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Suma Teológica II-II q 49, a 1

“Se puede distinguir un triple género de partes: integrales, como son


partes de una casa, la pared, el techo, el cimiento; subjetivas, como la
vaca y el león en el género animal; potenciales, como la virtud nutritiva y
la sensitiva en el alma. Así, pues, son tres los modos de poder asignar
partes a una virtud. El primero, por semejanza con las partes integrales.
En este caso se dice que son partes de una virtud determinada aquellos
elementos que necesariamente deben concurrir para el acto perfecto de
la misma...

Las partes subjetivas de una virtud las llamamos especies de la


misma...

Se consideran asimismo partes potenciales de una virtud las virtudes


anexas ordenadas a otros actos o materias secundarias porque no
poseen la potencialidad total de la virtud principal”
La moderación de las acciones y las pasiones es una condición de toda
la vida moral, por eso la templanza es una virtud general (141, a 2; cf.
a1)
Pero también es una virtud especial, con “materia” propia: “refrena el
apetito de las cosas más atrayentes” (a 2)
Modera el gusto por el bien sensible (las concupiscencias y deleites
sensibles) que siendo útil a la vida puede desequilibrarse.
Consecuentemente modera también las tristezas provocadas por la
ausencia del placer sensible (a 3)
Pero la Templanza modera los deleites más fuertes que son los
relacionados con las acciones más naturales de la vida humana: el
deleite de la comida y de la bebida y los placeres del sexo (a 4).
Se trata de ordenar los deleites según las necesidades de la vida
presente, en esas necesidades encuentran los placeres su propio fin (a
6).
Es además una virtud cardinal porque la moderación hace falta
principalmente en estos placeres (los más naturales, los más difíciles de
encauzar, de los asuntos más necesario en la vida terrena) (a 7).
Es la última en importancia; a ella le siguen en orden ascendente la
fortaleza, la justicia, la prudencia y las teologales (a 8)

A esta virtud se le oponen la insensibilidad y la intemperancia (q 142). la


insensibilidad se entiende aquí como una voluntaria huida del placer que
conduce a omitir algo necesario unido a ese placer. Es pecado porque
se rechaza el orden natural querido por Dios. Es cierto que algunas
veces es laudable y hasta necesario dejar algunos gustos y acciones
que los provocan, en razón de algún bien como la salud, el ejercicio de
la profesión, la penitencia, la contemplación (a 1). Esto es conforme a la
recta razón y a la razón cristiana.
La intemperancia es un pecado de excesivo deleite, en sentido que
excede el modo racional; y se compara a las actitudes infantiles según
varias indicaciones de la Biblia (Ecl 30, 8; Prov 23,13) y de la tradición
San Agustín, Conf. VIII, 5; Musicae VI, 11) (a 2)
De ordinario es más grave que el temor excesivo o temeridad (por parte
del objeto y del sujeto) (a 3)
Además, se considera más reprobable porque aleja al hombre de su
excelencia propia acercándose a los animales (Sal 48, 21) y porque lo
despoja de la belleza al disminuir la luz de la razón (a 4).
Aunque este vicio pone de manifiesto mayor infamia en el hombre, no
por eso lo hace siempre más culpable (San Gregorio) (a 4, ad 1; cf. q
141 a 2 ad 3 y a 3 ad 1)

PARTES INTEGRALES
Vergüenza (q 144)
Honestidad (q 145)

PARTES SUBJETIVAS
Abstinencia (q 146), el ayuno como acto especial (q 147) De lo que se le
opone (q 148)
Sobriedad (q 149). De lo que se le opone (q 150)
Castidad (q 151): Es una virtud especial, en sentido propio, cuyo
nombre indica la función de “castigar” o refrenar convenientemente la
concupiscencia (a 1), y cuyo objeto es ordenar el placer sexual, ligado a
las acciones destinadas a prolongar la especie (2 Co 6, 5-6) (a 3). En
varios puntos aparece el testimonio de San Agustín quien dice también
que esos placeres son más vehementes y oprimen la razón aún más
que los deleites de la comida (a 3, ad 2; cf. a 4, ad 3)

