielos, en la tierra o en el mar. No te inclines ante ellos ni les rindas
culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que
entregues tu corazón a otros dioses.” — Éxodo 20:4-5a (NTV)
Rezar es rendir culto, por tanto, sea cuidadoso de dirigir su oración única y directamente
hacia Dios. Dios nunca está tan ocupado manteniendo a todo el universo que no tenga
tiempo para escuchar su oración. Recuerde, Él es el Todopoderoso.

Dios tiene fuertes palabras contra quienes cometen idolatría, y lo describe como
prostitución y adulterio en Su contra.

[Dice el Señor] “Usaste los hermosos regalos que te di para


construir lugares de culto a ídolos, donde te prostituiste. ¡Qué increíble!
¿Cómo pudo ocurrir semejante cosa? Tomaste las joyas y los adornos de
oro y plata que Yo te había dado y te hiciste estatuas de hombres y les
rendiste culto. ¡Eso es adulterio contra Mí!… Sí, eres una esposa
adúltera que recibe a extraños en lugar de a su propio marido.”— -
Ezequiel 16:16,17, 32 (NTV)

Hay grupos que rezan el


rosario, el cual es un invento de la iglesia católica, para mayor información lea el
artículo Verdades Bíblicas para los Católicos Romanos el cual fue escrito por un ex-
sacerdote católico.
Y observe que “los santos” son personas que ya fallecieron, por tanto, si usted o celebra
alguna festividad en honor a dicho “santo”, o le reza a algún “santo” o algún ancestro suyo,
en realidad le está rezando y honrando a un muerto. Dios explícitamente advierte contra
esto en Su Palabra:

“Tal vez alguien les diga: «Preguntemos a los médiums y a los que
consultan los espíritus de los muertos … nos dirán qué debemos hacer».
Pero ¿acaso no deberá el pueblo pedirle a Dios que lo guíe? ¿Deberían los
vivos buscar orientación de los muertos?¡Busquen las instrucciones y las
enseñanzas de Dios! Quienes contradicen Su palabra están en completa
oscuridad.” — Isaías 8:19-20 (NTV)
En la continuación de este artículo hablaremos acerca de lo que significa del ¿Por que?
¿Cuándo? y ¿Dónde? debemos rezar y de la importancia y el propósito de la oración.
LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 2 — EL
PROPÓSITO DE LA ORACIÓN)
5 AGOSTO, 2017 RAFAEL BELTRAN

En el artículo anterior, vimos que la oración no solo es el mejor medio para comunicarnos
con Dios como si hiciéramos una llamada telefónica, sino que es un mandato que nos da
Dios para mostrarnos su grandísimo amor al proveer nuestras necesidades. Y aun cuando
tenemos este privilegio, nos resistimos a rezar. Ahora nos enfocaremos en el contestar el
¿por qué?, ¿cuándo?, y ¿dónde?, debemos de orar. Esto nos ayudara a entender y mejorar
nuestra vida de oración al hacerlo eficazmente.
¿Por qué rezar? — La importancia y el propósito de la oración
El propósito de la oración es misterioso, tal vez alguna vez se haya preguntado: ¿Por qué
quiere Dios que le digamos lo que Él ya sabe? ¿Por qué quiere Dios que le pidamos algo
que ya sabe que necesitamos? Y la respuesta es asombrosa, porque el Señor nos está dando
el privilegio de trabajar con Él en la regulación y administración del universo. ¿No se siente
maravillado de tener el gran privilegio de trabajar con Dios? Él puede hacerlo sin usted,
pero nosotros no podemos hacerlo sin Él. Es posible que la oración sea parte del
entrenamiento que tenemos en esta vida para prepararnos para cuando estemos con Él en la
eternidad.

“¡Qué grande es la riqueza, la sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Es


realmente imposible para nosotros entender Sus decisiones y Sus
caminos!” — Romanos 11:33 (NTV)
“Porque Tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que
se lo pidas.” — Mateo 6:8
Se preguntará: ¿La oración realmente cambia las cosas? La respuesta es “¡claro que sí!”.
Vemos en el libro de Jonás que Dios cambió de parecer acerca del castigo que Él había
planeado para los habitantes de Nínive. Con ello no significa que la oración cambie la
voluntad de Dios, porque Dios no cambia.

“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.” — Hebreos 13:8 (NTV)


“En Su sabiduría, el Señor enviará una gran calamidad; no cambiará de
parecer. Se levantará contra los malvados y contra quienes los ayudan.” —
Isaías 31:2 (NTV)
“Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más mínimo
pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al Señor, para que les tenga
misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque Él perdonará con
generosidad.” — Isaías 55:7 (NTV)
En el ejemplo con los
habitantes de Nínive, Dios les dio dos opciones: (1) arrepentirse y recibir Su perdón, o (2)
recibir el castigo por sus pecados. Por lo que cuando ellos cambiaron su actitud y se
arrepintieron de acuerdo a lo que Dios les pidió, la destrucción que les esperaba no se llevó
a cabo.

“Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus
malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción con que
los había amenazado.” — Jonás 3:10 (NTV)
Y se preguntara ¿para qué sirve la oración?

Para acercarse a Dios. — La oración restablece sus relaciones. Cuando nosotros pecamos
afectamos nuestras relaciones con nuestra esposa/o, hijos, familia y sobre todo con Dios.
Nuestros pecados ponen una pared de separación entre usted y Dios.
Con la muerte
espiritual la persona se encuentra separada de Dios.
“El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni Él se
ha vuelto tan sordo como para no poder oír. Pero las maldades cometidas
por ustedes han levantado una barrera entre ustedes y Dios; sus pecados
han hecho que Él se cubra la cara y que no los quiera oír.” — Isaías 59:1-
2 (DHH)
“Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los
abandonan, recibirán misericordia.” — Proverbios 28:13 (NTV)

La oración es el único medio


con el que podemos derribar esa pared para restablecer la comunión con Dios a través de
confesarle nuestros pecados y dejar de pecar.
“Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa.
Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y Tú me perdonaste!
Toda mi culpa desapareció.” — Salmos 32:5 (NTV)
“Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría
escuchado.” — Salmos 66:18 (NTV)
“Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: —¿Dónde
están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno, Señor —
dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.” — Juan
8:10-11 (NTV)
Para agradecer. — Para darle gloria a Dios, para reconocer Su lugar primordial en
nuestras vidas, para agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotros, para honrarlo. Al
orar, a menudo incluimos peticiones a Dios: le mostramos lo que pensamos que
necesitamos y dejamos a Su sabiduría infinita Su respuesta al respecto.
“Pues Yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son
planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una
esperanza.” — Jeremías 29:11 (NTV)
“Amo al Señor porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia.
Debido a que Él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!”
— Salmos 116:1-2 (NTV)
Para crecer. — La oración es uno de los
más importantes medios para crecer como cristianos. Cuando volvemos a nacer, un nuevo
deseo de comunión con Dios se crea en nosotros, pero nuestra naturaleza pecaminosa
resiste al Espíritu. La oración nos ayuda a combatir este problema al promover en nuestros
corazones el deseo de obedecer y de apartarnos de los malos caminos.
[Dice el Señor] “Si mi pueblo, sobre el cual se invoca Mi nombre, se
humilla y ora, y busca Mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, Yo lo
escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.” — 2
Crónicas 7:14 (RVC)
Para conocerlo. — El conocimiento de la Palabra de Dios es importante porque sin ello no
sabemos qué es lo que Dios requiere de parte nuestra.
“Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de
noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente
entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.” — Josué 1:8
(NTV)
Sin embargo, podemos saber mucho de Dios por las Escrituras, pero sin “realmente conocer
a Dios”, si es que el conocimiento permanece abstracto en nuestro cerebro. La oración es el
medio que tenemos para que este conocimiento quede enraizado en nuestras vidas a través
de la comunión con Dios, que permite que haya un cambio fundamental en el corazón de
cada persona al saber lo que Jesús ha hecho por nosotros para que alcancemos nuestra
salvación.

“El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente


perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?” — Jeremías 17:9
(NTV)
“Hijo de hombre, tú vives entre rebeldes que tienen ojos pero se niegan a
ver; tienen oídos pero se niegan a oír, porque son un pueblo rebelde.” —
Ezequiel 12:2 (NTV)
Él es quien nos da ojos para ver y oídos para escuchar.

“Los oídos para oír y los ojos para ver; ambos son regalos del Señor.” —
Proverbios 20:12 (NTV)
Para mejorar nuestro corazón. — Uno de
los beneficios de la oración es el cambio que genera en la maldad y dureza de nuestros
corazones. Dios nos da un corazón nuevo y nos envía Su Espíritu cuando nos acercamos a
Él con sincero arrepentimiento.
[Dice el Señor]”Apártense de todas las maldades que han cometido contra
Mí, y háganse de un corazón y un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de
morir, pueblo de Israel” — Ezequiel 18:31 (DHH)
“Les daré un corazón nuevo y pondré un Espíritu nuevo dentro de ustedes.
Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y
receptivo.” — Ezequiel 36:26 (NTV)
Para no caer en tentaciones. — Podemos ver el ejemplo de Pedro cuando Jesús le dijo
que rezara para evitar las tentaciones en Lucas 22:39-62, pero él se quedó dormido. Y
después lo que pasa esa misma noche es que Pedro trató de pelear contra todos los soldados
romanos y del templo, con solo una espada, después negó a Jesucristo 3 veces, como
resultado de las tentaciones en las que cayó. Pero lo mismo nos pasa a nosotros cuando no
rezamos para no caer en tentaciones.
“Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir
verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.” — Mateo
26:41 (RVC)
“En mi angustia oré al Señor, y el Señor me respondió y me liberó.” —
Salmos 118:5 (NTV)
“Cuando llegó a ese lugar, Jesús les dijo: «Oren para que no caigan en
tentación.»” — Lucas 22:40(RVC)
Para protección. — Satanás no tiene defensa contra nuestras oraciones.
“El Señor es mi Roca, mi Fortaleza y mi Salvador; mi Dios es mi Roca, en
quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi
lugar seguro.” — Salmos 18:2 (NTV)
“El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de
confianza; ¡Dios protege a cuantos en Él confían!”— Salmos 18:30 (DHH)
¿Dónde rezar?
Usted no tiene que ir a ningún lugar especial para orar, Dios está en todas partes y lo puede
escuchar en todo momento (ver Salmo 121:4). Recuerde que Jonás dijo su oración cuando
estaba adentro de un gran pez en el fondo del mar, desde ahí fue escuchado:
“Cuando la vida se me escapaba, recordé al Señor. Elevé mi oración
sincera hacia Ti en Tu santo Templo.” — Jonás 2:7 (NTV)
“Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.” —
Jonás 2:10 (NTV)
Una oración puede ocurrir
mientras usted va manejando rumbo a su trabajo, o bien mientras espera su cita en la
oficina del doctor, o bien mientras camina en por el parque. Imagine que usted va a pasar
un día con su mejor amigo, ¿de qué hablaría? ¿Cómo se sentiría su amigo si usted no habla
nada con él en todo el día? Dios habita en todos los creyentes, a quienes les ha enviado a Su
Espíritu, y la forma de comunicarse con Él es mediante la oración.

“Sin embargo, cuando Daniel oyó que se había firmado la ley, fue a su
casa y se arrodilló como de costumbre en la habitación de la planta alta,
con las ventanas abiertas que se orientaban hacia Jerusalén. Oraba tres
veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios.”
— Daniel 6:10 (NTV)
¿Cuándo rezar?
En Su Palabra, Dios nos dice que estemos en oración continuamente, esto implica estar
consciente de Él todo el tiempo, de ver todo lo que sucede a nuestro alrededor en relación a
Él. Es el relacionar todo lo que sucede en nuestras vidas con Su presencia.

“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse


alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas
partes.” — Efesios 6:18 (NTV)
El apóstol Pablo nos dice que debemos de rezar sin cesar. Lo que significa que debemos de
estar en un estado de constante comunicación con el Padre.

“Nunca dejen de orar.” — 1 Tesalonicenses 5:17 (NTV)


Cuando no rezamos lo que estamos diciendo implícitamente es que no creemos que la
oración haga ninguna diferencia. No confiamos en las promesas que Dios nos hizo en Juan
14:14.
“Es cierto, pídanme cualquier cosa en Mi nombre, ¡y Yo la haré!” — Juan
14:14 (NTV)
Las Escrituras nos revelan la importancia de rezar, que es esencial al caminar y
comunicarnos con Dios diariamente, el pedir por el rescate del pecado por la seducción del
mundo y los ataques de Satanás.

“Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le pedimos algo


conforme a Su voluntad, Él nos oye.” — 1 Juan 5:14 (DHH)
Rece diariamente y notará la ayuda del Espíritu Santo en su vida, quien lo ayudará a que su
fe crezca al ver las maravillosas cosas que Dios le proveerá en su vida. Entre más tiempo
pase en oración, mejor va a ser su relación con Dios.

En el siguiente artículo, veremos ¿cómo orar eficazmente? Para concluir, les comparto la
alabanza del Salmo 95, que fácilmente puede incluirse en nuestras oraciones.

