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Desde que alcanzó su madurez, y como consecuencia del desarrollo del régi
men de gran industria, el capitalismo tiene como uno de sus rasgos característicos
la generación de una creciente masa de población sobrante para las necesidades
del capital. La personificación más evidente, aunque de ninguna manera la única,
de esta masa de superpoblación la constituyen “ los desocupados”. La teoría social
crítica clásica señaló que esa masa, aunque sobrante para las necesidades presen
tes del capital, cumple, entre otras, una función disciplinadora sobre el conjunto de
la clase obrera, al ejercer presión sobre los trabajadores asalariados ocupados, au
mentando el grado de la competencia entre ellos y poniendo freno a sus demandas.
Aunque resulte una obviedad, conviene aclarar que, como toda ley social, se
trata de una tendencia general, que es modificada por diversas influencias1. Esto
es, que las determinaciones que constituyen cada realidad concreta pueden mos
trar situaciones diferentes, cuyo conocimiento no se resuelve con invocaciones a la
“complejidad de la realidad” ni a la “complejización del análisis”, sino investigan
1 Baste recordar los señalamientos de Marx, a propósito de la “ley general, absoluta, de la acumulación
capitalista", en el sentido de que todas las leyes se ven modificadas en su aplicación "por una serie de circuns
tancias" (Marx, Karl; El Capital; Libro 1, capítulo XXIII, México, Fondo de Cultura Económica, 1973, p. 546) o
su análisis del "juego de influencias" que contrarrestan la ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia
(Marx, Karl; El Capital; Libro 3, capítulo XIV, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1980, p. 254).
do la situación en sus múltiples determinaciones. Cuánto se modifica una ley social
(tendencia) en una situación concreta constituye un problema central a tratar en
toda investigación, pero no invalida la existencia de tendencias propias del régi
men capitalista de producción.
Porque, aunque al agudizarse la desocupación se agudiza la competencia en
tre los trabajadores, y eso hace que al menos hasta cierto grado tienda a disminuir
la lucha de los trabajadores contra el capital, la unidad o fractura entre ocupados y
desocupados puede modificar el desarrollo de la lucha por reivindicaciones inme
diatas y, en general, el de las confrontaciones políticas y sociales, así como las po
líticas empresarias y gubernamentales desarrolladas ante esas luchas2. Y ese grado
de unidad o fractura está determinado por el proceso histórico, por el desarrollo de
las confrontaciones políticas y sociales que van conformando la conciencia que de
su situación tienen los trabajadores.
Más allá de la polémica acerca de si toda la masa de superpoblación o sólo
una parte de ella cumple la función de ejército industrial de reserva en esta fase del
desarrollo capitalista^, no hay duda de que su expansión en países como Argentina
ha alcanzado volúmenes hasta ahora sin precedentes, observables en el crecimien
to de las tasas de desocupación abierta*. Lo novedoso en la estructura económica
de la sociedad argentina en el período iniciado a mediados de la década del 70 está
dado por el hecho de que, a partir de la siguiente década, la visibilización de la
superpoblación trasciende los momentos en que se presenta bajo su forma aguda,
para hacerse visible también en su forma crónica.
Es la relevancia de la relación entre los trabajadores ocupados y los desocupa
dos, y la certeza del inexorable crecimiento estructural de la superpoblación rela
tiva, más allá de los paliativos coyunturales que puedan implementarse mediante
políticas de gobierno, lo que nos llevó a intentar conocer cómo es la vinculación
entre esas dos partes de la clase obrera en Argentina: los trabajadores asalariados
ocupados, organizados sindical y políticamente, y los desocupados, así como cuá
les son los obstáculos que dificultan o impiden la vinculación.
LA DESOCUPACIÓN EN LA HISTORIA A R G E N T IN A
Aunque la referencia a las consecuencias que genera sobre los trabajadores
ha sido una constante en las declaraciones desde los albores del movimiento obrero
argentino, la desocupación fue planteada como problema de la clase obrera parti
cularmente en los momentos de crisis y recesión económica. Esto puede observarse
2 Más aun, la teoría clásica ha planteado que la inteligencia entre el activo y la reserva de la clase obrera es •
condición necesaria para un proceso de transformación de raíz de la sociedad; la competencia entre los trabaja
dores, y, como una manifestación particular, la competencia entre los trabajadores ocupados y los desocupados,
constituye una de las condiciones de la perduración de la forma de organización social capitalista.
3 Nun, José; Marginalidad y exclusión social; Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001.
4 Podestà, Jorge; La “crisis” de desocupación en la Argentina-, Buenos Aires, PIMSA, 1999.
con motivo de las crisis económicas que comenzaron en 1889 y 1929. Las historias
del movimiento obrero argentino han registrado, para el primero de esos momen
tos, apelaciones al gobierno y manifestaciones de protesta de organizaciones obre
ras frente al incremento de la desocupación. En enero de 1891, cuando había en la
ciudad de Buenos Aires 10.000 desocupados5, los gremios obreros convocaron a un
“mitin de protesta” reclamando al gobierno “ medidas para mitigar la escasez de
empleo”6. El periódico El Obrero, fundado como órgano de la Federación Obrera o
Federación de los Trabajadores de la Región Argentina, la primera central obrera,
de corta vida, se refirió a ese acto en los siguientes términos:
“Meeting de trabajadores sin ocupación. Creemos no equivocarnos mu
cho si afirmamos que el número de trabajadores sin ocupación y fuera
de trabajo en esta ciudad de Buenos Aires no baja de diez mil hoy en día.
(...) Diez mil esclavos de la miseria que atormentados por el hambre, por
la menesterosidad, la indigencia propia de los de su familia quisieran
trabajar en cualquier trabajo (...) las autoridades, que se empeñan obs
tinadamente en agravar la situación por medio de nuevos impuestos,
que todos tienden a hacer subir aun más los precios de los artículos de
primera necesidad. (...) consideramos a todos los trabajadores de todas
condiciones, artesanos, obreros, jornaleros simples y todos los que están
sin ocupación, que concurran a un grande meeting de trabajadores bal
díos, es simplemente con la intención de hacer presente a las autoridades
supremas y a la clase superior, las condiciones desesperadas en que nos
hallamos, decirles que sufrimos, que sufrimos sin nuestra culpa, y que
les pedimos que nos ayuden, que nos den trabajo, que nos permitan ga
nar al pan diario para nuestros hijos, que ellos, que se hallan en posesión
de la tierra entera y de todos los demás medios de producción son los que
deben y puede auxiliarnos (...). Hemos de proponer a los compañeros
que se redacte un memorial ai H. Congreso, solicitándole que faculte al
Gobierno de fundar colonias agrícolas, y que emprenda obras públicas en
que puedan hallar ocupación los miles de trabajadores que hoy no tienen
trabajo. [Se pide] (...) agravar [sic] la renta territorial con un impuesto
directo y progresivo”, para financiar las mencionadas obras y colonias7.
5 Oddone, Jacinto; Gremialismo Proletario Argentino; Buenos Aires, La Vanguardia, 1949, p. 76.
6 López, Alfredo; Historia del movimiento social y la clase obrera argentina; Buenos Aires, A. Peña Lillo Edi
tores, 1975, p. 117. Oddone; op. cit. p. 75.
7 El Obrero H° 3, 9/1/1891.
8 Citado en Godio, Julio; El movimiento obrero argentino (1870-1910)] Buenos Aires, Legasa, 1987.
jo. Dos años después, en agosto de 1897, una nueva FOA realizó un acto de protesta
contra el gobierno para exigir trabajo, donde se reunieron entre cuatro mil y cinco
mil personas y realizaron una marcha que fue disuelta por la policía; entonces,
se dirigieron al diario La Prensa, que impulsaba el traslado de los desocupados
al Chaco, y rompieron los vidrios del edificio9. Pero las historias del movimiento
obrero no registran la existencia de organizaciones de desocupados, ya sean transi
torias o con cierta permanencia, ni relación entre la organización sindical y política
de los trabajadores ocupados y los desempleados.
El segundo momento en que se agudizó fuertemente la desocupación se co
rresponde con la crisis capitalista mundial iniciada en 1929. Hasta ahora no se
había profundizado en la investigación de la relación entre el movimiento obrero
organizado y los desocupados, aunque las historias del movimiento obrero hacen
referencia a que el X Congreso de FORA realizado en 1928, cuando cierta recesión
económica comenzaba a hacerse sentir en Argentina, planteó el problema de la
desocupación y consideró que no debía hacerse oposición a la inmigración sino
informar a los que se proponían llegar sobre las condiciones reales del país10. Estas
historias también registran la reducción de sueldos aceptada por los ferroviarios
y el reparto de los días de trabajo adoptado por las organizaciones de Panaderos,
Marítimos, Gráficos, Ebanistas y Portuarios como medidas para enfrentar la des
ocupación". Y hay también referencia a las políticas impulsadas por los socialis
tas12. Pero no existía una descripción más exhaustiva y un análisis de la relación
y las políticas postuladas por los sindicatos y partidos que se reivindicaban de la
clase obrera para con los desocupados, ni de las acciones llevadas a cabo por estos
últimos. Ése es el tema del primer capítulo de este libro.
El crecimiento de la desocupación mucho más allá de cualquier límite hasta
entonces conocido, que se produjo en los últimos años del siglo XX y primeros del
actual, multiplicó los estudios sobre el fenómeno, pero no con relación al problema
abordado en esta investigación.
9 Marotta, Sebastián; El movimiento sindical argentino-, Buenos Aires, Ediciones Lacio, 1961, tomo I. Godio;
op. cit.
10 Marotta, Sebastián; El movimiento sindical argentino, Buenos Aires, Calomino, 1970, tomo III, p. 284.
11 Marotta; op cit\ tomo III, p. 318.
12 Panettieri, José; “ Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco de la crisis mundial (1929-
1934)"; La Plata, UNLP, Cuadernos del CISH N° 1,1996, pp. 17-18.
que en tanto nuestra puerta de entrada fue la personificación de una categoría eco
nómica (“ los desocupados”) todo nuestro sistema de problemas estuvo planteado
en términos de sujetos (ocupados y desocupados) que pertenecen a una misma cla
se social: los expropiados de sus condiciones materiales de existencia.
Para responder al problema general nos planteamos los siguientes interrogantes:
¿Cuáles son las condiciones que permiten que se establezcan relaciones entre las dos
partes de la clase obrera? Para ello debemos conocer la situación en que se encuentran
los grupos sociales fundamentales y sus distintas fracciones y capas; es decir, debe
mos conocer el movimiento de la estructura económica de la sociedad, ámbito donde
los seres humanos producen y reproducen su vida material; es decir, debemos conocer
el desarrollo reciente de la relación de fuerzas objetiva. ¿Cómo es la situación en que se
encuentran las dos partes de la clase obrera involucradas en los hechos descriptos, en
la esfera de las relaciones de fuerzas políticas? ¿Qué metas se plantean? Esto requiere
conocer cuál es el desarrollo histórico reciente de las organizaciones sindicales y polí
ticas, al menos de los sujetos involucrados en el proceso analizado. ¿Qué fracciones de
trabajadores ocupados se vinculan con los desocupados? ¿Cómo son esas relaciones y
por qué momentos diferentes van pasando? ¿Cuáles son las mediaciones?
La investigación se planteó responder estos interrogantes teniendo como di
mensión general la lucha de los trabajadores y centrando la observación en los he
chos realizados por ocupados y desocupados, en especial sus acciones callejeras.
