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FORMACIÓN PARA LA
CIUDADANÍA
Educación Secundaria de la Provincia de Mendoza
AESMEN
Asociación de Educadores Sociales de Mendoza
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SUMARIO
Introducción……………………………………………………………………………………………….. 3
Gradualidad………….………………………………………………………………………………….….25
Encuadre Teórico…………………………………………………………………………….………...36
Encuadre Metodológico………………………………………………………….……………..….. 56
Carga horaria………………………………………………………………………..……………………58
Ejes Vertebradores…………………………………………………………………………………….59
Evaluación………………………………………………………………………………………………….64
A modo de conclusión……………………………………………………………………………… 74
Bibliografía…………………………………………………………………………………………………75
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(..) La primera producción, la producción más
necesaria,
la producción incluso más beneficiosa para una
democracia,
es la fabricación de demócratas. Es decir, producir
personas capaces de vivir, de convivir, de utilizar de
manera crítica y creadora las instituciones democráticas:
ésa es, o debería ser, la principal tarea de la
democracia misma.
Fernando Savater
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Sin embargo los 26 años de vida democrática continua no parecen haberse
traducido en un aprendizaje del funcionamiento del Estado. Son dos
generaciones que han votado; los que tienen 32 años se educaron en
democracia desde el colegio primario
Al mismo tiempo que se han construido espacios multinacionales que
desdibujaron las fronteras de los Estados y se reafirmaron identidades locales,
de allí que es necesario enseñar a defender y entender la identidad local y el
Federalismo, pensándolo desde el interior.
El espacio Formación para la Ciudadanía apela a una visión positiva de la
juventud y la adolescencia. Positiva no como idealización, visión romántica o
negación de las situaciones de conflicto, pobreza o vulnerabilidad. Todo lo
contrario, es una visión positiva porque se entiende a adolescentes y jóvenes
como sujetos con capacidad de poder y como portadores de derechos y
obligaciones. Esta combinación hará posible avanzar en la constitución de
sujetos que se autonomicen, que realicen lecturas críticas
de los contextos en que están inmersos, que establezcan lazos de solidaridad,
que pretendan el cumplimiento de derechos y responsabilidades, y a los que se
les ofrezcan saberes que las generaciones anteriores han desarrollado.
En la adolescencia y la juventud se produce una reestructuración de las
identificaciones, se gana en autonomía, se necesita un nuevo lugar en el
mundo, una ubicación que se construirá en torno a los grupos parentales de
pertenencia, la clase social, las etnias, el género, las religiones o las
preferencias estéticas entre otras distinciones, pero además, con el tipo de
relación que construya la persona en torno a los derechos y las
responsabilidades en la sociedad. Sobre este punto esta materia hace una
propuesta de enseñanza y de aprendizaje: un lugar de construcción de
ciudadanía en la escuela, en parte como siempre lo hizo –desde lo institucional
y desde todas las materias, pero ahora además con una materia específica
para este nivel, cuyo objetivo principal es la enseñanza y el aprendizaje de una
ciudadanía activa.
El aprendizaje de una ciudadanía activa solo es posible a través de una
enseñanza con ejercicio de ciudadanía activa. Una “didáctica de la ciudadanía”
(Jelin, 1996) implica una enseñanza desde las prácticas sociales cotidianas. En
la escuela y en el aula se establecen relaciones entre las personas y con el
Estado. Serán en primer lugar estas relaciones las que deben realizarse desde
un enfoque de derechos y en el ejercicio de una ciudadanía activa.
Entonces, en coherencia con el encuadre teórico-metodológico de la materia,
debe existir una democratización de las instituciones educativas, y el aula debe
ser un espacio democrático del ejercicio del derecho y la responsabilidad de
enseñar, y el derecho y la responsabilidad de aprender.
La materia se organiza a partir de la elaboración de proyectos surgidos del
análisis y la inscripción de las ideas, las prácticas y saberes de las y los/las
alumnos/as del ciclo básico de la educación secundaria, en ámbitos del
contexto socio-cultural que permitan interaccionar críticamente, direccionar y
significar el diseño, la implementación y la evaluación de proyectos de
prácticas de ciudadanía que se construyan en las aulas.
La articulación entre conceptos estructurantes, ámbitos y metodología de
proyectos producirá el sentido escolar y pedagógico de formalizar la
Formación Para la ciudadanía como materia constitutiva del currículum de la
nueva educación media de la provincia de Mendoza.
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La educación no puede ignorar su dimensión social, por ello los centros
educativos están obligados a desarrollar, en cada persona, la capacidad de
participar activa-mente, durante toda la vida, en un proyecto de sociedad, un
proyecto de una persona con otras, individual y colectivo, particular y
universal. Es decir, la educación forma para adquirir ciudadanía, ese rasgo
esencial que caracteriza a los miembros de una comunidad que favorecen la
convivencia pacífica (justicia social), se comportan según unos valores
acordados (derechos humanos) y participan activa y públicamente en la
búsqueda de soluciones alternativas y posibles a las distintas problemáticas
sociales.
Tres son las dimensiones de la educación que se debe tener deben tener
presente: el discurso y construcción de los valores que guían y se encarnan en
las prácticas educativas (la educación es un fenómeno ético); la construcción
de conocimientos y el uso adquirido de estos al servicio de los valores y de la
sociedad (la educación es un fenómeno ideológico); y la capacidad de los
centros para perpetuar las desigualdades o servir de instrumento de
transformación para alcanzar un mundo mejor (la educación es un fenómeno
político).
La ciudadanía, ser ciudadano, entraña un vínculo determinado de unas
personas con otras a través del reconocimiento de unos derechos y
obligaciones ciudadanas
(Status legal), la responsabilidad contraída en dicha relación (status moral) y
el sentido de pertenencia al grupo desde el respeto a la diversidad cultural
(identidad intercultural) en el seno de una sociedad abierta, compleja, plural y
multicultural. De ahí que la educación, como derecho que es, tenga como
misión favorecer, por un lado, el ejercicio pleno de la ciudadanía; así como,
por otro, asegurar la igualdad de oportunidades proporcionando a cada cual lo
que necesita para desarrollar al máximo sus potencialidades y su identidad.
Ya no es suficiente, aunque sigue siendo fundamental, que la educación
transmita los conocimientos cívicos tradicionales, sino que también ha de
proporcionar los elementos necesarios para ejercer plenamente la ciudadanía
en contextos multiculturales, contribuir a la construcción de la cultura de paz
(fundada en el derecho humano a la paz) y a mejorar la sociedad.