“¡Vengan y con alegría aclamemos al Señor! ¡Cantemos con júbilo a la


roca de nuestra salvación! ¡Lleguemos ante su presencia con alabanza!
¡Aclamémosle con cánticos! ¡Grande es el Señor, nuestro Dios! ¡Gran Rey
es Él sobre todos los dioses! … ¡Vengan, y rindámosle adoración!
¡Arrodillémonos delante del Señor, nuestro Creador! El Señor es nuestro
Dios, y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos las ovejas de su
mano!” — Salmos 95:1–3, 6–7 (RVC)

LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 3 —


ORANDO EN EL ESPÍRITU)
6 AGOSTO, 2017 RAFAEL BELTRAN

En el artículo anterior, vimos que el propósito de la oración es darnos el privilegio de


trabajar con Dios en la regulación del universo. ¡Esto es increíble, verdad! ¿Pero cómo
podemos llevar a cabo tan sorprendente función? Bien, en este artículo veremos que la
comunicación es la clave para podamos realizar este trabajo tan importante de forma eficaz.
También veremos que el secreto de una oración poderosa es rezar en el Espíritu. Así que
empezaremos viendo el cómo hacer para que nuestras oraciones sean escuchadas en el
cielo.
Las oraciones que son escuchadas por Dios
¿Alguna vez ha sentido que sus oraciones no son
escuchadas? ¿Hacia quién van dirigidas sus oraciones? ¿Considera usted que sus oraciones
son poderosas?

Ya vimos que hay ciertos requisitos que debemos de seguir cuando rezamos. Cuando
pedimos algo a Dios, lo que solicitamos debe de estar de acuerdo a la voluntad del Padre, y
obedeciendo lo que Él nos ha revelado. Y si todos los requisitos se cumplen, debemos de
tener la confianza de que nuestra oración será respondida. Tenga en cuenta que cuando
Dios contesta oración puede ser un “Sí”, “No”, o “Espera”. También a veces Él decide
responderle de alguna forma diferente a lo que usted esperaba, normalmente es porque Dios
tiene pensado algo mejor que lo que usted propuso.

[Dice Jesús] “Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un
pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? O si les piden un huevo, ¿les
dan un escorpión? ¡Claro que no! Así que si ustedes, gente pecadora,
saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el
Espíritu Santo a quienes lo pidan.” — Lucas 11:11-13 (NTV)
Cuando la respuesta de Dios es un “No”, no es porque Él no nos quiera, sino porque el
Señor nos ama y tiene algo mejor planeado para nosotros. A veces la respuesta es “No”
porque la petición va en contra de Su voluntad.

[Dice el Señor] “Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni ores
por ellos y no me supliques que los ayude, porque no te escucharé. ¿Acaso
no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de
Jerusalén?¡Con razón estoy tan enojado! Mira cómo los hijos juntan leña y
los padres preparan el fuego para el sacrificio [a ídolos]. Observa cómo
las mujeres preparan la masa para hacer pasteles y ofrecérselos a la reina
del cielo. ¡Y derraman ofrendas líquidas a sus otros dioses-ídolos! ¿Soy Yo
al que ellos perjudican? —pregunta el Señor—. Más que nada se
perjudican a sí mismos, para su propia vergüenza».” — Jeremías 7:16-19
(NTV)
¿Cómo rezar? — Como comunicarnos eficazmente con Dios
El poder de la oración no depende en qué tan hábiles seamos para orar, de lo elocuente que
seamos, o de utilizar el mejor libro de oraciones; sino quien es el que está escuchando su
oración. No oramos para impresionar a Dios, o para informarlo, ni mucho menos para
instruirlo. Dígale a su Padre que está en el cielo lo que piensa, la oración es así de sencilla,
sin complicaciones. Acérquese a Él como un niño pequeño a su Padre.

“Entonces dijo [Jesús]: —Les digo la verdad, a menos que se aparten de


sus pecados y se vuelvan como niños, nunca entrarán en el reino del cielo.”
— Mateo 18:3 (NTV)

La forma en las que podemos


combatir nuestra naturaleza pecaminosa es con la ayuda del Espíritu Santo. Judas, el
hermano de Jesús, nos dice que oremos guiados por el Espíritu, para contrarrestar la apatía
de nuestra naturaleza carnal.

“Pero ustedes, queridos hermanos, manténganse firmes en su santísima


fe. Oren guiados por el Espíritu Santo.” — Judas 20 (DHH)
Jesús es nuestro modelo a seguir, Él nos explica que Él hacía lo que el Padre hacía,
mostrándonos la sumisión que Él tenía al actuar bajo el Espíritu.
“Entonces Jesús explicó: «Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada
por su propia cuenta; solo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que
hace el Padre, también lo hace el Hijo.” — Juan 5:19 (NTV)
Rezar en el Espíritu

Hay una parte de nosotros


que no quiere rezar: nuestra vieja naturaleza. Sin embargo, el Espíritu Santo nos motiva a
rezar. Cuando estamos llenos con el Espíritu Santo, es natural y fácil el rezar. Para que
nuestra oración sea eficaz, tiene que ser originada con la ayuda del Espíritu Santo, es a
través de Dios que hacemos la oración, y el objetivo y propósito de la misma es Dios.

“Pues todas las cosas provienen de Él y existen por Su poder y son para Su
gloria. ¡A Él sea toda la gloria por siempre! Amén.” — Romanos 11:36
(NTV)
La oración no es la forma en la que el hombre logra su voluntad, sino el camino que Dios
elige para hacer Su voluntad en la tierra.

“Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son


controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y
recuerden que los que no tienen al Espíritu de Cristo en ellos, de ninguna
manera pertenecen a Él).” — Romanos 8:9 (NTV)
La oración causa un gozo en nuestro corazón cuando nos damos cuenta que Dios es nuestro
Padre. Porque tenemos el Espíritu de Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

“Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de
Su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!»” — Gálatas 4:6 (RVC)
La oración es el medio que tenemos para obtener las cosas buenas que pedimos. Nuestra
responsabilidad es pedir y Dios nos da si lo que pedimos está de acuerdo a Su voluntad.

“Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón.” —


Salmos 37:4 (NTV)
“Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que
llama, se le abre.” — Mateo 7:7-8 (RVC)
También es nuestra oportunidad de mostrarle nuestra devoción al Padre como nuestro
Proveedor, reconociendo nuestra dependencia hacia nuestro Creador y es una forma de
darle gloria en el Nombre del Hijo (nuestro Mediador, el Único a través de quien nos
podemos acercar al Padre), por medio del poder directivo del Espíritu Santo.

“Jesús le contestó: —Yo Soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir


al Padre si no es por medio de Mí.” — Juan 14:6 (NTV)
Sin embargo, muchas personas no se dan cuenta de esta realidad, hasta que el Espíritu
Santo se los muestra a través de la oración, al quitar del camino el orgullo humano,
fomentar la humildad al darnos cuenta de que no podemos hacer nada sin Él, y al poner en
primer lugar a Dios en nuestros corazones y pensamientos.

[Dice el Señor] “Entonces derramaré un espíritu de gracia y oración sobre


la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén…” — Zacarías
12:10a (NTV)
¿Pero qué es rezar en el Espíritu? Rezar en el
Espíritu es rezar de acuerdo a las Escrituras, ya que el Espíritu Santo es el autor de la
Biblia.

[Dice Jesús]”Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando


los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El
Padre busca personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu,
por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.” —
Juan 4:23-24 (NTV)
Las Escrituras nos hacen crecer para alcanzar la perfección. Por lo que para crecer en
nuestras oraciones y rezar en el Espíritu tenemos que utilizar la Biblia, la cual nos revela la
voluntad de Dios. Vimos que la oración es esencial para nuestra vida espiritual, es como el
aire que respiramos.

“A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para


toda buena obra.” — 2 Timoteo 3:17 (RVC)
La Palabra de Dios es nuestro alimento para crecer.

“Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús: —Rabí, come algo.


Jesús les respondió: —Yo tengo una clase de alimento que ustedes no
conocen. «¿Le habrá traído alguien de comer mientras nosotros no
estábamos?», se preguntaban los discípulos unos a otros. Entonces Jesús
explicó: —Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me
envió, y en terminar su obra.” — Juan 4:31-34 (NTV)
Y el objetivo final al rezar en el Espíritu es darle gloria a Dios. Nosotros somos Sus
promotores y embajadores en la tierra, quienes estamos encargados de darle gloria; por lo
que tenemos que promocionar cada oración respondida, atribuyéndole toda la gloria al
Señor por todas las recompensas por lo que nos da, por Su poder y misericordia. Todo lo
que Él hace es para Su gloria primordialmente, y para nuestro beneficio de forma
secundaria. Así que la oración nos beneficia de principio a fin.

“Todo lo que Él hace revela su gloria y majestad; Su justicia nunca falla.”


— Salmos 111:3 (NTV)
“No a nosotros, oh Señor, no a nosotros sino a Tu Nombre le corresponde
toda la gloria, por Tu amor inagotable y Tu fidelidad.” — Salmos 115:1
(NTV)

Nos damos cuenta que


cuando rezamos en el Espíritu nuestras oraciones se vuelven reales y llenas de alegría, en
lugar de ser consideradas como una tarea más en nuestra vida llena de ocupaciones.
Inspirados por el Espíritu Santo y Sus Escrituras, apreciamos a la oración como un
privilegio que nos permite estar en la presencia de Dios, que nos permite la comunión con
Él en Su trono, y tener una probadita de lo que es estar en el cielo cada vez que rezamos.
Con la oración nuestro corazón se fortalece, nuestra fe crece, y nuestra alma es bendecida.

“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse


alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas
partes.” — Efesios 6:18 (NTV)
Nuestras oraciones en el Espíritu son como
una ofrenda a Dios:

“Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro


ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y
llevaba copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo
de Dios.”— Apocalipsis 5:8 (NTV)
“Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y
se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para
mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el
altar de oro delante del trono.” — Apocalipsis 8:3 (NTV)
Cuando hablamos de estar en la presencia de Dios, no es basado en nuestra imaginación
carnal, sino en la iluminación carnal, ya que es por fe que nosotros vemos a Dios. Es como
podemos acercarnos a Su trono con confianza.

“La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo


que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.” — Hebreos 11:1
(NTV)
“Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del
rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el
Invisible.” — Hebreos 11:27 (NTV)
La clave para orar eficazmente es que nos demos cuenta que no somos autosuficientes ni
siquiera para rezar. Debemos conscientemente tener fe en que el Espíritu Santo, quien vive
en nosotros, nos va a ayudar al permitir la sumisión de nuestros deseos carnales para
enfocarnos en alinear nuestras oraciones de acuerdo a Su voluntad y para la gloria de Dios.
Una vez que entendamos que Dios es quien va activar nuestro deseo de rezar, y es Él quien
nos ayuda cuando no sabemos cómo rezar, o porque pedir, porque algunas veces pedimos
cosas que no necesitamos y otras veces necesitamos cosas que no queremos.

“Nadie es realmente sabio, nadie busca a Dios.” — Romanos 3:11 (NTV)


“Los que están dominados por la naturaleza pecaminosa piensan en cosas
pecaminosas, pero los que son controlados por el Espíritu Santo piensan en
las cosas que agradan al Espíritu.” — Romanos 8:5 (NTV)
“Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han
recibido, será suya.” — Marcos 11:24 (NTV)

El apóstol Pablo nos habla de


la sumisión y de como él buscaba lo opuesto a ser orgulloso y autosuficiente después de
que en oración le pidiera persistentemente a Dios que le quitara la espina que tenía en la
carne. Pero la respuesta del Señor es que en nuestra debilidad Su poder actúa mejor para
perfeccionarnos.

“En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara. Cada


vez Él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; Mi poder actúa mejor
en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades,
para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” — 2 Corintios
12:8-9 (NTV)
El Espíritu Santo nos enseña, revela, inspira e ilumina la Palabra de Dios en nosotros.
Además, Él es nuestro intermediario para que nuestras oraciones lleguen al Padre.
“Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo,
nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el
Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con
palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu
dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía
con la voluntad de Dios.” — Romanos 8:26-27 (NTV)
¿Cómo crecer en la oración? La pureza y el poder de nuestras oraciones son otro indicio por
el cual podemos determinar el nivel de beneficio que estamos teniendo al leer y estudiar las
Escrituras. Si nuestro estudio bíblico está siendo bendecido por el Espíritu Santo, estamos
motivados a rezar más y mejor diariamente de acuerdo a lo que es aceptable para Dios,
entonces estamos creciendo como cristianos.

En nuestras oraciones
debemos honorar y alabar a Dios Padre como nuestro proveedor, en nombre de Su Hijo, por
quien podemos acercarnos a Dios, y por el poder y guía del Espíritu Santo.

“Ahora todos podemos tener acceso al Padre por medio del mismo Espíritu
Santo gracias a lo que Cristo hizo por nosotros.” — Efesios 2:18 (NTV)
“Si ustedes permanecen en Mí y Mis palabras permanecen en ustedes,
pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido!” — Juan 15:7 (NTV)
¿Tiene una relación personal con Jesucristo? Si no lo invitamos a que visite nuestro
link Jesús. La oración debe de ser hecha bajo la fe de lo contrario Dios no la escuchara.
Nosotros tenemos fe por las promesas que Dios ha hecho.
“¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en Él?
¿Y cómo pueden creer en Él si nunca han oído de Él? ¿Y cómo pueden oír
de Él a menos que alguien se lo diga?” — Romanos 10:14 (NTV)
El apóstol Juan nos enseña que al orar en el nombre de Jesús estamos glorificando al Padre.