Es con relación a esos hechos que tomamos en consideración las declaraciones de
las organizaciones y de sus dirigentes y también las condiciones objetivas en que
esas luchas se desarrollaron. Para ello circunscribimos los hechos que permiten
describir las características de la relación y los obstáculos en la vinculación entre
los ocupados organizados sindical y políticamente y los desocupados, a dos mo
mentos que ofrecen las mejores condiciones para la observación de esa relación,
porque en esos momentos la desocupación se constituyó en Argentina como una
cuestión fundamental: los primeros años de la década de 1930 y los años de pasaje
del siglo XX al XXI, cuando alcanzó dimensiones nunca antes conocidas.
Para el primer momento a investigar (1930-1935) seleccionamos los dos pun
tos en los que hay información registrada acerca de acciones de los desocupados y
donde el movimiento obrero organizado tenía mayor peso: Buenos Aires y Rosario.
Como resultado de investigaciones anteriores habíamos detectado la realización de
saqueos de negocios en Buenos Aires, en 1933, protagonizados por desocupados.
En esta investigación analizamos, además, otros hechos y las políticas llevadas
adelante por la CGT y otras organizaciones sindicales, así como por los socialistas,
anarquistas y comunistas.
Para el segundo momento (1994-2004) tomamos en consideración las orga
nizaciones a nivel nacional, lo que incluyó tanto el análisis de los planteos dis
cursivos de dirigentes de organizaciones sindicales de trabajadores ocupados y
de desocupados, como un breve análisis de los principales hechos ocurridos en
el lapso señalado. Con el objetivo de no limitar la observación al centro político
del país (la ciudad de Buenos Aires) sino extenderla a otros puntos, generalmente
poco analizados, seleccionamos, además, tres áreas: i) la provincia de Jujuy, en la
que la organización de los desocupados aparecía fuertemente vinculada, con una
relación de larga data con algunos sindicatos, y donde la dirección del movimien
to de desocupados aparecía estrechamente vinculada a organizaciones sindicales
de trabajadores ocupados; 2) la provincia del Chaco, donde, según la información
proveniente de los diarios porteños de que disponíamos en el momento de iniciar
la investigación, existía una importante organización de los desocupados, aparen
temente sin vinculación con las organizaciones sindicales, que tenían una escasa
presencia; 3) la zona norte de la provincia de Santa Cruz, donde había una organi
zación de los desocupados en conflicto con las organizaciones sindicales. También
incluimos un trabajo sobre un sindicato específico de gran relevancia dentro de
la actividad industrial argentina y, consiguientemente, de peso en el movimiento
obrero y en las luchas políticas: el de los trabajadores mecánicos.
La información utilizada en la investigación fue recogida de fuentes periodís
ticas comerciales -tanto nacionales (porteñas) como locales-, sindicales y parti
darias, documentos del movimiento obrero y de organizaciones de desocupados, y
entrevistas a informantes clave, principalmente dirigentes de organizaciones sin
dicales y de desocupados. Para la década de 1930 se consultaron también archivos
históricos y policiales. Hemos podido verificar que los diarios de Buenos Aires tien
den a subregistrar los hechos ocurridos en el interior del país; es por eso que para
los casos analizados hemos utilizado principalmente fuentes periodísticas locales
y entrevistas a informantes clave y dirigentes sindicales y de organizaciones de
desocupados.
Utilizamos también la Base de Datos del Programa de Investigación sobre el
Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA), donde están registrados en forma
estandarizada y sistemática todos los hechos de rebelión publicados en los princi
pales diarios comerciales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La base permite
una aproximación cuantitativa a la relación entre trabajadores desocupados y el
movimiento obrero organizado sindicalmente, que no es desdeñable, en la medida
en que todo rasgo cualitativo implica algún grado de acumulación cuantitativa.
Pero, desde nuestra perspectiva, no se trata simplemente de medir cuantitativa
mente más o menos movilización en número de hechos o fracciones sociales que
abarca, como parecería ser la concepción de ciclo de “protesta” (contention) en Sid-
ney Tarrow y Charles Tilly13, sino de medir su calidad, con relación a una escala^.
La investigación fue realizada por un equipo conformado por Nicolás Iñigo
Carrera, María Celia Cotarelo, Fabián Fernández y Davisson de Souza, investigado
13 Tarrow, Sidney; Powerin movemenV, Cambridge, Cambridge University Press, 1998, p. 142. Tilly, Charles;
Las revoluciones europeas 1492-1992; Barcelona, Crítica de Grijalbo, 1995, p. 10.
14 Iñigo Carrera, Nicolás; “ Instrumentos para el análisis de la luchas populares en la llamada historia reciente” ;
en Margarita López Maya, Nicolás Iñigo Carrera y Pilar Calveiro (editores); Luchas contrahegemónicasy cambios
políticos recientes de América Latina; Buenos Aires, CLACSO, 2008, pp. 84-88.
res que forman parte del PIMSA, desde donde se coordinó el trabajo; Elida I. Luque
y Susana Martínez, del Grupo Contraviento y la Unidad Académica Río Gallegos de
la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, y Elizabeth Gómez, de la Facultad
de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy. Agustín
Santella, entonces becario de Conicet con asiento en el Instituto Gino Germani de
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, participó de las
reuniones generales y en la discusión de resultados de la investigación. Roberto
Tarditi, investigador del PIMSA, colaboró recogiendo la información sobre el siglo
XIX. Las líneas generales de la investigación fueron coordinadas en dos reuniones
generales y, a medida que fueron produciéndose resultados, los trabajos fueron leí
dos, analizados y discutidos en reuniones entre investigadores del equipo, a los
que se sumó Ricardo Donaire, investigador del PIMSA.
La investigación se realizó entre los años 2006 y 2009, y fue parcialmente
subsidiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (PIP
N° 5761).
En este libro presentamos los resultados de. la investigación referidos a los
estudios de caso: la situación en la primera mitad de la década de 1930; y en la
década 1994-2004 en Jujuy, Chaco y la zona norte de Santa Cruz, y el trabajo sobre
SMATA. En un próximo libro publicaremos el planteo desarrollado de los proble
mas expuestos más arriba y de los nuevos problemas que surgieron en el transcur
so de la investigación, una descripción y análisis de los hechos y discursos de las
organizaciones de trabajadores ocupados y de trabajadores desocupados a nivel
nacional15, y algunos de los resultados generales.
Nicolás Iñigo Carrera y Fabián Fernández investigaron El movimiento obrero
y los desocupados en la primera mitad de la década de 1930. La organización y mo
vilización de los desocupados en los años 30 permaneció hasta ahora ignorada; las
pocas investigaciones realizadas sobre la desocupación trataron sobre las políticas
gubernamentales, sin considerar las acciones y propuestas del movimiento obrero
organizado sindical y políticamente, ni las acciones de los desocupados. En este
capítulo se describen las condiciones de vida de los desocupados, para luego to
mar en consideración las políticas planteadas desde las organizaciones sindicales
y políticas del movimiento obrero en relación a su situación, y sus formas de re
belión y organización. Todas las organizaciones sindicales y políticas atribuyeron
la desocupación al carácter capitalista de la sociedad y coincidieron en la necesi
dad de implantar otro régimen social, pero en lo inmediato todas reclamaron, con
distintos énfasis, subsidios para los desocupados. La CGT y el Partido Socialista
propusieron políticas que involucraban en primer lugar a los trabajadores ocupa
dos (disminución de la semana laboral, distribución del ingreso y realización de
15 Davisson C. C. de Souza; El sindicalismo argentino frente al desempleo y a los desocupados; las posiciones
de la CGT, la CTA, el MTA y el MOP entre 1995 y 2002; Davisson C. C. de Souza y Fabián L. Fernández; El
desempleo en la Argentina actual: representaciones de los cuadros diligentes de las organizaciones sindicales y
de desocupados; Nicolás Iñigo Carrera, Ocupados y desocupados en los hechos de rebelión (1996-2004).
obras públicas o privadas); la CGT, además, planteó la sustitución de importacio
nes, participación sindical en reparticiones públicas de control de las condiciones
de producción y rentabilidad de las empresas para imponer la semana de 40 horas,
y enfatizó el control de las condiciones en que se empleaba a los desocupados para
evitar la competencia con los ocupados; los socialistas propusieron leyes que bene
ficiaran a los obreros, incluyendo a los desocupados, e impulsaron la realización de
los censos de desocupados y la formación de una Junta sobre el tema. Pero ni la CGT
ni el PS se propusieron organizar a los desocupados, como sí lo hicieron las agrupa
ciones que hendían a llevar los enfrentamientos por fuera del sistema institucional:
anarquistas y comunistas reivindicaron la lucha de los desocupados por fuera de
las mediaciones político-institucionales (manifestaciones callejeras y saqueos a
comercios), mientras que la CGT y los socialistas priorizaron la confrontación den
tro del sistema institucional y la negociación con el gobierno, las organizaciones
económico-corporativas de los empresarios y las empresas.
El segundo capítulo, La protesta sindical de la superpoblación relativa: Chaco,
1994-2004, a cargo de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarelo, contiene un
análisis del movimiento de la estructura económica de la sociedad chaqueña que
muestra el crecimiento de las distintas manifestaciones de la superpoblación relati
va (desocupación abierta, masa de población subsidiada y parte del empleo estatal)
y de los grupos ocupacionales más próximos a ella (docentes). Los cambios en la
actividad productiva produjeron una fuerte migración del campo a la ciudad, que
fue la fuente principal de la superpoblación relativa. Produjeron también un creci
miento en el número de los asalariados estatales, con el consiguiente aumento del
peso relativo de sus organizaciones sindicales; a la vez, los asalariados estatales,
incluyendo a los docentes, devinieron en casi exclusivos protagonistas asalariados
de la protesta sindical. Por su parte, las organizaciones de desocupados brotaron
principalmente del movimiento obrero organizado y sobre todo desde la organiza
ción de los trabajadores de la construcción. La descripción muestra que existió una
relación variable en la movilización de trabajadores ocupados y desocupados, que
se manifestaron contra las políticas de “ajuste” del gobierno, en un contexto de
movilización social generalizada. Hubo momentos de acciones conjuntas, otros de
aislamiento de los desocupados, otros de distanciamiento entre ambos y momen
tos en que se movilizaron simultáneamente pero en territorios diferentes, lo que
permitió periodizar la relación; pero los hechos realizados en conjunto fueron una
pequeña proporción del total de hechos relevados. Y aun en aquellos hechos en que
se manifestaron juntos, lo hicieron, en primer lugar, cada uno por su interés econó
mico inmediato. Tanto unos como otros manifestaron una concepción “sindical” de
su organización y sus reivindicaciones.
El caso de Jujuy fue investigado por Nicolás Iñigo Carrera y Elizabeth Gómez
(Las organizaciones político-sindicales de los asalariados estatales organizan la lu
cha de los desocupados). Allí, después de un incremento del proletariado inserto en
empresas capitalistas, tanto en la producción agrícola como en los centros fabriles,
siguió una retracción de algunas de esas actividades, la centralización y concentra
ción del capital en otras y, fundamentalmente, la repulsión de población en todas,
aun en aquellas que continuaban expandiéndose. Esa población sobrante para las
necesidades del capital, cuya organización surgió directamente de dos organiza
ciones sindicales (el Sindicato de Empleados y Obreros Municipales y la Asociación
de Trabajadores del Estado), fue protagonista de los principales enfrentamientos
sociales en la provincia. La vinculación entre los desocupados y el movimiento sin
dical fue analizada en tres momentos: su inicio en la Marcha de la Dignidad; los
cortes de ruta de 1997, cuando toman forma las organizaciones de desocupados, y
los cortes de 2001, cuando estas organizaciones tienen un crecimiento cuantitativo
que deviene cualitativo y comienzan a administrar subsidios y planes oficiales.