Son obvias las relaciones que mantienen “democracia” y “educación”, porque,
en definitiva, ambas persiguen un mismo objetivo: la construcción social e
individual de un proyecto humano cuyo instrumento es la educación. Como
dice Gimeno Sacristán: “La educación será el instrumento para generar esa
capacidad de pensarse y dirigirse a sí mismos, propiciando el asentamiento de
la cultura que habilite a los sujetos para participar realmente en la
construcción social a través de la construcción de sí mismos”. No obstante, en
tales relaciones (democracia/ ciudadanía y educación) deben tenerse en
cuenta algunos aspectos tales como que las dos primeras nociones son
conceptos múltiples, dinámicos, intersubjetivos y sociohistóricamente
contextualizados, y por eso es posible que sean interpretados de diferentes
formas, de manera que los contenidos educativos que inspiran no son únicos
ni obvios; y, por consiguiente, estos contenidos, en estrecha relación con la
función socializadora de la educación, no son exclusivos de la escuela sino que
constituyen una responsabilidad de la sociedad en su conjunto
Marco Normativo
Los documentos nacionales del sistema educativo han reiterado la importancia
y necesidad de la formación ciudadana. También las distintas jurisdicciones
han adherido a esta posición.
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Si bien se reconoce que los contenidos propuestos tienen carácter de
transversalidad en todo el desarrollo curricular, algunas provincias asumen un
espacio específico, sistemático y con la expectativa de generar una instancia
reflexiva. Otras en cambio prefirieron marginar o facticamente eliminar los
contenidos de la Formación Ciudadana integrándola a otros espacios donde se
privilegiaron los contenidos de ese otro espacio y no los de la Formación de
ciudadanos (Tal es el caso de la provincia de Mendoza, en relación a su Escuela
Secundaria Básica)
En sus expectativas de logro, a nivel nacional, el espacio pone en primer plano
la necesidad de formar en el reconocimiento, compromiso y participación en la
defensa de los derechos humanos: en el conocimiento del orden jurídico y
político, en la capacidad para argumentar y discernir en defensa de la justicia,
en la solidaridad, en el diálogo pluralista y la búsqueda de consenso.
El espacio prioriza un perfil docente más próximo a la formación política y
filosófica, con un rol que debe alejarse de la simple transmisión de principios,
pautas morales y hábitos, procurando en su intervención pedagógica que los
alumnos sean protagonistas, al elaborar y asumir como propios tales principios,
en un contexto áulico pensado como "comunidad democrática" o "comunidad
de aprendices".
En nuestro país se cuestionaba que la reforma implementada con la Ley
Federal de Educación había generado situaciones de inequidad educativa, por
lo que se consideraba necesario restituir el papel del Estado nacional como
garante de condiciones de igualdad y que los jóvenes recuperaran su lugar
como "sujetos de derecho".
Por ejemplo, en los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP) correspondientes
al ámbito de las Ciencias Sociales, para el tercer ciclo EGB, figura, entre otros
puntos, la necesidad de promover
"La construcción de una identidad nacional plural respetuosa de la diversidad
cultural, de los valores democráticos y de los derechos humanos. La
construcción y apropiación de ideas, prácticas y valores éticos y democráticos
que nos permitan vivir juntos y reconocemos como parte de la sociedad
argentina. La construcción de una ciudadanía crítica, participativa, responsable
y comprometida".
Más allá de la crítica a la reforma, la nueva Ley de Educación Nacional Nº
26.206, sancionada en enero de 2007, en realidad recupera o persiste en los
enunciados de la Ley Federal respecto del área de formación ciudadana, con lo
que, en cierto sentido, puede hablarse de continuidad en tal sentido.
En el Capítulo I -Principios, derechos y garantías- se consigna una amplia y
ambiciosa agenda de objetivos, que muestran una clara vertebración en la
formación en valores y, particularmente, en aquellos vinculados al ejercicio
ciudadano. El artículo 3° enuncia
"La educación es una prioridad nacional y se constituye en política de Estado
para construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional,
profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos
humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico-
social de la Nación".
El artículo 8° complementa
"La educación brindará las oportunidades necesarias para desarrollar y
fortalecer la formación integral de las personas a lo largo de toda la vida y
promover en cada educando/a la capacidad de definir su proyecto de vida,
basado en los valores de libertad, paz, solidaridad, igualdad, respeto a la
diversidad, justicia, responsabilidad y bien común".
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El capítulo II -Fines y objetivos de la política educativa nacional-, artículo 11,
inciso "C", reafirma
"Brindar una formación ciudadana comprometida con los valores éticos y
democráticos de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de
conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad,
valoración y preservación del patrimonio natural y cultural".
También se refiere a aspectos esenciales de la ciudadanía el inciso I del mismo
artículo: "Asegurar la participación democrática de docentes, familias y
estudiantes en las instituciones educativas de todos los niveles".
Pese a la manifiesta expresión de deseos y proyectos, en el plano social
concreto, puede reconocerse un déficit en el logro de una auténtica
ciudadanía, lo que sin dudas responde a los factores históricos y a las
desigualdades sociales reseñadas, antes que a las deficiencias escolares.
A nivel provincial la Constitución, establece en su Art. 212º inciso 7 que –
“es obligatoria la enseñanza del idioma e historia nacional y de las
Constituciones nacional y provincial en todo establecimiento de
educación, sea de carácter fiscal o particular”
Es decir que el Estado provincial asume el papel de promotor de la
construcción de la ciudadana desde el propio Estado de derecho., por medio
de la educación, ( lo que se denomina función republicana de la escuela)
que en la concepción de ciudadano al momento de la sanción de la actual
constitución provincial ( 1916) era aquel individuo capaz de ejercer sus
derechos y deberes civiles y políticos es decir que se circunscribía a la
comunidad política por medio de la capacidad de ejercer el voto ( una
definición netamente restrictiva si entendemos que en ella se excluía a por
ejemplo las mujeres )
Una interpretación en términos actuales del inciso 7 del artículo 212 de la
constitución provincial en relación del concepto de ciudadanía allí expuesto
implicaría la concepción de la misma como mucho más que un reconocimiento
jurídico. Involucraría la promoción de los sujetos como parte activa en la
producción simbólica y organizativa de la sociedad política.
