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Desde hace tiempo las luchas por el pasado tienen lugar en el marco de un tipo de formación
política: los estados nacionales. Estas historias en conflicto han tendido a ser historias nacionales o
referidas a algún tramo del pasado nacional.; las naciones se entendían, tenían un pasado común.
A partir de las primeras décadas del siglo XIX, algunos intelectuales dedicados a la investigación
histórica plantearon los requisitos que esta debía cumplir, a saber la investigación en base a
documentos escritos, la objetividad, etc. A partir de 1870, se introduce definitivamente en las
universidades, y se introduce como objetivo formar ciudadanos y patriotas, a través de la enseñanza
de esta en la escuela, o de la evocación por la vía del ritual patriótico, todos elementos del proceso
de nacionalización de las masas. En las últimas décadas del siglo XIX, se construyen narraciones del
pasado nacional y de los orígenes argentinos, ejemplo de ello son Bartolomé Mitre y Vicente Fidel
López, quienes libran una “batalla de ideas” que inaugura la historiografía argentina. Para Mitre la
nacionalidad era el fruto de una antigua sociabilidad forjada en la penuria inicial de los tiempos
coloniales donde el actor social relevante era la sociedad toda, en tanto López hace hincapié en la
elite porteña y en la revolución de mayo, nudo crucial de la nacionalidad. Durante los años cercanos
al centenario, se llevan a cabo algunas señales de trasformación; se inaugura un periodo de historia
parcial y discontinua.
Surgimiento de la Historiografía Erudita, Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López
De la Historia oficial al Revisionismo Rosista, corrientes historiográficas en la argentina, Norberto Galasso
Desde comienzos del siglo XX, el debate que protagonizaron Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López
en los primeros años de la década del ochenta del siglo pasado, fue concebido como un punto de
inflexión para la historiografía argentina, a partir del cual, los historiadores creyeron necesario fijar
una posición. Mitre parecía ofrecer una alternativa más adecuada para aquellos que centraron sus
expectativas en la profesionalización de la disciplina, por el énfasis que habría puesto durante el
debate en la crítica documental. Se vulgarizó así la idea de un enfrentamiento entre una historia
erudita y una historia filosófica ajena a tales requisitos.
… la crítica (prensa y revistas culturales) se convertiría en eficaz instrumento de consagración y
disciplinamiento que, a la vez que contribuía a fijar las reglas de un oficio y las prácticas que lo
regían, modelaba la imagen de quien lo practicaba y, en cada uno de esos actos ella misma se
constituía y autolegitimaba.
Mitre-Vélez Sarsfield
Vélez Sarsfield, desde el periódico “El Nacional” pretendía poner en tela de juicio la interpretación
mitrista sobre los sucesos revolucionarios, tal como éste los había presentado en su Historia de
Belgrano, de la que en 1859 se había publicado la segunda edición. El problema se encontraba
centrado en la interpretación de los hechos, y sometido al régimen de la doxa antes que a una
contraprueba de carácter documental. Lo que se hallaba en discusión era el papel jugado por las
provincias en la gesta revolucionaria y, por añadidura, el rol de las mismas en la definición del
sentido de la Nación. Belgrano y Güemes representaban una tensión aún más profunda anclada en
la dicotomía entre élite dirigente y pueblo. La intención de Vélez será la de sobreponer el
protagonismo del segundo por sobre las ideas y acciones del primero.
Mitre, como estadista, incorporará a Sarmiento y a Alberdi al debate, como representantes de dos
escuelas históricas que han atribuido, en el primer caso todo el mérito a la “minoría inteligente” y
en el segundo, al pueblo. Mitre proponía una “justicia distributiva” dando a cada cual el valor que
tuvieron en el desarrollo de los sucesos. Así, mientras la razón y la fuerza serían las armas con las
cuales las elites imponían la dirección de los sucesos, el “instinto” del pueblo inoculaba su varonil
aliento a la revolución.
Como historiador y hombre de letras, la elección del género biográfico lo habría condicionado no a
olvidar al pueblo sino en todo caso a prescindir de su protagonismo en el relato, como político, el
privilegiamiento del héroe estaría justificado por la intención de despertar el sentimiento nacional.
