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Los sismos no son una preocupación solo de la actualidad sino que se remonta a miles de años.
En China se disponen escritos desde hace 3.000 años, que describen el impacto de los
movimientos sísmicos. Mientras que historiadores griegos y romanos elaboraron crónicas de la
antigüedad, las cuales dan cuenta de la destrucción de pueblos y ciudades debido a los
terremotos. A su vez registros japoneses y de Europa oriental, con 1.600 años de antigüedad,
también describen en detalle los efectos de los sismos sobre la población. Mientras que en
América se cuenta con textos mayas y aztecas, que refieren también a este fenómeno natural;
existiendo documentos de la época colonial (Archivos de Indias) que detallan los principales
eventos que afectaron las regiones americanas.
Desde la Antigüedad hasta la Edad Media, se les dio a los terremotos una explicación mítica,
relacionada al castigo o a la ira divina. Generalmente estaba asociada a fantásticas criaturas que
vivían en el interior de la Tierra, que al moverse provocaban los terremotos.
Recién a finales del año 1600, algunos estudiosos comienzan a realizar, de manera sistemática,
la recopilación de información y datos de los terremotos ocurridos. Como por ejemplo, Vicenzo
Magnati, quien en 1688 elaboró una lista de noventa y un sismos destructivos ocurridos en el
período de 34 d.C. a 1687 d.C.
Durante los próximos dos siglos, existe una docena de otros escritos, generalmente restringidos
a un área geográfica o solamente para un determinado período de tiempo; muchos de estos se
solapan, y resultan a menudo contradictorios en sus detalles, debido a la falta de objetividad
producto de la percepción y la psicología popular.
Alexis Perry catalogó más de 21.000 terremotos entre los años 1843 y 1871; por su parte, Robert
Mallet (más criterioso en su selección) describió 6831 eventos para el período 1606 a.C. a 1850
d.C., y Giuseppe Mercalli en 1883 elaboró una lista de más de 5.000 terremotos desde 1450 a.C.
hasta el año 1881 d.C., solamente en Italia. Carl Fuchs (1886) elabora una monumental lista
cercana a los 10.000 eventos; a su vez John Milne (1895) describe 8.331 terremotos registrados
sólo en Japón.
Jean Baptiste Bernard, efectuó un proyecto de investigación que le demandó veintiún años de
trabajo y en 1906 había acumulado una lista de terremotos de todo el mundo que incluía 171434
eventos. Es importante destacar que la invención del telégrafo en 1840, posibilitó comunicar los
informes de los sismos de manera más eficiente, acelerando y multiplicando la información.
La comisión recomendó diseñar el primer piso de un edificio para una fuerza horizontal de 1/12
del peso del edificio y en el caso de un edificio de tres pisos usar una fuerza horizontal de 1/8
del peso del edifico arriba de cada uno de esos pisos.
Mientras que en el parte occidental la primera experiencia fue el terremoto de San Francisco
en 1906 el cual se vio agravado por un incendio que dejo 3000 muertos y la ciudad devastada.
Este desastre fue la campanada de alerta y el comienzo de la historia de la ingeniería
sismorresistente.
Era claro que ninguna sociedad podía vivir con este riesgo y por lo tanto era impostergable
plantear una normatividad para el diseño y la construcción de edificios.
Es así que nacen los códigos de diseño sismorresistente, los cuales pretenden reducir la
vulnerabilidad sísmica de los edificios en base a disposiciones que tienen que ver con la fuerzas
sísmicas mínimas de diseño, sistemas estructural (a través de la estructuración), detallado de las
armaduras, materiales y sistemas constructivos. La finalidad es impedir el colapso de las
edificaciones.
La respuesta a este problema por parte de la comunidad de ingenieros fue que los edificios
debían diseñarse para “resistir” fuerzas sísmicas.
Por tal razón es que de inmediato se da una reglamentación de emergencia por la que los
edificios en California debían diseñarse para soportar una “presión” lateral uniforme de 30
lbs/pie2.
Luego, en 1927 se redacta el primer código UBC (Código Uniforme de Construcción, por sus siglas
en ingles), el cual fue el primer intento de normalización, en el cual se incluye un apéndice de
diseño sísmico que estipula que las edificaciones deben ser diseñadas para una fuerza lateral
por sismo de: V = CW (C=0.075 a 0.10). En este mismo año también se diseña el primer
sismógrafo.
En 1933 Se publica el libro “Continuous Frames of Reinforced Concrete” de Hardy Cross, donde
expone su método de análisis para pórticos de concreto armado.
En 1940 se produce el terremoto de Imperial Valley donde se registra el primer acelerogarma
denominado acelerograma “El Centro”. Se desarrolla la metodología del “Espectro de
Respuesta” para el cálculo de la fuerza sísmica.
Hasta antes de 1950, se determinaba al cortante sísmico como el producto del coeficiente
sísmico por el peso.
En 1952 Se publica el reporte realizado por ASCE y SEOAC, en el que se propone que el
coeficiente sísmico C se calcule en función del período de la estructura y que la fuerza sísmica
basal se distribuya en función de la altura de los pisos.
En 1956 Se realiza la 1ra Conferencia Mundial de Ingeniería Antisísmica. Housner plantea posible
diseño límite.
En 1959, la SEOAC publica su código sísmico en el que se prescribe que la fuerza sísmica basal
para un edificio debe calcularse con la siguiente expresión: V = K C W (C = 0.05/ T1/3 C<= 0.10)
(K es un factor numérico que depende del amortiguamiento, ductilidad y rigidez de la
estructura).
1961 - Se publica el libro “Design of Multistory Reinforced Concrete for Earthquake Motion” de
Blume, Newmark y Corning. Se modifica el UBC, este prescribe la siguiente expresión para el
cálculo del cortante sísmico: V = Z K C W (C = 0.05/ T1/3 y C<= 0.10 ), y se reconoce la necesidad
de dotar de ductilidad a las estructuras.
En 1967, en el comentario al Libro Azul del SEOAC, se presenta la filosofía para el diseño
sismorresistente de edificios, dicha filosofía establece los siguientes niveles de desempeño
sismorresistente en las edificaciones:
Prevenir todo tipo de daños en movimientos sísmicos de baja intensidad, que pudieran
ocurrir frecuentemente durante la vida útil de la estructura.
Prevenir el daño estructural y minimizar el daño no estructural durante movimientos
sísmicos de intensidad moderada, que puedan ocurrir ocasionalmente.
Evitar el colapso o daño serio durante los movimientos sísmicos severos que raramente
pueden ocurrir.
1974 - Se modifica el código SEOAC, el cual prescribe la siguiente expresión para el cálculo del
cortante sísmico: V = Z I K S C W donde C = 1/(15 T1/2) C <= 0.12, I=importancia de la edificación
y S = factor numérico dependiente del perfil del suelo.
En 1974 el Consejo de Tecnología Aplicada, ATC, de California formó un grupo muy sólido de
ingenieros y científicos que propusieron unas bases de normalización y apareció el documento
"Tentative Provisions for the Development of Seismic Regulations for Buildings", conocido con
el nombre de ATC-3-06. Este documento conformó las bases de la elaboración de un buen
número de códigos modernos de construcción sismo resistente en el mundo y de estudios de
vulnerabilidad sísmica en edificaciones existentes.
En 1988 Los códigos del UBC y SEOAC, prescriben la siguiente expresión para el cálculo del
cortante sísmico: V = Z I S C W / Rw donde C = 1.25 S/T2/3 y C<=2.75 y C/RW >= 0.075.