En palabras de H. Marshall "La ciudadanía es un status de plena pertenencia
de los individuos a una sociedad y se confiere a quienes son miembros a pleno
derecho de una determinada comunidad, en virtud de que disfrutan de
derechos en tres ámbitos: civil, político y social. El ámbito civil abarca los
derechos necesarios a la libertad individual (libertad personal, palabra,
pensamiento, fe, propiedad y posibilidad de suscribir contratos, y el derecho a
la justicia). El ámbito político involucra el derecho a participar en el ejercicio
del poder político, ya sea como miembro de un cuerpo dotado de autoridad
política o como elector de los miembros de tal cuerpo. y por último, al ámbito
social abarca tanto el derecho a un "modicum" de bienestar económico y
seguridad como a tomar parte en el conjunto de la herencia social y a vivir la
vida de un ser civilizado, de acuerdo con los estándares prevalecientes en la
sociedad”.
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“integrados horizontalmente a Historia, desde una perspectiva dinámica
comprensiva de los procesos que conforman y conformaron la Nación “
Mientras que en Polimodal se estableció 3 horas cátedras independientes de
Formación Ética y Ciudadana en el último año de algunas modalidades.
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Por ello la Formación para la ciudadanía implica, ante todo, una dimensión
actitudinal, una ética a propiciar: participar en libertad pero con responsa-
bilidad, reclamar los derechos pero con plena conciencia de los deberes".
Una formación que se debe nutrir o sustentar en el conocimiento de las normas
y las instituciones, así como en la comprensión de las problemáticas sociales
que contextualizan lo político-jurídico.
Es imprescindible que la noción de ciudadanía -históricamente gestada en el
liberalismo individualista y actualmente funcional para una sociedad
secularizada y multicultural- se encuentre, se integre e interactúe con la
perspectiva comunitaria y social, incluso generando instancias de diálogo y
reflexión en aquellos aspectos que se muestran polémicos y contradictorios,
tales como los nuevos derechos, que tienden a incrementar la autonomía
personal.
Puede decirse que desde esta perspectiva es posible comunicar, reflexionar,
argumentar, comprometer y formar en varios sentidos:
• En el auto-reconocimiento como ciudadano: en la conciencia de los propios
derechos y libertades, así como en la posibilidad de demandar respeto por los
canales apropiados. Esto implica una noción de libertad como manifestación de
la dignidad personal.
• En la valoración del otro-ciudadano: en el reconocimiento de los derechos del
prójimo, al que se percibe con la misma dignidad que se reconoce en uno
mismo. Lo anterior conduce a la noción de igualdad coherente con la tradición
ciudadana republicana, pero también con la idea del hombre como ser
eminentemente social, conviviente, abierto a los demás sin renunciar a su
propia dignidad.
• En la comprensión y compromiso con la justicia, tanto en su sentido
retributivo como distributivo; lo que lleva, por un lado a la valoración de la ley
como necesario parámetro objetivo para dirimir conflictos y, por otro lado, al
compromiso personal de oponerse contra toda forma de injusticia.
• En la valoración de las normas y las instituciones políticas; lo que supone
otorgar un consentimiento básico al orden institucional, respetar el
cumplimiento de las normas y las pautas fijadas por las instituciones, sin que
ello implique una actitud acrítica respecto de las deficiencias o injusticias del
sistema o a cerrarse a la actualización y el perfeccionamiento.
• En la actitud de diálogo en busca de consenso como vía pacífica de
resolución de conflictos, como interacción comunicativa para construir la
convivencia política y procurar los acuerdos esenciales para la comunidad,
aceptando las decisiones más allá de los intereses personales.
• En la valoración y práctica de la solidaridad; la cual se encuentra implícita en
la valoración del otro en su dignidad, en la aspiración a la justicia y superación
de la injusticia para todos, en la búsqueda del bien común como objetivo
esencial de la sociedad.
• En la construcción de la identidad colectiva, esto es: adquirir conciencia de
pertenencia a una comunidad nacional, con sus propios valores y pautas
culturales, sus instituciones y normas, en apertura e interacción con el mundo,
con los otros pueblos y culturas.
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• Los valores básicos democráticos que sustentan nuestro sistema de
gobierno y enriquecer su funcionamiento.
• No sólo el conocimiento formal del sistema de gobierno, sino una
apreciación de cómo funciona en la práctica y cómo las operaciones de
gobierno afectan a los ciudadanos.
• La rica diversidad de la sociedad mendocina y nacional, las formas en
que diferentes sectores de la sociedad son capaces de vivir juntos, y los
principios que les permitan hacerlo con tolerancia y aceptación.
• Lo que significa actuar como un ciudadano a través del ejercicio pleno
de los derechos y responsabilidades de los ciudadanos y las
oportunidades para ejercerlos.
• Aprehender habilidades para la vida
• Implementar una materia donde se incluyan en la escuela los saberes
socialmente productivos,
• las prácticas y los intereses que las personas jóvenes poseen.
• Generar un espacio escolar donde los sujetos comprendan y aprendan la
ciudadanía como construcción socio-histórica y como práctica política.
• Problematizar los saberes socialmente productivos, las prácticas y los
intereses de los jóvenes transformándolos en objetos de conocimiento
a través de la realización de proyectos.
• Generar las condiciones institucionales que permitan extender lo
aprendido en las clases más allá de la escolarización a fin de construir
conjuntamente herramientas que potencien la expresión, participación y
acción de los sujetos en el ejercicio de una ciudadanía activa.
• Conocimiento de sí mismo
• Comunicación efectiva
• Pensamiento creativo
• Empatía
• Pensamiento crítico
• Manejo de emociones y sentimientos
• Toma de decisiones
• Solución de problemas y conflictos
• Manejo de tensiones o estrés
• Relaciones interpersonales
Considerando lo que implica cada una de estas habilidades, se dice que una
persona es hábil socialmente cuando muestra o demuestra que –entre otras
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cosas– le resulta fácil relacionarse
con los demás, sabe hacer
amigos, afronta sin especial
dificultad las relaciones y
conflictos que surgen, conversa
con fluidez y sin tropiezos,
expresa sus puntos de vista y
desacuerdos sin que los
demás se sientan atacados, sabe
llegar a acuerdos, se atreve a
mantener opciones diferentes a las de su grupo de pares, se valora
positivamente y respeta las opciones diferentes a las suyas.
