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Las joyas eran un elemento fácil de transportar, más aún se podían evitar los controles, esto
permitió que los españoles llevarán este elemento hasta las indias, pero además de ello las joyas
también eran de otras procedencias como por ejemplo la joyería francesa, como lo describe
Paniagua “La Condamine, en la expedición del año 1735 hacia Quito, transportaba de forma
ilícita joyas de oro, plata y piedras preciosas”. (Paniagua J, 2014 p. 314). Este comercio se
efectuaba entre los más notables de la ciudad y entre unos pocos plateros que utilizaban las
piedras preciosas para sus respectivas representaciones en artesanía debido a que se contaba en
la colonia con unos artífices especializados como eran los plateros de oro, aunque
Se conservan pocas piezas en el período comprendido entre los siglos XVI y XIX, la
joyería tuvo gran presencia en el segundo periodo colonial que se desarrolló las mitas y obrajes,
en dónde la explotación de minerales en minas favoreció a la industria de la joyería debido a
la innumerable variedad de materiales como lo identifica Paniagua “esto debido a que se
identificó que en este territorio existían materiales como: oro, plata, esmeraldas, perlas” (
Paniagua J, 2014 p. 301) que han sido evidenciados y se han sido constatados en testamentos
e inventarios de la época.
Las pocas piezas que se han encontrado ha sido debido a que no existían especialistas para
tratar estos elementos, debido a que existía un desconocimiento en el tratamiento de las piedras
preciosas, porque los artistas quiteños no fueron aficionados para la representación de joyas
Las principales perlas y piedras preciosas y semipreciosas que se utilizaron con frecuencia
fuerón las perlas y las esmeraldas, según Paniagua “las existencias de esmeraldas procedían de
Nueva Granada” (Paniagua J, 2014 p. 301)(Borchart, Deciembre)
Joyería eclesiástica
La perla redonda tuvo un uso significativo en la religión era utilizada en los rosarios, al igual
que el azabache y el coral, que además también eran usadas en la cruz, la otra forma común de
perla fue la del grupo semibarrocas que tenían una forma pera o lágrima.
Según Paniagua especifica que este arte se amplió hasta llegar a varios sitios de la Real
Audiencia de Quito y uno de ellos Cuenca dónde se tiene evidencia de estos materiales “El
platero Diego Astorga, en 1565 decía tener en su poder tantos objetos de platería como de
joyería, como unos zarcillos de filigrana y otros con piedras “(Paniagua J, 2014 p. 301).
Paniagua, J. (2014). Riqueza suntuaria en Quito: Algunas consideraciones sobre las joyas con