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la fisiocracia se nos plantea como una suerte de liberalismo en estado puro que combina la
permisividad del “dejar hacer” con la prevención de “no intervenir” y “no especular”. Un fisiocrata
está convencido de que el agricutor es el único que produce algo más que su salario, así que
todo lo demás acaba siendo frívolo, parasitario, improductivo...
la fisiocracia fue un movimiento más intelectual que práctico, al punto de que algunos
consideran a sus ideólogos como los primeros teóricos de la economía moderna y lo cierto es
que no fueron ignorados ni por Adam Smith ni por Marx. En La riqueza de las naciones, Smith
critica a la fisiocracia el hecho de que considere “improductivo” al comercio. Marx, por su parte,
agradece el enfoque de los fisiócratas en esa “economía primigenia”, capaz de desnudar la
diferencia entre el valor del trabajo y su valorización añadida, pero los ve atrapados entre el
contenido burgués de su propuesta y la “envoltura feudal” de su entorno.
Critica El mercantilismo puede ser entendido como la política y la práctica económica de los
Estados Nacionales durante el período de transición del feudalismo al capitalismo. Sus orígenes
están ligados a la centralización del poder, que alcanza su plenitud con el Estado absolutista.
El rasgo principal que caracterizó a esta política económica fue la intervención estatal en los
asuntos económicos, con el propósito de dinamizar la producción nacional y en provecho del
fortalecimiento del Estado.
Los mercantilistas pensaban que la riqueza provenía del intercambio, mediante el cual algunas
naciones eran favorecidas y otras no. No habían comprendido aún, como más tarde lo hicieron
los pensadores clásicos, que la fuente de la riqueza era el trabajo.
En los enfoques tradicionales o clásicos, se consideraba que la demanda estaba dada, que los
mercados internos enfrentaban una estructura de mercado de competencia perfecta y que
existía perfecta movilidad interna de factores productivos. Sin embargo, poco o nada se dice del
papel que juegan las preferencias de los consumidores. En una economía de mercado, éstos
últimos son parte determinante del proceso productivo, pues la satisfacción de su demanda es lo
que da lugar precisamente al intercambio de mercancías. Por ello es que es pertinente
considerar las preferencias en cualquier modelo teórico de comercio internacional.
La escuela clásica, considera al beneficio como un pago al inversor por la función que está
realizando, la cual resulta útil. En la economía neoclásica, el beneficio es definido de una
manera más práctica, refiriéndose a la superación de los ingresos obtenidos sobre los gastos
realizados.
En esta perspectiva, los economistas neoclásicos poseen preferencias racionales, guiando los
comportamientos en cuanto a la compra y la venta, en busca de maximizar los beneficios y la
utilidad. En la economía clásica, no se hace distinción de este pensamiento racional, por lo que
los beneficios son equivalentes al salario que reciben los trabajadores.