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Cargas estáticas y dinámicas

Son todas aquellas fuerzas a las cuales esta sometida la estructura de un edificio. Las
estructuras soportan dos tipos de cargas básicamente: Estáticas y Dinámicas.
Cargas Estáticas
Son todas aquellas cargas que no varían su magnitud durante el transcurso del tiempo,
puediendo clasificarse como:

 Cargas Permanentes: son las cargas generadas por el peso propio de la estructura
del edificio, más las cargas generadas por el peso propio de los elementos
adheridos a la estructura (ej: muros, techos, etc)
 Cargas Accidentales: son las cargas relacionadas con el destino, el uso y el clima
de la región donde se encuentra el edificio (personas y mobiliario, nieve y agua).
Cargas Dinámicas
Son aquellas cargas que actúan sobre la estructura en forma repentina, variando su
magnitud y ubicación durante el transcurso del tiempo.

Entre ellas encontramos:

 Carga de Viento: producen presión y/o succión sobre paredes y techos,


dependiendo de la geometría del edificio.
 Carga Sísmica: resultan del repentino movimiento de las capas de la tierra. Su
resultante es tridimensional y se propaga en forma de ondas. Este fenómeno
provoca que la superficie de la tierra, y cualquier edificio sobre ella, entre en
vibración, debido su tendencia a permanecer en reposo.
Solicitaciones Estructurales
En el análisis de una estructura se debe considerar la magnitud, la dirección y el punto
de aplicación de las fuerzas, resolviéndolas para producir un estado equilibrio:

 La sumatoría de todas las fuerzas verticales es = 0.


 La sumatoría de todas las fuerzas horizontales es = 0.
 La sumatoria de todos los momentos de las fuerzas respecto de un punto es = 0.
De igual manera como cada elemento estructural está cargado, su soporte debe
reaccionar con una fuerza igual pero de sentido contrario.

Elementos Estructurales
Las cargas externas actuantes sobre las estructura generan como reacción a ellas ,
tensiones internas dentro de los elementos estructurales.

 Columnas: transmiten cargas axiales de compresión, centradas o excéntricas.


 Vigas: transfieren la carga lateralmente a lo largo de su longitud, hacia los
apoyos. Un caso especial de viga es la viga reticulada, que consiste en un
conjunto de elementos rígidos unidos entre sí formando triángulos, siendo éstos
los que le otorgan la rigidez.

 Pórtico: combinación de Columnas y Vigas capaz de tomar cargas horizontales


en su plano, siempre y cuando, la unión entre columnas y vigas sea rígida.
 Tabiques: si se completa el espacio entre columnas y vigas tenemos un tabique
que es capaz de soportar esfuerzos laterales.
 Losas: son elementos estructurales con capacidad de tomar cargas
perpendiculares a su plano, teniendo dos dimensiones mucho mayores que la
tercera.

Un terremoto es un fenómeno de sacudida brusca y pasajera de la corteza terrestre