A pesar de que tanto en Jujuy como en Chaco pueden constatarse los resul
tados del proceso de desarrollo capitalista predominantemente en profundidad
(centralización y concentración de la propiedad y la riqueza) -con el consiguiente
corrimiento en la centralidad de ramas productivas, cierre de empresas y paupe
rización y proletarización de masas de población-, así como los resultados en la
esfera de las relaciones políticas de una política contrainsurgente que destruyó re
laciones sociales del campo popular, la relación entre el movimiento sindical y los
desocupados muestra claras diferencias en una y otra provincia. Es más estrecha
y sólida en Jujuy que en Chaco. No en vano corresponden a estructuras económico
sociales diferentes: en lujuy hay una mayor extensión y antigüedad de las relacio
nes capitalistas, incluso en el campo, y un peso de la industria más significativo.
También puede observarse una mayor vinculación del movimiento sindical local
con centrales sindicales o corrientes político sindicales nacionales.
Tanto de la investigación en Jujuy como en Chaco surgió que la superpobla
ción relativa movilizada y organizada excede a “los desocupados” para abarcar, en
determinadas situaciones, a otros pobres del campo y la ciudad, como los pobla
dores de asentamientos en tierras ocupadas y los indígenas, e incluyendo también
a grupos provenientes de aquello que Engels definió como la forma más incivil e
ineficiente de rebelión: el delito.
También, en ambos casos, se observó que, cuando la contradicción se resol
vió por la unidad en la acción de ambas partes de la clase obrera, ello ocurrió prin
cipalmente con la fracción de trabajadores ocupados insertos en el aparato estatal.
Se presenta así un nuevo problema a dilucidar: si una parte de los asalariados esta
tales son población sobrante para el capital bajo la modalidad latente de las formas
crónicas de la superpoblación relativa, cabe preguntarse en qué medida la unidad
en la acción que se observa en algunos hechos remite al conjunto de la clase obrera
o, como parece ser el caso en Chaco, sólo a la superpoblación relativa bajo diversas
modalidades.
El cuarto capítulo, Los trabajadores de la zona norte de Santa Cruz frente a
la emergencia del movimiento de los desocupados, del que son autoras Elida Lu-
que y Susana Martínez, muestra una situación bien diferente. La privatización de
empresas como YPF y Gas del Estado transformó la estructura económica de la so
ciedad dando lugar a una nueva articulación entre el capitalismo de estado y el
capitalismo de empresa privada, con hegemonía del capital financiero, y generó
un incremento de la desocupación abierta desconocido en la región. Pero, a dife
rencia de Jujuy y Chaco, prevalece como forma constante de la población sobrante
la modalidad denominada flotante o fluctuante, propia de la actividad industrial.
Y la vinculación de los trabajadores desocupados, en un primer momento princi
palmente petroleros y después de otras ramas de actividad, con los trabajadores
organizados sindicalmente no se produce con los insertos en el aparato estatal sino
en las empresas privadas de capital muy concentrado. El trabajo presenta una pe-
riodización de esa relación, desde un inicial apoyo sindical a una confrontación
entre sindicatos y desocupados.
El quinto capítulo y último, Acción sindical frente a la desocupación en el sec
tor automotriz argentino, 1998-2003, realizado por Agustín Santella, es distinto a
los presentados en los otros en varios sentidos. En primer lugar aborda un aspecto
diferente de la temática de la relación entre la organización sindical y la desocupa
ción, como son las políticas que se dan esas organizaciones frente a los despidos
de trabajadores, de manera que se centra en los despedidos más que en los deso
cupados. A la vez, la cuestión está planteada observando un sindicato específico
(SMATA), de una actividad productiva de fundamental importancia en Argentina,
y en un nivel diferente: no en el de la sociedad, sino el del lugar de trabajo, y por lo
tanto toma relevancia allí no sólo el sindicato sino la comisión interna de fábrica,
por lo que incursiona en la relación entre bases obreras y dirigentes sindicales.
C a p ítu lo i
El m o v i m i e n t o o b r e r o y los
d e s o c u p a d o s en la p r i m e r a mi t a d de la
década de 1 9 3 0
Nicolás Iñigo Correrá
Fobién Fernández
LA DESOCUPACIÓN EN LOS 3 0
Las primeras manifestaciones del proceso económico que desembocó en la
crisis capitalista mundial que se desarrolló a partir de 1929 comenzaron a sentir
se en Argentina un año antes7. Sin embargo todavía en 1930 los datos disponibles
acercade la población ocupada, aunque limitados a la “ gran industria de la Capital
Federal”, mostraban un leve incremento; la caída de la ocupación se produjo en.
1931 y llegó a su punto más bajo en 19328.
Las cifras de desocupados, aunque como veremos más adelante discutibles,
sólo existen a partir de los cuatro censos realizados en 1932, 1935 (primer y segundo
semestre) y 19369. Existen también estimaciones policiales y de organizaciones po
líticas acerca de los asentamientos de desocupados más importantes. El primero de
4 Panettieri, José; El paro forzoso en la Argentina agroexportadora; Buenos Aires, CEAL, 1988. Panettieri,
José; Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco de la crisis mundial (1929-1934); La Plata,
Cuadernos del CISH N° 1, primer semestre de 1996. García, Alicia; "Crisis y desocupación en los años ‘30” ;
en revista Todo es Historia N° 154, marzo .1980. Girbal-Blacha, Noemí; "La Junta Nacional para Combatir la
Desocupación. Tradición y modernización socioeconómica en la Argentina de los años treinta"; en Estudios del
TrabajoU0 25, enero-junio 2003.
5 Una versión resumida de este trabajo, titulada "El movimiento obrero ante la organización y formas de
rebelión de los desocupados: 1930-1935” fue publicada en el N° 31/32 de la revista Ciclos en la historia, la
economía y la sociedad (Año XVII, Volumen XVI, Buenos Aires, 2007).
6 Marotta, Sebastián; El movimiento sindical argentino; Buenos Aires, Lacio, 1960.
7 Arturo O’Connell; “ La Argentina en la Depresión: los problemas de una economía abierta” ; en Desarrollo
Económico N° 92, volumen 23, enero-marzo de 1984; pp. 487 y 490.
8 Departamento Nacional del Trabajo; Investigaciones Sociales; Buenos Aires, 1940. E! índice de ocupación
no refleja el movimiento de la desocupación abierta y menos aun de la encubierta.
9 Panettieri, José; Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco déla crisis mundial (1929-1934),
La Plata, Cuadernos del CISH N° 1, primer semestre de 1996.
esos censos, realizado por el Departamento Nacional del Trabajo (DNT)10, contabili
zó 333-997 desocupados en todo el país, de los cuales el 94,50% eran varones, dis
tribuidos en “totales y permanentes”: 148,805 (44,60%); “ totales y circunstanciales”:
115.030 (34,41%); “parciales”: 35.614 (10,65%), y “periódicos o de temporada”: 34-548
(10,34%). La mayor cantidad de desocupados se encontraba en la provincia de Buenos
Aires (26,60%), Capital Federal (26,15%), Santa Fe (13,29%), Córdoba (8,75%), Entre
Ríos (6,05%) y Mendoza (3,21%), las jurisdicciones con mayor población11. Entre los Te
rritorios Nacionales, La Pampa (1,77%) era el que tenía mayor número de desocupados.
Estas cifras fueron cuestionadas por los diputados socialistas. Pérez Leirós
negó que expresaran la verdad porque, dijo,
“ me consta que existen cuadras enteras de la ciudad en las que no han
pasado los encargados del censo; 20) estoy informado de que muchos
desocupados han visto con prevención la tarea censal y han eludido ser
censados12; 30) porque millares de semidesocupados no figuran como
tales; 4o) puedo probar que las cifras que se dan para la Capital, sobre
desocupación en ciertas ramas de la industria y el comercio, están muy
por debajo de la realidad”13.
10 El censo se levantó en agosto de 1932. La “Circular Informativa” y el formulario se entregaron a'“(...) los presuntos
desocupados o, según los casos, a los dueños, inquilinos principales, gerentes de establecimientos, encargados o
cualquier otra persona, a cuyo cargo o bajo cuya vigilancia se encontraran ios locales'1(casas, habitaciones,-fábricas
o locales). En la Capital Federal, el censo lo hizo la policía: primero se entregaron circulares para estimar el número
de fichas necesario y después, con la información estimativa recogida, los agentes de policía repartieron fichas a los
desocupados detectados. En las provincias y territorios la Dirección General de Correos y Telégrafos entregó 2 millones
de circulares y un millón de fichas censales; el censo fue hecho por jefes de oficinas y estafetas postales, intendentes
municipales, jueces de paz y las policías locales; cooperaron "comisiones vecinales del censo” integradas por las Co
misiones de fomento. (Departamento Nacional del Trabajo; La desocupación en Argentina 1932, Buenos Aires, 1933).
11 Entre las localidades bonaerenses con mayor número de desocupados estaban La Plata, Avellaneda, Va
lentín Alsina, Villa Dominico, Dock Sud, Lanús, Qullmes, Campana, Coronel Suárez, Mar del Plata, Pergamino,
Junín, Tres Arroyos, Uriburu (Zárate) y Tandil. En Santa Fe se destacaban Rosario (14.557 desocupados), Santa
Fe, Rafaela y Rufino. En Córdoba, la capital y Río Cuarto. En Mendoza, Godoy Cruz y la capital.
12 Respecto de la "prevención" de los desocupados hacia el censo, sin embargo, el periódico anarquista La
Protesta denunció que “Ahora, levantado y censado y compulsada la nacionalidad de cada uno de ellos se les va
a embarcar a sus respectivos países de origen. (...) Lamentamos que los desocupados hayan hecho caso de las
cantinelas reformistas (...)” {La Protesta, 29/11/32).
13 Cámara de Diputados; Diario de Sesiones, 1933, tomo II, p. 932.
ro de desocupados en 500.00014. También La Protesta cuestionó las cifras oficiales
cuando tituló “ Más de seiscientos mil obreros sin trabajo. Una tragedia de hambre
y desesperación a que es preciso poner pronto remedio”15.
Estos cuestionamientos no eran absurdos: por ejemplo, en Bahía Blanca se
formó una “ Comisión Ejecutiva Pro Trabajo a los Desocupados”, que realizó un
censo propio en 1933, y registró 2.087 desocupados16, mientras que el censo oficial
había relevado el año anterior, de máxima desocupación, 1.727.
Los siguientes censos fueron realizados por la Junta Nacional para Combatir
la Desocupación (JNPCD). El segundo, en febrero de 1935 (período de máxima ocu
pación), relevó 89.656 desocupados. El tercero, en agosto del mismo año (período
de mínima ocupación), contó 63.587. El cuarto censo se realizó en febrero de 1936 y
encontró 44.771 desocupados17.
En 1934 se consideraba que la crisis económica en Argentina había sido supe
rada y los desocupados “reabsorbidos”18. En ese año se superó el nivel de ocupación
de 1929, y en 1939 se alcanzó “casi un 34% m ás” de obreros y empleados ocupados
en “los grandes establecimientos industriales”19. Sin embargo, y como consecuen
cia de la guerra europea, en septiembre de 1940 el DNT contabilizó 180.700 desocu
pados20.
L A S P O L ÍT I CA S D E S DE E L G O B I E RN O
La política del gobierno del presidente Justo partió de “ la convicción de que
las únicas soluciones viables y fecundas para un problema de semejante magnitud
son las que se hallan en la conservación de los brazos inmovilizados por las conse
cuencias de la depresión económica”21.
