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Director
ANDRÉS FERNANDO RAMÍREZ MONCAYO
Abogado
ART.23 “La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por
sus alumnos en sus trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada
contrario al dogma y a la moral católica y por que las tesis no contengan ataques
personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar
la verdad y la justicia”.
Nota de aceptación
______________________________________
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______________________________________
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Presidente del Jurado
______________________________________
Jurado
______________________________________
Jurado
A mi padre, Juez entre los jueces, a quien debo mi pasión por el derecho penal, de
quien aprendí a respetar y valorar nuestras Fuerzas Militares y de Policía, quien
desde muy niño me enseño a respetar y cumplir la ley, por su ejemplo de rectitud,
honestidad y dedicación, por aconsejarme ser abogado javeriano.
A mi Facultad, a mis Maestros, a quienes debo todo lo que se, por la javerianidad.
A LUCIA, a quien siempre llevaremos en nuestro corazón, por ser una luz que
guía nuestro camino, por que en su recuerdo permanezcamos siempre unidos. In
memoriam.
CONTENIDO
pág.
INTRODUCCIÓN 10
1.1 DEFINICIÓN 14
4. CONCLUSIONES 66
BIBLIOGRAFÍA 68
RESUMEN
Pero los conflictos de orden social, político, y económico que aquejan nuestro país
son sumamente complejos, pues no sólo debemos enfrentar a la que hoy por hoy
es la guerrilla más antigua del mundo (las FARC) con las consecuencias que ello
implica, puesto que aunado a lo anterior, desde hace más de una década hemos
tenido que soportar el flagelo de los grupos paramilitares, verdaderos ejércitos
privados que nacieron como respuesta a la imposibilidad del Estado colombiano
de hacer frente a los diversos grupos guerrilleros existentes en el país; sin
embargo, hoy en día tales grupos paramilitares, no han hecho cosa distinta que
agudizar el conflicto interno armado colombiano, aterrorizando al igual que la
guerrilla a la población civil, sometiéndola por la fuerza a convivir bajo el imperio
del más fuerte.
11
Los dineros provenientes de los grandes carteles de la droga colombiana,
conocidos en el mundo entero por la fama que sus grandes capos alcanzaron
como hombres despiadados, crueles y sin escrúpulos que se creyeron invencibles,
como Pablo Escobar, no sólo corrompieron a funcionarios, políticos, jueces,
militares y policías entre otros, produjeron además fenómenos inflacionarios en la
economía nacional, y hoy por hoy, constituyen la principal fuente de financiamiento
de todos los grupos al margen de la ley, tanto guerrilleros como paramilitares, lo
que ha conllevado a que lo que en un principio fuera una lucha por alcanzar unos
ideales políticos, sea ahora una guerra sin cuartel por el control de uno de los
negocios ilícitos más lucrativos que haya conocido la humanidad.
La guerra que deben librar a diario los hombres y mujeres que integran las
diferentes instituciones que conforman ese gran y complejo todo que es la fuerza
pública, se ha trasladado a los estrados judiciales, donde por medio de fallos
claramente influenciados por corrientes de pensamiento incompatibles con una
fuerza pública decidida a fortalecerse para exterminar al enemigo, se están
aniquilando las filas, haciendo que en términos castrenses, se disminuya la
«moral» de la tropa.
12
En aras de salvaguardar unos derechos humanos, que al parecer en nuestro país
sólo existen y deben ser reconocidos a guerrilleros, paramilitares, y a todos
aquellos que secuestran, cometen matanzas, torturan y ultrajan a la población
civil, a todos aquellos que hacen que día tras días las familias de campesinos más
humildes deban abandonar sus tierras junto con lo poco que poseen para poner a
salvo sus vidas, se ha llegado en Colombia a denegar a nuestros héroes esos
mismos derechos, al someterlos a juicios presididos por quienes no constituyen su
verdadero juez natural, los hemos dejado al escarnio público para que se mancille
su honor, por el sólo hecho de vestir un uniforme y tomar las armas de la república
para defenderla, y garantizar la vida e integridad de todos nosotros.
No es que crea que la fuerza pública no pueda llegar a violar los derechos
humanos de quienes habitan en el territorio nacional, me resisto es a la
estigmatización de nuestra fuerza pública, a las posiciones absurdas de jueces,
políticos, y de todos aquellos que demandan de nuestros soldados y policías
cosas imposibles; me resisto a la macabra idea de hacer parte de un numeroso
grupo de colombianos indolentes e indiferentes con la realidad de nuestro país y
de nuestra fuerza pública.
Si los militares y policías de Colombia violan los derechos humanos, deben ser
ejemplarmente sancionados, pues además de la gravedad que reviste el asunto,
está de por medio el hecho de ser ellos los garantes directos de que éstos sean
respetados en nuestro país, pero a través de juicios justos e imparciales, que
ofrezcan al procesado todas las garantías que un Estado de Derecho, como el
nuestro, sea capaz de proveer.
Lo anterior presupone en primer término que todos los jueces militares son
prevaricadores hasta tanto un juez ordinario o constitucional (en el caso de las
acciones de tutela) no avale las decisiones que aquellos tomen en el curso normal
de los procesos sometidos a su conocimiento, lo que en segundo lugar nos lleva a
sospechar igualmente de los magistrados de la sala penal de la Honorable Corte
Suprema de Justicia, toda vez que de alguna manera hacen parte de la
jurisdicción castrense al ser los competentes para resolver los recursos de
casación interpuestos en contra de las sentencias proferidas por el Tribunal
Superior Militar, y para conocer de los procesos en única instancia adelantados en
contra de los oficiales generales y almirantes de la fuerza pública.
13
El presente trabajo no pretende nada distinto a mostrar, de una manera descriptiva
la evolución dentro de nuestro ordenamiento jurídico de la institución del fuero
militar, para que no se caiga en el equívoco de pensar que se trata de un privilegio
que confiere a los miembros de la fuerza pública, licencia para violar los derechos
humanos y quedar impunes, y como propósito un poco más utópico que
académico del autor, lograr persuadir a quien lea estas líneas de la necesidad de
mantener y ampliar el fuero militar, por el bien de la seguridad del Estado, de los
miembros de la fuerza pública, y por el de un país que día a día busca
desesperadamente vivir en paz.
14
1. DEL FUERO PENAL MILITAR EN PARTICULAR
1.1 DEFINICIÓN
Resulta imperioso, para efectuar una aproximación al fuero militar como institución
jurídica, darnos a la tarea de presentar un concepto de lo que entendemos en
primer término por fuero, para luego, estudiar en extenso el fuero militar.
La palabra fuero hunde sus raíces en la expresión latina forum, cuyo significado
es foro o tribunal.
Sin embargo, no basta con ésta simple acepción de la palabra, pues si bien nos
indica la presencia de una estrecha relación entre ésta y el ejercicio de una
actividad jurisdiccional, no se agota aquí el verdadero alcance que entre nosotros
hoy tiene.
