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FACULTAD DE HUMANIDADES
Ciclo: XI ciclo.
Por ello, debemos recordar que el cambio de nombre no tiene por qué afectar
al contenido básico y bien establecido de la sexualidad humana. En cualquier
caso como grupo nos hemos guiado de las recomendaciones actuales
propuestas en el DSM-5 en el desarrollo de este apartado y por ello
adoptaremos prioritariamente el término de identidad de género en lugar de
identidad sexual para referirnos al tipo de trastornos sexuales considerados en
él.
Otero citado en Belloch, Sandìn y Ramos (2008) explica que la función de los
andrógenos en la diferenciación sexual no se limita a la formación de los
genitales, sino que existen datos que señalan que actúa también a nivel
cerebral, en concreto sobre el hipotálamo.
Por otro lado, Caballo, Salazar y Carrobles (2011) Indican que los trastornos
de la identidad de género se caracterizan por la identificación intensa de una
persona con el sexo opuesto al que se le fue asignado en el momento del
nacimiento por sus características sexuales anatómicas y que se suele ir
acompañada de un gran malestar y un rechazo persistente por el propio sexo
asignado, junto con el deseo intenso de querer cambiarlo y vivir como una
persona del otro sexo en los casos más acentuados. Y todo ello, sin que este
estado pueda ser atribuido a la existencia de anomalías genéticas, anomalías
físicas intersexuales o trastornos mentales graves, como la esquizofrenia.
CAPÍTULO II
TRASTORNOS DE LA IDENTIDAD SEXUAL
2.1 Breve reseña histórica
Belloch, Sadín y Ramos (2008) indica que estos trastorno se caracterizan por la
existencia de una incongruencia entre el sexo anatómico del individuo y su
propia identidad de género (percepción de ser hombre o mujer), esto se puede
presentar de forma leve, es decir que la persona identifica perfectamente a qué
sexo pertenece, aunque experimenta malestar y sentimientos de adecuación
respecto a ello, por otra lado, una forma más grave es cuando junto a dichos
sentimientos de malestar, la persona tiene la sensación de pertenecer al sexo
opuesto.
2.2.1 Etiología de los trastornos de la identidad sexual
Transexualismo (F64.0)
Travestismo no fetichista (F64.1)
Trastorno de la identidad sexual de la infancia (F64.2)
Otros trastornos de la identidad sexual (F64.8)
Trastorno de la identidad sexual no especificado (F64.9)
2.1.3 Clasificación según DSM-5 (2014):
Por otro lado, la Guía para el Diagnóstico Clínico (2014) [DSM-5], clasifica al
presente tema como Disforia de género dividiéndolo en tres categorías, en
ambas la duración es de 6 meses o más:
El término se utiliza tanto para aquellos que deciden cambiar sus genitales
como para los que no toman tal decisión.
Sue, Wing y Sue (2010) indica que las personas con este trastorno mantienen
a los largo de su vida la convicción de que la naturaleza los puso en el cuerpo
del genero equivocado, es por ello que ese sentimiento produce un gran
preocupación por eliminar su físico “natural” y la características de su conducta
sexual y adquirir las del sexo opuesto.
El sexo psicológico, que tiene que ver con cómo nos identificamos
nosotros mismos, y el sexo social, que determina cómo nos mostramos
en nuestra vida diaria al resto de la sociedad dependiendo de si somos
hombres o mujeres.
A. Deseo de vivir y ser aceptado como un miembro del género opuesto, por
lo general acompañado por el deseo de modificar mediante métodos
hormonales o quirúrgicos el propio cuerpo para hacerlo lo más
congruente posible con el género preferido.
B. La identidad transexual ha estado presente de forma persistente por lo
menos dos años.
Kaplan en 2007 señaló que si bien en un trastorno muy poco frecuente, la tasa
de prevalencia es de 1 por cada 10 mil hombres y de 1 por cada 30 mil
mujeres.
El DSM-5 (2014) apoya de igual forma la afirmación de que la disforia de
género es infrecuente y que aproximadamente se da en el 1% de individuos
genéticamente masculinos y que una tercera parte de dicho porcentaje se de
en personas genéticamente femeninas.