Las habilidades para la vida, como todos nuestros comportamientos
complejos, son el resultado del aprendizaje a lo largo de la interacción continua
del individuo con su entorno. La competencia o incompetencia social no es algo
con lo que se nace, sino algo que se adquiere y que se puede modificar. Sin
embargo, la educación en habilidades para la vida no se basa en la
enseñanza de «recetas» o prescripciones de comportamiento sino en la
adquisición de herramientas específicas que faciliten a las personas un
comportamiento positivo y saludable (en el sentido holístico de salud) consigo
mismas, con sus pares y con el entorno en general.
Por otro lado, si bien las habilidades para la vida no equivalen a los valores
(por ejemplo, solidaridad, honestidad) ni a las cualidades (por ejemplo,
autoestima) de las personas, existe una relación estrecha entre la educación
en habilidades para la vida y la adquisición y expresión de ciertas
cualidades y valores. Si las habilidades se desarrollan positivamente
permitirán poner en acción y fortalecer el conocimiento, las cualidades y los
valores de cada uno. Son destrezas psicosociales que, al combinarse con
valores, aportan formas sanas a través de las cuales dirigirnos y mirarnos a
nosotros mismos y a los demás.
En realidad esta opción no constituye una discusión reciente, ya que desde las
primeras décadas del siglo XX se ha venido manifestando. Constituye el
último capítulo de una larga historia de contraposiciones, teoría y práctica,
razón y emoción, conocimiento y valor.
Pero, sobre todo, está en el origen de la reducción instrumental del
aprendizaje.
Lo que nació integrado se desintegra, lo que nació unitario se fragmenta.
Desde la centralidad del interés del joven, que necesita razones y motivos para
vivir, es difícil mantener la distinción como base para ordenar la FpC ya que en
la vida del joven, todos sus dinamismos se inter-afectan y se co-determinan. Lo
que puede parecer una victoria para hoy, es una grave hipoteca para el futuro,
dado que la distinción se basa en aceptar las escisiones que se han producido
sobre el menor. El gran perdedor
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es el joven que no conoce fragmentaciones sino integraciones, escisiones sino
unicidad.
¿Cual sería el resultado de la FpC en el alumno si la sometemos al dilema entre
Instrucción, Educación o Formación? Un conocimiento de la Constitución sin
alma, unas habilidades legislativas vacías de significado, una autoridad sin
motivación.
No se puede procesar conocimientos sobre el ejercicio de la ciudadanía y no
comprender vitalmente los significados.
De nuevo se cae en el dualismo racionalista, sea de carácter laico o religioso,
que está en la base de nuestra sociedad. Se perpetua de este modo una
civilización empeñada en separar la razón y los afectos, los conocimientos y la
cordialidad, lo material y lo espiritual, las realidades superiores y las inferiores.
Una civilización que ha servido más para llenar de objetos la vida del joven que
para hacerle feliz.
La segunda alternativa ( es decir la Formación ) que parece más razonable
desde los intereses del menor propone que tanto los padres como los
responsables sociales, políticos y educativos faciliten a los alumnos los
instrumentos críticos, que les permitan pensar por sí mismos, ejercer su
autonomía personal y resistir a todo adoctrinamiento, no sólo al que procede
del poder político que crea súbditos, sino también del poder económico que
crea dóciles consumidores, del poder social que crea ciudadanos siervos o del
poder religioso que crea simples feligreses.
De allí que nos inclinamos a que este espacio no solo tenga la denominación de
Formación para la Ciudadanía sino que se base en la filosofía de considerar al
joven como un ser integral no solo como un sujeto de la educación.
Frente a los problemas que vive una sociedad como la mendocina, entre los
cuales se cuenta la violencia, la cultura del facilismo. la corrupción, y la
resignación ante la corrupción, la democracia clientelar y el populismo, el
sistema educativo debe toma parte activa contribuyendo a la formación
de nuevos ciudadanos que promuevan la tolerancia, la cultura del trabajo , el
cuidado , el respeto, la solidaridad, la participación democrática conciente y
madura, la igualdad y la convivencia pacífica.
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Para hacer frente a una situación de manera óptima, en general se necesita
hacer uso de y asociar varios recursos cognitivos complementarios, tales
como los conocimientos.
La escuela juega un papel definitivo puesto que una de sus funciones más
importantes es la de desarrollar competencias en todos los ciudadanos
para ser libres, para valorar la diversidad, para vivir en paz con otras personas
y para participar competentemente en diferentes esferas de acción social y del
proceso democrático.
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La propuesta para llevar a cabo esta experiencia educativa debe ser
congruente y consistente, basada en una pedagogía democrática, crítica y
dialógica, teniendo como base unos principios, fines y valores. Para ello
se hace necesario fortalecer conocimientos ciudadanos y los aspectos
emocionales y éticos, el fortalecimiento del compromiso con la realidad
inmediata , departamental, provincial del país y la comprensión de la
existencia de los otros en cada persona, creando ambientes adecuados y
utilizando procesos sistemáticos de reflexión – acción – reflexión,
planteando situaciones problema y pidiéndole al estudiante que sugiera
soluciones creativas y efectivas.
GRADUALIDAD
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Este diseño curricular es único y obligatorio para 1º, 2º, 3º ,4º y 5 º (6º) año de
la Educación Secundaria, en todas sus modalidades incluida la educación
Técnica y la Educación media de Jóvenes y Adultos.
Según especialistas, profesores y adolescentes, la materia que debería
transmitir y entrenar en el ejercicio de la ciudadanía ha ocupado un lugar
residual en la currícula de la educación media de la Provincia de Mendoza en
los últimos tiempos. Y esto se veía agravado en los contenidos que se
enseñaban pues muchas veces no existían contenidos comunes obligatorios,
ya que los docentes según su formación profesional seleccionan unos
contenidos o descartan otros. De esta manera los programas "no garantizaban
un aprendizaje común y mínimo en el largo plazo de los contenidos mínimos
de la convivencia civil y republicana.
De allí que proponemos un currículo único, con contenidos y competencias
mínimos obligatorios
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• Se concibe a niños, niñas, adolescentes y jóvenes como sujetos de derechos
y obligaciones, es decir como ciudadanas y ciudadanos.
• Se entiende ciudadanía como un conjunto de prácticas que definen a un
sujeto como miembro de una sociedad, en su relación con otros sujetos y con
el Estado.
• Se reconoce que las prácticas de las y los adolescentes y jóvenes son
prácticas ciudadanas en tanto son modos de inscribirse, insertarse o incluirse
en la sociedad, implican formas de relación entre sujetos y con el Estado.