1
TAFUR GONZÁLEZ, Álvaro. Código civil. 21 ed. Bogotá: Leyer, 2004. Artículo 28.
2
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. 22 ed. Madrid: Rotapapel,
2001. p.96.
15
Existen hoy en día, a partir de concepciones similares a la aquí dada por nosotros,
diversas clasificaciones de fueros, tenemos entre otras: el fuero presidencial, el
fuero parlamentario, el fuero eclesiástico, y el que nos ocupa, el fuero militar.
“Art. 221. De los delitos cometidos por los miembros de la fuerza pública en
servicio activo, y en relación con el mismo servicio, conocerán las cortes marciales
o tribunales militares, con arreglo a las prescripciones del Código Penal Militar.
Tales cortes o tribunales estarán integrados por miembros de la fuerza pública en
servicio activo o en retiro”.4
A su vez, el legislador, al expedir el Código Penal Militar hoy vigente, Ley 522 de
1999, en su Art. 1°, reproduce materialmente el texto constitucional.
Tal como se dijo anteriormente, el Fuero Militar ha estado presente en casi toda
organización estatal, y Colombia, aún desde la época de la conquista española
registra la presencia de esta institución en los diferentes regímenes jurídicos que
han regido el destino del país desde ese entonces.
3
RODRÍGUEZ USSA, Francisco. Estado de derecho y jurisdicción penal militar: introducción a los
fundamentos teóricos del derecho penal castrense. Bogotá; Leyer, 1984. p. 12-14.
4
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. 18 ed. Bogotá: Legis, 2002. Artículo 221.
16
Encontramos, entonces, desde un punto vista general y guardando el mayor rigor
cronológico que nos es posible, las siguientes normas bien de carácter
constitucional o de rango legal o con fuerza de tal, que se han encargado del
Fuero Militar.
En este punto es preciso tener en cuenta las implicaciones que pudo llegar a
tener la Ley del 13 de mayo de 1825 a la cual hace referencia Olivar Bonilla en su
obra y la cual disponía lo siguiente:
5
OLIVAR BONILLA, Leonel. Derecho procesal penal militar. Bogotá: Perlos Ltda., 1977. p. 16ss.
6
RESTREPO PIEDRAHITA, Carlos. Constituciones Políticas Nacionales de Colombia. Santafé de
Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 1995. p. 286.
17
decretadas o que en lo sucesivo se decreten por el orden
legislativo; 2°) Las pragmáticas, cédulas, órdenes, decretos y
ordenanzas del gobierno español sancionadas hasta el 18 de
marzo de 1808, que estaban en observancia bajo el mismo
territorio que forma la República; 3°) las leyes de la Recopilación
de Indias; 4°) las de la Nueva recopilación de Castilla, y 5°) las de
las Siete Partidas.7
Nótese, entonces, cómo la norma transcrita permite que las normas que en
materia de derecho Penal Militar que rigieron en la época de la dominación
española recobrasen plena vigencia.
En el numeral 9° del Artículo 1° que consagraba las funciones del jefe supremo del
Estado, ubicado en el Título I que trataba Del Poder Supremo se consagró aprobar
o reformar las sentencias de los consejos de guerra y tribunales militares en las
causas criminales seguidas contra oficiales de los ejércitos y de la marina
nacional.
7
OLIVAR BONILLA, Leonel. Op. cit., p. 21.
*
Frente a las circunstancias de modo, tiempo y lugar que rodearon la expedición de este Decreto
Orgánico se sugiere la lectura de la Biografía de Bolívar del autor argentino José Ignacio Hamilton
García.
18
TÍTULO VIII
DE LA FUERZA ARMADA
Sección 6ª
A su turno, el Pacto de Unión suscrito en 1861, para ese entonces por los Estados
Soberanos de: Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Santander y
Tolima, consagraba la siguiente disposición: “Artículo 28. La milicia nacional será
organizada por los Estados; pero los cuerpos de ella que fueren llamados al
servicio de la Unión se regirán en todo por la leyes de ésta”.10
8
RESTREPO PIEDRAHITA, Carlos. Op. cit., p. 290.
9
Ibíd., p. 302.
10
Ibíd., p. 313.
19
Artículo 69. El Poder Judicial se ejerce por el Senado, por una
Corte Suprema federal, por los Tribunales y Juzgados de los
Estados, y por los que se establezcan en los territorios que deban
regirse por legislación especial.
11
Ibíd., p. 379.
12
OLIVAR BONILLA, Leonel. Op. cit., p. 43.
20
Son atribuciones de la Corte Suprema:
Llegamos de esta manera al Artículo 170 de ésta Constitución que sin lugar a
dudas contenía una consagración inequívoca del fuero penal militar, al punto de
ser hoy en día, por más de Cien años la base de las actuales disposiciones
Constitucionales y Legales que rigen la materia.
Decía el aludido Artículo 170 lo siguiente: “De los delitos cometidos por los
militares en servicio activo y en relación con el mismo servicio, conocerán las
Cortes marciales o Tribunales militares, con arreglo a las prescripciones del
Código penal militar”.14
13
RESTREPO PIEDRAHITA, Carlos. Op. cit., p.493.
14
Ibíd., p. 498.
21
Simple es la razón de lo anterior: no en todas las constituciones existió una
consagración expresa como las transcritas del fuero Militar, lo que implica además
indicar como, en ninguno de los textos fundamentales promulgados y que rigieron
en nuestro país, de los no citados, existió una negación al Fuero Castrense, por el
contrario, fue una constante en éstas Cartas Fundamentales, la consagración
expresa- al ocuparse de la organización del poder judicial y de sus funciones- del
conocimiento de causas penales seguidas contra determinados oficiales del
ejército y de la marina de guerra o armada, por parte de la Corte Suprema de
Justicia, lo que permite entender como existió siempre el fuero militar, así fuese
restringido en razón del rango o grado militar o de su condición personal (civil, o
simplemente persona expresamente excluida de la competencia de la justicia
penal militar) que se tuviese por parte del procesado.
La Fuerza Aérea en sus orígenes no fue concebida como una Fuerza autónoma e
independiente del Ejército y de la Armada Nacional como lo es hoy en día, por el
contrario, se creó ésta como un arma más del Ejercito Nacional.
DECRETA:
15
HISTORIA DE LAS FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA. Santafé de Bogotá: Planeta, 1993. v.
V: de la Fuerza Aérea.
16
CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. Decreto 357 de marzo 11 de 1921.
22
Téngase entonces el anterior decreto como fuente del carácter militar de la Fuerza
Aérea desde sus orígenes, pues al ser un arma más del Ejército Nacional, sus
miembros, se encontraban bajo el amparo del fuero Militar que se predicaba para
los miembros de las demás armas del Ejército (Infantería, Caballería, Artillería e
Ingenieros Militares) y de la Armada Nacional.