producida por la liberación de energía acumulada en forma de ondas sísmicas. Los más
comunes se producen por la actividad de fallas geológicas.
Cerca del punto donde se originó el sismo (epicentro) se perciben movimientos
intensos tanto verticales como horizontales; mientras que en lugares alejados cientos de
kilómetros, el movimiento predominante es el horizontal.
Las estructuras se dimensionan, normalmente, para cargas de tipo gravitatorio, es
decir, cargas estáticas que actúan sobre un elemento. Las acciones sísmicas, así como
otras acciones no gravitatorias, son cargas dinámicas.
Cuando se somete una construcción a movimiento horizontal del terreno, se
generan fuerzas laterales (fuerzas de inercia o fuerzas sísmicas). Las fuerzas a que es
sometida la estructura dependen de su masa y de su altura; mientras más peso en la parte
superior, mayor es la fuerza lateral que se generará en la construcción.
El movimiento que generan los terremotos consiste en una vibración en la superficie de
la tierra cuya dirección contiene las tres componentes espaciales: dos horizontales y
una vertical. Ese movimiento vibratorio produce unas fuerzas de inercia que sacuden
los edificios horizontal y verticalmente, y en algunas ocasiones también se generan
fuerzas de rotación que complican todavía más el comportamiento y la estabilidad de la
estructura.
Realmente, la componente horizontal de la acción sísmica (en cierto modo similar a la
del viento) es mucho más importante que la vertical, ya sea la estructura de
mampostería, ladrillo, hormigón o acero. Aunque en algunos terremotos de gran
magnitud se han llegado a registrar aceleraciones horizontales próximas a la de la
gravedad, movimientos mas pequeños pueden producir daños muy graves en los
elementos verticales de los edificios (pilares, columnas, muros,…), que son los que más
influyen en su estabilidad, por lo que un fallo en ellos pueden hacer colapsar el edificio.
Por tanto, se requiere que la seguridad sismorresistente sea superior en los nudos
que en sus piezas -vigas o pilares- y que la de estos últimos sea superior a la de las
vigas (viga debil – pilar fuerte)
Si se sobrepasa el régimen elástico de algún material puede deformarse sin tender a
recuperar su forma (régimen plástico) o si responde frágilmente, romperse. Desde este
punto de vista los materiales de construcción más seguros son los elásticos y
coherentes (como la madera y el hormigón armado).
En caso de que coincida la frecuencia de la onda sísmica y la frecuencia de oscilación
del edificio se produce el fenómeno de la resonancia. Esto producirá, probablemente,
el derrumbe del edificio. Normalmente, sin embargo, se originan grandes
deformaciones y la rotura de algunas partes del edificio varía su frecuencia de
oscilación por lo que la construcción tenderá a estabilizarse.
Al analizar los efectos que producen los terremotos, la configuración urbanística de
las ciudades adquiere gran interés. A lo largo de la historia la forma de las ciudades ha
ido transformándose, pasando de trazados con calles irregulares, en particular
correspondiente a la época islámica en España, a otras con calles más amplias,
rectilíneas y perpendiculares entre sí. Este cambio ha estado motivado
fundamentalmente por la propia evolución de los conceptos urbanísticos, pero en
algunos casos también por la necesidad de trasladar a otros lugares las ciudades
destruidas por terremotos. La anchura de las calles puede ser un factor crítico a la hora
de favorecer los daños. En calles estrechas, la caída de casas puede afectar a las
contiguas como si se tratase de un castillo de naipes. Desde un punto de vista de la
protección civil, este tipo de calles pueden quedar colapsadas, con lo que el acceso de
las ayudas y suministros puede dificultarse enormemente.
El tipo de suelo en el que asientan los edificios, su relieve, la pendiente del terreno, la
geología superficial y en profundidad y en general las características de las últimas
decenas de metros influyen notablemente en la percepción del movimiento sísmico y
pueden ser determinantes en los daños originados.
Los suelos blandos amplifican el movimiento, por lo que muchas veces el daño que
produce un sismo no es debido a la mala calidad de la construcción, sino a la poca
solidez del suelo. En el terremoto de Lisboa de 1755, se consideró la posibilidad de
desplazar la ciudad de Lisboa hacia la zona de Belén, donde la dureza del suelo era más
favorable. Un fenómeno bastante curioso que generó este terremoto fue el de
la licuefacción, o pérdida de la capacidad de transmisión de esfuerzos motivada por la
acción sísmica, lo que hace que el suelo se comporte como si se tratara de un lodo
inestable. Podemos citar como ejemplo paradigmático de este fenómeno el terremoto
de Niigata (Japón) de 1964, donde los edificios se inclinaron completamente sin que
llegase a romperse la estructura.

En el terremoto de 1806, los daños en Santa Fe (Granada) se atribuyeron a que el


terreno sobre el que se asentaba la ciudad era “cenagoso, flojo y desigual”. También, al
analizar la reconstrucción de Torrevieja, por el terremoto de 1829 se planteó el efecto
del suelo al considerarse por algunos la necesidad de trasladar la ciudad a una nueva
ubicación situada a poco más de media legua ya que en ese lugar no habían caído las
casas.