El héroe elegido venía a expresar así tanto el espíritu democrático y republicano como el
sentimiento nacional sobre el cual se asentaba la supremacía de la nación sobre las provincias y, por
este camino, la de la propia buenos Aires y de la burguesía porteña por sobre el resto de los estados
provinciales. Es la ausencia de pruebas y documentos la que descalificaba, para Mitre, la
interpretación de los sucesos propuesta por Vélez Sarsfield y con ella su legitimidad como crítico.
La primera controversia dio lugar a dos obras: Rectificaciones históricas: General Belgrano,
General Güemes, de Vélez Sarsfield, y Estudios históricos sobre la Revolución de Mayo:
Belgrano y Güemes, la respuesta de Mitre.
Mitre-López: Diecisiete años después, la polémica que entablaron Bartolomé Mitre y Vicente Fidel
López entre 1881 y 1882, considerada, como el momento fundacional de la historiografía argentina
del siglo XX, se insertaba en un contexto social, político e historiográfico diverso del anterior.
Removidos los últimos obstáculos para la definitiva consolidación del Estado Nacional y, al propio
tiempo, fijado el consenso respecto al futuro deseado y el camino que debía recorrerse para llegar
a él. La tesis sobre la “preexistencia de la nación” y, por lo tanto, la de su preeminencia por sobre
los estados provinciales, estaba fuera de cualquier disputa.
Ninguno de los protagonistas, ocupaba un lugar preeminente en la escena política.
No era ahora la prensa el soporte material de los argumentos en disputa ni tampoco el público al
que ella interpelaba el sujeto que se pretendía legitimante de los mismos.
López, a diferencia de Vélez Sarsfield, no estaba dispuesto a ceder en ningún momento a Mitre el
lugar del historiador en la contienda.
Tomada la polémica como un enfrentamiento entre una historia filosófica o “hipotética”, como
prefiere Mitre, frente a una historia en la que no se daba un paso sin el aval de los documentos,
carece de originalidad y no justifica el carácter fundacional que le ha atribuido la historiografía
contemporánea.
A diferencia de Vélez, López no ponía en duda la veracidad de los documentos sino, en todo caso,
su correcta transcripción e interpretación. Aceptados los documentos, como base ineludible del
debate historiográfico, se abría paso a una discusión en la que entraba en juego el dominio crítico
de los mismos y con ello, a la promoción del estatuto científico de la disciplina histórica y a su
diferenciación respecto de la literatura. Menos que el uso de documentos, lo que López entendía
que estaba en discusión era el método expositivo.
PAUL GROUSSAC
Texto: EUJANIAN, Paul Groussac, la crítica historiográfica.
En 1916, Juan Agustín García y Ricardo Rojas saludaban la aparición de una nueva generación de
estudiosos del pasado familiar, que el primero llamaría, “Nueva Escuela Histórica Argentina”
(Rómulo Carbia, Ricardo Levene, Diego Luis Molinari, Emilio Ravignani y Luis María Torres)…
caracterizada por: el renacimiento de los estudios históricos a partir de las reglas de la crítica
histórica y de las disciplinas auxiliares en las que Mitre había sido el precursor; esta nueva escuela
era el garante de la que Rojas consideraba la evidente victoria de aquél en su polémica con López.
Rómulo Carbia, en su esfuerzo por colocar a la nueva generación en la cima de un proceso
historiográfico acumulativo, nos dejaba una imagen diferente. Mitre era un precursor, pero las
diferencias debían ser subrayadas… en una concepción del proceso histórico tan atenta a la
cronología que era el verdadero sustento de una historia de la historiografía también ella era
genética.