La Fuerza Aérea adquiere su autonomía por virtud del Decreto 1680 de 1942,
pasando a ser una de las tres ramas de la Fuerzas Militares.
17
HISTORIA DE LAS FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA. Op. cit., v. VI: Policía Nacional de
Colombia.
23
de ésta última. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en algunos casos dicha
equiparación se hizo materialmente imposible dado que para determinados tipos
penales militares era indispensable que el sujeto activo calificado fuera miembro
de las Fuerzas Militares inexorablemente, excluyéndose sustancialmente la
posibilidad de hacer aplicables éstas normas a los miembros de la Policía
Nacional, presentándose un sin número de casos de atipicidad material.
El fuero penal para los miembros de la Policía Nacional fue reiterado en varias
ocasiones con posterioridad al Código Penal Militar de 1958, así tenemos entre
otras disposiciones legales las siguientes: Decreto 1667 de 1966, Decreto 2347 de
1971, Ley 2 de 1977, Decreto-Ley 2137 de 1983.
24
LEY 62 DE 1993
(Agosto 12)
25
Capacitación y Técnicas que se encuentren en la jurisdicción, de
conformidad con la organización administrativa que fije la ley.18
18
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-1214 de 21 de noviembre de 2001.
M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
26
que para el interviniente de la Policía Nacional, los alumnos de las escuelas de
formación no sólo son miembros de la Policía Nacional sino además,
verdaderos miembros de la Fuerza Pública.
Concluye el Señor Procurador General de la Nación, que al ser los alumnos de las
escuelas de formación miembros de la Fuerza Pública, gozan del amparo
constitucional del fuero militar, puesto que al ser éstos miembros, de la Fuerza
Pública, no se viola la prohibición contenida en el Art. 213 Superior, en cuanto a la
imposibilidad de someter a civiles ante la justicia militar.
De acuerdo con esos dos niveles se han estructurado los tiempos de permanencia
de los alumnos en las escuelas para el desarrollo de los distintos programas
académicos, al cabo de los cuales los alumnos pasaran a engrosar las filas de la
27
Policía Nacional dentro del escalafón correspondiente dentro de la jerarquía
institucional.
Señala la Corte que para la formación del nivel Directivo se ha previsto que los
alumnos ingresen a la Escuela General Santander, por un periodo de tres años,
adquiriendo los alumnos la condición de Cadetes una vez transcurridos los dos
primeros años de formación, y al iniciar el tercer año de formación la condición de
Alféreces.
Por lo que para la Corte, los alumnos de las escuelas de formación no ejercen
funciones públicas ni ostentan calidades diferentes a su condición de estudiantes
de un centro docente, además por la sencilla razón de que las escuelas de
formación de la Policía Nacional tienen el carácter de entidad universitaria.
En este punto concluye la Corte indicando que los alumnos de las escuelas de
formación de la Policía Nacional, pese a no ser parte de la fuerza pública como tal,
pero sí miembros de la Policía Nacional, poseen un régimen jurídico propio, el cual
se encuentra formado en parte por las disposiciones pertinentes a los alumnos de
escuelas de formación contenidas en el Decreto 1791 de 2000. por el cual se
modifican las normas de carrera del Personal de Oficiales, Nivel Ejecutivo,
Suboficiales y agentes de la Policía Nacional, y por lo que en materia disciplinaria
respecto de los alumnos de las escuelas de formación señala el Decreto 1798 de
2000, por el cual se modifican las normas de disciplina y ética para la Policía
Nacional.
28
El fuero militar se encuentra estructurado sobre dos elementos: uno de tipo
subjetivo, y otro de tipo funcional, los cuales, para permitir la operan cía del fuero
militar deben presentarse concomitantemente a la comisión del delito que se
pretenda someter al conocimiento de la justicia militar, por lo que la falta de alguno
de estos elementos, trae como consecuencia la inexistencia del fuero militar y por
ende la incompetencia de la justicia especializada.
El segundo elemento, de tipo funcional, está dado por la necesidad de que exista
una relación causal y sustancial entre el delito y el servicio, bien sea militar o
policial (Art. 221 C.P.)
Salta a simple vista entonces cual es la razón última del por qué de la decisión que
en esta ocasión adopta la Corte.
Amén de todo lo anterior, hay que resaltar el Art.6° del Decreto 1791 que regula la
carrera de Oficiales, Sub-Oficiales y del Nivel Ejecutivo de la Policía Nacional, y
que la Corte pasó por alto en su estudio, el cual señala expresamente que los
alumnos de las escuelas de formación no pertenecen a la jerarquía de la Policía
Nacional.
Una vez se ha producido el acto administrativo por parte del Director General de la
Policía Nacional, por virtud del cual los alumnos inician su carrera policial dentro
de la jerarquía de la institución, los Oficiales, Sub-Oficiales y personal del nivel
Ejecutivo, deben, según los reglamentos de carrera de la institución, cursar y
aprobar nuevos niveles de instrucción para poder ascender dentro de la carrera
policial.
29
Tales niveles de instrucción son impartidos, la mayoría de las veces, a través de
las escuelas de formación de la Policía Nacional, por lo que aquellos Oficiales,
Sub-Oficiales y personal del Nivel Ejecutivo, vuelven a ser alumnos, salvo que en
estas oportunidades no pierden el Fuero Militar, toda vez que, no por el hecho de
ser nuevamente alumnos pierdan su grado policial, el cual se mantiene durante
todo el desarrollo del curso de ascenso hasta que se produzca un nuevo acto
administrativo que confiera un nuevo grado dentro de la jerarquía de la Policía
Nacional, promoviéndose o asciendo de esta manera a quien logre culminar
satisfactoriamente el nuevo nivel de instrucción y llene los demás requisitos que la
ley señale para esos efectos.
1.3.1.2 De los alumnos de las diferentes escuelas militares. Las fuerzas militares
se encuentran en términos generales divididas, en su jerarquía, v.g., militar, en
tres niveles básicamente: el cuerpo de Oficiales, cuerpo de Sub-Oficiales, y cuerpo
de Soldados.
El ingreso a las fuerzas militares bien como Oficial ora como Sub-Oficial o bien
como Soldado Profesional está determinado entre otros requisitos por la
necesidad de cursar y aprobar un plan de estudios diseñado para cada uno de
estos cuerpos, enseñanza que se imparte en las escuelas militares que cada
fuerza ha dispuesto para ello.
Así tenemos, básicamente siete escuelas militares a saber: tres de Oficiales y tres
de Sub-Oficiales, y una de Soldados Profesionales del Ejército Nacional.
Al igual como sucede con los miembros de la Policía Nacional y como antes quedó
visto, los miembros de las fuerzas militares ingresan a la jerarquía militar
propiamente dicha, con el acto administrativo que así lo ordena, el cual es
proferido por distintas autoridades dependiendo de si se trata de Oficiales, caso en
el cual es expedido por el gobierno nacional, y por el ministerio de la defensa
nacional y los comandantes de fuerza en los demás casos, una vez se ha
cumplido satisfactoriamente con los distintos programas académicos.