En marzo de 1932 el Poder Ejecutivo había creado por decreto la Comisión de
Asistencia Social a los Desocupados, que comenzó repartiendo comida frente al Hotel
de Inmigrantes. Esa comisión tuvo a su cargo el Albergue Oficial, creado en el mismo
mes, ubicado en la Dársena C Galpón 5 de Puerto Nuevo, y que comenzó a funcionar
al mes siguiente, con el equipamiento trasladado desde un “dormitorio precario para
14 “La forma apresurada en que se levantó ese censo y otras deficiencias derivadas de la falta de una orga
nización estadística eficaz, da lugar a dudas sobre la exactitud de esa cifra. La cantidad de gente sin trabajo
más o menos permanente es, en nuestro país, mayor. Puede calcularse en unas 500 mil personas" (Partido
Socialista; Sin pan y sin trabajo. El Partido Socialista y la lucha contra la desocupación-, Buenos Aires, 1934).
15 La Protesta, 4/2/1932.
16 La Vanguardia, 30/10/1933.
17 Figuerola, José; "Resumen de las condiciones sociales y económicas de laclase obrera argentina"; en Depar
tamento Nacional del Trabajo, Boletín Informativo, Época VII, N° 220-221-222, Buenos Aires, 1939, p. 5.319. Los
momentos de "máxima” y “mínima" desocupación corresponden a la época del año en que se realizó el censo.
18 Departamento Nacional del Trabajo; Investigaciones sociales, Buenos Aires, 1940.
19 Departamento Nacional del Trabajo; Investigaciones sociales, Buenos Aires, 1940.
20 Departamento Nacional del Trabajo; La desocupación en Argentina. 1940-, capítulo 1.
21 Junta Nacional para Combatir la Desocupación; Memoria elevada al Ministerio del Interior, Buenos Aires,
1936; citada en Girbal-Blacha, Noemí; p. 30 [Subrayado nuestro].
indigentes” ubicado en el Parque Japonés. Tenía 2.332 camas22 y daba de comer “a
muchos más desocupados”23. Según el Ministerio del Interior “ (...) se alojan desde
hace un año 2.000 obreros sin trabajo, cuidadosamente fichados y controlados (...)”2¿l.
El censo de 1932 daba un total de 3.998 desocupados en Puerto Nuevo.
En diciembre de 1933 el gobierno nacional, ante la demora del Congreso en
aprobar un proyecto socialista para la creación de un organismo específico, insti
tuyó la Junta Nacional para la Desocupación, formada por diez miembros: cuatro
nombrados por el PE, cinco por distintas organizaciones empresarias o de benefi
cencia, y uno por la CGT. En el artículo 6o el decreto fijaba que
“el Departamento Nacional del Trabajo y la Policía de la capital tendrán
la intervención establecida por las leyes y decretos en lo relativo a la colo
cación de los desocupados y traslado a sus respectivos países de aquellos
extranjeros que quieran hacerlo o que no reúnan las condiciones constitu
cionales y legales para ser incorporados como habitantes sin menoscabo
de las funciones de la Junta, especialmente las facultades de ésta para
organizar el alojamiento, alimentación y asistencia de los desocupados”25.
22 Catres entregados por el Ministerio de Guerra (Siewers, Enrique; "El -paro en Argentina"; CGTh¡° 75,
20/9/35, p. 3). El Dr. Siewers era funcionario de la Organización Internacional del Trabajo.
23 Según la información oficial, los alojados debían obedecer un reglamento interno; tenía servicio médico,
desinfección de personas y equipajes; los dormitorios se dividían en secciones a cargo de un celador; contaba
con carnicería, verdulería, depósito de víveres (donados por ei Mercado de Abasto, la Unión de Abastecedores
y las ferias francas), enfermería y peluquería atendida por desocupados y gratuita; estaba a cargo de "personal
adscripto a los Ministerios de Agricultura, Guerra y Marina, que envían empleados y suboficiales con ese fin";
había una escuela-taller y una “pequeña chacra dedicada a la producción de hortalizas para el consumo del
propio albergue y el suministro a algunos hospitales de la ciudad” (Girbal-Blacha, Noemí; op. cit., pp. 29-31).
Para la JNPCD, había que “darles aptitudes profesionales” y hacer trabajar a los desocupados en talleres,
aprovechando “la experiencia de los trabajadores sociales del Ejército de Salvación, que ha establecido dos
Hogares industriales: uno, en Buenos Aires, y otro, en Rosario (...). En el Hogar de Buenos Aires se da casa y
comida, en perfectas condiciones de higiene, a unos 100 desocupados, llegados, las más de las veces,-en un
estado de completa desmoralización. El Hogar se mantiene con su propio trabajo. Toda clase de objetos usados,
recogidos cada día por camiones del Hogar, se renuevan y se venden en una tienda aneja, a precios al alcance de
la población. La parte más importante del trabajo la constituye (...) la clasificación y el prensado de papel viejo,
que algunas grandes casas de comercio ceden al Hogar, y que éste vende luego a las fábricas". También existió
una “comisión privada de asistencia social” formada con el auspicio del Museo Social Argentino, que colaboró
con la JNPCD, emitió estampillas pro desocupados y con donaciones particulares “ha podido organizar trabajos
de nivelación y de saneamiento en la zona de un segundo campamento de desocupados que existe cerca de
la ciudad de Buenos Aires, así como la construcción de 10 pequeños galpones destinados a reemplazar las
casuchas. Los hombres alojados en estos galpones son ocupados en parte de una manera regular, y perciben, a
más del alojamiento y de la comida, una retribución en especies de un peso por día. Algunos de entre ellos, que
han encontrado una ocupación suplementaria en la ciudad, son ocupados por la comisión dos días por semana,
en que se les suministra la comida. En fin, los desocupados que continúan viviendo en sus casuchas han sido
obligados a trabajar un día por semana, en que se les da la comida" (Siewers; op. cit.).
24 AGN - Fondo Justo; Caja 45; Ministerio del Interior, Documento N° 152, fjs. 407.
25 Boletín CGTN° 24, 25/12/1933, p. 2.
La CGT reclamó inmediatamente mayor representación en la Junta, “igual a la
concedida a los patrones” y a la “gubernativa” ; es decir, una integración tripartita
igualitaria de obreros, patrones y gobierno26.
Finalmente, en agosto de 1934 el parlamento aprobó la ley 11896, que creaba la
Junta Nacional Para Combatir la Desocupación (JNPCD); el PE nombraba a todos los
miembros y se mantenía el peso de la representación oficial y de la CGT, aumentaba la
empresaria y disminuía la de las organizaciones de beneficencia; mantenía las atribu
ciones del decreto de 1933, pero excluía a la policía, e incluía a los gobiernos municipa
les27. Entre estos últimos hubo algunos (por ejemplo, en Tres Arroyos, Rosario, Bahía
Blanca, Resistencia) que tomaron medidas para asistir a los desocupados. En 1935 las
provincias de Buenos Aires y de Mendoza crearon “ Comisiones de Desocupación” para
colaborar con la JNPCD. La Junta, además de administrar el Albergue de Puerto Nuevo,
se encargó de mandar desocupados a donde fuera necesaria su fuerza de trabajo2S. Ade
más, los legisladores de los partidos de gobierno (Concordancia) presentaron proyectos
propios o apoyaron proyectos socialistas que fomentaban la producción y exportación.
La CGT denunció que la única política que en la práctica se daba era permitir
que los desocupados acamparan en Puerto Nuevo y a lo largo de las vías férreas29.
Sin embargo, constituida la JNPCD, se desalojaron los campamentos de desocu
pados obligando a éstos a concentrarse en el Albergue o dispersarse. Las “cons
trucciones precarias son demolidas y se monta ‘una severa vigilancia para evitar
que se vuelva a formar un campamento semejante’”30. La misma JNPCD entendía,
refiriéndose a Villa Desocupación,
“que la primera demostración de su eficacia ostensible ante el país será dar
trabajo o ubicar fuera de dicha zona a los que actualmente viven formando
una agrupación humana que es una afrenta a la cultura y al progreso de la
primera ciudad de Sud América, razón por la que debe destruirse todo refu
gio, carpa o construcción precaria existente, a medida que quede deshabita
da, suprimiendo para siempre ese hacinamiento de individuos sin trabajo”31.
L OS “ R A N C H E R Í O S ” 0 “ C A M P A M E N T O S ”
El crecimiento de la desocupación se hizo visible en las principales ciudades,
en las “ (•■•) zonas portuarias, en las cuales se han estacionado grupos más o me
nos importantes de desocupados, Buenos Aires, Rosario, Mar del Plata, San Nico
lás (...)”33. En Rosario y sus alrededores, por ejemplo, donde hay un “ (...) constante
arribo de desocupados que bajan desde las provincias pobres como Santiago del
Estero, Córdoba, Corrientes (...)”34, “centenares de hombres sin trabajo” dormían a
los costados de las vías del ferrocarril, improvisaban carpas con lonas y recorrían
la vecindad, solicitando alimentos35. Pero, además de los campamentos “ urbanos”
había otros “ más numerosos aun, que se encuentran diseminados por la campiña,
forman un contingente evaluado en varias decenas de miles de personas”36.
El más conocido de los asentamientos urbanos fue el de la costanera de Bue
nos Aires, entre las calles Canning y Sarmiento, pero no fue el único en esta ciudad
y sus alrededores. Hay referencias a campamentos en La Plata37, Isla Maciel38, en
Miguelete (partido de San Martín)39, Villa Pueyrredón (Capital Federal)40 y Resis
tencia (Chaco)4'.
32 La Protesta, 29/4/1932.
33 Acuerdos de la JNPCD, citado en CGTN° 32, 23/11/1934, pp. 2 y 3.
34 La Protesta, 2/2/1930.
35 La Capital, 30/10/1932.
36 Siewers, op. cít
37 La Vanguardia, 16/4/1935.
38 "Y por donde se mira, en torno de estas veinte grúas (...) en los carriles, las ruedas parecen petrificadas
sobre sus ejes; bajo las bóvedas de sus cuerpos piramidales han construido refugios los desocupados y los vagos,
y secándose al sol, colgadas de sogas, se mueven las ropas recientemente lavadas” (Arlt, Roberto; Aguafuertes
Porteñas; Buenos Aires, Losada, 2004, p. 35).
39 Los campamentos de Miguelete fueron desalojados al menos en dos oportunidades. La primera en 1933 (La
Internacional, 5/10/1933). Y en enero de 1936, probablemente como represalia porque allí vivía Santiago Beckner,
quien mató a dos policías durante la huelga general de enero de ese año: un centenar de policías de Orden Social
y la seccional 39 "hacen irrupción en el campamento que una cincuentena de desocupados han levantado con
trozos de latas y trapos viejos, en un extenso baldío en Miguelete (...). A sablazos y culatazos fueron obligados a
abandonar sus ‘viviendas’ (...) mientras los policías les prendían fuego" (Acción Libertaria, N° 17, 23/1/1936). La
sección Orden Social de la Policía de la Capital, creada en 1910, durante la jefatura del entonces coronel Luis J.
Delleplane, en la década de 1930 formaba parte de la División Investigaciones y era “la encargada de todo lo con
cerniente al movimiento obrero en sus conflictos con el capital”. Vigilaba "con especialidad la actividad anárquica y
sectaria", llevaba la estadística de huelgas y conflictos y registro de las “agrupaciones gremiales o anarquistas" y
de los "agitadores", y controlaba las reuniones públicas y conferencias (Cortés Conde, Ramón; Historia de la Policía
de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, Biblioteca Policial, 1936, tomo II, p. 398).
40 La Internacional, 5/10/1933.
41 En Resistencia, “Habitan, chozas semi derruidas del llamado 'barrio de las ranas’. Son más de 2.000
El primer “rancherío” se instaló sobre las vías del FC al Pacífico, en la zona de
Puerto Nuevo:
“Sobre una extensión de muchas cuadras se alzaban (...) una gran canti
dad de refugios toscamente construidos con toda clase de materiales in
servibles recogidos; albergues de mendigos, que no bastaban a proteger
contra las inclemencias del tiempo a sus moradores. (...) rudimentarias
construcciones hechas con retazos de chapas, con latas, con trozos de
madera, en parte cubiertas con trapos cuando el material ha escasea
do, aseguradas con alambre, situados en medio de potreros y terrenos
inundables, en parte cubiertos por aguas estancadas y verdosas (...). En
estas caricaturas de chozas que no envidiarían muchos animales, vivían
alrededor de un millar de desocupados”42.