Además de las características del terreno situado bajo los edificios, los terremotos, a
partir de una determinada magnitud pueden producir efectos en la naturaleza que de
forma indirecta ocasionan gravísimos daños en las construcciones. Uno de los más
destructivos, como recientemente se ha puesto de manifiesto, son los tsunamis u olas
gigantescas capaces de destrozar aquellos edificios cuya estructura resulte más endeble.
El terremoto y tsunami de Japón en 2011 de intensidad 9 produjo un maremoto con
olas de hasta 40 metros y afectó a toda la costa del Pacífico incluso en el continente
americano, el seismo afectó a puertos, aeropuertos, centrales nucleares, ciudades y
telecomunicaciones. Asimismo, otros efectos geológicos de origen sísmico como los
deslizamientos de ladera o la caída de grandes rocas sobre las ciudades, pueden
aumentar notablemente los daños que por si mismo ha ocasionado el terremoto.
España se ha visto afectada por los seismos en múltiples ocasiones. En los siglos IV y
VIII hubo temblores y maremotos en el Golfo de Cádiz que destruyeron la ciudad de
Baelo Claudia, en 1431 otro movimiento produjo graves daños en la Alhambra de
Granada, en 1522 un terremoto de magnitud 6.5 destruyó la ciudad de Almería. En
2011 se registró un sismo de magnitud 5.1 en Lorca especialmente destructor debido a
la combinación de poca profundidad y magnitud moderada. Recientemente, en enero de
2016, se produjo un temblor en el Mar de Alborán afectando a Melilla.
La actividad sísmica tiene gran presencia en varios puntos de la geografía mundial sobre
todo en el Cinturón de Fuego y en la Falla de San Andrés, es decir, en la zona de
Japón, Indonesia, toda la zona de los Andes, la costa oeste de USA, Chile, etc.

La filosofía que encierran las normas sismorresistentes modernas es tratar de evitar


el colapso general o local de las estructuras bajo terremotos fuertes y reducir al
mínimo los daños estructurales y no estructurales ante terremotos de mediana
intensidad. En primer lugar, la normativa ha de considerar una diferenciación según el
tipo de edificio o construcción de que se trate. No es lo mismo hacer un almacén para
guardar fruta que construir un gran hospital.
Las normas modernas tienen en cuenta en el diseño estructural el concepto de
ductilidad o capacidad de deformarse un elemento resistente sin llegar a romperse.
Con objeto de evitar las pérdidas humanas, se diseña un edificio para que ante un
terremoto importante pueda deformarse un determinado elemento de la estructura (viga,
soporte, nudo,…) que aunque lo haga inservible para su uso y hubiese que derribarlo
posteriormente, sin embargo, no colapse.