Los hombres de la “Nueva Escuela” aparecen como el primer grupo de historiadores profesionales
de la Argentina caracterización vinculada con hechos significativos, es claro que ellos no eran
profesionales, o si se prefiere, no poseían una formación profesional específica… la nueva escuela
histórica, más que la primera generación de profesionales, fue la que creó la historiografía
profesional en la Argentina… la profesionalidad de la escuela podía derivar no de su formación sino
de la legitimación que en ese sentido la sociedad local o sus elites estaban dispuestas a concederle,
en tanto una historiografía profesional académica aparecía como una necesidad funcional para la
constitución de un pasado nacional que cobijara la identidad argentina que se esperaba construir
desde la educación patriótica. Los paradigmas europeos adaptados por la nueva escuela, les
proveían instrumentos para la tarea concreta, la heurística y hermenéutica, y si les proponían un
modelo de actitud a adoptar hacia ese pasado que defendía la aspiración a narrar exactamente lo
sucedido.
La Junta de Historia y Numismática, La Academia Nacional de la Historia: Ravignani, Levene.: Las principales
instituciones en las que el grupo de intelectuales de la NEH desarrolló su actividad fueron la junta
de Historia y Numismática Americana —fundada por Mitre (1893) — y el Instituto de Investigaciones
Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, cuyo inspirador y
director fue Emilio Ravignani.
A partir de la crisis de 1930, y más aún durante la presidencia de Justo, se produjo una vinculación
muy estrecha entre la vertiente más conservadora de la Nueva Escuela Histórica —representada por
Ricardo Levene, figura principal de la Junta de Historia y Numismática Americana— y el poder
político. Esta vinculación se manifestó en un conjunto de iniciativas, muchas de ellas de Levene, que
contaron con el apoyo político y financiero del gobierno. Ejemplos de ello fue la transformación de
la junta de Historia y Numismática Americana en Academia Nacional de la Historia, por decreto del
Poder Ejecutivo de enero de 1938, la decisión de editar la Historia de la Nación Argentina dirigida
por Ricardo Levene y la realización del II Congreso Internacional de Historia Americana. La Academia
se convirtió en un centro de referencia obligada para los poderes públicos: funcionaba como una
asesora permanente del Estado y mantenía una estrecha vinculación con el Ministerio de Instrucción
Pública. De este modo, en el período de la restauración conservadora se configuró una suerte de
‘historia oficial”, que se refugiaba en una erudición estéril y no respondía a los dilemas que la
situación política y social imponía a los intelectuales argentinos.
En tanto Mitre continuaba siendo el paradigma para los numismáticos, el Instituto ofrecía el espacio
necesario para la revisión… respecto de los condicionamientos institucionales, debemos destacar
que el IIH forma parte de la estructura universitaria… por su parte, la JHNA ostenta otros
condicionamientos que tienen que ver con su calidad de “academia” en tanto estructura
cristalizada, cerrada, autoselectiva, con poder decisional autónomo y cuyos miembros revisten una
variada extracción profesional y carácter vitalicio.
Tres iniciativas marcan el tono del período: la creación del sistema de juntas filiales y adheridas, la
edición de la Historia de la Nación Argentina (HNA) y la transformación de la JHNA en ANH (1938).
Tanto la JHNA-ANH como el IIH poseían una preocupación común: la indagación histórica…
La Historiografía en el NOA: En el ámbito del noroeste, aparecerán producciones que contienen
datos de historia regional en forma de apuntes, noticias, memorias y estampas, donde se mezcla la
historia con noticias arqueológicas, lingüísticas, folklóricas y etnográficas, una obra valiosa es
Londres y Catamarca, publicada por Samuel Lafone Quevedo en 1888; reviste importancia Adán
Quiroga quien publico Calchaquí en 1897; en Salta Mariano Zorreguieta, Apuntes históricos en la
provincia de Salta en la época del coloniaje, 1872; en Santiago, Baltasar Olaechea y Alcorta, crónica
y geografía en Santiago del Estero, 1900, etc. El género de historia regional tuvo a comienzos del
siglo XX, una nueva y valiosa contribución, Bernardo Frías escribe y publica en 1902, Historia del
Gral. Martin Güemes y de la provincia de Salta; cuya versión de la historia nacional dada por un
hombre del interior, difiere de la versión dada por mitre en su Historia de Belgrano y la
Independencia Argentina. A partir de los años 30, se afianza el movimiento de revisión de la historia
regional; esto tuvo que ver con la creación de las juntas de estudios históricos en las provincias,
instituciones que definieron un sano propósito de esclarecimiento del pasado local mediante la
pesquisa y publicación de ignorados documentos, ejemplo de ello es Elías Octavio Ocampo y Dardo
de la Vega Díaz. En Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, el movimiento revisionista llega en
el 50, de la mano de Ramón Rosa Olmos y Armando Raúl Bazán, por ejemplo. La primera de esas
instituciones es la junta de estudios históricos de Mendoza, fundada en 1934, en 1935 se crea la de
Santa fe y en 1936 la junta de estudios históricos de Catamarca por iniciativa de Alfonso de la Vega
y Cornelio Sánchez Oviedo, se iniciaron ciclos de conferencias y en 1941, se lleva a cabo la
publicación de una revista.; en Tucumán la actividad historiográfica se canaliza por la Junta
Conservadora del Archivo histórico nacional, allí también nace, la facultad de filosofía y letras y luego
el departamento de investigaciones regionales.