• Se enfoca el análisis crítico de los contextos socioculturales y las condiciones
de diversidad y desigualdad que lo constituyen desde una perspectiva de
derechos.
• Se pretende proyectar acciones colectivas de ejercicio y exigibilidad de
derechos y responsabilidades.
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debe instituirse a lo largo de la vida escolar como espacio curricular específico
y transversal a todos los otros
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verbales que permiten nuestras manifestaciones artísticas, sentimentales y
afectivas”.
En definitiva, deberán potenciar aquellas dimensiones de la persona que
suponen creación de un medio propio, reconocimiento de sí misma, posibilidad
de autodeterminación y liberación personal, transformación de la información
que nos envuelve en información significativa, es decir, conocimiento”
(Martínez, 1998:47).
Con respecto a qué valores deben ser transmitidos, este modelo aboga por la
promoción, la defensa y la recuperación de una educación en valores
“mínimos”. Estos valores mínimos son los que contemplan las constituciones
de los países democráticos y las declaraciones de derechos humanos, y
funcionan como garantía de la convivencia de valores “máximos”, es decir, de
aquellos valores que hacen a la diversidad legítima entre personas y grupos
dentro de una sociedad pluralista y democrática. A saber: proyectos políticos,
religiones, costumbres, gustos estéticos, elecciones sexuales, proyectos de
vida personales, entre otros.
Esta perspectiva, aunque se trata de una visión superadora de la tradicional
propuesta de Instrucción Cívica, ha recibido críticas por parte de quienes
consideran fundamental el aprendizaje de contenidos específicos propios de la
formación ética y ciudadana. Es decir, de quienes defienden la existencia de
un espacio curricular específico anclado en una asignatura orientada hacia
estas temáticas.
Si bien no se puede identificar una propuesta integral que discuta y se enfrente
a la propuesta generada por el grupo español, diversos autores han
desarrollado ciertas críticas. Por ejemplo, Violeta Núñez (2003) considera que
las propuestas educativas que intentan formar en valores, en actitudes y en
procedimientos o competencias desligan esta formación de la enseñanza de
contenidos determinados. Propician una educación vivencial y ponen el énfasis
en que estas actitudes, habilidades y procedimientos sirvan para el tratamiento
de cualquier contenido.
Para esta autora, esta formación en valores está vaciada de contenidos y no es
más que una ilusión pues es sólo mediante el aprendizaje de ciertos contenidos
que los estudiantes pueden adquirir habilidades o ser capaces de llevar a cabo
ciertos procedimientos como preguntar, analizar, calcular y proyectar. Núñez
(2003: 22) alerta sobre la renuncia a la función instructiva de la educación en
los siguientes términos: “(...) ciertas corrientes pedagógicas pretenden educar
sin instruir (vaya, a título de ejemplo, la denominada ‘educación en valores’).
La definición de Herbart revela que esa es una mera pretensión moralizante,
pues no brinda al sujeto los recursos culturales (el saber) que requiere un
despliegue autónomo. Es decir, no habilita para la toma de distancia, la
construcción de andamiajes intelectuales y la consiguiente postura crítica,
selectiva. En efecto, tales corrientes pseudopedagógicas plantean erradicar el
conocimiento para instaurar valores, actitudes y procedimientos: son las así
llamadas competencias. Se trata de la devaluación del saber en aras de una
operación de exclusión de la cultura”.
Esta posición se basa en una concepción de la educación en la que ésta no es
posible si no va a acompañada de la instrucción, sin la enseñanza de ciertos
contenidos.
Desde esta mirada, la educación no es otra cosa que poner a los sujetos en
relación con los contenidos relevantes de nuestra época y con nuestras
herencias culturales.
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. Educación del ciudadano como sujeto individual vs. Educación del
ciudadano como sujeto político
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Educación en derechos humanos (universalismo) vs. Educación que
atiende a la diversidad sociocultural (comunitarismo)
ENCUADRE TEÓRICO
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Ciudadanía
a. Definición conceptual
Los dos modos antes descriptos (que no son opuestos sino complementarios)
se basan en la acción política de los sujetos, en la participación efectiva y la
capacidad de poder intervenir en lo social para el ejercicio pleno de los
derechos y obligaciones establecidos y a establecer. Pero el segundo término
agrega un plus, por un lado en tanto mirada crítica de la situación de derechos
que se viven, y por otro porque conlleva una toma de posición de los sujetos en
la esfera pública reclamando políticas de Estado que garanticen las condiciones
para el cumplimiento de derechos y obligaciones. La exigibilidad no está
colocada solo en el sujeto, ni en la organización de la sociedad civil, sino en su
interacción con el papel indelegable que tiene el Estado como garante de
ciudadanía plena.
• Un cuarto grupo de términos refieren a descripciones de la ciudadanía y
sirven para caracterizar los modos en que está siendo construida. Es decir,
para dar cuenta de las posibilidades de su ejercicio, de las condiciones
necesarias que han sido logradas, otorgadas o negadas para dicho ejercicio, y
de la existencia en nuestra sociedad –y en muchas otras– de un
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reconocimiento diferencial de derechos y obligaciones que se sustenta en
desigualdades de clase, género, edad, etnia, “raza” o grupo de pertenencia
(por la lengua, por el estilo cultural, por el lugar donde se vive), y articula
procesos de discriminación, segregación y/o explotación, entre otros.
Generalmente desde las posibilidades del ejercicio de la ciudadanía son
presentadas como:
- Ciudadanía emancipada. Es descripta como “la conquista social de la esfera
pública por encima del interés individual, por los mismos actores sociales”
(Muñoz, 2006:178); en palabras de Bustelo “la igualdad de status no significa
necesariamente igualdad de poder. Por lo tanto los derechos sociales fueron
concebidos como habilitaciones para la lucha y esencialmente, su concreción
es una conquista” (1998), y de ahí la caracterización o la puesta en valor de la
fuerza emancipadora de la acción ciudadana.
- Ciudadanía asistida. Describe las situaciones de inaccesibilidad
principalmente a los derechos sociales, y por lo tanto que esos sectores
sociales deben ser asistidos por políticas públicas focalizadas, porque carecen
o tienen baja acumulación de capital social, cultural, económico.
- Ciudadanía restringida. Refiere a los derechos conculcados, la obturación o
imposibilidad del ejercicio de la ciudadanía plena.