Pero los que vivían en el rancherío no eran los que estaban en peor situación:
“Hay entre los desocupados quienes carecen de techo bajo el cual gua
recerse y de lecho donde reposar. Son centenares. (...). Los encontrarán
de noche, durmiendo sobre el duro suelo, sin abrigo, sin más techo que
el vacío negro e infinito del cielo. No andan por calles y plazas porque de
unas y otras se les desaloja. Porque la ‘puritana’ sociedad burguesa, des
pués de crear el crimen de la miseria, considera criminal que la miseria
luzca a la luz del día sus crudos aspectos.
(...) han tomado por morada los matorrales del Puerto Nuevo. A lo largo de
las vías del Pacífico, y sobre una extensión de muchas cuadras invadidas
por altos pajonales, se les puede ver vagar entre la maleza. Y el observa
dor atento encontrará entre la espesa maraña de plantas parásito huecos
aquí y acullá. Son pequeños claros del tamaño de una persona, de yuyos,
magullados y secos a fuerza de revolverse sobre ellos los cuerpos huma
nos. (...) La vida de los desocupados entre los pajonales es horrible”43.
Una descripción del espacio que iba desde la estación Retiro hacia Palermo
muestra las condiciones de vida de los desocupados, en los campamentos y ran
cheríos:
“Aquí y allá por ambos lados del empedrado, sobre la mojada tierra se ven
vivaques, grupos de hombres encogidos en torno a un fuego. Seguimos...
Menudean los grupitos. Esta gente ha dormido al aire libre en semejante
noche siberiana. Seguimos... Más y más vivaques. Doblamos hacia el nor
te siguiendo una especie de remanso de caminantes que, lentamente, van
y vienen de los grupos y de más allá. Continuamos... Más, más grupos,
muchos más. Seguimos la dirección de los tristes viandantes sin prisa
que van y vienen de más allá. (...) Matorrales de paja brava y espadaña.
personas que no encuentran trabajo; la Municipalidad les sigue juicio por desalojo y les niega el agua [La
Internacional 175/1935).
42 La Protesta, 29/4/1932.
43 La Protesta, 29/4/1932.
Más grupos. Los grupos se suceden uno al lado del otro. En cada uno
de ellos un fuego incierto y melancólico. (...) ¿qué aquello de más allá?
(...) Algo semejante a una ciudad del corazón del África, (...) primitivo y
silvestre, formado por unas trescientas chozas, las más variadas y ex
trañas que se pueden imaginar, que se ocultan y aparecen en la cuenca
fangosa de una laguna. Chozas de lata, barracas de herrumbrado cinc,
ranchos de pajonal, tugurios de lata y paja, semicuevas troglodíticas...
Frente a cada uno de estos zaquizamis en cuadro gorbiano; cuatro o seis
hombres arropados hasta las orejas, inclinada la cabeza y dobladas las
espaldas por el peso de su infortunio, contemplan un fuego incierto y
melancólico que los envuelve en el incienso del pardo humo que arrastra
la brisa del Plata que sopla y sopla. Poco hablan los pobladores de este
remanso de angustia. Parece que temieran el eco de la propia voz. Atizan
el fuego lentamente. Lentamente hacen circular el mate. Lentamente se
mueven. Con lentitud fuman. Lentos comen algunos quién sabe qué cosa.
Despaciosos arreglan o lavan sus pobres cachivaches y sus tristes ropas.
(...) Seguimos. De trecho en trecho descubrimos algo así como un nuevo
barrio o una extraña aldehuela semioculta entre el pajonal. Seguimos...
Senderos abiertos entre la maleza en distintas direcciones unen estas
aldeas entre sí. Aquí un grupo de cuatro chozas, allá seis u ocho, acullá
dos o tres; de tanto en tanto, un ranchito solitario, un Robinson sentado
frente, ahumándose a fuego lento, corriendo algo extraño o tomando un
extraño mate. Seguimos... Los pies se hunden en el fango, todo el suelo es
fango cubierto por un lecho de pajonal. Y esta gente duerme sobre tal sue
lo en estas noches siberianas. Seguimos... los pies se hunden. Hay más
ranchitos por allá lejos. -¡Qué frío hizo anoche! -oímos que comentan
en una ranchada-. ¿No habrá víctimas? -No, anoche no hubo víctimas.
Anteanoche sí, murió uno. Lo sacaron duro como un tronco del rancho a
la mañana -contestó alguien”44.
El 26 de abril de 1932
“llegó la policía e intimó el desalojo (...). No había transcurrido aún el
plazo dado cuando comenzó a incendiar uno a uno todos los albergues.
(...) No se dio siquiera tiempo a sacar del interior las ropas y útiles de
44 La Protesta, 2/7/1932. Existen algunas referencias a desocupados muertos por el frío: diez en Buenos Aires
y Puerto Nuevo {La Internacional, 5/7/1933); dos en Rosario, uno en Bahía Blanca, uno en La Plata y dos en
Buenos Aires en un solo día {La Internacional, 20/7/1933).
45 La Protesta, 29/4/1932.
cocina. Los que se encontraban presentes y se apresuraron pudieron sal
var los objetos de su pertenencia; pero los que rondaban en busca de la
improbable changa o se hallaban un tanto alejados de sus ranchos, nada
pudieron salvar. (...) Y alguno que intentó, mientras la policía se dedicaba
al incendio, rescatar su patrimonio de pingajos, debió sufrir la ira de la
bestia, los golpes humillantes e injustos que llenan el alma de rencor”'16.
Pero como los “los galpones (...) ya no pueden contener más gente”, los des
alojados reconstruyeron sus “chozas (...) a diez o quince cuadras de distancia del
lugar anterior”47.
A mediados de 1932 la policía desalojó el nuevo rancherío, “ quemando las
casillas”48.
“No había transcurrido media hora desde la intimación al desalojo, ya
tres agentes procedieron a incendiar las chozas. Quemaron más de la mi
tad. Los desocupados, sin atinar a hacer cosa mejor, miraban tristemente
como ardían sus refugios. Una vez que los vigilantes se alejaron, la pobre
gente comenzó a extinguir el fuego, a reparar los deteriorados ranchos y
a reconstruir los que fueron destruidos por los vándalos. -No nos iremos
-decían algunos, mientras sacaban sus cosas de entre las cenizas. Otros
cargaron pesadamente sus lingheras y se encaminaron hacia el bajo de
Palermo, lugar donde hay otro acampamento de desocupados análogo
a éste, y que no tardará en ser saqueado por el vandalismo policial”49.
46 La Protesta, 29/4/1932.
47 La Protesta, 29/4/1932.
48 La Internacional, 14/6/1932.
49 ¿a Proteste, 2/7/1932.
50 Re, Juan Alejandro; op. cit.
51 Re, Juan Alejandro; op. cit.
52 Lobodón Garra (Liborlo Justo); Masas y balas: Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1974, pp. 62-63.
53 Re, Juan Alejandro; op. cit.
54 Lobodón Garra; op. cit.
55 Lobodón Garra; op. cit.
venían los automóviles” 56, “ (...) habitáculos de hojalata y madera, (...) lo suficien
temente altos y amplios para una persona sentada [que] a lo largo hubieran sido el
ataúd”57. El comisario Re denunció que “permitióse esa ubicación, facilitándoseles
además a los desocupados, chapas viejas de cinc y adoquines, escasos elementos
con los que ellos mismos, sin intervención técnica y material otro de naturaleza
alguna”, construyeron esas “ inmundas pocilgas”58. Entre las viviendas “ algunos
desocupados, revelando espíritu comercial, instalaron pequeños negocios”59. El
asentamiento “ estaba dividido en cinco secciones, cada una de las cuales contenía
doscientas viviendas, que albergaban varios hombres bajo un mismo techo”60.
Los habitantes de Villa Desocupación eran “ todos hombres”61, entre los que
incluso “ había ingenieros, poliglotos, abogados, artistas y oficiales de todos los ofi
cios” . Las tres primeras secciones “ se componían de polacos; la cuarta de checos
lovacos, lituanos, rumanos y algunas otras nacionalidades de Europa central; y la
quinta de criollos y españoles”62.
Hipólito Yrigoyen, en la primera salida de su casa luego de dos años del gol
pe de estado que lo depuso, recorrió, junto con dos amigos, parte de la Costanera y
Puerto Nuevo y preguntó a algunos habitantes del campamento de desocupados qué
medidas se habían tomado “para remediar su situación”76. Hay varias referencias a
visitas de los socialistas; por ejemplo, una del concejal Fernando Ghío en 1933, y otra
en enero de 1935, cuando el Centro Socialista 17a Maldonado convocó a acompañar la
visita que los concejales socialistas H. Iñigo Carrera, P. González Porcel, F. Ghío y J.
Unamuno harían a Villa Desocupación, partiendo de Canning y Santa Fe77.
Una parte de los habitantes del Villa Desocupación sobrevivía mendigando,
pero “ (...) era un acto de dignidad de ellos no pedir dinero, pedían comida”78. Muy
distinta era la caracterización policial de esa mendicidad, que “ (...) asumía caracte
rísticas extorsivas, delictuosas casi”79. Para la policía
“(...) resultó ese campamento un foco de infección material y moral, don
de en escala ascendente y peligrosa se transformaba sucesivamente el
desocupado en mendigo; éste en vago, y el vago en delincuente [donde]
(...) se cobijaron allí, además, sujetos de toda ideología, extremistas, co
munistas, anarquistas, etc., actividades disolventes, que pudieron desa
rrollarse favorecidas por el ambiente, propicio como pocos”80.
81 Un informe de la JNPCD de fines de 1934 clasificó a los habitantes de Villa Desocupación en: “desocupados
que tienen o no una profesión y que desean trabajar de inmediato"; "desocupados que han tenido o no una pro
fesión y que por el transcurso del tiempo han perdido la voluntad del trabajo, dedicándose hoy a la mendicidad,
como oficio fácil y remunerativo” (según la policía 2.500);"(...) los vagos propiamente dichos” (según la policía
350 a 400); “los vencidos de la vida, a los cuales hay que dar alimentación y vivienda en hospitales o en asilos”
[CGTH0 34, 7/12/1934, p. 2).
82 Cámara de Diputados; Diarios de Sesiones 1932 tomo II, p. 931.
83 Cámara de Diputados; Diarios de Sesiones 1932 tomo II, p. 932.
pie esta sociedad capitalista. (...) No soy profeta, pero tampoco temo las
experiencias nuevas que nos puedan venir de otras culturas y de otras
civilizaciones que las están hoy realizando (...)”84.
¿DE S O C U P A D O S 0 VAGO S?
A medida que la reactivación económica absorbía la masa de desocupados,
las políticas asistenciales del gobierno recibieron mayores críticas. En 1935 hubo
una solicitud de 4.000 braceros para la cosecha de algodón en Chaco que la Junta
trató de cubrir; pero “no obstante la urgencia del pedido, el traslado gratuito hasta
las regiones del trabajo y la segura y buena remuneración, a duras penas se consi
guió reunir un contingente de trescientos obreros (...)”85. Esto dio lugar a una nota
editorial del diario La Prensa titulada “¿Problema de desocupación o de profesiona
les de la desocupación?”, en la que, además de condenar las huelgas agrarias que
se desarrollaban en Santa Fe86, criticó a la JNPCD y al DNT que
“no han caído todavía en la cuenta -a pesar de los muchos testimonios
que es fácil citar- de que no hay tanta gente que carezca de trabajo por
falta del mismo como por su aversión al trabajo. (...) el problema social
que debe preocupar, sobre todo en las ciudades y principalmente en la
Capital Federal, no es tanto el de la desocupación como el de los profe
sionales de la desocupación”.