Respecto a la distribución de masas en el edificio, se debe procurar que estén


dispuestas de la forma mas uniforme posible a lo largo de la altura. La rigidez también
debe distribuirse gradualmente en altura, y para una misma planta, es necesario
uniformidad y simetría. Ningún elemento estructural debe cambiar bruscamente de
rigidez, por lo que si se colocan plantas diáfanas junto con otras plantas muy
compartimentadas, se deberá tener en cuenta la diferencia de esta característica. En
general, deben colocarse elementos de gran rigidez en el perímetro exterior de la planta
y que las vías generales de evacuación, como las escaleras, estarán dotadas de una
resistencia y ductilidad adicional para facilitar su utilización en caso de terremoto.
Otros aspectos a tener en cuenta, ya observados en terremotos históricos, es la necesidad
de que toda construcción debe estar separada de las colindantes una distancia
mínima para mitigar los efectos del choque entre ellas durante los movimientos
sísmicos y también evitar la instalación de conducciones generales atravesando planos
de junta entre edificios, salvo que dispongan de enlaces flexibles adecuados.
Los terremotos ocurren de forma inesperada y aunque la tecnología permite predecirlos
no siempre es posible avisar con tiempo a la población, por eso es aconsejable solicitar a
un experto que le revise la estructura física de su residencia o local y haga las
reparaciones indicadas además de sujetar a la pared los muebles altos y cualquier objeto
que pueda caer. Si nos encontramos en una situación de sismo y el terremoto nos
sorprende dentro de un edificio, el consejo es quedarse en el interior y buscar refugio
bajo un mueble resistente como una mesa o escritorio, junto a un muro de carga,
bajo el dintel de una puerta, lejos de ventanas, espejos y objetos que se puedan
caer, si se decide salir, nunca utilizar el ascensor, siempre bajar por las escaleras y, una
vez en la calle, situarse lejos de edificios (en especial de tejados y fechadas), árboles,
postes eléctricos o puentes que puedan derrumbarse y caer, siempre son preferibles los
lugares abiertos, alejados lo más posible de las casas y, una vez allí, quedarse en él hasta
que cese el temblor.
¿CÓMO AFECTA UN SISMO A UNA EDIFICACIÓN?
Se denomina sismo o terremoto a las sacudidas o movimientos bruscos del terreno
producidos en la corteza terrestre como consecuencia de la liberación repentina de
energía en el interior de la Tierra o a la tectónica de placas. Esta energía se transmite a
la superficie en forma de ondas sísmicas que se propagan en todas las direcciones. El
punto en que se origina el terremoto se llama foco o hipocentro; este punto se puede
situar a un máximo de unos 700 km hacia el interior terrestre. El epicentro es el punto
de la superficie terrestre más próximo al foco del terremoto.

Orígenes de un sismo:
Suelen producirse al final de un ciclo denominado ciclo sísmico, que es el período de
tiempo durante el cual se acumula deformación en el interior de la Tierra que más tarde
se liberará repentinamente. Dicha liberación se corresponde con el terremoto, tras el
cual, la deformación comienza a acumularse nuevamente.
Tipos de sismos:
• Volcánicos: directamente relacionados con las erupciones volcánicas. Son de poca
intensidad y dejan de percibirse a cierta distancia del volcán.
• Tectónicos: originados por ajustes en la litosfera. El hipocentro suele encontrarse
localizado a 10 o 25 kilómetros de profundidad, aunque algunos casos se llegan a
detectar profundidades de hasta 70 kilómetros y también pueden ser más superficiales.
• Batisismos: su origen no está del todo claro, caracterizándose porque el hipocentro se
encuentra localizado a enormes profundidades (300 a 700 kilómetros), fuera ya de los
límites de la litosfera. Se pueden deber a transiciones críticas de fase en las que
materiales que seducen se transforman bruscamente, al alcanzarse cierto valor de
presión, en otros más compactos.

Un sismo no daña a las edificaciones por impacto como lo haría un equipo de


demolición, básicamente lo daña la fuerza de la inercia que se genera a partir de la
vibración de la masa del edificio. La forma y dimensiones del edificio así como su
masa, afectan al edificio.
El peso de los edificios es lo que produce el colapso, ante un sismo los edificios caen
verticalmente, es poco común que caigan hacia los lados. Las fuerzas laterales tienden a
doblar y quebrar las columnas y muros, la acción de la gravedad sobre la debilitada
estructura produce el colapso.

La forma de los edificios también puede influir en la respuesta de estos ante un sismo,
una edificación es un conjunto de partes unidas entre sí, cada una está sujeta a
"esfuerzos" horizontales y verticales por estar unidas con el resto de la estructura.
En cada edificio el movimiento del suelo afecta de diferente forma, la altura influirá con
la fuerza a la que estará sometida la edificación. La proporción es una de las
características más importante para cada edificio, para los edificios altos la altura por la
esbeltez se verá limitado a 4 por 1.