2.2.4 Aspectos Evolutivos
En varios estudios efectuados por Farré (1997) con 51 transexuales a los que
se aplicó el SCL 90 y MMPI, encontramos mayor presencia de somatizaciones
y ansiedad que lo que es habitual en el grupo control, si bien están pendientes
de la ampliación de estos datos.
Dixen et al, (1984) investigaron 479 hombres que esperaban reasignación
quirúrgica: 11,8% presentaban trastornos psiquiátricos que obligaron al
internamiento; 25,5% se habían intentado suicidar; 30,7% habían abusado de
las drogas; 43,2% estaban implicados en conductas de prostitución o en delitos
que en parte correspondían a su situación de marginación, en parte a
trastornos de personalidad antisocial. En cualquier caso, conviene tener en
cuenta estos datos a la hora de aceptar a un candidato para la intervención
quirúrgica.
2.3 Travestismo no fetichista
Bancroft (citado en Belloch, Sandín y Ramos ,2008), indica que las personas
que presentan el mencionado trastorno, normalmente se visten con las prendas
de vestir propias de sus sexo, pero que eventualmente cambia de indumentaria
para hacerse pasar por miembro del sexo opuesto.
Consiste en llevar ropas del sexo opuesto durante una parte de la propia
existencia a fin de disfrutar de la experiencia transitoria de pertenecer al sexo
opuesto, pero sin ningún deseo de llevar a cabo un cambio de sexo
permanente y menos aún de ser sometido a una intervención quirúrgica para
ello. Debe ser distinguido del transvestismo fetichista, en el que hay una
excitación sexual acompañando a estas experiencias de cambio de vestido
(F65.1)
Consiste en llevar prendas de vestir del sexo opuesto durante una parte de la
propia vida a fin de disfrutar de la experiencia transitoria de pertenecer al sexo
opuesto, pero sin ningún deseo de llevar a cabo un cambio de sexo
permanente o ser sometido a ninguna intervención quirúrgica para ello, y sin
excitación sexual acompañando a esta experiencia.
En tal sentido, los niños con un trastorno de la identidad sexual niegan sentirse
afectados, aunque debido a este problema pueden sentir un malestar debido al
conflicto generado por las expectativas de su familia o compañeros así como
las burlas o rechazo al cual pueden estar sometidos.
De esta manera, estos trastornos han sido mejor estudiados en chicos que en
chicas. Lo más característico es que desde los años de preescolar los chicos
se interesan por juegos y otras actividades que corrientemente se asocian con
mujeres y suele haber una preferencia por vestirse con atuendos femeninos.
Puede existir un intenso deseo de participar en los juegos y pasatiempos de las
chicas y las muñecas son un juguete favorito y por lo general prefieren a las
chicas como compañeros de juego.
Por otro lado, las chicas con este trastorno suelen tener compañeros de juego
masculinos y demuestran un ávido interés en deportes y juegos rudos. En
cambio no demuestran interés en muñecas o por representar papeles
femeninos en juegos tales como “papas y mamas” o “las casitas”. La mayoría
abandonan su insistencia exagerada por actividades y atuendos masculinos a
medida que se acercan a la adolescencia pero mantienen una identificación
masculina y continúan presentando una orientación homosexual en la vida
adulta.
Se señala que los comportamientos del género opuesto suelen iniciar a los tres
años, y los pacientes no son referidos hasta años después. Los niños prefieren
jugar con muñecas, asumen un rol femenino en el juego, se visten como el
sexo opuesto y se vinculan con un grupo de niñas. Lo mismo sucede con las
niñas, estas asumen un rol masculino y rechazan con intensidad actividades
femeninas.