89 La Vanguardia, 17/4/1935.
90 Re, Juan Alejandro; op. cit.
91 Por ejemplo, en abril de 1935, "con el pretexto de buscar entre ellos a procesados o individuos con
antecedentes”, la policía bonaerense organizó una “batida'' de desocupados “ instalados con sus miserables
covachas de lona y yuyos en los alrededores del bosque de La Plata”, en la que fueron detenidas más de 150
personas; como se encontró a un condenado por un delito menor por el juez del crimen de Bahía Blanca, “con
ello la policía justifica la medida” {La Vanguardia; 16/4/1935).
92 Martínez Estrada, Ezequíel; op. cit.
93 Siewers, Enrique; “ El paro en Argentina"; CGTN° 75, 20/9/1935, p. 3.
E L D E S A L O J O DE V I L L A DE S O C U P A C I Ó N
Casi desde la instalación de Villa Desocupación existió una presión desde el
gobierno, la prensa94, el sistema judicial y la policía95, para que se la desalojara. El
26 de julio de 1933 la policía quemó 40 ranchos y golpeó a los que resistieron96; y
el 4 de agosto siguiente se produjo un choque entre la policía y los habitantes del
campamento:
“ Desde hace tiempo la policía destacada en el campamento de Canning
a las órdenes del comisario de la Sub-Comisaría de Puerto Nuevo, venía
presionando y obligando a los desocupados a toda clase de trabajos for
zosos sin ninguna recompensación. Reformar los ranchos al gusto del
Comisario, barrer las calles y caminos, y por último querían obligarnos a
hacer una oficina policial en el mismo campamento. A esto los desocupa
dos se negaron rotundamente, diciendo que tal trabajo debía ser pagado,
oponiéndose todos a trabajar gratis. Esta justa respuesta fue lo suficiente
para querer desalojar del campamento a los 7.000 desocupados, resis
tiéndose a ello la masa. Esta resistencia provocó la descarga de algunos
tiros por parte déla policía montada, hiriendo a un desocupado. La masa,
al ver en el suelo en un charco de sangre a uno de sus compañeros, se
lanzó espontáneamente sobre la policía, desarmándola y profiriendo
gritos por pan y trabajo. Inmediatamente acudieron refuerzos policiales
armados de ametralladoras, haciendo una descarga sobre la indefensa
masa. Estos huyeron, quedando en el campamento tres heridos graves.
La policía penetró en los ranchos entregándose al saqueo, llevando pre
sos a los que pudieron tomar”97.
94 "Las conclusiones a que arriban los médicos forenses confirman los conceptos (...) sobre los hondos
peligros que encierra la concentración de gentes habitualmente sin trabajo. (...) Desde el primer momento en
que comenzaron a refugiarse cientos y cientos de hombres en los terrenos adyacentes al río pusimos de relieve
la obligación perentoria, a cargo del Estado, de impedir que sobre Buenos Aires se cerniera una amenaza
constante. (...) Carecen casi todos ellos [los desocupados] de los frenos morales capaces de inhibirlos para la
comisión de ataques a la sociedad, que van desde el homicidio a la lucha violenta contra las instituciones. (...)
Permitir la organización de campamentos a los que se dota de algunas condiciones higiénicas y en los que se
establece una vigilancia que alcanza apenas a mantener el orden, sin llegar jamás a la fiscalización efectiva del
ambiente moral, es facilitar la propagación del delito, del vicio y de la inmoralidad. (...)" [La Prensa, 12/4/1935).
La Prensa reclamó muchas veces el desalojo (La Prensa, 23/4/1935). “Inspirados en elementales sentimientos
de solidaridad y de defensa social, sostuvimos (...) que el denominado campamento de la calle Canning debía
desaparecer, por entrañar un foco pernicioso desde el punto de vista social, sanitario y moral" (La Prensa,
24/4/1935).
95 "Ante el pavoroso estado de cosas que representaba ese campamento, cuyas derivaciones peligrosas era
fácil comprender, el señor Juez de Instrucción doctor Ernesto González Gowland (...) se propuso decididamente
estudiarlo para hallar la fórmula que pusiera término a tantos males (...). Se halló sólo un remedio: la desaparición
inmediata del campamento" (Re, Juan Alejandro; op. cit.).
96 "Llamado del Comité de Desocupados Puerto Nuevo Canning", publicado en La Internacional, 23/8/1933.
97 "Llamado del Comité op. cit.
los desocupados de la zona portuaria: “ (...) debe destruirse todo refugio, carpa o
construcción precaria existente, a medida que quede deshabitada, suprimiendo
para siempre ese hacinamiento de individuos sin trabajo”98.
Una pelea de borrachos que terminó en asesinato en abril de 1935 dio el argu
mento para ejecutar el desalojo. Cuarenta desocupados fueron detenidos y la policía
realizó batidas en la zona; con la presencia del presidente de la JNPCD Dr. Salvador
Oria, del juez de instrucción Dr. González Gowland99 y de varios funcionarios po
liciales, más de 500 habitantes de la Villa fueron trasladados “por la fuerza”100 al
Albergue de Puerto Nuevo10’, donde se procedió a su “higienización”, selección e
identificación; los que tenían antecedentes fueron detenidos102. El mismo día, obreros
municipales acompañados de “un nutrido personal policial”103, demolieron las casi
llas del campamento. Miembros de la JNPCD visitaron al ministro del Interior para in
formarle el desalojo. El número de los trasladados, el origen provinciano de una parte
de ellos y la ausencia de toda referencia a los habitantes polacos, plantea un interro
gante acerca del significado real de este desalojo, recomendado dos semanas antes
por la JNPCD. Según varias fuentes no era ajena a esa decisión la preservación de la
imagen de la ciudad ante la próxima visita del presidente de Brasil, Getulio Vargas10'1.
La Vanguardia consideró al desalojo una “solución rápida, pero ineficiente” :
“parece que las autoridades esperaban con ansiedad un hecho de sangre para dis
persar a los desocupados. (...) Desalojar a los desocupados es cómodo. Lo eficaz y
justo sería que se hiciera algo y disminuir la desocupación” 105. La CGT, por su parte,
L OS S O C I A L IS T A S
Al mismo tiempo que el gobierno formaba la Comisión de Asistencia Social,
los diputados socialistas Bogliolo, Castiñeiras y Pérez Leirós presentaron, el 18 de
mayo de 1932, un proyecto de “levantamiento de un censo de desocupados en el
territorio nacional”; establecía que se realizara en marzo, julio y noviembre de cada
año, levantado en las provincias por las respectivas autoridades, en los Territorios
Nacionales por los municipios y en la Capital por el DNT; en su artículo 30, que no fue
aprobado, planteaba que “en los lugares donde hubiere sindicatos obreros se tratará
de convenir con los mismos el levantamiento de los censos por los gremios”. El 8
de junio de 1932 los diputados Repetto, Castiñeiras, Inda, Moret (h) y Pérez Leirós
presentaron un proyecto de resolución para la formación de una comisión interpar
lamentaria, constituida por cinco diputados y tres senadores, dirigida a “combatir la
desocupación, a abaratar la vida del pueblo y a defender la producción agropecuaria
a las familias desocupadas a los terrenos que la comuna porteña poseía en General Rodríguez [La Vanguardia,
25/11/1933).
106 C6TH° 54; 175/1935, p. 4.
107 “¿Y la 'muía' de la Junta Nacional Contra la Desocupación que figurará en el presupuesto pero que de los
desocupados no se acuerda más que para dejarlos sin viviendas o refugios en plena estación Invernal? (...) No
son mendigos, no son delincuentes: son obreros sin trabajo” [La Protesta, junio 1935).
108 Marotta, Sebastián; El movimiento sindical argentino: tomo III, Buenos Aires, Editorial Calomino, 1970.
109 La ley 11868 disponía que "En los lugares donde hubiere sindicatos de obreros y de empleados, se pedirá
su colaboración para orientarse sobre el grado de ocupación en el respectivo ramo y para el levantamiento del
censo en el mismo" (Secretaría del Senado de la Nación; Leyes Nacionales, año 1934, pp. 38-39).
110 CGTN ° 3 5 ,14/12/1934, p. 4.
en los mercados exteriores”111. Repetto dijo que “los socialistas queremos fomentar
por todos los medios posibles el trabajo, obras públicas, construcciones” financián
dolos con impuestos sobre la venta de automotores, el consumo de lubricantes para
automotores, la venta de caballos de carrera y los boletos ganadores de esas carre
ras. Los socialistas también propusieron subsidios de desempleo, que los concor-
dancistas rechazaban"2, la realización de obras públicas113, declarar mediante una
ley de emergencia la caducidad de los contratos de arrendamiento rurales y bajar el
50% sobre los precios de 1928, impulsar el crédito agrícola, el control de los trusts
de la harina, la cerveza, los frigoríficos, del aceite, la ferretería, el cinematógrafo y
otros, y controlar los bancos y la venta de productos argentinos en el exterior me
diante la asociación del estado con las empresas de comercialización114.
En nombre de los diputados demócratas nacionales Bustillo apoyó el sentido
general y las medidas concretas (impuestos, rebajas, obras públicas) del proyec
to socialista pero rechazó que pudiera resolverse en quince días y planteó que se
consultara con los senadores. El proyecto socialista de creación de la comisión in
terparlamentaria fue aprobado en general sobre tablas, sin oposición, en la misma
sesión del 8 de junio.
En el Senado, el 21 de julio de 1932, el socialista Alfredo Palacios presentó un
proyecto de creación de una “ Comisión de Fondos de Desocupación”. Consideró
viable la “ tesis patronal” presentada en el Consejo de Administración de la OIT, que
proponía rebajar los costos de producción, incluyendo los salarios, si se la acompa
ñaba de una rebaja de tarifas y precios de los productos básicos. Pero afirmó que
“Nadie ignora que la civilización actual padece un hondo y mortal dese
quilibrio originado principalmente en la desproporción que existe entre
la riqueza de la máquina y la pobreza del hombre; entre el fabuloso pro
greso técnico y la debilidad moral en que vivimos. (...). La guerra desor
ganizó en el mundo las finanzas, la industria, los transportes y trajo el
hambre. El sistema capitalista ha sido sacudido en sus cimientos y ha
comenzado la crisis general. Sólo en el socialismo está la solución y así
lo reconocen pensadores que jamás actuaron en nuestras filas”115.
111 Cámara de Diputados; Diario de Sesiones; año 1932, tomo II, p. 925.
112 JNPCD; Memoria elevada al Ministerio del Interior, Buenos Aires, 1936,p .7; citada en Girbal-Blacha, Noemí;
op. cit., p. 28.
113 Reparación de veredas de la Capital, construcción de terraplenes por las empresas ferroviarias como
condición para mantener la concesión de construcción de nuevos tramos, cercado de terrenos baldíos, todo por
cuenta de los propietarios, pavimentación de calles financiada emitiendo bonos, construcción de la continuación
de la avenida Costanera Norte, construcción de un estadio municipal de fútbol (financiado con un impuesto a las
entradas de los partidos) y un auditorio municipal (financiado con un impuesto a las entradas a los espectáculos).