- Ciudadanía de baja intensidad. Se la entiende como inclusión no integrada del
sujeto. Describe una situación de exclusión en el pleno ejercicio de los
derechos ciudadanos, fundamentalmente porque los ciudadanos participen
limitadamente en la esfera pública en contextos de “democracias delegativas”
(O´Donnnell, 2004). Estas últimas nominaciones remiten directamente a una
tensión que es inherente al desarrollo de la ciudadanía en las sociedades
modernas. Se trata de la paradoja de la ciudadanía como principio de igualdad
en una sociedad con desigualdades, y además, de cómo la definición de la
condición misma de ciudadanía provoca desigualdad. Cuestión que fue
explicada para el caso de adolescentes y jóvenes en una sección anterior, pero
que otro ejemplo lo constituyen los derechos sociales que dieron estatus legal
al sentido de igualdad de derechos en acceso a educación, vivienda, salud,
pero no se pudo asegurar la práctica igualitaria de los mismos. El derecho a
una vivienda digna está reconocido, pero no todas/os los ciudadanos tienen
una vivienda, y muchos menos una vivienda digna. El ejercicio de este derecho
está mediado por la posición de clase (la ubicación en la estructura desigual).
Este simple ejemplo sirve para explicar que el dictado de la norma no asegura
el cumplimiento del derecho, aunque sí reconoce la igualdad de las personas
en sus derechos. La desigualdad en el ejercicio del derecho es evidente. Esto
deberá ser analizado para cada situación que se escoja abordar. Hay que partir
de entender que la condición de ciudadano puede ser igualitaria (o iguala en
un sentido de pertenencia a una comunidad política), pero que dependerá de
otras variables su ejercicio efectivo, de allí la necesidad de identificar la
inequidad y las posibilidades de construir un camino hacia la equidad. La clave
de lectura de la ciudadanía en esta materia es en su articulación con las
condiciones de desigualdad y diversidad en que se organiza la sociedad y la
cultura.
“La ciudadanía empieza por casa” es una frase que resume la práctica docente
esperada. Se trata de generar estrategias pedagógicas que permitan el
ejercicio de la ciudadanía en el aula y en la escuela.
Si bien durante los últimos años las prácticas de las y los estudiantes han
cobrado mayor relevancia dentro de la escuela (se ha propiciado la creación de
consejos de aula, acuerdos de convivencia, centros de estudiantes, etcétera),
todavía están lejos de instalarse efectivamente un funcionamiento democrático
en la dinámica escolar cotidiana. En este sentido es posible pensar que no
basta con instituir normativamente un espacio para que éste sea apropiado por
el estudiantado, los docentes, directivos y supervisores. Dicho en otros
términos, la creación de figuras organizativas escolares donde pueden
participar los estudiantes no garantiza por sí sola esta participación.
La y el docente debe asumir una perspectiva que le permita:
- Asegurar y enseñar las condiciones necesarias para que los estudiantes se
sientan habilitados y fortalecidos para participar.
- Generar una actitud de escucha atenta y respetuosa, respetar la voz y las
opiniones de todos y todas, el reconocimiento de los compañeros como voces
autorizadas y legítimas, la no descalificación por atributos personales o
comunitarios, lograr y respetar acuerdos por mayoría (por ejemplo, aunque
estén en contra de la opinión individual).
- Transformarse en un interlocutor válido. Al ser objetivo de la materia que
el/la alumno/a aprenda a ejercer sus derechos y responsabilidades en la
práctica, debe reverse la forma de la escolarización, porque hay que pensar y
accionar para la construcción de un vínculo democrático entre individuos
desiguales. Para ello ambas partes de la relación pedagógica deben
reconocerse uno a otro como otros legítimos: por un lado la/el joven debe
ver en la/el docente un interlocutor válido, y por otro, la/el docente necesita
reconocer a las y los adolescentes y jóvenes como sujetos con capacidades,
saberes, derechos y responsabilidades.
34
Desde esas posiciones de reconocimiento mutuo de capacidades podrán
emprender proyectos colectivos.
- Tener claridad como agente público que el garante primero y último de los
derechos es el Estado.
Lo que se espera que los/las alumnos/as puedan hacer progresivamente con
esta concepción
Los/las alumnos/as deben asumir la condición ciudadana como un poder hacer,
que les permita intervenir efectivamente en el contexto sociocultural y en las
relaciones sociales de manera tal que puedan resignificar sus vínculos con
otras personas, grupos, organizaciones, instituciones y el Estado, a partir de la
comprensión de sí mismo y de los otros como sujetos de derecho. Deben
atravesar experiencias de formas organizativas para el logro de objetivos
comunes, que entiendan el orden democrático con derechos y
responsabilidades, y la posibilidad de accionar políticamente por la exigibilidad
de derechos y responsabilidades, en un conocimiento de los canales y
mecanismos de demanda en la búsqueda del ejercicio y la garantía de sus
derechos y responsabilidades, como sujetos y como comunidad, que genere
mayor autonomía.
Sin embargo, falta una pieza, algo que es de suma importancia y que ha sido
peligrosamente dejado de lado en otros diseños los deberes no podemos
hablar de derechos, no podemos entender siquiera la verdadera naturaleza de
estos; ambos conceptos son coprincipios, realidades inseparables que se
fundamentan y necesitan mutuamente. El problema es que muchos lo hacen,
exigen sus derechos y pelean por ellos con encomiable determinación, pero ¿y
el cumplimiento de sus deberes, de sus responsabilidades? Es aquí donde
comienza un patológico silencio que se vuelve corrosivo para la sociedad, y
que está, en nuestros días, carcomiendo lentamente sus cimientos más
35
profundos: en su legítima lucha en pos de sus derechos el ser humano se está
olvidando de cumplir con sus deberes.
La sociedad es más que una mera agrupación de hombres, es algo más que el
simple factor cuantitativo, que una suma de individualidades yuxtapuestas.
Dicha unión entre iguales se realiza con una intención común, con un fin del
que todos participan, que todos comparten. Toda sociedad de hombres tiene
una causa finalis, un fin que es, precisamente, la razón por la cual dicha
sociedad fue formada. Ese fin es la intención primordial que provocó aquel
movimiento de cada integrante que lo llevó a reunirse con otros y formar dicha
sociedad de hombres.
Toda sociedad humana es tal porque cuenta con un fin que es la razón de la
existencia de dicha sociedad. Si no existiera dicho fin en común no podríamos
hablar de sociedad real. En el caso de la sociedad civil esa causa final es el
Bien Común Político. La excelencia y superioridad de este bien radica en que
sólo en la sociedad política el ciudadano encuentra todos aquellos bienes que
le pertenecen en cuanto hombre, así como los medios necesarios para
alcanzarlos.