EMILIO RAVIGNANI: La historia, la nación y las provincias
Pablo Buchbinder
El período 1830/33 era de sumo interés para Ravignani, lo mismo que la trayectoria de los caudillos
como Rosas, Ibarra, López o Artigas… interés que lo acompañará toda su vida y que se vinculaba
con su preocupación por rastrear los orígenes del federalismo en el Plata. Imprimió a las tareas del
Instituto su sello y un sentido muy particular. El eje estaba constituido por la búsqueda de
documentación en torno al período de la anarquía, de la configuración de la Liga Litoral y de la acción
de Artigas desde la década de 1810. Los problemas relativos al origen de las autonomías e
instituciones provinciales, a la génesis y desarrollo del federalismo en el Plata se revelaban como
dominantes. El federalismo se perfilaba como el tema prioritario y la década del 20 asistió a nuevos
enfoques y tratamientos por parte de Ravignani y otros historiadores.
“Su preocupación central, fue rastrear el germen histórico de la Constitución de 1853 y de las
disposiciones en ella incluidas. Su propósito era indagar en torno al surgimiento de las instituciones
que, en forma tan irregular, regían al estado argentino en su propio tiempo. En este contexto es que
buscaba descubrir la génesis y la raigambre del federalismo y de los procesos que conducían a la
firma del Pacto Federal de 1831. Rastreo así estos orígenes no en el seno de la intelectualidad
porteña, sino en la acción y el pensamiento de los caudillos y las masas del Interior. Sus trabajos
giran entonces en torno a la concepción de un federalismo que es asumido por los caudillos como
bandera indeclinable y es legitimado mediante el respaldo popular”. En síntesis se trataba de
percibir como se iba plasmando la tendencia hacia la Constitución durante el periodo conocido
como “la Anarquía”.
A través de diversas publicaciones, Ravignani destaco el arraigo que las ideas federales tenían en el
cuerpo social de las provincias. Según Ravignani, la incorporación de Rosas a la Historia Argentina
no se justificaba solamente haciendo referencia al rol cumplido en la creación del orden institucional
argentino, no podía estar ausente aquí el anhelo de objetividad e imparcialidad que profesaban los
historiadores de la Nueva Escuela Histórica. En esta perspectiva, era indispensable, según Ravignani,
despojar el estudio de esta época de las pasiones partidarias que habían obnubilado su visión
durante tantos años. Estos eran los fundamentos sobre los cuales intentaba Ravignani en la década
del 20 construir una nueva visión de Historia Argentina de la primera mitad del siglo XIX.
Bibliografía
-Alejandro Cattaruzza, Los Usos del Pasado; Norberto Galasso, De la Historia Oficial al Revisionismo Rosista, corrientes historiográficas
en la argentina; EUJANIAN, Paul Groussac, la crítica historiográfica; Oscar Terán, Positivismo Y Nación En La Argentina; Nora Pagano. Miguel
Ángel Galante, La NEH: Una aproximación institucional del centenario a la década del 40; Pablo Buchbinder: EMILIO RAVIGNANI: La historia, la nación
y las provincias