114 Discurso de Repetto en Cámara de Diputados; Diario de Sesiones, 1932, tomo II, p. 930.
115 Cámara de Senadores; Diarío de Sesiones; año 1 9 3 2 ,1.1, pp. 849-850. También se refirió al debate en
el parlamento inglés, del que participaron laboristas, comunistas y liberales, votando un proyecto laborista que
cia a su propuesta de sustituir los métodos tayloristas por otros que eliminaran “la
fatiga”116, propuso, “en vez de dar millones de dinero en forma de indemnización,
(...) dar trabajo con utilidad social”: las obras públicas por el estado o empresas con
cesionarias que recibieran “ facilidades para construir nuevas obras (...) mediante el
compromiso de tomar determinado número de obreros”. También apoyó la recomen
dación de la OIT de favorecer la colonización del campo y la rebaja de los intereses
y mora en los préstamos; pero rechazó, por las condiciones reinantes en Argentina,
la creación de un seguro de desocupación. En el proyecto presentado, la Comisión
estaría formada por representantes patronales y obreros, nombrados por el PE de
acuerdo con las entidades más representativas, y encabezada por el presidente del
DNT. Entre sus funciones propuso que estudiara limitar la inmigración, reducir la
jornada de trabajo, crear en las grandes empresas fondos de desocupación con apor
tes voluntarios de patrones y obreros, crear fondos de socorro administrados por or
ganizaciones obreras, mutualistas o culturales y otras medidas por las que organis
mos estatales deberían contribuir a combatir la desocupación. Según el mismo PS:
“ Ni el gobierno, ni los representantes de la Concordancia le prestaron su apoyo”117.
En agosto de 1933 el Grupo parlamentario socialista presentó otro proyecto de
ley de formar una Junta Nacional de Desocupación, con cuatro objetivos: “a) estudiar
y proyectar toda clase de medidas tendientes a crear trabajo; b) proyectar medidas
de carácter permanente o transitorio con el fin de morigerar entre la población deso
cupada los efectos derivados del paro forzoso; c) realizar tareas censales para esta
blecer el número, oficio o tarea que desempeñaban los desocupados y orientar las
ofertas de brazos a los fines de una más rápida ocupación; d) los proyectos y estudios
de la Junta Nacional de Desocupación pasarán al Poder Ejecutivo y éste los elevará
con el informe correspondiente al Congreso nacional. Pero la Junta queda facultada
para ordenar la inmediata ejecución de sus planes”. La Junta debía integrarse con
dos miembros del PE, dos diputados, un senador, “uno por el organismo obrero de
carácter nacional que agrupe a mayor número de asalariados” y uno “ por la entidad
industrial y comercial más numerosa del país”, todos ellos sin “ninguna remunera
ción”. En su artículo 6o proponía estudiar “la conveniencia de establecer en el país
un seguro de desocupación u otras medidas de carácter permanente a los efectos
de evitar en lo posible las consecuencias de la falta de trabajo”118. El proyecto de ley
también preveía la creación de un “ Fondo nacional para combatir la desocupación”.
En su discurso como miembro informante, Pérez Leirós exigió “como diputado
de la Nación, que representa al partido de la clase obrera” que el Congreso estudia
decía que "En vista del fracaso del sistema capitalista (...) esta Cámara declara que se deben adoptar medidas
legislativas para sustituir gradualmente el régimen capitalista por un orden social basado en la posesión pública
y el control democrático de los instrumentos de producción y distribución" (ídem; p. 850).
116 “ Es claro que esa racionalización no será aceptada nunca dentro del régimen capitalista donde son des
atendidas las necesidades reales y armoniosas de la colectividad" (ídem, p. 850).
117 Partido Socialista; Sin pan y sin trabajo. El Partido Socialista y la lucha contra la desocupación; Buenos Aires,
1934.
118 Cámara de Diputados; Diario de Sesiones; año 1933, tomo II, p. 930.
ra y resolviera el problema “ antes que la desesperación induzca a los que sufren a
darse las soluciones que ellos creen necesarias en defensa de su existencia amena
zada” y fundamentó la necesidad de atender a los desocupados para “contribuir con
lealtad a la solución de los problemas que están ligados a los altos y permanentes
intereses del país” porque “permanecer indiferente ante el clamor público, es cons
pirar contra el orden y el progreso de la Nación, amenazado por la justa rebeldía
de los que ven amenazada su existencia, por falta de elementos y por los flagelos
físicos y morales que determinan la miseria y el dolor”119. La solución planteada en
el proyecto socialista fue que patrones, asalariados y estado ejercieran entre sí un
“control recíproco de los intereses en juego” e hicieran “una colaboración eficiente
para buscar soluciones a un problema que interesa a toda la Nación”; a ello deberían
destinarse los 10 millones de libras del empréstito contraído con Gran Bretaña en
el tratado firmado por el vicepresidente Roca y el funcionario británico Runciman.
El PS siempre había planteado el cierre de los negocios a las 20 horas, el sábado
inglés y la supresión del trabajo nocturno. Los legisladores socialistas presentaron,
en 1932 y 1933, proyectos proponiendo un plan de obras de construcción de escue
las y edificios públicos, financiado con recursos provenientes de empréstitos o de la
declaración de una moratoria parcial de la deuda pública; otro proyecto, presentado
por Enrique Dickmann, reducía la jornada de trabajo semanal a 40 horas. Ya hemos
mencionado el proyecto de creación de la Junta Nacional de Desocupación; además,
los diputados socialistas “pidieron también, desde un principio, que se suspenda el
pago de la deuda interna y externa para dedicar la suma de dinero que se ahorra por
amortización e intereses, a la construcción de obras públicas necesarias, y así poder
dar empleo a los brazos desocupados. (...)”; el diputado Adolfo Dickmann concretó
esta iniciativa en otro proyecto, por el que “ se destinaban los millones que se pagan
en concepto de servicios de la deuda pública a obras públicas”120.
Municipios con gobiernos socialistas, como los de Bahía Blanca y Laboulaye,
tomaron medidas para paliar la desocupación. El Concejo Deliberante de la ciudad
de Buenos Aires, donde los socialistas tenían la mayoría, también aprobó medidas
de ayuda121.
Ante las elecciones nacionales de diputados de 1934 la plataforma electoral
del Partido Socialista incluyó un capítulo Contra la desocupación con medidas
como la “jornada semanal de 40 horas para todo trabajo industrial y comercial” y
119 Cámara de Diputados; Diario de Sesiones] año 1933, tomo II, p. 931-935.
120 Partido Socialista; Sin pan y sin trabajo..:, op. cit.
121 En la sesión del 30 de junio de 1933 el concejal Héctor Iñigo Carrera presentó un proyecto que destinaba $
50.000 para la compra de camas y ropas de abrigo destinados a los desocupados de Puerto Nuevo y Palermo.
Genaro Giacobini (Partido Salud Pública) presentó otro proyecto sobre la misma cuestión. El planteo socialista
fue que “(...) Ya que en nuestro país no existe el seguro a la desocupación, lo menos que se puede hacer, es
lograr que desaparezca una villa que no es tal, sino que constituye un espectáculo vergonzoso”. Se aprobó el
proyecto socialista, resolviéndose además que el intendente ofreciera al gobierno los galpones municipales (La
Vanguardia, 1/7/1933).
un “ vasto plan de obras públicas, especialmente edificación de viviendas popula
res y de edificios para escuelas y otras reparticiones de la nación” 122.
Otra propuesta socialista, frente a la desocupación rural123, fue que los traba
jadores que hubieran perdido su empleo como consecuencia del uso de máquinas
agrícolas fueran instalados en lotes de tierra fiscal o propiedad de bancos oficiales,
entregándoles herramientas, animales de labor, semillas y materiales de construc
ción; los fondos se obtendrían del 10% del impuesto a los réditos por una sobretasa
aplicada a la renta de las propiedades de más de 300 hectáreas124.
L A CGT
La CGT, lo mismo que los principales sindicatos, plantearon propuestas para
la solución del problema de la desocupación, principalmente la reducción de la
jornada laboral y el estricto cumplimiento de las leyes que la regulaban, especial
mente la Ley 11544. Pero, como veremos, no fueron ellos los que organizaron a los
desocupados ni sus manifestaciones.
La CGT atribuyó el crecimiento de la desocupación a la “ insuficiencia del con
sumo”, debida a los bajos salarios e incorporación de maquinaria, y, más estructu
ralmente a “la propiedad capitalista de los medios de producción”, que produjo la
crisis económica y, consiguientemente, la desocupación. Esta explicación puede
verse tanto en el Programa Mínimo de la CGT como en artículos y discursos de Se
bastián Marotta y Martín Casaretto125.
El Programa Mínimo fue aprobado por el Comité Confederal el 26 de abril de
I93i> y publicado en folleto. Atribuía la situación de “desastre universal” y “cuadro
de miseria”, la crisis, a “la economía de brazos por medio de su intensificación y la
consiguiente reducción de salarios” que impulsaban los “ empleadores y empresa
rios” ; el resultado era la desocupación y “la incapacidad de consumo” de “la masa
139 Sin embargo, en una larga nota donde se plantean soluciones que en buena medida repiten las del Plan de
Emergencia de la CGT, aparece la referencia a "la reeducación técnica" (CGTN° 49, 22/3/1935).
140 CGTN0 43, 8/1/1935, p. 3.
141 La Protesta de julio de 1935 también criticó esta propuesta del juez González Gowland al Ministerio del
Interior.
142 CG7'N°71) 23/8/1935. La propuesta no era nueva: "el gobierno nacional, según algunas fuentes, embar
cará en breve a esos inmigrantes para sus respectivos países" [La Capital, 27/10/1932).
143 CGTH° 53,19/4/1935, p. 2.
Canning y Costanera Norte, y sus habitantes fueron conducidos al Albergue de
pendiente de la JNPCD, se planteó (verbalmente) desde la CGT la posibilidad del
uso de una dosis de fuerza. Comentando el desalojo y apuntando a la inoperancia
del poder ante los pedidos obreros de disminuir la jornada de trabajo para resolver
la desocupación planteó que “ Comprobado que los estudios van para largo y que
cuando se terminan son, por lo común contrarios a las peticiones obreras, sería el
caso de pensar en acompañarlos con algunas dosis de fuerza de la misma naturale
za de aquellas que trajeron las jornadas de ocho horas”14''. Sebastián Marotta reiteró
la amenaza de “ acción directa” en el acto realizado en Plaza Once el 8 de junio a
propósito de la implantación de la jornada de 40 horas: “ (...) los mismos que aducen
la imposibilidad de implantar la semana de 40 horas localmente mientras una me
dida idéntica no se adopte con carácter internacional145, son los que se oponen por
todos los medios a su sanción internacionalmente. Ante tan irreductible posición
del capitalismo sólo queda el recurso de la acción directa de los trabajadores para
imponerle lo que no se aviene a conceder por medios pacíficos, en la misma forma
como se impuso antes la jornada de 8 horas, cuya sanción, nacional e internacio
nalmente, sólo sirvió para legalizar una conquista de largo tiempo obtenida por los
obreros mediante su acción en los sitios de producción”146.
Claro que para entonces el incremento de la actividad económica restaba peso
al problema de la desocupación.
LOS I N T E N T O S DE O R G A N I Z A C I Ó N D E L OS D E S O C UP A D O S D E S D E O T R A S C O R R I E N TE S
D E L M O V I M I E N T O O B RE R O
Como vimos, sólo algunos gremios se dieron una política para sus afiliados
desocupados; la CGT y el PS, por su parte, no plantearon la organización de los
desocupados. Esa política surgió de las organizaciones político-sindicales más ra
dicalizadas del movimiento obrero: los anarquistas y los comunistas. Esto mismo
hace difícil encontrar registro escrito de sus actividades, ya que habían sido pues
tas fuera de la ley y perseguidas.