“Pueden pedir cualquier cosa en Mi nombre, y Yo la haré, para que el Hijo


le dé gloria al Padre.” — Juan 14:13 (NTV)
En nuestro siguiente artículo veremos el significado de orar en el nombre de Jesús, así
como también analizaremos la estructura del “Padre Nuestro”. Los dejo con la siguiente
oración del Rey David cuando oro por la protección de su reino:

“Dios mío, yo te invoco porque tú me respondes; ¡inclina a mí tu oído, y


escucha mis palabras! Tú, que salvas de sus perseguidores a los que
buscan tu protección, ¡dame una muestra de tu gran misericordia!
¡Cuídame como a la niña de tus ojos! ¡Escóndeme bajo la sombra de tus
alas!” — Salmos 17:6-8 (RVC)

LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 4 —


PADRE NUESTRO)
19 AGOSTO, 2017 RAFAEL BELTRAN

En el artículo anterior vimos lo que nos muestran las Escrituras acerca de cómo rezar, y
terminamos con la enseñanza del apóstol Juan: el rezar en el “Nombre de Jesús”. Ahora
veremos lo que significa orar en “Su Nombre”. También veremos la primera parte del
modelo de la oración que Jesús nos enseñó en el “Padre Nuestro”.
Rezar en Nombre de Jesús
Jesús, en el Sermón del
Monte, no solo nos dio la clave para el acceso al tesoro divino en Su Nombre, sino que
también nos enseñó el tipo de oración que llega al cielo. La oración no es entrar a nuestro
cuarto en privado y permitir que Dios lea nuestra mente y llamar a eso oración. La oración
es más rica que esto. La oración, como ya vimos, es nuestra oportunidad para adorar a Dios,
para alabarlo y agradecer por todo lo que Él ha hecho por nosotros, reconocer Su
misericordia y la gracia que nos ha dado en nuestras vidas. Podemos confesar nuestros
pecados y pedir perdón, eliminando de esta forma la culpa que sentimos. Entre más
entendamos acerca de Dios, nuestras oraciones estarán más enfocadas en agradecerle a
Dios que en pedirle a Dios.

[Dice Jesús]”Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta


detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo
ve, te recompensará.” — Mateo 6:6 (NTV)
¿Pero qué significa acabar nuestras oraciones en “el nombre de Jesús”? Cuando usted reza
en “el nombre de Jesús”, usted está reconociendo que todo lo que su oración incluye está de
acuerdo y dentro de la voluntad y propósito de Jesús, que nos es revelado a través de la
Palabra de Dios. No es una fórmula que decimos al final de la oración para que todo lo que
pedimos se nos conceda (Juan 14:14), sino que estamos corroborando que lo que incluimos
en nuestra oración va a dar gloria a Dios y que tenemos la confianza de que Jesucristo va a
avalar dicha oración y a interceder por nosotros con el Padre como nuestro Mediador.
[Dice Jesús] “Pueden pedir cualquier cosa en Mi nombre, y Yo la haré,
para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pídanme cualquier cosa
en Mi nombre, ¡y Yo la haré!” — Juan 14:13-14 (NTV)
Los discípulos de Jesús se daban cuenta que Él oraba frecuentemente, y cuando le pidieron
que les enseñara cómo orar como vemos en Lucas 11:1-13, Él les mostró la forma de
hacerlo. Y precisamente el mejor ejemplo para rezar en “el nombre de Jesús” está en el
modelo que Él mismo nos enseñó en “El Padre Nuestro”.
“Padre Nuestro” — El Patrón de la oración
[Jesús dijo] “Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea Tu Nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad en la
tierra, así como se hace en el cielo. Danos hoy el pan que necesitamos.
Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado
a los que nos han hecho mal. No nos expongas a la tentación, sino líbranos
del maligno.” — Mateo 6:9-13 (DHH)
Jesucristo enseñó a los discípulos la estructura ideal para que pudieran orar, por eso vemos
que “El Padre Nuestro” es diferente en Mateo y en Lucas. Su mandato no fue digan estas
palabras repetidamente. De hecho, Jesús dice que no hagamos oraciones repetitivas (Mateo
6:7).
[Jesús dice] “Cuando ustedes oren, no sean repetitivos, como los paganos,
que piensan que por hablar mucho serán escuchados.” — Mateo 6:7 (RVC)
El Padre Nuestro está estructurado por 7 peticiones de la siguiente forma:

1. Debemos de dirigir nuestra oración hacia el Padre (Padre Nuestro);


2. Alabarlo (Santificado sea Tu Nombre, 1ª petición);
3. Sumisión ante los propósitos de Dios (2ª – venga Tu reino, 3ª – hágase Tu voluntad);
4. Pedir Su proveeduría/hacerle peticiones (4ª – danos hoy nuestro pan de cada día);
5. Pedirle perdón por nuestros pecados/confesión (5ª – perdona nuestros pecados);
6. Pedirle Su guía (6ª – no nos dejes caer en tentación);
7. Pedirle Su protección (7ª – líbranos del mal).
Como veremos este modelo de oración está dividido en 2 partes: La primera sección es
acerca de Dios, de Su gloria, Su reino, y Su voluntad. La segunda parte es de la
dependencia que tiene el hombre de Dios, donde el Señor es quien nos provee, nos perdona,
y nos protege. Ahora lo veremos con mayor detalle.

“Padre Nuestro”
Jesús nos dio el enorme
privilegio de poder llamar a Dios, “Padre”. Imagine las caras de los apóstoles cuando en
aquella época no era permitido ni siquiera pronunciar el nombre de Dios en voz alta, y
mucho menos el llamarlo “Padre”, eso era inconcebible. Por esta razón, hoy en día nadie
sabe cómo se pronuncia el nombre de Dios en hebreo y se debate entre cual es el nombre
apropiado, si es YaHVeH o JeHoVáH. En el Antiguo Testamento, Dios es llamado “Padre”,
solo 14 veces; pero en el Nuevo Testamento, tan sólo Jesús lo llama “Padre” 70 veces.
Como cristianos hemos sido adoptados como hijos de Dios, y nos hemos ganado el
privilegio de poderlo llamar “Padre” o en hebreo “Abba”, en español tener la intimidad de
hablarle de “Tú” con gran respeto. Recuerde que este privilegio de adopción nos lo dio
Jesús, por lo que siempre debemos mantener la solemnidad en nuestras oraciones por
respeto al Padre y a Jesucristo. Como hijos de Dios, debemos escuchar Su voz y
obedecerla.
“Pero a todos los que creyeron en Él [Jesús] y lo recibieron, les dio el
derecho de llegar a ser hijos de Dios.” — Juan 1:12 (NTV)
El apóstol Pablo nos dice que el ser hijos de Dios no es algo en automático, o que lo
heredamos, o que está en nuestros genes, sino que es porque Jesús habita en nosotros y por
eso recibimos el privilegio de la paternidad de Dios al tener el Espíritu de Su Hijo en
nosotros, y lo podemos llamar “Padre”.

“Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de
Dios… recibieron el Espíritu de Dios cuando Él los adoptó como sus
propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre». Pues su Espíritu se une a
nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.” — Romanos
8:14-16 (NTV)
Cuando llamamos Padre a Dios estamos implicando la obediencia y el amor que le
tenemos. Si Jesús nos dice que Él no está haciendo Su propia voluntad, sino que la voluntad
de Su Padre, nosotros como hijos adoptivos cuanto más debemos obedecerlo. La obediencia
es una de las características de Sus hijos.

[Dice Jesús] “Los que aceptan Mis mandamientos y los obedecen son los
que me aman. Y, porque me aman a Mí, Mi Padre los amará a ellos. Y Yo
los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.” — Juan 14:21 (NTV)
[Dice Jesús] “Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios
[Padre], quien me envió, no para hacer Mi propia voluntad.” — Juan 6:38
(NTV)
Hoy en día otras religiones como el islam o el hinduismo no se atreven a llamar a sus dioses
como padre. Pero por otro lado, Jesús nos revela la intimidad que tenemos cuando oramos a
Dios, llamándolo “Padre”. Imagine si tuviéramos que orar, “querido extraño
transcendente…”, o “distante, gran temido…”, tal vez no nos sentiríamos muy motivados o
consolados cuando llegamos a la parte de la petición. Pero así es como ven a sus dioses en
otras religiones.

“Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” —


Gálatas 3:26 (NTV)

Jesús siempre llamo a Dios


—“Padre” — en Sus oraciones, excepto cuando Él estaba en la cruz, cuando dijo: “Dios
mío [Padre], Dios mío [Espíritu Santo]” mostrando Su separación de ellos porque en ese
momento Él era el portador de todos los pecados del mundo, y estaba separado de Dios por
primera vez en toda la eternidad.
“A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte: «Eli, Eli, ¿lema
sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?».” — Mateo 27:46 (NTV)
Otro punto a recalcar es que al rezar “Padre nuestro” estamos eliminando el ego-centrismo
de hacer una oración personal, ya que no estamos diciendo “Padre mío”. Así que nuestra
oración toma en consideración el bien de todos, no solo el de nuestra persona. Elevando
nuestra oración a otro nivel al forzarnos a hacerla más inclusiva.

“Que estas en el Cielo”


Si Dios está en todos lados, ¿porque Jesús señala que está en el cielo? Porque Dios es
Espíritu, y Él está más allá de este universo. Jesús nos está hablando de la intimidad que
podemos tener con Dios, pero al mismo tiempo nos muestra la separación entre el Creador
y la creatura. Esta frase nos hará recordar siempre a quien nos estamos dirigiendo cuando
rezamos al “Padre”.

“Santificado sea Tu Nombre” — Primer petición


Jesús ahora nos enseña que la esencia de la oración es la adoración de Dios. Esta es nuestra
primer petición que hacemos en el “Padre Nuestro” para mostrar que honrar a nuestro
Creador es la principal prioridad en nuestro corazón. Su nombre representa quien es Él, Su
carácter, Su naturaleza, Sus atributos, Su personalidad, Su reputación, y Sus propósitos que
son santos.

“Dios le respondió a
Moisés: «YO SOY EL QUE SOY [YAHVEH].» … Él es el Dios de sus
padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Éste es
Mi nombre eterno. Con este nombre se me recordará por todos los siglos.”
— Éxodo 3:14-15b (RVC)
Yahveh o Jehová es el nombre favorito de Dios, es usado 6,823 veces en el Antiguo
Testamento. Pero también utiliza otros nombres de acuerdo a Su propósito
como: ELOHIM, el Creador; ADONAI, Mi Señor; Yahveh-Jireh (que significa «el Señor
proveerá», Génesis 22:14); El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”, Éxodo 6:3; Yahveh-
Nisi (que significa «el Señor es mi estandarte», Éxodo 17:15); Yahveh-Shalom (que
significa «el Señor es paz», Jueces 6:24); Yahveh-Mecadesh (que significa «el Señor que
los santifica», Levítico 20:8); Yahveh-Rafa (que significa « el Señor tu sanador», Éxodo
15:26); entre otros nombres.
“El Señor pasó por delante de Moisés proclamando: «¡Yahveh! ¡El Señor!
¡El Dios de compasión y misericordia! Soy lento para enojarme y estoy
lleno de amor inagotable y fidelidad. Yo derramo amor inagotable a mil
generaciones, y perdono la iniquidad, la rebelión y el pecado. Pero no
absuelvo al culpable.” — Éxodo 34:6-7a (NTV)

Y el más famoso de todos los


nombres de Dios, para los cristianos, es Jesucristo, Yeshúa-HaMashíaj (en hebreo), que
significa “el Señor salva”, “el Señor es nuestro Salvador”.
“Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús…renunció a sus
privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como
un ser humano…se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en
una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar
de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los
demás nombres.” — Filipenses 2:5-9 (NTV)
“Se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de
David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por
obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados».” — Mateo
1:20b-21 (NVI)
Dios requiere que lo tratemos como Santo, porque Él es santo. Por lo que nos estamos
alineando a Su voluntad desde el inicio de la oración, y no vamos a pedirle algo que no
santifique Su Santo Nombre. No debemos de cometer el error de Nadab y Abiú que se
acercaron a la presencia del Señor con una actitud irrespetuosa y su desobediencia les costó
la vida (Levítico 10:1-2). Jesús nos enfatiza que como cristianos debemos de mantener el
Nombre de Dios santo y lo debemos de tratar con la mayor reverencia, el Tercer
Mandamiento lo enfatiza (Éxodo 20:7). Santificar viene de la palabra griega, jagiazo –
ἁγιάζω, separar algo de lo común y corriente para consagrarlo a Dios, (vea definición de
santo). Usted santifica el Nombre de Dios cuando entiende quien es Él a través del estudio
de las Escrituras; de forma que lo que usted dice y hace, refleja una actitud enfocada
a hacer todo para la gloria de Dios.
“Yo Soy el Señor su Dios. Por lo tanto, ustedes se santificarán, y serán
santos, porque Yo Soy santo.” — Levítico 11:44a (RVC)
“Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan, háganlo
todo para la gloria de Dios.” — 1 Corintios 10:31 (NTV)
Otra forma de santificar el nombre de Dios es cuando damos frutos del Espíritu, al
comportarnos de acuerdo a Su voluntad. Cuando vivimos en desobediencia de los
Mandamientos de Dios estamos tomando Su nombre en vano, siguiendo las filosofías del
mundo, y alejándonos de Su Reino.

[Dice Jesús]“No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el


reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la
voluntad de Mi Padre que está en el cielo.” — Mateo 7:21 (NTV)
Por lo que la frase, “Santificado sea Tu Nombre” se refiere a que cuando recemos debemos
mantener la intimidad con nuestro Padre Celestial y también considerar Su Santidad,
separándolo de lo común de este mundo para no profanar Su Nombre, recordando siempre
el adorar, honrar, alabar, respetar, exaltar y santificar a Dios con nuestra oración.