Al estar todo nuestro ser involucrado, todo lo que somos, el bien común de la
sociedad política será el bien más propio a nosotros. Nuestro desarrollo se
encuentra comprometido completamente en ese bien común que compartimos
con otros. Nuestra perfección depende de nuestra vida en sociedad, porque
solamente en sociedad un hombre puede alcanzar todo lo que comprende su
ser. Esa es la razón por la que el hombre forma parte de la sociedad: la
búsqueda de una perfección que le es naturalmente propia y, al mismo tiempo,
que comparte con el resto de su especie.
36
Derecho y deber, co principios
Como lo enseñó el papa Juan XXIII, los derechos fundamentales “están unidos
en el hombre que los posee con otros tantos deberes, y unos y otros tienen en
la ley natural, que los confiere o los impone, su origen, mantenimiento y vigor
indestructibles” . Al compartir una misma naturaleza –la racional–
compartimos, en consecuencia, derechos y deberes comunes; hay principios,
normas, en fin, leyes que son requerimientos propios e inherentes a todos los
hombres, y será solamente con su cumplimiento que se logrará la protección
de esa naturaleza común, tanto de cada persona en particular como en su
aspecto social. Son estos preceptos, entonces, los que hacen de la naturaleza
humana el fundamento de las obligaciones éticas, del deber moral.
37
será el primer paso, entonces, para alcanzar nuestra perfección en cuanto
seres humanos, en cuanto personas.
Derecho y deber son, por consiguiente, las dos caras de una misma moneda (y
pareciera ser más razonable poner una mayor atención y preocupación por la
segunda…).
42
ENCUADRE METODOLÓGICO
43
responsablemente de todas las instancias planteadas (definición de
temas/problemas de trabajo, elaboración, gestión y evaluación del proyecto).
Debe resultar claro que son sujetos dentro de los procesos de aprendizaje.
La definición de los temas y lógicas de los proyectos que guiarán el trabajo en
la materia es un espacio de participación plena de los alumnos. Enseñar a
proyectar por escrito es parte de las condiciones que se espera que la materia
genere para mejorar las posibilidades de participación dentro y fuera de la
escuela.
Los proyectos se encuadraran en ámbitos o espacios sociales de FPC, a saber:
ambiente; arte; comunicación y tecnologías de la información; Estado y
política; identidad y relaciones interculturales; recreación y deporte; salud,
alimentación y drogas; sexualidad y género y, por último, trabajo.
Una vez definido el problema y el ámbito desde el cual se va a desarrollar el
proyecto, se inicia la etapa de implementación, en la que el docente deberá
trabajar con los alumnos la construcción de una idea de trabajo posible.
Esta etapa de desarrollo tiene que permitir la participación de todos los
sujetos, especialmente los alumnos. Para ello se propone contemplar el
siguiente recorrido:
· Establecer acuerdos para orientar la acción conjunta (objetivos del proyecto).
· Planificar la/s acción/es a realizar (acciones del proyecto).
· Distribuir roles, funciones y responsabilidades (formas de participación en el
proyecto).
· Participar en el control del proceso (seguimiento).
· Evaluar.
Si bien los proyectos se adecuarán a los distintos contextos en los que se
desarrollen, se espera que, en su elaboración, también se tenga en cuenta que
los mismos se constituyan en una herramienta que permita una lógica de
construcción y en una guía para la acción conjunta. Además, deben ser claros
en cuanto a que sea posible diferenciar las etapas de preparación/construcción
y escritura/sistematización del proyecto y comprensibles para todos los que
participan, en tanto debe recuperar sentidos compartidos entre docentes y
estudiantes.
Por otro lado, los proyectos:
· Definen etapas o momentos que deberían desarrollarse en el transcurso del
proyecto, identificados como necesidades del trabajo conjunto desde la
dinámica del propio proyecto.
· No pueden ser una enumeración de temas inconexos.
· Incluyen situaciones, modalidades y estrategias destinadas a poner a los
estudiantes ante desafíos cognitivos.
· Favorecen el desarrollo de actitudes solidarias, de interacción y cooperación
grupal para la realización de las tareas.
· Incorporan estrategias de evaluación del proceso educativo que recuperen la
voz de todos los participantes del espacio.
CARGA HORARIA:
Primero 3 2 5
Segundo 3 2 5
Tercero 5 5
Cuarto 4 4
Quinto 4. 4
Sexto 4 4
EJES Vertebradores
2 PARTICIPACIÓN Y DEMOCRACIA
3 ESTADO Y POLITICA
5- TRABAJO
45
La educación ciudadana debe partir del reconocimiento, defensa, respeto y
promoción de los derechos humanos y tener como aspiración el desarrollo de
las máximas capacidades de los individuos y pueblos, en tantos sujetos de
derechos. Debe brindar herramientas y elementos para hacerlos efectivos, es
decir, para disminuir las situaciones de vulnerabilidad y alcanzar condiciones
de vida dignas, en un marco de consolidación de la cultura democrática y del
Estado de derecho.
Este espacio curricular parte de interrogar la realidad desde los conceptos que
ofrecen los Derechos Humanos, y contribuye a la formación de un pensamiento
crítico y transformador, capaz de concebir formas de intervenir sobre el mundo
social, recuperando el valor de la acción con otros.
PARTICIPACION Y DEMOCRACIA
ESTADO Y POLITICA
Los seres humanos necesitan una institución política para ser iguales: las leyes,
señala Hannah Arendt, una de las más reconocidas y polémicas cientistas
políticas, en sus reflexiones en torno a la esfera pública y la pluralidad. Las
leyes no convierten lo diverso en idéntico e invariable sino que autorizan la
posibilidad de las palabras y las acciones, en este sentido la ley hace aparecer
a unos y otros/as como iguales frente a ella, frente a una norma consensuada,
común. El ejercicio de la ciudadanía requiere de la distribución de la palabra,
así como de la riqueza, pero no todas las voces tienen las mismas posibilidades
de hacerse escuchar en sociedades y culturas estructuradas en la diversidad y
la desigualdad. Sabido es que las leyes y las instituciones que respaldan la
ciudadanía no son neutras sino resultantes de un proceso de disputa, no
exento de conflictos, entre actores sociales con poderes diferenciales de
incidencia en los niveles de planificación de la política pública.