Diferentes son los periodos de instrucción para quienes aspiran ser militares en
cualquiera de los tres cuerpos mencionados, por lo que al interior de las escuelas
de formación de Oficiales y Sub-Oficiales se suele clasificar a los alumnos de
acuerdo con el nivel de instrucción en el que se encuentran, lo cual no sucede en
el caso de los Soldados Profesionales, pues ellos son alumnos de una misma
«categoría» durante todo el tiempo de la instrucción.
30
Sin embargo, y de acuerdo con lo expuesto por la Corte Constitucional en la
providencia anteriormente señalada, dicha clasificación obedece a los
requerimientos que una enseñanza de este tipo impone, sin que sea dable
entender que tal clasificación implica que los alumnos de estas escuelas hagan
parte de la jerarquía de las fuerzas militares y que por ello se encuentran sujetos a
la Justicia Penal Militar.
31
Esas situaciones a las que nos referimos son generalmente excepcionales, como
lo es la guerra exterior, caso en el cual, todas las personas que posean algún tipo
de entrenamiento que les permita tomar las armas o dar apoyo a quienes van al
frente de batalla resultan más que útiles. Sin embargo, como lo veremos, algunos
reservistas prestan frecuentemente su concurso para el desarrollo de las
actividades ordinarias de la Fuerza Pública.
Las reservas tanto de las Fuerzas Militares como de la Policía Nacional, como es
lógico suponerse se encuentran formadas en términos generales, por quienes
alguna vez se encontraron en servicio activo en éstas, e hicieron parte de la
Fuerza Pública a través de ellas.
Se trata, pues, de personas que no hacen parte activa ni siquiera de las Fuerzas
Militares o de la Policía Nacional, por lo que mucho menos podría pensarse que
hacen parte de la Fuerza Pública.
32
mientras se encuentren prestando su concurso para la realización de las
actividades que impliquen el ejercicio de tales funciones.
Igualmente hay que considerar el hecho que si bien el ingreso a la «vida militar o
policial» de los Oficiales Profesionales de la Reserva se encuentra precedido por
un acto administrativo, no es igual éste al que precede el ingreso a las Fuerzas
Militares y de Policía de los Oficiales de carrera propiamente dicha.
Basta con pensar en las obligaciones y derechos que emanan de uno y otro acto
administrativo, en los regímenes jurídicos aplicables, y sobre todo en las funciones
que la Constitución y la Ley han previsto para unos y otros.
33
2. CARACTERÍSTICAS DEL FUERO MILITAR
Del concepto de fuero y de fuero militar aquí establecidos, y del Art. 221 de la
Carta Política, se desprenden las siguientes características:
El Art. 13 de la Carta Política vigente establece que todas las personas nacen
libres e iguales ante la ley…
Sin embargo, por razones de políticas internas de los Estados o bien por prácticas
consuetudinarias de derecho internacional, resulta la consagración generalizada
de instituciones jurídicas que desatienden la regla general expuesta,
implementándose en consecuencia tratos excepcionales a la hora de aplicar la ley
penal, bien porque no resultan aplicables normas de uso interno, bien porque
resultan aplicables al caso normas extranjeras, o simplemente porque la
competencia para conocer de unos determinados hechos constitutivos de
infracciones penales, está radicada de manera reservada, en cabeza de
determinadas autoridades, entre otras formas excepcionales de aplicación de la
ley penal en consideración a la persona.
34
La excepción estriba entonces, a que por consideraciones de índole funcional, se
sustrae del juzgamiento por parte de los jueces y tribunales ordinarios a ciertas
personas, pero nunca de la aplicación de la ley penal.
En el caso particular del fuero militar, éste provoca dos situaciones particulares, la
primera, en términos genéricos, activa una jurisdicción penal especial, y la
segunda, impone la aplicación no sólo del ordenamiento penal común, sino
además de uno especial, en lo sustancial y en lo procedimental.
Es sin lugar a dudas la principal garantía que ofrece el fuero militar a quien se
encuentra protegido por éste.
35
En el campo penal militar la especialidad está dada hoy en día, principalmente por
la necesidad de aplicar una legislación penal particular consecuencia de las
funciones propias de la fuerza pública, a la par con la legislación ordinaria, lo que
trae de suyo la existencia de funcionarios judiciales sustancialmente diferentes a
los ordinarios, y el desarrollo de su actividad judicial bajo procedimientos
especiales, obviamente un tanto diferentes a los ordinarios.
36
3. DE LA APLICACIÓN DEL FUERO MILITAR
La primera norma (Art. 221), consagra el fuero militar en sentido genérico, como
quedó visto anteriormente al momento de definir el fuero militar y señalar cual era
su consagración.
La segunda norma (Art. 213), señala la limitación absoluta que tiene la justicia
penal militar para conocer de los delitos cometidos por civiles.
La tercera norma (Art. 235, No. 4), establece un fuero militar especial para los
Generales y Almirantes, por virtud del cual, es la Corte Suprema de Justicia en su
Sala Penal quien deberá conocer de los juicios por los delitos que se les imputen a
éstos, sustrayéndoles de la competencia de la justicia militar.
3.1.1.1 La Justicia Penal Militar y el Fuero Militar frente a los Civiles. Desde los
orígenes mismos de la Justicia Militar como tal, particularmente en la Roma
imperial, la competencia de la castrense jurisdictio se llegó a limitar por
consideraciones materiales y personales.
37
Así tenemos, entonces, que el juzgamiento de civiles por parte de la Justicia
Militar, fue tema que preocupó en igual medida al constituyente y al legislador de
esa época como al contemporáneo.
20
MARTÍNEZ MUÑOZ, Ildefonso. Derecho militar y derecho disciplinario militar. Buenos Aires:
Depalma, 1977. p. 82.
38
La celeridad no implica desconocimiento de garantías fundamentales y
procesales, tanto es así, que junto a la eficiencia y economía procesal constituyen
principios rectores de todo procedimiento en nuestro ordenamiento jurídico.
En cuanto a las penas impuestas, basta con mencionar que la pena capital
usualmente se encontraba reservada en su aplicación a delitos propiamente
militares o aquellos en que éstos se asemejaran en su juzgamiento, con las
consecuencias que a simple vista sobresalen.
En lo que a las penas concierne, hoy en día, hay que resaltar lo siguiente: no es
posible en nuestro ordenamiento jurídico imponer la pena capital, penas de prisión
perpetuas, confiscación, castigos corporales, entre otros.
Frente al influjo del poder Ejecutivo en las decisiones adoptadas por la JPM habrá
que indicar que es en este punto, en el cual han radicado desde siempre todas las
críticas no sólo frente al juzgamiento de civiles por parte de la JPM sino de los
propios miembros de la fuerza pública, por ser catalogada como patrocinadora de
la impunidad.