Los edificios demasiado esbeltos al estar sujetos a la fuerza de un sismo tienden a caer
de lado, presentan varias complicaciones al evaluar las fuerzas a las que estarán sujetas
las columnas encontradas en el perímetro del edificio.
Grados de libertad – Concepto y ejemplos

Concepto

En el Método de Elementos Finitos, se separa la estructura en pequeños elementos, lo


suficientemente pequeños como para lograr la precisión adecuada en los resultados
buscados a partir de los elementos de estudio. Aunque en el análisis de pórticos y
cerchas estos elementos no necesitan ser tan pequeños.

Al dividir todo el dominio de la estructura en pequeños elementos, estos elementos


están unidos por nudos. Estos nudos tienen distintas propiedades según las
solicitaciones que se necesiten estudiar. De hecho podría pensarse que son los nudos los
que condensan las propiedades de la estructura discretizada. La representación de
elementos y nudos está mostrada en la siguiente figura:

Como se dijo, estos nudos tienen diferentes propiedades según la estructura que se
desee estudiar. Son en general los nudos los que tienen la propiedad de desplazarse y
rotar, y es a los nudos donde llega toda la carga de la estructura.
Las direcciones en las que cada nudo es capaz de rotar y girar son conocidas como
grados de libertad del nudo. En el caso más general en el espacio tridimensional un
nudo es capaz de rotar en tres direcciones y también de desplazarse en tres direcciones.
Entonces se tendrán un total de seis grados de libertad para el nudo (tres rotaciones y
tres desplazamientos rectilíneos)

Reducción de grados de libertad

Sin embargo, el coste computacional de analizar todas las estructuras con 6 grados de
libertad por nudo es demasiado alto.

Existen muchas estructuras que no necesitan más que unos pocos grados de libertad por
nudo para analizarse satisfactoriamente.

Estructuras con 1GDL por nudo

Por ejemplo, elementos sometidos a compresión simple pueden analizarse con nudos
cuyo desplazamiento sea unidireccional. En el caso de la figura siguiente se analiza la
compresión de la torre producto de su peso propio. Cada nudo lleva consigo el peso
propio de una porción de la estructura.
Otro ejemplo de análisis de nudos con un solo grado de libertad es el análisis dinámico
de estructuras que pueden simplificarse de forma tal que la masa de cada losa se
concentre en un solo punto de análisis, teniendo así una simplificación significativa de
la estructura logrando en muchos casos resultados aceptables. En este caso el
desplazamiento a analizarse es en el sentido de la aceleración. En la mayoría de los
casos la traslación es tan grande comparada con la rotación de las losas, que la rotación
se hace despreciable. Notarás en la siguiente figura que la estructura tiene un solo grado
de libertad por nudo
Estructuras con 2GDL por nudo

Cuando se trabaja con dos grados de libertad, existen dos tipos principales de análisis.
El análisis de vigas y el análisis de cerchas en el plano.

Cuando se trabaja con cerchas (figura acá arriba), cada nudo necesita tener la capacidad
de desplazarse tanto en el sentido vertical como en el horizontal. Los desplazamientos
en los apoyos no se dibujaron debido a que según la configuración del apoyo, estos
desplazamientos están restringidos.
Al trabajar con vigas el desplazamiento horizontal en general no tiene mucha
importancia, ya que las cargas son casi siempre verticales. Debido a esta configuración
de cargas es que el desplazamiento vertical es predominante. Sin embargo debido a que
una viga trabaja a flexión, la forma de los nudos de medir la magnitud de esta flexión es
mediante una combinación de desplazamiento vertical y rotación de los nudos. Es por
eso que una viga trabaja con dos grados de libertad por nudo. Estos grados de libertad
sin embargo son diferentes a los de cerchas, y en consecuencia las ecuaciones que rigen
el comportamiento de estos nudos serán también diferentes. La viga abajo tiene dos
grados de libertad al igual que la cercha arriba, pero estos GDL son diferentes a los de la
cercha:

Se ve que en los apoyos no existe la flecha de desplazamiento vertical. Esto es debido a


que en los apoyos de este tipo el desplazamiento vertical está restringido).