“¡Únanse a mí, y reconozcan Su grandeza! ¡Exaltemos a una voz Su


Nombre!” — Salmos 34:3(RVC)
“Vénganos Tu reino” — Segunda petición
Dios siempre ha reinado el universo. Él lo creó, lo controla, lo mantiene funcionando, y lo
hace desde el cielo. En la tierra, lamentablemente hay personas que se rehúsan a abrir los
ojos, estas personas se niegan a reconocer el reino de Dios y piensan que no lo necesitan.
Esta es la principal causa de los problemas que estamos viviendo, ya que el hombre fue
creado para servir a Dios, cuando se desvía y empieza a servir a cosas de la creación,
surgen todos los conflictos que enfrentamos desde el ámbito espiritual, social, económico,
hasta los problemas físicos, materiales y ambientales que tenemos. Por eso rezamos para
que venga el reino de Dios.

“Porque el reino de Dios no es cuestión de comer o beber determinadas


cosas, sino de vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu
Santo.”— Romanos 14:17 (DHH)
Cuando rezamos por el reino, estamos enfocándonos en 3 divisiones: 1) entre los creyentes,
2) entre los incrédulos, y 3) en el reino futuro de Jesucristo.

1) Entre creyentes, rezamos porque Dios extienda Su poder sobre cada una de las partes de
nuestra vida, emociones, deseos y pensamientos. Estamos pidiendo que reine sobre
nosotros completamente, que nosotros queremos crecer como cristianos y obedecerlo con
todo nuestro corazón. Su reino viene a nosotros a través del Espíritu Santo, quien corrige
nuestros deseos y por Su Palabra, que moldea nuestros pensamientos.
2) Entre incrédulos. El reino de Dios en la tierra es parcial por el momento, porque el
dominio de este mundo fue transferido de Adán a Satanás, quien tiene el control sobre los
incrédulos.
“Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no
creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No
entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen
exacta de Dios.” — 2 Corintios 4:4 (NTV)
“Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el maligno.”
— 1 Juan 5:19 (RVC)

Juan el Bautista fue el


profeta designado por Dios para preparar el camino de Jesús el Mesías.
Pero Juan el Bautista nos dice que el reino del cielo está cerca.

“«Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo


está cerca».” — Mateo 3:2 (NTV)
¿Qué debemos de hacer cómo ciudadanos del Reino de Dios en la tierra para expandir Su
Reino acercándolo a los incrédulos? Debemos dirigir los esfuerzos de nuestras oraciones
para crear una sociedad más devota a Dios y a través de nuestro trabajo evangelizador. El
reino de Dios viene por medio de la conversión de la gente, ya que Dios viene a la tierra
cada vez que una persona se convierte y recibe a Jesús, y la población de Su reino crece
instantáneamente con cada creyente que vuelve a nacer en Su reino. Por eso nuestras
oraciones deben de estar orientadas a la evangelización, por la salvación de almas o nuevos
ciudadanos del reino.

“Por ese tiempo, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —


¿Quién es el más importante en el reino del cielo? Jesús llamó a un niño
pequeño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: —Les digo la verdad, a
menos que se aparten de sus pecados y se vuelvan como niños, nunca
entrarán en el reino del cielo. Así que el que se vuelva tan humilde como
este pequeño es el más importante en el reino del cielo.” — Mateo 18:1-4
(NTV)
Como Sus discípulos tenemos que tener la pasión por evangelizar y esparcir la semilla del
reino de Dios como la sal y la luz de este mundo a las personas que nos rodean. La
verdadera oración “en el Espíritu” está orientada a todo lo concerniente a Dios. Ahora
debemos de rezar por el plan de salvación de nuestro Señor.

“Pero ahora la gente creyó el mensaje de Felipe sobre la Buena Noticia


acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo. Como resultado, se
bautizaron muchos hombres y mujeres.” — Hechos 8:12 (NTV)
Imagine si todas las personas en el mundo fueran cristianos “nacidos de nuevo”, ciudadanos
del reino de Dios; seguramente se eliminarían la mayoría, si no es que todos los problemas
que tenemos en la actualidad. ¿No cree que esto sería fabuloso? Pues, Jesús nos está
diciendo que pidamos porque el reino de Dios crezca (disminuyendo el dominio de
Satanás) y sea visible en la tierra. El reino de Dios, o del Cielo, fue el centro del mensaje
que Jesús predicó durante Su ministerio. Lo vemos en el sermón del monte (Mateo 5-7), y
principalmente en Sus parábolas, como en la parábola de la cizaña.

[Jesús] “Él les respondió: «Debo predicar la Buena Noticia del reino de
Dios también en otras ciudades, porque para eso fui enviado».” — Lucas
4:43 (NTV)
[la parábola de la cizaña] “El campo es el mundo, la buena semilla son los
hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.” — Mateo
13:38 (RVC)
La parábola de la cizaña
debe motivarnos a que en nuestras oraciones las encaminemos a derrotar todas estas fuerzas
enemigas, para permitir que el reino avance y se expanda con la conversión de más almas
perdidas que alcanzan la salvación que nos ofrece Jesucristo. La más grande oposición del
Reino de Jesús, y de nuestra vida como cristiano, es el reino presente en el mundo en el que
vivimos, en donde Satanás reina. La esencia del reino del diablo es el de alejar a la gente de
Dios a través de su plataforma de engaños en todos los ámbitos.

“Este gran dragón —la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que
engaña al mundo entero— fue lanzado a la tierra junto con todos sus
ángeles.” — Apocalipsis 12:9 (NTV)
3) El reino de Jesús en la Tierra. La palabra “reino” viene del griego βασιλεία – basileia,
pero no se refiere a un reino geográfico, o a un territorio; sino a la autoridad para gobernar
sobre un reino, el dominio, un poder real. Por lo que cuando rezamos, lo que le estamos
pidiendo a Dios es que gobierne sobre la tierra poniendo a Jesucristo en el trono, y que
empiece Su perfecto reinado del milenio. Por lo que nuestras oraciones serán respondidas
con la segunda venida de Jesucristo para que establezca Su reino y que acabe con el
pecado.
“El Señor [Yahveh] me dijo: “Tú eres Mi hijo. Hoy he llegado a ser Tu
Padre. Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra
como posesión tuya.” — Salmos 2:7-8 (NTV)
El reino de Jesús va a ser un reino perfecto de paz en la tierra, va a ser algo inimaginable,
donde no va haber sufrimiento, injusticia, pobreza, o tristeza, inclusive la muerte va a
desaparecer. Por supuesto, no va a ser un reino o gobierno como los que conocemos en este
mundo, que están llenos de corrupción y pecados por la naturaleza humana. Jesús le explicó
esto a Pilato.
“Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si Mi reino fuera de este
mundo, Mis servidores lucharían para que Yo no fuera entregado a los
judíos. Pero Mi reino no es de aquí.».” — Juan 18:36(RVC)
Como cristianos nuestro más grande deseo debe de ser ver a nuestro Señor Jesucristo
reinando en la tierra durante el milenio como el Rey de reyes y Señor de señores, en donde
veremos la mayor expansión del Reino de Dios en la historia de este mundo y el Príncipe
de Paz reinará en la tierra. ¡Que alegría tenemos en esta maravillosa promesa!

“Después vi tronos, y los que estaban sentados en ellos habían recibido


autoridad para juzgar. Vi las almas de aquellos que habían sido
decapitados por dar testimonio acerca de Jesús y proclamar la Palabra de
Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían
aceptado su marca en la frente o en las manos. Volvieron a la vida, y
reinaron con Cristo durante mil años.” — Apocalipsis 20:4 (NTV)
“Hágase Tú voluntad así en la tierra como en el cielo” — Tercer
petición
Para continuar honrando a Dios, ahora estamos pidiendo que haya obediencia en la tierra de
Su voluntad, antes de que nosotros hagamos nuestras peticiones personales.

En Cristo encontramos
descanso.
Esta es la parte crucial que nos enseña Jesús en la oración, en donde los cristianos
buscamos que la voluntad del Señor se lleve a cabo para Su gloria. Y al decir: “hágase Tú
voluntad”, nosotros nos estamos alineando a Su voluntad y a Sus mandamientos para
honrarlo. Dios siempre va a hacer lo mejor para nosotros, por lo que le solicitamos que se
haga Su voluntad para que Sus planes se lleven a cabo y nosotros seamos beneficiados al
mismo tiempo.

“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los
que lo aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo a Su
propósito.” — Romanos 8:28 (RVC)
La verdadera adoración comienza glorificando a Dios y poniendo nuestros deseos en un
segundo plano. Lamentablemente, la mayoría de la gente piensa en la oración como un
esfuerzo para poner a Dios en línea con sus propios deseos y necesidades, y hoy esta es una
tendencia muy predominante en la iglesia. El tratar a Dios como si fuera el genio de la
lámpara maravillosa para que cumpla nuestros caprichos. Pero la lámpara no existe, es un
cuento pagano, y las enseñanzas de Jesús nos dicen lo contrario.

Cuando pedimos en oración que Su voluntad sea hecha, estamos pidiendo que la voluntad
de Dios sea nuestra voluntad en la tierra, que nos alineemos con Él y tomemos una posición
de dependencia total de nuestro Señor, al reconocer que sin Él no podemos hacer nada.
Cuando hacemos eso, estamos dejando que la mente de Dios, cuya sabiduría resuelve todas
las cosas de forma perfecta y de una forma infinitamente mejor que lo que nosotros lo
podríamos hacer, nos ayude a resolver nuestros problemas, ansiedades y conflictos.
Solamente tenemos que tener fe en Él. La oración es esencial para que la voluntad de Dios
trabaje apropiadamente en la tierra, llevando a cabo el plan lleno de la gracia de Dios.

“Yo Soy la Vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a Mí, y
Yo unido a él, da mucho fruto; pues sin Mí no pueden ustedes hacer nada.”
— Juan 15:5 (DHH)
Como vimos no debemos malinterpretar esta petición acerca de la voluntad de Dios como si
fuera la imposición de la voluntad de un dictador de este mundo. O rezar esta parte de la
oración con resentimiento solo porque es parte de la “receta”, o porque es una obligación.
Esta frase nos ayuda a crecer como cristianos, en nuestro rezo en el Espíritu, y al saber que
siempre vamos a ser beneficiados con las bendiciones de Dios por hacer Su voluntad.

El rey David nos dice cómo los ángeles hacen la voluntad de Dios en el cielo. Y nosotros
debemos de hacer nuestra parte en la tierra:

“Alaben al Señor, ustedes los ángeles, ustedes los poderosos que llevan a
cabo Sus planes, que están atentos a cada uno de Sus mandatos.” —
Salmos 103:20 (NTV)
Cuando rezamos por nuestros familiares, amistades, conocidos, por nuestra congregación,
los misionarios, por nuestros gobernantes, etc., debemos en cada caso orar porque se haga
la voluntad de Dios a través de los actos de estas personas. Que se avance el reino en ellos y
a través de ellos.
Como último punto, el rezar porque la voluntad de Dios se lleve a cabo, es orar porque la
voluntad de Satanás no ocurra, también que la maldad y el pecado no prosperen, y que sean
erradicados. Tal y como lo describe el rey David.

“Levántate, oh Dios, y dispersa a Tus enemigos; que todos los que odian a
Dios corran por sus vidas.” — Salmos 68:1 (NTV)
En nuestro siguiente artículo continuaremos con la segunda parte del “Padre Nuestro”, en
donde continuaremos aprendiendo del poder en este modelo de oración.

LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 5 —


PADRE NUESTRO)
26 AGOSTO, 2017 RAFAEL BELTRAN

En nuestro artículo anterior vimos que la prioridad en el “Padre Nuestro” es adorar y alabar
al Padre en nuestras oraciones. Ahora veremos la segunda parte de este modelo de oración
en la que se cubren las necesidades del hombre provistas por Dios en las 3 dimensiones de
la vida: (1)“El pan diario” que representa el presente; (2) el pasado —“nuestras ofensas”; y
(3) el futuro — “no nos dejes caer en tentación”. También, Jesús vela por nuestras
necesidades físicas cubiertas con “el pan diario”; las mentales, al liberarnos de las angustias
de culpabilidad de nuestras “ofensas”; nuestras necesidades espirituales, al mantenernos
lejos del mal al ser “tentados”; y de protección al librarnos del mal.
En las 3 primeras peticiones están representados el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. La
primera petición nos habla de Dios Padre (Padre nuestro… Santificado sea Tu Nombre);

[Dice Jesús] “Padre, glorifica Tu nombre. Entonces habló una voz del
cielo: «Ya he glorificado Mi Nombre y lo haré otra vez».” — Juan 12:28
(NTV)
“Señor, mostramos nuestra confianza en Ti al obedecer Tus leyes; el deseo
de nuestro corazón es glorificar Tu Nombre.” — Isaías 26:8 (NTV)
“¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará Tu Nombre? Pues solo Tú eres
santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque Tus
obras de justicia han sido reveladas».” — Apocalipsis 15:4 (NTV)
En la segunda, de Dios Hijo (Venga a nosotros Tu Reino);

“Un día, los fariseos le preguntaron a Jesús: —¿Cuándo vendrá el reino de


Dios? Jesús contestó: —No pueden descubrir el reino de Dios por medio de
señales visibles. Nunca podrán decir: “¡Aquí está!” o “¡Está por allí!”,
porque el Reino de Dios ya está entre ustedes. ” — Lucas 17:20-21 (NTV)
[Dice Jesús] “Busquen el Reino de Dios por encima de todo lo demás, y Él
les dará todo lo que necesiten.” — Lucas 12:31 (NTV)
Y en la tercera, de Dios Espíritu Santo (Hágase Tu voluntad), ya que es el Espíritu quien
nos activa para hacer la voluntad de Dios y graba en nuestros corazones el amor de Jesús.