Tales hechos no son otros que, al estar los tribunales militares compuestos por
miembros de las fuerza pública, y que al estar éstos bajo la subordinación del
Presidente o como se denomine al jefe supremo del poder Ejecutivo, son los
tribunales militares claramente influenciables por tal poder, lo que supuestamente
puede conllevar a la toma de decisiones injustas o simplemente acomodadas a las
necesidades de los gobiernos.
39
jurisdiccional frente a las demás ramas del poder público y órganos que las
conformen.
Nótese que en ningún momento era dable entender que el Fuero Militar se
extendía a los civiles, lo que ocurría no era cosa distinta a que por vía de decretos
con fuerza de ley se ampliaba la competencia de la JPM.
21
ANDREU-GUZMÁN, Federico. Fuero militar y derecho internacional. Bogotá: Comisión
Colombiana de Juristas, 2003. p. 123-135.
*
Ver, entre otras: Ley 6° de 1903, Decreto Legislativo 02 de 1928, Ley 84 de 1931, Decreto 280 de
1944, Ley 3ª de 1945, Decreto 1285 de 1948, Decreto Legislativo 250 de 1958 (Código Penal
Militar), Ley 141 de 1961.
40
ordenamiento jurídico constitucional y penal vigente en el país se encontraban
regidos por el principio de la generalidad frente al de la especialidad en materia
penal, sobreponiéndose el sistema ordinario al militar.
Al respecto dijo la Corte Suprema de Justicia:
“Los tribunales militares son competentes para juzgar delitos cometidos por los
militares en servicio activo y en relación con el mismo servicio. Pero, se repite, no
hay texto alguno en la Constitución que otorgue una facultad precisa, según el
artículo 121 de la misma, para asignarles el carácter de tribunal competente
respecto de delitos cometidos por civiles”.23
“En ningún caso los civiles podrán ser investigados o juzgados por la justicia penal
militar”.24
El anterior inciso se repite de forma idéntica en el Art. 5° del Código Penal Militar
vigente:
22
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COLOMBIA. Sala Plena. Sentencia del 4 de octubre de
1971. M.P. Eustorgio Sarria.
23
Ibíd., Sentencia del 5 de marzo de 1987.
24
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. Op. cit., Artículo 213.
41
Clara es, entonces, la competencia hoy en día de la Justicia Penal Militar, y de su
inaplicación frente a los civiles en nuestro país.
3.1.1.2 Del fuero especial o integral de los Generales y Almirantes.* Aparte del
fuero militar que de manera genérica consagra el Art. 221 de la Constitución
Política, el Art. 235 de la Carta, al ocuparse de las atribuciones de la Corte
Suprema de Justicia, en el numeral 4º, establece un fuero integral para los
generales y almirantes de la fuerza pública.
Esta limitación fue superada por el Código Penal Militar vigente, Ley 522 de 1999,
el cual, en su Art. 234, al encargarse de la competencia de la Corte Suprema de
Justicia, dispuso lo siguiente:
25
CÓDIGO PENAL MILITAR: CONCORDADO Y COMENTADO. 3 ed. Bogotá: Legis, 2002. 227p.
Artículo 5°.
*
Salvo mención expresa, cuando se hace referencia a los Generales y Almirantes se hace de
manera genérica, con base en los tres grados del Escalafón de Oficiales Generales y de Insignia
que comprende a los Brigadieres Generales, Contraalmirantes, Mayores Generales y
Vicealmirantes. Se entienden aquí incluidos en igual forma a los Generales de la Policía Nacional.
26
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. Op. cit., Artículo 235.
42
Art. 234.-Competencia de la Corte Suprema de Justicia. La Sala
de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia conoce:
Ahora bien, la facultad conferida a la Corte Suprema de Justicia por el Art. 235 de
la Constitución Política y el Art. 240 del CPM, descansa sobre tres
consideraciones primordiales. La primera, que deviene de diversas posiciones
sobre la conveniencia o no del sometimiento de los más altos oficiales de la fuerza
pública a la Justicia Penal Militar, la segunda que se encuentra en relación con la
dignidad del grado y de las funciones propias del mismo, y la tercera, de tipo
jerárquico.
En cuanto a la dignidad del grado militar y de las funciones propias del mismo,
debe señalarse que éstas, hacen que los Generales y Almirantes de la República
sean altos funcionarios del Estado colombiano, y por tal su investidura debe
encontrarse protegida con las mayores garantías posibles, al igual que sucede con
los demás altos funcionarios del Estado (Presidente de la República,
Congresistas, Magistrados de las altas Cortes, entre otros), por lo que en este
punto resultan predicables todas y cada una de las consideraciones que, frente a
los demás altos funcionarios sean emitidas para justificar la competencia de la
Corte Suprema de Justicia frente a los juicios que deban adelantarse en contra de
éstos.
27
CÓDIGO PENAL MILITAR: CONCORDADO Y COMENTADO. Op. cit., Artículo 234.
43
Conocido es que dentro de la jerarquía militar y policial, no existe grado o rango
más alto que el que pueda ostentar un General o Almirante, sin importar en este
punto el hecho, de existir por algunas consideraciones que ahora no son del
resorte del presente trabajo, preponderancia de unos Generales o Almirantes
frente a otros.
Al igual que ocurre con los demás altos funcionarios del Estado que gozan de un
fuero constitucional o legal, la Corte habrá de conocer de los procesos que se
adelanten en contra de los Generales y Almirantes tanto por hechos cometidos
con anterioridad a su ascenso al grado de General o Almirante, como los ocurridos
durante su desempeño dentro del máximo grado militar y policial.
En caso de retiro del servicio, la Corte sólo podrá conocer de los hechos ocurridos
dentro del periodo en que se desempeñó el oficial como General o Almirante,
siendo los delitos cometidos con antelación al desempeño dentro del grado de
General o Almirante, de competencia del juez que lo era al momento de la
ocurrencia de los hechos.
44
convierta más en un factor de atribución de competencias que en una garantía
procesal en razón a la especialidad de la materia.
Sin embargo, el legislador impuso una limitación adicional al fuero militar, y por
ende a la competencia de la justicia penal militar, excluyendo expresamente del
conocimiento de ésta, los delitos de tortura, genocidio y desaparición forzada.
(Art. 3 Ley 522 de 1999-Código Penal Militar).
45
excluidos por la ley, es decir, los delitos señalados en el Art. 3º del Código Penal
Militar, sin que sea válido dar una ampliación de ese catálogo restringido de
delitos, apoyándose en consideraciones a la mayor o menor lesividad que un
delito represente frente a un bien jurídico tutelado.28
3.1.3 Criterios jurisprudenciales para la aplicación del Fuero Militar. A partir de las
disposiciones constitucionales y legales que aquí se han señalado, aquellas que
parecen ser lo bastante claras e inequívocas, las cuales reúnen por demás los
elementos conceptuales y estructurales que del fuero militar al inicio de éste
trabajo se enunciaron, se han proferido múltiples providencias de los más altos
tribunales, las cuales, por no presentar un criterio unificado, han causado cierta
confusión en los diferentes operadores jurídicos, siendo necesario indicar cual es
la posición jurisprudencial imperante entre nosotros, la razón de ser de este
trabajo, y el por qué de este aparte.