El Bureau Político Sudamericano de la Internacional Comunista había fijado
entre sus políticas el pedido de subsidio para los desocupados, a la vez que indica
ba que “cada célula, cada grupo sindical, cada organismo de base debe editar lite
158 Las alternativas de la negociación entre la UF, las empresas y el gobierno, y también las de La Fraternidad,
que culminaron en el "laudo Justo" de octubre de 1934 pueden verse en Del Campo, Hugo; Sindicalismo y
peronismo; Buenos Aires, Clacso, 1983; pp. 81-84. También en Horowitz, Joel; Los sindicatos, el estado y el
surgimiento de Perón 1930-1946; Buenos Aires, Eduntref, 2004, pp. 131-137. Y en Marotta, Sebastián; El mo
vimiento sindical argentino; tomo III, Buenos Aires, Calomino, 1970. La Fraternidad, por su parte, convino con
las empresas que los trabajadores donaran a éstas una parte de su sueldo. La negociación con las empresas
fue duramente criticada desde un comienzo por los militantes comunistas que las calificaron como “ofensiva
capitalista en los ferrocarriles” y “frente único de las empresas, la Junta y los dirigentes fascistas" [La Intema-
ciona\, diciembre de 1930).
159 Boletín CGTN° 1,15/1/1932, p. 4.
160 Boletín CGTN° 16,1/5/1933; p. 6.
161 Boletín CGT N° 8, agosto de 1932.
ratura y especialmente periódicos, en todos los cuales debe ligarse a las cuestiones
planteadas las reivindicaciones de los desocupados y la denuncia de los muertos de
hambre o de frío o los suicidados de desesperación”162.
Hemos encontrado referencia a la existencia de organizaciones de desocupa
dos en Dock Sud163; Avellaneda, Piñeyro y Puente Alsina, todas estas vinculadas al
Sindicato Obrero de la Industria de la Carne y al Comité de Unidad Sindical Clasista
(CUSC)’64; en Capital Federal: Comité de Agitación Pro Inquilinos y Desocupados,
vinculado a la Federación Obrera Local Bonaerense (FOLB), en Puerto Nuevo, en
Villa Desocupación y en Villa Pueyrredón165; y en Zárate166.
Después del ataque policial al acto del 16 de mayo de 1933 en Puerto Nuevo, al
que nos referiremos más adelante, el Comité de ese lugar propuso la formación de
un Comité Nacional de Desocupados167. Con motivo de los ataques policiales contra
asentamientos y Villa Desocupación, ocurridos el 26 de julio168 y el 4 de agosto de
1933 169, los Comités de Desocupados del Frente Único hicieron
“ un llamado a todos los obreros ocupados y desocupados pidiendo su
apoyo en las justas reclamaciones, e intensificar la lucha por las reivindi
caciones de la enorme masa de desocupados que va aumentando en todo
el país (...): Un subsidio a los desocupados o pan y trabajo. Por el no pago
de alquileres estando desocupado. Por galpones limpios, ropas y comida
suficiente para todos. Asistencia médica gratuita para los enfermos. Reti-
162 AGN - Fondo Justo; Caja 45, Documento N° 135. Ya hemos citado información publicada en el periódico
comunista La Internacional sobre desocupados muertos de frío y hambre.
163 El periódico comunista denunció que "La perrada [la policía] del Dock Sur quiere impedir que los obreros
desocupados se organicen y luchen junto con los obreros de las empresas por la obtención de un subsidio
diario, pago por la Municipalidad y las empresas (...) De tal manera una dotación policial llegó a los barrios
pobres y pieza por pieza hace salir a los ocupantes. A los que trabajan se los manda de nuevo a dormir, y a los
desocupados se los amontona y se los lleva a la comisaría. Una vez allí, el comisario, les provee de un pasaje o
sencillamente les dice que desalojen el barrio y que se vayan al campo. (...) Impidamos los designios malvados
de la burguesía. Organicemos comités de desocupados y luchemos por el derecho a permanecer en las ciudades
y por un subsidio (...)" {La Internacional, 7/1/1932).
164 La Internacional, 27/2/1932. Junto con agrupaciones sindicales de los frigoríficos Anglo, La Negra, La
Blanca, Talleres Metalúrgicos San Martín, las fábricas textiles de Campomar y Giardino, la destilería petrolera
Diadema, la curtiembre La Franco-Argentino y el grupo sindical juvenil de la Cristalería Papini “se han reunido
en conferencia sindical para estudiar la situación del proletariado de Avellaneda y establecer cómo luchar contra
el hambre (...)” (ídem).
165 Volante en AGN - Fondo Justo; Caja 45, Documento N° 135, julio de 1933.
166 "Se estableció la existencia de dos comités de desocupados, uno de los cuales era dirigido por Rojas y los
componentes de las diferentes células” (AGN - Fondo Justo; Caja 45 Documento N° 70, p. 4).
167 La Internacional, 12/6/1933.
168 “ El día 26 del mes pasado la policía quemó 40 ranchos con la ropa de los que en ese momento se hallaban
afuera, sin tener consideración con los enfermos, dejándoles al frío en estos días de invierno. A esto se agrega
los golpes que recibieran varios de los nuestros, no sólo por las protestas justas, sino también por el hecho de
preguntar dónde dormiremos esta noche" (“Llamado del Comité de Desocupados Puerto Nuevo Canning"; La
Internacional, 23/8/1933).
169 Relatado más arriba en este capítulo.
ro de la vigilancia policial de los campamentos. Contra el trabajo forzoso.
Por la libertad de los presos” 170.
170 "Llamado del Comité de Desocupados Puerto Nuevo Canning”; La Internacional, 23/8/1933.
171 También reivindicaba una política de toma de viviendas, aunque no hemos encontrado referencia a que
se haya puesto en práctica: “ Nosotros debemos resistir a ese desalojo [de los campamentos] y los obreros
ocupados y sus sindicatos deben apoyarnos! ¡Hay muchas casas desalquiladas! Que ellas se les faciliten a los
desocupados con familia para habitarlas gratuitamente. ¡Que los grandes rentistas paguen ia desocupación y
no nosotros que sufrimos por ella!" [La Internacional, 11/12/1933).
172 La Internacional, 11/12/1933.
carecen de pan, sin preocuparse para nada de la organización comercial
capitalista que contribuye, con su fundamento de beneficio personal, a
agravar el problema. No esperemos que esta solución se imponga de otra
manera que por la vía revolucionaria, de acción directa popular. El capi
talismo no se avendrá más que por la fuerza a perder sus privilegios. Y
en la Argentina, donde el latifundismo es tan fuerte y constituye el mal
principal, es este mismo latifundismo el que, desde el gobierno o fuera
de él, dicta la ley. No hay más soluciones que las que imponga el pueblo
dirigido por la necesidad de asegurar el pan para todos. Estas soluciones
implican la revolución social y hacia ella debemos marchar sin vacilacio
nes. No habrá paz social, no habrá organización armónica y solidaria de la
colectividad humana, mientras no se destruya de raíz la propiedad privada
y su sostenedor, el Estado tirano y parasitario”173.
176 "Desde fines de 1929 y particularmente en 1930 (...). El descontento obrero y popular crecía. Huelgas
y protestas, manifestaciones de desocupados en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba iban cobrando mayor
envergadura” (Manzanelli, Jesús; La vida de un dirigente obrero y comunista cordobés; Buenos Aires, Centro de
Estudios Victorio Codovilla, 1971).
177 La Protesta, 27/12/1930.
178 La Internacional, diciembre de 1930.
179 Toda la información sobre este mitin está tomada de Fernández de Ullivarri, María; Trabajadores, sindicatos
y política en Tucumán, Tesis Doctoral en Historia, UBA, 2010, pp. 87-101. La autora atribuye la iniciativa a los
sindicatos con conducción comunista, aunque mantienen una ligazón con la FORA. Sin embargo de la misma
descripción parece desprenderse una activa participación anarquista en la convocatoria y una más amplia
presencia en la concentración. Resulta llamativo que el acto fuera autorizado por las autoridades provinciales
así como la ya citada participación del PSI y la explícita afirmación de que el acto no es contra el gobierno, al
que tanto anarquistas como comunistas, ferozmente perseguidos por Uriburu, tenían como abierto enemigo.
180 Manifiesto del Sindicato Autónomo de Obreros Albañiles y Anexos, citado en Ullivarri; op. cit., p. 89.
181 Ullivarri; op, c it: p. 94.
En la prim era mitad de marzo de 1932 “ (...) cientos de obreros desocupados
llegaron hasta el centro de la ciudad [de Buenos Aires] en m anifestación, exigiendo
el subsidio para los desocupados”, y se enfrentaron con la policía m ontada que
intentó im pedirles el paso. Se anunció que el 20 de ese mes, “ día de la desocupa
ción”, se realizaría una asam blea de desocupados en el cine La Perla, de Piñeyro,
organizada por un comité de Desocupados de A vellaneda, y dos grandes mítines en
la Capital, estos últimos con la consigna de “ gran jornada contra la desocupación,
por el subsidio” '83.
En la m añana del 21 de septiembre de 1932 una importante m anifestación de
desocupados “ entonando canciones obreras y ostentando carteles alusivos a su
situación” 183 m archaba por el centro de Rosario hacia una “ olla popular” 18" ubicada
en la esquina de Córdoba y Buenos Aires, cuando agentes y caballería de la policía
intentaron dispersarlos; se produjo un choque callejero, con pedradas y sablazos,
que dejó “ numerosos agentes y participantes de la m anifestación (...) contusos”,
según La Vanguardia, 20 heridos de acuerdo a La Protesta, y alrededor de 50 m ani
festantes apresados, en lo que coinciden am bas fuentes185.
Al día siguiente, obreros desocupados realizaron un acto en San Francisco
(Córdoba), elevando a la intendencia una nota en la que solicitaron la disolución de
la Oficina M unicipal del Trabajo, “ por considerar nula su gestión en favor de la cla
se trabajadora” 186. En esos días también hubo aglomeraciones de desocupados en
General V illegas, provincia de Buenos Aires, incluyendo una frente al municipio,
en la que 500 desocupados reclam aron trabajo187.
Aproximadamente en octubre de 1932 se realizó en la plaza de Las Rosas, S an
ta Fe, una asam blea pública en la que se votó un pliego de condiciones, que fue pre
sentado a la m unicipalidad y al jefe de policía del Departamento por la Asociación
Libertaria de Trabajadores local:
Por su parte La Protesta, con motivo del hecho del 20 de noviembre de 1933,
dijo:
Cortés Conde, Ram ón; Historia de la Policía de la Ciudad de Buenos A ires; Buenos
Aires, Biblioteca Policial, 1936; tomo II.
Departam ento N acional del Trabajo; Boletín Inform ativo; Época VII, N° 220-221-222,
Buenos Aires, 1939.
D epartam ento N acional del Trabajo; Investigaciones Sociales; Buenos A ires, 1940.
García, A licia; “ Crisis y desocupación en los años ’30 ” ; en revista Todo es Historia N°
154, marzo 1980.
Horowitz, Joel; Los sindicatos, el estado y el surgim iento de Perón 1930 -19 46 ; Buenos
Aires, Eduntref, 2004.
Iñigo Carrera, Nicolás; “ La huelga general política de 1932: descripción de los inicios
de un ciclo en la historia de la clase obrera argentin a” ; PIM SA-Documentos y
Comunicaciones 2 0 0 1; Buenos Aires, 2002.
Marotta, Seb astián ; El movimiento sindical argentino; Buenos Aires, Lacio, i960.
Marotta, Seb astián; E l movimiento sindical argentino; tomo III, Buenos Aires, Edito
rial Calom ino, 1970.
Partido So cialista; Sin p a n y sin trabajo. E l Partido Socialista y la lucha contra la d es
ocupación; Buenos Aires; 1934.
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