Estructuras con 3GDL por nudo

Cuando se analizan pórticos en el plano, se necesitarán tres grados de libertad por nudo.
Dos de traslación y uno de rotación en el plano estudiado, como se muestra en la figura.
En este caso tanto la rotación como ambas traslaciones son necesarias para formas las
ecuaciones de equilibrio de cada nudo (ver siguiente figura).
Seis Grados de Libertad por nudo

Finalmente los pórticos en 3d cuentan con 6 grados de libertad por nudo, que es el
máximo número de desplazamientos y giros que puede tener un nudo en análisis
estructural. El programa SAP2000 y en general cualquier programa de cálculo
estructural trabaja con este número de GDL a menos que al programa se le indique lo
contrario.

Equilibrio dinámico
El equilibrio dinámico es un equilibrio químico, donde dos reacciones reversibles
ocurren a la misma velocidad, en ambos sentidos, manteniéndose la concentración de
reactivos y productos, constante en el tiempo. Dicho de otra manera, en el equilibrio
dinámico, dos reacciones opuestas ocurren a la misma velocidad.
Un ejemplo práctico y sencillo sería colocar un balde de agua en un espacio pequeño y
cerrado. El agua del balde comienza a evaporar, hasta saturar el aire del lugar. Una vez
saturado el ambiente, se sigue evaporando algo de agua, porque la humedad ambiental
choca contra la superficie del balde y se condensa.

Estos procesos ocurren al mismo tiempo y a la misma velocidad, de manera que la


cantidad de agua evaporada y condensada son constantes. Se puede decir entonces que
existe un equilibrio dinámico entre los procesos de condensación y evaporación de
agua.

Las reacciones que intervienen en el equilibrio dinámico se denominan reacción directa


e inversa. Si la reacción directa ocurre en un recipiente cerrado, cuando la concentración
de los productos alcanza un cierto punto, comienza a producirse la reacción inversa,
hasta alcanzar el equilibrio dinámico químico.

Los reactivos continúan su reacción directa, alimentados por la reacción inversa, que
ocurre a la misma velocidad. El estado de equilibrio se indica colocando una doble
flecha en la reacción.

Se dice que un equilibrio es homogéneo cuando sus componentes se encuentran todos


en la misma fase o estado.

Pongamos el siguiente ejemplo de equilibrio dinámico:

H2 (g) + I2 (g) <———-> 2 HI (g).


La velocidad de la reacción directa está dada por: vd=Kd= [H2][I2]
La velocidad de la reacción inversa sería vi=Ki= [HI]2
Como en el equilibrio las velocidades de reacciones directa e inversa son iguales, el
cociente entre ambas velocidades es una constante K, llamada constante de equilibrio.

K = [HI]2 /[H2][I2]
El valor de K varía con la temperatura a la que ocurra la reacción.
No tenemos que olvidar que para calcular K, la ecuación de la reacción debe estar
ajustada, es decir, con sus correspondientes coeficientes estequiométricos colocados,
cumpliendo con la ley de conservación de las masas.

Las concentraciones de los reactivos y los productos en la fórmula para calcular K en


equilibrio, deben estar elevadas a sus correspondientes coeficientes estequiométricos.

Por lo tanto, si un equilibrio dinámico tiene la forma

el valor de K estará dado por:

Efecto de algunos factores sobre el equilibrio:


Temperatura: Si aumentamos la temperatura, el equilibrio se desplazará favoreciendo la
reacción endotérmica, hasta lograr un nuevo equilibrio.
Concentración de reactivos o productos: si agregamos mayor cantidad de reactivos a
un equilibrio dinámico, la velocidad de la reacción directa aumentará. Luego de pasado
un cierto tiempo, se formará también más producto, y las velocidades de las reacciones
directa e inversa volverán a ser iguales, recuperándose el equilibrio.

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