28
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COLOMBIA. Sala de Casación Penal. Sentencia del 6 de
octubre de 2004. Expediente No. 15.904. M.P. Edgar Lombana Trujillo.
29
CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA. Sala Jurisdiccional Disciplinaria. Auto del 26 de
Noviembre de 2003, Acta No. 157. M.P. Guillermo Bueno Miranda.
46
Con base en ese criterio de operancia especial y exceptiva que la Corte reconoció
a la justicia militar, se estableció que era contrario a la Constitución Política el
juzgamiento de civiles por parte de la JPM, por ser en primer lugar el principio de
la jurisdicción ordinaria el que imperaba en el ordenamiento constitucional, y en
segundo lugar, porque los civiles no llenaban el requisito funcional establecido por
la propia Constitución para la operancia del fuero militar y por ende, de la JPM, es
decir, que el delito fuera cometido por un militar en servicio activo.
Aclara que para efectos interpretativos del Art. 170 de la Constitución, militar en
servicio activo es aquel que se encuentre vinculado a las Fuerzas Militares,
haciendo parte de ellas.
Se señaló igualmente por los doctores Gómez Velásquez y Reyes Echandía, que
esta exigencia que era un requisito sine qua non, no se encontraba sometida a
ninguna consideración restrictiva de carácter temporal, por lo que resultaba
exigible tanto en tiempos de paz como bajo el imperio del estado de sitio.
En sentencia del 23 de Agosto de 1983, con ponencia del Dr. Luis Enrique Aldana
Rozo, la Corte fijó de una manera clara e inequívoca algunos criterios frente al
fuero militar y los presupuestos fácticos y jurídicos que hacen viable la protección
que se desprende de éste.
47
de reconocer la importancia de la función y para evitar el
juzgamiento de personas por parte de quienes jerárquicamente le
están subordinadas. Excepcional, además, por cuanto a través de
esta institución se desconocen las reglas generales de
competencia previstas en el ordenamiento procesal.30
Pero será en esta providencia en la que la Corte, entra a determinar que se debe
entender por hechos delictivos cometidos en relación con el servicio, con ocasión
de éste, o en ejercicio de funciones inherentes al cargo. Al respecto dijo la Corte
que para la aplicación de esta disposición se exige no sólo la calidad funcional del
procesado para el momento de la comisión del hecho delictivo, sino además es
necesario que el hecho se cometa por causa del servicio, con ocasión del mismo o
en ejercicio de funciones inherentes al cargo; esto es, que el hecho imputado
tenga origen en la actividad policial o sea su necesaria consecuencia, o que el
ejercicio de la función propia del policía se constituya en medio y oportunidad
propicios para la ejecución del ilícito, o que represente un desviado o abusivo
ejercicio de las funciones.
48
ocurrido en la isla de San Andrés, en el cual se vieron inmersos unos Infantes de
Marina, quienes encontraron en una playa frente al lugar donde cumplían con su
servicio como centinelas, un saco que a la postre resulto contener marihuana, que
en lugar de ser puesta a disposición de la autoridad competente, quiso ser vendida
en complicidad con un civil, intenciones que fueran frustradas por la propia
Infantería de Marina, señaló claramente que:
49
En la sentencia C-399 de 1995 la Corte Constitucional, aparte de reiterar una vez
más la necesidad de aplicar restrictivamente el fuero militar, dado que la regla
general es que la administración de justicia en Colombia se encuentra orientada
por la existencia de una jurisdicción ordinaria*, que es preferente frente a una
especial como la militar, entra la Corte a señalar cual es la finalidad del fuero
militar, posición que se deja entrever en la jurisprudencia subsiguiente.
Esto dijo la Corte: “La finalidad esencial del fuero militar es que, dentro de los
marcos de la Constitución, los miembros de la Fuerza Pública estén cubiertos en
sus actividades de servicio por un régimen jurídico penal especial, tanto sustantivo
como procedimental, que sea acorde con la especificidad de la organización y
funcionamiento de la Fuerza Pública”.32
Recordó además las palabras del Dr. José María Samper, en las que éste se
refería a la necesidad de tener una jurisdicción militar, posición que comparte la
Corte Suprema de Justicia desde la sentencia del 4 de Octubre de 1971.
Así como es conveniente que haya juzgados únicamente para lo civil, unos, y
otros para lo criminal; que se establezcan tribunales especiales para la policía,
para el comercio, para lo contencioso-administrativo, o para otros ramos del
servicio judicial, asimismo conviene que haya juzgados o tribunales para conocer
únicamente de los juicios militares, dado que este servicio es de grande y
complicada extensión, y que por su naturaleza requiere una legislación y
procedimientos especiales. Muy racional es, por lo tanto, que éste artículo
establezca la jurisdicción militar para los delitos puramente militares y lo que se
refiere a este servicio, por medio de Corte marciales y tribunales de esta
naturaleza, y con arreglo a los procedimientos del caso y a las prescripciones del
Código Penal Militar.**
50
constitucionalidad entablada en contra del Art. 22 de la Ley 4ª de 1990, «por la
cual se reorganiza la Procuraduría General de la Nación, se asignan funciones a
sus dependencias y se dictan otras disposiciones», reiteró una vez más el carácter
eminentemente penal del fuero militar, y señaló enfáticamente que los miembros
de la Fuerza Pública no gozan de fuero disciplinario alguno.
51
contraponen ni excluyen, porque en caso de adelantarse
investigaciones paralelas por parte de los dos organismos citados
debe tenerse en cuenta, como se expresó en el punto anterior,
que prevalece la tramitada por el Ministerio Público, ente que
debe informar a la entidad respectiva su decisión de asumir tal
averiguación pues de lo contrario el órgano correspondiente debe
culminarla.
Pero será en la sentencia C-358 del 5 de Agosto de 1997, con ponencia del Dr.
Eduardo Cifuentes Muñoz, en la que la Corte recopilará su criterio y el de la Corte
Suprema de Justicia, un tanto dispersos en la jurisprudencia.
33
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-017 del 23 de enero de 1996. M.P:
Alejandro Martínez Caballero
52
por el contrario, las conductas delictivas desplegadas por éste lo fueron como un
ciudadano del común.
Dice la Corte que la expresión «alude a las actividades concretas que se orientan
a cumplir o realizar las finalidades propias de las fuerzas militares y de la policía
nacional».
Tiene, entonces el servicio militar o policial una entidad material y jurídica propia,
la cual en criterio de la Corte, se materializa en las acciones y actividades que
resulten indispensables para el cumplimiento de la función constitucional y legal
que en últimas, justifican la existencia de la Fuerza Pública.