Metafóricamente se habla de castidad espiritual, según aquello de 2 Cor


11,2: Os he desposado a un solo marido para presentaros a Cristo
como una casta virgen. Pero si la mente se deleita, contra el orden
divino, uniéndose a otras cosas, se producirá la fornicación espiritual,
según las palabras de Jer 3,1: Has fornicado con tus muchos amantes.
Tomada así la castidad, es una virtud general, porque cualquier virtud
hace que la mente humana no se una al deleite mediante cosas ilícitas.
Pero la esencia de esta castidad reside en la caridad y en otras virtudes
teológicas, mediante las cuales la mente humana se une a Dios (a 2)
A veces se usa en el mismo sentido la palabra pudicicia. Esta proviene
de “pudor”, equivalente a vergüenza, que es el temor de lo torpe,
aplicado a la intemperancia más que a otros vicios (a 4, ad 2; cf. q 142,
a 4). Este temor se dice aún más particularmente de los pecados
venéreos (a 4, ad 3). La pudicicia como la castidad poner moderación
en lo sexual, pero mientras la castidad se refiere a la unión sexual, la
pudicicia se refiere más bien a los signos exteriores de lo sexual
(miradas, besos y tocamientos); por lo tanto, pertenece a la castidad y
se ordena a ella, no como una virtud distinta sino como expresando una
“circunstancia” de la misma castidad (a 4)

Virginidad (q 152) Es el propósito de abstenerse para siempre (elemento


formal) de todo deleite venéreo voluntario (elemento material, en aquel
que conserva la integridad física (elemento accidental) (a 1)
Es una virtud especial, distinta de la castidad común, y está sobre ella,
porque posee una particular excelencia, ya que no solo aparta del
desorden sexual, sino que renuncia a toda experiencia de placer
venéreo. No es algo ilícito porque es razonable subordinar los bienes
inferiores a los superiores (“la contemplación de la verdad”); y esta es la
misma enseñanza de la Escritura (1Co 7; Lc 10,42) (a 2). Por el
elemento formal y por la razón final (dedicarse a Dios) la virginidad
adquiere una especial excelencia (a 3 y ad 1).
Es más excelente que el matrimonio, como se ve por el ejemplo de
Cristo y su Madre, por la doctrina de san Pablo (1Co 7), y aún por
razonamiento natural; sin embargo, algunos han errado en esta materia
(a 4). Sin embargo, un casado puede ser mejor que una persona virgen,
por una doble razón: ánimo más dispuesto y pronto a la castidad, o una
virtud más excelente (a 4 ad 2). Finalmente, la virginidad es más
excelente en el orden de la castidad, pero no en relación con las demás
virtudes, ya que existen otras que unen a Dios con mayor eficacia
(teologales, el martirio, la vida monástica) (a 5). El pensamiento de san
Ambrosio y de san Agustín están muy presentes

De lo que se le opone (q 153). La Escritura, la Glosa y la Tradición


patrística usa esta palabra para indicar cualquier exceso de placer.
“Pero los placeres venéreos son lo que más degrada la mente del
hombre. Por eso se consideran los placeres venéreos como la materia
más apropiada de la lujuria” (a 1)
“Así también el uso del placer venéreo puede darse sin pecado si se
realiza conforme a un modo y orden debidos, en cuanto que es
conveniente para la conservación del género humano” (a 2).
La cantidad de placer no es obstáculo para la virtud, tampoco que la
razón no logre dedicarse libremente a lo espiritual, como pasa en el
sueño (a 2 ad 2)
La lujuria es un pecado porque representa un exceso en el orden y el
modo, que la razón señala para lo sexual (a 3; cf. q 154, a 1). El vicio
opuesto a la lujuria sería la insensibilidad (a 3 ad 3). Es un pecado
capital, porque teniendo como objeto el placer más apetecible en el
orden sensible, se cometen muchos otros pecados por intentar ese fin
(a 4). Según la autoridad de Gregorio y otras fuentes se le asignan a la
lujuria cinco hijas: ceguera de mente (Dan 13,56), precipitación,
inconsideración (Dan 13, 9), inconstancia, el amor de sí mismo, y como
vicio contrapuesto el odio a Dios, apego al momento presente,
desprecio de lo futuro (a 5). La lujuria es la principal especie de
intemperancia 8a 5 ad 1) con
Especies o partes de la lujuria (q. 154): siguiendo a Graciano y según la
materia: impidiendo la generación: vicio contra naturaleza. Si no
contradice el fin impidiendo solo la educación: fornicación simple.
Cuando la materia (mujer) no es conveniente: si no se guarda el honor
debido por el parentesco: incesto, si no se respeta la potestad del
marido: adulterio; si no se respeta la potestad del padre: estupro; si
además es con violación: rapto
Hay varias maneras de pecar contra la naturaleza: deleite sin cópula;
(inmundicia o molicie); copular con otra especie (bestialidad); unión con
el mismo sexo (sodomía); no guardar el modo natural de la cópula (a
11)

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