[Dice el Señor] “Pondré Mi Espíritu en ustedes para que sigan Mis


decretos y se aseguren de obedecer Mis ordenanzas.” — Ezequiel 36:27
(NTV)
[Dice Jesús] “Solo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no
logran nada. Las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida.”
— Juan 6:63 (NTV)
“Entonces me dijo: —El Señor dice a Zorobabel: “No es por el poder ni
por la fuerza, sino por Mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos
Celestiales.” — Zacarías 4:6 (NTV)

Ya vimos que el rezar en el


“nombre de Jesús” está ejemplificado en el “Padre Nuestro”. Nuestras oraciones no tienen
forma de conectarnos con el Padre, a menos de que Jesucristo, quien es Él que nos conecta
con el Padre las apruebe. Por lo que las oraciones deben de estar de acuerdo a Él, si están
llenas de demandas impacientes, Él las va a rechazar. O si rezamos sin fe, confianza o
esperanza de que vayan a ser escuchadas, tenga por seguro que Él no las va a elevar al
cielo. O si nos vamos al otro extremo: esperamos (exigiendo) que nuestras oraciones sean
respondidas como queremos en base a todas las buenas obras que hemos hecho en el
nombre de Dios, también serán negadas porque Dios no está obligado a responder en base a
que seamos buenos cristianos, sino en base a que estemos alineados al nombre de Jesús. Por
lo que oraciones con características como las anteriores no son hechas en el nombre de
Jesús, y no serán respondidas.
Rezar en el nombre de Jesús nos lleva a dar gracias a Dios cuando estamos en tiempos
difíciles y a pedir perdón cuando estamos en tiempos prósperos y de éxito. Nos disciplina a
traer cada parte de nuestras vidas a Dios.

Ahora continuemos con la segunda parte del Padre Nuestro:

Danos el pan de cada día — Cuarta petición


Entendemos que todo en esta vida depende de Dios, no sólo la comida, sino que todo lo que
es parte de nuestras necesidades físicas para sustentar nuestra vida. Como la casa, ropa,
salud, familia, dinero, talento, trabajo, paz y estabilidad. Pero también indirectamente
estamos rezando por todas las personas que permiten que tengamos “el pan” de cada día,
desde el agricultor, transportista, panadero, comerciante, cocinero, nuestro empleador,
gobernante, doctor, policía, etc., es a través de ellos que Dios nos provee el pan de cada día.
También estamos hablando de nuestro pan, y no mi pan, así que nuestra oración debe de
incluir las necesidades de otras personas también, no solo las nuestras. Agustín de Hipona
nos recuerda que “el pan de cada día” es una metáfora de nuestras necesidades, no una
petición de lujos.

“Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de


parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él
nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento.” — Santiago 1:17
(NTV)
“Juan les dijo: —Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da.” — Juan
3:27 (DHH)
Cuando decimos “danos” estamos rezando con un alcance para que todos tengan “el pan de
cada dia”, lo que requiere una economía en crecimiento, buenos empleos, una sociedad
justa, estamos rezando por la prosperidad de todos.
“Luego Jesús tomó los
panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo
mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron.” — Juan 6:11
(NTV)
Dado que en la primera mitad de nuestra oración reconocimos que Dios es nuestro
verdadero alimento, y proveedor de nuestras necesidades físicas y emocionales. Jesús ahora
nos exhorta a que listemos nuestras necesidades con el mismo marco de referencia que
traemos después de las primeras 3 peticiones

“Primero, ayúdame a no mentir jamás. Segundo, ¡no me des pobreza ni


riqueza! Dame solo lo suficiente para satisfacer mis necesidades.” —
Proverbios 30:8 (NTV)
Dios sabe las necesidades de todos Sus hijos antes de que lo pidamos, pero Jesús nos llama
a pedir por nuestras necesidades cuando rezamos para darle gloria a Dios cuando nuestras
oraciones son contestadas y le agradecemos por Su proveeduría y gracia. El Señor es el
sustento de los ciudadanos de Su reino, y proveedor de absolutamente todo lo que tenemos
en esta vida y en la que vendrá.

[Dice Jesús] “Ciertamente, Yo Soy la vid; ustedes son las ramas. Los que
permanecen en Mí y Yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados
de Mí, no pueden hacer nada.” — Juan 15:5 (NTV)
“Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado
casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios
recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que
vendrá.” — Lucas 18:29-30 (NTV)
No podemos decir “danos el pan de cada día’ si por el otro lado estoy egoístamente
acaparando cosas para el futuro. La petición que hacemos es diaria, no le pedimos el
sustento por un mes, o un año, o de por vida. La oración es algo que tenemos que hacer
diariamente, varias veces al día, para estar en constante contacto con nuestro Padre, en
quien dependemos un día a la vez. Así le mostramos nuestra fe en Su proveeduría futura, al
no preocuparnos por nuestro bienestar y necesidades futuras, porque como creyentes
ponemos nuestras vidas en Sus manos, porque conocemos Sus promesas para nuestro
sustento eterno.

“Por eso les digo que


no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida,
o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el
cuerpo más que la ropa?… Esas cosas dominan el pensamiento de los
incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus
necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y
lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesiten.” — Mateo 6:25
(NTV)
“Entonces Jesús les preguntó: —Cuando los envié a predicar la Buena
Noticia y no tenían dinero ni bolso de viaje ni otro par de sandalias, ¿les
faltó algo? —No —respondieron ellos.” — Lucas 22:35 (NTV)
Por otro lado, Jesucristo nos enseña que pidamos por nuestras necesidades físicas
diariamente para que invitemos a Dios en nuestros corazones cada día. El pan también
representa a Jesús, nuestra comida espiritual, la cual es más completa que las necesidades
de pan en la tierra.
“Jesús les respondió: —Yo Soy el pan de vida. El que viene a Mí nunca
volverá a tener hambre; el que cree en Mí no tendrá sed jamás.” — Juan
6:35 (NTV)
Cuando Jesús habla de pan en el siguiente versículo, también se está refiriendo a todas las
necesidades temporales de la humanidad.

“Jesús respondió: «Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de


toda palabra que sale de la boca de Dios.»” — Mateo 4:4 (RVC)
Cuando pedimos por el pan de cada día, no significa que no tengamos que salir a
ganárnoslo, el trabajo es parte del plan de Dios (ver nuestro artículo Génesis 2:15-17). Por
ejemplo, cuando Dios proveyó el maná a los Israelitas en el desierto, ellos tenían que ir a
recolectarlo fuera del campamento, y después lo tenían que cocinar.
“Sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con
maná, un alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese
momento. Lo hizo para enseñarte que la gente no vive solo de pan, sino que
vivimos de cada palabra que sale de la boca del Señor.”— Deuteronomio
8:3 (NTV)
“Entonces Jesús explicó: —Mi alimento consiste en hacer la voluntad de
Dios, quien me envió, y en terminar Su obra.” — Juan 4:34 (NTV)
El pan diario, o nuestra comunión diaria con el Señor, debe de ser nuestra prioridad. Por
esta razón el rey David nos dice:

“Mañana, tarde y noche clamo en medio de mi angustia, y el Señor oye mi


voz.” — Salmos 55:17 (NTV)
“Perdona nuestras ofensas” — Quinta petición
Jesús nos enseña que
después de rezar por nuestras necesidades físicas, ahora toca el turno a nuestras necesidades
espirituales, a través de la petición diaria del perdón de nuestros pecados.

[El Señor dice] “Pero Yo, por ser tu Dios, borro tus crímenes y no me
acordaré más de tus pecados.” — Isaías 43:25 (DHH)
Dado que Dios es infinitamente santo, el principal problema con el pecado, es que separa al
hombre de Dios, convirtiéndose en nuestro mayor problema, así que cualquier pecado que
cometamos, por trivial que sea ante nuestros ojos, constituye una deuda infinita con Dios
que no podemos pagar. Ni siquiera con una obediencia perfecta, portándonos perfectamente
bien, y haciendo miles de buenas obras. Ya que todas estas “acciones” representan el
mínimo requerimiento que cualquier ciudadano del reino de Dios está obligado a hacer, es
lo que se espera que hagamos. Así que lo único que nos queda para pagar la deuda del
pecado es que diariamente nos postremos ante Dios y roguemos por el perdón de los
pecados que hemos cometido contra Él. Y mientras no lo hagamos, sentiremos los efectos
del pecado en nuestra vida, que nos traen miseria, insatisfacción, y un sentimiento de
culpabilidad.

[Dice Jesús] “Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan
cuenta de la necesidad que tienen de Él, porque el reino del cielo les
pertenece.”— Mateo 5:3 (NTV)
“¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia,
a quienes se les cubre su pecado! Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes
el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total
transparencia!” — Salmos 32:1-2 (NTV)
Los incrédulos racionalizan y justifican sus pecados. No admiten que el pecar es parte de su
naturaleza, todos ellos se consideran buenas personas, mucho mejores que su prójimo. No
buscan hacer el bien porque aman la obscuridad (Juan 3:19).
“¿Acaso puede un etíope cambiar el color de su piel? ¿Puede un leopardo
quitarse sus manchas? Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien
porque siempre han hecho lo malo.” — Jeremías 13:23 (NTV)
Pero como creyentes debemos de confesar nuestros pecados a Dios para restablecer nuestra
comunión con Él, y poder entrar en Su presencia. Y nuestra recomendación es que confiese
su pecado inmediatamente después de haberlo cometido para suplicar por Su perdón y no
alejarse del Señor.

“Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es


engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si
confesamos nuestros pecados a Dios, Él es fiel y justo para perdonarnos
nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” — 1 Juan 1:9 (NTV)
Jesús nos demuestra que el tema central en este pasaje es el “perdón” al utilizar 6 veces el
verbo perdonar en la enseñanza del “Padre Nuestro” (Mateo 6:9-15). Así que es mucho más
importante pedir diariamente perdón por los pecados que cometemos por nuestra naturaleza
pecaminosa que el pedir por el pan de cada día.
“Y perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que
pecan contra nosotros… Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre
celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu
Padre no perdonará tus pecados.” — Mateo 6:12, 14-15 (NTV)

¿Pero por qué debemos rezar


por el perdón de los pecados si ya fuimos perdonados al recibir a Cristo? Como nos explica
el apóstol Pablo, nosotros hemos sido perdonados, justificados, y declarados justos ante
Dios por el sacrificio de Jesucristo. Y fuimos salvados del juicio final y de ir al infierno.
Pero porque constantemente caemos en pecado necesitamos el perdón de nuestro Padre, no
nuestro Juez. Es lo que Jesús nos demuestra en la “Ultima Cena” cuando Él en un acto de
humildad y en actitud de servicio empieza a lavar los pies de Sus discípulos (Juan 13:5-11).
Pero cuando Pedro protestó — “¡Jamás me lavarás los pies!”, Jesús le dice: “Si no te
lavo, no vas a pertenecerme.” Entonces Pedro fue al otro extremo pidiéndole que lo
bañara de pies a cabeza. Pero Jesús le responde: “Una persona que se ha bañado bien no
necesita lavarse más que los pies para estar completamente limpia.” Este acto de Jesús
simboliza cómo funciona el perdón de Dios que diariamente limpia nuestros pecados (pies
sucios, ir por el mal camino) aun y cuando hemos sido salvados al aceptar a Jesucristo
como nuestro Señor y Salvador (bañados completamente). La suciedad que acumulamos en
nuestros pies simboliza la contaminación de nuestros pecados que cometemos diariamente
a través de la vida.
“He alejado mis pies de todo mal camino para cumplir Tu palabra.” —
Salmos 119:101 (DHH)
Pero a diferencia de los incrédulos, estos pecados no nos ensucian completamente, pero
interrumpe nuestra comunión con Dios. Por ello debemos presentar nuestros pies, por así
decirlo, para que Cristo nos limpie a través de nuestra confesión en la oración.

“Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo


Jesús.” — Romanos 8:1 (NTV)
“El que encubre sus pecados no prospera; el que los confiesa y se aparta
de ellos alcanza la misericordia divina.” — Proverbios 28:13 (RVC)
Cuando los creyentes confiesan sus pecados a Dios, le están dando gloria a Dios, porque al
perdonarlos elimina cualquier objeción de que Dios es injusto con aquellos que Él
disciplina. Su perdón aumenta nuestra reverencia (o el temor) al Señor.
“Pero en Ti hallamos perdón, para que seas reverenciado.” — Salmos
130:4 (RVC)
“Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”
Jesús nos está dando una condición para perdonar los pecados, porque el vivir con un
espíritu que no perdona, es vivir en el pecado. No puedo decir: “perdona nuestras ofensas”
si guardo rencor contra alguien. Y dado que Dios por Su gracia nos ha perdonado nuestros
pecados, los creyentes a su vez debemos de perdonar las ofensas de otras personas hacia
nosotros, imitando la gracia que hemos recibido.

“Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien


guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone
a ustedes sus pecados.” — Marcos 11:25 (NTV)
Jesús hace una analogía del perdón con la historia de dos hombres que tenían una deuda
monetaria, en donde el primero es perdonado, pero a su vez, él no perdona a su compañero
quien le debía dinero (Mateo 18:23-35). Por ello, es un insulto ante Dios el que nosotros no
perdonemos a nuestro prójimo.
“¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve
compasión de ti?”.” — Mateo 18:33 (NTV)
El perdón es la marca de un corazón verdaderamente regenerado. No hay nada más
importante en la vida del cristiano que el perdonar a otros para que recibamos el perdón de
Dios. Y la oración nos fortalece para combatir nuestra propia naturaleza pecaminosa. Es un
recordatorio de que debemos amar a nuestro prójimo.

“Sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a
otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.” —
Efesios 4:32 (NTV)
Uno de los mayores beneficios de perdonar a otros es que libera a nuestra consciencia del
sentimiento de culpa.

“Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto


recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el
altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda
a Dios.” — Mateo 5:23-24 (NTV)
Cuando no lo hacemos, se forma una barrera entre nosotros y el perdón de Dios, perdemos
nuestra paz mental, felicidad, y nos estresamos afectando las funciones de nuestro cuerpo.
Así que debemos por nuestro bien, perdonar y arreglar malos entendidos con las personas
que nos rodean.

“La paz en el corazón da salud al cuerpo; los celos son como cáncer en los
huesos.” — Proverbios 14:30 (NTV)
“No nos dejes caer en tentación” — Sexta petición
La palabra tentación viene
del griego πειρασμός – peirasmos, que significa probar, poner a prueba la integridad de
alguien, es un término neutro sin una connotación negativa. Dios nos puede poner a prueba
para que demostremos que lo obedecemos y hacemos el bien, de esta forma crecemos
espiritualmente, en humildad, amor y fe. Dado que el Señor es santo, Él nunca va a
llevarnos a una situación para que hagamos el mal, ni va a inducirnos a pecar. Dios nunca
nos va a tentar a hacer el mal.
“Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie.” — Santiago
1:13 (LBLA)
Las pruebas que Dios envía son una forma en que nos refina y purifica.

“A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los
refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro.
Invocarán Mi nombre y Yo les responderé. Les diré: “Este es Mi pueblo”, y
ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.”—Zacarías 13:9 (NTV)
¿Pero entonces qué es “caer en tentación”? “Caer en tentación” implica el aspecto de
entregarse al pecado. No podemos decir “no nos dejes caer en la tentación” si nos ponemos
deliberadamente en ese camino. Las tentaciones pueden ser riquezas, poder, fama, lo cual
nos puede llevar al pecado de pensar que no necesitamos a Dios. O de pobreza, desgracia,
desprecio, y aflicciones, que nos lleve a perder la esperanza y de estar enojados culpando a
Dios por nuestra situación. Pero tanto la prosperidad como la adversidad son pruebas,
tentaciones, que si no las superamos, nos llevan lejos de Dios y a centrarnos en nosotros
mismos.

“Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo
insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y
posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y
este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que
hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre.” — 1 Juan 2:16-17
(NTV)
“Yo formo la luz y creo las tinieblas, Yo envío los buenos tiempos y los
malos; Yo, el Señor, Soy el que hace estas cosas.” — Isaías 45:7 (NTV)

Cuando nos damos cuenta


del poder del pecado y de nuestra debilidad e inclinación hacia el pecado, tememos al
peligro de las tentaciones que nos ponen a prueba. Esta sexta petición es para que no
caigamos en pecado por las tentaciones de nuestro corazón (naturaleza pecaminosa), del
mundo, o de Satanás. Así que lo que estamos pidiendo es ayuda para que en cualquier
prueba que se nos presente Él nos ayude, nos proteja y nos de las fuerzas para alejarnos
para no hacer el mal.

“Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros
atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo
que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrará una salida,
para que puedan resistir.” — 1 Corintios 10:13 (NTV)
Estamos pidiendo el evitar el peligro y los problemas que el pecado produce al solicitar que
se nos provea de un camino para escapar de la tentación, o mejor aún, de escapar de
cualquier situación en la que podamos caer en pecado. Suplicamos el no ser tentado con
escenarios que no podamos resistir, o yendo más allá: el evitar por completo el enfrentarnos
a las tentaciones para no tener que vencerlas. Pero al mismo tiempo, nuestra oración está
encaminada a que podamos seguir creciendo espiritualmente, moral y emocionalmente sin
ser puestos a prueba de nuestra fe. Buscamos el aprender por las buenas y no por las malas.

“Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de


problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque
ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene
una oportunidad para desarrollarse.” — Santiago 1:2-3 (NTV)
“Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las
tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que
Dios ha prometido a quienes lo aman.” — Santiago 1:12 (NTV)

Por eso Jesús pidió en


Getsemaní por otra forma en la que todos nuestros pecados no cayeran sobre Él.

“«¡Padre mío! Si es posible, que pase de Mí esta copa de sufrimiento. Sin


embargo, quiero que se haga Tu voluntad, no la Mía».” — Mateo 26:39
(NTV)
Sabemos que no vamos a estar libres del peligro del pecado, por lo que al hacer esta
petición estamos glorificando a Dios al demostrar que solo a través de Su protección
podemos vencer al poder del pecado en cada tentación en nuestras vidas.

“El temor del Señor conduce a la vida, para dormir satisfecho sin ser
tocado por el mal.” — Proverbios 19:23 (LBLA)
[Dice Jesús]“Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en
tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es
débil.” — Mateo 26:41 (RVC)
Con las tentaciones debemos tener cuidado porque empiezan pequeñas, como una mirada,
tal como lo vemos en la historia del rey David que empezó con una mirada lujuriosa a
Betsabé, después la tentación lo llevó a cometer adulterio, escalando su pecado a un
asesinato. Así que debemos de rezar al Señor para que no nos deje caer en pequeñas
tentaciones, porque así empiezan todos los grandes males.
“He guardado Tu palabra en mi corazón, para no pecar contra Ti.” —
Salmos 119:11 (NTV)
Por lo tanto, esta petición es para ser rescatados del mal que tenemos internamente por
nuestra naturaleza pecaminosa.

[Jesús dice] “Y entonces agregó: «Es lo que sale de su interior lo que los
contamina. Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos
pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la
avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la
calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro;
esas son las que los contaminan».”— Marcos 7:20-23 (NTV)
La siguiente y última petición es para la protección del mal fuera de nosotros, las fuerzas
malignas que nos rodean en este mundo y que buscan causarnos daño.

“Y líbranos del mal” — Séptima petición


Vivimos en un mundo en donde estamos rodeados de maldad y tentaciones por todos lados.
Así que ahora confesamos nuestra incapacidad, impotencia para combatir el mal con
nuestras capacidades humanas.

“El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El


Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de
temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos
y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán.” — Salmos 27:1-2 (NTV)
Cuando hacemos esta petición estamos pidiendo que nos aleje del mal y nos separe
eternamente de él. Oremos para que finalmente seamos liberados del mal que nos rodea en
este mundo. Los males referidos en esta petición son los generados por el reino del diablo,
y consiste de todo lo que afecta el bienestar de nuestro cuerpo, como la pobreza, la
violencia y la muerte.

“Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala,


porque no todos son creyentes. Pero el Señor es fiel; Él los fortalecerá y los
protegerá del maligno.” — 2 Tesalonicenses 3:2-3 (NTV)
En algunas traducciones
dice: “líbranos del maligno”, porque el diablo es más poderoso y astuto que nosotros
cuando lo enfrentamos sin la ayuda y guía de Dios. Por ello debemos de someternos a la
Palabra de Dios y orar constantemente por la protección de Dios.

“Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de


ustedes.” — Santiago 4:7 (NTV)
Recordemos que “el Padre Nuestro” nos provee, nos lleva de la mano en la oración al dejar
en claro las prioridades, los temas a ser incluidos en nuestra oración, su propósito, e
inclusive el ayudarnos a rezar en el Espíritu cuando personalizamos desde la adoración
hasta la petición.

[Dice Jesús] “Les he dicho todo lo anterior para que en Mí tengan paz.
Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense,
porque Yo he vencido al mundo.” — Juan 16:33 (NTV)
Espero que este estudio del “Padre Nuestro” les sirva para que nunca vuelvan a ver esta
oración de la misma manera, para que sus oraciones mejoren al alinearse a lo que es
realmente importante, que es la voluntad de Dios y que tengan oraciones respondidas para
dar gloria a Dios. Cerremos con la oración del rey Salomón:

“¡Viva el rey! Que se le entregue el oro de Saba. Que la gente siempre ore
por Él y lo bendiga todo el día. Que haya grano en abundancia por toda la
tierra, que brote aun en la cima de las colinas. Que los árboles frutales
florezcan como los del Líbano y los habitantes crezcan como la hierba en el
campo. Que el nombre del rey permanezca para siempre; que se perpetúe
mientras el sol brille. Que todas las naciones sean bendecidas por medio de
Él, y lo elogien. Alaben al Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace
semejantes maravillas. ¡Alaben Su glorioso nombre por siempre! Que toda
la tierra se llene de Su gloria. ¡Amén y amén!” — Salmos 72:15-19 (NTV)

LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 6 — LAS


PARTES DE LA ORACIÓN EFICAZ)
El modelo de oración que nos dio Jesús en el “Padre Nuestro” nos muestra elementos que
van desde la adoración a Dios hasta la petición y la súplica. Bueno ahora veamos estos
componentes de una oración eficaz de forma individual.

Cómo prepararnos para orar eficazmente


La oración es la más grande fuente de poder que tenemos a nuestro alcance, es la
forma en la que podemos obtener recursos del cielo.

Pero para que nuestra oración sea escuchada debemos de cumplir con ciertos
requisitos.

Primero, antes de empezar a rezar debemos de tener la actitud correcta, ya que


estamos tan enfocados en nosotros mismos y en las influencias del mundo, que
nuestra mente tiene que ver claramente que las circunstancias del mundo nunca
van a proveernos de una paz, felicidad y consolación duraderas, ésto sólo lo
encontramos en Nuestro Señor Jesucristo. Si no nos percatamos de ello, nuestras
oraciones van a estar enfocadas en las prioridades equivocadas basadas en los
valores del mundo (prosperidad, éxito, amor y placer). Tenemos que reconocer
que nuestra naturaleza pecaminosa distorsiona lo que realmente es importante en
nuestra vida, y si no cambiamos, nuestras oraciones aumentarán el problema en
vez de solucionarlo.

“Pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro


y se aparta de su conducta perversa, Yo oiré desde el cielo, perdonaré sus
pecados y restauraré su tierra.” — 2 Crónicas 7:14 (NTV)
“Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de
la vida eterna.” — Salmos 139:24 (NTV)
Tenemos que reorientar nuestro corazón hacia las verdaderas prioridades de Dios,
lo que nos abre el camino a las verdaderas riquezas espirituales, la alegría y la
paz. Ahí es donde está el verdadero poder de la oración.

“Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le pedimos algo


conforme a Su voluntad, Él nos oye.”— 1 Juan 5:14 (DHH)
“Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa
del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del
Señor y meditando dentro de Su templo.” — Salmos 27:4 (NTV)
Agustín de Hipona escribió que no deberíamos empezar a rezar por todo lo que
queremos hasta que no nos demos cuenta que en Dios tenemos todo lo que
necesitamos. Es decir, hasta que nosotros no sepamos que Dios es lo único que
realmente necesitamos, nuestras peticiones y súplicas se convertirán en
solicitudes carnales y egoístas.

“…Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Aun


cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas
intenciones: desean solamente lo que les dará placer.”— Santiago 4:2b-3
(NTV)

Otra práctica que nos ayuda en alinear


nuestra actitud para la oración es leer las Escrituras antes, y reflexionar para
entender la enseñanza, sus implicaciones y su aplicación en nuestras vidas como
un preámbulo antes de empezar a orar, ésto cambiará nuestro corazón para
alabar a Dios, enfocar nuestros pensamientos, levantarnos el ánimo cuando
estamos pasando por un mal periodo, o llevarnos a la humildad cuando vemos la
grandeza del Señor.

“Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en Tus
enseñanzas.” — Salmos 119:18 (NTV)
Martin Lutero escribió que cuando estamos en el ejercicio de reflexión de la
Palabra o inclusive cuando estamos rezando, el Espíritu Santo puede traernos una
abundancia de buenos pensamientos, y lo que recomienda Lutero, es que
dejemos de hacer lo que estamos haciendo para escuchar con atención Su
enseñanza en silencio, y sin obstruirlo. El sermón que nos dé va a ser mejor que
mil de nuestras oraciones. Todas nuestras oraciones ocurren por el trabajo del
Espíritu Santo, así que Él puede iluminar nuestra mente cuando lo necesitamos.

“Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta


ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar
nuestro corazón con Su amor.” — Romanos 5:5 (NTV)

Cuando rezamos en el
Espíritu y nuestras oraciones son en el nombre de Jesús, y estamos “en Cristo”
(unidos a Él), Dios enfoca Su amor y atención hacia nosotros. La palabra “acceso”
en Efesios 2:18, es como cuando se nos concede audiencia con un rey. Pero por lo
que hizo Jesucristo en la cruz, los cristianos siempre tenemos acceso al Padre “a
través de Él”.
“Por medio de Él [Jesucristo], unos y otros tenemos acceso al Padre en un
mismo Espíritu.” Efesios 2:18 (RVC)
“Jesús le contestó:—Yo Soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir
al Padre si no es por medio de Mí.”— Juan 14:6 (NTV)
Si Dios no tiene nuestra lealtad absoluta, entonces es probable que tengamos una
oración egoísta cuyas peticiones no serán concedidas.

“Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no


duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan
inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado
a otro. Esas personas no deberían esperar nada del Señor; su lealtad está
dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.” —
Santiago 1:6-8 (NTV)

Partes de una oración eficaz


Haciendo una recapitulación de qué es la oración, vimos que no es una recitación
de palabras, sino que es una interacción balanceada entre adoración, confesión,
agradecimiento y petición. También vimos que la estructura del “Padre Nuestro” nos
lleva desde la adoración y alabanza, a la petición, la confesión de nuestros
pecados, a pedir un cambio interno, y en donde finalmente pedimos protección en
contra del mal. La oración nos da perspectiva, como los Puritanos decían, “la
oración es la que aceita los engranes del alma”. Por ello, siempre tenemos que
personalizar nuestras oraciones, porque no somos iguales y cada día existen
necesidades diferentes.
“Te alabaré de todo corazón, y ante todos los dioses te cantaré salmos. De
rodillas, y en dirección a tu santo templo, alabaré tu nombre por tu
misericordia y fidelidad, por la grandeza de tu nombre y porque tu palabra
está por encima de todo.” — Salmos 138:1-2 (RVC)
Fervor

El primer elemento en una


oración eficaz es la vitalidad y fervor con la que se hace. Cuando oramos tenemos
un alto consumo de energía. Tenemos que rezar con pasión y seriedad. Jesús nos
muestra la vehemencia con la que oró en Getsemaní en donde Su sudor parecía
gotas de sangre.

“Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que Su sudor caía a
tierra como grandes gotas de sangre.” — Lucas 22:44 (NTV)
“La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da
resultados maravillosos.” — Santiago 5:16b (NTV)
Adoración
“Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a
escuchar a los que lo adoran y hacen Su voluntad.” — Juan 9:31 (NTV)
Tristemente cuando oramos omitimos esta importante parte de la oración para ir
directamente a pedir por nuestras necesidades y deseos. Esto debido a que sólo
oramos cuando tenemos una necesidad o un problema o nos sentimos cortos de
tiempo, por lo que vamos “al grano”. Pero hacer esto elimina la parte más
importante de la oración, porque esta es la parte que nos prepara para rezar en el
Espíritu, eliminando la interferencia de nuestra naturaleza carnal. El alabar a Dios,
prepara nuestra mente a alinearnos con la voluntad de Dios, permite al Espíritu
Santo inspirarnos y prepararnos para rezar en el Espíritu. El buscar como alabar y
adorar a Nuestro Señor nos ayuda a crecer. Imagine que iniciemos nuestras
oraciones alabando al Señor como la siguiente oración que hizo el Rey David.

“Luego David alabó al Señor en presencia de toda la asamblea: «¡Oh


Señor, Dios de nuestro antepasado Israel, que seas alabado por siempre y
para siempre! Tuyos, oh Señor, son la grandeza, el poder, la gloria, la
victoria y la majestad. Todo lo que hay en los cielos y en la tierra es Tuyo,
oh Señor, y este es Tu reino. Te adoramos como El que está por sobre todas
las cosas. La riqueza y el honor solo vienen de Ti, porque Tú gobiernas
todo. El poder y la fuerza están en Tus manos, y según Tu criterio la gente
llega a ser poderosa y recibe fuerzas.» ¡Oh Dios nuestro, te damos gracias
y alabamos Tu glorioso nombre!” — 1 Crónicas 29:10-13 (NTV)
La mejor forma de mejorar nuestra oración es aprender de los Salmos, la principal
fuente de inspiración que tenemos a nuestro alcance. Los Salmos nos enseñan a
articular mejor nuestras oraciones, dándonos un vocabulario apropiado, el
conocimiento de cómo honrar a Dios y saber lo que Él ha hecho a través de la
historia, también nos proporciona diferentes formas de inspiración que podemos
aplicar para glorificar a Dios.

“¡Alabado sea Dios en Su templo! ¡Alabado sea en la majestad del


firmamento! ¡Alabado sea por Sus proezas! ¡Alabado sea por Su imponente
grandeza!… ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” — Salmos
150:1-2, 6 (RVC)
“¡Cuán bueno es alabarte, Señor! Bueno es, Altísimo, cantar salmos a Tu
nombre, anunciar Tu misericordia por la mañana, y Tu fidelidad todas las
noches” — Salmos 92:1-2
La adoración a Dios nos traslada al altar, por lo que durante la oración Dios nos
consume y transforma para tener la mente de Cristo y estar en el centro de la
voluntad de Dios. Cuando lo alabamos somos bendecidos por Su gracia y
misericordia.
“Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios
por todo lo que Él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y
santo, la clase de sacrificio que a Él le agrada. Esa es la verdadera forma
de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más
bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la
manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios
para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” — Romanos 12:1-2
(NTV)

Como cristianos es
nuestro deber adorar a Dios y debemos de llenar la tierra con Su gloria, somos la
sal y la luz en este mundo (Mateo 5:13-16). Somos Sus embajadores y todo lo que
hacemos debe magnificar al Señor al alabarlo con cada uno de nuestros respiros.
Somos los que proclamamos la Santidad de Dios, pese la persecución o la
hostilidad que enfrentemos.
“El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda Su
creación. Todas tus obras te agradecerán, Señor, y tus fieles seguidores te
darán alabanza.” — Salmos 145:9-10 (NTV)
El adorar al Señor nunca debe de ser una adulación que nos justifique para poder
pedir todo lo que deseemos, porque no podemos manipular a quién conoce
nuestros corazones. Sino que nos prepara para que confesemos nuestros
pecados, demos gracias, pidamos por nuestras necesidades, y hagamos nuestras
intercesiones y suplicaciones en nuestras oraciones. La adoración no tiene que
ser perfecta como la de un poeta, ni con la gramática de un premio Nobel en
Literatura, pero si debe de ser respetuosa y siempre honrando a Dios.

“Desata mis labios, oh Señor, para que mi boca pueda alabarte. Tú no


deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno. Tampoco quieres una
ofrenda quemada. El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;
Tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.” —
Salmos 51:15-17 (NTV)
Confesión

La confesión nos brinda muchos


beneficios, y para que sea efectiva, debemos ser concretos, específicos y
detallados, ésto nos liberará del sentimiento de culpa como si fuera una herida que
es expuesta a la gracia de Dios. La confesión expone el pecado y nuestro Señor lo
puede extraer de nosotros al perdonarnos.

“Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa.


Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y Tú me perdonaste!
Toda mi culpa desapareció.” — Salmos 32:5 (NTV)
“Pero si confesamos nuestros pecados a Dios, Él es fiel y justo para
perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” — 1 Juan
1:9 (NTV)
El sentimiento de culpabilidad es la alerta que Dios nos dio para nuestra
protección, el cual se activa cuando lo que hacemos va en contra de los deseos de
Dios. Es el principal mecanismo que nos crea la necesidad de arrepentirnos y
confesar nuestro pecado para liberarnos de esta presión. Porque inclusive como
creyentes, nuestra naturaleza pecaminosa nos puede incitar a mentir, engañar,
tener envidia del éxito de nuestras amistades, codiciar las posesiones de nuestros
conocidos, ignorar a los pobres, adorar ídolos personales (cualquier cosa a la que
amemos más, temamos más, sirvamos más, o confiemos más que en Dios), entre
otras malas conductas. Y por el amor que Dios nos tiene como Sus hijos, la
solución para eliminar el sentimiento de culpabilidad es la confesión. No
necesitamos ir con un psiquiatra.

[El apóstol Pablo dice] “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza


pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no
puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo
que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer,
realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en
mí.” — Romanos 7:18-20 (NTV)
“El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: «Yo vivo en
el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el
espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un
corazón arrepentido.” — Isaías 57:15 (NTV)

La confesión de los pecados que


cometimos debe de ser una actividad diaria. Recuerde que Dios es santo y no
puede convivir con el pecado. Por eso, en el templo había 2 sacrificios diarios, uno
en la mañana y otro en la noche para la expiación de los pecados. Y ahora
nosotros somos el templo de Dios (2 Corintios 6:16).
“El que encubre sus pecados no prospera; el que los confiesa y se aparta
de ellos alcanza la misericordia divina.” — Proverbios 28:13 (RVC)
El privilegio que tenemos como cristianos es que Dios nos invita a Su presencia
aún con nuestros pecados. Por lo que nuestro arrepentimiento no debe de estar
motivado por el temor a ser juzgados, sino por el daño de nuestras acciones que
han ofendido el honor de Dios. Cuando pecamos, nuestra única opción es
arrepentirnos para alcanzar el perdón de Dios. El estándar de Dios es la
perfección, por lo que ni todas las buenas obras que hagamos pueden borrar un
pecado cometido, por pequeño que nos parezca para regresarnos a un historial
perfecto.

[Dice el Señor] “Hijo de hombre, da este mensaje a tu pueblo: “La


conducta recta de los justos no los salvará si se entregan al pecado, ni la
mala conducta de los malvados los destruirá si se arrepienten y abandonan
sus pecados.”— Ezequiel 33:12 (NTV)
Y ante Dios somos culpables, la sangre de los sacrificios de animales (ver
Levíticos) no elimina el pecado de forma permanente, solo la sangre de Jesucristo
lo hace.

“Señor, confesamos nuestra maldad y también la de nuestros antepasados;


todos hemos pecado contra Ti.” — Jeremías 14:20 (NTV)
“Dios detesta la oración del que no hace caso de la ley.” — Proverbios
28:9 (NTV)
El Señor, en Su Palabra, le ha dicho a Su pueblo en repetidas ocasiones que se
arrepienta de sus pecados.

“Por lo tanto, diles a los israelitas: “Esto dice el Señor Soberano:


‘Arrepiéntanse y abandonen sus ídolos, y dejen de cometer ya sus pecados
detestables.”— Ezequiel 14:6 (NTV)
“Por eso dice el Señor:«Vuélvanse a Mí ahora, mientras haya tiempo;
entréguenme su corazón. Acérquense con ayuno, llanto y luto.” — Joel
2:12 (NTV)
El rey David confesó sus pecados y transgresiones en el siguiente Salmo,
solicitando que se lave su inequidad.

“Ten misericordia de mí, oh Dios, debido a Tu amor inagotable; a causa


de Tu gran compasión, borra la mancha de mis pecados. Lávame de la
culpa hasta que quede limpio y purifícame de mis pecados. Pues reconozco
mis rebeliones; día y noche me persiguen. Contra Ti y solo contra Ti he
pecado; he hecho lo que es malo ante Tus ojos. Quedará demostrado que
tienes razón en lo que dices y que Tu juicio contra mí es justo. Pues soy
pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi
madre.” — Salmos 51:1-5 (NTV)
“Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto—dice el Señor—. Aunque
sus pecados sean como la escarlata, Yo los haré tan blancos como la nieve.
Aunque sean rojos como el carmesí, Yo los haré tan blancos como la lana.”
— Isaías 1:18 (NTV)
Dar Gracias

En las Escrituras, la idea


de dar gracias no es una sugerencia o recomendación, sino que es un
mandamiento. Dios toma el dar gracias muy seriamente, ya que la ingratitud fue
en parte lo que ocasionó el pecado original. Adán y Eva tenían un millón de
razones por las que podían dar gracias, pero en su ingratitud, ellos desearon más:
el ser como Dios. ¡No les bastó el jardín del Edén!

“¡Den gracias al Señor, porque Él es bueno! Su fiel amor perdura para


siempre.” — 1 Crónicas 16:34 (NTV)
“Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta
es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” —
1 Tesalonicenses 5:17-18 (NTV)
El dar gracias a Dios es nuestra forma de reconocer nuestra dependencia y Su
proveeduría. Como creyentes nos damos cuenta de Su gran proveeduría y que
nunca podremos dejar de expresar nuestra gratitud porque todo lo que tenemos
nos fue dado por Dios. Si Adán y Eva hubieran decidido dar gracias a Dios por lo
que les dio, nuestro mundo sería diferente Y si usted da gracias, ¿su mundo sería
diferente? Aprenda de las lecciones del pasado para no cometer los mismos
errores.
“¿Qué puedo ofrecerle al Señor por todo lo que ha hecho a mi favor?
Levantaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del Señor por
salvarme. Cumpliré las promesas que le hice al Señor en presencia de todo
Su pueblo.” — Salmos 116:12-14 (NTV)
Por lo que dar gracias debe de ser una parte integral de nuestras oraciones. El
apóstol Pablo nos dice que, por otro lado, lo que nos diferencía de los incrédulos
es que ellos no agradecen a Dios.

“Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como


Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias
sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión.”
— Romanos 1:21 (NTV)

La solución de cualquier
reto es simplemente tener un espíritu agradecido. El reconocer, glorificar, y dar
gracias a Dios todos los días, cada vez que recibimos algo en nuestra vida.
Evitando así, el tener una actitud de soberbia, en la que pensamos que es por
esfuerzo propio que conseguimos las cosas.

“En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh Padre, Señor del
cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen
sabios e inteligentes, y por revelárselas a los que son como niños.” —
Mateo 11:25 (NTV)
“¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión y se
consideran muy inteligentes!” — Isaías 5:21 (NTV)
Jesús nos dio varios ejemplos de un espíritu agradecido cuando ora en voz alta
para dar gracias al Padre, en los milagros de la multiplicación de los panes y
peces; en la resurrección de Lázaro.

“Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo:
«Padre, gracias por haberme oído.” — Juan 11:41 (NTV)
Peticiones

Nada es muy grande o


muy pequeño para incluirlo en nuestras oraciones a Dios.

“Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles
que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.” — Lucas 18:1
(NTV)
Pero todo lo que pidamos tiene que estar de acuerdo a la voluntad de Dios. Uno
de los más grandes problemas que tenemos en la vida como cristiano es combatir
nuestros hábitos pecaminosos, nuestro egoísmo, el estar pensando sólo en
nosotros durante la oración. Recuerde el modelo del “Padre Nuestro” en donde
rezamos por los demás.
Pablo incluso nos exhorta a que recemos por nuestros gobernantes, quienes son
responsables por la paz y estabilidad del país, así que, aunque nosotros quizás no
tengamos el poder de cambiar las cosas, Dios si puede porque Él está en control
de todo el universo.