CAPÍTULO III
INTERVENCIÓN EN LOS TRASTORNOS DE
IDENTIDAD SEXUAL
Estos trastornos se encuentran entre los más difíciles y complejos de abordar y
resolver. Un aspecto importante que debe plantearse el terapeuta al abordar estos
problemas es el grado de identificación sexual cruzada que presenta el sujeto
transexual. De modo que, cabe recalcar que la mayoría de la persona que se
autocalifican de transexuales, no lo son en un sentido estricto del término, sino que
con frecuencia sufren otras patologías, a veces incluso de tipo psicótico, o están
afectadas de otros trastornos de la personalidad o psicopatológicos que les hacen
sentirse inseguras de su propia masculinidad o femineidad; y todo ello asociado a la
falta de información, los errores y los prejuicios que cultural y socialmente se tienen
sobre la sexualidad, conlleva a hacer atribuciones erróneas sobre ciertas experiencias y
características físicas o psicológicas y a autoetiquetarse de transexuales o de otro
trastorno sexual sin serlo propiamente.
Los casos más extremados de dicho trastorno son en los cuales la persona presenta
una clara y completa identificación con el sexo o género opuesto al asignado
socialmente en el momento del nacimiento. En casos como este la opción más
recomendable y la cada vez más utilizada en la actualidad, es la Terapia de
reasignación sexual, cuyo objetivo principal es la modificación de la morfología sexual
secundaria de la persona, su sexo biológico, para hacerla coincidir con el sexo o genero
sexual con el que realmente se siente psicológicamente identificada. Este proceso de
cambio, podría ser extenso, incluyendo desde la simple terapia hormonal e
intervenciones morfológicas estéticas o de cirugía plástica menores hasta la completa
modificación o inversión quirúrgica de los genitales, según el caso.
3.1 Protocolo de tratamiento de la transexualidad en la Unidad de Trastornos de la
Identidad de Género (UTIG)
*Valoración inicial
-Entrevista de valoración inicial (descartar diagnostico psiquiátrico
grave)
*Se acepta o no se acepta en la UTIG
Abordaje *Evaluación psicológica
psicológico - Historia clínica biográfica
-Datos de identidad de género
-Estructura de personalidad
-Síntomas ansioso-depresivos
-Calidad de vida y bienestar psicológico
*Terapia hormonal (TH) cada tres meses (primer año) y cada 6 meses
Tratamiento (segundo año) durante dos años antes de pasar a la fase quirúrgica.
hormonal (TH) y *Experiencia o prueba de vida real: cambio de roles, cambio físico y
experiencia de adecuación al sexo sentido.
vida real *Intervenciones o ayudas individuales y grupales.
*Evaluaciones psicológicas de apoyo y seguimiento de caso.
Intervenciones *Mamoplastía o mastectomía, histerectomía, anexectomía u
quirúrgicas para orquidectomia y cirugía de reasignación de sexo (CRS)
modificar las *Tratamiento psicológico de preparación para CRS.
características *Apoyo psicológico de mantenimiento y seguimiento.
sexuales
2. Que observe las experiencias sin tener que etiquetarlas y llevarlas a ser
literalmente ciertas.
Como indica Rey (2008), la ACT permite intervenir sobre conductas que ponen
en riesgo la salud, como conductas sexuales de riesgo o el consumo de
alcohol, por el trabajo en los componentes de compromiso personal inherente a
la misma terapia.
Otro aspecto que dificulta la intervención con los pacientes que sufren parafilias
u homosexualidad egodistónica, y que habría que tener en cuenta, es el
referente al hecho de que estos sujetos suelen perder la capacidad para
disfrutar con las relaciones sexuales normalizadas. Esto se debe a que una
relación sexual adecuada no le va a permitir descargar tanta tensión como una
relación parafílica (o una relación homosexual en el caso de la homosexualidad
egodistónica). También ocurre que cuando estos individuos mantienen una
relación sexual normalizada, lo hacen con la sensación de que es su
obligación, de que deben intentar disfrutar con dichas relaciones y olvidarse de
sus gustos paralíticos u homosexuales. Para ellos una relación sexual
normalizada es una prueba o examen y nadie disfruta en los exámenes. Por
este motivo, se hace fundamental que la intervención se lleve a cabo
preferiblemente antes de que los sujetos hayan mantenido realmente las
conductas sexuales inapropiadas.
CONCLUSIONES
4.1 Conclusiones