Ambiente
Medios de comunicación
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Cultura Tributaria Responsable
Sexualidad y género
TRABAJO
Gran parte de los adolescentes y las adolescentes que asisten a las escuelas
de la Provincia trabajan o han trabajado debido a las necesidades y carencias
familiares a las que deben hacer frente. Sin embargo, y a pesar de su
temprana incorporación al mundo productivo, las jóvenes y los jóvenes son
objeto de discriminaciones y abusos en los ámbitos del trabajo justamente por
su condición en los jóvenes considerados “inexpertos”, por ser menores de
edad y no estar contemplados en los derechos laborales y por realizar, en la
mayoría de los casos, las tareas que los adultos no quieren realizar.
EVALUACIÓN
PROPÓSITOS DE LA EVALUACIÓN
50
los resultados previstos, etcétera,en el caso de los primeros años de cursado
del espacio curricular ).
CRITERIOS DE EVALUACIÓN
MOMENTOS DE LA EVALUACIÓN
A casi 15 años del estudio y sin otra investigación similar, intuimos que los
resultados no pueden haber mejorado, ya que no hemos hecho nada sobre su
formación ciudadana (y menos aún desde el ejemplo) para que los jóvenes
confíen en las instituciones y los adultos. Podrán estudiar la democracia, pero
no tienen espacios ni motivaciones concretas para practicarla.
- El 86% considera que en nuestro país se vive la mayor parte del tiempo al
margen de la ley;
- El 77% de los argentinos conoce poco o nada sobre la Constitución nacional;
- El 85% considera que no se respeta su texto ni las leyes;
52
- El 88% opina que los argentinos somos desobedientes y transgresores,
aunque la mayoría no se ubica a sí mismo en esa categoría;
- El 74% de los consultados considera que los principales responsables de
violar las normas son los políticos y, en menor medida, los policías, los
funcionarios y los jueces.
Este estudio hace vergonzosamente visible que existe una inmensa brecha
entre lo que deseamos ser como sociedad y lo que realmente somos, una gran
distancia entre la sociedad y la Constitución y sus leyes. Por un lado
reclamamos legalidad y líderes respetuosos de las leyes y por otro aparecemos
como una sociedad que, conociendo la Constitución, no la cumple:
Argentina tiene por delante la difícil tarea, para conseguir el respeto por las
leyes y normas de convivencia, de rechazar las degradantes relaciones
clientelares y luchar contra la corrupción en todos los niveles y formas. Las
acciones necesarias para posibilitar este cambio cultural no son nada sencillas,
porque predominan fuertes inercias que prolongan los comportamientos
anómicos del pasado. Ahora bien, el primer paso es sensibilizarse acerca del
problema y luego pensar seriamente en la formación de quienes nos sucederán
como ciudadanos. Si no se toma conciencia de la importancia que tiene
respetar la ley, los "modelos" y las estrategias económicas y sociales que se
intenten seguirán fracasando.
-El 90 por ciento considera que los argentinos no nos prodigamos respeto unos
con otros;
-Cuatro de cada diez argentinos no confían en la gente;
-Las principales causas por las que nos sentimos discriminados no son la edad
ni el sexo, sino por la mejor o peor posición económica de la que gozamos y
por el nivel educacional. valores y normas. Toda sociedad necesita tener sus
normas y leyes que sean el marco dentro del cual las personas vivimos y nos
relacionamos unas con otras. Son normas y leyes que no deben admitir
numerosas interpretaciones y deben estar asociadas a una sanción o
responsabilidad por su incumplimiento, buscando que cada uno sea
responsable de las consecuencias de su conducta.
Las normas y los límites familiares y escolares no son un medio para controlar
a los niños o conseguir que obedezcan a los adultos, sino un método que les
ayuda a integrarse en la sociedad, mostrándoles patrones de conductas
socialmente admitidos y, por consiguiente, también los que no lo son. Estos
son aprendizajes que exigen intervenciones de los adultos, los que deben ser
vistos por los niños como figuras estables de autoridad.
Qué limites fijar y cómo hacerlo es una de las grandes preocupaciones a las
que actualmente, padres, directivos y docentes nos enfrentamos. No saber
cómo responder o dudar si la decisión tomada es correcta genera un
sentimiento de ineficacia y de culpabilidad y, en otras circunstancias,
respuestas permisivas, agresivas o inadecuadas.
Fijar límites, poner normas y ejercer la autoridad fue una tarea mucho más
fácil, con menos complicaciones. Frente a una norma no cumplida, todos
sabían que se convertiría en una sanción. Los límites eran los mismos, o muy
54
parecidos a nivel familiar, escolar y social. Los objetivos de la sociedad
coincidían con los de la familia, y esto convertía a cada adulto en autoridad
frente a hijos o alumnos. Pero cuando no funcionaban, aparecían las amenazas
y los severos castigos.
A modo de conclusión
Por medio de la formación para la ciudadanía ,buscamos nada menos que un
cambio en la cultura política de nuestra sociedad: para que las personas
piensen como ciudadanos activos, dispuestos, capaces y capacitados para
influir en la vida pública y con habilidades críticas para sopesar las pruebas
antes de hablar y actuar, para conformar y aumentar radicalmente en los
jóvenes lo mejor de las tradiciones existentes de compromiso con la
comunidad y servicio público, y para que confíen en que van a encontrar
nuevas formas de participación y acción entre ellos. Para que este cambio sea
posible es esencial que la Formación para la Ciudadanía se convierta en la
parte fuerte, evolutiva y duradera del currículum de los alumnos/as
mendocinas del siglo XXI.
. La Ciudadanía presenta muchas oportunidades pero también muchos
retos.
56
Se enfrentarán una serie de retos claves en los próximos años, de tipo práctico
y filosófico, si la visión de la AESMEN debe evolucionar hacia la práctica
efectiva dentro y fuera de las escuelas. Esto tiene implicaciones para las
decisiones sobre Ciudadanía a nivel PROVINCIAL, local, de escuelas individuales
y comunitarias.
El proceso de discusión dentro del de elaboración del curriculum del nivel
secundario de la provincia, es el primer paso en un largo proceso que hoy con
la presentación de esta propuesta hemos comenzado a transitar, para lograr
que la Formación para la Ciudadanía se establezca firmemente, concsientes
que de esto depende en gran manera, la ciudadanía que será la protagonista
de la provincia de Mendoza de los próximos años.
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