“En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a
Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de
ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que
podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción
a Dios y la dignidad.” — 1 Timoteo 2:1-2 (NTV)
Que maravilloso sería que nuestros gobernantes imitaran la oración del rey
Salomón suplicando por su pueblo. Bueno, pidamos a Dios por ellos.

“Sin embargo, escucha mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el


clamor y la oración que tu siervo te eleva hoy. Que noche y día Tus ojos
estén sobre este templo, este lugar del cual Tú has dicho: “Mi nombre
estará allí”. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar.
Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de Tu
pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo
donde Tú vives y, cuando nos escuches, perdona.” — 1 Reyes 8:28-30
(NTV)
En el siguiente artículo veremos los diferentes tipos de oración: individuales y
grupales, públicas y privadas. También veremos algunas oraciones de intercesión.

LA ORACIÓN EFICAZ (PARTE 7 — LAS


PARTES DE LA ORACIÓN EFICAZ)
9 SEPTIEMBRE, 2017 RAFAEL BELTRAN

En el artículo anterior vimos algunas partes de la estructura de la oración eficaz: la


adoración y alabanza; la confesión de nuestros pecados; el dar gracias, y hacer nuestras
peticiones. En este artículo continuaremos con la última parte de esa estructura: la
intercesión por otras personas, y la protección contra el mal. Y concluiremos con 10
lecciones sobre la oración.
Oración de Intercesión
La palabra hebrea tefilá – ‫תפִ לָּה‬,
ְּ significa “oración” (sustantivo) o bien “orar” (verbo); su
etimología proviene de la raíz hebrea palal – ‫ ָּפלַל‬, que significa “intervenir” o “interceder”.
Por lo tanto, cuando oramos (tefilá) estamos interviniendo o intercediendo entre Dios y el
hombre, este es el significado y motivo de nuestras oraciones. Por ejemplo, Esdras
intercedió por el pueblo de Judá con sus oraciones.
“Mientras Esdras oraba y hacía esa confesión llorando y postrado rostro
en tierra delante del templo de Dios, una gran multitud de Israel —
hombres, mujeres y niños— se congregó y lloró amargamente con él.” —
Esdras 10:1 (NTV)

Cuando le pedimos a Dios


por otras personas estamos haciendo intercesión por ellas. Imagine que alguien a quien
usted conoce le sucede un accidente y está en el hospital; o bien suponga que una amiga
suya está teniendo problemas laborales y la quieren despedir de su trabajo; o si un familiar
no ha aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador; o bien usted ve por televisión
imágenes de personas que han sufrido por algún terremoto o alguna otra catástrofe. Usted
se pregunta a sí mismo cómo podría ayudar a todas estas personas. Usted podría darles
palabras de aliento, o bien enviar algún donativo para damnificados, sin embargo, mucho
más efectivo aún es la oración, es ponernos en contacto con Dios. Es admitir que nosotros
no podemos hacer nada para que una persona sea curada, o salvada, o que reciba ayuda,
pero Dios sí, entonces le pedimos ayuda directamente a Él. Dios escucha las oraciones de
intercesión.

Jesús siempre ayudó a todos a quienes le hacían peticiones a favor de otras personas,
recordemos cuando el centurión romano se le acercó a Jesús para pedirle que curara a su
sirviente:

“Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un centurión, y le rogó:


«Señor, mi criado yace en casa, paralítico y con muchos
sufrimientos.» Jesús le dijo: «Iré a sanarlo.» El centurión le respondió:
«Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Pero una sola palabra
Tuya bastará para que mi criado sane.”— Mateo 8:5-8 (RVC)
Moisés intercedió por el
pueblo de Israel cuando Dios pensaba destruirlos (Éxodo 32:7-10).
“Entonces Moisés oró delante del Señor su Dios, y dijo: «Señor, ¿por qué
habría de encenderse Tu furor contra Tu pueblo, si tú lo sacaste de Egipto
con gran poder y con mano fuerte? Los egipcios van a decir: “¡Dios los
sacó para su mal! ¡Los sacó para matarlos en los montes y para borrarlos
de la faz de la tierra!” ¿Y por qué van a decirlo? ¡Calma el ardor de Tu
ira, y no cometas este mal contra Tu pueblo! — Éxodo 32:11-12 (RVC)
Y Dios escuchó su oración de intercesión y le concedió su petición.

“Entonces el Señor cambió de parecer y ya no le hizo daño a Su pueblo.”


— Éxodo 32:14 (RVC)
En la oración de Daniel (Daniel 9:4-19), él intercede por Israel cuando están en exilio en
Babilonia y su oración es respondida cuando el ángel Gabriel va a hablarle acerca de que
Jesucristo vendría a salvar a su pueblo y a todo el mundo (Daniel 9:20-27).
[Daniel dice] “Y ésta fue mi oración al Señor mi Dios; ésta fue mi
confesión: Señor, Dios grande y digno de ser temido, que cumples tu pacto
y tu misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos: Hemos
pecado, hemos hecho lo malo, hemos sido impíos y rebeldes; ¡nos hemos
apartado de tus leyes y mandamientos! No obedecimos a tus siervos los
profetas, que en tu nombre hablaron… ¡Inclina, Dios mío, tu oído, y
escúchanos!… ¡A ti elevamos nuestros ruegos, no porque confiemos en
nuestra justicia sino porque confiamos en tu gran misericordia! ¡Señor,
Señor, óyenos y perdónanos! ¡Préstanos atención, Señor, y actúa! Por
amor a ti mismo, Dios mío, ¡no tardes!, que tu nombre se invoca sobre tu
ciudad y tu pueblo.“ — Daniel 9:4-6a, 18-19 (RVC)
Protección contra el mal
Desde el jardín del Edén, Satanás ha estado en una batalla espiritual en contra de Dios y de
Su creación. Por esta razón, no debemos olvidar pedir protección en contra de los ataques
del diablo y sus demonios quienes tienen miles de años de experiencia en esta batalla que
vivimos todos los días. Ya que solos por nosotros solos no somos contrincantes para ellos,
pero con la protección de Jesús, no pueden derrotarnos, ni causarnos daño.

[Jesús dijo] “Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado
autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre
serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. Pero no se
alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus
nombres están escritos en el cielo.” — Lucas 10:18-20 (NTV)
Por ello, cuando reconocemos el peligro al que estamos expuestos diariamente con la
existencia del enemigo, quien nos tentará e intentará causarnos daño, debemos de ponernos
toda la armadura de Dios todos los días y rezar para poder accesar los recursos espirituales
de Dios para nuestra defensa en contra del mal y de las tentaciones como vimos en el
“Padre Nuestro”.

“Una palabra final: sean fuertes en


el Señor y en Su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para
poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no
luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores
malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de
este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares
celestiales.” — Efesios 6:10-12 (NTV)
Nuestra oración nos protege en los peores momentos de la batalla espiritual cuando la
Palabra de Dios es predicada o cuando estamos llevando a cabo nuestra labor de
evangelización. En estos momentos, el enemigo trabaja más agresivamente, buscando
cualquier duda o titubeo en nuestra fe para enfocar su ataque. Pero como creyentes tenemos
a nuestra disposición la armadura de Dios, que es una armadura espiritual para combatir
contra un enemigo espiritual.
“Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para
poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla,
todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el
cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como
calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar
completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la
fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación
como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios.”
— Efesios 6:13-17 (NTV)
Observe cómo esta armadura espiritual es similar a la que se describe que viste nuestro
Señor en Isaías 59:

“El Señor miró y le desagradó descubrir que no había justicia. Estaba


asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así
que se interpuso Él mismo para salvarlos con su brazo fuerte, sostenido por
Su propia justicia. Se puso la justicia como coraza y se colocó en la cabeza
el casco de salvación. Se vistió con una túnica de venganza y se envolvió en
un manto de pasión divina.” — Isaías 59:15b-17 (NTV)
Cuando obedecemos al Señor en todo y cumplimos cuidadosamente Sus mandamientos, Él
nos da Su bendición (Deuteronomio 28). Nos da Su protección.

“El Señor vencerá a tus enemigos cuando te ataquen.” — Deuteronomio


28:7a (NTV)
“Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor
marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda!” — Isaías
52:12 (NVI)
En Job se menciona un muro espiritual que protege a Job y a sus pertenencias.
“Satanás le respondió al Señor: —Sí, pero Job tiene una buena razón para
temer a Dios: siempre has puesto un muro de protección alrededor de él,
de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace.
¡Mira lo rico que es!” — Job 1:9-10 (NTV)
Cuando un pueblo está unido en obediencia al Señor se forma una muralla espiritual y la
tierra es sanada.

“Si Mi pueblo, sobre el cual se invoca Mi Nombre, se humilla y ora, y


busca Mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, Yo lo escucharé desde
los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.” — 2 Crónicas
7:14 (RVC)
Sin embargo, cuando las personas se desvían de los caminos del Señor, esta muralla de
protección se pierde. Lo mismo ocurre cuando nosotros como creyentes nos salimos de la
voluntad de Dios, quedamos fuera de su protección, y quedamos solos por nuestra propia
cuenta expuestos a los a los ataques del enemigo (las flechas encendidas del diablo), y
experimentaremos las pruebas de corrección para que enderecemos nuestros caminos,
alejándonos del pecado.

”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que


resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la
muralla para que Yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.
Por eso ahora derramaré Mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego
de Mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de
sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”— Ezequiel 22:30-31
(NTV)
Recuerde el caso extremo cuando las personas
están fuera de la protección de Dios lo encontramos en la oración de Abraham cuando
quiso interceder para evitar la destrucción de Sodoma y Gomorra en donde vivía su sobrino
Lot (Génesis 18:16-33), él rezó para que si había 10 personas justas la ciudad no fuera
destruida. Pero conocemos el final de esta historia, la ciudad fue destruida por sus pecados,
pero Dios protegió a Lot y su familia por la intercesión (tefilá) de Abraham.
“Finalmente, Abraham dijo: —Señor, por favor, no te enojes conmigo si
hablo una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez? Y el Señor contestó: —
Entonces no la destruiré por causa de esos diez.” — Génesis 18:32 (NTV)
Cuando oremos tenemos que tener nuestros ojos espirituales bien abiertos porque Satanás
quiere bloquear que el cielo llegue a la tierra, y va a hacer todo lo posible para distraernos
para que no recemos, porque de esa forma se asegura que no podamos tener acceso a la
protección de la armadura de Dios.

“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse


alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas
partes.” — Efesios 6:10-18 (NTV)
“¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al
acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” — 1 Pedro 5:8
(NTV)
Para concluír este artículo queremos citar las 10 lecciones sobre la oración del pastor
Adrian Rogers, quien dice “Nosotros debemos de aprender a rezar y después rezar”. El
asistir a una docena de seminarios sobre la oración es inútil si usted no reza, poniendo en
práctica lo que ha aprendido. Su vida espiritual nunca estará por encima de su oración
habitual.

Las 10 lecciones sobre la oración (Adrian Rogers)


1. Haz de la oración un hábito. Cuando fracasas, comienza de nuevo, día con día, hasta
que la oración se convierta en un hábito.
2. Designe un lugar y hora para orar regularmente.
3. Momento oportuno. Haga sus oraciones durante el tiempo y el lugar más óptimo para
usted. Encuentre el momento en que su mente esté más aguda, y su atención sea mayor.

4.
Tome su Biblia, cuaderno, lápiz, y materiales devocionales para inspirar su oración. Y
si Dios le dice algo escríbalo. La tinta más pálida es mejor que la mejor memoria.
5. Comience leyendo la Palabra de Dios. No ore y luego lea la Biblia. Es mejor leer la
Biblia y luego orar. Ya que lo que nos dice Dios es más importante que lo que usted le
diga a Dios. Siguiendo este orden beneficia su oración, la cual será más animada,
estructurada, e inspirada cuando la Palabra de Dios nos estimula mostrándonos la
voluntad de nuestro Señor.
6. Acontecimientos del día. Aprenda a orar sobre las cosas que le ocurren durante el día, y
hágalo durante todo el día. “Orando sin cesar.”
7. Diario de Oraciones Respondidas. Mantenga un registro de sus peticiones y oraciones
respondidas en un diario dedicado con este propósito. Un diario de oración le ayudará a
aumentar su fe, porque cuando lo lea le mostrará lo increíblemente bendecido que ha
sido al ver cuántas oraciones Dios le ha respondido.
8. Póngase toda la armadura de Dios. Vivimos en una constante batalla espiritual y la
oración es nuestra más poderosa arma en esta guerra. Por ello, la artillería del infierno
vendrá contra usted cada vez que rece, el timbre va a sonar, le va a dar sueño, su mente
divagará.
9. Concéntrese cuando ore. Si usted está solo, ore en voz alta cuando su mente quiera
divagar, ya que al vocalizar sus oraciones evitará que su mente se desvíe.
10. Ore hasta por las distracciones. Si tiene pensamientos que lo distraigan cuando está
orando probablemente son importantes, evidentemente por esta razón vienen a su mente,
así que ore por ellos. La distracción se convertirá en parte de su oración. Luego puede
volver a su oración original.
La oración es nuestro tiempo de conversación con Dios, y es un mandato el que debemos
orar constantemente, por lo que, que mejor si cuando rezamos lo hacemos de forma eficaz y
somos escuchados, mejor aún, si nuestras oraciones son contestadas, y nuestra fe crece
porque vamos conociendo más al Señor, como un circulo virtuoso que mejora nuestra vida
espiritual. Para cerrar esta serie de artículos los dejamos can las promesas de Dios para Sus
hijos.

“El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían
en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en
medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré
con una larga vida y les daré mi salvación».” — Salmos 91:14-16 (NTV)

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