Afirma la Corte con respecto a las expresiones «con ocasión del servicio o por
causa de éste o de funciones inherentes a su cargo, o de sus deberes oficiales»
que hacer caso omiso de la relación funcional o relajarla hasta el punto de que por
ella pueda entenderse todo lo que ocurra mientras se adelanta una acción
emprendida por miembros de la fuerza pública o todo aquello que se siga de su
actuación, como se desprende de las expresiones examinadas, conduce
inexorablemente a potenciar sin justificación alguna el aspecto personal del fuero
militar, razón por la cual, encuentra que tales expresiones, contenidas en diversos
textos legales, son inconstitucionales.
Para la Corte, el delito debe surgir como una extralimitación o un abuso de poder
en el ejercicio legítimo de una actividad ligada íntimamente a una función propia
de la Fuerza Pública.
53
desarrollo de las actividades militares o policiales, pero tampoco ex post facto a
ellas.
El tercer criterio, el que denominamos de certeza, impone que de las pruebas que
obran en el expediente, debe aparecer claramente y sin lugar a dudas la relación
existente entre el delito y el servicio, pues de lo contrario y en caso de duda, será
la justicia ordinaria la que deba conocer del proceso.
Ahora bien, los anteriores criterios, si bien han sido los orientadores de toda la
jurisprudencia subsiguiente a la sentencia C-358 de 1.997, tanto de la Corte
Suprema de Justicia como de la Corte Constitucional y del Consejo Superior de la
Judicatura, no han permanecido inmutables en el tiempo.
54
competente para conocer del caso, por cuanto entiende la Corte, que la simple
oportunidad surgida del servicio carece de importancia cuando no hay relación
entre el delito y el servicio.
Dijo la Corte en esa oportunidad que la Corte ha dicho que cuando se habla de
relación con el servicio se está haciendo referencia al nexo que debe existir entre
el acontecer delictivo y la actividad militar, que solo puede ser calificada como tal
cuando se realiza mediante actos propios del servicio o en estricto cumplimiento
de las órdenes impartidas por quien ejerce la función de comando. En estas
condiciones, el militar, que aún estando en servicio activo, se aparta de las
funciones relacionadas con dicho servicio para dedicarse a ejecutar
comportamientos delictivos ajenos a él, no goza del fuero constitucional.
55
para que se entienda que se llena el requisito constitucional de la relación
funcional, para que el fuero militar opere.
34
CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA DE COLOMBIA. Sala Disciplinaria. Auto del 23 de
noviembre de 2003. M.P. Guillermo Bueno Miranda.
35
Ibíd.
56
Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia mediante sentencia del 2 de junio de
2004, con ponencia de la Dra. Marina Pulido de Barón y del Dr. Edgar Lombana
Trujillo, desconoció en su parte considerativa la posición del Consejo Superior de
la Judicatura que acabamos de ver, continuando la Corte en la misma línea de
argumentación que hemos venido señalando, por lo que se presenta por parte del
Magistrado Lombana Trujillo salvamento de voto, el cual, meses más tarde se
convertirá textualmente en la posición jurisprudencial actual de la Corte Suprema
de Justicia, razón por la que no nos referiremos a dicho salvamento en este punto.
57
colige cuando las circunstancias de tiempo, modo y lugar que
gravitan en la comisión del punible, permitan concluir
racionalmente que dicha conducta tiene relación fáctica con el
servicio que corresponde prestar a esa Fuerza.
A partir de lo dispuesto por el Art. 25 del Código Penal ordinario, que a su vez se
repite en parte en el Art. 21 del Código Penal Militar, disposiciones éstas que
señalan la posibilidad de incurrir en la comisión de conductas punibles tanto por
acción como por omisión, resulta necesario abordar la relación que pueda existir
entre aquel delito cometido de manera omisiva, y el servicio militar o policial, a
efectos de determinar si esa conducta punible se encuentra o no amparada en su
juzgamiento por el fuero militar.
36
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE COLOMBIA. Sentencia del 6 de octubre de 2004.
Casación No. 15.904. M.P. Edgar Lombana Trujillo.
*
1. Que la presencia de los miembros de la Fuerza Pública en el lugar en donde se cometió el
delito, se encuentre justificada en el cumplimiento de una orden legal, emitida dentro y para el
cumplimiento de las funciones constitucionales otorgadas a la Fuerza Pública. 2. En estrecha
relación con el primer índice, debe analizarse si la misión objeto de la orden, en términos generales
y particulares de cada uno de los militares o policiales que participaron en su desarrollo, guarda
relación con la función constitucional asignada a la Fuerza Pública. 3. Se debe determinar si el
delito mantiene una relación causal con la misión desarrollada en cumplimiento de la Orden de
Operaciones, la cual debe estar ajustada a su vez, a las funciones constitucionales de la Fuerza
Pública. 4. El delito no debe ser consecuencia de “un ánimo preordenado, de un acuerdo previo
que haya mutado en un mero aprovechamiento de la ocasión brindada por el servicio, que haya
convertido la operación militar en una mera apariencia y que, por lo mismo, rompa ex ante la
relación con el servicio.”
58
La posibilidad fáctica y jurídica de endilgar a un miembro de la fuerza pública en
servicio activo la comisión de un delito de manera omisiva, y que a su vez se
pueda entender como relacionado con el servicio que éste presta, con el fin de
activar el fuero militar, estriba en lo que la doctrina y la jurisprudencia han
denominado posición de garante.
Juan Carlos Forero Ramírez define al garante como: “aquel sujeto que tiene el
deber jurídico (no moral) de vigilar y garantizar la indemnidad de uno o varios
bienes jurídicos pertenecientes a determinadas personas y que se hallan
previamente individualizados”.37
37
FORERO RAMÍREZ, Juan Carlos. El delito de omisión en el nuevo código penal. Bogotá: Legis,
2002. p. 55.
38
Ibíd., p. 56.
39
LOMBANA TRUJILLO, Edgar. Delitos de omisión. En: Revista Universitas, No. 101 (jun. 2001),
p. 12-18.
59
A su vez, la Carta Política en los artículos 217 y 218, señala las funciones
concretas de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional respectivamente,
definiéndose a partir de éstas con mayor claridad, cuales son esas obligaciones de
garantía propias de la fuerza pública.
Así tenemos que las funciones de las fuerzas militares son: la defensa de la
soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden
constitucional, y las otorgadas a la Policía Nacional: el mantenimiento de las
condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y
para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.
Pero la razón de traer a colación las funciones en particular de cada una de estas
instituciones, está dada por el hecho de no poder entenderse que las fuerzas
militares frente a las de la Policía Nacional, y viceversa, se encuentran instituidas
para el cumplimiento exclusivo de las funciones señaladas en el Artículo
constitucional correspondiente para cada una, y sólo esas.
60
Respecto al primer evento hay que distinguir dos situaciones en particular. La
primera de ellas se refiere a la necesidad de encontrarse la persona a la que se le
imputa la omisión en servicio activo para la época en que sucedieron los hechos.
Los primeros podrá desarrollarlos conjuntamente con los segundos dentro del
tiempo en que se encuentre cumpliendo con el servicio, más nunca podrá
entenderse que por se militar o policía, las acciones que despliegue fuera del
ámbito temporal del servicio, guarden relación con éste. Luego ninguna omisión de
un militar o policía durante su periodo de franquicia puede entenderse amparada
por el fuero militar.
Sin embargo, frente a los miembros de la Policía Nacional, resulta útil analizar
someramente el estado de “franquicia” frente al Artículo 39 del Reglamento de
Vigilancia Urbana y Rural para la Policía Nacional que dispone:
61
Se trata de reiterar que el policía, que se encuentra cumpliendo con las tareas
propias del servicio que se le han asignado, y para las cuales se le ha provisto de
una serie de elementos idóneos para el cabal desarrollo de las mismas, no puede
sustraerse de participar en la resolución de los casos de policía de que tenga
conocimiento (cualquiera sea el medio por el cual se entere de la existencia del
caso), so pena de verse enfrentado a responder por el resultado lesivo que
devenga del caso en el cual pudiendo y debiendo participar no lo haya hecho, con
la consecuente agravante o agravantes que para cada caso concreto prevea el
ordenamiento jurídico para los funcionarios públicos, toda vez que es en esa
calidad, en la que debe responder el policía que desatienda este mandato.
Ahora bien, distinto es el caso del policía en franquicia y que tiene conocimiento
de la ocurrencia de un caso de policía, puesto que en esa situación en concreto,
dicho agente de la ley no es más que un particular, sobre el cual pesa el deber
jurídico general y abstracto que nos corresponde a todo ciudadano colombiano de
auxiliar a nuestros congéneres, por lo que la participación que se espera de éste
en la resolución del caso, es la misma que se demandaría de cualquier otro
ciudadano del común, sin que la responsabilidad que le corresponda a ese policía
por el resultado de su conducta omisiva se vea agravada por su condición de tal.
En cuanto al ámbito espacial que limita el fuero, debe señalarse que si bien un
militar o un policía lo son en cualquier lugar del territorio nacional, con éstos ocurre
al igual que los jueces de la República, quienes son jueces en todo el territorio
nacional, pero poseen una competencia determinada por aspectos formales y
materiales.
62
Lo anterior se resume en que los militares o policías, para encontrase obligados a
actuar, deben contar con los medios apropiados que se los permita.
¿Será que aquel comandante debe responder a título omisivo por los delitos
cometidos por los guerrilleros?
Indudablemente que no, pues no se puede pedir a la fuerza pública que haga más
de lo que se encuentra en capacidad real de hacer.
63
los militares o policiales deben encontrarse en capacidad funcional, territorial,
temporal y real de actuar.
La situación fáctica que originó el proceso penal, en el marco del cual se profiere
la decisión de tutela que se comenta, y cuyo objetivo era radicar la competencia
del negocio en la jurisdicción ordinaria, de acuerdo con el texto de la referida
providencia es la siguiente:
40
CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia SU-1184 de 2001. M.P. Eduardo
Montealegre Lynett.
64
Para la Corte, la posición de garante de los miembros de la fuerza pública se
estructura en primer lugar, a partir de las normas constitucionales aquí precitadas*,
y en segundo lugar, a partir de la creación de riesgos para unos bienes jurídicos, o
como consecuencia de los deberes que surgen para una persona por el hecho de
pertenecer a una institución estatal.
Frente a la creación de riesgos para bienes jurídicos, entiende la Corte que dentro
de esta categoría de situaciones generadoras de una posición de garantía,
además de encontrarse las que tradicionalmente se señalan, como lo es la
tenencia, almacenamiento y custodia de armas y otros elementos que en sí
mismos considerados representan un estado continuo de peligro para la sociedad
en general, como lo son los distintos artefactos explosivos que la fuerza pública
emplea en sus quehaceres, se encuentra la subordinación de unas personas a
otras, por lo que, si un subalterno o subordinado, comete una serie de delitos, por
ejemplo: tortura y homicidio, sí el superior de éstos se encontraba en capacidad
efectiva de impedir que tales hechos delictivos ocurrieran, y no intervine para
impedir su comisión, por ser garante se le imputa el resultado lesivo del inferior y
no el simple incumplimiento de un deber funcional.
Con relación a los deberes que se derivan para una persona por su vinculación a
una institución estatal, observa la Corte que ante la imposibilidad de responder
directamente el Estado en lo penal, el reproche deberá recaer sobre quien tenía a
su cargo el ejercicio de las funciones omitidas, Vg. Las señaladas en las normas
constitucionales aquí señaladas.
Ahora bien, en cuanto a la aplicación en concreto del fuero militar en los delitos de
omisión, sintetizamos la posición de la Corte de la siguiente manera:
*
La Corte Constitucional cita como fundamento de su posición el artículo publicado en la revista
Universitas de la Universidad Javeriana, cuyo autor es el Dr. Edgar Lombana Trujillo, texto que
aquí ha sido igualmente citado.
65
¾ Aquellas que se originan en el marco de una operación que ab initio
contrariaba los principios y valores que deben orientar la función de la fuerza
pública.
Para la Corte, sólo los delitos de omisión propia tienen relación con el servicio.
66
Obsérvese además que en el ejemplo propuesto se incluye un elemento adicional
a los que la Corte relaciona, y es el de encontrase la Fuerza Pública en un
momento determinado frente a la agresión de varios bienes jurídicamente
tutelados, circunstancia esta, que bajo un análisis somero a la luz de la lógica y de
la sana crítica, conllevan inexorablemente a que resulte improcedente efectuar
cualquier reproche al garante que se encuentre en esta situación.
Por lo que resulta necesario concluir que: el resultado antijurídico producido por la
aparente omisión del garante frente aquellos bienes jurídicos que han sido
vulnerados como consecuencia de la elección que éste debió efectuar, guarda en
mi criterio, una estrecha relación sustancial con el servicio militar o policial,
quedando el juzgamiento de las supuestas conductas omisivas en cabeza de la
Justicia Penal Militar, salvo en los casos regulados por el Art. 3 del Código Penal
Militar.
67
4. CONCLUSIONES
68
poco intentando desnaturalizar el fuero militar, buscando desacreditar la justicia
militar colombina, y así lograr su extinción.
En tercer lugar, la justicia militar tiene muy claras sus competencias, lo que hace
que sea imposible que pueda usarse como un medio de represión, bien en contra
de los propios miembros de la fuerza pública, así como de cualquiera otra
persona, tal y como quedo explicado a lo largo del presente trabajo.
69
BIBLIOGRAFÍA
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----------. Sentencia C-358/97, 5 de agosto de 1997. M.P. Eduardo Cifuentes
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72
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Gallego.
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